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AA como

alternativa
de solución...
dicen los
médicos
Mensaje
a una
interna
AA como
alternativa
de solución...
dicen los
médicos
2 Mensaje a una interna

Índice

Tema Página

Cuestionario………………………………………… 3
Introducción………………………………………… 4
Opinión de la medicina respecto a la enferme-
dad del alcoholismo y de qué manera afecta a la
mujer………………………………………………… 6
Comunicación contigo, amiga interna…………… 8
Experiencias………………………………………... 11
Cometí un delito que no recuerdo y lo tenía que
pagar………………………………………………… 11
¡Qué tal compañeras!, soy Celina y soy alcohóli-
ca…………………………………………………….. 13
Me llamo Karla y soy alcohólica………………….. 16
El papá de mis hijos se entendía con mi madre.. 19
Nunca es tarde para cambiar…………………….. 21
Recuperar para cambiar…………………………... 22
Mi nombre es Roxana L. y he sido víctima de mí 23
misma………………………………………………..
¡Hola! Mi nombre es Elvia E., soy una alcohólica 26
y drogadicta…………………………………………
Recaí, robé y me recluyeron……………………… 28
Una oportunidad más……………………………… 30
Declaración de México……………………………. 34
AA como
alternativa
de solución...
dicen los
médicos
Sección México 3

Cuestionario
Sí No
1. ¿Ha tenido problemas legales a causa de la
bebida?
2. ¿Ha pensado alguna vez que puede perder su
posición en la sociedad y con su familia por su
forma de beber?
3. Durante los últimos meses, ¿ha tenido proble-
mas donde el alcohol esté relacionado?
4. ¿Ha jurado alguna vez a su familia o a usted
misma que no volverá a beber?
5. ¿Ha tenido lagunas mentales a consecuencia
de su forma de beber?
6. ¿Ha pensado que puede dejar de beber el día
que quiera?
7. ¿Ha tenido la necesidad de beber a escondi-
das?
8. ¿Le molestan los comentarios acerca de su
forma de beber?
9. ¿Se ha propuesto no tomar una sola copa al
día siguiente sin lograrlo?
10. ¿Se siente afectada moralmente debido a su
forma de beber?
11. ¿Ha tenido problemas de salud, siendo la
causa su forma de beber?
12. ¿Ha tenido la necesidad de tomar una copa
después de haber bebido el día anterior?
13. ¿Ha intentado cambiar de bebida, pensando
que así podrá controlar su forma de beber?

Si contestó afirmativamente a tres o más preguntas, es


probable que tenga problemas con su forma de beber.
La esperamos en cualquier Grupo de AA para disipar sus
dudas.
4 Mensaje a una interna

Introducción
Este folleto está dedicado esencialmente a las mujeres
que de alguna forma tengan una ligera sospecha que les
indique problemas con su manera de beber.
Cuando nuestra forma de beber empezó a darnos pro-
blemas, fue necesario hacer una pausa y pensar: “¿Qué
está pasando conmigo?” Algunas de nosotras creíamos
ser gente alegre y que unas copas harían explotar la
chispa de alegría. Otras pensábamos que los problemas
cotidianos se aminoraban bebiendo, para otras la idea era
que en los compromisos sociales es necesario beber.
Estas ideas y muchas más fueron llenando nuestras vidas
de alcohol. Sin darnos cuenta pasamos una barrera invi-
sible que nos dejó amargas experiencias porque con el
paso del tiempo nos convertimos en víctimas del alcohol y
sus consecuencias. Había tristeza en nuestro hogar, sufr-
íamos malestares físicos terribles, acompañados de an-
siedad y temor al no recordar lo sucedido la noche ante-
rior. Sentíamos que la vida se nos iba, algunas llegamos
al grado de tener unos temblores terribles causados por
una alteración nerviosa, y en ese cruel estado de deses-
peración, enfermas y envueltas en llanto, pensábamos y
hasta llegábamos a decir: "Ya no vuelvo a beber". Sin
embargo, episodios similares se presentaban nuevamen-
te; no nos dábamos cuenta que padecíamos una enfer-
medad llamada alcoholismo.
Pasado el tiempo y debido a esta serie de problemas, en
torno al exceso con la bebida, recurrimos a un Grupo de
Alcohólicos Anónimos donde encontramos la compren-
sión de todos y cada uno de los miembros del Grupo.
Ellos conocen bien el sufrimiento ocasionado por el alco-
holismo, pues vivieron circunstancias semejantes a las
nuestras, y el día de hoy están dispuestos a ayudarnos a
Sección México 5

dejar de beber como lo han hecho ellos. Por eso, cuando


una mujer llega a AA, también tiene la oportunidad de re-
cibir la experiencia de muchas otras mujeres que han de-
jado atrás el sufrimiento y los problemas ocasionados por
el alcoholismo. Ahora están aprendiendo otra forma de
vida, sin beber.
6 Mensaje a una interna

Opinión de la medicina respecto a la enfermedad


del alcoholismo y de qué manera afecta a la mujer

Los efectos del alcohol

El alcohol es una droga, y además una sustancia capaz de


producir adicción o dependencia, es decir, alcoholismo.
El alcoholismo deprime la actividad del cerebro y afecta
nuestra conducta. Como en el caso de las demás drogas,
sus efectos dependen de muchas cosas: el peso corpo-
ral, la estructura, la rapidez en la manera de beber, la
presencia de alimento en el estómago…
Por lo general, las mujeres tienen una talla menor que los
hombres y poseen menos cantidad de agua en el cuerpo,
lo que ocasiona que el alcohol circule en la sangre de
manera más concentrada. Por eso, casi siempre que un
hombre y una mujer beben la misma cantidad de alcohol,
los efectos son mayores en ésta.

Por lo tanto:
a) Las mujeres son propensas a emborracharse más
fácilmente que los hombres al beber la misma cantidad
de alcohol.
b) Los efectos del alcohol duran más tiempo en el cuerpo
de la mujer.
c) Las mujeres tienen mayor posibilidad de sufrir daños al
hígado como resultado de la bebida excesiva: “El daño
en el hígado, a largo plazo, es una de las consecuen-
cias más comunes de beber excesivamente. Durante
los últimos años, las muertes por cirrosis hepática en
las mujeres han aumentado en nuestro país”.
Sección México 7

Mujeres en riesgo

Actualmente, las mujeres tienen mayores riesgos de pa-


decer problemas relacionados con la bebida.
Cada vez son más las mujeres que trabajan y obtienen
sus propios ingresos, por lo que son más independientes.
Esto puede conducirlas a un estilo de vida que incluya el
consumo del alcohol.

