Você está na página 1de 334

Una perspectiva de derechos humanos

Manual para una contribución al trabajo que la fuerza


policial realiza en la incorporación de los derechos
humanos como valor central entre sus miembros.
2| Una perspectiva de derechos humanos

Autoridades

(sugeridas)
Gobernador de la Provincia
Vice Gobernador
Ministro de Seguridad Justicia y Derechos Humanos
Coordinador General del Ministerio
Secretario de Seguridad
Jefe de Policía
3| Policías y Ciudadanos
4| Una perspectiva de derechos humanos
5| Policías y Ciudadanos

Manual de capacitación
para las fuerzas policiales
con perspectiva de derechos humanos.

Una contribución
al trabajo que la fuerza policial
realiza en la incorporación
de los derechos humanos
como valor central
entre sus miembros.
6| Una perspectiva de derechos humanos
7| Policías y Ciudadanos

‘La legitimidad de toda Policía se basa


en la credibilidad que alcance
frente a la comunidad’.

Robert Pell, 1820,


Creador de la Policía Metropolitana de Londres
8| Una perspectiva de derechos humanos
9| Policías y Ciudadanos

A la memoria de Miguel Ragone__


Ex Goberandor constitucional
de la provincia de Salta (1973 – 1974)
Único gobernador asesinado
por un grupo para-policial
días antes de la instauración
de la última dictadura militar
en Argentina (1976 – 1983)
10| Una perspectiva de derechos humanos
11| Policías y Ciudadanos

Presentación
Cuando en mi escritura refiera a ´lo militar’ estaré aludiendo a
modelos militarizados de comportamiento, educación y visión
de sí mismos y de los ‘otros no militares’; que caracteriza a
todas las instituciones que tienen la facultad de usar legíti-
mamente la fuerza física, delegado por el poder civil represen-
tado en las instituciones de gobierno del Estado de Derecho.
Por tal motivo aludiré de maneras ambiguas por momento a la
institución policial como al resto de las instituciones armadas,
no obstante existen claras delimitaciones en sus funciones
relacionadas a la seguridad interna y externa.
Todos los seres humanos que ambicionan herramientas de
poder para cambiar la sociedad en que viven corren el riesgo
de ser pensados y devorados, inutilizados y alienados, por el
pensamiento hegemónico del tiempo y de las instituciones en
que se mueven. Ya sea que se transite por instituciones cerca-
nas a la academia universitaria, las que acumulan un tipo de
poder y una forma de memoria que es el conocimiento técni-
co – humanístico del funcionamiento de lo social; o que se
transite por instituciones cercanas al poder político, las que
detentan fundamentalmente la capacidad para la acción y la
intervención social.
Cuando la energía vital innovadora y creadora; de pensadores,
funcionarios, activistas, militantes, dirigentes; va quedando
alienada en las redes sociales por las que circula el poder que
sostiene a todos y cada uno; las personas se paralizan, sus
ideas y actos devienen solo en declamaciones, perdiendo la
capacidad transformadora. Creyendo pensar el mundo en que
viven, son pensados por un poder abstracto, hegemónico,
deshumanizado y difícilmente identificable.
12| Una perspectiva de derechos humanos

La amalgama de discursos de diferentes personas e institucio-


nes reconocidas en disímiles campos de saber y de acción en
relación a la historia, la seguridad y los derechos de las perso-
nas –citadas oportunamente a lo largo de los capítulos– de los
que me he servido para armar este texto entretejen una acti-
tud vital: circular entre círculos cerrados, continuidad de una
marca fantasmática de los desaparecidos en sus familiares;
como una característica de nuestra existencia que nos hace no
estar nunca del todo en ningún sitio. Sin embargo, cuando se
transita de la revictimización recurrente de los discursos y las
luchas políticas que se libran sobre nuestro cuerpo, al prota-
gonismo que podamos desarrollar en esos estados inconclu-
sos, ambivalentes; la existencia misma nos puede colocar en
una posición de observadores privilegiados de lo social. Lo que
ocurre es que dentro de un círculo cerrado, dentro de una
región única, nosotros representamos una exterioridad, repre-
sentamos un afuera y la capacidad crítica de ese grupo del
exterior. Nuestra experiencia vital, nuestro psiquismo; crea
una frontera única desde la que se designa un afuera que re-
presenta una capacidad crítica. Transitamos por el afuera en-
tre muchos círculos cerrados. En la experiencia detrás de esta
escritura lo que intento hacer, con esfuerzo, es ganarme el
derecho a moverme a través de círculos cerrados que tienen
un afuera.
Es de esta manera de vivir y estar en el mundo que efectúo un
recorrido en múltiples direcciones, entrando y saliendo de los
contornos que definen varios grupos académicos universita-
rios, así como las visiones diversas de grupos activistas de de-
rechos humanos en la provincia y en el país; por otro lado he
recorrido un gran espectro de vidas y actividades de funciona-
rios públicos en todos los niveles de decisión política, y de la
13| Policías y Ciudadanos
vida política partidaria de muchos partidos; como me he pre-
ocupado de conocer las miradas y problemáticas de policías
de todos los rangos en diferentes tiempos de la institución
policial.
Con la mirada del afuera entre círculos cerrados, no es tanto
lo que conozco y la posibilidad de enriquecer y potenciar un
debate sobre el necesario cambio institucional de organiza-
ciones estatales que hacen a la seguridad pública como una
contribución al afianzamiento de la vida democrática; tanto
como lo que podría seguir conociendo del acercamiento e
intercambio con las instituciones armadas; al poner en consi-
deración de su vasta experiencia técnica profesionalizada, el
conjunto de ideas e ideologías aquí reunidas. Es otra forma de
conocer que no implica el discurso cerrado y convencido de
quien dice saber, sino la capacidad de seguir aprendiendo de
la singularidad de la experiencia de las y los policías a partir de
su recepción de ideas surgidas en los afueras de las institucio-
nes que de varias maneras intervienen en el debate sobre se-
guridad.
Existe un punto de intersección en el que todos los seres
humanos somos precarios más allá de los derechos de ciuda-
danía que cada uno pueda ejercer en la desigual distribución
de los mismos. Ese punto es la ‘sustituibilidad de los cuerpos’,
un mecanismo del poder que convierte a las personas singula-
res en abstracciones que pueden desaparecer y dejar de exis-
tir sin que el sistema social se ponga en riesgo. La sustituibili-
dad de todos y cada uno de nosotros asegura el poder institu-
cional. Intelectuales, activistas, funcionarios políticos, ejecuti-
vos de grandes corporaciones, policías, todos son sustituibles
sin que se produzcan perturbaciones en la dinámica institu-
cional a largo plazo. Sin embargo, todos, como los policías, se
14| Una perspectiva de derechos humanos

vuelven insustituibles y singulares en el sufrimiento que la


violencia de sus propias instituciones les produce, consecuen-
cia de la distancia entre lo que desean ser, lo que deben ser y
lo que efectivamente consiguen ser. El caso particular del
cuerpo de los y las policías está atravesado por lo que les de-
manda la sociedad civil y el poder político por un lado, y los
principios de la propia institución policial; la que no escapa a
una lógica de ascenso social en la que operan los mismos me-
canismos de corrupción institucional que existen en las corpo-
raciones del poder político, de la academia o del mundo em-
presarial.
Las ideas recopiladas y presentadas en este manual buscan
contribuir a un debate informado sobre la manera en que los y
las policías puedan pensarse como seres únicos e insustitui-
bles cargados de valor para sí mismos y la sociedad en que se
desempeñan. Muchos prejuicios y también muchas ideas y
actitudes de desconfianza bien fundadas, tuve oportunidad de
conocer entre los grupos humanos que he venido mencionan-
do. El personal policial por la especialidad de su función repre-
siva en el Estado queda muchas veces atrapado –para la opi-
nión del gran público poco informado– en visiones negativas
producidas por la percepción pública de dobles pactos de la
institución policial, por un lado con algunos sectores del poder
político, y por otro con sectores del propio mundo delictual.
Dobles pactos que persiguen la acumulación o la retención de
poder por parte de algunas cúpulas policiales —también algu-
nos funcionarios políticos— que van deslegitimando la propia
institución social; ya que la única legitimidad de la Policía es la
credibilidad que alcance frente a su comunidad más cercana.
Es en este sentido que tanto la sociedad civil, como los espe-
cialistas, expertos e intelectuales, el poder político y los pro-
15| Policías y Ciudadanos
pios intelectuales orgánicos de la institución policial; están
llamados a contribuir con la democratización de la institución
con primordial objetivo de disminuir el sufrimiento que la
propia violencia institucional les produce, requisito primario
para cambiar la visión de su propio cuerpo singular, de su
cuerpo institucional y de la relación de esos cuerpos con la
ciudadanía cuando ejercen la ineludible función de represión,
la que dimensionada y humanizada nada tendría que ver con
el abuso de la fuerza y mucho menos de la autoridad.
Cada institución humana ejerce mecanismos particulares so-
bre sus miembros para asegurar su sustitución sin que nada
ocurra, en el caso de las y los policías, el mecanismo central y
más poderoso es la ‘militarización’. Sin embargo existen mu-
chos sentidos de militarización y muchos componentes que la
constituyen. Discutirlos trasciende el honor, el poder y la cons-
trucción de una masculinidad escindida de los sentimientos;
partes importantes del sentido de estar siendo un militar. Es
precisamente el componente verticalista de la militarización,
el que lleva a la distorsionada experiencia de la ‘obediencia
debida’ entre jefes y subalternos; el que produce consecuen-
cias no deseadas en el disciplinamiento y la administración
interna de justicia de los sistemas de las fuerzas de seguridad
que dejan a muchos de sus miembros desamparados frente al
poder altamente discrecional de sus jefes, por un lado; y el
que daña la relación de confianza entre las fuerzas de seguri-
dad y la ciudadanía. Por otro lado, ese mismo componente
verticalista a facilitado que las instituciones de policías fueran
presas altamente eficientes y disciplinadas de diversos grupos
de poder políticos a lo largo de la historia y de una historia
bastante reciente en nuestro país, para la tarea de represión
que hizo posible la instalación de políticas públicas imposibles
sin la eficacia del ejercicio brutal del miedo y de la fuerza. Dis-
16| Una perspectiva de derechos humanos

cutir esos sentidos de la militarización es imperativo para la


democratización de la institución policial, una tarea que les
excede a los propios policías en el sentido que no es factible
solo con la elección voluntaria de sus miembros, ya que la se-
guridad excede la propia institución de policía. Democratiza-
ción –es preciso aclarar– que nada tiene entonces que ver con
la ‘sindicalización’ de las fuerzas que eventualmente podrían
poner en peligro la eficacia de la función social de las mismas.
Presentado el sentido en que interesa aquí la militarización en
función de la democratización y la seguridad, cabe decir que
en muchos pasajes del texto se hacer referencia a institucio-
nes militarizadas que no son las policías. Interesan en tanto
comparten con las mismas esos componentes de la militariza-
ción en función del debate perseguido con la escritura.
Un debate que resultará efectivo solo si se complementa po-
niendo en movimiento distintos tipos de activismos sociales
por la democratización policial y por los derechos de los polic-
ías con los consecuentes cambios en la Ley y en las concien-
cias. Para que el debate se produzca, es preciso trabajar en el
doble sentido de disminuir el prejuicio de las organizaciones
sociales hacia las policías y de discutir la necesidad de apertu-
ra de la institución a la vida civil en la mente de muchos
miembros de la cúpula policial.
En el mundo de los familiares de desaparecidos es un conoci-
miento común el dolor que ha costado poder llegar a hablar, a
narrar la propia experiencia para poder reclamar justicia1 pri-
mero, y también el dolor de la imposibilidad de acceder a la

1
Discurso de un familiar de desaparecido en un acto conmemorativo de la ‘masacre de
Palomitas’. 6 de Julio 2009. Salta. En http://www.youtube.com/watch?v=1fCcH5w4SvM
17| Policías y Ciudadanos
justicia; una comunidad en la que la naturalización de ese do-
lor produce la ilusión que grupos con otras problemáticas de
explotación y dominio podrían más fácilmente acceder a la
Justicia. Conocen de los ‘muchos baches’ que hubo que vencer
y del camino sin ninguna prisa del sinsentido cuando lo único
sentido era la soledad. Conocen del incremento de las dificul-
tades para acceder a la justicia cuando las luchas políticas por
los privilegios se radicalizan. Y conocen de la parálisis que eso
causa en los cuerpos singulares de todos y cada uno. De la
experiencia crítica de esos afueras construidos entre las líneas
que cierran y definen al poder político, a la Justicia, a la propia
policía; sabemos que todos los ciudadanos tenemos que ser
‘nuestras propias garantías’ frente a un sistema de poder abs-
tracto y difícilmente identificable que trabaja como una ma-
quinaria cada vez más aceitada para sustituirnos a todos, sin
que nada cambie sustancialmente. Las y los policías son antes
ciudadanos comunes y corrientes. En ese punto todos somos
las garantías de seguridad de todos. Y nunca mundos contra-
puestos donde alguno de los grupos pudiera atribuirse una
moralidad superior en base a ninguna característica, lo que
repercutirá siempre en desconfianzas mutuas y en la imposibi-
lidad de la construcción de espacios de expresión conjunta de
todos los sectores interesados en la Seguridad.
El presente manual pretende contribuir a acrecentar el cono-
cimiento sobre los valores fundamentales vinculados con la
libertad, la igualdad y la dignidad de las personas, entre todos
los ciudadanos que se desempeñan en la fuerza de policía y
que han incorporado los valores de la institución como parte
central de sus vidas, tanto en la teoría como en la práctica.
Una capacitación de las fuerzas policiales respetuosa de la
experiencia y el conocimiento de las mismas a partir de la
18| Una perspectiva de derechos humanos

propia formación, historia y trabajo cotidiano de l@s policías,


pretende ser una contribución al esfuerzo que la institución ya
realiza para incorporar la perspectiva de derechos humanos
como un valor central de la vida policial. Una experiencia que
resultará siempre inconclusa dado en carácter procesual y
siempre perfectible de la lenta pero constante expansión de la
base de derechos reales a la ciudadanía.
El propósito del manual es poner a disposición de sus destina-
tarios un conjunto de reflexiones e información sobre algunas
actitudes sociales y leyes que se manifiestan como derechos,
facultades y condiciones necesarias para que todas las perso-
nas tengan acceso a una vida digna; de modo tal que permi-
tan no sólo la comprensión conceptual del tema, sino su apro-
piación como valor central en la personalidad y en la conducta
profesional de los miembros de las instituciones policiales co-
mo de todos quienes componen las instituciones armadas. El
mismo no tiene sentido ni validez si no se tienen en cuenta los
cambios en el escenario de los derechos humanos caracteriza-
dos por su permanente evolución y ampliación, así como los
cambios en el escenario político y el necesario proceso de
modernización y democratización de las instituciones de segu-
ridad que implicarán siempre el planteo de nuevas misiones.
Fortalecer la institucionalidad democrática de los organismos
estatales de seguridad en la provincia es la guía conductora de
la experiencia educativa que se busca desarrollar a partir de la
organización conceptual del presente manual, en la que es de
vital importancia la recuperación del saber policial como un
conocimiento autorizado. Una experiencia de fortalecimiento
necesaria porque la democracia no puede alcanzarse a través
de una simple elección; evoluciona de acuerdo con las necesi-
dades y tradiciones de los diversos grupos sociales que la
19| Policías y Ciudadanos
componen y de sus particulares luchas por estar mejor en el
mundo en un momento determinado, que la convierte siem-
pre en un proceso en construcción, con expansión y restric-
ción de derechos. Por tal motivo es preciso fortalecer el víncu-
lo entre los movimientos democráticos locales, vínculo basado
en el compromiso común con el gobierno representativo y la
libertad como estilo de vida; en el trabajo por la construcción
de la paz, basada en la justicia social y en la organización co-
munitaria.
En un contexto democrático, la función policial encuentra su
mayor fundamento, en la contribución a un mejor nivel de
vida de la población, mediante actividades preventivas que
disminuyan la incidencia delictiva y generen confianza entre la
comunidad y la policía; la cual estaría llamada a procurar una
estrecha relación con el ciudadano y la comunidad donde se
desenvuelve. Es necesario avanzar sobre la democratización
de la vida policial, en base a un modelo que focalice la preven-
ción y una idea de orden contraria a la mano dura y la toleran-
cia cero; a la vez que incluir una mirada sobre los derechos
humanos de l@s policías en relación a la sociedad en general y
al sistema de justicia interno que l@s rige.
El manual se inicia presentando una breve historia de la com-
posición tradicional de la sociedad salteña y de su moderniza-
ción en los primeros cincuenta años del siglo xx para entender
el papel que la policía y las instituciones de seguridad tuvieron
en el mismo, a la vez que situar a los miembros policiales en la
composición de clases y status de la sociedad en general. El
capítulo I plantea lo que debiera ser el marco de actuación de
la institución policial en una moderna sociedad democrática a
partir de conceptualizaciones que permiten relacionar la pre-
vención del delito, la seguridad y la historia policial; y una dis-
20| Una perspectiva de derechos humanos

cusión para el establecimiento de criterios para la reconstruc-


ción de una policía orientada a un proceso de democratización
interior, a partir de un debate informado. Continúa en el capí-
tulo siguiente identificando la línea evolutiva de la institución
policial en el proceso de surgimiento y consolidación de los
estados nacionales modernos que implicó el traspaso de un
tipo de gobierno basado en la soberanía del territorio a otro
basado en la regulación de la población.
Los capítulos uno, dos y tres constituyen una primera unidad
temática que aborda una reflexión histórica y funcional sobre
la intrínseca relación que existe entre el cambio social de las
instituciones en general en la provincia de Salta, la profesión
de las instituciones armadas que hicieron y hacen uso de la
fuerza legítima del Estado y los derechos humanos, como con-
junto de valores a ser logrados y mejorados, siempre en cons-
trucción. Esta triple relación evoluciona en el tiempo hasta
encontrar su expresión moderna en el rol de las instituciones
que hacen uso legítimo de la fuerza delegada por el poder
civil, en el Estado Democrático de Derecho. Es en este orden
político donde el papel de las instituciones armadas militariza-
das encuentra su asiento de legitimidad y eficacia.
El cuarto capítulo se concentra en identificar y presentar líne-
as conceptuales y características de la profesión del policía en
un marco de respeto de los derechos humanos; para desarro-
llar en el capítulo siguiente un marco conceptual general de
los derechos humanos y una caracterización a partir de su cla-
sificación y elementos específicos; en continuidad con el capí-
tulo sexto que plantea la responsabilidad del Estado por viola-
ción de derechos humanos y la identificación de los mecanis-
mos internacionales de protección dentro del marco de las
Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de los Estados
21| Policías y Ciudadanos
Americanos (OEA).
El capítulo séptimo analiza el concepto y las causas generales
de la discriminación que afecta por igual a policías y ciudada-
nos y plantea la necesidad de protección de grupos que re-
quieren de un tratamiento especial (mujeres, pueblos indíge-
nas, niños y niñas, minorías sexuales etc.) por sus condiciones
de vulnerabilidad en el contexto social; proponiendo estable-
cer el papel de la institución policial en relación con esos co-
lectivos.
Los capítulos cuatro, cinco, seis y siete; constituyen una se-
gunda unidad temática del manual; constituida por una expo-
sición sobre conceptualizaciones generales de los derechos
humanos. En ella se analizan tanto su raíz primigenia, enclava-
da en la propia naturaleza humana, su evolución en las nor-
mas que los precisan y delimitan y la institucionalidad que la
humanidad ha creado para garantizar su respeto y protección
en todos los ámbitos de la vida; discutiendo sobre los límites
que pueden afectar los derechos humanos y la responsabili-
dad de los Estados frente a ellos. Referencia obligada es la
definición del Estado de Derecho y la Democracia, asiento
político necesario para la plena vigencia de los derechos
humanos. Avanza en un análisis sobre los grupos que, por sus
características particulares y por razones históricas, han gene-
rado la necesidad de establecer un marco de protección espe-
cial. Grupos que no son ajenos a la composición de las institu-
ciones armadas, tanto en mérito de su función como de su
composición.
La tercera y última unidad temática, compuesta por los capítu-
los ocho, nueve y diez; se concentra un abordaje sociocultural
de diferentes teorías de violencia; en las responsabilidades de
las instituciones armadas militarizadas, frente al Estado y a la
22| Una perspectiva de derechos humanos

sociedad civil, identificando niveles de responsabilidad en que


incurren los autores materiales e intelectuales de violaciones a
los derechos humanos cuando son parte de las mismas. En
ese sentido se desarrollan principios básicos que informan lo
que debería entenderse por la doctrina militar que asimilan y
reproducen todas las instituciones que hacen uso legítimo de
la fuerza del Estado, bajo los principios democráticos de una
sociedad moderna.
El capítulo ocho de esta tercera unidad temática presenta un
enfoque cultural de la violencia institucional, poniendo en
relación la violencia con la producción de conocimiento y el
tratamiento ‘trandisciplinario’ de la misma, al tiempo de pre-
sentar las teorías más difundidas sobre la violencia, de inme-
diata repercusión en las políticas de seguridad.
Examinar las violaciones graves de los derechos humanos,
desde la competencia de los organismos estatales, identifi-
cando los niveles de responsabilidad en que incurren los auto-
res materiales e intelectuales de los mismos; es el objetivo del
capítulo nueve; a la vez que analizar las características y alcan-
ces de los crímenes de lesa humanidad, de los crímenes de
guerra y del genocidio; a la luz del Estatuto de la Corte Penal
Internacional.
Por último el décimo capítulo se conceptualizan las principales
ideas sobre el funcionamiento de las instituciones que hacen
uso legítimo de la fuerza del Estado, presentando los paráme-
tros deseables de las relaciones civiles – policiales; y de las
instituciones armadas en general, bajo los principios democrá-
ticos y en un marco integral de respeto al Estado de Derecho y
a los Derechos Humanos.
La incorporación y adopción de los derechos humanos en la
23| Policías y Ciudadanos
doctrina, principios y valores de las instituciones de seguridad
constituye un factor de primera relevancia para la consolida-
ción de la democracia en el país.

Fernando Pequeño Ragone


PLAN PARA EL FORTALECIMIENTO DE
POLÍTICAS EN SEGURIDAD, JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS.
24| Una perspectiva de derechos humanos

Una mirada modernizadora de la institución policial2


Mientras se acercaba esta fecha, en la que se
conmemora un nuevo aniversario de la creación de
nuestra institución, internamente comienzo en mi,
un espacio y un tiempo de reflexión acerca del pre-
senté que la rodea, imponiéndose un análisis del
actuado, un balance de lo trabajado para la propo-
sición de nuevos objetivos.
En tiempos en que el flagelo de la delincuencia cas-
tiga con sus nuevas figuras a la comunidad, en los
distintos sectores de la vida social se robustecen
los esfuerzos para la concientización general, sobre
el protagonismo que les cabe en la construcción de
un pueblo en paz, para ello, resulta imprescindible
que comunidad y policía trabajen unidas y com-
prometidas en un fin común: su seguridad.
Si bien la capacidad y el trabajo responsable son
indispensables para llevar a cabo esta tarea, la in-
fraestructura, el equipamiento y la adopción de
nueva tecnología también resultan esenciales,
pues sin ellos, todo trabajo resultaría infructuoso.
Es por ello, que el superior Gobierno de la Provincia
a pesar de las limitaciones que atraviesa, realiza
permanentes esfuerzos, en procura de dotar de ca-
pital humano y recursos materiales que den res-

2
Discurso del Jefe de Policía comisario Humberto Argañaráz, en acto conmemorativo del día
de la Policía de la Provincia de Salta, 26 de Marzo de 2009. (El resaltado es nuestro).
25| Policías y Ciudadanos
puesta a la requisitoria de la comunidad.
Prueba de esto, las recientes incorporaciones de
580 nuevos efectivos policiales, provisión de par-
que automotor y equipo de computación entre
otros.
Así también se inauguraron Escuela de Cadetes,
Centro de contraventores, Brigada de Drogas de
Joaquín V. González, remodelación y creación de
dependencias, todas ellas pensadas, planificadas y
concretadas para dar satisfacción a las necesida-
des sociales actuales.
Este tiempo de reflexión me impuso ineludiblemen-
te volver hacia atrás las páginas de la historia de
la Policía de Salta y releer sus pasajes más nota-
bles, con el objeto de indagar sobre su espíritu y
conferirle un nuevo impulso. Analizar esos princi-
pios y valores que conforman la mística policial,
esa que se transmite de generación en generación
y que integran su identidad y cultura.
Y fue en ese desandar que halle la respuesta. La
policía de salta auténticamente es una institución
prestigiosa, sana y trabajadora. Consustanciada
con su comunidad. Conformada por hombres ínte-
gros, honestos, humildes y con una profunda voca-
ción de servicio, consecuentes con sus acciones
públicas y privadas
En resumen, solo es preciso, reordenar algunos as-
pectos y fundamentalmente reforzar aquellos va-
lores que deben sustentar a sus integrantes, ejer-
ciendo un control eficiente para que estos se cum-
plan.
26| Una perspectiva de derechos humanos

A la luz de los últimos acontecimientos es forzoso


reflexionar acerca del significado de ser policías.
Revalorizar el concepto que constituyen las bases
fundamentales sobre las que se sustentan el régi-
men policial universal: la vocación de servicio y la
subordinación.
Sin estos conceptos bien internalizados, conjunta-
mente con la profesionalización de los cuadros, el
sacrificio y el respaldo de todos sus estamentos, es
imposible lograr una buena Policía. Soy un conven-
cido de que todo conflicto o crisis, enfrenta al indi-
viduo con lo mejor y peor de cada uno. Pero solo
los hombres probos son capaces de convertir lo ne-
gativo en un cambio verdadero que posibilite cre-
cimiento y progreso.
Sin duda alguna, el resultado de este crecimiento
se verá reflejado en la credibilidad y confianza que
la policía despierte en su comunidad; y por otro la-
do, en el reforzamiento de ese sentimiento de per-
tenencia que debe sustentar al personal policial.
Es por ello que exhorto a cada uno de los hombres
y mujeres que conformamos esta institución poli-
cial, a alejar todo sentimiento que nos impida
cumplir con el objetivo trazado. A buscar interna-
mente ese llamado a servir y a proteger.
Ser policía no es un empleo más, es una opción de
vida, una condición distintiva que debe elevarnos
sobre la sociedad y que se ejerce las 24 horas del
día durante los 365 días del año.
También es mi deseo dirigirme a la familia poli-
27| Policías y Ciudadanos
cial. A aquellas madres, esposas, hijos y demás
familiares que incondicionalmente se erigen como
pilares, en los que cada efectivo policial se apoya
en los momentos difíciles.
Sin duda, sin la contención de los afectos, el des-
empeño policial seria doblegado por los sinsabores
que inexorablemente, se producen durante el ejer-
cicio de la función específica.
A ella, mi reconocimiento por la fortaleza y la ge-
nerosidad con la que se brindan y colaboran y mi
pedido de que continúen otorgando contención a
sus seres queridos.
Solo me resta agradecer a nuestros santos patro-
nos, el Señor y la Virgen del Milagro por su protec-
ción, y pedirles proyecten su luz de sabiduría y
amor sobre nuestras vidas.

Muchas gracias.

Comisario Humberto Argañaráz


Jefe de la Policía
De la Provincia de Salta
2009
28| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO I
VISION SOCICULTURAL
DE UNA SALTA QUE SE MORDERNIZA

‘Aquí vinieron italianos, turcos,


árabes, rusos, búlgaros, judíos,
eslovacos, polacos, españoles
cada uno con su porción de sueños,
cada sangre su perla irrepetible’.

Teresa Leonardi Herrán3

Salta a principios del siglo xx 4


Cada época y cada tipo de sociedad tienen sus propios pro-
blemas específicos y sus pesadillas, y crean sus propias estra-
tegias para manejar sus propios miedos y angustias. Las políti-
cas de seguridad son parte de esas estrategias.
Comprender cómo ocurrió en nuestra provincia el enfrenta-
miento entre las concepciones de tradición y modernidad,
analizando en su medio y en sus propios términos la historia
social de Salta, es el punto de partida para relacionar la pre-
vención del delito, la seguridad y la historia policial, estable-
ciendo criterios para la construcción de una policía orientada a

3
Poema "Canto al Inmigrante", de Teresa Leonardi Herrán, en Cuadernos del Cesica. Editorial
Hanne. Julio de 1995. Salta.
4
Sobre adaptaciones de los textos ‘La pobreza: configuraciones sociales, relaciones de tutela
y dispositivos de intervención. Salta, primera mitad del siglo xx’, de Sonia Álvarez Leguizamón;
y ‘La historia contada por sus protagonistas. Salta, primeras décadas del siglo XX’, de Myriam
Corbacho y Raquel Adet.
29| Policías y Ciudadanos
un proceso de democratización interior.
Durante la primera mitad del siglo xx en Salta se produjeron
cambios en la composición social y en la manera de gobernar
de los dirigentes políticos, comparables a los ocurridos en Eu-
ropa a mediados del siglo xviii y en Buenos Aires a fines del
siglo xix.
Es un período de desarrollo y consolidación del Estado - Na-
ción en el cual se van integrando áreas geográficas del interior
y sus poblaciones, con el centro del poder estatal detentado
por Buenos Aires. Entre 1900 y 1950 Salta pasa de ser una
aldea ‘semirural’ e ‘incivilizada’ en la que vivían la aristocracia
y sus siervos a una ciudad donde la vida estuvo cada vez más
signada por la intervención estatal para conservar la salud de
la gente y prevenir enfermedades a partir del saneamiento
urbano y del cuidado del ambiente circundante. Por esos años
en la vida familiar y pública, ocurre un desplazamiento del
poder hasta entonces detentado por el ‘patrón’ a un poder del
gobierno estatal sobre la población. El ‘patrón’ en general era
también el ‘jefe del hogar’ de las familias acomodadas, que
disponía además sobre los sirvientes domésticos, los jornale-
ros del campo y de su propia familia. Este cambio va permi-
tiendo el surgimiento tardío en relación al centro del país, de
un mercado de trabajo libre y la conformación de una ciuda-
danía moderna en el sentido de los derechos que hoy le atri-
buimos al ciudadano5. Así, se vive por entonces una tensión

5
‘Ciudadano’ en calidad de ser humano con igualdad de oportunidades y derechos; los cuales
son valores fundamentales vinculados como dijimos con la igualdad y la libertad de las perso-
nas, y con la dignidad, con las garantías para el ejercicio de derechos que incluyen la persona-
lidad y capacidad jurídica; la vida, la salud y la seguridad; el derecho a emitir libremente las
ideas y opiniones; a reunirse y asociarse; así como también la identidad, orientación, opción y
prácticas sexuales, como dimensiones ineludibles de la vida individual y colectiva. Todo esta-
do moderno. Los derechos de todo ciudadano y ciudadana en un estado moderno se mani-
fiestan como facultades y condiciones necesarias para que todas las personas, sin ningún tipo
30| Una perspectiva de derechos humanos

entre quienes intentan modificar y relajar los viejos cánones


sociales y quienes resisten a los cambios para mantener la
vieja sociedad estamental.
En su doble carácter de organismo público del gobierno y de ciuda-
danía, la policía de la provincia acompañó todo ese proceso y se
transformó también paulatinamente en una institución moderna. De
hecho, en muchas ocasiones, desempeñó un papel fundamental para
la producción de esos cambios.

En muchos sentidos el sentimiento de salteñidad6, como una


tradición de la cual sentirse orgullos, es un concepto profun-
damente reaccionario porque ha servido y sirve para encubrir
otras tradiciones perdurables: pobreza y desigualdades, auto-
ritarismo e injusticia, falta de salud y educación.

de discriminación, tengan acceso a una vida digna. Se trata de una internalización de valores
fundamentales que posee la persona humana en todo momento y lugar y que le permiten
vivir en condiciones de dignidad, libertad e igualdad.
6
La ‘salteñidad’ es un concepto diferente para las personas de las clases dominantes y los
ciudadanos comunes. Corbacho y Adet (2002) en su investigación sobre historia oral de Salta,
preguntaron a ciudadanos comunes elegidos al azar: 1.- qué entendían por ‘salteñidad’; y 2.-
qué podrían hacer para mantenerla. Reproducimos las respuestas de una anciana residente
en la zona céntrica, de un estudiante universitario y de un obrero de la construcción.
Anciana: ‘Y bueno... la salteñidad está ligada a la fe. Salta es muy católica. Para mantener la
salteñidad hay que hacer la novena y seguir con mucha fe la procesión para que el Señor del
Milagro nos ayude a mantener nuestros valores’.
Estudiante: ‘La salteñidad es el folklore, hay que cantar y aprender música de aquí. A mí por
ejemplo, me gusta escuchar a "Los Nocheros" porque hacen conocer la música de Salta en el
mundo y venden muchos compacs’
Albañil: … ‘qué va ser la "salteñidad" si nues la empanada, la humita y el vino patero. Si no hay
patero, cualquiera, con tal que sea vino, ta bien’.
Otra concepción de ‘la salteñidad’ es aportada por una anécdota de un ex Secretario de
Cultura de la Municipalidad de Salta, Sr. Leopoldo Castilla quién recibió el airado reclamo de
una vecina:
Vecina: ‘Vengo a denunciar, señor secretario, que hay una comparsa de bolivianos que van a
desfilar con el poncho salteño ¡Esto es una vergüenza, no puede ser!... A ver si me hace las
gestiones para que dejen de estropear la tradición y que el poncho no lo ande usando cual-
quiera’.
31| Policías y Ciudadanos
Durante la primera mitad del siglo xx en la provincia, dos son
los procesos que organizaron la vida en sociedad y configura-
ron las tensiones de dominio –sea como ayuda social, como
control político, como subordinación económica– entre las
élites locales y las clases menos favorecidas: la vieja caridad
religiosa con simientes en la época colonial, y la beneficencia
que por entonces se va convirtiendo de religiosa a laica; por
un lado, y las ideas higienistas7 de nuevos funcionarios de un
Estado que va creciendo en la asistencia pública. Los médicos
y profesionales de la aristocracia salteña se formaban en la
Universidad de Buenos Aires o de Córdoba donde las ideas
higienistas estaban en ebullición y luego desarrollaban su pro-
fesión en una provincia donde las transformaciones que se
producían en el litoral llegaban muy lentamente. Muchos de
esos profesionales médicos y abogados fueron gobernantes y
funcionarios del Estado que promovían medidas higienistas a
través de una mayor participación del mismo en la asistencia
pública; y como miembros de la élite gobernante también es-
taban emparentados con la beneficencia y participaban de las
acciones e ideas de las instituciones benéficas tradicionales.
Fueron años de puja entre los promotores de la caridad laica y
los promotores del higienismo estatal.
Sin embargo, como ocurre en cualquier proceso de cambio social, los
actores que promovían los cambios y quienes detentaban capacidad
de decisión política, no se encontraban de un lado o de otro, sino que
estaban emparentados por lazos familiares, de clase, de concepcio-
nes en común de la vida, de intereses económicos encontrados.

7
El higienismo surge concomitantemente con grandes avances en la bacteriología. Se confi-
gura en base a la preocupación por la prevención de enfermedades de la población, atribuidas
por entonces al medio ambiente y a la necesidad política de instituir una profilaxis social
fundando un imaginario de igualdad social, sobre la base del ahorro y la capacidad para el
trabajo industrial.
32| Una perspectiva de derechos humanos

De cualquier manera todos esos intereses trazaron en el tiem-


po un cambio irreversible hacia la modernidad 8 con la exten-
sión de derechos de ciudadanía, un mercado de trabajo libre,
cobertura social y una sociedad menos estamental y más laica.
Hacia la primera década del siglo xx otra idea se sumaba a la
caridad y al higienismo para mediar las relaciones sociales: la
creencia que las diferencias entre grupos humanos eran el
resultado de distintas etapas en su evolución9, imaginando la

8
En cualquier estructura social os cambios pueden ser: 1.- estructurales direccionales, con
diferenciación e integración crecientes; 2.- estructurales direccionales con diferenciación e
integración decreciente; 3.- estructurales sin diferenciación ni integración; 4.- sin transforma-
ciones de la estructura, cuando únicamente se produce diferenciación e integración. A la vez,
todos pueden encontrarse actuando en la sociedad al mimo tiempo. Por este motivo pueden
observarse cambio intermedios y hasta en direcciones opuestas.
Debido a que las pautas de control emotivo son diferentes según las clases sociales, y en cada
sociedad, no se puede considerar un solo momento del desarrollo social para entender los
cambios en las estructuras sociales tanto como en los de la personalidad de la gente que las
compone.
En general cuando desde una visión evolucionista de habla de cambio social, no se distingue
entre los deferentes tipos de cambio social. La estructura del Estado-Nación implica un cam-
bio direccional con mayor diferenciación y mayor integración social en el sentido de un cam-
bio estructural direccional; el que de ninguna manera puede confundirse con una evolución
en el sentido de un progreso automático (característica del pensamiento científico del siglo
xix), ó no direccional (característica del siglo xx). Siempre que se habló del evolucionismo,
tanto entre los científicos como entre la gente común, se consideró al individuo como si
existiese fuera de la sociedad y a ésta como si existiera fuera del individuo. Hoy día no puede
pensarse la sociedad donde el individuo aislado más allá de la misma es la única existencia
real; y a la sociedad como abstracción. Tampoco es suficiente hablar sobre la sociedad como
sistema , como una realidad que está más allá del individuo. (Elias, Norbert. 'El proceso de la
civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas'; pp13-25. Fondo de Cultura
Económica. Bs. As. 1968)
9
El evolucionismo, entendido en su sentido amplio, como un conjunto de nociones —
jerarquía de las especies, lucha por la vida, selección— llegó a ser con toda naturalidad, no
sólo un modo de transcribir el discurso político en términos biológicos, y no sólo un modo de
ocultar bajo una cobertura científica un discurso político, sino un modo de pensar las relacio-
nes de enfrentamiento, ‘una especie de extrapolación biológica del tema del enemigo políti-
co” y más tarde ‘como un modo de regenerar la propia raza’.
33| Policías y Ciudadanos
civilización en las ciudades y la barbarie en el campo10.
Mucho más marcadamente que en la actualidad globalizada,
en la primera mitad del siglo xx no existió una, sino varias Sal-
tas. Las ‘saltas urbanas y las saltas del interior’. Es necesario
evidenciar en este imaginario social otra vieja dicotomía: cen-
tro- periferia. Resulta imposible ignorar el atraso y abandono
del interior de la provincia frente a las innovaciones de la ciu-
dad capital, por aquellos años, y en la actualidad. Dicotomía
que abreva en el viejo sistema impuesto por las potencias
dominantes que hicieron prevaler el Puerto sobre el resto del
país. Tal modelo convirtió a Salta en periferia de la periferia. El
modelo se multiplicó en cada una de las pequeñas ciudades
del interior donde se desdoblaba y reproducía en forma simi-
lar: Salta capital frente a sus jurisdicciones del interior y los
municipios del interior frente a sus propias periferias.
En todo el territorio nacional, la puja entre los tradicionales
sectores acomodados que comandaban el país desde hacía
cien años y los nuevos grupos sociales de grandes masas de
inmigrantes que desde 1870 llegaban al puerto de Buenos

10
En la sociedad salteña esta idea tiene aún mucha fuerza y genera visiones estamentales y
racistas –por tanto discriminatorias– de los problemas sociales y de las diferencias entre
grupos en relación a las demandas de derechos. Para entenderla en toda su magnitud es útil
remitirse a la obra clásica ‘Facundo’, de Domingo F. Sarmiento. En ella propone explicar la
historia argentina como el resultado del conflicto entre dos etapas distintas de su evolución
social: la civilización representada por las ciudades y la barbarie localizada en la campaña. El
libro a partir de la figura del caudillo riojano, Facundo Quiroga, y de las luchas entre federales
y unitarios, sintetiza estas ideas. La solución a la barbarie se plantea a través de la educación
de los habitantes, para sacarlos de la ‘degradación moral y de raza en la que han caído” y la
incorporación, a la sociedad actual, de nuevas razas. Lo primero se concreta a partir del
fomento de la educación pública y gratuita; y lo último, por medio de una política migratoria
masiva promovida en países europeos. En otra e sus obras –’Conflictos”–, plantea que el
germen de la decadencia de América Latina ha sido su mestizaje, la falta de primacía de la
raza blanca y la inferioridad de los españoles con relación a los sajones. Las diferencias étnicas
se traducen, según él, en una disparidad de civilizaciones y en diferentes aptitudes para la
vida política.
34| Una perspectiva de derechos humanos

Aires –los que eran percibidos como amenazas para los secto-
res de poder– desencadenaron un sentimiento nacionalista y
diversas estrategias políticas para neutralizarlos por parte de
los grupos de poder en Argentina. En las dos primeras décadas
del siglo xx los inmigrantes11, provocaban el reto más fuerte, el
mantenimiento del ‘orden social’. Un segundo desafío, fue
integrar la población argentina descalificada e invisible a la
generación del 80’: los campesinos mestizos del interior, de
gran incidencia en la conformación social de la región del no-
roeste. En estas luchas el sentimiento a lo ‘nacional’ intentaba
recuperar lo tradicional y la figura del ‘gaucho’ que hasta en-
tonces había sido considerado subordinado a la cultura blanca
y europeizante.
La inclusión que se pretende de estas poblaciones a la ‘nacio-
nalidad’ es vista como fruto de la fusión de razas que se había
imaginado en el momento fundacional del Estado Nación
hacia 1810, cien años antes.
En todas estas luchas la policía fue una herramienta principal,
foco de miradas y estrategias de la elite política para movilizar
y conservar su poder 12.

11
Sus ideas y las luchas estaban representadas y organizadas por grupos anarquistas y socia-
listas fundamentalmente. Sintetizaban la tradición de las luchas obreras europeas enraizadas
en el siglo xviii, originantes y originadas por los dos procesos democratizadores socio-políticos
más trascedentes y profundos de la cultura occidental: la Revolución Francesa y la Declara-
ción de la Independencia Americana.
12
Corbacho y Adet (2002) se refieren al tema recuperando las voces de dirigentes y vecinos
de aquellos años. En la segunda década del siglo xx y a pesar de la ley electoral, las elecciones
continuaron siendo fraudulentas. Las llevadas a cabo en 1913, no fueron la excepción. La ley
electoral sirvió para poner al desnudo el paternalismo imperante en Salta y las dificultades
reales para modernizar el estado, sanear la política y la economía provincial. En otras pala-
bras, continuaba casi sin variantes, el dominio de las prácticas de la sociedad tradicional.
El fraude electoral se hacía en forma tan descarada en la provincia que, para garantizar la
vigencia de la ley del voto universal y secreto, fueron necesarias tres intervenciones federales
35| Policías y Ciudadanos
Durante la primera mitad del siglo xx, las ideas de la élite se
sintetizan en el higienismo y su principal estrategia: aumentar
la productividad del trabajo, mejorar la ‘raza’ desde un punto
de vista eugenésico y desarrollar sistemas compensatorios de
‘protección’ para los pobres. Las prácticas higienistas se mate-
rializan a través de instituciones que coordinan tanto las curas
médicas, como la producción del saber y las campañas ‘educa-
tivas’ y moralizantes. En la Argentina, y en Salta, las ideas y
prácticas políticas del higienismo adquieren un carácter cla-
ramente racista que se mantiene luego en la etapa de consoli-
dación del Estado de Bienestar. Son los higienistas quienes
hablan de enemigos que se quiere suprimir —no los adversa-
rios en el sentido político del término— por los peligros, ex-
ternos o internos, en relación a la población y para la pobla-
ción. Por esa época el discurso del poder y el discurso biológi-
co sintetizó un mecanismo que ordenó a las clases subordina-
das produciendo un cambio social sin precedentes en la pro-
vincia y en el país.

De la aldea a la ciudad moderna


La ciudad de Salta a principios de siglo era una aldea de fuer-
tes tradiciones hispánicas, con una estratificación social seg-
mentada entre la oligarquía criolla que se vanagloriaba de su
origen patricio, por un lado; y los artesanos, el personal de

enviadas una tras otra por el gobierno nacional. El primer interventor fue el cuestionado Dr.
Emilio Giménez Zapiola, quien, apenas llegado a Salta anunció desde las páginas de Nueva
Época: ‘[...] Las policías serán íntegramente renovadas y ocuparé para ello a oficiales del
Ejército. Desde ya puedo decir que llegadas las elecciones el Jefe de Policía seré YO mismo’.
Un trabajador de la ciudad, don Felipe Eduardo, salteño de 95 años, herrero artístico, recuer-
da al primer interventor federal, Emilio Giménez Zapiola, con particular buen humor: … ‘El
interventor que ha venio aquí era un magnate de la carne, ese Gimenez Zapiola, radical
pues. Ese hombre traía un odio concentrao. Era tocarlo nomás pa que reviente ¿no?... Ha
hecho dos cosas, ha sacao a todos los comisarios de todos laos y ha puesto oficiales milita-
res’ ((1918) Diario "Nueva Época". Salta. En Corbacho y Adet, 2002)
36| Una perspectiva de derechos humanos

servicio doméstico, trabajadores conchabados y escasos traba-


jadores independientes13.
Había un imaginario racista que vinculaba el bajo crecimiento
poblacional con la mala salubridad de la provincia. A principios
del siglo y hasta los ’40 se mantenían relaciones semiserviles y
formas de trabajo forzado como la institución del conchabo,
sobre todo dentro de las fincas de la aristocracia criolla; situa-
ción que retardó el arribo de grupos inmigrantes europeos.
Este escenario unido a una sobrevaloración de sí mismos por
parte de la élite local en relación a los migrantes nuevos, con-
dujo a una actitud de rechazo, opuesto a la actitud de apertu-
ra y promoción de la migración que cultivaron las elites de la
pampa húmeda hasta los 30’.
En Salta los inmigrantes fueron percibidos como una amenaza para el
orden social, dada la característica fuertemente endógena de la oli-
garquía local, hasta los ‘70.

A los migrantes ‘nuevos’ como italianos, españoles, árabes y


judíos que comienzan a llegar a la ciudad de manera muy pau-
latina y, en general, a la gente que no estaba establecida des-
de algún tiempo en Salta, se los denominaba ‘arribistas’ o ‘pa-
racaidistas’.
Otra característica, en esa época, fue la importancia de los
vínculos que tenía la elite local con la oligarquía porteña. Salta
fue una de las provincias que más presidentes y ministros pu-

13
Las profesiones que predominaban en la Salta de fines del siglo XIX, eran comer-
ciantes, tenderos, almaceneros, hiladores, tejedores, labradores, carpinteros, es-
tancieros y hacendados, sastres, talabarteros, herreros y curtidores. Los conchaba-
dos y siervos domésticos no figuran en sus registros como profesiones. (María Inés
Garrido de Solá (1984: 308) ‘La vigencia del programa de la generación del 80’, en
Estudio Socio-económico y cultural de Salta, Tomo III Área Historia. Consejo de
Investigaciones, Universidad Nacional de Salta. En Sonia Álvarez 2004)
37| Policías y Ciudadanos
so en el gobierno nacional durante la República y hasta me-
diados de siglo xx, lo que le dio un poder adicional para man-
tener su fortaleza14. Existía una clara división entre el grupo de
la elite que se autodenominaba ‘gente decente’ y ‘depositaria
de todas las virtudes sociales’ y otro grupo denominado ‘gente
inferior’. El pensamiento predominante de esta elite era his-
panista, conservador y racista. La política se circunscribía a un
grupo de ‘elegidos’ que debían respetar y representar estas
tradiciones15.
La riqueza de las familias de mayor influencia en el período
anterior a la primera guerra mundial —las primeras dos déca-
das del siglo xx—, estaba centrada en la exportación de gana-
do a Chile por la importancia de la actividad económica del
salitre. Por esos años la economía salteña experimenta una
crisis muy fuerte. La riqueza y el prestigio que había adquirido
durante la época colonial, se habían fundado principalmente
en su localización geográfica estratégica respecto al comercio
con el Alto Perú. Posición que la convertía en una especie de

14
Hasta 1916, con la excepción de la oligarquía tucumana, los salteños habían
jugado un rol muy importante en la política y burocracia nacional, más que cual-
quier otra oligarquía del interior. José E. Uriburu y Victorino de la Plaza ambos
habían servido como Vicepresidentes y Presidentes de la Nación. Uladislao Frías,
Benjamín Zorrilla, Francisco J. Ortiz, Miguel S. Ortiz, Eduardo Wilde, Damián Torino,
Miguel Tedín, Carlos Ibarguren y Francisco Uriburu todos ellos tuvieron cargos de
ministros de la nación durante el régimen oligárquico (Hollander, Frederik alexan-
der. ‘Oligarchy and the politics of petroleum in Argentina: teh case of the Salta
oligarchy and Standard Oil, 1918 – 1933’. University of California. Los Angeles.
Xerox University Microfilms. 1976: 180-181. En Sonia Álvarez 2004: 217).
15
El siguiente texto de Robustiano Patrón Costas, en ese entonces, uno de los políticos más
significativos de la época expresa esta visión elitista de la política. ‘El político es hombre de
ciencia que dentro de la etnia de esas mismas multitudes, tiende con propósitos morales y
sanos a la organización del Estado.” La identidad nacional la constituye ‘el respeto a las tradi-
ciones de nuestra historia y de la raza en el sentido de las creencias...” (Robustiano Patrón
Costas, Discurso de fundación del partido Conservador, Diario La Provincia, 19/04/09, citado
por Rubén Correa y otros, 1999. En Sonia Álvarez 2004).
38| Una perspectiva de derechos humanos

puerto seco o lugar obligado de paso en el intercambio y


transporte de productos, en especial del tráfico de mulas.
Luego de las guerras de la independencia, que tuvieron un
efecto desastroso sobre la riqueza de la ciudad y su territorio,
la economía se sobrepuso gracias al ganado que se exportaba
para Chile.
Después de este período, Salta entra en un empobrecimiento
generalizado, tanto por parte de los dueños de la tierra como
de los sectores populares16. Hasta 1930, el crecimiento de-
mográfico y espacial de la ciudad era muy lento17. El analfabe-
tismo había disminuido en el país, pero Salta continuaba entre
las provincias que mostraba los porcentajes más altos18.
A pesar de mantener las características de una pequeña ciu-
dad de provincia, hacia 1930 se había ampliado su base social
por una incipiente inmigración interna lo que sumada a la ca-
rencia de regulaciones del trabajo daba como resultado una
situación social deplorable para las clases trabajadoras.
La pintura de época la recuerda no ya como una aldea, como a

16
En 1921 un diario local comentaba al respecto: ‘Un punto de vista muy importante es el
económico: consistente en nuestro caso, en el éxodo de capitales, desvalorización de las
tierras, falta de producción, encarecimiento de la vida, falta de mercados de consumo, defi-
ciencia en las leyes impositivas, ignorancia proverbial de los remedios que hay que asimilar
para contrarrestar los efectos que producen esos males en la vida económico - financiera de
Salta’. ((1921) Diario "El Cívico Intransigente". Salta. Julio. En Corbacho y Adet, 2002)
17
Salta se funda en 1582 con un perímetro original de 80 hectáreas aproximadamente. Luego
de casi tres siglos, a finales del siglo XIX, no había alcanzado a duplicar su extensión original a
través del amansamiento progresivo. Recién en 1930 se comienzan a anexar superficies de
tierra de uso agrícola bajo la forma de loteos, forma de ocupación del suelo que se convierte
en predominante entre 1947 y 1960. (Aguilar, Álvarez, Sbrocco; ‘Los sectores populares y la
ocupación del suelo en la ciudad de Salta’. 1993, mimeo. En Sonia Álvarez 2004).
18
En 1914 el porcentaje de analfabetismo de la población total del país era de 35% y en la
provincia de 55%. En 1947 estos números habían bajado sensiblemente, la media nacional era
de 13,6% y en Salta llegaba a 34,3%, aunque seguían siendo muy altos (Anuario General
Güemes, 1949. En Sonia Álvarez 2004).
39| Policías y Ciudadanos
principios de siglo xx, sino como una ciudad con cierto aire de
cosmopolitismo. Esto era visualizado por la aristocracia local,
como causa del relajamiento de los valores tradicionales y
conservadores de su estilo de vida. El cambio se debía, en gran
parte, a la escasa migración italiana, árabe y judía que había
llegado antes de 1930, y de la incipiente clase media que co-
menzaba a formarse en las universidades del país. A pesar de
la paulatina profesionalización de los estratos medios y altos,
el número de médicos y abogados, a mediados de la década
del 40’ en la ciudad no superaba los sesenta19.
Salta acompaña los procesos de asalarización e industrializa-
ción en menor medida que la nación. El número de obreros
ocupados en la provincia se quintuplica de 1935 a 1943; pro-
ceso que muestra ya la conformación de un incipiente merca-
do de trabajo libre, aunque se mantenían todavía relaciones
de conchabo20.
Las actividades industriales se centraban en la explotación del
petróleo, los ingenios azucareros en la zona de la selva Ora-
nense y del Valle de Siancas y, la vitivinicultura en los Valles
Calchaquíes. En el norte, en el departamento de San Martín,
que incluye a las localidades de Vespucio y Tartagal, se localizó
la actividad petrolera. Esta estuvo asociada, desde sus inicios
—cuando se instaló la Standard Oil—, a relaciones capitalistas
e inversión extrajera; hasta que Yacimientos Petrolíferos Fisca-
les se hizo cargo de las explotaciones.
Como hemos dicho, la división más radical de esta sociedad

19
(Anuario General Güemes, 1949: 28).
20
En la década del 1940, el área total cultivada en la provincia era de aproximadamente de
135.000 hectáreas; los campos naturales de pastoreo abarcaban, 1.000.000 hectáreas, sobre
una superficie total de 15.477.500 hectáreas. (Fuente: informe oficial (1921) Publicación
Oficial. Memorias de gobierno de Joaquín Castellanos. En Corbacho y Adet, 2002).
40| Una perspectiva de derechos humanos

estamental era entre la gente decente21 y la denominada gente


inferior.
Escritores de la élite hacia la primera década del siglo inventan una
tradición de superioridad a partir de la visión que reproducen, natu-
ralizando la supremacía racial, social, y moral de las familias acomo-
dadas de la ciudad por descender de la nobleza española conquista-
dora. Sin embargo, la conquista fue realizada por segundones o ex
convictos que se casaron con nativas, por lo que la ascendencia de
una nobleza europea forma parte de una construcción imaginaria.

La ‘gente decente’ se considera una ‘raza’ superior, cuyos esti-


los de distinción social permitían y reproducían la dominación
servil que practicaban con la ‘gente inferior’, quien les debía,
por ‘ley natural’, deferencia y servidumbre. La superioridad
que se auto adjudicaban no se refería exclusivamente a sus
vínculos con la población criolla o nativa a la que tenían bajo
su servidumbre. También los migrantes recientes que vivían
de oficios, trabajando en forma independiente, eran conside-
rados ‘inferiores’. La distinción social era claramente estamen-
tal, no económica. La clase inferior, plebeya, baja y pobre es-
taba conformada entonces, por los artesanos de la ciudad y

21
La gente decente, como se llamaba a sí misma la aristocracia local, es caracterizada por
Bernardo Frías, a principios del siglo XX, en un ensayo de interpretación social de la ‘sociedad
salteña” como originaria de ‘clase noble y aristocrática” fruto de ‘ley natural”, a diferencia del
‘vago y aventurero” o ‘de quebrada fortuna”, que llegaba a América. Frías afirmaba que
‘Salta, por su importancia comercial, fue, desde antiguo, sitio elegido de la inmigración espa-
ñola de clase noble y aristocrática que en gran abundancia acudió a ella como a Lima”. Fun-
damenta la ‘nobleza” de la gente ‘decente” en base a la conformación de lo que denomina
‘casas” de linaje, las que derivarían de la nobleza española. Según el autor la mayoría de ‘esta
noble inmigración que recibía el vecindario de Salta fue, como lo atestiguan los apellidos de
las antiguas familias y las ejecutorias del linaje, de la nobleza castellana y vascongada, que era
la porción de la población española más honorable y fuerte”. (Frías, Bernardo [1902]1971: 97-
99. Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta o sea de la independencia
argentina, Tomo I. Prólogo del Dr. Atilio Cornejo, Ediciones de Palma. Bs. As.) (Fuente en la
biblioteca del Archivo Histórico de Salta, citado en Sonia Álvarez 2004: 221)
41| Policías y Ciudadanos
habitantes de los campos de origen nativo, más los de la clase
baja venida de España, tenderos, pobres, pulperos, hortela-
nos, arrieros, maestros de primeras letras y sacristanes. Estos
trabajadores independientes y profesionales incipientes, co-
menzarían a conformar los futuros sectores medios. Luego a
mediados de siglo, podrían devenir en burgueses.
Entre los ‘habitantes del campo de origen nativo’ —según el
decir de quienes inventaron la tradición que colocaba, como
una cuestión natural, en un status de superioridad social a las
familias acomodadas descendientes de nobles conquistadores
españoles— el arquetipo en el ámbito nacional y provincial de
clasificación de la gente inferior lo constituyó el gaucho. El
gaucho es el producto del mestizaje entre indígenas y españo-
les, devenido obrero criollo o trabajador a mediados del siglo
xx. Sin embargo en el imaginario de las elites de la Pampa
Húmeda este gaucho desaparece: una ‘raza’ que quedó en las
provincias del norte, luego de la influencia de la migración
sobre el litoral.
Por entonces, en base a la visión superior que de sí misma
poseía la élite criolla salteña, y de acuerdo a la voz de los auto-
res inventores de tradición; incluía entre la gente decente un
‘tipo’ muy particular: el ‘gaucho decente’22.
El criollo en este imaginario de ‘gente decente’ y ‘gente infe-
rior’ se asocia al vago que ‘ama la vida sin esfuerzo’, resistente
a las influencias europeas e intolerante, incivilizado y bárbaro,
de acuerdo al pensamiento racista y evolucionista de la época.

22
Este sería una suerte de híbrido entre la gente decente y el gaucho. Entre ‘los gauchos
decentes’, ‘se contaban casi todos los hombres distinguidos de la época. Hombres de ciudad y
educados, hijos de buena casa, doctores muchos de ellos y casi todos de familia acaudalada’.
Una decencia natural proveniente de la influencia vasca y castellana sobre las familias locales,
además de la ‘educación física que se recibía entonces’, lo que produjo ‘una raza de hombres
de constitución vigorosa y robusta’ (Frías, Bernardo [1902]1971: 147. En Sonia Álvarez 2004).
42| Una perspectiva de derechos humanos

La institución servil fundamental que permite la fijación del


trabajador al patrón es la del conchabo, la que se mantiene en
Salta, casi hasta finales de la década del 30’. La relación de
sujeción del conchabo se ejerce tanto en la finca como en las
casonas de residencia urbana de las elites. Los peones y sir-
vientes a jornal, ‘los conchabados’, se encontraban controla-
dos y fijados a la tierra por el poder del patrón y el registro de
la policía. En el Reglamento de la Policía de Salta de 1878 que
regulaba el conchabo, hasta 1920, se puede observar la forma
de ‘policiamiento’ que sobre los trabajadores y su familia eje-
cutaba el patrón23. Eran entonces, el patrón y la policía la ins-
tancia de control sobre los pobres, siendo además quienes
ejercían los dispositivos de represión sobre los ‘vagos’.
El relajamiento de las leyes de conchabo y el poder policial, fueron
cambiando de un control que ejercía el patrón y padre de familia de-
cente, secundado por el jefe de policía; a un control de las conductas
de los ciudadanos y trabajadores libres, ya no fijos a la tierra, por una
policía que se modernizaba con la sociedad.

En Salta, la ruptura con el antiguo régimen colonial es mucho


más tardía y, por tanto también lo es, la conformación de un
mercado de trabajo libre. Esta ruptura se produce recién entre
1930 y 1945 con la relajación progresiva de las relaciones se-
miserviles y de las leyes de conchabo24. Los controles y penali-

23
‘La policía llevará un registro de los peones y sirvientes a jornal en el que se haga constar su
ocupación y el patrón a quien sirven. Las papeletas se renovarán una vez por año en todo el
mes de Junio pagando el patrón por los peones a jornal dos reales por cada uno, y un real por
los sirvientes matriculados, cuyas papeletas, si se inutilizaran durante el año abonada, se
reharán sin más erogación’ (Art. 51). ‘Todo el que quiera conchabar un peón ó sirviente, está
en el deber de pedir a éstos el papel de desconchabado de su patrón anterior, ó el certificado
de la Policía de estar libre para conchabarse’ (Art. 55). (Ley de Conchabo)
24
Los Reglamentos de la Policía son de 1856, 1863, 1878 y 1939. El Código Rural de 1884,
sancionado éste durante el gobierno de Juan Solá y redactado por Alejandro Figueroa y
Robustiano Patrón Costas, luego gobernador de Salta y candidato a presidente de la Nación a
43| Policías y Ciudadanos
zaciones sobre el conchabo se realizaron a partir de mediados
del siglo xix y hasta 1939, por medio de los Reglamentos Poli-
ciales y del Código Rural de 1884.
La constitución de la Argentina como Estado moderno, había
implicado una serie de transformaciones. Una de las principa-
les fue el paso de las relaciones serviles o esclavistas a las rela-
ciones salariales del trabajo libre urbano. Modificación que
hizo posible, más tarde, la conformación de un mercado de
trabajo nacional. La Constitución de 1853, liberaba todas las
formas de sujeción al trabajo, formalmente. Sin embargo se
mantienen leyes de control al vagabundeo que fijaban a las
personas a las relaciones de patronazgo o que las obligaban a
formas de trabajo asalariado, bajo la amenaza de encierro en
instituciones disciplinares, como cárceles y hospitales genera-
les o el trabajo forzado cuando no siempre se cumplía con las
reglamentaciones.
En la ciudad de Buenos Aires, la conformación de un mercado
de trabajo urbano, se realiza gradualmente durante la segun-
da mitad del siglo xix. En dicha conformación tienen funda-
mental importancia: la represión a ‘vagos y malentretenidos’,
la libreta de conchabo y la amenaza de la autoridad militar;
todos sistematizados por el Código Rural de 1865. La escasez
de mano de obra se compensa con la inmigración transatlánti-
ca que se masifica desde finales de la década de 1870. Hacia
1880 el mercado de trabajo funciona de manera predominan-
temente libre, siendo que la mitad de los activos del campo y
la ciudad estaban ya asalariados en el sector capitalista. Ese
proceso ocurrió en Salta cincuenta años más tarde.

mitad del siglo XX. (Michel, Azucena; Savic, Elizabeth y Pérez de Arévalo, Lilia. ‘El Conchabo
como instrumento de control social. Salta 1832 – 1939’; en Cuadernos de Humanidades N° 8,
1996: 244. En Sonia Álvarez 2004: 218).
44| Una perspectiva de derechos humanos

La seguridad en la aldea del centenario y en la ciudad


globalizada del bicentenario
De acuerdo con Num25, las tensiones de transformación social
enunciadas, conformaron un clima particular en relación a la
seguridad pública hacia 1910. Desde distintos ángulos y desde
diversas corrientes políticas y filosóficas, los festejos del ‘cen-
tenario’ hicieron consolidar la idea de patria como un valor
fundamental y como sentimiento que tendía a anular las dife-
rencias y a integrar los grupos, clases y regiones, marginados
de la ‘Argentina blanca’ de la Pampa Húmeda.
Nuestro primer Centenario se celebró en un clima de alta in-
seguridad. Pocos días antes del 25 de mayo de 1810 se había
declarado el estado de sitio en el país. Era una inseguridad
básicamente política, era el temor al inmigrante, al desconoci-
do, y especialmente al movimiento obrero en sus manifesta-
ciones anarquistas.
Hoy en día enfrentamos otras clases de inseguridades. Si-
guiendo a Bauman26, existe un temible divorcio entre poder y
política, socios hasta hoy inseparables en el estado-nación. En
todo el mundo, dice, la población se divide en barrios cerra-
dos, villas miseria y quienes luchan por ingresar o no caer en
uno de esos guetos. A principios del siglo xxi todos estamos
interconectados y somos interdependientes. Sin embargo no
resulta probable que esa interdependencia redunde en una

25
José Num es Secretario de Cultura de la Nación durante el período 2008 – 2011. En Pala-
bras de apertura al foro Seguridad y Ciudadanía, en el marco de las actividades del Bicentena-
rio. Buenos Aires, 2008. (En Kessler, G. 2009: 9-13)
26
‘Un mundo nuevo y cruel’. Entrevista con Zygmunt Bauman. En Revista Ñ, 18 Julio 2009.
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/07/18/_-01960446.htm
45| Policías y Ciudadanos
uniformidad cultural, por lo que se luchaba en los años del
primer Centenario. Los grupos dirigentes, las clases políticas,
las que se adjudican la superioridad de sí, están llamados hoy
a desarrollar, aprender y practicar el arte de vivir con diferen-
cias, el arte de cooperar sin que los cooperadores pierdan su
identidad, a beneficiarse unos de otros no a pesar de, sino
gracias a las diferencias. Y las instituciones que intervienen en
la seguridad pública, como la policía, parte de un estado na-
ción debilitado ante el poder económico internacional, tiene
un papel fundamental en esta empresa por su rol articulador
entre el poder político y la ejecución de políticas de seguridad
en la ciudadanía. Las potencias que determinan la vida, las
condiciones y las expectativas que puede tener un ciudadano
común; son hoy día globales, pueden ignorar las fronteras y
las leyes del estado, mientras que la mayor parte de los ins-
trumentos políticos siguen siendo locales y de una completa
inadecuación para las enormes tareas a abordar.
A diferencia del racismo y la xenofobia que atravesaban las
políticas de seguridad en el Centenario, y de las estrategia del
poder político de aquella época para homogenizar a los inmi-
grantes bajo un sentimiento de nación, de pertenencia a una
patria; por estos días la angustia aterradora y paralizante tiene
sus raíces en la fragilidad y la inevitable incertidumbre de la
posición y las perspectivas sociales. Por un lado, se proclama
el libre acceso a todas las opciones imaginables; por otro lado,
todo lo que ya se ganó y se obtuvo es siempre precario y podr-
ía perderse y retirarse en cualquier momento.

