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OBSERVACION

ADOLESCENTE EN UN BOLICHE

DOCENTE:
NELIDA CERVONE

JOHANA MARCELA PAEZ VARGAS


TRABAJADORA SOCIAL

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES


FACULTAD DE DERECHO
MAESTRIA EN PROBLEMÁTICAS SOCIALES INFANTO JUVENILES
PSICOLOGIA DE LA NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA
CIUDAD DE BUENOS AIRES
2010
OBSERVACION

“La adolescencia era como un segundo parto, en el primero nace un niño,


y en el segundo, en este, nace un hombre o una mujer”.
Jean Jacques Rousseau

¿Por qué de esta observación?

Para dar cumplimiento al trabajo de la materia de Psicología de la


Niñez y la adolescencia, de la Maestría en Problemáticas Sociales
infanto-juveniles, que consistía en la realización de una observación y
posterior análisis del mismo, retomé la observación de una chica de
aproximadamente 19 años que se encontraba en un boliche. Esta
situación es motivo de mi atracción, ya que me interesa saber cuál
es el sentir actual del adolescente, como es su relación con su medio
o entorno social, como a través del ritual de un baile y de unos
movimientos, logra expresar y transmitir una serie de significados
frente a lo que es y lo que quiere.

Mi asistencia al boliche se dio de manera casual y no con el objetivo


de observar, pero debido a lo que sucedía en este lugar, tome una
posición de observadora y no de asistente, ya que este lugar logro
impactarme y puede capturar lo que dentro de mi subjetividad era
importante.

¿Cómo transcurre la observación?

Era la una de la mañana en un boliche de Palermo de la Ciudad de


Buenos Aires. A esta hora después de una larga fila, abrieron las
puertas y toda la gente que se encontraba esperando, se dispuso a
ingresar al establecimiento. Una vez allí, cada grupo fue asumiendo
un lugar, y por lo que pude observar la mayor cantidad de grupos se
dividían en genero, es decir habían grupos de chicos, aparte del de
las chicas y unos pocos eran mixtos.

Transcurrieron unos minutos y cada uno bailaba únicamente con los


de su grupo, mientras terminaba de ingresar todos al boliche; una vez
transcurría esto, los chicos y chicas se miraban unos con otros, cada
vez que ingresaba alguien observaban toda su apariencia (sentí como
si trataran de observar con quien se identificaban, con quien les
gustaría juntarse, quien les llamaba la atención y quien podía ser
competencia), pero ya pasada una hora, se empezaron a integrar
entre los grupos de chicos y chicas, compartir tragos, bailar,
conversar, etc. En ese momento aproximadamente a las 2:30 am,
me detuve a observar a una chica de aproximadamente 19 años,
vestía una minifalda, una musculosa con un escote pronunciado en la
espalda, sandalias muy altas, estaba maquillada y se veía muy
arreglada, como usualmente lucen las chicas en este tipo de lugares.
La música que más se escuchaba era del género del reggaetón,
música que por sus orígenes, historia y ritmo, maneja una carga
sexual y erótica.

Esta muchacha empezó a bailar con varios chicos que la invitaban,


sus movimientos eran sensuales, con bastante contacto físico (como
baile característico del género del reggaetón); ya pasado un tiempo y
después de haber bailado esta chica con varias personas y sentir que
captaba la atención de un grupo de muchachos (porque estos no la
dejaban de mirar y de sonreírle), ella y su grupo de pares empezaron
a bailar entre ellas mismas, enfrente del grupo de muchachos y a
realizar movimientos que les permitiera mostrar sus cuerpos, (esto
generó en mi una sensación de que ellas querían seducir a estos
muchachos), pero apenas se les acercaba alguno, ellas lo alejaban, no
les ponían atención y seguían bailando con sus amigas.

En un momento las 4 muchachas que se encontraban con la chica


que es motivo de esta observación, se dirigieron hacia el baño y ella
se quedo sola, y como sabia que el grupo de muchachos la estaban
mirando, siguió bailando, tocaba su cuerpo de manera sensual,1
cerraba sus ojos y solo bailaba al ritmo de la música. Esto transcurrió
así durante aproximadamente 20 minutos, hasta que volvieron sus
amigas y continuaron en su ambiente, bailando, cantando y en
ocasiones bailaban con algunos chicos. En un momento un joven
físicamente agradable, la invito a bailar, y ella ya no puso ninguna
objeción y en su expresión facial, se notaba cierta satisfacción, (como
si hubiera encontrado al chico indicado). Ella se puso a bailar con el
muchacho, y transcurrieron varias canciones mientras estaban juntos,
se hablaban al oído, había un mayor contacto visual, se reían, en
cierta forma de coqueteo2, hasta que se besaron, y bailaban aun con

