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LA CREDIBILtDAD DE LAS REVELACIONES PRIVADAS 331

S~ entiende comúnmente por revelaciones privadas aquellas re-


velaCIOnes ~e las cuales un alma, sea o no cristiana, es objeto de
parte de DIOS. y ello a título personal y privado, no a título de ini-
ciador o de doctor en la religión universal, en el seno de la cual Dios
opera la salvación de la humanidad. ¿ Qué adhesión puede y debe
dar a tales revelaciones quien es el beneficiario de ellas? ¿ Qué ad-
hesión puede y debe darse a tales revelaciones hechas a otro? He
aquí las dos cuestiones de que quisiéramos tratar en este artículo.
La credibilidad de las revelaciones privadas"
I. REVELACIONES PERSONALES

. Los a,utores modernos casi prescinden del capítulo de las revela- Por lo que atañe a la adhesión que el beneficiario de una reve-
clOne~ p.nvadas, o por lo menos no hablan de ello sino desde un ángu-
lación privada debe o puede darle, se han dado dos opiniones:
lo práctico, para dar las reglas de discernimiento que hay que poner según unos (Suárez, Gotti y también Belarmino) una tal revelación,
si su origen divino es cierto, reclama una adhesión de fe teologal;
en ~ractlc~ y la conducta que tendrá que observar el director l. De-
seeg ún otros (D. Soto, Báñez, los «Salmanticenses» y también Caye-
searla aqui, ~~n a trueque de dejar abierta una cuestión muy difícil, tano y el cardenal Bona, De discretione spiritum c. XX, n. 1) con-
J
traer a colación los datos especulativos que sobre este tema nos han " viene distinguir: salvo el caso - que parece apenas producirse-
legado los antiguos teólogos. en que Dios revelaría individualmente a un alma el misterio mismo
de su vida íntima, que constituye el objeto de la revelación común,
• Aparecido en el Supplément a la Vie Spirituell« (1.0 de octubre de 1937), p. [29]- no puede tratarse de una adhesión de fe teologal. Así, los comenta-
[481. S610 se han completado las citas documentales. dores más fieles de santo Tomás tienden como por instinto a des-
1. A~í el P. A,. POULAIN, Des grdces d'oraison, c. XX, XXI Y XXII; Mons. A. SAU'
DREAU. L ¿ta: mvsuque, Sa nature, ses phases et les faits extraordinalres de la vil! spirituell«
conectar decididamente la fe teologal del plan de realidades en que
(2.- ed;, ,Pa~ls, Am.at; y Arras, ~runet, 19,21), c. XVIII al XXI; asimismo, A. DESGUIGUES, se producen con preferencia las revelaciones privadas. Santo Tomás,
"Les révélations pnvees», aparecido después de la redacción de esta nota (Reu. apol. [fe· a decir verdad, no dirime la cuestión: y es que en realidad no la
b.rero 19~6], pp. 178: 184). Que los autores modernos se interesan poco por las revela- examina y por eso precisamente las dos opiniones mentadas pre-
clO~es privadas... era cierto ~n. 1937. Pero esto ya no ocurre hoy día (1962), tras de una tenden inspirarse en él. Afirma, desde luego, que nuestra fe se
serie ?e "apanclO~es» multiplicadas, verdaderas o supuestas, especialmente de la Santísi-
ma Virgen. No solo las autoridades del "Santo Oficio», nos han puesto en guardia seria- dirige a la revelación común hecha a los profetas y a los Apósto-
mente (Mons. OTTAVIANI, Osseruator« Romano, del 4 de febrero de 1961: efr, Doc. Cath,
[.1951], c~l. 353-.366; ,Mons. CASTELLANO, dr. La Croix, del 29 de noviembre de 1955), 2. Sumlll theol., 1.- p., q. 1, a. 8, ad 2; Innititur fides nostra reuelationi aposta-
SIllO t~mblén ~arlos teol?gos han vuelto a tratar en conjunto de la cuestión relativa a las lis et p.-ophetis [actae, qui canonicos libros scripserunt; non autem revelationi, si qua
revelaciones privadas. Citemos: Dom P. BASSET, en Vie Spirit. Supplément, n. 2 (agosto fuit aliis doctoribus jacta. No es cierto que este texto se refiera exactamente a lo que
de .1947), pp. 181-189; K. RAHNER, «Ueber Visionen und verwandte Erscheinungen» en llamamos hoy "revelaciones privadas»; se refiere tal vez a los textos de los antiguos
Geist u. Leben , 21 (1948), pp. 179-213; "Les Révélations privées», en Reo. Ascé/ et teólogos, de los cuales el P. J. de GHELLINCK reuni6 un cierto número ("Pour I'histoire
Myst., 25 (1949)~ pp. ?06-514: estudios elaborados de nuevo en Visionen und Pro he· du mot Revelare», en Rech. de Se, rel.. VI [19161, pp. 149-157), en donde se explicaba
zetungen (f?,uaestt?nes dtSputatae, 4) (Friburgo, 1958); trad. castellana, Visiones y prOj~cíaS por «revelaciones» hechas a tal o cual doctor las aclaraciones dogmáticas o disciplinares ad-
(San Sebast~an, Dinor, 1956): R. ERNST, Y a:t-il encore des ré~élations? (Et. Relig) (Bru- quiridas a lo largo de las edades; pero en realidad, se trataba aquí de gracias de i1umi-
selas, 1958), J. H. NICOLAS, "La FOI et les signes», en Vte Spirituelle, Supplément, n. 25 naci6n, o aun de iluminaci6n natural, y no de revelaciones propiamente dichas. Esta
(~arzo ~e 1953), pp. .12J-164; J. M. SAIZ, «Magisterio pontificio y apariciones revela- acepción de la palabra reuelatio se mantuvo bastante ticmpo: véase, por ejemplo, pot
d' deniMiscellanea
cienes privadas», " Comillas ' 34-35 (1960) ,pp - . Refirárn onos, ypor f in,
. 275295 lo que atañe a Occam, Eph, theo], louan, [1934], p. 264.
a ~n esru. I~ e que.. n~ hicimos men~i6n en nuestro artículo de 1937: E. MICHAEL, «Allge- Santo TOMÁS enuncia también la necesidad de que el objeto de la fe nos sea propuesto
melll kristische Wur,dlgung der Privatoffenbarungen», en Zeitsch, f. kath. Theol, 25 por la Iglesia (Summ. theol., n' II", q. 5, a. 3; Q. disputo de carit., a. 13, ad 6),
7
(1901', p. 385. s., aSI c~.mo a. una. monografía de índole histórica : H. LAIS, Eusebius pero no considera, como ni tampoco la excluye, la posibilidad de que la proposición por
1mor~ und seme Lehre uber dte Pnvat~ffenbarungen (Friburgo, 1941) ofrece al final una parte de la Iglesia se supla, en el caso de revelaciones privadas ciertamente divinas,
ista e autores modernos que han escrito sobre la cuestión de las revelaciones privadas. por la intervenci6n directa de Dios.

