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Resumen
Antecedentes.
La ley 99 de 1993 declaró de interés ecológico nacional la Sabana de Bogotá con
destinación forestal y agropecuaria prioritaria ( Artículo 61) Según la Constitución la
protección de este patrimonio ecológico es función de las autoridades territoriales (
artículo 313) y el mantenimiento de las funciones ecológicas de cada predio es
obligación de su propietario ( Artículo 58). La versión final del POT de Bogotá
estableció límites a la expansión urbana en el borde norte y a pesar de que la CAR
todavía no ha declarado allí la Reserva Forestal ordenada por el Ministerio del
Ambiente, durante los últimos siete años el avance de la urbanización se ha detenido en
la calle 222 no así en los municipios vecinos en donde la construcción de
urbanizaciones y de casas aisladas se ha acelerado.
Los atractivos que más se mencionan en los textos son de tres clases: 1 el paisaje, 2 la
calidad de los suelos agrícolas y 3 la bondad de sus gentes y consiguiente seguridad del
entorno. El paisaje se caracteriza por su clima frío y al mismo tiempo soleado y
lluvioso, por el contraste entre la llanura y los cerros y para los extranjeros, como
Humboldt y Moullien, por sus características europeas en medio de grandes ecosistemas
tropicales. A principios del siglo pasado este paisaje había alcanzado un clímax estético
gracias a la adición de eucaliptos y sauces y a la disminución de los trigales amarillentos
y cenizos, compensados por el verdísimo kikuyo. Tomas Rueda insistía en que era un
paisaje para observar y meditar y que esa función había sido fundamental en la
caracterización de la clase dirigente bogotana. La calidad de parte de sus suelos ha sido
confirmada por los análisis de laboratorio, en especial la formación denominada
Tibaitatá, al occidente, está clasificada como uno de los poquísimos suelos de primera
que existen en todo el país. Sin embargo las heladas o sea las bajas de temperatura a
menos de cero grados dificultan la continuidad y el éxito de todos los cultivos que no se
realicen bajo invernadero. Muchos de los suelos no se prestan a la siembra de plantas de
enraizaje profundo debido a la existencia de láminas de arcillas muy duras que impiden
su adecuado desarrollo pero son buenos para pastos. La contaminación biológica y
química de las aguas del Bogotá disminuyen la calidad de los productos que se riegan
con sus aguas y entonces es necesario apelar a aguas subterraneas o a algunas de las
corrientes mas pequeñas que todavía tienen bajos niveles de contaminación. La bondad
de sus gentes se ha comprobado en años recientes cuando la guerrilla y los
paramilitares encontraron serias dificultades para controlar la región, pero no puede
olvidarse que aún en pueblos pequeños hubo procesos de “limpieza” brutal y que
algunas alcaldías todavía están hoy en poder de grupos mafiosos. La oferta de trabajo
originada en los cultivos de flores o en la industria láctea ha mantenido un nivel
aceptable de empleo en la sabana y las cosechas de papa todavía mantienen grupos de
recogedores especializados. Sin embargo muchos de los hijos de familias grandes
prefieren vender sus derechos y emigrar a la capital en lugar de dedicarse a actividades
agropecuarias
Cinco Problemas
Creo que los problemas ambientales de la Sabana más cercanos a las posibilidades de
acción de un Alcalde Mayor de Bogotá son aquellos cuya solución es posible en los
años de su mandato y gracias a los recursos que están a su disposición. En esa situación
encuentro los siguientes:
1 La contaminación por metales pesados del río Bogotá
2 Los intentos de urbanización del extremo norte del Distrito
3 La necesidad de reemplazar o ampliar el relleno sanitario
4 El mantenimiento de la reserva forestal de los cerros
5 Las amenazas sobre los humedales por la construcción de la ALO
Casi todos estos problemas y otros que se mencionan en el texto están interrelacionados
con el crecimiento de la población de la capital y con su huella ecológica en el resto del
territorio colombiano, huella que se amplifica debido a la localización geográfica de la
ciudad y a su clima, características que exigen largas redes de transporte para
aprovisionarla y para llevar al mercado sus productos. Sin embargo los Alcaldes de
Bogotá poco pueden hacer para evitar o limitar este crecimiento, como veremos a
continuación.
