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+ Trabajo realizado por el equipo de Ja Biblioteca Digital de la Fundacion Universitaria San Pablo- CEU + Me comprometo a utilizar esta copia privada sin finalidad lucrativa, para fines de investigacion y docencia, de acuerdo con el art. 37 del T.R.L.P.1. (Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual del 12 abril 1996) Fundacion Universitaria San Pabla- Biblictecs Digital CEU LIBRO 1 En el primer libro de la obra tomada en su conjunto, es decir, Finatidad dele obra tercero anterior a éste, deja mos claro que establectamos ‘como principio de nuestro trats- do la Guerra Social, la Anibilica y la de Celesiria: en 2 ‘1 mismo bro expusimos, gualmente, las causas que ‘os hicieron componer los. libros precedentes, remon- tindonos a tiempos anteriores a esios sucesos. Ahora > intentaremos exponer cientificamente las guerras cits- as, las causas por las que surgieron y alcanzaron tan fran extension; pero antes hablaremos brevemente ‘cerca de mi trabajo’. ‘El tema sobre el que intentamos tratar es un tinico 4 hhecho y un tinico espectéculo, es decir, cémo, cuindo Y Por qué todas las partes conocidas del mundo con 1 Palio considers que en este tercer libro empieaa a ‘ectadero trabajo personal Ea gura de oe ‘alados teup Ia Sarr oe ce ce 7 She nr ela a a ‘eda, ow lt Doron pre fe et Ho tec. os ‘Berm ce Clara er in cuata pica eae Antoco Tit et YY Plolomes lopttor. Ba cuanto ala fecha de ake ‘6, bay discordanclas lentes Tous we FotcA, ca 80 ed se del trer bro de Polio, Pars, 197 (ctado dee abore Foveinr, Pole, It), pig. 3, Ia pone ene 219, BEICSTOR Geschiche, pg. 38, i situa enire Ios aos 2/27 m mistoRuas ' cido han caido bajo la dominacién romana. Esta tiene tua principio conocido, una duracién delimitada y un resultado notorio, de modo que creemos que va a ser ‘til recordar y recapitular brevemente las partes prin- cipales de este periodo, ordenadas de principio a fn 6 Es de suponer que asi, mis que de otro modo, se pro. porcionara a los estudiosos una vision adectiada del 1 conjunto de nuestra empresa. En efecto, dado que #l cespirity progresa mucho si desde el todo Tega al co- nocimiento de los asuntos en detalle, y mucho también si desde éstos avanza en el conocimiento de la tots dad, creemos que el mejor método y vision es el que ‘se hace desde ambas perspectivas. Por ello trazaremos tun esquema preliminar de nuestra historia de acuerdo on To apuntado. ‘8 Ya hemos sefialado la forma y los limites de esta #9 investigacién?. Por lo que se refiere a los hechos co ceretos ocurridos en ella, se empezari por las guerras ya citadas, y su final coronamiento lo constituiré 12 estruccién del reino de Macedonia; el tiempo abst to cado son cincuenta y tres aflos’, periodo que com prende acciones tan numerosas y de tanta envergadura ‘que, en un lapso igual de tiempo, no se han dado jamds fen épocas anteriores, Tomando como punto de partida la Olimpiada ciento cuarenta‘, en la exposicién se 5 sguiré el orden siguiente: 2° Tras exponer las causas por las que estall6 Is gue rma ya citada entre cartagineses y romanos, amd 2 Antbélica, se describiré Ia invasion de Italia por parte de los cartagineses, eémo arruinaron la dominacién romana ¢ infundieron a aquéllos un gran temor Por 3 Ai prlnctplo mismo dela obra, F1, $6. 3 Enos afos 210/68 4+ Comprende lot sfct 20/216. Es de notar que los bre YORI y AIT de Tero Livio reprviucen casi literaimente tercero de Po, anpo 3 sus vidas y por los fundamentos de su patri tras que ios mismos cartagineses Megaron a abrigar andes e imprevistas esperanzas de tomar por asalto la misma ciudad de Roma, ‘A continuacin intentaremos explicar cémo, en esta 2 ép0cs, Filipo de Macedonia’ ibré una guerra contra los etolios, tras la cual dispuso los asuntos de Grecia y se lanzé a compartir las esperanzas de los cartagi= reves. Antioco y Ptolomeo Filopator sndaban a Ia « ‘greta y, al final, estallé entre ellos una guerra por Ia posesién de Celesiria®, Los rodios y Prusias declararon s la guerra a los bizantinos y les forzaron a cesar en el cobro de peaje a los que navegaban hacia Ponto”. ‘Aqui detendremos nuestra exposicién y trataremos 6 4e la constituei6n romana‘; demostraremos luego que las caracteristicas de esta constitucién contribuyeron, al maximo, no sélo a que los romanos dominaran Tta- lin y Sicilia, sino también a que extendieran su imperio Jos iberos y a los galos?, y ademés a que, tras derro- tar miltarmente a los cartagineses, legaran a coneebir €! proyecto de dominar el universo. Paralelamente a todo ello aclaremos, en una di 7 iresién, el derrocamiento de la tirana de Hierén en Simcusa®, Enlazaremos con estos temas los distur- 8 bios ccurrides en Egipto, la coalicién, efectuada tras | muerte del rey Ptolomeo, de Antioco y Filipo para repartirse el imperio legado al joven principe heredero, lipo V de Macedonia "Ta narracion poublane de (a campata romana ea Is Gaia 10 noe be '8"Ck VIN D8, y VII 37 y 37. De os disturbios de Betpto 20 not queda nada on lo extracion resantes de Pliblo. aw mm misrorias ¥y cémo empezaron las insidias y manejos de Filipo ‘Contra Fgipto, Caria y Samos, y las de Antioco contra (Celesiia y Fenicta ‘A continuacién, tras una recapitulacién " de las ope raciones de romanos y cartagineses en Espaia, en 2 Africa y en Sicilia, desplazaremos nuestra exposicién 8 tierras de Grecia, con los grandes cambios que alli bbubo. Narraremos las batallas navales de Atalo y de tos rodios contra Filipo y la guerra de éste contra los romanos ®, cémo se desarrollaron, sus causas su 3 desenlace. A esto afadiremos, sin interrupcion, el re ‘cuerdo de la edlera de los etolios, con la que arrastr? ron a Antioco y, desde el Asia, encendieron una guerra ‘contra aqueos y romanos¥. 