¿Embarazo y alcohol?

a) El alcohol, como las demás drogas, pasan de la madre


al bebé en desarrollo a través de la placenta. Aunque
usted beba moderadamente, su bebé puede sufrir da-
ños.
b) Muchos de los hijos de las mujeres que beben en ex-
ceso durante el embarazo, nacen con daños físicos y
mentales severos. Esto se conoce como síndrome del
feto alcohólico.
c) Las primeras cuatro semanas del embarazo son las
más peligrosas para el bebé.

Fuente de origen: ISEM, Gobierno del Estado de México.


8 Mensaje a una interna

Comunicación contigo, amiga interna


Cómo quisiéramos estar contigo en estos momentos difí-
ciles en los que te encuentras distante de tus seres que-
ridos y privada de tu libertad física, pero debes saber que
a nosotras nos interesa que dejes de sufrir por tales cir-
cunstancias. Nosotras también estuvimos embargadas
por ese sufrimiento lleno de pensamientos que hacían de
nuestra mente un mar de confusiones, porque vivíamos
de una manera que en realidad no nos agradaba.
Además, para muchas de nosotras no fue nada fácil
aceptar estar en prisión, pues todo en nuestra vida se
convirtió en un caos.
Cómo no sufrir al sentir una gran desesperación al encon-
trarnos atrapadas por nuestros pensamientos, con un nu-
do en la garganta, sintiendo ansiedad en todo nuestro
cuerpo y deseos de correr.
Cuántas veces nos invadió la soledad, la que, aún rodea-
das de mucha gente, nos hacía sentir un gran vacío en lo
más profundo de nuestro ser, sin poder hallarle sentido a
nuestra existencia. La soledad se acrecentaba al recordar
a nuestros seres queridos que nos necesitaban tanto co-
mo nosotras a ellos, y de los que habíamos sido separa-
das, y eso también nos afectaba.
Cuando no era la desesperación o la soledad, los senti-
mientos de culpa nos invadían al recordar la equivocación
que nos privó de la libertad física, desatándose con éstos,
una serie de lamentaciones e impotencia por no poder re-
troceder el tiempo y cambiar los papeles. Nuestro vacío y
desesperación, los sentimientos de culpa y toda nuestra
confusión, nos hacían sentir inseguras e intranquilas.
Sentíamos la necesidad de ser escuchadas y perdona-
das, pero parecía no ser suficiente con nuestras palabras;
no lográbamos la paz interior que tanta falta nos hacía.
Sección México 9

Por el contrario, todo nos hacía sentir mal y llorar, hasta a


veces preferir dejar de existir.
¿Cuánta era nuestra confusión emocional que nos hacía
sentir terriblemente hundidas? Cuando se apoderaba de
nosotras el resentimiento empezábamos a justificar nues-
tras faltas, y llegamos a pensar que los demás eran los
culpables de todo. Entonces daban un giro nuestras ideas
y actitudes, volviéndonos indiferentes a todo. Sentíamos
todo en nuestra contra, esto nos llenaba de ira y deseos
de venganza en contra de quienes nos acusaban o re-
chazaban. Lo cierto era que muy dentro de nosotras nos
absolvíamos para no martirizarnos más, poniendo así un
falso escudo que aparentemente nos protegía de toda
responsabilidad en nuestra vida y que, inclusive, nos hacía
negar cualquier tipo de ayuda: sobre todo tratándose de Dios.
Hasta por Él nos sentíamos ofendidas, incomprendidas y
rechazadas, por lo que manteníamos una actitud de in-
dignación ante Él. Por todo lo anterior, está muy claro que
estábamos totalmente confundidas, sin ninguna orienta-
ción razonable y sin sentido en nuestras vidas. Entonces,
¿cómo no íbamos a necesitar ayuda?
Ahora que pertenecemos a Alcohólicos Anónimos, hemos
comprendido que la libertad espiritual no está condiciona-
da por lo gigantes que puedan ser los muros, sino por lo
pequeña que pueda ser nuestra fe. Desde antes de in-
gresar al penal ya éramos presas de toda esa confusión
emocional y, por consiguiente, de todo el sufrimiento que
estamos relatando. Otra cosa igualmente interesante que
hemos aprendido en el Grupo es lo relacionado a nuestro
problema de alcoholismo, y de esto quiero comentarte lo
siguiente. Cuando bebíamos las primeras copas, surgía la
extraña sensación de ya me piqué. Entonces bebíamos
de manera incontrolable hasta terminar en estado de
ebriedad sin pensar que se estaba desarrollando en no-
sotras la grave enfermedad del alcoholismo. Poco a poco
10 Mensaje a una interna

empezamos a tener problemas, nuestra familia se alarmó


y nos pidió que cambiáramos nuestra manera de ser: “¡Si
verdaderamente nos quisieras, dejarías de beber! ¡No
piensas en nadie, sólo en ti misma!” Y aunque esa fuera
nuestra intención, no podíamos, el alcohol nos había ga-
nado la partida. Así fue como a algunas de nosotras nos
llegó la idea de pedir ayuda a otras. Nuestros seres que-
ridos nos invitaron a asistir a AA y esto nos ofendió bas-
tante. Actualmente, estos pensamientos han cambiado.
Queremos decirte que ya no estás sola, no tienes por qué
vivir con los pensamientos que te atormentan por sentir la
incomprensión de la sociedad. Te invitamos a asistir a
una Reunión de AA, donde no tendrás que pagar cuotas,
se te recibirá con amor y alegría; lo que decide si encon-
trarás la sobriedad en AA es un sincero deseo de dejar
de beber y de sufrir. Nosotras, solamente queremos que
tú tengas la misma oportunidad que hemos tenido de
sentir esa libertad, y compartirte nuestra fortaleza y espe-
ranza para alcanzar la tranquilidad, por medio de las reu-
niones en los grupos de AA, aquí en la institución. Te invi-
tamos a que asistas porque estando unidas es como
logramos dejar de beber y, lo que es mejor, dejamos de
sufrir.
Sección México 11

