Você está na página 1de 9

“Los imaginarios urbanos: introducción, principios teóricos y metodológicos”

Armando Silva

La teoría de los imaginarios urbanos trata de explorar las condiciones perceptivas y


cognitivas que caracterizan la vida urbana en las sociedades contemporáneas. Unas
sociedades marcadas por el espectacular desarrollo que han experimentado las
tecnologías digitales y por el papel clave que desempeña la información en todas las
esferas de la vida de los ciudadanos. Ese desarrollo nos obliga a repensar muchas de las
definiciones de conceptos como espacio público o ciudadanía propuesto por disciplinas
"modernas y completas" como la antropología, la sociología o el urbanismo. "En el
contexto actual, explicó Armando Silva, se produce un desplazamiento en la identidad del
sujeto que protagoniza la construcción social. Ya no es la comunidad, sino el individuo, ya
no es la masa (el pueblo, la nación, la clase obrera...), sino la multitud (concebida desde
una dimensión lingüística como enunciación, o desde una dimensión política, cercana a la
perspectiva de Toni Negri, como conjunto de subjetividades autónomas pero
interconectadas en red) o el grupo (entendido como proyección de unos intereses
colectivos que forman una comunidad social transitoria y trans-urbana)".

En su presentación del seminario-taller Imaginarios urbanos: hecho público, Armando


Silva, escritor con PhD en Filosofía y Literatura Comparada de la Universidad de
California y estudios doctorales en Semiótica y Psicoanálisis en la Ecole de Hautes
Etudes en Ciencias Sociales de Paris y en la Universidad de Roma, explicó que su teoría
de los imaginarios urbanos se configura alrededor de un juego de seis combinaciones que
interactúan entre sí como un mapa lógico y nos permiten distinguir la ciudad de la
modernidad de la urbe contemporánea (caracterizada, entre otras cosas, por sus múltiples
y variables ejes de articulación, su crecimiento difuso y fragmentado y su carencia de
centro).

- El primer juego de oposición parte de la premisa de que, en la actualidad, lo urbano no


es sólo una categoría geográfico-espacial, sino, ante todo, un territorio simbólico, en
permanente construcción y expansión, que excede los límites físicos de lo que
tradicionalmente se ha considerado ciudad. En la sociedad contemporánea, la definición
de ciudad se basa más en criterios temporales que espaciales. Por ello, la teoría de los
imaginarios urbanos plantea la necesidad de pasar de una ciudad pensada en el espacio
a un urbanismo ciudadano pensado en el tiempo. En este sentido, Armando Silva recordó
que el escritor argentino Jorge Luis Borges ya aseguraba que era posible imaginar un
mundo sin espacio, pero no un mundo sin tiempo. "Porque el espacio es externo y, de
algún modo, ajeno al individuo, pero el tiempo está en los sujetos: es lo que pasa, como lo
entendería Heidegger; o los que nos sucede, como lo dimensiona Freud", explicó Silva.
Actualmente, la sociedad está experimentando un profundo proceso de
desterritorialización que, en su opinión, hace que en la investigación sobre las nuevas
realidades urbanas, el foco de atención analítico se desplace desde la arquitectura a las
culturas.

- Uno de los hechos más significativos del mundo contemporáneo es que, por primera vez
en la historia del ser urbano, se está desarrollando un urbanismo sin ciudad. "Pues los
ciudadanos, explicó Silva, se urbanizan sin necesidad de vivir en ciudades. O al menos,
sin vivir en ciudades con límites precisos, centros históricos y/o comerciales reconocibles

1
y una distribución radial (el modelo de ciudad que ha imperado en Occidente durante la
era moderna)". Por ejemplo, más de la mitad de la población de EE.UU vive en
localidades plenamente urbanizadas, pero que carecen de todos los atributos con los que
tradicionalmente se ha identificado a las ciudades. También el surgimiento de megalópolis
como México D.F. o Sao Paulo -que han crecido de forma incontrolada por la
incorporación desordenada de sucesivos núcleos poblacionales a lo largo de las últimas
décadas del siglo XX- está relacionado con la expansión y consolidación de ese
urbanismo sin ciudad.