4 Después de aclarar sus causas y el paso de Antioco 1 Europa, explicaremos, en primer lugar, cémo consi guié huir de Grecia; en segundo lugar, como, derrotado, abandoné los territorios que estin a este lado de lt ' cordillera del Tauro, En tercer lugar, cémo los rom ‘os, tras haber humillado la soberbia de los galos, st aprestaron a dominar, sin admitir rivales, los territo Tios asidticos y liberaron a los habitantes’ de la parte hhacia acd del Tauro, del terror de los bérbaros y de 6 Ia injusticia de los galos. Seguidamente, tras poner Is vista en los desastres de etolios y cefalenios ", ent rremos en las guerras que Eumenes trabé contra Pr sias y los galos'; igualmente, en la guerra que hubo "Auf hay clerta divergncia en el vertido det verbo sree? ‘oviinal Mientras Schwelghauser taduce win Breve soma (ontrakeres, es dct, nresulr, Waa, Commentary, 21 aso 75 entre Ariarato y Farnaces™, Luego haremos mencién 7 de In pacificacién y concordia que reiné en el Pelopo- ‘eso, asi como del auge de la repiblica de Rodas”, y ofreceremos un resumen de toda nuestra exposicién y de las acciones que contiene. Finalmente, trataremos 8 Ja expedicion de Antioco Epifanes contra Egipto, la ‘guerra persa y el derrumbamiento del imperio mace- onio, Paralelamente a todo ello se iré viendo cémo ¢ manejaron Jos romanos cada asunto y cémo lograron someter todo el mundo a su imperio. ‘Si por si solos los éxitos 0 os & fracasos.permitieran emitir un juicio suficiente sobre los hom- bres © los gobiernos, desprecia- bles © laudables, segiin el pro- rama inicial nosotros. deberiarmos pararnos aqui y concluir simultéineamente nuestra exposicién € histo- ria con las acciones citadas en altimo lugar. En efec- 2 tor el lapso de los cincuenta y tres afios termina en ellas,y et progreso y el avance del imperio romano ya hhabia culminado, Ademés, daba la impresién de que 3 fra notoria e ineludible para todos Ia sumisién a los omanos y la obediencia a sus érdenes, Pero los jut « clos sobre vencedares y vencidos extraldos simplemente 4e tos propios combates son insuficientes. Lo que mu 5 ‘hos han ereido un triunfo insuperable, sino se ex Ploté con acierto ha comportado grandes desastres, Mientras que a no pocos que han soportado con ente- reas las desgracias més escalofriantes, éstas han aca ‘bado por convertirseles en ventajas. A las acciones 6 ‘encionadas habria de afadirse un juicio sobre la efisones sobre Pérmmo estaba en el bro XKIJ, pero su nazracon polbiana sella pero. 8 CLXXML 9, 13; XXIV 1, 13; 5; 1415; XV 2. 2 xx a wb 26 sisroRIAs conducta posterior de los vencedores, sobre cémo go- bermaron el mundo, la aceptacion y opinién que de su liderazgo tenian'los demas pueblos; se deben i- vestigar, ademds, las tendeneias y ambiciones predo- ‘minantes en cada uno, que se impusieron en las vidas privadas y en la administracién pablica. Es indiscutible que por este estudio nuestros com tempordneos verin si se debe rebuir Ja dominaciéo romana 0, por el contrario, si se debe buscar, y nues tos descendientes comprenderin si el poder romano fs digno de elogio y de emulacion, o si merece repro- ches. La maxima utilidad de nuestra historia, en el presente y en el futuro, radica en este aspecto®, No hay que Suponer que, mi en sus dirigentes ni en sus cexpositores, la finalidad de las empresas sea vencer ¥ someter a todos. Nadie que esté en su sano juicio guerrea contra los vecinos por el s6lo hecho de lucha. rl navega por el mar s6lo por el gusto de cruzaro, ni aprende artes o técnicas sélo por el conocimiento fen si*, Todos obran siempre por el placer que sigue 2 las obras, o a belleza, o la conveniencia, Por eso la culminacién de esta historia seré cone cer cufl fue la situacién de cada pueblo después de ‘verse sometido, de haber caido bajo el dominio ro mano, hasta las turbulencias y revoluciones que, e+ ppués de estos hechos, se han reproducido. En vistas # la importancia de Tas acciones que entonces se desarro- Maron y al cardcter extraordinario de los acontect ‘mientos, pero también —y esto es Io mas importante— fen raza del hecho de que yo he sido no solamente fespectador, sino unas veces colaborador y otras di gente, he emprendido la redaccién, por as{ decir. &¢ ' Potbio insist em concepts yu expuestos, cf. 13. ‘a hay certos eos de dacrion esto. asno 111 mm ‘una historia nueva, tomando un punto de partida nuevo también. ‘Los trastomnos a que me referia som los siguientes: $ los romanos hicieron Ia guerra a los celtfberos y a los vacceos, mientras que los cartagineses guerrearon contra Masinisa, rey de Libia. En Asia, Atslo y Pru: 2 sas se combatian mutuamente y el rey de Capadocia, Ariarates, expulsado de su trono por Orofernes con la syuda del rey Demetrio®, recuperé el reino que le legara su padre apoyado por Atalo®. Por otro lado, 3 Demetrio, hijo de Seleuco, tras reinar en Siria durante doce aos, perdié a la vex la vida y el imperio, al ‘oaligarse contra 1 los demas reyes. Y también los 4 romanos levantaron Ja acusacién de que habian sido objeto los griegos inculpados en la guerra de