novaetvetera

Revista de la Facultad de Investigaciones de la ESAP –Derechos Humanos– No. 53 • Segundo Semestre 2004 ISSN 0123-2614

Escuela Superior de Administración Pública

 contenido
Pensamiento y Vida 9
El Debate Racional y los Derechos Humanos:
Bobbio, Nino y la nueva propuesta de Amartya Sen
en torno al concepto de derechos humanos
David Suárez Rivero

19
La realidad moral
del acuerdo humanitario en Colombia
Claudia del Pilar Mojica Martínez

27
Filosofía educativa
Édgar Giovanni Rodríguez Cuberos

37
La mujer y el Estado, un campo de reclamaciones
Soraya Pérez Portillo

Escritos Paralelos 45
La tierra de los muros y otras cartas desde Palestina
Víctor de Currea-Lugo

Otras Voces 67
Hacia una ética pluralista y de la responsabilidad
como ejes para la reconstrucción del tejido social
Jesús Carrasquilla O.

75
Los valores morales en la juventud: su importancia y
sus desafíos en Colombia
Diego Agudelo Grajales

Reseña 84
Psicología y derechos humanos
Escrita por: Diana Rico Revelo

novaetvetera3
novaetvetera
Revista de la Facultad de Investigaciones
de la ESAP –Derechos Humanos–
No. 53 • Segundo Semestre 2004

Escuela Superior de Administración Pública

Guido Echeverri Piedrahita

DIRECTOR NACIONAL
Ángela María Mejía Uribe
SUBDIRECTORA ACADÉMICA

Myriam Velásquez Bustos

DECANA DE LA FACULTAD DE INVESTIGACIONES

EDITOR
David Suárez Rivero
COORDINACIÓN EDITORIAL
Maribel Garzón Martínez
COMITÉ EDITORIAL
Myriam Velásquez Bustos
David Suárez Rivero
Helga Paola Pacheco Ríos
Maribel Garzón Martínez
COMITÉ ASESOR
Flor Alba Romero (Colombia)
Amalio Blanco (España)
Ricardo Jaramillo Díaz (Colombia)
CARÁTULA
Dilan Castrillón,
fotografía, 2003

CORRECCIÓN DE ESTILO
Martha Janeth Méndez

DIAGRAMACIÓN
Lina María Angel
PREPRENSA DIGITAL
Imprenta Nacional de Colombia
IMPRESIÓN Y ACABADOS
Imprenta Nacional de Colombia
SUSCRIPCIÓN Y CANJE
Carrera 4 No. 75-49 Los Rosales
Teléfono: 2102469 Ext. 123
DIRECCIÓN ELECTRÓNICA
derechos.humanos@esap.edu.co
Bogotá, D.C.
ISSN 0123-2614
Las opiniones expresadas en los artículos
reflejan únicamente el pensamiento de
sus respectivos autores.
 e d i t o r i a l

Raúl Gallego, fotografía: Campo de refugiados Ramallh, 2003.

e d i t o r i a l
N
ova et Vetera continúa en la reflexión
iniciada en el número anterior, el cual
se dedicó a las relaciones recíprocas
entre la vida cotidiana y los derechos humanos, a
sus escenarios de confrontación y a la recupera-
ción del testimonio irremplazable de sus prota-
gonistas. En esta edición, la revista se asoma de
nuevo a un tema de discusión y experiencias,
específicamente al círculo que conforma la praxis
educativa frente a los derechos humanos, a esa
paideia impostergable que articula la exigencia
de una nueva ciudadanía y la promoción de acti-
tudes y valores comprometidos con la defensa de
la dignidad humana. El tema no puede menos
que conectar con las bases mismas del discurso
de los derechos humanos, con la revisión de sus
presupuestos teóricos, con el registro de algunos
de sus avatares históricos y con la recuperación
de su lugar dentro de un terreno de justas exi-
gencias morales.
No podría ser de otro modo, pues cuando los
derechos no son aún fórmulas apresadas en el
lenguaje jurídico y se ofrecen en la forma de
demandas frente al poder, contra las formas que
reviste el abuso o la incomprensión, cuando se
erigen como un voz en pro de las reivindicacio-
nes sociales o económicas, cuando se elevan
como un grito que reclama la satisfacción de las
necesidades, lo hacen en un lenguaje que es
esencialmente moral. He aquí, sintéticamente, la
tesis que atraviesa las páginas de este número: la
educación en derechos humanos es educación
ética, es inserción de la justicia en el diálogo polí-
tico, es debate alrededor de las tareas que hoy
ha de acometer tanto la academia como los
movimientos de mujeres o los jóvenes, por men-
cionar algunas de las voces de las que se hace
eco el presente número.
En la sesión Pensamiento y Vida, una ventana
a lo ético se nos abre de cara a la discusión del
concepto y contenido de los derechos humanos,
al carácter eminentemente moral de cualquier
6novaetvetera
exigencia fundada en la dignidad humana. El
autor no busca sino poner al lector de Nova et
Vetera en contacto con un reciente artículo
Amartya Sen: Elementos para una teoría de los
derechos humanos. El propósito, sin embargo,
más que dar a conocer los interesantes argumen-
tos del Nobel hindú de Economía de 1998 con
respecto a lo que podría ser una transformadora
teoría de los derechos humanos, es mostrar la
reactivación de una vieja polémica que parecía
condenada al olvido por el predominante enfo-
que juridizante de los derechos, que menospre-
cia las bases éticas del discurso, así como por un
activismo en pro de su defensa que, por extraño
que parezca, hace mutis en el debate racional
dejando victorioso, en este campo, al escepticis-
mo moral.
Otro topos en el que el debate ético en torno a
los derechos humanos no puede por menos de
acusarse es el del lenguaje empleado en el diálogo
de la actual administración y la guerrilla de las
FARC para favorecer un acuerdo humanitario. Sin
ambages y desde una perspectiva crítica, Claudia
Mojica en La Realidad Moral del Acuerdo Humani-
tario explora el lenguaje moral en una triple pers-
pectiva: lo político, lo jurídico y lo humanitario, a
fin de esclarecer cuáles son los lugares del desen-
cuentro y las voces ausentes, los significados y los
contenidos escamoteados durante un juego de
poderes que ha oscurecido las demandas expre-
sadas y bloqueado el acceso a la realización del
imperativo ético reclamado.
El esclarecimiento del diálogo ético es, no obs-
tante, una meta que no puede lograrse sin el con-
curso de una “filosofía educativa”, esquema, o si
se quiere paradigma, al cual debe transitar la tra-
dicional “filosofía de la educación”. A los retos,
situados en nuestro contexto nacional, que ha de
asumir la práctica educativa a fin de anclarse en
un nuevo sujeto capaz de afrontar creativamente
la realidad de los derechos humanos –o de “deri-
var en estado de alerta”, para honrar una feliz
 e d i t o r i a l

expresión de Manfred Max Neef –, dedica su refle- da de Raúl Gallego y complementa por medio de
xión el profesor Edgar Giovanni Rodríguez en el la sensibilidad visual lo que las cartas de Víctor
artículo De la filosofía de la educación a la filoso- habían registrado por la palabra.
fía educativa. Por último, la sección Otras voces nos trae dos
De igual manera, en consonancia con el tema consideraciones: Hacia una ética pluralista y de la
de los derechos humanos como demandas responsabilidad, como eje para la reconstrucción
morales abiertas a la realización sustantiva por la del tejido social, de Jesús Carrasquilla, y Los valo-
vía de su exigencia desde la sociedad civil –y de res morales en la juventud: su importancia y sus
forma específica desde los sectores excluidos de desafíos en Colombia, de Diego Agudelo. Ambos
un discurso que homogeniza sus diferencias para autores son profesores de la Universidad Javeriana
transformarlas en desigualdades y odiosas discri- de Cali, ambos se apoyan en dos aspectos que,
minaciones–, es la historia de las luchas protago- como los títulos de los ensayos enuncian, articulan
nizadas por los movimientos de mujeres en pro de las preocupaciones por una educación en los
su dignidad e igualdad real. Así, Soraya Pérez Por- derechos humanos que pueda hacerse cargo de
tillo, en La mujer y el estado: un campo de recla- los grandes desafíos morales de nuestro tiempo.
maciones, recorre en clave analítica las luchas Asumir estos retos implica encarar la educación
sociales de la mujer en Colombia y en el mundo, desde la perspectiva del pluralismo ético y la for-
en el terreno del reconocimiento jurídico y en el mación de una juventud comprometida con los
ámbito de la vida cotidiana, como momentos derechos humanos, dos propósitos que aquí se
constituyentes de un registro aleccionador para la insertan en diálogo con el país.
memoria histórica y la construcción de futuro.
En la sección Escritos Paralelos, la revista brin-
da esta vez dos testimonios, ambos conmovedo-
res e invaluables. El primero, el relato epistolar de
un testigo que logra en cálida y sentida voz comu-
nicar sus vivencias, como colombiano y ser huma-
no, desde una tierra que se debate entre la
esperanza y el odio, el amor y la exclusión: Cartas
desde Palestina. La lírica entonación de lo que el
médico y profesor Víctor de Currea-Lugo narra
junto a la lucidez misma de su visión de los hechos
y los escenarios descritos y denunciados, hacen de
estas cartas –cabe predecir en esta nota editorial–
unas páginas que el lector de Nova et Vetera agra-
decerá especialmente. El segundo testimonio es
fotográfico y las imágenes recogidas correspon-
den a esa misma Palestina desgarrada y en vigilia.
El lector, sin embargo, hallará que las fotos apare-
cen insertas, no en un aparte especial destinado a
ellas, sino en toda la revista, como una realidad
que a cada paso nos recuerda la tragedia del ser
humano. El proyecto fue engendrado por la mira-

novaetvetera7
p e n s a m i e n t o y v i d a

Raúl Gallego, fotografía: Colono, 2003.

David Suárez Rivero
Master of Arts en Filosofía, Profesor de Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Políticas y
Relaciones Internacionales, de la Pontificia Universidad Javeriana.

El Debate Racional y
los Derechos Humanos:
Bobbio, Nino y la nueva propuesta
de Amartya Sen en torno al concepto
de derechos humanos.
“Infortunadamente, ninguna teoría filosófica sobre la naturaleza humana
ha conseguido aceptación universal,
y aun cuando el consenso no es criterio de la verdad,
sin consenso cualquier teoría –y cualquier acción basada en ella–
se torna vulnerable al ataque. El problema es aún más arduo cuando
advertimos que muchas teorías morales, y
las teorías sobre la naturaleza humana que le subyacen,
niegan los derechos humanos”.

Jack Donnelly
p e n s a m i e n t o y v i d a
E
n 1968, casi transcurridos dos años de la
adopción simultánea en el seno de la Asam-
blea General de las Naciones Unidas de
los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el
recordado iusfilósofo Norberto Bobbio expresaba,
aludiendo a una enfática tesis esgrimida por él
mismo en un artículo anterior y que se ha conver-
tido en la consigna de quienes defienden tanto el
antifundacionalismo en materia de derechos
humanos como de aquellos que sostienen una
posición pragmática o, cuando menos, positivista,
que “respecto de los derechos del hombre el pro-
blema grave de nuestro tiempo no [es] el de fun-
damentarlos sino el de protegerlos”.1 Argüía a la
vez que la naturaleza del problema relativo a los
derechos humanos no era tanto filosófica cuanto
jurídica y, más ampliamente, política. Cumplido
poco menos de medio siglo de esta afirmación del
autor de “El futuro de la Democracia”, se hace
necesario volver sobre su alcance y veracidad de
bulto, sencillamente porque los tiempos han cam-
biado, sobre todo aquellos en que la constatación
de un consenso fáctico internacional en torno a la
existencia de tales derechos parecía ser una razón
suficiente para comprometer su defensa y promo-
ción por parte de los Estados.
No es difícil advertir en la actual cruzada contra
el terrorismo con su declarado énfasis en el prima-
do de la seguridad nacional por encima del impe-
rativo de protección de las libertades individuales
o en el exacerbado abuso del recurso a la excep-
ción constitucional o en la exhumación de viejas
tesis utilitaristas que salpican las editoriales de
importantes diarios, una meridiana demostración
de que el reconocimiento internacional de los
derechos humanos afronta preocupantes niveles
de incertidumbre. Por lo menos, una nueva dosis
de escepticismo parece trastornar aquella convic-
ción inamovible que hacía enunciar a Bobbio que
la existencia misma de la Declaración Universal de
los Derechos del Hombre “representa[ba] la mani-
10novaetvetera
festación de la única prueba por la que un siste-
ma de valores [podía] considerarse humanamen-
te fundamentado y por tanto reconocido”2.
Algunos no vacilarán en decir que los recientes
cambios, apenas visibles como una tendencia en
las acciones emprendidas en el campo de las
relaciones políticas internacionales y difícilmente
perceptibles, al ser contrastados con los avances
logrados en materia de justicia internacional, no
hacen sino corroborar el primado que el pensa-
dor italiano atribuía a una praxis política por la
defensa de estos derechos sobre la mera teoriza-
ción acerca de sus fundamentos.
Sin embargo, el irrespeto de los derechos
humanos, como acertadamente ponen de mani-
fiesto los documentos fundadores,3 es siempre
una forma abierta o tácita de desconocerlos y,
como bien manifestaba otro connotado filósofo
de posición bien diferente, los abusos que se
comenten en tal vía rara vez son presentados de
manera cínica por sus autores; se muestran más
bien bajo el disfraz de argumentos con frecuen-
cia sofisticados y arduos de rebatir.4 Son, en una
palabra, ideológicamente justificados. La discu-
sión racional es consiguientemente, como enfati-
zaba este mismo teórico, la garantía más eficaz
frente a cualquier escalada de los poderes que se
abaten sobre la dignidad humana.
La discusión racional es un término tal vez
demasiado general para caracterizar en el caso
que nos ocupa, aunque no se restrinja exclusiva-
mente a ello, el procedimiento dialógico y argu-
mentativo que siempre acompaña cualquier
decisión humana orientada a una acción de la cual
se espera tenga, necesariamente, efectos no sólo
para aquél que toma la decisión sino para un
grupo determinado de personas. En vista de esto,
la mera consideración de la decisión implica la
consideración de los resultados de la acción sobre
la cual se decide e implica, asimismo –lo más rele-
vante desde el punto de vista ético–, la justifica-
ción de tales resultados como los mejores o los
 p e n s a m i e n t o y v i d a

más necesarios o los que son buenos en sí mismo
o benéficos. Más aún, quien justifica sus decisio-
nes, las justifica siempre ante los demás e inten-
ta persuadir sobre la corrección tanto del curso
de acción emprendido como de los resultados
que conlleva su decisión. Los argumentos justifi-
cativos suelen acompañar todas las decisiones
con implicaciones morales, razón por la que des-
empeñan un notable papel en aquellas que tie-
nen que ver con los derechos humanos. Y ello en
virtud de que la idea sobre estos derechos se for-
de 1948 no vacila en fundar sobre la “fe en los
derechos fundamentales del hombre” la validez
de un imperativo común que compromete a
todos los pueblos y naciones a promover y prote-
ger dichos derechos. Sin embargo, por cuanto las
verdades autoevidentes y los actos de fe resultan
de dudosa aceptación en el foro de la razón, los
derechos humanos, aun en sus primeras formula-
ciones, han sido objeto de las más sarcásticas
embestidas teóricas. Así, entre 1791 y 1792, ape-
nas transcurridos dos años de adoptada la Decla-
ración de los Derechos del Hombre y del

N
Ciudadano en la Francia revolucionaria, el
utilitarista inglés Jeremy Bentham escribía
o es difícil advertir en la actual
en sus Anarchical Fallacies que estos dere-
cruzada contra el terrorismo con su declarado énfasis chos no eran sino un “disparate en zan-
en el primado de la seguridad nacional por encima cos” (a nonsense upon stilts). De igual
del imperativo de protección de las libertades indivi- forma el joven Marx, en un texto de
duales o en el exacerbado abuso del recurso a la excep- 1844, “Sobre la cuestión judía”, el cual
podría hoy ser leído en clave comunitaris-
ción constitucional o en la exhumación de viejas tesis
ta, expresaba en el contexto de una vehe-
utilitaristas que salpican las editoriales de importantes mente y sólida argumentación: “los droits
diarios, una meridiana demostración de que el recono- de l’homme... no son otra cosa que los
cimiento internacional de los derechos humanos afron- derechos del miembro de la sociedad civil,
ta preocupantes niveles de incertidumbre. es decir, los derechos del hombre egoísta,
del hombre que vive al margen del hom-
bre y de la comunidad5. El objeto contra
mula en el marco del auge del liberalismo políti- el cual arremetía el joven Marx era, más que los
co, el cual irrumpe con una noción atomista de la mismos derechos humanos, la fórmula de un Esta-
sociedad y un predominio del paradigma del do liberal de Derecho que postulaba una igualdad
derecho natural, perspectivas que se combinan formal ante la Ley y una libertad calcada a la medi-
para permitir, sin mayor escrutinio, que los dere- da de la propiedad privada, pilares ideológicos
chos humanos pasen a configurar la base de los ambas de una comunidad política hobbesiana en
estados constitucionales de derecho como un a su realidad aunque conciliada y pacífica en su apa-
priori incuestionable cuyo reconocimiento no riencia.
exige sino un acto de fe. Por ejemplo, la Declara- El rechazo a la idea de los derechos humanos
ción de Independencia de los Estados Unidos, ha sido constante a lo largo de su historia y en
adoptada en 1776, califica como una verdad evi- nuestros días aparece revestida de múltiples face-
dente, vale decir un axioma, que “todos los tas. En éstas cabe reconocer desde la posición
hombres son creados iguales” y “dotados por su antifundacionalista y pragmatista de un Rorty6,
Creador de ciertos derechos inalienables”. A que ve en los derechos humanos y en la cultura
igual tenor, la Declaración Universal de la ONU democrática por éstos impulsada un hecho “con-

novaetvetera11
p e n s a m i e n t o y v i d a
tingente” de la historia, desprovisto y para nada
urgido de un fundamento racional, atravesando
por el persuasivo examen histórico-moral del
neo-aristotélico Asladair McIntyre, quien sostiene
como Bentham en su tiempo que la fe en los
derechos humanos se asimila a la creencia en
brujas y unicornios, hasta llegar a la reedición
práctico-política que de Bobbio realizan muchos
activistas y promotores sociales, los cuales esti-
man que en un mundo plagado de miserias y
abusos no hay tiempo para ocuparse en el deba-
te teórico acerca de la naturaleza y el fundamen-
to de tales derechos.
Este ensayo pretende mostrar la actualidad del
debate racional en torno a los derechos humanos
con base en las tesis que en un reciente artículo
esgrime el Nobel de Economía Amartya Sen7. Se
trata de una argumentación eficaz y cuidadosa-
mente orientada a rebatir el escepticismo intelec-
tual acerca de los derechos contenidos en la
Declaración Universal. Por considerar que la pro-
puesta de Sen aporta luces inéditas sobre aque-
llas cuestiones que de forma tajante han
separado históricamente a escépticos y partida-
rios de la solidez teórica de los derechos univer-
sales, se ofrecerá un resumen de lo que aquél
considera, tal vez con una inconfesada modestia,
como los elementos de una teoría de los dere-
chos humanos.
La necesidad de una nueva teoría
sobre los derechos humanos
Sen no niega la utilidad y el atractivo que
encierra la idea de unos derechos que todos los
seres humanos poseen independientemente de
su ciudadanía o legislación nacional pero tampo-
co escamotea las dificultades que acarrea su
aceptación conceptual; admite que aun cuando
estos derechos constituyen hoy la bandera más
importante en la lucha contra cualquier abuso
directo, como el que ilustra la represión política,
o indirecto, como la ausencia de garantías frente
12novaetvetera
al hambre o la asistencia médica, ello no ha sido
óbice para despertar fundadas sospechas en filó-
sofos y teóricos del Derecho que los consideran
carentes de fuerza jurídica (lacking in cogency). La
pregunta que resurge en cada debate es la relati-
va al origen de estos derechos, de dónde provie-
nen, cuál es su fundamento conceptual. Ninguna
respuesta parece convincente y si alguna lo fue en
algún momento, ello se debió a que era otro el
contexto intelectual en que se inscribía. Sin
embargo, nos recuerda el autor de Collective
Choice and Social Welfare que, pese a las dudas
que en el plano teórico pesan sobre los derechos
humanos, “es de vital importancia advertir la
estrecha relación que existe entre la fuerza y atrac-
tivo de estos derechos, por un lado, y su justifica-
ción racional y consciente utilización, del otro”8.
Nos dice que esta relación plantea consiguiente-
mente “la necesidad de contar tanto con alguna
teoría como con la defensa de alguna teoría pro-
puesta”.9 Tal será precisamente el objeto de este
último trabajo de Sen, el esbozo de una teoría
sobre los derechos humanos.
Sen elabora su estrategia de análisis con base
en la crítica de dos géneros de escépticos, unos
que rechazan de plano la idea de los derechos
humanos y declaran su contenido como inexis-
tente y otros, que tienen una actitud discrimina-
toria o restrictiva, pues aceptan la idea de los
derechos en su formulación más general pero
“excluyen de una lista aceptable algunos dere-
chos específicos, en particular los denominados
derechos económicos y sociales, o derechos de
bienestar”.10 En aras de no pasar por alto ningu-
no de los puntos que caracterizan el debate
racional, éstos son formulados claramente por el
autor como preguntas que han de ser respondi-
das (en total seis):
«(1) ¿Qué clase de afirmación hace una
declaración de derechos humanos?
(2) ¿Qué es lo que le confiere importancia a
los derechos humanos?

(3) ¿Qué deberes y obligaciones generan los
derechos humanos?
(4) ¿A través de qué formas de acción pueden
ser promovidos los derechos humanos y, en
particular, cuál legislación ha de ser el
medio principal, o incluso necesario, para
llevar a la práctica los derechos humanos?
(5) ¿Pueden los derechos económicos y sociales
(denominados derechos de segunda gene-
ración) ser razonablemente incluidos entre
los derechos humanos?
(6) ¿Cómo pueden ser defendidas o cuestiona-
das las propuestas de derechos humanos y
cómo podría evaluarse su pretensión uni-
versalista, especialmente en un mundo con
culturas tan variadas y costumbres tan
ampliamente diversas?»11
Sen responde de inmediato a cada una de las
preguntas y declara que lo hace porque no se
trata de una novela de detectives, pero en reali-
dad le interesa sentar seis tesis, o seis hipótesis
fuertes sobre los derechos humanos, para las
cuales cuenta con los argumentos necesarios y
convincentes.
Los derechos humanos como demandas
morales abiertas a la discusión
y escrutinio crítico
La primera pregunta hace referencia a la natu-
raleza de una proposición de derechos humanos y
Sen nos dice que son “primariamente demandas
éticas”, y al decir esto no se diferencia de otros
teóricos como Nino o Donnelly. Los derechos
humanos son, ante todo, demandas, exigencias
de carácter moral, no jurídico. “No son en princi-
pio mandatos «legales», «proto-legales» o “ideal-
legales». Aun cuando los derechos humanos
pueden, como con frecuencia hacen, inspirar
leyes, se trata en este caso más de un hecho pos-
terior que de un rasgo constitutivo de estos dere-
chos”.12 Sin embargo, el argumento empleado
suena diferente al de otros teóricos. Aclara en la
p e n s a m i e n t o y v i d a
argumentación correspondiente que los dere-
chos humanos son “articulaciones de demandas
éticas” y lo que se quiere significar con ello es
que, como en cualquier ética, digamos la utilita-
rista, las demandas articuladas en los derechos
humanos son susceptibles de sobrevivir a un
“escrutinio abierto e informado”.
«...la invocación de un proceso interactivo de
escrutinio crítico como éste, abierto a la infor-
mación (incluida la de otras sociedades) y al
debate (...), es un rasgo central de la teoría de
derechos humanos aquí propuesta. Difiere este
proceso tanto de (i) aquel que intenta justificar
la ética de los derechos humanos en términos
de unos valores universales compartidos y ya
establecidos (la simple visión “imparcial”),
como de (ii) aquel otro que abdica de cualquier
adhesión a valores universales (y en tal sentido,
se abstiene de toda exigencia de “imparciali-
dad”) optando a favor de una concepción polí-
tica particular que es deseable para el mundo
contemporáneo».13
El que los derechos humanos sean aserciones
de carácter ético indica que contienen una afirma-
ción sobre la importancia de la libertad correspon-
diente para todas las personas. Los problemas de
ponderación entre los contenidos de derechos
humanos diferentes entre sí es otro problema, que
no afecta este su carácter esencialmente moral.
Sen insiste en la idea de que los derechos
humanos son afirmaciones o aserciones de carác-
ter ético, distintas de un derecho legal, identifica-
ción que permitió la crítica de Bentham de los
mismos como derechos fundados no en la Ley
sino en un imaginario Derecho Natural, pero tam-
bién distintos de algo así como un “pariente”
moral del Derecho capaz de inspirar un auténtico
derecho legal (visión que Sen atribuye a Herbert
Hart).14 Si los derechos humanos son auténticas
exigencias morales, verdaderos derechos morales,
tienen también otras vías de realización irreducti-
bles a su codificación o plasmación en la Ley
como derechos positivos.
novaetvetera13
p e n s a m i e n t o y v i d a

Los derechos humanos: su importancia informado, que constituye no un rasgo contin-

e influenciabilidad social
A la pregunta de qué hace a los derechos
humanos exigencias morales importantes, Sen
responde que dicha importancia ética está esen-
cialmente relacionada con la significación de las
libertades que informan el objeto de tales dere-
gente sino esencial del mismo concepto de dere-
chos humanos como derechos morales.
Ser una demanda relativa a una libertad es un
rasgo distintivo de la ética que informa los dere-
chos humanos y la distingue de otras éticas,
como la utilitarista. El cálculo utilitario puede
sufrir distorsiones respecto de aque-
llos que, parafraseando a Hegel, han

L o que trata de destacar el Nobel

hindú, es que no toda demanda moral puede calificar
perdido tanto o han sido privados de
tanto, que es muy poco con lo que se
contentan. Esta dimensión subjetiva,
dentro del listado de derechos humanos; primero, es una condicionada por las circunstancias,
hace de la utilidad un contenido difí-
demanda relativa a una libertad, pero no cualquier liber-
cilmente evaluable. Por el contrario,
tad, sino aquella que supere el umbral que condiciona su una demanda de libertad, por no
ingreso (threshold conditions) como un derecho huma- tener su centro en la satisfacción de
no legítimo, y que está constituido por dos criterios: de un deseo o de un placer que escapa al
especial importancia: libertad y susceptibilidad de ser juego interpersonal de deberes y obli-
gaciones que viene implicado en
influido por la ayuda social.
aquella.
En cuanto a cómo operan las condi-
chos. “Para calificar como fundamento de los ciones que sirven de umbral para discriminar
derechos humanos”, nos afirma que en un plan- cuáles demandas de libertad merecen ser dere-
teamiento que podría parecer tautológico, que chos humanos o no, Sen se vale de un ejemplo
“las libertades defendidas o promovidas a través para explicarlo:16 “no es difícil admitir que a los
de ellos deben satisfacer algunas «condiciones siguientes cuatro derechos se les debe atribuir
preliminares», como (i) la de poseer una impor- alguna importancia:
tancia especial y (ii) una susceptibilidad de ser (1) libertad de no ser agredido;
influidos socialmente (social influenceability)” 15
(2) derecho a recibir asistencia médica por un
Sin embargo, lo que trata de destacar el Nobel serio problema de salud;
hindú, es que no toda demanda moral puede (3) derecho a no ser llamado regularmente
calificar dentro del listado de derechos humanos; por los vecinos que detesta;
primero, es una demanda relativa a una libertad, (4) derecho a conseguir tranquilidad.”17
pero no cualquier libertad, sino aquella que Las dos primeras libertades, según Sen, pasan
supere el umbral que condiciona su ingreso el umbral de condiciones para ser derechos
(threshold conditions) como un derecho humano humanos, algo que no logra la tercera (derecho
legítimo, y que está constituido por dos criterios a no ser llamado por los vecinos que detesta) por
de especial importancia: libertad y susceptibili- no ser lo suficientemente importante o significa-
dad de ser influido por la ayuda social. La forma tiva socialmente (condición de “especial impor-
en que se evalúa la demanda candidatizada es a tancia); la cuarta libertad (derecho a conseguir
través del ya mencionado escrutinio abierto e tranquilidad) es también excluida por la dificul-