Nuestros abuelos lucharon con valentía por la libertad. Nosotros pa-


recemos cada vez más preocupados por nuestra seguridad personal.
Todo indica que estamos dispuestos a entregar parte de la libertad
que tanto costó a cambio de mayor seguridad. Esta es la discusión
46| Una perspectiva de derechos humanos

central en la visión sobre la seguridad y su directa repercusión en las


posibilidades reales de democratización de las instituciones militari-
zadas de seguridad.

Sería lamentable que el pensamiento progresista quede an-


clado en la nostalgia del pasado y el pensamiento conservador
se adueñe del futuro.
Desde el sentido común y poco reflexivo que muchos medios
de comunicación se empeñan en sostener; se presenta a la
crisis institucional generalizada como constituyente y causa
primera de los problemas sociales de inseguridad y violencia.
Sin embargo, un debate informado implica partir de la posi-
ción contraria: la inseguridad y la violencia social, económica y
política que la sociedad viene padeciendo en estos últimos
treinta años es la causa última de la crisis institucional. En
otras palabras, es la consecuencia y no la causa.

De regreso al pacto moral


¿Cómo hacen para vivir personas guiadas por un individualis-
mo brutal cada una de las cuales trata de obtener ganancias a
costa del otro? Cuando median las reglas morales que mode-
ran lo que de otro modo sería una guerra de todos contra to-
dos. Es la dimensión moral e intelectual la única capaz de equi-
librar una búsqueda desenfrenada de ventajas individuales.
Las instituciones son ideas, son valores puestos en acto. La
idea de justicia se pone en acto a través de los tribunales, de
las facultades de derechos, del sistema judicial. La idea de
producción y difusión de conocimientos se pone en acto a
través del sistema educativo. La idea de protección de la vida
se pone en acto a través de las instituciones sanitarias, de los
47| Policías y Ciudadanos
ministerios de salud, de los hospitales. Una sociedad bien in-
tegrada es aquella donde prima la ética, donde las institucio-
nes responden a las ideas para las que fueron creadas, donde
las personas confían en esas instituciones y piensan que todas
las personas sienten la misma confianza. Cuando las institu-
ciones no responden a los fines para los que fueron creadas,
las personas se repliegan, se vuelven desconfiadas , de las ins-
tituciones y de la gente que tienen cerca. Llegamos al proble-
ma de la relación entre seguridad y ciudadanía, entre seguri-
dad y democracia: ente policías y ciudadanos.
48| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO II
CONSIDERACIONES PARA
UNA POLICIA DEMOCRÁTICA27

Objetivo: Definir el marco de actuación de la institución policial en una


sociedad democrática a partir de conceptualizaciones que permitan rela-
cionar la prevención del delito, la seguridad y la historia policial, estable-
ciendo criterios para la construcción de una policía orientada a un proceso
de democratización interior.

1.- Componentes de la militarización


¿Cuál es el papel de la Policía en el gobierno de una sociedad
democrática?
La policía es una institución que evoluciona y se transforma a
sí misma en el tiempo, a partir de su composición interna, de
los jefes que la comandan, de su relación con el poder político
y la sociedad en general, de las funciones que en cada época
sus integrantes tienen y creen tener; en definitiva, de la mira-
da que sus propios miembros tienen de sí mismos como parte
de la institución. Su transformación está íntimamente ligada al
cambio que sufre la noción social de ‘seguridad’, y su contra-
partida la ‘inseguridad’. En los primeros cincuenta años del
siglo xx Salta evolucionó de la aldea a la ciudad moderna. Una
parte de su ‘gente decente’ se modernizó también en la conti-
nuidad histórica de la construcción de hegemonía política,

27
El presente capítulo se desarrolló sobre adaptaciones del Manual de Seguridad Preventiva
y Policía Comunitaria. Guatemala. IEPADES. De León Escribano y otros. Ver bibliografía.
49| Policías y Ciudadanos
social, de usos y costumbres, de ciudadanía, de derechos; por
parte del Estado; concomitantemente las clases subordinadas
se adaptaron y reconstruyeron en un juego simultáneo sus
usos y visiones del mundo. En su doble papel de dominador y
dominado, la institución policial se adaptó y cambió. Entender
ese cambio para poder visualizar lo que sería una policía mo-
derna democrática hace necesario historizar la policía local28 y
las concepciones que sobre la misma y la seguridad, tuvo el
poder político hegemónico en el país en el siglo xx, sobre todo,
en su segunda mitad, por la importancia que tuvieron sobre la
institución policial los totalitarismos latinoamericanos de los
setenta.
La ideología de la sociedad estamental de salta y el país en los
primeros cincuenta años —heredada de la época colonial—
plasmada en la identidad y la jerarquía social; hacía del honor
del género masculino una cuestión prevalente. Se sumaba la
rígida lógica racial en la que las diferencias culturales definidas
alrededor de la oposición barbarie-civilización; fueron los cri-
terios primordiales para determinar el estatus de las personas.
Barbarie - civilización, honor masculino - militarización; son
ideales concatenados en la estructura de la personalidad de
los miembros de las instituciones de seguridad que hacen uso
de la fuerza legítima del Estado. Se trata de una ideología de la
cultura mediterránea europea importada con la colonia prin-
cipalmente por los españoles conquistadores y reforzada lue-
go por la gran masa de inmigración italiana de fines del siglo
xix.
En esta ideología el honor tanto femenino como masculino
tenía dos dimensiones, una natural y otra cultural: la dimen-

28
Una tarea de historización de la Policía de Salta ha sido realizada por el policía e historiador
Oscar Rojas conjuntamente con el policía Ciro Vais y otros. Actualmente inédita.
50| Una perspectiva de derechos humanos

sión ‘natural’ de la masculinidad era el machismo, entendido


como la capacidad de dominación. El valor, la virilidad, la au-
tonomía y el don de mando eran las bases ‘naturales’ del po-
der y del honor-predominancia en los hombres. En su dimen-
sión cultural, el honor-virtud masculino estribaba en la sociali-
zación de las cualidades ‘naturales’, esto es, en la capacidad
de controlar los instintos y pasiones naturales por medio de la
razón y la moral29.
Esta construcción de la masculinidad estructuraba las relaciones de
autoridad y obediencia en las que abrevaron las leyes de policía y los
rituales visibles e invisibles de sus miembros como códigos de perte-
nencia a la institución y como valores centrales en sus vidas: la legi-
timidad del uso del poder público — y privado— quedó construida
sobre un principio contradictorio: la autoridad legítima podía y debía
ejercer el mando recurriendo por igual, tanto al consentimiento co-
mo a la fuerza física y simbólica.

Con esa visión contradictoria del poder, en tanto uno de los


componente de la masculinidad, el Estado propició en las ins-
tituciones que detentaron desde su nacimiento el uso legítimo
de la fuerza, una militarización que vinculaba la reputación y el
honor masculinos tanto al valor guerrero de la destrucción del
'enemigo interno y externo', como a la 'protección' y 'provi-
sión' de cuidado de los propios, y por último al sentido de

29
El enunciado es una de las tesis centrales en el trabajo sobre la construcción y la transfor-
mación militar de los campesinos colonos de la frontera norte de México a fines del siglo xix.
Alonso, Ana María Alonso ‘Thread of Blood. Colonialism, Revolution and Gender on Mexico’s
Northern Frontier. Hegemony and Experience: Critical Studies in Anthropology and History’.
Tucson, University of Arizona Press, 1995. (Hilo de sangre. El colonialismo, Revolución, y
Género en la Frontera Norte de México) No existe traducción al español. Una reseña bi-
bliográfica del mismo por Patricia Fernández Castro puede verse en Revista FRONTERA NOR-
TE, vol. 9, núm. 18, julio-diciembre de 1997. Versión digital en
http://aplicaciones.colef.mx:8080/fronteranorte/articulos/FN18/12-f18_Resena_Thread_of_Blood.pdf
51| Policías y Ciudadanos
'pertenecer' al grupo capaz de propiciar esos cuidados y de-
tentar la fuerza física y simbólica como herramienta funda-
mental para proveerlos.

2.- Antecedentes de la militarización de la policía


Para establecer claramente las funciones y competencias que
la normatividad y el sentido común más o menos informado
de los ciudadanos otorga a la Policía, es preciso recorrer los
antecedentes y causas que han dado origen y en muchos sen-
tidos aún sostienen los componentes negativos del proceso de
militarización de la Policía. No porque la militarización sea una
característica negativa en sí misma, sino por el contrario, para
diferenciar los diversos componentes de la misma, y visibilizar
en ella algunas consecuencias negativas para la propia función
policial; de manera tal que el sentido militar y de honor de las
y los policías, contribuya al crecimiento de la institución sin
que necesariamente se vuelva en contra de las vidas de sus
miembros30.
A diferencia de las policías municipales primigenias que surgen
como institución en el siglo xvi y xvii en Europa, totalmente
distanciadas del sentido militar moderno que comienza a con-
figurarlas en el viejo continente ya a mediados del siglo xviii;
las policías latinoamericanas surgieron como empresas con
funciones militares31. A lo largo de su existencia, muchos fue-

30
Visibilizados por ejemplo en una importante cantidad de sumarios disciplinatorios internos
de la institución policial, o en las causas de violencia familiar en las que uno de los cónyuges
es policía. Y evidenciados también en el rechazo de un importante sector de la ciudadanía por
la figura policial ligada a casos de ‘gatillo fácil’, ‘abuso de autoridad’ y ‘corrupción’.
31
Maldonado Prieto, Carlos. ‘Militarización de la policía: una tendencia histórica chilena’. On
line en el Portal de la Dirección de Archivos y Bibliotecas de Chile,
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0018154.pdf
52| Una perspectiva de derechos humanos

ron los momentos de reforzamiento de ese sentido. En el país


y en la región el proceso de militarización mas reciente y tam-
bién el de sentido más fuerte y belicoso, se gestó en los sesen-
ta; se visibilizó en la década de los setenta, y está indisoluble-
mente ligado a la militarización de la política. El fenómenos
consiste, precisamente, en calificar y tratar como militares los
problemas políticos y sociales más variados, sustituyendo su
solución por medidas represivas, que agravan con el tiempo
esos problemas y tergiversan el ideal democrático de la ciuda-
danía en general y de la propia fuerza policial. Esa militariza-
ción de las problemáticas sociales y económicas retrasó el
desarrollo de la democracia.
Así es como un militarismo totalitario en el sentido de una autoridad
basada en un código contradictorio de masculinidad hegemónica que
entremezcla seguridad —en el sentido de protección— con uso por
igual de consentimiento y fuerza física; surgió como pretendida solu-
ción a las crisis políticas, sociales y económicas que afectaban al país.
Pretensiones que evidentemente nunca pudieron dar soluciones sos-
tenibles en el tiempo y que sumerge a las fuerzas de seguridad en
una violencia institucional que perjudica a sus propios miembros.

La finalización de la II Guerra Mundial trajo consigo la creación


de un mundo bipolar, basado en dos sistemas económicos y
sociales contrapuestos con altos niveles de armamentismo.
Este período denominado la Guerra Fría limitó la noción de
seguridad en el campo de las relaciones internacionales a la
protección del territorio contra la agresión del enemigo, la
defensa de los intereses nacionales en política exterior y a los
esfuerzos tendientes a evitar el holocausto nuclear.
En el marco de este contexto internacional, surge y se desa-
rrolla la noción de ‘seguridad nacional’ que tiene su origen en
53| Policías y Ciudadanos
el Estado de Seguridad Nacional estadounidense, que asume
su base filosófica en el Acta de Seguridad Nacional promulga-
da por EE.UU. en 1947. Ese acuerdo y ese documento son el
antecedente para que todos los países latinoamericanos sus-
criban el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR) ese mismo año de 1947. Por este tratado los gobiernos
latinoamericanos acordaban el desarrollo del modelo de la
estrategia militar internacional de Estados Unidos. La firma del
tratado dio lugar a un marco de cooperación en materia de
seguridad y defensa entre EE.UU. y Latinoamérica, imple-
mentándose Programas Bilaterales de ‘Ayuda Militar’ (MAP)
con los países latinoamericanos entre los años de 1952- 1958
propiciando los entrenamientos de militares latinoamericanos
en EE.UU. y en el Canal de Panamá, sede inicial de la escuela
de las Américas. Esa ‘ayuda militar norteamericana’ dio como
resultado que la seguridad de los estados entre sí se articulase
frente al peligro que representaban estados sospechosos por
considerarse de alguna manera opuestos a la conducción polí-
tica norteamericana. La influencia norteamericana y la ten-
dencia cada vez más acelerada a la internacionalización de los
procesos sociopolíticos después de la Segunda Guerra, generó
una mirada limitada de los problemas y conflictos que se pre-
sentaron en el ámbito internacional, que tenía como carac-
terística fundamental la aproximación política - militar a cual-
quier hecho, en cualquier parte del mundo.
Esta concepción de la seguridad internacional liderada por
Estados Unidos, permitió que los militares latinoamericanos
consideraran la mayor parte de los problemas sociales como
manifestaciones subversivas. A mediados del siglo xx, eI triun-
fo de la Revolución Cubana y el surgimiento de múltiples gru-
pos opositores a los gobiernos nacionales dependientes del
potencial político, armamentístico y económico de Estados
54| Una perspectiva de derechos humanos

Unidos; facilitó que en el marco de la doctrina de seguridad


nacional de esos gobiernos dependientes, se concibiese el
comunismo y sus manifestaciones como el enemigo interno a
destruir. En el caso de nuestro país se trataba en su mayoría
de grupos imbuidos de la doctrina peronista, movimiento que
evoluciona al tiempo de esta concepción de seguridad inter-
nacional y nacional, concomitante con el surgimiento y evolu-
ción del actual paradigma de derechos humanos en el seno de
los organismos internacionales que aparecen después de la
Segunda Guerra; los que fueron referenciados en la militancia
política como ‘montoneros’ y ‘erp’, y nominados ‘guerrilleros’
en el imaginario común.
El proceso de militarización de las policías en el país, se sostie-
ne entonces en ese contexto internacional y nacional, que
hace primar la ideología de un tipo de militarización extrema
en el ejército y luego en las policías. Históricamente, además,
las policías surgen en los territorios coloniales latinoamerica-
nos ya fuertemente militarizadas. Cabe agregar, que durante
el proceso de construcción de la idea de seguridad internacio-
nal en los cincuenta y sesenta, Estados Unidos tuvo un interés
fundamental en capacitar a los oficiales militares como de
policía de América Latina, en técnicas de contrainsurgencia en
la Escuela de las Américas desde la década de los 40; y en la
doctrina de seguridad y defensa nacional en el Colegio Inter-
americano de Defensa; incentivando en la misma formación
el protagonismo permanente de las fuerzas de seguridad en el
ámbito político de cada uno de los países latinoamericanos.
Para el caso de nuestro país, además, se agrega la influencia
de la escuela militar francesa en contacto directo con los líde-
res de la política militarizada de la última dictadura militar
55| Policías y Ciudadanos
argentina32.
A partir de 1945 se construyó una noción de seguridad com-
pletamente ajena a la vida de los seres humanos y a las nece-
sidades de los ciudadanos comunes. Una visión que hoy se
intenta rescatar. La estrechez del concepto hizo que se dejara
de lado las preocupaciones legítimas de la gente común que
procuraba tener seguridad en su vida cotidiana.
En la década de los ’90 las relaciones de dominio de los países
centrales con Latinoamérica cambian. Fortaleciendo el para-
digma de derechos humanos y en base a políticas de ajuste
económico, el viejo esquema político de la Guerra Fría se
transfigura en un nuevo orden mundial representado en el
paradigma del ‘desarrollo humano sostenible’. En 1994 la Or-
ganización de Naciones Unidas (ONU) planteó por primera vez
el concepto de ‘seguridad humana’, consecuente con la visión
del desarrollo humano sostenible diseñado por la misma or-
ganización a principios de los años 90. El concepto enfatiza
que ‘no sólo suscita un crecimiento económico sino que tam-
bién distribuye equitativamente los beneficios, regenera el
medio ambiente en lugar de destruirlo y fomenta la autonom-
ía de las personas en lugar de marginarlas’. A partir de los ’90
la certidumbre en el empleo, el ingreso, la salud, la integridad
personal entre otras, constituyen la seguridad integral desea-
da por todos los ciudadanos del mundo.

32
Marie-Monique Robin. ‘Escuadrones de la Muerte. La escuela francesa’. Ed. Sudamericana.
Bs. As. 2006. Existe versión documental para TV. Mientras investigaba sobre la organización
transnacional que anudaba a estas dictaduras militares de la década del ’70 en Latinoamérica,
conocida como ‘Plan Cóndor’ , esta periodista y documentalista de la TV franco-alemana pudo
visibilizar el rol secreto que cumplieron los militares franceses en esta región. El libro explica
cómo Francia y sus Fuerzas Armadas formaron a los oficiales de las Juntas del Gobierno
Militar argentino en los métodos de lucha antisubversiva, que los franceses adquirieron
durante las guerras coloniales en Indochina y Argelia.
56| Una perspectiva de derechos humanos

En consecuencia los Estados van a reconocer que la seguridad


de los seres humanos ‘se expresa en un niño que no muere,
una enfermedad que no se difunde, un empleo que no se eli-
mina, una tensión étnica que no explota en violencia, un disi-
dente que no es silenciado; la seguridad humana no es una
preocupación por las armas: es una preocupación por la vida y
la dignidad de las personas’ 33.
Sin embargo cuando se creía que la ampliación de la noción de
seguridad necesariamente generaba un deslinde de los pro-
blemas sociales, políticos, económicos, y culturales de la
aproximación militar, al replantearse la noción de seguridad
nacional y dar cabida a la noción de seguridad humana inte-
gral; se produce un nuevo sobredimensionamiento del con-
cepto de seguridad nacional, colocando la prioridad ahora en
el combate al narcotráfico, la protección del medio ambiente,
el control de las migraciones internacionales y el crimen orga-
nizado. Una vez más, los nuevos problemas que atentan con-
tra la seguridad nacional son del resorte de las fuerzas milita-
res.
El actual proceso de revigorización de las fuerzas armadas no
debiera traducirse en la formación de l@s policías, preparán-
dolos más para el combate que para el acercamiento con la
ciudadanía, ni en el hecho que por enseñar las actividades
propias que demandan el uso de la fuerza, se dejen de lado el
diálogo y la mediación.

33
Organización de Naciones Unidas, ONU. Informe sobre el desarrollo humano 1994. Publi-
cado por Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD y Fondo de Cultura Económi-
ca FCE. México. (En Gómez Rojas, C., 2008)
57| Policías y Ciudadanos
3.- Una Policía democrática
Es posible concebir un proceso de democratización policial
coexistente con la revigorización de las fuerzas armadas alre-
dedor de sus funciones de seguridad nacional.
López Portillo34 ha referido al mismo diciendo que
La democratización policial es un proceso por medio del cual, con ba-
se en el conocimiento teórico y empírico y la aplicación de instru-
mentos técnicos, se conduce a las instituciones policiales, desde un
esquema de comportamiento signado por la arbitrariedad, hacia otro
contenido con cuatro principios: atención prioritaria al ciudadano,
respeto a la ley, a los derechos humanos y a la transparencia.

La idea de ‘conducción’ resulta central en la divisoria de aguas


de concepciones diversificadas en torno a la capacidad trans-
formadora de sí misma por parte de la institución policial. Para
muchos funcionarios políticos y expertos, la transformación
sería un proceso impuesto desde afuera a partir de decisiones
políticas y demandas de la sociedad civil, aludiendo significati-
vamente a expresiones autoritarias como ‘limpieza de la polic-
ía’, pensando en una especie de confrontación con las mismas
‘armas’ que dicen querer desarmar. Para otros grupos, la de-
mocratización es una necesidad sentida por amplios sectores
de la misma institución, y cualquier cambio por mínimo que
sea puede y debe partir de la propia dinámica interna de la
organización policial, el cual puede ser fortalecido con un
acompañamiento comprometido fundamentalmente por la
ciudadanía, y de hecho por los organismos públicos que inter-
vienen en la seguridad desde los poderes judicial, legislativo y
ejecutivo.

34
Ernesto López Portillo es investigador del Instituto para la Seguridad y la Democracia, A.C.,
de México. Trabaja observando procesos globalizados en las transformaciones policiales. Ver
Com. DDHH Distrito Federal, 2004 en bibliografía.
58| Una perspectiva de derechos humanos

No se ha organizado hasta ahora un debate público que articu-


le la función policial a la consolidación de nuestra democracia
en la provincia, de forma tal que incluya a todos los sectores
involucrados. La falta de información anula al debate; a su vez,
la inexistencia de tal debate ha sido la causa fundamental de
que se pospongan las posibilidades de una reforma policial
acorde con las exigencias de un Estado democrático de Dere-
cho, como una necesidad sentida por amplios sectores de la
propia institución.

El surgimiento de los cuerpos policiales está vinculado al na-


cimiento de las ciudades (ver en la página 108). Cuando las
ciudades se fueron consolidando como los centros de poder
político y económico, hacia finales de la Edad Media, también
surgieron las necesidades de defensa de la seguridad en las
ciudades que fueron experimentando un crecimiento impor-
tante en el número de personas que la componían y concomi-
tantemente el aumento de hechos que ponían en riesgo su
seguridad. Por eso fue haciéndose necesaria la creación de
instituciones que protegieran a las personas y sus bienes. En
este sentido, la policía es la más antigua institución de protec-
ción social y expresión de autoridad.
‘Policía’ significó entonces, la función administrativa, la orga-
nización de la ciudad en el más amplio sentido y se puede tra-
ducir como ‘mantener el nuevo orden de la ciudad’.
Sus primeras formas de organización se vincularon a las auto-
ridades municipales de aquel entonces y se referían a funcio-
nes administrativas más amplias de las que hoy se relacionan
con el término. Las funciones policiales, tal como hoy las en-
tendemos, generalmente fueron realizadas por los ejércitos.
59| Policías y Ciudadanos
Las primeras organizaciones policiales propiamente eran fuer-
zas pequeñas, de diversa composición, integradas con los
mismos ciudadanos, sin mayor organización y entrenamiento.
Su ámbito de acción fue siempre la ciudad.
Los modelos policiales modernos responden a los cambios que
se produjeron durante el siglo XVIII, en la constitución de un
orden político burgués (ver en la página 113). Estos cambios
ocurridos fundamentalmente en Europa, crearon modelos de
policía de carácter profesional, jerarquizados, con normas y
disciplina que estaban bajo el mando de una autoridad y su
campo de acción se expandió a todo el territorio del continen-
te y luego a la colonia, con el fin de mantener el orden público
e investigar el delito. Desde mediados del siglo xviii, la policía
tuvo cada vez más una estructura verticalista y militarizada.
Durante la segunda mitad del siglo XX, se iniciaron procesos
de reforma de los diferentes modelos policiales y se produjo
su orientación hacia el servicio a la comunidad, la protección
de los derechos y libertades de los ciudadanos, así como la
determinación de su carácter civil.
Básicamente podemos distinguir dos modelos policiales: 1.- el
clásico de características militares y 2.- el moderno de carácter
civil.

Características del modelo de policía de carácter profesional


desde mediados del siglo xviii:
1. Organización y presencia en la sociedad; disciplina y di-
rección central, control de la sociedad obligándola a cum-
plir las normas legales.
2. Adquisición de información política útil y centralización
de la misma.
60| Una perspectiva de derechos humanos

3. Ejercicio de la violencia policial y militarización para re-


primir y dominar disturbios y violencia colectiva.
4. Responder a la necesidad básica de un modelo militar,
que implica una primera mediada fundamental: la necesi-
dad de los gobernantes de garantizar la lealtad de la fuerza
al gobierno. Es su organización militar lo que permitió
fácilmente disciplinarlas bajo la voluntad de este.
En la actualidad se refuerza el modelo civil de la policía basado
en un conjunto de ideas sobre el servicio público que busca
proteger derechos y libertades fundamentales de los ciudada-
nos a través de la prevención, investigación y persecución del
delito.

Características deseables de una policía moderna


Bajo estos criterios, una policía moderna a principios del siglo
xxi debería desarrollar las siguientes características:
1.- Estar al servicio de la comunidad y representarla, siendo
su razón de ser, el libre y pacífico ejercicio de derechos y li-
bertades de los ciudadanos, sin ningún tipo de discrimina-
ción.
2.- La función policial está ordenada por la ley, lo cual im-
plica que su organización institucional está bajo el mando
civil, expresando su funcionamiento valores democráticos,
lo que implica básicamente que tienda a:
- Su desmilitarización
- Estar al servicio del interés del bien común
- Un carácter apolítico35 e imparcial

35
Esta a-politicidad refiere a las relaciones internas a la vida institucional, de ninguna manera
a la bandería política de los policías como ciudadanos y miembros de una sociedad, de los que
61| Policías y Ciudadanos
- La no injerencia política en su funcionamiento
- La persecución únicamente de hechos criminales
- El respeto de las libertades democráticas de los ciuda-
danos, superando el modelo policial con un sentido ne-
gativo de la militarización (ver en la página 48) que se
caracterizaba por su orientación represiva contra oposi-
tores políticos, su ineficacia en la investigación del deli-
to, la corrupción y abusos de autoridad.
3.- La creación de códigos de conducta o de ética profesio-
nal y su aplicación mediante controles internos y externos
4.- Incrementar la profesionalidad de sus miembros exten-
diendo y abriendo su capacitación de manera tal de refor-
zar una carrera policial.
5.- Su función principal es la prevención del delito. La per-
secución del delito se desarrolla dentro de los límites que
establece la ley y bajo la dirección fiscal y judicial.
6.- Establecer una relación con la comunidad, que se carac-
terice por la participación de la misma en la prevención
del delito.
Existe un consenso social sobre las funciones básicas de una
moderna policía democrática:
• La prevención del delito, favoreciendo la creación de un
clima de seguridad ciudadana, disminuyendo la incidencia
criminal y generando la sensación entre la población, de un
cuerpo policial capaz de responder a sus necesidades.
• La persecución del delito, como parte del sistema de admi-
nistración de justicia, que incluye la investigación y la de-
tención.

se espera un compromiso cívico igual al de cualquier miembro social.


62| Una perspectiva de derechos humanos

• El mantenimiento del orden y seguridad pública, aseguran-


do la normalidad y las condiciones bajo las cuales los ciu-
dadanos puedan ejercer libremente sus actividades y en las
que estén ejerciendo sus derechos y libertades.

4.- Contribuciones para un debate informado en torno


a la ‘seguridad pública’ 36
Las sociedades del presente viven un mundo que las condena
a ver – entender pero que a la vez provoca el problema de la
inseguridad. Por momentos pareciera que no hay salida segu-
ra de la exclusión – expulsión del mundo incierto en el que las
personas interactúan con crecientes niveles de desesperanza e
impotencia que devienen de manera natural en altos grados
de parálisis.
Hobbes y Rouseau coinciden en señalar que la génesis del contrato
social es la seguridad que el Estado debe brindar a los ciudadanos.
Por ese motivo la inseguridad pone en entredicho al Estado en su
razón de ser y existir. Y consecuentemente a la viabilidad del contra-
to social que lo sustenta. La inseguridad rompe el contrato social y
moral.

La historia constitutiva de las instituciones que hacen uso de la


fuerza legítima del Estado en Latinoamérica, particularmente a
partir de las concepciones posteriores a la Segunda Guerra

36
Sobre adaptaciones de las intervenciones de expertos nacionales en Seguridad, con una
tradición de pensamiento en el marco de las ciencias sociales, a partir de sus intervenciones
en un debate celebrado en 2008 en el marco de acciones por el Bicentenario de la Nación,
coordinado por Gabriel Kessler. (Ver referencia bibliográfica). Se incluyen también adaptacio-
nes de la memoria del debate sobre seguridad, de expertos que trabajan desde las ciencias
sociales, celebrado por la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal de México
durante 2004, el que reunió a especialistas de toda Latinoamérica. (Ver referencia bibliográfi-
ca)
63| Policías y Ciudadanos
Mundial que perfilaron en la región el concepto de ‘seguridad
nacional’ y la modificación que éste sufriera en los noventa
involucrando sustantivamente la noción de ciudadanía; ligan
estrechamente las ideas sobre la seguridad —y su contrapar-
tida la inseguridad— con las nociones sobre las acciones posi-
bles y los actores involucrados en un proceso de democratiza-
ción de la institución policial.
Existe un estado precario de conocimiento sobre la problemá-
tica de la inseguridad y un debate poco informado entre el
gran público por varios motivos, entre los que sobresalen el
tratamiento sensacionalista de los medios de comunicación, la
oscuridad en la rendición de cuentas de las policías en relación
a su administración y sus procesos internos de toma de deci-
siones, y la manera en que se generan estadísticas sobre la
seguridad, ligadas a los procesos de organización de las pro-
pias instituciones policiales.
Resulta fundamental por esta desinformación en el debate
sobre la seguridad y la inseguridad, el involucramiento de ac-
tores que han sido tradicionalmente pensados desvinculados
de la problemática. Por un lado, va surgiendo una relación
nueva e incipiente entre investigadores y miembros de los
organismos de seguridad. Concomitantemente es preciso visi-
bilizar las bases para la construcción de un modelo democráti-
co de la policía, y ver cómo puede incidir la sociedad civil en
las políticas públicas de seguridad.
Kessler37 y Binder38 han evidenciado recientemente en un de-

37
Gabriel Kessler es doctro en sociología por el EHESS de París, investigador del Conicet y
profesor asociado de la Universidad de General Sarmiento. Autor del texto Sociología del
Delito Amateur, publicado por Paidos, Bs. As., 2004.
38
Alberto Binder es abogado, profesor de posgrado de la UBA, del Comahue y de la Universi-
dad Nacional San Juan Bosco de la Patagonia; y director de CEPPAS (Centro de Políticas Públi-
cas para el Socialismo)
64| Una perspectiva de derechos humanos

bate de expertos en seguridad en el marco de foros por el bi-


centenario, que la inseguridad no es sinónimo de delito. Creen
que la preocupación social por el tema es constitutiva de la
definición de ‘seguridad’; conformándose por la intersección
de ciertos delitos, según la consideración del sistema legal,
que generan preocupación pública y una serie de sentimientos
como el temor y la indignación, así como demandas de pro-
tección en sentido de derechos de ciudadanía, hacia el Estado.
Natalia Tello39 realizó para la ciudad de México una encuesta
sobre inseguridad en la que encontró que es percibida como el
principal problema público. Sostiene acertadamente que
independientemente del crecimiento real o no del delito, y que a ve-
ces sea mayor la percepción de inseguridad que el delito real, el pro-
blema fundamental es el incremento grande de quienes perciben
como mayor problema social el tema de la inseguridad. Es importan-
te porque crea un clina sociopolítico favorable para la descomposi-
ción social: aumento de la polarización, de la fragmentación y de la
desconfianza.

En Argentina el pensamiento hegemónico en torno a la segu-


ridad, heredado de la larga tradición de militarización de las
fuerzas públicas, tendió a naturalizar la linealidad entre dere-
cho – seguridad – justicia, tanto en los miembros de las mis-
mas instituciones armadas como en la ciudadanía en general.
Sin embargo la inseguridad tiene un carácter procesual y
dinámico: varía según los países, entre los distintos grupos de
cada sociedad y a través del tiempo. En Argentina la sensación
de inseguridad incluye la visión que el público tiene de las

39
Es trabajadora social por la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional
de México.
65| Policías y Ciudadanos
propias fuerzas de seguridad. En sectores pobres o empobre-
cidos del interior de las provincias, la amenaza aparece tam-
bién como la acción de grupos o individuos ligados al poder
local, ya sea político, policial o económico. Es preciso entonces
romper —desnaturalizar— la linealidad entre derecho, seguri-
dad y justicia.
Pérez García40 ha sostenido que en la idea de seguridad coexis-
ten dos connotaciones, una objetiva y otra subjetiva; porque
alude a la realidad palpable y al mismo tiempo a la percepción
individual o colectica del tema.
No existe correlación lineal entre delito, violencia e inseguri-
dad porque no todos los delitos ni todas las violencias generan
inseguridad en la población. Resulta difícil imaginar una defi-
nición única sobre la inseguridad en una sociedad, a la vez que
no todos los factores de inseguridad se derivan de la ruptura
de la ley por parte de la población estigmatizada como una
amenaza, ya sea por su pobreza o por pertenecer a grupos
vulnerabilizados por algún motivo discriminante. Por ejemplo,
los jóvenes de sectores populares o que viven en zonas consi-
deradas peligrosas.
En nuestro país los funcionarios estatales tomadores de deci-
siones, conciben la seguridad pública como un servicio y/o una
función que el Estado mismo debe ejercer, por lo que es una
responsabilidad compartida por los tres niveles de gobierno:
ejecutivo, legislativo y judicial. No resulta tan clara la visión
entre los funcionarios sobre la participación de la sociedad
civil en el problema de la seguridad.
Considerando esa idea de seguridad como función y servicio,

40
Gabriela C. Pérez García es investigadora del Centro de Análisis e Investigación FUNDAR,
Distrito Federal de México.
66| Una perspectiva de derechos humanos

extendida entre funcionarios, el Estado se piensa a sí mismo


como protagonista en dos sentidos, en relación a la seguridad
pública: la provisión de un servicio, y la ejecución de una fun-
ción. La seguridad pública sería un servicio que el Estado está
obligado a proporcionar a la ciudadanía, pero también una
función para la cual está habilitado a ejercer el uso legítimo de
la fuerza pública. (Pérez García, G. pp. 55-62, en Com. DDHH
Distrito Federal, 2004)
Existe una correlación entre la estructura social y la estructura
de la personalidad de sus miembros41, que nos permite enun-
ciar una correlatividad entre ‘servicio’ del Estado a la deman-
da de la ciudanía con sentido del honor masculino como pro-
tección y provisión de cuidados; y una relación entre la con-
cepción social de uso legítimo de la fuerza pública y el honor
masculino como mandato de la ‘función’ del Estado —y de la
idea de un varón dominante hegemónico— del uso de la fuer-
za física y/o simbólica para ejercer y proveer protección o se-
guridad.
Entre los funcionarios representantes de la toma de decisio-
nes de la conducción del Estado, existe un mismo principio
contradictorio de la visión del poder que mencionáramos an-
tes (ver en la página 49) como estructurantes tempranos en
los rasgos de la personalidad de los argentinos y que marcaron
las concepciones de autoridad y obediencia que conforman la
personalidad de los miembros de las instituciones armadas,
entre ellas la Policía, reforzadas en un período reciente por los
procesos de militarización de la política y de las instituciones
armadas del estado tanto en el país como en toda Latinoamé-

41
Elias, Norbert. 1992 (1968). ‘El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y
psicogenéticas’. Ver especialmente la introducción, pp 13-25. FCE, Bs. As.
67| Policías y Ciudadanos
rica (ver en la página 51). Es una idea sobre el poder que cons-
truye y distribuye a los individuos en el espacio social dotán-
dolos de jerarquías y status en relación a su género, clase so-
cial y tradición familiar de origen. Los funcionarios, al igual que
los policías, hacen del honor del género masculino una cues-
tión prevalente, enraizada en otra idea estructurante de la
personalidad de los argentinos alrededor de la oposición bar-
barie-civilización. (Ver nota 10 en la página 33) A partir de una
idea natural y otra cultural del honor masculino; funcionarios
y policías conciben el valor, la virilidad, la autonomía, el don
de mando —constituyentes ‘naturales’ de la masculinidad— y
el control de los instintos y la pasión natural por medio de la
razón y la moral —constituyentes culturales— como parte del
poder que les otorga la legitimidad de su uso en la esfera
pública y privada para ejercer el mando recurriendo por igual,
tanto al consentimiento como a la fuerza física y simbólica.
Con esa visión contradictoria del poder, en tanto uno de los
componente de la masculinidad, los funcionarios estatales a
partir de su propia estructura de personalidad igualan protec-
ción y consentimiento como provisión de servicio público, por
un lado; con dominación y ordenamiento a través de la fuerza
física y simbólica, por otro lado, como función del Estado a la
cual están llamados y legitimados tanto por la delegación so-
cial del poder, como por la visión de sí mismos de 'pertenecer'
al grupo capaz de propiciar esos cuidados y detentar la fuerza
física y simbólica como herramienta fundamental para prove-
erlos.

El sistema de seguridad pública en el que intervienen —entre


otros actores— funcionarios y policías, con una concepción
particular e histórica del poder público y privado como lo aca-
68| Una perspectiva de derechos humanos

bamos de mencionar, propicia el orden y la paz social, en el


que están garantizados tanto la integridad física y los derechos
de los individuos y sus bienes, como la reparación del daño
para las víctimas de un delito. Es decir, no es suficiente en ma-
teria de seguridad, garantizar la estabilidad del gobierno y sus
instituciones manteniendo el orden público, sino también es
necesario crear las condiciones para que los individuos pue-
dan gozar plenamente de los derechos que la Constitución
otorga, mediante la prevención y el castigo de la delincuencia.
(Pérez García, G. pp. 55-62, en Com. DDHH Distrito Federal,
2004)

Binder sostiene que la conceptualización dominante de la cri-


minalidad esta naturalizada en los actores que la debaten, por
lo que no es una realidad natural sino el entrecruzamiento
entre fenómenos culturales y políticas estatales. Una distin-
ción que es asumida por la criminología moderna, pero que sin
embargo no resulta tan clara para quienes debaten los pro-
blemas de seguridad en todos los niveles, para los funciona-
rios y expertos formuladores de políticas públicas de seguri-
dad y para los operadores del sistema penal.
¿Por dónde empezar a pensar el complejo tema de la seguri-
dad? Kessler cree que un camino posible es a partir de obser-
var los cambios en las tasas y formas del delito, en las políticas
criminales, y en el aumento de la seguridad privada cuando
llega a niveles de competencia con la seguridad pública. Con-
tinuando por pensar el delito de un modo tal que pueda tras-
cender la referencia a la ley y al orden como eje central y ver
la complejidad de lo social, tomando en cuenta la conflictivi-
dad de base propia del orden democrático.
69| Policías y Ciudadanos
La tradicional teoría política sobre la democracia a iluminado
una idea de orden como paradigma elemental de compresión
de la criminalidad y la seguridad, en donde la criminalidad es
un caso especialmente grave de desorden social o de desvia-
ción del equilibrio social. A sesenta años promedio del surgi-
miento y desarrollo de un nuevo paradigma de pensamiento
que ha influenciado la teoría política con el desarrollo de los
derechos humanos, tal vez la vieja y tradicional idea de orden
que remitía a sociedades estratificadas y excluyentes desde la
visión del presente —en el que la base de derechos se ha ex-
tendido a pesar de lo mucho que queda por lograrse—, no
resulte ya del todo democrática y sea conveniente reempla-
zarla por la idea de ‘gestión de conflictividades sociales’ entre
segmentos que luchan por una permanente extensión de sus
derechos de ciudadanía.
Al respecto Binder ha señalado que el paradigma de la conflic-
tividad se sostiene en el pensamiento complejo, intentando
establecer el origen y alcance del conflicto en la estructura
social y no en el caso, resultando valioso para la vida y el sis-
tema democrático que en la conflictividad no predomine el
más fuerte. El autor diferencia algunos puntos que surgen de
pensar la seguridad en razón de uno y otro sistema de pensa-
miento, y propone:
Paradigma orden Paradigma conflictividad
El que gana se impone al más Distribución de las ganancias en
fuerte los conflictos
Se recurre a la violencia estatal Evitar abuso de poder y violen-
cia
El conflicto es un desequilibrio a Visión holística
restablecer
Es regulativo Es regulativo
Ve personas y no casos Ve la estructura social
70| Una perspectiva de derechos humanos

Sobre esta diferenciación, propone revisar las formas actuales


de concebir y gestar políticas de seguridad, las que la mayor
parte de las veces se construyen solamente en base a recuen-
to de datos y de la identidad social de los actores, sin profun-
dizar en procesos ni regularidades.
Desde este punto de vista cree que gran parte de la ineficacia
de las políticas de seguridad, surge de la misma concepción
que los actores involucrados tienen de la seguridad, la que
lleva al aparato de seguridad muchas veces a hacer uso de la
violencia por el Estado para imponer seguridad, perpetuando
la desigualdad. Insiste que toda criminalización del conflicto
social implica pensar en el uso de la violencia por parte del
Estado; y que la magnitud de un conflicto no debiera medirse
solo por los atributos del mismo sino por los métodos de res-
puesta integral que los organismos de seguridad puedan dar
sobre el mismo. Sostiene que para el tratamiento de la seguri-
dad es necesario un alto nivel de coordinación; permanente y
estable en el tiempo, acompañado de todo el aparato técnico
y político propio de las políticas públicas modernas, lo que
incluye recursos humanos, técnicos y económicos, que exce-
den con creces cualquier presupuesto de las instituciones de
seguridad.
El debate, diseño, ejecución y evaluación de políticas de segu-
ridad debe darse simultáneamente y retroalimentase de cada
uno de los tiempos diferentes y áreas sociales que intervienen
en la problemática. El hecho que no se logre una mayor efec-
tividad en la implementación de políticas de seguridad no
puede ni debe adjudicarse a una gestión de gobierno determi-
nada, siendo más bien el resultado de una actitud muchas
71| Policías y Ciudadanos
veces evasiva del poder político, de la cerrazón de algunos
altos mandos policiales y del debate proco informado que evi-
dencian una confianza irracional e ideológica en el paradigma
del orden; el que naturaliza la criminalidad y constituye la vi-
sión dominante del problema social de la seguridad.
¿Por qué motivo pueden resultar ineficientes e insuficientes
las medidas que el poder político y el alto mando policial to-
man para generar políticas de seguridad que disminuyan la
inseguridad?
Una respuesta provisoria surge de las ideas que hemos tenido
posibilidad de recuperar en observaciones y diálogos informa-
les con personas de distintos rangos en las áreas menciona-
das. Para funcionarios y policías en lugares de decisión sobre
la institución, existen dos imaginarios sobre la inseguridad: 1.-
que es un fenómeno natural que no se puede revertir sino
solo disminuir a límites ‘tolerables’ por la población que de-
manda seguridad, y un costo insoslayable de la existencia mo-
derna como contrapartida del aumento de nivel de vida; y en
la otra punta de la escala hay quienes conciben que, 2.- la in-
seguridad se termina con decisión política, con bravura perso-
nal y con honestidad.

Enraizadas en los procesos sociales de transformación de la


élite dominante y como contraparte, de transformación de los
sectores dominados, principalmente en los primeros cincuen-
ta años del siglo xx cuando Salta se transformó en una ciudad
moderna, ciertas ideas de salteñidad (ver en la página 30 y la
nota 6 más atrás) ligadas a la transformación de la vieja cari-
dad religiosa, la beneficencia —que se convierte de religiosa a
laica— y de ideas higienistas —que aún hoy resultan posibles
rastrear a nivel local entremezcladas en el relato internacional
72| Una perspectiva de derechos humanos

del nuevo paradigma de salud pública de la Organización


Mundial de la Salud— que operan a nivel de la ciudadanía en
general y también de los tomadores de decisiones políticas,
motivan un lento avance en políticas de seguridad. Binder ha
focalizado entre muchas, la ‘sensación de peste’ y el ‘mesia-
nismo’.
El uso de la idea de peste como metáfora de la violencia social
permite manipular la idea de seguridad. Si asimilamos la vio-
lencia y la inseguridad a la idea de peste, éstas se transforman
en males indeterminados en su extensión en sus formas y en
sus causas, y también en males intangibles y mortales. Los
mecanismos sociales de defensa contra una peste divide a la
sociedad en cuatro categorías: los enfermos, las potenciales
víctimas, los transmisores y los incontaminables. La peste se
asocia a otro mecanismo de defensa de las sociedades: el me-
sianismo que promete una salvación milagrosa. Es una defen-
sa basada en la esperanza, la que mantiene activa el espíritu
de lucha y cohesión social. Implica la restauración del dolor y
de la paz a través de una figura emergente del poder. Los dis-
cursos sobre peste y mesianismo han servido para construir
tiempos inclementes y autoritarios en las sociedades de todos
los tiempos.
Como efecto dilatado y retardado de esos mecanismos de
poder y de esas transformaciones sociales modernizadoras, el
conservadurismo ideológico, poco dispuesto a profundizar en
el análisis y menos a arriesgar posiciones políticas lleva mu-
chas veces a la dirigencia política a inmovilizarse. Como con-
trapartida agravante, la inseguridad comienza a ser un negocio
de múltiples intereses. Y justamente el hecho que sea un ne-
gocio implica que no se avance mucho en el diseño de políti-
cas de seguridad, o que los diseños fracasen.
73| Policías y Ciudadanos

Otro grupo de conceptos para pensar la inseguridad se edifi-


can en torno a la dimensión de la producción de información:
la forma de producirla, su análisis e interpretación para la to-
ma de decisiones y los actores e instituciones que la producen.
Asistimos a políticas pensadas desde una lógica preponderan-
te en ‘contar personas y casos y no la estructura social’, pro-
pone Binder. El análisis criminal no debería enfocarse en casos
y personas sino en estructuras sociales y en procesos. La tradi-
ción moralista de ciertos exponente locales y nacionales del
derecho hace pensar que el problema es el de la conducta que
merece un reproche y por lo tanto debe ser castigada.
Sin embargo la política de seguridad debe hacerse desde el
análisis político y desde la criminología y no desde el derecho
penal, que es la visión predominante en muchos programas de
formación policial y claro, una distorsión en las abultadas ex-
pectativas de los estudiosos del derecho penal, reacios al pen-
samiento transdisciplinario, (ver en la página 271) que termina
naturalizando el enfoque del derecho penal sobre la violencia
y la seguridad.
El límite de ver solo el caso es moverse solo con regularidades
y no ver las excepciones o los fenómenos aislados emergen-
tes; tanto como en la regularidad, no ver el contexto social en
que actúa la misma. Binder proporciona un ejemplo para pro-
poner un abordaje estructural y no en base a casos y perso-
nas: considerando la regularidad para explicar - investigar el
delito, buena parte de la criminalidad urbana común gira en
torno a estructuras de mercado. Por eso interesan las perso-
nas en tanto forman parte de esa estructura. La estructura no
es un conjunto racional en donde las personas actúan respec-
to a fines específicos. Los actores no se mueven solo por un
74| Una perspectiva de derechos humanos

juego de inventivos personales. Pueden actuar por cuestiones


aparentemente irracionales o por la racionalidad que produce
el mismo campo de un determinado tipo de conductas ilícitas.
El no reconocimiento del carácter estructural del problema de
la inseguridad lleva a la inexistencia de planteos de transfor-
maciones estructurales como medidas para revertir la dinámi-
ca de exclusión —base de gran parte de la conflictividad social
que la origina— y que se aborden aisladamente cuestiones
como el funcionamiento de las instituciones de seguridad con
la profesionalización de los policías, por ejemplo. Se trabaja
sobre la seguridad como problema político o problema técni-
co, separando las incumbencias, y cuando se aborda el factor
económico de la misma, se la liga inmediatamente a la pobre-
za y se invisibilizan, por ejemplo, los delitos de 'cuello blanco'
como cuestiones que exceden la estigmatización de grupos
vulnerados en sus derechos.
Los sectores sociales objeto de la aplicación disciplinar de la
acción policial, las instituciones ligadas a luchas de derechos
de ciudadanía, y las élites políticas y sociales, se refieren mu-
chas veces con desprecio y prejuicio a los tecnicismos del len-
guaje policial y a sus formas de nominar. Sabrina Frederic42 ha
propuesto que una contribución al debate informado sobre
seguridad implica dejar de mirar a la policía como una institu-
ción con límites tan precisos en la sociedad, que marcarían un
adentro y un afuera de la vida policial; y analizarla como un
entramado social más general, en la que se delegan cuestio-
nes culturales profundas sobre las que poco puede hacer la
institución para producir un cambio en el sentido de disminuir

42
Frederic es doctora en antropología social por la Universidad de Utrecht, Holanda; e inves-
tigadora del CONICET. También profesora asociada a la Universidad Nacional de Quilmes.
75| Policías y Ciudadanos
la inseguridad o de reprimir el delito con cierto grado de éxito.
En esta dirección es preciso pensar si los conceptos que la
misma utiliza como categorías de definición que se presentan
como propios de la institución, no son en realidad creados por
la propia sociedad en que se mueve la institución policial, la
que termina apropiándose de estigmas sociales generados por
la misma sociedad. De ocurrir así, las miradas sociales y políti-
cas sobre la policía, la recargarían con lo que en realidad está
siendo un mandato social y político. La policía sería un ‘chivo
expiatorio’ de la propia sociedad en la que trabaja.

¿Cuáles son los inconvenientes que dificultan la institucionali-


zación de políticas públicas en el país? La institucionalización
no puede separarse de la planificación y en ambas facetas de
la producción de políticas públicas los movimientos sociales y
las organizaciones no gubernamentales tienen roles funda-
mentales de incorporación o de rechazo y oposición a los plan-
teos de soluciones posibles. Por la historia política del país
donde la democracia es todavía débil y a escaso tiempo de la
implementación del terrorismo de estado como práctica polí-
tica, los movimientos sociales en general y los de derechos
humanos en particular, tienen un carácter contestatario y anti
estatal. Que participen en seguridad mas allá de su importe rol
en la lucha contra la violencia institucional, es difícil porque
implica alianzas con agentes estatales, actitud que puede ser
considerada y valorada positiva o negativamente desde dife-
rentes ideologías y desde diferentes sectores de poder estatal,
pero que existe y debe ser respetada como una de las marcas
a superar dejadas por los procesos de los setenta. (Saín43 en

43
Marcelo Saín es doctor en ciencias sociales por la Universidad de Campinas, Brasil. Docente
e investigador del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes.
76| Una perspectiva de derechos humanos

Kessler, 2009)
Resulta necesario el involucramiento de otros actores en el
debate sobre seguridad pública, así como erradicar los prejui-
cios con los que se discute el tema. En este sentido resulta
fundamental ampliar la base de documentación y denuncia de
casos que tradicionalmente estuvo en manos de organismos
de derechos humanos. Hay que visibilizar las bases para la
construcción de un modelo democrático de la policía, y ver
cómo puede incidir la sociedad civil en las políticas públicas de
seguridad, un trabajo que puede partir, justamente, del prin-
cipal protagonista, la policía.
Natalia Tello ha sostenido que el aporte de soluciones a la
inseguridad implica necesariamente producir hechos que le
permitan a la gente orientar recíprocamente sus acciones en
base a los intereses encontrados o a veces contrapuestos de
los actores sociales involucrados: básicamente la ciudadanía,
la policía y las autoridades políticas. En la implementación de
diferentes etapas del Proyecto ‘Comunidad segura’, un mode-
lo de trabajo social para intervenir en el problema de la inse-
guridad pública; pudo observar la desconexión institucional
entre funcionarios políticos, personal de seguridad y la ciuda-
danía. Las personas de las instituciones de seguridad y de la
función pública - política, surgieron de la sociedad pero se han
desvinculado de ella. La función ‘se come al sujeto’ y lo que
permanece es una figura abstracta que se impone a los miem-
bros de la sociedad como algo dado e inamovible.
Consecuencia de la desconexión es la percepción naturalizada
de la gente sobre la institución de seguridad y sobre los fun-
cionarios políticos involucrados.
77| Policías y Ciudadanos
A los ojos de la sociedad, las autoridades son corruptas e ineficientes,
responden a sus intereses, los de su grupo o los de su partido. Las y
los policías son actores a su servicio que prolongan la cadena de la
corrupción, se alían con los delincuentes y les brindan protección en
vez de cumplir con la función que la sociedad les otorgó; siendo la
principal consecuencia el deterioro de las relaciones sociales hasta el
grado de llegar a fracturarse, con lo que aparecen dos bandos: el de
la comunidad, por un lado, y el de l@s policías y l@s autoridades por
el otro, que paulatinamente van desarrollando antagonismos irre-
conciliables.

¿Qué responsabilidad urgente le cabe al poder político en ma-


teria de seguridad? Funcionarios expertos como Arslanián44
consideran que sería un grave error pensar que las secretarías
o ministerios de seguridad pueden manejar todo el mundo del
delito. En relación a la estructuración de poder en el sector
legislativo, señala el poco o escaso debate desde las campañas
electorales sobre tema seguridad.
En muchos sectores de poder político, jurídico, académcio y
económico; se imagina como solución mágica la ‘reforma’ de
la policía concebida como corrupta y como un solo cuerpo
homogéneo. Esa actitud correctamente fundada en algunos
sentidos pero prejuiciosa en otros, ya por desconocimiento, ya
por posición ideológica, deja fuera del campo de soluciones
posibles a la propia policía. Por otro lado, la vasta experiencia
en el tema del ex Ministro de Justicia de la Nación le permite
sostener que la ‘reforma’ de la policía es solo una herramien-
ta, ya que la reforma del sistema de seguridad excede a la po-
licía; y sostiene que se debe mejorar el funcionamiento de

44
León Carlos Arslanian es abogado por la UBA. Ha sido juez de la Cámara Federal de la
Capital, Ministro de Justicia de la Nación y Ministro de Justicia y Seguridad de la Provincia de
Bs. As.
78| Una perspectiva de derechos humanos

todas las agencias del estado específicamente dedicadas a


enfrentar el delito. Cuando hablamos de ‘reforma’ policial nos
referimos aquí al cambio en el modelo de ordenamiento, la
organización y la cultura de la institución y no a una actitud
persecutoria sobre las cúpulas policiales como vulgarmente se
recepciona el concepto.
Cuando se establece el Código Penal Nacional en 1921, se
pensaba que la criminalidad toda podía manejarse desde el
sistema de seguridad; con una política que tradicionalmente
se llamó 'garantista' en el sentido de que ciertas figuras lega-
les (libertad condicional, probation, excarcelación durante el
proceso, etc.) constituían un freno a la mano dura. Sin la posi-
bilidad de abrir el juego a otros organismos estatales y secto-
res de la sociedad, durante mucho tiempo este esquema pro-
dujo que la seguridad estuviera exclusivamente en manos de
los estados mayores policiales. Así la persecución penal en
tanto investigación del delito quedó exclusivamente en manos
policiales. Arslanian sostiene que al definir, controlar y juzgar
el delito, la policía entró en crisis por ‘autonomización45 del
poder’, sobre el resto de los resortes de contralor que deber-
ían ejercer los otros poderes estatales, como el judicial y el
legislativo. Con esta autonomía la policía decidía qué delitos
investigar y qué tipo de material llevarle al juez para que im-
pulsara la investigación.
En muchos lugares del país comienzan a surgir como deman-
das de la democracia, proyectos y movimientos para la revi-
sión de criterios y estrategias para el abordaje de fenómenos

45
Arslanián define la autonomización policial como el crecimiento policial en responsabilida-
des que no le debían ser propias y que sin embargo las debió asumir.
79| Policías y Ciudadanos
de la inseguridad. Es un nuevo punto de partida para la refun-
dación del pacto social y moral que sostiene todo lo social
sobre la creencia de la gente en el funcionamiento de las insti-
tuciones para satisfacer los motivos por los que surgieron. Sin
embargo en Salta es precios generar el debate y fortalecer la
demanda del mismo por parte de la sociedad civil.
Arslanián sostiene que toda reforma democrática de la policía
debiera buscar restituir a los jefes policiales su verdadero rol
de conducción operativa; en tanto fija un lugar en el que se
dividen las aguas y la responsabilidad: La conducción policial
es profesional y es de los policías; la conducción estratégica es
transversal a una serie de problemas y es producible por quie-
nes detentan el poder político y la información que a partir de
él manejan.

5.- Prevención del Delito.


Una herramienta de democratización policial
La policía orienta su trabajo desarrollando actividades proacti-
vas, buscando garantizar la seguridad, antes que se llegue a
cometer un hecho delictivo; y actividades reactivas al llevar a
cabo la persecución y captura del infractor. De acuerdo a los
nuevos paradigmas sobre seguridad es necesario que la policía
priorice estrategias proactivas, sobre actitudes reactivas.
En función del objetivo de seguridad ciudadana, la Policía de-
sarrolla actividades disuasivas, que pretenden advertir al ciu-
dadano sobre los peligros a su seguridad y a los posibles in-
fractores sobre las consecuencias de la conducta delictiva. La
prevención46 se aplica a todos los ámbitos de la vida.

46
‘Prevenir’ implica anteponerse o adelantarse a posibles circunstancias que puedan ser
80| Una perspectiva de derechos humanos

Las acciones de intervención para la prevención del delito


están marcadas por los siguientes contrastes:
1.Correctivas / disuasivas. Las medidas correctivas, constitu-
yen el conjunto de procedimientos considerados en el proceso
judicial, ante la comisión de un delito. Mientras que la disua-
sión, constituye la actividad previa, que pretende señalar las
consecuencias de la actividad delictiva o la responsabilidad
penal del delito.
2. Proactivas / reactivas. Las medidas proactivas, pretenden
adelantarse a posibles situaciones, eventos o condiciones, que
podrían facilitar o conllevar a la comisión de un hecho delicti-
vo. En lo que respecta a las medidas reactivas, están son con-
secuencias del hecho delictivo y pretenden reducir la inciden-
cia de los mismos.
3. Delincuentes / víctimas. Al referirnos al tema de la preven-
ción, desde el punto de vista de los delincuentes y víctimas,
deben considerarse dos tipos de circunstancias: cuando se ha
registrado ya un hecho delictivo y cuando se han identificado
grupos vulnerables.
Cuando se ha registrado ya un hecho delictivo, la prevención
garantizar el acceso al Sistema de Justicia, desde la persecu-
ción, judicialización y cumplimiento de la pena. En el caso del
cumplimiento de la pena, es necesario que el sistema peniten-
ciario se constituya como un centro de orientación, articulan-
do además, medidas orientadas a la reinserción social del in-
dividuo, luego de cumplida su sentencia.

previamente solventadas o por lo menos consideradas, de modo tal de poder optar por las
herramientas o condiciones, para que a su paso no ocasionen mayores problemas.
81| Policías y Ciudadanos
Cuando la prevención se realiza en un ámbito orientado a
víctimas y delincuentes, se suscribe a una visión restitutiva y
no vindicativa, lo que implica que esta se base en la educación
del infractor y la restitución y protección a la víctima, pro-
curándosele acceso a la ayuda profesional (legal, psicológica,
médica, económica, material, etc.)

La Prevención del Delito, también puede catalogarse de


acuerdo a la visión epidemiológica en:
1.Prevención primaria; la que tiene como objetivo a la pobla-
ción en general y entornos físicos; haciendo referencia al con-
junto de medidas abordadas dentro de la comunidad, en fun-
ción de promover condiciones estables que faciliten el desa-
rrollo de la misma.
2.Prevención secundaria; centrándose en la población en ries-
go de delinquir o ser víctimas. Dicha medida no pretende crear
perfiles o estigmatizar grupos, en el caso de los posibles delin-
cuentes; más bien, busca visualizar condiciones sociales o si-
tuacionales que fomenten conductas delictivas. El tema de las
posibles víctimas puede ser abordado en la misma línea, en
tanto que se informe sobre posibles conductas o situaciones
que pueda ser factor de riesgo.
3.Prevención terciaria; cuando el objetivo son los sujetos, de-
lincuentes y victimizados. En este esquema, se abordan medi-
das de readaptación social en el caso del delincuente y medi-
das restitutivas (materiales, psicológicas, legales, etc.) en el
caso de la víctima.
Otra manera de clasificar la prevención es:
1. Situacional; cuando actúa sobre las situaciones pre-
delictuales y ocasionales, abarcando la administración, diseño
82| Una perspectiva de derechos humanos

y manipulación del entorno físico, a fin de reducir las oportu-


nidades para la comisión de delitos.
2. Social; cuando actúa sobre infractores potenciales y sus
disposiciones, abarcando tanto lo actual como el desarrollo; su
preocupación radica en incidir en los procesos sociales. Las
medidas de este tipo se dirigen a actuar sobre el individuo y se
trabaja sobre el medio escolar, los cómplices y bandas juveni-
les y el mercado de trabajo.
3. Mixta o comunitaria; cuando combina tanto las medidas
situacionales como las socio-preventivas.

6.- Obstáculos internos de la institución policial


para su democratización
Muchos policías están convencidos que lo mejor para la insti-
tución es una clara separación del mundo ‘civil’ y el manteni-
miento de una estructura que privilegie y garantice el discipli-
namiento interno aún a costa de la sensación de desasosiego
de sus miembros. El modelo policial tradicional recurría sola-
mente al sistema penal y establecía una relación lejana con la
sociedad.
Tradicionalmente el esquema de seguridad se basaba en la
militarización de la policía y de la sociedad. Sin embargo hoy el
policía debe estar abierto a resolver conflictos que no necesa-
riamente implican respuestas al sistema de justicia penal.
En el mundo policial es frecuente la discusión generacional
sobre la manera de concebir la vida institucional. En general
los mayores acuerdan que es mejor estar ‘lo más separados
posibles de la comunidad para poder imponer el orden’; con-
vencidos que la institución debe permanecer cerrada como
83| Policías y Ciudadanos
modo de asegurar el honor y la disciplina policial. Los más
jóvenes tienen una visión más abierta al mundo civil.
Debe considerarse de igual modo, el inadecuado, lento y bu-
rocrático funcionamiento de los controles internos de la polic-
ía que terminan atentando contra la moral de la propia fuerza.
Algunas dificultades que inhiben un cambio democratizador,
son el bajo nivel de organización de la sociedad civil; y sobre
todo, la naturalización de la violencia en la sociedad, generan-
do debates de seguridad ciudadana que lejos de evocar una
imagen benigna de la policía, proyecta la de la ejecución de la
justicia por mano propia, modelos de justicia paralelos, y mo-
delos de mano dura y tolerancia cero.
Superar el prejuicio y discriminación institucional sobre grupos
en situación de vulnerabilidad por condiciones especiales es
otro de los obstáculos que la comunidad policial debe com-
prometerse a erradicar. Muchas de las condiciones de esos
grupos especiales discriminados, forman parte de la misma
fuerza policial. El trato desigual y discriminatorio hacia deter-
minados grupos de ciudadanos fue un rasgo común de las po-
licías del pasado. Siempre existen sectores (minoritarios o no)
que históricamente se encuentran en una situación de des-
ventaja (mujeres, desempleados, por ejemplo), vulnerabilidad
(niños, ancianos, discapacitados, por ejemplo) o marginación
(los indígenas, minorías religiosas, homosexuales, prostitutas).
La policía puede planificar estrategias específicas para los pro-
blemas de estos grupos, tomando en cuenta que un trato igual
en condiciones de desigualdad, también puede significar dis-
criminación o trato desigual.
84| Una perspectiva de derechos humanos

7.- La policía democrática del futuro


Las policías tradicionales fuertemente militarizadas hacían
referencia en su accionar a un interés único, manifestado en la
pronunciación del Estado mediante las clases gobernantes;
una policía democrática, en cambio, atiende a las demandas,
intereses y necesidades de la población.
Las policías democráticas basan su desempeño bajo la óptica
de la promoción y respeto del marco legal vigente y los Dere-
chos Humanos; adecuándose a las necesidades de cada pobla-
ción, sin trastocar necesariamente los valores fundamentales
desarrollados desde la visión constitutiva del Estado.
Una policía en proceso de democratización, lejos de orientar
su desempeño en función de la sospecha, la contención y la
represión del delito, irá desplazando su modalidad operativa a
disminuir la incidencia del mismo, mediante estrategias orien-
tadas a mejorar las relaciones sociales de la comunidad; me-
diando para el establecimiento de normas mínimas de convi-
vencia entre los vecinos; procurando alianzas estratégicas con
grupos que pudiesen aportar soluciones mínimas a condicio-
nes de vulnerabilidad dentro de la población o a mejorar las
capacidades para enfrentar un riesgo; y por último, incidiendo
en el mejoramiento de espacios físicos, que puedan exacerbar
la condición y/o la percepción de inseguridad dentro de la
población.
El mismo proceso de democratización institucional implica un
cambio en la visión que sus miembros tienen de su propia ac-
tividad, para centrarse cada vez más en la disminución del
delito y su incidencia en la comunidad, mediante la procura-
ción de mejores prácticas sociales comunitarias, que en la per-
secución del delito.
85| Policías y Ciudadanos
Una policía democrática debe poseer capacidad de enfrentar
una alteración súbita de la paz y la tranquilidad, ocasionada
por la manifestación de un hecho delictivo, siendo su obliga-
ción contenerlo y/o reprimirlo para que no trascienda a mayo-
res proporciones; teniendo fundamental consideración en la
racionalidad en el uso de la fuerza y el respeto al debido pro-
ceso.