Experiencias
Cometí un delito que no recuerdo, y lo tenía que
pagar
Mi nombre es María y soy alcohólica.
Soy miembro de una familia en la que mis padres no se
llevaban bien, desde muy pequeña escuché reproches y
malas palabras; no conocía otra forma de vida, todo eso
me parecía normal. Sin embargo, crecí agresiva; en la
escuela, cuando me decían o hacían algo me molestaba
mucho a tal grado que tenía que reñir. Crecí y a la edad
de 16 años salí de mi casa para irme a vivir con el que
fue mi esposo. Por ese tiempo empezaba a beber y eso
le molestaba, razón por la que teníamos problemas y
nuestro matrimonio fracasó. En aquella época pensaba
que el fracaso y la separación habían sucedido por culpa
de él. Lo anterior fue pretexto para beber de manera in-
controlable. Sin embargo, a toda la gente le decía que
cuando yo quisiera dejaba de beber. Cómo me molestaba
cuando me decían: “¡Mary, deja de beber!, ¡mira a tus
hijos!”, (tuve dos). Yo decía para mis adentros: “¡Ah,
cómo molesta esta gente, no me dan para beber y se me-
ten en lo que no les interesa!” Qué equivocada estaba,
ahora comprendo que esa gente sí me quería y deseaba
ayudarme, pero yo todo lo tomaba a mal.
En una ocasión en la que me encontraba bebiendo con
unos compañeros de parranda, me quedé dormida y me
despertaron unos policías, llevándome a la delegación.
Me acusaban de haber golpeado con un bat a uno de mis
compañeros, con los que me reunía para beber, al grado
que murió por esa causa. Cuando escuché la acusación
me espanté mucho y con la cruda terrible, temblaba y llo-
raba, negando dicha acusación; sin embargo, había testi-
gos. Quiero decir que lo único que recuerdo es que esta-
ba dormida y nada más. Así fui procesada y sentenciada
12 Mensaje a una interna

a cumplir quince años de condena. La separación fue an-


gustiosa, mis hijos y yo llorábamos.
Cuando dictaron mi sentencia creí morir, pedí, rogué, su-
pliqué, pero todo fue en vano, había cometido un delito
que no recuerdo y lo tenía que pagar. Dentro de mi mente
había resentimiento, amargura, mucha soledad, descon-
fianza y un terrible miedo. Ya dentro de la institución car-
celaria no pasó mucho tiempo cuando vi un grupo de in-
ternas acompañadas de mujeres sin uniforme. Se me
quedaron viendo y me dijeron: “¡Hola!, ¿nos acompañas
al Grupo de Alcohólicos Anónimos que está aquí en la
institución?” Las miré con burla e indiferencia. En otra
ocasión, una de ellas me dijo: “¿No te gustaría saber
cómo hemos logrado dejar de beber? Yo soy alcohólica”.
Me dio risa su cinismo, es como si yo dijera: “¿No te gus-
taría saber cómo cometí mi delito?” Eso pensé al instante.
Sin embargo, me di la oportunidad de asistir a una Reu-
nión y escuché cómo hablaban las internas y externas
con una libertad increíble. Empecé a integrarme al Grupo,
me dijeron que era necesario que fuera sincera conmigo
misma, me contaron sus experiencias, hubo reflejo en
ellas y nació una esperanza en mí. Un día, las autorida-
des me mandaron llamar para decirme que quedaba en
libertad bajo palabra. Cuando salí de la prisión vi a mis
hijos y a mis compañeras de AA, esperándome para lle-
varme a un Grupo de AA. Desde esa fecha estoy en la
Agrupación. Vivo con mis hijos, hago el servicio de Cafe-
tero en mi Grupo y me siento integrada a la sociedad. No
he vuelto a beber y estoy aprendiendo a vivir de una ma-
nera tranquila.
Sección México 13

¡Qué tal compañeras!, soy Celina y soy alcohólica


Agradezco a Dios como yo lo concibo, y a Alcohólicos
Anónimos la oportunidad de contarles sobre los diez años
que para mí fueron estar en la ruina; ese tiempo me tardé
en llegar a AA para tener la oportunidad de conocer una
vida diferente llena de armonía, tranquilidad, paz y amor,
de una hermosa familia y de Dios.
Aquí comienza mi experiencia: dentro de un ambiente de
libertinaje y estando alcoholizada la mayor parte del día y
la noche, conocí a un hombre guapo, como a mí me gus-
taban; desde el primer día salí con él, pues se ofreció a
llevarme a mi casa. Ya en el camino se detuvo y sacó una
pistola, amenazó con violarme y así lo hizo; después de
eso, él siguió frecuentando la casa de citas donde yo tra-
bajaba, como si nada hubiera sucedido. Conmigo se por-
taba como un gran amigo y protector. También me prefería
antes que las demás mujeres, sólo que en varias ocasiones
en que yo no asistía a la casa, se acostaba con ellas, las
golpeaba y no les pagaba. Yo sentía celos y coraje por
esto, pero aparentaba que no me importaba, además,
era muy liberal. Todas sabíamos que las golpeaba salva-
jemente y dentro de mí me burlaba de ellas, pero no de-
cía nada a pesar de mis horribles celos. Días después me
dijo que no me presentara a la casa de citas esa noche y
le hice caso llegando bastante tarde, a las tres de la ma-
ñana. Al llegar me enteré que se habían presentado los
agentes judiciales, él era judicial, y que se habían llevado
todo el dinero. Me espanté, pero le agradecí mentalmente
no haber llegado temprano. En ese momento me di cuen-
ta que él mandó a los judiciales, era una casa clandesti-
na. Llegó la temporada navideña y con ella las fiestas y el
alcohol. Nos encontramos desde el inicio de las posadas,
hasta el 24 de diciembre.
14 Mensaje a una interna

