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Dos De lo grupal y el cdlculo subjetivo 1, Un pensamiento inadvertido. Sugiero que en las teorias y practicas grupales trabaja un pensa- miento que pasa, a veces, inadvertido. Y no se reduce al interés por las psicoterapias de grupo. Y no va por la cosa técnica. Y no es un sello pa- ra el mercado. Lo grupal me aproxima a los problemas del didlogo, la demora y la recepcion. A la cuestion de una subjetividad que se inven- ta. Lo grupal (situado por el articulo del género neutro) me indica algo que pasa por la problematica del sujeto, por los grupos concretos y por las instituciones sin definir en ellos su especie. Un saber diseminado. 2. Un hablar que se escucha. Enel trabajo en situacién de grupo me interesa pensar la invencién de un hablante. Y el hablar por la recepci6n. Y la subjetividad calcula- da. A veces, hablar es abrir senderos que conducen & ninguna parte. Y, a veces, hablar es llegar hasta un semejante. Y hablar es tramar al- go. Y calcular tu oido en mis palabras. Invocarte. Esperar tu respues- ta. Calcular tu recepcién, Desde ésta perspectiva, la experiencia grupal puede ser una opor- tunidad para que un protagonista localice un Sujeto que responda por su decir. Perspectiva que no define el hablar en grupo, pero si indica la posibilidad de que (en esa situacién) uno se escuche én lo que dice. 23 3. Jugar con el tiempo. Relato un juego que me sirve para pensar algunos problemas que se presentan en la clinica grupal. La propuesta interesa por lo que se maquina en ella. No interesa como técnica. Tampoco como ejemplo. Expongo una ficcion. El procedimiento no ignora las relaciones entre hablar y escuchar. El juego responde a una idea: la introducci6n de tiempo conmociona las supuestas evidencias interactivas y permite es- cuchar lo que se dice sin escuchar. Todo pasa tan rapido, que uno tiene que volver a pasar por lo que dijo para escuchar qué se dice en lo que dice. 4. Vértigo interactivo y demora en la subjetividad. Se propone que uno por vez salga de la sala de reunion. ¥ a los que se quedan que hablen del que no esta. Estar ausente es hacerse pre- sente en boca de los otros sin poder oir. Y estar entre los presentes es venir uno sin aviso en un decir que parece comunicar algo del que se fue. Pero no se propone un artilugio para arrancar confidencias. Reve- laciones a espaldas de los que no estan. Sino un artificio de temporali- zacion. La deteccién del calculo subjetivo en la vinculaci6n reciproca. Imaginen a un participante dejado solo, Afuera. Apartado. Inquie- to. Se pregunta qué dicen sobre él y se calcula protagonista de esos re- latos. Blanco de esas palabras. Recuerda, construye y supone. Conje- tura el decir de otro y se imagina alcanzado. Tocado. Trata de oir detras de las paredes. Y sélo escucha voces que se precipitan en su pensamien- to. Nada puede oir en el murmullo que viene desde el otro lado. Esos Tuidos confusos y lejanos, lo ponen en zozobra. Entonces —por eso— escucha desalejado de si los sonidos de su propio calculo, Escucha en el silencio. En las pausas y en las demoras. El hablar de ese silencio transforma el oir en un escuchar. La oreja es el 6rgano exterior del oido. Pero se escucha también con una mirada. 5. Dialogan en sus mondlogos. Otra vez estan sentados en circulo. Todos presentes, sin exclu- siones, se disponen a hablar. A veces, conversar es simular un des- 24 cuido. Fingir darse en cada palabra sin cdlculos. Sin anticipos ni pre sunciones. El segundo momento propone la suspensién del intercam- bio. Previene la comedia. Hace una pausa. Ofrece tiempo para que ca- da uno se escuche dialogar en sus palabras. Un participante sale de su lugar y enfrenta (uno por uno) al resto del grupo. Demorado ante los ojos de otro imagina qué puede haber di- cho sobre él. Mientras esta ronda se cumple los demas callan. Se ofre- cen como oportunidad para que cada uno ponga en marcha sus ima- genes. Se demora la reacci6n. Se lentifica la respuesta. Se hace venir Jo imprevisible. Para que cada cual se haga anunciar en sus palabras. El otro es preciso para que ese encuentro se produzca. “Creo que, cuando estuve afuera, vos dijiste de mi...”