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La fe nos asegura que Jesús sigue manifestándose, la esperanza nos pone a la espera
permanente de su presencia, la caridad nos alimenta con el pan de su Palabra y el pan de la
eucaristía para que podamos compartir su amor y provisiones.
Primera Lectura, Hechos 2, 14. 22-33: En su primer discurso, Pedro anuncia que Jesús
muerto y resucitado es el centro de nuestra fe. Pedro desafió con un sorprendente mensaje
a la multitud que estaba reunida para la fiesta de Pentecostés. ¡Jesús de Nazaret había
resucitado de entre los muertos! Defendió esa afirmación con signos del Espíritu y el
testimonio de la escritura. Nosotros como seguidores, aceptamos su proclamación como un
hecho, pero ¿proclamamos ese mensaje a los demás?. ¿Mostramos a otros el poder del
Espíritu en nuestras vidas como prueba de nuestra fe?
Salmo, 16: El salmo expresa confianza, y en la fidelidad de Dios tenemos la seguridad que
él nos hará conocer el camino de la vida. Es una oración para pedir seguridad en medio
de las tentaciones del mundo. También es una declaración de confianza que Dios está
presente y no abandonará a sus fieles. ¿Cómo podemos orar este salmo en una cultura de
distracción? ¿Cómo podemos nosotros reafirmamos nuestra confianza en un Dios que salva?
Segunda Lectura, 1 Pedro 1, 17-21: San Pedro nos recuerda que hemos sido rescatados
con la Sangre preciosa de Cristo a quien Dios ha resucitado. El autor de Primera de Pedro
alentó a sus lectores a vivir sus vidas en la presencia de Dios. El, no el mundo, es quien nos
salva. Fue él quien envió a su hijo como un pago por nuestra pérdida de la inocencia. Él, no
el mundo, nos muestra la gloria futura. Por lo tanto, nuestra esperanza debe estar puesta
en él.
Evangelio, Lucas 24, 13-35: A Jesús resucitado lo encontramos en la lectura de la
Sagrada Escritura, en la Eucaristía y en Nuestro Prójimo. Él nos invita a no alejarnos, y, si
ha sucedido a que retornemos a su Iglesia. La narrativa de los dos hombres en el camino a
Emaús es perspicaz. Lucas mezcla magistralmente la historia de desesperación con
esperanza, el viaje de la vida con la adoración; pero, en su núcleo, la narrativa habla del
poder transformador que la resurrección tiene en cada uno de nosotros. Nos puede cambiar
de escépticos a creyentes. Cuando nos encontremos con el Señor resucitado, entonces, lo
sabremos.
2,14: Estos versos del libro de los Hechos presentan la primera proclamación de las Buenas
Nuevas después de la resurrección de Jesús. Pedro, consciente de su responsabilidad, toma
la palabra en nombre de todos. Retoma los textos del Antiguo Testamento y muestra cómo
se han cumplido en Jesús y en la Iglesia naciente. Implícito en los versos estaba la causa
de la proclamación: el Espíritu Santo.
2, 22-24: Estos versos forman en realidad una oración larga que se centra en Jesús como el
objeto de tres verbos: “acreditado por Dios,” “lo mataron…,” y “Dios lo resucitó…” En una
forma típica de los Judíos, Pedro empezó con Dios -2, 22 –bajó al nivel de Jesús y volvió a
Dios. De esta manera, él colocó a Jesús en la Historia de la Salvación de Dios. Dios, cuyo
amor es más fuerte que el pecado Romanos 5,20, hizo que Jesús se convirtiera en fuente de
salvación para todos los hombres (33 y 36).
En otras palabras Pedro les dice a los Judíos que ellos son los responsables de la muerte de
Jesús, pero eso formaba parte del plan de Dios, y Dios hizo que de ese crimen surgiera la
salvación de todo el pueblo.
