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163-184
Macedonio Fernández
1
Para el presente trabajo se utiliza la edición de 1973 (Buenos Aires: Corregidor), a cuya
numeración de páginas se acogen las citas. A partir de este momento se utilizará la sigla
CS para hacer mención del texto analizado.
2
Véase Linda Hutcheon. 1984. Narcissistic Narrative: The Metafictional Paradox,
Londres: Methuen.
163
Ya en Rosaura a las diez (1955) el lector presencia y reconstruye la creación
de un personaje por parte de su inventor. Esa puesta en escena de un "otro
creado" no es exclusiva de la primera novela de Denevi: también los
protagonistas de Un pequeño café (1966), Asesinos de los días de fiesta
(1972) y Música de amor perdido (1990) se imaginan y se inventan en una
inconformidad discursiva que se trueca en histrionismo, en máscara que se
construye en el texto, revelando al lector los procesos que dan lugar al
personaje y a la novela. El personaje - o los personajes- no desea(n) ser
supuestas "realidad(es)", sino ficción(es); igualmente, y pese al aparente
realismo deneviano (engañoso realismo de sus calles y casas portefias) la
historia no desea ser tal, sino dispositio consciente ante un lector que ya no
es simple receptáculo, sino espejo del organizador del texto frente al personaje
y a la discursividad.
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Leónides Arrufat, vista por un narrador que nos la refiere, sale de su casa
antes del amanecer, a cumplir su rutina de beata, con su paso enérgico y su
"ramito de hojas y de flores", reverentemente sujeto "con ambas manos a la
altura del pecho" (p. 12). Parece efectivamente venida de una memoria
próxima a nuestra vida diaria, pero en el curso de la novela se nos mostrará
su transformación constructiva de "beata común" en personaje, y las
transformaciones de su historia en discurso urdido para la reconstrucción
lectora. Porque la Leónides que volverá a su casa meses después, ya entrada
la noche, con su mismo "litúrgico sombrero en forma de turbante" y su cartera
"que semejaba un enorme higo podrido" (p. 135), no será la misma: habrá
sido otra (¡otras!) a raíz de un encuentro en un tranvía. ,
Denevi dice querer "desnudar" a sus personajes ("lo que no sé si logré del
todo" 5 ). Proceso de exposición textual donde no se trata de descubrir un
cuerpo, sino una escritura. Siguiendo a Barthes, podremos decir entonces que
el desnudo del personaje implica el desnudo del discurso.
4
Roland B a r t h e s . 1 9 8 7 . S/Z. p. 150. México: Siglo XXI.
5
Marco Denevi, en "Interrogatorio lo. -Cuatro preguntas a Jorge Luis Borges, Marco
Denevi y Augusto Roa Bastos", en J. L a f f o r g u e y ] . £ . Rivera. 1977. Asesinos de papel,
p. 56. Buenos Aires: Calicanto.
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cualquier día, sino a un mundo elaborado especialmente para su propia
construcción:
6
Umberto Eco. 1981. Lector in fabula, p. 173. Barcelona: Lumen.
1
Ibidem, p. 243.
8
Véase el texto de Lucien Dallenbach. 1977. Le récit spéculaire. Essai sur la mise en
abyme. Paris: Seuil.
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definición de una poética: la de que el personaje, construyéndose, construye
a y se construye con el discurso.
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Se sentía vagamente amenazada. Le parecía que aquella muchacha
había comenzado a envolverla, a comprometerla. A partir del
momento en que las dos se miraron, la joven había dejado de ser
una desconocida. Estaba posesionándose de ella. La invadía. Le
trasvasaba una responsabilidad, una carga, un peligro. Hasta la
coincidencia de estar vestidas de luto creaba entre ambas un
misterioso vínculo que las separaba de los demás y las colocaba
juntas y aparte, (p. 20, énfasis mío)
168
• •
169
(significado) luego de la pérdida de su madre. Cecilia nos remite al "personaje
favorito del carnaval, el Loco, figura ambigua de la Ley y de su transgresión" 14 .
170
transformaciones discursivas. Dentro del texto, Leónides y Cecilia cuentan
con sus propios espejos: en Cecilia, locura-cordura, pasado-presente; en
Leónides, luto-disfraz, disfraz-invención. La locura de Cecilia Engelhard
desatará toda una motivación distursi va que poco a poco mostrará la dinámica
'•preexistente" de la ficción (ese supuesto pasado de la familia Engelhard que
ge nos irá revelando y que determinará el "crimen" de Leónides). La locura
M » o mirada iniciará lo que podríamos llamar, con Kristeva, "el paso del
Símbolo al signo" 16 : laLeonides-beata, símbolo de la amargura, arquetipo de
U solterona universal, pasa a ser, en este dinamismo de disfraces, una
' Leónides múltiple: de acuerdo con ,Kristeva, el sujeto del discurso, en
ftinción simbólica, se fusiona con la divinidad, en tanto que en su función
sígnica - n o v e l e s c a - "se multiplica en diversos individuos derivados
'horizontalmente'" 1 7 . En este sentido, CS prescinde, en un proceso que sucede
ante los ojos del lector, de Leónides en tanto que representación, símbolo,
historia, épica, para convertirla en una entidad múltiple y significante: en
novela dentro de la novela que la locura, entidad carnavalesca, desata como
transgresión a la historia e inicio del discurso ficcional:
16
Op. cit., p. 227.
