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Guardián de la salud
Drogas, enfermedades y neurotransmisores
Es muy probable que conozcas a alguien que tiene una adicción. ¿Cómo es posible
que sustancias como la nicotina, al alcohol o la cocaína influyan tan profundamente
en la vida de las personas? Una buena parte de la respuesta radica en los efectos
que estos fármacos tienen sobre los neurotransmisores y en la forma en que el
sistema nervioso se adapta a tales efectos insidiosos.
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Es posible también que conozcas a una persona con mal de Parkinson o mal de
Alzheimer. Ambos son resultado de la muerte de neuronas específicas del cerebro
y de la pérdida de sus neurotransmisores, que normalmente las comunican con
otras neuronas. En el mal de Parkinson, mueren neuronas del mesencéfalo que
liberan dopamina y esto interfiere en el complejo sistema de control que da
suavidad a los movimientos. Quienes padecen este mal experimentan temblores y
tienen dificultad para iniciar movimientos. En el mal de Alzheimer, neuronas de los
lóbulos temporales que producen el neurotransmisor acetilcolina mueren en
grandes cantidades. La pérdida de memoria es un síntoma prominente del mal de
Alzheimer.
Los efectos analgésicos (que alivian el dolor) de los opiáceos vegetales, como la
morfina, el opio, la codeína y la heroína, se conocen desde hace siglos. Puesto que
el cerebro tiene receptores para estas moléculas, los investigadores pensaron que
quizá esos opiáceos vegetales se parecerían a sustancias (entonces)
desconocidas, producidas por el cerebro, que atenúan la percepción del dolor. La
búsqueda de tales sustancias rindió frutos en 1975 con el descubrimiento de los
opioides (sustancias parecidas al opio); las endorfinas son un grupo de opioides.
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