1
Que provoca placer al ser percibido por los sentidos. En:
http://es.thefreedictionary.com/sensual Consultada el 9 de noviembre de 2010.
2
El coqueteo es una forma de interacción humana en la cual se expresa un interés sexual o romántico en
la otra persona. Puede consistir en conversación, lenguaje corporal, o contacto físico corto. Puede
provenir sólo de un lado o puede ser recíproco. El coqueteo está relacionado en la sociedad humana al
género femenino, aunque el término se usa actualmente en forma más genérica tanto para mujeres como
para hombres. En el género masculino se ejerce la galantería como contraparte. En:
http://es.wikipedia.org/wiki/Coqueteo
mayor contacto físico y de manera sensual, (como si trataran de
excitarse mutuamente).

La observación la realice hasta las 4.30 de la mañana, y ya por el


cansancio di por terminada la observación.

¿Pero qué significancia podría tener este fenómeno?

Debido a mi formación profesional, orientada al tema social, para el


análisis de esta observación se retomaran aportes de las ciencias
sociales entre estos de sociología, antropología y como eje
transversal planteamientos desde la psicología, ya que este
fenómeno permite un análisis interdisciplinario para su mejor
comprensión.

1. Que significa la adolescencia.


Para dar inicio al análisis, es importante comprender qué se entiende
por adolescencia, desde diferentes posturas y autores.

Desde un enfoque psicoanalítico podemos definir al período de la


adolescencia como aquél que es atravesado por un proceso de
elaboración del duelo del mundo infantil. Elaborar sus cambios
corporales, identitarios (paso del rol infantil al rol adulto) y de relación
con sus padres supone un proceso de crecimiento con fuertes
implicancias en la conducta y en las formas de pensar y sentir el
mundo. (Observatorio Argentino de Drogas. 2005)

La adolescencia consiste más en un proceso, y en una etapa de


transición, que en un estadio con límites temporales fijos. Ahora bien,
los cambios que ocurren en este momento son tan significativos que
resulta útil hablar de la adolescencia como un periodo diferenciado
del ciclo vital humano. (Hamel y Cols. 1985).

La adolescencia comienza con la pubertad, es decir, con una serie de


cambios fisiológicos que desembocan en plena maduración de los
órganos sexuales, y la capacidad para reproducirse y relacionarse
sexualmente. El intervalo temporal en que transcurre comenzaría a
los 11-12 años y se extendería hasta los 18-20. Sin embargo no
podemos equiparar a un chico de 13 con uno de 18 años; por ello se
habla de “adolescencia temprana” entre los 11-14 años (que coincide
con la pubertad), y luego de un segundo periodo de “juventud” entre
los 15-20 años; su prolongación hasta llegar a la adultez, dependerá
de factores sociales, culturales, ambientales, así como de la
adaptación personal. (Marquez L., Phillippi A. 1995)

En sociedades diferentes a la nuestra y también en la misma


sociedad occidental, en otros tiempos, la adolescencia puede, o
podía, darse por terminada con el matrimonio y la entrada en el
mundo laboral. En la actualidad, y dentro del contexto occidental, la
generalizada demora del momento del matrimonio, la situación de
prolongación de los estudios y, sobre todo, de desempleo juvenil, ha
hecho difícil la delimitación final de la edad adolescente; en definitiva
la sociedad occidental ha contribuido a alargar la adolescencia mucho
más de lo habitual en otras sociedades. (Bobadilla E., Florenzano R.
1981)

Es importante tener en cuenta que los cambios biológicos marcan el


inicio de la adolescencia, pero esta no se reduce a ellos, sino que se
caracteriza además por significativas transformaciones psicológicas y
sociales.

El ingreso en el mundo adulto exige una serie de cambios, de


maduraciones en todos los niveles del ser que desembocan en
actitudes y comportamientos de madurez. Este cambio pone de
manifiesto que el verdadero sentido de la etapa adolescente es la
maduración de la autonomía personal (Papalia, 1991). La
adolescencia debe entenderse, por consiguiente, como un complejo
proceso de maduración personal, como una “etapa de inmadurez en
busca de madurez”. Al comparar las actitudes o el comportamiento
del adolescente con el “niño bueno” o el adulto responsable, se
puede tener una falsa impresión de retroceso, ya que el adolescente
es menos ordenado, menos sociable, menos dócil y menos
respetuoso que antes; pero eso no significa que sea menos maduro o
menos responsable. Ahora el adolescente necesita obrar por
convicciones personales lo que le conduce a replantearse su
comportamiento anterior. Ha elegido un campo de juego más difícil
que antes, y esto produce que se obtengan peores resultados, sin
embargo estos resultados no son signos de retroceso, sino de
crecimiento, de madurez propia de la adolescencia. Por tanto sería un
error creer que la madurez llega de pronto al final de la adolescencia.
(Marquez L., Phillippi A., 1995). A demás es importante reconocer,
como lo plantea Winnicott (1979) la inmadurez es un elemento
esencial de la salud en la adolescencia, es una parte preciosa de la
escena adolescente, contiene los rasgos más estimulantes de
pensamiento creador, sentimientos nuevos y frescos, ideas para una
nueva vida, “si los adultos abdican, el adolescente se convierte en un
adulto en forma prematura y por un proceso falso… desarrollándose
falsas maduraciones basadas en identificaciones, y no el proceso de
crecimiento innato” (p.190)

