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Universidad de la República

Facultad de Psicología

Maestría en Psicología Social

Curso Básico: Memoria, historia, testimonio, contexto secreto y casos.

Hacer grupo, fundar instituciones y producir pactos.

Prof. Dr. Fernando González

Maestranda Gabriela Etcheverry

Octubre 2010.

1
Un intento rizomático

1. Preámbulo

Un preámbulo es “algo que está previamente a….” y en este caso procura fundamentar
lo que se va a decir. También podría ser un rodeo o una digresión. En todo caso la
intención es poder dar inicio a una escritura en conexión; y es el resultado del tránsito
por el curso “Memoria, historia, testimonio, contexto secreto y casos. Hacer grupo,
fundar instituciones y producir pactos”. Del mismo resuenan una serie de cuestiones
que “hacen figura” y que posibilitan preguntas; a veces son solamente palabras; en otros
casos frases enteras y muchas veces la mención de autores que generan afectos y
producen “buenos encuentros” en el sentido spinoziano.

Sin duda que es necesario dejar planteada una implicación libidinal, aunque también
social e institucional con la elección de esta forma de escribir.

¿Por qué intento rizomático? Porque la noción que Deleuze y Guattari (1980) proponen
como metáfora se acopla perfectamente con la de conexión y la de resonancia; pensar (y
en este caso escribir) rizomáticamente implica producir conexiones, las que sean
posibles de ser efectuadas y que funcionen, sin ajustarse a ningún modelo o calco; no
ubicar un punto de partida central ni una única línea de enlaces, y contempla además la
posibilidad de que el texto pueda ser leído comenzando por cualquiera de dichas
conexiones, aunque sean de naturaleza diferente. El comienzo y el fin de este trabajo
entonces, no están determinados por lo más o menos importante, sino por los necesarios
efectos de ser un trabajo en el marco de un curso de maestría, y como tal, con reglas
comunes para todos, al mismo tiempo que es un trabajo para ser leído. A propósito de
quien va a leerlo, dice Graciana Vázquez Villanueva (2010) -en referencia a un planteo
de Michel De Certeau- que es posible definir a los lectores como “viajeros que circulan
por las tierras del prójimo, nómadas furtivos a través de campos que ellos no han
escrito”1. Tal vez sea posible entonces pensar en un viaje a la hora de leer este texto,
como lo fue a la hora de escribirlo. Por lo pronto, es un intento.

1
De Certeau, M. (1999) [1990] La invención de lo cotidiano. México: Universidad Iberoamericana. P. 251.

2
2. La verdad, la realidad, la interpretación.
El curso me convocó en primer lugar a pensar cuestiones de índole epistemológica;
cómo se conoce, de qué se habla cuando se habla de realidad, qué valor tiene la
interpretación y cómo se legitima.
En cuanto a la reflexión sobre “la realidad”, esta noción no tiene un único sentido, sino
que es posible distinguir varias perspectivas, muchas de ellas controvertidas que aportan
siempre en el sentido de sumar complejidad. Con Rafael Bayce (1994) planteamos que
pueden definirse cuatro realidades (la material concreta, la ideal simbólica, la
hiperrealidad y la realidad virtual); lo interesante de su perspectiva es que no es posible
pensar en una de ellas con independencia de la otra, y que en su producción interviene
siempre un colectivo social que es quien, en definitiva, aporta sentido y significación a
cada una.

El punto de vista de Bayce nos conecta con la cuestión de la verdad. Esta enunciación –
la cuestión de la verdad- encierra una trampa, en el momento mismo en que escribo
entiendo que debo desmontar la idea de la verdad como única (Verdad con mayúscula)
puesto que las perspectivas epistemológicas post- positivistas, y la recuperación de
autores como Nietzsche, alientan la emergencia de un pensamiento que propone hablar
de las verdades, y no de la Verdad. Las verdades no se producen trans-históricamente
sino específicamente en cada momento histórico. Y se producen en tanto es a partir de
la interpretación como producción de sentidos, que el sujeto humano se encuentra con el
mundo. Un mundo que también ha dejado de ser único; hay tantos mundos posibles
como colectivos humanos que los pueblan, en la perspectiva de que es posible distinguir
una realidad material concreta que siempre está mediada por una realidad ideal
simbólica, que aporta sentido y significación a cada objeto, dato, acontecimiento. En
fin, que aún es posible pensar pero desde una posición de renuncia al saber de la certeza.

La otra conexión que se genera en este apartado es con la idea de interpretación. Si


reconocemos la necesidad de pensar “entre varias realidades posibles, y entre varias
verdades posibles”, el sentido de la interpretación encuentra un piso donde sostenerse.
Cuando se interpreta se construye un/s sentido/s (entre tantos posibles), y los mismos
pueden construir puentes con la recuperación y la construcción de la/s historia/s.
Finalmente, si la intención de nuestro trabajo es, entre otras, desnaturalizar ciertos
sucesos y acontecimientos, el primer paso es recuperar la función historizante. Esta
última ubica al presente como punto de partida y en ese sentido la propuesta de Michel

3
Foucault funciona: no se trata de buscar las verdades del pasado sino el pasado de
nuestras verdades, las de hoy. Se procuraría entonces “dar cuenta de las legitimidades y
coherencias de la producción científica en cada contexto histórico”2.
3. Grupo/ grupalización.