La complejidad de las sociedades modernas, hace inútil la tra-


dicional lucha contra el delito únicamente desde la reacción
policial y el sistema penal en general. EI mantenimiento del
orden y la persecución del delincuente ha sido a lo largo de los
años, el principal papel de todo el aparato de control social
formal. EI sistema penal era la respuesta fundamental y
prácticamente única al delito de todo tipo. La persecución del
delincuente era, desde esta perspectiva, el objetivo funda-
mental de la policía. Hoy sin embargo la criminología moderna
y cada vez más las ciencias sociales, reconocen la importancia
fundamental de la situación ambiental y social en el desarro-
llo de los delitos.
EI delito se produciría, desde esta perspectiva, cuando conflu-
yen el posible delincuente, la víctima u objetivo apropiado y el
entorno adecuado. Sin embargo es preciso ir un paso más ade-
lante desmitificando un supuesto implícito en esa visión y que
es precisamente la idea que se tiene sobre quién es ‘el delin-
cuente’.
En la práctica, desmitificar la idea de ‘delincuente’ implica mu-
chos cambios en las organizaciones policiales. Sobre todo se
trata de un cambio cultural. Es importante para ello cambiar
como se percibe la policía a sí misma pero también como defi-
ne la sociedad civil y el poder político qué tipo de policía nece-
86| Una perspectiva de derechos humanos

sita. Es necesario que los policías estén plenamente integrados


en el tejido social; que el Policía no sea un elemento más del
mobiliario urbano, sino un auténtico profesional, y esto impli-
ca que la toma de decisiones no sea patrimonio de un sector
de la organización, sino de todos los profesionales implicados,
empezando por el policía de base.
En un sistema social bien cohesionado, el aparato de control social in-
formal es el principal método de regulación del comportamiento in-
dividual para poder convivir en sociedad. EI control formal coactivo,
con sus prisiones, el uso de la fuerza, y el régimen sancionador de to-
do tipo, sólo son un último recurso cuando el sistema informal falla.
La policía sigue pues constituyendo una parte importante del aparato
de control social coactivo y penal, pero la prevención, la mediación,
la potenciación de la integración social, son instrumentos mucho
más importantes que la propia represión.

Actualmente la demanda social exige de la policía soluciones


concretas a sus problemas y la sola aplicación de la ley no
proporciona siempre mecanismos para abordarlos. La policía,
orienta cada vez más su actividad a la resolución de proble-
mas; lo cual implica organizaciones policiales bien integradas
con el resto de los agentes sociales con competencias en el
tema y con los recursos suficientes para abordar el problema.
La Policía forma con el sistema penitenciario y con el judicial,
los principales mecanismos de control social formal del Esta-
do, sin embargo en una sociedad moderna la participación de
la Policía en aspectos más preventivos, colaborando con otras
instancias de control social informal como la familia, la escuela
o los servicios sociales es cada vez más necesaria.
La imagen del policía dedicado preferentemente a la persecu-
ción del pequeño delincuente desde potentes vehículos, está
hoy en crisis. Hoy se deben potenciar en la Policía conceptos
87| Policías y Ciudadanos
como el trabajo en equipo, la policía comunitaria, el trata-
miento de los problemas sociales, o la búsqueda de la calidad
máxima del servicio.
Por otro lado, en la práctica, contrasta fuertemente la enorme
ilusión y entrega de que hacen gala los policías recién ingresa-
dos en el Cuerpo, con la apatía y desmotivación que se apode-
ra de muchos de ellos pocos años después. La sublimación de
la función policial, con sus componentes añadidos de espíritu
de sacrificio y entrega a los demás, da paso muchas veces a un
cierto fatalismo y desinterés. La rutina y la desmotivación son
un auténtico problema para los directivos de las organizacio-
nes de policiales, dado lo extendido de estos factores.
Uno de los principales problemas en el proceso de motivación
de los policías locales, es la ambigüedad de las metas que se
espera que deben alcanzar.
Se parte generalmente del mito que el trabajo policial es im-
predecible, y que por tanto la programación y planificación del
mismo sólo puede alcanzar algunos aspectos marginales. Esto
hace que el establecimiento de objetivos y el control del nivel
que se alcanza de los mismos, no suele referirse a los fines de
la función policial, sino a los instrumentos cuantificables utili-
zados.
Así, el número de denuncias formuladas, de detenciones reali-
zadas, o de comunicados tramitados, suele constituir en mu-
chas policías locales el principal sistema para marcar objetivos
y por tanto para controlar su nivel de ejecución. Estos datos
son útiles para justificar el trabajo realizado, o para proteger la
organización de posibles acusaciones de inoperancia. Permi-
ten objetivar el trabajo realizado y por tanto cuantificarlo,
plasmarlo en gráficas, estadísticas y memorias. Se pueden
analizar resultados, compararlos con los ejercicios anteriores e
88| Una perspectiva de derechos humanos

incluso valorar el peso relativo de cada tipo de actuaciones en


el conjunto de actividad policial. Sin embargo, estos datos ob-
jetivos se refieren casi siempre a los medios utilizados para
alcanzar un fin que sólo queda reflejado de manera indirecta.
La demanda social, y por tanto la finalidad de la actuación po-
licial, no se refiere por ejemplo, al aumento de detenciones de
ladrones de vehículos, sino a la disminución del robo de los
mismos, ni el aumento de denuncias de tráfico vehicular es el
deseo último de los que piden mayor seguridad en la calle o
espacios de paso de los peatones libres de vehículos estacio-
nados en ellos.
La represión es un instrumento más de los que puede dispo-
ner el policía, pero no un fin en sí mismo. Se pueden realizar
actividades de disuasión, prevención, información, investiga-
ción etc. que, sin tener tampoco un carácter finalista, persi-
guen un mismo objetivo que la denuncia o la detención.
Los policías necesitan hoy actuar desde una actitud altamente
positiva de prevención y participación de los problemas, de
implicación personal en la resolución de todo tipo de conflic-
tos y en la búsqueda de alternativas, en la movilización de
recursos tanto públicos como privados para abordar esos pro-
blemas de manera global e interdisciplinaria. En definitiva,
hablamos de pasar de una filosofía eminentemente reactiva a
otra básicamente proactiva. Esto implica forzosamente la
máxima implicación posible en el tejido social por parte de la
policía, de toda las divisiones policiales existentes.
Para lograr una fuerte implicancia de la policía en la comuni-
dad y viceversa es preciso considerar, desde diversas perspec-
tivas, el papel de la policía en relación a las entidades sociales
que la rodean. Puede tratarse de asociaciones, instituciones, o
89| Policías y Ciudadanos
profesionales de todo tipo, siempre que su marco de actua-
ción confluya en la misma problemática social en la que traba-
ja la policía. Sin embargo los policías suelen ser reacios a que
esa relación trascienda la mera colaboración.
En general se acepta, casi sin discusiones, que la eficacia de la
policía depende en gran parte de la colaboración ciudadana.
Se pide esa colaboración a los ciudadanos para que denuncien
los delitos, para que aporten la información que conozcan, o
para que ayuden a la policía en sus investigaciones47.
Sin embargo hoy, esta concepción del ciudadano colaborador
está ampliamente superada. En las sociedades modernas la
policía trabaja cada vez más de manera interdisciplinaria, con
múltiples agentes sociales que intervienen de alguna manera
en el tema de la seguridad.
La filosofía inherente al proceso de democratización policial es
que la institución por sí sola no puede solucionar ninguno de
los grandes problemas sociales en los que interviene. Drogas,
medio ambiente, violencia doméstica, delitos económicos, son
algunos de los temas en los que la actuación policial es sólo
una parte de la solución, y muchas veces la menos decisiva.
Las diferentes entidades sociales, tanto si son asociaciones,
como instituciones o bien profesionales independientes, así
como los ciudadanos en general, no debieran ser hoy para la
policía una mera fuente de información o unos colaboradores
potenciales. Son en sí mismos una parte trascendental para

47
El flujo de información en el esquema del acercamiento policía - comunidad, no implica ver
al ciudadano como un informante, ya que dicha circunstancia incidiría en alentar sentimientos
de desconfianza y peor aún peligrando la seguridad de los individuos. La información vital, no
necesariamente es aquella que señala o alimenta la sospecha contra individuos o grupos, más
bien es aquella que permite: conocer, organizar, accionar, coincidir o unificar esfuerzos en
función de mejorar las capacidades de la población para enfrentar cualquier tipo de riesgo.
90| Una perspectiva de derechos humanos

poder abordar eficazmente los diferentes problemas sociales.


Son una parte integral del sistema de seguridad de las socie-
dades actuales. Por ello la interdisciplinariedad de la policía y
la plena interrelación con el resto del tejido social son absolu-
tamente imprescindibles.
Es evidente que cada institución debe ceñirse a aquellos te-
mas de su propia competencia. EI policía es ante todo una
parte del aparato de control social formal de cualquier Estado,
y por tanto su misión primordial es velar por el cumplimiento
de la ley y la persecución del delito, pero no es este su único
papel en las sociedades modernas. Hoy se configura un nuevo
rol para la policía. La sociedad actual ya no ve al policía única-
mente como un profesional del control social, como la fuerza
al servicio de la ley, sino además, como un potente modulador
de conflictos, un factor de mediación e integración social.
La población no se conforma con la confección de un informe
o con la detención de un delincuente. No se conforma con una
respuesta burocratizada, ni acepta que lo que para él en ese
momento es un grave problema, para el policía sólo represen-
te una anécdota o algo de escasa importancia y que por tanto
actúe de manera rutinaria o desconsiderada. Hoy la sociedad
demanda a la Policía respuestas y soluciones concretas, un
elevado nivel de conocimientos profesionales, una fuerte im-
plicación en los temas, una actitud claramente positiva de
mediación y de búsqueda de alternativas. Se pide en definiti-
va profesionalización.
Es evidente que la sociedad pide a la Policía que sea eficaz en
Ia captura de los delincuentes que han delinquido, o en la re-
presión de los infractores que con sus actos afectan la calidad
de vida de la población en general. Sin embargo, por muchos
91| Policías y Ciudadanos
delincuentes que capture la policía, por muchos vehículos que
retire la grúa, o por muchas denuncias que se realicen; el ciu-
dadano no se sentirá satisfecho si no ve disminuir el número
de delitos y de infracciones.
Para una persona que no puede pasar por una vereda porque está
llena de vehículos mal estacionados lo importante no es saber cuán-
tos autos retira allí la grúa, sino que la vereda esté libre de autos.
Que aumente el número de autos retirados para quien usa la vereda
es algo puramente anecdótico, lo que de verdad importa a esa per-
sona es que no se produzcan estacionamientos en zonas no permiti-
das para que pueda transitar libremente por la vereda.

La Policía de hoy no puede limitarse a buscar la cooperación


ciudadana; deben potenciarse los espacios naturales de en-
cuentro entre la policía y el resto de agentes sociales adecua-
do en cada caso. Esto implica pasar de una concepción de la
Policía como mero factor de control y persecución del delito a
otra en la que, además, se constituya en un factor más de in-
tegración social. En las sociedades modernas no basta con
que el policía sea un representante del Estado, un agente de la
autoridad, ni con que sea un buen defensor de la ley. Debe ser
percibido, además de todo ello, como un factor de integración
social, como un miembro más de la colectividad trabajando
profesionalmente desde esa misma colectividad, codo a codo
con jueces, asistentes sociales, educadores, asociaciones de
vecinos, en definitiva con todo el tejido social.

8.- Disminuir la distorsión de valores:


una ética de los pequeños grupos.
EI cambio en las actitudes, así como el cambio en la cultura
profesional que necesariamente ello conlleva, no es fácil de
lograr como seguramente la mayoría de mandos de Policía
92| Una perspectiva de derechos humanos

comprueban a diario.
Estas dificultades, sin embargo, se ven acrecentadas por no
tener en cuenta aspectos que la teoría de las organizaciones
hace ya mucho tiempo destacó como necesarios para conse-
guir la implantación de un cambio organizativo de magnitud.
El punto de partida para conseguir profesionales motivados es
la decisión de empezar por tratar al personal policial como
auténticos profesionales y dar a los grupos informales en los
que el personal comparte la vida cotidiana de la institución, la
atención que merecen como condicionantes de las actitudes
de cada uno de sus miembros. No se debe olvidar que el tra-
bajo diario de un Policía se desarrolla en el seno de un grupo,
formado con otros policías que actúan con sus mismos condi-
cionantes. La actividad concreta de cada día se realiza efecti-
vamente solo o en pareja, pero la presencia del grupo se hace
patente en casi todas la intervenciones que realiza un policía
durante su servicio.
En todo grupo humano se produce una serie de interacciones
que contribuyen a identificarlo como grupo y a cada uno de
sus miembros. En el caso de la Policía estas interacciones son
poderosísimas y constituyen la esencia del propio grupo.
Todo policía sigue en sus actuaciones unas pautas influidas por
múltiples factores, pero muy especialmente por los diferentes patro-
nes informales de comportamiento, que se hallan previamente esta-
blecidos en su grupo de referencia profesional: su pequeño grupo.

Los grupos de referencia son básicos en la formación y modifi-


cación de actitudes, pero mucho más en el de los comporta-
mientos. La presión del grupo ejerce un control social sobre
cada uno de sus miembros que supera ampliamente la in-
fluencia de la organización formal, los mandos o las normas.
93| Policías y Ciudadanos
Fenómenos como la corrupción, el estilo policial imperante o
la motivación de los policías, no pueden abordarse seriamente
si no se tiene en cuenta la fuerza de los grupos de referencia.
La compatibilidad entre los objetivos informales y el sistema
de valores imperante en cada pequeño grupo y los objetivos
generales de la organización presenta algunas dificultades. La
orientación predominantemente burocrática y legalista de
muchas organizaciones policiales, hacen que la normativa y las
instrucciones generales no resuelvan los problemas concretos
que el policía encuentra en la calle en su servicio diario. En
esos casos el grupo desarrolla sus propios modelos de com-
portamiento y respuesta al margen de la estructura formal.
Conocer esos modelos informales, reconducirlos abiertamente
mediante la participación del propio grupo, y asumirlos de
manera contingente a la realidad de ese turno, barrio o tipo
de servicio, evitará la existencia de comportamientos incom-
patibles con los objetivos de la organización o incluso de la ley.
No es prohibiendo la corrupción como evitaremos que aparezcan
conductas corruptas, sino estableciendo mecanismos claros y efica-
ces de control y sobre todo, haciendo que esas conductas sean in-
compatibles con el sistema de valores del grupo. Ningún policía usa
por mucho tiempo más fuerza de la debida, acepta gratificaciones, o
falsea sus informes si ese comportamiento no está aceptado, o al
menos tolerado, en el seno del pequeño grupo.

La Policía que nuestra sociedad está demandando, pasa preci-


samente por una actitud profesional que es responsabilidad
de todos los policías tanto de altos mandos, como agentes de
base. Conseguir esa Policía es el reto y la responsabilidad de la
sociedad civil organizada, del poder político y de la propia ins-
titución policial.
94| Una perspectiva de derechos humanos

Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo II


1.- Localice la mayor cantidad de palabras, que se relacionen
con el tema del desempeño policial en una sociedad democrá-
tica.

2.- Situándose en el contexto de la provincia de Salta, enume-


re una lista de posibles actores que puedan contribuir al tema
de la seguridad preventiva. A continuación se le facilita un
cuadro para clasificarlos.
95| Policías y Ciudadanos

3.- Realizar un comentario escrito mínimo de media hoja y


máximo de una hoja, a partir de la lectura de los siguientes
párrafos48. Trabajar grupalmente.
… ‘La reestructuración de las fuerzas de seguridad, su profesionaliza-
ción y educación en el respeto de la ley, la democracia, los derechos
humanos y en una cultura de paz, tienen como objetivo principal con-
vertir la función policial en un auténtico servicio público a los ciudada-
nos. Esto conlleva el carácter exclusivamente civil de la institución poli-
cial. Frente al desprestigio de las instituciones policiales del pasado por
graves violaciones a los derechos humanos y la deficiente calidad del
servicio de seguridad pública prestado a la comunidad, la Policía deberá
cumplir en su doctrina, desempeño profesional y formación las carac-
terísticas de una policía profesional moderna acorde con los principios
mínimos de una actuación policial respetuosa de los derechos huma-
nos, las libertades públicas, el Estado de Derecho y la democracia con-
tenidos en los instrumentos internacionales aplicables’.
… ‘Se reconoce que la paz firme y duradera requiere el respeto de los

48
Tomado del Manual de Seguridad Preventiva y Policía Comunitaria. Guatemala 2004. Ver
referencia bibliográfica al final.
96| Una perspectiva de derechos humanos

derechos humanos y al carácter multiétnico, y pluricultural de la na-


ción, así como la participación social, la conciliación de intereses y el
fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Así pues, los cuer-
pos de seguridad del Estado en el pasado fueron utilizados para repri-
mir al ciudadano, en esta nueva etapa se espera que esos cuerpos, es
decir, la policía, se conviertan en el instrumento del ciudadano para ga-
rantizar la seguridad humana.
Históricamente debido a la composición de los cuadros policiales que
directamente provenían de la estructura del Estado contrainsurgente
se desarrolló un proceso de desconfianza mutua entre la policía y la so-
ciedad. Partiendo de este hecho, es necesario tomar en consideración
que el primer paso a seguir para establecer algún tipo de relación en
ese orden, es tratar de ir recobrando los niveles de confianza y toleran-
cia’.
4.- Proponer ideas para la creación de un programa de la insti-
tución policial que permita la capacitación de la misma sobre
relaciones étnicas y de género.
5.- Expresar una opinión en base a la lectura del caso que pre-
sentamos a continuación, sobre cuál división policial o qué
profesional resolvió finalmente el conflicto. El caso ilustra el
cambio de estilo en la actuación de la policía que demanda la
sociedad actual. Trabajar grupalmente.
Presentamos caso: En un barrio de los alrededores de Salta se detectó
por parte de la policía un aumento de la demanda ciudadana por moti-
vos de inseguridad. Las quejas se centraban por parte de los vecinos en
aspectos relacionados directa o indirectamente con una fuerte sensa-
ción de disminución de la seguridad ciudadana. Había sensación de
aumento de los robos, del tráfico de drogas, de mayor suciedad en la
calle, de venta ambulante irregular, niños sin escolarizar. En general la
inseguridad percibida en el barrio se asociaba al fuerte aumento (au-
mento real, por otra parte) de inmigración brasilera en los últimos años
en esa zona.
Ante este aumento de las quejas, de las llamadas al servicio 911 de la
Policía, se respondió con los sistemas policiales clásicos en estos casos:
97| Policías y Ciudadanos
mayor presencia policial en la zona, más rigor en el control de las do-
cumentaciones, aumento de las sanciones por infracciones administra-
tivas, en definitiva una cierta saturación de la zona con actividades poli-
ciales clásicas, es decir control, presencia, disuasión y hasta operativos
de fuerza con enfrentamientos violentos.
Sin embargo, transcurridos algunos meses se pudo constatar que a pe-
sar del paso del tiempo la situación apenas había variado. La sensación
de inseguridad, y con ella las quejas de los vecinos, crecían inmediata-
mente en cuanto se retiraba el servicio intensivo de la Policía. Las que-
jas abarcaban desde aspectos concretos, como el sacrifico de corderos
degollados en lugares semipúblicos, hasta aspectos más indefinidos
como miedo a pasar por determinadas zonas.
La inutilidad de la actuación policial clásica venía siendo advertida des-
de el inicio de la operación por el equipo de policía comunitaria asigna-
do al barrio. Ellos habían propuesto desde antes de que el problema se
agudizara una serie de medidas que no habían sido atendidas por sus
mandos. Ante esta situación, se optó por retirar toda la presencia poli-
cial de la zona excepto el equipo de policía comunitaria de aquel barrio,
autorizándoles a tomar las medidas que estimasen oportunas para so-
lucionar el problema. AI poco tiempo las quejas habían cesado y el pro-
blema concreto desaparecido. AI estudiar las medidas tomadas por los
policías del equipo de barrio, se pudo constatar que prácticamente to-
das ellas consistieron en potenciar y coordinar las actuaciones de dife-
rentes departamentos e instituciones que de alguna manera ya traba-
jaban en el tema, pero de manera descoordinada entre sí. Así, por
ejemplo, se estableció un sistema de cooperación con el líder religioso
de parte de la comunidad brasilera asentada en la zona, a través del
cual se llegó al resto del colectivo; la asociación de vecinos organizó ac-
tividades y encuentros que facilitaron el conocimiento mutuo de unos y
otro; a través del veterinario municipal se canalizó el sacrificio ritual de
los corderos por el líder espiritual del grupo brasilero, pero en un ma-
tadero municipal; se escolarizó los niños de la comunidad brasilera
desde con un programa municipal a través de su secretaría de acción
social; desde urbanismo se arregló el acceso a la zona para que pudie-
ran entrar los camiones de recogida de basuras y desde el servicio co-
rrespondiente se estableció la instalación de contenedores de basura y
su recogida diaria.
98| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO III
ORIGEN Y EVOLUCION
DE LA INSTITUCION POLICIAL49

Objetivo: Identificar la línea evolutiva de la institución policial en el


proceso de surgimiento y consolidación de los estados nacionales
modernos que implicó el traspaso de un tipo de gubernamentalidad
basada en la soberanía del territorio a otra basada en la regulación
de la población.

1. De la ética religiosa de los ‘caballeros’ del Medioevo


a la Policía primigenia del xvi y xvii
A la caída del imperio romano, en aquellos territorios que se
regían como feudos libres, se genera una élite compuesta
principalmente por los hijos no primogénitos de los señores
feudales, llamados hijos ‘cadetti’, denominación que hoy reci-
be un alumno en una escuela militar. Estos hijos cadetti, edu-
cados en el arte del combate y armados a caballo, no tenían
medios económicos propios para sostener los gastos de su
status social. Por ello trataban de crearse una condición esta-
ble y segura a través del ejercicio de las armas, empleándose
al servicio de señores feudales o príncipes 50.
Estos guerreros libres y violentos fueron transformados en

49
El texto del presente capítulo se desarrolló a partir de adaptaciones de dos clases de Mi-
chel Foucault , durante un curso del autor en el Collège de France durante fines de 1977 y
principios de 1978. Ver bibliografía al final.
50
Al respecto resulta ilustrativo el texto de la Carta Magna otorgada por Juan Sin Tierra en
1215, documento que algunos textos de derechos humanos ponen en el primer lugar de los
antecedentes jurídicos acerca de la protección de los mismos.
99| Policías y Ciudadanos
paladines51 de la fe por acción de la Iglesia Católica. Ésta,
basándose en el apego a los sentimientos religiosos de mu-
chos de ellos, los sometió a un tipo de comportamiento con-
forme a preceptos cristianos, útil a los intereses de la Iglesia.
De esa fusión entre moral cristiana y arte guerrero nace la
ética caballeresca, que regulará el ejercicio de la guerra según
las reglas dadas por la Iglesia en la Alta Edad Media.
Toda la acción bélica de la época tenía un soporte simbólico
religioso dentro del cual el caballero era una especie de sacer-
dote de la guerra. Por ello es la época de las órdenes monásti-
cas como los Templarios ó Caballeros del Temple. Llenos de
una solidaridad guerrera con sus iguales y de piedad por los
demás que los distinguía de los campesinos y aldeanos, esos
caballeros estaban llamados a la protección de la religión y la
fe, a la defensa de los débiles y oprimidos, a la tutela de la
justicia, a traer la paz al pueblo de Dios y llevar el castigo a los
enemigos. En este contexto caballero que significa literalmen-
te ‘hombre que va montado a caballo’, pasa a designar algo
diferente y superior, alguien que tiene por profesión el com-
bate y vive su vida de acuerdo a reglas y altos ideales.
Esta visión se muestra en toda su potencia en los poemas épi-
cos, La Canción de Gesta la guerra contra los árabes en España
o las cruzadas cristianas frente al mundo musulmán.
Ese momento de la historia común a la profesión de todas las
instituciones que detentan el uso legítimo de la fuerza del Es-
tado es muy significativo. Un pensamiento ético - ideológico,
el de la Iglesia Católica, ha sometido el uso de la violencia de-
ntro de reglas. Convierte a los que la tienen como profesión a
100| Una perspectiva de derechos humanos

una moral nueva, basada no solo en el coraje o la lealtad, sino


también en la defensa del cristianismo y, como parte de él, de
los débiles y los inermes. Es el momento en que el guerrero se
ha transformado en el soldado cristiano, portador o restaura-
dor de la paz, cortés con sus adversarios, en quienes reconoce
sus iguales en el mundo de la caballería.
Si la ética es el conjunto de nomas de conducta, pública y pri-
vada, que según la propia naturaleza y voluntad una persona o
grupo de personas eligen seguir en la vida, se debe aceptar
que en ese trazo de la historia de la Alta Edad Media tiene
origen una parte importante de la ética militar del soldado
profesional que en el siglo xvii devendrá también en policía.

2.- La formación de la Policía en los Estados Nacionales


Hacia fines del siglo xvi y principios del xvii cambia el modo de
gobernar en la historia de la cultura occidental. Antes de este
momento el gobierno de los señores feudales y de los reyes,
implicaba una idea de perfección social detrás de la cual esta-
ba la presencia de Dios. Se vivía en un orden terrenal ligado
fuertemente a un orden divino. Para los dirigentes el arte de
gobernar implicaba esencialmente permanecer fiel a los man-
datos de Dios y a los pactos de convivencia entre los hombres
cuando las sociedades cambiaban muy lentamente.
A partir de fines del siglo xvi, gobernar se va a transformar en
una tarea percibida como un accionar en un campo de fuerzas
en tensión. A la vieja idea de soberanía que implicaba unas
relaciones de control y protección dentro de un territorio en-
tre un defensor –un rey o señor feudal– y sus defendidos –los
súbditos–; se sumará una noción que se transformará en im-
101| Policías y Ciudadanos
prescindible para gobernar: la razón de Estado. Ejercer la so-
beranía es a partir de entonces no solo la defensa del territo-
rio, sino además el ejercicio de un cálculo racional respecto a
objetivos claros y específicos por parte de los gobernantes,
sobre los gobernados. Esa nueva razón de Estado produce un
desplazamiento de la idea de gobierno como una cuestión de
protección y organización concebida hasta entonces sobre el
territorio, hacia una idea de protección y organización conce-
bida a partir del siglo xvii, como el bienestar y felicidad de la
población, con el objeto de acrecentar la producción estatal.
El arte de gobernar va a consistir a partir de entonces en ma-
nipular, mantener, distribuir, restablecer relaciones de fuerza;
en un espacio de desarrollo competitivo entre pueblos o so-
ciedades, en la Europa del siglo xvi. Esta idea de gobierno es lo
que está en la base del surgimiento de los Estados modernos a
los que llamamos naciones o países, a diferencia de los anti-
guos reinos o señoríos feudales, para los que el gobierno im-
plicaba concentrase en la defensa de un territorio práctica-
mente aislado.
Las herramientas de gobierno del siglo xvi para desarrollar
relaciones competitivas entre los nacientes estados, van a ser
de dos tipos, de acuerdo actúen hacia afuera o hacia adentro
de los territorios. Por un lado la diplomacia y la organización
de un ejército profesional; por otro, la policía. Por entonces,
estas instituciones están en formación, por lo cual no se pude
trasladar exactamente la idea que hoy se tiene de ellas, a ese
momento histórico.
En los siglos xvi y xvii la policía implicaba la idea que hoy te-
nemos sobre la función de la institución, pero abarcaba más
funciones. Por entonces se presentaban tres sentidos de la
policía. 1.- Se entendía por ‘policía’ a toda comunidad regida
102| Una perspectiva de derechos humanos

por una autoridad pública, era toda sociedad humana desde el


momento en que algo semejante a un poder político o autori-
dad pública se ejercía sobre ella. 2.- También se llamaba ‘po-
licía’ al conjunto de actos que regían esas comunidades bajo
una autoridad pública. 3.- Otra acepción de la palabra refería
al resultado de aplicar tales actos regulatorios de la autoridad
a las comunidades, al resultado de ‘policiar’, en relación a la
esfera de los comportamientos humanos disciplinados a partir
de la imposición de un orden. Una situación policiada era
aquella resultante en buen comportamiento a partir de la apli-
cación de la autoridad pública sobre la comunidad.
Desde fines del siglo xvi y durante el xvii, se empezará a llamar
policía al conjunto de los medios a través de los cuales se pue-
den incrementar las fuerzas del Estado a la vez que se mantie-
ne el buen orden de éste. Todo lo que sirva al mantenimiento
del buen orden de la sociedad es de incumbencia de la policía.
Desde entonces, la policía será el cálculo y la técnica que van a
permitir establecer una relación móvil, y sin embargo estable y
controlable, predecible, medible; entre el orden interior del
Estado y el crecimiento de sus fuerzas. Algunos autores de
aquellos siglos, aluden a la idea de ‘esplendor del Estado’52 en
cuanto a orden visible y fuerza resplandeciente, como situa-
ción que la policía debía lograr.
Es la idea de esplendor, de bienestar y felicidad de los súbdi-
tos, la que está presente en la concepción de lo que era la po-
licía en los siglos xvi y xvii. Está presente en la obra de media-

52
Ver Louis Turquet de Mayerne (1550 – 1615). La Monarchie aristodémocratique, ou le
Gouvernement composé et meslé des trois formes de legitimes Republiquies. París. Jean
Berjon et Jean le Bouc. 1611. Otro autor en Alemania, cien años después: el conde Hohenthal.
Liber de Politia, adspersis abservationibus de causarum politiae et justitiae differentiis. Leip-
zig. 1776. En Foucault, 2006.-
103| Policías y Ciudadanos
dos del siglo xvii de un autor alemán que puede considerarse
el más grande de los teóricos de la policía por aquel entonces:
Gottlob von Justi53. Para este autor la policía era el conjunto de
las leyes y reglamentos que conciernen al interior de un Estado
y se consagran a consolidar y acrecentar su poder y hacer un
buen uso de sus fuerzas54. Estos autores no hablan todavía de
‘ciudadanos’, concepto que surge asociado a la idea de demo-
cracia en sentido moderno, el cual recién se está formando
por los siglos xvi y xvii, y que está claramente definido ya a
fines del siglo xviii durante la revolución francesa.
Para comprender y explicar el surgimiento y evolución de la
institución policial desde el siglo xvi en Europa, es útil recono-
cer los pilares constitutivos de toda cultura: 1.- lo social y el
mundo de las ideas, 2.- lo político y el mundo del orden y el
gobierno; y 3.- la economía y el mundo de las condiciones ma-
teriales de existencia y producción y reproducción de la vida.
Las culturas evolucionan porque se transforman estos pilares
fundamentales que están en permanente interacción. Respec-
to de las condiciones materiales de existencia y producción,
hacia el siglo xvii en Europa está ocurriendo un proceso de
transformación productiva emparentado con el surgimiento
de los estados modernos que va a desplazar a las viejas formas

53
Gottlob von Justi (1720 – 1771) Elemènts generaux de pólice. Fue a la vez un profesor y un
práctico. En un principio fue profesor en Viena en un establecimiento destinado a la educa-
ción de jóvenes nobles. Hacia 1760 se etableción en Berlín donde el rey Federico II le confió
un cargo de administrador general de minas. Mientras fue profesor su pensamiento se centra
en el bienestar del Estado, en cambio siendo administrador el Estado, al final de su vida, su
pensamiento se centra en el bienestar de los individuos.
54
Traducción de la definición de von Justi, de mediados del siglo xviii sobre la policía: … ‘bajo
el nombre de policía se comprenden las leyes y reglamentos que conciernen al interior de un
Estado que tienden a consolidar y acrecentar su poder, a hacer un buen uso de sus fuerzas, a
procurar la felicidad de sus súbditos; en una palabra, el comercio, la hacienda, la agricultura,
la explotación de minas, los bosques, las forestas, etc. Visto que la dicha del Estado depende
de la sabiduría aplicada a la administración de todas las cosas’… En Foucault, 2006.
104| Una perspectiva de derechos humanos

feudales de producción conocidas en el mundo académico de


los economistas y cientistas sociales como ‘mercantilismo55’.
El equilibrio de la balanza de comercio europeo entre los es-
tados surgentes consiste en mantener un equilibrio entre
fuerzas diferentes y múltiples cada una de las cuales tendía a
crecer de acuerdo con su propio desarrollo. En el manteni-
miento de ese equilibrio resultaban comprometidas todas las
herramientas de gobierno de aquellos siglos: la diplomacia y el
ejército, sin embargo y fundamentalmente la policía tuvo un
rol central: hacer que las fuerzas del Estado crezcan al máximo
para ser competitivo en las relaciones comerciales entre los
países, y al mismo tiempo mantener un buen orden dentro de
él.
Dada esta principal función de la policía, sobreviene un gran
desarrollo de la institución al convertirse en una condición
necesaria para mantener el equilibrio de competencia comer-
cial y productiva interestatal en toda Europa. Desde mediados
del xvii la competencia interestatal europea para llevar al
máximo el poder productivo del Estado y la posibilidad de co-
mercio entre los mismos, implicará la necesidad que todos
desarrollen un excelente sistema de policía. Por entonces el
mantenimiento del equilibrio solo se alcanza en la medida en
que cada uno de los estados fuera capaz de acrecentar su
propia fuerza y hacerlo en una proporción tal que ningún otro
lo supere nunca. Eso ocurre si cada uno tiene una buena polic-
ía que le permita aumentar sus propias fuerzas, evitando que
las mismas se inclinen en su contra. Porque si alguno de los

55
Sistema económico que atiende en primer término al desarrollo del comercio, principal-
mente al de exportación, y considera la posesión de metales preciosos como signo caracterís-
tico de riqueza.
105| Policías y Ciudadanos
estados en desarrollo no conseguía estructurar una buena
policía se corría el riesgo de descompensar todo el sistema56.
Sin embargo, para el mantenimiento del equilibrio europeo de
comercio y productividad en constante aumento no bastaba
con el orden interno mantenido y logrado por la policía: hacía
falta conocer cuál era la fuerza productiva de cada estado y la
del otro. Ese conocimiento se logra mediante el desarrollo de
la estadística, un principio de desciframiento de las fuerzas
productivas de un Estado. Es la policía por su desarrollo desde
principios del xvi quién está en condiciones de hacer las es-
tadísticas para el gobierno del estado. En cada uno de ellos,
para uso de sí mismo y de los otros estados, es preciso cono-
cer cuál es la población, cuál es el ejército, cuáles son los re-
cursos naturales, cuál es la producción, cómo y cuánto es lo
que se comercia, cómo la circulación monetaria. La estadística
se establece a través de la policía porque es ésta la encargada
de desarrollar las fuerzas productivas del Estado, lo que impli-
ca necesariamente que pueda identificar con exactitud sus
posibilidades, límites, mecanismos. La policía hace necesaria la
estadística, pero también la hace posible.
El conjunto de procedimiento introducidos para incrementar
las fuerzas, combinarlas, desarrollarlas, todo ese conjunto
administrativo, es el que le permite a la policía mostrar en
cada Estado en qué consisten las fuerzas productivas y donde
se encuentran las posibilidades de su desarrollo. Hacia el siglo
xvii policía, estadística y equilibrio europeo se condicionan
uno a otro.

3.- Diferencias en el surgimiento

56
Así va surgiendo también una policía interestatal que siglos después será el Derecho Inter-
nacional.
106| Una perspectiva de derechos humanos

y tradiciones de pensamiento
en las policías europeas de los siglos xvii y xviii.
La idea dominante a partir de la necesidad de mantener el
equilibrio de comercio y productividad europea por aquellos
siglos, según la cual debía ser en cada estado la institución
encargada del crecimiento de sus fuerzas constitutivas, no
tuvo siempre la misma forma ni surgió con la misma armazón
teórica, ni adoptó los mismos instrumentos en los diferentes
Estados. No se puede encontrar una misma forma de re-
flexión ni una misma institucionalización de la policía en los
diferentes países europeos. Sobre esas diferencias nos referi-
remos a los casos de Italia, Alemania y Francia.
Tanto Italia como Alemania son estados que llegan a su consti-
tución en condiciones de gran fragmentación territorial. Sin
embargo esa fragmentación desemboca en procesos sociales
muy diferentes en relación a la constitución de la policía.
En la Italia del xvii la policía falta como institución y también
como forma de análisis y reflexión social. La fragmentación
territorial de Italia, su relativo estancamiento económico a
partir del xvii, la dominación política y económica extranjera y
la presencia de la iglesia como institución universal y al mismo
tiempo localizada en su territorio, hicieron que la problemáti-
ca del crecimiento de las fuerzas internas para sumarse al
equilibrio europeo no fuera una preocupación de los gober-
nantes cuya prioridad absoluta era el equilibrio regional de
fuerzas plurales, todavía no unificadas y posiblemente imposi-
bles de unificar. En ese estado de cosas, era la diplomacia y no
la policía la institución de gobierno más predominante. Es la
gran fragmentación territorial italiana la que produce una si-
tuación de vida en guerrilla permanente entre fuerzas muy
107| Policías y Ciudadanos
plurales sobre las que era prioritario el equilibrio regional: los
partidos, los sindicatos, la iglesia, las clientelas, el norte, el sur,
la mafia, etc.
En Alemania la división territorial produjo un efecto diferente.
Lo ocurrido fue una sobre problematización de la policía, un
desarrollo teórico y práctico intenso sobre la misma como
mecanismo de acrecentamiento de las fuerzas del Estado. La
gran fragmentación territorial en una sociedad donde la me-
moria social aludía todavía entonces a la gran unidad del sacro
imperio romano, resultó en la formación de cantidad de pe-
queños estados, intermediarios entre las viejas estructuras
feudales y los grandes estados modernos. Esos mini estados
emergentes en el siglo xvii en el territorio que hoy es Alema-
nia, constituyeron espacios privilegiados para la experimenta-
ción estatal. Con la lenta transformación de su vieja estructura
feudal, Alemania no tenía lo que si existía en Francia: un per-
sonal administrativo establecido que se encargara del desarro-
llo de las fuerzas del Estado. En la sociedad alemana ese per-
sonal saldría de las Universidades. Mientras las universidades
francesas no dejaban de perder peso e influencia tanto por el
desarrollo administrativo del estado en manos de gente que
había estado ligada a la corte, como por la gran influencia de
la iglesia católica; en Alemania las universidades se convirtie-
ron a la vez en lugares de formación de los administradores
que debían ocuparse del desarrollo de las fuerzas del Estado, y
de reflexión sobre las técnicas idóneas para permitir el creci-
miento de esas fuerzas. Por eso es en las universidades ale-
manas del siglo xvii y xviii que surge lo que no ocurrió en nin-
guna otra parte por entonces: una ciencia de la policía.
En Francia el desarrollo rápido de la unidad territorial, la cen-
tralización monárquica y administrativa; motivó que la pro-
108| Una perspectiva de derechos humanos

blematización sobre la policía no se hiciera en absoluto según


el modelo teórico y especulativo de Alemania. La conceptuali-
zación de la policía se dió dentro de la misma práctica admi-
nistrativa, y se la practicó sin teoría, sin sistema y sin concep-
tos, y consecuentemente se la ejerció e institucionalizó a
través de medidas, ordenanzas, recopilaciones de edictos, así
como de críticas y proyectos de personalidades cercanas a la
administración estatal, ya fueran personas despedidas de sus
filas, funcionarios o personas deseosas de convertirse en tales.
Los pedagogos del príncipe, ligados a la educación de los go-
bernantes, tuvieron un papel fundamental57.

4.- Función policial en el siglo xvii europeo


Ya dijimos que la razón de ser, el motivo fundamental que
produce el surgimiento de la institución policial en la cultura
occidental, en la Europa del siglo xvi y xvii, es garantizar el
crecimiento de las fuerzas del Estado en condiciones tales que
el orden del mismo no solo no corra riesgos sino que esté ga-
rantizado y reforzado. Por entonces la policía empieza a deli-
near su especificidad como una función estatal frente a otras
que eran tradicionales: justicia, ejército y hacienda. Se va con-
virtiendo en un organismo estatal que asume funciones de
conservación del orden moral y del trabajo.
A comienzos de siglo xvii, en Alemania, la forma ideal de cons-
titución del gobierno implicaba la existencia de cuatro estruc-
turas fundamentales58, tres de las cuales ya eran tradicionales

57
Por ejemplo Fénelos de la Mothe (1651 – 1715). Exámen de la conscience sur des devoirs
de la royauté. Neaulme, La Haya 1747. Era preceptor del duque de Borgoña en 1689. Otro
importante pedagogo francés fue Claude Fleury.
58
Se conoce a partir de estudios de investigación realizados por Michel Foucault en 1978,
sobre la obra en alemana de Turuquet de Mayerne, La Monarchie aristodémocratique, de
109| Policías y Ciudadanos
por entonces, a la que se agrega una cuarta que sería la polic-
ía. Había así cuatro grandes funcionarios o ministros llamados
‘oficiales mayores’: el ‘canciller’ para ocuparse de la justicia, el
‘condestable’ para ocuparse del ejército, el ‘superintendente’
para ocuparse de hacienda; y el ‘reformador general de la po-
licía’, que debía fomentar en el pueblo una vida con modestia,
lealtad, de trabajo y de buenas costumbres. Este reformador
general tenía a su cargo cuatro oficinas o áreas en cada una de
las provincias del territorio: 1.- la oficina de policía propia-
mente dicha, la que se encargaba de la instrucción de los ni-
ños y jóvenes en oficios útiles y necesarios para el desarrollo
de la producción; y de introducirlo en las buenas costumbres y
en el uso de las armas; encargándose también del registro de
la profesión de las personas59; 2.- la oficina de caridad; se
ocupaba de los pobres sanos a quien les daba un trabajo o los
obligaba a tomarlo; y de los pobres enfermos o inválidos a
quien entregaba subvenciones; es la que se encarga de la sa-
lud pública en tiempos de epidemias y en todo momento;
ocupándose también de los accidentes ocasionados por el
fuego, por inundaciones o cualquier otro que arrastre a las
familias a la indigencia y la miseria. Podía también prestar di-
nero a pequeños artesanos y campesinos para que pudieran
producir sin recurrir a los usureros; 3.- la oficina de los comer-
ciantes, encargada de regular los problemas de mercado, de
fabricación y elaboración de tal modo de favorecer el comer-
cio en todo el territorio del reino; 4.- la oficina de la propie-

principios de siglo xvii.


59
Una vez terminado el período de formación y cuando el joven llegaba a los 25 años, debía
presentarse en esa repartición y declarar qué tipo de ocupación quería desempeñar en la
vida. Se lo inscribía entonces en un registro con la profesión y el modo de vida, elegidos de
una vez y para siempre. Quienes no se inscribían no eran considerados ‘ciudadanos’ y se los
consideraba como gente carente de honor.
110| Una perspectiva de derechos humanos

dad, se ocupará de los bienes inmuebles, procurando que los


intereses de los grandes no aplasten a los pequeños propieta-
rios, vigilar el precio de la copra-venta inmobiliaria, mantener
el registro de las herencias, y velar por el buen mantenimiento
de las propiedades del rey.
Estas oficinas de caridad, de policía, de comerciantes y de
propiedad que constituían esa cuarta gran área que sería la
institución inmediata anterior a la policía moderna en Alema-
nia, y que se agrega al gobierno general por los siglos xvi y xvii;
se ocupará esencialmente de la educación y de la profesionali-
zación de los individuos, la educación que debe formarlos a fin
de que puedan tener una profesión. En su accionar va creando
todo un conjunto de controles y decisiones que recaerán so-
bre las personas en tanto se comprometan a hacer un trabajo
específico. Se trata de reglas que se van imponiendo por en-
cima de los estatus sociales, ya que para los fines de la institu-
ción policial naciente, no era importante diferenciar entre no-
bles y plebeyos sino entre las ocupaciones de las personas.
Después del siglo xvii, lo que caracterizará los actos de gobier-
no del ‘reformador general’, será justamente la fuerza disci-
plinar sobre las personas, tendiente a encausarlas en una acti-
vidad que tenderá a la perfección y de esta manera a la per-
fección del Estado. Sin embargo, considerando el surgimiento
de la institución policial en un largo camino evolutivo sobre la
manera en que funciona el poder sobre las personas, constru-
yendo y moldeando diferentes sociedades en diferentes tiem-
pos históricos; el accionar de esa institución incipiente no se
dirigía a cualquier actividad de las personas, sino específica-
mente a las ocupaciones o actividades en cuanto trazaban una
relación directa de la persona con el Estado. Quedan fuera por
entonces las actividades de la vida privada. Va surgiendo en la
111| Policías y Ciudadanos
sociedad la división entre espacio público y espacio privado
como lo concebimos hoy.
Para decirlo más claramente, el objetivo de la policía a partir
del siglo xvii es el control y la cobertura de las actividades de
los hombres en la medida en que esa actividad pueda consti-
tuir un elemento diferencial en el desarrollo de las fuerzas del
Estado. Se trata de organizar la actividad del hombre como
elemento constitutivo de la fuerza productiva del Estado, de la
creación de una utilidad estatal a partir y a través de la activi-
dad de las personas que lo componen.
Focalizando la idea que la policía surge para gerenciar y disci-
plinar el trabajo humano orientándolo en beneficio de la co-
munidad en los momentos incipientes de los estados naciona-
les, de los países; se pueden enunciar cinco objetos de la polic-
ía ya conformados hacia mediados del siglo xvii en Europa.
Estos son:
1.- La cantidad de habitantes y su incremento numérico res-
pecto a los recursos y posibilidades de desarrollo productivo
del territorio que ocupan. Era necesario tanto en lo concer-
niente a la actividad humana como a su integración en una
utilidad estatal, saber cuántos hombres hay y procurar que
haya la mayor cantidad posible, considerando que lo impor-
tante no es la cifra absoluta de la población para que el Estado
pueda crecer en producción, sino su relación con el conjunto
de fuerzas: extensión del territorio, recursos naturales, rique-
zas, actividades comerciales, etc.
2.- las necesidades básicas para mantener la vida. En primer
término la alimentación, lo que implicará la gestión de una
política agrícola y el control de la comercialización de los pro-
ductos, su circulación y almacenamiento.
3.- la salud. Siendo una de las condiciones necesarias para las
112| Una perspectiva de derechos humanos

personas que subsisten gracias a los víveres que se les sumi-


nistra, puedan además trabajar. No será entonces un proble-
ma solo durante las epidemias, sino en todo momento la salud
será un objeto permanente de cuidado e intervención.
4.- velar por el trabajo de los hombres, de modo tal que pue-
dan y deban trabajar todos los que estén en condiciones de
hacerlo. De esta necesidad surge la gran cantidad de regla-
mentos sobre los oficios, que genera la institución, controlan-
do además que los productos se fabriquen de un modo que
beneficie a todo el país. Por último,
5.- la circulación, de los productos y mercancías originadas por
la actividad de los hombres. Todo el campo de la circulación se
convertirá en objeto de la policía, no solo la red material de
caminos que permite la circulación de los productos y de los
mismos hombres, sino todos los reglamentos, restricciones,
facilidades o estímulos para circular, al interior del país y tam-
bién hacia fuera del territorio.
Sin embargo, es necesario considerar un elemento más para
entender la manera en que se constituye la policía inicialmen-
te hacia fines del xvi como organismo del Estado: es la felici-
dad de las personas. La policía deberá articular la fuerza del
Estado con la felicidad de los individuos para desarrollo del
Estado, es decir, hacer de la dicha de los hombres la fuerza
misma del Estado; generando las intervenciones y técnicas
que garantizarán que el bienestar de la población se transfor-
me efectivamente en acrecentamiento de fuerzas estatales.
Sintetizando, la policía surge como institución moderna después del
siglo xvi, regulando la vida de los hombres en comunidad, para
maximizar su felicidad y esplendor en beneficio de la producción del
Estado, como consecuencia de un fenómeno socio económico que
requería conseguir mantener un equilibrio competitivo de produc-
113| Policías y Ciudadanos
ción y comercio en el contexto de los países europeos. Su surgimien-
to es una condición necesaria para la acumulación originaria de capi-
tal, que transformará las relaciones de producción y el mundo mate-
rial de la humanidad, a partir del siglo xvii en Inglaterra y el xviii en el
continente europeo, con la revolución industrial.

5.- Regulación de la población en base


a la idea de seguridad: siglo xviii,
el cambio en la institución policial
Tras doscientos años de existencia, expansión y fortalecimien-
to de la institución policial que apareciera como un área esta-
tal separada de los poderes de justicia, hacienda, gendarmería
y diplomacia, a principios del siglo xvi europeo, sobreviene en
ese continente una modificación en la base económica que
cambiará la manera de producir y trabajar; y las relaciones
entre las personas y entre los gobiernos; a las vez que un pa-
radigma nuevo irá surgiendo a nivel del pensamiento para
explicar y sostener esos cambios. Si la policía surgió en una
época de concepción mercantilista de la economía, su gran
transformación, como transformación de la forma de gober-
nar y de ejercer el dominio entre los hombres, ocurrirá con el
surgimiento del pensamiento fisiocrático60 en torno a las rela-
ciones de producción.
Después de doscientos años de evolución a partir de concebir-
la como esa aldea o comunidad comandada por una autori-
dad, a principios del siglo xviii la institución policial tiene ya
una clara especificidad y claros objetos de intervención y fun-
ciones. La obra más acabada para visualizar los objetos de la

60
Era una escuela de pensamiento económico del siglo XVIII fundada por F.Quesnay y Anne
Jacques Turgot en Francia. Afirmaba la existencia de una ley natural por la cual el buen fun-
cionamiento del sistema económico estaría asegurado sin la intervención del gobierno. Su
doctrina queda resumida en la expresión «laissez faire, laissez passer» (dejar hacer, dejar
pasar).
114| Una perspectiva de derechos humanos

policía por entonces es un tratado publicado por Nicolás De-


lamare61 en la primera década del siglo xviii, al que llamó ‘Tra-
tado de Policía’. La misma sintetiza el objeto y función de la
policía de la misma manera que los teóricos del siglo xvii, co-
mo el bienestar general de los ciudadanos y el esplendor del
Estado. Menciona doce áreas de las que debe ocuparse la ins-
titución: 1.- la religión, 2.- las costumbres, 3.- la salud y los
artículos de subsistencia, 4.- la tranquilidad pública, 5.- el cui-
dado de los edificios, 6.- las plazas y los caminos, 7.- las cien-
cias y las artes liberales, 8.- el comercio, 9.- las manufacturas y
las artes mecánicas, 10.- los domésticos y los peones, 11.- el
teatro y los juegos, 12.- el cuidado y la disciplina de los pobres.

5.1.- Instituciones antecedentes de la policía


La ciudad y el camino, el mercado y la red vial que lo alimenta
son las instituciones previas a la policía. Es durante el proceso
de urbanización de los territorios europeos en los siglos xvii y
xviii cuando va surgiendo la policía y diferenciándose de la
gendarmería y del aparato de justicia. Es una época en la que
todo el territorio va organizándose como una especie de gran
ciudad, y en la que la policía tiene un papel fundamental.
La policía nace en la ciudad y sintetiza reglamentos que surgen
y están presentes en el conglomerado urbano desde la edad
media. La reglamentación urbana es el principal antecedente
de la institución. El ‘Tratado de Policía’ de Delamare es una
recopilación sistematizada de todos esos viejos reglamentos

61
La obra fue escrita en idioma francés, sin embargo es una referencia obligada para los
alemanes a lo largo de todo el siglo xviii, recuperando a su vez gran parte del pensamiento y
los códigos alemanes, por lo que se la considera el texto más difundido y legitimado de la
época sobre la policía. Consta de tres tomos que fueron publicados en País, en 1705, 1710 y
1719 respectivamente; reeditados muchas veces a lo largo del siglo xviii.
115| Policías y Ciudadanos
urbanos. Urbanos en el sentido que algunos de ellos solo exis-
ten en la ciudad y porque hay una ciudad: las calles, las plazas,
los edificios, el comercio, las manufacturas; la salud, la subsis-
tencia, los medios para impedir la escasez, la presencia y circu-
lación de mendigos y vagabundos. Generalizando, son pro-
blemas de coexistencia cuando aumenta el número de perso-
nas que van a vivir juntas.
Otro de los problemas que hace necesaria el surgimiento de la
policía es el comercio; en relación a todo tipo de intercambios,
compra y venta, que son problemas de la ciudad. La policía
surge reglamentando el modo en que se pueden poner en
venta las cosas, a qué precio, en qué momento. Es un proble-
ma de intercambio, fabricación, distribución y puesta en circu-
lación de las mercancías; y de las propias personas.
Una tercera institución que antecede y determina el surgi-
miento de la policía es la gendarmería. Le antecede pero no se
transforma en policía, ambas instituciones se diferenciarán
posteriormente con objetos y funciones específicas. En el siglo
xvii la gendarmería era una fuerza armada por el poder centra-
lizado del rey para evitar sobre el territorio las consecuencias
y desórdenes resultantes de las guerras, controlando la disolu-
ción de los ejércitos cuando las mismas terminaban. Los sol-
dados que a menudo no habían recibidos su paga, desbanda-
dos constituía una masa flotante de individuos destinados a
tolas las ilegalidades posibles. Sobre esta función de la gen-
darmería, la policía específicamente se concentrará en man-
tener el orden en las ciudades, si bien en muchas oportunida-
des se intersecarán en tanto es una época que se va haciendo
del reino, del territorio, una especia de gran ciudad. La organi-
zación del territorio total del Estado bajo la lógica de la ciudad,
perfilará la policía en la ciudad y a la gendarmería a lo asuntos
116| Una perspectiva de derechos humanos

de frontera y circulación en los caminos interregionales del


territorio.
Actualmente es común la percepción generalizada de la insti-
tución policial como un instrumento en manos del poder judi-
cial, una manera de aplicar concretamente la justicia regla-
mentada. Sin embargo, durante su surgimiento en los siglos
xvi y xvii la idea del poder de policía se distinguía perfecta-
mente del poder de la justicia que era otro tipo de poder real:
la policía surgió independiente del poder judicial, dependió
siempre directamente del poder del rey o de quien detentara
la autoridad máxima del estado y siempre permaneció sepa-
rada y delimitada del poder judicial. Sin embargo, los instru-
mentos y modos de acción de la policía no son radicalmente
distintos de los vigentes en la justicia. Ambos tienen en común
‘el reglamento62’ como herramienta. En la policía cobrará una
especificidad más disciplinaria que la ley en la justicia, con un
carácter más de prevención y regulación a largo plazo, o casti-
go de gran dimensión.

6.- Cambios en la teoría económica:


del mercantilismo del xvii al capitalismo del xviii
Las formas que las sociedades tienen de percibir y explicar las
relaciones entre las condiciones materiales de la existencia
humana, y los objetivos del trabajo de los hombres y las for-

62
… ‘que los reglamentos de policía son de otro orden que las demás leyes civiles [ ] las
materias de policía son asuntos de cada instante y en los que de ordinario se trata de poca
cosa: por tanto, las formalidades son apenas necesarias. Las acciones de la policía son prontas
y ellas se ejercen sobre cosas que suceden todos los días, los grandes castigos, en consecuen-
cia, no son adecuados a ellas. La policía se ocupa a perpetuidad de los detalles: los grandes
ejemplos, entonces, no están hechos para ella’ … (Montesquieu, De l’esprit des lois)
117| Policías y Ciudadanos
mas de hacerlo y encauzarlo en beneficio de toda la sociedad,
se plasman en sistemas de pensamiento en torno a la eco-
nomía y materializan relaciones de poder sobre la manera en
que en un determinado momento histórico se organiza la pro-
ducción para el bienestar y crecimiento de la sociedad.
La policía surgió en los siglos xvi y xvii bajo la rúbrica del mer-
cantilismo; un modo de pensar la economía como técnica y
herramienta del poder de los estados en la competencia en
Europa dando fuerza a las relaciones entre los estados a través
del comercio, bajo la necesidad de mantener el equilibrio co-
mercial en todo el continente. Exigía que cada país intentara
tener la población más numerosa posible, que se consagre en
su totalidad al trabajo, que los salarios percibidos fueran los
más bajos posibles para que el costo de las mercaderías fuera
lo más bajo posible y esto permitiera vender grandes volúme-
nes al extranjero asegurando la importación de oro a las arcas
del estado. Es la policía la que garantiza que todo esto suceda,
organizando las relaciones entre las personas y la producción
o el trabajo.
A mediados del siglo xviii las formas de resolver los problemas
económicos y la circulación de granos, productos, mercancías
y personas, cambiarán radicalmente. Con ello cambia la fun-
ción de la institución policial, se somete a una gran transfor-
mación.
Para evitar la escasez y que el grano sea abundante, es preciso
pagarlo bien. Cambia la política de un grano abundante y ba-
rato en función del bajo salario de los obreros, de la época
anterior.
El grano se estabilizaría en un precio justo con un mercado
118| Una perspectiva de derechos humanos

libre. Habría una regulación espontánea del precio63 y hasta de


las formas de comerciar en función del libre juego del merca-
do. Se considera a la población como un bien de producción
para bajar el salario, no ya esa población que debía estar feliz
para lograr el esplendor de Estado. Tampoco es necesario ya
que exista la mayor cantidad posible de población para bajar
los salarios a partir de la abundancia de trabajadores. Los eco-
nomistas consideran que no debe ser demasiada justamente
para que los salarios no sean demasiado bajos y la gente tenga
interés en trabajar y también pueda a partir de su capacidad
de consumo, sostener los precios. Para los economistas, el
número equilibrado de población variaría en función de los
recursos y del trabajo posible, así como del consumo necesa-
rio y suficiente para mantener los precios. La cantidad de gen-
te se regularía por sí sola en función de los recursos que se
pongan a su disposición.
Por último, hay que dejar actuar la libertad de comercio entre países
integrando a los países extranjeros a mecanismos de regulación que
van a actuar dentro de cada uno de ellos64. Sin embargo, no se trata
de dejar actuar la libre competencia entre estados, sino entre parti-
culares. Y esto introduce un cambio fundamental en la política
económica. Se piensa que precisamente el juego de intereses entre
particulares que compiten unos con otros y cada uno de los cuales

63
En las tesis del libre comercio y la no intervención del Estado en materia de economía
sostenido por los economistas liberales del siglo xviii y por los neoliberales del xx, el mercado
regularía el precio de los granos (y por extensión de todas las mercancías) en un equilibrio
justo porque al tener éste un precio elevado, los agricultores no dudarían en sembrar la
mayor cantidad posible, precisamente porque esperarían obtener muchos beneficios a partir
del buen precio. Cuanto mayor sean las cosechas menor será la tentación de acumular el
grano para momentos de escases.
64
Aprovechando los altos precios existentes en el exterior para enviar vender afuera la mayor
cantidad posible de granos y permitir el alza de los precios internos para que el grano extran-
jero pueda ingresar.
119| Policías y Ciudadanos
procura el máximo beneficio para sí mismo, en detrimento si es ne-
cesario del propio estado, permitirá a la población en su conjunto
beneficiarse de la conducta de los particulares.

Así aparece una corriente de pensamiento y política que ve al


Estado como regulador de intereses particulares y no ya como
principio trascendente de la dicha de cada uno, la que debe
transformarse en la dicha de todos. A partir de entonces, a
mediados del xviii y en los siglos xix y xx surgirá la contienda y
discusión sobre cuál debe ser el papel del Estado en los inter-
eses particulares. A partir de mediados del siglo xviii, el interés
de la clase gobernante, la racionalidad de los objetivos que
persigue y que constituyen lo que debe ser la razón de Estado,
el fin con el cual se gobierna, cambiará de la mano de un nue-
vo pensamiento económico.
En otras palabas. A fines del siglo xvi surgen los políticos como grupo
que tomará a su cargo las riendas del estado para diferenciarse del
viejo orden centrado en la idea de un orden supremo en cuya cúpula
estaba dios y la naturaleza por él creada, para poner en el centro del
universo al hombre a su racionalidad. Con ellos surge la policía. A
mediados del xviii surge un grupo que son los economistas, que cam-
biarían los objetivos de la razón de estado. Con ellos la policía cam-
biará su función.

En líneas generales antes del xvi un buen gobierno era aquel


que formaba parte de todo un orden del mundo y era querido
por dios. Los políticos rompen con esa vieja naturalidad que
enmarcaba el pensamiento de gobierno de la edad media.
Doscientos años más tarde los economistas van a crear otra
naturalidad que se opondrá a la artificialidad del estado de los
políticos con respecto a dios y el orden divino. Ya no se trata
de procesos de la naturaleza misma entendida como naturale-
za del mundo creado por dios, sino de una naturalidad especí-
fica de las relaciones de los hombre entre sí, de lo que sucede
120| Una perspectiva de derechos humanos

de manera espontánea cuando cohabitan, cuando hacen in-


tercambios, cuando trabajan, cuando producen; una naturali-
dad que no tenía existencia hasta entonces y que comienza a
ser pensada a mediados del xviii: la naturalidad de la sociedad.
La sociedad como campo específico de naturalidad propio del
hombre pondrá de relieve como contracara del Estado lo que
más adelante se denominará sociedad civil, forma en que se
irá llamando justamente a todas aquellas instituciones que no
puedan ser pensadas como producto y resultado del Estado. A
partir de entonces la razón de Estado, el objetivo de los go-
biernos ya no será reglamentar e imponer sino regular rela-
ciones entre los hombres que son naturales, en tanto y en
cuanto no serían producidas por la intervención específica de
un poder de gobierno. En adelante, el estado tendrá a su car-
go la sociedad civil y deberá garantizar su gestión.
Por entonces surge también el poder y dominio del conoci-
miento científico, surge la ciencia como campo separado y
diferenciado del poder político del estado. Si las relaciones
humanas tienen una base natural entonces son susceptibles
de ser conocidas, mediadas, estudiadas y dirigidas por medio
de conocimientos del mismo tipo que cualquier conocimiento
científico. Los economistas reivindican la racionalidad científi-
ca, creando una relación diferenciada entre el saber y el po-
der, entre el gobierno y la ciencia, que hasta entonces habían
coexistido como una unidad.
La economía como la principal de las ciencias racionales por enton-
ces, irá introduciéndose en el campo del gobierno al punto que éste
amoldará sus decisiones a ella; produciendo el cambio en la razón del
Estado.

A partir de entonces la población como conjunto de fenóme-


nos naturales toma el relevo de la población como agrupa-
121| Policías y Ciudadanos
miento de ciudadanos.
Por último, con esta nueva razón de estado, será preciso ma-
nejar y ya no reglamentar; siendo el objetivo fundamental de
los gobiernos, ya no impedir las cosas sino procurar que las
regulaciones naturales y necesarias actúen, o establecer regu-
laciones que faciliten las regulaciones naturales. Con esta idea
nace la era de la seguridad. Se trata de introducir mecanismos
de seguridad para regular la naturalidad de la población. En
adelante la función del Estado será garantizar el desenvolvi-
miento de los fenómenos naturales de la población que serán
los procesos económicos y el objetivo de los gobernantes efi-
caces. Y de la policía a partir de entonces.
Es la época en que nace la idea de libertad, en tanto no inter-
vención del estado, de la regulación policial, de la imposición;
como un elemento indispensable para la gubernamentalidad
misma. En adelante no respetar la libertad es no solo cometer
abusos de derecho con respecto a la ley, sino no saber gober-
nar como es debido. La integración de las libertades y los lími-
tes propios a ellas dentro del campo de lo gubernamental es
en adelante un imperativo. Es la época en que va surgiendo el
paradigma de los derechos humanos en base a las ideas de
libertad e igualdad.
La vieja razón de estado de los siglos xvi y xvii se desarticulará
ahora en mecanismos diferentes: por un lado la regulación de
fenómenos naturales, campo de la economía que da una nue-
va lógica a la razón de estado, a la gubernamentalidad; por
otro el impedimento de la aparición de desórdenes, lo que
será responsabilidad específica de la policía. Como consecuen-
cia la institución policial es asociada a una actividad represiva
de mantenimiento del orden, sentido más bien negativo con el
que actualmente la sociedad civil y buena parte del poder es-
122| Una perspectiva de derechos humanos

tatal la identifica. El antiguo y original proyecto de policía, lo


que se entendía que debía ser la institución en su nacimiento
a fines del siglo xvi, nada más ni nada menos que el bienestar
de cada uno para lograr el esplendor del estado, el bienestar
de todos maximizando sus potencialidades de desarrollo, se
descompone en cuatro elementos: 1.- práctica económica, 2.-
manejo de la población, 3.- derecho y respeto de las liberta-
des, 4.- policía propiamente dicha.
En otra palabras, una policía surgida en un tiempo en que la
razón de gobierno era la protección y organización del territo-
rio para acrecentar el poder de los estados nacientes en bene-
ficio de todos los súbditos; se transforma en una policía lla-
mada a ejercer un dominio de regulación de las conductas
humanas introduciendo mecanismos de seguridad para regu-
lar la población a sus ajustes naturales, con la pretendida ar-
gucia que por ser naturales no pertenecerían al poder omni-
presente y regulador del estado.
Así, el poder estatal se convertiría en un mecanismo de regulación de
intereses privados, los que vendrían a satisfacer los interese de todos
a partir de su libre juego.
123| Policías y Ciudadanos

Ejercicios de Aplicación práctica. Capítulo III. (desarro-


llar)
124| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO IV
PROFESIÓN POLICIAL, MEMORIA
Y PACIFICACIÓN DE LA SOCIEDAD65

Objetivo: Identificar líneas conceptuales, desarrollos históricos y


características de la profesión del policía en un proceso de pacifica-
ción de la sociedad y de extensión gradual de derechos de ciudadan-
ía en tensión con la concentración de poder económico – político; a
partir de una visión procesual del concepto de ‘Derechos Humanos’
que conlleva la valoración de la identidad de las personas elevada al
nivel más alto de conciencia de sí misma que pueda alcanzar la
humanidad en un momento dado.

