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Introducción
André Lalande (Dijon 1867-1963), profesor en la Sorbona desde 1904, cultivó
la teoría de la ciencia desde un positivismo racionalista, en una línea similar a la
de Léon Brunschvich o Edmond Goblot. Ante la evolución y la disolución de que
hablaba Spencer, Lalande defendió la tesis de que toda evolución es
contrarrestada por una disolución igual y de sentido contrario, introduciendo
una teoría no evolucionista del progreso basada en la asimilación (esta idea, a
través de Claparède, influirá notablemente en la doctrina del conocimiento
como asimilación, que caracteriza la epistemología genética de Jean Piaget).
Desde tal voluntad asimilacionista la razón es entendida como «razón
constituyente» y unificativa. En consecuencia Lalande se propuso colaborar en
esa pretendida unificación del lenguaje filosófico, proyecto próximo a las
tendencias unificadoras neopositivistas. También procuró potenciar el trabajo
cooperativo entre filósofos: fue uno de los impulsores de los Congresos
Internacionales de Filosofía, iniciados en 1900 en el contexto de las multiples
actividades organizadas en torno a la Exposición Universal de París, con la que
se estrenaba nuevo siglo, y de los fundadores en 1901 de la Société française
de philosophie, al unir sus esfuerzos con los de Xavier Léon.
pues, cuando la radical internacional no esté indicada al final del artículo, ver
primero si no se deduce inmediatamente de la raíz dada en un artículo
próximo.
Lo más a menudo, por lo contrario, esos sufijos han debido ser mencionados
expresamente, en la formación de la radical, para corresponder con la palabra
francesa, o para distinguir sus diversos sentidos; por ejemplo: nosko,
conocimiento (acto de conocer); noskato, conocimiento (cosa conocida; at,
sufijo del participio pasado pasivo); nedetermineso, indeterminación (carácter
de lo que no está determinado); maldeterminismo, indeterminismo (doctrina
contraria al determinismo).
Un juego de prefijos o de sufijos de este género, cuando están bien elegidos y
son empleados con propiedad, da a una lengua artificial mucha flexibilidad y
precisión. He aquí, para el uso filosófico, los más interesantes, en el sistema
Ido, que ha realizado hasta el presente el método de derivación más perfecto:
Prefijos: mal-, contrario; mi-, a medias; mis-, equivocadamente; erróneamente;
ne-, negación pura y simple, sin oposición de contrariedad; pre-, antes; re-,
repetición; sen-, privación.
Sufijos: -aj, cosa hecha de; -al, relativo a; -ar, colección, reunión (por ej.,
vortaro, vocabulario); -ebl, que puede ser... (por ej., que puede ser visto,
comprendido, deseado, &c.); -end, que se debe... (participio latino en dus); -es,
ser, estado de lo que es esto o aquello (sirve para formar términos abstractos:
vereso, verdad, en el sentido de: carácter de lo que es verdadero); -esk,
comenzar (volesko, veleidad, comienzos de volición); -if, producir; -ig,
expresar; -ij, dejar de ser; -il, medio, instrumento para...; -iv, que puede; -oz,
provisto de; -ur, producir por, &c.
. Alma
· Beatitud
· Connotación
· Conocer
· Conocimiento
· Especulación
· Especulativo
· Espiritismo
· Espíritu, Espíritus fuertes, Espiritual, Espiritualidad, Espiritualismo
· Felicidad
· Forma, Formal, Formalismo
· Frenología
· Materia, material, materialismo
· Metempsicosis
· Sistema, sistemática, sistemático
► Alma (7)
Sobre el sentido amplio y el sentido estricto de la palabra alma (1º toda mónada; 2º las
únicas mónadas que tienen percepciones distintas y acompañadas de memoria), ver
Leibniz, Monadologie, § 19.
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Crítica
Esta palabra implica siempre una dualidad de naturaleza y de fines, una oposición, por
lo menos provisional, con la idea del cuerpo, sea desde el punto de vista metafísico, sea
desde el punto de vista empírico, sea desde el punto de vista moral, "sea hasta desde el
punto de vista estético, por ejemplo, cuando se dice que es necesario tener alma para
tener gusto." (Carta del señor Maurice Blondel). Se distingue de la palabra espíritu: 1º en
que contiene la idea de una substancia individual; 2º en que es más comprensiva, ya
que la palabra espíritu se aplica sobre todo a las operaciones intelectuales. Se opone
igualmente al yo en la cuestión de saber si nuestra alma "es más grande que nuestro
yo", es decir, si nuestra existencia psíquica es más rica en contenido que aquello de lo
cual tenemos conciencia.
Hasta tiene casi siempre, en los modernos, un matiz religioso, a consecuencia de una
asociación muy general: 1º entre la idea de alma y la idea de inmortalidad; 2º entre la
idea de alma y la idea de Dios, considerado como el origen y el vínculo de las almas
según el cristianismo (Descartes, Malebranche, Leibniz, Berkeley, &c.).
Sobre Alma.
El señor Prat añade, a los textos citados en el §A: "Zenón Citieo, Antípatro en sus libros
Del Alma y Posidonio llaman alma a un espíritu dotado de calor, que nos da la
respiración y el movimiento." Diógenes Laercio, trad. anónima (Amsterdam, Schneider,
1761), tomo II, pág. 172. (Vida de Zenón). - El señor Van Biéma recuerda el texto
siguiente de Leibniz: "Sin embargo, para volver a las formas ordinarias o almas
materiales, esta duración que es necesario atribuirles, en lugar de la que se había
atribuído a los átomos, podría hacer dudar, si no van de cuerpo en cuerpo, lo que sería
la metempsicosis"; y la doctrina que en él opone sobre "la conservación no solamente
del alma, sino también del animal mismo y de su máquina orgánica, aunque la
destrucción de las partes groseras lo haya reducido a una pequeñez que no escapa
menos a nuestros sentidos que aquélla en que estaba antes de nacer." Système
nouveau de la nature et de la communication des substances, §6 y 7. Ver todo el pasaje,
y cf. Théodícée, 397.
Más que la palabra espíritu, la palabra alma evoca el sentimiento de lo que es vital,
cálido, cordial. Pero la palabra espíritu no excluye estos harmónicos (y bien lo recuerda
la etimología); solamente hace resaltar más lo que es independiente de las condiciones
materiales o animales, lo que participa de lo universal, de lo eterno; se hablará de "puro
espíritu" más bien que de "pura alma". (Maurice Blondel).
las almas. (Ver anteriormente). Todas estas ideas me parecen que se relacionan con la
del principio individual y separable, que he tratado de poner de relieve en el texto de
este artículo. (A. L.).
Alma del mundo, 9H tou< pantòç fuch1, Aristóteles, Perì Yuch<ç [Del Alma], 407b3. Cf.
Platón, Timeo, 34 B sqq., en el que es llamada simplemente h2 fuch1.. - L. Anima mundi,
Fludd; Principium hylarchicum, Henri More; D. WeItseele, Weltgeist; E. Soul of the world;
F. Âme du monde; I. Anima del mondo.
Alma que representa en relación con el mundo entero el papel del principio de unidad y
de movimiento definido más arriba. Es definida por Schelling: "Was die Continuität der
anorganischen und der organischen Welt unterhält, und die ganze Natur zu einem
allgemeinen Organismus verknüpft." ["Lo que sostiene la continuidad del mundo
orgánico e inorgánico, y une toda la naturaleza en un organismo universal."] Ueber die
Weltseele, Sämtliche Werke, I, Abth, II, 569. Es considerada ya como haciendo las veces
de Dios, ya como un intermedio entre Dios y los seres visibles.
El dios de los estoicos enlaza el "alma del mundo" platónica con las doctrinas
posteriores. Se convierte en la Tercera Hipóstasis de Plotino, y es éste el origen del
sentido de esta palabra en Schelling. (R. Berthelot).