14novaetvetera

tad a ser garantizada mediante la ayuda social
(condición de la “susceptibilidad a ser influida
socialmente”).
Sobre obligaciones y deberes
generados por los derechos humanos
A la pregunta sobre cuáles son los deberes y
obligaciones que generan los derechos humanos,
cuestión cuya respuesta –generan efectivamente
obligaciones, no generan ninguna, generan algu-
nas– ha motivado ataques desde el escepticismo,
Sen responde que lo que éstos generan son
“razones para la acción por parte de agentes que
se hallan en la posición de ayudar en la promoción
o salvaguarda de las libertades fundamentales”.18
La relación que establece el autor entre las obliga-
ciones derivadas de los derechos humanos y las
“razones para la acción” ofrece un enfoque para
superar la vieja dicotomía entre libertad “negati-
va” y “positiva” que lastra la lógica de las obliga-
ciones frente a los derechos. Vale recordar que en
el discurso clásico de los derechos humanos unas
libertades implican un “no hacer del Estado”
mientras otras generan una “acción positiva” por
parte del aquél. Al tomar las razones para la
acción como criterio, una violación de derechos
humanos es vista bajo el ángulo de la relación
entre dos elementos que integran una obligación
frente a ellos, a saber: entre lo que Sen llama
“oportunidad sustantiva” y “libertad de proce-
sos”, o simplemente “oportunidad” y “proceso”.
Para explicar qué es esto, Sen se vale de un ejem-
plo que aquí se parafrasea: supongamos que un
ciudadano X tiene deseos de salir por la tarde, hay
dos formas en las que el agente estatal, por ejem-
plo, puede violar la libre elección de salir a pasear:
prohibiéndole a X salir por la tarde (viola la libertad
“negativa” de X a actuar cómo quiere, es decir, la
oportunidad de actuar) o impone que todos están
obligados a salir por las tardes (donde no hay un
impedimento frente a la acción, ya que X desea
salir, sino frente a la libre elección de salir, esto es,
p e n s a m i e n t o y v i d a
a la libertad del proceso de elección). Por este
motivo, las obligaciones inducidas por lo deman-
dado en una libertad, enfatiza Sen, “involucran de
manera primaria el deber de considerar razonable-
mente las razones para la acción y sus implicacio-
nes prácticas, teniendo en cuenta los parámetros
relevantes del caso individual”.19 Incluso compro-
mete la consideración de las capacidades (una
categoría original y ampliamente trabajada por el
autor en sus últimas investigaciones) en el caso
individual y descubre, por esta vía, la limitación a
que está sujeto el énfasis otorgado a los medios
de satisfacción de necesidades relacionadas con
los derechos humanos. En este sentido, las obliga-
ciones vs. derechos humanos, examinadas a la luz
de las oportunidades y el proceso para la libertad
de elección, pierden su carácter abstracto y ciego
de cara a las variadas condiciones del multicultura-
lismo y los desequilibrios en términos de desarro-
llo para diferentes contextos.
Formas de acción para promover
los derechos humanos
De cara a la cuestión de cuáles formas de
acción son las más apropiadas en orden a promo-
ver los derechos humanos, Sen rechaza la posición
propia de la cultura jurídica de reducir la promo-
ción de aquellos a su plasmación en la Ley. “Por
ejemplo, el reconocimiento público y la agitación
(incluido el monitoreo de las violaciones) pueden
hacer parte de las obligaciones derivadas de los
derechos humanos”.20 Este rechazo a la hegemo-
nía de la Legislación sobre la defensa y promoción
de los derechos tiene, entre otras razones, la
ambigüedad que le asiste a muchos de aquellos
frente a las obligaciones que generan. Se sirve
para ello de los conceptos kantianos de “obliga-
ciones perfectas” y “obligaciones imperfectas”. El
derecho a no ser torturado, por ejemplo, genera
una obligación perfecta en el eventual torturador,
pero frente a los demás, no eventuales torturado-
res, genera igualmente una obligación aunque
novaetvetera15
p e n s a m i e n t o y v i d a
imperfecta. Muchos de los derechos que invocan
las mujeres generan, evidentemente, obligaciones
imperfectas y no pueden ser reguladas y promovi-
das por la vía legal. Otros medios podrían ser más
eficaces a tal efecto. Las mismas luchas por el
reconocimiento sugieren, como formas de realiza-
ción de las demandas comprometidas, otros
medios de promoción.
El estatuto de los derechos económicos
y sociales y el papel del debate racional
El escepticismo restrictivo frente a la acepta-
ción de un listado demasiado generoso de dere-
chos niega categóricamente los derechos
económicos y sociales. Funda su rechazo, entre
otros argumentos, en la inadecuación de institu-
ciones capaces de garantizarlos, de donde podría
derivar una obligación excesiva y, en la visión de
sus críticos, irrealizable, como es la de trabajar
por la extensión institucional o el diseño y aplica-
ción de reformas siempre insuficientes de cara a
la exigencia producida por el reconocimiento de
estos derechos. Sen plantea, sin embargo, que el
carácter de irrealizable de derecho reconocido,
que puede ser promovido a través del cambio
institucional o político, no lo convierte su recla-
mo en un no-derecho. Se trata, también aquí, de
clásicos derechos que sugieren “obligaciones
imperfectas”, pero lo mismo sucede con los
derechos civiles y políticos que, aunque generan
en el plano de las relaciones con el Estado autén-
ticas obligaciones perfectas, en los otros produ-
cen obligaciones igualmente imperfectas. Sen
vuelve sobre la tesis de la realización extra-legal o
no exclusivamente jurídica de los derechos: la
agitación y la promoción en pro de los derechos
que se adelantan desde espacios y organizacio-
nes de la sociedad civil está precisamente dirigi-
da, en muchos casos, a la reforma, rediseño y
expansión institucional, a la esfera de los cam-
bios en la política. Esta vía de acción sobre el
campo institucional permite un permanente pro-
16novaetvetera
greso en la realización de los derechos sociales y
económicos. En todo caso, su forma de realiza-
ción no desacredita su estatuto de auténticos y
válidos derechos humanos, exigibles y legítimos.
Por último, queda el problema por el cual se
inició la búsqueda de los elementos (así los llama
Sen) que tendrían que acompañar una teoría de
derechos humanos: ¿con base en qué procedi-
miento podría hoy evaluarse la universalidad de
las demandas morales contenidas en estos dere-
chos? ¿Cómo defender su validez universal en
un mundo multicultural? La propuesta del profe-
sor hindú a este respecto no guarda significativa
distancia de otros maestros, como Habermas y
su ética del discurso o Rawls y su posición origi-
nal (incluso cabría ver un eco kantiano del uso
público de la razón), a no ser por el énfasis pues-
to no en las condiciones que idealmente garanti-
zarían la legitimidad de las proposiciones en
discusión, cuanto en el escrutinio de las deman-
das morales formuladas por parte de participan-
tes reales situados en sus contextos específicos y
cambiantes. También lo diferencia su apuesta
por que tal escrutinio informado y abierto a la
discusión no se circunscriba a los márgenes de
una sola cultura, sino que sea emplazado en un
escenario global, en un diálogo verdaderamente
inter-nacional o intercultural. “Importa no confi-
nar el dominio de la razón pública a una única
sociedad, especialmente cuando ella atañe a los
derechos humanos, en virtud de la ineludible
naturaleza no parroquial de tales derechos cuya
aplicación se destina a todos los seres huma-
nos”.21 El escrutinio reviste también un carácter
práctico, por cuanto se trata de una interacción
entre demandas morales, promovidas desde con-
textos específicos y activistas preocupados por su
materialización, y el examen razonado de su per-
tinencia y legitimidad a la luz de criterios provis-
tos por la teoría, como la oportunidad, libertad
del proceso, capacidad de los sujetos, funda-
mento en la libertad, relevancia social, etcétera.
 p e n s a m i e n t o y v i d a

Por eso, concluye con una tesis relativa a la uni- 12 Ibídem.

dad de la teoría y la práctica en los derechos 13 Ibídem, p. 321.
humanos: “No solo la claridad conceptual resul- 14 Ver H. L. HART (1955), Are There Any Natural Rights?, en The
ta importante para la práctica...; la riqueza de la Philosophical Review 64.

práctica es de vital importancia también para la 15 SEN, A. Ibídem, p. 319.

comprensión y el logro de los derechos huma- 16 La limitación del castellano respecto de un término equivalente
al “freedom” inglés, obliga a alternar entre “libertad” y “dere-
nos. No existe [en este caso] un gran déficit res- cho” en la traducción.
pecto al balance de las relaciones mutuas entre 17 Ibídem, p. 329.
teoría y práctica”.22 El optimismo ético de Sen 18 Ibídem, p. 319.
parece encerrar sólo una dificultad, la misma que 19 Ibídem.
encaran todas las teorías, superar la prueba de la 20 Ibídem, p. 320.
práctica política en un mundo gobernado por
21 Ibídem, p. 349.
poderes que continúan despreciando los dere-
22 Ibídem, p. 356.
chos humanos.

Notas
1 BOBBIO, Norberto (1982). Presente y futuro de los derechos del
hombre, en: El problema de la guerra y las vías de la paz, edito-
rial Gedisa, p. 179. Sobre el mismo tema, véase un trabajo ante-
rior del mismo autor e incluido en el mismo libro: Sobre el
fundamento de los derechos del Hombre, pp.117-128.
2 Ibídem, pp. 130-131.
3 Por ejemplo, la Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano (Francia, 1789) comienza por considerar que la
“ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del
hombre son la sola causa de la infelicidad pública y de la cor-
rupción del Gobierno”. En el mismo tenor, la Declaración Uni-
versal de los Derechos Humanos (ONU, 1948) habla del
“desconocimiento”, junto al menosprecio de tales derechos,
como origen de la barbarie.
4 Cfr. NINO, Carlos Santiago (1989). Ética y Derechos Humanos.
Un ensayo de fundamentación. Editorial Astrea de Alfredo y
Ricardo Depalma S.R.L., Buenos Aires, pp. 1-7.
5 MARX, Karl (1982). Sobre la cuestión judía, en: Escritos de
Juventud, Fondo de Cultura Económica, p. 478.
6 Véase RORTY, Richard (1998). Derechos humanos, racionalidad
y sentimentalidad, en: Stephen SHUTE y Susan HURLEY (edi-
tores): De los Derechos Humanos. Las Conferencias Oxford
Amnesty de 1993, Ed. Trotta, pp. 117-136.
7 SEN, Amartya (2004). Elements of a Theory of Human Rights,
en Philosophy & Public Affairs, v. 32, Issue 4, pp. 315-356.
8 SEN, Amartya (2004). Elements of a Theory of Human Rights, p.
317.
9 Ibídem.
10 Ibídem, p. 316.
11 Ibídem, p. 319.

novaetvetera17
p e n s a m i e n t o y v i d a

Dilan Castrillón, fotografía, 2003.

Claudia del Pilar Mojica Martínez
Magíster en Ciencia Política. Profesora de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la
Esap, y tutora del Semillero de Investigación sobre Acuerdo Humanitario de la misma universidad.

La realidad moral del

acuerdo humanitario
en Colombia
El acuerdo humanitario para la liberación de personas civiles y
militares privados de la libertad por las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (Farc-EP) y los miembros de esta organización,
es un tema de la agenda política del presidente Álvaro Uribe,
de gran controversia y trascendencia nacional. El proceso de negociación
en torno a las condiciones básicas para el entendimiento y para
lograr concretar el Acuerdo no ha arrojado los resultados esperados.
p e n s a m i e n t o y v i d a

Resumen ende, al estancamiento del proceso en diferentes

E
l presente artículo aborda el tema del coyunturas.
acuerdo humanitario en Colombia, a par- En este sentido, la construcción de un macro-
tir de una lectura diferente, como expre- consenso no implica la eliminación de los des-
sión de un consenso excluyente en una sociedad acuerdos entre ellos, sino por el contrario el
pluralista. Al tiempo, se analiza la realidad moral reconocimiento de las relaciones de poder e inte-
del Acuerdo entendida como del lenguaje moral reses en conflicto, que en la búsqueda del con-
de los actores (sociedad civil, gobierno, Farc), en senso pondrán de manifiesto la exclusión. El
los enfoques político, jurídico y humanitario que acuerdo frente a una propuesta concreta favore-
se le han dado a la problemática en torno a éste. cerá sólo unos intereses específicos y, por lo
Se trata de dilucidar que la dificultad para alcan- tanto, no será, en ningún momento, un consen-
zar el consenso no está exclusivamente en los so que incluya la totalidad de los mismos.
intereses en conflicto, sino en el ejercicio dialógi- En efecto, los antecedentes históricos en los
co entre dichos actores, que hablan un lenguaje casos de la liberación de los 60 soldados y 10
moral distinto. Se llega a la conclusión
que la realidad moral del Acuerdo debe
darse en lo político, lo moral y lo huma-
nitario simultáneamente, en el reconoci-
L a actitud dialógica de los actores
busca conciliar sus posiciones y materializar, en un
miento del otro como persona y en la
disposición del Gobierno, la sociedad pacto político, la satisfacción de intereses universaliza-
civil y las Farc a optar por unos intereses bles . No obstante, ésta ha enfrentado la imposibilidad
universalizables. fáctica para articular los distintos lenguajes morales e
intereses en un ideal universalizable, dado que ha pre-
Dada la importancia de este asunto
político, se pretende en este artículo anali- valecido el conflicto entre los intereses particulares. Este
zarlo a partir del lenguaje moral de la hecho ha contribuido a la polarización de las posiciones
sociedad civil, el gobierno y las Farc, con el entre la sociedad civil, el gobierno y las Farc y, por ende,
fin de mostrar que la dificultad para alcan- al estancamiento del proceso en diferentes coyunturas.
zar un consenso radica en las diferentes
concepciones, significados y valoraciones
del lenguaje moral de los actores, así como en el infantes de marina en Cartagena del Chairá, los
choque de sus intereses. observadores electorales de la Organización de
La actitud dialógica de los actores busca con- Estados Americanos y el hermano del ex presi-
ciliar sus posiciones y materializar, en un pacto dente César Gaviria, demostraron que en las
político, la satisfacción de intereses universaliza- negociaciones para la liberación de los secuestra-
bles . No obstante, ésta ha enfrentado la imposi-
1
dos, desempeñaron un papel determinante la
bilidad fáctica para articular los distintos influencia, las relaciones de poder y los intereses,
lenguajes morales e intereses en un ideal univer- que favorecieron a un grupo o individuo y exclu-
salizable, dado que ha prevalecido el conflicto yeron a los demás retenidos.
entre los intereses particulares. Este hecho ha Dependiendo de su condición y del locus que
contribuido a la polarización de las posiciones ocupan en la sociedad o en el Estado los sujetos2
entre la sociedad civil, el gobierno y las Farc y, por esgrimen distintos puntos de vista sobre el acuer-

20novaetvetera

do humanitario. Las propuestas se pueden agru-
par en tres grandes enfoques: político, jurídico y
humanitario. Instancias independientes, pero no
mutuamente excluyentes. Estos tres enfoques
dan cuenta de la pluralidad de concepciones e
intereses que se tejen en torno al tema. Son
microconsensos igualmente válidos, pero, a
pesar de ser disímiles se caracterizan por una
particularidad excepcional: todos comparten un
consenso unánime expresado en el interés por
concertar y concretar los términos del acuerdo
humanitario. Este consenso generalizado tiene la
validez de una ilusión óptica que desaparece
ante la emergencia de las discrepancias sobre las
condiciones y mecanismos a través de los cuales
se desarrollaría dicho acuerdo. “Las discrepan-
cias son en parte provocadas y responden siem-
pre a una mezcla de intereses contrapuestos y
temores mutuos” (Walzer, 2001).
Más allá del carácter político, jurídico o huma-
nitario del Acuerdo, las opiniones de los agentes
gubernamentales, la sociedad civil y las Farc se
expresan a través de un lenguaje moral (Walzer,
2001) que configura la realidad moral del acuer-
do humanitario. Los argumentos, juicios e intere-
ses son descritos mediante un lenguaje moral
permeado por sentimientos, creencias, valoracio-
nes y predisposiciones.
La consolidación de un consenso no consiste
sólo en coincidir en las argumentaciones política,
jurídica o humanitaria inherentes al Acuerdo, sino
en la comprensión del lenguaje moral de las par-
tes en el ejercicio dialógico. Si bien en el terreno
político el Acuerdo es un consenso excluyente, en
el ámbito moral la unanimidad es inalcanzable,
puesto que cada sujeto decide qué considera
correcto, según sus percepciones, el peso que les
concede a los valores compartidos o en contrapo-
sición, el procesamiento y significado de la infor-
mación, los intereses y las emociones.
La realidad moral del acuerdo humanitario,
entendida como el conjunto de las experiencias
p e n s a m i e n t o y v i d a
que el lenguaje moral logra describir, ve al Acuer-
do y sus hechos conexos como las opiniones de
los actores y no como una realidad fáctica. Así,
uno habla de “rehenes” o “secuestro extorsivo”
para referirse a lo que otro llama prisioneros de
guerra; uno considera crueldad o causa humanita-
ria lo que otro asume como ventaja político-militar
y uno llama canje a lo que otro concibe como
intercambio humanitario. Estos apelativos son el
vocabulario del lenguaje moral, y el Acuerdo la
posibilidad de los distintos significados morales. A
continuación se abordan éstos enmarcados en los
enfoques político, jurídico y humanitario.
El lenguaje moral del acuerdo
humanitario en lo político
Los partidarios del enfoque político plantean
que el acuerdo humanitario es un problema
inmerso en esta dinámica, dado que “…para el
Gobierno como para la guerrilla es un problema
de cálculo político y también militar, que es otra
expresión de lo político… las partes se han tren-
zado en una suerte de pulso político en el que
cada una espera sacar la mayor cantidad de divi-
dendos tratando que la contraparte pague los
costos reduciendo al mínimo los que está dis-
puesta a asumir…” (Rangel, 2004). El Gobierno
comparte este análisis, el cual se ve reflejado en
el pronunciamiento del Alto Comisionado para la
Paz, Luis Carlos Restrepo al aseverar: “ninguna
de las iniciativas del Gobierno ha valido para
obtener de las Farc una ‘posición sensata’, pues
ellas quieren ganancia política” (Presidencia de la
República, 2004).
Esta aproximación, enmarcada en la teoría
clásica de la ciencia política, analiza el Acuerdo
como una negociación signada por la relación de
influencia entre el Gobierno y las Farc, en donde
cada uno de los agentes busca inducir al contra-
rio a actuar de una forma en la que, de otro
modo, no lo haría (Dahl, s. f.). Es en esencia una
relación de poder, donde se ejerce la influencia
novaetvetera21
p e n s a m i e n t o y v i d a
para beneficiar unos intereses políticos por
medio de la concreción de un consenso exclu-
yente. En esta relación de poder, el Gobierno
aduce que “…en Colombia no hay secuestros
políticos derivados del conflicto interno sino la
retención injustificable y cruel de miles de ciuda-
danos para arrebatarles sus bienes y patrimo-
nio… La liberación de rehenes debe ser inmediata
y sin contraprestación” (Santos, 2003).
Por su parte, las Farc “están dispuestas a libe-
rar a todos los militares y policías en su poder, los
12 diputados del Valle del Cauca… y a la excan-
didata Ingrid Betancur… en contraprestación, se
reclama al Gobierno la liberación de todos los
guerrilleros en su poder”.(Ancol, s. f.)
Estos actores utilizan un lenguaje moral en el
cual los significados del acuerdo humanitario son
opuestos y, por consiguiente, la posibilidad de
consenso es nula. El primero valora la vida, la inte-
gridad, la libertad y la propiedad privada de los
ciudadanos secuestrados, mientras que el segun-
do valora la incorporación de sus combatientes en
sus filas para continuar la lucha contra el Gobier-
no y obtener el estatus de prisioneros de guerra
para evitar que se los enjuicie penalmente.
La realidad moral del acuerdo humanitario se
modifica dependiendo de la coyuntura y los inte-
reses de los actores. Así, el Gobierno pasa de una
posición radical esbozada a una propuesta
moderada, al proponer la liberación de 15 gue-
rrilleros que estén procesados y condenados por
delitos políticos, y poner en marcha mecanismos
que abran paso al entendimiento y al consenso,
en el marco de su apertura hacia la negociación
de la paz. En este sentido, el Alto Comisionado
para la Paz manifestó que el Gobierno “está dis-
puesto a hacer lo que quiere y puede hacer, es
decir liberar a guerrilleros en las cárceles procesa-
dos y condenados por rebelión y no por delitos
atroces” (Presidencia, 2004).
Las Farc por su parte tienden hacia una pro-
puesta moderada en cuanto a sus exigencias
22novaetvetera
frente al número de los subversivos a intercam-
biar, pero les resulta políticamente inviable acep-
tar tan sólo la liberación de los guerrilleros
procesados o condenados por delitos políticos.
Su valoración está centrada en la ventaja políti-
co-militar que les reporta la liberación de sus
cuadros, sin que ello signifique el inicio de una
negociación.
El lenguaje moral del acuerdo
humanitario en lo jurídico
Quienes consideran que el Acuerdo es un
asunto jurídico sostienen que: “…los acuerdos
especiales no son el fundamento para adelantar
el intercambio humanitario de personas civiles en
manos de grupos armados… Es imposible acudir
a acuerdos especiales porque estos están conce-
bidos para aumentar la aplicabilidad del Derecho
Internacional Humanitario (DIH) y no para dismi-
nuirla…” Hay confusión en lo que se entiende
por acuerdo humanitario. El artículo 3º común a
los cuatro Convenios de Ginebra contempla lo
que se llaman acuerdos especiales, esto es, ins-
trumentos que buscan ampliar la protección ya
existente. Eso quiere decir que en el marco de un
conflicto armado, internacional o interno, se
ofrece la posibilidad a las partes de buscar medi-
das para ampliar aquella protección mínima. Ni
las liberaciones ni el intercambio humanitario
son ampliaciones del derecho existente. En el
caso de los militares y policías, en la medida en
que, a la luz del DIH, han sido privados de la
libertad de manera lícita, las partes en conflicto
puedan llegar a un acuerdo para su liberación.
Éste puede estar enmarcado dentro de los acuer-
dos especiales, ya que se pueden aplicar algunas
de las causales de liberación previstas en los con-
flictos internacionales. No obstante, el Gobierno
deberá tener las facultades legales pertinentes”
(Colegio de Abogados, s. f.).
Desde este enfoque, el establecimiento del
Acuerdo es un asunto jurídico relativo a la supre-
 p e n s a m i e n t o y v i d a

macía de la norma frente a la realidad y a la diná- consecuencia, se reconoce el valor inviolable de

mica política. Es la necesidad imperiosa del cum- la persona humana, su vida y su libertad según
plimiento y la aplicación del DIH, por el Estado y los preceptos divinos.
su adversario, en el conflicto armado interno. El Junto con los representantes de la Iglesia, los
lenguaje moral se expresa mediante el tecnolecto familiares de los civiles y militares secuestrados
jurídico y se fundamenta en la precisión de los tér- consideran que la privación de la libertad es una
minos y significados jurídicos. Se valora lo que la violación al núcleo fundamental de los derechos
norma consagra, como jurídicamente viable, en humanos y, por lo tanto, reclaman al Gobierno la
los acuerdos especiales para la libera-
ción de militares y policías, mientras
que se considera un exabrupto llevar
a cabo un acuerdo especial para la
L os defensores del enfoque humani-
tario coinciden en afirmar que el Acuerdo no es un asunto
liberación de civiles, puesto que ellos
gozan del principio de inmunidad político ni jurídico, sino de respeto a la dignidad humana.
humanitaria y, en principio, no debie- En este sentido, la Iglesia “hace un llamado a anteponer
ron ser privados de su libertad. Por
las razones humanitarias sobre las razones jurídicas e
consiguiente, la realidad moral del
acuerdo humanitario y el consenso es
incluso las políticas, para la libertad de todos los priva-
el resultado de la aplicación del DIH, dos de ella con ocasión del conflicto y de todos los
mas no de la negociación de la norma secuestrados”
y su instrumentalización con fines
políticos.
ejecución del Acuerdo por razones humanitarias.
El lenguaje moral del acuerdo Esto se evidencia en pronunciamientos como:
humanitario en lo humanitario “estamos denunciando que las Farc están usan-
Los defensores del enfoque humanitario coin- do a nuestros familiares como escudos huma-
ciden en afirmar que el Acuerdo no es un asunto nos. Los usan para protegerse de la acción del
político ni jurídico, sino de respeto a la dignidad Ejército. Esto es un atropello, un abuso, una arbi-
humana. En este sentido, la Iglesia “hace un lla- trariedad muy grande” (Familiares exigen libera-
mado a anteponer las razones humanitarias ción de secuestrados, 2004). “Señor Presidente,
sobre las razones jurídicas e incluso las políticas, el acuerdo humanitario no da espera, demos
para la libertad de todos los privados de ella con este primer paso; en sus manos está el salvar las
ocasión del conflicto y de todos los secuestra- vidas de 3 mil hijos de Colombia”3. “Le exijo al
dos” (Henao, s. f.). presidente Uribe que resuelva cuanto antes esta
En el lenguaje moral de los voceros de la Igle- situación, porque no se trata de un acto de
sia, se estima que el secuestro perpetuado por generosidad sino del deber que tiene frente al
las Farc es una práctica arbitraria e inhumana país de defender la vida, la seguridad y la integri-
(Anónimo, 2004), porque atenta contra el bien dad de cada uno de sus ciudadanos”4.
de la persona humana que prevalece y trascien- Los familiares de las personas privadas de su
de las instituciones. Se estipula como principio libertad expresan un lenguaje moral cargado de
moral supremo: la primacía de Dios en tanto sentimientos y emotividad resultado de la vivencia
dador y guía exclusivo del destino de la vida. En del dolor humano. Valoran la vida como elemen-

novaetvetera23
p e n s a m i e n t o y v i d a

to fundamental y esencia de la humanidad, así
como la seguridad e integridad de los secuestra-
dos como garantías de la preservación de la vida y
la posibilidad del retorno de los familiares a sus
hogares en condiciones aceptables. En su actitud
dialógica con el Gobierno, le exigen, en su condi-
ción de ciudadanos, que cumpla con la obligación
principal de un mandatario: defender la vida de
sus nacionales. La realidad moral del acuerdo es,
para ellos, el lenguaje del dolor y del sufrimiento
por la ausencia de los seres queridos conjugado
con su impotencia para cambiar el estado de cosas.
A manera de conclusión, se puede plantear
que el logro de un consenso en torno a las condi-
ciones y mecanismos del acuerdo humanitario es
una tarea compleja, no sólo por los intereses en
SANTOS, F. (2003, mayo 28). Discurso durante el Encuentro Gober-
nabilidad, Democracia, Paz y Acuerdo Humanitario, p. 4.
WALZER, M. (2001). Guerra, política y moral. Barcelona: Ed. Paidós,
pp. 43, 48.
Notas
1 Los intereses universalizables se definen como aquellos que
todos podrían querer. Adela Cortina (1995). La ética de la socie-
dad civil. Madrid: Ed. Grupo Anaya, p. 114.
2 Están integrados por miembros del gobierno y de las Farc,
familiares de los secuestrados, representantes de la Iglesia,
académicos, ex presidentes, entre otros.
3 Opiniones de los familiares de los militares y civiles secuestrados
recuperadas de www.esmas.com (diciembre, 2003).
4 Opinión de Juan Carlos Lecompte, esposo de la ex candidata pre-
sidencial Íngrid Betancourt. Recuperado de: www.lukor.com/not-
mun, (2004, octubre).

conflicto, sino por el lenguaje moral distinto que

emplean los actores en su ejercicio dialógico. Por
consiguiente, el reto del gobierno, la sociedad civil
y las Farc consistirá en consensuar el lenguaje en
los ámbitos político, moral y humanitario simultá-
neamente, así como en la voluntad política para
ceder los intereses particulares y optar por unos
intereses universalizables.

REFERENCIAS
AGENCIA DE NOTICIAS NUEVA COLOMBIA. (s. f.). Recuperado de:
www.ancol.com, p. 2.
ANÓNIMO (2004, octubre). Hay que reconocer que no se ha avan-
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Recuperado de www.educweb.org (agosto).
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las FARC agoniza. Recuperado de www.presidencia.gov.co (octu-
bre), p. 1.
RANGEL, A. (2004, agosto). “Lejos del canje”. El Tiempo. Bogotá:
p. 1-19.

24novaetvetera
Dilan Castrillón, fotografía, 2003.
 p e n s a m i e n t o y v i d a

Dilan Castrillón, fotografía, 2003.

Édgar Giovanni Rodríguez Cuberos
Profesor catedrático del Departamento Biología y estudiante de nivelación de la Maestría en
Filosofía, Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Filosofía educativa
Formación ciudadana y derechos humanos

“La filosofía es una reflexión última

sobre la situación humana existente,
la educación es la acción suprema
para cambiar la situación humana”.