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LA CREDIBILIDAD DE LAS REVEL.\Cro~ES PRIVADAS 333
les .y no, si las hay, a las revelaciones hechas a tal o cual doctor
p~f.tI.cular 2; mas no excluye formalmente, en el agraciado, la po- O" !
de hecho en la Iglesia 7: volveremos sobre ello a propósito de los
sibilidad de extender su adhesión de fe a los nuevos objetos que le «Salmanticenses s .
son propuestos. Incluso llega a hablar de ufe» por la adhesión que Domingo de Soto toca rápidamente la cuestión de las revela-
su beneficiario puede dar a una revelacióu directa por Dios 3. Por ciones privadas, pero en un contexto completamente distinto l. Como
otra part;,. santo Tomás admite que la necesaria proposición de un éste, será también el caso de Belarmino 9. La cuestión está orien-
objeto mmrmum de fe se produce, en la justificación de los justos tada, en el caso de Soto, hacia el examen de la doctrina luterana,
pa~~!los: por vía .de revelación privada; pero, en tal caso, la reve- curiosamente reanudada por Ambrosio Catharin, de la certeza de
lactan solo e~ «privada» por ;;u modo de aplicación a talo cual per- la justificación. A juicio de Soto, 10 que decide sobre la ad hesión
sona, y de .mngun modo en SI misma o en cuanto a su contenido. En que puede darse a una revelación es el contenido o el objeto. De esta
c?nseCUencla, no se encuentra en s.a~to Tomás nada que pueda es- .' suerte se bosqueja una tradición que puede llamarse «tomista», de
timarse como verdaderamente decisivo ; por esto, solo paulatina- "~'
.:~ 1 la cual los «Salmanticenses» y Juan de Santo Tomás darán la fórmula
mente y por el mismo Juego de su antagonismo, se han ido precisan- , : más precisa y las razones más elaboradas respondiendo a Suárcz,
do las opiniones cuya posición vamos a ver en seguida.
Los primeros comentadores de santo Tomás que nos presentan Juan de Santo Tomás 10 distingue, ante todo, dos maneras por
una doct~I,:ta precisa sobre este tema, son Cayetano, Domingo de ".,. las cuales una revelación puede decirse privada: ya en razón de]
Soto y Báfíez, modo como se produce - de hecho, fuera de la Revelación común
En general, Cayetano entiende por revelaciones privadas las que propuesta por la Iglesia - ; ya en razón de su materia o de su con-
10 s.on .n? sólo en cuanto a su modo, pues se conceden de hecho a
un mdI;'Iduo en c~anto tal, sino las que 10 son por lo que se refiere
,;~f.
"'~.:.'
tenido cuando éste es ajeno a la fe común (el objeto de la cual ('S
definido, como lo hace siempre santo Tomás, por illa quorum visione
a su objeto, e~ ~eclr, aquellas cuyo objeto no es de los que constitu- -in uita aeierna periruemur, et per quae ducimur ad uitam aeier-
" ~.-:-:

y:en la fe. crtstrana (de multis reuelationibus impertinentibus ad 1tam 11. Si el carácter privado de las relaciones se entiende en el
ftdem christianam], La cuestión que plantea a este respecto ~ no es la primer sentido, entonces no cabe duda, dice Juan de Santo Tomás:
de saber SI se les puede prestar una adhesión de fe teologal sino y todos están de acuerdo en que la revelación de un misterio sobre-
la de saber cómo puede haber en ellas palabra de Dios, y por tanto, natural , privada únicamente en cuanto a su modo, puede ser objeto
motivo formal de fe, sin que haya no obstante materia para un acto
de fe; responde Cayetano explicando cómo el motivo formal dt:: la fe aliqtu prophetia« spiruum habentes, non quidem ad nooam doctrinam fidei depromendam ,
s~d ad humanorum actuum directionem , sicut Allgustinus r~f~rt... : texto citado por Su
puede rebasar los límites de. esta fe: porque la fe teologal se dirige Santidad JUAN XXIII en su mensaje de lS de febrero de 1959, para la dausura del Año
a runa ':Iert~» palabra de DIOS, que pronuncia sobre sí mismo, sobre Mariano (cfr. Doct, Cath. [1959], col. 274·275; trad. castellana, en Anuario Petrus
su .~ropIO mI.steno y sobre las otras realidades, solamente en la re- [Juan XXIII] J, 1959 [Barcelona, Vilamala, 1961]. p. 126, n. 2); comp. C. Gent., In, 154.
lacIO.n gue tienen con su m~sterio! mas Dios puede decir y por Puede oarangonarse este texto con aquellos pasajes en que santo Tomás somete a crítica
consiguiente revelar otros objetos ajenos al orden constitutivo de la el nrofetismo joaquimita (entre otros, I" n", q. 106, a. 4).
7. CAYETANO, Como in W- U", q. 174, a. 6, n. III-IV. Cayetano evoca aquí el
fey de la rel.igi~n cristiana 5. Así, desde Cayetano, la tradición to- caso histórico de J. Meneses de Silva (sobre éste, cfr. la noticia del P. ANTaINE DE SKRE~T,
mista se ha inclinado a adoptar .como criterio de la adhesión que en el Dict. d'Hist, Géogr. ~cc/b., t. Il, col. 1152-1156). Cayetano conoció a lo largo de
hay q~e dar a las revelaciones pnvadas, la pertenencia o la nc per- su vida otros casos de visiones o revelaciones que justifican su severidad y su pesimismo
teaencia del obJ.eto de estas revelaciones, al orden del misterio de en esta materia ; tuvo que ocuparse, ora en calidad de vicario general, ora como general,
de la situación del convento de San Marcos, en que los hermanos profetizaban y tenían
DIOS, qu~ c?nshtuye el orden mismo de la fe teologal. En Cayetano visiones; asimismo, del proceso de Juan [erzer y de los dominicos de Berna, y en fin, del
vemos asimismo subrayado el carácter «práctico», ya netamente mar- caso de una hermana, María-Dominica, terciaria de Valladolid, que tenía o pretendía
cado por santo Tomás 6, de las revelaciones privadas que se dan tener visiones y éxtasis. Se explica que no se mostrara muy tierno y fácil con los visio-
narios. Cfr. in l'- Il", q. SO, a. 2; in nr-, q. 27, a. 6.