Cinco Propuestas
Esos cinco problemas han sido examinados detalladamente por la Secretaría de Medio
Ambiente y por la CAR y existen planes y proyectos ya propuestos por estas entidades y
por las organizaciones no gubernamentales que se interesan en el tema. Entre esas
propuestas nombraré cinco que pienso merecen la atención de los candidatos a la
alcaldía.
Estos círculos viciosos que tienden a estratificar más la ciudad y la sabana, agrupando
en esta última las residencias de las clases más pudientes, tienen consecuencias
ambientales en las áreas rurales del Distrito y de los municipios vecinos, entre ellos la
disminución del caudal y la contaminación de las corrientes superficiales de agua, y de
los acuíferos, la urbanización de suelos agrícolas de primera clase, la extracción de
arcilla, arena y gravilla de los cerros y de los valles aluviales y la consiguiente
degradación de los paisajes rurales
Alrededor de la ciudad y dentro del D.C. existen 129.000 hectáreas de suelo rural y
17.000 hectáreas de suelo suburbano en continuo proceso de transformación. La mayor
parte de este suelo rural, 72.000 hectáreas, pertenecen a la localidad de Sumapaz y
corresponden a formaciones de páramo y subpáramo pero todavía existen un poco más
de 6.000 hectáreas de suelo plano correspondiente a la sabana de Bogotá sin urbanizar,
la mayor parte situada al norte de la ciudad. Sobre estos suelos planos y sobre los cerros
orientales, partes importantes del patrimonio ecológico territorial, los procesos formales
e informales de urbanización influyen y afectan fuertemente en forma continua sus
características ecológicas, restándoles valor y disminuyendo su capacidad de prestar
servicios ambientales.
Al oriente y al sur de la altiplanicie algunos de estos cerros ascienden por encima de los
3.000 metros y conforman páramos como el de Chingaza y el de Sumapaz,
semiplanicies cubiertas por una flora única en el planeta que es capaz de retener
enormes cantidades de agua. De estos ecosistemas inigualables se desprenden las
corrientes que alimentan primero el Meta y luego el Orinoco y parte de sus aguas han
sido desviadas para el acueducto de Bogotá y constituyen la única reserva de la ciudad,
son, como lo recordó Germán Marquez, estratégicas para la existencia de la capital. En
las laderas de los cerros orientales se conformó desde la conquista española una cultura
campesina cuyos cultivos de tubérculos y legumbres aportan una parte de la
alimentación de los bogotanos.
Al norte entre cerros y planicies se han construido las represas del Sisga y del Neusa
que permitieron desecar los restos del gran lago y equilibrar los caudales necesarios
para generar energía en la caída del Tequendama. Detrás del páramo de Guerrero y de
las colinas que cierran la sabana en Sutatausa se abren los valles de Ubaté y
Chiquinquirá y sobrevive con dificultades el gran lago en la laguna de Fúquene.
Pasada la ciudad de Tunja se encuentran las altiplanicies de Duitama, Paipa y
Sogamoso, gran productor de leche para Bogotá. Toda esta parte de Boyacá ha recibido
el impacto de la capital, la cual no solo absorbe sus productos sino atrae sus mejores
líderes, erosionando su cultura y su economía. Sin embargo este departamento es
también uno de los más mestizos del país y esta condición pareciera haber influido en su
afortunado aislamiento de los fenómenos de narcotráfico y en las negociaciones con que
concluyeron allí la violencia partidista y se han congelado los enfrentamientos entre
comerciantes de esmeraldas.
