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Pastoral Juvenil Nacional

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Liturgia y Espiritualidad

Introducción
Antes de comenzar es preciso decir que este tema es uno de los más difíciles en
cualquier curso de formación, ya que no sólo se reduce a la Misa dominical, sino a todo
un estilo de vida que debería estar marcada por la presencia de Jesús en el centro.

Pero comencemos por la Eucaristía de los domingos. No me sorprende y no es raro


escuchar, aún de líderes juveniles, adjetivos poco alentadores hacia la Misa. Sin juzgar
el porqué de dichos adjetivos podemos reproducir algunos: ¡es aburrida!, no le entiendo
al pa´i, todos los domingos es igual, es rutinario, cuando viene tal pa´i si da gusto, él
sabe hacer la misa, no entiendo todo lo que se hace pero si me gusta que nos tomemos
de las manos para rezar, el pa´i habla demasiado y a veces se va por las ramas.

Notamos que la mayor parte de las “quejas” van dirigidas a nuestros pastores y a
nuestros equipos de liturgia. Ciertamente la poca preparación de los fieles en materia de
liturgia y la “cuadratez” de algunos sacerdotes y diáconos motivan a la queja constante.

Un sabio profesor de liturgia decía: “Nadie ama lo que no conoce”.

Esta frase es aplicable a todos, por ejemplo, a nuestras comunidades juveniles y


nuestros líderes juveniles. Tienen razón en aburrirse en la Misa, ya que no entienden ni
la mitad de lo que están celebrando, pero ¿cómo celebrar si no entiendo lo que sucede?,
no puede “inspirarme” la Misa si respondo sólo cuando los demás responden y realizo
los gestos en forma mecánica sin comprender su significado. Es lógico que la Misa no
me diga nada.

Mi hermano una vez me comentó que fue a Misa a una parroquia vecina a la cual nunca
había asistido, al llegar el momento de la “epíclesis” (su misma pronunciación es
difícil), todos los fieles se pusieron de rodillas, ¡qué pelada! yo era el único que estaba
de pie y no me quedó otra que arrodillarme también, aunque me dolía la rodilla.

Ejemplo más que claro para manifestar la “liturgia de Vicente”, que va hacia donde va
la gente.

Pero retomemos aquello de que nadie ama lo que no conoce. El pobre sacerdote y los
miembros del equipo de liturgia, muchas veces tienen miedo al cambio, y cuando
alguna comunidad juvenil viene con orquesta, con carteles, con muchos signos para
preparar la Misa, ya son inmediatamente cuestionados: ¡Antilitúrgico!

Cuantas veces los jóvenes han sido detenidos en sus iniciativas por esta mal usada y mal
interpretada palabra.

Decíamos que nadie ama lo que no conoce, el miedo al cambio es propio de aquellas
personas que no son capaces de comprender el dinamismo que el Evangelio imprime a
todo creyente, y no se refiere a la edad, ya que a veces existen liturgistas jóvenes y
guerrilleros (liturgistas guerrilleros: dícese de aquellos fundamentalistas para quienes
todo, absolutamente todo, se debe realizar al pie de la letra y si no está escrito no se
debe hacer, y punto).

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Este dinamismo del que hablo es propio del Espíritu Santo, que nos mueve, como en
Pentecostés al anuncio gozoso de la Buena Nueva de Jesús Resucitado, atención, de
Jesús Resucitado, ya que muchos años de catequesis “tradicional” nos ha mostrado el
rostro de Jesús crucificado dejando de lado al Resucitado, pero este es otro tema.

La cuadratez (dícese de aquellas personas incapaces de comprender, por cabeza dura o


por desinterés, otro punto de vista) de muchos liturgistas se debe a que en realidad no
conocen nada de liturgia, no pueden entonces amar expresiones que asuman nuevas
formas celebrativas de la fe propias de la cultura de los jóvenes, que fomente la
creatividad y la pedagogía de los signos (SD 117).

En fin la mies es abundante y los obreros son pocos, a todo lo ya comentado podemos
agregar el lenguaje un poco dificultoso de nuestra liturgia, pero necesario para su
máxima comprensión. Palabras como epíclesis, doxología, prefacio, anamnesis,
genuflexión, caputflexión, gozofilacio, etc. muestran que es justo y necesario un
pequeño vocabulario litúrgico.