8. D~ natura ~t gratia (1547), lib. III, c. xi, tertium argument, Comp. Me1chor CANO,
3. Cfr. R: AUBERT, L~ problém« de l'acte de foi... (Lovaina, 1945), p. 40, n. 10. D~ loeis theologicis, lib. xn, c. IlI.
4. Como In Summ . theol, in l'- U", q. 1, a. 1, nn. U y IX. 9. San R. BELARMINO, Controu. D~ [ustiiicatione, lib. In, C. III: simple alusión.
5. BÁÑEz rechaza esta explicación. 10. Cursus theol., in r- U", q. I do fide, disp, VI (Vives, t. VU, pp. 113-116).
6. Summ. th~o/., Il" Il'", q. 174, a. 6, ad 3: Singulis temporibus non d~{/m./tnt 11. 1 Sent., L. 33, q. 1, a. 5; Summ . th~o/., t-, q. 32, a. 4; W W', q. 1, a. 6,
ad I v a. S; q. 2, a. 5 y 7; q. 11, a. 2.
LA CREDIBILIDAD DE LAS REVELACIONES PRI\'ADAS 335
. 334 FUNCIONES Y PODERES EN LA IGLESIA
objetos a la fe, es característica de los tomistas. Para ellos, la reve-
d~ una a~hesión de fe divina. La cuestión desemboca en las revela- lación del misterio de Dios está ya cerrada; Dios interviene, claro
cienes pnvadas cuanto ~, su materia misma. Una revelación así, no está, en la vida de las almas, mas esto, únicamente para dirigir su
puede fu~dar un~ adhesión de fe teologal, dice Juan de Santo Tomás, acción personal o social, o para hacerlas penetrar en su misterio de
porque S1 el motivo formal de la fe: creer en Dios si habla, se en- la manera que conviene a la vida de la caridad, que es propiamente
cuentra de alguna manera, no se .halla de modo que pueda darse amistad. Sin embargo, como santo Tomás 10 afirma ya formalmente,
un acto de fe teologal; se halla bajo una razón genérica, la de CTe- las iluminaciones propiamente contemplativas de los dones se hacen
~ere Deo, mas no en el estado específico y acabado de un mo- con respecto a los objetos de la fe ya dados y conocidos 15. Además
tivo teologal: La. fe teologal no tiene solamente por motivo la y por la misma razón, Juan de la Anunciación no tiene reparo en
palabra de DlOS, sino por ~bjeto ~l.mi~~erio de Dios; esa fe teologal admitir dos cosas: por una parte, que las revelaciones del Antiguo
no. se produ5e donde ha"?na .teshÍlcaclOn por parte de Dios de un Testamento que no se refieren al misterio de Dios, objeto de la fe
obJe~o extrano a su propo l~l1ste.rio: la fe es la adhesión que damos teologal, sino a la dirección del obrar de los «Profetas», era del
a PlOS hablando de DlOS ", evidentemente, con todo el juego del mismo género y exigía de ellos la misma adhesión que las revelacio-
ob iectum. primarnim y del objectum. secundarium, nes privadas actuales 16; por otra parte, que se puede concebir una
Los «Salmanticenses», o mejor Juan de la Anunciación, que eG el revelación privada que se referiría al misterio mismo de Dios, y
autor de esta pnmera parte de su curso, abundan en este sentido por consiguiente, daría lugar a un acto de fe teologal 1'7.
y nos proporcionan aclaraciones suplementarias 13. En el mismo orden práctico, conviene puntualizar el valor, y
. Juan de la Anunciación da en primer lugar una fórmula definí- por decirlo así, la competencia de las revelaciones privadas. Cayeta-
tivamente clara ~e 10 que ya se hallaba en Juan de Santo Tomás no insiste en ello con especial interés 16, Si se trata de actos propia-
C~yetano y el mismo santo ~omás. Las revelaciones privadas, com~ mente «públicos», en que se ejerce una función de orden público y
DlOS las co~cede en la I~les1a, no afectan a verdades especulativas social, no se les puede regular por visiones o revelaciones privadas,
que no esten ya contenidas en la Revelación común hecha a los a menos que el inspirado funde la autoridad, proporcionando el sig-
Profeta~ y a los Apóstoles ; se refieren a la práctica, entendida en no de una especial intervención divina: milagro o testimonio de la
un sentido muy a~pho; en ella entrarían no solamente las decisio- Escritura. Por eso, en el perpetuo e inevitable conflicto del «espíri-
nes que es necesario tom~r o las respuestas que hay que dar o aun tUD y de la «misión», la «misión» debe pedir al «espíritu» las prue-
l~ conduct~ qu~. es preCISO observar en las fundaciones religiosas, bas que le acrediten públicamente: caso de santa Juana de Arco,
sino las d1Spos1cIOnes. del culto y 10 que concierne a la actitud de de santa Catalina de Sena... Si se trata de la «conducta personal» de
nuestra alma ante DlOS 14, nuestra alma, y con mayor razón, de la conducta de otro 19, toda
. Esta convi~ció~ de que las reuelationes quae modo in Ecclesia revelación o iluminación privada está sometida al criterio de con-
fiunt son de finalidad y de carácter práctico y no aportan nuevos formidad con la práctica general de la Iglesia, sea de la Iglesia
universal, sea de una Iglesia local: lo que implica con mayor razón
12. Lo cual coincide con la distinción hecha I'or CAYET,-\NO (ill 1'· Il'"
. ) 1 bi f I
1
' q. ,a. ,
I la conformidad con la regla natural del bien y del mal.
n. IX entre e o Jeto orma de la fe y la fe misma; no basta creer en Dios o esperar Juan de la Anunciación nos brinda aún otra aclaración relati-
c~ sus socorros para ~ue haya fe teologal o esperanza teologal; la fe teologal es creer en va a la naturaleza positiva de la adhesión, de la que son objeto estas
D:os h.ablan~o de DlOS, la esperanza. teologal es esperar de Dios nada menos que Dios
mismo ; la Idea de esta correspondencia del quo y del quod en las virtudes teologales se revelaciones. Ya Juan de Santo Tomás (p. 115) había anticipado que
halla en. cada página de los .mag~íficos tratados que les consagra santo Tomás. Y cierto,
o.t~as relidades q~e no son P.lOS mismo entran en el objeto de la fe, en razón de su rela- 15. Cfr. De Yeritate, q. 28, a. 4, ad 8; Summ . theol., l' U", q. 68, a. S;
cien con el "pnmum credibiles ; pero .en tant~ que estamos seguros que tal es el caso II" Il'", q. 4, a. 8, c. y 3; q. 9, a. 1, 3; q. 19, a. 7 (Initium sapientiae secundum eius
de lo que se n?~ pro~one en la Revelación comun y en la Escritura, en cambio la relación esSt:n,iam sunt prima principia, quat: sunt articuli fidt:i),. q. 52, a. 2, etc. Cfr. también
de una, revelaClO? privada .c?n el misterio de Dios carece para nosotros de la garantía Juan de la Anunciación, n. 106.
que sena necesaria para ermtir un acto de fe divina. 16. 01" cit., n. 109.
