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Gabriel Salazar, Discurso en lanzamiento del libro “Una luz sobre la sombra”,

Aula Magna Pontificia Universidad Católica de Chile

Buenas noches a todos, voy a hacer una breve remembranza y una breve reflexión. Una
remembranza histórica, por cierto y una reflexión, diríamos, política.

Algunos de nuestros dirigentes nacionales, autodenominados líderes, muchos miembros


de la clase política civil y casi todos los miembros de la clase política militar entienden la historia y
difunden su concepto de historia como si la historia fuera un rosario de cumpleaños que implica
por tanto en cada oportunidad, en cada cumpleaños, pronunciar letanías, jaculatorias, ritos,
liturgias.
Y así han construido una especie de costra mitológico-oficial acerca de estos 200 años que
estamos cumpliendo ahora. Pero si uno aplica una conciencia crítica, una reflexión histórica y
rasguña esa costra para mirar lo que hay debajo: el tejido subcutáneo de nuestro proceso, de
nuestra vida social y colectiva. Entonces uno descubre allí anomalías, nudos dialecticos, patologías.
Y uno descubre por ejemplo allí una relación virtuosa de los jóvenes con la historia y una relación
viciosa de las clases políticas civil y militar que han controlado el estado, con los jóvenes.
Si uno revisa esta historia, repito, desprendiendo la costra mitológica, uno descubre quienes son
los que promovieron la independencia de Chile: jóvenes de 18, 20, 21 años.

¿Quiénes son los que se opusieron a la dictadura de O’Higgins, que quería establecer un
régimen monárquico con San Martín en Chile porque los dos formaban parte de una logia que
había sido organizada y financiada por Inglaterra? ¿Quién se opuso? un joven en especial, un joven
abogado, un profesor universitario, un político civil: Manuel Rodríguez. ¿Cuál fue la respuesta de la
dictadura de O’Higgins?, lo asesinaron. ¿Quiénes fueron los que se opusieron a la dictadura de
Diego Portales en 1830 en adelante?, los jóvenes, de nuevo, tanto del ejército como los pocos
universitarios que había en ese tiempo, ¿Cuál fue la respuesta?, fusilamiento, particularmente de
los jóvenes de Curicó que provocaron una histeria general en todo el pueblo, porque nunca antes
el estado había fusilado jóvenes. ¿Quiénes lucharon por democratizar el estado Portaliano por
1840-50-60?, otra vez la juventud, ¿Cuál fue la respuesta? represión militar, exilio, excomunión en
el caso de Francisco Bilbao, destierro para Félix Vicuña, Isidora Errázuriz, Domingo Santa María,
Vicuña Mackenna. ¿Quiénes son los que en 1919 se opusieron al régimen oligárquico y salieron a
la calle, no para protestar sino simplemente para proponer una nueva ley, una nueva constitución,
un nuevo estado, un estado esta vez conforme las decisiones y la voluntad ciudadanas?, los
jóvenes, ¿Cuál fue la respuesta?, juicio represivo, muerte del poeta José Domingo Gómez Rojas, en
el manicomio de Santiago. ¿Quiénes derribaron la dictadura de Ibáñez en 1931?, de nuevo
estudiantes, jóvenes, ¿Quiénes después de 1955 comienzan a presionar desde las calles, desde las
universidades, desde todas partes para que de una vez por todas busquemos un desarrollo
efectivo para el país y no ese desarrollo que se entrampaba en la lucha parlamentaria y en las
negociaciones con el imperialismo norteamericano?, de nuevo, primero los estudiantes
secundarios, la Revolución de la Chaucha 1949, de nuevo los estudiantes secundarios en la
Segunda Revolución de la Chaucha en 1957 y de nuevo esos mismos jóvenes, ya no secundarios
sino universitarios, a partir del 66-68 en adelante que proponen la reforma universitaria, la
revolución social, comunitaria y socialista. ¿Quiénes son los que se opusieron a la dictadura y
lucharon más, de nuevo?

En este país los jóvenes han abierto rumbo a una historia que procura humanizar la
sociedad, realizar valores como la justicia social, la integración, la solidaridad, etc.
Y la respuesta del estado ha sido, normalmente, la misma.

Y hoy día aquí estamos recordando, muy precisamente, a un hecho tal vez el más
horroroso de nuestra historia en que se conjugaron, se confrontaron, de una parte esta expresión
virtuosa de los jóvenes hacia crear una nueva historia y esta expresión perversa del estado
manejado por dos clases políticas: la civil y la militar que se opone a la realización de estos
objetivos.
Yo creo que este contraste, este contraste entre relaciones virtuosas y relaciones perversas es lo
que este libro recoge en cada uno de los casos que están expresados allí. Yo quisiera recordar aquí
y en especial el caso de mi querido amigo Ignacio Ossa Galdámez, íntimos amigos del mismo
movimiento.

Tengo muy presente cuando él me decía: mira yo quiero ser el poeta de la revolución, yo
quiero ser el poeta de la solidaridad, de la justicia social, y tú tienes que ser el historiador de la
revolución el historiador de la justicia social; nos vamos a dividir la pega y vamos a realizar
nuestros ideales, lo tengo muy presente, como que nos juramentamos al dividirnos esa pega

Y se me viene a la mente precisamente la brutalidad en la respuesta en este caso de la


dictadura militar con mi querido amigo Ignacio. Lo recuerdo aun desnudo en el Camacho de arriba,
en el catre torturado con electricidad yo en el camacho de abajo, también. Esa confrontación tan
absurda entre una perversidad estúpida, irracional, a histórica y por otro lado en esa juventud, en
Ignacio, la presencia de estos ideales superiores que han constituido de hecho el motor humano
de nuestra historia, pero que nunca ha podido realizarse plenamente con éxito en el nivel que se
requiere, es decir, una nueva sociedad.

Yo creo que la lectura del libro nos pone constantemente este contraste y nos lleva a
pensar que alguna vez es necesario poner término a esta relación perversa que ha ido aplastando
sistemáticamente a nuestra juventud en función de intereses que precisamente llevan a la
muerte, la destrucción, la tortura, etc. Y ahí está la tarea. Yo pienso que la principal tarea de todas
es reeducar profundamente al ejército de fuerzas armadas.

El ejército ha crecido y se ha formado en chile con una mentalidad que partió cuando se
formó un ejército combatiendo al pueblo mapuche, siguió en el siglo XIX combatiendo al pueblo
mestizo, el peonaje, continuó posteriormente combatiendo, recordemos las masacres de inicios
de siglo, al pueblo trabajador y ya avanzado el siglo XX al pueblo universitario, al pueblo juvenil.

Nuestra gran tarea yo creo, va por allí: reeducar a esta institución que tiene la enfermedad
de creer que dentro de este país hay un enemigo interno y como enemigo no se le pueden
respetar sus derechos civiles y humanos. Es la gran tarea que si uno lee esto, uno no puede más
que sentir una indignación terrible pero con pura indignación no vamos a resolver nada si no nos
organizamos efectivamente para cumplir una tarea que se ha intentado muchas veces en Chile y
que es necesario, de una vez por todas, llevarla a buen término. Muchas gracias.

6 de octubre de 2010

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