Por último, la falta de cursos y de preparación litúrgica en los fieles y de materiales


sencillos y pedagógicos es una falta notoria, pero subsanable.

La prioridad es conocer la liturgia, conocer a Jesucristo y celebrar la vida en clave de fe.


La liturgia debe ser “la cumbre a la que tiende toda nuestra actividad y al mismo
tiempo, la fuente de donde mana toda nuestra fuerza” (SC 10).

Celebrar la vida en clave de fe

El libro Civilización del Amor, tarea y esperanza, del CELAM, nos propone como
medios para promover la espiritualidad juvenil 8 puntos muy importantes.

1. La lectura y la reflexión de la Palabra de Dios


2. La vida comunitaria
3. La oración personal y comunitaria
4. Los testimonios de santidad
5. La religiosidad popular
6. El acompañamiento personal
7. El compromiso por la transformación de la realidad
8. Las celebraciones litúrgicas y los sacramentos

De todos estos puntos, por la brevedad del tiempo, nosotros sólo nos dedicaremos al
primero y al último, leer el documento y preparar los demás medios en las comunidades
juveniles queda como tarea pendiente para ustedes.

Comencemos con un ejemplo bastante aleccionador. Cuando me invitan a una fiesta de


quince años ¿cuáles son las acciones, gestos, palabras, signos y actitudes que realizo
como preparación a la fiesta?

Me compro ropa nueva, busco el regalo, voy a la peluquería, hablo con los amigos que
van a asistir a la fiesta, me preparo con tiempo, trato de llegar a la hora indicada, saludo
a la quinceañera, me siento en la mesa de los de siempre, ceno, brindo, bailo, y cuando
llega la hora me despido.

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¿Qué relación tiene este ejemplo con nuestras celebraciones litúrgicas?

En la medida en que van madurando en su proceso de educación en la fe, los jóvenes


descubren que los acontecimientos más significativos de su vida adquieren su plenitud
de sentido cuando son celebrados festivamente en la comunidad cristiana, como
manifestación del Reino de Dios que se va haciendo presente en sus vidas y en la
historia. (Civilización del Amor)

“La celebración de la fe en la liturgia, cumbre de la vida de la Iglesia, ha de realizarse


con gozo y en forma que permita una participación más viva, activa y comprometida en
la realidad de nuestros pueblos” (SD 294), adoptando “las formas, signos y acciones
propias de las culturas” (SD 53) latinoamericanas. (Civilización del Amor)

Celebrar es una dimensión propia de la vida de las personas humanas y uno de los
momentos en que más se pueden expresar como tales. Las formas de hacerlo varían
mucho de acuerdo a los ambientes y las culturas, pero hay una que tiene un sentido muy
especial en el mundo juvenil: la fiesta.

Celebrar es, pues, disponer de un tiempo y de un espacio para que, a través de gestos,
signos, palabras y actitudes, un acontecimiento se haga realmente vital.

La vida diaria no puede estar separada de la vida de fe, celebrar la vida en clave de fe es
vivir lo ordinario extraordinariamente bien, es caminar por los pasos marcados por
Jesucristo, siguiendo paso a paso el Evangelio, por supuesto en la Iglesia. En fin, es
tener tiempo para el encuentro con el Señor de la vida y de la historia. Es hacer realidad
el seguimiento de Jesús; no alcanza con saber mucho de Él y de su Evangelio, es
necesario experimentar su presencia y entrar en relación con su persona viva.

Cartel 1 ¿Qué es Celebrar en Clave de Fe?

…………………………………………………………………………………………….

La Eucaristía, centro y culmen de nuestra vida de fe

Como dijimos antes, sólo vamos a reflexionar sobre La Misa, por la brevedad del
tiempo, aunque en ella se sintetizan todas las expresiones de fe. En ella oramos,
cantamos, peregrinamos, realizamos acciones de caridad, leemos y reflexionamos la
Palabra de Dios y también nos unimos íntimamente a la persona de Cristo y de su
Iglesia.