“Dime cómo te grupalizas y te diré qué efectos tendrás”, es una frase que sale de las
notas producidas en el desarrollo del curso. La misma nos conduce a pensar la
problemática del grupo y la grupalidad, y tiene conexiones con el capítulo anterior. En
el Río de la Plata, varios autores han explorado la idea de grupo, desde la aparición de la
palabra hasta la construcción de la noción, y luego la producción de diversas teorías que
constituyen el campo de “lo grupal”. Es necesario precisar que el solo hecho de la
aparición de la palabra, es decir de la nominación de un cierto acontecimiento (una
forma de socialidad que adquiere relevancia), tiene el significado de un acto político y
en ese sentido produjo en su desarrollo una suerte de esencialismo que ubicó al grupo
como objeto discreto de una disciplina. Así entonces, resulta interesante pensar al grupo
en tanto dispositivo: el dispositivo de los grupos surge como efecto de una serie de
demandas sociales que apuntan a resolver el problema de la producción empresarial. Se
inventa una tecnología destinada a promover determinados efectos. Como corolario de
esta invención “originaria”, se generan dispositivos grupales diversos, cada uno
satisfaciendo demandas, y produciendo distintas cosas. En esta línea, un dispositivo
grupal puede ser condición de posibilidad de la autogestión y la producción colectiva, o
puede ser condición de posibilidad de la manipulación y la sugestión.

La pregunta del inicio toma sentido hacia esa dirección: a cada dispositivo grupal
corresponderá la producción de distintos efectos. Si invento un grupo operativo,
probablemente el resultado será la existencia de roles, la visibilidad de ansiedades, la
construcción de momentos de desarrollo de la tarea. “Lo cierto es que los dispositivos
son como las máquinas de Raymond Roussel, según las analiza Foucault; son máquinas
para hacer ver y para hacer hablar. La visibilidad no se refiere a una luz en general
que iluminara objetos preexistentes; está hecha de líneas de luz que forman figuras
variables e inseparables de este o aquel dispositivo. Cada dispositivo tiene su régimen

2
Najmanovich, D. Evelyn Fox Keller: ¿El ejemplar más pernicioso? Recuperado: 2010, 1 de Octubre. Disponible en:
http://www.scribd.com/doc/7239114/FOX-KELLER

4
de luz, la manera en que ésta cae, se esfuma, se difunde, al distribuir lo visible y lo
invisible, al hacer nacer o desaparecer el objeto que no existe sin ella”.3
Grupalizarse no necesariamente implicaría hacer grupo, puesto que hacer grupo se
recuesta en la idea de someterse a una captura disciplinar. Tal vez grupalizarse tenga
más que ver con inventar algunas formas de encuentro que den soporte a ciertas
relaciones sociales, y entonces perseguir algunas ideas. Es posible que la permanencia
de una grupalidad tenga sentido en relación con el para qué de la misma… “encontrar
la subjetividad que los dimensiona y los habita en sus producciones y sus soportes”4,
sería entonces una tarea posible.
4. Condiciones de posibilidad o el reconocimiento de la ceguera.
Las reflexiones previas, evidentemente breves y por tanto incompletas, inconclusas, nos
llevan decididamente a pensar acera de la opacidad; hay algunas cuestiones que quedan
opacadas por lo breve de este trabajo, y otras se presentan como opacas: lo que resulta
opaco es del plano de lo invisible y no necesariamente del plano de lo inconsciente. Así
entonces es necesario tener presente la propuesta de H. Von Foerster, a propósito de la
existencia del punto ciego, es decir la presencia de condiciones de posibilidad para
pensar ciertas cuestiones y no otras, y al mismo tiempo la ceguera de la ceguera. Dice
Von Foerster que el humano no ve que no ve, esto es, habitualmente no es posible
considerar que hay sectores del campo visual que no se perciben. Cuando este autor
muestra la forma y funcionamiento del ojo humano y la existencia “natural” del punto
ciego, nos auxilia a la hora de pensar en el hecho de que los sujetos humanos sólo
pueden pensar en un horizonte de posibilidades, diagramado por las condiciones
sociales e históricas en las que se encuentran. Por ello, es necesario tener presente que
cada mirada construye un “punto de vista”, y que el mismo tiene relación con las
condiciones antes mencionadas. No hay una única mirada posible…no hay entonces una
única verdad posible.
Lo opaco tiene conexión con lo no dicho, lo indecible y lo impensado. Lo no dicho
puede ser ubicado en el terreno de lo latente en el sentido que A. M. Fernández le da en
El Campo Grupal, cuando lo desvincula de un efecto infraestructural o del orden de lo
profundo, “lo latente como lo que late –ahí- todo el tiempo, insistiendo en la escena