. Se ponen en evidencia las apuestas subjetivas. A pesar del esfuerzo por descifrarlo el otro es un misterio. Pero el juego nos pone en el peligro de hablar. Cada uno arriesga en este asunto su propio decir. Y, por lo mismo, prue- ba la fortuna de escucharse. Mientras uno busca acertar lo que el otro le atribuye, precipita lo que él mismo se asigna en ocasién de ese que lo pone delante de su propio misterio. A esto llamo calculo subjetivo. 6, Hace venir su mensaje desde ella. Ratil sale de caceria. Conoce que algo se le escapa. Y se equivoca cuando piensa que podra encontrarlo. Y se busca entre las palabras ajenas. Extraviado, Parece ignorar que aquello que persigue tiene exis- tencia si hace recepcién en lo que esta por decir. Rail se encuentra frente a Susana. Ella se ofrece para que él hable. Aveces, en el silencio se cree escuchar mejor las voces que vienen de otros. Se calcula visto por esa mujery dice: “vos podés Raber dicho que yo soy egoista”. Delante de los ojos de Susana imagina alcanzarse co- mo ella lo ve. Habla como si le dictaran las palabras. Presume conocer lo que ella dijo sin advertir que presenta su manera de mirarse en ocasion de Susana. Movido por dar con las palabras de ella se designa egoista. Ratil hace venir desde Susana sus propias palabras. Apresurado en anticipar cémo ella lo ve, queda implicado por su propio mirar. ,Mi- 25 rar es calcularse visto en ocasién de los ojos de otro? Ratil cree que Su- sana dijo que él es egoista. Pero Susana no es precisa e imprecisamente Susana. Es quien ahora soporta la atribucién de un rasgo que se le im- pone. Es ella (y no otra) la circunstancia que precisa para dar con ese ealculo? 7. {Tanto ruido por una cartera! Sale Maria cuando llega su turno. Y al irse se lleva su cartera. Las palabras llegan apuradas a la cita con ese acto, Y cada uno dice algo: “se llevé la cartera porque es desconfiada; porque se guarda cosas; porque esta resfriada y usa un pafiuelo de hombre; porque tiene un es- pejoy pinturas para arreglarse”, También dicen que es inteligente, cere- bral, que habla poco pero claro, que es incisiva, y que parece esconder algo. Todo esto se dice en coincidencia con su partida. Cada-uno se auxilia en lo que ve (Maria se lleva la cartera). Pero en el decir de cada uno no se dice lo mismo. Un acto se transforma en ras- go por su capacidad de significar. En oportunidad de Maria, una mu- jer que sale y lleva una cartera, es un acto que se ofrece (para los que quedan) como un signo de otra cosa. La significacion es un accidente que trama vinculaciénes. Maria da su consentimiento'a un signo que, como cualquier signo, dice cosas diferentes. Pero, en este caso, un enunciado lanzado en direccién de otro vuelve como interrogante de algo propio. En el segundo momento, Susana frente a Maria dice: “vos podés haber dicho que yo me quedo con cosas por decir”, Y a su vez Marta supone que Maria dijo que ella es “muy reservada”, ‘ Aveces la comunicacién dibuja un circulo. Primero se dice algo con relacion a Maria que tiene proximidad con lo que luego algunos hacen venir desde Maria al calcularse vistos por ella. ¢Maria se guarda cosas 0 es la ocasién para que alguien que se calcula guardandose'cosas pueda hacerse presente en su propia’sospecha? Es posible responder tanto lo primero como lo segundo. Se percibe que Maria habla poco y una mira- da hace que alguien se anuncie como ese que habla poco en oportunidad de encontrarse ante Maria. zLa identificacion de un rasgo esta cerca de la percepcién y la identificacién aun rasgo esta proxima de la mirada? 26 8, |No proyecte, Clotilde! La tradicion grupalista argentina, desde un principio, advirtié la fuer ya dle la actividad proyectiva en la clinica grupal. Deseo recuperar el pro blema dentro de la perspectiva del célculo subjetivo. Se piensa la proyee: clon como defensa: poner en otro, algo que se rechaza en uno. La proyec- eién es el traslado. de una mirada que borra sus pasos. Transporta una _ imagen de un lugar a otro y luego simula que el transporte no existio. Clotilde tiene sesenta y seis afios. Se jubilé hace cinco. Es asistente social. Recientemente inicié un trabajo con grupos de tercera edad. Se encuentra frente a Alejandro quien para ella “es joven, vital € inteligente”. Lo mira a los