Alma pensante [F. Âme pensante], dianohtich2 fuch1, Aristóteles, Perì Yuch<ç 431a14;
nohtich> fuch1, Ibíd., 429b28. El alma, o la parte del alma que es el principio del
pensamiento. Cf. Activo (intelecto). - Sobre la división general de las funciones del alma,
o de las almas, ver Ibíd., 413b12, 414a32.
Alma sensible [F. Âme sensible] (Anima sensibilis, o Spiritus vitalis, Bacon). Los
espíritus animales, comprendidos poco más o menos como en Descartes. Es una
substancia puramente material "...tanquam aura composita ex flamma et aere." ["Como
una aura compuesta de llama y de aire."] Historía Vitae et Mortis [Historia de la Vida y
de la Muerte], ed. Ellis, II, 213-215. Ver Observaciones.
"Anima siquidem sensibilis sive brutorum plane substantia corporea censenda est, a
calore attenuata et facta invisibilis: aura, inquam, ex natura flammea et aerea conflata...
corpore obducta atque in animalibus perfectis in capite praecipue locata; in nervis
percurrens, et sanguine spirituoso arteriarum refecta et reparata, quemadmodum
Bernardinus Telesius et discipulus ejus Augustinus Donius aliqua ex parte non omnino
inutiliter, asseruerunt... Est autem haec anima in brutis anima principalis, cujus corpus
brutorum organum; in homine autem organum tantum et ipsa animae rationalis, et
spiritus potius quani animae appellatione, indigitari possit." F. Bacon, De Dignitate [Del
Valor y del Progreso de las Ciencias], libro IV, cap. III, §4. ["Pues el alma sensible, o alma
de las bestias, debe ser considerada claramente como una substancia material,
rarificada por el calor y hecha invisible; quiero decir un fluído (o: un soplo) compuesto de
la esencia del fuego y de la del aire... encerrada en el cuerpo, y, en los animales
superiores, colocada principalmente en la cabeza; que recorre los nervios, mantenida y
reparada por la sangre espirituosa de las arterias, así como Bernardino Telesio y su
discípulo Agustín Donio lo han sostenido en cierto modo, y no sin utilidad... En las
bestias, es el alma principal, y su cuerpo es su instrumento; pero en el hombre es el
instrumento del alma razonable, de manera que se podría designarla con el nombre de
espíritu más bien que con el de alma."] (Spiritus, producto de destilación, en el sentido
en que se habla de espíritu del vino, de espíritu de la sal, &c.)
7
Alma sensitiva [F. Âme sensitive], ai1sqhtich> fuch1, Aristóteles, Perì Yuch<ç, 415a1,
&c. El alma, o la parte del alma, que es el principio de la sensación y de la sensibilidad,
hasta en los seres que no poseen razón.
Alma vegetativa [F. Âme végétative], qreptich2 fuch1, Aristóteles, Perì Yuch<ç, 415a1,
&c. El alma, o la parte del alma que produce la nutrición, el crecimiento, la reproducción
y la declinación de los seres vivos, aun de los no dotados de sensación y de sensibilidad.
Proyecto filosofía en español
(c) 2000 www.filosofia.org
André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo,
Buenos Aires 1953
► Beatitud (2)
Latín Beatitudo seu felicitas, Espinosa; alemán Seligkeit; inglés Blessedness; francés
Béatitude; italiano Beatitudine.
Satisfacción constante y a la que nada falta. Estado ideal del sabio según Aristóteles (?
a?a???t??, Ética a Nicómaco, 1101 a. b.); según los estoicos (Séneca, De Vita Beata);
según Espinosa (Ética, libro V); &c.
Crítica
Este último uso es todavía bastante reciente para que se pueda desear que no se
generalice, pues la palabra toma en él un carácter muy diferente del que presenta en el
sentido A. En éste, en efecto, está casi siempre vinculado con una concepción religiosa.
Implica ordinariamente la idea de otro mundo o, por lo menos, en el estado actual del
hombre, de una vida de otro orden. Se emplea particularmente en la teología cristiana
para designar la felicidad de los elegidos. Tiende a desaparecer del lenguaje filosófico
usual a causa de este carácter teológico. Sin embargo, sería útil conservar la idea que
representa. (Ver Felicidad.)
Sobre Beatitud.
Cuando se emplea beatitud sin la idea de otro mundo (por ejemplo en Espinosa), la
palabra correspondiente en alemán es Glückseligkeít. La palabra Seligkeit tiene un
sentido casi exclusivamente religioso. (F. Tönnies.)
Beatitud no significa lo mismo que Felicidad. Por una parte, esa palabra evoca la idea
de un gozo espiritual, activo, conquistado por el pensamiento adecuado, que es su
condición, o por el esfuerzo que la hace digna de él; por otra parte, se aplica a la vida
superior o a la vida futura, e implica la intervención de Dios o la toma de posesión de lo
divino. La beatitud es, pues, menos la satisfacción de nuestras inclinaciones presentes
que la del ser transcendente o noumenal que existe en nosotros. (M. Blondel.)
Me parece útil conservar la palabra Beatitud para designar ciertos sentimientos que
acompañan a estados patológicos, el éxtasis, ciertas catalepsias, la agonía en algunos
casos. Es un sentimiento de gozo totalmente completo con olvido de la realidad. (Pierre
Janet.)
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André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo,
Buenos Aires 1953
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► Connotación
Para J. N. Keynes (Formal Logic, I, cap. II; 4ª ed., págs. 26-27), la comprensión decisoria
(conventional intension) es la que convendría designar con connotación, sea que se
refiera a una definición comúnmente aceptada o subentendida, sea que se haya dado
una definición explícita del término para determinado uso. El término se opondría al de
"comprensión", que designaría la comprensión total, que es más bien la propiedad de la
clase que la del nombre que la designa.
Pero hace observar que Stanley Jevons (Pure Logic, pág. 6) y E. C. Benecke (Mind,
1881, pág. 532) han tomado connotación en el sentido de comprensión total.
Usos tan diversos hacen muy difícil la adopción de una definición única. Ver las
expresiones sin ambigüedad en el artículo Comprensión: total, decisoria, &c.
Sobre Connotación.
► Conocer
B. (Más raro en francés, pero muy frecuente para la palabra inglesa to know, que
quiere decir a la vez conocer y saber): Tener en el espíritu cierto objeto de pensamiento
no sólo como dado, sino como bien captado en su naturaleza y sus propiedades. - Este
sentido es más frecuente en el substantivo conocimiento.
Crítica
Sería útil convenir que la palabra, empleada aisladamente y sin otra determinación,
indique siempre la simple presentación legítima de un objeto al pensamiento, sin
implicar necesariamente que se penetre su naturaleza y sus leyes, pero, naturalmente,
sin excluir esta penetración. En tal sentido se traducen con conocer y conocimiento las
palabras percipere y perceptio (o cognitio) de Espinosa, que éste aplica a todos los
grados del pensamiento, desde la perceptio ex auditu [conocimiento de oídas] hasta la
perceptio per solam essentiam (cognitio tertii generis) [conocimiento por la esencia sola
(conocimiento del tercer género)]. (De Emendatione [De la Reforma del Entendimiento],
Van VIoten, 2ª ed., I, 16. Cf. Ética, II, 40 y sig.).
► Conocimiento (2)
Esta palabra designa por una parte: 1º el acto de conocer; 2º la cosa conocida; - por
otra parte se aplica: a) a la simple presentación de un objeto; b) al hecho de
comprenderlo. De donde cuatro sentidos fundamentales:
A. Acto del pensamiento que establece legítimamente un objeto como objeto, sea que
se admita, sea que no se admita una parte de pasividad en este conocimiento (=
mentem ab objecto pati [que la mente sufra la acción del objeto], Espinosa, Ética, II, def.
3). - Ver más adelante Realismo (texto y observaciones).
La teoría del conocimiento es el estudio de los problemas que suscita la relación entre
el sujeto y el objeto; ver más adelante el análisis de esta expresión a continuación del
artículo Teoría.
Es en este sentido que las cosas en sí son llamadas por Spencer incognoscibles
(unknowable), aunque se las pueda conocer en el primer sentido (= conocer su
existencia), y hasta definir su dominio.
