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Liturgia y Espiritualidad
Introducción
Antes de comenzar es preciso decir que este tema es uno de los más difíciles en
cualquier curso de formación, ya que no sólo se reduce a la Misa dominical, sino a todo
un estilo de vida que debería estar marcada por la presencia de Jesús en el centro.
Notamos que la mayor parte de las “quejas” van dirigidas a nuestros pastores y a
nuestros equipos de liturgia. Ciertamente la poca preparación de los fieles en materia de
liturgia y la “cuadratez” de algunos sacerdotes y diáconos motivan a la queja constante.
Mi hermano una vez me comentó que fue a Misa a una parroquia vecina a la cual nunca
había asistido, al llegar el momento de la “epíclesis” (su misma pronunciación es
difícil), todos los fieles se pusieron de rodillas, ¡qué pelada! yo era el único que estaba
de pie y no me quedó otra que arrodillarme también, aunque me dolía la rodilla.
Ejemplo más que claro para manifestar la “liturgia de Vicente”, que va hacia donde va
la gente.
Pero retomemos aquello de que nadie ama lo que no conoce. El pobre sacerdote y los
miembros del equipo de liturgia, muchas veces tienen miedo al cambio, y cuando
alguna comunidad juvenil viene con orquesta, con carteles, con muchos signos para
preparar la Misa, ya son inmediatamente cuestionados: ¡Antilitúrgico!
Cuantas veces los jóvenes han sido detenidos en sus iniciativas por esta mal usada y mal
interpretada palabra.
Decíamos que nadie ama lo que no conoce, el miedo al cambio es propio de aquellas
personas que no son capaces de comprender el dinamismo que el Evangelio imprime a
todo creyente, y no se refiere a la edad, ya que a veces existen liturgistas jóvenes y
guerrilleros (liturgistas guerrilleros: dícese de aquellos fundamentalistas para quienes
todo, absolutamente todo, se debe realizar al pie de la letra y si no está escrito no se
debe hacer, y punto).
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Este dinamismo del que hablo es propio del Espíritu Santo, que nos mueve, como en
Pentecostés al anuncio gozoso de la Buena Nueva de Jesús Resucitado, atención, de
Jesús Resucitado, ya que muchos años de catequesis “tradicional” nos ha mostrado el
rostro de Jesús crucificado dejando de lado al Resucitado, pero este es otro tema.
En fin la mies es abundante y los obreros son pocos, a todo lo ya comentado podemos
agregar el lenguaje un poco dificultoso de nuestra liturgia, pero necesario para su
máxima comprensión. Palabras como epíclesis, doxología, prefacio, anamnesis,
genuflexión, caputflexión, gozofilacio, etc. muestran que es justo y necesario un
pequeño vocabulario litúrgico.
El libro Civilización del Amor, tarea y esperanza, del CELAM, nos propone como
medios para promover la espiritualidad juvenil 8 puntos muy importantes.
De todos estos puntos, por la brevedad del tiempo, nosotros sólo nos dedicaremos al
primero y al último, leer el documento y preparar los demás medios en las comunidades
juveniles queda como tarea pendiente para ustedes.
Me compro ropa nueva, busco el regalo, voy a la peluquería, hablo con los amigos que
van a asistir a la fiesta, me preparo con tiempo, trato de llegar a la hora indicada, saludo
a la quinceañera, me siento en la mesa de los de siempre, ceno, brindo, bailo, y cuando
llega la hora me despido.
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¿Qué relación tiene este ejemplo con nuestras celebraciones litúrgicas?
Celebrar es una dimensión propia de la vida de las personas humanas y uno de los
momentos en que más se pueden expresar como tales. Las formas de hacerlo varían
mucho de acuerdo a los ambientes y las culturas, pero hay una que tiene un sentido muy
especial en el mundo juvenil: la fiesta.
Celebrar es, pues, disponer de un tiempo y de un espacio para que, a través de gestos,
signos, palabras y actitudes, un acontecimiento se haga realmente vital.