Esto es algo que personalmente lo puedo ver marcado en muchos


adolescentes, que por la asignación de ciertas responsabilidades por
parte de sus padres, el entrar al mundo laboral, o en este caso, la
asistencia a lugares en la vida nocturna, los hace personas con todo
el equilibrio y la fortaleza psíquica, que les permita tener una
personalidad definida, pero por el contrario se presenta una “falsa
madurez”, en el que se adaptan aparentemente a la vida, pero en
momentos de crisis, no lo pueden o saben sobrellevar.

Algunos aportes de las principales Teorías sobre la


Adolescencia:

Según la teoría freudiana, la adolescencia es un estadio del


desarrollo en el que brotan los impulsos sexuales y se produce una
primacía del erotismo genital. Supone, por un lado, revivir conflictos
edípicos infantiles y la necesidad de resolverlos con mayor
independencia de los progenitores y, por otro lado, un cambio en los
lazos afectivos hacia nuevos objetos amorosos (Freud, 1905). La
posición psicoanalítica está caracterizada por tres ideas
fundamentales. En primer lugar, la adolescencia es considerada como
un periodo en el que existe una acentuada vulnerabilidad de la
personalidad, debida primordialmente a la fuerza de las pulsiones que
surgen durante la pubertad. En segundo lugar, se concede
importancia a la probabilidad de comportamiento mal adaptado,
procedente de la inadecuación de las defensas psicológicas para
enfrentarse con conflictos y las tensiones internas. Los ejemplos de
tal comportamiento incluyen fluctuaciones, depresión e
inconformismo. En tercer lugar se concede especial importancia al
proceso de desvinculación, ya que es percibido como una necesidad,
si es que han de establecerse relaciones sexuales y emocionales
maduras fuera del hogar.

Según los aportes de esta teoría, podemos corroborar como las


interacciones con el grupo de pares o las relaciones momentáneas
que se generan con personas del sexo opuesto, dentro del el espacio
del boliche, recrean una carga sexual y erótica en los jóvenes,
facilitándose los juegos auto eróticos, reemplazándose el conflicto
edípico, hacia nuevos objetos amorosos, en el que como plantea
Freud (1995), ahora es dada una nueva meta sexual; para alcanzarla,
todas las pulsiones parciales cooperan, al par que las zonas erógenas
se subordinan al primado de la zona genital. Puesto que la nueva
meta sexual asigna a los dos sexos funciones muy diferentes, su
desarrollo sexual se separa mucho en lo sucesivo. El del hombre es el
más consecuente, y también el más accesible a nuestra comprensión,
mientras que en la mujer se presenta hasta una suerte de involución.
La normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la
exacta coincidencia de las dos corrientes dirigidas al objeto y a las
metas sexuales: la tierna y la sensual. La primera de ellas reúne en sí
lo que resta del temprano florecimiento infantil de la sexualidad. Es
como la perforación de un túnel desde sus dos extremos (p. 56).

Adicional, debido al crecimiento manifiesto de los genitales externos,


que durante el período de latencia de la niñez había mostrado una
relativa inhibición, “el desarrollo de los genitales internos ha
avanzado hasta el punto de poder ofrecer productos genésicos, o bien
recibirlos, para la gestación de un nuevo ser. Así ha quedado listo un
aparato en extremo complicado, que aguarda el momento en que
habrá de utilizárselo”, y es allí, donde “este aparato debe ser puesto
en marcha mediante estímulos; en relación con ello, la observación
nos enseña que los estímulos pueden alcanzarlo por tres caminos:
desde el mundo exterior, por excitación de las zonas erógenas que ya
sabemos; desde el interior del organismo, siguiendo vías que aún hay
que investigar, y desde la vida anímica, que a su vez constituye un
repositorio de impresiones externas y un receptor de excitaciones
internas. Por los tres caminos se provoca lo mismo: un estado que se
define como de «excitación sexual» y se da a conocer por dos clases
de signos, anímicos y somáticos. El signo anímico consiste en un
peculiar sentimiento de tensión, de carácter en extremo esforzante;
entre los múltiples signos corporales se sitúa en primer término una
serie de alteraciones en los genitales, que tienen un sentido
indubitable: la preparación, el apronte para el acto sexual. (La
erección del miembro masculino, la humectación de la vagina.)”
(p.57).