D. Contenido del conocimiento en el sentido B. Muy frecuente, sobre todo en plural: los
conocimientos humanos, &c.
Sobre Conocimiento.
¿Saber o más bien poder afirmar el quod, sin quid alguno (la existencia de una cosa sin
ninguna determinación, ningún atributo), sería conocer? Y por otra parte, desde que se
trata de penetrar, ya es más bien comprender que conocer; es por lo menos comenzar a
comprender. (J. Lachelier). - Paréceme que se puede distinguir conocer, en el sentido de
saber lo que es, de comprender, en el sentido de explicarse por qué es así. Por ejemplo,
se conoce, sin comprenderla aún, la anatomía de un animal, mientras no se explique la
relación y el uso de las diferentes partes que la constituyen. Pero por otra parte, como lo
hemos hecho observar en el texto, conocer se opone sobre todo a comprender como el
género a la especie. (A. L.).
Conocer y conocimiento difieren sobre todo de creer y creencia en que estos últimos
términos implican que el motivo de la adhesión no reside en la claridad directa e
intrínseca del objeto considerado. (M. Blondel).
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► Especulación
A. Pensamiento que no tiene otro objeto que conocer o explicar, por oposición al
pensamiento que es un medio de acción y que tiende a la práctica (sea a la práctica
utilitaria, sea a la práctica en sentido moral). "Me parecía que podría hallar mucha más
verdad en los razonamientos que cada uno hace acerca de los asuntos que le atañen, y
cuyo acaecimiento debe castigarlo en seguida después, si ha juzgado mal, que en los
que hace un hombre de letras en su gabinete acerca de especulaciones que no
producen efecto alguno, sino que tal vez sacará de ellas tanta más vanidad cuanto más
alejadas estén del sentido común." Descartes, Méthode, 1ª parte, ad finem.
Ver Teoría.
► Especulativo
A. (Equivalente latino del griego teorético). Que concierne a la especulación, sobre todo
en el sentido A. "El pesimismo especulativo; el misticismo especulativo." - "La inclinación
que tenemos por los placeres sensibles... no es solamente... la causa general del
desarreglo de nuestras costumbres: nos engolfa insensiblemente en errores muy
groseros, pero menos peligrosos, sobre temas puramente especulativos." Malebranche,
Recherche de la Vérité, lib. IV, cap. XI. "El interés especulativo de la Razón" es opuesto
por Kant al "interés práctico de la Razón". Krit. der reinen Vern., Antinomia, 3ª sección, §
1, A. 466-467; B. 494-495. Cf. Ideal del sumo Bien, A. 804; B. 832.
► Especulativo
A. (Equivalente latino del griego teorético). Que concierne a la especulación, sobre todo
en el sentido A. "El pesimismo especulativo; el misticismo especulativo." - "La inclinación
que tenemos por los placeres sensibles... no es solamente... la causa general del
desarreglo de nuestras costumbres: nos engolfa insensiblemente en errores muy
groseros, pero menos peligrosos, sobre temas puramente especulativos." Malebranche,
Recherche de la Vérité, lib. IV, cap. XI. "El interés especulativo de la Razón" es opuesto
por Kant al "interés práctico de la Razón". Krit. der reinen Vern., Antinomia, 3ª sección, §
1, A. 466-467; B. 494-495. Cf. Ideal del sumo Bien, A. 804; B. 832.
► Espíritu (5)
Leibniz, Monadologie, 82, 83 y sig. - Dios, los ángeles, los demonios, las almas de los
hombres desencarnadas después de la muerte son espíritus.
Se llaman espíritus débiles [F. Esprits faibles]: 1º los que no son capaces de razonar
con coherencia y justedad; 2º (en sentido bastante diferente) los espíritus fácilmente
sugestionables.
La palabra hasta se restringe a menudo más aún, pasando de la función general a una
de sus cualidades; el espíritu filosófico; el espíritu de sutilidad; el espíritu de geometría
(la oposición usual de estas dos expresiones proviene de Pascal: ver Pensées, peq. ed.
Brunschvicg, sec. I, págs. 317-319); el espíritu de agudeza (o esprit [ingenio]
simplemente), &c.
E. En sentido figurado, idea central, principio (de una doctrina, de una institución): "El
Espíritu de las leyes". - El espíritu, en este sentido, se opone frecuentemente a la letra.
Espíritus fuertes [F. Esprits forts], espíritus extraños o hasta hostiles a las creencias
religiosas. El origen de esta expresión se encuentra probablemente en Charron: "[La
religión] es mucho más fácil y cómoda, de mayor ostentación y exhibición, propia de los
espíritus simples y populares; [la probidad] es de realización mucho más difícil y
laboriosa, porque se ostenta menos y es propia de los espíritus fuertes, generosos." De
la Sagesse, II, cap. V, § 27. Cf. Pascal: "Ateísmo, señal de fuerza de espíritu, pero hasta
cierto punto solamente." Pensées, peq. ed. Brunschvicg, sec. III, pág. 431, y La Bruyère:
"¿Saben los espíritus fuertes que se los llama así por ironía?... El espíritu fuerte es el
espíritu débil...", &c.
Empleado en el siglo XVII, y a veces aún en nuestros días, con un matiz peyorativo. Ver
Littré, sub vº, que señala igualmente en el siglo XVII un empleo correspondiente de
espiritualismo.
A. Doctrina que consiste en sostener: 1º Desde el punto de vista psicológico, que las
representaciones, las operaciones intelectuales y los actos de voluntad no son
enteramente explicables por los fenómenos fisiológicos, 2º desde el punto de vista ético
y sociológico, que hay en el hombre y en las sociedades dos sistemas de fines diferentes
y hasta parcialmente en conflicto: uno que representa los intereses de la naturaleza
animal; otro que representa los intereses de la vida propiamente humana.
"El hombre es doble: alma y cuerpo, el alma superior al cuerpo por las facultades, por
el destino: tal es la creencia fundamental del espiritualismo... ¿Entendemos negar con
ello que si se pudiera ir hasta el fondo, comprender la naturaleza, la esencia de los
últimos elementos en que se resuelven las cosas materiales, se llegaría hasta un
elemento simple, una mónada, una fuerza? De ningún modo. No entendemos negarlo ni
afirmarlo tampoco. Descartes y Leibniz son contrarios en eso: ¿quién se atrevería a
acusar a Leibniz de ser materialista?" E. Bersot, Matérialisme, en Franck, 1048a, 1049b.
B. Ontología. Doctrina según la cual existen dos substancias, radicalmente distintas por
sus atributos, de las cuales una, el espíritu, tiene como caracteres esenciales el
pensamiento y la libertad; otra, la materia, tiene como caracteres esenciales la
extensión y la comunicación completamente mecánica del movimiento (o de la energía).
Crítica
Parece necesario mantener una oposición marcada entre el sentido A y el sentido B.