13. C~ll. Salmo Cursus theol., tracto XVII (t» [ide}, disp. 1, dub, IV, par. 1 y 2 17. op. cit., n. 115.
(ed. Palme, t. XI, pp. 48-54). lS. In n·· U", q. 174, a. 6, n. V; cfr. asimismo POULAIN, 01'. cit., c. XXIII, n. 37.
,14: Loe. cis., nr;. 107 r 113. No sería difícil verificar en los hechos este carácter 19. Además de CAYETANO, cfr. también el texto muy claro y diáfano de BENEDICTO XIV,
práctico ?e las revelaciones privadas; puede recurrirse por ejemplo, a la lista, muy sujesti- De Seru, Dt:i beato et Beat, canon., lib. III, c. liii, n. 13.
va por Cierto, que da Mons. SAUDREAU, 01'. cit., § 227 s, (pp. 216 s.),
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la adhesión prestada a estas revelaciones privadas (privadas ex parte cualquier materia a que se refieran, desde el momento que cfrecen
niateriaei era debida a un carisma profético o a una iluminación la certeza de su orizen divino, pueden ser objeto de una adhesión
sobrenatural actual. Juan de la Anunciación precisa más: propone de fe teologal :!'J. SU '"argumentación es simple: el motivo unico
, . de
atribuir a la fe carismática la adhesión sobrenatural y absoluta que la fe es la autoridad de la Verdad primera; la presencia de esta
e! vidente da, en los casos mayores, a las revelaciones habidas. No autoridad que ella atestigua de esto o aquello, por medio de la Igle-
tenemos, sobre la naturaleza de esta fe carismática, otro dato que sia o al ~argen de ella, a título pri:,a~o o público, basta, ?~1ientras
sea cierta, para engendrar un asentimiento de fe teologal -. En~re
la efímera mención que de ella hace san Pablo (I Coro 12, 9 y 13, 2),
una revelación privada ciertamente divina y la revelación pública
cuando alude a la fe en los milagros de que habla nuestro Señor
propuesta por la Iglesia, no hay sino diferencias accidentales que
(Mt. 17, 10). Es tal vez de una exégesis discutible atribuir así a afectan a las circunstancias; se podrá, por comodidad, hablar de fe
una potencia sobrenatural, cuya naturaleza es mal conocida, este
«católica» refiriéndose a la .revelación pública, y de la fe «teolozal»
efecto particular; pero, en realidad, nada se opone a ello que sea
refiriéndose sin restricción a todo 10 que puede ser Palabra de Dios,
decisivo. En toda hipótesis, parece que hay que retener la idea de pero a condición de notar muy bien que estas dos clases de del) no
referir al orden carismático - al menos en los casos mayores - la
son sino un solo y mismo habitus 22. . •
adhesión del visionario a la revelación Que se le hace. Así se expli- Por vía de consecuencia, Suárez admitía que una revelación pri-
caría esa certidumbre absoluta que se da juntamente con la misma vada de origen divino, que había hecho, de parte de su beneficiario,
revelación y esa especie de coacción que hace que no se pueda reser- el objeto de una adhesión de «fe teologal» podría, si llegaba a ser
var su asentimiento: el vidente es aquí un instrumento, ya que la aprobada y propuesta por la Iglesia, imponerse a I~ adhesión de
libertad que le queda de rehusar a 10 que ve no se ejerce propia- todos y devenir así el objeto de un acto de «fe católica» 23.
mente en el orden del asentimiento intelectual, sino en el orden del Es claro que entre Suárez 24 y los otros comentaristas de santo
ejercicio: posibilidad de negarse a escuchar a Dios, o, habiéndole Tomás que hemos visto ya, media una notable diferencia en la ma-
oído y no pudiendo dudar del hecho de su palabra, de negarse a nera de considerar la fe. Santo Tomás insistía ya en la correspon-
transmitir o a hablar (Jonás). No se olvide además que los carismas dencia rigurosa que existe entre el objeto material (el contenido) o
afectan al orden de la acción (o del conocimiento como acción).
Así tendríamos, para el agraciado por una revelación privada, 20. SUÁREZ, De fide, disp. iii, sect. X (Opeo'a omnia, ed. Vives, t. XII, .pp. 90-94).
las posibilidades de adhesión siguientes: 21. Fundamentum hujus sententiae, scilicet primam ueritatem et auctorttatem ejus ess«
En el caso de revelaciones privadas sólo en cuanto al modo, pero unicum motivum credendi per jidem .. haec autem auctontas D~j ejus~em rationis est , et
tocantes al misterio mismo sobrenatural de Dios, fe teologal. (Este aequalis , sive de una, siue de alia re loquatur; et siue pero Ecclesiam , StV~ pe; que,,!cumque
alium; et sive privatim, sive publice... (n. 2, p. 90); Et idem est de alta ~tfferentta, q".o~
es uno de los casos considerados por santo Tomás para la salvación .;~.
materia reuelata pertineat ad religion~m, ve/ non p:,·tineat;. nam ¡,~c ettam ad credibi-
de los buenos paganos.) litatem est accidentarium , eo vel maxtme quod quaelibet oentas , eo tpSO quod a Deo re-
Para las revelaciones privadas en cuanto a su materia misma oelatur, potest esse materia religionis... (n. 4, p. 91). • ..
- revelaciones que están de hecho contenidas en el dom~ni? pr.ác- 22. En esta distinción entre "fe católica» y "fe teologal», SUAREZ (De [ide, disp, 111,
sect, X, n. 3, t. XII, p. 90; disp. vi, secr, III, n. 6, p. 172) sigu~ ..e! uso antiguo de! voca-
tico, en el sentido más amplio de esta palabra - , cabe distinguir : blo «fe caról'cas : y remite a Pedro LOMBARDO (1Il. S~t.,. d. XXI!!, c: 6, ed. 9uar;,. Il,
en los casos menos importantes, adhesión humana en que la libertad p. 658: el unum idemque est quod creditur a cunctts ftdeltbus: unde jides cathollca. dicitur,
interviene no solamente en el orden del ejercicio (negación de escu- id est uniuersalisv: aquí, la "fe católica», es la fe divina común a todos, 13 misma fe
char o, habiendo visto u oído, de hablar), sino también divina bajo e! nombre de «fe teologal», pu~iéndose extende~ a otros .o~jet.os. El ~esa­
. . en el ~ orden
.. rrollo de la doctrina de! magisterio de la Iglesia ha hecho sufrir a esta distinción un cterto
de la adhesión misma (se decide libremente a admitir o no admitir, desplazamiento: se entiende comúnmente hoy por "fe cat6Iic.a)~ la que debe. pres~arse a los
se juzga por sí mismo y libremente del origen divino del. mens~je). dogmas definidos por el magisterio solemne, y por "fe divina» la adh~sl0i! 19ual.mente
En los casos mayores, la adhesión se opera por D~os al mismo tiem- teologal que se da a las doctrinas propuestas solamente por e! ~ag¡.ster;o ordll~a~lO.
po que la revelación, por un don sobrenatural infuso, que no se Monseñor SAUDREAU (op. cit ., § 220, ed. cit., p. 209 Y n.) se adhiere a esta opinión
de Su:írez que califica, un poco a la ligera sin duda, de "com~n». ..
puede obtener por las propias fuerzas y que, no ob~tante.' no es del 23. Generalis autem regula est, requiri approbationem Bcciesiae, ut allt credere tensan-
orden de la gracia santificante, sino de! orden carismático, tur .... et tune jam [ides lila incipiet esse catholica (loc. cit., n. 7, p. 93). . .