1. El uso de la coerción
Cada vez es más necesaria la incorporación de temas éticos y
morales en el currículum docente de la profesión policial por-
que es una actividad orientada a la acción; y es precisamente
la ética una herramienta que permite justificar o condenar las
conductas reales de los seres humanos mediante el uso de
principios y valores.
La institución policial tiene como centro una acción muy espe-
cial y de gran responsabilidad frente al conjunto de la socie-
dad: usar la fuerza física para hacer efectiva la capacidad de

65
Parte del presente capítulo se desarrolló a partir de modificaciones del texto del Manual de
Derechos Humanos para las Fuerzas Armadas, confeccionado por el Instituto Interamericano
de Derechos Humanos. Ver cita bibliográfica al final.
125| Policías y Ciudadanos
violencia legítima66 de que está revestido el Estado soberano
frente a los conflictos.
El personal policial es depositario de un mandato para actuar
de manera que al resto de los ciudadanos les está prohibido, y
que incluye consecuencias tan graves como la muerte de seres
humanos. Por lo mismo, los policías sólo pueden ejercer ese
mandato con una alta responsabilidad moral y, en primer lu-
gar, solo a requerimiento del poder civil y bajo el imperio de la
Constitución y las Leyes.
Las situaciones de enfrentamientos violentos que son uno de
los escenario posibles de la actividad profesional de un policía,
están actualmente despojadas de ese velo heroico o caballe-
resco que parecía recubrir la violencia de las armas en la anti-
güedad y que ayudaba a ocultar la dramática fealdad de la
violencia masiva en los enfrentamientos. El Siglo xx hizo apa-
recer a la violencia física desnuda en todo su horror. En una
dimensión industrial y burocrática, además de llevar la muerte
a más de doscientos millones de personas, la mayoría civiles
indefensos, generó como reacción un fuerte movimiento por
la paz y los derechos humanos, que ha modificado profunda-
mente la forma de ver el papel y la organización de las institu-
ciones del Estado legitimadas al uso de la fuerza.
Los ‘Derechos Humanos’ están ligados a un proceso de madu-
ración y pacificación de las sociedades. En Argentina cobraron
fundamental vitalidad a partir del surgimiento de una serie de

66
El concepto violencia legítima es una categoría jurídico - política que caracteriza al Estado
moderno y su principal atributo, la soberanía. Desde esta perspectiva, se puede objetivar el
principio de la subordinación policial al poder político legítimamente constituido y, en segun-
do lugar, la responsabilidad por el uso indebido (no legítimo) de la fuerza. Para mayor infor-
mación ver HELLER, Herman "La Soberanía". Fondo de Cultura Económica. México 1995;
TRUYOLYSERRA, Antonio, "Historia de la Filosofía Política", Tomo II. Alianza Universidad,
Barcelona, España, 1978.
126| Una perspectiva de derechos humanos

organizaciones que lucharon en contra de la desaparición, el


encarcelamiento y el asesinato de personas en un proceso al
que se alude actualmente como ‘terrorismo de estado’, para
hablar de las violentas luchas políticas de los años sesenta y
setenta. Su lugar en los debates de la agenda política se po-
tencia y extiende a partir de la lucha de esas organizaciones,
pero de ninguna manera se agota en el tema central de sus
luchas que son los juicios en el marco de la figura judicial de
‘lesa humanidad’. Como parte del proceso de pacificación de
la vida, se introducen cada vez más en las ideas que de la vida
misma tienen las sociedades.
De ahí la necesidad de un desarrollo reflexivo de la formación
profesional de los policías. Principalmente para potenciar sus
destrezas y organizar sus actuaciones de acuerdo a la nueva
realidad, en la que se conjugan principios de respeto por la
vida y los derechos de las personas, junto a desarrollos tec-
nológicos que aumentan la letalidad de las armas y los siste-
mas de control social. Esta es una realidad que reproduce de
mane vertiginosa conflictos y tensiones, presionando al máxi-
mo el equilibrio emocional y los principios fundamentales de
las organización de formación militar: la obediencia, el honor y
la disciplina.
Aunque no todas lo son, las acciones militarizadas de la insti-
tución policial, rozan permanentemente los valores primarios
de la sociedad y solo una gran formación profesional y un sóli-
do sostén de sus valores morales les permitirá el ejercicio de-
bido de su profesión.

2. La profesión policial
Toda profesión enfrenta problemas específicos en su moder-
nización. Para un policía ello es especialmente complejo. Su
127| Policías y Ciudadanos
deber principal consiste en proveer de seguridad a la pobla-
ción frente a cualquier amenaza. Pero esas amenazas han
cambiado en el mundo actual. Hoy, provienen en gran medida
de asimetrías como el terrorismo, el narcotráfico, y el crimen
organizado. Esas amenazas se desarrollan en el seno mismo
de la sociedad y adquieren un carácter transnacional lesio-
nando a todos los Estados por igual e imprimen un sentido
determinado a la concepción de seguridad (ver en la página
56).
Las instituciones de seguridad perciben el desafío y saben que
están enfrentadas a un proceso de cambio. El mundo, ante
esta realidad, pasa de una seguridad basada en cuerpos de
‘efectivos’ convencionales, a una seguridad basada en inteli-
gencia, interoperatividad, velocidad y cooperación; en la cual
la fuerza debe usarse de una manera controlada y con la ma-
yor precisión posible 67.
Este cambio incluye la convicción profunda de que la demo-
cracia es el sistema que brinda las mejores oportunidades de
desarrollo para una nación a partir de los principios de la liber-
tad, el pluralismo, la tolerancia, la justicia y el desarrollo
económico como elementos virtuosos para la gobernabilidad
política y la cohesión de la nación.
La policía es en este escenario, un componente esencial y
permanente del poder y la organización del Estado, como ga-
rantía frente a cualquier amenaza.

2.1. Transparencia democrática


El triunfo de la democracia como el sistema político esencial

67
Sobre este tema ver: SOHR, Raúl, "Las Guerras que nos esperan”. Ediciones B.
Grupo Editorial Z. Barcelona, España, 2000.
128| Una perspectiva de derechos humanos

del desarrollo de las naciones, exige de cada país un respeto


profundo y permanente de los derechos humanos y una cola-
boración activa en la promoción de la paz y la seguridad inter-
nacional.
Ello lleva a dos consecuencias prácticas y profundamente sig-
nificativas en la actualidad. La primera es que los países están
sometidos al escrutinio de la comunidad internacional en ma-
teria de derechos humanos y deben acatar los desarrollos in-
ternacionales sobre la materia. La segunda consecuencia es
que quedan comprometidos a promover y defender la paz en
el medio internacional.
Argentina atravesó en los sesenta y setenta tensiones políti-
cas y sociales con graves consecuencias para la población y el
desarrollo institucional. Pese a la dificultad, la experiencia del
pasado empuja hacia esfuerzos de cooperación para construir
condiciones permanentes de paz, estabilidad y desarrollo,
basados en el perfeccionamiento de la democracia y sus insti-
tuciones, el crecimiento económico, la justicia social y la inte-
gración. En el escenario internacional globalizado, el destino
de cada una de las regiones de un país está íntimamente co-
nectado con el destino del resto de ellas, de modo tal que to-
das puedan desarrollarse para competir en las mejores condi-
ciones en el contexto nacional e internacional. En ese proceso,
las policías tienen un papel importante que jugar, como un
mecanismo institucional sólido y profesional que favorezca el
marco de equilibrio y desarrollo social como responsabilidad
de todo Estado moderno.
En el siglo xvi las policías surgieron en la historia de occidente para
asegurar el desarrollo regional europeo asegurando la organización
interna de la producción y la competencia económica, a principios del
siglo xxi están llamada a democratizarse retomando el espíritu inicial
129| Policías y Ciudadanos
de su función, anterior a su gran transformación del siglo xviii. Demo-
cratizarse para asegurar esta vez, la paz de regiones planetarias in-
terdependientes y avanzar en una transformación más extraordinaria
de la que es posible percibir hoy cuando se observa el recorrido de la
humanidad desde el siglo xviii a esta parte. (Ver en la página 108)

3. Papel de las Instituciones de Seguridad en un Estado


Democrático
Toda nación organizada de manera independiente se plantea el pro-
blema de su supervivencia en el tiempo. Es decir la defensa, conser-
vación y reproducción como comunidad sociocultural, con sus formas
políticas y jurídicas, y los elementos constitutivos del ser nacional,
tanto entre sus miembros como frente a las demás naciones. Esta
preocupación está referida, en la historia moderna de los pueblos, a
la eliminación de las amenazas a lo que se considera los elementos
constitutivos del Estado: territorio, pueblo y poder organizado libre y
soberano. Ese es el bien máximo que se debe proteger y la esencia de
la seguridad para cualquier país y da origen a una de las funciones
primarias del Estado: la Seguridad. Las Policías son el instrumento pa-
ra proveer esa seguridad.

Lamentablemente resulta común que se identifique la Seguri-


dad únicamente con la Policía y además se piense solo en los
aspectos militarizados de ella. Sin embargo la Seguridad es
algo más complejo que lo puramente militar, en el sentido del
accionar disuasivo y represivo como uno de los muchos aspec-
tos que tiene la policía. En la Seguridad existen otros aspectos,
como son el desarrollo democrático y la estabilidad de las ins-
tituciones políticas del país. También inciden en la seguridad el
desarrollo tecnológico de la sociedad, la solidez de la econom-
ía o el nivel de educación de los recursos humanos. No existen
fuerzas de seguridad poderosas sin hombres instruidos que las
integren y sin economías sólidas que las sostengan.
Esta última visión se ha ido afirmando. Sobre todo porque las
Fuerzas de Seguridad deben hacerse cargo de los impactos
130| Una perspectiva de derechos humanos

que provocan en su misión los enormes cambios inducidos por


la revolución científica y tecnológica. Ellos obligan a pregun-
tarse cuáles son los atributos de poder que caracterizan a un
Estado moderno y cómo debe éste encarar su supervivencia.
Las instituciones de Seguridad son un instrumento del poder
Nacional. Implica el reconocimiento de mantener una fuerza
armada profesional cuyo objetivo es garantizar la seguridad de
sus ciudadanos, la del territorio que ocupa y de las institucio-
nes que libremente éstos se han dado como gobierno, frente a
cualquier amenaza.
Como contrapartida, esa fuerza tiene obligaciones estrictas
frente al resto de la sociedad. Algunas de ellas son individuales
y otras colectivas, es decir institucionales. Esas obligaciones
derivan fundamentalmente del hecho de que para el cumpli-
miento de su misión, la sociedad ha confiado en los y las polic-
ías el monopolio exclusivo de las armas y el ejercicio de la
fuerza como un acto legítimo en situaciones de amenaza in-
terna a su soberanía.
La principal obligación es la subordinación al poder civil y la
observancia estricta de lo establecido en la Constitución, las
leyes y los instrumentos internacionales en materia de dere-
chos humanos ratificados por el Estado. Sus miembros tienen
el deber de comportarse con honor y disciplina, cumpliendo
los mandatos de apoliticismo, no deliberancia y obediencia
que la ley les manda, así como la obligación de honrar el uni-
forme que visten, símbolo del rol especial que la sociedad les
ha encomendado y elemento de identificación respecto de sus
iguales.
131| Policías y Ciudadanos
4. Misión de l@s policías
La vocación policial es una condición de aquellos ciudadanos que,
movidos por un ideal de solidaridad en su relación con la comunidad,
se abocan a garantizar la defensa, a salvaguardar las instituciones y a
socorrerlas en caso de calamidad pública, aceptando reglas, vínculos,
limitaciones y modos de ser del todo particulares. En esta óptica, los
valores de l@s policías pueden ser resumidos en tres: Patria, discipli-
na y honor. La patria como expresión de la colectividad nacional y de
su bien supremo, en el cual se resumen los bienes e intereses de to-
dos los ciudadanos particulares. La disciplina, que garantiza el respe-
to de las normas indispensables para el grupo y sus individuos, para
emplear legítima y productivamente las armas en el cumplimiento de
las tareas que les han sido asignadas. El honor como conciencia de la
dignidad de servir sosteniendo permanentemente los principios mo-
rales propios de la comunidad policial.

Doctrinariamente, la identificación y la solución de problemas


de la comunidad son funciones prioritarias de la Policía, lo que
implica revertir la sensación de inseguridad, disminuir el des-
orden y prevenir el delito. El cumplimiento de estas tareas
debe seguir la orientación estratégica que emana del poder
civil legítimamente constituido como gobierno, que le señala
cuáles son los intereses y metas que deben atender como ins-
trumento del Estado.
Sin embargo culturalmente existe una distancia considerable
entre la ley escrita del Estado de derecho y las prácticas socia-
les reales, que influyen en el funcionamiento policial.
En nuestro país la norma jurídica no parece funcionar como incentivo
sólido en la construcción del tejido social. La distancia relativa entre
las pretensiones formales del derecho y las reglas del juego vigentes
en la realidad cotidiana caracteriza nuestro sistema de vida. El Estado
democrático de Derecho es una propuesta formal de nuestra Consti-
tución Política que se ve reinterpretada en el conjunto de las relacio-
nes públicas y privadas. La sociedad argentina construye y reconstru-
ye buena parte de sus esquemas de relación, no en función de incen-
132| Una perspectiva de derechos humanos

tivos formales, sino en torno a estímulos informales que proporcio-


nan beneficios concretos a lo largo y ancho del tejido social.

En el imaginario colectivo domina de manera permanente una


concepción que no reconoce a la Policía como un actor que,
más allá de su capacidad reactiva ante los delitos, puede pro-
poner, por sí sola, acuerdos de convivencia democrática. Ésta
es una de las consecuencias de la falta del debate informado
sobre el tema. Es necesario trabajar en la formación de una
tradición de investigación, difusión de información y desarro-
llo de experiencias concretas que contribuyan a conducir al
policía uniformado hacia un papel de gestor social, que como
tal participe de manera proactiva en la reconstrucción del teji-
do social.

El funcionamiento cotidiano de la Policía, como cualquier otra


institución pública del Estado, está contenido en una política
sectorial llamada política policial o de seguridad. Esta consiste
en el conjunto de leyes, procedimientos y principios que rigen
la organización, dimensión y funcionamiento de la institución
policial y la forma cómo ésta se relaciona con el resto de la
sociedad.
Articular seguridad con ciudadanía es una gran necesidad del
presente y el mayor desafío para la institución policial; ya sea
por la periódica penetración de discursos autoritarios al tra-
tarse esta problemática, por la persistencia de casos de vio-
lencia institucional y de un modo más general la persistencia
que aún puede haber de secuelas del terrorismo y autorita-
rismo de Estado.
Todos los cuerpos de policía se parecen en su organización.
Sus miembros presentan en todas partes enormes semejanzas
133| Policías y Ciudadanos
de actitudes que los identifican como cuerpo y diferencian del
resto de los ciudadanos. Por ello poseen fuertes elementos de
identidad y cohesión al interior de su organización.
Este elemento corporativo lleva a que, en territorios y en
tiempos donde predominan situaciones de inestabilidad insti-
tucional, los y las policías tienden a buscar autonomía del po-
der político y manifiestan cierto desprecio por las instituciones
políticas, como sucedió en Argentina en la década del ‘70.
Cuando ello ocurre, es común que se produzca un discurso
exacerbado sobre el valor de las actitudes más duras y milita-
rizadas, apelando a variables como la nación y sus valores
permanentes, para justificar hechos impropios y ajenos a la
función policial.
La eficiencia de la policía se mide en la disuasión del delito, o
en su eficiente desarticulación cuando llega a producirse. Es
verdad que como cuerpo organizado y disciplinado, dispuesto
a la acción y con valores de solidaridad y compromiso sobre el
bienestar general de la ciudadanía, la Policía es de gran valor
cuando hay que reaccionar rápidamente frente a situaciones
extremas. En esas situaciones es también donde se mide su
nivel de preparación profesional.

5. La política de Seguridad en un Estado de Derecho


La Política de Seguridad es por definición una Política de Estado. Las
políticas de Estado son aquellas que recaen sobre aspectos funda-
mentales del funcionamiento del país, requieren esfuerzos de carác-
ter nacional y sus resultados comprometen un interés estratégico y
necesitan, para su implementación, de períodos más amplios que la
temporalidad de un gobierno. Ello obliga a un esfuerzo consensuado,
sistemático y coordinado entre gobierno y oposición, para dar con
una formulación de amplio apoyo, que le otorgue legitimidad en sus
objetivos y garantice su realización y financiamiento en el tiempo.
Formular la Seguridad como Política de Estado es ponerla en una
perspectiva permanente de desarrollo institucional del Estado y es
obligación del poder civil. Bajo ninguna circunstancia esta tarea pue-
de ser delegada a la propia institución policial.

La conducción en la formulación de la Política de Seguridad es


responsabilidad del Poder Ejecutivo. Ella supone, en primer
lugar, un consenso político. En segundo lugar, debe ser resul-
tado de una planificación resultante de la participación de
instituciones civiles y de la aplicación de instrumentos para
enfrentar con éxito amenazas y/o agresiones que afecten la
paz, la integridad y el bienestar de los ciudadanos en el más
amplio sentido del término. Muchos son los problemas que se
deben enfrentar para mejorar la formulación de la Política de
Seguridad: la inercia organizacional y financiera de las institu-
ciones policiales; sus relaciones con instituciones de seguridad
privada, la poca transparencia de leyes y normas; la falta de
indicadores de eficiencia que ayuden a una buena asignación
presupuestaria y adecuada composición del gasto. A ello se
agrega muchas veces fallas técnicas como duplicidad de pro-
cedimientos entre las ramas; déficit de planificación conjunta;
bajo desarrollo doctrinario y de formación de recursos huma-
nos; tanto como la tendencia al encerramiento corporativo.
Al formular la Política de Seguridad como una política de Esta-
do, existen principios que ayudan a reorientar ese esfuerzo y a
reforzar los elementos democráticos del Estado de Derecho:
• La apreciación global de la estrategia y la problemática so-
cio política y económica, que precede a la formulación de la
política de defensa, es obligación del poder civil. Ella es una
aproximación certera acerca de los intereses estratégicos del
país y su intervención en la sociedad. Implica una evaluación
de los recursos nacionales, de los objetivos políticos y de los
intereses que los afectan, junto con la evaluación de los pro-
bables adversarios y los posibles escenarios. Es una reflexión
política en la que los policías pueden contribuir con informa-
135| Policías y Ciudadanos
ción técnica.
• La Política de Seguridad debe ser nacional, permanente y
financiada. Esto es esencial para que sea una política de Es-
tado. Además, debe tener un amplio consenso entre todos
los sectores y construirse en un proceso informado y con la
mayor participación. Debe estar pensada para plazos que
van más allá de la temporalidad del gobierno en cuyo perío-
do se formulan; y ser explícita. Todo ello permite que se legi-
timen socialmente los compromisos que de ella derivan.
• Debe responder a los intereses y objetivos generales del
país de manera congruente con los medios de que se dis-
pone para cumplirla y ser armónica con el resto de las polí-
ticas públicas. La formulación debe hacerse en tiempos de
paz, cuando la tranquilidad y la ponderación otorgan la posi-
bilidad de una visión sistémica y de largo plazo sobre los
problemas que se desea enfrentar. Formularla en momentos
de tensión o crisis lleva a una sobredimensión política y pre-
supuestaria y genera una percepción negativa en la ciuda-
danía.

6. Visión ciudadana de la policía


Desde el punto de vista profesional, debe existir una alta sin-
cronía entre las diferentes ramas policiales, lo que subraya la
importancia de la formación y planificación conjunta. También
es necesaria la existencia de una relación fluida entre el poder
civil y la institución policial, como necesidad estratégica y de
interés nacional para el país.
La opinión de que la policía es una organización rígida, de je-
rarquía vertical muy estratificada y de valores conservadores
es relativamente cierta.
136| Una perspectiva de derechos humanos

Sin embargo, en el pasado ella ha sido una de las primeras organiza-


ciones sociales que despersonalizaron la coordinación de los esfuer-
zos humanos y antepusieron criterios profesionales de reclutamiento
para su personal por encima de los de sangre, casta o vínculo perso-
nal. Ese es un valor profundamente ciudadano.

Además, el sentido de misión no puede ser equivalente para


los policías que para los funcionarios civiles. Los altos puestos
políticos del Estado son ocupados por personas cuya legitimi-
dad deviene de elecciones democráticas directas y el resto por
designación. Los policías corresponden a una carrera profesio-
nal con selección y ascensos y están dirigidos por otros polic-
ías cuya legitimidad es interna a la institución por razones de
mando y jerarquía.
En su diseño organizacional, prima una racionalidad técnica y
profesional, como fuente de legitimación de la autoridad poli-
cial. Solo el Mando Superior o Plana Mayor, en determinadas
decisiones, se acerca al modelo de racionalidad política que
prima en la conducción del Estado. Pero en su estructura deci-
soria prevalece la no deliberación y la plena sujeción al poder
civil.
El liderazgo y conducción civil de la Seguridad y, dentro de
ella, de lo policial, depende de la voluntad y claridad con que
se enfrenten las tareas descritas. Los dirigentes civiles deben
eliminar cualquier visión instrumental de las instituciones de
seguridad y comprender que la misma es una política pública
que adecuadamente desarrollada garantiza el liderazgo políti-
co civil. Y, lo más importante, la existencia de policías profe-
sionales, con salarios dignos y con valores éticos sólidos, re-
presentan un elemento constitutivo de una democracia esta-
ble.
137| Policías y Ciudadanos
6.1. Importancia de la formación en derechos humanos
y de un trabajo de memoria activa en el cuerpo de Po-
licía
‘El siglo xx terminó lleno de contradicciones. Al contemplarlo es im-
posible sustraerse a las luces y sombras de una época grandiosa por
sus adelantos y al mismo tiempo tan brutal en sus conflictos. Ha de-
parado a la humanidad sus mayores éxitos científicos y también sus
peores pesadillas y negaciones de libertad. Quedará inscrito como el
siglo ‘... más mortífero de la historia a causa de la envergadura, fre-
cuencia y duración de los conflictos violentos que lo han asolado y
por las catástrofes humanas, sin parangón posible, que han causado
desde las mayores hambrunas de la historia hasta el genocidio sis-
temático’ Quizás por ello tampoco resulta extraño que su final sea el
momento en que el ser humano recobra la centralidad de la historia,
y que la defensa de sus derechos sea un hecho planetario y un ci-
miento básico de la conciencia moral de la humanidad’68.

El reconocimiento de los derechos fundamentales de las per-


sonas y su incorporación a textos políticos y jurídicos de vali-
dez universal, es un testimonio del progreso de la conciencia
moral de la humanidad. Ello no ha sido espontáneo ni perma-
nente, sino consecuencia de una lucha de la humanidad por
superar los traumas causados por sus propias acciones.
Deriva, en parte importante, de la reacción frente a los hechos
traumáticos del siglo xx, en cuyos conflictos la muerte se en-
señoreó como una actividad industrial, pensada y ejecutada
por personas que parecían asesinos comandados por un poder
central superior, antes que militares o policías en relación con
su propia comunidad. La muerte, en su masividad, no fue el
resultado inevitable y doloroso de conflictos violentos someti-
dos a las leyes de las contiendas bélicas, sino más bien fue una

68
HOBSBAWM, Eric, "Historia del Siglo XX", Grijalbo y Mondadori. Barcelona, 1995.
138| Una perspectiva de derechos humanos

acción premeditada, de crueldad inaudita, razonada y justifi-


cada en muchos casos por naciones enteras, e implicó el uso
del terror, la tortura y el genocidio, como instrumentos privi-
legiados de una pedagogía política de masas. A la que colabo-
raron de igual manera ejércitos y policías.
No es solo el hecho de la guerra el que conduce a la acción
universal por la defensa de los Derechos Humanos, es la pro-
pia vergüenza de la humanidad por las formas que la guerra
asumió, la que genera este impulso.
Los ejércitos y las policías no podían quedar fuera de este cur-
so de acontecimientos por dos razones fundamentales.
La primera porque su misión, la seguridad, es también un ele-
mento central de la identidad moral del Estado moderno, co-
rolario de las enseñanzas que dejó la Segunda Guerra Mun-
dial. Las instituciones legitimadas en el uso de la violencia, en
su misión de defender al país y brindar seguridad a la ciuda-
danía, no pueden hacerlo infringiendo los derechos humanos,
pues los delitos contra la humanidad no se justifican sólo por
el hecho de que el ofensor actúe bajo las órdenes de un supe-
rior o lo haga en defensa de su patria.
En segundo lugar, porque el trato digno a propios y adversa-
rios resulta esencial para alcanzar la legitimidad moral de sus
acciones y lograr la reflexión y equilibrio emocional que re-
quiere el personal de las instituciones militarizadas en los
nuevos escenarios. Ello sólo es posible con una formación in-
tegral de sus miembros, que les permita controlar la velocidad
e imprevisibilidad de las luchas armadas –enorme desafío para
su formación profesional y la seguridad del país– sin perder
sus valores esenciales.
La convicción de la paz y la virtud de la contención, son princi-
139| Policías y Ciudadanos
pios fundamentales para que el personal de ámbitos militari-
zados pueda equilibrar su accionar profesional en condiciones
de extrema presión. En relación a la seguridad ciudadana, la
demostración que el trato digno es el principal camino para
crear condiciones de paz social estable después de un conflic-
to.
Los rezagos de una formación antipolítica o del cumplimiento
de la misión fuera de toda consideración ética debe ser total-
mente erradicado. Desde el punto de vista profesional, una
obediencia refleja no es eficiente para las instituciones policia-
les en los nuevos escenarios. El cumplimiento de sus tareas
habituales o de misiones operativas que conllevan fuerte obe-
diencia y disciplina, implican juicios éticos que solo podrán ser
hechos con la rapidez y oportunidad requeridas si están pro-
fundamente enraizados en la mente del y la policía, siendo
parte constitutiva de su formación profesional.
Una formación profesional de esa índole es la mayor garantía
de la vigencia de los derechos humanos en la sociedad, y para
la propia policía.

Un trabajo de memoria activa


El progreso de la conciencia moral de la humanidad en un pro-
ceso de pacificación creciente, implica para las instituciones
que hacen uso de la fuerza legítima del Estado, el respeto por
los derechos de ciudadanía, el discernimiento cuando las
órdenes de un superior van en contra de esos derechos para
rehusarse a seguirlas, un sólido posicionamiento moral en el
trabajo por la paz, y un trabajo de memoria activa de la insti-
tución.
Pareciera que las policías no tienen memoria institucional cuando se
compara los discursos de las cúpulas con los de las bases.
140| Una perspectiva de derechos humanos

Los secretos terribles producen en sus portadores deseos de


venganzas terribles. ¿Cómo se negaba ese secreto tremendo
de los argentinos que sabían de la desaparición de miles de
argentinos y al mismo tiempo olvidaban deliberadamente de
nombrarla o combatirla, es decir cómo se venga la memoria
del olvido coyuntural pero rotundo de una matanza? ¿Con
culpa, es decir, más olvido? ¿Con culpa, es decir también más
memoria inactiva? Existen diversas memorias e interpretacio-
nes, distintos modos de definir, nombrar y significar aquello
que sucedió durante el periodo de violencia política o terro-
rismo de estado69.
La participación de los miembros policiales en ‘la gran matan-
za argentina’ de los setenta, bajo las ordenes del poder políti-
co militarizado y del ejército, es una materia pendiente de
revisión y memoria activa. Actualmente, los jóvenes policías
desean no ser identificados con las marcas terribles del geno-
cidio, sin embargo no encuentran herramientas para poder
trabajar lo sucedido en la institución por aquellos tiempos y la
memoria institucional queda subordinada al silencio. Bajo la
siniestra figura de la ‘obediencia debida’ muchos se sentían
víctimas pasivas de la muerte. Si bien muchos policías desea-
ban un orden político y social menos caótico y violento de
aquel que procedió al golpe de estado de 1976, la excepciona-
lidad de la imposición metodológica de los planes dictatoria-
les, el mito de la obediencia debida y la escasa conciencia de-
mocrática, los sumió en un estado de complicidad generaliza-
da con el régimen. El silencio fue y para muchos aún continúa
siendo la manera en que se defendieron y defienden del dolor

69
Mariana Caviglia. ‘Dictadura, vida cotidiana y clases medias. Una sociedad fracturada’.
Prometeo, Bs. As., 2006.
141| Policías y Ciudadanos
de la culpa de la matanza genocida entre hermanos. Sin em-
bargo, no se puede negar que también han existido en la insti-
tución miembros para los cuales los ideales de la paz y la liber-
tad no valen nada.
El trabajo de memoria activa pendiente en la institución poli-
cial no implica hacer un análisis histórico de esos aconteci-
mientos porque la memoria es diferente de la historia. La
memoria es un marco vivo natural en el que el pensamiento
puede apoyarse para conservar y encontrar la imagen de su
pasado. Es una corriente de pensamiento continua que se
perpetúa y se actualiza en el tiempo. La historia puede formar
parte de la memoria. Es un conjunto de acontecimientos pa-
sados que fueron elegidos, comparados y clasificados según
necesidades y reglas que no se corresponden con las de quie-
nes los mantienen vivos en sus memorias y en sus actos. La
historia intenta generar cierta continuidad allí donde se han
producido quiebres y donde ha operado el olvido.
En ese trabajo de memoria aún pendiente, el punto de partida
no es la realidad histórica, los acontecimientos que la historia
señala, nombra y pone sobre la mesa; sino los actos, emocio-
nes y sentimientos que la memoria recupera del pasado desde
un acontecimiento vivo y directo en este tiempo.

Obediencia ciega al superior, miedo del policía; y miedo del


ciudadano, desconfianza sobre la policía a partir de las distan-
cias entre policías y ciudadanos, y del trabajo de memoria
pendiente en la propia institución, conlleva que la mayoría de
la población consienta el establecimiento de esquemas que le
confieren mayor poder a la policía al margen de controles
efectivos sobre la misma. Es un hecho que el esquema de
‘alarma social’ que orienta en muchos sectores políticos el
142| Una perspectiva de derechos humanos

pensamiento en materia de seguridad, legitima a la vez las


políticas duras de las instituciones policiales y complica el pa-
norama para los movimientos sociales, ya que se ha generali-
zado la idea de que si los derechos se colocan en un lugar prio-
ritario se debilita la posición de la autoridad frente a la delin-
cuencia.
143| Policías y Ciudadanos

Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo IV

1) ¿Qué son para usted los derechos humanos, desde su


perspectiva profesional de integrante de la Policía?
2) Algunas personas manifiestan que las funciones de
hacer cumplir la ley y velar por la seguridad, el bienes-
tar de la comunidad y la integralidad territorial son in-
compatibles con la protección de los derechos huma-
nos? ¿Cuál es su opinión al respecto?
3) ¿Existen, a su juicio, diferencias entre el cumplimiento
de las funciones policiales en una sociedad democráti-
ca y en una sociedad no democrática? En caso afirma-
tivo, ¿cuáles son?
4) A su juicio: ¿en qué oportunidades puede ser necesario
optar entre cumplir con los códigos del honor policial o
cumplir con las normas que protegen los derechos
humanos?
5) Indique cuáles serían las consecuencias positivas, para
la función policial, de un estricto respeto de los dere-
chos humanos en cuanto a:
a) la imagen de la institución policial ante el públi-
co en general
b) la imagen de la institución policial ante el poder
político
c) la eficacia del trabajo
d) el compromiso del policía con su institución
e) la democratización de la Policía.
144| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO V
CONSIDERACIONES GENERALES
SOBRE DERECHOS HUMANOS70

Objetivo: Desarrollar un marco conceptual general de los derechos


humanos y una caracterización a partir de su clasificación y elemen-
tos específicos.

1. ¿Qué son los derechos humanos?


Los derechos humanos son valores fundamentales vinculados con la
dignidad, la libertad y la igualdad de las personas. Se manifiestan co-
mo derechos, facultades y condiciones necesarias para que todas las
personas, sin ningún tipo de discriminación, tengan acceso a una vida
digna.

En muchos discursos de expertos en derechos humanos pare-


ciera que éstos tienen una entidad propia y súper normativi-
zada –similar a la que suele concedérsele a la palabra escrita
de las Leyes– desprendida de las vidas de las personas que son
las que los producen, les dan sentido, los sostienen y los legi-
timan o no.
Los derechos humanos son valores fundamentales que posee
la persona humana en todo momento y lugar y que le permi-
ten vivir en condiciones de dignidad, libertad e igualdad. Se
expresan jurídicamente como derechos y facultades que la

70
El presente capítulo se desarrolló a partir de modificaciones del texto del Manual de Dere-
chos Humanos para las Fuerzas Armadas, confeccionado por el Instituto Interamericano de
Derechos Humanos. Ver cita bibliográfica al final.
145| Policías y Ciudadanos
Constitución, la Ley y el Derecho Internacional reconocen en
favor de todas las personas y que les garantizan el libre y ple-
no ejercicio de sus derechos y libertades, sin distinciones de
sexo, raza, nacionalidad, origen social o posición económica,
religión, forma de pensar, participación política o por cual-
quier otra causa. Se expresan socialmente en un pacto moral y
social.
La tradición de pensamiento sobre derechos humanos puede
concebirse ligada a un proceso de maduración y pacificación
de las sociedades. En Argentina cobró fundamental vitalidad a
partir del surgimiento de una serie de organizaciones que lu-
charon en contra de la desaparición, el encarcelamiento y el
asesinato de personas en un proceso al que se alude actual-
mente como ‘terrorismo de estado’. Se potencian y extienden
a partir de la lucha de esas organizaciones, pero no se agotan
en ese tema. Como parte del proceso de pacificación de la
vida, se introducen cada vez más en las ideas que de la vida
misma tienen las sociedades.
Los derechos humanos van más allá de un listado de derechos
individuales o colectivos que los Estados se comprometen a
respetar y garantizar en favor de la persona humana sin dis-
tinción. Responden a principios inherentes al logro de una
calidad de vida y un proyecto de vida para todas las personas,
lo cual tiene fundamento en los principios de solidaridad,
igualdad y universalidad. El derecho a la paz, vendría a ser un
fin superior a satisfacer, aún cuando pudiera no estar así con-
sagrado en las Constituciones Políticas. La institución policial
tiene así, una misión a cumplir, y como tal, el principal desafío
es prevenir el conflicto y accionar la fuerza solo en casos cla-
ramente necesarios.
‘Una cultura de paz consiste en valores, actitudes y conductas que
plasman y suscitan a la vez interacciones e intercambios sociales ba-
146| Una perspectiva de derechos humanos

sados en principios de libertad, justicia y democracia, todos los dere-


chos humanos, la tolerancia y la solidaridad, que rechazan la violen-
cia y procuran prevenir los conflictos tratando de atacar sus causas
para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación y
que garantizan a todos el pleno ejercicio de todos los derechos y
proporcionan los medios para participar plenamente en el proceso de
desarrollo de la sociedad’ (Resolución Asamblea General de las Na-
ciones Unidas del 20 de noviembre de 1997).

Los derechos humanos son anteriores y superiores al Estado,


el cual no los otorga, sino que los reconoce y, por lo tanto, es
el principal obligado a respetarlos y garantizarlos. Le corres-
ponde al Estado, por un lado, promover y proteger los dere-
chos humanos evitando que por medio de sus actos, se afecte
la esfera de individualidad (derecho a la vida, la libertad, la
propiedad, etc.); por otro lado, le corresponde generar todas
las condiciones necesarias para que todas las personas tengan
acceso a servicios de calidad como presupuesto para el logro
de su desarrollo personal y grupal.

2.- Derechos Humanos de l@s policías


Muchos policías dicen que no tienen 'garantías' para desem-
peñar su trabajo. Lo dicen en la intimidad de pequeños grupos
informales y también lo reclaman en los medios. Se trata de
una preocupación que atraviesa a todas las jerarquías policia-
les. Casi todos coinciden en que, años atrás —refiriéndose por
lo general a los setenta y, en ocasiones también a los ochen-
ta— disponían de ‘mayores garantías para realizar su trabajo’,
coincidiendo, además, en que esas ‘garantías’ comenzaron a
perderse cuando aparecieron ‘los derechos humanos’.
En la observación informal de la institución hemos podido re-
147| Policías y Ciudadanos
cuperar que l@s policías utilizan la expresión ‘derechos
humanos’ de manera vaga, sin precisar si se refieren a una o a
un conjunto de instituciones, de valores, de leyes o de sus
representantes. La usan para identificar a un ente abstracto e
impreciso, que pareciera ocupar la posición del enemigo, del
responsable de la pérdida de las ‘garantías’ de que en algún
tiempo disfrutaron y que consideraban indispensables para
realizar su trabajo. La mayoría de las veces parece que se sit-
úan en una categoría aparte a la de la ciudadanía, y muchas
veces se sienten obligados a declarar que los policías también
deberían ser considerados como ¡seres humanos!
Cualquier proyecto de cambio institucional debiera partir y ser
impulsado desde la misma institución. Sin embargo la magni-
tud del cambio institucional en un sentido democratizador
excede las fuerzas internas de la propia institución y debe ne-
cesariamente ser acompañado por la sociedad en general. Un
acompañamiento que implica ineludiblemente que se tome en
cuenta sus necesidades para ofrecer respuestas concretas a
sus problemas concretos. Para ese conocimiento es necesario
escucharlos e intentar mirar al mundo desde sus categorías y
como ellos lo miran.
Recurrentemente sienten tener de enemigos a sus propios
jefes, a las auditorías del ejecutivo, a los administradores in-
ternos de justicia policial y los temidos ‘sumarios’, a los dere-
chos humanos y a la sociedad.
La vaga y prejuiciosa noción que, en general, tienen l@s polic-
ías acerca de los derechos humanos repercute en la actitud
que asumen respecto de los suyos y los inhabilita para invo-
carlos y defenderlos adecuadamente. No consideran a los de-
rechos humanos como una garantía en su favor ni a las institu-
ciones de protección como sus aliadas. Resulta necesario que
148| Una perspectiva de derechos humanos

los policías entiendan adecuadamente qué son los derechos


humanos, tanto para respetarlos como para exigirlos.
Portillo ha descrito la existencia de un mecanismo distorsio-
nado sobre la forma de aplicar la ley al interior de la policía,
producto de un pacto implícito entre algunos sectores políti-
cos y policiales.
…Los gobiernos han conseguido la lealtad de las instituciones policia-
les a cambio de espacios de autonomía, por lo cual las prácticas poli-
ciales reales se han ido determinando en función de acuerdos infor-
males, dejando a la ley como referente de control que ha sido aplica-
do principalmente a los policías que rompen esos acuerdos. La falta
de transparencia de la policía en el uso de la lay escrita en su contex-
to interno obedece al enfrentamiento entre poderes informales al in-
terior de la institución. La Policía está internamente construida por
poderes que se rigen por un sistema de alineamiento de lealtades, de
tal manera que junto con la cadena formal de mando —la cual no es
necesariamente eficaz—, operan diversas cadenas reales de mando.
De esta manera el escalamiento interno en la Policía es determinado
por la capacidad de cada sujeto para satisfacer las reglas impuestas
en el segundo tipo de cadenas. En sentido inverso, la ruptura con
esas reglas abre la puerta a la aplicación de ‘las otras reglas’, como
por ejemplo la de la norma escrita, en particular sobre el sistema dis-
ciplinario.

No por otro motivo el funcionamiento interno de administra-


ción de justicia de la Policía es uno de los espacios más lejanos
al control público y, quizá, el mayor motivo de frustración e
incertidumbre entre los miembros de la Policía.

La arraigada idea de aparente confrontación entre derechos


humanos y policías es un obstáculo para la seguridad pública y
para la propia vida policial. En general desde el discurso del
derecho producido por abogados comprometidos con los de-
rechos humanos, se hace un uso demagógico de la doctrina
149| Policías y Ciudadanos
internacional creyendo respaldar las propuestas destinadas a
generar condiciones necesarias para que todas las personas,
sin ningún tipo de discriminación, tengan acceso a una vida
digna. Una actitud demagógica basada en el sentimiento de
que ‘hay que enseñarles a los policías represores’, asentada
exclusivamente en el argumento de que dichas propuestas
son acordes con los tratados internacionales, como si la ley
escrita tuviera por sí misma el efecto mágico de transforma-
ción social. El efecto no deseado de este tipo de actitudes ha
sido una marcada polarización en bandos policías – ciudadan-
ía.
Los miembros de la institución policial disfrutan de los mis-
mos derechos de cualquier otra persona, con la salvedad de la
necesaria restricción de algunos de sus derechos cuyo ejerci-
cio obstaculizaría la función policial. En su caso, así como res-
pecto del de otros funcionarios encargados de hacer cumplir
la ley, es válido y guarda lógica en razón de sus funciones, que
algunos de sus derechos humanos, especialmente de carácter
político, les sean restringidos hasta por el tiempo en que se
encuentran ejerciendo ese tipo de funciones. Por ejemplo,
algunas constituciones restringen que los miembros activos de
las fuerzas policiales puedan postularse a cargos de elección
popular o hacer proselitismo partidista. No obstante, sí deber-
ían mantener el derecho a votar, siempre que sea dentro del
marco de la garantía del voto secreto y sin que medie acción
proselitista de su parte. El derecho humano a hacer huelga
puede llegar a ser restringido a los miembros de la policía, a
juicio de cada Estado e incluso sometido a regulaciones mayo-
res que impidan su ejercicio en situaciones que reflejen ries-
gos o amenazas a la seguridad. El resto de los derechos huma-
nos, incluidos los de carácter económico, social y cultural se
les mantiene incólume, dentro del marco de protección gene-
150| Una perspectiva de derechos humanos

ral. Las garantías del debido proceso, especialmente en proce-


sos disciplinarios en la administración de justicia interna, son
derechos inalienables.

3. Características
de los Derechos Humanos
Los derechos humanos son derechos universales, indivisibles, integra-
les, interdependientes, complementarios, irrenunciables, imprescrip-
tibles, inalienables e inviolables.

a) Los derechos humanos son universales. Todos los de-


rechos humanos le pertenecen a todas las personas,
sin distinción alguna, en todo momento y lugar donde
se encuentre.
b) Los derechos humanos son indivisibles, interdepen-
dientes, integrales y complementarios. Todos los de-
rechos humanos están relacionados entre sí, y en su
conjunto forman parte de un sistema armónico que ga-
rantiza y protege la vida digna, libre y autónoma de la
persona humana. Los derechos civiles y políticos (Ej.,
derecho a la vida, integridad personal, honor, libertad
de expresión, etc.) guardan una relación de interde-
pendencia con los derechos económicos, sociales y cul-
turales (Ej., derecho a la salud, educación, alimenta-
ción, vivienda, etc.). La persona humana necesita de
todos los derechos humanos para vivir con dignidad,
en libertad y en condiciones de igualdad con los de-
más. Todos los derechos humanos son, por lo tanto,
igualmente importantes.
c) Todos los seres humanos deben ejercer sus derechos y
libertades con responsabilidad. Ello implica que siem-
pre deben respetar los derechos de los demás y aten-
151| Policías y Ciudadanos
der ciertos límites legítimos establecidos por la ley en
una sociedad democrática para garantizar bienes o in-
tereses legítimamente protegidos, como la salud públi-
ca, la moral social, el bienestar general, el orden públi-
co y la seguridad ciudadana. Los derechos y las liberta-
des democráticas o libertades públicas, no se deben
ejercer de manera irrestricta, arbitraria o absoluta, ya
que siempre se debe tomar en consideración a las de-
más personas y sus derechos.
d) Los derechos humanos son irrenunciables e impres-
criptibles. Nadie puede ser obligado a renunciar a los
derechos y libertades que le ha reconocido la Constitu-
ción, la ley y el derecho internacional. Los derechos
humanos y las libertades fundamentales se protegen
desde el momento de la concepción; se adquieren
formalmente desde el momento del nacimiento; se
poseen de manera permanente; y no se pierden con el
transcurso del tiempo.
e) Los derechos humanos son inalienables e inviolables.
Los derechos humanos son atributos inherentes a la
persona humana, y por lo tanto, no pueden transferir-
se, cederse o comercializarse. Los derechos humanos
han sido reconocidos por los Estados para que la per-
sona humana los ejercite plenamente, por lo que los
Estados no pueden desconocerlos o violarlos de ningu-
na forma. Nadie puede ser despojado de sus derechos
y libertades, salvo de manera excepcional y temporal,
por orden de autoridad competente y de conformidad
con la ley.
4. Sujetos de derechos humanos
Los sujetos o titulares de los derechos humanos son la persona
humana, los grupos sociales y los pueblos.

• La persona humana. La persona humana -a título individual-


es, por excelencia, el sujeto o titular primario de los dere-
chos humanos y las libertades fundamentales.
• Los grupos sociales. Los grupos sociales son sujetos o titula-
res de derechos humanos. Los niños, niñas y adolescentes,
las mujeres, los trabajadores, los y las militares, los y las po-
licías, las personas migrantes y refugiadas, las personas con
retos especiales, los grupos étnicos, los grupos religiosos,
etc., poseen derechos y libertades como grupos humanos.
Entre los derechos de los grupos sociales se pueden mencio-
nar como ejemplo: los derechos de la niñez; los derechos de
la mujer; los derechos de los trabajadores; etc.
• Los pueblos. Los pueblos o las grandes colectividades huma-
nas también son titulares o sujetos de derechos humanos.
Entre tales derechos se pueden mencionar como ejemplo: el
derecho a la autodeterminación o libre determinación de los
pueblos; el derecho al desarrollo humano; el derecho a la
paz; el derecho a un medio ambiente sano y el derecho de
protección del patrimonio común de la humanidad.

5. Origen y evolución histórica


de los Derechos Humanos
En el proceso de creación y evolución histórica de los derechos
humanos han influido distintas corrientes del pensamiento filosófico,
religioso, político y jurídico. El elemento central de esa convergencia
ha sido la preocupación por la persona humana, su vida, su libertad,
su dignidad, su cultura, su felicidad, como expresiones individuales y
colectivas de su ser, que merecen las mayores consideraciones por
parte de sus iguales.
153| Policías y Ciudadanos
El origen de la formulación de los derechos humanos ha sido
un proceso largo que arranca en los albores mismos de la
constitución de la sociedad humana. Naturalmente, los hechos
de la sociedad y la cultura han ido influyendo de manera de-
terminante en los acentos que se ha puesto en las diferentes
épocas. La evolución en las leyes que amparan el derecho a la
vida y la decisión de las personas sobres sus cuerpos, la liber-
tad de pensamiento o la igualdad política, tienen siempre an-
tecedentes en hechos sociales, en la crueldad de los castigos,
en la lucha contra las tiranías o contra la intolerancia religiosa.
Los derechos humanos no son la evolución de una idea abs-
tracta, encarnan lo más profundo de la experiencia humana
frente al dolor, la crueldad y el despotismo.
La edad media fue una época en la que primaron los derechos
estamentales, propios no de cualquier hombre o mujer indiv
idual, sino de los que pertenecían a los grupos emparentados
al poder del rey, del señor feudal, o de la iglesia. Por entonces
la sociedad se organizaba en estamentos, que es como decir
grupos selectos y cerrados. No existían todavía las clases so-
ciales como las conocemos hoy.
De los derechos humanos empezó a hablarse en tanto la so-
ciedad estamental empezó a resquebrajarse, dando lugar a
que cada vez más gente se incorporase a la ciudadanía. Esto
ocurría a medida que se consolidó el Estado moderno y
avanzó el sistema de producción que sostiene la vida de millo-
nes de personas hoy viven sobre el planeta, aunque por otro
lado también aniquila a millones.
No existe un momento específico en que surge la idea de de-
rechos humanos, es más bien un proceso que empieza por
esta época a la que aludimos. Porque la historia de las vidas de
la gente, de las ideas y de las naciones; se explica siempre en
154| Una perspectiva de derechos humanos

procesos y no en hechos particulares. Lo que equivale a decir


que todo hecho histórico es producto de un devenir que lo va
prefigurando.
En sus orígenes la idea de derechos humanos surgió frente a
periodos de intolerancia frente a convulsiones colectivas, a
formas extremas de persecución y violencia. Esas primeras
violencias tenían predominantemente un origen de persecu-
ción religiosa.
Fundamentalmente han incidido en el proceso histórico de
consolidación de derechos, aquellas corrientes doctrinarias
que tienen en el desarrollo y profundización de la democracia
su referente político fundamental, sean tributarias del pensa-
miento liberal, socialista o del humanismo cristiano.
Sin embargo, lo esencial de su formulación deviene de la ex-
periencia o reflexión que el acontecer histórico, en diferentes
épocas y regiones del planeta, provoca en las personas, des-
pertando sus conciencias a la voluntad de construir una pro-
tección de la vida subjetiva y comunitaria en paz y con el
máximo esplendor (ver en la página 102 el concepto ligado a
la naciente policía en el siglo xvi) para sus miembros.
En la construcción conceptual y vivencial de esta visión social –
plasmada en el texto de las leyes pero también en los pactos
consuetudinarios de las sociedades en procesos de lenta paci-
ficación– interviene un proceso permanente de enriqueci-
miento que ha partido de las más distintas escuelas filosóficas
y religiosas. En el ámbito filosófico, la escolástica, resaltando
el papel del hombre como eje fundamental de la cosmovisión
occidental, ha sido vital para fortalecer la noción de derechos
humanos asumida contemporáneamente, focalizando los va-
lores a alcanzar a partir de la búsqueda de la dignidad huma-
155| Policías y Ciudadanos
na.
Las distintas corrientes religiosas han dado un enfoque múlti-
ple y hasta contradictorio, partiendo de la afirmación de prin-
cipios y valores universales hasta visiones más sectoriales,
reafirmándose el conflicto entre universalismo y el relativismo
cultural y religioso.
En un estadio más reciente, el pensamiento de los autores
liberales tuvo una injerencia importante al instrumentar insti-
tuciones que consolidan el proceso de protección de derechos
humanos entretejiendo una relación entre estado de derecho
y democracia. Esa simbiosis provoca una cadena de recono-
cimiento de instituciones y garantías de derechos humanos
que es liderada por la independencia de los Estados Unidos,
pero que alcanza un nivel de universalidad con la Revolución
Francesa, por medio de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, del 26 de agosto de 1789. A partir
de ese momento, deviene el movimiento independista de
América Latina con la consecuente constitucionalización de los
derechos humanos y luego; el reconocimiento de un amplio
catálogo de derechos económicos, sociales y culturales, te-
niendo como abanderada la Constitución mexicana de 1917,
emulada luego por la mayoría de las Constituciones del mun-
do.
Sin embargo, el momento crucial de universalización y estan-
darización de los derechos humanos ocurre a partir de la fina-
lización de la Segunda Guerra Mundial, con el advenimiento
del reconocimiento de una rama nueva del Derecho Interna-
cional: el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y la
generación de un amplio sistema de mecanismos de protec-
ción de los derechos humanos en el ámbito de las Naciones
Unidas y los correspondientes sistemas regionales.
156| Una perspectiva de derechos humanos

6. Protección de los derechos humanos


Para que los derechos humanos estén jurídicamente protegidos de-
ben estar reconocidos en el orden jurídico vigente, y protegidos por
órganos e instancias oficiales del Estado, mediante procedimientos
legales establecidos especialmente para ello. En la mayoría de los
países, los derechos humanos están reconocidos en la Constitución,
las leyes secundarias, y en los tratados, declaraciones y resoluciones
internacionales. Para que sean incorporados como valor democrático
en la sociedad deben debatirse, extenderse y educarse, no como con-
traposición sino como progresión constante del respeto por el otro.

Los derechos humanos, las libertades fundamentales y las ga-


rantías del debido proceso71, están formalmente reconocidos
en los siguientes instrumentos:
• La Constitución. Es conocida también como ley primaria o
Carta Magna. En un Estado Democrático de Derecho, los dere-
chos humanos y las libertades fundamentales deben tener
preferentemente rango constitucional, por su jerarquía y su
carácter permanente.
• La legislación secundaria o leyes ordinarias. Se encargan de
desarrollar o ampliar los derechos reconocidos en la Constitu-
ción y en los tratados internacionales.
• Los tratados internacionales. Son conocidos también como
convenios, convenciones, pactos o protocolos. Tienen fuerza
jurídica obligatoria al interior de los Estados una vez que han
sido suscritos por el Poder Ejecutivo y aprobados por el Poder
Legislativo. Establecen importantes principios jurídicos inter-
nacionales, como el Principio de la universalidad de los dere-
chos humanos y la no discriminación de las personas. Recono-
cen derechos y libertades fundamentales, los cuales se incor-

71
Son derechos de las víctimas y de los imputados de delitos
157| Policías y Ciudadanos
poran directamente en el orden jurídico interno de los Estados
sin necesidad de desarrollo legislativo posterior. Imponen
obligaciones a los Estados a fin de que adopten medidas para
su respeto y garantía72.
• Las declaraciones internacionales. Son aprobadas en confe-
rencias internacionales, y en muchas ocasiones son adoptadas
en la Asamblea General de la ONU y de la OEA. No tienen la
misma fuerza jurídica que los tratados, pero los Estados, con-
forme a las obligaciones contraídas en la Carta de la ONU y en
la Carta de la OEA, deben cumplirlas de ‘buena fe’73. La Decla-
ración Universal de Derechos Humanos (ONU) y la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (OEA), ge-
neran obligaciones jurídicas directas para todos los Estados
Miembros de esas organizaciones internacionales.
• Las resoluciones internacionales. Son aprobadas por los
órganos internos de las Organizaciones Internacionales (ONU,
OEA). Tienen fuerza política y moral. No tienen la misma fuer-
za jurídica que los tratados, pero los Estados, conforme a las
obligaciones contraídas en la Carta de la ONU y en la Carta de
la OEA, deben cumplir de ‘buena fe’ las resoluciones sobre
derechos humanos74.

72
Se pueden mencionar, por ejemplo, los siguientes tratados: El Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (ONU); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (ONU); la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes (ONU): la Convención sobre los Derechos del Niño (ONU); la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (OEA); la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (OEA); y la Convención interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas (OEA), entre otros.
73
Se pueden mencionar, por ejemplo, las siguientes declaraciones internacionales: la Decla-
ración Universal de Derechos Humanos (ONU); la Declaración sobre los Principios Fundamen-
tales de Justicia para las Víctimas de Delitos y del Abuso de Poder (ONU); la Declaración Ame-
de los Derechos y Deberes del Hombre (OEA); y la Declaración sobre el Derecho de los Pue-
blos a la Paz (ONU).
74
Se pueden mencionar, por ejemplo, tu siguientes resoluciones internacionales: el Código
158| Una perspectiva de derechos humanos

6.1. Límites ordinarios y extraordinarios al


ejercicio de los derechos humanos
El ejercicio de los derechos humanos tiene algunas limitaciones, es-
pecialmente en situaciones especiales. En condiciones normales, no
tienen más limitaciones que aquellas naturales que tienen que ver
con los deberes de respeto de los derechos de los demás y, en algu-
nos casos concretos donde exista una declaratoria de interés público
comprobado, se pueden ver limitados para favorecer ese interés
común.

Limites ordinarios
Hay limitaciones legítimas al ejercicio efectivo de los derechos
humanos en razón de la protección de los derechos de los
demás, como el derecho a la vida, el derecho al honor, la vida
privada (individual y familiar), la moral social, la salud pública,
el bienestar general, el bien común, la seguridad nacional, la
seguridad ciudadana, el orden público, la paz pública, la tran-
quilidad interior, la prevención e investigación del delito y el
interés de la administración de justicia. No obstante, la tónica
no es establecer limitaciones generales o previas, sino un ba-
lance adecuado entre los derechos y los deberes correlativos
de las personas.
Se debe evitar el abuso de las limitaciones a los derechos
humanos y, especialmente, la utilización de falsas invocacio-
nes para justificarlas. En la experiencia de nuestro país y en
general en América del Sur, durante los años setenta y ochen-

de Conducta para Funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley (ONU); el Conjunto de


Principios sobre el uso de la Fuerza y de Armas de Fuego por Funcionarios encargados de
hacer cumplir la Ley (ONU); y los Principios relativos a una eficaz Prevención e Investigación
de las Ejecuciones Extralegales, Arbitrarias o Sumarias (ONU).
159| Policías y Ciudadanos
ta se utilizó de manera inapropiada el concepto de seguridad
(ver en la página 52) y se configuró la llamada ‘doctrina de la
seguridad nacional’, con base en la cual se cometieron prácti-
cas generales, graves y sistemáticas de violación de los dere-
chos humanos. El límite natural al respeto de los derechos
humanos es que ni siquiera en nombre de los derechos huma-
nos se puede justificar la violación de algunos de ellos. Lo
apropiado es que siempre debe existir una declaratoria previa
de interés público para restringir algún derecho humano o que
ante un estado comprobado de necesidad, y para evitar un
daño mayor, se opte por tomar la decisión que limite otro de-
recho en función de producir el ‘mal menor’75.

Límites extraordinarios

La garantía de los derechos humanos y las libertades fundamentales


también tienen límites extraordinarios o excepcionales en su ejerci-
cio. No obstante, se requiere de un proceso previamente legitimado
para crear un marco de suspensión de algunos de los derechos
humanos, incluyendo la existencia de un hecho de alcances de con-
moción general como un conflicto armado o un desastre natural. En
todo caso, siempre será una suspensión temporal de derechos mien-
tras dure la situación que la provocó y debe existir una ley formal y
justificadamente aprobada.

Las personas tienen límites especiales en el ejercicio de sus


derechos, en circunstancias particularmente graves, entre las
que se pueden mencionar los estados de excepción y los con-

75
Por ejemplo, el derecho a la propiedad privada debe ceder ante la necesidad de que las
fuerzas policiales puedan realizar operaciones de rescate a personas secuestradas en casas de
particulares.
160| Una perspectiva de derechos humanos

flictos armados.

7. Clasificación de los derechos humanos


Los derechos humanos son indivisibles, universales, interdependien-
tes y se interrelacionan entre sí. No obstante, por razones de su re-
conocimiento histórico, incluso para facilitar su didáctica, se han
hecho clasificaciones de derechos humanos por categorías. Lo que no
es viable es utilizar esas divisiones en función de la mayor o menor
exigibilidad de los mismos. Las clasificaciones más comunes son las
que distinguen entre derechos civiles y políticos, por una parte, y de-
rechos económicos, sociales y culturales, por otra. Cualquiera que
sea la clasificación que se adopte, no puede disminuírseles su fuerza
vinculante como derechos exigibles y ejecutables por parte de los
mecanismos de protección nacional e internacional.

7.1. Según campos


Los derechos reconocidos formalmente por los Estados son los
derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
• Derechos civiles: Son aquellos derechos individuales propios
de cada persona humana indispensables para su realización
personal (vida, honor, integridad personal, libertad ambulato-
ria o libertad de tránsito, seguridad personal, libertad de pen-
samiento, conciencia y religión, libertad de expresión, libertad
de reunión y asociación, garantías del debido proceso, dere-
cho al nombre y la nacionalidad, etc.).
• Derechos políticos: También son derechos individuales, pero
atienden directamente a la participación en los asuntos públi-
cos, desde la elección de gobernantes hasta a su propia opción
de ser elegidos para cargos públicos (voto o sufragio, derecho
a ser electo, referéndum para temas de interés general, cte.).
• Derechos económicos: (propiedad privada, comercio e in-
dustria, libertades económicas, etc.).
161| Policías y Ciudadanos
• Derechos sociales: Son los derechos colectivos por naturale-
za. Responden a satisfacer un derecho individual pero con
proyección de satisfacer el bien común (salud, trabajo, educa-
ción, vivienda, alimentación, derecho de protección a los con-
sumidores, etc.).
• Derechos culturales: Son otra dimensión de derechos colec-
tivos, pero tienen connotaciones grupales.
Cualquiera que sea la clasificación de los derechos, su viola-
ción siempre tendrá afectaciones individuales y colectivas de-
bido a la intrínseca interrelación de todos los derechos huma-
nos.

7.2. Según sujetos


Los derechos humanos pueden clasificarse por razón de su
sujeto o titular; por razón de la naturaleza de la materia que
regulan y por el momento histórico en que fueron reconoci-
dos.
• Por el sujeto o titular de los derechos: derechos individua-
les, derechos colectivos y derechos de los pueblos.
• Por la naturaleza de los derechos: derechos civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales.
• Por el momento histórico de su reconocimiento legal: dere-
chos de primera, segunda, tercera y cuarta generación. Los
derechos de la primera generación fueron reconocidos por
primera vez en la historia en la independencia de los Estados
Unidos y en la Revolución Francesa (derechos civiles y políti-
cos; derechos individuales); los derechos de la segunda gene-
ración fueron reconocidos en un segundo momento histórico
en el mareo de la Revolución Mexicana y Soviética (derechos
económicos, sociales y culturales; derechos colectivos); los
derechos de la tercera generación fueron reconocidos en un
162| Una perspectiva de derechos humanos

tercer momento histórico, después de la segunda guerra


mundial (derechos de los pueblos o derechos de la solidaridad
internacional: derecho a la paz; derecho a la autodetermina-
ción; derecho a un medio ambiente sano; derecho al desarro-
llo: derecho a la protección del patrimonio común de la
humanidad); y los de la cuarta generación son los que actual-
mente están en proceso de reconocimiento en países desarro-
llados, los cuales están relacionados con la protección de la
vida y de la identidad genética de la humanidad frente a los
riesgos del desarrollo tecnológico y científico.

8. Ofensores de los derechos humanos


Si bien en la estructura del Estado existen multiplicidad de institucio-
nes encargadas de vigilar y controlar su cumplimiento, los derechos
humanos son violados fundamentalmente por los Estados, que son
los que tienen el deber jurídico de protegerlos y garantizarlos en toda
circunstancia. El Estado es responsable por las violaciones de dere-
chos humanos cometidas por los actos de sus funcionarios, y también
puede ser responsable, en algunas circunstancias, por las violaciones
cometidas por particulares.

El Estado es el garante de la paz social y la plena vigencia de


las libertades y los derechos de sus habitantes. Sobre él se
objetiva la responsabilidad de protegerlos y garantizarlos en
toda circunstancia. Las violaciones cometidas por agentes del
Estado, que son las más frecuentes, son doblemente graves.
Comprometen la responsabilidad directa del Estado y de sus
autores y la moral pública si ellas quedan sin sanción.
También pueden ser considerados como violadores de dere-
chos humanos a los particulares, por ejemplo, cuando el Esta-
do permite por acción y/u omisión que particulares o grupos
de particulares, realicen funciones propias del Estado y se in-
163| Policías y Ciudadanos
curra en violaciones concretas en ese ejercicio76. Para el resto
de los casos, cuando los particulares no tienen ninguna inje-
rencia en la función pública y sus actos afectan o lesionan de-
rechos de terceras personas, también el Estado puede ver
comprometida su responsabilidad, si respecto de tales situa-
ciones fracasa en garantizar que las mismas sean investigadas,
en la identificación de sus responsables intelectuales y mate-
riales, en el establecimiento de la verdad de los hechos, en la
imposición de la sanción que establezca la ley y en la repara-
ción e indemnización a las víctimas.

9. Estado de Derecho
Estado de Derecho es un sistema jurídico político en el que impera la
legalidad democrática para todos por igual; se reconocen y respetan
plenamente los derechos humanos y las libertades fundamentales; y
en el que el Estado es responsable por sus actos frente a los particu-
lares, con sujeción al control de órganos jurisdiccionales indepen-
dientes.

En su proceso de evolución y construcción histórica, el Estado


de Derecho ha sido influenciado principalmente por tres co-
rrientes de pensamiento: el liberalismo (Estado Liberal de De-
recho); el socialismo (Estado Social de Derecho); y la corriente
democrática de pensamiento (Estado Democrático de Dere-
cho).
El Estado de Derecho en sus diferentes etapas de evolución ha
sido influenciado por la doctrina de los derechos humanos, y
éste, a su vez, ha influenciado el desarrollo de los derechos
humanos.
Desde una perspectiva democrática, los elementos jurídico -

76
Por ejemplo, los grupos paramilitares y/ó grupos conformados para operar en materia de
seguridad.
164| Una perspectiva de derechos humanos

políticos del Estado de Derecho son los siguientes: principio de


legalidad (imperio de la ley); reconocimiento y vigencia de los
derechos humanos y las libertades fundamentales; división de
poderes; Independencia judicial; control judicial; legalidad de
los actos de la administración pública; supremacía de la Cons-
titución; jerarquía de las normas; pluralismo político; toleran-
cia ideológica; y responsabilidad del Estado.
Los derechos humanos tienen una connotación especial que
no puede abstraerse de un marco general institucional que los
garantice en todo momento. Esa protección debe tener ga-
rantías objetivas donde el Estado de Derecho, la democracia y
el respeto de los derechos humanos conforman una triada
indisoluble.