Además, no hay que olvidar que actualmente, gracias a la tecnología, una persona puede
acceder sin moverse de su casa -esté ésta donde esté- a muchos bienes y servicios que
hasta hace poco tiempo sólo se ofrecían en las grandes ciudades: desde espacios de
encuentro con individuos de gustos y aficiones parecidas (los chats y foros se han
convertido en nuevas plazas públicas de la sociedad red) a servicios administrativos,
burocráticos y financieros (en los últimos años, Internet se ha llenado de oficinas
virtuales). "De hecho, señaló Armando Silva, en algunas zonas de EE.UU, ya se han
tenido que poner en marcha iniciativas públicas para potenciar el uso físico de las
ciudades, mientras en América Latina crece la preocupación por el abandono de sus
centros históricos".

A juicio de Armando Silva urbanizar es mucho más que poblar el mundo de ciudades. "La
urbanización, explicó, genera paradigmas cognitivos y normas sociales que determinan
nuestro comportamiento y nuestras relaciones con los demás". Así, tras los atentados a
las Torres Gemelas de Nueva York, el poder está intentando urbanizarnos en el terror y
para ello están favoreciendo la creación de auténticas "ciudades (y edificios y casas y
apartamentos) fortalezas" dotadas de herramientas tecnológicas que permiten controlar y
vigilar los movimientos de los ciudadanos (a los que se convierte, automáticamente, en
individuos sospechosos). "En este contexto, advirtió Silva, el miedo ya no es sólo un
instrumento que utiliza el poder de forma excepcional para encauzar situaciones
conflictivas, sino que encarna el rostro cotidiano del poder contemporáneo". Si antes se
nos identificaba con un análogo físico, una foto (que representaba el símil de uno mismo),
a día de hoy, en ciertos aeropuertos, uno de los espacios más globalizados que existen (y
donde todos somos sospechosos), se nos puede identificar por un elemento químico: el
ADN. Se pasa así de un proceso de identificación montado sobre la iconografía a otro que
utiliza restos del cuerpo. "Es decir, subrayó Silva, de lo similar -una imagen fotográfica-, a
lo deducible en un laboratorio -un pedazo de mí materialidad corpórea, el ADN-. De lo
indicial a la certeza".

- Frente a la noción (ya desgastada por el uso mediático y político) de globalización,


Armando Silva prefiere hablar de expansión de culturas trasnacionales. "La amenaza,
señaló, de que la globalización aplastaría las identidades locales propiciando una total
homogeneización cultural, no se ha cumplido. Sin embargo, nadie puede dudar de que
cada vez hay más fenómenos culturales transnacionales". Por ejemplo, jóvenes de países
muy distintos y distantes comparten los mismos referentes culturales, vistiéndose de una
manera similar, escuchando músicas semejantes y reuniéndose en espacios -físicos y
virtuales- muy parecidos (centros comerciales, chats...).

En el mundo contemporáneo, el Estado-nación, concebido como "unidad de destino en lo


universal", ha entrado en crisis. Y si en la modernidad, la mayor parte de las relaciones
entre países distintos se producía a nivel estatal, a día de hoy, cobran cada vez más