Suárez presenta sobre este punto una doctrina difereI!te: según 24. A Suárez hay que añadir e! cardenal GO"lTI, o. p., Theol, scholasttco-dogmatlca,
él, las revelaciones «privadas aun en cuanto a su contenido», sobre in II'· n", tracto IX, q. 1, dub. III (Venecia, 1750, t. 11, pp. 416-417).
22
338 FUNCIO~ES y PODERES E~ LA IGLESI.-\. LA CREDIBILIDAD DE LAS REVELACIO~ES PRIVADAS 339

el objeto formal quod. y el objeto formal t.J.UO, es decir, el motivo de dificultad en cuanto al método de 10 que se ha dado en llamar la
la fe, y en el carácter absolutamente teologal del uno y dei otro. «teología mística»: si ésta es verdaderamente una parte de la teo-
Los tomistas anteriores a Suárez asentaban toda su argumentación logía simplemente - y no se podría dudar de ello sin dudar, al
en este carácter absolutamente teologal de la fe, incluso del lado de propio tiempo, que la vida mística no es una actividad perfecta, sino
su objeto quod; y cuando, en virtud de la unidad especialísima del normal de la gracia santificante - , no puede tener por principios
liabitus de fe, se negaban a admitir una fe teologal que hubiera re- verdaderamente propios y ciertos - como no puede tenerlos tampo-
basado en extensión la fe católica, esto significaba para ellos que co la teología simplemente - , los datos de la experiencia religiosa
no podía haber, frente a una revelación privada manifiestamente «particular». (La experiencia y la vida cristiana en su conjunto si-
divina, una adhesión de fe teologal, si esta revelación, que se refería guen siendo, por lo demás, un lugar teológico perfectamente autén-
al misterio íntimo de Dios, tenía el mismo objeto quod que la reve- tico y de los más fecundos.)
lación común. Por lo que se refiere a Melchor Cano, niega decididamente que
Cuando Suárez, con signo inverso, parte de la unidad del habi- las revelaciones privadas puedan suministrar principios a la teología,
tus de fe para asimilar en naturaleza, bajo sus condiciones diversas, pero no trata de la cuestión de saber qué clase de adhesión podría
la fe católica y la adhesión dada a las revelaciones privadas, entien- prestarles el oue es objeto de tales revelaciones 27.
de que la unidad específica y la naturaleza de la fe están respaldadas Lo sorprendente es que Suárez cree refutar a los comentaristas
únicamente por la identidad sustancial del motivo formal quo: tomistas, al demostrar que el hecho de ser o no ser presentados por
Dios ha dicho. La atención, aquí, no la solicita el contenido teologal la Iglesia, constituye, para la revelación y para la fe, una circuns-
y la naturaleza contemplativa de la fe - nuevo aspecto sobrenatu- tanda accidental que no cambia su sustancia. Parece creer que la
ralmente abierto en nosotros sobre el misterio de Dios .- : la atención opinión contraria a. la suy~ (la que hemos ~;puesto anteriormente)
se dirige solamente, en el misterio de la fe, al punto de vista del mo- niega a las revelaciones pnv,adas una ad?~;)1on de fe teologal «~or
tivo: ¿ por cuál autoridad? Lo esencial de la fe (y, por tanto, de la este motivox : que les faltana la proposicion hecha por la Iglesia,
religión) no es una mirada hacia Dios, autorizada por Dios mismo, condición de nuestra fe. Hemos visto que no es éste el fundamento
sino toda respuesta obediente a la autoridad de Dios 25. de esta opinión: no sólo Juan de Santo Tomás y Juan de la Anun-
A partir de este momento, podemos preguntarnos si para Suárez ciación que son posteriores a Suárez, no aducen en modo alguno
las revelaciones privadas no podrían facilitar a la teología principios esta ra~ón sino que ni Cayetano ni Domingo de Soto, a quienes Suá-
ciertos: en tanto que para Santo Tomás, la doctrina de las «auto- rez toma ;xpresamente por su parte, se basan en esta cuestión so~re
ridades» aprobadas por la Iglesia, y las revelaciones privadas, cuya la ausencia de proposición por la Iglesia, en el caso de las revelacio-
autoridad es semejante a ellas, no pueden proporcionar a la teología nes privadas 28.
sino datos «probables» 26. Lo cual no deja de plantear una seria No obstante, hay otro tomista, que Suárez cita. Y es de éste de
25. Eo ipso quod a Deo reuelatur potest esse materia religionis; .. (n ', 4, p. 91); Quia
quien, sin duda ninguna, el teólogo jesuita toma la argumentación
assensus causatus ex illa reoelatlone est ex eodem objecto [ormali motu/o, et ex eadem
obligatione captioandi intellectum in obsequium oe.: (n. 5, p. 92).
la doctrina de la fe teologal especificada por un motivo formal esencialmente sobrenatur~l;
26. Summ . theol., l', q. 1, a. 8, ad 2. Nadie extrañará en demasía ver que, efecti-
cuando VÁZQUEZ (In l"" P. Summ. Theol, S. Thomae , q. 1, annot. circa a. I, at dice»
vamente, ciertos teélogos han recurrido a las revelac.ones privadas para establecer tal o cual
aliquis; disputo iv, c. 8, par. Immerito¡ recurre también a la experiencia par~ sostener
tesis de teología; así, por ejemplo, LESSlUS se vale. d~ semeja?t~s revelaciones en.. ~avor de su -Ó:
(puesto que el teólogo que ha perdido la fe pone los mismos actos de razonarrucnro des-
doctrina rigorista sobre el Purgatorio: De perfectlO'nzbus dioinis, 1. XIII, ~' XVUt, n. 91 (y ......:"
cfr. B. BARTMANN, Das Fegjeuer (1929], p. xiii, Cuando vemos que unánimemente y como pués y antes de perderla) que la teología no se apoya necesariamente en la fe s?br~~a­
tural, creemos que talos posiciones no están ciertamente desconectadas de los prtnClplOs
por instinto, los teólogos de la Compañía de Jesús atribuyen el don de la fe teologal a las
apuntados antes de ahora.
