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La Onda – Crisis de Conciencia


26/3/2011, 11:44

Ayer se ratificaba en el Parlamento español la decisión de que España “se apuntara al bombardeo”
de Libia, decisión que ya había tomado cuatro días atrás gracias a una triquiñuela de la ley que
permite hacer eso sin contar con el pueblo.

Quien hizo la ley hizo la trampa… (¿Recordará ya alguien lo que era un referéndum?)

Por el atril fueron pasando los representantes de los partidos políticos que se suponen representantes
del pueblo en sus determinadas variantes ideologías políticas. La mayoría PSOE justificaba sus
acciones por “razones humanitarias” y la mayoría PP las justificaba porque era una decisión de la
ONU. Los demás fueron más críticos con la ONU, a la que tacharon de todo lo peor y fueron más
exigentes con los procedimientos, pero aunque estos pesaran por sí solos para negarse, avalaron la
decisión del Gobierno, firmaron la sentencia de Khadafi y se apuntaron al bombardeo.

El canal 24 horas emitía en directo la “ceremonia” a pantalla completa; sin la ventanita famosa que
había estado emitiendo estos días el canal de Japón en directo. Yo estaba ahí, pegado a la tele,
porque quería oír las voces discordantes contra el bombardeo de Libia. Después de tragar la bazofia
justificadora por fin llegó Llamazares y, cabreado, nervioso y consternado ante tal teatro de “las
hermanitas de la caridad”, le dio un baño de conciencia a todos esos hipócritas, mientras el canal 24
horas de Radio Televisión Española le hacía el boicot, añadiendo una barra en el lateral izquierdo en
la pantalla que ocupaba un tercio de la misma, con una pantalla pequeña y un listado de temas
debajo sobre los que un marcador pinchaba e iban saliendo diferentes imágenes, que incluían
partidos de fútbol; barra que no había visto en mi vida y que fue quitada justo en el momento en que
Llamazares terminó su discurso.

Para vomitar… (por cierto que no he conseguido la manera de encontrar el vídeo en los archivos de
televisión española, ni siquiera su comparecencia completa).

Me imagino al Rey y a la Reina griega -que tiene más peso de lo que el pueblo español imagina –
pendientes del discurso, observándolo desde su Palacio, cada uno en sus respectivas fabulosas
pantallas de plasma conectadas al canal 24 horas. Pero dejaré la parodia que tal escena sugiere
-incluida la ridiculización de Llamazares- a Buenafuente y resto de comediantes políticos.

La votación quedó 336 a 3. Eso representa algo así como el 0,7 por ciento –mismo porcentaje,
casualmente, que tiempo atrás se solicitaba como presupuesto para actividades solidarias.

¿Podemos concluir que solo el 0,7 por ciento de la población española está en contra de la guerra?
Por supuesto que no.

¿Representan esos 336 a quienes se suponen representar? Unas veces sí, otras veces no.

¿Cuál es la implicación real del drama al que estamos asistiendo? Lo explicaré tal como lo siento y
como lo comprendo.

Hace tan sólo dos años –que es cuando empezó la crisis económica mundial- esta descarada
manipulación de la verdad no habría tenido, en la mayoría de las conciencias españolas, la
implicación que tiene ahora, aunque sí la trascendencia que sigue teniendo para aquellos que, de
forma temprana, han estado resonando con el mensaje que La Vida, que tiene vida propia, nos ha
estado haciendo llegar.

La otra vida, la de cada uno, aun en esta prisión en la que poco margen de maniobra tenemos por
estar ocupados por nuestra supervivencia, por estar funcionando con un programa –el cerebro-
hecho para que funcionemos mal a propósito y por vivir bajo el yugo de un Sistema exprimidor,
permite a cada uno la oportunidad de expandir su consciencia, el Ser Que Es, gracias a la propia
conciencia.