La vida diaria no puede estar separada de la vida de fe, celebrar la vida en clave de fe es
vivir lo ordinario extraordinariamente bien, es caminar por los pasos marcados por
Jesucristo, siguiendo paso a paso el Evangelio, por supuesto en la Iglesia. En fin, es
tener tiempo para el encuentro con el Señor de la vida y de la historia. Es hacer realidad
el seguimiento de Jesús; no alcanza con saber mucho de Él y de su Evangelio, es
necesario experimentar su presencia y entrar en relación con su persona viva.
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Como dijimos antes, sólo vamos a reflexionar sobre La Misa, por la brevedad del
tiempo, aunque en ella se sintetizan todas las expresiones de fe. En ella oramos,
cantamos, peregrinamos, realizamos acciones de caridad, leemos y reflexionamos la
Palabra de Dios y también nos unimos íntimamente a la persona de Cristo y de su
Iglesia.
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Algunas reflexiones antes de explicar el significado de la palabra Liturgia y de las partes
de la Misa.
La Misa es un envío, es una misión, no tiene sentido vivir la fe sólo los domingos o sólo
en el horario de las celebraciones litúrgicas. La Misa es una catequesis en sí misma para
ayudarnos en nuestra vida de fe de todos los días, cada semana.
Muy bien, sin más preámbulo vamos a estudiar con una dinámica llamada
“Archipiélago integrado”. La introducción y los conceptos de liturgia y celebración
pueden ser interiorizados más tarde en las comunidades juveniles, en este momento
vamos a profundizar en las partes de la Misa.
Nos organizamos en cinco grupos, cada uno debe leer una de las partes de la Misa,
indicar las dificultades que encuentran en las celebraciones dominicales y proponer
acciones para que la fiesta litúrgica sea vivida con mayor plenitud.
Introducción
Si la Liturgia pudiera hablar
Joaquín Gomis
No es bueno autocompadecerse. Pero todo el mundo tiene algún día necesidad de una
expansión. ¿Me dejan que yo –la Liturgia- hoy cuente mis penas?
He pasado largos años –siglos- abandonada. Como anciana ilustre en una señorial casa.
Externamente se me tenían todas las consideraciones. Pero ¿he de confesar que tanta
ceremoniosidad me irritaba? Sí, porque sólo era eso: ceremoniosidad. En realidad no se me
valoraba nada. Era una anciana ilustre pero inútil, de la que nada se esperaba. Más bien –
aunque nadie lo confesara- era un estorbo. Una anciana que no puede abandonarse porque es
dueña de la rica herencia. Pero sólo querían mi herencia, no a mí. Yo tenía mucho que decir,
pero nadie atendía mi voz. Cubrían mi voz con sus voces.
¿Comprenden lo que quiero decir? Qué horrible dolor me ha causado verme reducida a
palabras murmuradas rápidamente –yo que creo tanto en la fuerza de la palabra bien dicha.
Que lasitud me ha producido verme convertida en gestos reducidos a meras rúbricas
milimétricas que eran escrupulosamente ejecutadas sólo para tener la conciencia tranquila- yo
que creo tanto en el valor de los gestos significativos y comunicativos. Me han reducido durante
años –siglos- a una máquina productora de gracia. Pero de mí -¡la máquina!- nadie hacía caso.
Ya sé que debería matizar. Siempre hubo quien quiso entenderme (¡cómo me alegraban
aunque fueran media docena!). Ya sé que incluso los otros muchas veces me arrinconaban sin
culpa suya, incluso llenos de buena voluntad. Pero, ¡qué quieren, tantos años de verme
reducida a rúbrica, a instrumento, a precepto, me han quitado las ganas de matizar!
Poco a poco me he sentido renacer. Algunos empezaron a interesarse por esta anciana.
Estudiaron mi juventud. Primero sólo fue eso: descubrieron mi antigua juventud. Después –
imaginen el júbilo que me causó- descubrieron que la anciana podría de nuevo ser joven.
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Empezaron a rejuvenecerme. Me quitaron el polvo, fueron preparando mis nuevos vestidos. Mi
palabra volvía a oírse, volvía a escucharse viva. Empezaba a recobrar la agilidad de mis
movimientos. Las rúbricas volvían a ser gestos, no era ya sólo instrumento sino contenido, no
era ya sólo precepto sino gratuidad.