ojos y “repite” sus palabras: "Vos dijiste que dudas de mi, que estoy vieja, que no entiendo nada... y que me propongo trabajar con viejos porque no quiero aceptarme como soy”. Esta mirada se le impone, cuando esté en silencio frente a los ojos de Alejandro, pero como mirada de otro. gLa proyecci6n la alivia de un. sitio en el que se calcula, Ella misma es la que busca en los ojos de Ale jandro lo que precisa para hallarse mirada tal como se rechaza. Hace recepcion de su propio célculo sin enterarse de la contradictoria y do- lorosa composicién por la que pasa al mirarse?: 9, Todos coinciden en algo. “Si alguien es buen padre, ese es Carlos”. Casi todos dicen lo mis~ mo de Carlos. Pero decir lo mismo no significa un mismo decir. Todos coinciden en asociar algo de Carlos a buen padre. Pero no todos real jzan la misma figura en esa asociacién. El consenso de grupo, en este caso, no tiene que pensarse como acuerdo unanime €n un sentimien: to sino como la coincidencia en un nombre que se deja tomar por las diferencias. Todos coinciden en algo quiere decir que hay una inci- dencia de cada uno en relaci6n a ese algo. La incidencia es la puesta en acto de una diferencia. 10. Carlos, mientras tanto, asiste a un festin. ' Enterado, Carlos celebra lo que se le atribuye con secreta compla oa cencia. Pero la complacencia se compone de los mismos argumentos que el equivoco. Algunas veces se recibe el ropaje adjudicado con gus- to: alguien siente que eso que otro le pone le queda bien [y festeja co- mo un triunfo que se le adjudique —jjustamente!— lo que queria). En ese caso, las palabras que le llegan calzan en la imagen que buscaba para mirarse. Un traje a medida. Otras veces, las vestiduras son de- safortunadas; uno siente que los otros le ponen algo que no le queda bien: ropa chica, grande, equivocada. Y declara, de algun modo, su in- comodidad. En este caso, Carlos saborea la imagen que lo distingue. Los otros confirman la cifra en la que el mismo desea calcularse. 11. Reciprocidad. Un juego de prendas. Hace tiempo —entre los chicos— se imponian ciertas penalidades a quienes se equivocaban en un juego. A las pruebas que tenia que pasar el responsable del error, se las llamaba prendas. En la practica, todo el juego parecia una excusa para llegar a ese momento. La pren- da era como una celada para capturar amores inconfesados. Uno salia fuera (giba a Berlin?) y los demas le tendian una trampa. Al regresar tenia que responder una pregunta. Adivinar la respuesta de algo que entre todos sabian. “zQuién dijo que le des un beso en la boca a Su- sana? 4Mario, Alberto o Raquel?” ¢Qué hace el jugador? Se traslada imaginariamente a la posicion de sus companeros. Mirar es una forma de calcular el punto de vista de los otros. —'"Veamos... Mario me dijo que él gusta de Susana, y de esta for- ma oculta que este es el beso que él quiere gaee '— El jugador exa- mina la posibilidad y arriesga: “jMario!”. —'"Veamos... Yo confié a Alberto que Susana me gusta. Se aprovecha para exhibir mi secreto ante todos..."— El jugador concluye: “jAlberto!”. —"Veamos.., Creo que Susana gusta de mi, y supongo que su mejor amiga, Raquel, lo sabe; envidiosa quiere ponernos en evidencia..."— El jugador no duda: “jEs Raquell”. Para responder calcula la posicién de cada uno de los otros respecto 28 de si, Esa particular operacién de calculo incierto necesita de la légica de la mirada. Arriesga un nombre. Entra en el incalculable juego de la reciprocidad subjetiva. Dice: Mario, Alberto o Raquel. Elresto responde: “Veremos, veremos y después lo sabremos...” El calculo subjetivo mide una reciprocidad posible. El jugador presiente un riesgo que lo en- vuelve. Ubica su temor en los otros y, distraido en cuidarse de esas presencias, no advierte que se “traiciona” en sus palabras. 