Entre los japoneses que están sufriendo su catástrofe están los que colaboran y ayudan a/con los
demás con lo poco que tienen, están los que siguen trabajando como si nada pasase, están los que
asustados se recluyen en casa y obedecen todas las órdenes que les va dando el Gobierno e incluso
están los que ponen el pie en polvorosa.

Sin darse del todo cuenta, la mayoría de los españoles, así como la mayoría de los pobladores de la
Tierra, también han entrado en un periodo de catástrofe como Japón; unos antes, porque ya han
perdido su oportunidad de mantenerse gracias a un empleo y los demás, porque ya han entrado en el
período de los cambios en nuestro Sistema Solar -que se han empezado a acelerar el 4 de Marzo y
que desembocarán en la selección natural de las especies, de las consciencias-, a todos nos ha
llegado el momento de tener nuestra personal crisis de conciencia.

Hay mucha gente en este planeta que ha tenido la oportunidad de concienciarse, generalmente
porque han sufrido tribulaciones personales dentro de sus vidas comunes, que le han obligado a
posicionarse ante las circunstancias y han elegido hacerlo desde su conciencia, la voz con la que se
expresa la consciencia.

Otros, sin necesariamente sufrir tribulaciones, han alimentado su alma con líneas de pensamiento
elevadas como las de Krisnamurti, Castaneda, Jesús, otros maestros, determinadas filosofías que
incluyen las esotéricas, ciertas culturas nobles, etc., etc.

Muchos han abandonado sus creencias religiosas heredadas por no estar de acuerdo con las
prácticas de sus iglesias, sean de la religión que sean, y han emprendido en soledad su búsqueda de
La Verdad. La mayoría de éstos no han encontrado un lugar donde un grupo practique esa Verdad
común, porque la Verdad, como dice el dicho, está dentro de uno y sólo la encuentra en su forma de
posicionarse ante los eventos que se suceden, como en una pantalla, día a día, en su vida, mientras
la vive.

Imagino que la consciencia es un ser en expansión. A su vez, dentro de ella, imagino una especie de
tubo de cristal, como esos floreros largos de medio metro. En nuestras vivencias, nuestras actitudes
con las cosas y con los demás, como si fuese agua, van rellenando poco a poco el tubo. Cuando el
tubo está lleno una gota cae fuera del recipiente y activa un mecanismo que hace mutar a la
consciencia hacia un plano superior, hacia una forma distinta y más evolucionada y hacia un
entorno totalmente distinto al anterior. Eso es la elevación/evolución natural del Ser; la Consciencia.
Haya el muro que haya alrededor cuando esto sucede y sin que probablemente nadie más que el
propio implicado lo sepa, el Ser trasmuta y los muros se rinden y se abren para que éste salga de su
prisión, camino a su nueva densidad.

No todas las experiencias son iguales y, por lo tanto, no siempre se va llenando el tubo con la
misma cantidad. Y no siempre se encuentra el conocimiento que se convierte en este agua de vida
en un solo maestro o en todo lo que dice un maestro. Hay escritores –que básicamente son
pensadores, observadores, reflexionadores- que pueden escribir una obra concienciante y sin
embargo -antes o después de-, escribir muchas otras obras no necesariamente trascendentales
(ejemplos de obras trascendentales: “Shidarta” de Hesse, “Las Nueve Revelaciones” de Redfield,
“El Alquimista” de Coello, etc) Pero en cuestión de experiencias propias, todas las vivencias son
trascendentales. Todas van llenando o estancando ese tubo y esas que estancan, una vez resueltas,
pueden hacer que el tubo se llene en mayor cantidad aun de lo que lo hacen o hacían otras
experiencias.

Como dicen los casiopeanos: todos los caminos son lecciones y como dice el proberbio -una
muestra de que todo lo que vamos haciendo repercute: haz bien y no mires a quien.

Pero a veces, pocas y muy espaciadas en el Tiempo, surge una oportunidad de escapar de la prisión
y de evolucionar en un corto período gracias a un violento suceso que nos pone en una prueba
existencial. Para ello hay una marca en el tubo, a una altura que podríamos imaginar, que es la
mínima óptima para un aprobado. La mayoría de las personas, de los humanos, andan o andamos
debajo de esa marca. De eso se ha encargado el Sistema de Control y por eso seguramente seguimos
aquí.

