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Voces: EXTORSION ~ PRIVACION ILEGITIMA DE LA LIBERTAD ~ PROCEDIMIENTO PENAL ~

SECUESTRO EXTORSIVO
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, sala I(CNFedCrimyCorrec)
(SalaI)
Fecha: 17/06/2008
Partes: Herrera, Ricardo Gustavo
Publicado en: LA LEY 28/10/2008, 7, con nota de María Carolina Arrigone; LA LEY 2008-F, 290, con nota de
María Carolina Arrigone;
Cita Online: AR/JUR/5450/2008

Sumarios:
1. Corresponde procesar en orden al delito de extorsión, y no al de secuestro extorsivo, a quienes haciéndose
pasar por policías interceptaron a una persona que se dedicaría a la comercialización de estupefacientes y le
exigieron la entrega de una suma de dinero a fin de no proceder a su detención pues, si bien existió un ataque a
la libertad como medio para vulnerar a la propiedad, no medió un menoscabo a la libertad ambulatoria de la
víctima tal como lo exige la configuración del delito previsto en el artículo 170 del Código Penal.

Texto Completo: 2ª Instancia. — Buenos Aires, junio 17 de 2008.


Vistos Y Considerando:
I.- a) En virtud del recurso de apelación que interpuso y mantuvo la defensa técnica de Ricardo Gustavo
Herrera a fs. 5 y 16 respectivamente, corresponde revisar la resolución de fs. 1/3 del incidente, por medio de la
cual el Dr. Canicoba Corral dispuso el procesamiento con prisión preventiva del nombrado por haberlo
considerado "prima facie" autor penalmente responsable del delito de secuestro extorsivo previsto por el art. 170
C.P.
El suceso que fundó la hipótesis corroborada preliminarmente por el "a quo" se construyó principalmente a
la luz de los testimonios de Hugo Arjona y de su hija, Olga Maricel Arjona y se describió del siguiente modo.
Según el relato del primero, el 8 de abril de 2008 a las 17:00 hs aproximadamente, mientras conducía su
automóvil marca Renault 19, color gris, dominio AQD-…, por la rotonda ubicada en la Avda. F.F. de la Cruz y
Larrazábal de esta ciudad para ir a buscar a sus nietos al jardín, se colocó a la par un automotor color celeste, de
tres puertas, conducido por dos sujetos. Uno de ellos, quien dijo ser policía y tenía una credencial colgada, se
acercó a su automotor y tras ingresar le dijo al damnificado que si no les pagaba la suma de $ 20.000 pesos lo
"llevarían preso". Tras ello, ambos sujetos habrían obligado a Arjona a subir al asiento trasero del rodado que
conducían y a llamar a través de su propio celular (abonado N° 3226-…) al negocio de su hija, ubicado en
Chilavert y Fonrouge de esta ciudad (teléfono N° 4601-…), donde lo atendió Pamela Bello, su nieta, a quien le
pidió que le dijera a su hija Olga Maricel que sus captores exigían como contrapartida de su liberación el monto
anteriormente apuntado, que debía entregar en la esquina ubicada en la Avda. F.F. Cruz y Pidrabuena de esta
Ciudad.
Bello se comunicó a través de su radio Nextel N° 584*.. con su tía Olga (N° 588*…) a dichos efectos, por lo
cual esta última concurrió al comercio donde le solicitó a una pareja de amigos -Claudia Graciela Torres y
Cristian Gabriel Bautista- que la alcanzaran al lugar del pago. Mientras tanto, Arjona continuaba en el auto de
los captores dando vueltas por Lugano I y II, hasta que Ricardo Herrera, quien ocupaba el asiento del
acompañante, descendió en la esquina prefijada, donde esperaría el rescate. A la vez, el conductor le ordenaba al
damnificado que volviera a llamar a sus familiares para averiguar si habían concurrido al lugar, en qué
automotor lo hacían y a su vez, a través de su radio Nextel se comunicaba con el imputado que aguardaba en
F.F. Cruz y Piedrabuena.
Cuando Olga Maricel Arjona llegó al lugar convenido, vio a un sujeto que se comunicaba con otro mediante
una radio Nextel y decía: "no, todavía acá no llegó nadie". En razón de ello, pensó que esa persona era con
quien debía contactarse, le dio aviso a un policía ubicado cerca del Supermercado "Coto", quien detuvo al
imputado y, con el apoyo correspondiente, le secuestró distintos efectos, entre los que se encontraba un aparato
de la empresa Nextel, abonado N° 113538-…, radio N° 552*…. Cabe agregar que unos minutos antes, los
amigos de Arjona, tras dejar a Olga Arjona en esa esquina y dar una vuelta para cerciorarse de que se encontrara
bien, fueron interceptados por el mismo sujeto quien les preguntó si ellos eran los que llevaban el dinero de
"DIDI" -sobrenombre de Hugo Arjona-.
Cabe señalar que el individuo que retenía al damnificado en el automotor se comunicaba con el imputado
para saber cómo se llevaban a cabo las negociaciones hasta que en un momento éste le habría referido: "No vino
nadie y se pudrió todo, llegó la policía". Luego intentó comunicarse nuevamente pero no lo atendió nadie y
finalmente liberó a Arjona en la zona de La Matanza o Liniers, a las 17:45 aproximadamente. El nombrado
abordó un taxi, paró en una cabina telefónica para avisarle a Pamela Bello que lo habían liberado pues se había
quedado sin crédito en su teléfono móvil y finalmente concurrió al lugar en que había quedado estacionado su

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automotor.