2, 33: “que, - Jesús –acaba de derramar sobre nosotros…” Hay dos posibilidades:
El discurso de Pedro en su conjunto pintaba temas del Fin de los Tiempos que se encontraba
en marcado contraste con la creencia popular. Según la opinión popular, el Mesías daría
paso al final de los tiempos con una entrada triunfal y su entronización en Jerusalén. En
respuesta, los pueblos de todo el mundo conocido llegarían a rendir homenaje –e
implícitamente, recibir el juicio del Rey. Por supuesto, los Judíos tenían su propia visión de
la sentencia del Mesías sobre la tierra: los Judíos serían exaltados, mientras los Gentiles
serían hechos ciudadanos de segunda clase.
En su forma típica, Lucas hizo girar esta noción del Fin de los Tiempos sobre su eje. El
Mesías había llegado y estaba entronizado en la Cruz. Ahora la gente venía en peregrinación
desde toda la tierra, y se encontraban con la sentencia de Dios, no en la sangre, pero en la
infusión del espíritu, –ver Hechos 2: 5-11. En un sentido, el discurso de Pedro no era sólo
una reacción al juicio de Dios, sino que era el catalizador para esa sentencia. Él era un
creyente y desafió a otros a creer. La respuesta de ellos los marcaría como Salvados o
Condenados. La salvación, entonces, no depende de la línea de sangre –la opinión popular.
¡Depende de la Fe!
La infusión del Espíritu Santo causó confusión y desprecio –ver Hechos 2: 12-13. Pedro se
dirigió a ambos Hechos 2:14-20 con cuatro pasos: una llamada de atención, presentación
de tesis, una cita de las Escrituras y el uso de la citas para defender la tesis. Hechos 2:14
presenta la llamada de atención. Los otros tres pasos –la defensa de las lenguas, el uso de
Joel 2: 28-32 (una lista de carismas anunciando el fin de los tiempos) y la conexión de las
lenguas (a Joel) no se describen.
Hechos 2: 22-33 repite los cuatro pasos. Pedro llamó la atención de la multitud, ahora con
un reconocimiento de su audiencia de todo el mundo –los israelitas de la diáspora en lugar
de judíos locales. Luego, proclamó su tesis: el Ministerio público de Jesús, su humillante
muerte, y resurrección eran parte de la voluntad de Dios para el fin de los tiempos. Las tres
oraciones –2:22b-24 –son un breve resumen de la historia de la salvación.
Pedro presentó el Salmo 16: 8-11 para defender su tesis – 2: 25-28. Finalmente, Pedro
apeló a la noción popular, (entonces) que David escribió todos los Salmos. Pedro interpretó
el Salmo 16: 8-11 como una proyección en primera persona, centrada en la resurrección.
En otras palabras, de acuerdo con Pedro, David habló como si estuviera en otro "zapatos" e
interpretó el tema de la inmortalidad, no a través de la progenie –es decir, una interminable
línea de sucesores), sino como una experiencia personal. Puesto que David hablaba de
resurrección personal, y puesto que el lugar de entierro del cuerpo de David era un asunto
de conocimiento público, de acuerdo con Pedro, David debe haber hablado de alguien en el
futuro: ¡el Cristo! –en 2: 29-31. Para respaldar su afirmación, Pedro repite el Salmo 16:10 y
agrega el testimonio personal de los doce –2: 32
Al final, Pedro ataba su tesis –la vida, muerte y resurrección de Jesús como la voluntad de
Dios –con los eventos de Pentecostés. El Mesías resucitado, glorificado causó los eventos del
día, –en 2:33
En cierto sentido, vivimos en el Fin de los Tiempos, tenemos fe en Jesús como el Cristo, y,
nos ha sido dada la efusión del Espíritu. Nos hemos juzgado amados por el Padre. Es posible
que no tengamos el carisma de lenguas, pero tenemos los dones del Espíritu. El reto que
tenemos ante nosotros es simple: ¡proclamar las buenas noticias!
Salmo 16
Si te sientes de esta manera, toma coraje; también lo hizo el autor del Salmo 16. Él fue un
Levita que compitió con cultos paganos por la lealtad de la población de los alrededores de
Jerusalén. En una atmósfera como tal, su reputación fue socavada y sus ingresos también,
La oración para un puerto seguro no sólo era personal, era institucional. El autor
representaba al verdadero Levita que no abandonaría su lugar y su compromiso de
adoración a YHWH.