17
Ibídem, p. 228.
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(¿Comprenden? Una mujer que parecía escapada de un álbum de
fotografías del año 1920 contemplaba la fotografía de una mujer
que parecía escapada del año 1920 y la hallaba anticuada. Y está
bien. Porque de lo contrario, no habría en este mundo ni jueces ni
críticos), (p. 36) "
" N ó t e s e que "falsificaciones" es uno de los vocablos predilectos de Denevi, al punto que
constituye el título de uno de sus libros de narrativa breve.
" D o u g l a s Bohórquez. 1986. Teoría semiotógica del texto literario. Una lectura de
Guillermo Meneses, p. 66. Mérida: U.L.A.
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M p t s m e que ciertos mecanismos ficcionales son propios de la metalepsis como
i p t e i f e s t a c i ó n de autoconciencia enunciativa, citando, entre ellos, al personaje
P l i e a p a d o "de un cuadro, de un libro, de un recorte de prensa, de una
l fotografía, de un sueño, de un recuerdo, de un fantasma" 2 0 . _
20
Véase G. Genette. 1989. Figuras III, pp. 290-291. Barcelona: Lumen.
21 Aparentemente, la idea del "día de fiesta" se esboza a partir de CS como una noción de
autoficcionalización de lo» personajes, noción que, en una novela posterior, llegará a
convertirse en título (Los asesinos de los días de fiesta).
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permanecido escondidas por distintos motivos: una, porque hubiese sido
embarazoso ser descubierta en un hogar ajeno; la otra, porque está muerta y
enterrada, y no era cosa de aparecer asustando a las dos mujeres. Y será su
revalorización como fantasma/personaje lo que le permitirá dar inicio a su
venganza:
Y pudo ver que Cecilia no tuvo la cita, que efectivamente Fabián parecía
pertenecer a otros tiempos y espacios en la vida de la casa. Y presenció (desde
su refugio doble, ocultando a Guirlanda y a Leónides) una nueva visita de
Encarnación y Mercedes, con cuya reaparición "el implacable helicoide que
arrastraría a la señorita Leónides hasta el crimen comenzó a girar" (p. 79).
Así el narrador demuestra su conocimiento de un momento discursivo que
aún no llega al lector y que es asimismo desconocido para los personajes: es
un organizador consciente, reflejado en esa Leónides que se construye como
Guirlanda y que decide asumir otra construcción que los lectores tampoco
conocemos en el momento en que, luego de averiguar el domicilio de las
visitantes, sale de la casa:
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A medida que se alejaba, y libre del asedio de Cecilia, la antigua
Leónides Arrufat revivía en la falsa Guirlanda Santos, su espíritu
cobraba fuerza. Se sentía crecientemente intrépida, lúcida y segura
de sí m i s m a . ( p . 85)
22
Luis A. Acosta Gómez. 1989. El lector y la obra, p. 212. Madrid: Gredos.
- La Prima: Del padre.
- La Encarnación: Así que usted también se llama Santos. De
apellido, digo.
- La Prima: Naturalmente.
- Mercedes: Entonces usted tendrá un nombre de lo más estra-
falario, como todos los Santos. Papá decía que los sacaban de las
novelas.
- La Prima: Ah, sí. ¿De las novelas? Bueno, el mío no. El mío lo
sacaron de un libro de versos. Yo me llamo Anabelí. (pp. 88-89)
23
Ibidem.
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I texto precisa de receptores para constituirse en tal, el personaje necesita
e los demás se constituyan en eco de sí mismo, de manera que le
vuelvan el efecto de su imagen" J4. Leónides, ficción de Guirlanda y de
fíAnabelí, se revela como el fantasma narrativo que dibuja todo el discurso.
Imagen metaléptica, tomada de una fotografía y de un recuerdo; fantasma que
í e surgir la metaficción en la construcción de un personaje a partir de otro,
is$e otro a partir de aquél. Pese a lo clandestino que todo esto resulta para los
I p é m á s personajes de la narración, la autoconciencia de Leónides como
^personaje en continua generación se desnuda ante el lector: el relato muestra,
§$«"el abyme imaginativo de Leónides, su propia factura.
24
R. Bourneuf y R. Quellet. 1975. La novela, p. 36. Barcelona: Ariel.
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creación. Con esta voz se confirma la mise en abyme en la medida en que, aun
siendo construcción de Leónides, o precisamente por serlo, Anabelf es
construcción, en un nivel metaficcional, del organizador del discurso.