El simple conocimiento racional de las partes de la Misa no es mérito aún en lo que


llamamos Celebrar la Vida en clave de Fe, basta decir que una de mis mejores alumnas
en clase de religión en un colegio privado católico es justamente una no católica,
paradoja más que clara para exponer que en realidad lo importante es vivir plenamente
lo aprendido. El primer paso entonces es el conocer, pero no el último.

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Algunas reflexiones antes de explicar el significado de la palabra Liturgia y de las partes
de la Misa.

La Misa es expresión de agradecimiento, de alegría, de tristeza, es el punto de unión de


nuestra humanidad y de la divinidad de Jesucristo, cada domingo llevamos nosotros
nuestra vida, con sus correspondientes bolsas de pecado, pero también su paralela bolsa
de buenas acciones. En la Misa vivimos plenamente nuestra humanidad y nuestra
divinidad.

La Misa es un envío, es una misión, no tiene sentido vivir la fe sólo los domingos o sólo
en el horario de las celebraciones litúrgicas. La Misa es una catequesis en sí misma para
ayudarnos en nuestra vida de fe de todos los días, cada semana.

Muy bien, sin más preámbulo vamos a estudiar con una dinámica llamada
“Archipiélago integrado”. La introducción y los conceptos de liturgia y celebración
pueden ser interiorizados más tarde en las comunidades juveniles, en este momento
vamos a profundizar en las partes de la Misa.

Nos organizamos en cinco grupos, cada uno debe leer una de las partes de la Misa,
indicar las dificultades que encuentran en las celebraciones dominicales y proponer
acciones para que la fiesta litúrgica sea vivida con mayor plenitud.

Introducción
Si la Liturgia pudiera hablar
Joaquín Gomis

No es bueno autocompadecerse. Pero todo el mundo tiene algún día necesidad de una
expansión. ¿Me dejan que yo –la Liturgia- hoy cuente mis penas?

He pasado largos años –siglos- abandonada. Como anciana ilustre en una señorial casa.
Externamente se me tenían todas las consideraciones. Pero ¿he de confesar que tanta
ceremoniosidad me irritaba? Sí, porque sólo era eso: ceremoniosidad. En realidad no se me
valoraba nada. Era una anciana ilustre pero inútil, de la que nada se esperaba. Más bien –
aunque nadie lo confesara- era un estorbo. Una anciana que no puede abandonarse porque es
dueña de la rica herencia. Pero sólo querían mi herencia, no a mí. Yo tenía mucho que decir,
pero nadie atendía mi voz. Cubrían mi voz con sus voces.

¿Comprenden lo que quiero decir? Qué horrible dolor me ha causado verme reducida a
palabras murmuradas rápidamente –yo que creo tanto en la fuerza de la palabra bien dicha.
Que lasitud me ha producido verme convertida en gestos reducidos a meras rúbricas
milimétricas que eran escrupulosamente ejecutadas sólo para tener la conciencia tranquila- yo
que creo tanto en el valor de los gestos significativos y comunicativos. Me han reducido durante
años –siglos- a una máquina productora de gracia. Pero de mí -¡la máquina!- nadie hacía caso.

Ya sé que debería matizar. Siempre hubo quien quiso entenderme (¡cómo me alegraban
aunque fueran media docena!). Ya sé que incluso los otros muchas veces me arrinconaban sin
culpa suya, incluso llenos de buena voluntad. Pero, ¡qué quieren, tantos años de verme
reducida a rúbrica, a instrumento, a precepto, me han quitado las ganas de matizar!

Poco a poco me he sentido renacer. Algunos empezaron a interesarse por esta anciana.
Estudiaron mi juventud. Primero sólo fue eso: descubrieron mi antigua juventud. Después –
imaginen el júbilo que me causó- descubrieron que la anciana podría de nuevo ser joven.

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Empezaron a rejuvenecerme. Me quitaron el polvo, fueron preparando mis nuevos vestidos. Mi
palabra volvía a oírse, volvía a escucharse viva. Empezaba a recobrar la agilidad de mis
movimientos. Las rúbricas volvían a ser gestos, no era ya sólo instrumento sino contenido, no
era ya sólo precepto sino gratuidad.