Perseo yes reintegraron a sus palses*- ¥ los mismos romanos 5 ‘stacaron, poco tiempo después, a los cartagineses, con «l propésito, primero, de forzarles a expatriarse, y des- pués de aniquilarles totalmente, por las causas que se espondrdn continuacién. Paralelamente a estos be- 6 chos, al romper los macedonios la amistad con los omanos y abandonar los lacedemonios la Liga aquea, 4 ines et proceso que conduciria ala ruina total de De modo que éste es nuestro plan, Pero atin depen- 7 de de Ia Fortuna que mi vida dure lo suficiente para © Es la segunda campata romana en Espata contra na tive del pate" Ouedan fragmentos de su naracicn en Polbio, SoKy is am ston ‘llevar nuestro propésito hasta el final. Sin embargo, estoy convencido de que si nos ocurre lo que es propio de los hombres, el proyecto no quedaré en el aire ni le faltarén hombres cabales; su belleza atracré a mu hos que Io tomarén bajo su responsabilidad y se esforzarin por levarlo a cabo. © Después que hemos pasado revista, resumidamente, f las acclones mas sobresalientes, con la intencién de ‘conducir a los lectores al conocimiento del conjunto ¥ las partes de nuestra Historia general, ya es hora, pues, de recordar nuestro propésito y de que abordemos el principio de nuestra materia ‘ Algunos tratadistas de Ia histor Guerra de Anibal, via de Antbal, al querer sefialar: Preciiones nos las causas. de la guerra en termineépicas cuesti6n entre romanos ¥ carta gineses, aducen primero el asedio 2 de Sagunto por parte de los cartagineses y, en segundo lugar, su paso, en contra de los tratados, del rio que 2 los naturales del pals laman Ebro®. Yo podria afir ‘ar que éstos fueron los comienzos de la guerra, pero negarfa rotundamente que fueron sus causas™ —jnada 4 de esto!—, a no ser que alguien diga que el paso de Alejandro a Asia fue la causa de su guerra contra los persas y que el desembarco de Antioco en Demetrias fue la causa de su guerra contra los romanos; ningun de estas afirmaciones responde a la verdad y a la 1 5 gica. (Quién creerfa, en efecto, que radiea aqui J2 verdadera causa de los muchos preparativos que Pre 7 Agu Is confuisn de Polbio ex segura: no se ta dl so Ebro sno del Tear ‘Un buen comentario ett precisiones_termioligics lo ofrece Waa, Commentary, ad loc. y Dix Tuan, PDO lginas LXXIVISXKI. La impresin. general que se exe fila de que el pensumento de Pollo no es tan ‘Some el de Tuciddes ursno mm viamente realizs Alejandro y de los no pocos que Fi- lipo, vivo atin, dispuso para la guerra contra los per. 40? Lo mismo cabe decit de los etolios, antes de que se les presentara Antioco, por lo que hace a su guerra contra’ los romanos, Estas son cosas propias de hom 6 ‘bres que no han deseubierto en qué se diferencia y ‘euinto se contrapone el inicio de Ia causa y el pre- texto, Porque la causa y el pretexto son lo primero de todo, y el inicfo, en cambio, la ultima parte de las ‘mencionadas. ‘Yo sostengo que los inicios de todo son los prime- 7 ros intentos y la ejecucién de obras ya decididas: sausas son, en cambio, To que antecede y conduce ‘hacia los juicios y las opiniones: me refiero a nuestras concepeiones y disposiciones ya los eéleulos relacio- rados con ellas: gracias a ellas llegamos a juzgar y decidir, Mi aseveracién se comprenderé mejor con & ejemplos. Cusles fueron realmente las causas y de © inde surgié Ia guerra contra los persas, puede verlo ‘ualquiera. La primera fue Ia retirada de los griegos bajo el 10 mando de Jenofonte desde las satrapias del interior, Fetirada en la que recorrieron toda el Asia, que Tes a host sin embargo, ningiin barbaro os6 hacerles frente. La segunda fue el paso de Agesilao, rey de La- 11 ‘cedemonia, en ef cual no encontré ningin adversario importante ni de su altura, y, sin realizar sus proyec- tos, se vio obligado a regresar por los disturbios que 3 No se refore a las querrs midis, so a la campata de cite contra Ariajerea, ena ae intervene un cuerpo ‘Eiego expedctonario de dier mil hombres. Es ln obra lisica e Sowrovm, ln Andbass, Ia que arra este hecho. Esta cam ‘ala ‘tavo hapa en el ao 4 2 Se rare ala expedicién, del ao 396, del rey esartano ‘zing a Asia ‘con ocho mil exparanos, ea In que Bo Tog ‘ta resonant 280 masroRas 12 estallaron en Grecia, De resultas de esto, Filipe com prendié y dedujo la cobardia y malicia de los persas Frente n su propia buena disposicion, y Ia de los mx ‘cedonios para las acciones bélicas. Puso, ademés ante sus ojos, la magnitud y la belleza de los trofeos. que 1a se sequirian de la guerra, Asi que se hubo captado la adhesion undnime de los griegos, usando al punto el retexto de que corria prisa vengarse de los ultrajes gue les habian inferido los persas, tomé impulso y se dispuso a la guerra; disponia todos los preparativos ‘correspondientes, 14 De modo que hay que creer que las causas de lt guerra contra los persas son las aducidas en primer lugar; el pretexto, lo que se dijo en segundo lugar, y €l inicio, el paso de Alejandro al Asta 1. Se debe considerar sin Ia menor duda que la causa de ia guerra que estallo entre Antioco y los romanos 2 fue la célera de los etolios. Estos, a la vista del desea: lace de la guerra contra Fillpo, se creian victimas de diversos y grandes perjuicios por parte de los romanos como expliqué mas arriba, y no se limitaron a atraerse ‘a Antfoco, sino que pasaron por cualquier accién ¥ hhumillaci6n, enfurecidos por las circunstancias alud 2 das, Debe considerarse un pretexto la liberacion de los agriegos, que los etolios, recorriendo con Antico las ctr ddades, invocaron de manera falaz y absurda; pero ¢ inicio de Ia guerra fue el desembarco de Antioco e? Demetrias. 