El "a quo" consideró acreditada preliminarmente la materialidad de dicho suceso -que subsumió en la figura
del art. 170 C.P.- principalmente en función de las declaraciones testimoniales recibidas -en especial, la de la
víctima del hecho- y consideró que si bien Herrera negó la imputación en la audiencia de indagatoria, expresó
que Arjona, alias "Didi", vive en la villa cercana al lugar en que fue detenido y que se dedica a comercializar
estupefacientes, actividad en cuyo marco le habría suministrado a un amigo suyo, Héctor Luis Dayan, "tizas" de
cocaína, expresión utilizada por la víctima al relatar lo que le habría manifestado el imputado durante el hecho.
Según el juzgador, la figura penal aplicada es la única que explica la presencia del imputado en el lugar en
que fue detenido así como el diálogo que habría mantenido con la pareja amiga de Olga Maricel Arjona, ocasión
en la que les preguntó a Torres y a Bautista si ellos habían llevado el dinero por "Didi".
Por otra parte, el juzgador descartó como hipótesis posible el caso presentado por Herrera al ser indagado
pues en primer lugar dijo no recordar exactamente el número de celular 3538-3043 -es decir, aquel asignado al
aparato secuestrado en su poder-, así como tampoco si momentos antes había entablado comunicaciones
mediante la radio Nextel también instalada en ese teléfono, cuando de la información suministrada por dicha
empresa así como del peritaje efectuado por la División Apoyo Tecnológico de la P.F.A., surgen numerosas
comunicaciones efectuadas el día 8 de abril con la radio N° 176*878, registrada a nombre de Abraham Ahmar o
"Rubén Pelado" -posible interviniente en el hecho-, durante el horario en que Arjona dijo haber estado privado
de su libertad.
Por último, el Dr. Canicoba Corral consideró que el testimonio de Héctor Luis Dayan no daba suficiente
sustento a la versión del imputado. Concluyó provisionalmente, en consecuencia, que Herrera había sido
sustraído, retenido y ocultado para sacar rescate pues el designio del imputado era obtener un provecho
patrimonial a partir de la ilegal privación de la libertad de Arjona. Agregó que toda vez que para la consumación
del delito estudiado basta comprobar el secuestro así como la finalidad perseguida, resulta irrelevante el hecho
de que Herrera no cobrara finalmente el rescate.
b) El abogado defensor del nombrado se agravió de la tarea de evaluación probatoria realizada por el juez
por entender que lo se había acreditado, frente a la debilidad de los elementos de cargo y el caso que presentó su
defendido al ser indagado, la materialidad de los elementos que configuran las acciones típicas a las que alude el
art. 170 C.P. En primer lugar, señaló que no se le incautó a Herrera la credencial que, según Arjona, habría
exhibido para acreditar su calidad de policía; segundo, que resulta sugestivo que no se hubiese desplegado
violencia alguna para lograr que el damnificado abordara el vehículo de los secuestradores; tercero, la
inverosimilitud de la exigencia del dinero frente al hecho de que, para llevar a cabo las negociaciones, no
sacaron al denunciante del radio de la Ciudad de Buenos Aires, pues de haberse verificado los sucesos en orden
al relato del nombrado, la detención de Herrera no se habría producido con la facilidad en que se verificó.
El Dr. C. opina que, en verdad, Arjona fue quien realizó el ofrecimiento de dinero con el fin de desplegar su
actividad vinculada con la comercialización de estupefacientes sin interferencias de terceros, lo cual demuestra,
de acuerdo con la presentación, que no existió un pedido de rescate.
Agregó que si bien el resto de los testigos abonan la producción de determinadas situaciones relatadas por
Hugo Arjona, estas últimas nada prueban acerca de la configuración de un secuestro extorsivo. Subrayó que
frente a este panorama adquiere preeminencia la versión de su defendido, basada en que frente a la grave
intoxicación de un allegado por consumo de "tizas" que contenían veneno para ratas, se concentró en la
búsqueda del responsable del suministro de esa sustancia. Así fue que llegó a "Didi", quien a cambio de no
sufrir molestias, ofreció dinero.
Concluyó, no sin cierta oscuridad, que corresponde descartar la figura de secuestro extorsivo y considerar
eventualmente la de amenazas, prevista por el art. 149 bis, segundo párrafo, C.P.
II.- a) Según la síntesis que antecede, la defensa pretende, sobre la base de un asunto probatorio, que se
mude la significación normativa del hecho atribuido a Herrera aunque su propuesta se sustentar sin embargo, en
un salto argumental que impide desentrañar la conducta que subyace a la subsunción sugerida. Sin embargo, la
falta de información no distingue sólo a la presentación del recurrente sino que parece ser un lugar común en el
expediente, donde se ha construido una hipótesis delictiva sobre elementos fácticos insuficientes a dichos
efectos o explicados, en cambio, a la luz de otra construcción hipotética.
Cabe adelantar que esta afirmación nos conducirá a descartar la significación jurídica que se dio al hecho
denunciado y a examinar si, en cambio, se filtra algún haz de luz en la prueba recolectada que permita construir,
aunque sólo en el marco de un juicio estrictamente provisorio, otra perspectiva normativa.