¿Cuál es, en efecto, la antítesis del "espíritu"? La tradición cartesiana pretende que sea
la extensión con los fenómenos geométricos, mecánicos, sin finalidad, a los que está
especialmente adaptado nuestro cálculo (en particular, puede decirse hoy, nuestro
cálculo diferencial, para el cual toda acción es elemental). ¿Qué es, en esta oposición, la
vida biológica, el conjunto de los instintos y de los impulsos orgánicos, en cuanto se
distingue del espíritu y se opone a él? Para Descartes, pertenece íntegramente al orden
de la substancia extensa y del mecanismo; nuestras necesidades y nuestras pasiones no
expresan más que los movimientos de los espíritus animales. Para Leibniz, en quien la
extensión ya no es una substancia, la concepción de la vida se opone a la vez a la vista
puramente monadológica por una parte, y por la otra a la representación del mundo por
fenómenos mecánicos y geométricos. Es el resultado del hecho de que ciertas mónadas
"dominantes" tienen un cuerpo "compuesto por una infinidad de otras mónadas" cuya
mónada central expresa las relaciones con el resto del universo (Principes de la Nature
et de la Grâce, § 3-4). - Ravaisson, en su tesis De l'Habitude, opone al espíritu, por una
parte la espontaneidad de la naturaleza, por la otra el mecanismo del reino inorgánico,
que aparecen como tres términos bien distintos; en el Rapport sur la Philosophíe en
France, parece más bien reducirlos por grados al primero de ellos. - Para Bergson,
contrariamente a Descartes, la vida es, en el fondo, de la misma naturaleza que el
espíritu; no se opone a él más que accidentalmente, cuando toma el carácter de un
impulso (élan) vital entumecido por el hábito, oprimido por el juego de los mecanismos
que ha creado; de manera que, sin embargo, en definitiva, para él como para Descartes,
la antítesis esencial del espíritu se encuentra en la necesidad geométrica y la
espacialidad (L'Évolution créatrice, cap. III). Todas estas doctrinas son indiscutiblemente
espiritualistas; pero no se lo sería menos si se admitiera que la oposición fundamental
está entre el espíritu y la vida biológica, de la manera cómo el cristianismo opone la
carne y el espíritu. Y se califica igualmente de espiritualista la concepción de Durkheim,
quien opone las representaciones y los intereses individuales a las representaciones y
los intereses colectivos. El espiritualismo ético y psicológico es, pues, muy distinto de la
oposición cartesiana entre el pensamiento y la extensión; no depende de una distinción
entre la representación y lo representado o lo representable; y hasta lo que evoca esta
palabra "espiritualismo", con las asociaciones de ideas que se adhieren a ella, ¿no es
sobre todo el sentido A, es decir, la oposición de la vida animal y de la vida espiritual
más bien que la del mecanismo y el pensamiento vivo?
Rad. int.: Spiritualism.
Sobre Espiritualismo.
Puede llamarse, de una manera general, espiritualismo, toda doctrina que reconoce la
independencia y la primacía del espíritu, es decir, del pensamiento consciente. Hay un
espiritualismo, en cierto modo, de primer grado, que consiste en colocar simplemente el
espíritu por encima de la naturaleza, sin establecer relación entre uno y otra. Pero hay
un espiritualismo más profundo y más completo, que consiste en buscar en el espíritu la
explicación de la naturaleza misma, en creer que el pensamiento inconsciente que
trabaja en ella es el mismo que se hace consciente en nosotros, y que no trabaja más
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que para llegar a producir un organismo que le permita pasar (por la representación del
espacio) de la forma inconsciente a la forma consciente. Este segundo espiritualismo
era, según creo, el de Ravaisson.
Desde el punto de vista puramente especulativo, la oposición más profunda es tal vez
la que existe entre el mecanismo y la vida; desde el punto de vista moral y práctico (que
es al mismo tiempo el de la más elevada especulación), es el que existe entre la
naturaleza y el espíritu; y la conclusión de su Crítica me parece enteramente verdadera.
- Además, ni una ni otra de estas dos oposiciones es absolutamente irreductible: la
naturaleza está preñada de espíritu; y el mecanismo es lo que queda de la naturaleza
cuando se ha prescindido de toda vida y de toda realidad.
Su crítica encierra muchas cosas interesantes en torno de una idea que me parece
justa, pero demasiadas cosas, y que terminan por obscurecer esta idea.
1º ¿La vida depende de la materia sola o del alma? Esta cuestión, muy importante para
el desarrollo y la aplicación del espiritualismo, no es decisiva para el principio mismo de
la doctrina.
2º Del mismo modo la conexión del espiritualismo y del sociologismo me parece que
deriva del nuevo espiritualismo que ocupó cada vez más lugar en el pensamiento de
Comte; pero ¿no es la expresión, como sucede tan a menudo en Comte, propia de una
terminología muy caprichosa?
3º No veo en forma alguna que haya la menor razón para eliminar el espiritismo como
una de las significaciones propias del espiritualismo. Desconocería usted así la influencia
profunda y persistente de las creencias y de las prácticas espiritistas en las creencias y
prácticas religiosas, desde las más lejanas o rudimentarias hasta las más recientes. Si
los comentadores de W. James no hubieran velado la franca confesión que termina la
Experiencia Religiosa, habrían visto que la evolución del nuevo espiritualismo de Comte
hacia el neo-fetichismo guarda simetría con la evolución del neo-espiritualismo de W.
James hacia lo que él llama, según creo, supernaturalismo grosero.
Por mi parte, creo que la distinción de las dos formas fundamentales del espiritualismo,
A y B, debe ser precisada con ayuda de la historia.
En una definición, parecería más racional hacer resaltar por lo contrario ante todo y
directamente los caracteres propios de la idea: el espiritualismo es ante todo, desde
este punto de vista, la doctrina que se dedica a desarrollar el lugar del espíritu en el ser;
particularmente la que no reconocerá otro absoluto que el espíritu. Es lo que se ha
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► Felicidad (6)
Sobre Felicidad.
Es de observar que la oposición de los sentidos A y B existe en Aristóteles entre la e?
t???a y la e?da?µ???a (M. Blondel).
C puede parecer al principio que se confunde con B; pero Kant, en el texto citado,
entiende Glückseligkeit en el sentido más fuerte de la palabra felicidad, que implica un
estado adquirido y en adelante permanente. (A. L.)
La idea de duración no es esencial para la felicidad, sin lo cual no se podría hablar de
una felicidad breve, de un instante de felicidad. Y, efectivamente, ¿es la felicidad alguna
vez otra cosa que un calderón? ¿Puede haber un estado permanente de la sensibilidad,
si no somos sensibles más que a las diferencias? -No se distingue lo suficiente en mi
opinión felicidad y beatitud; ésta, ideal y noble, y con la duración ínsita en ella; aquella,
más psicológica, más humana, más grosera si se quiere: Stendhal salía todas las
mañanas "a caza de la felicidad". Pero si puede ser útil distinguir convencionalmente
felicidad y beatitud, corrientemente confundidas por los mejores autores, es importante
sobre todo no confundir la felicidad efectiva, hecho psicológico, a menudo casi animal, y
la idea o más bien el ideal de la felicidad (que representa también la palabra beatitud),
producto de la imaginación, tal vez contradictorio, y en todo caso condenado a
permanecer inaccesible. Si la beatitud no es la cuadratura del círculo, es por lo menos
tan diferente de la felicidad que se puede realmente disfrutar como el círculo
matemático de un círculo trazado a pulso. (M. Marsal.)
Proyecto filosofía en español
(c) 2004 www.filosofia.org
André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo,
Buenos Aires 1953
► Forma (5)
D. Form (también Gestalt en el sentido A); E. Form, muy amplio (Shape en el sentido A);
F. Forme; I. Forma.
Tuvo en la escolástica un empleo muy difundido, derivado del que había hecho
Aristóteles; sirvió para traducir: ei3dòç, morfh1, ou2sía, parádeigma, tò tí h3n ei3nai, tò
tí e1sti. [Las dos primeras palabras corresponden exactamente a forma; la tercera
designa propiamente el ser o la esencia; la cuarta (de la que proviene el francés
paradigme [y el espafiol, paradigma]) se aplica más especialmente a lo que es
considerado como modelo o como ejemplo; las dos últimas expresiones pueden
expresarse con quididad.] Cf. anteriormente Causa, A. Los escolásticos le añadían, para
determinarlo, una gran variedad de epítetos, especialmente forma substantialis [forma
substancial] (cf. Descartes, Méthode, I, §2), forma exemplaris [forma ejemplar], forma
individualis [forma individual], &c. Ver Goclenius, Lexicon, vº Forma, 588-593; Schütz,
Thomas Lexikon; "Forma est principium agendi in unoquoque [la forma es en todo ser el
principio de la acción]". Tomás de Aquino, Suma Teológica, III, 13, 1c; - y Ch. S. Peirce,
Matter and Form, en Baldwin, II, págs. 50 sqq.