4 He insistido en la diferenciacion de estos concer tos no para reprender a los escritores, sino para adoe 4 trinar a los estudiosos. ¢Pues para qué serviria a los ‘enfermos un médico que ignorara las causas de les Indisposiciones corporales? Cémo puede ser stil un hombre de estado incapaz de calcular el cémo, et por qué y el de dénde ha tomado su punto de partide # cada uno de los sucesos? Porque ni aquel médico Po seo 2 dra eercer como es debido el euidado de los cuerpos nivel hombre de estado sera capaz de manipular acer fadamente las evestiones sin el conocimiento de lo an- tedicho, De modo que nada hay que observar y buscar 7 this que la causa. de lot acontecimientos, dado. que muchas veces los mAs trascendentales surgen del azar Jen todo caso, siempre es mds cl remediar las pri- meras opiniones y veleidades Fabio, el historiador romano, # asirma que la causa de Ia gucrra sigs cbs Contra Anibal fue, ademas de le fielder sjastiia cometida contra los sa. frntinos, fa svaricia y Ia ambi cion de poder de Asdribal, ya que dst, tras adquirir 2 tm gran dominio en los teritorios de Espata, se pre- sent en el Africa, donde intento derogar las leyes Vic ents y convertir en monargua la constitucion de los artagineses. Los prohiombres de la cludad, al aperck 3 Virse'de su intento contra Ia constitucon, se puseron de acuerdo y se enemistaron con él Cuando Asdnbal 4 Jo comprendis, se march del Africa y desde entonces mmanejéa su antojo los asuntos.espailes, prescime diendo det senado cartaginés, Anal, que desde io s habia sido compatiero de Asdrubal y emulador de su ‘manera de gobernar, luego que hubo recibido la dire ‘iin de los asuntos de Espafa, cirigié las empresas del mismo modo que . Esto hizo que ahors In guerra ¢ ‘contra los rommanos estallara contra Ta voluntad de los Cartagineses, por decisin de Anfbal, Porque ningin no- 7 ‘able cartagings aia estado de acuerdo con el modo Causa de ts bi Fabius Pictr, hlstorador romano que ecrbié en giego storia de Roma dese sus origenes hasta su propia epoca. Post de auc Polo macs ra ssimaierin Sn ete lesa cam fuente pare ns Sens de ‘storia en las que no dispone de otras. Cf in nota 16 del bro. 22 msroRIAs con que Anibal traté a la ciudad de Sagunto. Fabio firma esto, y luego asegura que tras la caida de la plaza mencionada los romanos acudieron y exigleron de los cartagineses que les entregasen a Anfbal o arros ‘ traran Ta guerra. Ante su afirmacién de que ya desde fl principio los cartagineses estaban disgustados por Ia conducta de Anfbal, se podria preguntar a este autor si dispusieron de ocasign més propicia que ésta, o de manera més justa y oportuna para avenirse a las pre tensiones romanas y entregarles al causante de tales 1 injusticas. As{ se ibraban discretamente, por medio de terceros, del enemigo comin de la ciudad, lograban Ja seguridad del pafs, apartaban la guerra que se Tes venia encima y satisfacfan con sélo un decreto a los romanos. A todo esto, cqué podria decir Fabio? Nada, cevidentemente, a verdad es que los eartagineses tanto distaron de hacer cualquler cosa de las indicadas, que, segin las iniciativas de Anfbal, guerrearon continuamente duran te dieciséis alos y no cesaron hasta que, tras poner # prucba todas sus esperanzas, al final vieron en peligro ‘su pafs y sus vidas. 9 @Por qué he mencionado a Fabio y lo que escribié? 2 No por temor de que alguien dé crédito a sus afirma: 3 ciones; pues atin prescindiendo de mi comentario, lo lectores pueden comprobar su propia incoherencia. Lo que pretendo es advertir a Jos que toman sus libros 4 que examinen no el titulo, sino el contenido, Hay quien fo se fja en lo que se dice, sino en la persona que 19 dice, y al saber que el autor fue contempordneo de los hechos y que pertenecié al senado romano, por todo ello juzgan, sin mds, que es crefble Yo que afm. 's Digo que no se debe desdefiar la autoridad de un & ceritor, pero tampoco debe juzgérsela como suficiente fen sf misma. Bs mis, los lectores deben formular so Juleio por los hechos en st tumour 283 En cuanto a la guerra entre ro: 6 manos y cartagineses (pues de Ccauas dete guerra ella partis la digresién) hay que considerar que Ta primera causa fue el resentimiento de Amilcar, i Miamado Barea, que era padre natural de Anfbal. AAmilcar, en efecto, en la guerra de Sicilia, no fue derro- 7 tado en’su espirity, ya que comprobaba que habia con- servado intactas sus tropas en Erice, y con el mismo empefio que él tenia. A causa de la derrota naval de los cartagineses, se habla visto forzado a ceder a las sireunstancias y a firmar los pactos. Pero la célera Te dduraba, y aguardaba siempre una ocasién. Si no se hu- 8 biera producido la revuelta de los mercenaries contra los cartagineses, en lo que dependia de Amifcar, al Punto habria comenzado otra campafia y los prepara tivos para ella, Pero los disturbios internos le ocupa- © ron, ¥ se dedicé a estas acciones. Pero cuando los cartagineses hubieron solventado 1 los disturbios aludidos, los romanos les declararon la auerra, y ellos, primero, estaban decididos a todo, en Ja suposicién de que la justia de su causa les harfa ‘tiunfar. Esto ha sido ya expuesto en los libros