¿Cuándo has sentido que tu fe y tus valores son amenazados por conflictos de intereses?
¿Cómo has permanecido fiel, a pesar de la oposición?
Toda esta lectura es una frase larga que revela un recurso retórico común en griego
antiguo, enlazando cláusulas en el extremo de las oraciones. La idea principal de la frase
puede encontrarse en 1:17-19. Básicamente declarada, la frase dice, "Si oras a Dios Padre
que juzga imparcialmente conforme a las acciones de cada uno, vive tu vida en el Santo
temor porque sabes que tú no fuiste rescatado(a) de tu comportamiento inútil que tus
padres te hayan pasado con plata u oro que empaña; pero con la sangre de Cristo, el
Cordero inocente y sin pecado." Desde este punto, el autor sólo añadió cláusulas en la
oración. La primera cláusula –se encuentra en 1:20 –engancha en la figura de Cristo y
establece su presencia en el tiempo –conocido por el Padre al principio, revelado en el final
de los tiempos a su audiencia "ustedes". La siguiente cláusula –se encuentra en 1:21 –
engancha en la audiencia -"ustedes" –como aquellos que creen en Dios a través de Cristo.
La frase termina con la advertencia de que el público debe colocar su fe y esperanza en
Dios.
1:21 "gracias a él han creído en Dios" el autor se dirigía a su audiencia como los "fieles";
pero la fe de su audiencia tenía una dirección. Los cristianos creen en Dios a través de la
persona de Jesucristo.
La oración debe ser algo más que palabras, debe ser el conjunto de toda la mente. Cuando
oramos estamos ante Dios y debemos recordar que escucha nuestras palabras. Debemos
actuar pensando que él está presente cuando oramos. Esta es la noción del Santo temor,
Dios es nuestro creador y nosotros somos sus criaturas.
por teléfono; nuestras peticiones están presentes, pero nuestros corazones y conciencia
están en otros lugares.
El autor de 1 Pedro nos recuerda que debemos poner nuestra fe y esperanza en Dios debido
a lo que hizo por nosotros –y aún lo hace por nosotros. El hizo que conociéramos a Cristo.
Cristo se levantó de entre los muertos y LE dio la gloria. Por su muerte y resurrección
nosotros fuimos liberados del pecado y la muerte; por lo tanto, debemos cambiar nuestras
vidas. Los hábitos de vida que heredamos de nuestros padres no son lo suficientemente
buenos, debemos vivir como si nuestras vidas fueran oraciones vivas.
Hay una conexión entre vida y oración, la oración no es sólo una parte de la vida. De hecho,
la oración es una práctica de por vida en el Reino. Porque, en el Reino siempre oraremos,
dando gloria y alabanza a Dios. Entonces, viviendo la vida como si fuera una oración
constante presagiamos la vida en el Reino.
¿De qué manera tu oración refleja tu vida? ¿De qué manera tu vida es como tu oración?
¿Alguna vez dejaste la Iglesia? O, ¿sabes de alguien que la abandonó y regresó? ¿Por qué tu
o esta otra persona volvió?
Mucha gente ha abandonado la Iglesia, sólo para volver y encontrar un hogar espiritual.
Quizás se han sentido lejos de Dios, desalentados por una cuestión de fe sin resolver, o
rechazados por alguien en la Iglesia. Entonces, algo ocurrió para hacerles regresar. Si
miramos un poco más de cerca, encontraremos que no fue una crisis personal o por los
niños o por madurez que la gente vuelve. Fue Dios.
La lectura del evangelio inicia con dos personas que eran discípulos de Jesús, pero sentían
desaliento, los eventos habían desvanecido sus esperanzas, ahora caminaban fuera de la
comunidad cristiana de Jerusalén. Luca simbolizó el movimiento roto en Cleofás y su
compañero.
24, 13: Estos dos discípulos sencillamente volvían a su casa y a su trabajo, después de ver
muertas sus esperanzas. Lucas otorga un lugar muy especial a esta manifestación de
Jesús, porque enseña lo que será para los creyentes de todos los tiempos el reencuentro
con Cristo resucitado.