Regulaciones políticas y el mito de los límites al Estado


por los ‘derechos humanos’
Existe un falso dilema que manejan los grandes y pequeños
medios de comunicación y la opinión pública: elegir entre ma-
yor seguridad como servicio y función del Estado o pleno res-
peto a los derechos humanos. Sin embargo la idea central
cuando se habla de derechos humanos es la paz y la no ven-
ganza; y no, la limitación a un poder estatal para la seguridad
de todos sus ciudadanos. La reducción de la violencia en gene-
ral está condicionada al fortalecimiento de la cultura de respe-
to a los derechos humanos y, en particular, al rechazo de cual-
quier forma de venganza pública o privada.
En relación al cuerpo de leyes en las que se materializan los
derechos humanos, se dice que son una especie de ‘ley del
más débil’ que busca igualar las asimetrías entre quien tiene
165| Policías y Ciudadanos
una posición de poder y el que está en condiciones de sufrir
un abuso; es decir un conjunto de disposiciones destinadas a
limitar el poder. De hecho, las llamadas generaciones de los
derechos humanos responden a la lógica de compensación: la
primera generación, la de los derechos políticos y las liberta-
des devino para proteger al individuo del abuso del poder que
ejerce el Estado; la segunda, la de los derechos sociales, lo fue
para compensar al desposeído del capital; la tercera, la de los
derechos relativos a la diversidad, lo fue para compensar a
quien es considerado diferente, respecto del poder victimizan-
te de la mismidad; y la cuarta y más reciente, la de los dere-
chos difusos, surge para proteger a las colectividades del po-
der transnacional’ (González Placencia77). Desde este punto de
vista, solo los derechos humanos de primera generación, los
derechos políticos, pueden ser pensados como un límite a la
acción del Estado cuando éste viola su función de garantizar la
seguridad y los derechos de unos ciudadanos en detrimentos
de otros ciudadanos. No todos.
Por tanto, no hay oposición entre la función policial y los dere-
chos humanos, sino que éstos son vitales para lograr los fines
de la función policial.
El trabajo policial como institución de orden sobre las diferen-
cias al interior del Estado, implica pensar cómo el pensamien-
to político, que es el poder en el que descansa la legitimidad
social y al cual se debe la institución, concibe las diferencias
sociales.
Uno de los paradigmas de la teoría democrática contemporá-

77
Luis González Placencia es investigador del Instituto de la Judicatura Federal de México.
Ponencia en el seminario ‘Seguridad pública, prevención del delito y derechos huma-
nos…’2004, ver bibliografía.
166| Una perspectiva de derechos humanos

nea define 'lo político' como una instancia común - regulativa


que se funda y opera sobre identidades que conforman un
espacio fragmentado. Este espacio fragmentado es el 'espacio
social'. Lo político estaría necesariamente fragmentado. Sería
un plano de inmanencia sobre el que lo político se instaura.
Así se dice que los políticos planean sobre los problemas. Es
en el tiempo en que éstos se presentan y la forma de resolver-
los que construyen lo social. La inmanencia deviene identidad
más o menos estable. Mas o menos fragmentada.
Existen dos paradigmas políticos sobre la idea que lo político
es una instancia común - regulativa: 1.- el universalismo, y 2.-
el comunitarismo. En el universalismo los ciudadanos consen-
suan entre sí, se ponen de acuerdo en las diferencias coope-
ran entre sí para la vida en comunidad. Buscan subsumir las
singularidades en generalidades inclusivas. En el comunitaris-
mo, los ciudadanos cooperan entre sí sin que sean necesaria-
mente iguales. Respetan las singularidades.
Universalismo y comunitarismo en el pensamiento político
liberal, como en el socialdemócrata; asumen que la identidad
es una cuestión sustantiva (es decir una entidad con existencia
real, plasmada en el cuerpo); y no una tensión configurativa.
Lo 'diverso' sería el resultado de la alteridad. Coinciden en que
el sujeto ya es está formado cuando es regulado por lo políti-
co, a diferencia de otra mirada en el que la identidad del suje-
to se forma en confrontaciones, es decir en tensiones políticas
que lo preceden y le suceden.
Es preciso dejar de considerar a la diferencia solo como iden-
tidades sustantivas preexistentes a la acción política, distribui-
das de un modo determinando y permanente en el plano so-
cial; sino mirarla como lugares singulares donde se articulan
167| Policías y Ciudadanos
modos jerarquizantes de reparto de condiciones, bienes
simbólicos y materiales entre las personas. Como configura-
ciones producidas en los antagonismos que el sistema socio
político genera constantemente. Actualmente y siempre las
diferencias culturales han excedido toda política de la diversi-
dad que se piense como regulatoria, por lo que es extrema-
damente desafortunado pensar la reivindicación de cualquier
diferencia como inclusión y tolerancia. Para que la diferencia
sea un proyecto político crítico, debe ser capaz de mostrar la
desigualdad, y no la inclusión o tolerancia (Rapisardi, Flavio.
200378).
Es necesario desmantelar la idea de la identidad como un atri-
buto y verla como una plasmación más o menos permanente
del antagonismo de un régimen desigual de regulación de bie-
nes simbólicos y materiales en las vidas de las personas.

78
Rapisardi, Flavio. ‘Regulaciones políticas: Identidad, diferencia y desigualdad. Una crítica al
debate contemporáneo.’ En Sexualidades migrantes. Género y transgénero. Diana Maffía
compiladora.
168| Una perspectiva de derechos humanos

Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo V

1) ¿Por qué es importante que la institución policial en una


sociedad democrática se mantenga imparcial e independiente
de la esfera política partidaria?
2) Identificar ejemplos de derechos humanos que se interrela-
cionan entre sí y demuestran su indivisibilidad. Trazar una
línea entre los derechos civiles y políticos, y los derechos
económicos, sociales y culturales que mejor se relacionan en-
tre sí. Puede haber varias opciones. Explicar con ejemplos79. A
continuación se enumera algunos derechos.
derecho a la vida
derecho al trabajo
derecho a la propiedad privada
derecho a la salud
derecho al medio ambiente sano
derecho a vivienda digna
derecho a salario digno
derecho a la educación
derecho a la integridad física
expropiación de propiedad
libertad de pensamiento
acceso a la información

3) Presentamos caso: Con el fin de combatir una serie de levantamientos e insur-


gencias, las fuerzas policiales consideran viable mejorar la inteligencia para la iden-
tificación de las personas que están vinculadas a ese movimiento. El Estado favore-
ce la creación de grupos parapoliciales y organizaciones civiles contrainsurgentes,
pero no les provee de ningún tipo de recurso económico, salvo capacitación y

79
Presentamos una situación como ejercicio: a una persona viviendo con VIH/SIDA se le viola
el derecho civil a la vida si el Estado no le provee el acceso adecuado a la salud, como derecho
social. Describir cómo interactúan los derechos en el caso, con cuáles otros se relaciona.
169| Policías y Ciudadanos
cierto tipo de entrenamiento. En una operativo, un parapolicial, que no es funcio-
nario estatal, amenazó a un civil para que facilitara información sobre el paradero
de ciertas personas presumiblemente vinculadas con la insurgencia. Al día siguien-
te, le propinó una paliza para amedrentarle de nuevo.
a) ¿Se puede responsabilizar al Estado por violación de de-
rechos humanos por los actos del paramilitar? Razone la
respuesta.
b) ¿El parapolicial solamente es responsable por la comi-
sión de un delito?
c) ¿Se puede demandar al Estado por daños y perjuicios por
el acto del parapolicial?
4) Presentamos caso: Un grupo de personas pertenecientes a una organización no
gubernamental ambientalista ha iniciado una serie de protestas contra la autoriza-
ción para realizar una tala masiva de árboles que ha dado el Intendente del Muni-
cipio donde está asentada su Central Policial.
Las acciones de los ambientalistas consistieron, en principio, en ocupar la Plaza
Central del Municipio y manifestar frente a la Municipalidad. Algunos de los diri-
gentes de la organización han incitado a los manifestantes a realizar un bloqueo a
la entrada de la Central de Policía.
Los manifestantes se concentran en la entrada de la Central, y el clima de la protes-
ta se enardece cada vez más. Es así que de los gritos e insultos se pasa a arrojar
piedras contra los militares que se encuentran montando guardia. Usted es uno de
los guardias. Una de las piedras golpea en el rostro de uno de sus compañeros,
provocándole un profundo corte. En ese momento, usted decide realizar varios
disparos al aire, pero la mayoría de los manifestantes continúan arrojando piedras
y avanzando hacia la entrada de la Central. El avance prosigue hasta que los mani-
festantes llegan a menos de 20 metros de su posición.
En estas circunstancias, analice cuál sería su comportamiento.

5) Analice el siguiente caso en el que interviene una institu-


ción legitimada por el Estado para el uso de la fuerza, como en
la suya; y exprese una opinión sobre la decisión que podría
adoptar el oficial que recibe la orden de asesinar.
Presentamos caso: Una columna de aproximadamente cincuenta ‘guerrilleros’
realiza un ataque a una población, destruyendo instalaciones civiles y gubernamen-
tales. Una unidad militar recibe órdenes de tomar a su cargo las operaciones de
170| Una perspectiva de derechos humanos

seguimiento.
Mientras se desarrollaba el seguimiento del grupo ‘guerrillero,’ la Unidad cae en
medio de una emboscada. Se combate durante varias horas. Uno de los integrantes
de la Unidad militar muere y tres son heridos de gravedad. Por otra parte, es captu-
rado prisionero uno de los guerrilleros, quien también se encuentra herido.
El Oficial al mando ordena a dos de sus hombres que procedan a golpear al prisio-
nero y a quemarlo con cigarrillos para que informe sobre la posición del resto del
grupo. Otro de los hombres no recibe esa orden pero es testigo directo de la mis-
ma. A raíz de los golpes, el prisionero pierde el sentido. El Oficial decide continuar
el operativo de seguimiento y en ese momento le ordena directamente al primer
hombre que remate al prisionero.'

6) Presentamos caso: La República de La Palma viene atravesando una grave crisis


económica desde hace más de quince años. Esta circunstancia generó serias conse-
cuencias en el clima social y político del país: protestas y disturbios de organizacio-
nes sindicales por los altos niveles de desempleo; un notorio incremento de la
inseguridad ciudadana por el alto número de delitos que se cometen a diario; y una
actitud de bloqueo permanente por parte de la oposición en el Congreso.
La totalidad de la prensa hace mención en forma cotidiana a la situación de insur-
gencia y caos que atraviesa el país. Según la Constitución de la República, las
próximas elecciones nacionales tendrán lugar recién dentro de dos años.
En ese marco, un grupo de oficiales militares, preocupado por la situación que está
atravesando su país, decide que solamente las Fuerzas Armadas, como núcleo
básico de la Nación, pueden enfrentar la situación que lleva, según ellos, irreme-
diablemente a la disolución del Estado. En este sentido, acuerdan deponer al Presi-
dente de la República, restablecer el orden y convocar, en el más breve plazo, a
elecciones para restaurar las instituciones democráticas.
Varios de los soldados que integran el Batallón Motorizado al que se le ha dado la
misión de tomar la Casa de Gobierno se niegan a acatar la orden debido a que
algunas decenas de personas desarmadas, partidarias del Presidente, anuncian que
van a resistir el ingreso de los militares.
Por otra parte, dos jóvenes oficiales con mando de tropa, manifiestan a sus supe-
riores que no acatarán la orden por considerar que la misma no es legítima.
a) ¿Cuál es su opinión general respecto a este caso?
b) ¿Qué fundamento manejaron los oficiales militares que
decidieron deponer al Presidente? ¿En qué situaciones ello
es legítimo?
171| Policías y Ciudadanos
c) ¿Fue correcta la actitud de los soldados que se negaron a
atacar la Casa de Gobierno?
d) ¿Por qué los oficiales jóvenes pudieron haber entendido
que la orden recibida no era legítima?
172| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO VI
SISTEMAS DE PROTECCIÓN INTERNACIONAL
DE LOS DERECHOS HUMANOS80

Objetivo: Delimitar la responsabilidad del Estado por violación de


derechos humanos e identificar los mecanismos internacionales de
protección dentro del marco de las Naciones Unidas y de la Organi-
zación de los Estados Americanos.

1. Responsabilidad del Estado


en materia de derechos humanos
La evolución jurídica ha ido construyendo con el paso del
tiempo el concepto de ‘derechos humanos’, traducido como
aquel conjunto de derechos que les corresponden a todas las
personas, mujeres y hombres, por el hecho de ser tales.
Estas normas se deben garantizar a todas y todos por igual,
más allá de la nacionalidad, raza, sexo, idioma, religión, opción
sexual, condición social o económica, estado civil, o cualquier
otra condición. Por ello los Estados no pueden distinguir entre
nacionales o extranjeros, por ejemplo, al momento de llevar
adelante su tarea en materia de derechos humanos. Este con-
cepto, se conoce como el principio de ‘no discriminación 81‘

80
El presente capítulo se desarrolló a partir de modificaciones del texto del Manual de Dere-
chos Humanos para las Fuerzas Armadas, confeccionado por el Instituto Interamericano de
Derechos Humanos. Ver cita bibliográfica al final.
81
La no discriminación no implica impedir que se refuerce la protección de derechos huma-
nos a través de tratados específicos para personas más sujetas a sufrir violaciones; dos ejem-
plos de ello son la Convención sobre derechos del niño (1989) de las Naciones Unidas (ONU),
y la Convención para la prevención, sanción y erradicación de la violencia contra la mujer.
173| Policías y Ciudadanos
El Estado es el primer responsable en garantizar y proteger los
derechos esenciales de mujeres y hombres; y esta responsabi-
lidad le obliga a llevar acciones positivas (por ejemplo organi-
zar todo el aparato judicial para hacer efectivo el derecho de
todas las personas al acceso a la justicia), como negativas
(abstenerse de violar los derechos humanos, como por ejem-
plo practicar la tortura o malos tratos a través de sus agentes
públicos).
Se suele señalar que la actuación de los órganos internaciona-
les cuando intervienen, investigan, concluyen y elaboran re-
comendaciones; respecto a una cuestión de derechos huma-
nos dentro de un Estado, viola el concepto de soberanía na-
cional. Ello no es así por las siguientes razones:
• Los Estados soberanamente han decidido formar parte de
las organizaciones internacionales, crear órganos de protec-
ción internacional, y darles competencia a estos órganos para
supervisar el grado de cumplimiento de sus obligaciones en la
materia;
• La actuación de los órganos internacionales siempre es sub-
sidiaria; es decir, se realiza cuando la violación no ha sido sub-
sanada en el interior del país en cuestión. Por ello, los Estados
tienen la posibilidad de sancionar una violación cometida y
reparar a la víctima en el plano interno a través de su justicia
nacional, y en ese caso, se evita que el asunto llegue al plano
internacional; existe, entonces, siempre una norma en el de-
recho internacional que establece como regla para quien lleva
un asunto de derechos humanos agotar la vía interna (nacio-
nal) antes de acudir al plano internacional.
El Estado es el primer responsable en promover y proteger los dere-
chos humanos. Un órgano internacional de protección de los dere-
chos humanos sólo actúa cuando a nivel interno no se ha reparado
una violación.
174| Una perspectiva de derechos humanos

Debe comprenderse, además, que el concepto de soberanía


evoluciona con el paso del tiempo, adquiriendo nuevos signifi-
cados y contornos conforme a la evolución del derecho inter-
nacional.

1.1. Tratados e instrumentos internacionales


Un tratado es un instrumento jurídico que aprueban los Esta-
dos y que se refiere a alguna materia de derecho internacional
(por ejemplo límites; protección del ambiente, integración
económica; derechos humanos; etc.)82.
Proceso por el que atraviesa un tratado internacional: 1.- Ne-

82
En general, para que un tratado, pacto o convención sea obligatorio para un Estado, se
deben cumplir determinados pasos, que son los siguientes:
i) Negociación del tratado: aquí, los Estados que participan de una organización o conferencia
internacional, discuten los términos del acuerdo.
ii) Adopción del tratado: en general, cuando se está en presencia de un tratado que involucra
a una gran cantidad de Estados, el texto negociado se vota;
iii) Firma del tratado: la fama es la primera manifestación de voluntad que genera obligación
para el Estado firmante de abstenerse de realizar actos contrarios al objeto y fin del instru-
mento;
iv) Aprobación en el plano interno: En general, los tratados de derechos humanos son some-
tidos a procedimientos internos establecidos en las constituciones políticas de los Estados,
que conllevan un pronunciamiento del poder legislativo nacional.
v) Ratificación o adhesión: el Poder Ejecutivo, una vez sorteados los procedimientos internos,
procede a dar su consentimiento para obligarse con la totalidad de las cláusulas del tratado. Si
el Estado ha participado en la negociación inicial el acto se llama "ratificación'; si por el con-
trario el tratado fue adoptado por otros Estados y luego el Estado nacional se suma, el acto se
llama "adhesión".
vi) Algunos tratados admiten que un Estado formule una reserva; es decir, manifestar que
algunas disposiciones del tratado no le serán aplicables al Estado en cuestión. Las reservas
sólo se pueden realizar cuando estén permitidas, y nunca pueden ir en contra del objeto y fin
del tratado.
vii) Finalmente, un tratado entra en vigor (es decir se hace plenamente operativo) cuando
reúne el número de ratificaciones necesarias para ello. Comúnmente, el texto del tratado
indica este número, y si no lo hace, se considera que debe ser ratificado por lodos los que
participaron en la negociación.
175| Policías y Ciudadanos
gociación, 2.- Adopción, 3.- Firma, 4.- Aprobación en el dere-
cho interno, 5.- Ratificación o adhesión, 6.- Entrada en vigor.
Junto a los tratados existen otros instrumentos que no pasan
por todos estos procesos; se suelen llamar ‘declaraciones’. Si
bien estas no poseen el mismo valor jurídico que los tratados,
las declaraciones de derechos humanos deben ser cumplidas
por los Estados, y en algunos casos, la violación de una norma
contenida en una declaración de derechos humanos puede
acarrear la responsabilidad internacional del Estado83.

1.2. Obligaciones internacionales


en materia de derechos humanos
Cuando un Estado decide libre y soberanamente ratificar un
tratado de derechos humanos se compromete a llevar adelan-
te varias acciones, entre ellas las siguientes:
• Cumplir de buena fe las obligaciones estipuladas en ese ins-
trumento internacional. Ello, en materia de derechos huma-
nos, implica actuar con la completa diligencia para promover y
proteger debidamente los derechos y libertades fundamenta-
les de mujeres y hombres.
• Adaptar su derecho interno a las obligaciones internaciona-
les asumidas. Esto implica modificar cualquier tipo de normas,
incluso la propia constitución nacional, cuando existe una dis-
posición incompatible con el instrumento internacional adop-
tado.
• Cumplir las decisiones y recomendaciones tomadas por los
órganos internacionales cuando entienden en un caso contra
él.

83
Las Declaraciones Universal de Derechos Humanos (1948) y Americana de Derechos y
Deberes del Hombre suelen ser aplicadas por la Comisión de Derechos Humanos de las Na-
ciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, respectivamente.
176| Una perspectiva de derechos humanos

Si un Estado es parte en un instrumento de derechos humanos


• Debe cumplirlo y actuar de buena fe, colaborando con los órganos
internacionales aún cuando el caso sea en su contra
• Debe adaptar su legislación interna a las disposiciones del instru-
mento
• Debe seguir las recomendaciones y decisiones de los órganos inter-
nacionales

El principio pro persona


El fundamento de la protección de los derechos y libertades
de las personas no implica el hacer prevalecer la norma inter-
nacional sobre la norma nacional, sino que conlleva la obliga-
ción para el Estado de aplicar la disposición que más favorece
a la persona, sea esta norma nacional o internacional; es lo
que se conoce como el ‘principio pro persona’.

2. Protección internacional de los derechos humanos


La protección internacional de los derechos humanos se lleva
adelante dentro de organizaciones internacionales; estas son
entidades formadas por los Estados a efectos de cumplir con
objetivos comunes, como mantener la paz, cooperar entre los
miembros de las mismas, o proteger los derechos y libertades
fundamentales de las personas.
Así, las acciones de protección de los derechos humanos que
pareciera extenderse a nivel planetario cobrando una dimen-
sión cada vez más universal, se da dentro de la Organización
de las Naciones Unidas; una entidad creada en 194584, y que
actualmente cuenta con más de 190 Estados del mundo entre

84
Por la Conferencia Internacional de San Francisco luego de finalizada la segunda guerra
mundial.
177| Policías y Ciudadanos
sus integrantes.
Sin embargo al lado de esta protección universal, existen las
llamadas protecciones regionales, las cuales se desenvuelven
dentro de organizaciones internacionales de alcance regional;
las más desarrolladas se llevan a cabo en el Consejo de Euro-
pa85, o la Organización de los Estados Americanos86 , aunque
también hay un sistema de derechos humanos incipiente en el
marco de la Unión Africana87.

2.1. La protección de los derechos humanos


en las Naciones Unidas
El derecho internacional sufrió una revolución trascendente a
fines de la Segunda Guerra Mundial: fue a partir de allí que la
comunidad internacional comprendió que no puede quedar
comprendido dentro del arbitrio de un Estado el trato que le
brinda a las personas sometidas a su jurisdicción. Por ello se
decidió la creación de normas y órganos internacionales para
proteger los derechos humanos en el plano internacional
cuando las víctimas no obtengan satisfacción a sus reclamos
en el plano nacional88.
En la Carta de las Naciones Unidas ya se señala como una de
las actividades de la Asamblea General de dicha entidad, el

85
Nacido en 1949 y con sede en la ciudad de Estrasburgo. Francia.
86
Nacida en 1948 en la IX Conferencia Interamericana celebrada en Bogotá, Colombia.
87
Entidad sucesora de la Organización de la Unidad Africana. En el sistema africano existe
como norma principal la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (1981), y
como órgano de protección la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, con
sede en Banjul (Gambia). Por un protocolo que ya entró en vigor, está prevista la puesta en
funcionamiento de una Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
88
Respondiendo al concepto de que la protección internacional de los derechos humanos es
complementaria y subsidiaria de las actuaciones nacionales (como fuera explicado en 1 a,
‘Introducción’).
178| Una perspectiva de derechos humanos

ayudar a hacer efectivos los derechos humanos y las liberta-


des fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos
de raza, sexo, idioma o religión89. La primera acción concreta
de la organización en la materia, estuvo dada porque el Conse-
jo Económico y Social (otro órgano principal de las Naciones
Unidas) decidió crear la Comisión de Derechos Humanos en
194690.
La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se
abocó inmediatamente a establecer el texto de una declara-
ción de derechos, la cual nació el 10 de diciembre de 194891, y
se conoce como la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
Hoy existen una gran cantidad de instrumentos de protección
de los derechos humanos dentro de la Organización de las
Naciones Unidas.
Las actividades en materia de derechos humanos dentro de la
Organización de las Naciones Unidas se encuentran centrali-
zadas en la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Uni-
das para los Derechos Humanos92.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos

89
Carta de las Naciones Unidas (1945) Artículo. 13.
90
Los órganos principales de las Naciones Unidas son la Asamblea General, la Secretaría
General, la Corte Internacional de Justicia, el Consejo de Seguridad, el Consejo de Administra-
ción Fiduciaria y el Consejo Económico y Social.
91
A partir de allí, el 10 de diciembre se celebra mundialmente el día internacional de los
derechos humanos.
92
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos fue creado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, luego que en una Conferencia Internacio-
nal celebrada en Viena, los Estados participantes recomendaran con carácter prioritario a la
Asamblea General dicha creación.
179| Policías y Ciudadanos
Humanos93 fue creado por la Asamblea General de las Nacio-
nes Unidas en 1993, luego que en una Conferencia Internacio-
nal celebrada en Viena, los Estados participantes recomenda-
ran con carácter prioritario a la Asamblea General dicha crea-
ción.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos tiene a su cargo la difusión e información de sus
tareas; para ello, además de las publicaciones de las Naciones
Unidas se ha habilitado un sitio web con informaciones sobre
actividades, tratados y otros instrumentos de derechos huma-
nos, labor de relatorías, programas, y vínculos con otros sitios
de interés en la materia94. Cada año, el Alto Comisionado tiene
la obligación de presentar a la Asamblea General de las Nacio-
nes Unidas un informe detallado de sus actividades.

Los principales instrumentos jurídicos


de derechos humanos en las Naciones Unidas
Existen numerosos textos de derechos humanos en el sistema
de Naciones Unidas; por lo que solo referiremos a los principa-
les instrumentos genéricos y se mencionarán los instrumentos
específicos de protección, entre las cuales se destacan:
- La Declaración Universal de los Derechos Humanos
- Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
- Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales

93
Principales tareas de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Dere-
chos Humanos: 1.- Colaborar con los Estados en la promoción de los derechos humanos, 2.-
Dar respuesta a violaciones graves de derechos humanos, 3.- Fijar medidas para prevenir
violaciones a los derechos humanos, 4.- Adoptar medidas para impedir violaciones a los
derechos humanos, 5.- Llevar adelante misiones sobre el terreno.
94
Para consultarlo ver www.unhchr.ch
180| Una perspectiva de derechos humanos

3. La Declaración Universal de los Derechos Humanos


El 10 de diciembre de 1948, la Declaración Universal de los
Derechos Humanos fue adoptada por la Asamblea General de
la Organización95.
Contiene una enunciación96 de derechos civiles, económicos,
políticos, sociales y culturales, entre los que se destacan el
derecho a la vida, la libertad, la integridad corporal, la prohibi-
ción de la tortura, el reconocimiento de la personalidad jurídi-
ca, la igualdad ante la ley; las llamadas ‘garantías judiciales’97,
derecho a la intimidad en la esfera de la personalidad (en
cuanto a sí y a su vida privada), derecho de asilo y derecho a la
nacionalidad; la libertad de creencia y religión, y el derecho a
cambiar de creencia y religión; la libertad de expresión, de
reunión y de participar en el gobierno de su país, directamen-
te o a través de representantes libremente escogidos; el dere-
cho al trabajo, a recibir igual remuneración por igual tarea, a
vacaciones periódicas pagadas y al disfrute del tiempo libre, a
la educación, a gozar de las ciencias y las artes, y a la protec-
ción de la propiedad intelectual.
En 1968, dentro de la Conferencia Mundial de Derechos

95
Resolución 217 iii de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Al momento de la vota-
ción de adopción de la Declaración Universal había 48 Estados en la Organización de las
Naciones Unidas; se obtuvieron 38 votos a favor, y 8 abstenciones correspondientes a Arabia
Saudita, Bielorrusia, Checoslovaquia, Polonia, Unión Sudafricana, Unión de las Repúblicas
Socialistas Soviéticas, Ucrania, y Yugoslavia. Los Estados de Yemen y Honduras estuvieron
ausentes de la sesión.
96
Tipos de derechos contenidos en la Declaración Universal y ejemplos: 1.- Civiles: vida,
libertad, integridad física y psíquica, garantías sociales, etc; 2.- Políticos: libertad de participar
en el gobierno del país, sufragio, etc.; 3.- Económicos, sociales y culturales: trabajo, cultura,
etc.
97
(debido proceso, presunción de inocencia, irretroactividad de la ley penal, derecho de toda
persona a ser oída por un tribunal imparcial)
181| Policías y Ciudadanos
Humanos celebrada en Teherán, Irán, los Estados participan-
tes proclamaron la obligatoriedad de la Declaración Universal
para la Comunidad Internacional98.

3.1. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políti-


cos
En 1966 la Asamblea General aprobó el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas. Este trata-
do regula básicamente los derechas que están establecidos en
la Declaración Universal, y crea el Comité de Derechos Huma-
nos que es el órgano encargado de supervisar la observancia
del Pacto por parte de los Estados que han ratificado el mis-
mo.
El Comité que está compuesto por personas independientes y
expertas en materia de derechos humanos, tiene tres funcio-
nes de supervisión:
• Estudio de Informes: Los Estados que ratifican el Pacto tie-
nen que presentar periódicamente al Comité un informe deta-
llado sobre la situación de los derechos que están regulados
en el Pacto dentro de sus países. El Comité examina esos in-
formes a la luz de otras informaciones (informes de organiza-
ciones no gubernamentales, recortes de prensa, etc.), y cele-
bra una audiencia donde pide aclaraciones al Estado. Finaliza-
da la audiencia, el Comité elabora un informe propio, que con-
tiene un marco de la situación y finaliza con recomendaciones
para los Estados.
• Recepción de denuncias de Estados contra Estados: Cuando
un Estado ratifica el Pacto, puede hacer una declaración por la

98
Proclamación de Teherán (1968); principio 2; en "Derechos Humanos, recopilación de
instrumentos internacionales" pp. 42-43 ed. Naciones Unidas, Nueva York, 1988.
182| Una perspectiva de derechos humanos

cual acepta la competencia del Comité a efectos de recibir


denuncias de otro Estado; las denuncias y el trámite de las
mismas se efectúan ante el Comité de Derechos Humanos de
forma confidencial.
• Recepción y trámite de comunicaciones individuales: Un
Estado que ratifica el primer Protocolo adicional al Pacto, se
compromete a aceptar la competencia del Comité para que
cualquier individuo efectúe una comunicación individual con-
tra aquel, cuando argumente ser víctima de una violación a los
derechos contenidos en el Pacto, y siempre que haya agotado
la vía interna sin obtener satisfacción. El procedimiento finali-
za igualmente con un informe del Comité y recomendaciones
al Estado en cuestión.

3.2. El Pacto Internacional de Derechos Económicos,


Sociales y Culturales
Al igual que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políti-
cos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales fue adoptado el 16 de diciembre de 1966 por la
Asamblea General de las Naciones Unidas. Allí se desarrollan
básicamente los derechos contenidos en la segunda parte de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Principales disposiciones del Pacto Internacional de De-


rechos Económicos, Sociales y Culturales
Condiciones justas y favorables de trabajo: Derecho a
trabajar; a condiciones dignas y salario equitativo por
igual tarea, a seguridad e higiene en el trabajo; Derecho
de huelga; Derecho al descanso y disfrute del tiempo li-
183| Policías y Ciudadanos
bre y vacaciones periódicas pagas; Derecho a fundar sin-
dicatos, a afiliarse libremente y a formación de federa-
ciones
Derecho a un nivel de vida adecuado: Alimentación, ves-
tido y vivienda adecuados; protección contra el hambre;
Medidas para utilizar plenos conocimientos científicos
en producción y distribución de alimentos; Asegurar una
distribución equitativa de alimentos.
Derecho al nivel más alto posible de salud física y men-
tal: Reducir mortinatalidad y mortalidad infantil; Mejo-
rar la higiene del trabajo y del medio ambiente; Preven-
ción, tratamiento y lucha contra enfermedades; asisten-
cia y servicios médicos
Derecho a la educación y cultura: Enseñanza primaria obliga-
toria y asequible a todas las personas gratuitamente; Ense-
ñanzas secundaria y superior generalizada y accesible a todas
las personas; Derecho a participar en la vida cultural; libertad
para investigar y crear
Según el Pacto, la familia merece la más amplia atención y
cuidados posibles. El matrimonio sólo se puede contraer a
través del libre y pleno consentimiento de los futuros cónyu-
ges; y los Estados deben otorgar especial protección a las ma-
dres antes y después del parto, así como igualmente adoptar
medidas especiales de protección y asistencia en favor de ni-
ños, niñas y adolescentes.
La supervisión del cumplimiento de los Estados de las obliga-
ciones que emanan del Pacto, está encargada al Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales99, el cual recibe
informes periódicos por parte de los Estados, y los tramita en

99
Creado en 1985, está formado por 18 personas, expertas en la materia e independientes.
184| Una perspectiva de derechos humanos

una audiencia pública que finaliza con recomendaciones efec-


tuadas por el Comité a los Estados.

4. La actuación de Naciones Unidas frente a violaciones


graves, masivas o sistemáticas a los derechos humanos
Existen dos tipos de procedimientos, confidencial y público,
los cuales presentan las particularidades siguientes:
4.1. El procedimiento confidencial100
Cuando en un Estado se produce una situación que revela un
cuadro de violaciones masivas o sistemáticas a los derechos
humanos, y la Comisión de Derechos Humanos de Naciones
Unidas recibe denuncias al respecto, puede iniciar un proce-
dimiento sobre dicho país.
En el marco de estas tareas, la Comisión de Derechos Huma-
nos de las Naciones Unidas puede solicitarle al Estado en cues-
tión autorización para visitar el país para efectuar una investi-
gación en el lugar. Este procedimiento es confidencial, y finali-
za con un informe en el cual la Comisión deja claras las conclu-
siones a las que ha arribado y efectúa recomendaciones para
que sean cumplidas por el Estado.
4.2. El procedimiento público101
Otra posibilidad para la Comisión de Derechos Humanos
cuando en un Estado suceden violaciones masivas o sistemáti-
cas a los derechos cuando decide estudiar un determinado
fenómeno de violaciones a los derechos humanos (como las
desapariciones forzadas) en todo el mundo, consiste en la

100
Establecido por el Consejo Económico y Social en 1970, por la Resolución 1503.
101
Establecido por el Conejo Económico y Social en 1967, por la Resolución 1235.
185| Policías y Ciudadanos
creación de una relatoría ó grupo de trabajo, que efectúa un
trabajo público para combatir estos flagelos.
Así, a lo largo de la historia de la organización, varios Estados
han sido sometidos a este procedimiento, y también se crea-
ron grupos de trabajo o relatorías sobre ejecuciones extrajudi-
ciales, torturas, desapariciones forzadas, formas contemporá-
neas de esclavitud, etc.

4.3 Los instrumentos específicos


Dentro de la Organización de las Naciones Unidas existen tra-
tados que contienen cuestiones puntuales de derechos huma-
nos, que igualmente crean órganos de supervisión y mecanis-
mos frente a dichos órganos. Hacemos una mención a los más
importantes

Convención Órgano de protección


Sobre Derechos del Niño Comité sobre derechos
del niño

Para la eliminación de todas Comité para la eliminación


las formas de discriminación de todas las formas de
Contra la mujer discriminación contra
la mujer

Contra la tortura y otros Comité contra la tortura


tratos o penas crueles,
inhumanas o degradantes

Para la eliminación de Comité contra la


todas las formas de discriminación
discriminación
186| Una perspectiva de derechos humanos

Las acciones urgentes


En el sistema de protección de los Derechos Humanos en las
Naciones Unidas encontramos la posibilidad de un procedi-
miento completamente informal, vía fax o correo electrónico,
donde una cuestión urgente (como una desaparición forzada)
puede ser denunciada ante la oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas por los Derechos Humanos; ello genera la
puesta en marcha de un mecanismo informal y confidencial
por el cual la Organización se pone en contacto con el gobier-
no en cuestión para interesarse por la suerte de la presunta
víctima.
Los tribunales penales internacionales
Desde que tuvieron lugar los juicios de los Tribunales de
Núremberg y Tokio, que juzgaron a algunos de los principales
criminales de guerra nazis y japoneses por sus acciones en la
Segunda Guerra Mundial, en la Organización de las Naciones
Unidas se ha debatido la importancia de crear una Corte Penal
con competencia Internacional. Sin embargo, se ha dificultado
por cuestiones políticas la concreción rápida de esta idea, y no
fue hasta 1993 cuando el Consejo de Seguridad creó un tribu-
nal para juzgar y sancionar las violaciones a los derechos
humanos y al derecho humanitario cometidas en la guerra de
la ex Yugoslavia; un año después, el mismo Consejo de Seguri-
dad de Naciones Unidas decidió la creación de un Tribunal
Penal Internacional para juzgar y sancionar a los responsables
de las violaciones más graves en el conflicto de Rwanda.
Ello reavivó el debate sobre el establecimiento de la Corte
Penal Internacional (ver en la página 199), y de esta forma en
1998 se llevó a cabo una Conferencia de Plenipotenciarios en
187| Policías y Ciudadanos
la ciudad de Roma, donde se adoptó el Estatuto de la Corte,
que ya entró en vigor y se encuentra funcionando en la ciudad
de La Haya. Esta Corte de carácter permanente tiene compe-
tencia para tratar hechos de genocidio, crímenes de lesa
humanidad, crímenes de guerra y el delito de agresión inter-
nacional.

5. La protección de los derechos humanos


en el Sistema Interamericano
El sistema interamericano de derechos humanos se origina
con la creación de la Organización de los Estados Americanos
(OEA), entidad que fue fundada en la IX Conferencia Interame-
ricana, celebrada en la ciudad de Bogotá en 1948.
La protección establecida por el sistema interamericano co-
existe con otros mecanismos internacionales de derechos
humanos como el creado dentro de la Organización de las
Naciones Unidas.
Sin embargo, a diferencia de la cantidad de órganos de dere-
chos humanos que posee la Organización de las Naciones Uni-
das, el sistema interamericano de protección de los derechos
humanos centra su actividad en dos órganos: la Comisión In-
teramericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos.
188| Una perspectiva de derechos humanos

5.1. Instrumentos jurídicos del Sistema Internacional


de Derechos Humanos102

La Declaración Americana
de Derechos y Deberes del Hombre
Adoptada en 1948, la Declaración Americana de Derechos y
Deberes del Hombre103 es el punto de partida protectivo del
sistema interamericano y posee un gran valor e importancia
ya que la Comisión Interamericana la aplica a todos los Esta-
dos miembros de la Organización de los Estados Americanos.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos


(Pacto de San José de Costa Rica)
Fue adoptada el 22 de noviembre de 1969 y es el primer tra-
tado genérico regional vinculante en materia de derechos
humanos dentro de la OEA. Entre sus características más im-
portantes pueden señalarse las siguientes: 1.- Ha creado a la
Corte Interamericana de Derechos Humanos; 2.- Fija la obliga-
ción para los Estados de respetar y garantizar los derechos que
contiene; 3.- Establece que los Estados deben adoptar las dis-

102
El sistema interamericano cuenta hasta la fecha con los siguientes instrumentos de pro-
tección: 1.- La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; 2.- La Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José); 3.- La Convención Interameri-
cana para prevenir y sancionar la tortura; 4.- La Convención Interamericana sobre Desapari-
ción Forzada de Personas; 5.- La Convención para la Prevención, Sanción y Erradicación de la
Violencia Contra la Mujer; 6.- y Otros instrumentos.
103
Contenido de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre: Capítulo I:
derechos civiles - derechos políticos - derechos económicos - derechos sociales - derechos
culturales. Capítulo II: deberes sociales - deberes políticos - deberes económicos.
189| Policías y Ciudadanos
posiciones de derecho interno para hacer cumplir los derechos
y libertades contenidos en ella; 4.- Indica que ciertos derechos
y garantías no pueden suspenderse bajo ningún concepto, ni
en caso de guerra o peligro público que amenace la indepen-
dencia del Estado: son los derechos al reconocimiento de la
personalidad jurídica; a la vida; a la integridad personal; al
nombre; a la nacionalidad; los derechos del niño y los dere-
chos políticos. Igualmente no pueden suspenderse la prohibi-
ción de la esclavitud o servidumbre, los principios de legalidad
y retroactividad penal, la libertad de conciencia y de religión y
la protección a la familia. Tampoco son pasibles de suspensión
las garantías internacionales e internas para hacer efectivos
estos derechos; 5.- Consagra el principio de no discriminación;
6.- Los derechos más importantes regulados en el Pacto de
San José; 7.- Prohibición de la esclavitud o servidumbre; 8.-
derechos a la vida; a la integridad corporal y a la libertad per-
sonal; 9.- garantías judiciales; principios de legalidad e irretro-
actividad; 10.- Indemnización por error judicial; 11.- protec-
ción de la honra y la dignidad; libertades de conciencia reli-
gión; 12.- libertad de pensamiento y de expresión; derecho de
rectificación o respuesta; 13.- derecho de reunión y libertad
de asociación; 14.- protección a la familia; derecho al nombre;
derecho a la propiedad; 15.- derechos del niño; 16.- derechos
políticos; 17.- derechos de circulación y residencia; 18.- igual-
dad ante la ley; 19.- protección judicial; 20.- desarrollo progre-
sivo de los derechos económicos, sociales y culturales.

El Pacto de San José posee dos protocolos; anexos, ellos son:


1. El Protocolo sobre derechos económicos y sociales
Garantiza el derecho a trabajar y a gozar de condiciones justas
de trabajo; también el ejercicio de los derechos sindicales; el
190| Una perspectiva de derechos humanos

derecho a la seguridad social; el derecho a la salud y a desen-


volverse en un medio ambiente sano, el derecho a la educa-
ción y el derecho al goce de los beneficios de la cultura.
Igualmente tiene normas para que los Estados hagan hincapié
en el disfrute de los derechos económicos, sociales y cultura-
les para niños y niñas, personas ancianas y minusválidas.
Medios de protección del Protocolo de San Salvador:
• Obligación para los Estados Partes de presentar informes
periódicos (que revisa la Comisión Interamericana de Dere-
chos Humanos).
• Posibilidad de realizar denuncias individuales ante la Comi-
sión Interamericana (para violaciones a los derechos de
asociación y libertad sindical, y el derecho a la educación)
• La Comisión Interamericana puede formular a los Estados
recomendaciones cerca de la situación de los derechos que
contempla el protocolo

2. El Protocolo para abolir la pena de muerte


Adoptado en Asunción del Paraguay (1990), establece que los
Estados se comprometen ti no aplicar la pena de muerte a
ninguna persona sometida a su jurisdicción.
Este instrumento complementa al Pacto de San José que tiene
una tendencia res- y con características abolicionistas, al fijar
condiciones rigurosas para aplicar la pena capital y establecer
asimismo prohibiciones, como la de no ampliar la pena de
muerte a delitos para los cuales no estaba contemplada, no
restablecer la pena de muerte en aquellos países que la hubie-
ren abolido y la imposibilidad de aplicarla a personas que co-
metieron el delito con menos de 16 años o con más de seten-
191| Policías y Ciudadanos
ta, o a mujeres embarazadas.

La Convención Interamericana
para prevenir y sancionar la tortura
Este instrumento refiere tanto a la tortura física como psíqui-
ca. Definición de tortura según la Convención
…’todo acto realizado intencionalmente por el cual se inflijan a una persona penas
o sufrimientos físicos o mentales, con fines de investigación criminal, como medio
intimidatorio, como castigo personal, como medida preventiva, como pena o con
cualquier otro fin. Se entenderá también como tortura la aplicación sobre una
persona de métodos tendientes a anular la personalidad de la víctima o a disminuir
su capacidad física o mental, aunque no causen dolor físico ó angustia psíquica’.
Los Estados deben fijar la responsabilidad individual por el
delito de tortura, para sus empleados o funcionarios, e igual-
mente para particulares que actúen bajo la aquiescencia u
órdenes de aquellos.
Se prohíbe expresamente eximir de responsabilidad por obe-
diencia debida y, para prevenir la tortura, la Convención for-
mula la necesidad de lograr un correcto adiestramiento de los
integrantes de las fuerzas armadas y policiales.

La Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas
Fue adoptada por la Asamblea General de la OEA celebrada en
Belem do Pare (Brasil) de 1994.
Señala que para configurase una desaparición, debe existir
una privación de la libertad en cualquier forma; esa privación
debe haber sido realizada por agentes del Estado o personas o
grupos de personas que actúen con su aquiescencia o autori-
zación; posteriormente debe haberse negado información o
reconocimiento de la detención efectuada y, por ende, la per-
sona encontrarse en situación de imposibilidad de hacer uso
de recursos legales y garantías procesales.
192| Una perspectiva de derechos humanos

No puede alegarse obediencia debida como eximente para


casos de desaparición forzado de personas; y la acción penal y
la pena por el delito de desaparición forzada son imprescripti-
bles según la Convención.
Ante un delito extraditable los Estados están obligados a co-
operar entre sí para buscar, identificar, localizar o restituir a
los menores que hubiesen sido trasladados a otro Estado co-
mo consecuencia de la desaparición forzada de sus padres.

La Convención para la Prevención, Sanción y


Erradicación de la Violencia Contra la Mujer
La Asamblea General de la OEA de Belem do Pará (1994),
adoptó la Convención Interamericana para prevenir, sancionar
y erradicar la violencia contra la Mujer. Esta señala la respon-
sabilidad directa del Estado (cuando este comete la violencia a
través de sus funcionarios), y la responsabilidad indirecta
(cuando la violencia es privada o doméstica y el Estado la con-
siente o no la castiga).
El texto de la Convención señala que la violencia contra la mu-
jer constituye de hecho y técnicamente una violación a los
derechos humanos en un contexto donde la violencia recono-
ce su causa en la desigualdad histórica de las relaciones de
poder entre hombres y mujeres.
Obligaciones para el Estado de acuerdo con la Convención
Acciones inmediatas:
• Adoptar políticas dirigidas a prevenir, sancionar y erradi-
car la violencia contra la mujer; y adoptar programas de
instrucción para erradicar este flagelo.
• En caso de violencia perpetrada, el Estado debe actuar
193| Policías y Ciudadanos
con diligencia para sancionarla y adoptar medidas progre-
sivas de atención a las víctimas.
Medidas progresivas:
• Obligación de adoptar programas destinados a fomentar
el conocimiento y la observancia del derecho de la mujer
a una vida libre de violencia, para modificar los patrones
socioculturales de conducta de hombres y mujeres.
• Fomentar y apoyar programas de educación guberna-
mentales y del sector privado destinados a concientizar al
público sobre los problemas relacionados con la violencia
contra la mujer, los recursos legales y la reparación que
corresponda.
La vía de acción en caso de violencia contra la mujer está dada
por la posibilidad que cualquier persona, grupo de personas u
organización no gubernamental legalmente reconocida en un
Estado miembro de la OEA, puede elevar a la Comisión de De-
rechos Humanos, denuncias manifestando que un Estado par-
te en la convención ha violado alguna de las disposiciones es-
tablecidas en el artículo séptimo de la misma; es decir, que ha
incumplido las acciones inmediatas que el Estado debe tomar
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mu-
jer.

Otros instrumentos interamericanos


de protección de los Derechos Humanos
Además de los mencionados existen otros instrumentos de
derechos humanos dentro de la Organización de los Estados
Americanos: uno de ellos es la Convención Interamericana
para la eliminación de todas las formas de discriminación con-
tra las personas con discapacidad, la cual recoge el principio
de proteger particularmente y prestar particular atención jurí-
194| Una perspectiva de derechos humanos

dica a aquellas personas más susceptibles de sufrir violaciones


a los derechos humanos, en dicho sentido, destaca y alienta
acciones para hacer efectivas mediadas de discriminación po-
sitiva que tiendan a promover la plena integración social y el
desarrollo personal de las personas con discapacidad.
También tiene el sistema una Convención Interamericana con-
tra el Terrorismo y desde hace más de una década, el sistema
interamericano se encuentra debatiendo la adopción de una
Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, un proyecto de Declaración Interamericana sobre la
Libertad de Expresión, y un proyecto de Convención Interame-
ricana contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación e
Intolerancia.

5.2. Los órganos de protección


El sistema interamericano cuenta con dos órganos principales
de protección de los derechos humanos: la Comisión Inter-
americana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos


La Comisión Interamericana es un órgano principal de la OEA,
fue creada en 1959 y está compuesta de siete personas que
son elegidas por la Asamblea General de la OEA, a propuesta
de los Estados, deben ser nacionales de cualquier Estado
miembro de la Organización, poseen experiencia en derechos
humanos y actúan a título individual. Duran cuatro años en sus
funciones.
Las competencias más importantes de la Comisión son efec-
tuar la promoción de los derechos humanos y proteger a los
mismos a través de un sistema de informes generales, la posi-
195| Policías y Ciudadanos
bilidad de recibir denuncias individuales, y finalmente la crea-
ción de relatorías.

Los informes sobre países de la Comisión


La Comisión Interamericana pueda examinar la situación de un
país en la materia cuando concurren una serie de factores que
hacen razonablemente presumir un estado genérico de viola-
ciones a los derechos humano. La Comisión está capacitada
para efectuar esta tarea sobre cualquiera de los Estados
miembros de la Organización de los Estados Americanos.
En esos casos produce un informe respecto a la investigación
que ha llevado a cabo detallando el estudio realizado y sus
conclusiones, las cuales contienen las deducciones a los que
pudo arribar la Comisión luego del examen de la situación du-
rante un periodo de tiempo.
Los informes comprenden un análisis general de las denuncias
recibidas, de la legislación interna del país en cuestión, de los
compromisos sobre derechos humanos asumidos por el Esta-
do dentro del sistema interamericano (y otras obligaciones
internacionales en la materia), cuestiones temáticas (por
ejemplo condiciones laborales o situación de refugiados) y las
recomendaciones formuladas al gobierno.
Es sumamente importante la posibilidad que posee la Comi-
sión de practicar investigaciones en el terreno nacional en el
que ocurren los hechos. Para que la visita se efectúe, debe
existir la invitación o la anuencia del gobierno respectivo.
La Comisión lleva adelante su tarea realizando entrevistas con
funcionarios gubernamentales y representantes de los dife-
rentes sectores de la sociedad civil (organizaciones no guber-
namentales, sindicatos, medios de prensa, eta.). También
196| Una perspectiva de derechos humanos

habilita un lugar para la recepción de denuncias, practica visi-


tas a centros militares, cárceles o lugares de detención irregu-
lares de los que tenga conocimiento, puede efectuar un se-
guimiento de procesos judiciales y, en general, todas las ac-
ciones que considere pertinentes para cumplir con el cometi-
do de la visita. Los resultados de la investigación en el terreno
y, en particular, la publicación de un informe derivado de ella,
suelen ser de un gran impacto, así como también revisten su-
ma importancia protectiva y preventiva.

La competencia de la Comisión
respecto a denuncias individuales
Cualquier persona, grupo de personas o entidad no guberna-
mental legalmente reconocida en uno o más estados miem-
bros de la OEA puede peticionar a la Comisión Interamericana
con denuncias o quejas de violación a los derechos protegidos
en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hom-
bre o en la Convención Americana incluso, si posee informa-
ción que su juicio sea idónea, la Comisión puede iniciar un
caso de oficio.
Esa amplia competencia permite también la posibilidad de que
miembros de las Fuerzas Armadas o de las policías puedan
interponer peticiones por violaciones a sus derechos huma-
nos, tanto en su contexto personal, como por su investidura, si
la violación ocurrió en manos de autoridades de ese fuero
especial. Ejemplo de ello pueden ser violaciones al debido
proceso ante la justicia militar, violación al derecho de defensa
en procesos disciplinarios, etc.
La reforma operada al Reglamento de la Comisión Interameri-
cana en vigor desde mayo de 2001, ha agregado también la
197| Policías y Ciudadanos
posibilidad de introducir comunicaciones, según el caso, por la
presunta violación de alguno de los derechos humanos prote-
gidos en otros instrumentos del sistema: ellos son el Protocolo
sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Protoco-
lo relativo a la Abolición de la Pena de Muerte; la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, la Con-
vención Americana sobre Desaparición Forzada de Personas; y
la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erra-
dicar la Violencia contra la Mujer.
No es necesario que quien denuncia sea víctima ni represente
a la víctima; esto diferencia al sistema interamericano del de
Naciones Unidas que hubiéramos visto anteriormente.

Requisitos para realizar una petición ante la Comisión


• identificación de quién o quiénes denuncian con sus da-
tos particulares;
• un relato de los hechos denunciados consignando fecha
y lugar;
• si es posible, el nombre o nombres de las víctimas y la
autoridad pública que haya tomado conocimiento del
hecho; la indicación clara del Estado al que se considera
responsable;
• un informe acerca de las gestiones llevadas a cabo para
agotar los recursos de jurisdicción interna, o si ha existi-
do imposibilidad de algún tipo para dar cumplimiento a
este último requisito;
• el cumplimiento del plazo de seis meses desde el ago-
tamiento de los recursos internos;
• la denuncia no debe haber sido sometida a otro proce-
dimiento de arreglo internacional.
198| Una perspectiva de derechos humanos

La presentación de la comunicación debe realizarse en un pla-


zo no mayor de seis meses de la notificación de la última reso-
lución interna o, si los recursos internos no han podido ago-
tarse, en un plazo razonable, a criterio de la Comisión, a partir
de la fecho en que haya ocurrido la presunta violación de los
derechos, considerando las circunstancias concretas de cada
caso en particular.
Si el Estado alega que el peticionario no agotó los recursos
internos, tiene que señalar y demostrar la existencia de recur-
sos internos idóneos, eficaces, y que el demandante tuvo po-
sibilidad real de recurrir a ellos.
Es posible que un caso individual que se lleve ante la Comisión
Interamericana finalice con una solución amistosa que la Co-
misión puede proponer por sí o a pedido de alguna de las par-
tes. Si se ha logrado una solución amistosa, la Comisión redac-
ta un informe con una brete descripción del caso y el texto del
acuerdo arribado.
Si la solución amistosa ha fracasado o no ha sido propuesta, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos debe confec-
cionar un informe confidencial con las recomendaciones que
crea pertinentes, el cual es puesto a consideración del Estado.
Luego, y de acuerdo a si el Estado ha cumplido o no con las
recomendaciones que le formulara la Comisión, ésta puede
adoptar diferentes decisiones: efectuar un informe final y no
hacerlo público; efectuar un informe final y publicarlo; o fi-
nalmente, para los Estados que han ratificado el Pacto de San
José y aceptaron la competencia contenciosa de la Corte In-
teramericana, elevar el asunto a conocimiento del Tribunal.
199| Policías y Ciudadanos
La Corte Interamericana de Derechos Humanos
La Corte Interamericana de Derechos Humanos fue creada por
el Pacto de San José de Costa Rica, se compone de siete jueces
o juezas, nacionales de los Estados miembros de la OEA, que
ejercen sus funciones a título personal. La sede de la Corte
está en la ciudad de San José de Costa Rica, y el tribunal se
reúne en sesiones ordinarias y extraordinarias.
La Corte es una institución judicial autónoma que representa
el órgano con mayor poder conminatorio para garantizar la
efectiva aplicación de la Convención Americana Sobre Dere-
chos Humanos. Posee dos competencias que examinamos
seguidamente.

La competencia contenciosa
Mediante el ejercicio de la jurisdicción contenciosa, la Corte es
competente para decidir sobre la existencia o no de una viola-
ción de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
por parte de un Estado, y para disponer una indemnización en
favor de las víctimas o sus derecho habientes.

Requisitos para que un caso llegue a la Corte


• Que el Estado denunciado sea parte en la Convención
Americana y haya efectuado una declaración por la cual
acepte expresamente la jurisdicción contenciosa de la
Corte.
• Sólo están habilitados para llevar un caso ante la Corte,
la Comisión Interamericana y los Estados partes de la
Convención.
• El caso debe haberse tramitado antes en la Comisión In-
teramericana.
200| Una perspectiva de derechos humanos

Para que la Comisión tome la decisión respecto a enviar o no


un asunto a la Corte se requiere que tenga en cuenta la posi-
ción del peticionario, la naturaleza y gravedad de la violación,
la necesidad de desarrollar o aclarar la jurisprudencia del sis-
tema, el eventual efecto de la decisión en los ordenamientos
jurídicos de los Estados miembros la calidad de la prueba dis-
ponible.
En cuanto a la defensa de sus casos una vez que la Comisión
ha llevado el asunto ante la Corte, los peticionarios llevan ade-
lante sus casos de manera autónoma y litigan directamente
contra el Estado, es decir, pueden presentar sus solicitudes,
argumentos y pruebas en forma autónoma durante todo el
proceso.
Las sentencias de la Corte Interamericana se emiten a través
de fallos, los cuales deben ser mona motivados. Asimismo,
cualquiera de los jueces o juezas puede hacer constar su opi-
nión disidente o individual agregada a la resolución.
Cuando la Corte encuentra a un Estado responsable, está ca-
pacitada paro establecer reparaciones, y dentro de estas, in-
demnizaciones económicas; en general, la reparación del daño
ocasionado consiste en la plena restitución, esto es el resta-
blecimiento de la situación anterior (cuando es posible) y la
reparación de las consecuencias que la infracción produjo y el
pago de una indemnización como compensación por los daños
patrimoniales y extrapatrimoniales, incluyendo el daño moral.
El fallo es inapelable; aunque cualquiera de las partes puede
pedir su interpretación. También, la sentencia, en la parte que
disponga una indemnización compensatoria, puede ser hecha
efectiva internamente de acuerdo al procedimiento nacional
para la ejecución de sentencias contra el Estado.
201| Policías y Ciudadanos

La competencia consultiva
Esta facultad de la Corte está establecida en el Pacto de San
José de Costa Rica y tiene como objetivo el colaborar con los
Estados en el cumplimiento de sus compromisos internaciona-
les en materia de derechos humanos.
Básicamente lo que efectúa la Corte en esta competencia es
interpretaciones de los instrumentos de derechos humanos o
de la compatibilidad de las normas internas de un Estado con
los instrumentos internacionales de derechos humanos que
hubiere ratificado.

Pueden pedir una opinión consultiva a la Corte Interamericana


• Cualquier órgano principal de la Organización de los Esta-
dos Americanos
• Cualquier Estado miembro de la Organización de los Esta-
dos Americanos
En cuanto a la materia que puede ser objeto de análisis en la
función consultiva de la Corte, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos estipula que el Tribunal está facultado
para dar su opinión respecto a la interpretación de aquella y
de otros tratados de derechos humanos. Finalmente, la Corte
es competente para emitir opiniones sobre el grado de com-
patibilidad existente entre cualquiera de los instrumentos
mencionados y una ley interna de algún Estado miembro de la
Organización, a pedido de este último.
La Corte también tiene la facultad de no responder a una pre-
gunta formulada, aunque esa decisión debe ser motivada.

Las medidas provisionales


202| Una perspectiva de derechos humanos

La Convención Americana sobre Derechos Humanos contem-


pla la posibilidad de que la Corte Interamericana disponga la
adopción ele aquella, medidas provisionales que considere
convenientes en los casos que esté conociendo. Si .san asun-
tos que no se encuentran afín bajo su conocimiento, puede
actuar a pedido de la Comisión.
Es condición para el establecimiento de las medidas, que el
Estado contra el cual se dicten sea parte en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, y que además haya
aceptado la competencia contenciosa de la Corte; ya que de-
ben tratarse de casos en trámite ante la Corte o que aún no
conozca pero que puedan serle sometidos.
El Pacto de San José requiere que se trate de casos de extrema
gravedad y urgencia, y que la adopción de las medidas sea
necesaria parir evitar daños irreparables a las personas.
Al no ser el Tribunal de funcionamiento permanente, las me-
didas provisionales (que tienen como característica la urgen-
cia) pueden ser dictadas por el presidente de la Corte cuando
ella no se encuentre sesionando. Las medidas que disponga la
Corte son obligatorias para los Estados.
203| Policías y Ciudadanos

Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo VI


1) Para la protección de los Derechos Humanos en las Nacio-
nes Unidas
Presentamos caso: La República de Faronia es integrante de la Organización de las
Naciones Unidas desde su independencia, en 1980. Poco tiempo después ratificó
varios Tratados de Derechos Humanos, entre ellos el Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Políticos, su primer Protocolo Facultativo, la Convención de Naciones
Unidas contra la Tortura, la Convención sobre Derechos del Niño y el Estatuto de la
Corte Penal Internacional. En 1990 la situación de inseguridad provocada por una
guerrilla armada que colocaba bombas en diferentes ciudades y tomaba rehenes
civiles generó una fuerte represión militar y la formación de grupos paramilitares
que practicaron desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales en
gran número; por la característica de las operaciones, militares y paramilitares
actuaban conjuntamente. En 1992 el gobierno para pacificar el país decidió efec-
tuar por la Ley 20.390 una amnistía generalizada que impedía la iniciación o prose-
cución de causas contra guerrilleros o personas que hayan cometido actos de vio-
lencia enmarcados en el conflicto, y fijó asimismo una indemnización para los fami-
liares de personas desaparecidas.

Luego de leer atentamente los instrumentos señalados, divi-


dirse en grupos de no más de seis personas cada uno, debatir
y responder las siguientes preguntas:
a) ¿Puede argumentarse, según el Pacto de Derechos Civiles y
Políticos, una situación de excepción que suspenda todos
los derechos establecidos en él? ¿Actuó el gobierno de Fa-
ronia conforme a esta normativa?
b) ¿Cuáles serían las violaciones a los derechos establecidos en
un caso donde fuerzas paramilitares hagan desaparecer a
dos menores de edad?
c) ¿Es responsable el Estado por la acción de grupos paramili-
tares?
d) ¿Puede responsabilizarse a la guerrilla por los instrumentos
de violación a los derechos humanos?
204| Una perspectiva de derechos humanos

e) ¿Quiénes podrían ser juzgados en la Corte Penal Internacio-


nal?
f) ¿Puede un general acusado de violaciones alegar obediencia
debida? ¿y un oficial de menor jerarquía?
g) ¿Qué podría haber hecho rápidamente según el sistema de
Naciones Unidas, la familia de alguien que es secuestrado
de su casa por un grupo paramilitar?
h) El grupo debe identificar ante que órganos de Naciones
Unidas pueden víctimas de torturas en el caso, presentar
una petición individual.

2) Para la protección de los Derechos Humanos en el Sistema


Interamericano
Presentamos caso: Rolonda es una República sudamericana que forma parte de la
Organización de los Estados Americanos. En 1996 ha ratificado la Convención Ame-
ricana sobre Derechos Humanos y aceptó la competencia contenciosa de la Corte
Interamericana. Igualmente, el Estado ratificó la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas y la Convención Interamericana para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer.
En 1998 un grupo de adolescentes es aprehendido por una patrulla militar mientras
se encontraban merodeando una zona comercial a altas horas de la madrugada en
actitud sospechosa, según el oficial a cargo. Los menores se resisten a la detención
señalando que solamente se encuentran caminando.
Luego de dos días, el menor José J.; el menor Francisco B. y la menor Alicia N. son
presentados ante el juez, con evidentes signos de haber sufrido torturas y malos
tratos. El Juez decide ponerles en libertad inmediatamente.
La Fiscalía de turno inició actuaciones contra las personas que integraban la patru-
lla militar y se encuentra abierto un proceso en el juzgado penal, pero meses des-
pués ese mismo año, el juez decidió archivar el expediente porque no encontró
mérito para seguir adelante.
Los familiares de José y Francisco deciden iniciar un caso ante la Comisión Inter-
americana de Derechos Humanos. Por su parte, Defensa de Niños y Niñas, una
organización no gubernamental, lleva ante la Comisión Interamericana el caso de
Alicia.
Luego de leer atentamente los instrumentos señalados, divi-
205| Policías y Ciudadanos
dirse en grupos de no más de seis personas cada uno, debatir,
responder las siguientes preguntas:
a) ¿Cuáles serían los instrumentos internacionales por los cuá-
les se puede acusar ante la Comisión Interamericana al Es-
tado de Rolonda por los casos de los dos menores varones?
Identifiquen las normas precisas.
b) ¿Cuáles serían los instrumentos internacionales por los cuá-
les se puede acusar ante la Comisión Interamericana al Es-
tado de Rolonda por los casos de la menor mujer? Identifi-
quen las normas precisas.
c) ¿Podría la ONG que llevó el caso de la menor efectuar la
petición ante la Comisión Interamericana si los familiares
de esta se opusieran? Debatir en grupo.
d) Si la Comisión decide que hay violación del Pacto de San
José en los tres casos; ¿puede llevarlos ante la Corte Inter-
americana? ¿Porqué y qué requisitos deben cumplirse?
e) Si después de iniciado el caso ante la Corte Interamericana
los menores sufren amenazas de muerte; ¿qué puede
hacer el Tribunal?
f) Si la situación de los menores en general dentro del Estado
de Rolonda es de sufrir detenciones de forma sistemática
por parte de las fuerzas militares o policiales, y de allí se
derivan malos tratos; qué facultad general tendría la Comi-
sión Interamericana.
g) ¿Puede la Corte en una sentencia ordenar al Estado derogar
la legislación sobre detenciones del Estado cuando ésta es
contraria al Pacto de San José de Costa Rica?
206| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO VII
POLICIAS Y GRUPOS EN SITUACIÓN ESPECIAL
DE DISCRIMINACIÓN

Objetivo: Analizar la protección de aquellos grupos que requieren


de un tratamiento especial (mujer, pueblos indígenas, niños y niñas
etc.) y establecer el papel de la institución policial en relación con
estos colectivos.

… ‘una de las transformaciones más masivas del derecho político del


siglo XIX consistió, no digo exactamente en sustituir, pero sí en com-
pletar ese viejo derecho de soberanía –hacer morir o dejar vivir- con
un nuevo derecho, que no borraría el primero pero que lo penetraría,
lo atravesaría, lo modificaría y sería un derecho, o mejor, un poder
exactamente inverso: poder de hacer vivir y dejar morir. (…) La raza,
el racismo, son la condición que hace aceptable dar muerte en una
sociedad de normalización. (…) Cuando hablo de dar muerte no me
refiero simplemente al asesinato directo, sino también a todo lo que
puede ser asesinato indirecto: el hecho de exponer a la muerte, mul-
tiplicar el riesgo de muerte de algunos o, sencillamente, la muerte
política, la expulsión, el rechazo’104.