ante- Flores, sin los cuales no es posible entender debida- 2 mente ni fo que contamos ahora ni lo que diremos Aespués. Pero al no ceder los romanos, los cartagineses, 2 sediendo a las circunstancias, y apesadumbrados, nada Pudieron hacer: evacuaron Cerdefia y convirtieron en Aeber afiadir otros mil doscientos talentos a los tribu- {05 ya impuestos. Lo hicieron para no verse constre: 4 fides a una guerra en aquellas circunstancias. Debe ‘stablecerse ésta como la segunda causa, atin mis ‘rave, de la guerra que estallé desputs, Amflcar sumé a su ira la célera de sus conciudada- 5 es, y tan pronto como reforzé la seguridad de su Patria, después de la derrota de los mercenarios suble- 2 usronus vvados, puso Iuego todo su interés en Ios asuntos de Espatia, pues queria aprovechar estos recursos para lt guerra contra los romanos. Y hay que tener en cuente todavia una tercera causa, me refiero al éxito de los cartagineses en los asuntos de Espafa. Porque, por cconfiar en estas fuerzas entraron Ienos de coraje en la guerra citada. Es innegable que Amilear, aunque ‘murié diez afios antes del comienzo de esta’ segunde ‘guerra, contribuyé decisivamente a su estallido. Ello se Puede probar de muchas maneras, pero para merecer crédito bastaré con considerar lo que se expone a co0- tinuacin En Ia época en que Anfbal, de rrotado por los romanos, acabo por exiliarse de su patria® y vi via en la corte de Antioco, 10s 1 ‘manos, que intuian ya las inter - barcar a la mayor parte de sus fuerzas en unos Iugares boscosos y abruptos. Al sobrevenir el dia naveg6 osten- 11 siblemente con veinte naves hasta muy cerca del puerto de la ciudad. Los hombres de Demetrio, al ver las 12 ne, espreiaon su imero, y se preiptron de ‘udad hacia el puerto, para cl desembarco saudea ‘Puerto, para impedir rs As que se trabé el combate la pelea se iba haciendo 19 ‘mds encamizada, y cada vez iban saliendo més hombres e ta ciudad para prestar apoyo; acabaron por salir todos hacia el lugar de la refriega. Los romanos desem 2 barcados durante la noche se unieron en este momento S08 camaradss; habfan marchado por lugares encu- lertos. Ocuparon un montecillo escarpado que hay 3 entre fa ciudad y el puerto y cerraron el paso a los (i salian de la efudad para prestar auxilio. Los hom- « ‘res de Demetrio, al ver lo sucedido, cesaron de acosar 8 los desembarcados, y agrupindose y exhortindose ‘atacaron, con Ia intencién de entablar tna batalla cam- Bal contra los ocupantes del montecillo, Los romanos, s ‘emo vieron que el ataque de los ilirios era enérgico y ‘Asadio de Faroe ae wmisronsas ‘ordenado, cayeron sobre sus formaciones provocando el espanto, Simulténeamente a lo que se acaba de relatar, Jos que habian desembarcado de las naves, al ver lo que pasaba, atacaron la retaguardia enemiga. Los r0- anos, pues, anzéndose por todos lados, promovieron tuna confusion y tumulto no pequefo entre los Ilrios. Desde ese momento, al ser acosados unos de frente J ‘otros por la espalds, finalmente Demetrio y sus fuer ‘as se dieron a Ia fuga; algunos huyeron hacia la civ ‘dad, pero la mayoria se esparcié por la isla, campo & traviesa, En previsin de cualquier eventualidad Demetrio tenia fondeados unos esquifes en un lugar apartado ¥¥ se retiré hacia ellos. Esperé a la noche, embates 5 se hizo @ la mar, presentindose inesperadamente a rey Filipo, en cuya corte pas6 el resto de su vida. Foe hhombre audaz y corajudo, pero irreflexivo y muy poco razonable, lo cual Te ocasioné una muerte en cons: rancia con este caracter de toda su vida. Con el cor sentimiento de Filipo intent6 conquistar, por sorprest y sin plan preconcebido, la ciudad de Mesene Ym 16 en el curso de la accidn, cosa que expondremos co" detalle cuando legue su momento®. El eénsul romano Emilio tom6, pues, Faros al prt mer embate y la destruyé. Cuando se apoderé de! resto de la Thiria y organizé todo segiin su criteri ya a finales del verano® regresé a Roma y efectud & ella tna entrada triunfal, entre los agasajos populares Se entendia, en efecto, que habia dirigido ta accién » sélo con destreza, sino, sobre todo, con valor. urpRo mt 295 etomo a os —_uando Heg6 a los romanos 1a 2° ccorg get, noticia de la toma de Sagunto, “Crtee dete” no celebraron ninguna asambles, historograia _jno, por Zeust, para tratar de la feontemporénes guerra, cosa que afirman algunos historiadores que Megan a incluir los discursos pro- runcisdos por los rivales politicos, actuando de ma- nera totalmente absurda, Como iba a ser posible 2 ue los romanos, que en el ao anterior habjan adver- tido a tos cartagineses que si invadian el pais de los seguntinos les declararian la guerra, se reunieran, to- mada ya por la fuerza la ciudad de Sagunto, para de- liberar si debian pelear 0 no? eComo y de qué forma > resentan éstos el extrafio abatimiento del senado ro ‘mano y, al mismo tiempo, afirman que los padres Tevaron a la asamblea a sus hijos de doce afios, quic- nes participaron en las discusiones, y no revelaron a nadie, ni siquiera a los parientes, ningtin secreto? Nada de esto es I6gico ni veridico en absoluto, a no 4 Ser que, ;por Zeus!, Ia Fortuna hublera proporcionado ‘los romanos, entre otras muchas cosas, ser juiciosos 8 de nacimiento, Contra semejantes libros, como Ios + ‘que eseriben Quéreas y Sésilo, no hay que decir més; reo que tienen Ia disposicién y Ja fuerza no de una historia, sino de cuentos de barberla o de charlatanes