B. J. F. Lonergan.
p e n s a m i e n t o y v i d a
Resumen
A
sumiendo el contexto de realidad nacio-
nal y el modelo democrático que se sus-
tenta como sistema de regulación de las
sociedades actuales, pretendo en este escrito
poner en evidencia algunos elementos básicos
que den cuenta de la necesidad urgente de con-
figurar dentro del contexto de nuestro país una
idea particular de Filosofía de la Educación como
posibilitadora de resignificación tanto de la idea
de ciudadanía como de la defensa implícita en
ella de los derechos humanos, ya que un ciuda-
dano democrático consciente de su responsabili-
dad social respeta y defiende la función del
derecho. En este mismo sentido, se pretende cla-
rificar cómo una “Filosofía educativa” puede ser
mucho más efectiva que una filosofía de la edu-
cación, partiendo de la diferenciación entre una
y otra por su capacidad concreta de poner en
práctica un aparato conceptual teórico en un
acto vital. Para ello, se empezará por reconocer
cuál es el ámbito de cualquier filosofía de la edu-
cación, para luego poder diferenciar condiciones
que apunten a considerar la importancia de
hacer filosofía de, para, en y sobre la educación,
de cara a lo que significa esta reflexión para las
realidades concretas de nuestro país.
Introducción
Tradicionalmente, se asume que la educación
es el dispositivo que emerge de una determinada
cultura como garante de la transmisión tanto de
pautas éticas y morales como de modos de regu-
lación económicos, culturales, políticos y demás,
con el ánimo de mantener y asegurar las carac-
terísticas que confieren un acervo de conducta a
un determinado grupo social con el paso del
tiempo. La tradición del pensamiento occidental
supone para la educación la esperanza de con-
cluir el sueño ilustrado de educar hombres libres
para un mundo libre; sin embargo, este ideal aún
se mantiene en tensión e incluso tiende a trans-
28novaetvetera
formarse en utopía. Hoy por hoy, los ideales de la
educación y los agentes de la misma tienen que
debatirse y lidiar a diario con aspectos como el
escepticismo y la desesperanza juvenil, las incon-
gruentes políticas administrativas y los desalenta-
dores discursos doctrinales de escuelas académicas
pedagógicas que, en aras de promover nuevos
lugares para la pedagogía, terminan por ahogar
en terminología y tecnología metódica incluso a
los mismos especialistas. En medio de esta pro-
blemática, la llamada educación para los dere-
chos humanos y la democracia encuentra un
vacío de anclaje fundamental debido a que sus
propósitos se enfrentan a una falta de coherencia
entre las acciones y la política.
Desde esta perspectiva, los docentes colom-
bianos se ven obligados a adaptar sus metodolo-
gías al ritmo de las tendencias que ilusoriamente
se consideran innovadoras –muchas de ellas se
adoptan en el sistema educativo sin un previo
análisis de necesidad o de costo/beneficio– pero
que, si bien mantienen al maestro colombiano al
día en avances pedagógicos, también amenazan
con minar la estructura discursiva que los docen-
tes pudiesen lograr como fruto de la reflexión
sobre su propia experiencia en el aula. En esta
dinámica, hemos puesto en marcha y experimen-
tado en escuelas y universidades: constructivis-
mos, para luego apostarle a la pedagogía
conceptual; aprendizaje basado en problemas,
para luego hacer pedagogía crítica o, según lo
crea conveniente la administración en turno, revi-
vir la tecnología educativa. Supone esta situación
que, en general, las prácticas educativas se ase-
mejen a una gran colcha de retazos teórico-
metodológicos que no necesariamente guardan
una relación de coherencia, sentido y apropia-
ción crítica por parte de los maestros. Mientras
tanto, los medios de comunicación en sus distin-
tas formas, aunque homogéneos y sincronizados
en su mensaje cada vez más deshumanizante y
hedonista, generan efectos mucho más percepti-

bles en las tipologías y conductas de los sujetos
en la sociedad, que el aparato total de la educa-
ción institucionalizada.
Por otro lado, comprender la educación como
una actividad que forma, prepara, adecua y regu-
la los comportamientos de los individuos en una
sociedad y cultura determinada, implica que sobre
ella sea necesario arrojar cuestionamientos de
fondo como por ejemplo: ¿Qué tipo de ciudadano
se está formando? ¿Para qué tipo de sociedad?
¿Desde que marco teórico se elaboran los currícu-
los? ¿Cuáles son los tipos de maestros que asu-
men la tarea de educar? ¿Quiénes piensan los
problemas de la educación? ¿Cómo considera la
filosofía los problemas del progreso y el desarrollo
en el individuo y en la sociedad misma? ¿Qué
hace que cada sujeto considere legítima la defen-
sa de los derechos humanos? ¿Son los derechos
humanos un problema de conciencia social, de
respeto a los ideales universales de libertad y justi-
cia? etc. Estos interrogantes que delimitan lo edu-
cativo como un problema del ser humano deben
contenerse necesariamente dentro de un marco
filosófico-antropológico, no porque se demande
un estatuto disciplinar, sino simplemente por la
actitud y condición que la reflexión filosófica supo-
ne, asumiendo que la relación filosofía-educación
ha sido y será fundamentalmente dialógica e
interdependiente.
Entonces, si se parte del hecho de que la filo-
sofía es fundamental para la educación y de que
ésta puede ayudar a mejorar la coherencia entre
nuestros pensamientos y acciones, y de que, en
consecuencia, temas como la educación para la
democracia pueden formar parte de nuestras
estructuras curriculares, es necesario reconocer
que el primer obstáculo a superar es la separa-
ción entre la filosofía y la educación.
Dentro de las tareas clásicas de la filosofía (si
podemos hablar de tareas específicas de la
misma) es muy poco frecuente considerar la edu-
cación o los procesos de reflexión sobre ella
p e n s a m i e n t o y v i d a
(campo de la pedagogía) como un lugar válido
en el trabajo filosófico. Incluso son frecuentes las
interminables discusiones sobre el estatuto de
validez de áreas como la filosofía de la educa-
ción. Al respecto, diría Dewey (1967) que: “el
conocimiento es una transición desde una situa-
ción problemática hasta una situación mejorada,
esta transición implica dos componentes: la
reflexión y la acción”. Por lo tanto, es según este
punto de vista y de cara a la realidad de nuestra
propia condición humana (resolver problemas)
que la educación y la filosofía se ven irremedia-
blemente unidas en una relación dialéctica, ali-
mentadas la una de la otra.
Desde esta perspectiva, se asume que el filóso-
fo debe atender problemas de nuestro tiempo,
independientemente de su escuela programática
o preferencias ideológicas, pues la realidad tam-
bién lo toca a él. Así, se hace evidente que si bien
la educación está llamada a transformar la socie-
dad, ésta no cambia sin que los sujetos que la
hacen posible indaguen rigurosa y sistemática-
mente por su condición de existencia y de habitar
el mundo. Esto significa que la importancia de la
educación para lo que se quiera de los derechos
humanos, no es un cuestión de contenidos sino
de valoración y apropiación subjetiva de los míni-
mos morales que nos permiten la coexistencia y el
mantenimiento de la cohesión social.
Por ello, hablar de una filosofía de la educa-
ción es simplemente una manera de aceptar que
la filosofía en sí misma es lo que define al hom-
bre como ente que resuelve sus propios asuntos
y se inquieta por su naturaleza misma, se admira
y se angustia ante sus propias limitaciones, sin
que esto signifique su abandono al destino. De
ahí que, por ahora, la filosofía de la educación se
haya ganado dentro de la estructura formal la
etiqueta de área válida, porque puede identifi-
carse en ella un carácter, un contenido y gran
cantidad de problemas a resolver. Sin embargo,
será su rigurosidad, su coherencia interna, su
novaetvetera29
p e n s a m i e n t o y v i d a

resistencia a la crítica, su capacidad de diferen-
ciar y jerarquizar, sus efectos concretos, los que
le den su verdadero lugar.
Ahora bien, esta área posicionada con varias
líneas de trabajo e investigadores se ha mantenido
como cualquier otra forma de hacer filosofía, lo
sino en sus acciones diarias con los estudiantes, es
decir, pone en evidencia la legitimidad de ideas de
justicia y libertad, de valores y deberes y del senti-
do de la ciudadanía en el contexto real en el cual
sus educandos existen. De esto depende que el
esfuerzo futuro no sea la defensa de los derechos
humanos, sino la formación sobre el

S e hace evidente que si bien

la educación está llamada a transformar la sociedad, ésta no
respeto mutuo, la solidaridad, la
mediación y la equidad.
El paso de ver esta filosofía particu-
lar de la que hablo, de contener a, a
cambia sin que los sujetos que la hacen posible indaguen través del uso de las palabras “de
rigurosa y sistemáticamente por su condición de existencia la”, a referirse a sí misma como un
y de habitar el mundo. Esto significa que la importancia de proceso en movimiento, educativo,
la educación para lo que se quiera de los derechos huma- refleja el carácter mismo de la preo-
cupación que aquí se pone de mani-
nos, no es un cuestión de contenidos sino de valoración y
fiesto; no sólo se trata de poder
apropiación subjetiva de los mínimos morales que nos per- referirse al contenido de un área,
miten la coexistencia y el mantenimiento de la cohesión sino de que ésta pueda ser asumida
social. personalmente como una experien-
cia de trascendencia definida por
que resulta problemático debido a su lugar parti- sus tareas concretas y aquellas que la sociedad
cular: la educación. Ésta, le exige a la filosofía no misma le asigna.
sólo marcos de referencia conceptuales o históri-
cos, sino la apropiación de los mismos por parte Pensar la filosofía, educar
de quienes los elaboran y multiplican. De ello por los derechos y para los derechos
depende el sentido mismo de hacer una filosofía El paso necesario de modificar la percepción
de la educación y es ésta precisamente la razón de la filosofía de la educación por un papel
que determina pensar en una forma que dé cuen- mucho más activo y protagónico re-imaginándo-
ta de esta experiencia vivida, es decir, no sólo en la la para que pueda tener una mayor incidencia en
creación de los discursos sino en su realización el ámbito educativo y que, en consecuencia, se
personal. En otras palabras, poder pensar en un viva el sentido del derecho, debe comenzar por
tipo de filosofía que no sólo sea “de la” sino suponer su movimiento, refiriéndose a ella como
“educat-iva”, una filosofía que se recrea y multi- filosofía educativa para que en esta dinámica
plica como una forma especial de ver, de estar en pueda generar proposiciones válidas a priori que
el mundo y que en sí misma se refleja en los otros sean la plataforma de sentido de cualquier edu-
como una pauta posible de existencia. cador, ya que es su función social la que exige
Por eso si hablamos de la relación entre la esta condición de conciencia. Por ello, los proble-
educación y la garantía de velar por los derechos mas de una filosofía educativa no pueden pen-
humanos, podrá entenderse que es el docente sarse fuera de la persona.
–educador o maestro– quien da cuenta de su Por supuesto, el destino del ser humano
importancia, no en una explicación de pizarra depende de un proceso acumulativo (historia); su

30novaetvetera

deseo permanente es el del bien, que se alcanza
a través de la captación y la elección, de la cons-
trucción de mediaciones para hacer posible la
libertad, en donde las formas de educación
deben procurar las herramientas para que cada
quien capte y elija de acuerdo con normas inte-
riorizadas. Este nivel constituye para Lonergan
(1988) un bien de orden, de constitución de
sociedad a través del cual cada sujeto refleja su
condición ética (valores) y estética (brillo del bien
reflejado en los productos de la sociedad). Por
eso la filosofía y la educación son momentos de
un solo proceso: la filosofía es el componente, el
momento reflexivo y la educación su momento
para la acción en el acontecer humano. De
nuevo, no sólo se trata aquí de percibir el tema al
descuido como una nimiedad semántica, sino
que incluso como forma de hablar, de pensar de
las disciplinas se desprende su alcance. La filoso-
fía educativa es, pues, reflejo como movimiento
de estos dos instantes: reflexión–acción.
En este orden de ideas, la filosofía educativa
(como movimiento del pensamiento) no se eleva
a categoría de regente de otras formas de cono-
cimiento o disciplinas sino como una actitud pre-
via, personal, mística que antecede a cualquier
deseo de conocimiento o saber y se detiene en el
debate y la deliberación de lo que ella deviene.
Esto último lo explica Lonergan (1988) de la
siguiente manera: “El conflicto moral no se da
entre el yo racional y el hedonista, ni entre la
oportunidad a corto y largo plazo, sino entre el
yo ya realizado y el yo por realizarse”.
Así, se desprende que el ser humano a través
de la educación pueda ser capaz de desplazarse
por su propia historia, acudiendo selectivamente
a lugares y experiencias que están determinadas
por sus inclinaciones e intereses (flujo de la con-
ciencia), de forma que cada topos significativo
para él (que goce de sentido y pertinencia) se
vaya constituyendo como un horizonte. La reu-
nión de nuestros diversos horizontes construye
p e n s a m i e n t o y v i d a
la categoría mundo. Este mundo del ser huma-
no es la suma de su edad, la totalidad de su
duración, la esencia misma de su emoción en
tanto ésta es deliberada. Esta categoría mundo
que Lonergan enuncia es: “una serie total de
contornos posibles, de límites de reconocimien-
to del espacio, los objetos y las ideas” (1988,
132—133); es decir, el resultado de una filosofía
educativa, de su ejercicio, porque la filosofía no
se realiza en este caso sobre otra disciplina –la
educación–, sino que se vive en este sentido,
como categoría mundo dando cuenta así de sí
misma.
Desde esta perspectiva, aprender a habitar el
mundo de la vida es aprender a tener conciencia
crítica del flujo de nuestros sentidos dentro de
un horizonte de horizontes; es la demanda de
nuestra época, ya que, asumir la categoría
mundo en su extensión implica:
Entender que la crítica es motor de la ciencia y
eje de reflexión para una recuperación del sen-
tido originario de solidaridad y para una recon-
textualización del hombre en una sociedad
civil. Desde esta perspectiva, la educación
puede revertir el proceso de colonización del
mundo de la vida y abrir el camino hacia una
reconstrucción civil de la realidad (Hoyos,
2002).
Desde luego, aprender a habitar el mundo de
la vida como consecuencia posible del ejercicio
de la filosofía educativa implica retomar el valor
de lo mítico, de lo poético, de la imagen y la
mímesis como formas de reconciliar las artes, la
ciencia y la tecnología en pro de una condición
humana que tenga en cuenta la alteridad. Esta
idea explica que educar en los derechos huma-
nos, por ejemplo, se logra si y sólo si, quienes
enfrentan el acto educativo reconocen la com-
plejidad y los retos que la actualidad les plantea.
Esto, como ya se ha expuesto, puede hacerse
por la vía de la reflexión típica de la filosofía.
novaetvetera31
p e n s a m i e n t o y v i d a
La formación ciudadana,
Derechos humanos desde la perspectiva
de la filosofía educativa
Es preciso en este punto explicitar el vínculo
entre la formación ciudadana, los derechos
humanos y la idea del ejercicio educativo de la
filosofía. Sin lugar a dudas una de las funciones
básicas que tienen los procesos educativos en
una sociedad es la de garantizar la inserción ade-
cuada al sistema de producción y distribución, de
un sujeto capaz de mantener los sistemas de
relación que aseguran la cohesión de la estructu-
ra social. En este orden de ideas, la constitución
de una ciudadanía se convierte en últimas en el
reto inaplazable de cualquier nación, de cara a
propiciar y buscar las formas más justas que per-
mitan la estabilidad política y económica necesa-
rias en la dinámica global actual.
Partir de este presupuesto implica, a su vez,
considerar críticamente los diferentes escenarios
donde hoy por hoy el ciudadano colombiano se
educa, establecer cuáles son los valores que lo
constituyen y de dónde provienen sus referentes.
Es claro que la familia es el lugar fundamental
donde el sujeto adquiere sus condiciones básicas
de ciudadanía, y que la escuela se convierte en el
ámbito que potencia y reafirma dichas condicio-
nes; pero también es cierto que en muchos casos
esta responsabilidad suele delegarse de forma
consciente o inconsciente a la escuela, aun de
manera exclusiva.
Dada esta situación problemática, es necesario
comprender que este papel formativo de la escue-
la también debe transformarse. No es posible pen-
sar que sea en este ámbito complejo donde los
valores y la referencia a derechos y deberes se
“transmitan” o, en el mejor de los casos, se “ense-
ñen” como cualquier disciplina. El reto contempo-
ráneo exige que los protagonistas del acto
educativo vivan en la experiencia y conozcan día a
día, a través de las diferentes acciones cotidianas,
que los valores que garantizan la constitución de
32novaetvetera
un sujeto político se derivan de una opción clara
que involucra la reflexión continua del saber-ser-
hacer.
Esta transformación supone una condición
ética/estética diferente, y su operatividad depende
del tipo de mediaciones que los sujetos involucra-
dos se procuren para lograr el objetivo de cambio.
Tratemos de clarificar esta relación. La dimensión
ética/estética del ser humano reúne los principios
de acción que regulan, por un lado, la apreciación
y valoración del mundo en el que se vive (estética)
y por el otro, la reflexión permanente acerca de la
manera más idónea de vivir en el mundo bajo una
pretensión del significado personal del bien (ética).
Quizás este aspecto fundamental sea el que le
da cuerpo a la filosofía educativa, pues es en últi-
mas la dimensión ética/estética de las personas, la
que puede verse enriquecida en conjunto por esta
concepción. Como se explicó, si lo ético regula la
acción del hombre y lo estético su valoración del
mundo, entonces, la formación de los sujetos bajo
la perspectiva de la filosofía educativa tendrá
como resultado un tipo de sujeto que es conscien-
te de lo que implica su ciudadanía y como correla-
to de ella el respeto por los principios básicos que
articulan la convivencia entre las personas. Esto
apoya lo mencionado anteriormente, en tanto
que el problema sea educar para interiorizar las
normas, no educar para la norma. La interioriza-
ción de las normas (entre ellas las que involucran
los derechos fundamentales) acerca a las socieda-
des a la experiencia de la libertad.
Sin embargo, en la mayoría de los currículos y
las políticas educativas que maneja el país tanto a
nivel nacional como local se promulga la forma-
ción en valores, la configuración de un ciudadano
ético que se ajuste y propicie cambios en una
sociedad que exige transformaciones de fondo,
como es el caso de Colombia. No obstante, a
pesar de las intensas campañas y promulgaciones
de cambio, en la práctica sigue prevaleciendo la
formación positivista y cartesiana, la impostura de
 p e n s a m i e n t o y v i d a

conceptos estériles y descontextualizados que reflexión de los individuos hacia sus formas de
poco o nada tienen que ver con la realidad del actuar y ser en el mundo se constituye en una
estudiante. labor evidentemente educativa y pertinente, ya
El afán por la accesibilidad a las modernas tecno- que es la educación el eje mediador que los gru-
logías y los medios masivos de comunicación pare- pos sociales legitiman como catalizadores de
cen ganar “la guerra de la formación”. Los valores procesos culturales.
se “aprehenden” desde estos lugares, al igual que La educación tiene el reto de generar propues-
las actitudes y parámetros que aparentemente rigen tas que construyan valores desde la vivencia, desde
nuestra sociedad. Esto crea un vínculo dependiente la reflexión de la misma para la asertividad de las
demasiado peligroso, pues nuestros
jóvenes encuentran referentes socializa-
dores falsos e ilusorios acerca de cómo
estructurar sus relaciones; por lo tanto,
L os valores entonces no pueden
enseñarse desde la perspectiva clásica de la norma, es
estos lugares contribuyen a la fragmen-
tación del sujeto. decir un valor no puede ni debe ser objetivado desde la
El problema de la ética (condición validez de una normatividad, sino de la plena conciencia
política) y el valor (condición del dere- de la necesidad y del convencimiento reflexionado del
cho) es en esencia una discusión histó- significado del valor en sí.
rica. Este concepto o idea tiene la
naturaleza de una variable, de una dis-
continuidad, y goza de la relatividad. Sin embargo, decisiones por las que opta un determinado sujeto.
su validez encarna el devenir humano, propicia la El camino para la formación en valores y para la
reflexión permanente y la preocupación por creación de una ética está predeterminado a fluir
encontrar nuevas y mejores formas de convivencia. de la experiencia trabajada desde la razón y la posi-
Por otro lado, el ámbito de lo ético es un fenó- bilidad de acercarse al carácter problemático, inde-
meno de historicidad del ser humano tanto a nivel finible, improbable y caótico del ser humano.
individual como de herencia sociocultural, en Ética-estética es, pues, una nueva conceptua-
donde la formación articula el logos y la praxis lización del devenir ontológico de los llamados
para el ejercicio cotidiano del habitar en el mundo sujetos; implica la estructuración de hombres lla-
y el habitar(se) en sí mismo como persona. mados a re-conocerse, a conciliarse con los
Desde este punto de vista, configurar una ética- demás en la posibilidad de disfrutar su produc-
estética, como lo plantean varios autores1, es en ción humana, su interacción, de promover el
últimas propiciar la oportunidad de agradar(se), en sentido por la justicia y la convivencia.
tanto sujeto crítico consciente de la multiplicidad Conducir la reflexión, la investigación y las
de su yo. Los valores entonces no pueden enseñar- propuestas educativas por esta senda es un
se desde la perspectiva clásica de la norma, es decir imperativo, ya que es evidente que los valores
un valor no puede ni debe ser objetivado desde la no se transmiten de afuera hacia dentro, sino
validez de una normatividad, sino de la plena con- que es el estudiante, el sujeto, quien los elabora
ciencia de la necesidad y del convencimiento refle- en su interacción con el ambiente humano como
xionado del significado del valor en sí. complemento de su desarrollo intelectual, es
Generar mecanismos de acción que se enca- decir una formación integral que abogue por un
minen a modificar conductas o que propicien la ciudadano productivo y ético a la vez.

novaetvetera33
p e n s a m i e n t o y v i d a
La génesis del valor y la configuración de la
ética son entonces productos del trabajo sobre sí
mismo, de la poética sobre la tragedia humana,
el arte, mediante el cual, la obra artística pasa a
convertirse en vivencia y, por lo tanto, se presen-
ta como expresión de la vida del ser humano.
Condiciones para una filosofía
educativa y educación en y para
el derecho y la democracia
Hasta aquí la propuesta se ha desarrollado tra-
tando de hacer evidentes los elementos de deba-
te que permiten afirmar la necesidad de la filosofía
educativa. En la situación actual, el tipo de socie-
dad que constituimos exige estas consideraciones
pero a su vez las reprime, en la medida en que se
requiere de una vinculación a estas tendencias de
pensamiento-acción de todo aquel que pueda, en
la sociedad misma, comenzar a posibilitar de
forma concreta los espacios necesarios para la
transformación; esto en gran parte recae en los
protagonistas del acto educativo, quienes son en
la misma medida agentes de ciudadanía.
Como condición habrá de entenderse aquí
todo aquello que provenga en principio del sujeto
mismo, en cuanto se haga consciente de la posible
suma de fenómenos y manifestaciones que lo pue-
dan acercar de nuevo a comprender la urdimbre
que define su propia humanidad para esta época:
Considerar analíticamente el matiz que hace que
lo humano sea algo variable, inconmensurable,
condicionado pero no determinado, maravillosa-
mente perverso y siempre apasionante. Este punto
es de radical importancia pues los principios y
deseos presentes en las constituciones de los países
e incluso en las intenciones de Unesco (1994), úni-
camente tendrán posibilidades de realización bajo
una lógica diferente de aprehensión de las normas.
De este punto de vista se desprende también
que la cuestión humana, como reflexión última y
como referente axiológico y determinante de
nuestras sociedades requiera de un “cable a tie-
34novaetvetera
rra”, ya que es posible afirmar que la historia de la
humanidad ha estado marcada por la angustia de
lograr y alcanzar un arquetipo de paraíso en
donde aspectos como la convivencia, la libertad, la
equidad y el amor sean los pilares de un nuevo
tipo de sociedad. ¿Puede entonces pensarse una
sociedad que considere su existencia desde un
marco menos “romántico” y mucho más cohe-
rente con sus propias posibilidades para lograr
cambios que sean realizables?
Cada época, cada acontecimiento, deja tras de
sí una serie de consecuencias, de las cuales here-
damos una forma de entender el mundo. Es esto
lo que precisamente dinamiza el pensamiento del
ser humano. Pero cualquier intención de transfor-
mación no debe partir de la pura necesidad, sino
que debe reconocer estos productos de la historia,
porque son sus manifestaciones las que en últimas
nos constituyen como generación, como respon-
sables en un momento de la duración total del
universo. Reconocer en principio que lo humano
es en esencia indeterminación, caprichos de la
razón, y tensión de crisis permanente debería ser
la condición primera de fundamento de cualquier
sistema transformador, subversivo y revoluciona-
rio. En este sentido, nuestras vidas al igual que las
de nuestros antepasados suponen una posición
ambivalente sobre el significado de lo que postu-
lamos como fines últimos a los que debemos ten-
der. Esta situación no es particular de una época
sino que es un constitutivo de nuestra naturaleza;
razón por la cual la necesidad, el deseo de un
bienestar es lo que condiciona en últimas nuestra
existencia. De ahí se sigue que parte de la lógica
nos conduzca a “desear mal” y que carezcamos
de sistemas de elección y de toma de decisión que
tengan como base una deliberación de los fines y
los medios. El deseo, entonces, se deja atravesar
en el lugar de lo social más como un elemento de
conflicto que de generación de posibilidades, por-
que es bien sabido que los bienes tienden a ser
más bien subjetivos y a veces promueven la for-

mación de guetos que a toda costa buscan su
conservación aumentando mucho más las brechas
y las distancias sociales.
Pensar una filosofía educativa para nuestra
época implica una serie de características que
deben ser tenidas en cuenta de cara a los retos
que nos impone la mirada sobre el futuro.
Sin duda, la condición estética, ética y para la
política serán momentos de un solo movimiento
que se va transformando bajo diferentes eventos
en la vida de quien forma y del que es formado. La
educación, en este sentido, es una posibilidad de
libertad, en la medida que amplía los horizontes
bajo el reconocimiento de la existencia de la inter-
dependencia y la necesidad de las relaciones con
los demás. Sin embargo, las preguntas que condi-
ciona la realización de la filosofía educativa y de
cualquier otra son ineludibles: ¿Hasta dónde que-
remos asumir el riesgo de vivir juntos? ¿Qué tanto
estamos dispuestos a dar y a recorrer para ampliar
y habitar nuestros horizontes?
Conclusiones
Una preocupación reflexiva y sistemática por
la educación es, en principio, pedagogía, es
decir, un tipo especial de filosofía que piensa la
educación. Por lo tanto, su “conversión” a filoso-
fía educativa es la apropiación subjetiva (por
parte de aquellos cuya responsabilidad social e
institucional es educar) de las inquietudes y con-
sensos derivados del filosofar en un plano de la
acción, es decir de la atestación de dicho discur-
so día a día.
La filosofía en sí misma se encuentra en un
punto definitivo para la historia, ya que tratar de
resolver si aún el ser humano está dispuesto a bus-
car sentido de trascendencia es fundamental. No
se trata hoy de darle continuidad a una élite de
pensadores, porque la estabilidad global depende
en gran parte de reanimar la esperanza de todas
las personas, una esperanza que no esté sujeta a
sus propias obras (la tecnología, el mercado, entre
p e n s a m i e n t o y v i d a
otros) sino a un rescate de nuestro espíritu, a la
configuración de un nuevo humanismo, que sirva
de faro a las otras disciplinas, de suerte que cual-
quier acción tenga como punto de partida y de lle-
gada a la persona (derechos humanos).
Así y con el ánimo de profundizar aún más en
lo propuesto, es plausible considerar que la filoso-
fía educativa se abra paso como una alternativa de
acción para la democracia y no sólo de discurso,
pues como exige Touraine (1997)“deben ser los
docentes quienes hablen pues si dentro del sistema
no se deja oír ninguna voz, la prudencia defensiva
y el corporativismo no podrán ser derrotados”.
Referencias
DEWEY, J. (1967). Experiencia y educación. Buenos Aires: Editorial
Losada. 119 pp.
HOYOS Vásquez, G. (2002). Razón pura vs. Razón Práctica. Un
debate contemporáneo en la enseñanza de la filosofía. Memo-
rias Simposio Internacional La Postmodernidad a debate (1998).
Leonardo Tovar, editor. Bogotá: USTA, pp. 309-348.
LONERGAN B F. (1988). Filosofía de la educación. México: Editorial
Universidad Iberoamericana, p. 49.
TOURAINE, A. (1997) Podremos vivir juntos. Iguales y diferentes.
Bogotá: FCE 335 pp.
UNESCO. (1994, octubre). Declaración de la 44ª reunión de la Con-
ferencia Internacional de Educación. Ginebra. Ratificada por la
conferencia General de la Unesco en su 28ª reunión, París,
noviembre de 1995. Disponible en: http://www.unes-
co.org/cpp/sp/declaraciones/educacion.htm.
Notas
1 La relación ética-estética se ha postulado como dimensión
humana. En los siguientes textos se encuentran síntesis a partir del
trabajo de autores como Bergson, Schiller y Guattari: F. Lozano
Bonilla (2003). La urdimbre de la ecoformación; un referente para
la educabilidad del sujeto. Revista virtual Contexto Educativo 6
(27). Recuperado de: http://contexto-educativo.com.ar/2003/2/
nota-01.htm; E. G. Rodríguez (2004). Función social de la filosofía,
aproximación a un debate contemporáneo desde una perspectiva
educativo. Contexto educativo 6 (33). Recuperado de: http://con-
texto-educativo.com.ar/2003/2/nota-01.htm; F. Lozano y E. G.
Rodríguez. (2004). Ecoformación del yo para el desarrollo
humano: Una alternativa pedagógica para la búsqueda de la
calidad educativa. Memorias del Coloquio Internacional
Teología y espiritualidad de la Pedagogía Ignaciana: ¿Un reto de
la comunidad universitaria? Bogotá: Pontificia Universidad Jave-
riana. Colección Fe y Universidad. Pp. 119-138.
novaetvetera35
 p e n s a m i e n t o y v i d a

Raúl Gallego, fotografía: Mujer cerca checkpoint, 2003.

Soraya Pérez Portillo
Abogada y profesora titular de la Universidad Externado de Colombia,
Asesora en derechos humanos de la Defensoría del Pueblo. Investigadora de la Esap.