Este término ha sido despojado de su sentido antiguo por Bacon, quien, dándole una
significación nueva, trató de hacer del concepto así designado la base de una teoría de
la naturaleza: "Monendum est quasi perpetuo ne, cum tantae partes Formis videantur a
nobis tribui, trahantur ea quae dicimus ad Formas eas quibus hominum cogitationes
hactenus assueverunt." ["Es de advertir casi constantemente que cuando atribuimos tan
gran papel a las Formas, debemos cuidarnos de desviar lo que decimos aplicándolo a las
Formas a las que se han acostumbrado hasta ahora los pensamientos de los hombres."]
Nov. Organ., II, 17. Sería demasiado largo definir aquí este sentido, que ya no tiene más
que un interés histórico. (Ver Lalande, Quid de mathematica senserit Verulamius [Lo que
Bacon pensaba de las Matemáticas], cap. II; Les Théories de l'Induction, cap. III). - Pero
si este empleo del término facilitó momentáneamente la introducción de la doctrina
mecanicista, no es menos cierto que cayó en desuso, y que contribuyó a desacreditar
entre los modernos la idea de Bacon. La palabra se restringió, desde esa época, al
primer sentido definido más adelante, es decir, a lo que se llamaba antes la figura de un
cuerpo. Ha conservado, sin embargo, en el uso moderno algunos vestigios de su uso
escolástico, que serán señalados más adelante.
2º Por aplicación del sentido precedente, Kant distingue en el conocimiento: por una
parte, una materia (Stoff), dato propio e inmediato de la sensación, cuya presencia,
impuesta al espíritu, revela que hay algo además de él; y por otra, una forma (Form),
constituida por las leyes del pensamiento que establecen, entre los datos múltiples de
los sentidos, relaciones que permiten percibirlos y comprenderlos. El tiempo es la forma
del sentido interno; el espacio es la forma del sentido externo; ambos son las formas a
21
Una moral puramente formal es la que satisface la condición establecida por Kant
(Crítica de la Razón Práctica, 1ª parte, cap. I, teorema III) : "Wenn ein vernünftiges
Wesen sich seine Maximen als praktisch allgemeine Gesetze denken soll, so kann es sich
dieselben nur als solche Principien denken, die nicht der Materie, sondern bloss der
Form nach, den Bestimmungsgrund des Willens enthalten." ["Si un ser racional debe
representarse sus máximas como leyes prácticas universales, no puede
representárselas más que como principios que contienen, no en su materia, sino
únicamente en su forma, aquello por lo cual determinan la voluntad."] Cumple esta
condición la ley moral puramente formal: "Handle so, dass die Maxime deines Willens
jederzeit zugleich als Princip einer allgemeinen Gesetzgebung gelten könne." ["Obra de
tal manera que la máxima de tu voluntad pueda siempre ser válida al mismo tiempo
como principio de una legislación universal."] Ibid., §7.
Forma fuerte, la que enlaza estrechamente las partes de un todo en una organización
que presenta una unidad y una estabilidad considerables. En el caso contrario, la forma
se llama débil.
Sobre Forma.
Simplicio (in Phys. Aristot., II, pág. 276) da las indicaciones siguientes: morfh1 es
propiamente la apariencia exterior, en cuanto es una consecuencia del ei3doç; y sch1ma
la figura externa, no referida a la forma. Ver también Hamelin, Comentario sobre el libro
Il de la Física de Aristóteles, pág. 48. (Ch. Serrus).
22
- "Forma dat esse rei [la forma da el ser a la cosa]" es un principio escolástico. -
Formalitas, que se encuentra ya, pero raramente, en Tomás de Aquino, parece haber
sido puesta en uso por Duns Escoto. (R. Eucken).
Lógica formal [F. Logique formelle]. Parte de la lógica que trata de las operaciones del
entendimiento y de las reglas que a ellas se aplican, en cuanto estas operaciones son
consideradas únicamente en su forma, tal como ha sido definida anteriormente, Vº
Forma, B, 1º.
Educación formal [F. Éducation formelle], la que tiene por objeto desarrollar el espíritu
de manera general, sin darle ninguna preparación especial para los objetos particulares
en los cuales tendrá que ocuparse más tarde. Término usual sobre todo en inglés
(Formal culture; más especialmente Disciplinary Education, si se trata de emplear
esencialmente los estudios clásicos como medio de formación). Se dice más
frecuentemente en francés, para expresar la misma idea: Culture générale [cultura
general].
Sobre Formal.
En alemán, Formale Logik tiene dos sentidos diferentes: a) el que se ha indicado arriba
con la expresión lógica formal; - b) Una lógica que aparta toda consideración sobre las
relaciones del pensamiento y el ser, como sucede, por ejemplo, en Kant y Herbart. (R.
Eucken).
Educación formal. - Poseer una cultura general significa más bien saber un poco de
todo, tener conocimientos variados; una cultura o educación formal da la aptitud para
aprender, comprender y actuar en todos los órdenes del conocimiento. (V. Egger).
Temo la palabra formal aplicada a los estudios clásicos: esta palabra tiende a hacer
creer que no tienen contenido, mientras que, por lo contrario, tienen, en todo lo que
enseñan de historia y de filosofía antigua, un contenido muy rico y muy sólido. (J.
Lachelier).
24
A. Doctrina que consiste en sostener que las verdades de tal o cual ciencia
(matemática, especialmente) son puramente formales, y que descansan en
convenciones o en definiciones de símbolos.
B. Consideración exclusiva del punto de vista formal, que conduce a negar la existencia
o la importancia del elemento material en un orden de conocimientos. Se aplica
especialmente, en estética, a la doctrina del arte por el arte y de la dificultad vencida; a
menudo también, en ética, a la doctrina moral de Kant. Ver anteriormente Forma, B, 3º.
Por extensión, carácter minucioso y mecánico del pensamiento: "Ein sich genau, oft
peinlich, nach bestimten konventionellen Regeln richtendes Behalten." ["Una manera
estricta, a menudo penosa de comportarse, sujetándose a reglas determinadas y
convencionales"] Kirchner y Michaelis, Wörterbuch der philosophischen Grundbegriffe,
sub vº).
Sobre Formalismo.
interés por los materiales, el material verbal, el poema de forma fija, las reglas
constringentes y rígidas, cosas que un Lamartine hubiera descuidado voluntariamente
como demasiado materiales. Si se ve en ello, sin embargo, un formalismo, es en un
sentido muy diferente de lo que Fouillée llama el "formalismo estético" de Kant (Critique
des Systèmes de Morale contemporains, pág. 223). (M. Marsal).
Proyecto filosofía en español
(c) 2000 www.filosofia.org
André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo,
Buenos Aires 1953
► Frenología
Nombre con que se designa ordinariamente la teoría de Gall (1758-1828), según la cual
los rasgos del carácter y las facultades intelectuales se manifiestan cada uno por una
saliente o "protuberancia" de un punto determinado del cráneo. Su principal obra se
titula Sobre las funciones del cerebro y sobre las de cada una de sus partes, &c. (1822 y
sig.). Él mismo no empleaba esta palabra, sino los términos craniologíe [craniología] y
cranioscopíe [cranioscopia]. Fué, sin embargo, adoptado por A. Comte: "No creo que
deba negarme a emplear aquí el nombre, ya usado, de frenología, introducido en la
ciencia por Spurzheim, aunque Gall se haya abstenido de él prudentemente, aun
después de haber visto que se lo admitía. Pero no lo emplearé nunca más que con estas
dos condiciones indispensables, demasiado desconocidas hoy por la generalidad de los
frenólogos: 1º que no se entenderá que se designa así una ciencia hecha, sino una
ciencia enteramente por hacer, cuyos principios filosóficos han sido establecidos hasta
ahora sólo convenientemente por Gall; 2º que no se pretenderá cultivar este estudio
aisladamente del resto de la fisiología animal... Por esta razón preferiré a menudo la
denominación, menos breve, sin duda, pero, a mi parecer, mucho más racional, de
fisiologia frenológica." Cours de Phil. pos., lección 45, nota.
Cf. Localizaciones.