Pasamos todos los días bebiendo y, según nosotros, di-


virtiéndonos y disfrutando hasta el último día.
Estuvimos en un bar donde la propietaria también había
sido su amante. Cuando me enteré, sentí celos y apro-
veché que él me había encargado su pistola antes de ir al
baño. Entonces, me dediqué a apuntarle a ella, burlán-
dome al ver su miedo. Salimos de ahí al atardecer hacia
la casa de mi madre para que yo fuera a la cena de Navi-
dad. Nos detuvimos cerca de la casa para despedirnos y
me dio mis regalos de Navidad, me pidió su arma, la sa-
qué y empecé a jugar amenazándolo, como lo había
hecho conmigo aquella noche que lo conocí, pero se rió
de mí, se la puse en el estómago y siguió burlándose; se
la puse en el corazón y seguía riendo; se la puse en la
cabeza y seguía riendo. En ese momento recordé todas
las humillaciones que me había hecho y mi impotencia
ante él, y disparé. La borrachera se me bajó, no sabía
qué hacer, solamente le hablaba por su nombre: ¡Marco,
Marco!, a la vez que lo enderezaba y sentía su sangre ca-
liente en mis piernas. Sentí una gran angustia y desespe-
ración. Salí del auto y corrí, tomé un taxi para ir a ver a
otro amigo que era comandante de la policía, le comenté
lo sucedido y me presentó ante la DIPD.*
A partir de ese momento viví un infierno en los separos;
interrogatorios y la presencia de la familia de él que no
podían creer lo ocurrido. Después de un año y siete me-
ses salí libre por homicidio imprudencial.
Tuvieron que pasar diez años viviendo un alcoholismo
crónico, hasta que llegué a AA. Antes de ingresar a la
Agrupación, ni las promesas a mi padre, que murió cuatro
meses después de mi salida de la prisión de Santa
Martha, ni las promesas a mi pequeña hija, ni las que

*
Dirección para la Investigación y la Prevención de la Delincuencia
Sección México 15

hice a mi madre, y ni siquiera una operación a corazón


abierto, pudieron librarme de las garras del alcoholismo
en que yo vivía. Siempre me preguntaba: ¿por qué?, ¿por
qué? Hoy sé que arribé a puerto seguro donde no me re-
chazaron por haber matado, ni por ninguna otra cosa en
el mundo. También sé que el resentimiento, la ira, los
celos, la venganza y el ego, combinados con mi alco-
holismo, fueron elementos que me llevaron a cometer un
homicidio, tomando la justicia con mis propias manos.
Agradezco a Dios y a AA la ayuda que me han dado has-
ta el día de hoy. Aún pertenezco a la Agrupación, por la
gracia de Dios, donde me han dado una vida diferente,
una vida útil y tranquila. Ya no rechazo ni maldigo la Na-
vidad, hoy la disfruto intensamente. Hace ya algunos
años que la comparto con una hermosa familia y unos
preciosos nietos, que son la bendición de Dios para mí.
Yo que fui conducto de muerte, hoy soy conducto de vida.
16 Mensaje a una interna

Me llamo Karla y soy alcohólica


Les comparto parte de mi experiencia, con la finalidad
que las mujeres que la lean se eviten pasar por todo el
sufrimiento que yo he vivido.
Recuerdo que a la edad de ocho años ya sentía rechazo
hacia mis padres, pues fui una niña maltratada por ellos.
Recibí regaños, golpes y castigos infrahumanos. Guardé
mucho rencor en mi mente y en mi corazón. Conforme
pasó el tiempo pensé en salirme de la casa, hasta que lo
logré a los diez años. Empecé a vivir en la calle con niños
como yo, comencé a beber y a inhalar cemento en pe-
queñas dosis. A los doce años conocí a José y vivimos
juntos como pareja. Fue agradable al principio, pues los
dos bebíamos y nos drogábamos. Con el tiempo tuvimos
muchos problemas, porque a su lado aprendí que el dine-
ro se podía conseguir sin trabajar. En una ocasión, en la
que él había robado algo de dinero, lo detuvieron y me
dio gusto, dado que él me golpeaba con o sin motivo. Es-
ta amargura duró cuatro años, por eso cuando le dictaron
su sentencia pensé que era mi liberación. Sin embargo,
no me daba cuenta que el problema estaba dentro de mí
porque yo seguía bebiendo.
A los 16 años conocí a Rubén. Él me pidió que nos casá-
ramos, y permanecimos durante un tiempo sin beber. Pe-
ro qué lejos estaba de saber sus intenciones, pues in-
tentó convencerme de secuestrar a una niña, hasta que
accedí; cometí el delito de robo de infante. Las autorida-
des no tardaron mucho en detenerme, inmediatamente
pensé en el apoyo y amor que Rubén decía tenerme. Es-
peré impacientemente que se presentara a defenderme o
por lo menos a visitarme, pero jamás se apareció. Enton-
ces, aumentó mi rencor y el deseo de venganza; se apo-
deró de mí un terrible resentimiento y quería destruir todo
lo que me rodeaba. Me volví agresiva con las autorida-
Sección México 17

des, con mis compañeras internas y fui trasladada al área


de psiquiatría. Constantemente golpeaba a mis compañe-
ras, gritaba y lloraba mucho. En incontables ocasiones
estuve apandada, pero nada de eso detenía mi agresivi-
dad, pues el odio y el rencor eran más fuertes que yo.
Tenía muchas ganas de beber para fugarme de mi reali-
dad; era muy difícil conseguir alcohol. Sin embargo, me
las ingeniaba para obtener cualquier cosa que me droga-
ra. Durante todo este tiempo estuve pisando los vidrios
rotos de la desesperación. En una ocasión escuché a dos
mujeres que hablaron de Alcohólicos Anónimos (no eran
internas) les solicité que me invitaran a sus reuniones.
Aunque no me interesaba saber nada de su maravilloso
Programa, sólo quería distraerme saliendo un poco del
encierro de psiquiatría. Una de ellas se me quedó viendo,
tomándome de las manos me dijo: “Que sentía mucho
gusto porque quisiera conocer lo que era AA, dado que
ese era el objetivo de su querida Agrupación".
Después de efectuar algunos trámites con las autorida-
des, y luego de una semana, empecé a asistir al Grupo.
Durante algún tiempo, como dos años, no podía captar
casi nada, pero no dejé de asistir al Grupo. Algo dentro
de mí fue cambiando, y sin darme cuenta dejé de pelear,
de ofender y me fui sintiendo más relajada, más tranquila.
Las autoridades se dieron cuenta y me cambiaron del
área de psiquiatría a la de población, porque así lo consi-
deraron conveniente. Hace algunos meses terminé mi
Cuarto y Quinto Paso, son dos Principios espirituales que
debo practicar para beneficio de mi recuperación. Así fue
como encontré el motivo de tanto dolor acumulado duran-
te todos estos años. Todo este dolor, me doy cuenta, lo
demostraba con agresividad y miedo; encabezado desde
luego, por el terrible orgullo del que he sido dominada to-
do este tiempo. Ahora comprendo que padezco una terri-
ble enfermedad que se llama alcoholismo y todo lo que
18 Mensaje a una interna