La mujer y el Estado,
un campo de reclamaciones
La igualdad sustancial efectiva: la necesidad actual
El movimiento feminista en los Estados Unidos promovería
los avances normativos en un impulso por alcanzar la igualdad legal y
fincó su primer logro con la obtención de los derechos políticos recogidos
en la enmienda Decimonovena de 1920, que prohibía imponer limitaciones
al sufragio en razón de sexo. De igual manera, obtuvo logros en materia laboral,
con la paridad salarial; en materia civil, el derecho de propiedad de la mujer casada;
y en lo sexual, la legalización del uso de anticonceptivos en 1960.
p e n s a m i e n t o y v i d a
Resumen
A
l consolidarse el Estado moderno, que
recoge como bases filosóficas la libertad e
igualdad para todos los seres humanos,
éste se convirtió en el espacio aprovechado de
manera indiscutible por el hombre, quien ostenta-
ba el dominio de lo público, para mantener estruc-
turas excluyentes y patriarcales rezagando a la
mujer a la esfera de lo familiar y lo privado. El reto
de la mujer a partir de entonces ha sido lograr no
sólo una enunciación de derechos que la favorez-
can, sino alcanzar una igualdad material, proceso
que conlleva asumir sin miedos su libertad. Por otra
parte, el reto del Estado, considerado dentro de la
necesaria búsqueda de integrar a la sociedad con el
derecho y elevar así su legitimidad, consiste en
garantizar la igualdad sustancial de todos sus com-
ponentes.
En este proceso, que igualmente podríamos
denominar de búsqueda de la inclusión, se han
escuchado voces de mujeres que han logrado
sobresalir en un mundo de tabúes circundantes
que las aprisionan y han alcanzado su superación,
junto a la de muchas otras. Se destaca además el
trabajo colectivo de mujeres que se unen para
expresar su voz en un mundo cerrado a sus dere-
chos, perspectiva que nos muestra numerosas
conquistas que el movimiento femenino ha conse-
guido alcanzar.
Las reivindicaciones de la mujer
a través del movimiento femenino
El movimiento feminista en los Estados Unidos
promovería los avances normativos en un impul-
so por alcanzar la igualdad legal y fincó su primer
logro con la obtención de los derechos políticos
recogidos en la enmienda Decimonovena de
1920, que prohibía imponer limitaciones al sufra-
gio en razón de sexo. De igual manera, obtuvo
logros en materia laboral, con la paridad salarial;
en materia civil, el derecho de propiedad de la
mujer casada; y en lo sexual, la legalización del uso
38novaetvetera
de anticonceptivos en 1960, cuando se declaró
inconstitucional la norma que prohibía su uso en
el estado de Connecticut. Por esta misma época,
el movimiento entraría en un proceso de autorre-
flexión y de crítica frente a la prioridad de sus rei-
vindicaciones; algunos grupos de mujeres se
enfocaban en la búsqueda de igualdad de oportu-
nidades, el trabajo, el sufragio, el salario, la liber-
tad sobre su propio cuerpo, etc. Otras mujeres,
en cambio, consideraban que su “lucha” debía
encaminarse hacia su liberación total de un
mundo organizado y dominado por el hombre,
que dejó a la mujer como un objeto más, en un
sistema de propiedad privada que la mantiene en
la opresión cultural y material.
En consecuencia con lo anterior, surgieron dos
líneas de pensamiento feminista: una, que pro-
pendía por un tratamiento igualitario por parte
del derecho, donde no existieran desigualdades
de hecho, defendido por el “feminismo liberal o
de la igualdad”. La otra corriente, denominada
“feminismo cultural o de la diferencia”, recono-
cía la existencia de una desigualdad natural de
hecho entre mujeres y hombres, inequidad que
constituiría la base de la reivindicación femenina.
Esta última corriente asume una actitud crítica
frente al mismo Estado liberal, que mantuvo una
posición neutral en la división de competencias
entre hombres y mujeres, donde lo concerniente
a lo público era de uso exclusivo de los hombres,
y por lo tanto reducía el campo de la mujer a lo
familiar y lo privado, actitud con la cual mantenía
una sociedad desigual.
Con el transcurso del tiempo, este orden social
patriarcal y excluyente fue cambiando. En lo ínti-
mo, lo doméstico, la esfera privada empezaron a
operar grandes transformaciones que alteraron
la estabilidad de lo público y que exigían del Esta-
do una mayor atención para responder a esta
problemática. La evidencia de vulneraciones como
la violencia intraconyugal, el acoso sexual y la dis-
criminación laboral, entre otras, provocaron una
 p e n s a m i e n t o y v i d a

irrupción de lo privado en la órbita de lo público, heridas o les avivaron el espíritu patriota! Sin
que impidió que el Estado pudiera mantener por embargo, la independencia no trajo cambio
más tiempo una posición neutral frente al tema. alguno. Su situación siguió igual. Sólo paulatina-
Por consiguiente, éste adoptó una actitud inter- mente se abrieron algunos colegios, aunque las
vencionista a través del Derecho en relación con niñas no estudiaban álgebra, geometría ni conta-
la situación de la mujer, para protegerla
de muchos aspectos que la degradaban.
Se promulgaron normas de tipo preven-
tivo y sancionador en materia penal y
A partir de 1930 la mujer empezó
a lograr el reconocimiento de sus derechos, evolución
laboral que atendían a dichas reclama-
ciones. que ocurrió en sincronía con los cambios económi-
cos, políticos y familiares. Con la Ley 28 de 1932, la
Las reivindicaciones de la mujer mujer estaba en capacidad de administrar sus recur-
en Colombia
Las reclamaciones femeninas no han
sos; para 1933, pudo obtener el título de bachiller; la
sido fáciles por la misma situación de Ley 36 de 1945 otorgó a la madre soltera el reconoci-
exclusión en la cual permaneció la mujer: miento de la patria potestad; la Ley 75 de 1968, ade-
un sistema imperante en donde “la más de crear el Instituto Colombiano de Bienestar
opresión y discriminación de la mujer es
Familiar, igualaba en derechos de patria potestad a
un hecho histórico que traspasa todas
las clases sociales, está presente en una
hombres y mujeres.
cultura patriarcal y machista que com-
promete a los hombres y mujeres” (Velásquez, duría, asignaturas reservadas para los niños. A
1989). Los logros alcanzados en el campo nor- partir de 1930 la mujer empezó a lograr el reco-
mativo y constitucional no han sido fáciles debi- nocimiento de sus derechos, evolución que ocu-
do al papel secundario y casi invisible que ha rrió en sincronía con los cambios económicos,
tenido que afrontar la mujer colombiana. Luego políticos y familiares. Con la Ley 28 de 1932, la
del descubrimiento de América, se instituyó un mujer estaba en capacidad de administrar sus
Estado jerarquizado social y racialmente, de recursos; para 1933, pudo obtener el título de
manera que si bien la mujer blanca ocupaba una bachiller; la Ley 36 de 1945 otorgó a la madre sol-
mejor posición frente a la indígena y a las de raza tera el reconocimiento de la patria potestad; la Ley
negra, su situación era de total dependencia 75 de 1968, además de crear el Instituto Colom-
frente a su marido o padre, quienes disponían de biano de Bienestar Familiar, igualaba en derechos
sus bienes e incluso vigilaban su corresponden- de patria potestad a hombres y mujeres, y le otor-
cia, mientras que las indígenas y las negras traba- gaba a éstas igual capacidad para ser tutoras o
jaban de igual a igual con los hombres de su curadoras; en 1970 se unificó el régimen de edu-
raza. cación femenina y masculina; con el Decreto 1260
Desde su mermada posición, la mujer partici- del mismo año la mujer se libró de la obligación de
pó activa e indirectamente en el proceso de inde- usar el apellido del cónyuge y con el Decreto 2820
pendencia: ¡cuántos recados llegaron a su de 1974 se estableció la igualdad jurídica entre los
destino gracias a las mujeres! ¡A cuántos solda- dos sexos y se eliminó la potestad marital. En
dos les prepararon alimento, les atendieron sus materia de derechos políticos, con la Reforma

novaetvetera39
p e n s a m i e n t o y v i d a
Constitucional de 1945 y el Plebiscito de 1957 la
mujer participaría activamente en política, con el
ejercicio del derecho al sufragio que propició esta
consulta.
Desde esta perspectiva, la mujer ha logrado
que se expidan numerosas normas orientadas a
su protección en materia penal, laboral, econó-
mica y sexual. Sin lugar a dudas, es por esta
razón que: “El derecho ha encontrado en el
campo de los asuntos de género un espacio pri-
vilegiado para demostrar su verdadera capacidad
emancipadora y transformadora de la realidad”
(Observatorio Legal de la Mujer, 1998). La profu-
sión de leyes que atienden las diversas necesida-
des de las mujeres indica una etapa en los logros
alcanzados por ellas. Pero contrario a lo que
podría pensarse, en ocasiones estas normas ter-
minan siendo sólo símbolos ante las excesivas
vulneraciones a los derechos de la mujer y ante la
constante discriminación generada por procesos
patriarcales históricos de exclusión, así como por
valores de mercado generados por el consumo.
Desafortunadamente los prejuicios antifemeni-
nos que por siglos se han apoyado en las dife-
rencias biológicas de ambos sexos, hace que
esa igualdad jurídica que se ha conseguido en
la letra de la ley no se traduzca en igualdad
social, no se haya todavía convertido en cos-
tumbre de los colombianos […] sabemos que
la mujer en el campo social no alcanza aún esa
igualdad entre la letra inerte de la ley. Y esto
que nos indica [sic], que la igualdad entre los
sexos constituye un problema que excede con
mucho el dominio del derecho que tiene su
fundamento en el régimen social y económico
del estado y que se relaciona con la moral, con
las costumbres de los colombianos” (Revista
del Centro de Estudios Colombianos, s. f.).
De la exclusión a la inclusión
de la mujer
Las reclamaciones de la mujer, de larga data, no
pueden soslayarse ni aislarse. De su felicidad y rea-
lización también depende otra buena parte de la
40novaetvetera
especie humana; en consecuencia, si la premisa
del discurso de la mujer ha sido la de exclusión, la
solución es incluirlas en aquellos campos de los
que tradicionalmente han sido excluidas. La res-
puesta sería fácil, si sólo se tratara de otorgar con-
cesiones que únicamente los varones disfrutaban,
como serían, por mencionar algunas, la ciudada-
nía, el acceso a la universidad, la igualdad de sala-
rios por igual trabajo. Éstas y otras reclamaciones
se han obtenido, pero no es suficiente. Es innega-
ble que muchos de los logros alcanzados corres-
ponden al campo de la sociología moderna, pero
es igualmente reconocible que el derecho está
aportando en la búsqueda y el desarrollo de la
igualdad material.
En materia jurídica, importantes elementos en
la búsqueda de la igualdad material han permitido
mitigar situaciones de discriminación en los dife-
rentes grupos sociales que, como en el caso que
nos ocupa, buscan mayores oportunidades de
igualdad real entre hombres y mujeres. Y una
fuente importante la constituyen las sentencias de
las altas Cortes de Justicia, que han venido reali-
zando todo un trabajo de jurisprudencia para
detectar prácticas y normas discriminatorias, con el
fin de anularlas o erradicarlas. Esta nueva tenden-
cia forma parte del derecho antidiscriminatorio.
El derecho como reequilibrador
de las desigualdades
La política de no intervención por parte del
Estado en los asuntos privados, que lo ponía en
una posición neutral, manteniendo situaciones
excluyentes y discriminatorias para la mujer, hoy es
reprochable desde la perspectiva del derecho. La
razón que impera es que: “la adopción de un
derecho ‘neutro’ no es una decisión neutral”
(Brage Camazano, s. f.) por cuanto permite que se
perpetúen situaciones históricas de exclusión
entre hombres y mujeres. Esto lo convierte en una
cláusula de mantenimiento del statu quo, caracte-
rizado por la desigualdad fáctica entre los dos
 p e n s a m i e n t o y v i d a

géneros, situación contraria a derecho, pues éste
tiene una función reequilibradora de las desigual-
dades históricas entre hombres y mujeres.
Las excepciones de la igualdad
El derecho antidiscriminatorio ha desarrollado
dos conceptos estrechamente vinculados con la
efectividad de la igualdad. La discriminación
positiva, entendida como una excepción a la
igualdad de trato, que establece una reserva de
un número de plazas de trabajo, ingreso a la uni-
parques y favorecía a una mujer. El ciudadano
solicitaba que se reconsiderara su situación por
cuanto entrañaba una discriminación en razón
de sexo y, por consiguiente, una violación a la
igualdad de trato. A través del fallo, el Tribunal
explica que la discriminación positiva busca la
igualdad de resultados, por cuanto en una situa-
ción de igualdad de oportunidades, en espacios
que tradicionalmente han manejado los hom-
bres, la probabilidad de que una mujer obtenga
el cargo se reduce.
Más adelante, el Tribunal de Justicia

L a Constitución Política de 1991 no

sólo recoge principios generales sobre la no discrimina-
de las Comunidades Europeas preci-
sa en la sentencia “Marshall”3 que la
apertura a la mujer no puede ser
absoluta, se observará cada caso
ción, sino que garantiza específicamente que la mujer no
particular y las candidaturas serán
será sometida a ningún tipo de trato desigual. Sin objeto de una apreciación objetiva
embargo, constitucionalmente se establece una discri- que tenga en cuenta la persona del
minación positiva a favor de la mujer: “Las autoridades candidato e ignore la preferencia a
garantizarán la adecuada y efectiva participación de la las candidatas femeninas; cuando la
balanza se incline al hombre, los cri-
mujer en los niveles decisorios de la administración”
terios no deben ser discriminatorios.
De esta manera, se matiza el fallo de
versidad, etc., para asignarlos a los grupos social- la sentencia Kalake.
mente en desventaja; o bien la destinación de un
porcentaje o la asignación de puntos calificados Discriminación positiva en Colombia
especiales o preferencias. El otro concepto es el La Constitución Política de 1991 no sólo reco-
de las acciones afirmativas, esto es, normas que ge principios generales sobre la no discrimina-
generan trato discriminatorio a favor de las ción, sino que garantiza específicamente que la
mujeres, como ocurre cuando se otorgan ciertas mujer no será sometida a ningún tipo de trato
compensaciones a situaciones desventajosas.1 desigual. Sin embargo, constitucionalmente se
Frente a la discriminación positiva, se encuen- establece una discriminación positiva a favor de la
tra un resonado fallo del Tribunal de Justicia de mujer: “Las autoridades garantizarán la adecuada
las Comunidades Europeas, que consideró que y efectiva participación de la mujer en los niveles
se debía hacer una interpretación restrictiva del decisorios de la administración”. Esta norma, des-
derecho a la igualdad, con la excepción de la dis- arrollada mediante la Ley 581 de 2000, establece
criminación positiva contenida en el caso Kala- que la mujer participará en los cargos de máximo
ke2. Acudió ante dicha instancia un ciudadano nivel decisorio de las tres ramas del poder público
alemán, impugnando una decisión administrati- a nivel nacional, departamental y municipal, y en
va del Land de Bremen que lo privaba de un otros niveles decisorios en el ámbito, con un míni-
cargo público de jefe de sección del servicio de mo de 30% de los cargos.

novaetvetera41
p e n s a m i e n t o y v i d a
En la Convención de la eliminación de toda
discriminación contra la mujer, Ley 51 de 1981,
se estableció que los estados deben tomar las
medidas para eliminar toda discriminación en la
vida política y pública de la mujer. La forma como
se quiso crear espacios donde la mujer participa-
ra fue otorgando un mínimo de 30% de cota de
participación, de manera que se tuviera en cuen-
ta a la mujer para los cargos directivos, lo que
ante la poca o nula participación, se consideraría
un progreso en los derechos de la mujer.
La norma en estudio puede crear a la postre
una situación discriminatoria como la que pre-
tendía evitar, por cuanto cada vez más las muje-
res mejoran su formación académica al ingresar
a la universidad y desenvolverse como profesio-
nales exitosas. Esta situación hace que se sientan
en igualdad de competencia frente al hombre.
La experiencia alemana indica que sería reco-
mendable que existiera una norma según la cual
se prefiriera a la mujer cuando estuviera infrarre-
presentada, de manera que los cargos se conce-
dieran de preferencia a las mujeres frente a los
candidatos masculinos con la misma capacitación.
Ésta sería una discriminación positiva a favor de la
mujer. Existe infrarrepresentación de las mujeres
cuando en los distintos grados de salarios, sueldos
y retribuciones de las respectivas categorías de
personal de un determinado servicio, las mujeres
no alcanzan a cubrir la mitad de los puestos.
La Corte Constitucional y la igualdad
material, una labor eficiente
En la labor de hacer efectivo el principio de
igualdad y la no discriminación en razón de géne-
ro son numerosos los fallos que la Corte Constitu-
cional ha proferido, en aras de restablecer
situaciones particulares de mujeres que han sufri-
do algún tipo de trato desigual: desde jóvenes
estudiantes embarazadas que pierden el cupo en
sus colegios y por ende deben abandonar el cen-
tro educativo (con lo cual se vulnera también el
42novaetvetera
derecho a la educación, al libre desarrollo de la
personalidad y a la maternidad, T- 420 de 1992)
hasta los obstáculos para el ingreso a institucio-
nes de educación superior, antes reservado para
varones (T-624 de 1995). Valga la pena anotar
que la Corte también ha favorecido a los señores
que se sienten discriminados, por cuanto hay
actividades que si bien típicamente son desem-
peñadas por mujeres, nada obsta para que sean
realizadas por hombres. Es el caso del señor que
trabaja como padre comunitario y al cual el ISS se
negaba a recibirle su afiliación por ser esta activi-
dad propia de las mujeres El señor tiene derecho
a ser padre comunitario y a tener los mismos ser-
vicios del ISS, y a que éste lo afilie al sistema en
forma subsidiada, como lo hace con una madre
comunitaria (T-145 de 1995).
A manera de conclusión quiero resaltar la
necesidad de encontrar caminos viables para
transformar la igualdad formal en sustancial,
como un compromiso del derecho –evitando así
posiciones neutras que mantienen un estado de
desigualdad a favor del hombre– y de establecer
compromisos a través de las instituciones del
Estado para que hagan partícipe a la mujer en la
toma de decisiones y en todos los niveles admi-
nistrativos. Se deben buscar espacios de consen-
so, de tal manera que los hombres no sientan
que las mujeres los despojan de sus antiguos
espacios, por cuanto ambos, hombres y mujeres,
debemos aprender a compartirlos.
 p e n s a m i e n t o y v i d a

Referencias
BRAGE Camazano, J. (s. f.) Discriminación positiva a favor de la
mujer en el derecho comunitario (en torno a la sentencia del 11
de noviembre de 1997 del Tribunal de Justicia de las comunida-
des europeas). Temas de derecho público. 62. Universidad
Externado de Colombia, Instituto de Estudios Constitucionales
Carlos Restrepo Piedrahita, pp. 23 y 24.
OBSERVATORIO LEGAL DE LA MUJER (1998). El legado de la Cons-
titución. Cristina Motta, Directora proyecto de investigación
Universidad de los Andes. Bogotá: Cijus.
REVISTA DEL CENTRO DE ESTUDIOS COLOMBIANOS. Reseña del
proceso de emancipación de la mujer en Colombia. Disertación
de la Unión de Ciudadanas por Colombia: Bogotá, p. 50
VELÁSQUEZ Toro, M. (1989). Condición Jurídica y Social de la
Mujer. Nueva Historia de Colombia. Tomo IV. Bogotá: Editorial
Planeta, pp. 9 y 10.

Notas
1 Ver, por ejemplo, Observatorio Legal de la Mujer (1998, 21).
Kahn versus Shevin. 416 U.S. 351, 94. Ct, 1734, 40 L. Ed.2d
189 (1974). Una ley en la Florida les concedía a las viudas un
excedente tributario de 500 dólares.
2 En el Land de Bremen, en Alemania, una ley antidiscriminatoria
establecía que al realizar una selección de un puesto de trabajo se
concedería de preferencia a las mujeres frente a los candidatos
masculinos con la misma capacitación en aquellos sectores donde
aquellas estuvieran infrarrepresentadas; es decir, donde la mujer
no cubriera al menos la mitad de los puestos en las respectivas
categorías de personal de un determinado servicio.
3 En este caso, el señor Marshall, profesor titular de un centro
escolar dependiente del Land Nordrhein- Westfalen, había pre-
sentado su candidatura para promoverse en el cargo, pero se le
indicó que el cargo sería ocupado por una candidata que tenía
igual capacitación a la de él en cumplimiento de la disposición
controvertida.

novaetvetera43
e s c r i t o s p a r a l e l o s

Raúl Gallego, fotografía: Muro en Galqilya, 2003.

Víctor de Currea-Lugo
Médico (U. Nacional) con estudios de especialización en derechos humanos (ESAP), y
Master en América Latina. Ha sido asesor jurídico de la campaña palestina contra el muro
del apartheid “Stop the Wall”, liderada por la red palestina de ONG medio ambientales
PENGON.

La tierra de los muros

y otras cartas desde
Palestina
“Escribe en el comienzo de la primera página
que no aborrezco a nadie,
ni a nadie robo nada.
Mas, que si tengo hambre,
devoraré la carne de quien a mí me robe.
¡Cuidado, pues!...
¡Cuidado con mi hambre,
y con mi ira!”

M. Darwish
e s c r i t o s p a r a l e l o s
P
alestina es una isla definida de otra
manera: una porción de tierra rodeada de
soldados israelíes por todas partes, defini-
ción que serviría también para una cárcel, como
de hecho ya lo es Gaza y dentro de poco lo será
Cisjordania, debido al Muro que construye Israel.
Palestina es una cárcel con casas a medio
construir y casas a medio destruir. Puede parecer
demasiada normal para tanta noticia. Demasiado
pequeña para que le quepa tanta historia. Dema-
siado en la piel para decir verdades absolutas.
Demasiados sitios bíblicos para tantos infiernos.
Creo que lo central no es lo que dice la Biblia
–que dice lo suyo– sino lo que dicen que dice la
Biblia.
Y ante la ausencia de mar para arrojar botellas
de náufrago, quedan las cartas con el autor, como
compañía. Estas cartas fueron escritas en algunas
de las calles palestinas, demasiado deprisa para
encontrar reposo en su lectura. Les llegaron en
poco tiempo a cada uno de sus destinatarios.
Algunos todavía no responden ¿qué decir? Como
en “La casa tomada” de Cortazar, solo hay impre-
siones y sombras y sospechas de que algo pasa,
pero no precisiones absolutas. Eso son estas car-
tas, un resumen de sospechas con algo de orden y
mucho de angustia.
Son además una forma de querer cambiar
cosas, como una pequeña batalla, una de esas
pequeñas batallas por las grandes causas que las
personas abrazamos ya sea por un día o por la
eternidad y que nos dejan ver que no está mal
“sentir bajo las piernas el costillar de Rocinante”
aunque no seamos ni Sancho ni quijotes.
Después de haber vivido muy de cerca la gue-
rra en Colombia, llegar a Palestina es comprobar
de nuevo que la estupidez humana no tiene lími-
tes. Me pregunto, ¿Qué nivel de indignación es
soportable para permanecer sin hacer nada?
Mi madre decía “cementerio de polacos”
para referirse en mi lejana Colombia al cemente-
rio judío y nunca terminé de entender si la muer-
46novaetvetera
te era un asunto de nacionalidades y asimismo si
había cementerio de polacos habría de franceses
y de belgas.
Luego oí mucho de Oslo y sólo después
entendí la frase de que en Oslo, el ocupado y el
ocupante bebieron de la misma copa, pero no
eran iguales. No eran partes iguales aunque las
palabras lo digan, porque las palabras también
disfrazan y hasta traicionan la causa palestina. El
Dorado, por ejemplo, es una cafetería en Jerusa-
lén, un aeropuerto en Bogotá y una marca de
hojuelas de maíz en Suecia.
Del otro lado del control militar están clara-
mente los israelíes y no otros, con más o menos
responsabilidad pero, en todo caso, responsa-
bles. Y ellos, los israelíes, quieren el oro y el
moro, el oro para ellos y el moro preferiblemente
detenido. Y además no quieren entrometidos ni
mirones ni fisgones, ni comentarios en su contra,
por eso abundan los controles. La ventaja mía de
no querer tener país es no tener presidente, pero
para mí siempre habrá policías y guardianes.
La penúltima vez que salí de Tel Aviv, el control
policial que me hicieron fue de más de cuatro
horas, incluyendo desnudez. En los aeropuertos
como en las cosas del amor, la experiencia no sirve
para nada. Me examinaron la maleta como a
muchos otros con sus guantes y sus algodones
como bacteriólogos cogiendo mierda y con sus
detectores de metal tan paranoicos como ellos; me
quitaron los libros; me insultaron en nombre de las
“security reasons”, repitiendo el mismo ritual que
viví en el control de los checkpoints, los buses
palestinos, las avenidas israelíes y hasta las calles de
Jerusalén cuando caminaba desprevenido alguna
tarde, cuando yo me preguntaba ¿cuál es el nivel
de humillación que soporta una persona?
Al menos trato de enviar cartas a los amigos,
para ahorrarles el viaje a tierras santas y contarles
que aquí hay humus en la mesa para todos y
checkpoints en las vías, cantos árabes y casas
demolidas. Cartas para repetirle a los amigos lo

que decía un palestino: “la cooperación interna-
cional no consiste en donar cheques sino en
hacer política”. No hay museos sobre la tragedia
palestina, debe ser porque no son tan influyentes
como lo son otros para mostrar al mundo su
dolor, por eso también estas cartas.
A quí el Imán reza, al otro lado, en el
lado israelí, la belleza es cosa religiosa. Es decir, la
gente es religiosamente hermosa o religiosamente fea.
Aquí, de ambos lados, la religión no es tan solo una fe,
como yo pensaba en el caso de mi madre, no, aquí,
como también lo debe ser en el caso de mi madre, la
religión es una forma de ver la vida. Y tienen entre
ellos coincidencias, la principal es que ninguno vive a
gusto. Unos viven con miedo y otros con odio, y a
veces se intercambian los sentimientos, como en un
juego de cartas marcadas.
Para contar que aquí hay algo mas que ata-
ques suicidas, esos que parecieran ser la única
realidad de esta región, que hay muchas más
cosas y peores, cotidianas, silenciosas, insoporta-
blemente bien planeadas, asquerosamente dise-
ñadas para recordar a cada paso de quién es el
poder. En medio de esas cosas cotidianas, hubo
este espacio para la escritura.
El llanto del Imán.
Carta a Don Francisco
Hoy por fin entendí el canto que acompaña el
rezo del Imán. Llevo semanas oyéndolo cinco
veces al día. Todas las mañanas me despierta con
su rumor a las cuatro. A esa misma hora, Jerusa-
lén de casas blancas finge dormir, la ventana me
muestra un silencio de domingo, un árbol de fru-
tas y un letrero en un idioma que desconozco.
Un idioma que tiene una extraña palabra:
sumud, que quiere decir “aquí me quedo”.
e s c r i t o s p a r a l e l o s
Luego oigo el cantar que llama a la mezquita
mientras descubro las primeras calles de Jerusalén
y los primeros caminos palestinos. Aquí parece no
hay personas, esa palabra con la que usted jugaba
en clase no la veo. Aquí, en la mañana, va a mi
lado un judío ortodoxo que cuelga a su espalda un
fusil automático, allí va la mujer musulma-
na cubriendo su cabeza del polvo de las
calles, allá un niño árabe hace nudos al
aire. Pero no veo personas. ¿Será posible
hablar aquí de personas simplemente?
Digo, sin apellidos de credos y de razas, de
creencias y de pasaportes.
¿Sabe? Mi viaje a Palestina comenzó en
las palabras, en la infancia. Yo crecí en
Palestina y no es una metáfora. El nombre
del barrio pobre en ese tiempo sin luz ni
agua potable al sur de Bogotá, dónde
aprendí a montar en bicicleta y a besar en
las tardes, se llama Palestina. El segundo
viaje fue en los libros. Y tercero es este, el
de verdad. Cada uno tiene su Palestina y
su tierra prometida, pero hasta las de verdad tie-
nen matices dentro.
Aquí el Imán reza, al otro lado, en el lado
israelí, la belleza es cosa religiosa. Es decir, la
gente es religiosamente hermosa o religiosamen-
te fea. Aquí, de ambos lados, la religión no es
tan solo una fe, como yo pensaba en el caso de
mi madre, no, aquí, como también lo debe ser
en el caso de mi madre, la religión es una forma
de ver la vida. Y tienen entre ellos coincidencias,
la principal es que ninguno vive a gusto. Unos
viven con miedo y otros con odio, y a veces se
intercambian los sentimientos, como en un
juego de cartas marcadas.
Ya pasa la hora de comer. Mezclan las salsas y
la Coca Cola. La prensa anuncia un atentado. Yo
llego a la frontera, ficticia como todas, entre la
Palestina e Israel. Allí hay un checkpoint. Un sol-
dado me mira y piensa que soy palestino. Sema-
nas después lo he asumido: los árabes me
novaetvetera47
e s c r i t o s p a r a l e l o s
saludan en su lengua y los soldados me mues-
tran los dientes. Me pide el pasaporte y repasa
mi cara. A lo lejos, se oye el canto que acompa-
ña el rezo del Imán. Un checkpoint es algo más
que un control militar, es una disuasión, una cer-
teza de que allí no pasas, un silencio de otro
modo. Tal vez eso dice el Imán.
Paso el control y entro en un mundo diferen-
te. Allí hay sonrisas y abrazos, y también casas
destruidas con excavadoras. Allí sé de un niño de
cuatro años que, cuando oye el inconfundible
ruido de un jeep militar, corre al rincón más pro-
fundo de su casa, pone su cara entre sus manos
y llora. Llora como lo ha hecho muchas veces.
Sólo tiene cuatro años. Su padre no le puede
explicar por qué pasa lo que pasa. Tiene sólo
cuatro años, pero puede ver y puede oír. Tal vez
de eso diga algo el rezo del Imán.
Los dioses aquí son terrenales, demasiado
terrenales. ¿Recuerda cuando me decía: “Roma
veduta, fede perduta”? creo que aquí es peor.
Desde una café del centro de Jerusalén, veo el
sitio de donde Mahoma (que ellos llaman mejor
Mohammed), el profeta de Alá (que es como lla-
man ellos al mismo que mi abuela llama Dios)
subió a los cielos, veo los restos del templo de
Salomón: el muro de las lamentaciones, veo el
Monte de los Olivos donde Judas murió. Todo en
pocos metros. ¿Por qué los dioses tuvieron que
venir al mismo sitio? Con tanto mundo libre...
Del lado del muro hay una palabra que lo dice
todo: “seguridad”. Es como el nombre sagrado
de un dios que justifica la guerra y la injusticia, el
dios seguridad es más terrible que el Jehová del
Apocalipsis, más infiel que Júpiter, más devora-
dor que Cronos. Se transforma en odio, en ven-
ganza y paranoia. Del otro lado, la promesa del
cielo construye desesperos. “Alá es grande”
dicen algunos suicidas segundos antes de apre-
tar el botón.
En mi país hay 44 millones de locuras indivi-
duales, una por persona. Aquí hay unas pocas,
48novaetvetera
son locuras colectivas, pero no sé cuál es peor. Los
musulmanes nunca están solos, bueno, los comu-
nistas tampoco. Quiero decir, tal vez está solo El
comunista, El musulmán, pero el miembro de un
grupo por definición no está solo. La soledad es
cosa de individuos. Y yo soy muy individuo.
Ya llega la tarde y en la tienda de fotos una
madre recibe la copia de la foto de su hijo: 24
años y una sonrisa de futuro. En la foto él sonríe
mientras mira a su hermana pequeña que está al
lado del fotógrafo, pero ahora su mirada no está
con su hermana sino tras las rejas, como cientos
de palestinos. Está allí, sin abogado, sin cargos y
sin pena. Está allí y el derecho no sirve. Creo que
Aristóteles tenía razón, las leyes tienen que ver
con la injusticia y no con la justicia. Si hubiera
justicia, ¿para qué leyes? ¿Para qué abogados?
¿Para qué cursos de derechos humanos como el
que hice con usted?
Llega la noche y dos soldados me abordan en
la calle, miran mi mochila y mis cosas, husmean
mis ojos. Es increíble, yo que crecí en otra Pales-
tina, ¿cómo puedo aprender a sentir algo de
odio de manera tan fácil? Pero del otro lado, es
fácil también enamorarse de causas ajenas. Esos
amores son como las amistades y los amores del
verano, nacen y crecen porque estamos en el
mismo barco, pero son falsas, porque una vez
llegamos a puerto o al otoño, huimos.
Farid me dice que su madre ha muerto de una
enfermedad del corazón. Hoy, semanas después
de estar en estas tierras, visito su casa para decir
eso que nunca se dice en los velorios. Están sus
tres hermanos y algunos vecinos, unos pocos
amigos y tasas de té y de café esperando ser
bebidas. Se oye el canto y pienso en todo lo que
he vivido para llegar hasta aquí, el último des-
amor que cicatriza lentamente, el abrazo del
amigo y la mentira de la esquina, todo para lle-
gar aquí.
Todos los rituales ajenos, incluidos los de la
muerte, nos resultan por lo menos curiosos. Nues-
 e s c r i t o s p a r a l e l o s

tros rituales, los propios, nunca nos

parecen extraños. Lo propio por defini-
ción no es raro. Había pensado
T odos los rituales ajenos, incluidos
los sobre la muerte, nos resultan por lo menos curiosos.
muchas cosas extrañas del canto que
Nuestros rituales, los propios, nunca nos parecen extra-
nace de las mezquitas, de su poca
musicalidad, de su tono despiadado,
ños. Lo propio por definición no es raro. Había pensado
de su lamento eterno. Incluso, había muchas cosas extrañas del canto que nace de las mez-
pensado que podía ser motivo de quitas, de su poca musicalidad, de su tono despiadado,
algún chiste pequeño. Pero hoy, sin- de su lamento eterno. Incluso, había pensado que podía
tiendo a otro como yo, llorando en
ser motivo de algún chiste pequeño. Pero hoy, sintiendo
silencio por su madre, de pronto,
como en una revelación de esas que se
a otro como yo, llorando en silencio por su madre, de
mienten los santos, esa música me pronto, como en una revelación de esas que se mienten
transportó a lo que fue mi pasado los santos, esa música me transportó a lo que fue mi
hasta llegar aquí. Tal vez por el pasado hasta llegar aquí. Tal vez por el momento aquí
momento aquí me quedo porque tan
me quedo porque tan solo por hoy, como ellos, no tengo
solo por hoy, como ellos, no tengo a
donde ir. Y bueno, porque además hoy
a donde ir. Y bueno, porque además hoy por fin entendí
por fin entendí el llanto del Imán. el llanto del Imán.