Hemos visto que, de un lado, el caso de la defensa radica en que fue Arjona quien ofreció dinero a su
asistido para que abandonara su investigación relativa a su vinculación con la comercialización de
estupefacientes. Del otro, el fundamento de la afirmación provisoria de la hipótesis delictiva en el
pronunciamiento atacado, se apoya en argumentos que persiguen descartar como posible la versión de la
defensa, mas no en una construcción positiva del caso a la luz de la figura aplicada. Tampoco la prueba

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recolectada permite superar estas flaquezas y conformar la convicción de que existe una probabilidad positiva
acerca de que Herrera habría sustraído, retenido y ocultado -junto con otro individuo de identidad por el
momento desconocida- a Hugo Arjona con el fin de sacar rescate aunque es preciso, según lo adelantado,
verificar si los elementos recolectados hablan, en cambio, acerca de otra posibilidad interpretativa que, en su
caso, deberá ser objeto de una investigación que trasponga la estricta provisoriedad de una afirmación
preliminar, atendiendo al hecho de que existe un número sensible de diligencias tendientes desentrañar las
oscuridades que han regido en el legajo dé acuerdo con lo apuntado.
Según el relato que antecede, el "a quo" consideró acreditado que Herrera, junto con otro sujeto, habría
sustraído, retenido y ocultado a Hugo Alberto Arjona con el fin de obtener, como contrapartida de su liberación,
la suma de $ 20.000.
Sin embargo, las declaraciones testimoniales y demás probanzas, aunadas a las ausencias anteriormente
señaladas coartan, por el momento, la capacidad explicativa de dicha hipótesis -sin perjuicio de la, posibilidad
alternativa adelantada, que luego será objeto de examen-.
En efecto, Hugo Alberto Arjona declaró que el 8 de abril de 2008, mientras circulaba con su automotor
marca Renault 19, dominio N° AQD-… por la rotonda de la Avda. F. F. de la Cruz y Larrazábal de esta ciudad
para ir a buscar a sus nietos al colegio, se ubicó a la par un auto particular celeste, de tres puertas -cuya marca y
modelo dijo no recordar- tripulado por dos personas. El acompañante -que en principio sería Herrera- tras
identificarse como policía y exhibir una credencial que llevaba colgada del cuello, le hizo señas para que se
detuviera, se sentó en el asiento del acompañante, mientras el otro permanecía fuera del vehículo, y le refirió:
"Bueno, cómo arreglamos". Ante la pregunta del testigo acerca de qué era lo que había que arreglar, Herrera le
dijo: "No te hagas el tonto, yo sé que vos andás vendiendo"; "dale, sabemos que vendés tiza, querés arreglar,
arreglemos porque si no te metemos en cana". Según el relato, Arjona le preguntó cuánto quería y le explicó que
podía conseguir diez mil, propuesta que no satisfizo a su interlocutor, quien le manifestó: "No, con eso no
hacemos nada, por lo menos cien o cincuenta mil". Cuando el testigo le dijo que no tenía ese monto y que a él lo
ayudaban sus hijos, el imputado le contestó: "Bueno, lo siento, vas en cana", ante lo cual Arjona le dijo que
hablaría con su hija, para lo cual recibió la autorización del supuesto policía bajo la advertencia de que "no
hiciera cagadas".
Es así que llamó desde su teléfono celular N° 3226-… al N° 4601-…, instalado en el comercio de su hija,
ubicado en Fonrouge y Chilavert de esta ciudad, donde lo atendió su nieta, Pamela Bello, a quien le pidió que se
comunicara con su hija "Maricel" -Olga Maricel Arjona- para que llevara $ 20.000 a la Avda. F. F. de la Cruz y
Piedrabuena. Aclaró que habló de ese modo para que "su hija se dé cuenta de lo que estaba pasando" (cfr. fs.
59vta.). Luego, según el testigo, los dos sujetos "lo hicieron bajar del auto y lo obligaron a subir al auto de los
supuestos policías", mientras que su vehículo quedó estacionado en la Avda. Larrazábal. Dieron vueltas por
quince minutos hasta que el acompañante -es decir, presuntamente Herrera- bajó en el lugar establecido para el
pago, mientras que Arjona permaneció con el otro individuo, quien lo condujo por diversas calles de Lugano I y
II. Especificó a fs. 59 que antes de que Herrera bajara, pasaron por el lugar de pago varias veces y dado que su
hija no había llegado, debió comunicarse desde su celular con Pamela, quien le refirió que "Maricel" estaba en
camino en un auto azul con vidrios polarizados.
Una vez que el acompañante bajó en el sitio de entrega, el conductor se comunicó con él vía handy en forma
permanente y pudo escuchar que el primero le decía: "no, todavía no pasa nada, no vino nadie", hasta que en un
momento le manifestó: "No, acá hay un quilombo, está toda la policía". Ante ello, su captor le ordenó que se
comunicara con su hija para decirle que estaba todo bien, pero su nieta Pamela le dijo: "no, que primero te
larguen a vos"; por orden del sujeto, obtuvo el celular y se comunicó luego directamente con su hija, a quien le
transmitió el mismo mensaje, pero "Maricel" le contestó que hasta que no lo largaran ella no iba a hacer nada.