En 1938, al cumplir 400 años, la ciudad de Bogotá tenía menos de cuatrocientos mil
habitantes, 25 años más tarde alcanzaba más de un millón, el cambio se había iniciado
en 1947, cuando empezó el enfrentamiento violento entre conservadores y liberales, un
año después de que Ospina Perez ganara las elecciones presidenciales. En ese año la
ciudad empezó a recibir oleadas de inmigrantes desplazados de los pueblos liberales,
temerosos por sus vidas y, al mismo tiempo, ilusionados por el vigor de las obras y los
nuevos servicios que se iniciaban en la capital para recibir en abril de 1948 la
Conferencia Panamericana, en la cual se debería firmar la carta de la OEA. Los límites
de la ciudad en 1938 eran casi los mismos de los que había tenido al finalizar el siglo
XIX, los cambios principales eran la construcción del barrio de la Merced, en la calle 34
, los inicios de urbanizaciones al occidente del Parque de los Martires y al norte del
Cementerio y la construcción de la Avenida Caracas y de la Avenida de Chile, a lo largo
de las cuales algunas familias ricas recién llegadas de Antioquia y de la costa iniciaban
la construcción de mansiones no soñadas por los bogotanos. Al norte del Parque
Nacional, se extendían los chircales en donde se fabricaba el ladrillo y luego la carrera
séptima se alargaba entre potreros, en donde lentamente se construían los llamados
barrios residenciales y las casas de los más ricos estaban todavía rodeadas de jardines
de miles de metros cuadrados. Al sur la ciudad se terminaba en el Hospital de la Hortúa
y solo en 1947 se inició el primer barrio del INSCREDIAL destinado para funcionarios
bajos del gobierno. Al oriente se construía el Venado de Oro, un gran restaurante
destinado a impresionar a los delegados americanos, bellamente situado entre los
bosques recién plantados sobre los terrenos de donde Gaitan había desalojado a los
últimos habitantes del Pueblo Viejo, el recinto donde los descendientes de los chibchas
habían vivido en comunidad durante siglos Al occidente de la Estación de la Sabana
solo se encontraba el aeropuerto de Techo pero no pasarían muchos años antes de que
alli se instalar las primeras industrias modernas.
A partir de esta esquina urbanizada, que cubría menos de mil hectáreas, se extendía la
sabana de Bogotá sobre casi 200.000 hectareas planas. El primer español que la
describió, poco después de la fundación de la ciudad dijo, simplemente: “Tierra
buena.… tierra abastecida…tierra donde se ve gente vestida. No había sido siempre así;
Thomas van der Hammen y Gonzalo Correal han descubierto un mundo diferente,
ornamentado de nieves perpetuas, pleno de altos bosques y lagunas en donde se cazaban
mastodontes Cuando Humboldt la vío en 1802 la describió así: “..en la gran sabana de
Bogotá la vegetación se entume eternamente bajo un cielo nebuloso, no se ve sino una
llanura carente de árboles y de verdor, con un perpetuo aspecto otoñal..Un habitante
de Santa Fe ignora lo que es la tupida sombra de un bosque. Que contraste en la
naturaleza. Las tristes sabanas de Bogotá, los campos sembrados de trigo y avena, en
medio de dos grandes valles” Un viajero francés, Gaspar Moullien, es mas entusiasta en
1823: “ En esta llanura no crecen más árboles que los sauces y los manzanos..-.en
cambio los cereales se dan con abundancia insospechada…Espectáculo maravilloso
este de encontrar a una altitud, en la que en Europa el hombre vive a duras penas…una
campaña tan rica como la de Beuce” Pombo en 1877 la llama “imperial..grandiosa en
su primor, su hierba es oro””. En 1947, cuando se aceleró el cambio, ya había muerto
su cantor más romántico, el gestor de toda la nostalgia que nos inspira la Sabana. Don
Tomas Rueda Vargas la llamaba “remanso y crisol” que “con su resistencia natural al
progreso, con la resistencia de sus gentes a salir, con su castellano arcaico, con el
caudal de sus refranes, controla y equilibra, poniéndola en su justo lugar y en su
preciso momento, la inquietud del habitante de Bogotá por viajar, su snobismo
disolvente; y al circundarlo con sus pastos y sus sembrados y sus rebaños le fija un
tanto , le llama a la meditación, a la observación…” ( La Sabana 1977 Pg 96). Sirva la
cita de Don Tomas para orientar esta reunión.