Este estado de excitación en la muchacha en especial cuando se


encontraba bailando con el chico, logro ser visible, desde el estado
anímico, en el que se manifestaba cierta ansiedad y tensión, acelere
en los movimientos del baile, mayor fuerza al besar; y en cuanto a los
signos corporales podría suponer que se dieron, pero esto va mas allá
de la observación y que por obvias razones no se podían corroborar.

Por su parte, Eric Erikson (1950, 1965, 1968) identificó la


adolescencia como una crisis de identidad en oposición a confusión
de papel. El rápido crecimiento del cuerpo y la nueva maduración
genital evidencian ante los jóvenes su inminente adultez, y los hacen
interrogarse acerca de sus papeles en la sociedad adulta. La tarea
más importante de la adolescencia es descubrir Quién soy yo.
Considera que el primer riesgo de este estadio es la confusión de
identidad. Los adolescentes también pueden expresar su confusión
actuando impulsivamente, comprometiéndose en cursos de acción
pobremente pensados o regresando a comportamientos pueriles para
evitar resolver conflictos. Considera las pandillas exclusivistas de la
adolescencia y su intolerancia a las diferencias como defensas contra
la confusión de identidad.

Estos planteamientos permiten responder, como en el boliche, se


busca encontrar aquella persona o grupo con el que se identifique, ya
sea de manera momentánea, a fin de clarificar o definir su identidad,
su “yo”. Ante esto, Erikson también considera el enamorarse como un
intento para definir la identidad. Llegando a intimar con otra persona
y compartiendo pensamientos y sentimientos, el adolescente da a
conocer su propia identidad, ve su reflejo en la persona amada y es
capaz de clarificar su yo (Papalia, 1991).

Por otro lado, la Visión psicosociológica, subraya la influencia de


los factores externos. La adolescencia es la experiencia de pasar una
fase que enlaza la niñez con la vida adulta, y que se caracteriza por el
aprendizaje de nuevos papeles sociales: no es un niño, pero tampoco
es un adulto, es decir, su estatus social es difuso. En este desarrollo
del nuevo papel social, el adolescente debe buscar la independencia
frente a sus padres. Surgen ciertas contradicciones entre deseos de
independencia y la dependencia de los demás, puesto que se ve muy
afectado por las expectativas de los otros.

Claro ejemplo de este planteamiento es como la chica de esta


observación, desplaza su independencia directa a la familia, por la
dependencia a un grupo de pares, que logre clarificar su identidad,
generándose en ese proceso una serie de tensiones frente a su rol
dentro del grupo, de cómo se percibe y es percibida por el otro. A su
vez, el estudio sociológico o sociopsicológico de la adolescencia
frente a su preocupación e interés por los papeles y el cambio de
estos en el proceso de socialización, plantea que la adolescencia,
desde este punto de vista, es considerada sujeta a sobre carga y
tensiones, no tanto debido a inestabilidad emocional interna, sino
como resultado de presiones conflictivas procedentes del exterior.

Considerando tanto esto como el enfoque psicoanalítico, existen dos


puntos de vista mutuamente complementarios, pero distintos en
esencia: el concepto de la adolescencia como periodo de `tempestad
y tensión'. Ambos enfoques teóricos consideran a los años de
adolescencia como un “estadio problema” dentro del desarrollo
humano.

Por otro lado, la Escuela de Ginebra con los aportes de Piaget,


señala la importancia del cambio cognitivo y su relación con la
afectividad. El importante cambio cognitivo que se produce en estas
edades genera un nuevo egocentrismo intelectual, confiando
excesivamente en el poder de las ideas (Piaget, J., 1972). Así mismo
David Elkind, autor de orientación piagetiana, habla de dos aspectos
del egocentrismo adolescente: “la audiencia imaginaria”, que es la
obsesión que tiene el adolescente por la imagen que los demás
poseen de él, y la creencia de que todo el mundo le está observando,
(tal como es el caso de las chicas en el boliche, en el que su arreglo
físico, y su expresión corporal va orientado a llamar la atención del
grupo chicos y seducirlos, para que estos les correspondan,
haciéndolas sentir importantes); y “la fábula personal” que es la
tendencia a considerar sus experiencias como únicas e irrepetibles.
(Palacios, J., Marchesi, A. 1984)