3
Deleuze, G. ¿Qué es un dispositivo?. Recuperado: 2010, 1 de octubre. Disponible en
http://royalcaute.blogspot.com/2008/08/qu-es-un-dispositivo-gilles-deleuze.html
4
Castro, S. (1995). La grupalidad en el horizonte de sucesos. En Castro, S. et all. Dimensiones de la Grupalidad.
Montevideo: Multiplicidades. P. 5- 22

5
grupal; una latencia en los pliegues de la superficie más que en las profundidades”5,
resingnificando tanto la idea de profundidad como la de superficie y sosteniéndose en el
pensamiento deleuziano. Lo que late también está en la superficie, y no necesariamente
oculto; las más de las veces a la vista.
Con respecto a lo indecible, parecería ser algo del orden de lo que no se puede decir por
el hecho de que es algo para ser hecho y no dicho; pertenecería al orden de aquello para
lo cual las palabras “sobran”, en la perspectiva de que tal vez no sea posible ponerle
palabras, nominarlo.
Lo impensado en cambio tiene relación con aquello que no puede ser pensado, porque
no existen condiciones para hacerlo; siempre producen efectos muchas veces
indeseables, y es pertinente plantear aquí que lo impensado es lo que más ceguera
provoca, realizando un puente con lo planteado párrafos atrás.
Para finalizar (más que finalización sería una especie de paréntesis para poder seguir en
otro momento), y al releer estas notas, reconozco en las mismas una cierta insistencia en
el pensar-en-conexión (cuestión inacabable si las hay). Resuena en mi, en este
momento, algo que leí hace ya tiempo, y que dice: “Pensar es soportar el desconsuelo
de saber que lo que pensamos no alcanza para explicar lo que nos pasa…Pensar es,
también, autorizarse a pensar. Darse la posibilidad de entrar en el decir”6.

5
Fernández, A. (1989). El Campo Grupal. Buenos Aires: Nueva Visión. P. 153.
6
Percia, M. (2002) Una subjetividad que se inventa. diálogo demora recepción. Buenos Aires: Lugar Editorial. P. 11.

6
Bibliografía.

Ardoino, J. (1987)[1980]. La intervención: ¿imaginario del cambio o cambio de lo


imaginario? En Guattari, F. et all. La Intervención Institucional. México: Plaza y
Valdés. pp. 13- 42.

Bayce, R. (1994). Las cuatro realidades: material-concreta, ideal-simbólica,


hiperrealidad y virtual. El rol de los ‘media’ en la construcción social. En Portillo, J. et
all. Medios de comunicación y vida cotidiana. Montevideo: Ediciones Multiplicidades e
Instituto Goethe. pp. 39-60

Deleuze, G. & Guattari, F. (2002) [1980]. Mil mesetas. Valencia: Pretextos.

Deleuze, G. (1995) ¿Qué es un dispositivo? En Balbier E. et all. Michael Foucault,


Filósofo. Barcelona: Gedisa. pp.155-163.

Deleuze, G. (2008). Un nuevo cartógrafo. En: Foucault. Buenos Aires: Paidós. pp. 49-
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Fernández, A. (1989). El Campo Grupal. Buenos Aires: Nueva Visión.

González, F. (1998). La guerra de las memorias: psicoanálisis, historia e


interpretación. Recuperado 2010, 30 de setiembre. Disponible en:
http://books.google.com.uy/books

González, F. (2010). La cuestión del padre y la del fundador. Entre lo inconsciente y lo


impensado en las instituciones. En Revista Carta Psicoanalítica. Psicoanálisis en
México y en el Mundo. Nº 1. Recuperado 2010, 3 de octubre. Disponible en:
http://www.cartapsi.org/spip.php?article263.

Najmanovich, D. Evelyn Fox Keller: ¿El ejemplar más pernicioso? Recuperado: 2010,
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Nietzsche. F. (1873). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Recuperado 2010,


25 de setiembre. Disponible en:
http://www.edu.mec.gub.uy/bibliotecadigital/libros/N/Nietzsche Sobre verdad y mentira
en sentido ex.pdf.

Percia, M. (2002) Una subjetividad que se inventa. diálogo demora recepción. Buenos
Aires: Lugar Editorial.

7
Vázquez, G. (2010) Un léxico posible para analizar discursos En Revista Alambre.
Comunicación, información, cultura. Recuperado 2010, 2 de Octubre. Disponible en:
http://www.revistaalambre.com/ Nº3. Marzo de 2010.

Von Foerster, H. (1994). Visión y conocimiento, disfunciones de segundo orden. En:


Scnichtman, F. (comp). Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires:
Paidós. pp 99- 113.

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