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Texto: 1Jn 2.17: "Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre."
Introducción:
La oración más conocida del mundo cristiano es el
Padrenuestro. La mayor parte de los cristianos la podemos decir de
memoria. Esta oración modelo enseñada por Jesús recita en una parte: "...
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo..."
¿Les gustaría vivir en la voluntad de Dios? ¿vivimos
realmente en la voluntad divina? Es de esperar que ambas respuestas sean
afirmativas.
El salmo 2 dice que el mundo está en rebelión contra Dios y
contra Su Ungido, aquel que no ha recibido a Jesucristo en su corazón
como Salvador personal no busca hacer la voluntad de Dios; pero nosotros
somos la Iglesia de Cristo, por lo tanto DEBEMOS VIVIR EN LA
VOLUNTAD DEL SEÑOR.
Lo podemos hacer a través de los tres siguientes pasos.
En 2Co 7.1 dice que debemos consagrarnos a Él, nuestra santidad debe ser
perfeccionada en el temor de Dios. La consagración, que es la entrega total
a Dios, es otra forma a través de la cual mostramos al Señor que deseamos
su voluntad en nuestra vidas. Debemos hacerle saber a Dios que
anhelamos que su voluntad maravillosa sea cumplida. Recordemos
nuevamente que en el modelo de la oración, el Padrenuestro, Jesús nos
enseñó que pidiéramos que la Voluntad del Padre sea cumplida en la tierra
de la misma manera que se cumple en el cielo. Dios es perfecto, nos
conviene de todas maneras que su voluntad sea cumplida, Él siempre
busca lo mejor.
Nosotros los que hemos sido lavados con la sangre de Jesucristo debemos
imitarle en todo, en He 5.7-8 leemos estas maravillosas palabras: "Y Cristo,
en los días de su vida terrena, ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y
lágrimas al que lo podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor
reverente. Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo
que es la obediencia". El ejemplo de Jesucristo debería ser argumento
suficiente como para obedecer a Dios ya mismo, pero las Escrituras nos
ofrecen más base que nos exhorta a la obediencia:
2Co 10.5-6 "derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios; y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia
a Cristo, y estando dispuestos a castigar toda desobediencia, cuando la
obediencia de ustedes sea perfecta." Agregamos lo que dice en 1R 20.36:
"Él le dijo: Por cuanto no has obedecido a la palabra de Dios, te atacará un
león cuando te apartes de mí. Y cuando se apartó de él, le salió al encuentro
un león y lo mató." Estos pasajes claramente establecen que hay castigo
para la desobediencia; todo pecado es desobediencia en esencia, porque
cuando pecamos es porque estamos haciendo exactamente lo opuesto a
Dios. ¿Qué sacamos con tener claros los requerimientos divinos si hacemos
caso omiso de ellos? Cuidado, Dios no puede ser engañado Él demandará
justamente. En Flm v21 Pablo registra: "Te he escrito confiando en tu
obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo." Busquemos que
Dios tenga esta misma confianza en nosotros, que Él sepa que nosotros
estamos dispuestos a entregar más de lo que se nos pide.
Conclusión.-
La clave de una vida plena en el Señor es el cumplimiento de la
voluntad de Dios en nuestras vidas: buscarla, conocerla y obedecerla son
los tres pasos que nos llevan a esa plenitud de vida. El que vive en rebeldía
es como una huella en la arena seca: en cualquier momento una brisa suave
la hará desaparecer, pero "el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre." Sigamos el ejemplo de Jesús.
(Llamado a obedecer a la más urgente orden de Dios: aceptar a
Cristo.)