2
fuerza y protagonismo las alianzas estratégicas que se establecen entre ciudades. "Como
ocurre en este proyecto, señaló Armando Silva, que relaciona Buenos Aires con Bogotá,
Lima o Sevilla, y no Argentina con Colombia, Perú o España". A su vez ha entrado en
crisis el concepto de "espacio público" (heredado de la Revolución Francesa),
apareciendo fenómenos como las llamadas "ciudades corporación" o los Centros
Comerciales que, aparentemente, son "públicos", pero tienen reservado el derecho de
admisión. También Internet o los sistemas de televisión digital representan
actualizaciones contemporáneas de ese noción de "espacio público" (que no es algo que
venga dado, sino que se tiene que conquistar), pues ambos medios permiten el desarrollo
de nuevos conceptos de vecindad, donde se mezcla el interés por lo local con la
posibilidad de acceder a informaciones, debates y productos generados en puntos
remotos del planeta. Todo esto hace que distintos autores e investigadores (desde el
catalán Manuel Delgado al latinoamericano García-Canclini) vean en la defensa y
reivindicación de este "espacio público" una de las principales estrategias para propiciar
una mayor democratización de nuestras sociedades.

- Asumiendo la importancia de la tecnología en la construcción de imaginarios, el proyecto


dirigido por Armando Silva examina el paso de una imagen analógica a una post-icónica.
Hay que tener en cuenta que la imagen post-icónica no opera el código de semejanza -
como hace la analógica (en la que siempre queda un residuo, en forma registro lumínico,
de "lo real")-, sino que es una condición numérica, el fruto de una sofisticada abstracción
matemática. "Ese carácter virtual, advirtió Silva, genera con frecuencia sospechas sobre
su veracidad. Por ejemplo, hay quien piensa que las imágenes del atentado contra las
Torres Gemelas y el Pentágono, fueron manipuladas o, más exactamente, reconstruidas
por medios virtuales. Y hasta hay quien asegura que el Pentágono no fue impactado por
ningún avión, pues en ningún momento se han encontrado restos de dicho impacto ".

Para analizar el paso de la imagen analógica a la post-icónica, la teoría de los imaginarios


urbanos se basa en las ideas que Armando Silva desarrolló en su tesis doctoral Álbum de
familia, donde investigó los efectos de la tecnología fotográfica en la producción del
imaginario familiar burgués del siglo XX. Influido por la filosofía de Jacques Derrida, en
este proyecto -que en 1996 obtuvo el premio a la mejor tesis doctoral en las universidades
de California-, el pensador colombiano llegó a la conclusión de que la crisis de la familia
burguesa está íntimamente ligada con la decadencia de la tecnología fotográfica
analógica. "Del mismo modo que, añadió, no fue casual que la aparición de la fotografía a
finales del siglo XIX coincidiera con el desarrollo de las teorías psicoanalíticas (en las que,
por ejemplo, se identifica el inconsciente con el cuarto oscuro y la conciencia con el
revelado)".

Al final del libro de Álbum de familia se cuenta la historia de un ciudadano español que
tiene tres hijos, aunque de ninguno de ellos es padre biológico: un niño adoptado de
origen ecuatoriano y dos niñas estadounidenses que su esposa actual, una mujer
norteamericana de padres españoles, tuvo con dos hombres diferentes. "Este es un caso
paradigmático, subrayó Silva, de la transformación que está experimentado la noción de
familia en el mundo actual, donde importan más los vínculos afectivos y emocionales (y,
en definitiva, civiles) que los lazos de sangre".

A juicio de Armando Silva, la tecnología fotográfica creó una manera específica de llevar
el cuerpo. "Al ser retratados, explicó, asumimos un rol, una pose. Y esa pose es siempre
fruto de un cálculo al futuro con el que, de forma más o menos consciente, nos

3
mostramos ". En las primeras páginas de los álbumes de familias que analizó en su tesis,
Silva solía encontrar fotografías de enlaces matrimoniales, en las que mujeres y hombres,
conscientes del rol social que estaban representando, asumen poses muy codificadas.
Pero lo curioso es que la ceremonia más fotografiada no es la boda, sino la primera
comunión, sobre todo la de las niñas. "Una ceremonia, señaló Silva, que ya representa
una primera entrega de la mujer al hombre -en este caso, Dios- y que, de algún modo, se
concibe como una especie de ensayo del rito del matrimonio". Podemos encontrar aquí la
idea de "imaginario como residuo y como desplazamiento". Residuo porque la niña vive
una parte de su primer matrimonio simulado; y desplazamiento porque la boda se
desplaza imaginariamente a la primera comunión y viceversa. Según Armando Silva, un
estudio de los imaginarios tienen que captar este tipo de movimientos culturales.