Hubo –hay- quien se lamentó. Como si fuera un ultraje para la anciana volver a ser joven. ¡Qué
poco me conocen! Yo no soy nostálgica, no soy pieza de museo. ¡Creo tanto en la vida! ¿Por
qué añorar los viejos vestidos si me gusta estar al día, me gusta lo nuevo?
Hay también quien habla mucho de mí –incluso dicen, pobres, que creen mucho en mí-, pero
me entienden muy poco. No han pasado del umbral. Ya sé que no soy tan fácil, que es preciso
un esfuerzo en profundidad para entenderme de verdad. Pero ¿no es eso una constante en
todas las cosas que valen la pena?
Sin embargo, ni aquellos ni estos me irritan demasiado. Sé que sus días pasarán. Aquellos me
creen víctima de la moda, éstos me han hecho moda. Yo creo en mí y sé que ni víctima, ni
moda: soy vida.
El término “Liturgia”
En la traducción griega del AT llamada de los LXX, liturgia indica siempre, sin
excepción, el servicio religioso hecho por los levitas a Yahvé, primero en la tienda y luego en el
templo de Jerusalén. Era, por tanto, un término técnico que designaba el culto público y oficial
conforme a las leyes culturales levíticas, distinto del culto privado, al que en la misma
traducción de los LXX nos referimos principalmente con los términos de latría o dulía.
La liturgia es:
El ejercicio de la obra sacerdotal de Cristo a través de signos significativos y eficaces
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El centro de la vida cristiana. Nos compromete, anuncia, celebra, envía.
La liturgia tiene por fin primario LA GLORIA DE DIOS, principio y fin de todo y por fin
secundario LA SANTIFICACIÓN DEL HOMBRE en orden a la vida eterna. SC 7 b y c
¿Qué es Celebrar?
Es todo lo contrario a asistir pasivamente a lo que realizan otros. Celebrar no es hacer
una acción cualquiera ni de cualquier manera. No es un acto rutinario de la vida; es más bien
salir del tono gris, hacer un corte a lo cotidiano, a lo habitual. Celebrar es una acción singular
frente a lo común, frente a lo de todos los días.
Siempre en los diversos ámbitos de nuestra vida existirán motivos para celebrar; ya sea
cumpleaños, bautizos, aniversarios, fiestas de fin de curso, navidad, año nuevo, matrimonios,
etc. celebramos lo que es importante en nuestra vida, invitamos a otros no para que nos
festejen o celebren, sino a participar de un acontecimiento singular, los invitamos a celebrar
juntos.
Los cristianos buscamos la celebración como una acción de nuestra vida, lo hacemos a
través del encuentro fraternal con las personas que integran la comunidad y con Cristo
resucitado.
La Fiesta
Juan Mateos la define como: “La expresión comunitaria, ritual y alegre de experiencias
y anhelos comunes, centrados en un hecho histórico pasado y contemporáneo”.
La fiesta está en el corazón del hombre. Está dentro, por eso podemos decir que no es
un rito vacío, ni un precepto, ni una ley, es un acto vital.
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Vocabulario litúrgico
Rito: signo sagrado que significa una realidad y la realiza.
Rúbricas: son leyes y normas que determinan la ceremonia
Ministro: etimológicamente significa “servidor”
1. Ritos iniciales
1.1 Canto y procesión de entrada
2.2 Saludo
2.3 Acto Penitencial
2.4 Gloria
2.5 Oración colecta
2. Liturgia de la Palabra
2.1 Primera lectura
2.2 Salmo
2.3 Segunda lectura
2.4 Aleluya y Evangelio
2.5 Homilía
2.6 Credo y Oración de los fieles
3. Liturgia de la Eucaristía
3.1 Presentación de dones
a- Ofrenda del pan y del vino
b- (lavabo)
c- Oración sobre las ofrendas
3.2 Plegaria Eucarística
a- Prefacio
b- Santo
c- Epíclesis
d- Relato de la Institución
e- Aclamación
f- Anamnesis
g- Intercesiones
h- Doxología
3.3 Rito de Comunión
a- Padre Nuestro
b- Saludo de paz
c- Fracción del pan
d- Comunión
e- Acción de gracias
4. Ritos finales
4.1 Bendición
4.2 Envío
4.3 Canto final
1. Ritos Iniciales
Constituyen una liturgia de reunión, es decir, la finalidad de este momento es que quienes
llegamos desde distintas situaciones y ámbitos, nos constituyamos en una comunidad
celebrante.