► Materia (5)
G. u7lh (cf. L. Sylva); L. Materia, materies; D. Materie, Stoff; E. Matter en todos los
sentidos; en sentido propio, A. material; en el figurado, stuff; F. Matière; I. Materia.
A. Primitivamente, los objetos naturales que el trabajo del hombre utiliza o transforma
para un fin; especialmente (u7lh, materies): la madera de construcción. - De allí:
B. En las expresiones de origen aristotélico y escolástico (y, en este caso, siempre
opuesto a forma): 1º lo que, en un ser, constituye el elemento potencial, indeterminado,
por oposición a lo que es actualizado; 2º todo dato, físico o mental, ya determinado, que
una actividad recibe y elabora ulteriormente.
26
"The term Matter is usually applied to whatever is given to the artist and consequently,
as given, does not come within the province of the art itself to supply. The form is that
which is given in and through the proper operation of art." ["El término materia se aplica
usualmente a todo lo que es dado al artista y que, en consecuencia, como dado, no
corresponde suministrarlo al arte mismo. La forma es lo que es dado en y por la
operación propia del arte."] (Mansel, Prolegomena Logica, 226, en Mill, Examination of
Sir W. Hamilton's Philosophy, cap. XX).
C. En el sentido moderno (de origen sobre todo cartesiano); y en este caso, opuesto
ora a la forma, ora al espíritu:
1º Si se distingue, por abstracción, en un objeto físico: 1º la figura geométrica que lo
limita en el espacio; 2º lo que le da una realidad concreta, una presencia actual e
individual, el primero de estos elementos se llama su forma, y el segundo su materia.
"La materia... cuya naturaleza consiste solamente en que es una cosa extensa, ocupa
ahora todos los espacios imaginables, y no podríamos descubrir en nosotros la idea de
ninguna otra materia." (Descartes, Principes, II, 22). - "El título de las materias de oro y
de plata..." (Códe pénal, art. 423).
Crítica
El encadenamiento de estos sentidos se ha establecido por irradiación en torno del
sentido A. Si, en la operación usual que ha suministrado este cuadro a nuestro
pensamiento abstracto, se consideran sobre todo la construcción y la organización
nuevas que reciben materiales preexistentes, la oposición de forma y materia es la que
define el sentido B; si se pone atención en el cambio que recibe la figura exterior de los
materiales (tallado de las piedras, modelado de la arcilla), la oposición toma el aspecto
completamente diferente que representa el sentido C-1; si se considera, en fin, la
27
pasividad y la inercia de los objetos sobre los cuales se opera, por oposición al espíritu
que concibe la forma, o al trabajo que la realiza, se llega al sentido C-2. A pesar de la
unidad de la metáfora tecnológica que funda su sentido, esta palabra es, pues, muy
equívoca, puesto que un objeto de pensamiento no es "materia" más que en cuanto se
divide la operación total de producción según uno u otro de estos puntos de vista. La
"causa material" se define en tantos sentidos distintos como otras tantas causas
puestas en antítesis con ella existen.
Advertencia
Materialmente verdadero [F. Matériellement vrai] se dice de un juicio y sobre todo de
una proposición verdaderos en sí mismos, cuando constituyen la conclusión de un
razonamiento que no bastaría para probar su verdad, sea porque es formalmente
incorrecto, sea porque una o varias de sus premisas son falsas; por ej.: "todos los
números cuadrados son múltiplos de 3 (falso); ahora bien, 225 es un cuadrado
(verdadero); por lo tanto 225 es un múltiplo de 3 ("materialmente verdadero" aunque
sacado de una premisa falsa por un silogismo formalmente correcto)"; -o también: "el
carbón es combustible (verdadero); el carbonato de calcio no es carbono (verdadero);
por lo tanto el carbonato de calcio no es combustible ("materialmente verdadero",
aunque sacado de dos premisas verdaderas por un razonamiento vicioso)".
A. Ontología. Doctrina según la cual no existe otra substancia más que la materia, a la
que se atribuyen propiedades variables según las diversas formas de materialismo, pero
que tiene por carácter común el ser concebida como un conjunto de objetos
individuales, representables, figurados, móviles, que ocupan cada uno una región
determinada del espacio. "Materialistae dicuntur philosophi, qui tantummodo entia
materialia sive corpora existere affirmant." ["Se llaman materialistas los filósofos que
afirman que no existen más que seres materiales o cuerpos."] (Wolff, Psych. Ration., §
33).
B. Psicología. Doctrina según la cual todos los hechos y estados de conciencia son
epifenómenos, que no pueden ser explicados y llegar a ser objeto de ciencia más que si
se los relaciona con los fenómenos fisiológicos correspondientes, únicos capaces de
recibir una sistematización racional, únicos capaces también de suministrar un medio
eficaz y regular de producir o de modificar los fenómenos psicológicos. - Ver esp. Ribot,
28
Maladies de la Personnalité, págs. 6-10 (en el que define este punto de vista
epistemológico sin utilizar el término materialismo).
Materialismo histórico [F. Matérialisme historique]. Término creado por Engels para
designar la doctrina de Karl Marx, según la cual los fenómenos económicos son la base y
la causa determinante de todas las realidades históricas y sociales.
"Die oekonomische Struktur der GeselIschaft ist die reale Basis worauf sich ein
juristischer und politischer Ueberbau erhebt, und welcher bestimmte gesellschaftliche
Bewusstseinsformen entsprechen... Die Produktionsweise des materiellen Lebens
bedingt den socialen, politischen und geistigen Lebensprozess überhaupt." ["La
estructura económica de la sociedad es la base real sobre la cual se eleva el edificio
jurídico y político y a la que corresponden formas determinadas de conciencia social... El
modo de producción de la vida material condiciona el conjunto de todos los procesos de
la vida social política y espiritual."] (Karl Marx, Zur Kritik der politischen Oekonomie,
Prefacio, 1859).
La palabra materialismo aparece por primera vez en la época de Robert Boyle. Ver
especialmente The Excellence and Grounds of the Mechanical Philosophy [La
29
Murray cita la palabra materialists, en los Divine Dialogues de Henry More (1668).
"La idea de materia no es realmente más que la idea de aquello de que se hace una
cosa dándole una forma, y que pasa así de un estado relativamente indeterminado e
imperfecto a un estado de determinación y de perfección. De donde se sigue que si se
quiere buscar más allá de toda forma una materia primera o absoluta, no se llegará más
que a una verdadera nada. ¿Qué es, en efecto, la idea de algo que no tendría ninguna
manera determinada de existir? Es la idea completamente abstracta de la pura y simple
existencia, que equivale a la de la nada. El materialismo absoluto no ha existido nunca,
y no podría existir nunca. ¿Qué es, pues, entonces el materialismo de tal o cual sistema?
Es la teoría que, sin ir hasta las últimas consecuencias de su principio, explica las cosas
por sus materiales, por lo que hay en ellas de imperfecto, y en este imperfecto pretende
encontrar la razón de lo que lo acaba. Según la excelente definición de Augusto Comte...
el materialismo es la doctrina que explica lo superior por lo inferior. ¿Qué es lo que hace
su falsedad? Es que precisamente es contradictorio, como decía Aristóteles, que lo
mejor provenga de lo peor, que lo menos produzca lo más... Es la obra acabada lo que
explica el esbozo, lo completo, lo perfecto lo que explica lo inferior. Por consiguiente, el
espíritu solo es el que explica todo." (Rapport sur la Philos. en France au XIX Siècle, pág.
189).