El evento que facilita esa oportunidad es la Onda, una ola de energía que atraviesa los Universos y
produce un cambio cuántico-dimensional automático, que funciona como un reloj de cuco cósmico
y que evita que ninguna especie ni Sistema de Control se eternice en un lugar determinado –Tierra
incluído- y facilita la oportunidad de evolucionar en este Cosmos en constante expansión, que
necesita de seres que habiten esos nuevos espacios y/o dimensiones.

Esa Onda barre y transporta. Barre las consciencias que están por debajo de la marca del tubo y
transporta lo que está por encima de esa marca, como si de dos corrientes de aire distintas, una
caliente y otra fría, se tratase. (Especulo sobre las variantes en los distintos niveles de consciencia
de cada ser y que éstos sean llevados al mismo destino o a destinos distintos, entre los que este
hermoso planeta, ya renovado o en proceso de renovación, sea, mismamente, uno de estos destinos)

Mucha gente en esta época no ha tenido oportunidad de concienciarse, de conocer, de comprender


este Sistema de Control. De hecho es la gran mayoría. Es toda esa gente que vemos como
marabuntas en las ciudades, trabajando como esclavos o como máquinas, con apenas tiempo para
recuperar fuerzas, -generalmente sentados ante un televisor del propio Sistema- y volver a empezar
al día siguiente, a luchar por su supervivencia. Para ellos, la caída del Sistema, la pérdida de su
obligación de ir a trabajar en principio, es una oportunidad de definirse entre los que actúan como
animales o los que actúan con conciencia. Para otros, decidir si comerse lo último que le queda o
compartirlo, es una crisis de conciencia. En otros decidir si entrar en una guerra con todos los de su
partido o por el contrario enfrentarse al propio partido, es también una crisis de conciencia. Incluso
dar la vida por salvar a otro que probablemente no tenga un futuro seguro mejor que el nuestro,
puede convertirse en nuestra personal crisis de conciencia. Más ideas se te ocurran, más variantes.

Eso lo comprendí hace poco, cuando leí en un periódico local una columna de comentario de un
periodista conocido; un tío campechano y buena gente que hace sus críticas del mundo local y del
nacional. Tuvo un sueño donde sufría una transformación, un cambio de densidad. Ahí me di cuenta
de que el cambio de densidad es para todas las consciencias y no solo para aquellos “concienciados”
y es entonces cuando me he sentido aliviado por toda la gente común.

Todos, en este momento, todos, tenemos nuestra oportunidad.

Llamazares, en su papel de concienciar políticamente al resto de ciudadanos, solo ante esa pandilla
de cobardes, aun habiendo hecho lo que haya hecho anteriormente que no fuese o nos pareciese
trascendental, en este momento, está llenando a chorros su tubo; camino a expandir su consciencia.
Y todo el pueblo español, que está pendiente de las noticias y de lo que está pasando, por muy
llanos que puedan ser la mayoría, todos están teniendo una oportunidad, probablemente única, de
definirse.

La Onda es ahora. La siento en todo mi Ser. Mi cuerpo está muy cansado, pero yo estoy bien.
Recibo casi a diarios latigazos de flujos de energía cuando me acuesto, como bolas de calor que
explotan en mi interior, pero comprendo que es porque mi cuerpo se está transformando. Sé que el
Sol en gran parte, ya sea como fuente o como vehículo, es el responsable de estos cambios, porque
los flujos han coincidido con los días fuertes del astro rey. Esa energía que está emanando a
borbotones y disparada en todas las direcciones está haciendo expandir a la propia Tierra -de ahí los
terremotos- y siento que está modificando mi ser. También ese pitido, sonido, vibración que suena
dentro de mi cabeza desde hace unos pocos años y que debe ser el que han señalado los astrónomos
oír desde la galaxia; ese también está haciendo su trabajo. A ratos, cuando me relajo, siento como si
mi cuerpo se expandiese decenas de centímetros más allá de la cama y una energía nueva aparece en
el ambiente. Al principio me asustaba, ahora que ya sé lo que es, me alegra y me tranquiliza.

