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La resiliencia de la fe

Dos aclaraciones iniciales. La primera es contextualizar desde donde nace este tema; nace de experiencias
vitales en torno al cristianismo, experiencias profesionales como trabajador social y también de un conjunto
de conversaciones que tienen que ver con compartir reflexiones desde nuestras vivencias resilientes en
torno a la fe, y como la fe nos ha ayudado entonces a enfrentar dificultades. Una segunda aclaración tiene
que ver con reconocer la extrañeza -dentro de un grupo de personas que se dedican a lo social- de que
tengamos que justificar hablar del tema religioso de la fe en este contexto.
Si revisamos la literatura fundadora de nuestras disciplinas y profesiones, todos los grandes teóricos
filosóficos y sociales han hablado el tema de la religión. Sin embargo, por lo menos en Chile este tema esta
como un poco escondido. Vamos a tratar de desentrañar de qué se trata esta relación de resiliencia y fe,
para ello voy a proponer algunos conceptos nuevos que tal vez están en contra de conceptos que ya se han
hablado o discutido en torno a estos temas.
Una distinción fundamental, es la distinción entre pobreza y vulnerabilidad.

¿Cuál es nuestra intuición?


Por pobreza entenderemos fundamentalmente una situación de exigencia y estrés a la que se ven
enfrentadas en forma permanente o circunstancial personas o grupos de personas. Se trata de exigencias
que se imponen con la forma de la necesidad a los individuos desde el mundo de la vida, y que requieren
respuestas y soluciones para su superación.
Desde este punto de vista, la pobreza responde a un factor de carácter estructural o de contexto, y nunca a
una condición propia de las personas. Cabe entonces poder y deber hablar de pobrezas, en plural, pues las
exigencias que el contexto impone a los individuos, familias o grupos pueden ser de múltiples naturalezas y
características: sociales, emocionales, económicas, estéticas, entre otras.
Por vulnerabilidad, entenderemos el resultado de la suma de recursos que poseen los individuos para
enfrentar las situaciones de exigencia y estrés (pobrezas), siendo así una condición de las personas o
grupos. Estos recursos tienen que ver con la posibilidad de enfrentar las adversidades y superarlas de
manera constructiva y nutritiva.
Para ello, los individuos necesitan poseer los capitales suficientes y necesarios para responder de manera
efectiva y eficiente a los requerimientos que se le imponen. El dolor, la frustración, la angustia son el
resultado de la imposibilidad de gestionar esa respuesta desde el individuo.
La resiliencia en este contexto, es la capacidad de las personas de capitalizar sus recursos con la finalidad
de enfrentar de manera exitosa los requerimientos del mundo de la vida. O dicho de otra forma, la resiliencia
resulta de la diferencia entre los niveles de pobreza y vulnerabilidad; capitales disponibles versus
requerimientos de capital.
En esto partimos de un axioma: TODOS POSEEMOS RECURSOS, la tarea es convertir estos recursos en
capitales. A los recursos les llamamos factores de protección; ellos actúan de manera pasiva e inconsciente,
sin mediar la voluntad de manejo y utilización por parte de sus poseedores. Cuando las personas o grupos
de personas hacen conscientes sus recursos, sus factores de protección, y cuando a partir de ese
reconocimiento, comienzan a utilizarlos de manera deliberada, nos encontramos con el fenómeno de la
capitalización de los recursos. A partir de entonces hablamos de mecanismos de protección.
Estos mecanismos de protección, actúan de esta forma como inmunizadores de los individuos, existiendo
distintos mecanismos, que responden de manera diferenciada en torno a distintos requerimientos. Una de
las herencias que más arraigada está en nuestros quehaceres, es la idea que reduce los requerimientos y

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los capitales a la dimensión económica, como si cada individuo fuese solamente un actor económico, y cada
familia solamente una unidad económica.
Hoy hemos sido capaces de entender y reconocer, que si bien la dimensión económica es una dimensión
presente y gravitante en el desarrollo de las personas, familias y comunidades, no es la única, y a veces, ni
siquiera la más importante. Existen otros requerimientos (estéticos, emocionales, etc.) entre los que también
se encuentran los que motivan este escrito; los espirituales, que en muchos casos y ante diversos eventos,
adquieren un protagonismo irreductible para los individuos o grupos que los viven.
Desde este punto de vista, se constituyen sistemas sociales que ofertan capitales a las personas o grupos
de personas, las que a través de distintos sistemas de intercambio (materiales, simbólicos, rituales, legales)
obtienen estos recursos de su medio ambiente. Solamente en la posibilidad y calidad de estos sistemas de
intercambio, y en la medida que se capitalicen estas adquisiciones, las personas y familias lograrán
mayores niveles de inmunización frente a los requerimientos del medio. Nota: Aquí hay una tarea para
repensar el trabajo de redes y la resiliencia.