En su testimonio de fs. 60 aclaró que el individuo le había dicho además que como contrapartida de su
liberación, liberaran a su compañero, ante lo cual "Maricel" según lo expuesto, exigió la previa soltura de su
padre. Ante ello, el sujeto le ordenó que le solucionara ese problema porque sino lo mataba, por lo cual el
testigo lo tranquilizó, le manifestó que lo arreglaría y le pidió que "lo dejara por ahí". Cuando el conductor
intentó comunicarse con Herrera, éste ya no contestó.
Finalmente, el individuo le refirió: "Mirá, vos no me conocés y yo no te conozco a vos, te dejo por acá y
tomate un taxi", tras lo cual lo liberó en la zona de Liniers o Mataderos. Desde un teléfono púdico le avisó a
Pamela y se dirigió al lugar en que había quedado estacionado su auto, donde se encontraba personal policial.
Aclaró, por último, que los sujetos no le exhibieron armas de fuego ni resultó lesionado (cfr. testimonios de fs.
26/27, 58/60 y 103).
Olga Maricel Arjona, por su parte, relató en sus declaraciones de fs. 19/20 y 61/62 que tras retirar a su hija
del colegio ubicado en Fonrouge y Ana María Janer de esta ciudad y mientras se dirigía a su negocio, recibió
una llamada a su radio Nextel (N° 588 …) de su sobrina Pamela Bello, quien le refirió que a su padre "lo tenían
los policías", quienes querían $ 20.000, "o lo dejaban preso". Al llegar al comercio y advertir que los captores
habían llamado nuevamente, tomó el teléfono, ante lo cual una persona le manifestó: "somos policías, traenos $
20.000, sino lo dejamos preso a tu papá, venite hasta Av. Cruz y Piedrabuena y llevá los veinte mil pesos". Ante

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ello, junto con una pareja amiga que ocasionalmente se encontraba en la heladería, se dirigió al lugar en un Ford
Falcon. Claudia Torres y Cristian Gabriel Bautista estacionaron el vehículo a metros de la esquina y ella caminó
hasta allí aproximadamente a las 17:40 hs, donde vio una persona alterada que decía por handy: "acá no llegó
nadie".
Mientras, recibió un nuevo llamado de su sobrina, quien le preguntó dónde se encontraba porque la estaban
esperando; contestó que había llegado al lugar pero que no veía el auto de su padre. Pamela le dijo que éste
había quedado en Larrazábal, por lo cual y dado que el sujeto mencionado se había sentado en un cantero desde
donde seguía hablando por handy, se acercó al Supermercado Coto ubicado en las inmediaciones, donde solicitó
un patrullero y se entrevistó con un policía a quien le dijo que su padre había sido secuestrado y le indicó que el
individuo mencionado sería quien esperaba el rescate. Mientras, comenzó a gritarle al sujeto que se estaba
haciendo pasar por policía, que tenían a su papá. Cuando detuvieron al imputado, éste manifestó que estaba
equivocada, que no era él, que "cómo vas a decir que soy policía", que sabía que ella vendía droga con su
familia y que no la conocía, por lo cual cómo decía que él era policía. Luego hizo referencia a un episodio
vinculado con la muerte de una sobrina de la testigo, lo cual demuestra, según esta última, que el sujeto la
conocía, ante lo cual le manifestó: "entonces, ¿cómo es que no me conocés? Mirame bien la cara" y le aclaró
que ella no vendía droga y que no sabía con quién se había metido.
Llegó luego el móvil policial y mientras se llevaba a cabo el procedimiento, concurrieron sus amigos
Claudia y Cristian, quienes manifestaron que el sujeto detenido se les había acercado momentos antes para
pedirles $ 20.000 para "liberar a Didi". Luego, a través de una nueva comunicación Pamela le dijo que habían
liberado a su padre, quien se dirigía al lugar en que había quedado estacionado su auto.
Agregó que era la primera vez que veía a este sujeto; que la radio de su sobrina tiene el N° 584*5099; que
en ningún momento recibió en su celular una llamada directa de los captores; que desconocía los motivos por
los cuales habían secuestrado a su padre; que no reconoció la voz de las persona con quien había hablado en el
comercio y, por último, que cuando su sobrina Pamela supo que los secuestradores de su padre se trasladaban en
un "Gol celeste", le comentó que un mes atrás, dos o tres personas, con un automotor de esas características,
habrían intentado llevarse al marido de su vecina, a quien no le sustrajeron objeto alguno, hecho investigado por
la misma seccional (N° 52, P.F.A.).
A fs. 111 declaró Pamela Gabriela Bello, novia del nieto de Arjona, que mientras trabajaba en el maxikiosco
que posee con su novio en Chilavert y Fonrouge de esta ciudad recibió un llamado del nombrado al abonado N°
4601-…, quien le dijo que llamara a "Maricel" para que llevara $ 20.000 a la esquina de Independencia y otra
calle que no recuerda. Luego se comunicó nuevamente, le manifestó que "lo tenían" y que llevara la plata a
Piedrabuena y Cruz. Ella, a su vez, llamaba a través de su radio a "Maricel" para transmitirle los mensajes, a la
vez que, a pedido de Arjona, le preguntaba dónde se encontraba, en qué auto se trasladaría, etc. Cuando hablaba
con el damnificado, escuchaba que otras personas le ordenaban lo que debía decir. Uno de los llamados lo
atendió uno de los hijos del nombrado, Víctor Arjona, a quien los sujetos le dijeron que eran policías. Agregó,
por último, que el apodo de Hugo Arjona era "Didi".