La luz y el sonido son lo que nos transforma y si se encuentran con una consciencia receptiva o que
vibra en el estado apropiado nos hacen evolucionar.

He sabido comprender y diferenciar estos días que esto no tiene nada que ver con la contaminación
electromagnética artificial -que está ahí para hacer el efecto contrario-, esa que me ha obligado a
abandonar la mayor parte de mi trabajo. No porque ahora vivo en pleno campo, separado del
mundanal ruído y prácticamente no la hay; al menos no tanta como fuera de mi entorno. Sin
embargo, sí es un tipo de radiación que afecta el cuerpo, como un grano de maíz dentro de un
microondas, que termina convirtiéndose en una palomita.

El proceso, doloroso o molesto cual quimioterapia –otra forma de radiación-, produce temblores,
escalofríos, dolores de cabeza, flojera muscular y otros síntomas. Mi cuerpo pide su “momento
capullo”, como el del gusano que se va a convertir en mariposa. Por eso las ganas de dormir y por
eso necesito acostarme más veces.

Y no, no es gripe y no me pasa a mí solamente… A medida que el Sol continúe con su nueva
actividad, cada vez más gente empezará a asociar sus síntomas con los cambios cósmicos.

Estoy mas sensible y me saltan las lágrimas cuando veo a un jefe japonés buscando a sus empleados
después del tsunami y se reencuentra con algunos de ellos o cuando otro da de comer gratis en su
restaurante a los que se han quedado sin nada. Sin embargo no sufro en demasía ni me regodeo en el
sufrimiento de todos los que han muerto, porque sé que para muchos de ellos esta ha sido su
oportunidad de aterrizar en la Onda, porque probablemente sus tubos ya habían alcanzado la marca
necesaria. Los demás, también probablemente, seguirán en este nivel intentándolo, “repitiendo
curso” y como consciencias que son, nada de la preciada agua de vida acumulada se habrá perdido,
por lo que después lo tendrán más fácil para evolucionar.

Para todos las mismas oportunidades.

Mi intuición se está afinando y aunque parezca increíble y contraproducente, las conspiraciones,


realmente, ya me preocupan un carajo. Ahora no estoy tanto para ponerlas al descubierto como
hacía antes; estoy más para discriminarlas y ayudar a la gente a no caer en el engaño de creer que
todo es un tinglado de los planificadores terrestres o extraterrestres. Sin duda ellos tienen sus
agendas pero la mayoría de ellos pierden el tiempo igual que los que intentaban hacer negocios en
aquellas cenas de ricos y empresarios dentro del ostentoso restaurante del Titánic.
Los mismos extraterrestres oscuros o instintivos –que no intuitivos- están siendo tocados por la
Onda. Ellos también tienen su oportunidad; su propia crisis de conciencia.

Por supuesto nada está ganado y nada es una certeza en este juego de la gallinita ciega, pero así
comprendo lo que sucede y así debo exponerlo para aquellos que buscan una puerta de salida que
yo -entre otros-, explorador de vocación y aprendiz de todo, veo -vemos- con cada vez más
claridad.

Solo un detalle más. Una madre preocupada por su bebé, le preguntaba a Montalk sobre que
sucedería con su hijo que no tendría capacidad para decidir en este momento tan crucial. Montalk
contestó: “Los hijos son portales entre las dos densidades. Abrázalo, quiérelo y dale muchos besos
de mi parte”.

Añado, probablemente muchos de nuestros hijos estén aquí para eso, para ayudarnos a nosotros a
dar el salto, porque ellos ya han venido a nosotros con el “vaso medio lleno” o casi lleno.

Antonio Leonardo “Exit”

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