Hubo –hay- quien se lamentó. Como si fuera un ultraje para la anciana volver a ser joven. ¡Qué
poco me conocen! Yo no soy nostálgica, no soy pieza de museo. ¡Creo tanto en la vida! ¿Por
qué añorar los viejos vestidos si me gusta estar al día, me gusta lo nuevo?

Hay también quien habla mucho de mí –incluso dicen, pobres, que creen mucho en mí-, pero
me entienden muy poco. No han pasado del umbral. Ya sé que no soy tan fácil, que es preciso
un esfuerzo en profundidad para entenderme de verdad. Pero ¿no es eso una constante en
todas las cosas que valen la pena?

Sin embargo, ni aquellos ni estos me irritan demasiado. Sé que sus días pasarán. Aquellos me
creen víctima de la moda, éstos me han hecho moda. Yo creo en mí y sé que ni víctima, ni
moda: soy vida.

El término “Liturgia”

Proviene del griego clásico leitourgía, originalmente el término indicaba la obra, la


acción o la iniciativa tomada libre y personalmente por una persona a favor del pueblo. Con el
paso del tiempo la misma obra, acción o iniciativa perdió, por institucionalización o por
imposición, su carácter libre, y así se llamó liturgia a cualquier trabajo de servicio más o menos
obligatorio hecho al estado o a la divinidad (servicio religioso) o a un privado.

En la traducción griega del AT llamada de los LXX, liturgia indica siempre, sin
excepción, el servicio religioso hecho por los levitas a Yahvé, primero en la tienda y luego en el
templo de Jerusalén. Era, por tanto, un término técnico que designaba el culto público y oficial
conforme a las leyes culturales levíticas, distinto del culto privado, al que en la misma
traducción de los LXX nos referimos principalmente con los términos de latría o dulía.

En el NT liturgia no aparece nunca como sinónimo de culto del NT (si se exceptúa


Hech. 13,2), evidentemente porque en aquellos primeros tiempos el término estaba demasiado
vinculado al culto del sacerdocio levítico, que no encontraba ya sitio en el NT. Sin embargo,
pronto reaparece el término en los escritos extrabíblicos de origen judeo-cristiano, como por
ejemplo en Didajé 15,1 donde claramente se refiere a un servicio ministerial; en la primera carta
del papa Clemente, que toma por modelo para el culto cristiano el culto hebreo. Y es
probablemente por esta vía de la referencia a modelos exteriores como el término liturgia,
despojado ya de su específico sentido cultural levítico, toma carta de ciudadanía en la Iglesia
primitiva, cuyo culto designa, culto que será totalmente nuevo en su contenido, porque se
produce en la realidad nueva del sacerdocio de Cristo, aunque en la forma permanecerá en
muchos aspectos vinculado a su origen hebreo, origen por el que la iglesia apostólica se vio
notablemente influida.

La liturgia es:
 El ejercicio de la obra sacerdotal de Cristo a través de signos significativos y eficaces

 La perpetua actuación del misterio pascual de Cristo

 El culto público integral del Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, de la cabeza y


sus miembros MD 20

 La cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de


donde mana toda su fuerza SC 10

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 El centro de la vida cristiana. Nos compromete, anuncia, celebra, envía.

 La fuente primaria y necesaria en la que los fieles han de beber el espíritu


verdaderamente cristiano SC 14

La definición de Liturgia que se desprende del Vaticano II.

Liturgia es una acción sagrada a través de la cual, con un rito, en la Iglesia y


mediante la Iglesia, se ejerce y continúa la obra sacerdotal de Cristo, es decir, la
santificación de los hombres y la glorificación de Dios.

La liturgia tiene por fin primario LA GLORIA DE DIOS, principio y fin de todo y por fin
secundario LA SANTIFICACIÓN DEL HOMBRE en orden a la vida eterna. SC 7 b y c

La liturgia es importante porque incrementa la vida cristiana, catequiza, educa,


manifiesta a Cristo en el mundo, ejerce la obra de la redención, posee una incomparable
eficacia pastoral.

