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da exclusión de las mujeres de la vida pública hacía que ésta quedara relegada a la
vida doméstica: el
de las posesiones y las tareas domésticas así
como el cuidado de los niños eran sus tareas cotidianas. La mujer no era ciudadana
sino hija o esposa de ciudadano. Salvo en Esparta, no había Ô
Ô especiales
para muchachas y la educación no se dirigía a ellas. Todo lo aprendían en el ámbito
privado de su madre, hermanas o esclavas. Por lo tanto, el analfabetismo era muy
alto en este grupo. Excepcional fue el círculo de ñ, la poetisa de Lesbos, que
aunó un grupo de mujeres en el s.VI a.C. donde se formaban en la poesía, el canto
y la danza y donde eran normales las
Ô homosexuales.
Todo ello hacía difícil que hubiera un acercamiento igualitario y satisfactorio entre
hombres y mujeres o, incluso, entre esposos. Difícilmente podría encontrar
alicientes un hombre culto en la relación con su mujer debido a sus carencias.
Tampoco pretendían otra cosa.
Las
se dirigían al hombre concreto, y se admitía en ellas a
Ô, esclavos y mujeres, es decir, a los Ô marginales. Muchas de
estas sectas formaron sociedades paralelas y formas de vida articuladas a través de
preceptos, obligaciones y prohibiciones que se enfrentaban claramente a los
poderes establecidos a través de la diferenciación: no comer carne, vivir a las
afueras de las ciudades, rechazo del sacrificio animal, etc.
" -Por consiguiente, querido mío, no hay ninguna ocupación entre las concernientes
al gobierno del Estado que sea de la mujer por ser mujer ni del hombre en tanto
hombre, sino que las dotes naturales están similarmente distribuídas entre ambos
seres vivos, por lo cual la mujer participa, por naturaleza, de todas las ocupaciones,
lo mismo que el hombre; sólo que en todas la mujer es más débil que el hombre.
-Completamente de
.
-¡Hemos de asignar entonces todas las tareas a los hombres y ninguna a las
mujeres? -No veo cómo habríamos de hacerlo.
-Creo que, más bien, diremos que una mujer es apta para la
y otra no,
una apta por naturaleza para la música y otra no.
-sin duda.
-¿ Y acaso no hay mujeres aptas para la gimnasia y para la guerra, mientras otras
serán incapaces de combatir y no gustarán de la gimnasia?
-Lo creo.
-¿ Y no será una amante de la sabiduría y otra enemiga de ésta? ¿ Y una fogosa y
otra de sangre de horchata?
-Así es.
-Por ende, una mujer es apta para ser guardiana y otra no; ¿No es por tener una
naturaleza de tal índole por lo que hemos elegido guardianes a los hombres?
-De tal índole, en efecto.
-¿ Hay, por lo tanto, una misma naturaleza en la mujer y en el hombre en relación
con el cuidado del Estado, excepto en que ella es más débil y el más fuerte?
-Parece que sí.
-Elegiremos, entonces, mujeres de esa índole para convivir y cuidar el Estado en
común con los hombres de esa índole, puesto que son capaces de ello y afines en
naturaleza a los hombres.
-De acuerdo.
-¿ Y no debemos asignar a las mismas naturalezas las mismas ocupaciones ?
-Las mismas.
-Tras un rodeo, pues, volvemos a lo antes dicho, y convenimos en que no es contra
naturaleza asignar a las mujeres de los guardianes la música y la gimnasia."
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