La adolescencia al ser un momento de búsqueda y consecución de la


identidad personal, esta identidad según esta corriente, es de
naturaleza psicosocial y contiene importantes ingredientes de
naturaleza cognitiva: El adolescente se juzga a sí mismo a la luz de
cómo es percibido por los otros, y se compara con ellos. Esos juicios
pueden ser conscientes o inconscientes, con inevitables
connotaciones afectivas, que dan lugar a una conciencia de identidad
exaltada o dolorosa, pero nunca afectivamente neutra. El
autoconcepto es el elemento central de la identidad personal, pero
integra en sí mismo elementos corporales, psíquicos, sociales y
morales. (Palacios, J., Marchesi, A. 1984)

Los cambios fisiológicos obligan a revisar y rehacer la imagen del


propio cuerpo: La preocupación por el propio físico pasa a primer
plano. Pero no sólo la imagen del propio físico, sino la representación
de sí mismo, pasa a constituir un tema fundamental. El adolescente
tiene una enorme necesidad de reconocimiento por parte de los otros,
necesita ver reconocida y aceptada su identidad por las personas
(adultos, compañeros) que son significativas para él. Es este
reconocimiento y aceptación lo que asegura un concepto positivo de
sí mismo. (Marquez L., Phillippi A., 1995 y Coleman J., 1980)

Paralelamente a la emancipación de la familia, el adolescente


establece lazos más estrechos con el grupo de compañeros. Estos
lazos suelen tener un curso típico: primero es la pandilla de un solo
sexo, más tarde se fusionan con las pandillas de distinto sexo, y al
final se acaban consolidando las relaciones de pareja. (Coleman J.,
1980). Claro ejemplo en lo acontecido en el boliche, en el que
primeramente se busca la aceptación en el grupo de pares del mismo
sexo, empezando por la vestimenta, la manera de bailar, etc,
buscándose posteriormente la aceptación con otros grupos del sexo
opuesto con el cual se sientan identificados, finalizando con la
formación de parejas.

Esa sociabilidad se manifiesta en la búsqueda de un socius, de un


compañero; o también por la integración en un grupo. De esta
manera la sociabilidad se convierte en la capacidad, la aptitud que
permite al individuo vivir con los otros y en grupo, y es fruto de la
comprensión hacia el otro, de la posibilidad de simpatía y empatía.

Es sabido que a partir de los 8 años es lo “extremo de la


personalidad”, lo que motiva las simpatías. Desde los 10 años las
motivaciones tienen en cuenta preferentemente la conducta del
individuo frente al grupo (por ejemplo ser buen compañero). A partir
de los 11-13 años la elección de compañeros se basa sobretodo en
aspectos individuales del carácter. La simpatía en el momento de la
adolescencia se dirige cada vez más hacia la personalidad total del
otro; y tiene en cuenta, sobretodo, las cualidades afectivas del otro.
(Coleman J., 1980).

Con el desarrollo de la madurez las posibilidades asociativas se


multiplican, y las relaciones sociales se descubren mejor. El
adolescente no sólo tiene la necesidad de encontrar un amigo, sino,
que de hecho se hace capaz de vivir la amistad dado que tiene la
capacidad de sociabilidad. Es así como en la adolescencia, las
amistades juegan un doble papel: en el desarrollo de la personalidad,
reforzando el “yo”, y en el proceso de socialización.

2. Que implicancia tiene el Boliche como escenario de


encuentro
El estudio sobre “Representaciones Sociales de los jóvenes de la
ciudad de Medellín (Colombia) sobre, el consumo de sustancias
psicoactivas en relación con sus escenarios”, en el que busca
comprender el proceso de construcción de las representaciones
sociales sobre el consumo de psicoactivos, con los escenarios donde
los jóvenes llevan a cabo su consumo, rescatando su experiencia
intersubjetiva, (S. Londoño, C. Patiño Gaviria, V. Cano y F. Arias), es la
base para el análisis de lo que la vida nocturna y el escenario del
boliche significa para los adolescentes. Este estudio se soporta de
varios autores que se presentan a continuación:

Camarotti y Kornblit (2005), en un estudio realizado en Buenos Aires,


(Argentina) centrado en las prácticas relativas a la nocturnidad de los
jóvenes que participan en la cultura del baile, (incluyendo el consumo
de sustancias psicoactivas), consideran que los lugares de diversión
nocturna son espacios de sociabilidad entre los jóvenes, en los cuales
no se da la discriminación entre clase social, sexo, etnia u orientación
sexual. Por el contrario manifiesta que si se desprestigia el espacio
recreativo, probablemente se refuerce el vínculo positivo entre
consumo de drogas y diversión (2005: 332). Esto podría significar que
entre más carga negativa se le asigne a un lugar, este va ser de
mayor atracción para el adolescente.

En países como Colombia (Climent & Aragón; 1995), se indica que los
jóvenes que consumen drogas, le dan un gran significado a los sitios
de consumo, ya que hay un sentido compartido por medio de las
prácticas generadas en estos. Se resalta además que los jóvenes
resignifican ciertos sitios, dándoles un sentido diferente para lo que
inicialmente fueron creadas y se constituyen para ellos en la
oportunidad de vivir experiencias de mayor intensidad, riesgo y
emoción.