¿Qué es Celebrar?
Es todo lo contrario a asistir pasivamente a lo que realizan otros. Celebrar no es hacer
una acción cualquiera ni de cualquier manera. No es un acto rutinario de la vida; es más bien
salir del tono gris, hacer un corte a lo cotidiano, a lo habitual. Celebrar es una acción singular
frente a lo común, frente a lo de todos los días.

Siempre en los diversos ámbitos de nuestra vida existirán motivos para celebrar; ya sea
cumpleaños, bautizos, aniversarios, fiestas de fin de curso, navidad, año nuevo, matrimonios,
etc. celebramos lo que es importante en nuestra vida, invitamos a otros no para que nos
festejen o celebren, sino a participar de un acontecimiento singular, los invitamos a celebrar
juntos.

CELEBRAMOS NO PARA VIVIR SINO LO QUE VIVIMOS

Los cristianos buscamos la celebración como una acción de nuestra vida, lo hacemos a
través del encuentro fraternal con las personas que integran la comunidad y con Cristo
resucitado.

La Fiesta

La fiesta consiste esencialmente en la afirmación de la vida que exige un contraste con


la monotonía del ritmo diario.

Juan Mateos la define como: “La expresión comunitaria, ritual y alegre de experiencias
y anhelos comunes, centrados en un hecho histórico pasado y contemporáneo”.

La fiesta está en el corazón del hombre. Está dentro, por eso podemos decir que no es
un rito vacío, ni un precepto, ni una ley, es un acto vital.

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Vocabulario litúrgico
Rito: signo sagrado que significa una realidad y la realiza.
Rúbricas: son leyes y normas que determinan la ceremonia
Ministro: etimológicamente significa “servidor”

Las partes de la Misa

1. Ritos iniciales
1.1 Canto y procesión de entrada
2.2 Saludo
2.3 Acto Penitencial
2.4 Gloria
2.5 Oración colecta

2. Liturgia de la Palabra
2.1 Primera lectura
2.2 Salmo
2.3 Segunda lectura
2.4 Aleluya y Evangelio
2.5 Homilía
2.6 Credo y Oración de los fieles

3. Liturgia de la Eucaristía
3.1 Presentación de dones
a- Ofrenda del pan y del vino
b- (lavabo)
c- Oración sobre las ofrendas
3.2 Plegaria Eucarística
a- Prefacio
b- Santo
c- Epíclesis
d- Relato de la Institución
e- Aclamación
f- Anamnesis
g- Intercesiones
h- Doxología
3.3 Rito de Comunión
a- Padre Nuestro
b- Saludo de paz
c- Fracción del pan
d- Comunión
e- Acción de gracias

4. Ritos finales
4.1 Bendición
4.2 Envío
4.3 Canto final

1. Ritos Iniciales
Constituyen una liturgia de reunión, es decir, la finalidad de este momento es que quienes
llegamos desde distintas situaciones y ámbitos, nos constituyamos en una comunidad
celebrante.

1.1 Canto y procesión de entrada

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El canto no es un adorno y tampoco es para recibir al sacerdote. El canto de entrada es una
oración expresada con canto. Oración que nos prepara y nos dispone para toda la Celebración.

La procesión manifiesta la condición de Iglesia Peregrina caminando hacia Cristo.

¿Qué sucede en estos momentos?

- Al llegar al Altar (símbolo de Cristo) el sacerdote y los ministros saludan y reconocen la


presencia de Cristo Eucaristía con una genuflexión.
- Luego el sacerdote venera el Altar con un beso y en ocasiones especiales, con el incienso.
- El sacerdote y los ministros se dirigen a la sede. Desde allí preside los ritos inciales y los
conclusivos.

1.2 Saludo
“Todo bajo el signo de la cruz”. En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo +
Amén.
Así comienza nuestra Misa y terminará al ser bendecidos bajo el mismo signo.

Sigue el saludo sagrado. Somos saludados con el mismo espíritu con el que el Apóstol
deseaba la gracia y la paz. Con equivalente fervor y tomando conciencia de lo que recibimos
debemos responder “Y con tu espíritu”.

1.3 Acto Penitencial


Tiene cuatro breves momentos:
a- El sacerdote nos invita a pedir perdón por nuestros pecados
b- Todos hacemos silencio para la reflexión personal
c- Expresamos nuestra condición de pecadores mediante una de las tres fórmulas
propuestas por el Misal.
d- Finalmente el sacerdote que preside la Celebración, pide que Dios tenga misericordia
de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna, oración que todos
ratificamos firmando con nuestro Amén.