1. Consideraciones generales sobre la discriminación


La discriminación se esconde en todos los rincones sociales
adoptando formas complejas. La principal consecuencia de la
misma es hacer de la diferencia social o física, un argumento
para la hostilidad y la marginación. Una sociedad discriminati-

104
Michel Foucault. Defender la Sociedad. F.C.E. Buenos Aires, 2000. P 218-231. En Hacia un
Plan Nacional contra la Discriminación… p 47. Ver cita completa en bibliografía.
207| Policías y Ciudadanos
va no solo es injusta, sino que pierde su potencial de desarro-
llo; por lo tanto combatir la discriminación es un deber del
Estado y un compromiso de todos.
Todas las personas en algún momento asumen actitudes dis-
criminativas porque en general han sido socializadas en co-
munidades con fuertes componentes totalitarios en las que
tradicionalmente aprendieron que el poder y el ejercicio del
liderazgo solo pueden ser único, centralizado y absoluto; mo-
tivo por el que han tendido a asumir la diversidad de expre-
siones e ideas, más como una amenaza que como un potencial
de desarrollo productivo. El siglo xx ha dejado el mayor saldo
de destrucción de vidas y sufrimiento humanos a partir de una
idea discriminativa del otro u otra diferente y por tanto peli-
groso. Sin embargo, también ha preparado la simiente para la
gran transformación: un mundo cultural más diverso, más
pacificado, menos discriminativo y menos temeroso de las
diferencias; menos totalitario y más democrático. El desafío
para superar la discriminación es profundizar las democracias,
revitalizando las instituciones que la sostienen.
Discriminar es un entramado de reacciones, percepciones y
visiones del mundo que se plasman en una diversidad de ac-
ciones cotidianas que las personas realizan. Ellas comprenden
desde la creación o colaboración en difusión de estereotipos
de cualquier grupo humano por características reales o imagi-
narias, sean éstas de cualquier tipo, positivas o negativas, o se
vinculen a características innatas o adquiridas. Se trata tam-
bién de acciones como hostigar, maltratar, aislar, agredir, se-
gregar, excluir y/o marginar a cualquier miembro de un grupo
humano por su carácter de miembro de dicho grupo. O de
acciones que lleven a establecer cualquier distinción legal,
económica, laboral, de libertad de movimiento o acceso a de-
208| Una perspectiva de derechos humanos

terminados ámbitos o en la prestación de servicios sanitarios


y/o educativos a un miembro de un grupo humano del tipo
que fuere, con el propósito de impedir o anular el reconoci-
miento o ejercicio de sus derechos humanos.
Si se quiere comprender como opera la discriminación; resulta
central visualizar prioritariamente, que las actitudes sociales
discriminatorias no se explican por ninguna característica que
posea la víctima de dichas actitudes, sino por las característi-
cas del grupo social, o del Estado que lleva a cabo el proceso
de discriminación.
Para lograr explicar en su verdadera magnitud el problema de la dis-
criminación, no se debe centrar la mirada en los grupos discrimina-
dos, sino en la problemática que produce que determinados grupos
sociales se inclinen a ejercer prácticas sociales discriminatorias, cen-
trando el problema en el que discrimina y no en el que es discrimina-
do.

La consecuencia a menudo no deseada de centrar la atención


en la víctima cuando lo que se quiere es explicar por qué es
discriminada; es atribuir el producto de la discriminación co-
mo característica natural, permanente e invariable –como una
esencia- a la carne, el cuerpo, y la psiquis de la víctima o del
discriminado. Así, se presenta como natural y no cuestionable,
justamente, lo que se pretende entender o explicar, cerrando
toda posibilidad de comprensión y de desarrollo de actitudes
que permitan incorporar las diferencias como elementos no
peligrosos para las propias convicciones personales.
Cuando se enfoca al discriminado y no a las condiciones socio-
culturales que lo colocan en situación de discriminación; se
está presuponiendo su no – normalidad, en oposición a una
supuesta normalidad del conjunto, discutiendo tan solo sobre
los niveles de aceptación o tolerancia de dicha no – normali-
209| Policías y Ciudadanos
dad que poco a poco se termina convirtiendo en a-
normalidad.
Es oportuno cuestionarse si la supuesta condición de ‘norma-
lidad’ no es acaso uno de los principales y primeros modos de
acción de una práctica social discriminatoria. Por otro lado el
concepto de ‘tolerancia’ en los discursos supuestamente no
discriminatorios, apela a reconocer una característica negativa
del grupo tolerado, una negatividad que debiera ser ‘soporta-
da’ por cuestiones éticas. Sin embargo la alteridad radical del
otro es precisamente la posibilidad de intercambio, supervi-
vencia y transformación mas importante entre los seres
humanos.
Entender el funcionamiento de la discriminación, hace necesario de-
jar de hablar de ‘los discriminados’ como ‘grupos vulnerables’, dado
que su situación de vulnerabilidad responde a los problemas de la so-
ciedad que los discrimina y los hace víctimas y no a una supuesta
condición que poseerían en sus cuerpos que los haría vulnerables por
sí mismos.

2. Bases socio-culturales de la discriminación


Observando las formas en que se presenta la discriminación se
pueden aislar conceptualmente tres ejes importantes: 1.- el
racismo, 2.- la pobreza y la exclusión social; y 3.- la relación
entre el Estado y la sociedad civil. Es común a los mismos una
actitud básica en la estructura de la personalidad de las per-
sonas que hace a un modo de percibir la propia identidad y la
de los semejantes por medio de operaciones de exclusión bi-
naria que operan al modo de ‘lo que soy versus lo que no soy’;
‘lo normal versus lo patológico’, ‘lo nacional frente a lo extran-
jero’.
210| Una perspectiva de derechos humanos

3. Los ámbitos institucionales en los que se produce y


desarticula la discriminación
En materia de discriminación existen ciertas áreas de funcio-
namiento del Estado o instituciones de la sociedad que resul-
tan especialmente significativas para detectar los modos en
que se la comete y legitima. Por el mismo motivo resultan ser
las zonas más sensibles para empezar a planificar cambios en
el sentido de una vida más pluralista. La Policía es una de esas
instituciones públicas sensibles en materia de discriminación,
tanto por la discriminación que padece, como por la que pro-
duce. Igualmente lo son las instituciones de administración de
justicia y legislación, la administración pública, la educación,
los medios de comunicación y la salud.

3.1. El racismo
Las problemáticas del racismo y los procesos de discriminación
pueden ser abordados desde múltiples puntos de vista.
El término ‘raza’ predominante en los siglos XVIII y XIX ha sido
abandonado, tanto por su inconsistencia científica, ya que la
biología nuca ha podido demostrar la existencia de estructuras
genéticas de raza; como por razones políticas, por los efectos
de terror y muerte colectiva a que ha llevado.
El racismo es un fenómeno fundamentalmente social y mo-
derno; un conjunto de ideologías, pre-conceptos, estereotipos
y prejuicios que tienden a segmentar al conjunto humano en
supuestos grupos que tendrían características comunes entre
sí y jerarquizables, cuya explicación radicaría en una supuesta
herencia genética que impondría la posibilidad ineludible de
ciertos comportamientos en detrimento de otros.
211| Policías y Ciudadanos
Es posible distinguir dos modalidades básicas en el funciona-
miento de la ideología racista105: 1.- el racismo evolucionista,
que opera por inferiorización de sus víctimas y 2.- el racismo
degenerativo, que opera por degeneración de sus víctimas
considerando que las mismas constituyen un peligro. Estas dos
formas de racismo se articulan con dos maneras de negar las
diferencias del otro para producir discriminación y exclusión
social: 1.- el modo liberal, que tiende a homogenizar la figura
del otro en la imagen de un ciudadano ideal, produciendo la
negación de la propia identidad personal. Es el aniquilamiento
de la diferencia del otro negando su lenguaje, su cultura y sus
costumbres. 2.- el modo nacionalista, que tiende a igual a la
población a partir de la eliminación del cuerpo de los diferen-
tes.
Argentina se construyó sobre la base de la negación de su
propia historia y del intento de asimilar su configuración social
inicial colonial, a lo que dictaba el modelo social de Europa del
norte, que era tomado como modernidad y progreso. Por ese
motivo se consideró a la población originaria como primitiva y
poco evolucionada y se pretendió reemplazarla por colectivi-
dades que se consideraban civilizadas, provenientes funda-
mentalmente del norte de Europa. Pese a recibir una inmigra-
ción muy diferente a la esperada, porque fue del centro y del
sur de Europa, se intentó asimilar la inmigración a la identidad
nacional sobre todo a partir de la educación escolar y procu-
rando el abandono de sus costumbres y su lengua. En el caso
de los pueblos originarios y los afro-descendientes, se intentó
aniquilarlos corporal y simbólicamente, por considerárselos
inasimilables, imposible de fundirse en la identidad nacional.
Así, el racismo despliega sus dos caras en la conformación de

105
Eugenio Zaffaroni. Criminología. Aproximaciones desde un margen. Temis. Bogotá. 1998.
212| Una perspectiva de derechos humanos

la identidad nacional moderna de Argentina: nacionalista y


genocida para con los pueblos originarios y los afro-
descendientes, liberal y asimilador con respecto a los inmi-
grantes españoles e italianos.
Siendo parte de la historia de las propias categorías con que
los argentinos perciben el mundo y modelan sus vidas, el ra-
cismo es un articulador ideológico de los diversos fenómenos
discriminatorios. Así, la discriminación de los pueblos origina-
rios, de los afrodescendientes, de los migrantes de países limí-
trofes, se asientan en las estructuras más profundas de la per-
sonalidad de los argentinos. La discriminación a personas con
discapacidades se entronca en un modelo de salud y del cuer-
po humano basado en una lógica de normalización de la iden-
tidad, una lógica de conformación de ciudadanos idénticos,
productivos y civilizados. Una normalización que también se
aplica a los modos de comprender las identidades sexuales, a
los papeles normativamente establecidos para hombres y mu-
jeres, a la falta de productividad de los adultos mayores, a la
estereotipificación de la delincuencia y su asociación con cier-
tos sectores sociales, nacionales o culturales.
La deslegitimación del racismo clásico después de la Segunda
Guerra Mundial y por el surgimiento del paradigma de los de-
rechos humanos, a mediados del siglo XX, produce la convi-
vencia actual de dos formas de racismos. El racismo clásico de
la piel, ya sea en su forma evolucionista o degenerativa, ya en
su forma liberal o nacionalista; y el racismo de la apariencia,
basado en una normalidad estética.
La normalidad que antes se basaba en un modo de ganarse la
vida, por lo general trabajando, ha tendido a transformase
poco a poco, en normalidad estética; en un estilo de vida ba-
213| Policías y Ciudadanos
sado en cierto modo de caminar, de vestirse y presentarse
ante los demás. En el presente se vuelve difícil sostener el
modelo ético de la familia nuclear, el trabajo estable y rutina-
rio, las actividades normales y repetitivas, todos modelos de
‘normalidad’ que construyeron los modos de definir lo que la
sociedad argentina llama ‘la vida normal’; modelos que atra-
viesan actualmente profundas crisis a partir de los cambios
estructurales del país, pero que sin embargo continúan defi-
niendo la normalidad.
Actualmente, al no resultar accesible ‘la vida normal’ en el
término de esos modelos que marcaron la normalidad, se in-
tenta ‘normalizar’ la apariencia para ‘lucir como todos’. No
obstante, la ‘normalidad estética’ se encuentra restringida a
los sectores de la población que tiene dificultad económica
para transformar su aspecto, a pesar de la existencia de mer-
cados clandestinos de segunda clase, operaciones de cirugía
plástica de bajo costo o marcas de vestimenta de imitación.
Pese a que el acceso a un modo de lucir y presentarse ante los
otros es restringido en lo económico, parece ofrecerse como
una opción para toda la sociedad, estratificado niveles de cer-
canía al modelo ideal según posibilidades económicas. Como
resultado del acceso restringido a la ‘normalización estética’,
surge una nueva forma de segregación que es el racismo de la
apariencia, otorgándole fuerza y supuesta legitimidad a las
viejas ideas criminológicas del siglo XIX, las que aún de manera
no deseable, continúan sustentando gran parte de la actual
criminología preventiva.
En muchas situaciones denunciadas en la prensa local y nacio-
nal, la ‘portación de cara’, como falta de adecuación al modelo
estético predominante se define como símbolo de peligrosi-
dad. El racismo se vuelve más sutil de esta manera, y se instala
214| Una perspectiva de derechos humanos

casi inconscientemente en el modo de relación de las perso-


nas entre sí en todos los grupos de pares.

El peligro de la sutileza del nuevo racismo de la apariencia o


‘portación de rostro’.
En cada sociedad las condiciones materiales de la existencia,
asentadas en las formas de producir y generar riquezas y bie-
nes materiales para vivir, unidas a la visión que cada sociedad
tiene de sí misma en un momento dado de la historia, es decir
a su identidad, a lo que siente ser, generan un cuerpo co-
herente de normas y valores éticos que confieren la base de
acuerdos y pactos morales y sociales plasmados en leyes y
normas.
La sociedad de consumo en Argentina, sobre todo desde fines
de los setenta, siguió un proceso de desarticulación entre la
base productiva y la visión de si de los argentinos. Por otro
lado, el fin de la Segunda Guerra Mundial que deja la lección
de la posibilidad del horror y el exterminio a escala planetaria
por primera vez en la historia, y el consiguiente surgimiento
de las Naciones Unidas, para comenzar a crear un poder inter-
nacional que cuestionara los hasta entonces poderes ilimita-
dos de los estados nacionales en el planeta, generan el surgi-
miento de un nuevo modo de concebir los derechos humanos
como universales. La desarticulación nacional de la visión de si
de los argentinos a partir de los profundos cambios en la base
productiva que produjeron la última dictadura, y el contexto
internacional de los derechos humanos después de la Segunda
Guerra, imponen a los dominantes una forma más sutil de
dominación. Si hasta los setenta el viejo racismo evolucionista
o degenerativo, liberal o nacionalista, basado en el color de la
215| Policías y Ciudadanos
piel, en los rasgos fisonómicos; ya no resulta suficiente para el
control de los dominados y la fracturación de las alianzas en-
tre sí. Así, un nuevo racismo más sutil y aparentemente menos
reñido con la formulación de los derechos humanos universa-
les puede ser asumido por los ciudadanos de las grandes ciu-
dades y las clases medias y altas, de modo tal que incluso la
lucha contra el racismo puede resultar nuevamente en una
estrategia racista, por ejemplo cuando desde discursos apa-
rentemente progresistas se lucha contra el ‘racismo de los
pobres’ explicando el racismo y la propia pobreza como un
producto de su propia ignorancia.
Si la tecnología permite hoy ‘elegir’ más que nunca antes las
condiciones de la apariencia, la ilusión social de poder ser de
cualquier manera que se desee, fortalecida por los medios de
comunicación, que presentan el modelo estético hegemónico
al alcance de todos; desarticulan y dividen la realidad econó-
mica del pacto social y moral que regula la existencia. Si se
piensa que todos pueden acceder a la normalidad estética
solo por proponérselo o desearlo y no se valora que para la
gran mayoría ese modelo es un modelo inalcanzable, ahí la
base, el poder oculto de dominación y segregación y el peligro,
del nuevo racismo basado en la apariencia. Justamente, por-
que pareciera no ser tal, no existir, no tener entidad, no ser
develado; actuando casi al nivel de lo inconsciente.

3.2. La pobreza y la exclusión social


Las condiciones socioeconómicas de la vida de los argentinos
se deterioraron formidablemente en los últimos treinta y cin-
co años. El empobrecimiento fue de tal magnitud que resulta
más adecuado para referirse a los pobres vulnerabilizados,
usar el concepto de ‘situación socio-económica de pobreza’,
216| Una perspectiva de derechos humanos

dado que es más abarcativo y menos cosificador y permanen-


te que el de ‘exclusión’. El primer concepto refiere tanto a los
diferentes niveles de exclusión económica, social e institucio-
nal de los desocupados, como a gran parte de los trabajadores
considerados ocupados en las estadísticas oficiales. Para los
sectores ligados a la subocupación, el empleo doméstico, los
servicios de limpieza, la construcción y la economía informal,
por ejemplo, es casi tan difícil satisfacer sus necesidades bási-
cas, como para los estrictamente excluidos del sistema formal
de trabajo.
Todos ellos carecen de los derechos elementales consagrados
por la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cultu-
rales, lo que los coloca en situación de discriminación perma-
nente tanto en ámbitos públicos como privados.

Historizando
la situación de pobreza estructural discriminativa
La reestructuración de la sociedad argentina que inicia la dic-
tadura militar de 1976 modificó profundamente las condicio-
nes sociales y económicas, instaurando un nuevo modelo de
acumulación. Desde entonces, en el marco de un proceso de
creciente apertura comercial y financiera, la sociedad pasó de
un modelo centrado en la industrialización, cuyos productos
se dirigían casi en su totalidad a un mercado interno de con-
sumo, a otro que se sustentó en un creciente endeudamiento
privilegiando la valorización financiera del capital; todo lo cual
provocó un inédita desestructuración productiva y un creci-
217| Policías y Ciudadanos
miento significativo de la concentración económica y la trans-
ferencia de capitales nacionales al exterior106.
La deuda externa es un factor central en la fisonomía que to-
maría la vida social y económica del país con la implantación
del modelo económico realizado durante la última dictadura
cívico – militar. Su crecimiento más importante fue durante el
período de la dictadura militar ’76 – ’83 y se mantuvo constan-
te en la década del ’90. Los compromisos de pagos asumidos
por el Estado impedían la aplicación de políticas centradas en
las necesidades de la gente. En la década de los ’90 se profun-
dizó el modelo de dependencia del capital de los países cen-
trales, aplicando políticas macroeconómicas de ajuste estruc-
tural, abriendo el mercado interno a las empresas transnacio-
nales y privatizando las empresas nacionales. La consecuencia
de ello fue el desempleo masivo tanto en sectores industriales
y comerciales privados dado por el quiebre de gran parte de la
pequeña y mediana empresa nacional. Si en los setenta la dic-
tadura militar desplazó la deuda privada al estado a partir de
créditos internacionales con garantías estatales, en los noven-
ta, la privatización desplazó los capitales del estado a manos
privadas. Consecuentemente, el aparato productivo sufrió un
proceso de reconversión profunda concentrando recursos en
el desarrollo de sectores productores de bienes primarios, en
desmedro de las producciones de mayor valor agregado gene-
radores de empleo, con la consecuente desarticulación de las
cadenas productivas de valor y riqueza.
En 1974 los asalariados percibían el 43 % del total de los ingre-
sos generados, actualmente tienen una participación que no

106
Basulado, C. y Lozano, C. A 25 años del golpe. La economía argentina luego de la dictadu-
ra. Instituto de Estudios y Formación. CTA. Buenos Aires, 2001. En Hacia un Plan Nacional
contra la Discriminación… p 38. Ver cita completa en bibliografía.
218| Una perspectiva de derechos humanos

supera el 20%. A comienzos de la década de los ’70 la pobla-


ción argentina era aproximadamente de 23 millones de habi-
tantes, de los cuales menos de 2 millones eran pobres, ac-
tualmente sobre una población de 38 millones, más de 17 mi-
llones se encuentran en situación de pobreza. La indigencia
también aumentó. En 1974, el 2 % de la población era indigen-
te; actualmente el 15 % de la población lo es, de los cuales
más del 50% son menores de 20 años107.
Al lado de la pobreza estructural han ido surgiendo nuevas
formas de pobreza. Se trata de hogares que a veces no se ubi-
can en el grupo de necesidades básicas insatisfechas, pero que
han sufrido una baja importante en los ingresos medios. Estos
nuevos pobres se tornaran en pobres estructurales si no se
modifica la desigualdad distributiva de un modelo que permite
que más de la mitad del ingreso total sea concentrado en ape-
nas el 20 % de la población.

Existe una relación estructural entre la transformación de la


base productiva, el medio ambiente, la pobreza y la exclusión
en el país.
Las transformaciones económicas de los últimos treinta y cin-
co años han cambiado parte del mapa productivo del país, con
una extensión significativa de la frontera agropecuaria108. Esta
transformación se basó muy a menudo en la explotación des-
tructiva de los bosques, la vida silvestre y los suelos o en pro-

107
Lozano, C. y Raffo, T. Pobreza e indigencia. Mapa actual, evolución reciente y tendencias.
Instituto de Estudios y Formación. CTA. Buenos Aires, 2004. En Hacia un Plan Nacional contra
la Discriminación… p 39. Ver cita completa en bibliografía.

108
En base a datos de la Secretaría de Agricultura, Pesca y Alimentos de la Nación.
219| Policías y Ciudadanos
yectos de desarrollo de corto plazo, abandonados después de
destruir los recursos vírgenes. En términos sociales este fenó-
meno creó una tendencia creciente a la venta y sesión de
grandes extensiones de tierra a empresas agro-exportadoras.
La consecuencia ha sido la profundización de la concentración
de la tierra en pocas manos.
Hay acuerdo sobre los principales problemas ambientales en
el país: degradación de los suelos y avance de la desertifica-
ción; pérdida de la diversidad biológica, incremento del nivel
de vulnerabilidad ante eventos naturales extremos; altos índi-
ces de contaminación hídrica por la disposición sin tratamien-
to de residuos líquidos domiciliarios e industriales, inadecuado
uso del espacio, desequilibrio territorial y crecimiento urbano
desbalanceado. En este sentido, la población pobre argentina
se encuentra particularmente expuesta a diversos riesgos am-
bientales. Ello obedece a diversos factores que la convierten
en una población vulnerable a las alteraciones del ambiente
por falta de infraestructura sanitaria, por exposición a la polu-
ción del aire y la contaminación de ríos, por el uso intensivo de
agroquímicos en las zonas rurales, por la exposición a residuos
urbanos e industriales y por la vulnerabilidad ante los desas-
tres naturales.

El modelo económico – social vigente en las últimas décadas


agudizó las desigualdades sociales como nunca antes en la
historia del país produciendo un gran aumento en las formas
tradicionales de discriminación existentes entre los argenti-
nos: las mujeres, indígenas, negros, migrantes, discapacitados
y viejos, además ahora son pobres. El modelo acentuó tam-
bién la relación entre racismo y pobreza; convirtió al pobre en
sujeto de discriminación específico y criminalizó la pobreza
220| Una perspectiva de derechos humanos

asociando al pobre con ciertas denominaciones como villero,


negro, ladrón, prostituta, drogadicto, travesti.

La relación entre el Estado y la sociedad Civil


A mediados del siglo XX, posteriormente a que el mundo co-
nociera el horror de dos Guerras Mundiales, empezó a cons-
truirse un nuevo paradigma de igualdad en dignidad y dere-
chos frente a todo tipo de discriminación. Ese paradigma im-
plica básicamente el reconocimiento universal de un conjunto
de derechos que los Estados nacionales están obligados a res-
petar y garantizar. Surge como una delegación de la soberanía
de los Estados consistente en una limitación que la comunidad
de naciones, reunidas en el marco de las Naciones Unidas, le
impone a los estados a partir de 1945. Desde entonces, la an-
tigua noción de soberanía como un poder sin condicionamien-
tos dentro del territorio de un Estado ha quedado relativizada;
el aumento de la interdependencia a nivel internacional y los
desarrollos en el campo del derecho internacional y de los
derechos humanos han limitado la potestad estatal.
Considerando al Estado, sin extenderse en la gran cantidad de
áreas y organismos públicos que producen discriminación,
existen dos grandes formas específicas en que el mismo sos-
tiene y perpetúa matrices discriminatorias: la represiva y la
simbólica. La forma simbólica refiere a un conjunto de ideas y
representaciones que se materializan en el discurso de deter-
minadas instituciones (educativas, jurídicas, políticas, cultura-
les, informativas, etc.). Si bien estas instituciones funcionan de
manera relativamente autónoma, los Estados nacionales
hacen uso de ellas para imponer la normalidad social y repu-
diar cualquier forma que se aleje de la misma frente a otras
221| Policías y Ciudadanos
configuraciones simbólicas que reclaman y luchan por ser in-
corporadas. La forma represiva involucra todas aquellas insti-
tuciones que por sus funciones utilizan principalmente la ‘vio-
lencia legítima’ asignada al Estado, especialmente las fuerzas
de seguridad: fuerzas armadas, policía y gendarmería. El gran
debate sobre la seguridad pública conecta directamente con
esta gran matriz discriminatoria del Estado, por lo que es fun-
damental que la institución policial asuma posiciones claras al
respecto, como uno de los organismo públicos principalmente
involucrados.
El Estado Argentino se constituyó asentado en una fuerte es-
tratificación y desigualdad social que se fue transformando en
las distintas etapas históricas, aún cuando se mantienen resa-
bios discriminadores, tanto en los marcos jurídicos como en el
funcionamiento institucional, que deben ser removidos para
avanzar hacia un Estado promotor de la equidad y la justicia
social.
Construir la Nación implicó también definir quién era el otro.
La afirmación de los distintos grupos humanos generaron
comportamientos de valoración, exclusión y/o aniquilamiento
de otros sectores sociales. En el actual modelo de poder
hegemónico que subordina la política a la economía, aquellos
que construyen su identidad sobre la base de la exclusión de
lo diverso, buscan identificarse entre sí pretendiendo una ga-
rantía de tranquilidad, reafirmando así la exaltación del indivi-
dualismo y la desaparición de la solidaridad.
222| Una perspectiva de derechos humanos

Desde mediados de los ’70 la sociedad argentina marcha al aisla-


miento de sus sectores sociales: los más pudientes con seguridad y
barrios privados, reclamando más y mayores penas a costa de perder
sus libertades y demandando, por ejemplo, el aumento de las penas
por delitos antes excarcelables, las penas privativas de la libertad por
conductas no delictivas (como las faltas) y tantas otras que se vienen
impulsando con una deformada visión del concepto de seguridad
como contrapuesto a derechos humanos.

En razón de su calidad ideológica, de su conducción y de su


posicionamiento frente a toda la comunidad, a las institucio-
nes estatales comprometidas en esos dos modelos discrimina-
tivos más fundamentales producidos por el funcionamiento
del propio Estado: el represivo y el simbólico; les resulta impe-
rativo un trabajo colectivo de gestación de un modelo auténti-
camente democrático, basado en el respeto a la diversidad
que requiere del esfuerzo conjunto de la sociedad y del Esta-
do.

4. Acciones Positivas por la equidad


sobre grupos vulnerabilizados por discriminación
Todos los derechos inherentes a las personas, así como las
oportunidades para desarrollarse como tales, deben ser y es-
tar siempre en condiciones de igualdad; es decir, no puede
afectarse o discriminarse a una persona o a un grupo determi-
nado de personas en razón de su condición étnica (indígena,
afrodescendiente o de cualquier otra), de género, por su edad
(niñez, adolescencia o adulto mayor) o por su preferencia
sexual (gays, trans, lesbianas, bisexuales, etc.). Ello responde
al principio fundamental de igualdad ante la ley. Sin embargo,
223| Policías y Ciudadanos
en la práctica muchas veces hemos observado, o hemos sido
objeto de algún tipo de discriminación, especialmente cuando
se trata de tener acceso a algún tipo de derecho, servicio u
oportunidad.
Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia,
tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley,
como los establece el art. 24 de la Convención Americana so-
bre Derechos Humanos.
Principios a considerar:
• Los derechos humanos surgen de la dignidad innata de la
persona humana.
• Todos los seres humanos nacen libres e iguales en digni-
dad y derechos.
• En la protección y el servicio a la Nación, la Policía no dis-
criminará por motivos de raza, religión, sexo, idioma, co-
lor, opinión política, nacionalidad, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición.
• Las ordenanzas, directrices y políticas de incorporación a
la fuerza policial, tanto como la selección de personal,
contratación, asignación de misiones y operativos y el sis-
tema de promoción de grados deberán estar libres de to-
da forma de discriminación.
• En situaciones especiales, se debe promover acciones
afirmativas, ventajas u oportunidades a personas o grupos
que lo requieran.
El derecho a la igualdad tiene matices. Visto como ‘igualdad
ante la ley’ (aceptación de igualdad en sentido formal), puede
confundir al dar la idea de principio absoluto, como exigencia
que la generalidad de las personas serán medidas bajo la
misma óptica: una ley idéntica para todos y todas, sin que a
224| Una perspectiva de derechos humanos

nadie se le pueda dispensar de su cumplimiento o alcance. Sin


embargo, su verdadera acepción es entender la igualdad como
la posibilidad de que se otorgue un trato igual a todas aquellas
personas que se encuentran en situación o circunstancias simi-
lares.
Esto conduce a la utilización de criterios de ‘diferenciación’, es
decir, el otorgar un trato diferenciado a personas que se en-
cuentran en una situación particular. Por ello, el concepto de
igualdad no es un término uniformista y vacío, de aplicación
automática, sino que requiere de un constante juicio de juste-
za por ser un concepto dinámico debido a que los hechos y
fenómenos sociales no son patrones de un solo estándar.
Con esa finalidad, se han desarrollado ‘excepciones’ que no
solo deben ser permitidas por ley, sino por la necesidad de
justificación moral y solidaria para que ciertas personas o gru-
pos que se encuentran en una situación especial, ya sea de
discriminación por cualquier razón o por exclusión y vulnerabi-
lidad, gocen de ciertas ‘ventajas’ u oportunidades que se justi-
fican por el principio de equidad. Esta es la diferencia clásica
entre lo justo y lo equitativo: justo es que todos seamos igua-
les ante la ley, pero ante situaciones disímiles, equitativo sería
darle a cada quien lo que le corresponde.
Al no ser absoluto, el principio de igualdad requiere de este
tipo de relativización. La manera de lograrlo es mediante lo
que se conoce como ‘acción afirmativa’, que no es otra cosa
que generar mayores oportunidades a personas y colectivida-
des que no disfrutan del mismo nivel de ventajas que el
común denominador de las personas. Grupos de personas que
son excluidas por su condición étnica (indígenas y afro-
descendientes); de género (mujeres, gays, travestis, bisexua-
225| Policías y Ciudadanos
les, etc.); de edad (niños, niñas y adolescentes y adultos mayo-
res); o por algún tipo de reto especial (discapacidad), requie-
ren de un trato equitativo para compensar, de manera tempo-
ral, esa circunstancia.
La manera de proyectar la acción afirmativa es mediante leyes
que promuevan la igualdad y equidad de esos grupos (conoci-
das como leyes de igualdad real), acompañadas de políticas
públicas, planes o programas dirigidos a la sociedad civil para
sensibilizar sobre la realidad discriminatoria que por razones y
patrones históricos ha estado incrustada en la cultura de los
países.
Siendo que no todos somos iguales, ni tenemos las mismas
necesidades, la verdadera relevancia del principio de igualdad
es equiparar y ponderar conforme a las distintas circunstan-
cias y condiciones en que debe resolverse una situación de-
terminada, en particular; utilizando criterios de razonabilidad
y proporcionalidad.
Cuando nos encontramos o somos parte de un grupo al cual se
ha discriminado por cualquier razón, debemos tener claridad
de que se ha vulnerado un derecho en función de pertenencia
a ese grupo, lo cual implica una afectación, no sólo para la
persona, sino para todo el grupo. Sin embargo, no es suficien-
te que el Estado se abstenga de violar derechos a las personas
que pertenecen a un grupo en situación especial: por el con-
trario, se requiere que les otorgue una protección mayor que
la simple consideración en términos de igualdad.
La primera consideración es reconocer que esos grupos han
sido objeto de múltiples discriminaciones por razones históri-
cas, sociales, económicas o culturales, lo que los ha marginado
o excluido de derechos o beneficios que tiene el resto de la
población, razón por la cual se les debe otorgar más ventajas
226| Una perspectiva de derechos humanos

para compensar, de alguna manera la discriminación de la que


han sido objeto. De ahí, que por la vía de la acción afirmativa
sea común implementar medidas que garanticen un número
determinado de cuotas de participación o de acceso de esas
personas para la obtención de servicios públicos, crédito pre-
ferencial, oportunidades de trabajo, becas de estudio, de re-
presentación política, etc.
En otras ocasiones, se expresan por medio de mayores opor-
tunidades en relación con el resto de la población, incluyendo
la dotación de mayores recursos económicos, creación de
oportunidades especiales, atención preferencial.
Esas acciones positivas por la equidad surgen de un nuevo
grupo de derechos conocidos como los ‘derechos específicos’,
que son aquellos que tienden a la realización del goce efectivo
de derechos a grupos discriminados.
Es necesario sentar las bases para una conducta policial que
asuma la igualdad entre las personas como un elemento esen-
cial del servicio a la comunidad por parte de la institución. Se
debe sensibilizar sobre la necesidad de equiparar en sus dere-
chos a sectores sociales discriminados y excluidos por medio
de derechos específicos.
Como grupos en situación especial, se suele identificar a los
siguientes:
• Mujeres
• Niñas, niños y adolescentes (menores de 18 años)
• Pueblos indígenas, afro-descendientes u otras minorías
étnicas
• Personas adultas mayores
• Personas con algún tipo de discapacidad (retos especia-
les o capacidades diversas)
227| Policías y Ciudadanos
• Personas refugiadas y desplazadas
• Personas con determinada preferencia sexo-afectiva
(gays, lesbianas, travestis, bisexuales, etc.)
• Personas privadas de libertad

Muchas veces se denomina esas comunidades como grupos


‘grupos vulnerables’, no siendo usualmente correcta esa apre-
ciación, los que más bien han sido grupos ‘vulnerabilizados’ o
claramente ‘discriminados’ por la sociedad en que se encuen-
tran. Es importante visualizar que en materia de discrimina-
ción, las explicaciones no deben buscarse en características o
marcas de las personas discriminados sino en actitudes, pre-
juicios y comportamientos de las personas discriminadoras.
Hay otro grupo de personas que se encuentran en situación
especial cuando existe un conflicto armado que son los des-
plazados y las personas refugiadas por esas causas.

4.1. Derechos de la mujer (equidad de género)


La discriminación contra la mujer viola los principios de la
igualdad de derechos y del respeto de la dignidad humana,
que dificulta la participación de la mujer, en las mismas condi-
ciones que el hombre, en la vida política, social, económica y
cultural de su país, que constituye un obstáculo para el au-
mento del bienestar de la sociedad y de la familia y que entor-
pece el pleno desarrollo de las posibilidades de la mujer para
prestar servicio a su país y a la humanidad (Convención sobre
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer).
En el caso de las mujeres, su situación de desventaja ha sido
por motivos culturales y patrones históricos, incluso por la
228| Una perspectiva de derechos humanos

desidia del Estado para modificar esos patrones -a todas luces


injustificables- que las han relegado a papeles dentro de la
sociedad que le limitan sus opciones de desarrollo como per-
sonas, dificultándoseles el acceso a la educación, al trabajo y a
ocupar cargos y puestos públicos. Pero quizás la afectación
más grave que afrontan las mujeres es la violencia doméstica
o intrafamiliar, donde son las principales víctimas de agresio-
nes físicas y psicológicas por parte de sus compañeros en el
hogar que las conducen hasta la muerte y, en el mejor de los
casos, a problemas de autoestima que las mantiene en situa-
ción de constante vulnerabilidad.
La discriminación de género en el caso de las mujeres ocurre
en la mayoría de las instituciones sociales, también en la polic-
ía; institución que desde hace algunos años comenzó a dar
pasos en la erradicación de este tipo de discriminación, pero
en la cual sin embargo resta gran parte del trabajo por hacer.
Un ejemplo de la situación surge cuando se analiza el porcen-
taje de mujeres que llegan a ocupar cargos de alta jerarquía
institucional, aún cuando cada vez hay mayor apertura y acce-
so. Muchas veces, esas restricciones se llegan a asociar a su-
puestos factores físicos en razón de género, lo cual no es más
que una falsa justificación de una discriminación por sexo o
estereotipos machistas, los que muy frecuentemente son re-
producidos por gran cantidad de mujeres.
Para erradicar la discriminación de las mujeres en la institu-
ción policial:
• Se deben afirmar patrones de conducta de la institución
policial que favorezcan la igualdad de la mujer, tanto en la
sociedad en general como al interior de la institución.
• La carrera policial debe estar basada en criterios de profe-
229| Policías y Ciudadanos
sionalidad y efectividad, por ello el Estado proporcionará
las condiciones más favorables para una adecuada promo-
ción humana, social y profesional de los miembros de la po-
licía, de acuerdo a principios de objetividad, igualdad de
oportunidades, méritos, tiempo de servicios y capacitación.
Al interior de la institución policial, la mujer no solo debe te-
ner los mismos derechos que el hombre en relación a su reclu-
tamiento y contratación, capacitación, traslados y otros asun-
tos de carrera y administrativos, sino también:
• igual remuneración
• Condiciones de ascenso
• Las mismas oportunidades para su promoción
• Acceso a la formación y actualización profesional
• No ser despedida por motivo de embarazo o en goce de
licencia por maternidad
• Licencia de maternidad conforme a la legislación laboral
del país
• Protección especial durante y después del embarazo
• Protección judicial en casos de acoso sexual
Limitar el nombramiento, las oportunidades de carrera o los modos de
despliegue de las policías mujeres significa privar a la institución policial de
las cualidades y la capacidad de esas funcionarias en perjuicio de esas
instituciones y del país al que sirven.

4.2. Policías y derechos de la niñez


El niño, por su condición especial de aprendizaje del mundo
adulto y desarrollo emotivo para su integración permanente
en él; necesita protección y consideraciones especiales, inclu-
so la debida protección legal, tanto antes como después del
nacimiento, derechos consagrados en la Declaración de los
Derechos del Niño.
El sector de la niñez y la adolescencia, así como de las perso-
230| Una perspectiva de derechos humanos

nas adultas mayores, se enfrentan a otro tipo de desventajas,


tanto físicas como legales, que los hacen extremadamente
vulnerables. Según la ley, los adolescentes, los niños y las ni-
ñas, no tienen capacitad legal para asumir obligaciones jurídi-
cas, pero se les afecta cotidianamente, cuando ni siquiera se
les reconocen los derechos que tienen en su condición de per-
sonas menores de edad (menores de 18 años en los términos
de la Convención de los Derechos del Niño).
Las principales violaciones son en tomo al trabajo infantil, la
explotación sexual, el tráfico de personas y la falta de acceso a
la educación. El marco de protección internacional especial
para la niñez lo establece la Convención de los Derechos del
Niño, la cual ha sido implementada en la mayoría de los países
por medio de la aprobación de códigos de la niñez y la adoles-
cencia y creación de jurisdicción tutelar de menores.
Respecto a la función policial, es importante rescatar como
principales obligaciones de los Estados109:
• respetar las normas del derecho internacional humanitario
que les sean aplicables en los conflictos amados y que sean
pertinentes para el niño
• asegurar la protección y el cuidado de los niños y niñas
afectados por un conflicto de violencia
• Si fueran arrestados, detenidos o internados por razones
relacionadas con el conflicto amado, los niños serán man-
tenidos en lugares distintos de los destinados a los adultos,
excepto en los casos de familias alojadas en unidades fami-

109
cf. Artículo 38 Convención de los Derechos del Niño y artículo 77 del Protocolo Adicional a
los Convenios de Ginebra de 1949, relativo a las víctimas de los conflictos armados interna-
cionales)
231| Policías y Ciudadanos
liares
En los adultos mayores, su vulnerabilidad puede ser por razo-
nes físicas o materiales, pero sobre todo, por ser excluidos de
procesos productivos y de la falta de programas para atender
sus necesidades físicas y, sobre todo, psíquicas, lo que incide
en su marginación cultural y hasta familiar. La ausencia de
opciones reales para su sostenibilidad económica los lleva a
planos de dependencia total de sistemas de seguridad social
insuficientes.
La policía debe sensibilizar a sus miembros sobre la situación de la
niñez y del adulto mayor en el país y facilitarles conocimientos bási-
cos sobre su deber de asistencia e intervención en los casos que les
afecte.

4.3. Policías y pueblos indígenas


La mayoría de las Constituciones Nacionales reconocen el
carácter multiétnico, pluricultural y multilingüe del país, lo
cual debe tener incidencia y vivencia en la institución policial
por medio del respeto básico de la diversidad, tanto de sus
propios miembros como de las comunidades en las que inter-
vienen.
La situación de los pueblos indígenas y es bastante compleja,
ya que su mayor aspiración es que el Estado, pero también la
población en general, les reconozcan su diversidad cultural y
la respeten. Su lucha histórica es el reconocimiento a la dife-
rencia y a que el sistema acepte y respete sus prácticas y cos-
tumbres como formas válidas, legítimas y auténticas de orde-
nar sus formas de vida, incluso de gobernarse, conforme a
pautas ancestrales.
Requieren, sin embargo, de parte del Estado, la adopción de
programas que impulsen su desarrollo y el acceso a derechos y
servicios públicos, pero siempre dentro del ámbito de su reali-
232| Una perspectiva de derechos humanos

dad y costumbres para no afectar su forma de organización y


su cultura. En especial, también se les debe respetar a estos
grupos a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su
propia religión y a emplear su propio idioma.
Los presupuestos anteriores deben ser siempre tomados en
cuenta por las instituciones que hacen uso armado de la fuer-
za legítima del Estado, al incursionar en sus territorios sin con-
siderar todas las especificidades y formas de vida autónoma.
Se debe evitar a toda costa ‘militarizar’ y llevar el conflicto
armado a lo interno de esos pueblos.
Igualmente, los Estados deben garantizar a estos grupos segu-
ridad en cuanto a su permanencia en sus territorios ancestra-
les, ya que son los más afectados en los conflictos armados
como víctimas de desplazamientos forzosos. Cuando esos
desplazamientos son inevitables, deben realizarse de la mane-
ra más ordenada y tomando en cuenta todos los recaudos
para que se garantice la seguridad individual y colectiva.

Migrantes
Precisamente, en este tipo de situaciones de desplazamiento,
las fuerzas policiales deben tener muy en cuenta la protección
especial que requieren los grupos de personas refugiadas y
desplazadas110. Este sector de la población que sufre las conse-
cuencias de la discriminación, son las personas migrantes en
cualquiera de sus modalidades (refugiados, asilados o migran-
tes irregulares).
Especialmente es preocupante la situación de las personas en

110
Contemplada en lasConvención de Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados de
1951 y su Protocolo.
233| Policías y Ciudadanos
situación irregular, ya que por su condición migratoria, temen
reclamar sus derechos como habitantes, lo que los excluye del
acceso a la salud, la educación y, especialmente, de las garant-
ías laborales y sociales, lo que los victimiza aún más al no po-
der reclamar salarios mínimos y seguridad social.
Entre los derechos que se reconocen especialmente a los pue-
blos indígenas por parte del Convenio 169 de la OIT sobre
Pueblos Indígenas y Tribales, están los siguientes:
• Gozar plenamente de los derechos humanos y libertades
fundamentales sin obstáculos ni discriminación.
• Salvaguardar sus costumbres, instituciones y cultura que le
son propias, sus bienes, el trabajo y el medio ambiente que
habitan.
• Derecho a la posesión y propiedad de tierras y territorios
que tradicionalmente ocupan por la importancia y valor
que se atribuyen a su cultura.
• Conservar su derecho consuetudinario, inclusive los méto-
dos a los que recurren tradicionalmente para la represión
de delitos cometidos por sus miembros, en la medida que
sean compatibles con el sistema jurídico nacional y con los
derechos humanos reconocidos universalmente.
• Derecho a no ser trasladados forzosamente de las tierras
que ocupan y cuando excepcionalmente el traslado y la re-
ubicación se consideren necesarios, solo deberán efectuar-
se con su libre y pleno conocimiento de causa y permitirles
regresar en cuanto dejen de existir las causas que lo provo-
caron.
• Derecho a comprender y hacerse comprender en procedi-
mientos legales en su idioma a través de un traductor o
intérprete.
234| Una perspectiva de derechos humanos

• No utilización de criterios discriminatorios para reclutar


forzosamente a personas indígenas en situaciones de con-
flicto armado.
En su accionar en operativos, la policía debe tener en conside-
ración los siguientes aspectos cuando se realicen en territorios
de pueblos indígenas o involucren a personas de esas comuni-
dades o de otras etnias:
• tener representatividad cultural y social, para lo cual de-
berá hablar su idioma y entender sus costumbres, tradicio-
nes, cultura y modo de vida.
• Que la institución policial enseñe y capacite en contenidos
que contribuyan a que las Fuerzas Amadas entiendan la
realidad del país, la multiculturalidad e interculturalidad y
el respeto a la diversidad cultural.
• No discriminar a los miembros de comunidades indígenas
que forman parte de las fuerzas policiales en cuanto al uso
de su idioma, credo y cultura y promover el contacto estre-
cho con su comunidad, para lo cual promoverá opciones
para su carrera profesional.
• Crear un régimen de provisión de destinos que permita
aplicar criterios lingüísticos y étnicos.

4.4. La Policía frente a migrantes y


discapacidades físicas
Respecto de las personas desplazadas y refugiadas, se les debe
respetar y garantizar en especial, los siguientes derechos:
• No discriminación por motivos de raza, religión o país de
origen.
• Respeto de todos los derechos que tendría cualquier otra
235| Policías y Ciudadanos
persona que no se encuentre en situación de desplaza-
miento.
• En caso de desplazados o refugiados que provienen de
otros países, abstenerse de expulsarlos o devolverlos a su
país de origen o ponerlos en modo alguno en las fronteras
de territorios donde sus vidas o su libertad corran peligro
por causas de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a
determinado grupo social, o de sus opiniones políticas111.
• Se prohíben los desplazamientos forzados de la población
civil por razones relacionadas con el conflicto armado, a no
ser que así lo exijan la seguridad de las personas civiles o
razones militares imperiosas.
• En caso de que tales desplazamientos tuvieran que efec-
tuarse, se deberán tomar todas las medidas posibles para
que la población civil sea acogida en condiciones satisfacto-
rias de alojamiento, salubridad, higiene, seguridad y ali-
mentación112.
Hay personas que viven en situaciones especiales por algún
tipo de discapacidad física o mental que dificulta su desarrollo
de proyecto de vida. De manera errada, en ocasiones se les
denomina personas ‘discapacitadas’. Sin embargo no es co-
rrecta esa terminología por cuanto su limitación no implica
que carezcan de facultades para su desarrollo en la sociedad.
Por el contrario, los mayores obstáculos que enfrentan son del
resto de la sociedad que carece de la información necesaria

111
(principio de no devolución, artículo 33 de la Convención sobre El Estatuto de los Refugia-
dos).
112
(Artículo 17 del Protocolo 11 Adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de
1949 relativo a la Protección de las Víctimas de los Conflictos Armados sin Carácter Interna-
cional).
236| Una perspectiva de derechos humanos

para comprender su realidad y cómo sería la mejor forma de


insertarse en los procesos productivos y sociales sin discrimi-
nación.
Las personas que viven en situaciones especiales, requieren de
una atención específica por parte del Estado, que inicia con la
remoción de los obstáculos materiales que limitan su movili-
zación y acceso a lugares públicos, especialmente aquellos
donde se les debe proveer de servicios públicos como educa-
ción, salud, trabajo y distracción.
Paralelamente, deben ser objeto de políticas específicas, in-
cluyendo legislación especial, para que puedan tener un pro-
yecto de vida digna de acuerdo con sus condiciones especia-
les. El punto más importante es de carácter cultural y educati-
vo. Estas instituciones deberán trabajar por un cambio de vi-
sión para resolver sus necesidades con proyección socialmen-
te integradora en todas las áreas.
En la institución policial, si bien es común tomar en cuenta la
condición física para la incorporación de ‘aspirantes a la fuer-
za’, no debe ser ello un obstáculo para que personas con algún
tipo de discapacidad puedan desempeñar otro tipo de funcio-
nes.
Concluyendo, cualquiera que sea el tipo de grupo especial de
que se trate, su problema, más que legal, es de carácter cultu-
ral, ya que hasta que el Estado no sensibilice al resto de la po-
blación para erradicar las causas de su discriminación median-
te procesos educativos de mediano y largo plazo, no se logrará
concienciar en cuanto al respeto a sus derechos en forma in-
tegral.
Hay muchas situaciones en las cuales la Policía puede tener algún ti-
po de relación o afectación de grupos especiales, ya sea dentro de la
237| Policías y Ciudadanos
misma institución o cuando realiza intervenciones y le corresponde
relacionarse con personas o grupos en situación especial. En cual-
quiera de esas circunstancias, se debe evitar cualquier tipo de discri-
minación.

4.5. Institución policial frente


a grupos de diversidad sexual
La sociedad salteña y argentina históricamente legitimó una
concepción de sexualidad única, normal, sana y legal que se
contraponía a cualquier otra concepción de sexualidad. Esa
actitud negó tradicionalmente la existencia de sexualidades
diversas y diferentes orientaciones sexuales e identidades de
género. Desde la religión y la medicina se ha intentado definir
y moldear la sexualidad clasificándola solo en dos sexos;
basándose supuestamente en la inapelabilidad biológica; todo
lo cual sirvió para instrumentalizar jerarquías y desigualdades
que con el tiempo han sido consagradas como legales a través
de las leyes del Estado, negando consecuentemente el dere-
cho de identidad sexual a un número considerable de seres
humanos que no pueden ni quieren ser encasillados en el or-
den binario de los sexos y que responden a una diversidad de
orientaciones sexuales.
La identidad sexual se construye a través de un complejo pro-
ceso en el que intervienen muchas variables de la historia de
vida de los individuos. En cada sociedad existen diferentes
expresiones de la sexualidad: gays, lesbianas, bisexuales,
homosexuales, travestis, transexuales, transgéneros, inter-
sexuales, etc. Para evitar prescripciones taxonómicas se las
puede llamar genéricamente diversidad de orientaciones e
238| Una perspectiva de derechos humanos

identidades sexuales113.
La violencia contra personas con identidades sexuales diferen-
tes puede llegar al asesinato o la desaparición, evidenciado
formas extremas que puede adoptar la discriminación hacia
las personas por su orientación sexual. En este sentido, el tra-
to que recibieron en los campos de detención las personas
gays o lesbianas, durante la dictadura 1976-1983, fue espe-
cialmente sádico y violento al igual que el padecido por los
detenido-desaparecidos de origen judío y otros grupos discri-
minados en nuestra sociedad114.
En Argentina, con diferencias según las provincias, comienza a
considerarse desde distintos sectores de la sociedad civil el
derecho de cada persona a elegir su orientación sexual o vivir-
la plenamente, sin temor al rechazo social, y gozando de ga-
rantías legales que hasta hace muy poco no existían en ningún
país del mundo. En el ámbito cultural comenzó a instalarse el
debate alrededor de la ilegitimidad de la discriminación, tanto
en los medios de comunicación como en la discusión académi-
ca, que empieza a visibilizar la problemática de la discrimina-
ción de la diversidad sexual. En la esfera jurídico-legislativa se
sancionaron la ley nacional Nº 23.592 que penaliza los actos

113
Mientras que en el resto del mundo la noción de travesti fue reemplazada por la trans-
género, en Argentina, el término fue politizado y usado como modo de acción y de demanda
de derechos.
114
En la dictadura militar de 1976-1983 se sucedieron asesinatos de personas gays en la
Capital Federal y en el Gran Buenos Aires, que nunca fueron esclarecidos. También se persi-
guió a los centros culturales y artistas que fueran gay. En junio de 1982, un autodenominado
‘Comando Cóndor” envió a todos los periódicos un comunicado en el que advertía su inten-
ción de acabar con los teatros de revistas y con los homosexuales. Rapisardi F. y Modarelli A.,
Fiestas, Baños y Exilios. Los gays porteños en la última dictadura, Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 2000. En Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación… p 107. Ver cita
completa en bibliografía.
239| Policías y Ciudadanos
discriminatorios, diversas cláusulas y disposiciones antidiscri-
minatorias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, incluyen-
do la unión civil, y similares en la Ciudad de Rosario. Existen
también iniciativas del mismo tipo en otras partes del país.
Algunas sentencias judiciales acompañan este proceso en el
sentido de autorizar, por ejemplo, cambios de documentos e
intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, las brechas sociales
impuestas por la pobreza y las prácticas sociales discriminato-
rias están aún muy lejos de ser superadas: existe una correla-
ción positiva entre pobreza, orientación sexual o identidad de
género y discriminación: cuanto más pobres son las personas,
mayor es la discriminación y la violación de sus derechos.
Nuestra sociedad ha desarrollado sofisticados dispositivos de
discriminación que tienden a la negación de la existencia de
estas orientaciones sexuales e identidades de género, invisibi-
lizando un número importante de situaciones y obligando a las
personas a ocultar sus preferencias sexuales para no sufrir
graves consecuencias familiares, sociales, económicas, políti-
cas. Generalmente, desde la prensa se le da un tratamiento
escandaloso a las diferencias de orientación sexual o sólo se
alude a ellas de manera sensacionalista cuando se comenten
delitos contra personas de diferente orientación sexual, enfa-
tizando el carácter ‘homosexual’ de la víctima, casi como si
fuera inevitable un desenlace de tales características por la
condición de la víctima.
Dado el avance en materia de derechos, y las medidas que
desde diversos organismos del Estado se toman para clarificar
las creencias y valoraciones negativas sobre grupos de sexua-
lidades diferentes, en el marco del funcionamiento de las ins-
tituciones de seguridad, se debe respetar y eliminar cualquier
tipo de discriminación o prejuicio en contra de personas con
240| Una perspectiva de derechos humanos

distintas preferencias sexuales (grupos de diversidad sexual).

La preferencia sexual de las personas no debe ser ningún obstáculo


para el acceso a las fuerzas policiales y armadas, su promoción a
puestos de mayor jerarquía o su discriminación en acciones u opera-
tivos militarizados.
241| Policías y Ciudadanos

Ejercicio de aplicación práctica. Capítulo VII

1) Indique razones por las cuales la mujer puede y debe parti-


cipar en las Fuerzas Policiales.
a) ¿Porqué la participación de la mujer debe ser en igual-
dad de condiciones que los hombres?
b) ¿Cuáles serían las razones para establecer un régimen
excepcional para la mujer?

2) ¿Qué medidas pueden tomar las Fuerzas Armadas para evi-


tar la victimización de los menores?
242| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO VIII
UN ABORDAJE CULTURAL DE LA VIOLENCIA

Objetivo: conceptualizar la violencia como fenómeno socio – cultural


proporcionando herramientas para una comprensión teórica de di-
versos discursos sobre la misma. Implicancia de conceptualizar la vio-
lencia como opuesta a la paz y crítica a las ideas de violencia del siglo
xx. Herramientas de abordaje actual: pensamiento complejo y trans-
disciplinariedad.

1. Cultura y violencia115
Al hablar de cultura para referirnos a las costumbres y las
condiciones de vida de los seres humanos, estaremos siempre
refiriéndonos a una doble dimensión de las personas: una in-
dividual y otra social. No se puede entender al ser humano
prescindiendo del medio y las relaciones sociales en las que se
encuentra inserto, como no se puede entender la sociedad
solo como la suma de individuos, olvidándose de las particula-
ridades individuales de cada uno de ellos, creadas por esa so-
ciedad. Debido a que todos los pueblos defienden su propio
modo de vida, es fácil entender que una manera por medio de
la cual las culturas se enriquecen y se hacen más complejas ha
sido mediante la elaboración y multiplicación de sus propias
costumbres.

115
Elaborado sobre adaptaciones del texto ‘Violencia familiar, social y abuso sexual. Un
enfoque cultural de la violencia’, de Raquel Barón de Neiburg y Fernando Pequeño. Edición de
los autores, 2006, Salta. Capítulo I. Una versión preliminar del capítulo presente formó parte
del material de capacitación en el Colegio de Abogados de Salta, durante 2007. Puede consul-
tarse en http://ferpeqtextos.blogspot.com/2007/05/capacitacin-enfoque-sociocultural-de-
la_15.html.
243| Policías y Ciudadanos
Si consideramos solo un aspecto de la violencia como hecho
que ocurre entre dos personas, caeríamos en la repetición
anecdótica de millones de casos en que el juego de victimario
y víctima terminaría solamente en lo descriptivo de la situa-
ción y poco aportaría a la causalidad real de este universaliza-
do problema.
Las relaciones humanas se han tornado materialistas y objeta-
les. Lo económico ha sido siempre un valor humano, porque la
economía ha sido necesaria siempre en la organización huma-
na, pero actualmente el modelo económico implica la objetali-
zación y la materialización de la vida humana. No queremos
decir con esto que la economía o la política sean en la actuali-
dad esencialmente negativas. Así como no existe un ser
humano que no sea político, tampoco existe una sociedad que
no sea económica, porque la economía no es solo el dinero y
el mercado de consumo, es también la producción, el inter-
cambio, las actividades que dan sentido a la vida de la gente.
Sin embargo, la violencia no tiene que ver únicamente con lo
económico, sino también con lo cultural, con lo político, con lo
laboral. Es necesario hacer un análisis de la distinción progre-
siva del uso de lo tecnológico y de los intereses a los que res-
ponden las estructuras políticas, que hacen el gobierno de una
sociedad. ¿Qué ocurre con la objetalización y el materialismo
que vienen transformando estructuralmente las relaciones
entre los hombres y que producen violencia, cuando el poder
político y económico se deshumanizan? Lo que resulta en si-
tuaciones de violencia social es la deformación funcional e
ideológica de las instituciones que las personas fueron crean-
do para resolver lo económico, lo político, lo tecnológico116, lo

116
Tomemos un ejemplo de la disponibilidad tecnológica para clarificar el tema. La tomografía
computada es un adelanto que puede salvar muchas vidas, pero es terrible que para amortizar
244| Una perspectiva de derechos humanos

laboral; por nombrar solo los aspectos más importantes de la


cultura.
Si bien es cierto que la violencia humana es detectable desde
el comienzo de la existencia del hombre, y esto nos da lugar a
decir que la violencia es un componente que está en la esencia
misma del ser humano (aunque manifestada al principio de la
historia como necesaria de subsistencia y satisfacción de ne-
cesidades), fue tomando múltiples formas de expresión en
cada época del desarrollo de la humanidad.
Si la violencia existe desde siempre, no invalida la preocupa-
ción del incremento real de la misma, ya que en el presente no
es solamente usada como elemento de subsistencia o de satis-
facción de necesidades, sino que se va perfilando como una
respuesta inmediata a todo tipo de frustración, por mínima
que sea; y es el medio único usado por el poder para lograr su
objetivo de dominación e implantación del modelo.
Si bien el desarrollo de comunidades de mayor tamaño es uno

las máquinas se haga un sobre uso de la misma induciendo a la gente a su uso cuando implica
una erogación económica que muchos no pueden enfrentar, cuando podrían recurrir con los
mismos resultados a tecnologías más económicas. Estamos frente a la predominancia del poder
económico en el uso de una tecnología. Poder económico que otorga poder político. En este
caso, un poder político de médicos que están al servicio de la industria médica de los laborato-
rios que invierten en investigaciones tecnológicas para detectar enfermedades y no para preve-
nir enfermedades, porque lo primero es más redituable económicamente. En las prácticas
concebidas de esta manera aparece la violencia, cuando el paciente pierde su carácter humano
para convertirse en un ente al servicio de los intereses económicos. El primer paso de esta
violencia que ejerce la corporación médica es la consulta del ‘paciente’; el segundo paso, la
receta y el uso de los medicamentos y la tecnología en función de la acumulación económica en
sociedad con el poder político. Esos médicos no están buscando que el paciente este sano sino
enfermo para someterlo a estudios, darles recetas, y poner activar toda la estructura de la
industria médica. La existencia de la tomografía es deseable porque permite la detección de
enfermedades que uno años antes no eran posible. El tema es para qué se detecta esa enferme-
dad, la razón del diagnóstico y sus consecuencias. ¿Para alimentar los laboratorios que a la vez
son socios directos del poder político? Eso conlleva a la formación de las corporaciones médi-
cas, que benefician a los laboratorios por encima de las personas que fueron a la consulta
médica.
245| Policías y Ciudadanos
de los principales motivos del progreso humano, podríamos
decir que los grupos de poder asentados en los mayores con-
glomerados humanos a la vez que definen las formas de vida;
plantean los objetivos y los imponen. Sin embargo esos objeti-
vos son predominantemente materiales, tanto de producción
como de consumo, y para la mayoría de los miembros sociales
resultan inalcanzables. La energía gastada por la persecución
de estos objetivos que cada vez son más difíciles de alcanzar,
van deteriorando progresivamente al ser humano, anulando
los valores esenciales como la solidaridad, responsabilidad,
honestidad, esfuerzo personal, amistad, calidad de trabajo.
Todos estos valores van perdiendo fuerza en este contexto y
en cambio encuentran sobrevaluados indicadores de compor-
tamientos individualistas por encima de intereses y valores
grupales y comunitarios.
Otras características de la sociedad actual es la masificación
lograda a través de mecanismos publicitarios que parten de un
modelo mercantilista. La publicidad va ganando terreno y hace
triunfar la filosofía del tener para ser. Los medios de comuni-
cación son socializadores importantes de la población, y mu-
chos de ellos están cargados de imágenes, escenas y mensajes
de violencia, que son asimiladas como naturales para la reso-
lución de conflictos.
La estructura predominante del sistema social actual permite
el surgimiento de grupos de poder concentrados en un por-
centaje mínimo de la población universal, que se fortalecen
continuamente a través del tráfico de drogas, del tráfico de
armas, de la promoción de guerras étnicas y religiosas carga-
das de prejuicios y discriminaciones que son introducidas para
el propio reforzamiento de ese poder. Esto es violencia verti-
cal y si ésta se deposita sobre los sectores dominados, es en-
246| Una perspectiva de derechos humanos

tendible que la violencia se extienda horizontalmente entre


distintos sectores, al interior de los grupos, tanto primarios
como secundarios. De esta manera se va desarrollando un
código verbal y actitudinal cargado de rencor, pasando por el
resquebrajamiento del respeto hacía sí mismo y hacia los
otros.

Si se lograse revertir todo lo dicho anteriormente y las socie-


dades humanas utilizarían sus logros científicos y tecnológicos
para un mejor desarrollo saludable de la sociedad humana;
podríamos tal vez plantearnos una sublimación de la violencia
y un rescate real del afecto hacia sí mismo, hacia el otro y
hacia el universo total. Eliminar la pobreza, devolver el espacio
social a los marginados o excluidos y resignificar al hombre
como sujeto social con espacio propio; constituiría una base
posible de pensar una sociedad menos violenta y por lo tanto
más respetuosa de las diferencias individuales. Una sociedad
que en su complementariedad enriquecería la convivencia
desde lo dialogal, afectivo, solidario; liberando una creatividad
compartida para vencer de esta forma los canales degradantes
que deja abiertos para la propia destrucción de las personas.
Destrucción que resulta en pobreza, desocupación, alcoholis-
mo y droga, frustración y angustia, suicidio y todo aquello que
vivimos cotidianamente como formas naturalizadas y destruc-
tivas no solamente del individuo, sino de sus vínculos y de la
sociedad total.
247| Policías y Ciudadanos
2. Estructura social y clase social 117
La sociedad occidental se conformó de una manera estratifi-
cada en clases sociales. Existen otras maneras de estratifica-
ción como castas y estamentos que asignan a la gente diferen-
tes lugares y status en la sociedad. La estratificación puede
definirse como las desigualdades estructurales que existen
entre diferentes grupos de individuos. La clase es un agrupa-
miento a gran escala de personas que comparten ciertos re-
cursos económicos, los cuales tienen una gran influencia en la
forma de vida que pueden llevar. La propiedad de la riqueza y
la ocupación son las bases más importantes de la diferencias
de clases.
El concepto ‘clase social’ indica un estrato social en una socie-
dad y su estatus correspondiente. El principio de organización
en clases sociales es diferente del que opera en las sociedades
de castas o estamentales y choca con la ideología igualitaria
asociada a la ciudadanía en los Estados de derecho.
Cada uno de estos sistemas define a las personas y a los gru-
pos según cuatro parámetros: su procedencia, su trabajo, el
tipo de personas con quienes pueden contraer matrimonio y
los tipos de derechos y deberes rituales propios. Además, cada
uno de estos sistemas está regido básicamente por un deter-
minado tipo de regulación. 1.- La casta está regida por una
reglamentación de tipo religioso, 2.- el Estado por una de tipo
legal y 3.- el estamento por una de tipo social. La clase social
se diferencia de ellas en que está regida fundamentalmente
por una ordenación de tipo económico. Sin embargo, el uso
cotidiano del término naturaliza las diferencias de clase alre-

117
La conceptualización de estructura y clase corresponde a una visión de la democracia
liberal del sociólogo Anthony Giddens.
248| Una perspectiva de derechos humanos

dedor del aspecto económico.


Estas tres formas de estratificación —de casta, estatal-legal y
estamental— son históricamente anteriores al concepto de
clase social. La clase social está configurada por el mercado,
constituido por personas que realizan un determinado trabajo
o poseen un capital. En un momento histórico coyuntural, en
el que asistimos a una gran transformación de una cultura
occidental globalizada y en el que la institución policial esta
llamada a jugar un papel fundamental en ‘la gran transforma-
ción’118 acompañando al poder político y regulando las relacio-
nes de la sociedad civil, es necesario saber de dónde surge, el
análisis y un posicionamiento propio a cerca del concepto
histórico y nada natural de clase social 119.