wulgares. {los romanos, al saber lo ocurrido con Jos sagunti- 6 20s, eligieron unos embajadores y los enviaron sin di- lacién a Cartago'®, Debian proponer alternativamente 7 dos cosas: si aceptaban Ia. primera, los cartagineses "Son los hstriadores aludidos al principio de este ca lo, De Queres no sabemor nada; Séao fue un espatano (sis en eh eérelto de Anal, a To que paree, tuo una ‘Soetal preicoiin por “* El ora y l como de sta embejads oo estén muy cla. 7. Vea i emplia dis de WANs, Commentary, ad le. 296 misroRus sufrian a todas luces datio y vergilenza; la segunda les representaba el inicio de problemas y de grandes pe f ligros. En efecto, los romanos exigian la entrega del ‘general Anibal y de sus consejeros; de lo contraro, f° habria guerra. Los romanos llegaron a Cartago, se pre sentaron al senado cartaginés y expusieron sus cond clones, Los eartagineses escucharon con disgusto aque 1 las propuestas; sin embargo, eligieron como portavor suyo al més habil de entre ellos, y empezaron a just ficarse. ‘MEL portavor silencié los pactos establecidos por As ‘Anibal, como si no hubieran exist, © bien, de exis tir, como si para ellos fueran nulos, ya que se habian 2 convenido sin haberles sido consultados. En ello los cartagineses decian seguir el ejemplo dado por los pro- pplos romanos: en efecto, el tratado concluido en Is ‘guerra de Sicilia por Lutacio, decian, fue convenido por él y luego invalidado por el pueblo romano porgat 2 se habia hecho al margen de su parecer. Los cartag- ‘eses urgian Y apoyaban toda su defensa en los pactos 4 Gltimos establecidos en la guerra de Sicilia. ¥ negabae gue en ellos constara algo escrito acerca de Espatt lo tinico que se ordenaba especiicamente era que los 4 aliados de ambos bandos gozaran de seguridad. Y de ‘mostraron que entonces los saguntinos no eran alisdos de los romanos; a este propésito leyeron muchas veces les tratados. ‘6 Los romanos rechazaron de plano estas justificsti> nes, afirmando que si Sagunto se mantuviera atin it acta, tal justifcacién seria admisible, y se podriat 7 tratar los puntos discutibles. Pero como la ciudad habia sido violada, o habia que entregar a los cult bles (con Jo cual quedaria claro para todos que ells no habian participado en la infusticia, sino que es ‘8 obra se habia llevado a cabo contra su parecer) 0 se nogaban a ello, reconocian que habian particips®o umgo 2 (en la injuria y aceptaban la guerra). Tales fueron, en resumen, los argumentos que ellos utiizaron, ‘Nos parece necesario el no dejar de lado este punto, © ara que ni aquellos a quienes incumbe el deber y Ia ecesidad de ser muy estricios en este aspecto se aparten de la verdad en sus deliberaciones més indis- Pensabies, ni tampoco los estudiosos se confundan, 10 lnducidos a error por la ignorancia o la parcialidad e tos historiadores; por el contrario, debe aber una vision de conjunto de las obligaciones mutuas que pac- tron romanos y cartagineses desde el principio hasta la época actual. Et primer pacto® entre romanos y cartagineses se 22 oncluye en tiempos de Lucio Junio Bruto y Marco Horacio, los primeros eénsules romanos nombrados Aespués del derrocamiento de la monarquta. Bajo si consulado se consagré el templo de Jipiter™ capito- lino. Esto ocurrié veintiocho afios antes del paso de 2 etjes a Grecia. Lo hemos transerito traduciéndolo 3 gon la méxima exactitud posible, pues también entre los romanos es tan grande la diferencia entre la lengua ‘actual v la antigua, que, algunas cosas, apenas si los més entendidos logran discernirlas claramente. Los « Pctos son del tenor siguiente: «Que haya paz entre los, Tomanos y sus aliados y los cartagineses y sus aliados bajo las condiciones siguientes: que ni los romanos s "i os aliados de los romanos naveguen mas alld del 298 IsTORIAS ‘cabo Hermoso® si no les obliga una tempestad, o bien jos enemigos. Si alguien es Hevado alla por In fuerza, que no le sea permitide comprar ni tomar mada, ex cepcién hecha de aprovisionamientos para el navio para los sacrificios (y que se vayan a los cinco dias) Los que leguen all{ con fines comerciales no podrin concluir negocios sino es bajo la presencia de un he- raldo 0 de un escribano, Lo que se venda en presencia ide éstos, sea garantizado al vendedor por fianza pit bilica, tanto si se vende en Africa como en Cerdeia. Si algin romano se presenta en Sicilia, en un paraje 9 metido al dominio cartaginés, gozara de los mismos derechos. Que los cartagineses no cometan infusticis fontra el pueblo de los ardeatinos, ni contra el d AAntio, ni contra el de Laurento, ni contra el de Cices, ni contra el de Terracina®, ni contra ningin otro pur bilo latino sujeto a los romanos. Que los cartagineses ro ataquen a las ciudades que no les estén sometidas Yy si las conquistan, que las entreguen intactas a lot Fomanos. Que no levanten ninguna fortificaciéa ene Tacio. Si penetran en él hostilmente, que no Teguen ® pernoctar ali» El cabo Hermoso esté junto a la misma Cartas cen la parte norte, Lot cartagineses se oponen rotund mente a que los romanos naveguen por alli hacia ¢ Sar con naves grandes, de guerra, porque, segin cr: sano ur 299 no quieren que conozcan los parajes de Bisatis, ai los de la Sirte Pequeta, la lamada Emporio por la fertlidad de sus tierras. Si alguien permanece alli for- 3 ‘ado por una tempestad 0 por la presién de los ene- rmigos, y carece de lo preciso para los sacrificios o para cl