1.4 El Gloria
Este himno, por ser tal, debería ser siempre cantado. Corresponde en todos los domingos y
fiestas litúrgicas. Se omite los días de semana y los domingos de Adviento y Cuaresma.

1.5 Oración Colecta


Inmediatamente después, el sacerdote nos invita a reza: “Oremos” y hace un momento de
silencio (segundo silencio sagrado). Este instante tiene por finalidad poner delante del Padre
nuestras intenciones personales. El sacerdote abriendo los brazos en dirección al Padre eleva
una oración que “recolecta” las intenciones que cada uno ha presentado en su interior.

2. Liturgia de la Palabra
Ahora estamos listos para el primer gran encuentro con el Señor, para ello Él ha elegido el
signo básico de la comunicación humana: LA PALABRA.

La Palabra proclamada no sólo instruye al Pueblo y revela el misterio de la Salvación que se


realiza a través de la historia, sino que hace al Señor realmente presente en medio de los
creyentes. Ante esta manifestación de Dios, el Pueblo creyente responde al Señor con cantos y
oraciones y habla a Dios con las mismas palabras y sentimientos que Él ha inspirado.

El esquema ritual de la liturgia de la Palabra está constituido y estructurado a manera de


diálogo entre Dios y su Pueblo:

- Dios habla a su Pueblo a través de la Ley y los Profetas (Primera lectura)


- El Pueblo responde a Dios y medita al Revelación (Salmo)
- Dios habla a través de los Apóstoles (Segunda lectura)
- El Pueblo de Dios aclama a Cristo Maestro (Aleluya)

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- Cristo mismo nos revela la Palabra del Padre, la Buena Noticia (El Evangelio)
- El sacerdote –sacramento de Cristo- aplica y explica ese mensaje al Pueblo de Dios (Homilía)
- El Pueblo de Dios acepta esta manifestación de Dios y responde con la fe (Credo)
- Todos juntos oramos pidiendo al Padre la aplicación universal de los beneficios de la
salvación (Oración de los fieles)

Así como se llama Altar a la mesa de la Eucaristía, se llama Ambón al lugar desde donde se
proclama la Palabra de Dios.

La Palabra se proclama utilizando el Leccionario, que es el libro que contiene ordenadamente


los esquemas de lecturas bíblicas que la Iglesia ha ordenado para sus fieles.

2.1 Primera Lectura


Al comenzar la Liturgia de la Palabra, se nos invita a tomar asiento para escuchar con calma la
primera lectura. El lector sube al presbiterio y desde el ambón proclama la primera lectura.
Culmina con la aclamación: Palabra de Dios, a la que nosotros contestamos: Te alabamos
Señor.

La Palabra de Dios no puede ser suplantada por otra lectura y mucho menos ser leída desde
una hojita.

2.2 El Salmo
Se canta a continuación de la primera lectura y es la respuesta de la asamblea creyente a la
asamblea de Dios.

2.3 Segunda Lectura


Los días domingos y de fiesta la liturgia prescribe una segunda lectura que normalmente es
tomada del Nuevo Testamento.

2.4 Aleluya y Evangelio


El Aleluya introduce y resalta al Evangelio como mensaje principal de la Liturgia de la Palabra.
Es señal de respeto y expresión de alegría, debe ser cantada siempre con entusiasmo.

El lector del Evangelio es el sacerdote (en realidad es oficio del Diácono) para cuya
proclamación nos ponemos de pie. Como preparación el sacerdote reza una oración en secreto
y al concluir besa el leccionario y dice otra súplica.

Tiene una introducción más solemne que las demás lecturas: El Señor esté con ustedes…
Lectura del Santo Evangelio … Gloria a ti Señor.

Como conclusión: Palabra del Señor a la que respondemos Gloria a ti Señor Jesús.

2.5 La Homilía
Aplica y explica el mensaje de Dios al pueblo creyente e introduce a ese pueblo en la
celebración del misterio de salvación que se ha anunciado.