La tierra de los muros.
Carta a Eduardo.
“Si poseemos la Biblia, si nos consideramos como
el pueblo de la Biblia, deberíamos poseer tam-
bién las tierras bíblicas, la de los Jueces y los
Patriarcas,
Jerusalén, Hebrón, Jericó y más lugares”
Moshé Dayan
Discutir contigo es discutir sobre viajes y
murallas. Tú sigues atrapado sin viajes en tu ciu-
dad y yo vivo en la tierra de las murallas, o de los
muros si te resulta más coloquial. Esta no es una
tierra santa, no más santa o pagana que las
otras, es como todas aquellas en que ha habido
un muerto o un amor, pero sin duda es una tie-
rra de muros.
Jerusalén, como todas las ciudades antiguas
se precian de sus murallas, se parece en eso a los
guerreros que exhiben sus cicatrices con orgullo.
Y muchas veces eso son las murallas: cicatrices
del pasado, pero las ciudades como los antiguos
heridos repiten una y otra vez sus eternas bata-
llas. Con el tiempo muchas de esas ciudades se
han convertido en miradores turísticos, como si
los guerreros del pasado, sin saberlo, no defen-
dieran la ciudad de los enemigos sino que busca-
ran preservar sitios para el turismo del futuro.
Aquí no es menos, pero si es más. La primera
noche fue inevitable ver Jerusalén desde el Monte
de los Olivos y ver su muralla ordenando el paisa-
je, porque eso hacen entre otras cosas las mura-
llas: ordenar, de organizar y también de dar
órdenes. Allí estaban desde la eternidad, esperan-
do ser miradas, la puerta de Damasco y la de
Jaffa.
Luego estuve en un muro demasiado famoso
para tan pocas piedras: el muro de las lamentacio-
nes. Pero esa es su magia, representa lo que ya no
es, pues es el último vestigio del Templo de Salo-
món, es un muro que es lo que no es y esa es pre-

novaetvetera49
e s c r i t o s p a r a l e l o s
cisamente su magia. Allí los judíos asisten cada
sabath a rezar por sus cosas, como tu madre algún
domingo y la mía alguna tarde, como todos los
que tienen un dios que los perdone.
Hace poco visité un tercer muro. Ese es más
difícil de explicar porque no viene del pasado,
sino va para el futuro. No tiene siglos sino días,
no fue hecho para proteger sino para encerrar. A
lo largo de Cisjordania, ese pedazo de tierra que
le dejaron a los palestinos, serpentea un muro,
un muro inmenso, no es un muro de aquellos
que saltábamos en la escuela cuando niños, no el
muro del patio del vecino, no el muro de la can-
cha de fútbol. Este es un muro-muro.
Primero, antes del muro, como si fuera su pre-
historia, hubo otras formas de encerrar cuyo
mensaje era el mismo: cierres, checkpoints (con-
troles militares), alambradas. Israel es el país con
más cercas y letreros de prohibición que he visto
en mi vida. Ahora es un muro-muro. El tiempo
que yo gasté para aprender a caminar, 14 meses,
fue el necesario para construir los primeros 128
kilómetros del muro, 2 millones de dólares costa-
ron cada uno, y ya van en más de 200 kilómetros
de un total de 730.
Los muros no existen solo en sus piedras sino
que se van metiendo en las cabezas. Cuando
estuve en Berlín, el muro de allí sobrevive toda-
vía, por lo menos eso sentí yo, el muro estaba en
las palabras de las personas cuando decían Este y
Oeste, en el tipo de ropas, en las construcciones
y hasta en la forma de mirar.
Este muro-muro en Palestina a su paso separa
pueblos, corta acueductos, destruye cosechas,
derrumba escuelas y casas, divide familias, aleja
vecinos y amigos de sus amigos palestinos, es
como un dios infame, es como el dios del apar-
theid que en su primera expedición ha arrancado
más de cien mil olivos.
No hay fronteras bonitas (dímelo a mí que soy
de profesión inmigrante) máxime si es un muro,
como no puede haber una cárcel bonita aún pin-
50novaetvetera
tada y perfumada. Desde los checkpoints a
comienzos de la década pasada, el tiempo en
Palestina no se mide en kilómetros sino en con-
troles militares. El tiempo y la espera tienen un
tercer elemento tridimensional más allá del plano
mapa de las agujas del reloj: la angustia.
Cuando conocía el muro-muro, un trabajador
local me lo explicaba y no pudo evitar contarme
su propia historia. Tenía dos niñas, gemelas de
dos semanas de nacidas y ambas enfermaron. Al
llegar al checkpoint los soldados de turno no las
dejaron cruzar hasta el hospital a pocos metros.
Ellos esperaron y esperaron, es difícil saber lo que
es esperar en estos casos y al final, entre la impo-
tencia de su padre, el llanto de su madre, la latas
de la ambulancia estacionada, ambas niñas
murieron esperando. Su padre, ahora me indica
con su mano el muro que reemplaza los check-
points.
A cada avance del muro, este le mete un mor-
disco robando la tierra más fértil a los palestinos
para anexarla al gran Israel. Algunas veces deja
dentro del muro a las casas y por fuera a la tierra;
según la nueva ley la tierra entre el muro y la lla-
mada Línea Verde (la frontera que dejó la guerra)
pasa a ser israelí. Al final del muro-muro la mitad
de Cisjordania será israelí: las fértiles tierras del
valle del río Jordán, los acuíferos de la zona de Tul-
karem y Jenín, los alrededores de Jerusalén. Los
ahora ex dueños palestinos necesitan permiso
para cruzar el muro y trabajar sus propias tierras.
Desde la guerra de 1967, con el control del
Río Jordán, los han intentado secar. Hasta ahora
36 pozos y más de 200 cisternas están aisladas
de sus comunidades y han perdido más de 35
kilómetros de acueductos cortados por las exca-
vadoras que hacen el muro. En Palestina, un
colono judío consume 17 veces más agua que un
palestino pero paga la mitad. Cisjordania será
solo cuatro cantones con poquísima agua de
donde podrán salir los palestinos a trabajar en los
campos judíos o en las fábricas judías. Y la comu-

nidad internacional celebrará con vino la paz,
por fin, del Medio Oriente.
En Qalqiliya, ciudad rodeada por el muro-
muro, el control militar de entrada y salida abre a
las siete de la mañana y cierra a las siete de la
noche, y vieras lo triste que es oír a los hombres
pedir a sus esposas que no tengan los niños en la
noche; en los controles a lo largo del muro son
comunes los maltratos físicos y verbales, las
humillaciones y los abusos físicos; los médicos no
pueden llegar hasta la gente: En Azzun Atma
fueron restringidas aún más las visitas médicas a
la comunidad, pasando de 2 días por semana a
un total de 4 horas semanales; en Tulkarem, 650
profesores tienen dificultades para llegar a sus
sitios de trabajo.
Mira, como está la cosa en Belén para que no
digas que soy un exagerado, ¿sabés por qué no
hubo navidad en Belén este diciembre? La ciudad
stá rodeada por 78 obstáculos físicos (controles
militares y montículos de tierra) además del Muro
que ya mide allí 10.4 kilómetros de los 63 km pro-
yectados para Belén; han sido construidos en el
distrito de Belén 18 asentamientos israelies, con
una población de 65,973 colonos; las medidas de
seguridad y la construcción del muro alrededor de
la Tumba de Raquel ha levado al cierre o reubica-
ción de 72 de los 80 negocios palestinos; el núme-
ro de turistas que visitan Belén disminuyó de
91.726 en 2000 a 7.249 en 2004; y el número de
habitaciones hoteleras ocupadas disminuyó de
22.1% en 2000 a 2.4 en 2004. Así que cuando
hagas el próximo pesebre (o Belén o Nacimiento,
o como lo quieras llamar) pon un muro alrededor
de la ciudad, como existe ahora. Incluye también
un checkpoint, una alambrada y un asentamiento,
no será muy católico pero será muy realista.
¿Y qué hacemos los llamados humanitarios?
Estamos, como diría Cavafy esperando a los bár-
baros arropados en la bandera de la neutralidad.
Pero tú sabes bien que entre la víctima y el victi-
mario no hay neutralidad posible, que eso es
e s c r i t o s p a r a l e l o s
complicidad. En la segunda guerra mundial, los
delegados de la cruz roja visitaron los campos
nazis. ¿Hubiera sido suficiente pedir buena comi-
da y un trato digno para los judíos presos? ¿Será
suficiente explicarle a mi sobrino que mientras el
muro crecía, yo ayudé tan solo a repartir ovejas
para que los cada vez menos palestinos que se
quedan en su tierra sobrevivieran entre esas
paredes?
Sobre los palestinos y otros humanos.
Carta a Zaira.
“Escribe que soy árabe,
que tengo el pelo negro y los ojos castaños;
que, para más detalles, me cubro la cabeza con un
velo”
M. Darwish
Esta carta es un juego y tienes que ayudarme.
Tu deber es sencillo: leer mis palabras pensando
que nunca has estado en Palestina. ¿Aceptas
este juego? Y ahora, con mis pocas semanas por
aquí, te voy a contar cómo son los palestinos.
Pero además debes olvidar que entre tu casa y la
mía hay dos checkpoints, que tú como yo tene-
mos caras árabes, que tu piel te delata, que vives
en Ramallah, que sabes lo que significa marhaba
y mabruk, y que me conociste en Palestina.
Los palestinos son ante todo palestinos, es
decir, son muy ellos. Como los españoles son muy
españoles. Visten sencillo, como los cubanos, por-
que en sus preocupaciones hay poco espacio para
la opulencia. Pero cuando quieren celebrar se vis-
ten bonito y bailan al ritmo de su música. En eso
de bailar los chicos poco lucen, en eso se parecen
a los suecos, pero ellas bailan con la sensualidad
de la sugerencia, no muestran tanto como las bra-
sileras pero parecen no necesitarlo.
Creen en los rituales y en eso se parecen a los
andaluces o más bien los andaluces se parecen a
novaetvetera51
e s c r i t o s p a r a l e l o s

los palestinos. En el fondo, a todos nos gustan son personas, porque tristemente en eso no hay
los rituales. Lloran sus muertos y los despiden consenso, que buscan un sitio para bailar como
con silencios, aceptando el silencio cuando las los africanos, enseñar la lengua a los hijos como
palabras estorban en los labios. los vietnamitas o poner una bandera como los de
Algunos se fueron de su tierra, como lo han filipinas.
hecho algunos colombianos, como tu padre Bas- Buscan un sitio porque ya tienen la gente. Tie-
san a sus trece años, como yo un día de noviem- nen una mujer que sueña un amor y un hombre
bre. Y algunos hicieron hogar y casa en otra parte, que llora un desamor, tienen un anciano renco-
como los irlandeses y los italianos. Algunos no se roso y un niño juguetón, una señora alegre como
fueron y el rostro de la guerra les marcó la cara, las frutas y un chico oscuro con su ritmo en los
como a las gentes de esa otra patria pequeñita lla- brazos, un joven que pedalea hacia el mercado,
mada El Salvador. una musulmana con la cara cubierta y un hom-
No olvides que debes seguir el juego de que bre de barba corta y ojos transparentes. Y tienen
no conoces Palestina. Yo conozco a Ayman que manos de todos los tamaños y ojos de todos los
ahora se llama Abu Omar, porque aquí los hijos colores. Una mezcla de sangres y de historias,
deciden el nombre de los padres, Ayman tuvo un como todos los pueblos.
hijo que se llama Omar y Abu signi-
fica “padre de”. Yo me encontré
con Jamal, ese que para hacerme
sentir amigo por un rato me dio
Y a sabes como son los pales-
tinos, ya tienes la respuesta. Son humanos que esperan un
dos besos como hacían mis herma- lugar en el cielo y buscan un lugar en la tierra. Se enamo-
nos en Colombia.
ran y se dicen cosas tiernas, tiene hijos y van a la mezquita
Yo conozco a Farid, ese que ha
apostado todo por amor y a veces que es como nosotros llamamos a su iglesia, bueno, no de
ha perdido. ¿Necesito conocerlos a todos, no son iguales entre ellos como tampoco lo son los
todos para poder hablar de ellos? alemanes.
No lo creo. Les veo caminar con
desgano alguna tarde, saludar
deprisa una mañana, gritar a un amigo que se Salvo por su falta de casa, son iguales al resto.
aleja, mirar de reojo a una muchacha como tú. Salvo por esa vocación impuesta de pobre turista
¿Ves? Ya sabes como son los palestinos, ya permanente, son iguales al resto. Salvo por la
tienes la respuesta. Son humanos que esperan ausencia de suelo propio para enterrar sus muer-
un lugar en el cielo y buscan un lugar en la tierra. tos y reír a los vivos, son iguales al resto.
Se enamoran y se dicen cosas tiernas, tiene hijos Así que eso son los palestinos. Varios cientos
y van a la mezquita que es como nosotros llama- de miles llegando a muchos lados. Tan humanos
mos a su iglesia, bueno, no de todos, no son como sus enemigos. Y sus hijos son iguales. Una
iguales entre ellos como tampoco lo son los ale- niña palestina me preguntaba si era cierto que
manes. en Suecia no teníamos checkpoints, otro niño
Lloran de amor y viven de consuelos, como me dice que de grande quiere ser extranjero. En
los de Bolivia, duermen por las noches como los las casas tomadas por los militares, a veces los
noruegos. Son personas que buscan un pedazo soldados les establecen horarios a los niños para
de tierra para recostar su silueta. Insisto en que que puedan jugar. El niño de Jamal ya sabia quie-

52novaetvetera

nes eran enemigos, no tuvo tiempo de crecer
para escogerlos por sí mismo. Así son pues los
hijos de los palestinos, esos otros palestinos.
El juego del checkpoint. Carta a Joaquín
“¿Qué crimen cometimos -oh madre-
para morir dos veces
una vez en la vida y otra en la muerte?”
M. Darwish
Joaco, tú eres amante de los juegos. ¿Sabes lo
que es un checkpoint? Es un juego pero en él no
tienes que conquistar países como jugando risk, ni
formar palabras como jugando scrabble. El juego
tiene dos objetivos opuestos: el tuyo es pasar y el
de ellos no dejarte. Como ves es sencillo. Y tiene
solo una regla: el azar.
Puedes probar con las palabras. Con buenos
días, si señor y por favor, entienda usted, mire le
digo, cuando pueda, como no. Eso que te voy a
contar fue cerca de Nablus. Tres heridos palestinos
esperaban del otro lado del checkpoint; de éste
lado estaba la ambulancia, los militares y un solda-
do israelí herido que fue atendido pero estaba
muy grave para sobrevivir. Luego los de la ambu-
lancia pidieron atender a los tres palestinos, pero
no los dejaron. Los soldados caminaron hacia los
heridos, les apuntaron con sus fusiles y los remata-
ron en el suelo. Los de la ambulancia, del otro lado
del checkpoint oyeron la respuesta después de los
disparos: “ustedes ya no necesitan estar aquí, ya
no hay pacientes para atender”. ¿Cruzar? Puede
que sí, puede que no.
Puedes probar con argumentos. La libre movi-
lización de las personas, la ayuda humanitaria, la
dignidad, los Convenios de Ginebra. Era una
anciana como de ochenta, a lo mejor de más
años, pero para mí casi todas las ancianas son de
ochenta. Caminaba bajito, quiero decir doblando
el cuerpo y andando como acompasada en el
e s c r i t o s p a r a l e l o s
pasado. Pero llevaba una mano en la mejilla
izquierda y un dolor en la carne, un dolor en las
muelas. Y trataba de cruzar el checkpoint para lle-
gar al odontólogo, y no hablaba hebreo y en su
árabe rogaba que la dejaran pasar, y los soldados
se reían y la imitaban y luego jugaban entre ellos
al paciente y al dentista, y otra vez se burlaron y la
gritaban, y pasaron los segundos y los minutos,
pero ella no pasó y luego se devolvió de nuevo
caminando con su ritmo y su mano en la cara y el
llanto en los ojos y la humillación en todo el cuer-
po. ¿Cruzar? Puede que sí, puede que no.
Puedes probar con cartas y carnés. Mire
usted, cuántas siglas tiene mi organización y
cuantos carnés con fotos y letreros, cuántas car-
tas con sellos europeos, incluso puedes probar
con tu pasaporte de colores. Un palestino esperó
mucho tiempo pero el estómago no espera,
mejor dicho la mierda no sabe de relojes. Y
andando despacio se fue hasta los matorrales
cercanos a la fila de coches, se bajó el pantalón y
se puso a cagar cuando un disparo en la frente lo
hizo caer de medio lado. ¿Cruzar? Puede que sí,
puede que no.
Puedes probar con heridos y ambulancias.
Mire usted, que estamos a pocos metros de la
puerta del hospital más grande, que es cosa de
minutos y se muere, que piense que podría ser
usted. Una muchacha preciosa jugaba en la
playa el domingo pasado, con sus curvas de cine
y su sonrisa al aire, esa misma con uniforme me
esperó días después en el checkpoint para jugar
el juego este. No podía creer que fuera la misma
de nalgas perfectas, pero su fusil me miraba y
me preguntó por mis papeles. ¿Cruzar? Puede
que sí, puede que no.
Puedes probar con terquedades. El derecho
internacional humanitario, la comunidad inter-
nacional que ahora mismo duerme la siesta de la
tarde, la prensa que podría llegar en este
momento. Otra cosa es los checkpoints móviles,
que persiguen a la gente y aparecen en forma de
novaetvetera53
e s c r i t o s p a r a l e l o s
jeeps intempestivamente para repetir la misma
ceremonia de control. Fue en Hebrón, la niña
tenía tres días de nacida y estaba con su familia a
solo 300 metros del hospital cuando aparecieron
los checkpoints. Esperaron entre gritos e insultos
pero cuando llegaron al hospital, después de
esperar casi una hora y a solo 300 metros, ya
sospecharas las consecuencias Joaco, sí, la niña
se murió. ¿Cruzar? Puede que sí, puede que no.
Ellos pueden probar con sus fusiles y sus prohi-
biciones. Un niño recibió a algunas cuadras de mi
casa en Palestina un disparo en el pecho, un tiro
único y “limpio” dirían los expertos, un tiro que le
partió de cuajo las costillas y el alma. El niño espe-
ró en el suelo, cerca del checkpoint de Qalandya la
llegada de alguna ayuda médica. Mientras gasta-
ba sus últimos alientos oía a unos soldados que
gritaban “stop-stop-stop” a la ambulancia que lle-
gaba. Los dos enfermeros noruegos miraban y no
podían comprender cómo el niño se apagaba de a
poquitos cerca del checkpoint entre los gritos de
otros palestinos, la impávida mirada de los milita-
res y la espera inútil de ellos mismos. Cincuenta
minutos después, el niño moría revolcándose cada
vez más lento y más sin fuerzas entre su propia
sangre.
Puedes probar con tu paciencia. Si señor, espe-
ro, como no, a ver quién se cansa primero, a ver si
no se aburren de verme bostezando en sus caras.
Cerca de Nablus, el año pasado, un hombre se aco-
modó en lo alto de una montaña mirando al check-
point y empuñando un arma vieja, de las usadas
contra los británicos y con once balas, solo once,
acabó con la vida de nueve soldados y dos colonos
que minutos antes gritaban en el checkpoint y
manoteaban en hebreo y se burlaban de la gente
en todos los idiomas. Un disparo por persona,
cuando pasó la bulla, quedaron los cuerpos aban-
donados en el piso del área del checkpoint, un
arma vieja abandonada en el alto de una montaña
y el mito de un hombre que, solo, acabó con un
checkpoint. ¿Cruzar? Puede que sí, puede que no.
54novaetvetera
Te decía que ellos pueden probar también con
muchas cosas, casi con todas. Luego, con la
boquilla de fusil cerca de tu cara te dicen “Have
a nice day”, te lo dicen con “cara-de-check-
point”, cosa que tienes que ver porque es intra-
ducible. Y si quieres hacer la travesía a pie vas a
sentirte violado, reducido al tamaño de tu pasa-
porte. Con la paciencia del tamaño de la fila,
entrarás con otros indignados en el pasillo y a
empujones; cosa que a mí me recordó cuando
entraba de visita a las cárceles en Colombia, con
la obligación de poner cara de culpable y además
dar las gracias. Ven, Joaco, porque se que te
sobra corazón para entender, ven para enseñar-
te el olor del “servis” (el microbús palestino), ven
aprender el odio de los ojos de los soldados.
Total, tú y yo, extranjeros, al final pasaremos.
Ciudades palestinas: Carta a Ernestina
“Y tal como Jehová lo mandó a Moisés,
mataron a todo varón. Y los hijos de Israel
llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas,a
sus niños, y todas sus bestias y
todos sus ganados; y arrebataron
todos sus bienes, e incendiaron todas sus ciudades,
aldeas y habitaciones. (…) y les dijo Moisés: ¿Por
qué habéis dejado con vida a todas las mujeres?
(…) Matad, pues, ahora a todos los varones
de entre los niños; matad también a toda mujer
que haya conocido varón carnalmente”
Números 31, 8-17
Madre, ya sabes que no creo en dios, y no sé
si el diablo existe pero Sharón, madre, Sharón
existe. Voy a tratar de explicarte las ciudades de
aquí, empezando por Belén. Tengo a mi favor
que usted no sabe exactamente dónde queda
pero tengo en mi contra que usted sabe mejor la
historia bíblica que yo. Belén también queda en
Palestina, es la misma donde llegó María con
José y el niño en su vientre buscando un pesebre

para su nacimiento. Por eso nosotros decimos
pesebre a lo que los españoles llaman un Belén y
los mexicanos un nacimiento.
Recuerdo madre que de niño, mientras mi
padre hacía el más grande árbol de Navidad del
vecindario, yo jugaba a hacer el Belén: ponía los
patos de plástico nadando en un lago de espejo
y las ovejas en fila avanzando por un camino de
piedras pequeñitas que hacían las veces de
muralla. A cada casa de cartón le poníamos una
luz. Había una oveja gigante al lado de un rino-
ceronte verde y un pastor cojo y un tractor
moderno perdido entre los reyes magos.
El Belén de verdad es un poco diferente, ya
Herodes no se lava las manos ni María Magdalena
es pecadora, pero hay muchas subidas y bajadas,
pintadas en árabe sobre cosas que nunca supe,
fotos de mártires en muchas puertas y esquinas
para que no se nos olvide lo que pasa, huellas de
la reconstrucción después de la última batalla.
Un día antes de conocer Belén, en el check-
point, un joven de 17 años fue asesinado por un
soldado porque, según éste el palestino “tenía
un cuchillo”. Bueno, un cuchillo frente a un fúsil
M-16 poco puede hacer en todo caso. Pero según
los testigos, madre, el joven sólo esperaba y espe-
raba y el soldado se cansó de tanta fe en el tiem-
po y le descerrajó un tiro en la cabeza. Todo eso a
pocas cuadras de donde nació tu querido niño
Jesús.
Otra ciudad es Ramallah. En medio de ella la
mukata, la sede de gobierno. ¿Recuerdas madre
el palacio de los reyes en Estocolmo? ¿Y el solda-
do roji-blanco de la guardia danesa? Imagínate
madre, toda esa pompa de la corona española
con reina griega, de la corona sueca con reina
brasileña, del príncipe holandés con princesa
argentina y del danés con princesa de Australia
(hasta las casas reales europeas se están llenando
de inmigrantes), te decía que toda esa poma es
propia del poder pues todo poder busca ser
ostentoso, sutil o descaradamente.
e s c r i t o s p a r a l e l o s
Pero al entrar en la mukata, veo un campo de
carros aplastados y varillas dobladas y hierros
retorcidos, como después de un terremoto. No
me cabe en los ojos, Ernestina. Asoman llantas
viejas y pedazos de camas, más allá hay bolsas
plásticas encerrando recuerdos y un pedazo de
tela de lo que fue camisa alguna vez. Por encima
de todo, la tierra y los escombros.
Entre las ruinas encuentro un militar palestino,
me cuenta que sobrevivió a la invasión de hace
dos años, sobrevivió porque “Alá es grande” y lo
dice en árabe. Los palestinos tienen un puesto en
la ONU, embajadas esperando ser abiertas en
Ramallah y Jerusalén, banderas y símbolos, him-
nos y aprendices de soldados, pero no palacios de
mostrar. Pienso en mi tía Teresa y en mi tía Sofía, si
me preguntaran qué es Ramallah como ciudad les
diré que es mitad verdad y mitad sueño, de la
mitad verdad la mitad es alegría, y de la mitad
sueño la mitad ha sido pesadilla.
En la entrada a la mukata hay una pequeña
caseta, más adecuada para vender perros calien-
tes que para recibir ilustres visitantes, pero estas
cosas de la guerra logran afectar la pompa.
Adentro estaba Arafat, detrás de los misiles que
destruyeron tantos edificios está Sharón. Eran
enemigos desde el comienzo de los tiempos,
desde antes de todo. Arafat fue ese que murió
en Paris, vivió en muchos lados y nació en Egip-
to. Le conocí una tarde de agosto en su Mukata.
Esa es una parte de Ramallah, pero también
hay otros sitios en la ciudad. Por ejemplo, el hos-
pital que tiene fosas comunes en su jardín de
atrás porque no dejaron enterrar a los cadáveres
que se apilaron día a día durante la Intifada.
Al sur de todo está Gaza. Allí fue la única vez
que militar alguno me estrechó la mano, me
cogió la mano casi por sorpresa, era un palestino
de los tantos que hay allí esperando nada. Gaza
es una franja al sur donde un niño conduce su
bici en contravía. Una cárcel inmensa, desconec-
tada de Cisjordania y casi del mundo. Una mujer
novaetvetera55
e s c r i t o s p a r a l e l o s
me ofrece jugo luego de contarme que le tocó
suspender sus estudios en Ramallah hace tres
años. Un anciana me dice, “to be or not to be” y
descubro que Hamlet era mujer y palestina.
Es verano, el ruido de los ventiladores se con-
funde un poco con el ruido de los F-15. Luego se
oye una explosión, ambulancias y gritos de ven-
ganza. La escena se repite las últimas semanas y
la lista de muertos se alarga. Empieza una mani-
festación improvisada. Es verano y el calor aprie-
ta, cerca está el mar para refrescarse, pero allí los
palestinos tampoco pueden pescar como quisie-
ran y el pescado, a orillas del mar, se vuelve un
lujo. Los niños vuelven de la escuela con sus
camisas azules. Las calles están llenas de carteles
grandes con las caras de los mártires.
Un médico me lleva a la ventana. Y me pre-
gunta, “¿qué hago aquí, con dos cuartos por
casa? mientras allá, en esa montaña está la tierra
de mi padre, allá al otro lado del control militar,
la tierra que no puedo volver a visitar, la tierra en
la que ya no puedo jugar con mis dos hijas”.
Veo un edificio grande en el sur de la ciudad,
blanco, de cinco plantas, con una gran red verde
en su última planta, como si la hubiera tejido una
araña gigante. Es una casa tomada: en los prime-
ros pisos viven civiles palestinos, en el último
viven soldados israelíes cuya misión es vigilar los
campos circundantes. Y allí no se puede cultivar,
la tierra espera en vano un azadón. La otra tierra
–la ahora israelí, la expropiada- esa sí es produc-
tiva, está en manos de los israelíes pero en ella
trabajan tailandeses importados, mientras los
palestinos importan alimentos.
Hay otras ciudades, está Nablus donde una
mujer trató de entrar a la ciudad porque estaba
pariendo y le tocó esperar hasta que su niño
naciera y muriera para poder seguir el viaje; está
Tubas donde a una anciano le mataron 10 de sus
ovejas dizque por entrar en zona militar y luego
le visitaron, factura en mano, para cobrarle todos
los proyectiles; está Jenín que después de la
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masacre del año pasado tiene cementerio nuevo;
está Hebrón donde los soldados pintaron cruces
de David en las tiendas palestinas como hicieron
los nazis en la noche de los cristales rotos, en
Hebrón la misma en que los soldados hacían una
extraña lotería y rifaban papelitos para decidir si
te correspondía la rotura de tus manos, de tus
piernas o de tu nariz; está Nazareth donde vivió
Maria y murieron 13 palestinos al comenzar la
segunda Intifada. Son muchas ciudades, madre,
muchos dolores, muchos niños Jesús asesinados
por muchos herodes.
La suicida, la mártir. Carta a Paco.
“Asió luego Sansón las dos columnas de en medio,
sobre las que descansaba la casa,
y echó todo su peso sobre ellas (…)
Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos.
Y cayó la casa sobre los principales,
y sobre todo el pueblo que estaba en ella.
Y los que mató al morir fueron muchos más que
los que había matado durante su vida”
Jueces, 19, 29-30
Paco, esto lo hemos hablado muchas veces,
tomando café cuando trabajábamos en la Cruz
Roja, comiendo en tu viejo molino o cenando
deprisa en el bar de la esquina: ¿qué es lo huma-
nitario? ¿Es lo humanitario lo correcto? ¿Qué es
lo correcto en qué contexto?
En la segunda Intifada ya van varias decenas
de ataques suicidas. Uno de ellos tuvo varias
cosas particulares: su ataque, un 27 de enero ya
lejano, produjo 200 heridos, lo que es una cifra
significativa y la muerte de un varón quien al
comienzo se le pensó culpable de la acción. Pero
la persona suicida no era un varón sino una
mujer, la primera mujer-bomba en la historia de
los ataques palestinos contra Israel.
Lo hacía, se dijo, por muchas cosas, como
después de cada acto terrorista palestino: porque
 e s c r i t o s p a r a l e l o s