12. El otro no pasa por una simple evidencia. Watzlawick (1976) reconoce que el enunciado: Lo que yo pienso que él piensa que yo pienso conforma una serie teérica infinita. Toda vez que se avanza en un didlogo se entra en un tembladeral. Y en esas sacu- didas nos aferramos a supuestos que parecen firmes. Transcribe un proverbio marroqui. Y sugiere algo que no sé explicar. Dice: Me dices que vas a Fez. Pero cuando dices que vas a Fez esto sig- nifica que no vas. Pero yo sé que vas de verdad a Fez. {Por qué me mientes, pues, ami que soy tuamigo? Pienso que en reciprocidad subjetiva, la coincidencia pocas veces se halla asegurada. Y que eso que se llama comunicaci6n, no siempre garantiza lo que dice afirmar. E] otro nunca pasa por una simple evi- dencia, Y escapa a todo calculo. Y esa incertidumbre esta en la expe- riencia de amor. Y en las dems pasiones. Tristes y alegres. 13. En pareja. Mi padre juega al truco de cuatro. Le gusta hacerse pie. Y mandar en el juego. Y alzar la voz. Y reir. Y es feliz. Le gusta ganar todo. Pero acepta perder si lo agarran en una mentira. Mi padre dicg que jugar es saber mentir. Y que mentir es hacer creer que se dice la verdad cuan- do se miente y que se miente cuando se dice la verdad. 14, Jugar al truco, emboscada para atrapar miradas. Jugar al truco es embaucar a otro con sefias, gestos y declaraciones. - El resultado del juego depende tanto del valor de las cartas recibidas como de la incidencia del calculo subjetivo. Cada naipe tiene el valor a 29 neice que tiene y el que cada jugador logra persuadir que tiene. Inventar un valor es hacer.creer a otro en ese valor: Para dar a entender que tengo Jo que no tengo actio como si tuviera en mis manos lo que pretendo que mire. Veo el cuatro de copas gcomo hago para que mi oponente imagine que es el siete de espadas? Atraigo su mirada fingiendo mi propia creencia. Para que el otro mire entre mis manos el naipe que no tengo hay una condici6n: la carta que llevo no tiene queestar al aleance de su vista. Una misma carta no tiene igual valor tapada que descubierta. Una carta a la vista posee un valor que le corresponde por sus relaciones con las otras cartas del juego. Una carta tapada tiene un valor que se ofrece a un juego de calculos reciprocos. En un caso el valor esta asig- nado, fijado por las relaciones que la unen a las otras cartas, El sis- tema de reglas confiere valor. En el otro, el valor depende de un juego de cAlculos:subjetivos que desborda el sistema de signos fijados en ca- da carton. El valor es un signo que tiene y un signo que se calcula. Y, aveces, el valor se inventa. Eso es lo que mas disfruta mi padre. - 15. Aserto de certidumbre anticipada. En ocasién de un articulo de Lacan (1949), pienso que el calculo subjetivo participa de una légica vacilante. Y que funciona como guia para los perplejos. Para los que nunca alcanzan la cifra de lo que son. Porque esa cifra nunca se alcanza. Porque eso que buscan vive indis- cernible. Como un misterio sin solucién. 16, Infinitivos finales: dialogar, escuchar, calcular. ‘ dialogar La comunicacién en situacién de grupo conforma una emboscada casi perfecta para que cada uno se encuentre en su decir. Distraido en el hablar con otros cada uno es sorprendido en sus palabras.. Pero como trampa es casi perfecta porque no siempre es una trampa. Es un ardid para hallar Jo extraviado y es el pasaje por una vinculaci6n posible. 30 escuchar {Qué significa escuchar en situacion de grupo? Que cada cual ten fa oportunidad de escuchar lo que dice cuando habla apresurado y (listraido en intervenir; y que cada uno pueda entrever qué acude en (1 mismo con el decir de otro. calcular Advertir que la subjetividad trabaja en su propio clculo permite interrogar la produccién de un sujeto sin extraviarse en medio del in- flujo de la interaccién. El cdlculo subjetivo es la brijula alocada que nos orienta. Participa de una sintaxis incoordinada, navega en la ambigiiedad, no tiene con- sistencia y es indecidible. Pero abriga nuestro mirar con sus imagenes. BIBLIOGRAFIA ALBIZURI DE GARCIA, Olga. Contribuciones del psicodrama a la psicoterapia de gri- pos. En Lo Grupal 3, Ediciones Bisqueda, Buenos Aires, 1986. * ALBIZURI DE GARCIA, Olga. Acerca del individualismo en el campo grupal. En Psico- drama. Revista Argentina de Psicodrama y Técnicas Grupales. N.5. Buenos Aires, sep- tiembre de 1990. BAJTIN, Mijail. Problemas de la poética de Dostoievski. Fondo de Cultura Economica, Mexico, 1988, DE BRASI, Juan Carlos. Subjetividad, Grupalidad, Identificaciones. Apuntes metagru- pales. Ediciones Btisqueda. Buenos Aires, 1990. ° 31

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