equipamiento de Ja nave, se avienen a que lo tome, pero nada mas; exigen que los que han fondeado alli zarpen al cabo de cinco dias. Los romanos tienen « permiso de navegar, si es con fines comerciales, hasta Cartago, hasta Ja regién de Africa limitada por el abo Hermoso, y también a Cerdefia y a la parte de Sicilia sometida a los cartagineses; éstos les prometen ssepurar con una lanza publica un tralo justo. Por s ‘ste pacto se ve que los cartagineses hablan como de ‘cosa propia de Cerdefia y de Africa; en cambio, al tra- ‘ar de Sicilia, precisan formalmente lo contrario, dado ue hacen los pactos sobre aquella parte de Sicilla que ‘ae bajo el dominio cartaginés. Igualmente los roma- 6 ‘os pactan acerca de Ia regidn del Lacio, y no hacen ‘mencién del resto de Italia porque no cae bajo su po- testad, Después de éste, los cartagine: ses establecen otro pacto®, en el ‘cual han incluido a los habitantes de Tiro y Utica. Al cabo Hermo- 2 #0 afaden Mastia y Tarseyo®, ‘ds alld de cuyos lugares. prohiben a los romanos Se a extend, pero In incusin de Tiro produce i ‘des, Cf. Wumvex, Commentary, ade set Es hsnres se omentum indudaemente en tn Peal Trica, pero su localiacion ef isegurs. Cf. WAAINE, 300 msronus 2 coger botin y fundar ciudades. El pacto es como sigue Siempre era obligado hacer un juramento. Se hicie « fon asi: en los primeros pactos los cartagineses jura- ‘tm por los dioses paternos y los romanos por unas 3 Saar, sy St dendees e emaes cage, a 302 misroRuAs piedras!, segin la costumbre antigua, y ademas por Ares y por Enjalio. El juramento por las piedras s¢ ‘efectia ast: el que lo formula con referencia a un tre tado toma en su mano tna piedra, y tras jurar por lt fe publica, dice lo siguiente: «Si cumplo este jure mento, que todo me vaya bien, pero si obro o pienso de manera distinta, que todos los demés se salven en ‘sus propias patrias, en sus propias leyes, en sus propos bienes, templos y sepulturas, ¥ yo solo caiga asi, como ahora esta piedra.» Y tras decir esto, arroja la piedra ‘de su mano. Las cosas eran asi, y Jos pie tos se conservan todavia oy & tablas de bronce en el templo de Supiter Capitolino, en ef archivo de los ediles®. ¢Quién no se et ‘raftard, naturalmente, del historiador Filino, no é ‘que ignore estos pactos (Io cual no es de extrafar, pues incluso ahora los mAs ancianos romanos y cit ‘agineses, incluso los que parece que més se habiat interesado por el tema, los jgnoraban), sino de que atrevi6, no sé con qué seguridades, a escribir 1o com trario: dice que entre romanos y cartagineses habit tun pacto segun el cual los romanos no podian entrat ttimastratadas 0 uiss, simplemente, «por Ins pledras, como tatit ‘Foucault, quien varia igeramente el texto rege. Por To dei texto poibiano parece algo confus. Ares, en mitlops © tana, es Marte, pero los Tominos desconocia, re Tee ‘pueblo, ra advocacda de Ballo, tpiamente. gic E® 1 Tente ‘de Palbin se ba producido una contaminacion. "Polio bn lidopersoonlmente, al tenor en rere. & qos de erton tritados Lor eles 7 oe cuetores eran 18 ‘Eiyadoe de cstodar los archivor oficiales romans, depos feral templo de Tipit Cepltatine. 7 ‘1 Fino de Agrgcato, historiador contempordaco primera guerra pnic, ee histori, y al que Polio © ‘ome fuente aso 303, a ningin punto de Sicilia, ails cartagineses en nine giao de Talia Segin Fino los romanos pisotearon 4 Ios pactos y los juramentos, puesto que fueron los Primeros en hacer una travesia a Sicilia. Pero tales actos a0 existen, y no hay constanciaescrita acerca de ellos; Filino los cita expliciamente en su segundo $ Uibro. De tal cosa hemos hecho mencién nla introduc. ia a nuestra Historia, pero dejamos hasta ahora el tratarla con algin detalle, porque muchos en este tema Se equivocan por farse de la obra de Fino. Entend 6 "Bonos: si alguien reprocha & los romanos su paso a Siclia relaciondndalo con el hecho de que hablan ad: mitido sin reservas a los mamertinos a su amistad, ¥ cuando éstos se la pidieron, es prestaron ayuda, au aque los mamertinos habian traiionado no sélo a Me- Sina, sino también a Regio, desde esta perspective su indignacion es explicable. Pero si este supone que la 7 travesia signi la transgresion de pactos y juramen- ‘0%, aqut su ignorancia es manifesta Porque, acabada la guerra de Sicilia, 1s romanos 27 unos pactos distintos en los cuales las clét- Sulas contenidas eran las siguientes: «Los cartagineses 2 ‘acuardn (toda Sicilia 9) todas las islas que hay entre Telia y Sica. Que ambos bandos respeten Ia segurt 3 ad de los aliados respectvos. Ove nadie ordene nada « {8 afeete los dominios del otro, que no Tevanten ed ‘cos pablicos en ellos ni recluten mercenarios, ¥ que ‘0 atraigan a su amistad los aliados dl otro Bando. {2s cartagineses pagarén en diez afios dos mil doscien: 5 talento, yen aquel mismo momento abonarén mil les cartaineses devolverdn sin rescate todos sus prk & Sloneros @ os romunos» Después de esto, al acabar 7 1s guerra de Africa, os romanos, tras amenazar con fuerra a Jos cartagineses hasta casi decretarls, aia Bad ato 2m, 304 wisronuas « dieron al pacto lo siguiente: «Los cartagineses evacti: ‘rin Cerdeta y pagaran otros mil doscientos talentos, tal como explicamos mis arriba. Y a todo lo dicho hay que afiadir las ultimas convenciones aceptadas pot Asdribal en Espafa, segin las cuales «los cartagineses 10 no cruzarian el rfo Ebro en son de guerras. Estos fue- ron