Los señores J. Lachelier, Pécaut, Blondel, Boisse han tomado la defensa de esta crítica
de Ravaisson y de la definición de Augusto Comte:
Creo que no se puede penetrar bien en el sentido de las palabras materia y
materialismo más que partiendo de la filosofía de Aristóteles. Me parece claro que hay
en todo ser: 1º lo que le da su sentido y su interés propio: es su idea o su forma; 2º lo
que es para esta forma un punto de apoyo necesario, aquello sin lo cual sería abstracta
o simplemente posible. Por ejemplo, lo que da un sentido a una existencia humana, es el
hecho de pensar; pero el pensamiento supone, para existir, un cuerpo vivo. Si no se
considera más que ese cuerpo, lo que le da un sentido, es vivir; pero esta vida supone,
para existir, un organismo, &c. Solamente yo no diría, con el señor Ravaisson, que
remontando, o, más bien, descendiendo siempre así, se terminaría por no encontrar
nada más: creo que hay un último real, que Leibniz consideraba con razón como un
elemento indispensable de su mónada, un principio de resistencia y de retardo, sin el
cual el esfuerzo se perdería en el vacío o, más bien, ni siquiera nacería; y de una
materia general, remontando, se encontrará que se necesita siempre una materia para
una forma, hechos, por ejemplo, para una construcción sistemática, propensiones
normales y suficientemente enérgicas para la virtud, un grado suficiente de la belleza
plástica para servir de soporte a la belleza de expresión, &c. - Me diréis, tal vez, que
esas cosas que llamo espirituales, como pensamiento, vida, belleza, no son seres, sino
maneras, para un ser, de tener conciencia de sí mismo o de otro ser, simples
modificaciones; por consiguiente, simples predicados. Pero la filosofía de Aristóteles
consiste, precisamente, en colocar el ser verdadero en el pensar, el sentir, &c., y en no
ver en lo que piensa, o siente, más que la condición material del pensar y del sentir; y
creer (como casi toda la filosofía moderna) que esta condición es el ser y que el pensar,
30
el sentir no son sino modos, es, desde el punto de vista de la filosofía de Aristóteles, la
esencia misma del materalismo. (J. Lachelier).
¿No habría que comenzar por la definición general, dada por Augusto Corrite, y pasar
después, pero después solamente, a los sentidos A, B, C? (L. Boisse).
Me parece peligroso, al mismo tiempo que artificial, buscar una idea central y esencial
que sea común a todas las acepciones de las palabras materia y materialismo. El
sentido de las palabras se transforma y se diversifica en el tiempo por procesos que
están muy lejos de reducirse a las relaciones lógicas de género y de especie: la
semántica nos pone en guardia contra las tendencias del espíritu filosófico, siempre
inclinado a sistematizar su objeto y a no atribuir suficiente importancia a lo que hay en
las cosas de accidental y de histórico. La palabra materia se ha diferenciado en dos
direcciones divergentes: una, aristotélica y escolástica, caracterizada por una especie de
empleo adjetivo y relativo de la palabra: no hay nada en este sentido que sea la
materia; pero tal o cual dato es materia con respecto a tal o cual forma; - otra,
cartesiana y científica, en la que la palabra es claramente substantivo: la materia es
entonces la res extensa, que se opone a la res cogitans. De este segundo sentido
proviene a su vez la principal acepción de la palabra materialismo, que tal vez hubiera
sido más claro reemplazar con el nombre de corporalismo. Pero ha sucedido que
materia, en este sentido, oponiéndose a espíritu, ha tomado algo de la idea cristiana de
la carne, de la vida animal, en cuanto ésta se opone también a él. Se habla de
preocupaciones, de gustos, de intereses "materiales"; se dice de un hombre que está
"hundido en la materia". (Hílico [F. Hylique], u2licóç, que para Aristóteles significaba
solamente corporal, llegó a ser en los Padres de la Iglesia sinónimo de carnal, y se
opone a pneumaticóç). Y así el "corporalismo" ontológico recibe el mismo nombre que el
"animalismo" moral, teórico o práctico, y que el "economismo" histórico. El uso
aristotélico de la palabra u7lh, si es el origen primero de todos nuestros empleos
filosóficos de la palabra materia, no basta, pues, para definir un género cuyas especies
serían dichos empleos.
totalmente el mismo que el de su autor. Es muy difícil admitir que lo más y lo menos
sean lo mismo que lo mejor y lo peor. La cuestión de la riqueza lógica es independiente
de la del valor estético o moral. - Pero admitamos que se la precise y que por superior
se entienda, como lo quiere el señor Pécaut, lo que tiene más atributos. La definición,
desde entonces, ya no convendrá del todo a los sistemas generalmente llamados
materialistas, por ejemplo, al de Holbach, o al de Büchner. No se puede decir que para
ellos la materia tenga menos atributos ni que sea menos determinada que la vida o la
conciencia. Ni uno ni otro tiende a descubrir "más allá de toda forma" una materia que
se determinaría por sí misma automáticamente: esta fórmula se aplicaría mucho mejor a
la filosofía de Spencer, que hace surgir lo heterogéneo de lo homogéneo, y que por ello
cae, en efecto, directamente bajo la crítica de Ravaisson: pero precisamente esta
filosofía rechaza el nombre de materialismo. El reproche que generalmente se hace a los
que aceptan este nombre es, por lo contrario, el haber enriquecido demasiado la idea de
materia, el haberle supuesto propiedades que no percibimos efectivamente en los
cuerpos. (Ver, por ej.; Janet, Le Matérialisme contemporain, págs. 79-89, 2ª ed.).
La idea dominante del materialismo teórico parece estar más bien en la reunión de
estas tres tesis: desde el punto de vista metafísico, que no existe nada que sea
separable de la materia corporal, si no es verbalmente y por abstracción; - desde el
punto de vista metodológico, que sólo el estudio de esta materia puede iluminar la vida
del espíritu y dar asidero sobre ella; - en fin, desde el punto de vista moral, que el
hombre es un ser simple, cuyas tendencias todas forman normalmente un sistema
harmónico y homogéneo, y no un ser doble, en el que dos sistemas de fines están en
conflicto. (Que estas tesis, por otra parte, sean necesariamente solidarias o no, no es
éste el lugar para examinarlo). - Es cierto que los materialistas se esfuerzan a menudo
para explicar el mayor número posible de hechos por el menor número de principios.
Pero esta tendencia no les es privativa y no puede servir para caracterizar su doctrína:
pues todo sistema lógico tiene por objeto deducir del más pequeflo número de hipótesis
la más grande variedad posible de consecuencias. Por eso mismo, los materialistas
modernos, lejos de limitar a priori, como Demócrito o como Descartes, el número de
propiedades de la res extensa, declaran, por lo contrario, que dejan a la experiencia el
cuidado de revelar qué determinaciones esenciales será necesario atribuirle; por
ejemplo:
"No conocemos los elementos de los cuerpos, pero conocemos algunas de sus
propiedades o cualidades... Los hombres han considerado la materia como un ser único,
grosero, pasivo, incapaz de moverse, de combinarse, de producir nada por sí mismo; en
vez de esto, habrían debido considerarla como un género de seres del que todos los
individuos diversos, aunque tuvieran algunas propiedades comunes como la extensión,
la divisibilidad, la figura, &c., no deben, sin embargo, ser colocados en una misma clase,
ni ser comprendidos en una misma determinación." (D'Holbach, Système de la Nature, I,
cap. 2). "El sistema de la espiritualidad, tal como se admite hoy, debe a Descartes todas
sus presuntas pruebas... es el primero que haya establecido que lo que piensa debe ser
distinguido de la materia: de donde concluye que nuestra alma o lo que piensa en
nosotros es un espíritu, es decir, una substancia simple e indivisible. ¿No hubiera sido
más natural concluir que puesto que el hombre, que es materia y que no tiene ideas
más que de la materia, goza de la facultad de pensar, la materia puede pensar?" (Ibíd.,
cap. VII). (A. L.).