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El canto no es un adorno y tampoco es para recibir al sacerdote. El canto de entrada es una
oración expresada con canto. Oración que nos prepara y nos dispone para toda la Celebración.
1.2 Saludo
“Todo bajo el signo de la cruz”. En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo +
Amén.
Así comienza nuestra Misa y terminará al ser bendecidos bajo el mismo signo.
Sigue el saludo sagrado. Somos saludados con el mismo espíritu con el que el Apóstol
deseaba la gracia y la paz. Con equivalente fervor y tomando conciencia de lo que recibimos
debemos responder “Y con tu espíritu”.
1.4 El Gloria
Este himno, por ser tal, debería ser siempre cantado. Corresponde en todos los domingos y
fiestas litúrgicas. Se omite los días de semana y los domingos de Adviento y Cuaresma.
2. Liturgia de la Palabra
Ahora estamos listos para el primer gran encuentro con el Señor, para ello Él ha elegido el
signo básico de la comunicación humana: LA PALABRA.
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- Cristo mismo nos revela la Palabra del Padre, la Buena Noticia (El Evangelio)
- El sacerdote –sacramento de Cristo- aplica y explica ese mensaje al Pueblo de Dios (Homilía)
- El Pueblo de Dios acepta esta manifestación de Dios y responde con la fe (Credo)
- Todos juntos oramos pidiendo al Padre la aplicación universal de los beneficios de la
salvación (Oración de los fieles)
Así como se llama Altar a la mesa de la Eucaristía, se llama Ambón al lugar desde donde se
proclama la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios no puede ser suplantada por otra lectura y mucho menos ser leída desde
una hojita.
2.2 El Salmo
Se canta a continuación de la primera lectura y es la respuesta de la asamblea creyente a la
asamblea de Dios.
El lector del Evangelio es el sacerdote (en realidad es oficio del Diácono) para cuya
proclamación nos ponemos de pie. Como preparación el sacerdote reza una oración en secreto
y al concluir besa el leccionario y dice otra súplica.
Tiene una introducción más solemne que las demás lecturas: El Señor esté con ustedes…
Lectura del Santo Evangelio … Gloria a ti Señor.
Como conclusión: Palabra del Señor a la que respondemos Gloria a ti Señor Jesús.
2.5 La Homilía
Aplica y explica el mensaje de Dios al pueblo creyente e introduce a ese pueblo en la
celebración del misterio de salvación que se ha anunciado.
2.6 El Credo
Es una formulación ordenada de las principales verdades que, como iglesia, creemos. En la
liturgia se utiliza dos formas diversas del símbolo de fe: El símbolo de los Apóstoles y el
Niceno-constantinopolitano
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El sacerdote termina la plegaria común con una oración conclusiva.
3. Liturgia de la Eucaristía
Este es el momento en que la palabra se hace carne entre nosotros. Lo reproducimos
ritualmente los tres gestos que Jesús realizó en la Última Cena:
- El hombre pone lo que tiene, lo que vive, lo que necesita, lo que es.
- Dios pone y da lo que es. El Padre nos entrega a su Hijo.
- Se produce la comunión total entre los “que se han ofrecido”: El hombre con Dios
Los ministros colocan en el altar el corporal, el purificador, el cáliz y el misal mientras se entona
un canto adecuado. Los fieles expresan su participación llevando el pan y el vino para la
celebración de la Eucaristía.
La actitud que tenemos que tener en ese momento la señalan muy bien los cantos: Unir
espiritualmente al pan y al vino nuestro pasado inmediato (problemas, vivencias, cosas lindas)
y nuestro futuro inmediato (proyectos, cuestiones, anhelos). Ambos aspectos constituyen
nuestro presente.
Pueden presentarse junto con el pan y el vino otras cosas que sean auténticos dones como
ropa, alimentos, dinero, etc. Recordemos que don quiere decir regalo.