tuve que sufrir y hacer sufrir a los demás, son las conse-
cuencias de esta perversa enfermedad. Entiendo que la
ayuda de AA llegó en los momentos en los que verdade-
ramente ya no podía más. Ese Dios bondadoso se mani-
festó en mi vida de un modo sublime, así he logrado salir
de esta terrible agonía. Actualmente, sirvo en el Grupo
como Coordinadora, y cuando las compañeras externas
no tienen permitido asistir determinados días, nosotras,
las internas, no nos quedamos sin nuestra Reunión, pues
soy responsable de estas reuniones. Desde luego que no
me olvido de mis compañeras que están dentro del área
de psiquiatría. Para finalizar, quisiera decir que no tengo
palabras para agradecerle a Dios, como yo lo concibo,
por haberme permitido salir de la cárcel que yo traía des-
de antes de llegar a este penal, pues ahora me siento es-
piritual y emocionalmente libre, no importa que esté de-
ntro de la institución. ¡Soy libre internamente!
Muchas gracias.
Sección México 19

El papá de mis hijos se entendía con mi madre


¡Hola, compañeros! Me llamo Patricia y soy alcohólica,
Hoy quiero contarles cómo fue mi llegada a Alcohólicos
Anónimos.
Debido a mi incontrolable manera de beber, por un amigo
llegué a un Grupo de AA, le conté cómo me sentía cuan-
do tomaba por mis problemas.
Hace tiempo tuve una mala experiencia, fue una violación
de la cual tuve dos hermosos hijos; conviví con ellos tres
años, y con su padre tuve muchos maltratos físicos y mo-
rales. Estos tres años fueron un infierno, pero más cruel
fue cuando descubrí que el papá de mis hijos se entendía
con mi madre, eso me llevó a la baja autoestima, decaí
mucho. Unos días antes del cumpleaños de mis hijos,
ellos me los quitaron; lo que más quería en esos momen-
tos era morir, todo era soledad, amargura y resentimien-
to.
Conocí muchos amigos, bueno, eso eran para mí cuando
bebíamos. En ese entonces no comprendía el daño que
hacía, yo pensaba que esa era la solución. Realmente no
me interesaba nada cuando bebía, decía que todo lo que
me había pasado era porque yo tenía la culpa y que todo
se me olvidaba, pero no era así. Recordaba todo mi pa-
sado y me sentía mal moralmente, me sentía por los sue-
los, que no valía nada, pero no me importaba que la gen-
te que estimaba me quisiera ayudar. Hubo un amigo que
me habló del Grupo en donde él iba, me dijo que sufrió
mucho, y que fuera a ese Grupo. Me rogó mucho y por no
dejar la bebida, no hacía caso, pero una noche me con-
venció y me presente a AA. Me quedé a escuchar las ex-
periencias que me estaban dando. En esos momentos no
pensaba en lo que me decían, pero se hizo la cadena de
la oración y fue muy importante para mí sentir esa sensa-
ción muy padre, sabía que ahí estaba un Ser Superior:
20 Mensaje a una interna

era como una electricidad. Se lo compartí a mi amigo y


me dijo que no dejara de ir, pero mi soberbia me hizo ale-
jarme.
Ahora estoy en la cárcel por daños a la salud, llevo cuatro
años y me dieron diez años, pero estos cuatro años me
he mantenido sobria gracias a mi Ser Superior y un gran
amigo que no está con nosotros, pero me llevo de él algo
muy grande: que la vida vale mucho y que mi Ser Supe-
rior me da otra oportunidad para seguir compartiéndoles
mis experiencias.
Espero les sirva lo que les compartí. Ahora en este lugar
tengo mi Grupo de AA y es algo indispensable para mi vi-
da. Ahora sé que necesito de un Grupo de AA.

Patricia
Grupo “Un Nuevo Sendero de Vida”
Distrito XIII
Área Norte del Valle de México
Sección México 21

Nunca es tarde para cambiar


Les escribo desde el Reclusorio Barrientos.
Hola, mi nombre es Araceli, tengo 31 años y soy de Sina-
loa, estoy por el delito de fraude: se me hacia fácil al prin-
cipio por las cosas que obtenía. Tuve que pasar por este
momento para darme cuenta lo mal que estaba haciendo
mi propia vida.
Fue la primera vez que asistí a un Programa de Alcohóli-
cos Anónimos. Por medio de las experiencias me fui re-
flejando porque pensaba que era la única que sufría. En
AA me di cuenta de la importancia de mi familia e hijos,
llevaba una vida descontrolada y no tomaba importancia
de las cosas a mí alrededor.
Llegué a la cárcel, me integré al Programa de AA. Con-
forme pasó el tiempo me di cuenta de qué estaba hacien-
do de mi vida: me estaba hundiendo en mi propia sole-
dad. Nunca es tarde para empezar una vida nueva, la
lejanía de mi familia me ha hecho valorar lo importante
que son para mí, más aún, lo importante que es mi propia
libertad. Gracias a un Poder Superior valoro, día con día,
mi vida, mi libertad, lo bonito que es compartir las expe-
riencias a las compañeras y saber que no estamos solos,
hasta cuando abrimos los ojos. A pesar de que mi familia
está lejos, lucho día con día para salir de este lugar y ser
una persona distinta y disfrutar cada momento con mis
hijos, lo que nunca había hecho.
Gracias.
Araceli
Grupo “Nuevo Sendero de Vida”
Distrito XIII
Área Norte del Valle de México
22 Mensaje a una interna