Claudia Graciela Torres y Cristian Gabriel Bautista prestaron declaración testimonial a fs. 22 y 65; y a fs. 23
y 63 respectivamente. Agregaron a la versión de Olga Arjona ciertas especificaciones, tales como el hecho de
que, cuando la nombrada se les acercó para pedirles ayuda, les refirió: "llevame, llevame, que la brigada lo tiene
secuestrado a papá". Durante el trayecto, "Maricel" les dijo: "estos están locos, de dónde quieren que saque esa
plata... cómo puede ser que la brigada lo tenga secuestrado si el auto está a mi nombre, yo soy la titular".
Cuando la nombrada se bajó en la esquina de Piedrabuena y F.F. Cruz, ellos dieron una vuelta y retomaron la
primer calle para verificar si se encontraba bien. Al detenerse en el semáforo de esa esquina, se acercó a la
ventanilla del lado del asiento que ocupaba Torres un sujeto con pantalón oscuro, remera verde y gorrita con
visera, quien le manifestó: "Vos trajiste la plata para liberar a Didi" y ella le contestó que no. El sujeto comenzó;
a caminar por Piedrabuena hacia Dellepiane y luego fue detenido. Aclararon que en el marcó de este
procedimiento hubo una discusión que Herrera habría aprovechado para seguir hablando por teléfono e intentar
escapar, por lo cual Bautista decidió llamar directamente a un patrullero. Este último agregó, a su vez, que tomó
dos fotos del procedimiento con su celular, cuyas impresiones se agregaron a fs. 108.
En lo que concierne a quienes intervinieron en dicho procedimiento, a fs. 29/30 prestó declaración
testimonial el agente de la P.F.A. Ramón Sebastián Sánchez, quien relató que el 8 de abril de 2008 a las 17:40
hs aproximadamente, mientras se dirigía a pie a la parada ubicada en Francisco Fernández de la Cruz y
Piedrabuena, se le acercó Olga Maricel Arjona para referirle que minutos antes había recibido un llamado
telefónico mediante el cual le comunicaban que tenían secuestrado a su padre y que debía pagar un rescate de $
20.000. Señaló a un sujeto que hablaba por handy como uno de los involucrados en el hecho, toda vez que
momentos antes le había escuchado decir: "No, todavía no llegaron, no vinieron". De ese modo, el testigo
detuvo la marcha de esta persona, le dio aviso al Sargento 1° Jorge Castagneda y al llegar un móvil policial se
procedió a la detención de Ricardo Gustavo Herrera, a quien se le secuestró un teléfono móvil de la firma
Nextel, la suma de $ 116,35, una gorra negra, un auricular y una llave. El preventor agregó que mientras, se
acercó al lugar Cristian Gabriel Bautista, quien dijo que minutos antes ese sujeto le había dicho a su mujer:

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"vinieron, trajiste los $ 20.000 pesos por Didi".
Por su parte, el Sargento Castagneda declaró a fs. 21 en el mismo sentido que el testigo anterior y agregó
que cuando llegó al lugar vio que Olga Maricel Arjona gritaba. El Agente Sánchez le comentó que la mujer
había ido gritando que personas que se hacían pasar por policías habían secuestrado a su padre y el individuo
demorado era aparentemente uno de los autores del hecho.
Finalmente, el Ayudante Ever Omar Fernández, refirió que a las 17:50 hs recibió un llamado del Sargento
Primero Castagneda y concurrió al lugar, interviniendo en la detención del imputado y secuestro de los
elementos detallados.
Ahora bien, cuando el imputado prestó declaración indagatoria ante el juez de la causa a fs. 88/90 (cfr. fs.
76vta.), relató que un amigo suyo, Héctor Luis Dayan, quien habitualmente hace uso de drogas, tuvo fuertes
dolores estomacales y, al conducirlo al Hospital Fernández dos meses atrás aproximadamente, se pudo
establecer que la "tiza" que había consumido estaba contaminada con veneno para ratas. Una vez que su amigo
salió del hospital, él se concentró en averiguar quién le había vendido ese material y dio así con "Didi", quien
vive en la villa del bajo Flores. Aclaró que tanto este último como su familia lo conocen, puesto que tanto él
como otras personas, los estaban investigando. En el marco de su investigación, el 8 de abril a las 17:00 hs
aproximadamente, mientras caminaba por las inmediaciones de la villa en cuestión, se le acercó "Didi" con su
auto y le indicó que subiera para hablar, por lo cual se sentó en el asiento del acompañante. Le dijo que no
quería tener problemas y le ofreció dinero, a cambio de que concluyera la investigación. Cuando se negó a
aceptarlo, "Didi" le ofreció hasta la suma de $ 20.000 y comenzó a llamar a sus familiares para que llevaran ese
monto al lugar.