2.6 El Credo
Es una formulación ordenada de las principales verdades que, como iglesia, creemos. En la
liturgia se utiliza dos formas diversas del símbolo de fe: El símbolo de los Apóstoles y el
Niceno-constantinopolitano

2.7 Oración de los fieles


El sacerdote nos invita a orar y una persona propone las diversas intenciones que deben seguir
el siguiente orden:
a- Una intención por la Iglesia o sus Ministros
b- Una intención por los gobernantes o alguna situación temporal concreta
c- Una intención por aquellos que se encuentran en necesidades particulares
d- Una intención por la comunidad local

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El sacerdote termina la plegaria común con una oración conclusiva.

3. Liturgia de la Eucaristía
Este es el momento en que la palabra se hace carne entre nosotros. Lo reproducimos
ritualmente los tres gestos que Jesús realizó en la Última Cena:

a- Tomó pan… PRESENTACION DE LOS DONES


b- Dio gracias… PLEGARIA EUCARÍSTICA
c- Lo partió y lo dio… RITO DE COMUNION

A su vez estas acciones representan tres movimientos necesarios para el encuentro:

- El hombre pone lo que tiene, lo que vive, lo que necesita, lo que es.
- Dios pone y da lo que es. El Padre nos entrega a su Hijo.
- Se produce la comunión total entre los “que se han ofrecido”: El hombre con Dios

3.1 Presentación de dones


Antes se llamaba este momento ofertorio, pero no es el término preferible ya que en la misa la
única ofrenda es Cristo; por eso al Pan y al Vino es mejor llamarlos dones.

Los ministros colocan en el altar el corporal, el purificador, el cáliz y el misal mientras se entona
un canto adecuado. Los fieles expresan su participación llevando el pan y el vino para la
celebración de la Eucaristía.

La actitud que tenemos que tener en ese momento la señalan muy bien los cantos: Unir
espiritualmente al pan y al vino nuestro pasado inmediato (problemas, vivencias, cosas lindas)
y nuestro futuro inmediato (proyectos, cuestiones, anhelos). Ambos aspectos constituyen
nuestro presente.

Pueden presentarse junto con el pan y el vino otras cosas que sean auténticos dones como
ropa, alimentos, dinero, etc. Recordemos que don quiere decir regalo.

En el altar, el sacerdote presenta el pan a través de una oración: Bendito seas, Señor, Dios del
Universo…

Luego vierte un poco de vino en el cáliz y agrega unas gotas de agua diciendo en secreto “El
agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido
compartir nuestra condición humana”. Y presenta el vino como lo hizo antes con el pan.

El sacerdote se inclina ante el altar y dice una oración de súplica al Padre para que lo prepare
interiormente para este importantísimo servicio. A continuación se lava las manos (lavabo)
como signo de purificación diciendo las palabras del Salmo 51.

Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos
dice una de las fórmulas de la oración presidencial: “Orad, hermanos…” Respondemos: “El
Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro
bien y el de toda su santa Iglesia”. Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas a cuya
conclusión respondemos Amén.

3.2 La Plegaria Eucarística.


Este momento es de suma importancia, ya que sin él no habría verdaderamente misa. Es un
momento orante dirigido al Padre Dios. A Él levantamos el corazón empujados por el Espíritu
Santo. Y el Padre Dios responde entregándonos una vez más a su Hijo muerto y resucitado por
todos.

¿Cómo participar activamente en la Plegaria Eucarística?


Esta parte es una larga oración pronunciada por el sacerdote al Padre Dios que los fieles
escuchan de pie, salvo en el momento de la epíclesis en el que se arrodillan. Hay muy pocas
intervenciones de parte de la asamblea. La principal actitud entonces es la de ESCUCHAR Y
CONTEMPLAR.