Recuperar para cambiar


Compañeros en Alcohólicos Anónimos, mi nombre es
Juana, tengo 32 años y soy alcohólica.
Tuve una pareja que consumía alcohol y se drogaba, y al
vivir con una pareja, así también empecé a tomar y a vi-
vir una vida ingobernable, lo cual ha sido la causa de que
en estos momentos me encuentre recluida en este Centro
de Readaptación Social Chalco-Huitzilzingo por mi mal
comportamiento, pues no me ponía a pensar cuando me
iba con mis amigas a tomar varios días.
Hoy, he reflexionado acerca de lo que ha sido mi vida y
no he sabido valorar. Hoy, conozco un Grupo gracias a
que una compañera me invitó a asistir al Grupo Institu-
cional de AA. En este Centro de Readaptación Social
donde me encuentro, he aprendido a valorar a mi familia
y también a cambiar mi actitud hacia los demás, porque
soy una persona a la cual cuesta trabajo hablar de sus
cosas y aquí he aprendido a sacar todo lo que traigo
dentro de mí.
Desde, el 1º de mayo de 2006, que acudo al Grupo me
he desahogado. No es fácil, pues nunca lo había hecho
afuera. También me siento más tranquila porque me he
acercado más a Dios y le he pedido de corazón que me
de otra oportunidad; pienso que es demasiado tarde por-
que estoy aquí recibiendo ayuda, pues el delito del cual
me acusan es grave. Confío en un Poder Superior que
me ayuda y me fortalece día a día, aun estando en este
lugar, que no es del todo malo. También aquí hay cosas
buenas, como recapacitar para cambiar, que aún es
tiempo para recuperar la felicidad con mis hijos y mi fami-
lia. Es todo lo que les puedo compartir por el momento y
felices veinticuatro horas.
Sección México 23

Mi nombre es Roxana L. y he sido víctima de mí


misma
Mi vida estuvo rodeada de puras fantasías. Fui ingober-
nable en una etapa de mi adolescencia. Tengo una fami-
lia maravillosa, ¡claro! Ahora lo sé después de pasar por
experiencias inolvidables en mi vida.
Tengo escasos 19 años y soy interna del Centro de Re-
adaptación Social Chalco-Huitzilzingo ¿Por qué llegué
hasta este lugar? o ¿Por qué tuve que llegar a este lugar
para darme cuenta de todos mis errores? Las mismas
preguntas día tras día me atormentan, pero conforme ha
pasado el tiempo me he dado cuenta que la respuesta la
tenía yo misma, y cuando estoy tranquila reflexiono, pues
mi ingobernabilidad es la que me trajo hasta este lugar.
Llegué a esta institución el 1º de agosto de 2005: me
sentía como en un sueño del cual a la fecha no he logra-
do despertar. Ver el sufrimiento de mi familia es lo que
más me duele. Estoy aquí por un delito grave.
Era estudiante de una escuela prestigiada. Me duele de-
cirlo, pero tenía muchos defectos de carácter. Era envi-
diosa, caprichosa, egoísta y vanidosa, pero estando en
este lugar encontré calma, paciencia, amor a Dios y a mi
misma, ¡claro!, lo hice con la ayuda de una gran compa-
ñera que gracias a Dios ya está nuevamente al lado de
su familia. A una semana de haber ingresado a esta insti-
tución, ella me hizo entender que conocía un lugar en el
cual me podía desahogar y me ayudaría a vencer esa in-
gobernabilidad de la cual estaba rodeada: me dejó pen-
sando. Mi mente en esos momentos fue un mar de con-
fusiones, pensé: “¿a poco existe un lugar tan increíble?”,
y ella me dijo: “Rox, anímate, arriba ese ánimo, te asegu-
ro que después de escasas dos horas de tu tiempo te
sentirás mejor”. Sin pensarlo más caminé junto con ella,
cuando llegué a ese lugar había mucho más compañeras
24 Mensaje a una interna

portando el mismo uniforme que yo. Me recibieron con


una gran sonrisa y aplausos, pasando unos instantes
sonó una campanita y al frente una de mis compañeras
dijo: “Daremos inicio a una Junta más de Alcohólicos
Anónimos”, pensé: “¡Estoy en un Grupo para alcohólicos,
pero yo no soy alcohólica ni drogadicta!”. Qué ilusa fui al
pensar eso, y sin aceptarlo era una más de ellas. Al
término de la Junta la madrina platicó conmigo y muy
amablemente de dijo: “Rox, te esperamos el próximo lu-
nes a la misma hora, cuídate, pero sobretodo, confía en
Dios”. Sus palabras se quedaron gravadas, cómo una
persona sin conocerme pudo decirme esas palabras que
me sirvieron de aliento en esos momentos, y así sucesi-
vamente asistí al Grupo.
Analicé y estudié el Primer Paso: el Paso perfecto para
mí. Aprendí a conocer a Dios y a mí misma. Hoy en día
he aprendido a reconocer y declararme una alcohólica
más, a contener mis defectos de carácter, aún soy proce-
sada y gracias a la voluntad de Dios cuento con el apoyo
de mi familia, pero todavía en ocasiones no me entiendo
ni yo misma. En un arranque de emociones dejé un servi-
cio botado, fui la Secretaria del Grupo, al cual agradezco
en parte lo que soy ahora. Me sentí mal, triste, como si
algo dentro de mí me dijera: “¡Tonta!, por qué renunciaste
a lo que tanto te ha ayudado”. Lo estuve meditando, ciga-
rro tras cigarro; tengo que regresar a las Juntas, y por
dos semanas que no asistí, me sentía mal. El tiempo pa-
saba rápido, se acercaba otro día más, y con ello un día
más arrepintiéndome de lo que había dicho y hecho. Por
fin llegó el gran día, regresé a las juntas de AA, doblegué
mi orgullo y pedí una gran disculpa, cuando lo hice me
sentí más tranquila.
En la actualidad sigo asistiendo a mis Juntas, esperando
que la voluntad de Dios me dé la gran oportunidad de re-
gresar a mi vida normal; vida y libertad que no supe apro-
Sección México 33

demás, pero después de apadrinarme me di cuenta de


que la única que la había regado fui yo. Comencé a en-
tender muchas cosas, la falta que me hacen mis hijos y
mi familia. Ahora daría lo que fuera por cinco minutos de
ellos, y cuando los tenía no me importaba, pero hoy en
día puedo decir que he doblegado mi orgullo y he apren-
dido a controlar un poco más mis defectos y a tratar de
corregirlos. Actualmente, estoy esperando sentencia y
sólo le pido a un Poder Superior una oportunidad más pa-
ra llevar una vida mejor. Felices veinticuatro horas.