25
Véase J. Kristeva. Op cit., pp. 77 y ss.
26
Ibídem, p. 79.
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Arrancada de su historia cotidiana de beata para cumplir un papel
asignado por la locura y la ficción, Leónides es en la invención. Quien dio
origen al invento está ahora a su servicio, "obediente", atendiéndola,
acompañándola "sobre sus piernecitas mecánicas" (p. 119). Leónides quiere
seguir siendo ese personaje, y suplica al Señor (¿o a su creador?): "no me
quites esta felicidad" (p. 119)
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Pero tál locura surge del ataque de tres pandilleros. Y el ataque surge del
discurso inventado por Belena. Y semejante urdimbre sólo puede proceder de
una conciencia organizadora:
Pero "el relojero" ha planificado todos los detalles, y Leónides sabe que
la única manera de concluir su ritual de poder ser es concluir su misión
discursiva: responder por Cecilia, vengarla, volver a ser en el discurso de la
familia Engelhard-Santos, gracias al cual cobró existencia. Al morir Cecilia
y la criatura, Leónides publica un aviso en los diarios; sabe que Belena - ú n i -
ca heredera- acudirá al funeral.
27
Ricardo Gullón. 1979. Psicologías del autor y lógicas del personaje, p. 18. Madrid:
Taurus.
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i*; CS está construida por vueltas y revueltas que invitan al receptor a un
^ r e t o r n o y a una relectura. Con el relato de Cecilia cuerda, la ingenuidad
| abandona al lector: ya están las cartas sobre la mesa. Un retorno a las páginas
I' del libro nos conducirá al reconocimiento del artificio, de la estructura
previamente armada. Las novelas de Denevi, obras donde soledad y muerte
| unen sus ejes en la dinámica constructiva de los personajes, parecen alevosos
planes criminales, asesinatos trazados desde una aparente inocencia:
te
... cuanto más avancemos en nuestros descubrimientos, más pruebas
íf encontraremos de un plan y una construcción que se sostiene a sí
' misma, allí donde los ojos descuidados sólo veían un accidente. 2 8
W
I Y es que "la obra de arte es un signo que comunica también la manera
como está hecha" 29, y nada se identifica mejor con la constructividad
"malintencionada" de un narrador que la premeditación criminal. El
organizador tiene toda la intención de que el lector presencie y siga sus planes,
y encubre su elaboración a partir de una sencilla escena urbana: una beata
cualquiera recorre "los laberintos de la memoria" de Denevi, y las páginas de
un libro generan la aventura de Leónides, que poco o nada tiene que ver con
el marco del cual semejante personaje parece haber sido extraído en sus
estereotipos. Una beata se encuentra con la locura y termina aceptando ser
otra, i a partir de allí aún otra. Desde el marco de la ficción que comienza con
el encuentro en el tranvía, Leonides-discurso desdeña su cotidianidad.
•*.••. " T h o m a s de Quincey. 1974. "Los golpes a la p u e r t a en Macbeth", apéndice ».Del asesinato
Jfe' considerado como una de las bellas artes, p. 136. Barcelona: Barral.
Umberto Eco. 1980. Signo, p. 55. Barcelona: Labor.
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Leónides es un personaje dentro del cual se genera otro, y del cual surge otro.
Si la narración ofrece ficciones que habitan una dentro de la otra, como cajas
chinas, la construcción de personajes se brinda al lector como un juego de
muñecas rusas que, luego de ser abiertas una a una, tornan a cerrarse,
quedando la mayor como si nada hubiera sucedido ...
30
Citado por Juan Carlos Merlo. 1983. "Marco Denevi y las claves de su escritura", en
Páginas de Marco Denevi seleccionadas por el autor, p. 29. Buenos Aires: Celtia.
31
Véase el capítulo "Personaje" en O. Ducrot y T. Todorov. 1987. Diccionario enciclopédico
de las ciencias del lenguaje, pp. 259-264. México: Siglo XXI.
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!
JWfi: "
P
extracción del personaje luce circular, monotemático y cerrado, no podemos
extrapolar al personaje para trazar averiguaciones extraficcionales.
fe M
I' En VVAA. 1983. Ensayos de critica literaria 1983, p. 335. Buenos Aires: Editorial de
Belgrano.
|i " Ibidem, p. 336.
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Ceremonia secreta se dibuja, entonces, como novela de mise en abyme
donde el lector observa una continua autoinclusión que hace a la narración
autosuficiente en el relato de su propia confección y confabulación con el
personaje múltiple, y donde el oficiante será ese verdadero lector "que sabe
que todo cuantro lee es un palimpsesto y descubre, bajo la copia visible, el
original invisible" 34.
34
Marco Denevi, citado por Cristina Pina en Ibídem, p. 311.
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