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Presentación de mi persona
Prueba Inicial
Contenido de la sesión:
ALGUNOS CONCEPTOS
Industria
La industria es la transformación de materias primas en productos elaborados. Por
extensión, el conjunto de instalaciones en las que se realizan dichas transformaciones.
Si bien la actividad industrial así definida puede hacerse extensiva a lo que comúnmente se
denomina artesanía, la diferencia fundamental entre ambas estriba, principalmente, en que
mientras el artesano realiza por sí mismo todas las operaciones necesarias para obtener el
producto final, la industria se caracteriza por su especialización, de modo que las diferentes
etapas del proceso son realizadas por diferentes trabajadores o, incluso, diferentes
empresas.
Normalización
Para que el sistema productivo así concebido funcione correctamente es necesaria la
intecambiabilidad, es decir, los productos obtenidos en cada etapa deben cumplir una serie
de requisitos que permitan su uso como materia prima en la etapa siguiente; por ejemplo, el
tornillo adquirido a la empresa A, debe enroscarse perfectamente en la tuerca comprada a la
empresa B. Este razonamiento lleva a la introducción del concepto característico de la
industria, que no es otro que el de la normalización.
Procesos
Conjunto de actividades o eventos que se realizan o suceden con un determinado fin.
Servicio
Equivalente no material de un bien
Los bienes son cosas tangibles que podemos llevar con nosotros mientras que los servicios
son intangibles y pasajeros y son consumidos en el proceso de su creación. Es
frecuentemente más fácil describir como hacer un bien que como proveer un servicio.
Usted probablemente puede imaginar un auto siendo construido en una línea de montaje
pero es más difícil imaginar como es desarrollada una póliza de seguros por ejemplo.
No cabe duda de que al ser cierto este concepto, el conocimiento de dónde nos encontramos
y cuáles son las características de la etapa que va a venir nos permitirá sacar importantes
ventajas, si nos preparamos a tiempo. El ciclo de vida del producto es un concepto aceptado
hoy día por casi todos, pero no siempre se utiliza y menos aún adecuadamente. Pensemos
que, como toda teoría de base experimental, puede tener excepciones, o mejor, no adaptarse
muy bien a ciertos productos. Se deduce, por tanto, que la aplicación práctica del ciclo de
vida del producto, a partir de las consideraciones teóricas que se deduzcan, requerirá unos
estudios particulares, adaptados al tipo de mercado-producto de que se trate.
El análisis, quizá de los más difundidos, parte del supuesto de que los productos tienen un
desarrollo biológico, es decir, nacen, crecen y mueren. Es evidente el interés que tiene
conocer en qué «fase de vida» se hallan los nuestros, ya que está condicionada a su política
de renovación de gama. Dicha política debe basarse en un buen conocimiento de estas
cuestiones: ¿qué productos morirán pronto?, ¿cuáles están naciendo?... Aunque hay
diferentes teorías en cuanto al número de etapas existentes, para nosotros, sin entrar en
polémica, las fases que consideramos que forman el ciclo vital de un producto son cinco:
• Lanzamiento o introducción.
• Turbulencias.
• Crecimiento.
• Madurez.
• Declive.
En resumen, esta fase se caracteriza por una rentabilidad negativa debido a los grandes
esfuerzos que son precisos para fabricar, lanzar y perfeccionar el producto, en comparación
al volumen de ventas que se consigue. Son muchos los productos que mueren sin conseguir
superar esta fase.
Fase de Turbulencia
La experiencia profesional me ha hecho comprender la importancia de esta etapa, que a
veces llega a pasar tan desapercibida por su carácter efímero en el tiempo y las
circunstancias que algunos autores no la contemplan. ¿Pero qué ha sucedido con los
diferentes productos o servicios de las «punto com» que han aflorado en España y en el
resto de los países.
Ahí es donde radica, el activo del auténtico márketing es ser consciente de que el producto,
como todo ser vivo, tiene un ciclo que hay que controlar y máxime cuando está en sus
primeros meses.
Por tanto, podríamos enmarcar esta etapa como la que puede llegar a producir fuertes
convulsiones en la trayectoria del producto, tanto por las presiones externas o del mercado
como internas por la propia empresa en sus luchas políticas y de personal. Lógicamente si
se sabe tener dominio sobre las circunstancias que las producen, la solución vendrá pronto
y hará que inicie la siguiente etapa fortalecida.