A lo largo de su investigación, Armando Silva fue descubriendo que, en muchos casos,


estos álbumes de familias eran tratados como auténticos fetiches, hasta el punto de que
sus dueños mantenían con ellos una relación profundamente afectiva y pasional. De
hecho, con frecuencia depositan en su interior objetos ("residuos") cargados de
connotaciones emocionales y sentimentales, desde mechones de pelos o trozos de telas,
hasta ombligos de recién nacidos. Al principio del siglo XX, los personajes centrales de
estos álbumes de familias era los abuelos, que aparecían retratados como figuras serenas
y autoritarias. Eso fue cambiando en los años sesenta y setenta, cuando comenzaron a
cobrar protagonismo los padres que, ya en los años noventa, fueron sustituidos en
jerarquía de representatibilidad por los hijos. En muchos casos, hijos únicos y/o
consentidos que en las fotos asumen enfáticamente su condición de "reyes de la casa".

"En cualquier caso, precisó Silva, el creciente protagonismo de los niños en los álbumes
fotográficos fue paralelo al desarrollo de una nueva herramienta tecnológica: el vídeo".
Roland Barthes identifica la fotografía con la muerte, porque es siempre un residuo de
algo que ya no está, que ya ha pasado. A juicio de Silva eso explica el carácter solemne
que tiene, al contrario de los vídeos domésticos, mucho más festivos y frívolos (y
asimilables a las industrias del entretenimiento). "La fotografía, señaló, evoca el pasado y
nos traslada al tiempo de los abuelos, mientras el vídeo, nos adelanta el futuro y proclama
el reinado absoluto de los niños". En este sentido, Armando Silva recordó que en uno de
sus últimos trabajos (a la postre, póstumo), Marshall Macluhan, aseguraba que
históricamente, cuando nace una tecnología nueva, muere una tecnología anterior. "Así,
subrayó Silva, con el bolígrafo desapareció la pluma; con la fotocopiadora, el papel carbón
(aunque también surgió la posibilidad de la copia auténtica, del perfecto símil y de la burla
de los derechos de autor); con el cd, los discos de vinilos; con el vídeo doméstico, el
álbum de familia; y así sucesivamente".

- La teoría de los imaginarios urbanos se construye sobre la tesis de que en las últimas
décadas se ha producido un importante giro en la economía de las sociedades
occidentales (y, por extensión, del resto del planeta), pasándose de un capitalismo
basado en la producción a un capitalismo basado en el consumo. "Según el psicoanálisis,
recordó Silva, el sexo se enmarca en el ámbito de las pulsiones, no de los instintos (que
son aquellas necesidades que tenemos que satisfacer obligatoriamente para poder
sobrevivir: es decir, beber, comer y soñar). Y por analogía, el consumo es pulsión: la
compulsión a la compra". En la modernidad, la organización económica capitalista
respondía a criterios racionales. Sin embargo, a día de hoy, el sistema productivo
capitalista no trata de satisfacer las necesidades de los sujetos, sino que se dirige a sus
pulsiones y deseos. El sistema de producción corporativo de hoy es absolutamente

4
racional, pero para los ciudadanos el consumo es emocional "Antes, indicó Armando
Silva, los niños y niñas tenían un muñeco, ahora poseen decenas, miles de barbies
coleccionables. Y cada cierto tiempo (cumpleaños, navidades...) van recibiendo nuevos
regalos a los que, con frecuencia, ni siquiera prestan atención".