No existe todavía, que yo sepa, doctrina materialista que se funde sobre la teoría
actual, según la cual la realidad material tomaría periódicamente dos clases de
aspectos, el uno atomístico, que daría garantías a la discontinuidad, y el otro ondulatorio
que, al contrario, redundaría en provecho de la continuidad. Es una de las paradojas de
esta física, de la que no se ve bien adonde nos conduce. También sobre otro punto corre
el riesgo de hacer vacilar el materialismo: éste era determinista (excepción hecha, sin
embargo, en lo que respecta al sistema de Epicuro), y sobre este punto se oponía más
radicalmente al espiritualismo. La relación de incertidumbre parece volver a ponerlo
todo en duda en lo que concierne a las relaciones del espíritu con la materia. Como lo
dice usted justamente en las Observaciones, las palabras cambian de sentido, y es
artificial buscar una idea central y esencial común a todas las filosofías materialistas,
incluso una concepción común de la materia. Habíamos podido notar ya, desde este
punto de vista, una diferencia fundamental del pensamiento antiguo y el pensamiento
moderno: mientras los griegos veían en la materia el principio del devenir, nosotros
hemos hecho de ella, por lo contrario, el principio de la permanencia. (Ver Rivaud, Le
Devenir dans la Pensée Grecque). (Ch. Serrus).
dass also die jedesmalige oekonomische Struktur der Gesellschaft die reale Grundlage
bildet, aus der gesammte Ueberbau der rechtlichen und politischen Einrichtungen sowie
der religiösen, philosophischen und sonstigen Vorstellungsweisen eines jeden
geschichtlichen Zeitabschnittes in letzter Instanz zu erklären sind. Hiermit war der
Idealismus aus seinen letzten Zufluchtsort, aus der Geschichtsauffassung vertrieben,
eine materialistiche Geschichtsauffassung gegeben." ["Que hasta el presente toda la
historia ha sido la historia de las luchas entre las clases; que estas clases sociales en
lucha las unas con las otras son siempre el producto de las relaciones de producción y
de cambio, en una palabra, de las relaciones económicas de su época, y que así, en
cada momento, la estructura económica de la sociedad constituye el fundamento real
por el cual deben explicarse en última instancia toda la superestructura de las
instituciones jurídicas y políticas, así como de las concepciones religiosas, filosóficas y
de otra naturaleza de todo período histórico. Con ello el idealismo ha sido expulsado de
su último refugio, la concepción de la historia, y se ha dado una concepción materialista
de la historia." La transformación de la ciencia por el señor Eugenio Dühring.] (Fr.
Engels, Herrn Eugen Dühring's Umwälzung der Wissenschaft, Einleitung, 3ª ed., pág.
12). - Comunicado por Élie Halévy, así como la cita de Marx inserta arriba en el texto
mismo del artículo.
► Metempsicosis
Doctrina según la cual una misma alma puede animar sucesivamente varios cuerpos,
ya humanos, ya animales o hasta vegetales.
Sobre Metempsicosis.
34
- ¿No tiene esta doctrina como rasgo característico la eternidad de las almas? (L.
Boisse). - Las dos creencias están generalmente asociadas en la historia; pero nada
impide que haya transmigración de almas destinadas finalmente a anonadarse o a
absorberse en una realidad espiritual en la que perderían su individualidad. (L.
Brunschvicg - André Lalande).
Proyecto filosofía en español
(c) 2001 www.filosofia.org
André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo,
Buenos Aires 1953
► Sistema (6)
C. Clasificación. "Aunque todas las especies hubiesen sido revisadas (en esta obra), la
mayoría no estaban, sin embargo, más que indicadas; no era pues más que un sistema
abreviado, no era un sistema completo de los animales." Flourens, Éloge de Cuvier,
págs. 124-125.
Sobre Sistema.
¿No tiene esta palabra casi siempre, en nuestros días, un "import" peyorativo? Se había
creído que podría hacerse la observación en la primera redacción de este artículo, y se
había citado especialmente este texto de Claude Bernard: "Cuando la hipótesis está
sometida al método experimental, se convierte en teoría; mientras que si está sometida
35
a la lógica sola, se convierte en sistema." Introd. à la Médecine expér., 385. - Cf. Ibíd.,
pág. 384: "La medicina experimental... no será ni vitalista, ni animista, ni organicista, ni
solidista, ni humoral... No tiene por qué embarazarse con sistemas, que, ni unos ni otros,
podrían nunca expresar la verdad." El mismo uso de la palabra, págs. 387, 391, &c.
El hecho fue discutido en la sesión del 7 de marzo de 1918. El señor Robin citó varios
textos de Hamelin en los que sistema en el sentido B está tomado en sentido favorable:
"El saber, hágase lo que se haga, es un sistema." (Essai, pág. 11) : "Nada muestra mejor
(que la tendencia de los empiristas a construir historias genéticas del mundo) el poder
que ha conservado sobre los espíritus la idea de sistema. Se habla mal de ella, lo que es
fácil, hasta se la calumnia, pero volvemos a ella o más bien no nos separamos nunca de
ella." (Ibíd., pág. 6).
Los señores Beaulavon y Van Biéma piensan que el "import" peyorativo de la palabra
sistema es, en efecto, frecuente en los sabios [savants] (que, a menudo, por otra parte,
ponen también esa misma intención desfavorable en la palabra filosofía: ver la
aproximación de los dos términos en Claude Bernard, págs. 387, 390, 391, &c.). Pero
entre los mismos filósofos, esta palabra no tiene generalmente ese matiz.
La cuestión no podría ser resuelta más que por una larga investigación que tal vez no
valga la pena hacer. Se puede, sin embargo, citar como un ejemplo inverso y bastante
característico, el último parágrafo del libro de Delbos, La Philosophie pratique de Kant
(págs. 750 y sig.). Empieza así: "Que el sistema así formado haya tenido una influencia
prolongada, y haya dejado en los espíritus huellas profundas, se explica, &c.", y
concluye: "Tales son las principales tesis que el kantismo parece que ha podido dejar en
el pensamiento contemporáneo... Sólo pueden ganar, en todo caso, al ser liberadas de
los lazos que las encadenaban en el pensamiento de Kant a expresiones rígidas y a
determinaciones inmóviles... El método aun demasiado dogmático con el cual Kant ha
ordenado las ideas constitutivas de la moral formal ha disimulado este pensamiento,
que era, sin embargo, en gran parte el suyo: que las ideas valen prácticamente más aún
por su aptitud para actualizarse que por el rigor de su encadenamiento lógico." (A. L.).
B. (Más frecuentemente). Con "import" peyorativo: que está gobernado por un sistema
preconcebido. "Lo que separa también al sabio [savant] sistemático del sabio [savant]
experimentador, es que el primero impone su idea, mientras que el segundo no la da
nunca sino por lo que vale." CI. Bernard, Introd. à la Méd. expér., 88. Emplea también
substantivamente, en este sentido, el sistemático: "Lejos de volverse, como el
escolástico o el sistemático, en contra de la experiencia, para salvaguardar su punto de
partida, el experimentador... se apresurará a modificar su teoría..." Ibíd., 87.
Que procede con propósito deliberado: "Hacer una oposición sistemática." El adverbio
sistemáticamente es empleado a menudo en este sentido.
Advertencia
A menudo opuesto a espontáneo. Esta oposición es particularmente frecuente en
Augusto Comte: "El corazón y el espíritu concuerdan con respecto a tal conciliación, sin
la cual no se podría amar ni comprender verdaderamente al Gran Ser, por no apreciar
bastante las diversas preparaciones espontáneas que exigió su constitución
sistemática." Politique positive, IV, 15.
Error sistemático [F. Erreur systhématique], el que proviene de una causa constante,
que actúa siempre en el mismo sentido. Se opone a error accidental [F. Erreur
accidentelle].
Sobre Sistemático.
Texto de Augusto Comte comunicado por el señor G. Belot, quien añade: "Esta antítesis
forma parte de lo que pueden llamarse las "categorías" del pensamiento de Augusto
Comte, del vocabulario característico y "sistemático" de su estilo filosófico. En este
empleo, la palabra sistemático no implica solamente la idea de orden, de conjunto
organizado, sino también, por consiguiente, y sobre todo, la idea de una acción
consciente, querida, intencional, que se opone a la espontaneidad. Se encontrarían
innumerables ejemplos de este empleo en Comte, por ejemplo también Polit. Positive, I,
501; IV, 50, &c.
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André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926], Librería El Ateneo,
Buenos Aires 1953