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LA SITUACIÓN ACTUAL DEL SECTOR

PENITENCIARIO NACIONAL
1.- GENERALIDADES
La razón de ser del Sistema Penitenciario debería responder, en principio, a la aplicación o
ejecución de un programa enmarcado en una política criminal seria, objetiva y moderna, que
facilite al Estado la aplicación de medidas de tipo preventivo y penal destinadas a llevar la
criminalidad a límites tolerables.
Esto permitiría evitar que los comportamientos considerados como antisociales, perturben el
nivel y calidad de vida de la mayoría de los ciudadanos, garantizando así el mayor bienestar
posible, lo que implica, la determinación de medidas extrajudiciales de corte preventivo,
normativas y medidas penales que en definitiva respondan a una política social general.
Lo deseable sería, que la utilización de medidas penales por no ser las más adecuadas para
reducir la delincuencia, se constituyeran en la última alternativa, y decididamente se abordaran
las causas del delito en su origen; como lo es la problemática de la pobreza, el desempleo, el
acceso a la educación, la vivienda, la salud, la recreación, la cultura, el deporte e inclusive el
acceso a una Administración de Justicia oportuna; variables que influyen significativamente en la
conformación del sistema de valores de las personas.
La prevención, entendida en un sentido amplio, persigue evitar la ocurrencia del delito con cara
al futuro, por intermedio de todos los programas de atención a la comunidad en las materias de
salud, empleo, educación, recreación, cultura, deportes, vivienda y otras medidas de carácter
profiláctico. Es por todos conocido, las grandes limitaciones que actualmente existen en materia
preventiva, comparable con lo que se observa en la mayoría de los países calificados como del
tercer mundo.
El liberalismo y hoy día la globalización aceleran el empobrecimiento de la mayoría en beneficio
de pocos, y profundizan la limpieza de clase utilizando la cárcel como mero instrumento de
exclusión. Se manifiesta claramente la sustitución de lo preventivo como principal acción para
generar bienestar social, por lo represivo, donde se impone la intolerancia del Estado, el terror
policial y el rigor penal frente a la pobreza, de lo cual no escapa la población desposeída de los
países más ricos y avanzados.
Las medidas penales responden a la acción represiva del Estado frente al comportamiento
tipificado como antisocial en la legislación penal. Se instrumentan a través de los órganos
policiales y de investigación criminalistica en principio, con la participación de la Fiscalía del
Ministerio Público, los Jueces de Control, Juicio y Ejecución, para culminar con la intervención
del Sistema Penitenciario, que en el caso venezolano debe atender imputados y condenados,
representando éste sector el último eslabón de la cadena, pero el más hipertrofiado.
Asumiendo una visión positivista del asunto del delito, en su estudio, origen y formas de control,
el Estado tiene la responsabilidad de facilitar los servicios penitenciarios que sirven de estructura
para el control, el aislamiento y la ejecución de las penas, incluyéndose en el caso venezolano la
atención a imputados y condenados.
Estos servicios suponen como fin principal el tratamiento, la reeducación, la rehabilitación y
futura reinserción social, cuya eficacia y eficiencia dependen ciertamente de la inversión estatal,
su organización, la infraestructura, los recursos humanos profesionales, el marco regulatorio de
funcionamiento, y la planificación y ejecución del plan de acción enmarcado en la política
penitenciaria nacional.
El conocimiento de la situación requiere de la revisión en el pasado y el presente, de múltiples
variables que pretende abordar este trabajo.
Preeliminarmente pudiéramos decir, que la situación penitenciaria venezolana se presenta
sumamente compleja y violenta, evidenciando el fracaso de los diferentes actores responsables
de la Administración de Justicia y como consecuencia la flagrante violación de los Derechos
Humanos de las personas sometidas al régimen penitenciario. Así lo han venido reseñando por
muchos años los medios de comunicación, al igual que algunos actores en el pasado y en el
presente.
Para el año 1.997, Torrealba, afirmaba "la situación que se está viviendo en los Centros de
Reclusión se nos presenta como una bomba de tiempo, que en varias ocasiones ha tratado de
estallar, pudiendo hasta ahora ser controlada la situación; pero con resultados sumamente
penosos, ya que se han perdido muchas vidas, y quedará en nuestra conciencia la duda de saber
si se trataba realmente de personas responsables del delito que se les imputaba, además que
después de ocurrida sus muertes el único camino que tienen los administradores de justicia es
declarar terminada la averiguación por extinción de la acción penal o sobreseer la causa."1
En enero de 2.002, la Dra. Gloria Lizcano, médico voluntaria durante varios años, exdirectora
del Internado Judicial de Falcón y del Instituto Nacional de Orientación Femenina INOF,
actualmente Directora del Anexo Femenino de la Cárcel Nacional de Maracaibo, afirmó:
" Venezuela vive hoy la más severa crisis que en el orden Social, Etico, Político y Moral que se
recuerda en la era democrática. En el sector penitenciario es donde más repercute negativamente
ésta crisis, toda vez que históricamente el presupuesto para el área ha sido deficitario y
últimamente, con el recorte presupuestario, las posibilidades de atender a éste sector de la
población que ha perdido su Libertad pero no sus derechos fundamentales, son casi nulas por no
decir ausentes.
Cuando la Constitución consideró la gama de Derechos Sociales de los cuales disfrutarían todos
los habitantes de la República, no hizo discriminación alguna, por el contrario prohibió hacerlas
en función del Credo, Raza, Sexo ó Condición Social. De eso se desprende que las personas
detenidas tienen derecho a disfrutar de un ambiente sano, al trabajo, a la educación, entre otros.
De allí que al no existir restricción en la Ley para los reclusos, debe prestárseles una Asistencia
Integral completa para así poder soportar los rigores de la Prisión?"
Estas apreciaciones, hechas por actores directos en la Administración de Justicia y operarios del
Sistema Penitenciario, llevan a la reflexión sobre la crisis que vive el sector y remiten a la
necesidad de atenderle adecuadamente en tiempo perentorio.

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