La tragedia que ha asolado el país durante esos años tuvo también impacto en la Sabana,
en los días de abril de 1948 los soldados que protegían la hidroelectrica del Charquito
mataron el último venado que había sido mantenido cuidadosamente en la hacienda de
Canoas, luego la violencia, la corrupción y la droga hicieron caer en manos sucias
algunas de las viejas casonas, muchos fueron secuestrados y tuvieron que emigrar,
aquellos viejos alcaldes municipales que ponían de su sueldo para cuidar la plaza hoy
son minoría ante los que se enriquecen otorgando permisos de construcción, los
borrachines, buscapleitos y ladronzuelos fueron asesinados para evitar molestias. Los
caballos regresaron, eso le hubiera gustado a Marroquin y a don Tomas, pero los jinetes
son otros.
Sin embargo mucha más gente se divierte y recrea ahora en la Sabana: construyen
extrañas mansiones entre el bosque nativo, organizan almuerzos y rumbas en grandes
jardines, cabalgan disfrazados de polistas o de vaqueros, bailan y comen en sus clubes,
discotecas, restaurantes y fritanguerías, juegan en sus campos de fútbol, ruedan por sus
carreteras o simplemente caminan por las veredas. También mucha más gente se educa
en las varias universidades que han construido instalaciones en la altiplanicie, los hijos
de campesinos se convierten en profesionales. La ultramodernización del campo ha
logrado sembrar rosas en los suelos arcillosos y venderlas en Moscú, los productores
mundiales de lacteos hacen alianzas con los hacendados bogotanos.
El caso del municipio de Tabio que fue declarado como Municipio Verde hace veinte
años aporta reflexiones adicionales. El valle que lo constituye es uno de los más bellos
de la altiplanicie, el río Frío que lo atraviesa todavía mantiene en el municipio calidades
aceptables de sus aguas, muchos propietarios protegen en sus predios bosques nativos y
nacimientos de pequeñas quebradas y desde hace veinte años existen en el municipio
grupos organizados que defienden la integridad de su paisaje como ámbito de
producción agropecuaria y recreación. Varias buenas administraciones municipales
contribuyeron a conformar un paisaje urbano y rural excepcional que condujo al
INDERENA a declararlo Municipio Verde como parte de una campaña nacional para
promover la gestión ambiental local. Estos atractivos motivaron durante los últimos
quince años un proceso de desmembración de antiguas haciendas ganaderas en lotes de
tres hectáreas que fueron adquiridos por familias bogotanas interesadas en vivir en el
campo, la arborización y el mantenimiento de jardines y campos deportivos y la
construcción de acueductos veredales y de vías adecuados a la nueva demanda. En años
recientes la administración municipal acepto una intensificación de construcciones de
este tipo en lotes menores, interpretando laxamente la norma que hacia excepciones
para viviendas campesinas, con lo cual la demanda de agua se acercó peligrosamente a
la capacidad de las fuentes municipales. El valle también tiene una tradición minera
sustentada en abundantes yacimientos de gravillas y de arcillas adecuadas para la
fabricación de ladrillo. Hasta el año 2002 las normas vigentes restringieron las zonas de
posible extracción de minerales pero a partir de la instalación del gobierno actual el
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial amplio extraordinariamente
sus áreas incluyendo propiedades que estaban dedicadas a cultivos importantes.
Sin embargo los agrólogos, los ecológos y los ambientalistas insistimos en el enorme
valor de opción de los suelos que desaparecen debajo de quintas y mansiones, en la
necesidad de proteger el patrimonio y la estructura ecológica y en el peligro de que
desaparezca para siempre ese espacio que hoy se utiliza intensamente para la recreación
y que en el futuro podría ser una solución para la escasez futura de alimentos. El mismo
Presidente de la República, a pesar de su interés en el crecimiento de la economía ha
tenido que advertir que es necesario establecer reservas y proteger los ecosistemas
valiosos. Desde puntos de vista socioeconómicos el valor de de opción de sus suelos
indica la necesidad de utilizarlos más intensamente en propiedades más pequeñas,
trabajadas por sus propios dueños para lo cual sería necesario contar con un apoyo
político extraordinario.
Los problemas
1 El Tunjuelito
El río Tunjuelito que era rural hasta hace algunos años hoy es un caño que recibe
contaminantes industriales y amenaza con sus desbordes numerosos barrios.
