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Así nos analizan desde España, refiriéndose a Protocolo de Río-1942

Perú-Ecuador: torpezas reabren cosas juzgadas


por Gema Castellano (1998)

El antiguo conflicto fronterizo entre Perú y Ecuador, supuestamente zanjado con el Protocolo
de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro, firmado en 1942 y avalado por los países garantes
-Brasil, Estados Unidos, Argentina y Chile- se ha reabierto por los Congresos de estos países, de
una manera contundente en estos últimos días y también -justo es decirlo- debido a la
ineptitud de la cancillería peruana de no lograr el cumplimiento de colocación de los hitos que
delimitarían finalmente la frontera y a la mañosa y pertinaz actitud del gobierno de Ecuador de
deshonrar el compromiso adquirido ante el mundo en general y los países garantes en
particular desde hace más de 50 años.

Lo que según Perú se solucionaría simplemente realizando la demarcación de un pequeño


tramo de la frontera común ya delimitada, ha sido elevado a cuestión de estado por Ecuador,
su presidente -Jamil Mahuad- solicitó y obtuvo acuerdo del Congreso para que, ante la
imposibilidad unilateral de cumplir con los tratados y normas que rigen este conflicto, sean los
países garantes los que presenten fórmulas que permitan avanzar, de manera definitiva en el
problema, denotando la supuesta existencia de un conflicto territorial entre Perú y Ecuador y
aceptando la vigencia del Protocolo de Río de Janeiro, pero también su inejecutabilidad
parcial, por lo que deberá comenzarse un proceso de negociación, por no obtenerse acuerdos
en la determinación del límite en el terreno en la parte suroriental.

Esta decisión de Ecuador, que ha sido acogida por el pueblo peruano como una barbaridad que
cobra visos de una auténtica burla en contra de los países garantes y del Perú, ha provocado
más repulsa, aún si cabe, del pueblo peruano hacia su gobierno y su presidente, Fujimori, que
ante la incapacidad de hacer cumplir los tratados, ha adoptado la misma actitud que Ecuador.
En medios limeños sumamente informados se especula que Estados Unidos no quiere un
nuevo Kosovo en Latinoamérica, por lo que presionó para que los Congresos de Perú y Ecuador
opinaran sobre acuerdos que nadie conoce y dejando en manos de los garantes la supuesta
solución del asunto.

Y en cuanto al peligro de una guerra si no hay solución o que el armamentismo continúe


precisamente por la situación en el norte peruano, se dice que el riesgo radica en que Chile -
que ha invadido Perú con inversiones de todo tipo y que controla incluso la energía eléctrica-
se alíe con Ecuador, país al que el hoy recluso Pinochet llamó segunda patria. Este es el temor
genuino que impele a que Perú deba seguir comprando armas, porque es en el sur donde está
el peligro.

En torno a las inversiones hispanas, Telefónica y bancos, es muy claro que éstas no corren
ningún tipo de peligro por el momento. Estas avalan al gobierno en muchas cosas y controlan
las telecomunicaciones, pero estas situaciones son impredecibles y tendrían que ver más bien
con un estallido social de carácter incontrolable.
En Perú se comenta cada vez con más fuerza que Fujimori está muy enfermo con un cáncer
terminal y que pretende dejar el poder con un supuesto problema -Ecuador- solucionado.
Estaría dentro del estilo japonés que considera que la muerte es un tránsito, pero que
demanda de hechos honorables. El autoritarismo de Fujimori le ha granjeado antipatías y ya ha
perdido las calles. La desgracia es que la oposición es muy ineficiente, poco imaginativa y
sumamente intelectual, pero el pueblo está al límite del aguante. Nadie sabe qué puede pasar.

Acosados por el norte y el sur, destinados a vivir bajo un sistema represivo, sumidos en la más
absoluta de las pobrezas y comprados por capitales extranjeros, los peruanos tarde o
temprano reivindicarán sus derechos como nación independiente y libre, aun a costa de
chantajear a un todopoderoso como los Estados Unidos, obligándole a invertir -si hace falta en
un plazo de cien años- miles de millones de dólares a cambio de dejar intacta la Amazonía,
que bien podrían convertirse en campos de cultivo después de la tala salvaje de árboles, en la
solución drástica para que esta nación pueda comer y desarrollarse.

En cualquier caso, ni la situación política ni social -excluimos la económica- convierten a Perú


en un paraíso para inversiones especulativas del tipo que está realizando Telefónica. No
ponemos en duda que sea negocio invertir en estos países, pero no debemos olvidar que están
en un proceso de reestructuración social. De la misma manera que el pueblo se rebelará
contra un gobierno opresor, lo hará contra una inversión especulativa y básicamente
estafadora. Inversores no van a faltar en estos países. Y del mismo continente.

http://ailatin.tripod.com/conflicto.htm

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