no tienen territorio, porque no soportaba más la renovó su compromiso con la Media Luna Roja,
represión israelí. Algunos dirían que es por fana- una de las pocas esperanzas en esos días para
tismo, sueños de adolescencia, delirio de gloria o cientos de heridos y decenas de muertos. Dicen
ganas de trascender. que vio morir a más de 70 palestinos. Dicen que
Sin duda conoció y vivió en ese micro-mundo ella misma fue herida y golpeada por los solda-
palestino del que poco se dice: personas viviendo dos. Su madre le dijo a Leire, aquella periodista
encarcelados en sus casas entre cie-
rres y toques de queda, francotira-
dores matándoles las ovejas por
simple diversión, maquinaria pesa-
E n la segunda Intifada ya van
varias decenas de ataques suicidas. Uno de ellos tuvo varias
da tumbándoles las casas. La humi-
llación del día a día no merece una cosas particulares: su ataque, un 27 de enero ya lejano, pro-
nota en el periódico ni un comenta- dujo 200 heridos, lo que es una cifra significativa y la muer-
rio en la academia y de pronto sólo te de un varón quien al comienzo se le pensó culpable de la
una nota anecdótica en un libro.
acción. Pero la persona suicida no era un varón sino una
En el macro-mundo, la comuni-
dad internacional, ese engendro
mujer, la primera mujer-bomba en la historia de los ataques
que no hemos terminado de defi- palestinos contra Israel.
nir, no ha logrado evitar (tampoco
lo ha intentado de veras) las violaciones al dere- amiga mutua “todo lo que mi hija pudo llegar a
cho internacional, ese que tanto tú como yo bus- ver su trabajo, la agresividad y las matanzas de
camos enseñar a veces en vano, Paco. Luego del los israelíes contra los niños y las familias palesti-
11 de septiembre la causa palestina perdió nas, determinó sus sentimientos hacia los israelí-
muchos adeptos. A Sharón ahora le basta decir es” Y terminó diciendo algo más duro: “sufro
que los palestinos son terroristas. cuando veo cómo los israelíes están matando a
Volviendo a ella, la suicida, entre el micro- nuestros niños y están destruyendo las casa con
mundo que pregunta y el macro-mundo que no las familias adentro. Yo quiero que las familias
responde, pues se habrá sentido empujada a la israelíes comiencen a sentir lo que yo siento, que
violencia. Era la primera mujer-bomba, lo que sufran, igual que yo”.
desconcertó a muchos. Estudiante de química, se Y no sé Paco a quién vio morir, tal vez a un
dijo. Ninguno de los grupos radicales palestinos joven que alguna vez saludó en el mercado, tal
intentó reivindicarla. Se dudó de su identidad vez a un niño con cara de pardillo, tal vez a su
hasta que finalmente se precisó su nombre: vecino viejo de rodillas cansadas que le recordó
Wafa Ali Edrees, estudiaba química y además era además a un tío lejano. No sé a quién vio, de
enfermera de profesión, con un excelente expe- verdad y de reflejo, una y otra tarde hasta perder
diente académico y un dato aún más particular: ese hilo que te ata a la vida y te evita pisar la
era voluntaria de la Media Luna Roja (la “cruz zona prohibida. No sé cómo se vio a sí misma, tal
roja” palestina). vez inútil repitiendo el inútil ritual de los médicos
Tenía 27 años y había nacido en el campo de y de los enfermeros, de acompañar en algo y de
refugiados Al Amary, en las afueras de Ramallah, aliviar muy poco. Paco, ¿cuántos pequeños
pobre entre los pobres. Estudió enfermería y pedacitos hacen una muralla? ¿Cuántas cotidia-
luego, cuando empezó la segunda Intifada, nas agresiones configuran un mártir?

novaetvetera57
e s c r i t o s p a r a l e l o s
Wafa liberó días antes los pájaros que ella cui-
daba, sus mascotas. En noviembre pasado, un
joven suicida de tan sólo 16 años, liberó las 15
palomas que tenía antes de inmolarse.
Aquí en Palestina, Paco, aprendí que suicidarse
en el Islam por motivos personales es pecado, que
los judíos en Masada se suicidaron y son héroes,
que matar personas civiles en Palestina no es un
delito sino una costumbre, y que, comparando,
los suicidios en mi querida Suecia son otra cosa,
más personal y hasta –si cabe- más inútil. La ver-
dad es que los musulmanes se suicidan menos,
menos que los israelíes y que los cristianos y, esta-
dísticamente, se matan mucho menos entre sí que
los occidentales.
En Jenín, uno de los responsables del campo
de refugiados de la ONU, sólo alcanzó a reportar
que los soldados entraban y entraban a pesar de
las banderas y las señales internaciones antes de
desplomarse porque le metieron un tiro en mitad
de los ojos. En la misma Jenín, hay una mujer
sobreviviente que perdió el habla y todos los días
hace un peregrinar desde su nueva casa hasta el
sitio de su antigua casa destruida a punta de
cohetes desde los helicópteros. Y en ese mismo
Jenín, días después de la destrucción total, llegó
Jamal con unos camiones de comida y de mantas
y un niño de 10 años emergió de entre las ruinas
para decirle al oído que no le diera comida ni
cobijo sino que, luego de ver cómo los soldados
entraron por puertas y ventanas, cómo golpea-
ron y mataron a toda su familia, a sus padres y
hermanos, luego de estar 4 días escondido sin
pan y sin abrigo, le pedía a Jamal, un cinturón
con explosivos.
Los suicidas de hoy eran los niños de la prime-
ra Intifada, los que vieron la diaria humillación
contra sus padres y un día no jugaron más al
vaquero y al indio y no soñaron más con ser de
grandes médicos sino mártires. La ocupación y la
humillación destruyen la esperanza y la dignidad
que, para ellos, recupera el martirio.
58novaetvetera
Esa chica suicida, no era Osama Bin Laden
ordenando destruir edificios en nombre de Alá
mientras disfrutaba de un rico banquete; no era
el “Chacal” buscando enemigos en Europa de
hotel en hotel. Era una enfermera palestina cris-
tiana que un día se cansó de esperar respuestas
vitales, que tal vez un día, como tú y como yo, se
tomó un café trabajando en Cruz Roja y se pre-
guntó como nosotros: ¿qué es lo humanitario?
La demolición. Carta a Luis Alberto
“El pueblo palestino no existe.
No es como si hubiéramos venido a expulsarlos
y a ocupar su país. No existen”
Golda Meir
Cuando me preguntan qué hace usted, siem-
pre respondo aquello que es su mayor orgullo:
campesino. A veces pienso en decir otra cosa
bonita: mi padre hace casas. Pero no las hace
porque sea obrero, que tampoco es vergüenza,
sino porque le gusta hacer casas y diseñar las
piezas y los baños, y que poco importa lo que
digan los arquitectos. Las casas en que vivimos
de niños las hizo usted, con sus propias manos.
Una de esas casas fue precisamente en Pales-
tina, nuestro barrio al sur de Bogotá. Debo acla-
rar dónde queda la otra Palestina, padre, porque
no todos entienden de esa otra Palestina que
conozco, la de mi infancia.
Aquí, en Palestina del Medio Oriente, hay
gente como usted que construyen sus propias
casas. En medio de la guerra hacen las casas y
pegan los bloques, en medio de checkpoints cru-
zan con el cemento, a pesar de la muerte colo-
can las ventanas.
Pero un año cualquiera suena un buldózer y
ellos, los militares con buldózeres, llegan a la
casa o a la casa del vecino, padre de un joven
palestino acusado de terrorismo. Llegan varios

jeep militares y un buldózer y empiezan a echar
abajo la casa. Que no es mentira. La pala mecá-
nica golpea el techo como si fuera un dinosaurio,
tumba la puerta, empuja la ventana.
Imagínese papá que un día cualquiera, a nues-
tra Palestina, la de Bosa, en la casa donde usted
vive ahora mismo con mi madre llega el ejército
con maquinaria y levanta las tejas de la terraza y
rompe los vidrios, esos que puso para protegerse
del frío hace muy poco, y tumba la pared de la
cocina, esa que queda cerca a la nevera, y tumba
también la pared de la sala y luego arranca la
puerta azul del garaje sin coche y siguen por el
salón grande ese que planeó usted desde el
comienzo para casarse de nuevo con mi madre
como realmente lo hizo 25 años después del pri-
mer “sí quiero”.
Imagínese padre, que usted no tiene dónde
llamar ni quien le ayude, usted coge tres cosas y
mi madre dos ollas con un poco de arroz, y
Andrey algunos documentos mientras la maqui-
naria llena la sala de polvo y de cemento el aire,
y todo parece quedar sepultado y de pronto un
vecino les ofrece la casa y mi madre llora afuera
horas y horas, sentada entre las ruinas.
Y las varillas que usted, padre, puso algunos
años antes ahora quedan desnudas e indefensas. Y
cuando se cae el techo, la luz se cuela a ese rincón
oscuro donde la escoba no llegaba. Y el espejo del
cuarto de mi hermana Blanca ya no reflejará la
pared con sus fotos sino un agujero tembloroso
recién hecho. Y esos platos de porcelana que
mamá gastó tanto tiempo en ordenar por tamaños
y colores se van quebrando en cascada. La ventana
ya no es más un hueco con vidrios y cortinas sino
un horrible mirador de bordes escombrosos. El aire
es nublado y vidrioso como una lluvia eterna de
pedacitos de papel brillante que no termina de caer.
Y después, cuando todos se han ido, no hay a
quién quejarse, no hay a quién decir esta es mi
casa, ni ganas de empezar de nuevo a recoger
pedazos, a encontrar colchones y recuerdos
e s c r i t o s p a r a l e l o s
debajo de los muros aplastados. Te quedas al
final con dos ladrillos, uno en cada mano, padre.
Pero para cerrar aún más la humillación, te
llegan con la factura que pagaron por rentar la
maquinaria y te toca pagarlo, te toca pagar el
movimiento de la pala que rompió la ventana, el
paso del buldózer que te dejó sin baño. Eso pasa
de verdad en Palestina ahora mismo, ayer y el
mes pasado, desde hace mucho tiempo. Desde
mediados de 1967, cuando nací, miles de casas
árabes han sido dinamitadas. Hoy, solo en Rafah,
al sur de Gaza, padre, ya van más de 1.500 casas
destruidas. También en Gaza, el ejército israelí ha
destruido cisternas hechas con dinero de la coo-
peración de los Estados Unidos, y las ha destrui-
do con buldózeres que se compran con la
cooperación de los Estados Unidos.
Tú sabes lo que es construir con tus manos,
padre, pero afortunadamente, no sabes lo que
es ver tu casa destruida en frente de tus ojos.
Terrorismo. Carta a Nelson
“El propósito de los antisionistas de hoy,
amparados en la defensa de los derechos
humanos del pueblo palestino, no es otro que el
que tenían los antisemitas de hace 60 años,
exterminar todo lo colectivamente judío”
Yaacov Cohen
Negro, como te decimos todo el tiempo, te
voy a contar un hecho en estas tierras donde no
se produce algodón como en tu pueblo, pero
igual se abraza a los amigos. Fue cerca de un res-
taurante y media hora antes de verme de nuevo
con Rob. Se oyó una explosión y otras y unas
voces. Son esas cosas que todos esperan porque
saben que pueden suceder pero que nadie quie-
re, como la muerte de la abuela, el divorcio del
amigo engañado, el despido del compañero de
trabajo por tener cierta dignidad.
novaetvetera59
e s c r i t o s p a r a l e l o s

Se oyó una explosión y varios minutos después
la televisión mostró carros retorcidos por la onda
explosiva y más voces corriendo detrás de las
camillas que corrían detrás de las ambulancias que
corrían hacia los hospitales.
Nelson, era como cuando esperabas de médi-
co de urgencias al próximo paciente y repentina-
mente te llegaba un ejército de alarmas y una
caravana de coches con heridos. Se oyó una
los aviones F-15 y apareció por encima de un edi-
ficio como un Godzilla alado y vomitó 4 cohetes
sobre una calle poblada de transeúntes con bolsas
de la compra. Ya sé que en tu querido pueblo de
Codazzi sólo llegan rumores de suicidas, así que
esta carta es para complementarte la noticia, y
repetirte que aquí no hay algodones pero si hay
muertos y explosiones.
Se oyó la explosión y luego otra y otra hasta
sumar cuatro. Y salí corriendo de ese

S e oyó la explosión y luego

otra y otra hasta sumar cuatro. Y salí corriendo de ese res-
restaurante hacia la calle por esas
fuerzas que nos mueven contra la
impotencia y descubrí la calle llena
taurante hacia la calle por esas fuerzas que nos mueven de gentes que corrían mientras se
alejaba el helicóptero apache israelí
contra la impotencia y descubrí la calle llena de gentes que
que minutos antes había dejado caer
corrían mientras se alejaba el helicóptero apache israelí que varios de sus cohetes en una calle de
minutos antes había dejado caer varios de su cohetes en civiles en Gaza. Eso es el terrorismo
una calle de civiles en Gaza. Eso es el terrorismo que yo vi y que yo vi y yo viví en las calles pales-
yo viví en las calles palestinas. Alguien decía: “si tuviéramos tinas. Alguien decía: “si tuviéramos
helicópteros Apache, no necesitaría-
helicópteros Apache, no necesitaríamos suicidas”.
mos suicidas”.
Días después, en otro de los llama-
explosión y una niña de 9 años quedó herida y dos “asesinatos selectivos” el helicóptero ese hizo
murió dos días después cuando ya nada era noti- lo mismo, a lo mejor era otro pero para el caso es
cia. La madre de la niña esperó en vano en urgen- igual. Y cuando la gente se juntó a sacar entre los
cias, así como esperan no siempre en vano las hierros a los heridos y a los muertos, como hicimos
mamás y los papás de tus pacientes. esa tarde de Gaza días antes, volvió el helicóptero
Se oyó una explosión y el aire se llenó de humo y dejó caer otro de sus cohetes asesinos y selectiva-
y de voces, y recordé ese carro-bomba que puso mente hizo volar por los aires a decenas de civiles
en narcotráfico en una calle de la lejana Bogotá que sólo querían echar una mano a otros civiles
hace muchos años una noche en que corrieron heridos en los carros.
ambulancias y voces de la misma manera y con la Al mismo tiempo, en Rafah, al sur de Gaza, en
misma prisa pero con otro idioma. Y luego la solo tres días, a la luz del sol, es decir a la luz de la
gente opinó, tanto aquí como allá, tanto antes llamada comunidad internacional, más de 2.000
como ahora, sin tener mucha certeza o incluso sin personas quedaron en la calle al paso de la maqui-
saber a lo que huele el humo de la muerte. Negro, naria y los tanques de guerra del ejército Israelí.
el terror es horrible y la lengua imprudente. Setenta casas fueron destruidas, más de cuarenta
Solo un detalle, a lo mejor secundario, esto no de ellas en su totalidad, repitiendo el castigo colec-
pasó en Tel Aviv ni en Haifa, ni en Jerusalén eter- tivo de destruir viviendas. Por lo menos 70 heridos,
na, pasó en Gaza. Una tarde en que un helicópte- debido a medidas terroríficas como el ataque con
ro llegó oculto en el ruido de los sobrevuelos de mísiles contra la multitud. Fueron asesinados civi-

60novaetvetera

les, entre ellos menores de edad, uno de ellos de
tan sólo ocho años.
Las ambulancias de la Media Luna Roja que
intentaron socorrer a los heridos fueron ataca-
das por armas de fuego del ejército Israelí y
varios de los miembros del personal médico
resultaron heridos. El Centro de rehabilitación
para niños sordos y discapacitados fue destruido
y sus paredes fueron tumbadas por los tanques.
Francotiradores israelíes dispararon indiscrimina-
damente a todo lo que se movía. Para algunos
es solo “daños colaterales” que es la nueva
forma de llamar a los crímenes de guerra. En
total ya van 1.500 casas destruidas. Solo un sol-
dado herido en las filas israelíes muestra que la
llamada red terrorista no significaba, en térmi-
nos de capacidad militar, ninguna justificación
para el ataque desproporcionado y pone en
duda la aseveración hecha por la radio Israelí de
cientos de bombas, granadas y mísiles antitan-
ques en manos palestinas.
Como en la Operación “Escudo defensivo”
(sic) que arrasó Jenín el año 2002, como en las
recientes incursiones en Hebrón o en Nablus,
como durante los tres años de Intifada, como
durante los 36 años de ocupación, la historia se
repite.
Luego, se hablará de derechos humanos para
condenar esa otra palabra de moda, “terrorismo”
con la que se engloba todo tipo de respuesta y
todo tipo de resistencia a la invasión, pocos
hablan del derecho a resistir que tiene todo pue-
blo invadido, sean los judíos del Gueto de Varso-
via, los partisanos franceses, las milicias noruegas
o los palestinos.
Y la figura indefinida, la llamada comunidad
internacional, permanecerá callada con la masa-
cre de la semana que viene, masacre anunciada
en la política de tierra arrasada del presidente
Sharón, en la impunidad militar, y, por supuesto,
en la garantía del silencio cómplice de la entele-
quia esa llamada comunidad internacional.
e s c r i t o s p a r a l e l o s
Los derechos humanos no pueden ser reduci-
dos a “cosas teóricas de occidentales” o debates
de bar sobre “el velo de las mujeres en el Islam”,
pues es algo tan serio como eso que pasó en
Rafah y que, tristemente, se va a repetir, ante el
silencio, no me canso de decirlo, de la comuni-
dad internacional. Los derechos humanos aquí es
algo más concreto que el debate de un verso del
Corán, es sobre, por ejemplo, el silencio de los
llamados países civilizados.
Y la mencionada aquí en exceso comunidad
internacional no es tan abstracta: a pesar de su
nombre aséptico, es claro que se reduce a las ins-
tituciones del sistema de las Naciones Unidas, al
gobierno de la Estados Unidos, a los gobiernos
en la Unión Europea y a la opinión pública de sus
sociedades. Ellos tendrían ahora que responder.
Pero, parafraseando a tu querido Wallerstein,
para que algunas cosas de Palestina cambien
deberá haber un mundo que responda, y ese
mundo realmente no existe.
Negro, quien no quiera hablar de ocupación,
no tiene ningún derecho de hablar de terroris-
mo. Y esta no es una frase fácil de decir pero una
vez dicha me resulta tan certera que la quiero
repetir: quien no quiera hablar de ocupación, no
tiene ningún derecho de hablar de terrorismo.
Sobre dioses y Estados. Carta a Javier
“El Estado cristiano es la negación cristiana
del Estado, pero de ningún modo la realización
estatal del cristianismo”.
Marx
Ya sabes la fábula, pero dame el placer de
repetirla: una rana aceptó ayudar a un escorpión
sirviéndole de medio para cruzar un río al llevarlo
en su espalda, no sin antes advertirle sus temores
de que el escorpión le clavara su aguijón. Este
explicó que ese no era su objetivo porque de
hacerlo, en medio del viaje, ambos morirían. A
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e s c r i t o s p a r a l e l o s
mitad del recorrido el escorpión clavó el aguijón
en la rana diciéndole: “lo siento, es mi naturale-
za”. Esta fábula permite ilustrar el problema del
incumplimiento israelí al derecho internacional.
Desde su nacimiento -el que no respeta la
Resolución 181- hasta la reciente Resolución de la
ONU contra el Muro, la historia de Israel y de los
requerimientos que le han hecho a nombre del
derecho internacional es una historia de incumpli-
mientos de Israel y de frustraciones de la llamada
comunidad internacional.
Israel es un Estado pensando para un tipo
especial de persona que se define en cuanto cre-
yente; su esencia es mantener dos tipos de ciu-
dadanías: la de los judíos y la del resto, en su
mayoría árabes. Esto no depende de la raza ni
del lugar de nacimiento sino del credo religioso.
Incluso, basta volverse judío para hacerse ciuda-
dano israelí. Dicho así, en Israel no hay ciudada-
nos, esa categoría es secundaria a la definición
de las relaciones Estado – persona, esa noción,
de la que tanto hablamos. En todos los temas los
árabes reciben menos que los judíos, aún siendo
en los papeles ciudadanos. En Israel los palesti-
nos siempre son sospechosos.
Israel es un Estado premoderno, teocrático,
con lo cual la aplicación de los pactos internacio-
nales de derechos humanos lo llevaría a la confi-
guración de un Estado moderno y democrático
que sería, por definición, la negación del Gran
Israel, del Estado sionista. Y, así, el actual sistema
de derechos humanos, creado en parte como
consecuencia del Holocausto, es irrespetado por
los herederos de las víctimas del Holocausto.
En el caso del Derecho Internacional Humani-
tario, Israel rechaza su aplicación alegando que
ante la ausencia de otro país que reclame juris-
dicción sobre los Territorios Ocupados (por la
renuncia de Egipto a la Franja de Gaza y de Jor-
dania a Cisjordania) no habría un país ocupado,
aunque fuera parcialmente y, por tanto, no hay
fuerza ocupante. Pero detrás de ese silogismo
62novaetvetera
jurídico esconde otra verdad esencial del Estado
judío, creado en parte sobre la base de una men-
tira: “una tierra sin pueblo –Palestina- para un
pueblo sin tierra –los judíos”. Si la tierra palesti-
na es la Tierra Prometida al pueblo de Israel por
el mismo Jehová, ¿cómo podría ser Israel ocu-
pante de su propia tierra? Nadie es intruso en su
tierra y, por tanto, admitirse ocupante es admitir-
se intruso. Así las cosas, el Cuarto Convenio de
Ginebra que nace en parte como consecuencia
de las violaciones de los derechos de los civiles
judíos en la Segunda Guerra Mundial, es recha-
zada por los herederos de los sobrevivientes del
exterminio nazi.
La realización del sueño sionista necesita ocu-
par palestina y nombrarla como propia y necesita
mantener políticas segregacionistas para controlar
la realidad demográfica, medidas tales como la
importación masiva de judíos de todos los países
posibles para ocupar los trabajos que no son ofre-
cidos a los palestinos o normas como la reciente-
mente promulgada ley que niega la posibilidad de
que un matrimonio palestino-israelí genere ciuda-
danía israelí a la persona palestina. Por eso necesi-
ta hacerse a la tierra y hasta a la mano de obra
–en cuanto tal- pero no a las personas que la habi-
tan, como en Sudáfrica durante el Apartheid. Asu-
mir las personas como tales –poseedoras de
derechos– sería una amenaza al proyecto sionista.
Por lo mismo, todo ataque a Israel debe ser pre-
sentado como una amenaza y una muestra de
antisemitismo, para lo cual sirve extender la cate-
goría de víctimas del Holocausto hasta a los bolivia-
nos recién convertidos al judaísmo y recién
llegados a Israel es funcional. Imagínate, somos
antisemitas si criticamos Israel pues, para ellos, es
mejor no distinguir sionismo de semitismo, ni
mucho menos recordar que los palestinos también
son semitas; es que a la larga los dos pueblos son
primos.
Creo que compartes conmigo que esto no dis-
culpa a Israel, al contrario: lo condena plenamen-

te. La naturaleza de alguien que comete un delito
(máxime cuando esa “naturaleza, como en el caso
Israel, es artificial y premeditada) puede ayudar a
la explicación de la lógica que subyace al delito
pero de ninguna manera puede ser base para la
impunidad.
Resulta difícil acusar a los derechos humanos
de antisemitas, precisamente cuando fueron crea-
dos en parte para proteger a los judíos. Pero de
lo que no hay duda es que los derechos huma-
nos son, también por naturaleza, antisionistas en
cuanto antirracistas. Como el escorpión de la
fábula, Israel actúa así porque es parte de su
naturaleza sionista. Por eso la ilusión de un Esta-
do de derecho y a la vez Estado sionista es un
imposible jurídico, por lo mismo la figura de “sio-
nista de izquierdas” es de difícil aceptación. La
tarea no es pues que el escorpión abrace a la rana
y convivan como en los cuentos de hadas, sino
redefinir la naturaleza de ese escorpión artificial
llamado Israel y, si ha de ser Estado, que asuma la
naturaleza del Estado: moderno y democrático.
En el lado palestino la cosa es más sencilla pero
igual de poco esperanzadora. La Autoridad Pales-
tina, con limitado poder y sin territorio definido,
poco influye en la cotidianidad del llamado orden
público, totalmente sometido al gobierno israelí.
Pero quiere mostrarse Estado. No tienen moneda
propia ni fronteras, ni intercambios comerciales
con país que no sean Israel, ni fuerzas armadas, ni
nada. La petición israelí a ese mal llamado Estado
palestino es controlar los grupos radicales. Si el
gobierno palestino no los ataca, será presentado
por Israel como un gobierno terrorista, si lo hace
dejará en tal camino su legitimidad interna.
Los palestinos han aprendido que la pasada tre-
gua permitió mejorar, y en mucho, las condiciones
de vida de los israelíes sin que hubiera la menor
mejora en las condiciones de vida palestinas. Es
claro que otra tregua de las mismas no les repre-
sentará ventajas, y saben también que una guerra
frontal entre el gobierno palestino y los grupos
e s c r i t o s p a r a l e l o s
radicales significaría la deslegitimación de la Auto-
ridad Palestina de cara al sector de la sociedad que
apoya tales grupos, casi un suicidio político.
Independiente del nombre del Primer Minis-
tro, las sin salidas de legitimidad se mantienen
como motor de la crisis del gobierno palestino,
junto con un control concentrado del poder, más
los escándalos por corrupción y clientelismo.
Pero, más allá de esto, ¿cómo exigir a un poder
–la Autoridad Palestina- que cumpla roles de
Estado sin tener poder de Estado ni reconoci-
miento de Estado y sin tener ni siquiera Estado?
Pero lo que sí se le puede y se le debe preguntar
es ¿en qué ha contribuido la burocracia palestina
para que, junto con Israel, les hayan robado a los
palestinos la esperanza?
Pienso que no hay esperanzas de la solución de
dos estados porque el Muro no lo deja y tampoco
de un único Estado moderno porque no lo deja el
sionismo. Siento que Palestina es una nación sin
Estado e Israel un Estado sin nación. Yo no tengo
las respuestas a todo esto y temo que tú tampoco.
¿Qué sería de ti sin enemigos?
Carta a un judío sionista
“En aquel día hizo Jehová un pacto con Abraham,
diciendo: A tu descendencia daré esta tierra,
desde el río de Egipto hasta el río grande,
el río Eufrates”
Génesis, 15, 18
Poco puedo decirte que no sepas. Que tu san-
gre le debe doler a todo convencido de la vida,
como duele la sangre de los palestinos. Que tus
hijos tienen derecho a jugar en un parque, a beber
agua limpia, a caminar despacio, como los hijos
de los palestinos. Que tus padres merecen una
casa limpia y decente que no la echen abajo como
las casas de los palestinos. Que el muro de tus
lamentaciones debe ser respetado tanto como la
Mezquita de Omar o el Domo de la Roca.
novaetvetera63
e s c r i t o s p a r a l e l o s
Pero no seamos políticamente correctos, sea-
mos sinceros. Tú, que vas cada año a empuñar las
armas en los checkpoints y en los controles sin
rehusarte, ¿te piensas nada responsable? Tú, que
vives cómodamente en un asentamiento en tierra
ajena, ¿te crees ajeno a las causas de la guerra? Tú,
que enseñas una falsa democracia y pones la boca
de tu fusil en la espalda del otro y en la cara del
otro y en el vientre del otro, meditando en la últi-
ma página leída del Torá, ¿te ves irresponsable?
Claro que tengo amigos judíos, una de ellas
me enseñó más que algunos palestinos, cuando
me dijo: “soy ocupante, vivo en un país que no es
mío, soy una visita que se adueñó de la casa ofre-
cida”. No soy tan ingenuo para pensar que maña-
na, luego de la última casa palestina demolida, te
levantarás, mirarás por la ventana a tu vecino y
juntos saldrán tomados de las manos a las calles a
decir: ¡Qué malos hemos sido!
No, déjame decirte que eso no lo creo por una
sola cosa: ustedes cortaron esa esperanza en mí,
ustedes me enseñaron que Israel solo entenderá lo
que es la paz cuando no le quede otra salida. Y
ahora mismo, Israel tiene el mundo de su lado, ya
sea porque el mundo no sabe, ya sea porque el
mundo calla, ya sea porque el mundo teme.
Tu Estado no es moderno y luego no es Estado.
Tú no sabrás lo que es la democracia mientras per-
sistas pensando en superiores e inferiores. Y esa
definición de Estado religioso (sic) te evita ser
moderno, solo podrás ser moderno porque comas
McDonald’s pero no porque entiendas a Voltaire,
será moderno porque haces elecciones para cre-
yentes, pero no porque tengas las ideas de Rousse-
au, serás moderno porque usas aviones de
combate F-15 y fusiles M-16, no porque hayas
leído a John Locke alguna tarde.
Has construido el miedo en tus vecinos. Tu
sociedad está unida en buena parte por el miedo,
como la mía por la trampa y la mentira. Sin miedo
no eres más parte del grupo. Sabes muy bien que
la tolerancia mata al temor, sin temor no hay
64novaetvetera
necesidad de ejército y sin ejército no hay posibili-
dad para el Estado Israelí. El miedo no te condena,
te salva, te permite ser colectivo. ¿Qué harías si no
tuvieras enemigos?
Lástima que no tú puedas ver que, a la larga, la
paz es mejor negocio que la guerra. Entiende que
la paz depende de la ocupación y no al revés
como pretendes. Entiende que tú ya no eres más
víctima de un holocausto, sino victimario de una
ocupación. ¿Qué víctimas del holocausto pueden
ser tus nuevos vecinos, judíos recién convertidos,
venidos de Rusia y de Perú? ¿O ese etiope que
prefirió la inmigración al hambre? Tienes miedo
de como crecen los palestinos día a día, parecen
no acabarse, y desesperado importas gentes de
Bolivia y de Tanzania. Tú David se convirtió en
Goliat y no te has dado cuenta. A propósito, ¿cuál
es la comida judía? ¿La que viene de Buenos Aires
o de Varsovia?
Nunca justificaré tus 40 niños heridos en Jeru-
salén, ni tus muertos inocentes, pero me cansé de
llorar sobre tus muertos del pasado y olvidar los
asesinatos del día a día. Lloré en la casa de Ana
Frank, pero también en Jenín. Nunca he dudado
que eres persona como yo, como los palestinos.
No me creo lo de la tierra prometida, especial-
mente porque esta tierra las han ocupado todos y
no creo pues que haya otra tierra más propiedad
de todos: ustedes ocuparon desde el 67 y antes los
británicos, antes los otomanos y sus hombres,
antes los mamelucos, Saladino el turco un poco
antes, y antes los cruzados y sus cruces, y antes los
musulmanes y sus lunas, y antes Constantino y sus
cristianos, antes los romanos de Tito, los ptolome-
os de Egipto, el mismo Alejandro Magno y sus tro-
pas, el bíblico rey babilónico Nabucodonosor, antes
Salomón y antes David, y antes muchas tribus de
nómadas pastores como los cananeos, padres de
los filisteos, de donde viene la palabra Palestina.
Tal vez ya no me lees, no me oyes, por “secu-
rity reasons”. Así que me despido con un viejo
poema que escribió un cubano sobre los campos
 e s c r i t o s p a r a l e l o s

nazis y la memoria de los pueblos. Ah, y si algún racismo, no me lo explique a mí, explíqueselo a
día quieres, estaré por aquí para tomarnos algo Dios”. Con tu información basada en la fe ente-
pero solo entre iguales y pensar que hay cosas rrarás no solo el sueño palestino de un territorio
simples, como la vida misma, que valen más que sino incluso el propio sueño israelí de un Estado,
las piedras de tu muro. Te dejo, pues, con el de un centro judío reconocido por sus vecinos y
poema: con fronteras seguras. Pero la seguridad y el
reconocimiento dependen, en buena parte, de la
“Recorro el camino que recorrieron 4.000.000 definición de fronteras, y la definición de fronte-
de espectros. ras depende de la solución del conflicto con
Bajo mis botas en la mustia, helada tarde
Palestina. Algo tan simple y para tí, tan difícil de
de otoño cruje dolorosamente la grava.
entender.
Es Auschwitz,
la fábrica de horror que la locura humana
erigió a la gloria de la muerte.
Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido
de nuestra época.
Y ante los edificios desiertos, ante las cercas
electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas
de caballera humana,
ante la herrumbrosa puerta del horno
donde fueron incinerados padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos, esposas,
hermanos, niños que,
en el último instante, envejecieron millones
de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalén y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sion,
que estupefactos, desnudos, ateridos,
cantaron el último batikvab en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino
desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes y no acierto a comprender
cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno”

Luis Rogelio Nogueras.