revelaciones privadas, uno se siente tentad" de sospechar que hay aquí latente una cues-
ti6n de espíritu, de formaci6n o de inspiración específica, y se le ocurre pensar en aquello Ti. Véase A. LANG, Die Loci theologici des Melchior Cano u. die Methode des dog-
que se cuenta de san Ignacio cuando decía que si las Escrituras vinieran a desaparecer. mutischen Beureises (Munich, 1925), p. 81, n. 1.
estaría aún pronto a morir por la fe a causa de 10 que el Señor le había dado a conoc~r 28. En Il" U.. , q. 1, a. J, n. ii y ix, no habla Cayetano de proposición por parte
en Manresa. Testimonio realmente magnífico de la vida de un santo, pero cuya sustancia de la Iglesia; en II" na" q. 5, a. 3, sí habla, pero ya no se trata más de revd~ci~n~s
si se erige en teoría teológica, puede fácilmente inducir a las conclusiones nocivas de una privadas. En cuanto a Soto, exactamente como Cano, alega muy claramente el prtnClpIo
teología experirnenralista. Cuando DE Luco (De jide, disp, 1, sect. 4, n. 39) y el padre de la correspondencia, en la fe teologal, entre el motivo quo y el objeto quod que son,
PINARD (Rech. Se. rel . (1911 l, p. 452) rechazan de plano, en nombre de la experiencia, uno y otro, Dios en su misterio sobrenatural.
340 !·T:\ClO:\ES y PODERES E:\ 1.,\ IeLESI.-\. 1,.\ CREDIBILIDAD DE r.as RE\'EI,.-\CIO:\ES I'RI\·.\ll,\S 341
torcida en el sentido del motivo 1]110: ese tomista es Báñez 29 •. ?f.ec- los debates relativos a la canonización de los santos, en que el caso
tivamente el dominico introduce en la trama de su prueba, dirigidn reciente de la canonización de santa Brígida (t 1373) fue sometido
contra la'idea de una adhesión de fe teologal, la consideración de él discusión: en esta ccasión el cardenal dominico Juan de Torque-
la proposición ~lecha por l~ Igl~sia:. Secunda con~lr.J,si? .'llia rc~'('~ mada, entonces maestro del Sacro Palacio, elaboró y formuló los
lata particulanbus personis ettams¡ su~ernatlt1:al~a smt,. ut d?rb~ principios de discreción de espíritus, que han seguido después co-
«ratia si alicui reuelaretur quod ex mento Chnst¡ angel¡ consecuU múnmente los teólogos 32; asimismo en esta oportunidad, en medio
;Hnt gloriam, non pertinent ad assensu!n [idei tueologicae ... Proba- de gran número de escritos suscitados por esta cuestión, el canciller
tur: quia lides probterea dicitur catholica, quta a~senUt. HS auae Juan Gerson escribió su opúsculo De probatione sp'irituum.
Hota sunt Ecclesiae ei ab ea proponuntur; sed lzuJlIs71l0dt revelaia
non SllIlt nota Ecclesiac, neque ab ca propommtur, ergo nO~t bcrti- 3. Otro motivo es la continuidad y la amplitud del movimiento
Hmt ad aSSenSH11l [idei catholicae (col. 17). Cuando uno piensa lo
espiritual cuya importancia han hecho percibir mejor los estudios
que fueron, a partir de 1597, las polémicas entre Báñez y Suárez, más recientes, sobre todo en lo que atañe a la formación, en Occi-
al comparar el texto de los dos teólogos, no es dudoso que ~n acci- dente, de un estado de conciencia donde podían germinar las ideas
dente de argumentación en el primero haya llevado consigo una de «Renacimiento» y de «Reforma»: notar la alusión muy signifi-
desviación en éste en cuanto a la refutación, y en el segundo, en cativa de Cayetano al P. Juan Meneses de Silva. Las visiones de
María de Agreda suscitaron también una larga controversia en la
la solución del problema.
cual Eugenio Amort (t 1755) debía aún pronunciarse de modo
Antes de pasar a la segunda cuestión que queremos examinar, muy rígido.
notemos que este problema de las revelaciones privadas es un pro- ."/ 4. En fin, la tesis luterana de la certeza de la justificación
blema moderno. Los teólogos antiguos o medievales parecen no ha- dada en la certeza de la fe: tesis que llevó a los apologetas cató-
ber prestado atención. En cambio, aparece con cierto relieve en los licos hacia una elaboración de ciertas nociones en que figura la de
teólozos modernos. ¿ Por qué? Parece que pueden reconocerse, en la revelación privada, según atestiguan, con los debates del conci-
el de~arrollo de los problemas teológicos, los motivos siguientes: lio de Trento, los textos antes mencionados de Soto y Belarmino.
1. La atención dada después del siglo XIV y bajo. el influjo de
la teología nominalista, a los problemas de la dogmática fundamen- n. REVELACIONES DE OTRO
tal: regla de fe, fuentes de la teología, magisterio, etc. 30.
La cuestión de la adhesión que podemos prestar a las revelacio-
2. La necesidad en que se encontraban los teólogos del siglo XV, nes privadas hechas a otro, es más fácil de solventar. Si se excep-
de elaborar reglas teológicas para el discernimiento y la justifica- túa, en efecto, la opinión aislada de Suárez, consecuente con la tesis
ción de las revelaciones privadas. Al finalizar el medioevo, se ven sostenida por él en la cuestión precedente, según la cual una revela-
multiplicars~ visiones y profecías. A~í, mi~~tras Dionisia. el c;artu- ción privada podría imponerse, después de su aprobación por la
jano se deleitaba en tomarlas en consideración, gerson se inquietaba Iglesia, a la fe universal de los cristianos, los teólogos ofrecen aquí
V daba reglas de discernimiento, y san Bernardino de Sena (t 1444) una doctrina común; y la Iglesia, por 10 demás, nos da en este
éscribía: Vaticiniis usque ad nauseam repleti swmus l 31. La cues- punto una enseñanza oficial muy clara: deja libre una vez más la
tión fue particularmente comprometida en el concilio de Basilea por discusión sobre la cuestión especulativa, pero se pronuncia (y asume
29. BÁÑEz, Comm . in ll'" tt", q. 1. a. 1, Dubitatur tertio (ed. Venecia, 1602,
sus responsabilidades) cuando se trata de la práctica y de la conduc-
col. 17 y 18). . , . " "
ta de las almas.