Ana Gloria B.
26 Mensaje a una interna

¡Hola! Mi nombre es Elvia E., soy una alcohólica


y drogadicta
Al llegar aquí tenía mucho miedo porque no sabía cómo
era este lugar. Me sentía sola y desesperada, pero hubo
un día en que una compañera me habló de un lugar don-
de yo podía superar mis miedos, mis traumas y desespe-
raciones, y así fue como me di cuenta que existía un
Grupo de Alcohólicos Anónimos que se llamaba Grupo
“Internacional México”. Fue el 1º de mayo de 2006, cuan-
do llegué al Grupo. Al principio llegué a ir simplemente
por el interés de las firmas, porque decían que contaban
para mi proceso, y sólo me guié por eso. Pero estando
ahí la madrina me invitó a participar en un servicio, que
fue el de Cafetero y lo agarré. Había días que decidía de-
jar el servicio, pero después me arrepentía. Hoy en día lo
voy a entregar, no porque yo quiera, sino porque ahora
ya soy sentenciada, y no por un año o dos, son mucho
más, pero iré al Grupo de sentenciadas para reflexionar
un poco más porque todavía mi orgullo y mi ira los tengo
muy presentes. Trato de superarlo, de ser diferente, por-
que sé que alguien muy importante me espera allá afue-
ra; que son mis dos preciosas nenas.
Ahora, sólo le pido a un Poder Superior que me dé una
sola oportunidad para que algún día se me abran las
puertas de este Centro de Readaptación Social Chalco-
Huitzilzingo para poder estar con mis hijas otra vez. Aho-
ra me doy cuenta lo valioso que son esos dos angelitos
que Dios me dio, siendo que allá afuera no me importaba
nada, mucho menos ellas.
Antes sentía mucho odio y rencor contra mi esposo, pues
él es mi parte acusadora; gracias a esas personas estoy
aquí, y cuando yo estaba siendo procesada decía que
cuando saliera lo iba a matar, pero ahora sólo le pido a
Dios paciencia y tolerancia.
Sección México 25

vechar. Sé que me espera un gran camino. En estos


momentos me siento en las escaleras de una gran tarima,
y para alcanzar el gran trofeo aún me falta demasiado,
pero hoy siento que soy libre y no precisamente física-
mente. He logrado alcanzar una gran libertad interna.
Ahora, cuando se acercan a mí a pedirme un consejo, les
digo: “No importa tu pasado, vive el presente y forja con
tus mismos errores un mejor futuro”. Felices veinticuatro
horas.
28 Mensaje a una interna

Recaí, robé y me recluyeron


Compañeros de Alcohólicos Anónimos, mi nombre es Hil-
da, tengo 21 años y soy alcohólica. Quisiera compartir
parte de mi vida con ustedes y el por qué ahora perte-
nezco a un Grupo de AA.
Me empecé a drogar a los trece años por problemas fami-
liares, según yo. Durante un largo tiempo me refugié en el
alcohol y las drogas. Esto lo hacia, según yo, porque me
sentía bien por el momento, pues yo me sentía muy sola
porque provengo de una familia desintegrada y por ese
motivo me refugiaba con personas adictas a estos vicios.
Pero mi vida empezó a cambiar cuando por primera vez
pertenecí a un Grupo de AA, gracias a un conocido que
en esos momentos ya pertenecía a él. Estuve yendo a
mis juntas y parecía que mi vida empezaba a cambiar. Al
cabo de cinco años nuevamente volví a recaer, según yo,
otra vez por mis problemas; ahora me doy cuenta que
sólo eran pretextos porque eso me buscó más serios
problemas. Un día tuve una discusión con mi hermano y
me salí muy enojada a buscar a mis amigos. Desgracia-
damente ellos se dedicaban a robar, anteriormente ya me
habían propuesto ir con ellos, pero no había aceptado,
hasta que ese día, no sé por qué lo hice, quizás fue por el
enojo o el coraje, no lo sé, pero el caso es que acepté y
fui. Me arrepiento mucho de haberlo hecho, ahora me en-
cuentro recluida en el Centro de Readaptación Social
Chalco-Huitzilzingo. Durante mi estancia en ese lugar re-
cibí nuevamente el mensaje por mis compañeras, pues
ellas pertenecen a un Grupo de AA en esta institución.
El 31 de julio, empecé a asistir nuevamente a una Agru-
pación: Grupo Institucional AA, Sección México, donde
por medio de los historiales que mis compañeras me
compartían, me di cuenta que no era la única que tenía
problemas. Ahora soy un poco más tolerante, he aprendi-
Sección México 27

Hoy en día ha pasado el tiempo y me doy cuenta que ca-


da quien paga por sus errores, claro, un poco más caros
porque afuera no era la señora perfecta, y aunque traba-
jaba en un bar, yo decía que no era alcohólica, que sim-
plemente lo hacia porque ganaba mucho dinero; que no
era drogadicta, que sólo era de vez en cuando. Ahora, al
estar en este centro me doy cuenta que es una prueba
más, para cuando salga, si es que Dios me da una opor-
tunidad, esté preparada para ser diferente, cumplir las
metas con mis pequeñas y que no me importe lo que diga
la sociedad, puesto que no es nada importante. Los úni-
cos importantes soy yo y mis seres queridos, por ahora
me doy cuenta que yo era la que estaba mal y no mi fami-
lia. Gracias a este Poder Superior, que es Dios, como yo
lo concibo, me he dado cuenta que mi familia siempre ha
estado conmigo. Sólo me queda reconocer mis errores,
vencer mi orgullo, y así poder pedir una disculpa. Espero
que mi historia sirva para alguien más. Felices veinticua-
tro horas.
30 Mensaje a una interna

