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Anatomía-fisiología y

Educación para la salud Lectura adicional

PREPARATORIA A DISTANCIA 201 1

Guardián de la salud
Drogas, enfermedades y neurotransmisores

Es muy probable que conozcas a alguien que tiene una adicción. ¿Cómo es posible
que sustancias como la nicotina, al alcohol o la cocaína influyan tan profundamente
en la vida de las personas? Una buena parte de la respuesta radica en los efectos
que estos fármacos tienen sobre los neurotransmisores y en la forma en que el
sistema nervioso se adapta a tales efectos insidiosos.

Las drogas adictivas activan el "circuito de recompensa" del cerebro, generando


sensaciones de intenso placer. La cocaína es un buen ejemplo. Las sinapsis del
cerebro que usan los neurotransmisores dopamina, serotonina o noradrenalina
contribuyen a nuestro nivel de energía y a nuestra sensación general de bie nestar.
Normalmente, la neurona presináptica, después de libe rar uno de estos
neurotransmisores, comienza a reabsorberlos inmediatamente por bombeo, lo que
limita sus efectos. Los investigadores han descubierto que la cocaína bloquea este
mecanismo de bombeo. ¿El resultado?

Cuando una persona consume cocaína, estos


neurotransmisores permanecen en sus sinapsis
mucho más tiempo y alcanzan niveles más
altos de concentración, lo que intensifica sus
efectos. El usuario se siente eufórico y lleno de
energía. Sin embargo, en algún momento el
cerebro intenta restablecer su estado normal.
Durante el uso repetido de la cocaína, las
neuronas postsinápticas reducen el número de
receptores para esos neurotransmisores. Al
estar presentes menos receptores, los
elevados niveles de neurotransmisor causados
por la cocaína se vuelven indispensables para
que el usuario se sienta normal. Cuando se
retira la cocaína, las neuronas postsi nápticas
reciben un estímulo insuficiente y el usuario
experimenta una "caída" emocional que sólo
puede aliviarse con más cocaína. Cada vez se
requiere mayor cantidad de la droga apenas
para sentirse bien y, desde luego, para sentirse eufórico; entonces, el usuario se ha
convertido en adicto (FIGURA).
Adicción
Un adicto experimenta sufrimiento físico y emocional extremos cuando se ve privado de la
droga porque su sistema nervioso se ha adaptado a ella.

El alcohol estimula receptores del neurotransmisor GABA (ácido gamma-


aminobutírico), lo que intensifica las señales neuronales de inhibición y bloq uea

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receptores de glutamato, lo cual, a la vez, reduce las señales de excitación.


Cuando una persona bebe a menudo, el cerebro la compensa reduciendo el nú-
mero de receptores de GABA y aumentando los receptores de glutamato. Sin el
alcohol, un alcohólico se siente inquieto y nervioso: en pocas palabras, sobre -
estimulado. En casos extremos, la abstinencia del alcohol puede causar
convulsiones. La nicotina y otros componentes del humo del cigarrillo también
interfieren en la transmisión sináptica normal y producen una serie de efectos
adictivos. Para superar una adicción, los usuarios de drogas deben experimentar el
sufrimiento causado por un sistema nervioso privado de un fármaco al que se ha
adaptado. Aunque finalmente los receptores regresan a sus niveles normales, es
común que el ansia por la droga recurra periódicamente, por causas que todavía se
desconocen.

Es posible también que conozcas a una persona con mal de Parkinson o mal de
Alzheimer. Ambos son resultado de la muerte de neuronas específicas del cerebro
y de la pérdida de sus neurotransmisores, que normalmente las comunican con
otras neuronas. En el mal de Parkinson, mueren neuronas del mesencéfalo que
liberan dopamina y esto interfiere en el complejo sistema de control que da
suavidad a los movimientos. Quienes padecen este mal experimentan temblores y
tienen dificultad para iniciar movimientos. En el mal de Alzheimer, neuronas de los
lóbulos temporales que producen el neurotransmisor acetilcolina mueren en
grandes cantidades. La pérdida de memoria es un síntoma prominente del mal de
Alzheimer.

El neurotransmisor serotonina actúa en el encéfalo y la mé dula espinal. Una


insuficiencia de serotonina provoca depresión. El antidepresivo Prozac® bloquea
selectivamente la reabsorción de serotonina en las neuronas presinápticas, lo que
intensifica los efectos del neurotransmisor. Quizás hayas escuchado hablar del
Éxtasis (MDMA), un pariente de las anfetaminas. Esta droga provoca un aumento
masivo temporal de la serotonina en las sinapsis. Los usuarios reportan
sentimientos de placer, aumento en la energía, elevada conciencia sensorial y
mejores relaciones con otras personas. Creciente evidencia proveniente de
investigaciones no sólo con animales sino también con seres humanos sugiere que
los usuarios del Éxtasis podrían sufrir en el largo plazo daño en las neuronas
productoras de serotonina, así como deficiencias en la capacidad de aprendizaje y
la memoria. Nuevos estudios con primates sugieren que el MDMA también daña
las neuronas productoras de dopamina; si esto también es cierto para los humanos,
los usuarios de MDMA podrían ser particularmente vulnerables al mal de Parkinson
más adelante en la vida.

Los efectos analgésicos (que alivian el dolor) de los opiáceos vegetales, como la
morfina, el opio, la codeína y la heroína, se conocen desde hace siglos. Puesto que
el cerebro tiene receptores para estas moléculas, los investigadores pensaron que
quizá esos opiáceos vegetales se parecerían a sustancias (entonces)
desconocidas, producidas por el cerebro, que atenúan la percepción del dolor. La
búsqueda de tales sustancias rindió frutos en 1975 con el descubrimiento de los
opioides (sustancias parecidas al opio); las endorfinas son un grupo de opioides.
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Ciertos opioides suprimen el dolor en momentos de extrema tensión, como en un


campo de batalla o en uno de fútbol ame ricano. Los opioides que se liberan
durante el ejercicio vigoroso podrían explicar la conocida "euforia de corredor".

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