30. Véase P. nF. VOOGHT, Les sources de la doctrine chrétienne d apres les théologiens Antes de su aprobación por la Iglesia, las revelaciones privadas
du XIV' sit:cI~ el du débu: de XV' (parís, 1954).
31. Véase C. A. KNELLER, «Zu den Kontroversen über dern hl. Ignatius V. Loyola. -;
32. Fue el Prologu! lo que se imprimió a la cabeza de las ediciones de las revelacio-
Il. Quellen der Exerzitien?», en Zeitsch, f. kath, Theol .• 49 (1925), pp. ~61-185;.~. Bo- nes de la santa: por ejemplo, de la edición de Colonia. 1628. Muchos autores espirituales
LA:-'P, The concept of Discretio spirttuum in [ohn Gerson's «D~ Probatione spmtuIlm» se refieren a él; BE~EDlCTO XIV lo cita como autoridad clásica en la materia (D~ sert/ .
(tIld "De distinctione oerarunt uisionum a [alsts» (Washington, 1959). Dei beat , ~t canon., lib. m, c. liii, nn. 4, 9, 15, etc.),

L.
342 FC);cro);ES y l'üIJERES E); I,A IGLESIA LA CREDIBILIDAD DE LAS REVELACIONES PRIVADAS 343
que pueden llegar a nuestro conocimiento se nos presentan a nuestra magisterio. Benedicto XIV, cuya autoridad en estas materias sobre-
prudencia, a nuestro sentido crítico y a la libertad que tenemos puja a la de un teólogo privado, nos lo advierte expresamente cuando
- dentro de los límites y según las leyes de la formación de una dice; Sciendum. est approbationem istam nihil aliud esse lJuam
opinión prudente - , de dar o rehusar nuestra adhesión. No hay permissionern ut edantur ad [ideliurn institutionem et utiiüatem
aquí, efectivamente, ningún otro motivo por el cual tengamos que post maturum examen: siquidem hisce reueiationibus taliter apjJro-
dar nuestra adhesión, que el valor intrínseco y los fenómenos expe- batis licet non debeatur nec possit ad hiberi assensus fideli catholi-
rimentados por el visionario, y el testimonio presentado por él. Por cae, debetur tamen assensus fideli humanae juxta prudentiae regulas,
,.~
consiguiente, nuestro asentimiento se reduce, en último análisis, a juxta quas nempe tales reuelationes sunt probabiles et pie eredi-
las evidencias de nuestra crítica. biles... 34. La jurisprudencia establecida en la Iglesia es también
La misma necesidad, reconocida con certero instinto por los de una perfecta claridad: Quamvis memorata apparitio a Sede Aios-
santos, de someter tales comunicaciones divinas al juicio de un di- tolica approbata non sii, attamen nec fuit ab eadem reprobata uel
rector (y santa Teresa prefería que este director fuese un teólogo), damnata, sed potius permissa tamquam pie credenda, fide tamen
atestigua que aquí el criterio no es el sentimiento o la evidencia humana, juxta piam, uti perhibent, traditionem etiam idoneis tes-
sentida, sino la regla de la doctrina o de la prudencia (sobrenatural) timoniis ac monumeniis conjirmatam:., Este texto, de una res-
común aplicada por vía crítica. E indudablemente, no es un hecho puesta dada el 6 de febrero de 1875 por la Congregación de Ritos
accidental si la dirección espiritual se desarrolla, en los tiempos mo- al arzobispo de Santiago de Chile 35, representa la fórmula adoptada
dernos, paralelamente a la atención que prestamos a las comunica- por Roma una vez por todas; pues esta fórmula es la que se mencio-
ciones con el más allá. na en la respuesta hecha el 12 de mayo de 1877 por la Congrega-
Mas la aprobación dada por la Iglesia a ciertas revelaciones pri- ción de Ritos a tres obispos que preguntaban si la Santa Sede había
vadas ¿ no cambia la naturaleza de este asentimiento? Esto depen- aprobado las apariciones de Lourdes y de La Salette 36. En fin,
de, diremos nosotros, de la naturaleza de esta aprobación. si es cuando querrá darnos normas generales en materia de culto, reli-
una simple permisión de hacer públicas estas revelaciones, un sim- quias y tradiciones piadosas, Pío X se limitará a citar estas mismas
ple nihil obstat no cambia sustancialmente nada la cualidad de decisiones comentándolas someramente 37.
nuestra adhesión: añade solamente un motivo más en pro de un Es muy cierto que una tal aprobación de la Iglesia, por negativa
examen serio y favorable de los testimonios propuestos. Si repre- que sea, da mayor peso a los otros motivos objetivos que podamos
senta verdaderamente, de parte de la Iglesia, un compromiso, una
afirmación positiva, entonces ciertamente parece introducirse un batas audiunt assentiri illis dumtaxat p~r fid~m humanam , nec ad aliam teneri , quia n01'
título nuevo en la motivación de nuestro asentimiento. praestant il/is assensum nisi innixi testimonio illarum personarum qua~ illas a Deo accepiss«
Ahora bien, ambos casos existen de hecho: con bastante fre- testantur, quod fallibile est, Quanta autem sit obligatio adhibendi il/is hanc [idem , pen-
den: ex multis clrcumstantiis qu;hus 110n potest [acie certa mensura pra~figi. Nam cum
cuencia la Iglesia autoriza, bien explícitamente, bien implícitamente Ecclesia solum approbet hu;usmodi reuelationes ut nihil erroris continentes, qualiter appro-
(por la canonización solemne del vidente, por ejemplo), la publica- baui: doctrlnam D. Thomae et aliorum Patrum , nequit ex hoc solo principio deduci quanta
ción de las revelaciones privadas. Muy raramente, pero de modo ejJ jides debeatur, Cfr., finalmente, POULAIN, op" cis., c. xxi, al principio.
efectivo, parece pronunciarse en la cuestión de hecho y de auten- 34. Op. ci:.. lib. II, c. xxxii, n. 11; comp. lib. I1I, c. Iiii, n. 14.
ticidad de una revelación dada. 35. Decreta authentica Congr. S. Rituum , t. III (Roma, 1900) n. 3336, p. 48.