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a- El prefacio: Es una introducción que expone los motivos para agradecer a Dios. Hay
diversos prefacios que muestran uno u otro aspecto de todo lo que Dios ha hecho y
hace con los hombres por amor a ellos.
b- El Santo: Es el segundo elemento de la estructura de la Plegaria Eucarística, por su
naturaleza es una vibrante aclamación que corona el prefacio.
c- Epíclesis; Luego de una introducción que prepara la invocación al Espíritu Santo, en
algunos casos largas y en otras breves el sacerdote suplica al Espíritu de Dios para
que los dones de pan sean consagrados. Esta invocación se llama epíclesis. El
sacerdote junta las manos y manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas dice: “Por
eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas…”
d- Relato de la Institución: Es la narración de lo que Jesús hizo en la última Cena. En
este punto clave, contemplamos, como si fuéramos los mismos discípulos, el gesto
ritual de Jesús: “ Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre”
e- Aclamación: El sacerdote utiliza una de las tres fórmulas propuestas por el misal de la
que reproducimos la tercera:
“Cristo se entregó por nosotros”
Y el pueblo aclama: “Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor”
f- Anamnesis: También denominado memorial, es una oración en la que el sacerdote
expresa la íntima conexión entre la Cena de Jesús, el hecho histórico de su muerte y
resurrección, y la misa que celebramos.
g- Intercesiones: Expresamos nuestra comunión con el Papa, el obispo del lugar y
rogamos a Dios por ellos, así también por todo el pueblo de Dios que peregrina por el
mundo (intercesiones particulares)
h- Doxología: El sacerdote toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y,
sosteniéndolos elevados, dice:
“Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu
Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. Respondemos: “Amén”

3.3 Rito de Comunión


a- El Padrenuestro y el Rito de paz: Esta oración y su prolongación hasta el “Tuyo es el
Reino” como la oración que sigue, pidiendo a Jesús la paz y la unidad, y el gesto del
saludo fraterno son dos gestos anticipativos y preparatorios de lo que inmediatamente
haremos: Alimentar nuestra condición de hijos y alimentar nuestra condición de
hermanos.
b- El rito de la paz: comienza con una súplica a Jesucristo pidiendo los dones de la
unidad y de la paz inmediatamente el sacerdote entrega la paz a todos y el gesto se
repite mutuamente.
c- Fracción del pan: El sacerdote realiza el gesto de la fracción del pan mientras todos
acompañamos con el canto del Cordero.
d- Comunión: El sacerdote genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un
poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo diciendo:
“Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
Cena del Señor”
El pueblo responde “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra
tuya bastará para sanarme”
Cuando el sacerdote comulga, comienza el canto de comunión y el Diácono y los
ministros distribuyen la Eucaristía al pueblo.
e- Acción de Gracias: Después de la comunión el sacerdote va a la sede, se guarda
unos momentos de silencio y luego, de pie, el sacerdote dice oremos y hace la oración
después del a comunión.

4. Ritos Finales
Después de los avisos parroquiales, que deben ser prácticos y rápidos (no abusar de este
momento) es recomendable algunas palabras que nos exhorten a mantener en la semana el
espíritu de lo vivido y celebrado en la Misa.

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Todo este momento nos debe ayudar a tomar conciencia de que todo lo celebrado en la Misa
no es ajeno a la VIDA, sino que, por el contrario, la vida de un cristiano debe ser la
prolongación de todo lo que celebró en la Misa. La Misa (Palabra y Eucaristía) es la fuente de
la fe y de la caridad que deben concretarse en todos lo momentos que nos tocan vivir. Además,
el rito de misión, como su nombre lo insinúa, se constituye en un mandato apostólico, es decir,
en un envío. Lo recibido ha sido mucho, no puede quedar guardado… debe transmitirse,
difundirse, contagiarse

4.1 La Bendición
El sacerdote saluda del modo litúrgico acostumbrado (“El Señor este con ustedes…”), luego
bendice a la Asamblea congregada con una bendición simple que invoca a la Trinidad, no ya
ajena a nosotros, sino íntimamente experimentada. O bien, con una bendición solemne que se
imparte con las manos extendidas y que los fieles reciben con la cabeza inclinada y
respondiendo a cada invocación “Amén”.

4.2 El Envío
Finalmente el sacerdote –o el diácono, si estuviera- despide a todos con el “Podemos ir en
paz”, siendo esta expresión no un mero permiso para salir sino un envío semejante al de Jesús
con sus discípulos, que se puede traducir: “vayan llevando la paz que han obtenido en la
celebración”.

4.3 El canto final

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