118
El concepto alude al planteo teórico y la obra del antropólogo Karl Polanyi: ‘La gran trans-
formación. Crítica del liberalismo económico’. (ver año de producción del texto por el autor)
119
Las clases sociales adquirieron gran importancia a comienzos de la industrialización,
siendo los sociólogos Karl Marx y Max Weber a mediados del siglo xix quienes comenzaron a
construir analíticamente el concepto para explicar una situación particular en Inglaterra que
luego se popularizó.
Marx vinculó el concepto de clase social con los de burguesía y proletariado, a través de una
teoría de la historia que sostenía que los intereses materiales son el principal motor de la
humanidad y que los individuos en un estado de naturaleza (según Hobbes) vivían en un
conflicto permanente y endémico. Por otra parte, los individuos en una sociedad civil mantie-
nen una lucha estructurada por los medios de producción (los recursos para extraer produc-
tos de la naturaleza) y esta lucha es en sí un conflicto de clases sociales. Este enfrentamiento,
que implicaba la explotación del proletariado por la burguesía, propietaria del capital y de los
medios de producción, conduciría a la revolución del proletariado cuya meta sería la sociedad
sin clases sociales: el comunismo.
La influencia de las ideas de Marx en la teoría social y el desarrollo de la sociedad industrial
durante el siglo XX, han hecho variar la terminología acerca de las clases. Antes, las referen-
cias a la estratificación aludían a la aristocracia, a los comerciantes y a los grupos inferiores,
mientras que la lucha entre la burguesía y el proletariado dominaba el análisis político. Ac-
tualmente, con el auge de la sociedad postindustrial, el debate se centra en si el concepto de
clase social ha perdido vigencia o si la idea marxista de la historia, el materialismo dialéctico
(enfrentamiento entre dos clases sociales antagónicas, mantenido de forma dialéctica, en
donde el auge de una de ellas, provocaría paradójicamente su desaparición), ha llegado a su
fin.
249| Policías y Ciudadanos
Existen desigualdades de salud y educación que han demos-
trado ser muy resistentes a las políticas sociales de los países
más desarrollados y que están estrechamente relacionadas
con la posición de los individuos en la clase social a la que per-
tenecen por nacimiento.
Generalmente se define ‘clase social’ como grupo de personas
situadas en condiciones similares en el mercado de trabajo.
Esto significa que las clases sociales tienen un acceso distinto,
y normalmente desigual, a privilegios, ventajas y oportunida-
des. En las sociedades actuales, por ejemplo, encontramos
directores de grandes empresas con salarios muy elevados,
mientras que los jubilados reciben pensiones escasas. Los hijos
de los grupos con mayor poder adquisitivo van a escuelas dis-

Esta postura, que ha sido defendida por varios historiadores liberales después de la caída de
los regímenes comunistas en Europa, no puede negar la importancia de la clase social como
factor fundamental de diferenciación social. En la mayoría de los países (y entre un país y
otro) las desigualdades en cuanto a capital, ingresos, sanidad y educación son cada vez mayo-
res. Algunos sociólogos intentan explicarlas utilizando otros atributos humanos como género,
raza, religión o inteligencia, aunque este debate supone restar importancia a las terminolog-
ías o al significado de clase social. Otros autores destacan los grandes cambios que han tenido
lugar a medida que la estructura de las sociedades se ha transformado gracias a los avances
tecnológicos. Así, por ejemplo, las clases más desfavorecidas han podido mejorar sus condi-
ciones de vida, en términos absolutos, al aumentar la riqueza y organizarse el Estado de
bienestar.
Debido a que el sistema económico de la sociedad está sufriendo de manera constante una
transformación en mayor o menor grado, se han producido grandes cambios en la estructura
de las clases sociales, especialmente en el mundo industrializado del siglo XX. A finales del
siglo XIX, países como Gran Bretaña o Bélgica contaban con una población en la que predomi-
naba la clase trabajadora —entendida como trabajadores industriales—, con mayoría de
obreros en fábricas con poca o ninguna especialización. Otros países como Estados Unidos,
Rusia, Francia o Polonia estaban mayoritariamente poblados por granjeros y campesinos,
muchos de los cuales no tenían propiedades. Actualmente la realidad es muy diferente.
Aunque el trabajo dependiente sigue predominando, la clase trabajadora se ha reducido a
casi la mitad y otras ocupaciones de la clase media están llenando este vacío. Un proceso
similar se desarrolla en nuestra sociedad de principios de siglo xxi, sin poder establecerse una
direccionalidad clara en el actual estado de las luchas socio – políticas presentes.
250| Una perspectiva de derechos humanos

tintas, obtienen calificaciones escolares superiores, disponen


de diferentes oportunidades de trabajo o gozan de mejores
condiciones de vivienda. Estas son algunas de las realidades
asociadas al concepto de clase social.
251| Policías y Ciudadanos

3. Elegir las herramientas conceptuales


para pensar la violencia.
Las instituciones cambian con la sociedad, son productoras y
producidas por la misma y en ellas se concentra el conoci-
miento que organiza la vida. Muchas de ellas, en particular las
que se conectan con el capital de saberes que las sociedades
acumulan en las ciencias sociales o humanísticas, perdieron
por algunos años la mirada relacional que caracterizó al cono-
cimiento sociológico durante casi dos siglos desde su surgi-
miento. Ocurrió cuando un par de décadas atrás, en los no-
venta, se comenzó a analizar la desigualdad social en la Argen-
tina, que creció de una manera estrepitosa como resultado de
las políticas económicas instaladas. Por entonces y lamenta-
blemente muchos aún hoy, recurren a un procedimiento poco
creativo, poco imaginativo y con escasa posibilidad explicativa,
para pensar las condiciones de desigualdad social. Sin embar-
go fue exitoso porque tuvo el consenso de muchos grupos al
interior de esas instituciones desde las que se nutren ciencias
que perfilan técnicamente las políticas de seguridad, como la
criminalística y el derecho penal; y porque se instalaba tam-
bién desde los medios de comunicación.
Es un procedimiento que implica pensar y explicar las categor-
ías sociales en términos esencialistas y no históricos, es decir
no relacionales. Por ejemplo las categorías de ‘pobre’ ó ‘vio-
lento’ para explicar las condiciones de desigualdad social. Sin
embargo, para explicar qué pasa con la pobreza y la violencia,
una categoría que define una posición en base a los atributos
y no por las relaciones, no sirve.
252| Una perspectiva de derechos humanos

Para explicar los procesos sociales es necesario contar con herra-


mientas relacionales y no que definan un punto de la estructura so-
cial por las características intrínsecas de ese punto, o sea por sus
atributos; porque explicando un proceso social en base a un punto de
la estructura, en un lugar y en un tiempo determinados, se explica un
momento de un hecho social más que el hecho en sí mismo, es decir,
el proceso. Por ejemplo, se explica cómo está o vive el pobre ó el vio-
lento, más que los motivos que producen a un ser humano en condi-
ciones de violencia o pobreza.

Es interesante tener presente que son las instituciones socia-


les las que permiten a las personas pensarse a sí mismas y dar
significados a sus actos a lo largo del tiempo. No es posible
entender a la persona sin la institución ó instituciones que la
producen y satisfacen sus necesidades, y viceversa. Así, cuan-
do sostenemos y somos formados por una institución, en par-
ticular si se trata de instituciones que construyen de alguna
manera calificaciones sociales —como es el caso de la policía y
de todas las instituciones militarizadas—, estamos fuertemen-
te influenciados por el lugar en el que nos hallamos dentro de
la estructura social. La sociedad está organizada y jerarquiza-
da, por lo tanto el lugar del que dirige la mirada va a estar in-
fluenciando fuertemente esa mirada. Cualquier sistema clasi-
ficatorio que armemos nosotros para pensar qué es ‘bueno’ y
qué es ‘malo’, que resulta ‘correcto’ y que ‘incorrecto’, estará
también fuertemente influenciado por el lugar que ocupemos
en esa institución y la misma en la sociedad. Es importante
considerarlo cuando se piensa en términos de construcción de
hegemonía política y contra hegemonía; armando miradas
sobre el mundo que logren un consenso en grupos dominan-
tes que podrán conducir la mirada política, y cómo puntual-
mente, grupos alternativos, pueden producir miradas particu-
253| Policías y Ciudadanos
lares e identidades que logren consensos y puedan instalarse
frente a predominios hegemónicos de instituciones, de nor-
mativas, de estructuras, y de legislaciones hegemónicas. El
cambio social tiene que ver con esa construcción de hegemon-
ía que se produce siempre y únicamente a nivel de las institu-
ciones, no de hombres y mujeres individuales.

4. ¿Cómo estudiar la violencia? 120


‘Violencia’ —al igual que inseguridad— es un término que im-
plica una gran carga emocional. El concepto abarca fenóme-
nos tan dispares como las guerras, la tortura, el homicidio, los
linchamientos, las palizas al interior de la familia, etc.
La violencia suele considerarse como un fenómeno negativo
que debe ser rechazado. Surgen así dos trampas en que podr-
íamos caer: a) excluir de la definición de violencia algo que no
rechazamos, e b) incluir en la definición de violencia algo que
rechazamos.
Consideremos ahora algunas tipologías no recomendables, al
menos según los principios antes enunciados.
Dos tipologías, probablemente las más conocidas, serían:
a) violencia agresiva frente a violencia defensiva, y
b) violencia voluntaria frente a violencia involuntaria,
lo que da jugar a una especie de jerarquización de las formas
de violencia, empezando con las ‘peores’:
1. violencia voluntaria agresiva;
2. violencia involuntaria agresiva;

120
Sobre notas de Alain Joxe, relator de la reunión de expertos sobre violencia, de la UNES-
CO, realizada en París en 1975, y publicada en Francia en 1981. Ver también una entrevista
publicada en el semanario francés Les Inrockuptibles, París, abril 2003. (Versión digital
http://www.flacso.org.ec/docs/i17_joxe.pdf)
254| Una perspectiva de derechos humanos

3. violencia voluntaria defensiva, y


4. violencia involuntaria defensiva
Esta tipología centra la atención en la cuestión del ‘quién em-
pezó’ y en la relación entre el autor y el acto violento.
Se trata de una dicotomización ejemplar para observar que en
toda tipología se encuentra implícito un paradigma que inclu-
ye algunas perspectivas y excluye otras. Para que algo ‘empie-
ce’ no tiene que haber nada de ello antes. Para que algo sea
‘voluntario’ tiene que haber alguien que se proponga, que
quiera el acto violento: un ‘autor’.

4.1. Tipologización tradicional:


violencia clásica, directa u horizontal
Una primera tipología para estudiar la violencia puede cons-
truirse cruzando dos dimensiones: el tiempo, con la voluntad
de la persona. Esta mirada se centra en el sujeto y sus decisio-
nes y no en el entorno del sujeto y la manera en que ese me-
dio sociocultural interactúa con el mismo.

CUADRO 1. Primera tipología


Violencia Violencia
como como
aconteci- Algo per-
miento manente
Violencia como acción Tipo I Tipo II
Violencia como no-acción Tipo III Tipo IV
(Cuadro 1). Tipología de violencia resultante de cruzar la voluntad del
sujeto y el tiempo en que se extiende la violencia.

El tipo I es lo que podría llamarse ‘violencia clásica’, y sólo de-


255| Policías y Ciudadanos
ntro de este tipo tienen realmente sentido las dos dicotomías:
agresiva/defensiva y voluntaria/involuntaria. Es lo que en las
teorías de la violencia se conoce como ‘violencia directa’.
En cambio, el tipo IV surge como caso puro de violencia es-
tructural, porque no hay autor, sino un estado permanente de
violencia que no puede calificarse de natural —en el sentido
de ser ‘inevitable’—, resultando de esta forma una violencia
inherente a la estructura social.
Los tipos II y III son intermedios: en el tipo II ese estado per-
manente de cosas —por ejemplo, dejar al pueblo por debajo
del nivel de subsistencia— se mantiene deliberadamente,
mientras que en el tipo III la violencia estructural se manifiesta
en acciones súbitas; por ejemplo, en accidentes de tránsito.
Volvamos ahora a las dos dicotomías que dieron lugar al tipo
I, e indirectamente a los cuatro tipos mencionados. Evidente-
mente la atención se centra en el peor caso, el ‘agresor’ —
también denominado actor, victimario—. El concepto se res-
tringe así fijándose en el autor, se orienta hacia los sujetos
más que hacia los objetos de la violencia, hacia los autores
más que hacia las víctimas, centrándose en la culpa y en la
motivación de los autores más bien que en el ámbito y el al-
cance de la destrucción de las víctimas.
Así, según esta perspectiva orientada hacia el sujeto, la inves-
tigación considerará preferentemente las del autor agresivo.
Una perspectiva orientada hacia el autor en el plano de las
relaciones entre sociedades diferentes puede combinarse con
una perspectiva orientada hacia la estructura en el plano de
las relaciones entre clases. Pero este enfoque es demasiado
estrecho y no dirige también la atención hacia las relaciones
entre los autores como causa posible de la violencia; incluso
como violencia en y por sí misma.
256| Una perspectiva de derechos humanos

4.2. Otra posibilidad de tipificación:


violencias verticales ó jerárquicas
Otra forma de abordar el estudio de la violencias es partiendo
de los niveles jerárquicos en que se estructura la sociedad. Si
tomamos como eje al nivel de organización social en que se
manifiesta la violencia, se puede tipificarla como sigue: violen-
cia intrapersonal; violencia interpersonal; violencia intergru-
pos —siendo la violencia interclases un caso especial—; vio-
lencia intersociedades —siendo la violencia internacional un
caso especial—. Esta tipología permite elaboraciones teóricas
que explican bien las relaciones violentas entre grupos dife-
rentes y con distintas jerarquías sociales, sin embargo no son
eficaces en una mirada que relacione los tipos de violencia en
un mismo nivel, ya que no hace distinciones entre tipos en un
mismo nivel. Así, las teorías formuladas sobre la diferenciación
de jerarquías tienden a focalizar la causa de la violencia en un
nivel a expensas de los demás, lo que resulta demasiado radi-
cal desde un punto de vista epistemológico, y en consecuen-
cias políticas específicas en relación a la intervención social.
Cuando una teoría verticalista se centra en un solo nivel de la
jerarquía, encierra un peligro potencial de distorsión explicati-
va y de intervención sobre la realidad. Y la consecuencia más
recurrente es el surgimiento de grupos de expertos y técnicos
que establecen luchas de poder académico y político en sus
disciplinas de origen; al presentarse como especialistas en las
raíces y causas de todos los tipos de violencia. Así, la deriva-
ción del uso de teorías verticalistas únicamente para explicar
la violencia, produce un reduccionismo del problema por un
lado, pero también la formación y la defensa del poder de
técnicos y expertos en el ámbito de la violencia.
257| Policías y Ciudadanos
Considerando las dos tipologías presentadas —la de la hori-
zontalidad y la de la verticalidad—, es posible enunciar una
definición que las englobe postulando que:
la violencia es un proceso evitable que obstaculiza la autorrealización
humana; entendiendo por autorrealización humana la satisfacción de
las necesidades de las personas, ya sean materiales o no.

En el cuadro siguiente se las enuncia, atendiendo a la amplia


variedad de necesidades humanas, las que no resueltas se
transforman en formas de violencia específicas, las que pue-
den ser abordadas desde los esquemas teóricos mencionados.

Cuadro 2. Necesidades básicas, materiales y no materiales

Categoría Necesidades y/o derechos Bienes

Supervivencia Individual: frente a accidentes, homicidio seguridad


Colectivo: frente a ataques, guerra

Fisiológicas Hacia adentro: nutrición, aire, agua, sueño alimentos


Hacia afuera: movimiento, excreción agua

Ecológicas Climáticas: protección contra la intemperie vestido, vivienda


Somáticas: protección contra la enfermedad medicación

Sociales Comunidad: amor, sexo, descendencia


Cultura: expresión, diálogo, educación escolaridad

Libertad Derecha a viajar y a acoger viajeros transporte


Derechos de expresión y de impresión comunicación

Política Derechos de formación de la conciencia reunión, infor-


Derechos de movilización mación
Derechos de confrontación partidos
elecciones

Jurídicas Derechos a la protección jurídica tribunales, etc.


258| Una perspectiva de derechos humanos

Trabajo Derecho al trabajo Puestos de


trabajo

Relación con la Necesidad de creatividad, autoexpresión en el


sociedad trabajo
Necesidad de comprenderlas condiciones de la
propia vida

Necesidad de actividad, de ser sujeto y no sólo


objeto ó cliente
Necesidad de tiempo libre, de nuevas experien-
cias, necesidades intelectuales y estéticas

Relación con otros Necesidad de comunidad, compañerismo, amis-


tad, solidaridad, apoyo
Necesidad de bienestar, felicidad, alegría

Relación con uno Necesidad de protagonismo, de realizar el yo


mismo potencial
Necesidad de dar a la vida un significado, sentido
o finalidad

Relación con la Necesidad de algún tipo de comunión con la


naturaleza naturaleza

Cuadro 2. Necesidades básicas, materiales y no materiales,


de las personas.

4.3. Una tercer tipología: las violencias resultantes de


considerar la voluntad de la persona y el tiempo en que
se extiende la situación violenta
Violencia clásica o directa. La primer categoría comprende la
destrucción corporal repentina causada por un autor que se
propone ejercer violencia, es decir la violencia directa contra
el cuerpo humano. Podría incluir también la violencia psicoló-
gica. Cabe aquí considerar las teorías sobre el cuerpo: este
259| Policías y Ciudadanos
puede ser leído como una unidad física-psíquica y una conti-
nuidad del espacio ‘natural’, o separado y opuesto a lo natu-
ral. Esa concepción del cuerpo humano determinará en gran
parte las maneras de concebir, explicar e intervenir sobre la
violencia.
La violencia clásica o directa, sería una fuerza materializada en
una acción o hecho. Frente a este tipo se pueden considerar
tres niveles de violencia estructural, volviendo al cuadro I, que
cruza la violencia como una acción o no acción, con el hecho
que se trate de un acontecimiento esporádico o permanente,
cruce del que se derivan los cuatro tipos de violencia aquí con-
siderados

Primer nivel de violencia estructural ó pobreza. ¿Por qué


tiene que haber un autor identificable para que una situación
o proceso pueda definirse como violencia? También puede
producirse violencia sobre los cuerpos de otras maneras. Se
introduce así la primera categoría de la violencia estructural:
la pobreza estructuralmente condicionada. Esta mirada refiere
a la estructura del sistema económico e involucra al cuerpo
humano como un todo.

Segundo nivel de violencia estructural ó represión cultural ó


intolerancia represiva. Existe una forma de violencia que no
se produce sobre el cuerpo de las personas. Se introduce así la
segunda categoría de violencia estructural: la represión es-
tructuralmente condicionada, o ‘intolerancia represiva’. Es
una violencia sobre la totalidad del ser. En este nivel se incluye
gran parte de la teoría bourdiana121, heredera de una profunda

121
De acuerdo a César Germaná, los escritos de los años sesenta, setenta y ochenta del
260| Una perspectiva de derechos humanos

tradición republicana de la sociológia francesa, sobre la domi-


nación dóxica como una violencia invisible.

Tercer nivel de violencia estructural ó represión cultural ó


intolerancia estructural. No necesariamente debe asociarse la
violencia cultural con regímenes políticos e ideológicos repre-
sivos —y declararse en documentos importantes como infrac-
ción de derechos humanos—. Al ligar la violencia estructural
con la represión, se abre un campo de lo social donde la alie-
nación está estructuralmente condicionada. Es una ‘tolerancia
represiva’, porque es represiva pero también compatible con

sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930 – 2002) tienen una arraigada preocupación científi-
ca: comprender el mundo social, empezando por el poder —plasmado en su libro ‘Sociología
y Cultura’ básicamente—. Este ‘comprender por comprender’ definía a una sociología sin
vinculación con la práctica, pues en palabras de Bourdieu ‘pedir que la sociología sirva para
algo es una forma de pedirle que esté al servicio del poder’. Una sociología crítica del poder,
pero no comprometida con la acción política era la justificación académica necesaria para los
intelectuales que salían de los regímenes dictatoriales de América Latina —sobre todo en
Argentina—. Así se pusieron de moda las teorías de Bourdieu sobre el campo cultural y el
capital simbólico. Era, ‘la coartada teórica perfecta para recluirse sin remordimientos ni
culpas en la tierna mansedumbre del papel académico’ (En ‘Combatiendo al capital’. Diario El
Clarín, Buenos Aires, Domingo 07 de noviembre de 1999).
En los años noventa, la sociología crítica le sirve a Pierre Bourdieu para comprometerse con la
lucha política dirigida a construir la ‘resistencia contra la invasión neo-liberal’ —eje de su
texto ‘Contrafuegos’—. Así, sus trabajos de la última década, lo muestran reinvindicando el
papel de intelectual crítico capaz de comprender el horror cotidiano de los excluidos por el
capitalismo y de comprometerse con la lucha por la construcción de un movimiento social en
su país natal, ya que en su propia expresión, ‘la historia social enseña que no hay política
social sin un movimiento social capaz de imponerlo’. Bourdieu sostenía que el los intelectua-
les están llamados a sostener a todos los que luchan ‘contra la destrucción de una civiliza-
ción’, lo que excede las ideologías de las políticas partidarias. Decía: ‘Ellos pueden contribuir a
romper el monopolio de la ortodoxia tecnocrática sobre los medios de difusión. Pero también
pueden comprometerse, de manera organizada y permanente, y no sólo en los encuentros
ocasionales de una coyuntura de crisis, al lado de los que están en condiciones de orientar
eficazmente el porvenir de la sociedad, asociaciones y sindicatos principalmente, y de trabajar
en la elaboración de los análisis rigurosos y de las proposiciones creativas sobre las grandes
cuestiones que la ortodoxia mediático-política prohibe colocar [en el centro del debate]’.
261| Policías y Ciudadanos
un bajo nivel de violencia estructural del segundo tipo, la re-
presión en cuanto tal —no sobre el cuerpo directamente, sino
entendida como pautas culturales—. En esa situación el sujeto
alienado, y producido por el sistema sociocultural y estructural
violento, tiene la sensación que no hay salida.

5. La paz como situación opuesta


a la violencia clásica: una idea ‘elitista’ de la violencia.
Solo recientemente, en los últimos doscientos años y como
producto de la revolución industrial y la revolución francesa,
aunque más recientemente después de la segunda guerra
mundial a mediados del siglo pasado; y en la cultura occiden-
tal —con toda la diversidad que contiene en sí misma—; ha
surgido la idea de Paz como ‘ausencia de violencia en gran
escala entre Estados’.
Se trata de un concepto elitista, porque es una mirada centra-
lizada y producida por las élites sociales que afrontan las con-
diciones adversas de la violencia global producida por la ex-
tensión de un sistema con una particular manera de producir y
concebir las diferencias sociales. Las élites no suelen sufrir de
la pobreza, la represión y la alienación en la misma medida
que las masas, aunque la guerra es una condición más com-
partida.
Esta concepción de la violencia tiene que ver también con la
manera en que el iluminismo instaló la idea de ‘ciencia’, con-
cibiendo de una forma determinada la producción del cono-
cimiento de las sociedades para explicarse a sí mismas, y re-
crearse. Una idea ligada a la especialización cada vez mayor de
los estudiosos en áreas del conocimiento; fragmentación que
produce la dominación de quienes piensan estos problemas
262| Una perspectiva de derechos humanos

por un poder cada vez más abstracto que se alimenta a sí


mismo. Así, la transdisciplinariedad, como intento de superar
la fragmentación del campo académico, fracasa las mas de las
veces porque implica la reproducción de una lógica de quien
tiene el poder o el monopolio del saber, impuesta por éstos; a
quienes saben menos y quieren aprender. Entonces, el pode-
roso piensa y decide transdisciplinariamente, pero impone al
dominado la fragmentación de su conocimiento, la especiali-
dad. Una relación de conocimiento que repercute en las ma-
neras de concebir y enfrentar la violencia.
No se puede hablar de Paz en una situación en que imperan la pobre-
za, la represión y la alienación. Porque la Paz, como negación de la
violencia, se define como ausencia de violencia clásica, de pobreza,
de represión y de alienación.

6. Evolución del concepto de Violencia


en el conocimiento
La idea de la violencia como oposición a la paz, fue generando
posturas explicativas sobre la misma que pueden sintetizarse
en cuatro postulados que colocan al Estado en el centro de la
mirada:
1. La violencia directa horizontal conduce a la violencia directa
horizontal. Así se piensa que los preparativos para la violencia
directa conducen a una acción preparatoria para la violencia
directa, que implica concebir las relaciones humanas como
una cuestión de acción – reacción, con procesos racionales
claramente definidos. Es la visión que se sostuvo desde princi-
pios del siglo pasado y actualmente la base de toda carrera
armamentista y de la militarización exacerbada de las institu-
ciones de seguridad. Desde esta visión no se considera la vio-
263| Policías y Ciudadanos
lencia estructural y las relaciones verticales de la violencia.
Desde esta mirada se avanzó en las ciencias sociales sobre
todo después de los ochenta.

2. La violencia estructural conduce a la contraviolencia directa,


y ésta conduce a la contra-contraviolencia directa. Es decir
que la violencia estructural en forma de represión y alienación
conducirá asimismo, más pronto o más tarde, a la contra-
violencia directa, de un modo u otro. Es una idea heredada en
las ciencias sociales de las maneras de concebir el conflicto
entre Estados Unidos y Rusia, hasta los ochenta y después de
la Segunda Guerra Mundial. Después de los ochenta la idea se
hace presente en las teorías de la explotación y el subdesarro-
llo, que explican la pobreza del tercer mundo en términos de
su explotación por Estados Unidos y los países centrales.

3. La violencia directa horizontal conduce a la violencia estruc-


tural. Las guerras de conquista pueden ser un medio para es-
tablecer estructuras caracterizadas por la explotación, la pe-
netración, la fragmentación y/o la marginación. Llevado al
plano internacional y construido con dimensiones económicas,
este esquema se traduce en imperialismo capitalista: una divi-
sión del trabajo entre productores de materias primas y fabri-
cantes, la penetración en la periferia mediante islas desarro-
lladas, y una estrategia de fragmentarla en países con poca
interacción entre sí, seccionados por distritos ‘geográficos’;
excluyendo a la periferia de toda participación en los centros
donde se toman decisiones políticas y económicas que confi-
guran su economía y su cultura.
4. La violencia estructural conduce a la violencia estructural. La
pobreza puede conducir a la represión y la represión a la
264| Una perspectiva de derechos humanos

alienación, con mediación de violencia directa vertical. Esta


tesis es la que orienta desde fines de los noventa, en sudamé-
rica, los trabajos sobre las violencias.

Combinando todas estas tesis se puede enunciar una explicación re-


lacional sobre la violencia que pone en el centro de la mirada, una
concepción particular de un tipo de Estado, generado y generador de
violencias: la violencia directa se utilizó para establecer una violencia
estructural, tras lo cual hubo una contraviolencia directa (para des-
truir esa estructura); se aplicó la violencia contrarrevolucionaria pero
fue derrotada, siendo el resultado neto un nuevo autor capaz de
ejercer la violencia directa, y también de establecer tipos sucesivos
de violencia estructural; la mayor capacidad para la violencia directa
condujo, a su vez, a una mayor capacidad para la violencia directa del
contrario, creándose un circulo violento de un espiral ascendente.

Esa idea está en el fondo de las lecturas actuales sobre conflic-


tos violentos, desde las situaciones en la familia, pasando por
actores que reclaman mejores condiciones de vida, la seguri-
dad pública y privada, o la teoría del subdesarrollo. Es el pen-
samiento que determina a principios de este siglo, nuestras
maneras de concebir la violencia, de encararla y de reprodu-
cirla.

7. Crítica a los conceptos de violencia del siglo XX


1.- La idea que sostiene que la violencia directa horizontal
conduce a la violencia directa horizontal; surge de un enfoque
del mundo social que considera a los individuos y a la sociedad
o a los grupos sociales, por separado. Trabaja en el plano de
una teoría horizontal de la violencia centrada en ciclos de
irrupciones violentas que ocurren siempre dentro de un mis-
mo nivel. Así, cada caso de violencia —entre personas, grupos
265| Policías y Ciudadanos
y sociedades— se explicaría por referencia a otro caso de vio-
lencia dentro de un mismo nivel de la estructura social o de
dimensiones analíticas en un modelo explicativo de lo social.
Es imprescindible aquí no confundir lo social, la realidad, con
el modelo.
Las teorías horizontales de la violencia, la explican partiendo
de una situación de violencia directa seguida de una estructu-
ral o directa. La mayor limitación, es que se considera solo el
ciclo de violencia y en un solo nivel, con la desventaja,
además, de considerar al individuo, y la sociedad o los grupos
sociales, por separado. Desventaja porque va en sentido con-
trario a la elaboración de un pensamiento complejo que no
dicotomice y busque la interrelación de todos los componen-
tes para producir conocimiento.
Esta es la premisa con que se enfocaron y desarrollaron mu-
chos estudios recientes sobre situaciones violentas, y en gene-
ral se sostiene y logra explicaciones validas, pero carentes de
profundidad. Aplicada a la violencia doméstica, lleva a soste-
ner una explicación en el circuito violento como causa de la
misma, por ejemplo, y en la necesidad de romperlo con la in-
tervención de un tercero, pero nada puede decir sobre la cau-
sa. Solo expresa un mecanismo.

2. La visión sobre la violencia estructural como conductora o


causante de la contraviolencia directa, y de ésta como causan-
te de la contra-contraviolencia directa, se gesta en una con-
cepción jerarquizada del mundo social, donde las interrelacio-
nes entre los segmentos sociales le dan sentido a la sociedad y
la perfilan en direcciones no siempre previsibles. Es la idea eje
de quienes sostienen y construyen teorías verticales de la vio-
lencia, preocupados por la interrelación entre los niveles so-
266| Una perspectiva de derechos humanos

ciales o de las dimensiones en la construcción de modelos que


explican lo social. Hay teorías muy importantes en esta cate-
goría, por ejemplo, la idea de desplazamiento o proyección de
la violencia intra-social hacia el nivel inter-social, emergentes
sobre todo de las disciplinas psicológicas y del psicoanálisis.

3.- Trabajar con la idea que la violencia directa horizontal con-


duce a la violencia estructural, enraiza también, en concebir lo
social como un todo organizado de manera jerárquica, obede-
ciendo a una explicación vertical de la violencia. Sin embargo,
quienes trabajan más en esta dirección tienden a distanciarse
del campo sociológico para concentrarse en una visión más
psicologista y hasta biologicista de lo social y de la vida. Es la
vieja búsqueda de las raíces de la violencia ‘en las mentes de
los hombres’, o sus cuerpos, biológicamente embebida. En-
trarían aquí en consideración las teorías sobre la agresión, con
sus variedades instintivas o territoriales. En esta área del co-
nocimiento sobre las violencias, es preciso sin embargo, su-
perar la centralización en las explicaciones que se interesan
por ‘lo innato’ en la violencia directa, e incorporar la dimen-
sión estructural de la violencia, considerando la estructura de
la personalidad de los sujetos: instintos, pulsiones, inclinacio-
nes hacia la dominación tanto como hacia la destrucción. Es
fundamental en estos estudios el postulado de partida sobre
la concepción del cuerpo.

Pareciera en este campo, existir a primera vista una escisión


en las teorías sobre la violencia: unas que enfocan lo cultural y
político y otras lo biológico. Sin embargo no es así, ya que el
ser humano es una totalidad integrada a su entorno ‘natural’,
267| Policías y Ciudadanos
productor y producido por éste, de la cual la cultura es parte
indisoluble. A las teorías horizontales y verticales, ya sean de
tinte marxista, ya sean liberales, fuertemente sociológicas, se
suma este enfoque vertical centrado en lo biológico del sujeto
y de la especie, que equivale a decir en términos más socioló-
gicos, en el individuo y en la sociedad. Las principales teorías
explicativas en base a lo biológico, que son también verticales,
son dos. Se pueden diferenciar:
1.- Teorías sobre la agresión directa —conocida tam-
bién como teoría del condicionamiento— y sus focos
explicativos:
- instintiva
- territorial, etc.
2.- Y teorías sobre la agresión estructural y sus focos
explicativos.
- predisposición a dominar, destruir
- pulsión de muerte, instintos.
Entre quienes son partidarios de la teoría del condicionamien-
to el hombre nace como tabula rasa en lo tocante a la violen-
cia; pero ciertas estructuras ó experiencias pueden producir
en él inclinaciones violentas en una sociedad repleta de vio-
lencia estructural, o de violencia directa, en la que la violencia
se le presenta en forma concentrada a través de los medios de
comunicación social.
Este cuerpo teórico relaciona la violencia con el medio social.
El individuo estaría condicionado a partir de su socialización
en un medio hostil, y biológicamente no habría nada innato
que predisponga a la violencia: las personas serían neutrales
biológicamente ante la violencia. La causa es la estructura so-
cial violenta.
268| Una perspectiva de derechos humanos

Una mirada contrapuesta del hombre y su dimensión más cer-


cana a la biología está dada en los teóricos de la teoría del
disparador. En esta concepción, las inclinaciones hacia la des-
trucción y/o la dominación están latentes y pueden ser dispa-
radas hacia la acción mediante estímulos externos especiales,
algunos de los cuales -si no todos- pueden clasificarse en las
categorías de violencia directa y estructural. La persona me-
nos violenta y menos dominadora puede convertirse en un
agresor en ambos sentidos de la palabra si es expuesta con
bastante intensidad a la violencia directa o estructural.
La concepción aceptada durante mucho tiempo sobre la vio-
lencia como desorden social o como disfunción de la sociedad
ha sido sustituida ahora por una perspectiva analítica y filosó-
fica muy diferenciada, a partir de la cual es posible una eva-
luación de la violencia social en atención a sus funciones pro-
gresivas o regresivas. La problemática de la violencia y de la
contraviolencia entra también en este contexto, aunque debe
recalcarse que esta problemática es científicamente insoluble,
ya que es parte de las posiciones políticas contradictorias
según las cuales la violencia y la contraviolencia se definen
como tales. Lo que desde una perspectiva se considera como
una condición pacífica, por ejemplo, la estructura específica
del status quo actual, puede ser considerada fácilmente como
la expresión misma de la violencia estructural por aquellos
que sufren de ese status quo y, por lo tanto, como algo que
hay que cambiar.

8. ¿Cómo avanzar en el conocimiento de las violencias


para logar un estado de paz más permanente?
Mirada compleja y transdisciplinariedad.
Desde una concepción de lo social como un todo complejo e
269| Policías y Ciudadanos
interrelacionado, y también jerarquizado, los cuatro enfoques
presentados aquí y que cristalizan en distintos tipos de mira-
das sobre la violencia y lo social: el de la violencia interna y
externa, y los de la violencia directa y estructural; no debieran
separarse herméticamente entre sí. Por el contrario, adoptan-
do una mirada compleja sobre el conocimiento y lo social, es
preciso un trabajo científico que discierna entre esos enfo-
ques, dando cuenta de las numerosas interrelaciones y vincu-
laciones de todas las dimensiones de las violencias.
La premisa a principios de siglo es avanzar en un tipo de inves-
tigación que se oriente a analizar sistemáticamente la forma
en que la violencia directa concreta surge de las condiciones
de la violencia estructural, tanto dentro de las sociedades co-
mo entre ellas. Lo que solo puede ser fructífero si se conectan,
como dijimos, la violencia interna y externa, con la violencia
directa y estructural de manera tal de producir explicaciones
que aborden la complejidad total del fenómeno, o por lo me-
nos, lo más cercano posible. Y en esta empresa, la transdisci-
plinariedad es la metodología central, e implica superar la in-
terdisciplinaridad y la fragmentación del conocimiento en ‘es-
pecialidades’, base de las guerras entre grupos de expertos
que potenciándose, terminan muchas veces gerenciando las
vidas de los actores sujetos de la investigación y/o interven-
ción, a la vez que siendo gerenciados y pensados por el Estado
al que pretenden pensar.

Actualmente, el requisito indispensable para el estudio de las


violencias de tal manera que permita el avance del conoci-
miento en la materia, y de las formas de intervención; consiste
en captar y definir cadenas de violencia y no centrarse tanto
en la descripción del hecho violento en si, focalizando todos los
270| Una perspectiva de derechos humanos

niveles en que se genera la violencia, a la vez que consideran-


do la violencia directa, como la estructural, lo que implica no
explicar la violencia en términos de víctima – victimario, ni
considerándola solo en la dimensión subjetiva o en la dimen-
sión social, sino de manera transdisciplinaria.
Los logros específicos de los proyectos de investigación social
consisten en el análisis muy detallado de determinantes parti-
culares de las condiciones sociales, a partir de las cuales y de-
ntro de las cuales la violencia potencial se convierte en mani-
fiesta; consiste también en el análisis muy diferenciado del
proceso mismo de manifestaciones de la violencia, es decir de
la dinámica de escalada de la violencia dentro de un esquema
de interacción, y, por último, aunque en menor grado, la in-
vestigación de la terminación de conflictos violentos, es decir
la transición de la fase de escalada de violencia al proceso de
desescalada y a un nuevo tipo de status quo como base de la
paz social.
Esta mayor amplitud en la perspectiva, sin embargo, sólo pue-
de alcanzarse si se considera la violencia como fenómeno so-
cial en su totalidad. Para ello, la investigación necesitaría
orientarse simultáneamente
1. hacia el análisis de las condiciones sociales de la vio-
lencia,
2. los procesos de manifestación de la violencia social po-
tencial,
3. la dinámica de los conflictos violentos,
4. la superación de la violencia estructural y las acciones
violentas y
5. el papel de los mecanismos de resolución de conflictos.
271| Policías y Ciudadanos
Así, las investigaciones se conformarían de manera interdisci-
plinaria, sin embargo es preciso avanzar un paso más hacia la
transdisciplinariedad.
La diferencia entre interdisciplinariedad y transdisciplinarie-
dad es muy considerable:
1.- Interdisciplinariedad significa en definitiva la yuxta-
posición de cuestiones analíticas, precisamente como
los grupos de investigación interdisciplinaria han solido
agrupar a científicos de varias disciplinas.
2.- En contraste con esta actitud, la transdisciplinarie-
dad implica una combinación de los medios propios de
cada disciplina, con el objeto de estudiar los problemas
bajo una nueva luz y otorgar así a esa investigación una
nueva identidad.
Sin embargo, lo esencial no es la creación de esta nueva iden-
tidad, sino más bien la apertura de nuevas perspectivas analí-
ticas, lo que en cada una de las disciplinas por separado suele
ocurrir muy lentamente por varias razones, entre ellas, las
muy fundamentales relativas a los procesos de crecimiento
autodinámico de las ciencias y a la particular inercia burocráti-
ca que, a la larga, caracteriza a toda actividad científica. Estas
perspectivas analíticas más amplias y de más alcance son ne-
cesarias para impedir que la investigación caiga en la rutina.
Lo que resulta decisivo es la investigación explícita sobre la
interconexión y la interdependencia de zonas de problemas
hasta ahora tratadas por separado. Esto sólo será posible si los
científicos de cada disciplina están dispuestos a adquirir parte
del saber de las disciplinas vecinas para poder enfrentarse con
nuevos problemas, sobre la base de un saber combinado o
transdisciplinario.
En otras palabras, la interdisciplinariedad implica sobreponer
272| Una perspectiva de derechos humanos

categorías analíticas, mientras la transdisciplinariedad requie-


re la combinación de categorías —y no la superposición— pa-
ra agregar o crear otras nuevas categorías y dimensiones de
análisis, acelerando y potenciando el proceso del conocimien-
to.

8.1. Un ejemplo de transdisciplinariedad: relaciones


entre la psicología, la sociología y la antropología
Al tratar de entenderse asimismo el hombre progresó hacia un
estudio sistemático de las relaciones entre individuo, sociedad
y cultura que se nutre en tres disciplinas científicas: la psico-
logía, la sociología y la antropología. Cada una de ellas se es-
pecializó en determinados fenómenos y desarrolló sus propias
técnicas. Cada una de ellas por sí mismas no pueden explicar
la amplia gama de fenómenos sociales y dar solución a ciertos
problemas, aunque abarque un amplio campo y se ocupe de
problemas diversos.
Para entender la cultura que produce y de la que participa
cada sociedad, no es suficiente la antropología; ya que es ne-
cesario también entender las ideas individuales que van re-
formando y construyendo la cultura y la sociedad. Para esto, la
psicología ayuda a entender el patrón de personalidad de los
individuos que componen una sociedad. Pero el mayor pro-
blema al que se enfrentan los psicólogos es el grado en que los
factores ambientales condicionan los estratos más profundos
de la personalidad, los que no se pueden aprehender por
técnicas de laboratorio porque es imposible crear ambientes
controlados que se equiparen a las configuraciones socio -
culturales en las que se desarrollan los seres humanos. Son las
relaciones entre personas las que forman la personalidad de
273| Policías y Ciudadanos
los seres humanos; y ésta no puede entenderse sin entender
el lugar que ocupan los individuos dentro del sistema estruc-
tural de su sociedad. Ya que la estructura social es por sí mis-
ma una parte de la cultura de una sociedad, es en esta inter-
acción de cultura y sociedad donde la sociología permite el
entendimiento de los rasgos sociales de una cultura, muchos
de los cuales no podrán explicarse si no se relacionan con la
organización de la cultura como un todo.

El Individuo, la Cultura y la Sociedad


Las cualidades sociales y culturales no pueden ser producidas
bajo rígidas condiciones de control como en un laboratorio. El
deseo humano está provisto de un bagaje de experiencia socio
- cultural y de un potencial congénito biológicamente deter-
minado, por lo que no puede someterse a experimentación.
Así, hay dos grandes limitaciones cuando se intenta estudiar la
sociedad y la cultura: 1.- no es posible aplicar un método ex-
perimental, y 2.- se carece de unidades exactas que puedan
usarse para la medición de fenómenos sociales. Por este moti-
vo no es posible aplicar técnicas matemáticas. Si bien en psi-
cología se logró crear una larga serie de pruebas que parecen
dar resultados sólidos, éstas solo sirven para revelar determi-
nados aspectos del contenido de la personalidad como un
todo.

La personalidad es un continuum dinámico. Para estudiarla es


importante descubrir su organización y actuación en un mo-
mento dado; más los procesos de su desenvolvimiento, creci-
miento y transformación. Pero las pruebas de la psicología
solo otorgan una serie de puntos aislados en la trayectoria de
vida de un individuo.
274| Una perspectiva de derechos humanos

Existe una estrecha dependencia funcional recíproca entre el


individuo, la sociedad y la cultura; y tradicionalmente han sido
consideradas de manera automatizada; haciéndose corres-
ponder cada una con un campo científico de investigación por
separado: el individuo a la psicología, la sociedad a la sociolog-
ía y la cultura a la antropología.
El individuo es de gran importancia para la supervivencia y el
funcionamiento de la sociedad a la que pertenece o de la cul-
tura de la que participa, constituye los cimientos de todos los
fenómenos sociales y culturales. Todo individuo tiene necesi-
dades físicas - biológicas y necesidades psíquicas. La naturale-
za y hasta la presencia misma de las necesidades psíquicas
sólo pueden deducirse de la conducta o comportamiento a
que dan origen, pero surge la dificultad de que guarden -al
igual que la física- una relación definida y aislada con algún
patrón o norma de conducta. Cuando el hombre actúa -
especialmente si lo hace de acuerdo a una pauta cultural es-
tablecida- por lo general la acción contribuye a satisfacer si-
multáneamente diversas necesidades de distintos órdenes.
Las formas que adopta la conducta humana jamás son expli-
cables únicamente en función del estimulo que satisface las
necesidades físicas y psíquicas de un individuo. Para satisfacer
estas necesidades la conducta de los hombres requiere una
organización en relación con el medio en el que tiene que ac-
tuar. Un medio que comprende factores de ambiente y de
experiencia. Esta experiencia a su vez se deriva del contacto
con el medio ambiente en que el individuo vive, de ahí que
para comprender la personalidad individual y general es indis-
pensable conocer el medio ambiente. Un medio ambiente
natural que también está inserto en un medio ambiente
humano constituido por un grupo organizado de individuos
275| Policías y Ciudadanos
con una cultura característica.
Son infinitas las posibilidades de variación de la conducta
humana, cuando varias personas reaccionan de la misma ma-
nera ante una situación, la causa debe buscarse en la expe-
riencia común que tienen esos individuos. Sin embargo existen
experiencias comunes a toda la humanidad, como por ejemplo
que todo adulto sea atendido en su primera infancia por otros
individuos. Las sociedades humanas tienen en común ciertos
rasgos:
 La sociedad tiene una duración mucho mayor que la
vida de un individuo. La mayoría de la gente nace, vive
y muere como miembros de la misma sociedad
 Las sociedades son unidades funcionales actuantes
porque a pesar de ser obra de los individuos funcionan
como un conjunto. Los intereses de cada uno de los
miembros que la componen están subordinados a los
del grupo. Pertenecer a una sociedad significa hasta
cierto punto el sacrificio de la libertad personal
 Las actividades necesarias para la supervivencia del
conjunto están divididas y repartidas entre sus miem-
bros. La diferenciación de las funciones hace depender
más de la totalidad de la sociedad a los individuos que
la ejecutan.
276| Una perspectiva de derechos humanos

Ejercicio de aplicación práctica. Capítulo VIII. (Violen-


cia) Desarrollar
277| Policías y Ciudadanos

CAPÍTULO IX
VIOLACIONES GRAVES
A LOS DERECHOS HUMANOS:
CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD,
CRÍMENES DE GUERRA y GENOCIDIO 122

Objetivo: Examinar las catalogadas universalmente como violacio-


nes graves de los derechos humanos, identificando los niveles de
responsabilidad en que incurren los autores materiales e intelectua-
les de los mismos. Analizar las características y alcances de los
crímenes de lesa humanidad, de los crímenes de guerra y del geno-
cidio a la luz del Estatuto de la Corte Penal Internacional.

1. Violaciones graves a los derechos humanos y respon-


sabilidad de las instituciones armadas
Los Estados tienen obligaciones en materia de derechos
humanos que comprenden la prevención de las violaciones a
los mismos, la investigación de los hechos que dieron lugar a
tales abusos, la sanción de los sujetos responsables y la repa-
ración a las víctimas por los daños ocasionados.
Por tanto, los Estados, sus instituciones y sus funcionarios de-
ben abstenerse de cometer violaciones a los derechos huma-
nos o interferir en el libre ejercicio de éstos y además deben
hacer todo lo que esté a su alcance para impedir que tales

122
El presente capítulo se desarrolló a partir de modificaciones del texto del Manual de
Derechos Humanos para las Fuerzas Armadas, confeccionado por el Instituto Interamericano
de Derechos Humanos. Ver cita bibliográfica al final.
278| Una perspectiva de derechos humanos

hechos se cometan.
Los miembros de las instituciones armadas, en tanto que agentes del
Estado y funcionarios públicos, tienen una doble obligación de respe-
tar y garantizar los derechos humanos reconocidos en las Constitu-
ciones Nacionales y en los instrumentos internacionales de derechos
humanos que vinculen a cada uno de ellos.

El incumplimiento por parte de los integrantes de las institu-


ciones que hacen uso legítimo de la fuerza del Estado de sus
obligaciones de respeto y garantía en materia de derechos
humanos, genera una responsabilidad en doble sentido. Por
un lado, el incumplimiento supone una responsabilidad indivi-
dual del miembro de cualquier institución armada que incurra
en una violación de derechos humanos calificada de delito,
generando una sanción de acuerdo a la legislación penal de
cada país. Además, en el caso de que dichas violaciones sean
constitutivas de crímenes de lesa humanidad, crímenes de
guerra o genocidio, surge la responsabilidad penal del indivi-
duo en el plano internacional; y los sujetos responsables, bajo
ciertas condiciones, pueden ser sometidos a juicio y sanciona-
dos por la Corte Penal Internacional.
Por otra parte, una violación de derechos humanos cometida
por un integrante de las instituciones estatales que hacen uso
de la fuerza, acarrea la responsabilidad internacional del Esta-
do, respondiendo por la conducta de sus funcionarios ante
organismos internacionales, como son la ONU o la OEA, con lo
cual no sólo se perjudica a la institución de procedencia, sino
también al propio Estado cuya imagen queda dañada. Como
hemos analizado en capítulos anteriores, la condena de un
Estado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (ver
en la página 199) por incumplimiento de las obligaciones in-
ternacionalmente asumidas, supone la puesta en evidencia de
279| Policías y Ciudadanos
la conducta violatoria de las instituciones de dicho Estado ante
la comunidad internacional, con consecuencias negativas para
el mismo.

Por razones político - ideológicas, especialmente en América


latina durante todas las etapas de gobiernos totalitarios, se
incurrió en violaciones graves y sistemáticas de los derechos
humanos, principalmente violaciones a los derechos civiles y
políticos. Este tipo de prácticas fueron promovidas por los
propios Estados en algunos casos, o bien, fueron permitidas
por omisión del Estado que no hizo todo lo que estaba a su
alcance para evitarlo. Desde los ‘80, este tipo de violaciones
graves ha sido casi erradicado como práctica sistemática, es
decir, como parte de un plan de los Estados totalitarios para
combatir y eliminar todo tipo de oposición ideológica o de
cualquier naturaleza, lo cual fue producto de lo que se llamó
‘doctrina de la seguridad nacional’. (Ver en la página 51)
Ésta fue una doctrina militar utilizada en los países latinoamericanos
que aplicó una noción amplia y distorsionada de enemigo, calificando
de ‘enemigo interno’ a ser eliminado a toda persona u organización
que no apoyara los intereses políticos del gobierno de militarizado; y
pretendiendo ‘justificar' su erradicación aunque fuera violentado los
derechos fundamentales de esas personas o grupos como forma de
garantizar la supuesta seguridad del Estado e incluyendo en un solo
concepto a toda la oposición, la armada y la legal e incluso a grupos y
sectores que se consideraba que apoyaban a la insurgencia.

El hecho de que esas violaciones graves a los derechos huma-


nos se hayan eliminado como práctica sistemática fomentada
por los Estados, especialmente después de los procesos de-
mocráticos vigentes en casi todos los países de la región, no
significa que no existan casos de violaciones de esa naturaleza,
pero ya dentro de un marco más aislado, sin la dirección insti-
280| Una perspectiva de derechos humanos

tucional gubernamental ni su consentimiento, aún cuando el


Estado deberá asumir igualmente la responsabilidad por esos
actos cometidos por sus funcionarios.
El desempeño de las funciones que competen a las institucio-
nes armadas de seguridad está íntimamente ligado con el res-
peto y garantía de ciertos derechos, como son el derecho a la
vida, integridad personal, libertad personal etc. Su vulneración
supone una violación grave a los derechos humanos que se
ejerce especialmente mediante prácticas de detenciones arbi-
trarias, torturas, desapariciones forzadas y ejecuciones extra-
judiciales.
La tortura, las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones
forzadas de personas están prohibidas en cualquier tiempo y
lugar, sin que se puedan invocar circunstancias excepcionales
que permitan su comisión, tales como estado de emergencia,
conflictos armados o disturbios civiles.
Ningún miembro de las instituciones armadas podrá ampararse en la
‘obediencia debida’ a orden de un superior civil o militar para come-
ter tales actos. La persona que reciba una orden de desaparecer a
una persona, de torturarla o de ejecutarla, tiene el derecho y la obli-
gación de negarse a cumplir tal orden. De lo contrario, esa persona
puede ser llevada a juicio y condenada, ya que es tan culpable el que
ordena cometer el crimen como el que ejecuta la orden o no hace lo
que esté a su alcance para impedir que se cometa.

1.1. La Tortura y otros tratos crueles,


inhumanos o degradantes
La tortura consiste en el sometimiento de cualquier persona a daños
o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, llevada a cabo por
funcionarios públicos o particulares que actúen con su consentimien-
to o aquiescencia, con cualquier finalidad (investigación, castigo o lo
281| Policías y Ciudadanos
que fuere), con la intención de reducirla en su integridad. La tortura
debe estar tipificada como delito en los Códigos Penales con penas
fuertes y ejemplarizantes por no ser un delito común.

La tortura ha quedado ampliamente prohibida por la comuni-


dad internacional. Su prohibición absoluta deriva de la protec-
ción del derecho a la integridad personal -física y mental-, de-
recho consagrado por todas las Constituciones Nacionales y
por los instrumentos internacionales de derechos humanos.
Además, la tortura es un delito tipificado en las legislaciones
penales de cada país que establecen la sanción correspondien-
te.
El respeto a la integridad personal implica que una persona no
puede ser sometida a sufrimientos o dolores graves, conduc-
tas vejatorias, ataques que produzcan una disminución en la
capacidad física o mental, métodos dirigidos a doblegar la per-
sonalidad de la víctima o a ocasionar sentimientos de humilla-
ción o angustia. Entre los métodos habituales y todavía hoy
utilizados de tortura y malos tratos figuran las palizas, las des-
cargas eléctricas, los abusos sexuales, los simulacros de ejecu-
ción y las amenazas a seres queridos.
Además de dicha protección general, la gravedad y la frecuen-
te utilización por parte de agentes públicos de la tortura y los
tratos crueles, inhumanos o degradantes, ha supuesto la con-
sagración de instrumentos internacionales específicos para
prevenirla y sancionarla, como son la Convención de las Na-
ciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crue-
les, Inhumanos o Degradantes y la Convención Americana pa-
ra Prevenir y Sancionar la Tortura (OEA), ambas ratificadas por
la inmensa mayoría de Estados del continente.
A la luz de los textos citados, la configuración normativa de la
tortura en el plano internacional requiere la concurrencia de
282| Una perspectiva de derechos humanos

los siguientes elementos definidores:


• La gravedad del dolor o sufrimiento físico o mental que
se le cause a la víctima. Es precisamente la gravedad o
intensidad del dolor lo que diferencia a la tortura de
los tratos crueles, inhumanos o degradantes.
• Se trata de un delito intencional que se realiza con la
intención de reducir a una persona en su integridad.
• La finalidad perseguida; la que resulta indiferente a la
hora de constituir un acto de tortura. La tortura puede
producirse con el fin de obtener información o una
confesión, como castigo, como forma de humillación o
vejación o con cualquier otro fin. En cualquier caso
está prohibida.
• En cuanto al autor, la tortura requiere la participación
directa o indirecta de funcionarios del Estado o de par-
ticulares que actúen con su consentimiento. Es preci-
samente el hecho de que la tortura sea practicada, to-
lerada o inducida por el Estado lo que la convierte,
además, en un crimen internacional, siendo el mismo
responsable, no sólo de los actos de funcionarios
públicos o de personas que actúen en el ejercicio de
funciones públicas, sino además de los actos de tortura
infligidos por particulares, siempre que actúen con su
consentimiento o colaboración. Resulta punible la omi-
sión y la complicidad, ya que la responsabilidad se ex-
tiende a los funcionarios o empleados públicos que,
pudiendo impedirlo, no lo hagan123.

123
Artículo 3 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.
283| Policías y Ciudadanos
• No se admiten circunstancias excepcionales como jus-
tificación de la tortura, tales como estado de guerra,
amenaza de guerra, estado de sitio o emergencia,
conmoción o conflicto interior, suspensión de garantías
constitucionales, la inestabilidad política interna u
otras emergencias o calamidades públicas.
• No cabe justificación alguna para un funcionario públi-
co que ha cometido un acto de tortura.
• Todo Estado tiene la obligación de investigar, perseguir
y castigar a individuos acusados de tortura que se en-
cuentran en un territorio bajo su jurisdicción o extradi-
tarlos (entregarlos) a otro Estado que pretenda su en-
juiciamiento.
• La tortura es un crimen contra la humanidad cuando se
comete como parte de un ataque amplio y sistemático
contra la población civil, lo que no impide que pueda
ser también un acto de genocidio cuando se aplica al
miembro de un grupo nacional, étnico; racial ó religio-
sos al que se quiere destruir.

1.2. Las ejecuciones extrajudiciales


Las ejecuciones extrajudiciales, arbitrarias o sumarias son privaciones
arbitrarias del derecho a la vida, llevadas a cabo por agentes del Es-
tado (agentes de policía o miembros de las Fuerzas Armadas) o por
grupos que actúan con su autorización, cooperación o tolerancia, sin
que medie ningún tipo de proceso legal.

Las ejecuciones extrajudiciales se pueden dar:


• Por aplicación de la pena de muerte sin juicio previo o
mediante juicio donde se desconocen las garantías ju-
diciales del debido proceso.
284| Una perspectiva de derechos humanos

• Por muertes producidas por agentes del Estado o gru-


pos que actúan con su consentimiento.
• Por muertes producidas durante la detención de una
persona o derivadas de la aplicación de torturas y ma-
los tratos.
• Por muerte debida a un uso excesivo de la fuerza por
parte de las fuerzas de seguridad.
Los más importantes instrumentos internacionales de dere-
chos humanos y las Constituciones reconocen el derecho a la
vida como ‘derecho entre los derechos’, consagración de la
que emana la prohibición de las ejecuciones extrajudiciales en
todo tiempo y lugar, sin que sean admisibles circunstancias
que justifiquen su aplicación.
Existe un conjunto de principios promulgados por la ONU, que
son los Principios relativos a una eficaz prevención e investiga-
ción de las ejecuciones extralegales, arbitrarias o sumarias,
donde se establecen medidas tendientes a combatir estas
graves violaciones del derecho a la vida y que exigen que, con
el fin de evitar esta práctica, se ejerza un control estricto de
los funcionarios públicos responsables de arrestos y detencio-
nes y de los autorizados para recurrir al uso de la fuerza y ar-
mas de fuego.
Si bien las ejecuciones extrajudiciales fueron frecuentemente utiliza-
das en décadas pasadas con un patrón sistemático propio del ‘terro-
rismo de Estado’ que ya ha sido erradicado, todavía en la actualidad
asistimos con frecuencia a su utilización por parte de algunos agentes
policiales o militares como forma de ‘limpieza social’ dirigida contra
los sectores más desfavorecidos de la población, principalmente ni-
ños y niñas y adolescentes de la calle o que viven en la calle.

Todo Estado tiene la obligación de investigar las violaciones


285| Policías y Ciudadanos
del derecho a la vida que se producen por medio de ejecucio-
nes extrajudiciales, así como investigar y sancionar a los res-
ponsables de las mismas. Las ejecuciones extrajudiciales cons-
tituyen asesinatos, delitos que están tipificados en los códigos
penales de los diferentes países. Son también crímenes de lesa
humanidad cuando se cometen de manera masiva o sistemá-
tica contra una población civil.

1.3. La desaparición forzada de personas


El delito de desaparición forzada de personas se constituye
con todo acto por el cual una o varias personas son detenidas
y privadas de libertad de forma arbitraria e ilegal por el Estado
o sus agentes públicos o por particulares que actúan con su
consentimiento o apoyo, quienes posteriormente se niegan a
proporcionar información sobre el paradero de la víctima, no
procediendo ni a la investigación de oficio ni a la tramitación
de los recursos presentados por los familiares.
Teniendo en cuenta que la desaparición forzada se desenca-
dena generalmente a partir de una detención ilegal, es nece-
sario destacar que todos los textos internacionales de dere-
chos humanos proclaman el derecho a la libertad y seguridad
de las personas, la prohibición de la detención arbitraria y el
imperativo de que los motivos de la detención estén fijados
por ley. Toda persona arrestada o privada de libertad tiene
consagrados una serie de derechos, como son:
• derecho a que las autoridades se identifiquen en el
momento de la aprehensión o arresto
• derecho a ser informada, en el momento del arresto,
de los motivos del misma
• derecho a ser llevada inmediatamente ante una auto-
286| Una perspectiva de derechos humanos

ridad judicial competente


• derecho a un trato digno y a no ser sometido a torturas
o tratos crueles
• derecho a permanecer en centros de detención oficia-
les destinados a la reclusión de personas
• derecho a recurrir ante un tribunal a fin de que éste
decida, a la brevedad posible, sobre la legalidad de su
arresto y ordene su libertad si la privación de la misma
es ilegal
• derecho a acceder a un abogado o representante legal
• derecho a que la familia de la persona detenida o
quien ésta identifique sea informada sin demora del
arresto y del lugar donde se encuentra el detenido.
Nadie puede ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas
por ley y de acuerdo al procedimiento que ésta exige. Nadie puede
ser obligado a confesarse culpable o a declarar contra sí mismo.

La desaparición forzada tiene su primer antecedente directo


en la Segunda Guerra Mundial y aparece en la década de los
’70 en Latinoamérica como método de represión, debido a
que la clandestinidad del procedimiento y la ausencia del
cadáver facilitaban la impunidad de los ejecutores. El fenóme-
no de las desapariciones forzadas alcanzó niveles alarmantes
en casi la totalidad de los países de la región durante los ’70 y
‘80. Hoy siguen apareciendo los cuerpos de personas desapa-
recidas en fosas comunes que son desenterradas mediante el
procedimiento de exhumaciones y que ponen de manifiesto la
responsabilidad del Estado.
La desaparición forzada supone una violación múltiple y conti-
nuada de numerosos derechos. Los derechos violados múltiple
287| Policías y Ciudadanos
y continuadamente con esta inhumana práctica varían depen-
diendo del momento en que nos encontremos. Así, el secues-
tro o privación arbitraria de libertad viola el derecho a la liber-
tad y seguridad personal; el aislamiento prolongado e inco-
municación supone una forma de tratamiento cruel e in-
humano, los actos de tortura que frecuentemente son infligi-
dos a los secuestrados en interrogatorios o centros de deten-
ción clandestinos, constituyen un atentado a la integridad físi-
ca, psíquica y moral y a la prohibición de la tortura. Finalmen-
te, la desaparición forzada o involuntaria implica la ejecución
extrajudicial de la persona, violando su derecho a la vida, y la
desaparición del cadáver sin que se vuelva a tener rastro de su
paradero, lo cual niega incluso el ‘derecho a la muerte’.
Además, la desaparición forzada es un delito continuado y perma-
nente mientras no se establezca el destino o paradero de la persona
‘desaparecida’. Es precisamente este último aspecto el rasgo carac-
terístico y diferencial de la desaparición forzada como delito autó-
nomo. Hasta tanto la víctima permanezca en paradero desconocido,
a pesar de presumirse su ejecución, se considera persona desapare-
cida.

Cuando las fuerzas policiales o militares participan en las des-


apariciones forzadas, están violando continuadamente una
multitud de derechos, ya que dejan a la persona desaparecida
fuera de la ley y con ello privada de todos sus derechos.

Características de la desaparición forzada:


• Es una violación múltiple y continuada de numerosos
derechos.
• Es un delito continuado y permanente mientras no se
establezca el paradero o destino de la víctima.
• No existe ninguna circunstancia que justifique el delito
288| Una perspectiva de derechos humanos

de desaparición forzada, del mismo modo que no pue-


den invocarse circunstancias eximentes de la respon-
sabilidad, tales como la obediencia debida a órdenes
superiores de autoridad civil o militar.
• Es un delito que no prescribe (imprescriptible) y que no
permite indulto o amnistía para sus ejecutores.
• Es un crimen de lesa humanidad cuando se comete de
forma masiva o sistemática.
Aunque el delito de desaparición forzada no esté tipificado
como tal en la legislación penal de un país, los perpetradores
son responsables por la violación de los derechos arriba enun-
ciados y serán llevados a juicio y sancionados por detención
ilegal, por torturas y por asesinato, en su caso. La desaparición
forzada o involuntaria está prohibida por varios instrumentos
internacionales sobre derechos humanos que han sido crea-
dos específicamente para la protección de las personas por
este fenómeno que constituye una afrenta a la dignidad
humana124. Entre ellos destaca la Declaración sobre la Protec-
ción de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas
de las Naciones Unidas, y la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas. La desaparición forzada de
personas produce graves consecuencias psicológicas en los
familiares de la víctima, quienes a pesar de presumir la muer-
te, se resisten a aceptarla mientras no tienen acceso al cuerpo
que les permite asumir el duelo, lo cual los mantiene en un
estado de incertidumbre y ansiedad con daños traumáticos de

124
Son varios los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los cuales se ha
establecido la responsabilidad del Estado por esta práctica: los casos Velásquez Rodríguez y
Godínez Cruz contra Honduras, el caso Blake contra Guatemala o el caso Caballero Delgado y
Santana contra Colombia, son algunos de ellos.
289| Policías y Ciudadanos
los que difícilmente pueden recuperarse.