En esta nueva fase del capitalismo, han aparecido fenómenos como el "shopping" que
consiste, no exactamente en ir de compras, sino en "pasear la ciudad" haciendo escala en
algunos de los nuevos templos de las urbes contemporáneas -los grandes almacenes y
los centros comerciales- con la ilusión de consumir algo. Según Armando Silva la
irracionalidad consumista está en la propia base de la sociedad contemporánea. Una
irracionalidad que nos conduce a una situación paradójica: no se puede consumir tanto
porque el mundo no tiene recursos suficientes; pero, al mismo tiempo, no se puede dejar
de consumir porque entonces se desmoronaría la maquinaria productiva que permite la
supervivencia del sistema (y, por tanto, la supervivencia de los mismos trabajadores).

- A la teoría de los imaginarios urbanos no le interesa, por tanto, enfocar la "ciudad real",
sino la ciudad imaginada que no se define en términos geográficos y administrativos, sino
en términos psicológicos y simbólicos. Armando Silva parte de la certeza de que el orden
imaginario desempeña un papel clave en la vivencia y percepción de una ciudad.

A su juicio, en las sociedades contemporáneas, la construcción de estas ciudades


imaginadas se encontraría determinada por este juego de seis combinaciones que
interactúan entre sí para definir el paso de una sociedad pensada en sus hábitos sociales
hacia otra pensada en las pulsiones psicológicas, adelantando así las precondiciones
dentro de las cuales se escenifican los imaginarios sociales: espacio / tiempo; ciudad /
urbanismo; localidad / globalidad (o mejor transnacionalidad); imagen analógica / imagen
pos-icónica; producción / consumo; ciudad real / ciudad imaginada.

En el primer escenario se marca la desterritorialización del lugar arquitectónico como


objeto físico y el paso hacia una noción de red y de interacción perceptiva. En el segundo,
el desarrollo de "urbanismo sin ciudad" como situación particular de la época en donde no
se requiere vivir en un casco citadino para ser urbano y sujeto a la urbanización. En el
tercero, los efectos de la superación de los límites de las ciudades, de las naciones, de los
lugares, para ceder a un orden trasnacional que reelabora lo local en lo económico, lo
mediático, lo tecnológico y lo cultural. En el cuarto, la redefinición del estatuto de la
imagen de naturaleza analógica ante otra en que ya no se basa en la reconstrucción de
una semejanza a un objeto que busca representar en su iconicidad, sino en un código
matemático que surge de cálculos numéricos y que arroja más bien similitudes (no
semejanzas) para concebir nuevos percepciones pos-icónicas.

En el quinto escenario, nos encontraríamos ante el paso de una sociedad de la


producción propia de la modernidad industrial a otro modelo fundado en el consumo, en el
cual la fabricación de productos, sean de naturaleza física o virtual, se dispara a limites
"irracionales" (e inmedibles), pues ya no se trata de vender ni de producir de acuerdo a
"necesidades reales". Y en el sexto escenario, nos topamos con la emergencia de un
nuevo "urbanismo ciudadano" que vive las ciudades según los imaginarios que los
habitantes hacen y comparten de ella, donde las percepciones grupales generan los
nuevos croquis ciudadanos y desde donde se puede pensar en conquistas sociales
basadas en deseos subversivos.

5
Estos puntos de vista ciudadanos, donde los habitantes se urbanizan por ser ellos
quienes las colman de sentidos, van a desplegar muchas polifonías narrativas que hacen
que la ciudad pueda ser definida en calidad de un efecto imaginario de lo urbano (que
viene desde afuera y afecta a la ciudad urbanizándola). En fin, se fortalece el paradigma
de una ciudad imaginada propia de las mentalidades sociales y de materia etérea que se
sobrepone muy fuertemente a la ciudad física, más ligada a la tierra y al soporte físico. La
necesidad de abordar estos nuevos fenómenos urbanos utilizando paradigmas
psicológicos se explica en cuanto que las relaciones entre individuo y sociedad quedan
replanteadas a partir de nuevas cargas, tanto en lo económico como en lo social, que
recaen, en gran medida, sobre los hombros de los sujetos individuales.