En el altar, el sacerdote presenta el pan a través de una oración: Bendito seas, Señor, Dios del
Universo…
Luego vierte un poco de vino en el cáliz y agrega unas gotas de agua diciendo en secreto “El
agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido
compartir nuestra condición humana”. Y presenta el vino como lo hizo antes con el pan.
El sacerdote se inclina ante el altar y dice una oración de súplica al Padre para que lo prepare
interiormente para este importantísimo servicio. A continuación se lava las manos (lavabo)
como signo de purificación diciendo las palabras del Salmo 51.
Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos
dice una de las fórmulas de la oración presidencial: “Orad, hermanos…” Respondemos: “El
Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro
bien y el de toda su santa Iglesia”. Luego el sacerdote dice la oración sobre las ofrendas a cuya
conclusión respondemos Amén.
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a- El prefacio: Es una introducción que expone los motivos para agradecer a Dios. Hay
diversos prefacios que muestran uno u otro aspecto de todo lo que Dios ha hecho y
hace con los hombres por amor a ellos.
b- El Santo: Es el segundo elemento de la estructura de la Plegaria Eucarística, por su
naturaleza es una vibrante aclamación que corona el prefacio.
c- Epíclesis; Luego de una introducción que prepara la invocación al Espíritu Santo, en
algunos casos largas y en otras breves el sacerdote suplica al Espíritu de Dios para
que los dones de pan sean consagrados. Esta invocación se llama epíclesis. El
sacerdote junta las manos y manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas dice: “Por
eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas…”
d- Relato de la Institución: Es la narración de lo que Jesús hizo en la última Cena. En
este punto clave, contemplamos, como si fuéramos los mismos discípulos, el gesto
ritual de Jesús: “ Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre”
e- Aclamación: El sacerdote utiliza una de las tres fórmulas propuestas por el misal de la
que reproducimos la tercera:
“Cristo se entregó por nosotros”
Y el pueblo aclama: “Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor”
f- Anamnesis: También denominado memorial, es una oración en la que el sacerdote
expresa la íntima conexión entre la Cena de Jesús, el hecho histórico de su muerte y
resurrección, y la misa que celebramos.
g- Intercesiones: Expresamos nuestra comunión con el Papa, el obispo del lugar y
rogamos a Dios por ellos, así también por todo el pueblo de Dios que peregrina por el
mundo (intercesiones particulares)
h- Doxología: El sacerdote toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y,
sosteniéndolos elevados, dice:
“Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu
Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. Respondemos: “Amén”
4. Ritos Finales
Después de los avisos parroquiales, que deben ser prácticos y rápidos (no abusar de este
momento) es recomendable algunas palabras que nos exhorten a mantener en la semana el
espíritu de lo vivido y celebrado en la Misa.
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Todo este momento nos debe ayudar a tomar conciencia de que todo lo celebrado en la Misa
no es ajeno a la VIDA, sino que, por el contrario, la vida de un cristiano debe ser la
prolongación de todo lo que celebró en la Misa. La Misa (Palabra y Eucaristía) es la fuente de
la fe y de la caridad que deben concretarse en todos lo momentos que nos tocan vivir. Además,
el rito de misión, como su nombre lo insinúa, se constituye en un mandato apostólico, es decir,
en un envío. Lo recibido ha sido mucho, no puede quedar guardado… debe transmitirse,
difundirse, contagiarse
4.1 La Bendición
El sacerdote saluda del modo litúrgico acostumbrado (“El Señor este con ustedes…”), luego
bendice a la Asamblea congregada con una bendición simple que invoca a la Trinidad, no ya
ajena a nosotros, sino íntimamente experimentada. O bien, con una bendición solemne que se
imparte con las manos extendidas y que los fieles reciben con la cabeza inclinada y
respondiendo a cada invocación “Amén”.
4.2 El Envío
Finalmente el sacerdote –o el diácono, si estuviera- despide a todos con el “Podemos ir en
paz”, siendo esta expresión no un mero permiso para salir sino un envío semejante al de Jesús
con sus discípulos, que se puede traducir: “vayan llevando la paz que han obtenido en la
celebración”.
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