Adicional, Echeverría, Mettifogo y Sapiains (2004) en un estudio


realizado en Chile, consideran que el uso de espacios públicos facilita
la construcción de identidad, a la vez que otorga un sentido de
pertenencia física, de ser de un lugar. Frente a esto se agrega que
junto con el sentido de pertenencia, el espacio físico cumple con un
sentido de representación (en términos de exhibición de las prácticas
colectivas, de protagonismo o notoriedad pública); y de actuación
(asociado con el desarrollo de acciones orientadas a la búsqueda de
los distintos objetivos del grupo) (Molina, 2000 cit. Por Echeverría,
Mettifogo & Sapiains 2004).
Complementando estos planteamientos, la antropología clásica,
centrada en sociedades tradicionales, aborda los escenarios en
estrecha vinculación con el mito. El mito ofrece una explicación del
mundo, un ordenamiento, ubica al ser humano en él y le brinda la
posibilidad de trascender. En el mito, el espacio social es dotado de
significado y, por lo tanto, lo son también las prácticas que se
desarrollan en dicho espacio. Esto no es otra cosa que decir que el
espacio practicado, social, económica y simbólicamente se
transforma en territorio, en tanto en él se establecen relaciones, se
usufructúa económicamente, se significa; es decir, es apropiado por
los seres humanos (Montoya, 2004).

Gracias a estos planteamientos, se puede manifestar, como el


boliche, como espacio de encuentro de muchos adolescentes,
adquiere una significación y una simbología que les identifica,
haciéndoles sentir como propio, y como el lugar apropiado para
sentirse libres, independientes de los adultos, como el lugar que
pueden dominar y que está a su alcance, en el que pueden vivir
ciertas experiencias que ningún otro espacio se los puede ofrecer. Lo
anterior se puede relacionar con lo que plantea Bohigas (1985 cit. Por
Valera, 2007) pues este autor considera que la cualidad esencial del
espacio físico, desde el punto de vista urbanístico, es precisamente,
su permanencia, y no tan sólo permanencia física, sino sobre todo,
permanencia en el ámbito de significado, de contenido simbólico.
Esta característica del espacio físico puede ser extrapolable a
cualquier otro espacio que, lejos de recordar a un personaje o a un
hecho histórico, tenga la capacidad de aglutinar elementos de
identificación para determinados grupos sociales. (Londoño S. p. 6)

En este sentido, puede considerarse como simbólico el boliche, como


un espacio determinado sobre el cual un actor social o grupo, que en
este caso es la chica y su grupo de pares, ha depositado una
determinada carga de significaciones, emociones o afectos. Y siendo
un producto social, este espacio será simbólicamente más potente,
no necesariamente cuantos más sujetos compartan unos mismos
significados, emociones o afectos referidos al mismo, sino cuanto más
claramente estén definidos estos significados, emociones o afectos
por el grupo social en relación con ese espacio. (Londoño S. p.6)

Citando tambien a Castiblanco (2005), Los jóvenes viven sus vidas


estrechamente ligadas con el mundo de la música y las nuevas
tecnologías, relación que influye en las formas de ser, de pensar, de
posicionarse frente a sí mismos y al mundo así como a las maneras
de manifestarse frente al orden u órdenes dominantes en la sociedad.
La vida juvenil como objeto de conocimiento ha sido indagada sobre
las diversas formas de ser joven: en especial de las diversas prácticas
sociales, y lo más importante, ser joven desde la posibilidad de
definirse a sí mismo (p. 255).

3. Pero más allá del espacio, que pasa en la vida nocturna?

En los últimos años, la diversión nocturna se ha convertido en un


fenómeno colectivo del que participan muchos jóvenes y algunos
adultos. La diversidad que los lugares de salidas nocturnas ofrecen,
lleva a una clara distinción entre los diferentes grupos que frecuentan
estos lugares. En cada uno de ellos, los jóvenes desarrollan sus
propias estrategias de acción, lo que les permite compartir con el
resto del grupo una ética y una estética, a la vez que les otorga una
identidad diferenciada con el resto de los otros grupos (Camarotti &
Kornblit, 2005:1).