Las ciudades imaginadas se contraponen así a la ciudad real, pero Armando Silva cree
que "eso que llamamos realidad, se produce más en las ciudades imaginadas que en las
reales". Por ejemplo, si en google pones Aracataca (la "ciudad real" en la que nació
García Márquez), salen muy pocas entradas; pero si introduces la palabra Macondo (la
"ciudad imaginada" por el autor de Cien años de soledad), aparecen decenas de miles de
registros. O como lo podemos ver en los avances de los nuevos formatos televisivos
(Reality, Talk Shows o concursos espectaculares) que parecen cada vez mas
concentrarse en los límites que pone la misma pantalla, antes que en la realidad
referencial (u objetiva), instaurando una hiperrealidad imaginada que se ofrece como un
equivalente de la realidad. Investigadores del medio (como G. Imbert) se preguntan si la
televisión no se ha olvidado en su nueva fase del "mundo objetivo", para recrear una
escenificación de una realidad cada día mas autoreferencial (o imaginada) dentro de una
estructura comunicativa tan especular como espectacular.

Por todo ello, la teoría de los imaginarios urbanos -que Armando Silva describe como una
"nueva antropología del deseo ciudadano"- no busca verdades constatadas, sino
creencias compartidas (construcciones sociales). "Es una teoría, explicó Armando Silva,
que parte de la convicción de que en una ciudad hay muchas ciudades hechas por puntos
de vistas ciudadanos (la ciudad de los hombres y de las mujeres, de los homosexuales y
de los heterosexuales, de los niños y de los mayores, de los ricos y de los pobres...), pues
la experiencia urbana contemporánea no es genérica, sino que está fraccionada". Los
imaginarios urbanos no pertenecen ni a individuos concretos, ni a la sociedad en su
totalidad. Son colectivos y reflejan los deseos, miedos, creencias y sentimientos en
general de grupos específicos de ciudadanos (las mujeres, los niños, los emigrantes...).

De este modo, el objetivo de este proyecto no es diseñar mapas empíricos que ofrezcan
una representación global y cerrada de la "ciudad real", sino crear "croquis" -provisionales
y variables- en los que se muestren distintas percepciones y prácticas urbanas que
conviven en una misma localidad. Siempre teniendo en cuenta que dichas percepciones y
prácticas están condicionadas tanto por la experiencia grupal como por la imagen de la
ciudad que construyen los medios de comunicación (televisión, prensa, radio) y los relatos
literarios y cinematográficos.

Los imaginarios urbanos son plurales y polisémicos y, por tanto, exigen un abordaje
teórico-práctico flexible y multidisciplinar. "En una primera fase de la investigación,
recordó Armando Silva, nos centramos en la dimensión comunicativa de estos
imaginarios". Después, analizaron su potencial estético, vinculando algunas producciones
de este proyecto con propuestas de arte público (incluso llegaron a presentar la
investigación en el marco de la Documenta 11 de Kassel). En el momento actual, también

6
conciben los imaginarios como hechos políticos capaces de generar "efectos ciudadanos
que permiten una mayor democratización de la sociedad". "En La Paz (Bolivia),
ejemplificó Silva, centenares de ancianos, parodiando los desfiles de las reinas de la
belleza, se manifestaron desnudos por una de las avenidas principales de la ciudad (El
Prado) para reclamar que se les pagara sus pensiones. De este modo, utilizaban sus
propios cuerpos desvencijados para mostrar simbólicamente su miseria. Ese gesto
performativo que jugaba con los imaginarios urbanos de la capital andina, tuvo un enorme
efecto político".

"Aunque los imaginarios urbanos, añadió Armando Silva, también pueden ser
instrumentalizados por el poder para justificar sus acciones". En este sentido Silva recordó
como la enorme atención mediática que se le prestó al Cartel de Medellín (que llegó a ser
descrito como la organización de narcotraficantes más temible del mundo) permitió a los
EE.UU insuflar su presupuesto militar con el argumento de que había que hacer frente a
los "nuevos enemigos de la libertad y de la democracia" que habían aparecido tras el
desmantelamiento de la antigua URSS.