El imputado relató que siguió rechazando la oferta y, en un momento, se bajó y caminó por la Avenida en la
que se sitúa el Supermercado Coto. Dos cuadras antes, un Ford Falcon lo siguió mientras le tocaba bocina sus
ocupantes le decían que no "voltearan a papá", que tenían dinero. Una vez que cruzó hacia la mano del
Supermercado Coto, se le acercó un policía para preguntarle qué pasaba, porque una mujer gritaba que él tenía
secuestrado a su padre. Explicó a la policía lo ocurrido, se acercaron mientras los ocupantes del Ford Falcon,
quienes decían que tenía secuestrado a su padre y finalmente fue detenido. En cuanto al número de celular
3538-… dijo creer que lo conocía y que quizás su titular era su amigo Dayan. Manifestó no recordar si
momentos antes de su detención había entablado comunicaciones, negó haber tenido o mostrado una credencial
y, en cuanto a su pertenencia a las fuerzas de seguridad, manifestó que hizo el servicio militar hasta la
terminación de la guerra de Malvinas.
Por último, Dayan declaró a fs. 98/99 que "Gustavo" era amigo de su hermano, ya fallecido, y que para él es
sólo un conocido. El 7 u 8 de abril aproximadamente el nombrado había concurrido a su casa para llevarse un
televisor que él le había prestado y su último contacto fue telefónico, el martes 8 de abril. Agregó que le entregó
a Gustavo un aparato Nextel registrado a su nombre porque hace más de tres años que había sacado una flota
-radio N° 552 *…-. En la ampliación de su testimonio de fs. 118/119, manifestó que dos o tres meses atrás,
Herrería lo había llevado al Hospital Fernández porque había consumido cocaína contaminada con veneno para
ratas. Agregó que el nombrado, a su vez, consume cocaína y que en ciertas ocasiones pasó a preguntarle si tenía
"algo para convidar". En cuanto a la investigación referida por el imputado, el testigo manifestó que debería ser
mentira, pues cuando el sufrió ese episodio intentó averiguar por sus propios medios dónde la había comprado
el amigo que se la suministró sin resultados positivos, por lo cual estima que con mayor razón Gustavo debe
desconocer dicha circunstancia.
b) Los restantes elementos probatorios acompañan, en verdad, las circunstancias referidas por Arjona pero
no se revelan como elementos independientes que permitan dar al suceso el significado asumido por el
juzgador.
En efecto, la investigación relativa a los llamados entrantes y salientes de todos los teléfonos involucrados
por las declaraciones sintetizadas permiten corroborar que Arjona se habría comunicado en reiteradas
oportunidades, durante el horario indicado en su testimonio, con el teléfono instalado en el negocio de su hija,
mientras que se registraron llamados entre las radios Nextel de Olga Arjona y Pamela Bello, a la vez que del
teléfono Nextel que se le secuestró a Herrera se habrían entablado varias comunicaciones con otro teléfono
móvil registrado a nombre de Ahmar. Por lo demás, las celdas correspondientes a los diversos llamados
coinciden en principio, con los lugares referidos en los testimonios de cargo (vid. fs. 36, 78/84, 106/109,
127/134, 145/154, 145/53, 345/59, 356/59 y 365/368). Ello, sin perjuicio de que resultaría menester acompañar
la medida ordenada atinente a la realización de un entrecruzamiento de todos los llamados con un croquis de los
lugares de ubicación de las antenas correspondientes y su cotejo con los sitios mencionados por la víctima y sus
familiares.
Ahora bien, sin perjuicio de lo expuesto, estas circunstancias no permiten trazar una línea trasversal entre la
versión del damnificado y aquella del imputado que permita agregar datos objetivos a las circunstancias
referidas por el damnificado en punto a las circunstancias y contexto en que tuvo lugar el hecho. A lo sumo,
otorgan verosimilitud al relato de Arjona y precisamente será lo que nos permitirá sostener, sólo de manera
provisional, una hipótesis delictiva aunque distinta de la afirmada por el "a quo". En consecuencia, si nos

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atenemos al relato de las circunstancias del hecho por parte de los testigos de cargo, no es posible afirmar, ni
siquiera provisionalmente, que Arjona hubiese sido privado de su libertad ambulatoria como medio de llevar a
cabo la extorsión denunciada. En esta dirección, no es posible afirmar que hubiese sido sustraído, ocultado y
retenido para obtener rescate, pues de la declaración del testigo se desprende que los imputados le habrían dicho
que eran policías, que si no les pagaba la suma requerida "iría preso", ante lo cual el testigo les preguntó cuánto
querían y que intentaría conseguir esa suma a través de su hija. Las circunstancias en las que supuestamente
recuperó su libertad también generan dudas en punto a la privación de su libertad ambulatoria, pues el propio
damnificado "tranquilizó", según sus propios términos, al captor que permaneció en el automotor y le dijo que él
arreglaría el problema. De este modo, más allá del menoscabo de su libertad de determinación en punto a la
advertencia, por parte de sujetos que decían ser policías, de que si no abonaba la suma requerida, sería "llevado
preso", no se observa la mengua de su libertad ambulatoria, máxime si se tiene en cuenta que la propia víctima
indicó que no usaron armas ni lo lesionaron.
Por otra parte, no es posible perder de vista que en el caso del imputado -quien no negó haber estado con
"Didi" el día del suceso- fue él quien se subió al auto de Arjona y no viceversa. No se ha llevado a cabo ninguna
medida que permita establecer en forma objetiva, si el rodado del damnificado quedó estacionado en el lugar en
que dijo haber sido "obligado" a subir al de sus captores durante los cuarenta minutos aproximadamente que
habría durado, según su versión, la privación de su libertad.