El tiempo de ocio para los jóvenes, es su tiempo, en el que marcan


sus horarios fuera del control de los adultos. El espacio lúdico
nocturno es de dominio regular de los jóvenes, siendo en el que se
identifican con sus colegas, con sus iguales. La industria que se crea
alrededor de la diversión juvenil es poderosa: incluye música, locales
y drogas (Añaños, 2006), así como oportunidades para diferenciar los
consumos y los espacios de diversión, encuentro y participación. Uno
de estos espacios lo constituyen los eventos de rumba, localizados en
algunas ocasiones en un mismo lugar, convirtiéndose en objeto de
visita regular (por ser referenciados en forma permanente), en otras,
responde a coyunturas del mercado del Espectáculo. (S, Londoño, p.
22)

A ello se suma otro objetivo: integrarse en redes de amistad y


sentido, pues el gusto por determinadas cosas en común, es pretexto
suficiente para convocar los encuentros. Ante este tipo de eventos,
asumen una actitud positiva, ya que el contexto rumba como tal, les
ofrece la oportunidad de una visibilización social, en términos de una
identidad. Con motivo de la satisfacción que les produce el ambiente
de la rumba y lo que logran en ella en términos de la armonía y la
integración social, para estos jóvenes las diferencias sociales son
borrosas. Por lo tanto, la representación social construida es que este
tipo de eventos, no obstante ser costosos, las personas se las
arreglan para acudir y disfrutan de la rumba. (p.22)

Como se puede ver, tanto el espacio, como la vida nocturna para los
adolescentes va mas allá de una simple diversión, se convierte por el
contrario en un momento y un espacio de sociabilidad en el que
buscan identificarse y reforzar su yo; al ser un horario en el que están
lejos del alcance de los adultos, sienten menos limitaciones en sus
actos, adicional, al estar en juego la carga sexual y erótica, el espacio
por su escasa luz, la música, se propicia un ambiente de descarga y
liberación.

4. Y… El cuerpo de la mujer adolescente!

Daiana Bruzzone en su ponencia “Construcción del cuerpo, sentidos


en juego”, manifiesta que el cuerpo, es esa matriz de la identidad
mediante la que nos apropiamos de los sistemas simbólicos
compartidos (Le Breton: 2006), a partir de el experimentamos y
percibimos el mundo; o bien el paradigma del cuerpo, es el campo
donde podemos hallar cada uno de los sentidos a los que me refiero y
desde donde podemos trabajar con ellos. Es en el ámbito de la
corporeidad donde nos situamos ante la complejidad de la
comunicación (Le Breton: 2002) y el lugar en que las tramas sociales
y culturales están presentes y atravesando las prácticas que le dan
sentido a las construcciones que los jóvenes realizan sobre sus
cuerpos, de manera conciente e inconciente. (p. 4)

Es decir que el cuerpo, al ser el medio en el que se hacen propios los


sistemas simbólicos y con el que se expresa una serie de significados,
en el boliche, la chica asume en su cuerpo el medio por el cual busca
expresar su sensualidad a fin de sentirse reconocida y/o aceptada por
un contexto, que demanda en la mujer un mayor erotismo, en el que
el cuerpo es asumido como un objeto de exhibición.

A su vez, el Equipo Interdisciplinario en Psicología Comunitaria en su


artículo “El cuerpo de la mujer adolescente” plantea la importancia de
“pensar por qué es tan determinante esa mirada externa, es que algo
así como que somos el reflejo de los demás y nos condicionan,
modelos identificatorios –como expresó Freud en Introducción al
Narcisismo, donde se pone en juego el IDEAL DEL YO. “ La incitación
para formar el Ideal del yo, cuya tutela se confía a la conciencia
moral, partió en efecto de la influencia crítica de los padres, ahora
agenciada por las voces, y a la que en el curso del tiempo se sumaron
los educadores, los maestros y, como enjambre indeterminado e
inabarcable, todas las otras personas del medio (los prójimos, la
opinión pública).” (p. 2)

5. Y el por qué de la ropa?

La moda femenina se presenta en este contexto como un conjunto de


mensajes enmarcados en reales campañas publicitarias que difunden
el estereotipo de la mujer sensual y seductora que funciona como
modelo de identificación de millones de mujeres, que buscan un
acercamiento a esta imagen por medio del consumo de las
mercancías y / o servicios que a través de esa imagen se promueve
“Por ser la moda el resultado de un conjunto de campañas
publicitarias, que difunden imágenes del hombre y la mujer, en donde
el modelo predominante es el de la mujer atractiva y sensual, su
acción se rodea de una aureola sexual”. En consecuencia, la
sexualidad es una de las características sobresalientes que rodean las
últimas creaciones o "gritos de la moda". La expresión de la
sexualidad es parte de los ingredientes utilizados por una publicidad
que busca garantizar su consumo en el marco de una atmósfera
sociocultural, represora de lo sexual, pero que por otro lado, permite
su estimulación a través de la publicidad, cuyos mensajes destacan a
través de las imágenes, las características sexuales secundarias de la
mujer para deleite del hombre. (Erik, 1089)

La actividad más característica entre adolescentes suele ser la


conducta heterosexual de caricias íntimas, dentro de un marco de
encuentro, que puede dar lugar a desarrollar distintos tipos de
sentimientos y comportamientos: desde la mera simpatía y amistad,
hasta el enamoramiento propiamente dicho. (Marquez L., Phillippi A.,
1995), y es allí donde la moda, la manera de vestir se convierte en el
medio para reflejar la actividad sexual.