Metodología
En el marco del seminario-taller Imaginarios urbanos: hecho público, Armando Silva
explicó los principios metodológicos que ha aplicado en sus trabajos sobre imaginarios
urbanos. Estos trabajos se inician con la obtención y el procesamiento de datos
estadísticos a través de una serie de formularios realizados con una técnica que detecta
lo que Silva denomina "puntos de vistas ciudadanos". "El concepto de punto de vista,
señaló Silva, procede del campo pictórico, aunque en el mundo contemporáneo ha
experimentado numerosas re-elaboraciones, sobre todo en el ámbito de la semiótica, la
narratología y el análisis del discurso (disciplinas que distinguen tres puntos de vistas
fundamentales: primera persona -yo/nosotros-, segunda persona -tú/vosotros- y tercera
persona -el/ellos-)". En la línea de estas teorías de la enunciación, Armando Silva piensa
que lo que importa no es buscar las estructuras del lenguaje (como hace la lingüística
estructuralista), sino analizar qué es lo que se quiere decir -la enunciación- cuando se
dice algo (esto es, centrarse en el significado social y en las intencionalidades de los
mensajes, no en su ordenación sintáctica).

La teoría de los imaginarios urbanos trata de estudiar cómo se enuncia (cómo se significa
en una colectividad) la ciudad desde una serie de determinantes narrativos (de puntos de
vistas ciudadanos) que, evidentemente, se cruzan entre sí. Tres de estos determinantes
proceden de las teorías sociológicas tradicionales: el género (que nos permite conocer la
ciudad masculina, femenina, gay...); la clase social (un factor especialmente significativo
en América Latina, donde las diferencias de clase están muy acentuadas); y la edad
(siguiendo la división en cuatro grandes grupos propuesta por la UNESCO: 0-14 años,
niños; 15-29 años, jóvenes; 30-65 años, adultos; más de 65 años; mayores). "A modo de
ejemplo, indicó Armando Silva, podemos decir que hay espacios urbanos en todas las
ciudades que son percibidos como muy peligrosos por las mujeres (sobre todo por las
jóvenes) y no por el resto de la población". Otros determinantes que se tienen en cuenta
son la formación académica, la ocupación profesional (la ciudad de los oficinistas es muy
distinta a la ciudad de los repartidores o de los obreros) o la procedencia geográfica (por
ejemplo, hay claras diferencias entre cómo perciben una ciudad sus habitantes
autóctonos y cómo la imaginan los inmigrantes que acaban de llegar a ella) de los

7
encuestados.

En los formularios, se mezclan preguntas genéricas (que son comunes para todas las
ciudades), con cuestiones concebidas específicamente para cada localidad. De este
modo, los formularios nos proporcionan información concreta sobre, por ejemplo, qué tipo
de transportes utilizan los jóvenes sevillanos, cuál el punto de encuentro de los más
mayores en Montevideo o si en Lima existen espacios de ocio vedados a las clases más
acomodadas (y viceversa). Pero al ser procesados como registros numéricos e
introducidos en una base de datos, también nos permiten llevar a cabo estudios
comparativos entre las distintas culturas y ciudades analizadas.

Aunque utiliza herramientas metodológicas de las ciencias sociales, la teoría de los


imaginarios urbanos no es estrictamente científica. No pretende buscar verdades, sino
detectar creencias compartidas. Y no importa que dichas creencias sean reales o irreales,
porque esta teoría se construye en el campo de lo simbólico, no de lo empírico. "En
cualquier caso, subrayó Armando Silva, se intenta ser lo más riguroso posible. Por
ejemplo, en la elaboración de los formularios se tiene mucho cuidado, evitando que la
redacción de las preguntas condicione las respuestas que dan los entrevistados".