24, 14 -16: Estos dos hombres están en la misma situación en que se encontraba el pueblo
de Dios en la historia: tenían la seguridad de haber encontrado un salvador y todo terminó
en un fracaso.
24, 16: “… pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran…” Lucas emplea cuidadosamente
una y otra vez los verbos “ver” y “reconocer”. El evangelista quiere comunicar que Jesús
después de su resurrección ya no podía ser visto con los ojos del cuerpo. Había pasado de
este mundo al de su Padre, y este mundo nuevo escapa a nuestros sentidos. Y es con esta
nueva mirada, con esta luz de la fe, que lo reconocemos presente y actuando en nosotros y
en nuestro alrededor. Si bien la historia de la Iglesia está marcada por algunas visiones
excepcionales, el pueblo de los creyentes está invitado a reconocerlo en la fe.
24, 18: Cleofás, el esposo de María, la madre de Santiago y José –ver Juan 19,25 y Marcos
15,40.
24, 19-20: Esta oración tiene una construcción confusa. “« ¡Todo el asunto de Jesús
Nazareno!» Fue contestada en dos maneras:
- primero, la cláusula relativa: “era un profeta poderoso…”, que explicaba quién fue
Jesús.
- Segundo, la frase “pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes…” explicaba lo
que pasó a Jesús.
24, 21: “…ya van dos días desde que sucedieron estas cosas…” Es decir, junto con todo
esto, él, se encuentra en la tumba. En el contexto de 24, 19-20, Jesús es el sujeto
entendido de la oración. En otras palabras, el profeta poderoso, Jesús, que fue crucificado.
Sus seguidores parecen tener altas expectativas sobre su Ministerio –incluso después de su
muerte. Tres días después, Jesús no había hecho nada. En este punto, los dos se dieron por
vencidos; pero no sin un comentario sobre las mujeres en los siguientes versos -24:22-23.
Debido a que Jesús una vez reunió seguidores con su predicación y sus grandes signos, lo
haría otra vez. Se les acercó y les entabló un diálogo de fe sin revelarse a sí mismo – 24:
15-16. El empezó haciéndose presente y escuchando una historia de desaliento. En el plano
humano, los dos compañeros tienen todo el derecho a sentirse desalentados, después de
todo, depositaron su confianza en la reputación de Jesús, sólo que esa confianza era
aplastada por las acciones de los líderes religiosos – 24: 19c-21
Jesús también escuchó la falta de confianza de los compañeros. Ellos habían escuchado el
testimonio de las mujeres sobre su resurrección –24: 22-24, pero a través de sus acciones
–tales como el alejarse, mostraron incredulidad. A la luz de los eventos de los días pasados,
la reivindicación de por las mujeres parecía difícil de creer.
La Vacilación –también conocida como duda involuntaria –es el primer obstáculo a la fe.
Genera ansiedad, haciendo difícil aceptar la fe. La duda voluntaria, puede guiar a un
creyente al rechazo de un artículo de fe. El revolcarse en la duda puede causar ceguera
espiritual y la incredulidad. Pueden resultar en apostasía –el abandono de la fe, y el cisma
–rompiendo con la Iglesia.
Debemos recordar, sin embargo, que la duda involuntaria en los artículos de fe pueden
conducir a una comprensión más profunda si persiste la confianza en Dios y su Iglesia. La
confianza dificulta más la apostasía y el cisma.
¿Tienes tú y/o alguien que conoces alguna duda de fe, pero permanecen fieles? ¿Cómo
puede ser posible?
24, 25: Jesús rompió la autocompasión de los dos llamándoles su atención y explicándoles
de una manera más fresca lo que ya sabían. Jesús les llamó su atención con dos títulos: «
¡Qué poco entienden ustedes” y “qué lentos son sus corazones!” Cuando los dos perdieron
la fe, ellos se enfocaron en sí mismos; no podían entender nada más allá de sus propias
vidas personales o de sus programas. Cuando perdieron la fe, discurrieron en su propio
dolor; sus corazones no podían reconocer a otros que trataban de ayudarles. En su caso, no
podían entender con sus mentes o alcanzar con sus corazones para recibir la esperanza,
registrada en los libros de los profetas de Israel.