36. lbid., n. 3419, p. 79. E;usm odl apparitiones seu reuelationes n~qtt~ approbatas
ll~q'jC damnatas ab Apostolica s~d~ [uisse, sed tantum permissas tamquam pi~ credendas
Lo más corriente es que se trate de una aprobación en sentido fid~ solum humana ;ttxta traditiones qtlam [erunt , idoneis etiam testimoniis ac monumen-
lato: licencia global de publicar relatos de revelaciones en Que no tis conjirmatam .
se ha hallado nada que sea, o formalmente reprensible o netamen- 37. Encíclica Pascendi , 6.& de las moniciones prácticas con que termina la encíclica:
Acta S. Sedis, 40 (1907), p. 649; Act~s d~ Pi« X, ed. Bonne Presse, t. I1I, p. 174; tra-
te inoportuno. Que tal sea el sentido de la «aprobación» crdina- ducci6n castellana, en Colecciá» de enciclicas y documentos pontificios (Madrid, Acción
riamente dada por la Iglesia, no 10 sabemos únicamente por los Católica Española, 1962), t. 1, p. 974. Notamos, en el comentario, esta declaración bien
teólogos 33, sino por las declaraciones más autorizadas del mismo clara: «no permite (la Iglesia) que tales tradic'ones se refieran por escrito, sino con gran
cautela y hecha la declaración previa ordenada por Urbano VIII, y aunque esto se haga
33. BÁÑEZ, op, cit., Ult, concl.: Juan de la Anunciación, loe, cir., n. 115, p. 54: como se debe, la Iglesia no asegura, con todo, la verdad del hecho; se limita a no prohi-
Ex dictis injertur , omnes qui privaras reoelationes aliis communicatas et ab Ecclesia appro- bir creer al presente, salvo que falten humanos argumentos de credibilidad ... »,
344 FUNCIONES Y l'ODERE~ EN LA IGLESIA LA CREDIBILIDAD DE LAS RE\'ELACIO~ES l'RI\'ADAS 345 "
tener para aceptar una revelación privada. La aprobación de la El P. Choupin habla del «respeto y obediencia, no solamente de un
Iglesia, basada en un examen teológico serio, representa, cuando silencio respetuoso, sino del asentimiento interior del espíritu» 02.
menos para nosotros, el consejo de una autoridad, a que debe res- Parece que, siguiendo las categorías morales tan flexibles y al mismo
ponder nuestra «docilidad», virtud que exige la verdadera prudencia. tiempo tan finamente distinguidas por santo Tomás 43, puede cali-
Mas esta aprobación, como quiera que es de conjunto y negativa, ficarse la adhesión requerida aquí como de un acto de fe humana
al no garantizar la verdad de las revelaciones, sino únicamente la imperada por la obediencia, que cae bajo la influencia de las virtu-
inocuidad de su publicación, no cambia sustancialmente la natura- des. de piedad y de «observancia». Acto de fe, puesto que se trata
leza de la adhesión que podemos prestar nosotros y que sigue sien- de un acto de la inteligencia que se adhiere a una verdad ineviden-
do una adhesión humana, prudente según las leyes de la pruden- te, basada sobre testimonio; pero fe humana también, por las ra-
cia cristiana 38. zones aducidas más arriba. Esta adhesión de fe humana se da aquí
Puede preguntarse, no obstante, si la Iglesia, en ciertos casos, no como conclusión de un estudio crítico de credibilidad, sino por
no se ha pronunciado y ha dado una garantía y una aprobación po- este motivo propio que es la obediencia debida a la autoridad ecle-
sitivas acerca de la sustancia misma, el hecho y el contenido de una siástica en los límites de su competencia. Éste es, en efecto, el mo-
revelación privada. Tal parece ser el caso de las revelaciones hechas tivo de la obediencia, bajo la inspiración de la virtud de la «obser-
a santa Margarita María 39 y de las apariciones de Lourdes 40. Aquí vancia», que tiende a tributar a las personas constituidas en un
nuestra adhesión ya no es motivada, según parece, únicamente por cargo y en dignidad el homenaje que les es debido. Mas como la
la credibilidad propia del mensaje y del vidente, ni siquiera con la autoridad eclesiástica no es para un fiel una pura dignidad exte-
supervaloración que le da la aprobación (el nihil obstat) de la Igle- rior, ni una mera autoridad de «gobierno» (que es lo que considera
sia. Un elemento nuevo y especial se junta por el hecho de una exclusivamente la «observancia»), sino una autoridad propiamente
intervención positiva de la autoridad competente: ésta presenta oaterna1 y familiar - porque la Iglesia no nos «gobiernall únicamen-
un título nuevo y propio a nuestro asentimiento, exige de nuestra te, sino que nos engendra en Cristo - , es finalmente bajo la influen-
parte un cierto acto cuya naturaleza es necesario precisar. cia de la piedad filial por la que nos adherimos, merced a una fe
Los documentos oficiales no nos dicen aquí nada en concreto 01. humana imperada por la obediencia, a cuanto la Iglesia nos dice de
formal y positivo en algunos casos muy raros de revelaciones privadas.
38. Con e! texto de Juan de la Anunciación, citado supra, cfr. BENEDICTO XIV, loco cit.
supra, nn. 12 y 15.
39. En e! caso de santa Margarita María, aunque la doctrina del Sagrado Corazón sea
independiente en cuanto a su contenido, de las apariciones de Paray, parece claro que
la Iglesia se ha pronunciado sobre e! hecho: véase en particular e! Breve de beatificación
de santa Margarita María, e! decreto de la Congregación de Ritos, de 22 de abril de 1875,
la encíclica Annum Sacrum , de León XIII, sobre la consagración de! género humano al
.'"
Sagrado Corazón (25 mayo 1899), y en fin, la encíclica Miserentissimus Redemptor de
Pío XI (8 mayo 1928).
40. Por lo que hace a [as apariciones de Lourdes, no hace falta recurrir al hecho de
la institución de una fiesta extendida a toda la Iglesia (13 noviembre 1907); e! decreto
de la Congregación de RÍtos sobre la heroicidad de las virtudes de Bernadette (11 no-
viembre 1923) es de! todo afirmativo (cfr. Acta Ap. Sedis [1923], pp. 593-594).
Está universalmente admitido que la existencia de una fiesta litúrgica que celebra un
«hecho», real o supuesto, tal como, por ejemplo, la Presentación de María en el Templo, no
basta, pOi' sí sola, para garantizar, por la autoridad de la Iglesia, la verdad histórica de!
acontecimiento: cfr. CI. DILLENSCHNEIDER, Le sens de la Foi et le progres dogmatique du
mystér« marjal (Roma, 1954), pp. 300-301.
41 Las proposiciones de! Syllahus (DENZ., 1722) Y de! decreto Lamentabili (DENZ., 2008)
son muy generales. El texto citado muchas veces de Clemente XI (DENZ., 1350), se refere
a los hechos dogmáticos propiamente dichos. En fin, en la Carta de Pío IX al arzobispo
de Munich, se habla o bien de la enseñanza propiamente dogmática del magisterio ordi- 42. L. CHOUPIN, s. j., Valeur des déctsions doctrinales et disciplinaires ti" Saiut-Siég»
nario (DENZ., 1683), o de un «se sometan» bastante vago (DENZ., 1684; comp. Código de (París, 1907), p. 27.
Derecho canónico, can. 1325: «observar»). 43. Particularmente 5"111111. theol., U" UU, q. 101, 102 Y 104.

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