2 La ALO
Se ha iniciado ya la construcción de la Autopista Longitudinal de Occidente, la cual
atravesará varios humedales importantes y pondrá en peligro la vida rural en el borde
norte de la ciudad.
3 Doña Juana
El relleno sanitario de Doña Juana ha llegado ya al límite de su vida útil sin que se
encuentre una solución satisfactoria.
4 Los Cerros
Existe ya un pan de manejo ambiental de los cerros pero no se cuenta con los recursos
necesarios ni con autoridad suficiente para aplicarlo
5 El borde norte
Hace ocho años el MAVDT ordenó a la CAR la creación de una reserva forestal que
marcará el perímetro urbano y esta orden no ha sido cumplida
Cinco problemas de fondo
1 El crecimiento de la ciudad
La mayoría de los problemas ambientales de la sabana y sus ecosistemas vecinos se
deben a la huella ecológica de la ciudad capital
2 La gran cantidad de necesidades económicas, sociales y ambientales de la ciudad
La ciudad es relativamente pobre en relación con las metrópolis del primer mundo, la
gran mayoría de sus habitantes son pobres o miserables y hay que atender a sus
necesidades
3 La no existencia de una cultura de manejo de residuos
Los problemas de manejo de aguas negras y basuras hubieran podido resolverse más
fácilmente desde que se inició el crecimiento de la ciudad. Todavía hoy no reciben la
atención necesaria por razones culturales.
4 La falta de cohesión social y consecuente segregación y estratificación de los
bogotanos
Muchos de los problemas económicos y ambientales de Bogotá son causados o
agravados por la creciente estratificación de la ciudad, el racismo y el amiguismo de las
clases más pudientes.
5 La insostenibilidad de la vida humana digna en buena parte del país
La capital, situada en un lugar poco competitivo y limitado por razones geográficas,
tendría menos habitantes si en otras partes del país no fuera imposible llevar una vida
digna por razones políticas, sociales, económicas y ecológicas
¿Qué políticas?
La situación general, sus manifestaciones en los municipios, en el borde norte y las
dificultades que ha tenido la CAR para declarar allí la reserva forestal ordenada por el
Ministerio y para en general para proteger la sabana, indican la necesidad de diseñar y
ejecutar políticas más complejas que correspondan a la complejidad de la situación. Por
una parte la sabana como geoecosistema afortunadamente parece tener más resiliencia
de lo esperado, por otra la gente que interviene en sus procesos de cambio responden
con menor homogeneidad de lo supuesto por los POT y tienen aspiraciones más
diversas y dinámicas.
Por otro lado los intereses económicos que respaldan los procesos de urbanización hoy
se agrupan en empresas más grandes y son capaces de planificar y ejecutar proyectos
enormes. Sin embargo se advierte en algunos de ellos posiciones diferentes a las que
guiaron la urbanización de los barrios del norte de Bogota durante los últimos sesenta
años; hay un mayor interés por conservar áreas verdes y e inclusive por enriquecer con
árboles nativos la vegetación existente. Infortunadamente muchos de sus intentos son de
simple maquillaje y no alcanzan las dimensiones suficientes para asegurar el
funcionamiento y mantener la estructura del ecosistema.
Las autoridades ambientales tratan ahora de adaptar sus políticas a estas nuevas
situaciones y se habla de reducir las medidas amplias de conservación a unas
enfocadas a la protección de lo más importante. Esta orientación podría concluir en la
construcción de conjuntos de viviendas separados por mallas verdes, con lo cual el
geoecosistema rural desaparecería.
Las propuestas
Los problemas atrás citados y otros han sido estudiados por la CAR y el Distrito y esas
instituciones han diseñado diversas soluciones. Mencionaré las mejor definidas, las que
considero serían más ejemplarizantes y agregaré cinco que, a mi modo de ver, podrían
llegar a la raíz de las situaciones
Cinco propuestas ya definidas
El Distrito y la CAR han definido desde hace meses propuestas que podrían realizarse
con un impulso del Alcalde Mayor
1 Continuar y, si es posible, acelerar el plan de mejoramiento del río Bogotá.
Después de muchas discusiones existe un plan para descontaminar el río que podría
acelerarse si el Alcalde Mayor encuentran más recursos.