Debe recordarse una doble obligación que incumbe a los integrantes


de las instituciones de seguridad respecto de violaciones como las
desapariciones forzadas, la tortura o las ejecuciones extrajudiciales:

• impedir, detectar y suministrar información requerida


por el Poder Judicial relacionada con este tipo de
prácticas
• velar para que el personal de las instituciones armadas
de seguridad no cometan esos delitos

2. Responsabilidad penal internacional por crímenes


de lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra. La
Corte Penal Internacional
Como ya dijimos, la responsabilidad penal del individuo puede
exigirse a nivel interno, de acuerdo con las leyes nacionales e
instrumentos internacionales que forman parte del derecho
nacional. Pero además, dicha responsabilidad también puede
exigirse a nivel internacional por los crímenes o delitos más
graves de trascendencia internacional que son conductas lle-
vadas a cabo por individuos que, por su gravedad, suponen
una afrenta a la comunidad internacional entera.
Este principio de responsabilidad penal de los individuos en el
plano internacional fue consagrado en los juicios que protago-
nizaron el fin de la Segunda Guerra Mundial, los juicios cele-
brados en Núremberg y Tokio, en los cuales se estableció la
sanción y castigo de los sujetos responsables de cometer
crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra
la humanidad.
La instauración de los tribunales penales ad-hoc para el enjui-
ciamiento de crímenes cometidos en la antigua Yugoslavia y
290| Una perspectiva de derechos humanos

en Ruanda -Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia y el Tri-


bunal Penal para Ruanda-, supuso un avance en el proceso de
establecimiento de un tribunal internacional penal de carácter
permanente para el enjuiciamiento y castigo de los sujetos
responsables de estos crímenes tan atroces.
Finalmente, la CPI no tiene carácter retroactivo, por lo que
sólo puede ejercer su competencia respecto de crímenes co-
metidos a partir de su entrada en vigor.
Por otra parte, existe un principio, el llamado principio de ju-
risdicción universal125, que supone reconocer competencia a
los Estados para perseguir determinados delitos internaciona-
les, independientemente del lugar de comisión y de la nacio-
nalidad de los autores o de las víctimas. Este principio tiene su
razón de ser en la consideración de ciertas conductas como
atentatorias de los intereses de la comunidad internacional
entera, por lo que cualquier Estado puede ejercer su compe-
tencia en nombre de ésta.
El principio de universalidad de la jurisdicción ha sido tratado y
aplicado por los tribunales de varios países, si no ya para cas-
tigar penalmente, al menos para imponer el resarcimiento del
daño y denunciar públicamente las violaciones. Precedentes
importantes se sentaron con los casos Eichmann en Israel
(1962), Demjanjuk en Estados Unidos (1985), el caso Dupa-
quier en Francia (1998, y el caso Pinochet en España (1998)126

125
Configurado doctrinalmente por Hugo Grocio, la historia del principio se remonta al año
1600, invocado para la persecución de los delitos de piratería, extendiéndose a los crímenes
de guerra y crímenes contra la humanidad a partir del Estatuto y las sentencias del Tribunal
de Nuremberg.
126
Los autos del pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de 4 y 5 de noviembre
de 1998, referidos respectivamente al sumario 1/1998 del Juzgado Central de Instrucción n° 5
y al sumario 1/1998 del Juzgado Central de Instrucción n° 6, supusieron, por vez primera, la
291| Policías y Ciudadanos
Se consideran susceptibles de ser perseguidos con base en el
principio de justicia universal aquellas violaciones más graves
de derechos humanos o derecho internacional humanitario,
entre las que se incluye el genocidio, los crímenes contra la
humanidad y los crímenes de guerra. Por otro lado, la mayor
parte de los países han incorporado este principio en sus
Códigos Penales para perseguir a los perpetradores de delitos
como la tortura o los crímenes de guerra que se encuentren
en su territorio.
Entre los principios que rigen la responsabilidad penal indivi-
dual por delitos o crímenes internacionales, destacan:
• No se admite la obediencia debida a órdenes superio-
res como justificación del crimen.
• No es aplicable la excepción de los actos de Estado.
• Son delitos imprescriptibles.
• No permiten el indulto o amnistía.
• No permiten el asilo de los perpetradores.
• Obligan al Estado bajo cuya jurisdicción se encuentran
los presuntos responsables a procesarlos o extraditar-
los a otro Estado para que lo haga.
• Los sujetos responsables pueden ser llevados a juicio y
sancionados por cualquier otro Estado diferente del de
su nacionalidad, que pretenda su enjuiciamiento en
uso del principio de jurisdicción universal.

aplicación del principio de justicia universal por un Tribunal Español y la determinación del
alcance de cienos delitos internacionales como el genocidio, el terrorismo o la tortura.
292| Una perspectiva de derechos humanos

2.1. La Corte Penal Internacional


Hoy día asistimos a la consolidación de la exigencia de respon-
sabilidad penal del individuo con la recién creada Corte Penal
Internacional, que supone un hito en la lucha contra la impu-
nidad y el triunfo del derecho sobre la barbarie. El Estatuto de
la Corte Penal Internacional, en adelante CPI, fue adoptado en
Roma el 17 de julio de 1998 y cuenta, a la fecha de redacción
de este manual, con 139 firmas y 100 ratificaciones. La Corte
tiene sede en La Haya y su Estatuto entró en vigor el 1 de julio
de 2003.
La CPI es el primer tribunal internacional permanente para
investigar y sancionar a los individuos responsables de come-
ter las violaciones más graves a los derechos humanos y al
derecho internacional humanitario, a saber:
• crímenes de lesa humanidad
• genocidio
• crímenes de guerra
• crimen de agresión (su definición se ha dejado pen-
diente hasta la Conferencia de Revisión, siete arios
después de la entrada en vigor).
A diferencia de la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos, que resuelve sobre el cumplimiento de las obligaciones
de los Estados Partes en la Convención Americana de Dere-
chos Humanos, la Corte Penal Internacional establecerá la
responsabilidad penal individual; y, a diferencia de los Tribu-
nales Penales Internacionales para Ruanda y la Antigua Yugos-
lavia, creados por resolución del Consejo de Seguridad, la Cor-
te penal Internacional tendrá jurisdicción permanente y uni-
versal.
293| Policías y Ciudadanos

Los casos ante la CPI pueden ser remitidos:


• por un Estado parte
• por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
• por el Fiscal, cuando decide asumir una investigación
por iniciativa propia o a partir de información.
La CPI tiene competencia de carácter complementario frente a
las jurisdicciones penales nacionales, es decir, sólo actúa
cuando los Estados son incapaces o no tienen la voluntad de
investigar o juzgar tales crímenes.
La CPI puede ejercer su jurisdicción sobre hechos cometidos
por personas nacionales de alguno de los Estados parte en el
Estatuto o hechos cometidos en alguno de los Estados parte.
Es decir, la CPI tiene competencia para juzgar a una persona
acusada de alguno de los crímenes que examinaremos a con-
tinuación, aun cuando el Estado del cual la persona es nacio-
nal no sea parte en el Estatuto, siempre que el crimen se haya
cometido dentro de un Estado que sí es parte127.
El Estatuto de la CPI consagra el principio de responsabilidad
penal del individuo en su sentido estricto, pudiendo ser res-
ponsable de los crímenes de su competencia tanto quienes
actúen en nombre del Estado o con su consentimiento, como
los particulares ó grupos de particulares que no actúan por
cuenta del Estado. Puede ser sujeto responsable tanto quien
cometa el crimen, como quien lo ordene, proponga, induzca o

127
Precisamente, esta posibilidad ha llevado a EEUU a desarrollar una estrategia en contra de
este tribunal, que ha derivado en la suscripción de "acuerdos bilaterales de inmunidad" con
ciertos países. Con carácter general, la finalidad de estos acuerdos es procurar la inmunidad
por los hechos que eventualmente puedan cometer los y las nacionales estadounidenses que
se encuentran cumpliendo funciones en el marco de operaciones de paz o misiones de natu-
raleza militar en otros países.
294| Una perspectiva de derechos humanos

sea cómplice. En el ámbito militar y en lo que respecta a la


responsabilidad del mando, se establece la responsabilidad de
los jefes y otros superiores por los hechos cometidos por fuer-
zas bajo su control y mando cuando los superiores no adopten
las medidas necesarias para evitar la comisión de los delitos128.
Finalmente, la CPI no tiene carácter retroactivo, por lo que
sólo puede ejercer su competencia respecto de crímenes co-
metidos a partir de su entrada en vigor.

Los crímenes sobre los cuales la CPI puede ejercer su compe-


tencia son los siguientes:
• Crímenes contra la humanidad o de lesa humanidad
• Genocidio
• Crímenes de guerra

Los crímenes de lesa humanidad


Los crímenes de lesa humanidad son actos inhumanos llevados a ca-
bo como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una
población civil y con conocimiento de que dicho ataque obedece a un
plan o política de un gobierno u organización. Ello supone:

• Son actos que comportan la violación grave de dere-


chos humanos efectuada de manera generalizada o sis-
temática, es decir, dirigidos contra una multiplicidad
de víctimas como parte de un ataque generalizado o
con arreglo a un plan o política preconcebidos.
• Las víctimas forman parte de la población civil.

128
Artículo 28 del Estatuto de la CPI.
295| Policías y Ciudadanos
• Pueden cometerse tanto en tiempo de paz como en
tiempo de guerra o conflicto armado.
• Los sujetos responsables pueden ser, tanto agentes del
Estado o grupos de particulares que actúan con su
apoyo, como otros grupos disidentes que actúan al
margen del Estado.
Los crímenes de lesa humanidad son actos graves de violencia
que perjudican al ser humano, atacando lo que le es más
esencial: su vida, su libertad, su bienestar físico, su salud o su
dignidad. Lo que caracteriza esencialmente a los crímenes de
lesa humanidad es el concepto de la humanidad como víctima,
ya que se trata de actos inhumanos que, por su generalización
y su gravedad exceden los límites tolerables de la comunidad
internacional que debe necesariamente exigir su castigo129.
En cuanto al carácter masivo o sistemático de los crímenes de
lesa humanidad, el adjetivo generalizado supone una acción a
‘gran escala’, la comisión múltiple de los actos en contra de
una población civil, mientras que el adjetivo sistemático hace
referencia a actos que se producen con un cierto grado de
organización y patrón. Esta característica supone la no consi-
deración de crimen de lesa humanidad de las violaciones es-
porádicas o aisladas de derechos humanos.
Uno de los avances del Estatuto de la Corte Penal Internacio-
nal se refiere a los sujetos responsables. Los autores de críme-
nes contra la humanidad o de lesa humanidad, crímenes de
guerra o genocidio pueden ser tanto agentes del Estado o par-
ticulares que actúen con su consentimiento como organiza-
ciones o grupos que actúan al margen del Estado, resultando

129
Tribunal Internacional para la antigua Yugoslavia, caso Erdemovic. Decisión del 29 de
noviembre de 1996, Doc. IT 96-22-T de las Naciones Unidas.
296| Una perspectiva de derechos humanos

punibles, por ejemplo, los actos de grupos disidentes.


El Estatuto de la Corte Penal Internacional enumera un total
de diez supuestos como crímenes de lesa humanidad y deja
abierta la posibilidad de que otros actos puedan ser calificados
como tales cuando revistan la gravedad y características. Estos
son:
a) asesinato
b) exterminio
c) esclavitud
d) deportación o traslado forzoso de población
e) encarcelación u otra privación grave de la libertad física en
violación de normas fundamentales de derecho internacio-
nal
f) tortura
g) violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo
forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de
gravedad comparable
h) persecución de un grupo o colectividad con identidad pro-
pia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étni-
cos, culturales, religiosos
i) desaparición forzada de personas
j) el crimen de apartheid
k) otros actos inhumanos de carácter similar que causen in-
tencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemen-
te contra la integridad física o la salud mental o física

Genocidio
Se entiende por genocidio cualquiera de los actos siguientes,
cometido con la intención de destruir, total o parcialmente, a
un grupo nacional, étnico, racial o religioso:
297| Policías y Ciudadanos
• matanza de miembros del grupo
• lesión grave a la integridad física o mental de los
miembros del grupo
• sometimiento intencional del grupo a condiciones de
existencia que hayan de ocasionar su destrucción físi-
ca, total o parcialmente
• medidas destinadas a impedir los nacimientos en el
seno del grupo
• traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Esta definición fue establecida en 1948 en la Convención para


la Represión y Sanción del Crimen de Genocidio, adoptada en
el ámbito de la ONU y se ha mantenido como tal en el Estatu-
to de la Corte Penal Internacional.
Como se desprende de la definición anterior, el genocidio es
un delito que exige la intención de destruir el grupo, ya sea de
manera total o parcialmente. En algunas oportunidades, es la
falta de intención el argumento esgrimido por los Estados para
negar la comisión de los actos genocidas. Aunque en ocasio-
nes resulta difícil probar tal intención, la misma puede ser
descubierta a través de los hechos objetivos, deduciéndose la
destrucción física de miembros del grupo protegido o de la
gravedad de las violaciones y atrocidades cometidas contra el
mismo. Así lo ha establecido la jurisprudencia de los tribuna-
les penales internacionales, que ha destacado que existen
factores que permiten inferir la intención genocida, tales co-
mo ‘la escala de las atrocidades cometidas, su naturaleza ge-
neral en una región o país, o el hecho de atacar deliberada y
sistemáticamente a las víctimas en razón de su pertenencia a
298| Una perspectiva de derechos humanos

un grupo particular’130.
En cuanto a los grupos protegidos por la definición, estos son
sólo los nacionales, étnicos, raciales o religiosos. La destruc-
ción de un grupo político de acuerdo a esta definición consti-
tuirá, entonces, crimen de lesa humanidad o crimen de gue-
rra, en su caso.
El genocidio como tal implica, a su vez, la violación de otros
derechos distintos a la vida, tales como la integridad personal,
la igualdad, no discriminación, libre desarrollo de la personali-
dad, derechos de los niños y niñas, derechos de las minorías
étnicas, religiosas y raciales.

Los crímenes de guerra


Los crímenes de guerra se cometen en el marco de los conflic-
tos armados internos o internacionales a los que es aplicable
el derecho internacional humanitario. Por ello nos limitamos a
presentar aquí una definición y algunos de los actos que cons-
tituyen crímenes de guerra.
Los crímenes de guerra son las violaciones graves a las normas
y usos de la guerra. La Corte Penal Internacional tiene compe-
tencia respecto de los crímenes de guerra, cuando éstos se
cometan como parte de un plan o política o como parte de la
comisión en gran escala de tales crímenes.

La noción de crímenes de guerra engloba cuatro categorías de


actos:

130
Tribunal Penal Internacional para Ruanda, The Prosecutor v. Jean-Paul Mayesu, sentencia
de 2 de septiembre de 1998, asunto ICTR- 96-4-T, párr. 523.
299| Policías y Ciudadanos
1. Infracciones graves a las Convenios de Ginebra de 12
de agosto de 1949.
2. Otras violaciones graves de las leyes y usos aplicables a
los conflictos armados internacionales. El Estatuto de
la Corte Penal Internacional incluye una lista de vein-
tiséis conductas prohibidas, tales como:
• atacar a la población civil en cuanto tal o a personas ci-
viles que no participen directamente en las hostilida-
des
• atacar bienes civiles, es decir, bienes que no son, obje-
tivos militares
• causar la muerte o lesiones a un enemigo que haya
depuesto las armas;
• declarar abolidos, suspendidos o inadmisibles ante un
tribunal los derechos y acciones de los nacionales de la
parte enemiga.

3. Otras violaciones graves del artículo 3° común a los


cuatro Convenios de Ginebra de 1949, relativo a los
conflictos armados de índole no internacional. Prohíbe
los actos cometidos contra personas que no participen
directamente en las hostilidades tales como:
• los actos de violencia contra la vida y la persona, en
particular el homicidio en todas sus formas, las mutila-
ciones, los tratos crueles y la tortura;
• los ultrajes contra la dignidad personal, en particular
los tratos humillantes y degradantes;
• la toma de rehenes;
• la negativa a brindar garantías judiciales ‘reconocidas
300| Una perspectiva de derechos humanos

como indispensables’.

4. Otras violaciones graves de las leyes y los usos aplica-


bles en los conflictos aneados que no sean de carácter
internacional. Se aplica, por tanto, a las situaciones de
conflicto armado prolongado entre las autoridades gu-
bernamentales y grupos amados organizados, o entre
tales grupos.
En cuanto a los sujetos responsables, se establece la respon-
sabilidad de los autores directos de estas infracciones graves y
la de sus superiores. Por tanto, los autores pueden ser tanto
los y las civiles como los y las combatientes, independiente-
mente de que sean miembros de fuerzas oficiales o no oficia-
les.
301| Policías y Ciudadanos

Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo IX


1) La ‘Brigada de apoyo a la Democracia’, es una organización
civil sin personería inscrita, que trabaja en apoyo del Ejército
del Estado de Waspuria respecto al combate del terrorismo,
para lo cual brinda capacitación al Ejército por medio de talle-
res y programas de educación. Utiliza como eje transversal en
sus cursos la responsabilidad internacional de los grupos pa-
ramilitares y grupos guerrilleros por violación a los derechos
humanos de la población civil y la responsabilidad penal inter-
nacional por delitos contra la humanidad y crímenes de gue-
rra.
A usted se le contrata una consultoría externa para que evalúe
los objetivos de esos cursos, para lo cual, deberá hacer valora-
ciones sustantivas sobre la viabilidad o no del eje transversal
utilizado. Para esos fines, deberá tomar en cuenta los siguien-
tes temas, entre otros de su mejor consideración:
a) ¿Se puede establecer responsabilidad internacional de
grupos armados irregulares por violación de derechos
humanos?
b) ¿Solamente los Estados violan los derechos humanos?
c) Explique las diferencias entre la responsabilidad por
violaciones de derechos humanos en general y la res-
ponsabilidad penal internacional por delitos contra los
derechos humanos.
d) ¿Responde el Estado por las violaciones a los derechos
humanos cometidas por grupos armados irregulares?
¿En qué circunstancias podría eximírsele de responsa-
bilidad, si se pudiera?
e) ¿Cómo se contempla el concepto de ‘obediencia debi-
da’ en el Estatuto de Roma?
302| Una perspectiva de derechos humanos

2) Debido a los disturbios masivos ocurridos en la Manifesta-


ción por la Paz del 5 de julio pasado, organizada por el Bloque
Nacional de ONG's de la República de Romova, el Presidente
de dicho país decretó estado de excepción de los derechos de
libre circulación, libertad personal, propiedad privada y co-
rrespondencia privada y las garantías de amparo y hábeas
corpus en relación con esos derechos. Esta decisión se notificó
al Secretario General de la OEA indicando que sería solamente
en la región de Cuyamarca, que fue donde ocurrieron los dis-
turbios y por un lapso máximo de seis meses.

Dentro de los hechos más sobresalientes resaltan los siguien-


tes:
• Debido a que los cuerpos policiales que salieron a or-
denar y resguardar la seguridad de todas las personas
como resultado de la manifestación fueron insuficien-
tes se solicitó a la división del Ejército de Cuyamarca
que saliera de sus cuarteles para apoyar a la Policía
Nacional, para lo cual, los jerarcas de ambas institucio-
nes formaron un cuerpo conjunto para la toma de de-
cisiones.
• El Ministro del Interior reconoció públicamente que
hubo algunos actos de abuso de poder de la Policía Na-
cional y de los Militares, pero que ello fue en función
de mostrar debido respeto a la desproporción entre el
número de manifestantes y los agentes del orden que
había a disposición.
• Los organizadores de la Manifestación notificaron al
Ministerio de Gobernación, de conformidad con la
303| Policías y Ciudadanos
Constitución Política. sobre la actividad que habían or-
ganizado, solo que indicaron una proporción menor de
manifestantes a la que se presentó al momento de la
actividad.

• El Coronel Buendía, de intachable trayectoria militar,


hizo manifestaciones públicas en contra de la forma
improvisada en que se organizó la restauración del or-
den. Una semana después, en un proceso considerado
ejemplar por el Ejército, por la rápida y eficiente inves-
tigación, el Coronel Buendía fue sancionado disciplina-
riamente por el Fuero Militar debido a que no utilizó
los canales de comunicación apropiados para las mani-
festaciones públicas que, en opinión de ese Tribunal,
afectaron el honor de las Fuerzas Armadas. Además, se
le establecieron varias causas pendientes por acoso
sexual -prescritas penalmente-, las cuales fueron publi-
cadas por todos los diarios de mayor circulación nacio-
nal.
• El Canal 4 de televisión captó escenas claras donde dos
manifestantes agredieron a dos policías antimotines
con piedras que impactaron en sus rostros. Esto suce-
dió cuando los manifestantes eran emplazados a subir
en un vehículo policial.
• El cabo Roberto Díaz, quien fue acusado de torturar a S
manifestantes cuando se encontraban en detención
administrativa mientras eran interrogados por miem-
bros de la Policía y del Ejército, invocó que sólo cumpl-
ía órdenes superiores que logró demostrar y que, por
lo tanto, se le debía de eximir de responsabilidad disci-
plinaria y penal. Alegó que la acusación de violación
304| Una perspectiva de derechos humanos

contra una manifestante por haber hecho una requisa


utilizando un trozo de madera que apenas tocó órga-
nos genitales no tenía la connotación de violación que
han desarrollado los tribunales penales internacionales
vigentes131.
a) Establezca las diferencias, alcances, modos de actua-
ción y procedimiento de la función policial y función
militar.
b) Analice la responsabilidad del Estado por delitos come-
tidos por sus agentes en relación con la responsabili-
dad penal de esos agentes.
c) A la luz del presente caso, analice el debido proceso le-
gal y protección de derechos humanos de miembros de
la Policía y del Ejército.

131
En este punto, el abogado defensor se refirió al caso Akayesu de la Corte Penal Interna-
cional de Ruanda en que se resolvió que la violación, en casos de delitos penales internaciona-
les, no es la definición comúnmente aceptada en el Derecho Internacional (relaciones sexua-
les no consensuadas), sino que se pueden incluir otras variaciones de violación como la inser-
ción de objetos o el uso de orificios corporales no considerado intrínsecamente sexual.
305| Policías y Ciudadanos

CAPÍTULO X
LA DOCTRINA DE LAS INSTIUCIONES ARMADAS
EN EL ESTADO DEMOCRATICO DE DERECHO.
RELACIONES ENTRE CIVILES Y PERSONAL MI-
LITARIZADO132

Objetivo: Conceptualizar principales ideas sobre el funcionamiento policial


y definición de parámetros de las relaciones civiles – policiales bajo los
principios democráticos y en un marco integral de respeto al Estado de
Derecho y a los Derechos Humanos.

1. Estados de excepción
Los estados de excepción son instituciones de naturaleza temporal o
provisional, destinadas a superar crisis extraordinarias y a garantizar
el retorno de la normalidad constitucional.

En el marco de la vida constitucional de un Estado, pueden


surgir situaciones especiales, excepcionales, que pueden po-
ner en peligro el orden público y la seguridad de las personas y
del mismo Estado. Son circunstancias provocadas por conflic-
tos amados, desórdenes civiles o desastres naturales, las cua-
les requieren, de parte del Estado, una atención especial para
restaurar el orden o la normalidad, donde resulta necesario
‘suspender’, de manera temporal, algunos derechos humanos
de las personas, pero solo por el tiempo necesario para resti-
tuir la situación a su cauce normal.
Por ejemplo, se puede limitar la libre circulación de las perso-

132
El presente capítulo se desarrolló a partir de modificaciones del texto del Manual de
Derechos Humanos para las Fuerzas Armadas, confeccionado por el Instituto Interamericano
de Derechos Humanos. Ver cita bibliográfica al final.
306| Una perspectiva de derechos humanos

nas a determinadas horas, o por algunos lugares; ó el derecho


a la propiedad debe ceder para que cuerpos de emergencia
rescaten a personas afectadas por desastres naturales, etc. No
obstante, esas limitaciones no pueden ser permanentes y no
incluyen a algunos derechos humanos que no se pueden sus-
pender, como el derecho a la vida y las garantías constitucio-
nales para asegurar la libertad, como el recurso de hábeas
corpus.
Aún así, debe haber por parte de las autoridades del poder
ejecutivo, un análisis de todas esas circunstancias para justifi-
car la creación de un estado de excepción temporal, lo cual
incluye los siguientes aspectos:
• Suponen la existencia de una situación de peligro real
o inminente, que afecta gravemente los derechos
humanos de la colectividad y el funcionamiento normal
de las instituciones democráticas. Los estados de ex-
cepción existen jurídicamente ante la necesidad ex-
trema de garantizar el retomo de la normalidad consti-
tucional.
• Constituyen un mecanismo de respuesta última del Es-
tado frente a hechos graves e insuperables por las vías
legales normales
• Son instituciones de efectos jurídicos temporales que
funcionan como una defensa y garantía de la Constitu-
ción, del Estado de Derecho, de las instituciones de-
mocráticas y de los derechos fundamentales de la co-
lectividad.
• Deben estar previstos en la legislación interna, espe-
cialmente en la Constitución.
• Están legitimados en el marco del Estado Democrático
307| Policías y Ciudadanos
de Derecho, ya que sólo en él quedan sujetos a ciertos
principios jurídicos y a controles jurídicos y políticos
que garantizan el adecuado uso de las facultades ex-
cepcionales, y permiten deducir las responsabilidades
legales por los actos del Estado frente a los particula-
res.

1.1.Características de los estados de excepción


Los estados de excepción son de carácter temporal o provisional, y
suponen el ejercicio de poderes extraordinarios controlados y limita-
dos por la ley.

• Son de carácter temporal o provisional. Nunca pueden


estar destinados a regir por tiempo indefinido, ni mu-
cho menos de manera permanente.
• Los poderes o facultades extraordinarias no pueden
ejercerse de manera absoluta y arbitraria. Su ejercicio
es restrictivo.
• Tienen límites determinados por el derecho interno e
internacional.
• Son capaces de producir una grave alteración en el
funcionamiento de las instituciones del Estado y en el
ejercicio normal de los derechos, libertades y garantías
fundamentales.
• Producen efectos en todo o parte del territorio de los
Estados.

1.2. Legitimación de los estados de excepción


Los estados de excepción están legitimados por la necesidad de ga-
rantizar el retorno a la normalidad constitucional.

Los estados de excepción están legitimados en un Estado De-


mocrático de Derecho por las siguientes razones fundamenta-
308| Una perspectiva de derechos humanos

les: el restablecimiento de la normalidad constitucional; la


salvaguarda de las instituciones democráticas; el restableci-
miento del orden público alterado; la protección de los dere-
chos fundamentales de la colectividad; y la defensa del Estado
de Derecho y de la democracia.

1.3. Derechos y garantías no susceptibles de suspen-


sión o limitación por el Estado
Los Estados deben respetar, en toda circunstancia de tiempo y lugar,
un núcleo de derechos inderogables, intangibles y no susceptibles de
suspensión o afectación.

Los estados de excepción no son absolutos, hay una serie de


derechos humanos que, a pesar de la extrema gravedad y ur-
gencia, no pueden ser objeto de suspensión, ni siquiera tem-
poral. Es lo que se conoce como el ‘núcleo duro’ de los dere-
chos humanos, el cual es determinado en cada Constitución
Política. No obstante, independientemente de lo que cada
ordenamiento jurídico disponga, la Convención Americana
sobre Derechos Humanos dispone de un conjunto de derechos
humanos que cada Estado debe incluir dentro de esas excep-
ciones.
No se autoriza la suspensión de los siguientes derechos: derecho al
reconocimiento de la personalidad jurídica, derecho a la vida, Dere-
cho a la integridad personal, prohibición de la esclavitud y servidum-
bre, principio de legalidad y prohibición de retroactividad de la ley, li-
bertad de conciencia y religión, protección a la familia, derecho al
nombre, derechos del niño, derecho a la nacionalidad y derechos
políticos (Artículo 27 Convención Americana sobre Derechos Ruma-
nos).

De manera complementaria, tampoco pueden ser suspendidas


en situaciones de emergencia o estados de excepción, las ga-
rantías judiciales indispensables para la protección de los de-
309| Policías y Ciudadanos
rechos; los que son el recurso genérico de amparo o tutela
constitucional y el específico de hábeas corpus.

1.4. Controles en las situaciones de excepción


El uso de los poderes extraordinarios y la implementación de medi-
das excepcionales, están sujetos a controles judiciales y políticos, in-
ternos e internacionales.

Los estados de excepción están sujetos a los siguientes contro-


les:
• Control jurisdiccional ejercido a posteriori por los tribunales
nacionales, ya sea a través de la justicia constitucional (incons-
titucionalidad de las leyes de excepción, amparo o hábeas
corpus); o de la jurisdicción ordinaria (proceso penal).
• Control y supervisión de instancias no jurisdiccionales (Ej.
Defensorías del Pueblo; Procuradurías de Derechos Humanos;
Comisiones Nacionales de Derechos Humanos, etc.).
• Control y supervisión de las instancias intemacionales de
protección de los derechos humanos. (Ej. Comité de Derechos
Humanos de la ONU; Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y Corte Interamericana de Derechos Humanos de la
OEA; Relator Especial sobre la Tortura de la ONU; Relator Es-
pecial sobre las Ejecuciones Extralegales, Sumarias o Arbitra-
rias de la ONU).
• Control político -a priori y a posteriori- de los parlamentos o
Asambleas Legislativas.

2.- El rol de las instituciones de seguridad


en un Estado Democrático de Derecho.
En un Estado moderno y democrático el monopolio de la fuerza legí-
tima ha sido confiado de manera exclusiva a unas instituciones profe-
310| Una perspectiva de derechos humanos

sionalizadas y entrenadas con esos fines, las que deben ejercer su


poder de acuerdo a reglas. Como contrapartida, ellas deben poseer
características y valores que en el mundo jurídico se tipifican gene-
ralmente como: obediencia, no deliberancia, profesionalidad, jerar-
quización y disciplina. Deben ser también trasparentes en sus funcio-
nes.

En un Estado moderno y democrático el comportamiento de


las instituciones armadas y su doctrina militarizada tienen en
la no deliberación y la obediencia los elementos constitutivos
de la relación entre el poder de las mismas y el poder civil.
Esta relación esta normalmente contenida en la Constitución
Política del Estado, leyes y reglamentos vigentes, así como en
los tratados internacionales de derechos humanos, es decir
implica un principio de legalidad estricta.
La observancia de las obligaciones en el desempeño de las
funciones profesionales debe ser estricta, hasta el punto de
dejarla a salvo de interpretaciones ambiguas, pues provee un
bien fundamental para la democracia: la certeza de las rela-
ciones entre el poder civil y las instituciones armadas.
De ahí deriva la necesidad que junto a la Constitución Política
y las leyes orgánicas de las instituciones armadas, como la
Policía y el ejército, el resto de las normas que les son aplica-
bles estén consolidadas y puedan ser conocidas fácil y trans-
parentemente por toda la población; que no existan leyes se-
cretas ni ámbitos oscuros o discrecionales.
La obediencia, no deliberancia, profesionalidad, jerarquización
y disciplina, además de ser normas jurídicas en las institucio-
nes militarizadas, son valores y principios que ordenan la con-
ducta de sus miembros y el desarrollo de toda su actividad.
Forman parte sustantiva de su código ético.
Como valores permanentes de toda su actuación, deben refle-
311| Policías y Ciudadanos
jarse no sólo en la legalidad del funcionamiento institucional
sino, también, en los modos culturales de su conducta, pues
son esencialmente cultura además de legalidad.

Control legislativo
En una democracia todas las instituciones armadas dependen del Po-
der Civil y sus acciones están sujetas al control del poder ejecutivo,
legislativo, y judicial; instituciones donde reside la soberanía popular.

Para una adecuada relación entre las instituciones armadas y


los organismos de poder constitucional resulta imprescindible
la existencia de intercambios permanentes de información y
trabajo. Su existencia permite consultas, análisis y debates
que, bajo principios de confidencialidad o reserva, facilitan la
sincronización entre los instrumentos políticos y los policiales -
militares de un Estado, en una atmósfera fluida y normal.
La confidencialidad o reserva de los temas, que es fuente de
desconfianza entre civiles y militares, debe quedar circunscrita
a cosas realmente importantes. Hoy en día muy pocas cosas
son secretas, por lo que se debe evitar que ese principio in-
hiba el control y la fiscalización que deben realizar los poderes
del Estado civil en esta materia. De ahí que la aplicación del
secreto y la reserva deba tener grados razonables de ejercicio,
entendiendo que lo militar corresponde a un ámbito de políti-
ca pública donde la prudencia y el apego a los principios resul-
ta esencial.

Verdad
La verdad es una obligación de honor de los actores militarizados
respecto de las instituciones y autoridades civiles. Quien falta a la
verdad ofende a la Patria, a la institución militar y a sí mismo.

Este es un elemento central del comportamiento de los orga-


nismos armados que hacen uso legítimo de la fuerza estatal en
312| Una perspectiva de derechos humanos

un sistema democrático.
La sagacidad y la astucia o el engaño táctico, son parte de las
técnicas militarizadas y son valorados positivamente cuando
se usan con éxito solamente frente al enemigo. Por el contra-
rio, su uso en las relaciones con el poder civil conlleva una
infracción grave de sus obligaciones morales, pues socavan las
bases institucionales y la confianza del Estado que han jurado
servir.

El honor como mediador entre el militar y la sociedad


El honor está definido en los reglamentos disciplinarios de las institu-
ciones militarizadas como un sentimiento y un deber que impulsan al
estricto cumplimiento de todas las obligaciones por parte de sus in-
tegrantes. Es un sentimiento que se manifiesta en modos y conductas
explícitamente sometidas al juicio de los otros.

El honor, principio fundamental del personal en instituciones


de seguridad, es un mediador entre sus aspiraciones indivi-
duales y el juicio o reconocimiento que recibe de la sociedad.
Puede considerarse como el reflejo de los valores del grupo
con el que la persona se identifica pues expresa una valora-
ción de sí mismo en idénticos términos que se emplean para
valorar a los demás.
Además de ser un valor esencial para articular al grupo, el
honor del policía es un honor moral, es un estado de ausencia
de auto reproche, derivado del íntimo convencimiento de la
virtud profesional. Por lo tanto, no es una apariencia sino una
realidad, y se refiere fundamentalmente al comportamiento
en sí y no sólo al juicio de los otros.
El honor de los policías es colectivo, y participan de él todos
313| Policías y Ciudadanos
los que comparten el trabajo policial. Como obligación recae
en cada uno de los miembros del grupo y se simboliza en
aquellos elementos que los miembros del grupo portan, como
banderas, emblemas, escudos de armas o uniformes, a través
de los cuales se reconocen entre sí.
El honor se relaciona de una manera muy estrecha con la for-
ma como una organización militarizada construye y estructura
su carácter para el uso de la fuerza. Cómo la articula y la so-
mete a las reglas para su empleo. El carácter en el uso de la
fuerza es una expresión cultural, una fortaleza que forma par-
te del ser institucional.
Ello tiene una estrecha relación con los elementos normativos,
es decir con la legalidad de su uso, que es la primera de las
reglas a respetar.
El valor de la contención, es decir la capacidad de abstenerse
al máximo en el uso de la fuerza o usarla de una manera re-
flexiva y austera no es un problema de legalidad sino de cultu-
ra. Y es determinante en la capacidad de una institución que
educa a sus miembros en el uso de la fuerza para conectarse y
armonizar con otros intereses sociales, entre ellos la defensa
de los derechos humanos, sin perder el centro de su quehacer
profesional.

Obediencia, obediencia debida y obediencia forzada


En un Estado democrático, bajo ninguna circunstancia las ins-
tituciones en las que el Estado ha delegado el uso legítimo de
su fuerza pueden auto asignarse roles diferentes de los seña-
lados en su estatuto profesional o aquellos que legítimamente
les encomiende el poder civil.
El profesionalismo implica actuar siguiendo una pauta de con-
314| Una perspectiva de derechos humanos

ducta profesional. Sobre todo en las altas jerarquías, las que


están investidas del uso supremo de la simbología militar y del
mando.
Incluso en tiempos de guerra o de convulsiones sociales inter-
nas cuando priman situaciones de excepción, cuando la mira-
da militarizada se vuelve predominante sobre todo el orden
social, existen reglas muy estrictas acerca de las obligaciones
en que se encuentra el poder de las instituciones de seguridad
frente al Poder Civil.
He aquí algunos principios que siempre deben tener presen-
tes:
• Las instituciones armadas son parte de la administración
pública y las peticiones a los líderes políticos deben seguir los
conductos regulares. El derecho de petición debe ser ejerci-
do -como toda acción de los mandos superiores- con pru-
dencia, respeto, reflexividad y estricto apego a la legalidad.
• Las instituciones de seguridad militarizadas deben aconsejar
a los líderes políticos a través de las instancias establecidas,
sobre las implicaciones militares de las líneas de acción que
se propone en el país, y mantener una planificación actuali-
zada a fin de enfrentar posibles contingencias militares o de
seguridad interna. Del mismo modo, deben reflejar de mane-
ra adecuada al interior de sus instituciones, las decisiones
adoptadas por el poder político.
Bajo ninguna circunstancia las instituciones estatales militari-
zadas pueden hacer uso indebido del poder derivado de su
situación profesional para presionar la voluntad de las institu-
ciones políticas respecto de algún hecho o circunstancia que
no les gustare. Hacerlo, incluso en su manera más subliminal
implica incurrir en un acto de violencia, lo que es abiertamente
315| Policías y Ciudadanos
ilegal. En general la demostración de fuerza por parte de los
organismos que detentan el uso legítimo de la fuerza física del
Estado, es percibida negativamente por la ciudadanía y el po-
der civil. Es ilegítima porque persigue una modificación dañosa
de la voluntad de quien la recibe. La violencia demostrativa es
ilegal y está sujeta a los mismos criterios de responsabilidad
para su juzgamiento que un ejercicio práctico y real de ella.
La obediencia tiene relación directa con la profesionalización y
es fundamental para evaluar la conducta de las instituciones
armadas y de seguridad con relación al poder civil.
Es definida como la que se presta sin reclamar los motivos y
razones del que manda. La obediencia debida es la que se rin-
de al superior jerárquico y que eximiría, en principio, de res-
ponsabilidad a los subalternos.
Un instrumento básico para objetivar el tema de la obediencia
es siempre el Reglamento de Disciplina de las instituciones
armadas. En él están contenidos de manera explícita tanto las
nomas como valores que dan cuerpo a esta obligación.
Lo que no está en los reglamentos de disciplina es el talante
cultural del uso de la fuerza. Es decir el cómo se actúa, cuál es
el acento que, tanto la institución como el individuo, ponen en
sus actuaciones profesionales. Esa se infiere del aprecio que
las instituciones con uso legítimo de la fuerza reciben de la
opinión de sus ciudadanos y son la fuente última de su legiti-
midad social.
Estos principios y obligaciones se destacan de manera prácti-
camente idéntica en todos los manuales de instrucción y re-
glamentos de disciplina, especialmente en los manuales o re-
glamentos destinados a instructivos de operaciones.
316| Una perspectiva de derechos humanos

La obediencia forzada
Recientemente se ha enunciado la tesis de la obediencia for-
zada frente a violaciones de derechos humanos. Ella seria la
obediencia debida por jerarquía y por amenaza, cuando el
contenido inmoral de una orden es observado al superior que
manda pero debe cumplirse pues no existe otra salida, ya que
si no se obedece se arriesga la propia vida.
La aceptación, de esta tesis, que busca reconocer la no culpa-
bilidad individual en determinadas circunstancias, muy similar
al miedo irresistible, requiere, para ser aplicable, que se reco-
nozca que existe, al momento de la infracción, un estado insti-
tucional de comisión de delitos, (el que obliga no es un oficial
superior sino la institución) del cual responde todo el alto
mando. Es decir, sólo existe una traslación de responsabilidad
a todo el mando superior. Ello porque el monopolio del uso de
la fuerza que tiene el Estado, cuyo ejercicio se confía a las ins-
tituciones armadas, forma parte de la personalidad moral del
Estado y no puede ser usado de manera ilegítima.
Las estructuras militares operan como cuerpos y se sostienen en la
solidaridad y responsabilidad del grupo. Por lo tanto, la obediencia
forzada solo es una variación de la obediencia debida y no una causal
de inimputabilidad por crímenes cometidos bajo un miedo o temor
irresistibles.

No deliberación
Deliberar es ‘examinar y discutir oralmente un asunto y resolver
después de una discusión’. Es ‘considerar atentamente el pro y el
contra de los problemas de una decisión, antes de adoptarla y resol-
ver una situación con premeditación’.

La no deliberación militar como obligación en todos los siste-


317| Policías y Ciudadanos
mas políticos democráticos es la no deliberación política. Es
decir, el examen o discusión y la resolución sobre un asunto
que está fuera de la competencia técnica de los institutos mili-
tares; es opinar o resolver sobre una cosa que corresponde de
manera exclusiva al poder político o a otro poder del Estado.
Refuerza esta idea el hecho de que normalmente así se dispo-
ne en los reglamentos de disciplina de las instituciones arma-
das y en las circulares de los altos mandos. El personal de es-
tas instituciones no debe mezclarse en política y se le prohíbe
pertenecer a asociaciones de carácter político y concurrir a
actos de esta índole. Es ejemplificadora la decisión que el Ge-
neral Pratz del ejército chileno tomó antes de la última dicta-
dura militar en ese país133.
En la institución militar existen ámbitos muy definidos para
elaborar las peticiones y circuitos regulares para hacer recla-
mos. Es de la esencia de una institución jerarquizada la exis-
tencia de esos circuitos regulares. Se entiende por tal la serie
de autoridades directas, jerárquicamente escalonadas, que
forman el camino normal que deben seguir los reclamos. La
existencia de estos circuitos regulares para el reclamo interno
da forma y cierra el círculo respecto de los principios ordena-
dores en el funcionamiento de las instituciones armadas.

133
Durante el Gobierno de la Unidad Popular en Chile, el General Carlos Prats, Comandante
en Jefe del Ejército emitió una circular con fecha 19 de enero de 1972, en la cual sostuvo: "En
el actual estado, el Ejército respeta la norma del control civil del poder militar. No compete al
Ejército calificar en las situaciones conflictivas que surjan en el libre juego de una democracia
constitucional. Se rechaza todo conato de intromisión política en las filas de la institución. Por
tanto, tampoco se delibera ni se pronuncia en los asuntos de la política contingente. La uni-
dad de la cohesión del Ejército es vital para la supervivencia y es factor fundamental en el
ejercicio invariable del profesionalismo apolítico.
318| Una perspectiva de derechos humanos

Jerarquía y liderazgo en la profesión


en instituciones armadas
Siendo una profesión orientada a la acción, las consideracio-
nes sobre los aspectos operativos de la profesión del personal
armado resultan fundamentales, no solamente en las conside-
raciones de su eficiencia material sino también en aquellas
que tienen significación ética.
Para una parte importante del pensamiento militarizado vi-
gente, la estrategia y la táctica agotan todas las dimensiones
de las situaciones de enfrentamientos armados, subsumiendo
en estos últimos los aspectos operacionales. Este es un pro-
blema porque el arte operacional es solo un eslabón entre
estrategia y táctica que pone al personal armado en contacto
con una dimensión muy profunda de su profesión. Ello es muy
importante hoy día en que cada vez se requiere mayor aten-
ción al desarrollo de operaciones conjuntas.
Qué hacer y cómo hacerlo es la esencia del arte de mandar en
las instituciones armadas modernas. En una acción de fuerza
armada siempre pueden existir operaciones tácticas alternati-
vas, con distintos costos de personal y medios, y con distintos
impactos sobre el entorno de los beligerantes. Esto último es
esencial porque en los actuales escenarios, sobre todo aque-
llos derivados de las llamadas amenazas asimétricas, siempre
hay personas sometidas a los impactos de los contendientes.
Es inmoral una táctica que aprovecha la presencia de civiles y
prepara sus movimientos aprovechando en beneficio propio
ese hecho, o una que utiliza un exceso de medios para incapa-
citar a su adversario, impide la rendición, o aplica castigo a
adversarios indefensos o los extermina.
319| Policías y Ciudadanos
El uso de armas en los enfrentamientos no ocurre en el terreno de la
neutralidad moral. Por el contrario, la manera de su uso expresa op-
ciones morales, pues implican la vida propia y la de muchas otras
personas. Por lo tanto, mandar es un arte que va más allá de la posi-
ción y la legalidad. Es hacerlo también de una determinada manera,
con creatividad y, al mismo tiempo, con apego a ciertas reglas, de
una manera que es valorada y seguida por el grupo. Cuando el man-
do se ejerce de esa forma es también liderazgo.
De ahí que un mando que piense cómo hacer las cosas, que pone el
acento en la forma operacional de la profesión, cuidando el segui-
miento de las pautas éticas que caracterizan la profesión, jamás
transformará a las instituciones armadas en un instrumento de viola-
ción de los derechos humanos.

Las relaciones civiles - militares


Cuando hablamos de ‘militares’ referimos aquí al modelo mili-
tarizado de comportamiento, educación, y visión de sí mismos
y de los otros ‘no militares’ que caracteriza a todas las institu-
ciones armadas. Durante los años setenta las policías argenti-
nas fueron subordinadas directamente al poder militar de la
última dictadura militar, situación que ha devenido en una
fuerte conformación de las mismas en base al modelo militari-
zado de la estructura del ejército.
Uno de los temas recurrentes durante la recuperación de-
mocrática de América Latina ha sido el de las relaciones civiles
- militares. Esta relación ha constituido por mucho tiempo un
indicador privilegiado de los analistas políticos preocupados
de la consolidación de la democracia y sus instituciones.
La relación entre civiles y militares como categoría de análisis so-
ciológico se fundamenta en las particulares características corporati-
vas de la institucionalidad militar, que la distingue claramente del re-
320| Una perspectiva de derechos humanos

sto de la sociedad, y por otra, en la dicotomía sociopolítica generada


por la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional.

Es precisamente este último fenómeno el que impuso el con-


cepto en las Ciencias Sociales en América Latina. Nacida bajo
la confrontación ideológica de la ‘guerra fría’, esta doctrina
determinó que las Fuerzas Armadas impusieran una visión
uniforme de país, en la que criterios geopolíticos y administra-
tivos crearon férreas fronteras internas, inhabilitando políti-
camente con ello a una buena parte de la sociedad. Esto de-
terminó que la relación entre las partes se desarrollara en un
escenario de desconocimiento y desconfianza recíprocas; y
derivó en una concepción de las relaciones entre civiles y mili-
tares como divergentes y antagónicas.
La historia descrita es conocida y mucho se recorrió en el país
para superarla después de 1983. Hoy las relaciones entre mili-
tares y civiles deben examinarse a la luz de los cambios tec-
nológicos, políticos y del sistema internacional. Persisten en
algunos sectores, sin embargo, desconfianzas y visiones este-
reotipadas ‘del otro’ que es necesario superar tanto entre las
instituciones militarizadas como entre la sociedad civil. Con el
conocimiento y la creación de confianzas mutuas y en la me-
dida que las instituciones se ajusten y asuman los roles que le
son propios en una sociedad democrática, el concepto deberá
ir perdiendo su actual connotación peyorativa.
Al tratar el tema de las relaciones civiles - militares se contra-
ponen dos universos asimétricos.
Por una parte se tiene la institucionalidad militar con sus ca-
racterísticas de homogeneidad, disciplina, jerarquización y
sobre todo, unidad de mando. Constituidos por todas las ra-
mas de la estructura castrense, ‘los militares’ constituyen la
321| Policías y Ciudadanos
entidad con mayor identidad y fuerza corporativa de la socie-
dad, sólo comparable con la Iglesia Católica.
Frente a esas características de homogeneidad militar encon-
tramos el ‘mundo civil’ y su composición heterogénea, signada
por la diversidad, independencia y las relaciones horizontales.
Como contraposición de la dicotomía civil - militar, en una
primera aproximación se constata que el mundo civil abarca
todo el universo social ‘no - militar’. Su amplitud no tiene más
límites que el de la propia sociedad que lo alberga.
Una observación más cuidadosa, sin embargo, permite distin-
guir en este universo dos subconjuntos notables: las autorida-
des del Estado o ‘sociedad política’ por una parte, y lo que se
ha definido como la sociedad civil o ‘tercer sector’ por otra.
Esta identificación necesaria permite avanzar en precisiones
acerca de las relaciones civiles - militares en su concepción
moderna y democrática.
Actualmente el modelo funcional y moral que fundamenta al
Estado Democrático de Derecho es la forma legítima de orga-
nización política de toda comunidad. Al interior del Estado, las
instituciones armadas y de seguridad constituyen una organi-
zación fundamental y permanente, responsables de la preser-
vación física de los elementos constitutivos del mismo, como
son el territorio, el pueblo y su capacidad de ejercer el poder
organizado y soberano a través de las instituciones que le son
propias. Es decir que las instituciones armadas son responsa-
bles de una de las funciones primarias y esenciales del Estado:
la defensa y la seguridad.
La sociedad se ordena, organiza y expresa en las instituciones
democráticas que la norman, en cuya cúspide se encuentra el
Estado de Derecho, última expresión de la voluntad popular.
Establecidas estas categorías, es posible visualizar la sociedad
322| Una perspectiva de derechos humanos

de un país —que representa el todo— como el universo que


contiene y genera al Estado como subconjunto y a su vez a
éste conteniendo a las instituciones armadas. Es dentro de
este ordenamiento en el que se dan las relaciones civiles -
militares modernas.
El monopolio de la violencia legítima que detenta el Estado
como expresión de soberanía, es transferido y confiado de
manera exclusiva a las instituciones creadas para este efecto y
especializadas en el uso de la violencia: las instituciones arma-
das. Ello determina que éstas, depositarias exclusivas de esta
función, deban exhibir un alto grado de responsabilidad y pro-
fesionalismo, condiciones indispensables para cumplir su co-
metido.
Esta responsabilidad y profesionalismo se expresan en carac-
terísticas y valores que generalmente el ordenamiento jurídico
tipifica como obediencia, no deliberación, jerarquización y
disciplina. Por su parte, la profesión militar asume, en función
de las exigencias de su quehacer, una serie de características
que le son propias, como una mentalidad, estilos de vida y
formas militares.
Esto define la base de las relaciones civiles – instituciones mili-
tarizadas en el campo del Estado y sus autoridades: la sujeción
y subordinación del poder militar al poder civil.

Subordinación del poder militar al poder civil. Cons-


truyendo confianzas
Las instituciones armadas militarizadas y la sociedad civil de
323| Policías y Ciudadanos
todo el continente han hecho importantes progresos en el
conocimiento y construcción de confianzas mutuas en los
últimos años. En cada país se observa la consolidación del diá-
logo civil – instituciones militarizadas basado en la primacía
del principio democrático del control político sobre el poder
militar.
La consolidación de los sistemas democráticos ha terminado por
asentar e incorporar no solo en los cuerpos normativos sino en las
culturas políticas nacionales el concepto de ‘Fuerzas Armadas como
órganos esencialmente obedientes, no deliberantes y dedicados efi-
cientemente a los roles que en propiedad le corresponden en el
ámbito de la defensa y seguridad nacional’.

El universo político de las instituciones militarizadas estructura


una forma específica de relación civil - militar entre la institu-
ción militar que tiene como actividad propia el ejercicio del
monopolio de la violencia legítima, y las instituciones políticas
del Estado, que tienen la responsabilidad de su conducción
global.
En una sociedad democrática, la política de defensa nacional es una
política de Estado, en cuanto debe ser expresión de un gran acuerdo
nacional, no partidista y en cuyo diseño y formulación convergen las
evaluaciones político estratégicas de las autoridades civiles y las mili-
tares. Esta constituye la mesa por excelencia de las negociaciones ci-
viles - militares en éste ámbito de la seguridad interna y externa.

De las responsabilidades de la autoridad política


El liderazgo civil democráticamente elegido debe asumir, por
su parte, la obligación de desarrollar una política de defensa y
seguridad efectivas. Debe asumir la responsabilidad de gene-
rar y tener la capacidad y el tacto para orientar políticamente
324| Una perspectiva de derechos humanos

a las instituciones armadas; es decir, contribuir a diseñar e


implementar la estrategia general como parte de las políticas
del Estado.
Por su naturaleza, tales políticas de defensa y seguridad deben
desarrollarse a través de un franco y constructivo diálogo na-
cional que reconozca las responsabilidades políticas de las
autoridades civiles y la experiencia técnica y de conducción
interna de sus propias instituciones por parte de los profesio-
nales militarizados.
Esto requiere la creación de actividades creativas y formado-
ras sobre estas materias. La realización de seminarios, talleres,
conferencias e investigaciones conjuntas, en las que juntos,
civiles y personal de las instituciones armadas compartan ex-
periencias formativas e interactúen, aprendiendo unos de los
otros.
Por su parte las instituciones armadas debieran abrir sus aca-
demias y colegios a las autoridades gubernamentales y actores
políticos relevantes, para que conozcan de las materias profe-
sionales, ayudando así a crear una masa crítica civil con cono-
cimientos sólidos en temas de la seguridad y la defensa.
En resumen, se trata de establecer una relación fluida entre
los estamentos civil y militarizados, que permita un empeño
sincronizado de los recursos nacionales a fin de potenciar el
conjunto de capacidades que contiene la sociedad. Una mala
relación en este campo, más que una traba burocrática, puede
transformarse en una limitación insalvable de carácter es-
tratégico en la conducción de un eventual conflicto.
Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo X
1) El mando como atributo jerárquico ¿es sinónimo de lide-
razgo? ¿Por qué?
2) ¿Puede la moral individual colisionar con la obediencia
militar?
3) Presentamos caso: Su unidad se encuentra realizando un operativo de
patrullaje cuando comienzan a recibir fuego enemigo desde los alrededo-
res de un caserío cercano. El oficial al mando da la orden de ataque, no
obstante que, previamente, ha podido confirmar que en el caserío se en-
cuentran algunas mujeres y niños.
Su unidad rodea el caserío y, luego de casi una hora de tiroteo, la intensi-
dad del fuego disminuye. Desde los alrededores del caserío se oyen fuertes
gritos que anuncian la rendición del grupo que inició el ataque contra su
unidad. Uno de los combatientes del bando contrario sale de su escondite
con las manos en alto. (en una de ellas lleva su fusil), gritando que no dis-
paren y que dos de sus camaradas están heridos.
El oficial al mando de su unidad da la orden de entrar al caserío. En el lu-
gar, se encuentran, además del combatiente que se ha rendido y sus dos
camaradas heridos, una mujer de unos 30 años de edad con una herida de
bala en una pierna: dos adolescentes que dicen que solamente son vecinos
de ese caserío; y tres muertos, aparentemente por la explosión de una
granada (dos hombres y una mujer)’.
Los miembros del grupo deberán representar las actitudes que
tomarían en una situación similar, en especial teniendo en
cuenta los siguientes aspectos:
a) ¿Qué hacer con los prisioneros heridos?
b) ¿Qué hacer con el prisionero que se ha rendido?
c) ¿Qué tratamiento debe recibir la mujer que se encontró
herida en el caserío?
d) ¿Qué tratamiento deben recibir los dos adolescentes que
se encuentran en el caserío?
4) ¿Qué componentes del Derecho Internacional Humanitario
pueden ser suspendidos o restringidos?.
326| Una perspectiva de derechos humanos

Bibliografía

 Álvarez Leguizamón, Sonia. 2004. ‘La pobreza: configura-


ciones sociales, relaciones de tutela y dispositivos de in-
tervención. Salta, primera mitad del siglo xx’. En Abordajes
y perspectivas. Publicación del Concurso Provincial de En-
sayos 2003. Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta.
Salta.
 Barón de Neiburg, Raquel y Fernando Pequeño. 2006. ‘Vio-
lencia familiar, social y abuso sexual. Un enfoque cultural
de la violencia’. Edición de los autores. Salta.
 Boletín Oficial de la República Argentina. Presidencia de la
Nación. 2005. Hacia un Plan Nacional contra la Discrimina-
ción. La Discriminación en Argentina. Diagnóstico y res-
puestas. Suplemento a la edición Nº 30747 de la Primera
Sesión del día martes 27 de setiembre de 2005.
 Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal de
México, Instituto para la Seguridad y la Democracia, A.C.
(Insyde), Centro de Derechos Humanos ‘Miguel Agustín Pro
Juárez’, A.C., Fundar, Centro de Análisis e Investigación, y
Red ‘Todos los Derechos para Todos’. 2004. ‘Seguridad
pública, prevención del delito y derechos humanos: cons-
truyendo alternativas desde la sociedad civil y los orga-
nismos públicos de derechos humanos’. México.
 Corbacho, Myriam y Raquel Adet. 2002. ‘La historia conta-
da por sus protagonistas. Salta, primeras décadas del siglo
XX’. Editorial Mactub, Salta.
327| Policías y Ciudadanos
 Foucault, Michel. 2006. Seguridad, Territorio, Población.
Curso en el Collège de France (1977 – 1978). Fondo de Cul-
tura Económica. Bs. As. [Primera edición e francés, 2004.
Seuill / Gallimard]
 Giddens, Anthony. 2000. ‘Sociología’. Alianza, Madrid.
 Gómez Rojas, Patricia C. 2008. ‘Militarización de la Policía
Nacional y Policiamiento del Ejército Nacional en Colom-
bia’. Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa (CHDS).
Conferencia Sub Regional (SRC) realizada del 29 Julio - 1
agosto de 2008. Panamá. On line en
http://www.ndu.edu/chds/SRC-panama08/PDF-papers/GomezC-
Col.pdf

 Instituto Interamericano de Derechos Humanos. 2005. Ma-


nual de Derechos Humanos para las Fuerzas Armadas. AS-
DI (Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el De-
sarrollo). Guatemala.
 Kessler, Gabriel. 2009. Seguridad y ciudadanía. Nuevos pa-
radigmas y políticas públicas. Ponencias en los foros del
bicentenario. Editorial Edhasa. Bs. As.
 León – Escribano, Carmen R.; Mario M. Turcios y Leslie Se-
queira Villagrán. 2004. Manual de Seguridad Preventiva y
Policía Comunitaria. Guatemala. IEPADES (Instituto de En-
señanza para el Desarrollo Sostenible)
 Polanyi, Karl. La gran transformación. Crítica del liberalis-
mo económico. Ed. La Piqueta. Madrid, 1999.
 UNESCO. 1981. La violencia y sus causas. París.
328| Una perspectiva de derechos humanos

Contenido
Presentación ......................................... 11
Una mirada modernizadora de la institución policial 24
CAPÍTULO I............................................ 28
VISION SOCICULTURAL DE UNA SALTA QUE SE MORDERNIZA 28
Salta a principios del siglo xx ...................... 28
De la aldea a la ciudad moderna ................. 35
La seguridad en la aldea del centenario y en la ciudad globalizada del
bicentenario ................................................ 44
De regreso al pacto moral ........................... 46
CAPÍTULO II........................................... 48
CONSIDERACIONES PARA UNA POLICIA DEMOCRÁTICA 48
1.- Componentes de la militarización .......... 48
2.- Antecedentes de la militarización de la policía 51
3.- Una Policía democrática ......................... 57
4.- Contribuciones para un debate informado en torno a la ‘seguridad
pública’ ....................................................... 62
5.- Prevención del Delito. Una herramienta de democratización policial
..................................................................... 79
6.- Obstáculos internos de la institución policial para su
democratización .......................................... 82
7.- La policía democrática del futuro ........... 84
8.- Disminuir la distorsión de valores: una ética de los pequeños grupos.
..................................................................... 91
Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo II 94
CAPÍTULO III ORIGEN Y EVOLUCION DE LA INSTITUCION
POLICIAL ............................................... 98
1. De la ética religiosa de los ‘caballeros’ del Medioevo a la Policía
primigenia del xvi y xvii ................................ 98
2.- La formación de la Policía en los Estados Nacionales 100
3.- Diferencias en el surgimiento y tradiciones de pensamiento en las
policías europeas de los siglos xvii y xviii. .. 105
329| Policías y Ciudadanos
4.- Función policial en el siglo xvii europeo 108
5.- Regulación de la población en base a la idea de seguridad: siglo xviii,
el cambio en la institución policial............. 113
5.1.- Instituciones antecedentes de la policía 114
6.- Cambios en la teoría económica: del mercantilismo del xvii al
capitalismo del xviii.................................... 116
Ejercicios de Aplicación práctica. Capítulo III. (desarrollar) 123
CAPÍTULO IV PROFESIÓN POLICIAL, MEMORIA Y
PACIFICACIÓN DE LA SOCIEDAD ............ 124
1. El uso de la coerción .............................. 124
2. La profesión policial ............................... 126
2.1. Transparencia democrática .................. 127
3. Papel de las Instituciones de Seguridad en un Estado Democrático129
4. Misión de l@s policías ........................... 131
5. La política de Seguridad en un Estado de Derecho 133
6. Visión ciudadana de la policía ................ 135
6.1. Importancia de la formación en derechos humanos y de un
trabajo de memoria activa en el cuerpo de Policía 137
Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo IV 143
CAPÍTULO V CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE
DERECHOS HUMANOS .......................... 144
1. ¿Qué son los derechos humanos? ......... 144
2.- Derechos Humanos de l@s policías...... 146
3. Características de los Derechos Humanos150
4. Sujetos de derechos humanos ............... 152
5. Origen y evolución histórica de los Derechos Humanos 152
6. Protección de los derechos humanos .... 156
6.1. Límites ordinarios y extraordinarios al ejercicio de los derechos
humanos...................................................... 158
7. Clasificación de los derechos humanos . 160
7.1. Según campos ...................................... 160
7.2. Según sujetos ....................................... 161
8. Ofensores de los derechos humanos..... 162
9. Estado de Derecho ................................. 163
Regulaciones políticas y el mito de los límites al Estado por los
‘derechos humanos’ .................................... 164
Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo V 168
330| Una perspectiva de derechos humanos

CAPÍTULO VI SISTEMAS DE PROTECCIÓN INTERNACIONAL DE


LOS DERECHOS HUMANOS ................... 172
1. Responsabilidad del Estado en materia de derechos humanos 172
1.1. Tratados e instrumentos internacionales 174
1.2. Obligaciones internacionales en materia de derechos humanos
..................................................................... 175
2. Protección internacional de los derechos humanos 176
2.1. La protección de los derechos humanos en las Naciones Unidas
..................................................................... 177
3. La Declaración Universal de los Derechos Humanos 180
3.1. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos181
3.2. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales .................................................... 182
4. La actuación de Naciones Unidas frente a violaciones graves, masivas
o sistemáticas a los derechos humanos .... 184
4.1. El procedimiento confidencial .............. 184
4.2. El procedimiento público ...................... 184
4.3 Los instrumentos específicos ................ 185
5. La protección de los derechos humanos en el Sistema Interamericano
................................................................... 187
5.1. Instrumentos jurídicos del Sistema Internacional de Derechos
Humanos ..................................................... 188
La Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre 188
La Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San
José de Costa Rica) ...................................... 188
La Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura
..................................................................... 191
La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas ...................................................... 191
La Convención para la Prevención, Sanción y Erradicación de la
Violencia Contra la Mujer ............................ 192
Otros instrumentos interamericanos de protección de los Derechos
Humanos ..................................................... 193
5.2. Los órganos de protección .................. 194
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos 194
La Corte Interamericana de Derechos Humanos 199
Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo VI 203
331| Policías y Ciudadanos
CAPÍTULO VII POLICIAS Y GRUPOS EN SITUACIÓN ESPECIAL
DE DISCRIMINACIÓN ............................. 206
1. Consideraciones generales sobre la discriminación 206
2. Bases socio-culturales de la discriminación209
3. Los ámbitos institucionales en los que se produce y desarticula la
discriminación............................................ 210
3.1. El racismo ............................................. 210
3.2. La pobreza y la exclusión social ............ 215
Historizando la situación de pobreza estructural discriminativa 216
La relación entre el Estado y la sociedad Civil 220
4. Acciones Positivas por la equidad sobre grupos vulnerabilizados por
discriminación............................................ 222
4.1. Derechos de la mujer (equidad de género) 227
4.2. Policías y derechos de la niñez ............. 229
4.3. Policías y pueblos indígenas ................. 231
4.4. La Policía frente a migrantes y discapacidades físicas 234
4.5. Institución policial frente a grupos de diversidad sexual 237
Ejercicio de aplicación práctica. Capítulo VII241
CAPÍTULO VIII ....................................... 242
UN ABORDAJE CULTURAL DE LA VIOLENCIA 242
1. Cultura y violencia ................................. 242
2. Estructura social y clase social .............. 247
3. Elegir las herramientas conceptuales para pensar la violencia. 251
4. ¿Cómo estudiar la violencia? ................ 253
4.1. Tipologización tradicional: violencia clásica, directa u horizontal
..................................................................... 254
4.2. Otra posibilidad de tipificación: violencias verticales ó jerárquicas
..................................................................... 256
4.3. Una tercer tipología: las violencias resultantes de considerar la
voluntad de la persona y el tiempo en que se extiende la situación
violenta........................................................ 258
5. La paz como situación opuesta a la violencia clásica: una idea ‘elitista’
de la violencia. ........................................... 261
6. Evolución del concepto de Violencia en el conocimiento 262
7. Crítica a los conceptos de violencia del siglo XX 264
8. ¿Cómo avanzar en el conocimiento de las violencias para logar un
estado de paz más permanente? Mirada compleja y
332| Una perspectiva de derechos humanos

transdisciplinariedad. ................................ 268


8.1. Un ejemplo de transdisciplinariedad: relaciones entre la
psicología, la sociología y la antropología ... 272
Ejercicio de aplicación práctica. Capítulo VIII. (Violencia) Desarrollar
..................................................................... 276
CAPÍTULO IX VIOLACIONES GRAVES A LOS DERECHOS
HUMANOS: CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD, CRÍMENES DE
GUERRA y GENOCIDIO ......................... 277
1. Violaciones graves a los derechos humanos y responsabilidad de las
instituciones armadas ................................ 277
1.1. La Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes 280
1.2. Las ejecuciones extrajudiciales............. 283
1.3. La desaparición forzada de personas ... 285
2. Responsabilidad penal internacional por crímenes de lesa humanidad,
genocidio y crímenes de guerra. La Corte Penal Internacional 289
2.1. La Corte Penal Internacional ................ 292
Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo IX 301
CAPÍTULO X .......................................... 305
LA DOCTRINA DE LAS INSTIUCIONES ARMADAS EN EL
ESTADO DEMOCRATICO DE DERECHO. RELACIONES ENTRE
CIVILES Y PERSONAL MILITARIZADO ..... 305
1. Estados de excepción............................. 305
1.1.Características de los estados de excepción 307
1.2. Legitimación de los estados de excepción 307
1.3. Derechos y garantías no susceptibles de suspensión o limitación
por el Estado ............................................... 308
1.4. Controles en las situaciones de excepción 309
2.- El rol de las instituciones de seguridad en un Estado Democrático de
Derecho. .................................................... 309
Control legislativo........................................ 311
Verdad ......................................................... 311
El honor como mediador entre el militar y la sociedad 312
Obediencia, obediencia debida y obediencia forzada 313
No deliberación ........................................... 316
Jerarquía y liderazgo en la profesión en instituciones armadas 318
333| Policías y Ciudadanos
Las relaciones civiles - militares .................. 319
Subordinación del poder militar al poder civil. Construyendo
confianzas.................................................... 322
De las responsabilidades de la autoridad política 323
Ejercicios de aplicación práctica. Capítulo X 325
Bibliografía ........................................... 326
334| Una perspectiva de derechos humanos

Você também pode gostar