En estas investigaciones sobre los imaginarios urbanos -que se pueden identificar con el
fuera de campo de la fotografía (pues son invisibles, pero activan la visibilidad)- el trabajo
con imágenes es muy importante. Por un lado, se recapitulan y analizan documentos
gráficos y audiovisuales pre-existentes sobre las ciudades estudiadas. Por otro lado, se
apuesta por la creación de producciones visuales propias. En ambos casos, las imágenes
son analizadas desde una perspectiva semiótica (con fuerte referencia a Charles Peirce)
para encontrar qué hay en ellas de contenido social -de pose o studium, en la
terminología de Roland Barthes- y qué de contenido puramente visual (de punctum,
siguiendo con la terminología del autor de La cámara lúcida). A su vez, en el marco de
estas investigaciones se organizan recorridos por la ciudad, al estilo del flâneur
(paseante) descrito por Baudelaire y Walter Benjamin. Igualmente se llevan a cabo
seguimientos visuales de puntos concretos de la ciudad (mediante una observación
pormenorizada de sus cambios a lo largo del tiempo).

Por otro lado, desde la convicción de que el imaginario de una ciudad también está en los
"cachivaches" que genera, se realizan las llamadas "arqueologías citadinas", excursiones
por el entramado urbano para recoger y catalogar todo tipo de "objetos" (desde ruidos y
voces a tarjetas postales, pasando por carátulas de discos o muebles abandonados...)
característicos de las localidades estudiadas. "Estos objetos residuales, subrayó Silva,
nos permiten desentrañar la evolución de los gustos y de los intereses de los habitantes
de las ciudades analizadas, poniendo en marcha una especie de operación deconstructiva
que, con frecuencia, nos lleva al origen de ciertas actitudes y tendencias detectadas en
los formularios".

También se analiza cómo se ve y se representa en cada ciudad las otras ciudades


incluidas en el estudio. "Hemos observado, señaló Armando Silva, que hay un gran
desconocimiento sobre cómo son el resto de las ciudades". En este sentido sorprenden
algunos datos. Por ejemplo, numerosos encuestados de Bogotá no tenían ninguna
referencia de Quito y sólo asociaban a Asunción con golpes militares y fútbol. A su vez, en
Barcelona (única ciudad europea que, hasta el momento, se ha incluido en el estudio,
aunque tras la incorporación de Sevilla existe la posibilidad de extender la investigación a

8
otras localidades de la cuenca mediterránea), mucha gente se imagina Sao Paulo como
una ciudad festiva y pasional (confundiéndola con Río de Janeiro), mientras piensa que
Bogotá (que está a más de 2.500 metros de altitud) es un lugar cálido y soleado, como si
fuera una ciudad del Caribe.

Pero además de realizar estas tareas de investigación y documentación -en las que, hasta
ahora, han participado más de 400 personas-, Ciudades imaginadas se ha concebido en
todo momento como un proyecto propositivo. "Nosotros, comentó Silva, no nos
contentamos con ser investigadores sociales, también queremos ser productores de
objetos culturales". En este sentido se sitúan sus propuestas de "representaciones
urbanas paralelas" que incluyen, entre otras cosas, pequeñas películas en vídeo que
deconstruyen los códigos publicitarios para introducir contenidos subversivos. A su vez,
de cada una de las ciudades analizadas se publica un libro (Bogotá imaginada, Barcelona
imaginada...) en el que varios escritores trasladan a un lenguaje literario los datos que se
han ido recapitulado a través de formularios, recorridos urbanos, análisis de noticias
aparecidas en prensa... "El objetivo de este taller, concluyó Armando Silva, es montar un
equipo de trabajo que explore los imaginarios urbanos de Sevilla, de modo que en un par
de años podamos publicar una primera edición del libro Sevilla imaginada".

UNIVERSIDAD INTERNACINAL DE ANDALUCIA, ARTE Y PENSAMIENTO 2001-2004, Postulado teóricos y objetivos sobre imaginarios
urbanos, Armando Silva, España 2005.

Você também pode gostar