Fase de crecimiento
Superados los esfuerzos técnicos, comerciales y de comunicación, propios de la fase
anterior, incluso de la de turbulencias, si hubiesen existido, el producto puede fabricarse
industrialmente y el mercado se abre, lo que permite un desarrollo paulatino de sus ventas.
Esta fase se caracteriza por:
Fase de madurez
Toda política de lanzamiento de un producto tiene como objetivo llegar a esta etapa, cuyas
principales características son:
Fase de declive
A pesar de que la teoría parece explicar muy claramente esta etapa, no todas las empresas
son conscientes de que han llegado a ella. Por el contrario, hay compañías que antes de que
un producto se acerque a esta etapa lo retiran del mercado en plena madurez.
Según mi experiencia, se puede decir que cuando un producto llega a esta fase, ha de
permanecer en ella el mínimo tiempo posible y siempre de forma transitoria pues las ventas
entran en declive, los beneficios disminuyen más por la escasa demanda que por los costes
y la imagen de marca empieza a deteriorarse. Todo aquel que supere esta etapa es un gran
profesional del márketing, ya que las presiones a las que se ve sometido son inmensas y
desde todas las áreas de la empresa, incluso las del capital que, a veces, impiden abandonar
o modificar el producto que marcó el origen de lo que hoy en día es la empresa.
• Fomentando un uso más frecuente entre los actuales consumidores o usuarios del
producto.
• Desarrollando un uso más diverso entre los actuales consumidores o usuarios del
producto.
• Creando nuevos usos para el material o producto básico.
• Conduce a una política activa del producto, en lugar de seguir la técnica de reaccionar
cuando el producto se encuentra ya en pleno declive. De esta manera obliga a los
responsables del mismo a pensar, de antemano, las posibles medidas para extender su vida.
• Obliga a establecer un plan a largo plazo en previsión. Anticipará las medidas que se van
a adoptar tan pronto como se presenten los primeros síntomas de declive.
• Quizá, la principal ventaja radica en que obliga a los responsables del producto a tener un
conocimiento más amplio y profundo de la naturaleza y posibles usos y aplicaciones del
mismo.
Las dos hipótesis de base de los sistemas MRP son las siguientes (Orlicky 1975; Buffa y
Miller, 1979):
Es decir, el sistema MRP está construido alrededor del BOM y su validez depende de la
exactitud del mismo (Chung y Zinder, 2000). Según George Plossl, uno de lo padres del
MRP, «el MRP calcula qué necesito, lo compara con lo que tengo y calcula qué voy a
necesitar y cuándo». Este es el verdadero avance del MRP I: por primera vez la
planificación de necesidades de materiales es capaz de dar respuesta al CUÁNDO (Ptack y
Schragenheim, 2000).
Debido a las limitaciones de capacidad de cálculo de los ordenadores de la época, la
metodología MRP I asume ciertas simplificaciones. Para realizar estos cálculos, las
ordenes se planifican sobre la última fecha posible para así minimizar el stock. Este método
de programación hacia atrás provoca que al no disponer de tiempos de sobra, todas las
actividades forman parte del camino crítico. Así pues, al no disponer de margen para
recuperar el tiempo perdido, cualquier retraso o problema causa inevitablemente un retraso
en la entrega al cliente. Esta limitación del sistema condujo a definir tiempos de entrega
holgados para prevenir los efectos negativos de los pequeños problemas ocasionales.
Gracias a la introducción de los cálculos de las cargas de trabajo por máquina o por centro
de trabajo, fue posible prever con la suficiente antelación conflictos de exceso de trabajo,
de modo que la planificación pasó a ser una labor proactiva, consistente en alisar los
excesos de carga de trabajo, adelantando para ello la cantidad mínima de pedidos necesaria.
El ciclo cerrado supuso un gran paso adelante en el proceso de planificación de necesidades
de materiales y de recursos.
Este concepto de sistema de información que integre producción inventario y finanzas, fue
bautizado por Ollie Wight como MRP II, siendo las siglas las mismas que en el caso de su
antecesor (el MRP I) pero cambiando las palabras Material Requirement Planning por
Manufacturing Resource Planning (Ptack y Schragenheim, 2000).