Lo importante de este concepto es que nos aleja de lo que podríamos llamar el sesgo materialista de la
pobreza como lo económico. Por el contrario hay capitales requeridos que pueden ser capitales estéticos,
emocionales, etc. que tienen un referente y un sentido inmediato para los sujetos. También hay
requerimientos de capital espiritual, ellos no representan un sentido inmediato y manifiesto para los
individuos.
Ante esta exigencia específica necesitamos una traducción.
La respuesta es:
La traducción sólo puede ser hecha por el símbolo en tanto que el símbolo es una unidad de concentración
de sentidos. O sea el símbolo es el que hace la traducción de lo indeterminable en determinable, lo que no
puede ser leído en lectura posible para nosotros.
¿Que tiene que ver esto en el comportamiento resiliente?
La adversidad de la complejidad indeterminada (por ejemplo la muerte), es reducida en la actuación del
capital simbólico de los individuos. Ella le entrega el sentido que permite una respuesta resiliente, por
ejemplo en un proceso de duelo, es el capital simbólico el que sintetiza o cataliza esta adversidad
indeterminada y a través de la otorgación de sentido de esa realidad permite el comportamiento o la
respuesta resiliente.
¿Cuál es la relación individuo sistema?
Se invierte fe y retorna capital simbólico porque para hacer esta traducción el individuo tiene que tener una
disponibilidad de capital simbólico, si no tiene capital simbólico no puede hacer la traducción y por lo tanto
no puede tener conductas resilientes con respecto a lo inexpresable o a lo indeterminado. Hay sistemas
especializados en la transformación de lo indeterminado en determinable y hay personas que en esta
interacción invierten recursos como en los fondos mutuos, invierte el recurso que es la fe y recibe capital
simbólico de retorno.
Todo sistema religioso será el que cumpla esa función.
Debo aclarar que no estoy hablando de instituciones religiosos, mi preocupación son sistemas que cumplen
funciones religiosas. Así, puede ser desde un partido político pasando por todas las instituciones religiosas,
hasta llegar a ese amigo que en un duelo se nos acerca y nos dice: es para mejor, tú sabes que va a estar

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bien. Nos referimos a esos sistemas que están ofreciendo un capital simbólico; están ofreciendo una
respuesta a esa indeterminación de la muerte, entre otras complejidades.
Una distinción nueva distinción: Fe y superstición.
¿Por qué?
Porque dentro de la omnipotencia de los cientistas sociales que somos todos nosotros, pareciera que toda
fe es superstición, y como estamos hablando de la fe necesito salir de esto.
¿Como definir la superstición?
La superstición tiende a la reducción de complejidad determinada de algunos sucesos recurrentes a través
de la magia. ¿Qué es la magia?, es la voluntad de alcanzar poder sobre el misterio, la superstición es eso,
es intentar apoderarse o controlar el misterio, las cintas rojas, las cábala, o sea acciones recurrentes que
supuestamente nos permitirían controlar el poder del misterio.
La fe tiende a la reducción de la complejidad indeterminada, de esto estamos hablando, del sentido del
suceso a través de la religión, o de los sistemas religiosos. Dicho de otra forma, es una voluntad de
entregarse al misterio, la única posibilidad de la fe como dice Kierkegaard es dar un salto al vació, es una
entrega porque yo deposito lo que yo soy en una oferta religiosa.
La fe es un conceder crédito a una oferta religiosa de reducción de complejidad, es un recurso que
capitalizado se transforma en sentido. Eso entiendo yo por fe. Trate de sacar a esto todo componente de
institución religiosa, y aquí entonces la fe puede conceder crédito a cualquier oferta religiosa, a la de ese
amigo, un líder religioso a cualquier cosa.
¿Que es lo importante?
Que esta oferta religiosa va a permitir entender la fe como un recurso, que si se capitaliza por parte de un
sistema específico puede devenir en sentido, y si deviene en sentido yo soy capaz de enfrentar de manera
constructiva las adversidades que no puedo determinar con otros sistemas.
¿Cuál es la relación tradicional de Religión y Resiliencia?
Esto tiene que ver con la revisión de la literatura. Tiene que ver con esto: comúnmente se leen los sistemas
religiosos, ya sea como grupos de apoyo y de referencia; o bien como sistemas de normas de
comportamientos. Esta es la relación tradicional que se ha establecido entre religión y Resiliencia.
¿Cuál es el problema de estos postulados?