Solo quiero agregar dos cosas finales: uno

como tú le dijo a Lena Maria en La Haya: “poblar
Israel es una orden de Dios” y otro también
como tú, ante el debate sobre el sionismo como
forma de racismo, dijo: “pues si el sionismo es

novaetvetera65
o t r a s v o c e s

Raúl Gallego, fotografía: Funeral colectivo en Nablus, 2003.

Jesús Carrasquilla O.
Profesor de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali. Docente de cátedra del Proyecto de promoción,
formación y divulgación en Derechos Humanos de la Esap en Cali.

Hacia una ética pluralista

y de la responsabilidad
como ejes para la reconstrucción
del tejido social
PALABRAS CLAVE: Ética, responsabilidad, pluralismo, justicia, ciudadanía.

En este artículo se intenta:

1) Hacer una aproximación al contexto ético actual.
2) Analizar cuál es la responsabilidad que nos compete en la actual crisis moral
de nuestra sociedad. Estos dos problemas se desarrollarán de la siguiente forma:
primero, se planteará una definición provisoria de Ética y de Moral, además
de una breve clasificación de los modelos éticos más relevantes;
segundo, se abordarán desde la Ética cuestiones como el pluralismo y la ciudadanía
multicultural; tercero, se esbozará una ética desde la justicia y la responsabilidad
como principios básicos para la reconstrucción del tejido social en nuestra nación;
finalmente, se sugerirán algunos elementos para la consolidación de una ética
ciudadana en la sociedad actual.
o t r a s v o c e s
Una aproximación a la ética
A
proximarnos a conceptos que tienen toda
una trayectoria ardua y compleja en nues-
tra cultura no es una tarea sencilla porque
implica asumir en el discurso algunos cambios
semánticos y contextuales. Sin embargo, vamos a
reflexionar sobre la moral y la ética. La moral en
general se entiende como las costumbres, tradi-
ciones y prácticas de los pueblos que se configu-
ran en una cultura concreta y que tienen como
criterio un horizonte de perfección y de transfor-
mación de la praxis social. El ser humano es un ser
inacabado, en permanente construcción y necesi-
ta de los otros para su socialización y personaliza-
ción. La ética, por otro lado, busca promover una
reflexión crítica sobre las acciones humanas desde
la racionalidad y teniendo como principios: la dig-
nidad, la autonomía y la universalidad. Incluso, es
necesario hablar de éticas, en plural, porque son
muchas y a veces opuestas las teorizaciones que a
lo largo de la historia se han elaborado sobre la
moral (González, 1998).
Adela Cortina, por ejemplo, dice que la ética es
un tipo de saber que pretende orientar la acción
humana en un sentido racional; es decir, busca
que obremos racionalmente.
“Obrar racionalmente” significa, en principio,
saber deliberar bien antes de tomar una deci-
sión con objeto de realizar la elección más ade-
cuada y actuar según lo que hayamos elegido.
Quien no reflexiona antes de actuar sobre los
distintos cursos de acción y sus resultados,
quien no considera cuál de ellos es más conve-
niente y quien, por último, actúa en contra de
la decisión que él mismo reflexivamente ha
tomado, no obra racionalmente. La ética tiene
por tarea mostrarnos cómo deliberar bien con
objeto de hacer buenas elecciones. Pero no se
trata sólo de elegir bien en un caso concreto,
sino a lo largo de nuestra vida. Por eso la ética
invita desde sus orígenes en Grecia a forjarse
un buen carácter, para hacer buenas eleccio-
nes, como indica el significado etimológico del
término ética” (1994).
68novaetvetera
Hoy se ha recuperado la Ética más como cui-
dado de sí y al mismo tiempo como preocupa-
ción por los otros. Foucault (1990) habla de la
ética como una forma de consolidación del pen-
samiento libre. Es decir, es el pensamiento como
ejercicio autónomo y responsable sobre las dife-
rentes consecuencias de la vida, un elemento
clave para generar sujetos libres en sociedades
cambiantes. Ahora vamos a sugerir una breve
clasificación de diferentes modelos éticos de
acuerdo con sus formulaciones más significativas
en forma de tesis1:
• “Los hombres tienden necesariamente a la
felicidad” (Eudemonismo).
• “Todos los seres vivos buscan el placer”
(Hedonismo).
• “Aprender a vivir de acuerdo con la naturale-
za” (Estoicismo).
• Utilitarismo: Es la búsqueda de la mayor felici-
dad para el mayor número de personas a par-
tir de un cálculo racional. Para hacer este
cálculo es necesario considerar las consecuen-
cias de las acciones (consecuencialismo).
• “Autonomía moral y dignidad humana” (Kan-
tismo). Este modelo considera que el funda-
mento de la moral es la autonomía de los seres
humanos. Las personas poseen dignidad y no
se pueden convertir en instrumentos o mercan-
cías para la sociedad. Este tipo de ética está
centrada en los deberes, por eso también se le
ha denominado deontológica. Se centra en el
imperativo categórico en cuanto búsqueda de
que las acciones humanas valgan por sí mismas
no tanto por su utilidad; estas acciones se per-
feccionan a partir de una actitud virtuosa que
tiene en cuenta el test de la universalidad y
como principio paradójico “la insociable socia-
bilidad” de los individuos.
• “Todos los hombres son estructuralmente
morales” (Zubiri, 1982 y López Aranguren,
1994). El ser humano, a diferencia de los anima-
les, tiene que dar razón de sus acciones. Los
 o t r a s v o c e s

seres humanos no están totalmente determi-

que la función de lo político en este escenario es
nados, sino que pueden elegir entre diferen-
básica para llegar a consensos que permitan a los
tes posibilidades.
Estados ser más inclusivos, no excluyentes de sus
• “Todos los hombres son interlocutores válidos”
minorías étnicas, rechazadas y discriminadas por
(Ética comunicativa o dialógica: Apel, 1991 y
mucho tiempo con base en el paradigma liberal
Habermas, 2000). Esta perspectiva considera a
de la neutralidad valorativa; paradigma que en
los afectados por una norma interlocutores
últimas es un sofisma para seguir sometiendo a
legítimos para exponer sus intereses y para ser
múltiples pueblos a sus diferentes intereses.
tenidos en cuenta en la toma de decisiones, de
El diálogo con el otro y con la otra cultura
manera que éstas los satisfagan.
implica que nuestro universo simbólico no es
• Otro enfoque contemporáneo es la propuesta
absoluto, lo cual nos presenta un desafío: ¿Cómo
ético-política de John Rawls que aparece en sus
relacionarnos con los otros sin perder o modificar
textos “Una Teoría de la justicia” (1995) y
nuestra identidad? He allí el riesgo y a la vez la
“Liberalismo Político” (1996). Su tesis principal
riqueza de lo humano. Para el caso colombiano
es que más allá de las filosofías, religiones y
esto resulta significativo si tenemos en cuenta que
morales es preciso buscar un acuer-
do político basado en el consenso
traslapado y en la razón pública,
con el fin de establecer una socie-
L a pretensión de la Ética es ir más allá
de los moralismos simplistas para poder argumentar
dad bien ordenada, cuyo valor prio-
ritario sea la justicia.
nuestras decisiones con mayor solidez y responsabilidad.
Al mismo tiempo, significa conocer y entender cómo los
El panorama anterior muestra una
otros han construido su propia forma de lo humano y esta
complejidad en lo ético, además de una
amplia gama de formulaciones, que experiencia debe ser respetada, valorada y reconocida
expresan muy bien la ambigüedad de lo ética y jurídicamente.
humano y su existencia paradójica.
se ha invisibilizado a los pueblos indígenas, a los
Ética para una sociedad pluralista negros y a diferentes etnias al no reconocer su
y etnocultural papel protagónico en la construcción de nuestra
Es innegable que las sociedades actuales son propia identidad y cultura. Seguimos importando
mucho más sensibles a los problemas de las cul- modelos y no hemos profundizado lo suficiente
turas, a las exclusiones de los pueblos, a los altos en nuestras raíces porque nos da miedo asumirlas
índices de pobreza en el mundo. De igual forma para encauzar mejor nuestro presente. La preten-
podríamos afirmar que las sociedades desde las sión de la Ética es ir más allá de los moralismos
más antiguas hasta las actuales han sido multi- simplistas para poder argumentar nuestras deci-
culturales, es decir, han aprendido a convivir con siones con mayor solidez y responsabilidad. Al
otros y con otras culturas. De ahí que se plantee mismo tiempo, significa conocer y entender cómo
como pregunta relevante: ¿Cómo tratar a las los otros han construido su propia forma de lo
minorías desde el ámbito de la justicia o desde humano y esta experiencia debe ser respetada,
las instituciones jurídico–políticas de una socie- valorada y reconocida ética y jurídicamente.
dad? Aquí no vamos a aventurarnos a responder Amelia Valcárcel evidencia muy bien esta pre-
este interrogante, simplemente queremos indicar tensión al afirmar que:

novaetvetera69
o t r a s v o c e s
Los tiempos actuales son de globalización y
multiculturalismo. Este último, el multicultura-
lismo contemporáneo, no debe ser confundido
con el relativismo cultural, cuyo origen estuvo
en la antropología, y que nos acompaña desde
hace ya décadas. El relativismo pertenece al
paradigma de la tolerancia, mientras que el
multiculturalismo procede de la política y del
elogio de la diferencia. Está presidido por un
“¡Viva el prójimo!” de resonancias helenísti-
cas. En él confluyen la constatación de la diver-
sidad humana, el rechazo a la violencia y la
alegría por la novedad. Es propio de modos
político–morales que tienen que manejar la
convivencia entre comunidades celosas de su
identidad. Es multiétnico, politeísta de los valo-
res, comunitarista y hasta Folk. Es, en fin, la
panoplia momentánea de preconceptos que
permite acomodarse a un melting pot que
todavía nadie ha revuelto, ni se atreve aun a
revolver2. (2002)
Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por
las modas: ¡Viva el prójimo!, sino que más bien
se nos pide que vayamos desvelando los aspec-
tos o realidades que ocultan estas nuevas confi-
guraciones conceptuales; problemas de un
hondo calado –como el de las injusticias y violen-
cias contra diversos pueblos– que han alimenta-
do la filosofía política a lo largo de muchos
siglos. Esto implica una resignificación de térmi-
nos como poder, soberanía, autoridad, violencia,
conflicto, ciudadanía, entre otros. Lo que sí es
pertinente es un diálogo intercultural e interreli-
gioso que nos permita, a partir de consensos
mínimos, llegar a verdades más sublimes que
favorezcan la existencia humana y la existencia
de toda forma de vida en este planeta, porque al
no poner límites a nuestro poder político y tecno-
lógico estamos acabando con nuestro propio
hábitat. De ahí que se requieran la justicia y la
responsabilidad como valores prioritarios para la
reconstrucción del tejido social y del entorno
vital. Es decir, hay que poner a dialogar las éticas
de la convicción y las éticas de la responsabilidad,
según la catalogación de Max Weber. Aunque
70novaetvetera
ellas se distinguen no se podrían separar absolu-
tamente, ya que se busca que el ser humano sea
un sujeto integral y diverso a la vez. Aquí radica
la profundidad de lo ético, que no se entiende
simplemente por el haber acertado o errado al
tomar una acción (porque no existen formulas
mágicas para la construcción de lo humano
como moralidad), sino más bien por el conjunto
de acciones de esos sujetos y por las motivacio-
nes concretas de ellas a lo largo de toda su vida.
Justicia y responsabilidad
como principios éticos
para la reconstruccuón del tejido social
La elección de estos valores no es algo casual,
sino que se ha impuesto dentro de la dinámica
misma de la sociedad. En este sentido existen
dos actitudes que debemos intentar superar en
todo discurso o lenguaje: una, hablar demasiado
del problema para no profundizarlo con seriedad
y rigor; dos, abordar la ética como si fuera la
solución a todos los problemas humanos. Si bien
es cierto que al menos nos da una perspectiva
para trabajar ciertas cuestiones; también lo es
que tiene que estar unida al problema político, al
tema de los derechos humanos, a los nuevos
movimientos sociales y a las nuevas aspiraciones
de una ciudadanía multicultural.
Para reflexionar sobre este acápite vamos a
tener en cuenta algunas ideas expuestas en el
número 29 de la revista Isegoría, dedicado a la
Ética y la responsabilidad. La responsabilidad
como valor busca que la persona se encargue de
sí mismo y de sus acciones; tiene como ingredien-
te básico la intersubjetividad: “somos responsa-
bles” ante otros. En este caso habría dos formas
de responsabilidad: una, ante uno mismo (ante
nuestra conciencia moral) como reducto de impar-
cialidad o de justicia; según Adam Smith “este
espectador imparcial” lo posee cada ser humano
y le permite considerar lo que ha hecho. La otra,
se da ante los demás porque debemos dar razón
 o t r a s v o c e s

C uando se habla de la justicia casi

siempre se nos viene a la cabeza la justicia distributiva o
razón de los vencidos; resultados de
un sistema globalizado, que cada día
empobrece más a los menos favoreci-
la instancia que tiene que ver con los recursos económi- dos y mejora ostensiblemente las con-
diciones de las elites.
cos y con la distribución de los bienes, y se hace a un
En toda ética están en juego los debe-
lado la justicia como reparación de un hecho ya ocurri- res para con uno mismo y la obligación
do y que requiere corrección o rectificación porque no se moral con los proyectos de los demás.
ha hecho de la mejor manera. De aquí que en la constitución de la
ética actual deban tenerse en cuenta
horizontes tan fecundos como los de la
de nuestra forma de actuar como sujetos libres y justicia y los de la responsabilidad solidaria. Éstos
capaces de asumir las consecuencias de nuestras siguen siendo referentes para la consolidación de
acciones. Responsabilidad que en últimas tiene una ética ciudadana en nuestro medio, que forta-
que ver con la disposición a responder por lo que lezca los procesos democráticos, el pluralismo
hemos hecho y hemos dejado de hacer ante la valorativo y el disenso argumentativo.
situación de nuestro país y de nuestra región.
Por otro lado, cuando tocamos el tema de la Principios y valores
justicia estamos hablando de algo que tiene que para la consolidación
ver con los mismos orígenes de la cultura occi- de una ética ciudadana
dental. Ya Aristóteles (1992) nos habla de ella en En este sentido, la Ética sugiere modestamen-
la Ética Nicomaquea: “La justicia así entendida te un campo amplio de reflexión y de sabiduría
es la virtud perfecta, pero no absolutamente, práctica, en relación con principios, valores, actitu-
sino con relación a otro […] En la justicia está des, ideales y normas, teniendo como horizonte
toda virtud en compendio […] Es perfecta por- de interpretación la racionalidad, el pluralismo
que el que la posee puede practicar la virtud con valorativo y a los excluidos de la sociedad.
relación a otro, y no sólo para sí mismo, porque Algunos de estos principios y valores para la
muchos pueden practicar la virtud en sus propios consolidación de una ética ciudadana son:
asuntos, pero no en sus relaciones con otro”. a) Autonomía: Como el poder obedecer a las
Cuando se habla de la justicia casi siempre se leyes en las que nosotros hemos participado o
nos viene a la cabeza la justicia distributiva o la hemos estado representados. La autonomía
instancia que tiene que ver con los recursos eco- moral como base de construcción de todo
nómicos y con la distribución de los bienes, y se proyecto de libertad.
hace a un lado la justicia como reparación de un b) Solidaridad: Como una forma de “ponerse en
hecho ya ocurrido y que requiere corrección o el lugar de los otros” porque son mis seme-
rectificación porque no se ha hecho de la mejor jantes y tienen derechos y deberes como yo.
manera. Más aun, se habla hoy de la justicia sim- Es decir, la posibilidad de poder colaborar en
bólica entre etnias, identidades y pueblos que el proyecto de vida de los demás, de una
comparten un mismo territorio pero que tienen forma cuidadosa y responsable.
hondas diferencias culturales y políticas. De ahí c) Democracia y Ciudadanía: Estamos en un Esta-
la importancia actual de temas como los de las do en donde el pueblo es soberano y súbdito a
minorías étnicas, la memoria de las víctimas o la la vez. La categoría ciudadanía unifica a las

novaetvetera71
o t r a s v o c e s

personas que viven en un Estado, recordándo- Referencias

les que más allá de sus creencias religiosas,
valores culturales y pluriétnicos deben conser-
var su identidad ciudadana y estar abiertos a la
construcción de su propia nacionalidad.
d) Autenticidad y Libertad: Es un llamado a una
vida transparente y sensata. Somos seres
libres, así esa libertad esté condicionada por el
contexto; para ser responsables en un
APEL, K: O. (1991). Teoría de la verdad y Ética del discurso.
Barcelona: Paidós.
ARISTÓTELES. (1992). Ética Nicomaquea. México: Porrúa ,V, pár-
rafos 12-13. Barcelona: Península.
CORTINA, A. (1994). Ética de la empresa. Claves para una nueva
cultura empresarial. Madrid: Trotta, pp. 17-18.
FOUCAULT, M. (1990).Tecnologías del yo y otros textos afines.
Barcelona: Paidós.

momento determinado, es necesario tener GONZÁLEZ Álvarez, L. J. (1998). Ética. Bogotá: Usta, pp. 24-25.

diferentes posibilidades para elegir, ancladas
en la responsabilidad y en la justicia.
e) Consenso y construcción de la verdad: La ver-
dad es una construcción colectiva por medio
del diálogo, la comunicación intersubjetiva y
al mismo tiempo el disenso. Nunca habrá
consensos absolutos, pero sí es importante
que se tengan en cuenta la fuerza de los
argumentos, su calidad y su perspectiva ética.
HABERMAS, J. (2000). El texto conciencia moral y acción comu-
nicativa.
ISEGORÍA (2003). 29, pp. 5-89.
LÓPEZ Aranguren, J. L. (1994). Ética. Madrid: Trotta.
RAWLS, J. (1995). Teoría de la justicia. México: FCE.
RAWLS, J. (1996). Liberalismo político. Barcelona: Crítica.
VALCÁRCEL, A. (2002). Ética para un mundo global. Una apuesta
por el humanismo frente al fanatismo. Madrid: Ediciones Temas
de Hoy, p. 17.
ZUBIRI (1982). Siete ensayos de antropología filosófica. Bogota:
USTA.

Finalmente, la constitución de lo ético pasa por

la historia personal, por las responsabilidades que Notas
asumimos y por la construcción de nuestra identi-
1 Esta clasificación la propone Adela Cortina (1994) en su texto
dad personal y política. Por eso, la ética tiene tam- Ética de la Empresa, pp. 29-33. De ella, he hecho una síntesis y
bién su dimensión política, busca legitimarse no he introducido algunas modificaciones.
sólo en los comportamientos personales sino tam- 2 Valcárcel, Amelia, Ética para un mundo global. Una apuesta por
bién en los ordenamientos institucionales. La pre- el humanismo frente al fanatismo, Madrid, Ediciones Temas de
Hoy, 2002, p. 17.
gunta de la ética hoy se refiere a cuáles son las
instituciones que garantizan niveles de justicia
aceptables y a las personas que deben responsabi-
lizarse de ellas y de lo que hacen con sus vidas. Si
la ética se encuentra en una encrucijada es porque
ya no podemos vernos al espejo sin reconocer que
nuestra imagen está desfigurada, nuestros valores
en crisis y nuestra responsabilidad diluida. Sin
embargo, siempre hay la esperanza de un nuevo
comienzo en donde el reconocimiento y el respe-
to sean realizables.

72novaetvetera
Raúl Gallego, fotografía: Portal Leódivendres, 2003.
o t r a s v o c e s

Raúl Gallego, fotografía: Rezando, 2003.

Diego Agudelo Grajales
Profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana, Cali.

Los valores morales

en la juventud:
su importancia y
sus desafíos en Colombia
El problema de la crisis de valores morales en la juventud ha estado presente
en la reflexión filosófica y en la historia. Hoy se reconoce como un fenómeno
multifacético, complejo y contradictorio, sin respuestas a la mano,
pero sí con una disposición novedosa y creativa para percibir nuevos horizontes y
nuevas realidades desde los cuales los jóvenes se expresen y “escuchen”
mutuamente. Recuperar el sentido de la familia y la escuela
como lugares especiales de socialización y formación en valores morales
y sociales es la tarea primordial de toda política social y educativa, y por ende,
de toda propuesta pedagógica.
o t r a s v o c e s
Resumen
E
xisten una niñez y una juventud en las
que también hay que pensar. Es necesa-
rio incluirlas y promover insistentemente
en ellas el sentido de los valores para la vida y la
sociedad; sujetos históricos que son “emergen-
tes” sociales, que no tienen cánones de descrip-
ción, que están presentes en la ciudad escindida
donde se vive a millón y “se mata por amor a la
vida”. Esa niñez y esa juventud siguen siendo
objeto de estudio, pero no se cuenta con ellas
para construir ciudadanía. Por esta razón, esta-
mos llamados como educadores a refrescar nues-
tras prácticas pedagógicas y a comprometernos
con unas opciones de liberación y autonomía de
las personas, a partir del ejercicio responsable de
las valoraciones personales, conscientes de que
coincidimos en lo que creemos que es mejor,
pero también de que es insuficiente y debemos
transformarlo siendo fieles a lo humano.
Introducción
La pregunta sobre los valores morales en la
juventud es un tema de gran actualidad y debe
evitarse hacer una lectura moralizante. Es nece-
sario además hacer referencia a los múltiples fac-
tores que contribuyen a la formación de los
valores humanos y al desarrollo del comporta-
miento humano. De esta forma, analizar la crisis
de los valores morales de la juventud será en
gran parte analizar la crisis de los valores morales
de nuestra sociedad en general.
Antes de reflexionar con más detalle haré
unas precisiones conceptuales que no constitu-
yen una mera introducción de presupuestos, sino
una aproximación significativa al tema. Por eso,
en primer lugar preciso a qué me refiero cuando
hablo de valores morales y crisis de valores;
luego, hago una lectura de los paradigmas
actuales y su relación con los valores. En tercer
lugar, planteo la pregunta de a cuál “juventud”
nos referimos cuando nos preocupamos por su
76novaetvetera
crisis de valores morales. Finalmente, apunto en
una dirección: hacer posible una formación en
valores ligados a la vida, a su cuidado, a las rela-
ciones cooperativas y a la cultura de la paz.
De una moral vigente
a la crisis de valores
En los libros de ética y en los tratados de
moral, incluso en cualquier artículo académico,
se considera la pertinencia de distinguir entre
“moral” y “ética” y de las ambigüedades que
encierran. La moral se refiere tanto al conjunto
de normas, principios y valores dados y estableci-
dos en una sociedad, como a los comportamien-
tos concretos de las personas. Así mismo, se
reconoce como una disciplina que estudia crítica-
mente las actitudes y acciones del comporta-
miento humano. Sin entrar en otras distinciones,
algunos pensadores llaman a la primera “moral
vivida” y a la segunda “moral elaborada” (Vidal,
1977; Aranguren, 1994).
Sin embargo esta distinción, lejos de aclarar
las cosas, nos plantea una nueva ambigüedad
que se pone en evidencia más especialmente en
América Latina. Es probable que una moral
pueda ser elaborada a partir de sus propios pre-
supuestos y costumbres, y por consiguiente ser
autojustificadora y legitimadora de los valores
establecidos en el propio grupo o sociedad: “El
que cumple dicho sistema en sus prácticas, sus
normas, sus valores, sus virtudes, sus leyes, es un
hombre bueno, justo, meritorio, alabado por sus
semejantes” (Dussel, 1986). Dussel la denomina
“moral intrasistémica”.
Ante esta situación hoy se ha preferido reser-
var el término “moral” para referirse a las cos-
tumbres, los comportamientos, las actitudes y los
valores propios de una sociedad, en tanto que el
término “ética” está reservado para el estudio
crítico-propositivo de las costumbres, actitudes y
prácticas del actuar humano. En este estudio se
emplean una metodología y unos criterios aca-

démicos desde la argumentación, que permitan
superar la mera autojustificación de lo estableci-
do como válido. Por esta razón los especialistas,
por ejemplo, prefieren hablar de ética teológica
como una “ética de la racionalidad humana
abierta a la Trascendencia” en lugar de teología
moral.
Pero, ¿qué tiene que ver este tema con el pro-
blema propuesto? Mucho, porque cuando se
habla de crisis de valores de la juventud, por lo
general se está traduciendo la divergencia entre
los modos de actuar, las creencias y las tradicio-
nes establecidas. El resultado de este cambio
altera por un lado las formas de vivir (es decir, los
valores en sí mismos como la libertad, la respon-
sabilidad, la amistad, la sexualidad) y por otro, la
jerarquía de valores. Esta alteración es la que
suele llamarse “crisis de valores”.
La crisis de valores no ha de juzgarse como
negativa simplemente porque sí; es necesario
saber con relación a qué referente se puede dar
esa valoración, que en el caso colombiano no
responde tanto a un cuestionamiento de los
valores fundamentales, sino al modo tradicional
de acceder a los valores y a la manera de vivirlos.
Además, hay una realidad paradójica en la cons-
trucción de lo humano: se trata del ámbito de
novedad, que siempre genera incertidumbre y se
tiende a calificar de manera negativa, en contras-
te con los valores establecidos, que generan
seguridad y se expresan en añoranzas del pasa-
do. La ética al asumir el deber ser, es la llamada a
proyectar críticamente la vida dentro de los nue-
vos factores y las nuevas situaciones.
Del mismo modo es inútil quedarnos en un
ejercicio verificativo y fenomenológico de la
vivencia de los valores. Es necesario ir a la raíz de
lo que motiva las acciones humanas y les permi-
te expresar un horizonte de sentido, estamos
hablando de las actitudes en general, pero más
específicamente de la Actitud Moral Fundamen-
tal como “una estructura de conciencia que con-
o t r a s v o c e s
diciona su capacidad de captar y priorizar los
valores” (Schmidt, 2000). Somos inevitablemen-
te morales (Cortina, 1996) y es necesario com-
prender que es una cuestión no sólo de intuición
personal, sino de “cultivar esas condiciones que
nos preparan para degustar ciertos valores”
(Cortina, 1997).
Los valores son cualidades reales que se atri-
buyen a las personas, las cosas, las sociedades;
no son pura creación subjetiva. Sin embargo, es
a partir de la creatividad que el ser humano va
descubriendo el dinamismo de la realidad con
nuevas formas de percibir los valores. La creativi-
dad y la realidad se constituyen así en las dos ins-
tancias fundamentales para acondicionar la vida
a partir de los valores, además de que dinamizan
nuestra acción y nos motivan a alcanzarlos o
rechazarlos.
Por lo tanto, cuando se plantea el problema
de los valores en la juventud es necesario consi-
derar los horizontes de sentido, las significacio-
nes y la transformación de la sociedad actual, de
pasar de una época moralista a una posmoralista
libre de deberes, obligaciones y sacrificios por el
aprecio a las normas indoloras como lo afirma
Lipovetsky (1992). Además, es necesario consi-
derar la juventud no como un grupo poblacional
aislado donde se manifiestan con más fuerza las
crisis, sino como uno que impulsa y moviliza
acciones desde y hacia la sociedad. De hecho, a
los jóvenes “no se les puede entender si no es en
el seno de la sociedad en que viven, la juventud
actual condensa y refleja los problemas y conflic-
tos de una sociedad compleja” (Jiménez, 1998).
Tampoco es conveniente pretender fijar nuestra
escala de valores como “la” válida para todos,
sino que hay que empezar por entender que
existen otras lógicas que no por ser diferentes
son menos importantes.
Esto nos remite a afirmar que los valores evo-
lucionan en la historia y en las diferentes cultu-
ras, evolución que no significa “relativo”, sino
novaetvetera77
o t r a s v o c e s

que implica una especie de progreso moral en el
modo de percibir los valores en relación con per-
cepciones anteriores que se consideran insufi-
cientes porque ya no significan lo mismo y por
tanto no movilizan a la acción. Desde esta pers-
pectiva es clave la teoría de la evolución social de
Jürgen Habermas en el sentido de que las socie-
dades aprenden, no sólo a partir del progreso
técnico, sino del progreso moral (1981 y 1983).
Marx demostró también que el progreso técnico
de la industria expulsa al hombre del sistema
productivo y agrava su alienación hasta conver-
tirle en un apéndice de carne de una máquina
de acero y, así, acrecienta sin cesar el ejército de
reserva del capital. Esta ley feroz se verifica con
una claridad diáfana y siniestra: el desarrollo,
cuyo motor es una informatización y una robo-
tización crecientes de la producción y los servi-
cios… (1994).
El segundo modelo lo constituye la economía
de mercado, que hace que las relacio-