En esta dirección, nos hallamos frente a un problema de índole probatorio-normativa para confirmar la
hipótesis delictiva acogida por el juzgador. A nuestro entender, no se ha probado con el grado de convicción
requerido para esta etapa del proceso que Arjona hubiese sido sustraído, retenido y ocultado -actividades
comisivas que exigen respectivamente, apartar a una persona de la esfera en que desarrolla su vida en libertad,
aunque el autor no consolide su dominio sobre ella; hacer permanecer a la víctima fuera de la esfera en donde
desarrolla su vida en libertad durante un lapso de tiempo más o menos prolongado; y llevar a cabo cualquier
actividad que impida o dificulte la posibilidad de que la víctima sea reintegrada a la esfera de la que ha sido
sustraída por medio de la acción de terceros (cfr. Creus, Carlos, "Derecho Penal, Parte Especial", Ed. Astrea,
Buenos Aires, 1995, Tomo I, p. 485)-.
"...En toda extorsión, hay un ataque a la libertad como medio para vulnerar a la propiedad, pero en este
delito hay un doble ataque a la libertad: el que se dirige contra la libertad de determinación, que es común a todo
tipo de extorsión, y el que menoscaba la libertad ambulatoria de la misma víctima de la extorsión o de un
tercero..." (cfr. op. cit., p. 485).
En consecuencia, no corresponde significar preliminarmente los sucesos a la luz de la figura establecida por
el art. 170 C.P. pues no se han acreditado, siquiera con provisoriedad, las actividades alcanzadas por aquella
norma.
Sin embargo, es factible preguntarse aún si la prueba recolectada permite, cuanto menos, conformar
provisionalmente una hipótesis delictiva recortada a la luz del art. 168 C.P. -comprendida dentro del sustrato
fáctico que se hizo conocer al imputado-. Más allá de las falencias de la investigación y de los vacíos de
información que han regido la tramitación del legajo, según lo apuntado con antelación, entendemos que en un
grado estrictamente provisorio puede computarse esa posibilidad, aunque será necesario practicar una serie de
medidas básicas, tendientes a fortalecer, o en su caso desechar, la hipótesis que provisoriamente se afirmará.
En efecto, los testimonios más las diligencias practicadas en punto a los teléfonos involucrados, elementos
reseñados con anterioridad, sustentan la posibilidad de imaginar que Herrera, junto con otra persona de
identidad desconocida, simulando ser policías, le habrían exigido al damnificado a cambio de no "llevarlo
preso" por su actividad vinculada con la venta de "tizas", una suma de dinero, sin perjuicio de lo cual, no se
habría verificado la disposición patrimonial pretendida por razones ajenas a su voluntad.
Sin perjuicio de ello, la delineación completa de la hipótesis imaginada precisa que se determinen ciertos
extremos ocultos en función de los vacíos anteriormente reseñados.
En primer lugar, cabe señalar que se ha omitido llevar a cabo un reconocimiento en rueda de personas con la
intervención activa de Hugo Arjona pues según lo expuesto, su hija señaló a esta persona sobre la base del
diálogo que mantenía por su teléfono celular, mientras que su padre se encontraba en el interior del automotor
con el otro sujeto interviniente. Si bien el damnificado reconoció la gorra secuestrada como aquella que llevaba
puesta el acompañante del conductor que descendió en la esquina prefijada, cabe mencionar que sólo aludió a
dicho objeto en la rectificación que realizó en su segunda audiencia de declaración testimonial (vid. fs. 58 y 60),
a lo que cabe sumar que en el momento de la detención, no se le incautó al imputado credencial alguna.
Entendemos que esta medida no puede ser suplida, sin mengua del principio establecido por el art. 18 C.N., por
los dichos del imputado cuando, en su descargo, explicó los motivos por los cuales se encontraba en la esquina
en que fue detenido.
Por otro lado, cabe traer a colación aquí nuevamente lo dicho en punto a la necesidad de establecer desde un
punto de vista objetivo, quién habría subido a qué auto, así como lo concerniente al entrecruzamiento e
ilustración de los llamados a los que se refirieron los testigos. Además, resultaría útil convocar a Víctor Arjona

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quien, de acuerdo con Pamela Bello, habría recibido en el negocio uno de los llamados de los imputados.
Asimismo, más allá del testimonio de Dayan, no se han evacuado la totalidad de las citas realizadas por el
imputado al momento de ser indagado, por ejemplo, aquella relacionada a la internación de quien identifica
como su amigo en el Hospital Fernández.
No es posible perder de vista tampoco que de acuerdo con los informes telefónicos referidos con antelación,
se habrían realizado llamados desde y hacia el aparato de Nextel incautado al imputado luego de la hora de su
detención, lo cual podría explicarse si se tienen en cuenta las declaraciones que aludieron una pelea en el lugar,
a los reparos de los agentes policiales en llevar a cabo en forma inmediata el procedimiento y al hecho de que,
según Hugo Arjona, el captor que lo conducía en el automotor le habría ordenado que llamara a su hija para
avisarle que se encontraba bien y que se liberara a su compañero.
Estos son datos llamativos que no encuentran claridad en las declaraciones de los preventores quienes
deberían ser preguntados, así como los testigos del procedimiento, sobre las circunstancias de este último.