Pero como lo plantea Winnicott, (1979) “a veces se da por sentado


que los jóvenes que “a cada rato se meten a la cama”, según la frase
popular y que tienen relaciones sexuales, han llegado a la madurez
sexual. Pero ellos mismos saben que no es así, y empiezan a
despreciar el sexo como tal. La madures sexual tiene que abarcar
toda la fantasía inconsciente del sexo, y en definitiva el individuo
necesita poder llegar a una aceptación de todo lo que aparezca en la
mente, junto con la elección el objeto, la constancia de objeto, la
satisfacción sexual, el entretejimiento sexual.”
A su vez (Papalia, 1991) plantea que la actividad sexual (besos
casuales, abrazos, caricias y contacto genital) satisface las
necesidades de muchos adolescente, una de las cuales es el placer
físico. Los adolescentes se vuelven sexualmetne activos por muchas
razones: ampliar la intimidad, buscar nuevas experiencias, probar su
madurez, mantenerse al nivel de sus compañeros, hallar un alivio
ante las presiones e investigar los misterios del amor.

Finalmente, a través del recorrido por los diferentes autores, posturas


y disciplinas anteriormente señalados, puedo llegar a comprender
que la chica motivo de la observación, (y se podría decir que en
general, los asistentes al boliche), buscan en este espacio la
oportunidad de desinhibirse de prejuicios que la sociedad impone,
expresan con libertad, toda carga erótica y sexual, (que por el
proceso en que atraviesan les es característico), a su vez al atravesar
por un momento de sus vidas en que buscan identidad, todos sus
movimientos, actitudes, expresiones hacen parte de un juego en
busca de aceptación social, en el que puedan reforzar su “yo”,
sentirse identificados por un grupo de pares o pareja, con el que el
logre simpatizar así sea de manera momentánea o circunstancial y
sentir que son maduros para “afrontar la realidad”.

Sé que debido a la complejidad del mundo y los cambios tan


acelerados en los que estamos inmersos, los jóvenes se encuentran
en un espacio de sus vidas, en el que la adaptación a esa serie de
cambios y exigencias, no es un proceso fácil, y como es sabido y se
puede ver en prácticas de la cotidianeidad, el joven de ayer, no es el
mismo del hoy y por supuesto no lo será al del mañana, y desde mi
subjetividad, considero que el trabajo con estos chicos amerita una
constante actualización, preparación y renovación, para poder llegar
comprender la situación por la que atraviesan, en el que como
profesionales se demanda un gran esfuerzo, para romper con
estereotipos y lograr una mejor intervención.
BIBLIOGRAFIA

• Amaro Morales, Adriana PSICOCENT Equipo Interdisciplinario en


Psicologia Comunitaria en su artículo “El cuerpo de la mujer
adolescente” en http://www.psicocent.com.ar

• Castillo Ceballos, Gerardo (2001): “Los Adolescentes Y Sus


Problemas”, S.A. Eunsa. Ediciones Universidad De Navarra.

• Clark, Eric. (1989): La Publicidad Y Su Poder. Las técnicas de


provocación al consumo. Ed. Planeta mexicana. México, D.F.

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Morata.

• Coleman, J (1980); Marquez L., Phillippi A. (1995); Hamel y cols.


(1985). Adolescence. Extraído de Annual Review of Sociology.
En: http://www.annualreviews.org

• Freud, S. (1905): Fragmento de análisis de un caso de histeria y


otras obras. “Metamorfosis de la Pubertad”. Vol. VII. Pag. 56-68.

• Le Breton, David (2006): El sabor del mundo. Una antropología


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• Meltzer, D., Harris, M. (1988): Estados Sexuales de la mente.


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• Observatorio Argentino de Drogas (2005): “Imaginarios sociales


y prácticas de consumo de alcohol en adolescentes de escuelas
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• Palacios, J. (1984): Marchesi, A. Y Carretero, M. (comps.):


"Psicología evolutiva". Vol. 3: Adolescencia, madurez y
senectud. Madrid: Alianza.

• Papalia, D. (1991): Psicologia del Desarrollo. “Personalidad y


desarrollo social en la adolescencia”. Cap 16. Mc Graw Hill.

• Ponencia presentada en las Jornadas del Cuerpo y la Cultura.


Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Universidad Nacional de La Plata. Fecha: mayo de 2008.
• Winnicott, D. (1979): Realidad y Juego. Cap. 11. Granica.
Buenos Aires.

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