Q uizás no deberíamos preguntarnos

sobre los jóvenes y la crisis de valores morales, sino
nes humanas estén mediadas por la
lógica de productividad y consumo, y
que excluye sistemáticamente a los
seres humanos y pueblos que no
cómo incide en la juventud por la crisis por la que pasa la
representan crecimiento económico, o
sociedad y cómo la vive. Esta posición es menos morali- que ofrecen otra mirada acerca de las
zante y por lo tanto menos arrogante y más solidaria con relaciones de la vida, según la cual no
los jóvenes porque no se les reconoce en su visión fun- se acentúa el individualismo, la fama,
cionalista, sino que se les considera como sujetos en la el poder (Documentos del Vaticano II,
1967).
producción de la vida y de sus significados.
Estos paradigmas, que reducen lo
humano a estos dos modelos, se entrelazan
La Crisis de valores
naturalmente porque están sentados sobre las
en las nuevas esferas de la vida
mismas bases de una concepción funcional del
Estamos de acuerdo en que los cambios están hombre y de su futuro. Entienden la cuestión
modificando el sentido de la vida y de nuestras sobre la trascendencia y la interioridad como
relaciones y que se expresan en nuevas formas de algo perteneciente a la etapa infantil de la meta-
producción, las cuales podemos concretar esencial- física, como lo concebía Comte.
mente en dos modelos que nos hablan de una Esta aproximación teórica nos permite situar
“crisis de sentido” o un cambio de paradigmas, mejor la problemática de los jóvenes en relación
que no equivale a hablar de una destrucción de los con este tipo de sociedad que emerge con nue-
valores como se ha venido precisando (Küng, vas visibilidades. Quizás no deberíamos pregun-
1991). tarnos sobre los jóvenes y la crisis de valores
El primer modelo podría denominarse de pro- morales, sino cómo incide en la juventud por la
ducción tecnológica; genera una nueva compren- crisis por la que pasa la sociedad y cómo la vive.
sión de lo humano, del progreso particularmente Esta posición es menos moralizante y por lo
a partir del desarrollo de la informática. Este cono- tanto menos arrogante y más solidaria con los
cimiento tecnológico es una forma de poder eco- jóvenes porque no se les reconoce en su visión
nómico y político que abre más la brecha entre los funcionalista, sino que se les considera como
países pobres y los países ricos. Al respecto comen- sujetos en la producción de la vida y de sus signi-
ta Roger Garaudy: ficados. Debemos situarnos precisamente en

78novaetvetera

esos lugares que moldean la juventud y tratar de
establecer brevemente sus características para
valorar mejor la realidad.
Los lugares comunes de la crisis
de valores de la juventud colombiana
Para empezar hay que aclarar que no existe
una juventud colombiana igual y homogénea,
pero sí unos factores provocadores de condicio-
nes sociales y tendencias en la configuración de
la juventud.
a. El origen de la ciudad: lo que hoy llamamos
ciudades comienzan con un crecimiento
poblacional precipitado y acelerado. Los suje-
tos de este cambio
no alcanzaron a adaptar sus callecitas colonia-
les a la invasión de las ruidosas y veloces
máquinas que nos trajo la civilización, y han
sido las primeras y patéticas víctimas de esa
cosa desesperada y urgente que los sabios lla-
man el progreso y de la que nadie parece estar
insatisfecho en las hegemónicas capitales del
mundo (Ospina, 1994).
Este fenómeno poblacional caracterizado por
el éxodo de campesinos a la ciudad viene
dando lugar a la “otra” ciudad, una ciudad
“escindida” dentro de la sociedad oficial,
donde predominan la ausencia del Estado, la
falta de proyectos y los efectos de la margina-
lidad en la formación de las personas (Rome-
ro, 1984), en particular de los jóvenes.
b. La elaboración de sentidos y utopías: en Amé-
rica Latina se han dado a diferentes modelos
de familia, pero ésta sigue siendo el lugar privi-
legiado para la formación de los valores y la
construcción de sentidos a partir de relaciones
afectivas centradas más en el individualismo y
las exigencias de defensa de sus derechos, que
en el sentido social de los mismos.
c. Las oportunidades y condiciones de trabajo:
los jóvenes están imaginando su realización
personal a partir del trabajo digno después de
o t r a s v o c e s
una larga preparación escolar, pero cuando
terminan la educación formal se dan cuenta de
que no hay trabajo digno, ni oportunidades. Es
fácil entonces ver cómo se relacionan la frus-
tración y la violencia, la delincuencia y el con-
sumo de drogas, y se abre paso el interés de
ganar dinero rápido. En medio de esas ambi-
güedades es difícil hacer una valoración de las
actitudes de tales jóvenes cuando se percibe
que se vive una “ética de sobrevivencia”.
d. Los consumos culturales: otro aspecto impor-
tante para considerar en el estudio de la crisis y
reelaboración de los valores morales de la
juventud son los consumos culturales. Los
medios de comunicación no producen valores
morales, pero refuerzan los que transmiten
generando ambientes en los cuales los jóvenes
fortalecen sus ideales de vida o de expresión
de la vida con géneros musicales, o su forma
de vestir, por ejemplo. En estos ambientes se
manifiesta el declive de los proyectos compar-
tidos capaces de conducir a una sociedad hacia
la solidaridad y hacia la lucha por ideales.
En síntesis, son diversos los factores que con-
dicionan, alimentan y refuerzan un ethos juvenil
en la sociedad actual y la caracterización que
éste alcanza en el espacio concreto desde el cual
estamos hablando (Wortman, 2001).
Por ello tenemos que reorientar nuestra for-
mación de los jóvenes desde un espacio signifi-
cativo y común para todos. Ese espacio es la
familia, para la cual tenemos que trabajar en
conjunto a partir de la síntesis entre la relación
personalizadora y la solidaridad comprometedo-
ra que puede ser llamada “la ética de la comuni-
dad solidaria” (Vidal y AA. VV., 1991).
Es muy importante y de gran ilustración para
esta frontera ética de la familia la Exhortación
Apostólica “Familiares Consortio” de Juan Pablo
II, así como los documentos eclesiales latinoame-
ricanos como Puebla (n° 568.582) y Medellín:
Conclusiones (nº 3) que reconocen la institución
novaetvetera79
o t r a s v o c e s
familiar como un bien de la condición humana.
Éste es el punto neurálgico desde el cual todos
tenemos que aportar para tratar de que la fami-
lia mantenga su identidad, realice su función
humanizadora a través de su relación personali-
zadora y la fuerza socializadora, a partir no de la
información, sino de la formación de los valores
y lo que implica para nosotros.
La formación en valores:
una necesidad y un desafío
Para formar en valores se debe, en primer
lugar, promover una actitud fundamental de opti-
mismo que implique el creer en la perfectibilidad
humana (Savater, 1997). En el mismo sentido,
Max-Neef dice: “Somos, como en tiempos de las
grandes crisis de la antigüedad, los ‘nuevos
monasterios’ donde se preservarán la riqueza y la
diversidad de nuestras culturas hasta que las hor-
das de la uniformidad, del poder, de la depreda-
ción y de la codicia se derrumben bajo el peso
insostenible de su propia y gigantesca estupidez”
(Discurso al recibir el premio Nobel alternativo de
Economía, 1984).
En segundo lugar hay que reconocer que el
otro, los jóvenes1 también nos enseñan y que
este aprendizaje “es más importante para el
establecimiento de nuestra humanidad que
cualquiera de los conocimientos concretos que
se perpetúan” (Conclusiones, nº 5) El requisito
para que esto sea posible, dicho en palabras de
Daniel Pennac, es reconocer que cada uno es
“texto sagrado” (1997), cuya historia de vida es
importante y tiene un sentido de validez que,
aunque no se lea en los términos de la racionali-
dad legitimada, tiene sentido y tenemos el
deber de comprender2. (Freire, 1993).
¿Cómo hacer esto? Está claro que la forma-
ción en valores ya no puede hacerse por vía
informativa, apoyada en el criterio de autoridad
del educador. Actualmente los jóvenes sólo
aceptan aquello que ellos mismos descubren y
80novaetvetera
comprueban. Cualquier propuesta formativa
que no esté sustentada en una pedagogía de la
experiencia la sienten como un atentado a su
libertad y los educadores3 debemos ser guías
para ayudarlos a descubrir en qué consiste su
desarrollo como personas a lo largo del proceso
de maduración humana (López, 1999).
Lo esencial para esta madurez humana es
saber reconocer las distintas realidades que pre-
sentan los diferentes seres de nuestro entorno.
Unas son las cosas u objetos mensurables y que
están en el espacio; otras entidades, sin embar-
go, sólo comparten algunas características de
los objetos: no se reducen a lo que vemos,
oímos, tocamos, sino que hay rasgos que no
podemos delimitar, como su aspecto familiar,
afectivo, emocional o religioso. Por esto el ser
humano constituye un ámbito de realidad4.
Esta condición del ser humano exige unas
actitudes pedagógicas adecuadas, pues su des-
arrollo no es sólo cuestión de tiempo, sino que se
da a partir de la interacción, del encuentro con
las demás personas, además de los otros ámbitos
con los cuales configura sentidos de vida. Lo ver-
daderamente peligroso en este aspecto es con-
fundir los ámbitos de realidad con objetos.
Cuando vemos a los otros semejantes como
objetos, hacemos de ellos un medio para alcan-
zar fines propios, con todo lo que ello implica en
términos de vida personal y comunitaria.
Es hacia este reconocimiento de la dignidad
de la persona humana que tenemos que traba-
jar todos los días en nuestras experiencias edu-
cativas; que los jóvenes adviertan que la
verdadera libertad y felicidad no se encuentra
cosificando al otro, sino en el proceso creativo
de encuentro con el otro, que es diferente de
mí, pero que sólo con él puedo establecer rela-
ciones de vida. Aprender a reconocer en qué
nivel nos estamos moviendo es vital para com-
prender el valor de nuestras acciones y lo que
está en juego.
 o t r a s v o c e s

El encuentro, como un modo elevado de uni- relacionan las experiencias y los procesos huma-
dad, es posible cuando el individuo abandona su nos básicos. En su interior los seres humanos
interés por dominar y manipular las realidades, y vibran, se hacen presentes sus valores y sus con-
se consagra a colaborar con ellas porque las con- travalores, su grandeza y su miseria. Para perci-
sidera como ámbitos. Esto es lo que en términos bir la riqueza de un buen cuento es necesario,
de antropología filosófica llamaríamos “miste- como decíamos antes, rechazar el reduccionis-
rio” (Boff y Betto, 1996) .
5
mo de la objetivación y descubrir el sentido que
Es precisamente allí, en el encuentro –sobre tiene, su profunda humanidad. Así, la obra deja
todo el personal– donde el hombre se puede rea- de ser ajena a mí, para convertirse en algo muy
lizar como persona. Esta experiencia no es fruto íntimo que me habla, me cuestiona y me anima
de la casualidad, ni de la mera cercanía; se logra a salir adelante.
con esfuerzo porque implica apertura,
disponibilidad, confianza, paciencia,
escucha, comprensión, ternura; exi-
gencias que se constituyen en valores. L o esencial para esta madurez huma-
na es saber reconocer las distintas realidades que presen-
Los valores son entonces para el
hombre fuentes de posibilidades para tan los diferentes seres de nuestro entorno. Unas son las
actuar con pleno sentido en la vida. Es cosas u objetos mensurables y que están en el espacio;
decir, el valor no es sólo lo valioso, lo
otras entidades, sin embargo, sólo comparten algunas
apreciable, lo deseable, sino lo que
orienta y traza un camino para la vida características de los objetos: no se reducen a lo que
en el cual es fundamental la razón, vemos, oímos, tocamos, sino que hay rasgos que no
como lo plantea Leonardo Boff (2003) 6
podemos delimitar, como su aspecto familiar, afectivo,
Entonces, si lo que se pretende con emocional o religioso. Por esto el ser humano constituye
la formación de los jóvenes es fundar
un ámbito de realidad .
nuevos modos elevados de unidad
para ganar en autonomía, en genero-
sidad, en libertad, en sentimientos de justicia y Lo esencial para la formación humana es cul-
paz, es necesario crear nuevas maneras de tivar la capacidad de ir más allá de lo inmediato,
lograrlo, sin agotar las posibilidades. Pero sobre de lo objetivo, incluso de las palabras; de supe-
todo se debe reconocer cuáles son esos consu- rar el estado de inmovilidad e inseguridad que
mos culturales de los jóvenes –a los cuales ya generan el miedo, la tristeza, la angustia que lle-
hicimos referencia brevemente–, lo que tiene gan a desbordarse de tal manera que se prefiere
importancia para ellos, para trabajar desde allí. renunciar a cualquier tipo de encuentro.
El cine, el cuento (Almacellas, s. f.) la música, Esta alternativa pedagógica es simplemente
el juego, el estudio de casos , constituyen una
7
un posible camino, que no ha surgido de la pre-
oportunidad pedagógica de trabajar por esta tensión de simplificar un fenómeno por esencia
línea para que los estudiantes descubran que las complejo como es el tema de los valores en los
realidades objetivas no son las únicas, sino que jóvenes. Aunque tal vez sí lo haya hecho: nace
hay otras formas superiores de realidad. de la urgencia por hacer algo que ayude ya,
El realismo de las obras literarias, por citar un pero que no puede remplazar el estudio científi-
ejemplo, reside en la manera como se presentan y co de los valores y los jóvenes a partir de la

novaetvetera81
o t r a s v o c e s
investigación, como lo requiere su carácter com-
plejo, multimodal y paradójico.
Esta reflexión, como todas las que giran en
torno a la educación, está pensada para quienes
de alguna manera forman parte del mundo nor-
malizado de las instituciones y que aprenden a
partir de su red de relaciones a socializarse e inte-
riorizar lo que la sociedad espera de ellos. Pero sí
es preciso pensar y proponer alternativas para
esos jóvenes que están en “emergencia social”;
que están en las calles, en los barrios marginales
o los niños que se pasan todo el día por las calles
haciendo acrobacias o limpiando parabrisas de
vehículos para ganar algún dinero; a estos jóve-
nes que vemos como amenaza, que apenas
sobreviven, que están resentidos porque la socie-
dad los ha marginado y las instituciones de segu-
ridad social los han usado.
Éstos son jóvenes que viven el día a día sin
esperar nada para el mañana, porque saben que
están viviendo “horas extras”, porque entienden
que en ese escenario nadie tiene nada ganado,
menos aun la vida, por eso evaden cualquier pro-
puesta de socialización. Comprenden que es un
signo de debilidad y de fragilidad dejar las armas
y participar de un proyecto de pacificación en el
barrio o en la ciudad; no desean ser vistos e iden-
tificados, mucho menos por las autoridades civi-
les y militares en quienes de antemano no
confían. Las desapariciones, las “limpiezas”
sociales que se realizan desde lo “invisible”, es
decir, sin atribución oficial, los hacen desconfiar
de estas organizaciones del gobierno.
Por otro lado, ellos se sienten amenazados
entre sí, porque hay pandillas que no están dis-
puestas a aceptar ninguna propuesta, de mane-
ra que pueden ser mirados como “sapos” y
tener que pagar con su vida. Es una realidad
rodeada de olor a muerte a la que no podemos
responder con “paños de agua tibia”; deben
hacerse propuestas serias, permanentes y com-
prometidas ante todo con la vida.
82novaetvetera
Esta realidad todavía no ha sido asumida con
decisión por parte de ningún agente especial.
Sólo se habla de laboratorios, algo así como una
experimentación para abrir los discursos de la
academia con la altruista intención de poder
hacer intervención social y ofrecer propuestas
alternativas de vida. Lo que sí es claro es que las
propuestas no pueden venir de fuera “hay que
adentrarse en las motivaciones y la lógica de los
jóvenes que pasan matando” tampoco se puede
hacer una lectura de su racionalidad y su moral
“como una legitimación de la enfermedad”
(Salazar, 1990).
Conclusión
Las religiones y la razón han sido las dos fuen-
tes que han orientado a la sociedad occidental
en materia de moral. Esto sigue siendo cierto
hoy, a pesar de la crisis, pero es necesario enri-
quecerlas si se quiere responder a las exigencias
de un mundo globalizado.
Las crisis de los valores dan la oportunidad de
ir a las raíces de la ética. Éstas, por supuesto, no
están en la razón, sino en lo más elemental –la
afectividad– y se abren a lo más alto, la contem-
plación. Es una pasión por la perfectibilidad de lo
humano lo que mueve las voluntades y senti-
mientos; pero esa pasión necesita límites para no
avasallar y dañar. Es aquí donde entra la razón y
su función ordenadora y disciplinar frente a la
pasión.
Si la razón y la pasión se integran se genera
sentido de desarrollo humano y social, ternura y
vigor. Ternura para proteger, amar y creer en el
otro. Vigor para la claridad, la dirección y la fuer-
za tolerante. En esta integración cabemos todos,
nadie sobra y alrededor de esta ética ligada a la
vida los jóvenes no son punto aparte, sino punto
seguido. Con ellos y desde ellos podemos traba-
jar por la paz y hacer de las crisis una oportuni-
dad para volver a lo fundamental y no quedarnos
en lo evanescente de lo nuevo.

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Notas
1 Una buena síntesis acerca de la situación de la juventud y los
desafíos que plantea es la que ofrece el documento de la
Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano,
Medellín: Conclusiones, nº 5.
2 “Lo que he dicho y repetido sin cansarme es que no podemos
dejar de lado, despreciando como inservible, lo que los educan-
dos… traen consigo de comprensión del mundo…, su habla, su
manera de contar, de calcular, sus saberes en torno al llamado
otro mundo, su religiosidad, sus saberes en torno a la salud, el
cuerpo, la sexualidad, la vida, la muerte…” (Freire, 1993).
3 “Las experiencias no se transplantan, sino que se reinventan” y
“Lo que se plantea un tal educador es la búsqueda de mejores
caminos, de las mejores ayudas que hagan posible que el anal-
fabetizando ejerza el papel de sujeto de conocimiento en el pro-
ceso de su alfabetización. El educador tiene que ser un inventor
y un reinventor constante… Lo importante es el ejercicio de la
actitud crítica ante el objeto”, Paulo Freire (1977). Cartas a Gui-
nea- Bissau. México: Siglo XXI, pp. 16-18.
4 Esta condición de ámbito de realidad también la ostentan
muchas realidades, por ejemplo, la Biblia. Es un libro concreto,
hecho de papel, puedo verlo, tocarlo, pesarlo, es un objeto.
Pero, como fruto de un proceso creativo, supera inmensamente
la condición de objeto. Es fuente de posibilidades únicas: ora-
ción, lectura reflexiva, cantos, discursos: es un ámbito.
5 “Misterio no equivale a enigma que, una vez descifrado, des-
aparece. Misterio designa la dimensión de profundidad que se
inscribe en cada persona, en cada ser y en la totalidad de la rea-
lidad y que posee un carácter definitivamente indescifrable”
(Boff y Betto, 1996).
6 “En la raíz de todo no está la razón (Logos), sino la pasión (-
Pathos) […] Por la pasión captamos el valor de las cosas, valor
que es el carácter precioso de los seres, lo que nos hace dignos
de ser y los hace apetecibles. Sólo cuando nos apasionamos vivi-
mos valores y es por valores por lo que nos movemos y somos
[…] La pasión […] necesita márgenes, límites y la justa medida
para no ser avasalladora. Y aquí es donde entra la función insus-
tituible de la razón […] si prevalece la justa medida y la pasión
se sirve de la razón para un autodesarrollo medido, entonces
surgen las dos fuerzas que sostienen una ética comunitaria: la
ternura y el vigor”. (Boff, 2003).
7 Un aporte decidido en América Latina en el estudio de casos a
partir de la enseñanza interactiva es el de Eduardo Schmidt,
2000.
novaetvetera83
r e s e ñ a

Dilan Castrillón, fotografía 2003.

Por: Diana Rico Revelo
Psicóloga social, Magíster en Educación y Desarrollo Humano.

Psicología y
derechos humanos
Fundación Cultura de Paz, Icaria, Paz y Conflictos.
Barcelona, 2004.
500 páginas.
r e s e ñ a
E
ste libro, en su introducción, parte de un
análisis reflexivo y crítico que pone al des-
cubierto una paradoja que deben tener en
cuenta aquellos actores sociales que en la con-
temporaneidad estén comprometidos con el
bienestar y desarrollo de las comunidades: se
trata del incremento de la vulneración de los
derechos humanos, paralelamente con la amplia-
ción y creación de mecanismos y organismos que
velan por su promoción y defensa. Esta presenta-
ción de los psicólogos sociales Luis de la Corte,
Amalio Blanco y José Manuel Sabucedo, da
cuenta de situaciones sociales actuales en mate-
ria de derechos humanos a nivel mundial y desta-
ca la importancia de la condición subjetiva de las
realidades sociales, como una esfera comple-
mentaria de las condiciones objetivas de la socie-
dad de hoy.
Resulta notable la observación de los autores
frente a la poca atención que hasta el momento
se le ha prestado a los aportes que la psicología
social ofrece para el análisis, la comprensión y la
intervención de fenómenos como el de los dere-
chos humanos, aun cuando dicho campo de la
psicología es complementario de otras disciplinas
de las ciencias sociales. Es ineludible entonces que
ello sea replanteado, en aras de ofrecer posturas
transdisciplinares de los fenómenos sociales, por-
que ante su compleja condición, es preciso realizar
lecturas desde la perspectiva de la complejidad.
En el libro se hace un bosquejo teórico y
práctico de la interrelación entre la psicología y
los derechos humanos, mediante el desarrollo
de tres planteamientos que hacen patente la
transversalidad del carácter psicosocial en la vul-
neración, la promoción y la prevención de los
derechos humanos.
Estos tres componentes mantienen un hilo
conductor que facilita la comprensión de las tesis
propuestas. Los capítulos incluidos en cada uno de
ellos ofrecen planteamientos teóricos generales y
reflexiones particularizadas, frente a fenómenos
86novaetvetera
sociales específicos y comportamientos colectivos
que los ilustran. El primero de ellos evidencia, de
acuerdo con diferentes autores y sus respectivas
posturas ideológicas, el componente consuetudi-
nario y cotidiano de los derechos humanos, como
producto y fin al mismo tiempo de las relaciones
humanas. Se resaltan algunos elementos implíci-
tos en la condición humana y algunas esferas que
inciden en la construcción de la identidad social, y
se hace notar el desarrollo de los derechos mora-
les como un asunto de la modernidad tardía. De
igual forma, en esta primera parte, se hace un
bosquejo de la desigualdad y los límites de la dig-
nidad, a partir del análisis de las relaciones sociales
y su interdependencia con el contexto. De manera
complementaria, otros capítulos de este compo-
nente facilitan al lector hacer un salto de estos
planteamientos teóricos a hechos sociales concre-
tos, como la xenofobia, la guerra, el terrorismo y
la exclusión, entre otros.
El segundo componente da cabida al reconoci-
miento de los procesos psicosociales involucrados
en la promoción de los derechos humanos, a par-
tir del análisis conceptual de las dinámicas de
agrupación social encaminadas a la regulación de
los seres humanos mediante la interacción en pro
del bienestar colectivo. Hace referencia a compor-
tamientos grupales como la democracia, la recon-
ciliación política, el voluntariado y las necesidades
y los derechos de grupos generacionales.
El tercer componente muestra algunos posi-
bles aportes de la aplicación de la psicología para
la reparación, la prevención y la promoción de los
derechos humanos, entre los cuales la dimensión
psicosocial se constituye en el aporte significati-
vo de la psicología social a otras disciplinas de las
ciencias sociales que se preguntan por fenóme-
nos como las condiciones de vulneración de los
derechos humanos. Esta dimensión se presenta a
través del desarrollo de la interdependencia entre
la identidad, la diversidad y el conocimiento, par-
tiendo de la importancia del trabajo comunitario
 r e s e ñ a

y de la intervención grupal, con énfasis en la edu-

cación para la convivencia desde su comprensión
interrelacional para los derechos humanos, la
difusión de la no violencia y la investigación para
la paz. De igual forma, en este tercer componen-
te se plantea una crítica a la ayuda humanitaria y
la cooperación en torno a la salud mental y los
derechos humanos, partiendo de la premisa de
que el aislamiento de las personas del contexto
fragmenta la realidad y agota las posibilidades de
construir sentidos de vida colectivos. En este
orden de ideas se desarrolla la tesis de la preven-
ción en salud mental como actividad política y
social.
Tal como se evidencia en las tesis delineadas a
lo largo del texto, esta convergencia de profesio-
nales de la psicología, provenientes de diferentes
contextos sociales, con ideologías heterogéneas,
se consolida en un llamado, a los científicos de lo
social, a no perder de vista que el conocimiento
debe estar al servicio de las fluctuaciones de la
sociedad. No en vano este libro está dedicado a
las víctimas del atentado del 11 de marzo de
2004 en España.

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m e t á f o r a s v i v a s
Los Justos

Un hombre que cultiva su jardín,

como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur
juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página,
que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre
que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Jorge Luis Borges, del Poemario "La Cifra" (1981)

novaetvetera REVISTA DE LA FACULTAD DE INVESTIGACIONES
–DERECHOS HUMANOS–

COLABORACIONES
Nova & Vetera, publicación especializada en derechos humanos de carácter crítico, universitario,
académico y también periodístico invita tanto a docentes como investigadores a participar con sus artí-
culos, los cuales deberán acogerse al siguiente formato:

a. Características del artículo: Debe presentarse en word, especificando si se trata de resultados de

investigación, texto clásico (ensayos o debates), avances de investigación, crítica o reseña de libro y
remitirse en medio magnético, con una copia impresa a doble espacio o por correo electrónico diri-
gido a las siguientes direcciones: derechos.humanos@esap.edu.co y maribel.garzon@esap.edu.co
b. Extensión: La extensión máxima de los artículos será de 30 cuartillas, tamaño carta a doble espa-
cio, letra Times New Roman en 12 puntos.
c. Presentación: Todo artículo deberá venir precedido de una hoja en la que aparezca, además del
título del trabajo, el nombre del autor, una breve reseña biográfica (media página), entidad en la
que labora y otras publicaciones. Se solicita además un resumen (no mayor de 200 palabras), en el
que se sinteticen los propósitos y conclusiones principales del trabajo.
d. En el caso de ponencias presentadas a eventos, especificar nombre del evento, instituciones con-
vocantes, ciudad y fecha en la que se llevó a cabo. Las notas, así como el número de cuadros, grá-
ficos e ilustraciones, deben restringirse a lo estrictamente necesario.
e. Después del título, el artículo debe llevar cinco “palabras claves” o descriptores para identificar
informativamente los artículos.
f. Las citas y referencias que se incluyan en el texto deben aparecer en el formato: AUTOR, fecha, por
ejemplo: (Beauvoir, 1983).
g. Los artículos deben ser inéditos, salvo que hayan sido publicados en el extranjero, en cuyo caso, se
podrá considerar su publicación.
h. Las críticas y reseñas de libros tendrán una extensión máxima de cinco páginas, especificándose el
autor, título, editorial, lugar y fecha de publicación de la obra, así como el nombre, apellido y pro-
fesión de quien realiza la crítica o reseña.
i. En caso de que el artículo ya hubiese sido publicado en revistas internacionales, se deberá incluir el
nombre y la fecha de la publicación y la autorización de su reproducción por parte del autor o editor.
j. Al final del artículo deberán aparecer las referencias bibliográficas, cuyo formato es el siguiente:
Calderón, Fernando. (1995). Movimientos sociales y política. Ciudad de México: Siglo XXI.

Todos los documentos serán evaluados por los integrantes del Comité Editorial de la revista y por
un árbitro externo. A partir de estos conceptos, se decidirá la aceptación o el rechazo del artículo. Los
conceptos emitidos por el Comité Editorial y el árbitro serán remitidos a los autores para los ajustes
pertinentes.
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