Tampoco es un dato menor el hecho de que Olga Maricel Arjona, durante su relato aludió a que su padre
habría sido trasladado en un automóvil marca Volkswagen Gol, de color celeste el cual se habría utilizado poco
tiempo atrás por dos individuos para llevar a cabo un hecho similar al denunciado, en el cual habrían intentado
"llevarse" al marido de la vecina de su sobrina, que también tiene un comercio, pero no le sustrajeron ningún
objeto. El suceso lo investigaría también la seccional 52° de la P.F.A.
A lo expuesto, cabe sumar el hecho de que Arjona se refirió a supuestos policías que le exigían el pago de
una suma de dinero como contrapartida de que no lo apresaran, así como al de que, en el barrio en que habría
tenido lugar el suceso, se han llevado a cabo varias investigaciones vinculadas con infracciones a la ley 23.737.
El propio Arjona, según se desprende del certificado actuarial, fue procesado con prisión preventiva en el año
2001 por el delito de tenencia de estupefacientes destinados a la comercialización (cfr. CFed., Sala II, 27/12/01,
reg. 19.371) y condenado luego a la pena de tres años por el delito que se tipificó finalmente como tenencia
simple de estupefacientes (sentencia del T.O.F. N° 4, del 15/9/03, reg. 39/03), en el marco de una causa en la
que asimismo se realizaron varios allanamientos en diversos domicilios del vecindario. En este contexto, no es
posible descartar una vinculación -sea formal o informal- de los imputados con la fuerza de seguridad a la que
decían pertenecer según los dichos de Arjona o el aprovechamiento de investigaciones abiertas para la eficacia
de la intimidación y la obtención de un beneficio económico indebido.
En consecuencia, más allá de la división realizada mediante la extracción de testimonios dispuesta en orden
a eventuales infracciones de la ley 23.737 tras la declaración indagatoria de Herrera, resultaría necesario
establecer si existen investigaciones abiertas en contra de Arjona o de su familia, así como la existencia de
hechos similares al denunciado en la seccional interviniente en autos, sin dejar de profundizar la investigación
en lo que atañe a la supuesta calidad policial del imputado y de quien se sospecha, habría intervenido con él en
el suceso.
En función de lo expuesto habrá de confirmarse parcialmente el pronunciamiento apelado, aunque bajo otra
calificación legal preliminar (arts. 42 y 168 C.P.).
III.- Si bien la medida cautelar que acompañó la resolución apelada no fue motivo de agravio, lo cierto es
que compromete una cuestión de orden general con violación de garantías constitucionales, por lo cual se abre
la jurisdicción de la sala en orden a lo establecido por el art. 168 y cctes. del C.P.P.N. Ello es así por cuanto al
momento de disponer la prisión preventiva del imputado atendiendo a la escala penal prevista en abstracto para
la figura penal aplicada -que, por lo demás, en virtud de lo expuesto en el punto anterior, será desplazada por la
normada en el art. 168 C.P.- y a la imposibilidad -apoyada en ese mismo parámetro- de la suspensión
condicional de la ejecución de una eventual condenar a la pena de prisión, el magistrado se ha apartado de lo
dispuesto por el art. 18 C.N. y al debido proceso legal sustantivo (juicio de razonabilidad de los arts. 14 y 28
C.N.) pues ha omitido motivar la medida en su eventual necesidad y proporcionalidad atendiendo a los fines del
proceso penal (art. 280 C.P.P.N.). En pocas palabras, no ha explicado cuáles son los peligros que para la
consecución de aquellos fines representa la libertad del imputado durante el proceso, es decir, la regla general,
ni cuál es el fundamento de tales temores en función de las constancias del legajo. Ello se enfrenta, por lo
demás, con la reiterada doctrina de la Sala en punto a este asunto (cfr. Sala I, causa 40990, reg. N° 140, rta.
28/9/07, entre muchas otras). Desde esta perspectiva, la medida cautelar se presenta infundada, en violación a lo
establecido por el art. 123, C.P.P.N., por lo cual se anulará parcialmente el decisorio y se dispondrá el reenvío
del expediente al juez para que emita nuevo pronunciamiento que represente una derivación razonada del
derecho vigente.
En virtud de lo expuesto, el Tribunal RESUELVE:
I.- CONFIRMAR parcialmente el pronunciamiento apelado en cuanto dispuso el procesamiento de Ricardo
Gustavo Herrera en orden a la conducta por la cual es perseguido, aunque MODIFICANDO LA
CALIFICACION LEGAL aplicada por la del delito de extorsión, prevista por el art. 168 C.P. en grado de
tentativa (art. 42 C.P.) y dejando expresa constancia de la necesidad de profundizar la investigación a la luz de
las sugerencias indicadas. II.- ANULAR PARCIALMENTE el decisorio en cuanto dispuso la prisión preventiva

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del nombrado y REENVIAR las actuaciones al juez interviniente con fin de que dicte nuevo pronunciamiento
conforme a derecho en lo que ese punto se refiere.
Regístrese y devuélvase el incidente junto con el principal al juzgado de primera instancia, donde deberán
practicarse lasa notificaciones urgentes de rigor. Sirva la presente de atenta nota de remisión. — Eduardo R.
Freiler. — Eduardo G. Farah.

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