Es que el sistema religioso como grupo de apoyo apela a la función social comunitaria de los sistemas
religiosos y el sistema como sistema de normas de comportamiento apela a la función ético moral. El
problema es que estas son dos sub-funciones de los sistemas religiosos, no son la función más importante,
son funciones secundarias. La verdadera función del sistema religioso es establecer mediaciones entre lo
trascendente y lo inmanente. Si nosotros seguimos enfocando la Resiliencia en relación a estas actividades
entonces nos vamos a perder la oportunidad de enfocarla y de entenderla con relación a lo central de los
sistemas religiosos y por lo tanto de la fe. Estas funciones pueden ser cumplidas por cualquier otro sistema,
por el sistema familiar, educacional, de entretención, lo único que puede cumplir exclusivamente la religión
es la traducción de lo indeterminado en determinable.
¿Cuál es la relación propuesta entonces?
Los sistemas religiosos como oferta de capitalización de fe. El capital simbólico da sentido a la adversidad
indeterminada y, por lo tanto, hay que trabajar desde la fe que permite respuestas resilientes.

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¿Diferencia entre Religión y Fe?


La fe es el capital personal, y la religión es el nombre que recibe un tipo de sistema determinado que puede
capitalizar ese recurso, que es un recurso personal. De esta forma la persona tiene fe y adscribe a una
religión, la persona nunca va a llegar a ser esa religión, la persona da crédito a esa oferta religiosa
específica, esa es la diferencia.
Hay determinadas religiones que son fatalistas, hay hartas en Chile fatalistas, el tema no es del contenido
religioso, el tema es que incluso en ese fatalismo esa religión logra darle respuestas de lo indeterminado a
esa persona.
Yo no estoy postulando con esto que tengamos que arrastrar a las personas hacia la religión. Pero no
podemos dejar la esfera de la fe al margen de nuestras intervenciones y apuestas sociales y psicológicas.
Ello sería reducir al ser humano –deshumanizarlo-, pues lo espiritual constituye parte importante (si no la
más importante) de su constitución como hombre.
Aquí estamos un conjunto de personas que dedicamos nuestra vida a trabajar por otras personas. Eso es
absurdo, no se entiende el para qué hacemos eso si no tenemos fe en algo. Debemos retomar esta temática
desde otra perspectiva, y reinventarla desde la resiliencia y la vulnerabilidad. Se trata en definitiva de
rescatar el sentido espiritual y social necesario para articular el comportamiento resiliente.

Bibliografía
Sobre religión y fe el “Tractatus Logico-Philosophicus” de Ludwig Wittgenstein es clave, así como un
excelente y prematuramente visionario libro de William James “Las Variedades de la Experiencia Religiosa”.
Luego “¿Porque Necesitamos la Religión?” o “La Edad del Espíritu” de Eugenio Trías para una visión actual
de lo religioso en las sociedades postmodernas.
Respecto al misterio y nuestra entrega a él, Soren Kierkegaard en su actualísimo libro “Temor y Temblor”.
En teoría de sistemas, hay que leer la fuente; cualquier libro de Niklas Luhmann, especialmente si leen
alemán “Funktion der Religion”. De las interpretaciones de la teoría luhmanniana referentes al tema
religioso: Marcelo Arnold (“Sociedad y Teoría de Sistemas”) o Juan Luis Pintos, ambos tienen artículos
especializados en internet.
Del tema de los capitales toda la reinterpretación de Marx que hace Pierre Bourdieu en cualquiera de sus
libros. Como facilitador Philippe Corcuff “Las Nuevas Sociologías”.
De resiliencia, cualquier cosa de Mª Angélica Kotliarenco es claro y fructífero para volver a mirar este tema.

Autor:
Felipe Villarroel Muñoz
fvillarroel@udelmarsantiago.cl

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