24, 26-27: Entonces, Jesús interpretó las escrituras en una nueva forma. El Cristo
necesitaba morir para realmente vivir y dar esa vida a otros. Jesús usó lo que los dos ya
sabían; pero lanzó una nueva luz sobre el asunto. El hizo personalmente que las escrituras
tomaran vida. Jesús renovó la esperanza de los dos, porque les dio razones para creer.
24, 28-31: Con la esperanza restaurada, los dos le suplicaron a Jesús que se quedara y
cenara con ellos. Al partir el pan en la cena, reconocieron a Jesús. Se notará que este
encuentro es la primera Eucaristía celebrada en la Iglesia. No hay Eucaristía que no
comience con las Escrituras leídas y comentadas y a continuación viene el pan consagrado y
compartido. Y entonces se cumple el misterio de la fe: sus ojos lo reconocieron.
Los estudiosos han comentado los matices litúrgicos del verso 24: 27 –la proclamación y
explicación de la escritura, y de los versos 24: 30-31 –la Eucaristía. A lo largo del transitar
cristiano, reconocemos al resucitado más claramente en la adoración: la palabra y
Sacramento. En el momento del culto, sabemos que Cristo camina con nosotros.
Jesús hace la lectura según la costumbre de las sinagogas: primero los textos del
Pentateuco (los libros de Moisés), y luego los Profetas.
Jesús recordó no sólo los textos que anunciaban su pasión y su resurrección, como Isaías
52,13; Zacarías 12,11; Salmo 22; Salmo 69, sino también aquellos textos que mostraban el
cumplimiento del plan de Dios a través de pruebas y humillaciones.
Aún hoy la Iglesia hace con nosotros lo que Jesús hizo para los dos discípulos: nos enseña
la interpretación de las Escrituras. Lo más importante para comprender la Biblia no es saber
muchos textos de memoria, sino descubrir los hilos que unen los diversos acontecimientos y
comprender el plan de Dios a lo largo de la historia 1Cor 2,9.
24: 32, 35. En el párrafo anterior, utilizó la metáfora de "transitar" y "caminar" para
referirnos al estilo de vida cristiana. Lucas hace lo mismo con el término “camino” -"hodos"
Sólo entonces los discípulos se dieron cuenta de lo que habían experimentado. Pero ya
antes, cuando les explicaba las Escrituras, el Espíritu del Señor resucitado les había dado la
certeza de que eso era verdad. El sacramento de la Palabra no había sido menos activo y
eficaz que el Pan compartido.
Al igual que la fe, la esperanza verdadera sólo viene de Dios. Esperanza nos conduce a
depender de Dios y su poder para cambiarnos.
24, 33: Se levantaron para regresar a Jerusalén. Igual que las mujeres que vuelven del
sepulcro a los apóstoles y como los apóstoles que volverán del monte de los Olivos a
Jerusalén: desde este centro la Iglesia se irradiará cuando hayan recibido al Espíritu.
Cuando Dios nos da la fe y la esperanza, tenemos que responder con la caridad. Así, los tres
juntos, entretejidos son los dones de Dios. La Fe ilumina nuestras mentes y dirige nuestra
confianza. La Esperanza enciende nuestros corazones. Y la Caridad faculta nuestra voluntad
de acción.
¿De qué manera el intercambio de Tiempo y Talento con otros cristianos te ha inspirado a
compartir lo que tienes? ¿Cómo te ha reforzado tu Fe en Dios el compartir?
El camino cristiano que transitamos está lleno de desafíos a la Fe; pero entre mayor es el
reto, más cerca camina EL con nosotros. Como los dos compañeros caminando a Emaús, el
Señor se une a nosotros para abrir nuestras mentes y corazones a su presencia. Nos invita
a no abstenernos de compartir nuestras vidas con otros en compañerismo.
Como EL lo ha hecho por nosotros, el Señor nos pide hacer lo mismo por quienes se han
separado del camino. Hay que estar presentes y escucharlos. Hacer que las escrituras
recobren vida en nuestras personas a través de ejemplos de amor, y el compartir el pan con
ellos. De esa manera, ellos volverán con sus historias sobre la bondad de Dios para
fortalecernos.