Una oportunidad más


Llegué a la Agrupación de Alcohólicos Anónimos el 20 de
agosto de 2005. Esa tarde me encontraba en mi trabajo
con mi hijo, yo trabajaba en un taller de costura, pues en
ese tiempo, a pesar de que tomaba sólo los fines de se-
mana, mi familia decidió internarme por ingobernable; en
mi opinión, no fue el modo más correcto de hacerlo. Ese
día, la suegra de mi hermano, acompañada de un com-
pañero, me dijo que mi hija se encontraba muy grave en
el Hospital General. Al escucharlo me puse a conseguir
dinero, estuve tan nerviosa que la señora del trabajo me
dijo que me tranquilizara. Llevé a mi bebé con mi mamá
y regresé con las personas para ir al hospital y resultó
que el hospital era un Grupo de AA. Yo me sentí tan triste
y desesperada porque no sabía qué era ese lugar, en ese
momento no estaba alcoholizada por que era lunes. Al
llegar me dijeron que si quería un pegue, y estaba tan
enojada que les dije que sí. Me fueron a ver una compa-
ñera y compañeros, me dijeron que me tranquilizara, que
era por mi bien. En seguida me instalaron en una habita-
ción con cinco compañeras, me dieron de comer y con la
desesperación les dije que estaba en estado de ebriedad
y me dieron alcohol para desintoxicarme.
Por no querer aceptar mi enfermedad y no salir a las
pláticas del Grupo seguí tomando una semana. Después,
a la semana siguiente comencé una relación con un
compañero, y después de tres días, fuimos deshonestos.
Los padrinos al darse cuenta de nuestra relación nos
pensaban llevar a otro Grupo de AA. Al enterarnos, sólo
nos quedó fugarnos acompañados de dos compañeras,
nos fuimos a casa del compañero. Ese mismo día llega-
ron los del Grupo a buscarnos, lógico que nos negaron.
Ahora comprendo que fue el error de mi vida, pues des-
pués de unos días su tía me platicó que él era un ma-
landrín, que le gustaba golpear a sus parejas. No le quise
Sección México 29

do a no guardar resentimientos, también a perdonar y


aceptar mis errores, porque me di cuenta que he sido
dañada, pero también he dañado, y con todo esto tam-
bién he conocido la humildad. Hoy en día le pido a un
Poder Superior que me dé una nueva oportunidad de ob-
tener mi libertad para tratar de recuperar el tiempo perdi-
do con mi familia, pues estando allá afuera los dañé. Sólo
me queda esperar y no perder la fe en Dios: por medio de
AA he aprendido a pedirle a Dios, ser humilde, paciente y
tolerante. Felices veinticuatro horas.
32 Mensaje a una interna

yo no creí y le pedí que ya no me buscara, que yo sí


quería cambiar.
No dure ni tres meses en el Grupo, pues se dieron cuenta
que me había recuperado muy favorablemente. Me metí a
trabajar y me quedé de entrada y salida en el Grupo, pero
como es de suponerse, me concedieron un servicio: a mí
me gustaba y le ponía mucho empeño. Un día llegó un
compañero que conocí en la infancia, ya había pasado
mucho tiempo desde la última vez que lo vi. Él también
estuvo muy poco tiempo internado porque decían que ya
se había recuperado. Un día después del trabajo, me fui
al Grupo y mi compañero me pidió que fuéramos a bus-
car una dirección, pero en el camino nos detuvimos en
una tienda y recaímos. Nos pusimos a tomar toda la tar-
de, por la noche acudimos a la feria de Santa Catarina,
pues estaba el baile. Después nos fuimos a la casa de mi
compañero, pero nunca pensé que su familia y él tenían
problemas ¡Cuál sería mi sorpresa!, después de pasar to-
da la noche bien, al día siguiente nos encontrábamos to-
mando a una calle de su casa, pero mi sorpresa fue ma-
yor cuando llegaron unas patrullas y nos trasladaron a la
procuraduría, argumentando que teníamos una demanda
por robo de una lavadora que supuestamente habíamos
sacado de su casa, cosa que no es verdad.
El 30 de Marzo de 2006, nos trasladaron al Centro de
Readaptación Social de Chalco-Huitzilzingo. Cuando me
ingresaron tenía miedo, pensaba que me golpearían, pe-
ro no fue así.
El primer día de visita mi familia acudió. Fue entonces
que me di cuenta de que siempre estarían conmigo, a
pesar de todo lo malo que había hecho. Me acerqué al
Grupo Institucional AA, Sección México. Después seguí
sin aceptar mis errores y siempre peleando con mi familia
por teléfono; siempre me quería hacer la víctima de los
Sección México 31

creer diciéndole que yo lo haría cambiar, ¿pero cómo un


enfermo podría ayudar a otro enfermo?
Después de dos semanas, mi familia se dirigió al Grupo y
le informaron que yo no estaba con ellos, pero que los
llevarían a mi nuevo domicilio. El día que fue mi padre
acompañado con dos de mis hermanas a hablar conmigo,
él tuvo que entrar solo, porque ya no podía ni asomarme
a la puerta, eso me ocasionaba una gran golpiza. Obliga-
da, al tener a mi padre al frente, tuve que decirle que me
quedaba, que yo estaba muy bien, y que ellos se hicieran
cargo de mis hijos porque yo iba a estar bien. Cosa que
no era verdad, pues todo fue por miedo porque mi com-
pañero me dijo que si yo lo dejaba, él atentaría contra mi
familia, y yo tuve miedo, pues él ya había estado en la
cárcel por homicidio. En esos momentos me sentí mal
porque mi familia se fue con la idea que no me importa-
ban, pero en realidad no era así.
Después de un corto tiempo mi pareja empezó a tomar y
a drogarse, con alevosía y ventaja, al saber que yo esta-
ba sola, pues mi familia pensaba que yo estaba por mi
gusto. Él empezó a sacarme de la casa a la fuerza con
ropa muy justa, con la idea de quererme prostituir, cosa
que no acepté y me costó una gran golpiza.
El 12 de diciembre de 2005 fue la última vez que me gol-
peó, pues en cuanto tuve la primera oportunidad me es-
capé, y como no podía acudir con mis padres, me fui a in-
ternar a otro Grupo por tres meses. Pasé mi etapa de
interna con muchos problemas, pues mi expareja me se-
guía buscando. Llegó al grado de romper las ventanas
argumentando que yo era el amor de su vida, que por mí,
él cambiaría. Después de tantos problemas, el padrino
del Grupo accedió a que yo hablara con él. Me pidió que
regresara con él, él estaba dispuesto a cambiar, cosa que
34 Mensaje a una interna

Declaración de México

“Somos Alcohólicos Anónimos.


Cualquier Sección, de cualquier Gru-
po de Alcohólicos Anónimos puede
unírsenos.

Somos responsables sólo ante un


Dios de amor, tal como se exprese en
nuestra conciencia de Grupo.”

Ciudad de México, junio 7 de 1997


AA como
alternativa
de solución...
dicen los
médicos

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