los tratados entre romanos y cartagineses desde principio hasta los tiempos de Anfbal 32 As{ como comprobames que el paso de los romanos «8 Sicilia no signifcé una transgresién de los juramen- tos, del mismo modo, a propésito de Ia segunda gue. f8 cuyo fin corresponde el tratado referente a Cerdefs, no podemos encontrar una causa o un pretexto qvt alo justifique. Bsté reconocido que los cartagineses ev ‘cuaron Cerdefia y debieron afiadir la suma indicais de dinero obligados por las circunstancias y contrt 2 toda justicia, Pues la acusacién formulada por los 7 ‘manos, de que sus tripulaciones hablan resultado do ‘hadas durante Ia guerra de Africa, se desvaneci6 en él ‘momento en que los cartagineses les devolvieron 15 ‘cautivos y los romanos, en agradecimiento, restituyero® sin rescate a los prisioneros de guerra que reteni. 4 Hemos expuesto esto con detalle en el libro pee dente ®. ‘5 En esta situacién las cosas, nos resta ver y exaint ‘nar atentamente a cufl de los dos bandos se debe fachacar It causa de In guerra de Anfbal. Hemos indicado ya las razones aducidas entonee por los cartagineses; shora expondremos las de lo Tomanos, no las que entonces manifestaron, indie™ dos por la pérdida de Sagunto, aunque se hablo ellas con mucha frecuencia y por muchos. “© Pequefa confuién de Polbo: eto ha so tratado ¢ oro primero. timeout 305 En primer lugar, no se deblan tener por nulos los 2 pactos establecidos con Asdribal, como los cartagine- Ses tienen la desfachater de afimar. En efecto: en 3 cllos no constaba, como en los establecidos por Luta- cio, «que serén vigentes si los ratifica el pueblo ro- manos; Asdnibal habla pactado con autoridad omni moda ‘un tratado en el que se decia «que los cartagineses no eruzarian el rfo Ebro en son de guerras, En los pactos de Sicilia consta, como reconocen tam: 4 bign aquellos, «que cada parte garantizaré la seguridad. e los aliados de la otras, ¥ no sélo a los aliados de aquel momento, que era Ia interpretacién ofrecida por Jos cartagineses. Pues en tal caso se habria afiadido 5 ‘que no se aceptarian otros allados que los que enton- 3 tenfane, © bien «que los aceptados posteriormente 120 se incluirian en el pacto», Pero no se hizo constar 6 ninguna cléusula en este sentido, con lo cual quedé Slaro que Ia seguridad afectaba a los aliados de ambas artes, a los de entonces y a los que se adhirieran Posteriormente. Lo cual es muy légico, pues, por des 7 ‘ontado que no fban a hacer unos pactos tales que les privaran de la posiblidad de unirse, segin Ins cit- ‘unstancias, a aquellos que les parecieran amigos ¥ aliados tiles, o bien que les forzaran, tras aceptar su 8 leat, a abandonaries cuando alguien cometiera una ‘njusticia contra ellos. Lo esencial en el pensamiento ¢ ambas partes en los pactos era esto: no molestar 4 Jos aliados que entonces tenfa cada parte, y que nin- guna de ellas debia aceptar a los aliados de la otra. En cuanto a los adquiridos posteriormente, se estiptr 10 ba eno reclutar mercenarios entre ellos: ninguna Parte ordenaria nada que afectara los dominios de la Gis 0 los de sus aliados; se garantizaba la seguridad * los ciudadanos de ambas partes Las cosas estaban asf, y era notorio que los sa- fintinos ya se habfan alisdo con los romanos muy wa» 306 misroRias 2 antriorment al época de Anal, He aqua maine Drocte dello, recetocie por foo miswos crtagie ESC owando los saguntinos Se peearon cute ello so {= cirigeron a fos caragneses a esa de que be teolan muy cerca y esponian ya de los asuotas Espafa, sino'a ls romans, ¥ gracias 4 ellos endre Zaron su stunion polite St spun spun que Gcstrucein de Sagurto fue la causa Ge la guetra dee oncedrsle que fv cattagineses In provcaren ine famente, conta el pact estblecie prac, © {liqueseeatiutae que to allados respectvon dei for de seguridad, tambien contre pata fran For Asdribal, sepin ecu los carapnercs no debi 4 Suuar al 1 Ebro con fines belcos, Pero scam Causa de eta gerta se ace la pedida Ge Cede por pare de ln caragncses,y ef dinero wnido 8 érdida, en este caso se debe reconocer que los cal ESgnese hcleron con toda razon ln puera Ge Aas Syrovecharon una crcunstaacla que se es presenta ae vengarse_ de. gules Tes habia inferdo dates Sprovechindowe de ota circunstancla a Os gas de ts gv ran sin diserininto ett 4 couadat Se non. psran sie dee tre necesaia tanta mints 2 Y puntualizacién en el tema. Sit ernbarg, si alguien cf que ea toda crcnstnss = arta asf iso, te dre uc, en este cas, ol co Teno del pasado es cose bella, per Bo tmpee= 3 ible Mos tno hay eae, en nots conde ‘mana, que se atreva a afirmar una cosa asf ni pars ‘dn pvada ni en os abuts pion (feces ningin hombre sensato, aunque de momento sus ™* foclos marchen vento en pope, fundaré ronal samo ur 307 teen ello una esperanza de futuro), entonces afirmo « que el conocimiento del pasado no sélo es bello, sino (que es necesario. tabsn,respecto a Cartgo, del derecho de conubiam, es Sc Ss cadadnnos podlan contraer matrimonio con mujores carta ge, mds 9 reno, lon siento Lor a ene cf ato Tretum 9 te provnc romana Se sca Lon mason ose’ a ale, amen fete avenue), ean tabi mds gue Wr a ©. ‘i tmacaor vv on fetorio. din sca al Ge Tee bere Pout, Popbe, TN lg Meno UD Haedo o Schwrisunr, stan ue el ecto eee na coupe tera 9g be ere ecco CoS tmsaria de ia conocida tu, prerromara de usta Default nota ‘8 de ete bro TT

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