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El aborto terapéutico

Un tema bastante debatido en los últimos años en nuestra país es el aborto


terapéutico, en donde se enfrenta la ética médica de defender la salud y vida
de los pacientes versus la legislación vigente que impide y sanciona el aborto
en cualquier circunstancia, normado en el Código Penal en los artículos 342 A
y 245 bajo el título de “Crímenes y Delitos contra el Orden Familiar y la
Moralidad Pública”.

De aquí nace un problema no resuelto por las autoridades, dejando sin


protección la vida de la madre, en los casos en que la causa de dicho
padecimiento es directa o indirectamente el feto, poniendo sobre la balanza
ambas vidas en juego. En tal situación, entra en pugna los derechos de ambos
seres, y es allí en donde no es posible, según mi opinión, llegar a un punto
medio, siendo necesario aprobar o rechazar el aborto terapéutico.

Por otro lado, un hecho no menor es la sanción que nuestro ordenamiento


otorga para dicha práctica, la cual es considerada un delito, que según mi
opinión, podría influir en la realización de abortos clandestinos, esto debido a la
naturaleza de supervivencia del ser humano, que en casos de encontrarse
amenazada, “no habría más opción” que recurrir a ésta práctica indeseada con
grandes riesgos de salud involucrados.

Desde el punto de vista de la medicina, el aborto terapéutico es definido como:


“la interrupción del embarazo cuando el feto no es viable, o a la muerte
provocada de un ser humano in utero porque ese embarazo o ese ser humano
compromete gravemente la vida de la madre y, de no proceder en esta forma
moriría la madre con ese humano en gestación y, en algunos casos, los
mellizos o gemelos acompañantes” 1.

Tomando en cuenta tal definición y la situación que debe ocurrir para ser un
aborto considerado terapéutico, según mi opinión, y sin desmerecer el derecho
a la vida del ser humano en gestación, se deben tomar cartas en el asunto para
proteger o dar la opción a la madre de decidir si aceptar o no algún tratamiento,
sin importar en tal caso las consecuencias hacia el feto con tal de salvar la vida
de la gestante.

De acuerdo con un experto: “la mayoría de los autores en la doctrina nacional


referente a estos temas consideran que se es persona desde el momento de la
concepción, por lo que el nasciturus posee alma humana y valoración moral de
igual manera que el ser humano ya nacido” 2, de donde podríamos inferir que
atentar contra la vida de éste es un delito, resultando evidente este punto de
vista como vital para el rechazo del aborto en todas sus formas, sea o no por
razones médicas.

Sin embargo, El artículo 74 de nuestro Código Civil se refiere a la existencia


legal de la persona considerando que ésta comienza al nacer, por lo que si un
feto no ha sobrevivido a la separación un momento siquiera, se considerará no
haber existido. Sin perjuicio de aquello, la ley protege la vida del que está por
nacer 2.
Por otro lado, no veo problema moral en lo que respecta a la postura de la
iglesia católica; que de alguna manera tiene gran influencia en la doctrina
nacional referente a estos temas; ya que el mismo vocero de la Santa Sede
desmintió en un medio de prensa que el Papa haya rechazado el aborto
indirecto, como prefieren llamarlo, dejando en claro que lo que rechazan son
aquellos abortos “en que se elimina directamente a un inocente”, y que es
“moralmente aceptable” cuando existen gravísimos peligros de vida para la
madre enferma y no por otros motivos, y la curación puede implicar la muerte
del hijo”.

Otro conflicto que genera este tema es que, por un lado, se tiene la postura de
considerar como inicio de vida el momento de la concepción, con lo que se
apela al derecho a la vida para con el nasciturus, poniéndolo en igualdad de
derechos para con la madre, y considerando inmoral la práctica del aborto en
todas las circunstancias. Y por otro lado, considerarlo moralmente aceptable
cuando la vida de la madre está en peligro, apelando al derecho a la libertad,
autonomía o intimidad de la gestante.

Según mi visión, la primera postura es ambigua, ya que en tales casos se


contradice al estar en pugna ambas vidas, madre e hijo; y la calificación de
igualdad de derechos para una “potencial vida humana” respecto de la vida de
la madre esta de alguna manera mal fundada, estando definida tal diferencia en
el artículo 74 de nuestro Código Civil 2, el cual se contradice con la sanción
penal que se da al aborto terapéutico, el cual otorga igualdad de condiciones
para madre y feto.

Desde mi punto de vista, el aborto terapéutico no tiene en absoluto algo de


“maligno”, mientras que la prohibición absoluta de esta práctica, traspasa,
según mi opinión, los derechos de la mujer, convirtiéndola en sólo un
receptáculo de la gestación. Tal es la situación actual, una prohibición absoluta,
que obliga a la madre dar a luz, incluso a hijos que traen malformaciones
fatales sin esperanzas de vida, obligándola a enfrentar tal carga psicológica de
ver morir a su hijo minutos después o incluso antes del nacimiento, como
también correr el riesgo de morir ella misma en la sala de parto.

Inevitablemente se llega a tal situación: ¿Es más grave matar a un feto para
salvar la vida de la madre cuando no existe otra opción?, o ¿Es más grave
dejar morir a la madre sin intervenir de forma alguna?, sin importar mi opinión,
¿no se debería al menos dejar la decisión a la afectada en cuestión?
Referencias:

1. Valenzuela, C.Y. Ética científica del aborto terapéutico. Revista Médica de Chile
v.131 n.º 5 Santiago mayo 2003, pág. 562-568. [en línea] Disponible en:
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0034-98872003000500013&script=sci_arttext

2. Rodolfo Figueroa García-Huidobro. Concepto de persona, titularidad del derecho a


la vida y aborto. Revista de derecho Universidad Austral de Chile. Vol XX – N°2.
Diciembre 2007, pág. 95-130. [en línea] Disponible en:
http://www.scielo.cl/pdf/revider/v20n2/art05.pdf

3. http://www.biopolitica.cl/docs/MartinezM_Contradicciones_neoliberales.pdf

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