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EL TRATAMIENTO PENAL

DE LA DISCAPACIDAD INTELECTUAL
LAS TRAMPAS DEL SISTEMA

Fernando Santos Urbaneja


Fiscal de la Audiencia Provincial de Córdoba
Coordinador del Foro Andaluz del Bienestar Mental

© Fernando Santos Urbaneja


2007

fsurbaneja@telefonica.net
http://fernandosantosurbaneja.blogspot.com/

Trabajo publicado en:

Los Derechos de las Personas con Discapacidad


Volumen I: Aspectos Jurídicos – (2007 )
Consejo General del Poder Judicial
EL DISCAPACITADO AUTOR Y VÍCTIMA DE DELITOS

INDICE

I – EL DISCAPACITADO AUTOR DE HECHOS DELICTIVOS: PROBLEMAS QUE


PLANTEA LA APRECIACIÓN DE LA IMPUTABILIDAD Y EL CUMPLIMIENTO DE
LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD

I-I EL DISCAPACITADO Y EL ENFERMO MENTAL EN PRISIÓN

* PLANTEAMIENTO

* CONCEPTOS BÁSICOS

Imputabilidad e inimputabilidad

La enajenación inadvertida

La enajenación advertida no apreciada como causa de inimputabilidad

La enajenación sobrevenida

* LA EXCARCELACIÓN COMO ALTERNATIVA

Elementos favorables

Dificultades

* ¿SE PUEDE MEJORAR EL TRATAMIENTO Y LA ASISTENCIA EN LA


PRISIÓN?

* LA EXCARCELACIÓN POR CUMPLIMIENTO DE LA PENA.

I-II LA ANOMALÍA O TRASTORNO MENTAL APRECIADOS COMO CAUSA


TOTAL O PARCIAL DE INIMPUTABILIDAD: CONSECUENCIAS

* PLANTEAMIENTO
* CUANDO EL TRASTORNO ES DETECTADO ANTES DE DICTARSE LA
SENTENCIA Y DA LUGAR A LA APRECIACIÓN DE UNA IMPUTABILIDAD
INEXISTENTE O DISMINUIDA Y A LA IMPOSICIÓN DE UNA O VARIAS
MEDIDAS DE SEGURIDAD

Penas y medidas de seguridad: culpabilidad “versus” peligrosidad

Penas y medidas en los Códigos Penales: El sistema vicarial

El proceso de equiparación: El Código Penal de 1995

* CUANDO EL TRASTORNO ES DETECTADO ANTES DE DICTARSE LA


SENTENCIA Y DA LUGAR A LA APRECIACIÓN DE UNA IMPUTABILIDAD
INEXISTENTE O DISMINUIDA PERO NO SE IMPONEN MEDIDAS DE
SEGURIDAD

Porque la sentencia sólo haya apreciado una circunstancia atenuante


simple o una atenuante por analogía

Porque no se aprecie peligrosidad alguna en el momento de dictarse


sentencia.

* OTROS SUPUESTOS

* ¿DEBE CONTROLARSE JUDICIALMENTE LA EJECUCIÓN DE LAS


MEDIDAS DE SEGURIDAD DE CARÁCTER SOCIO-SANITARIO?

I-III DISCAPACIDAD Y FUERZAS DE SEGURIDAD

I- IV RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DE LA COMISIÓN DE UN


DELITO

* PLANTEAMIENTO

* REGULACIÓN

I – V LA TRAMPA DE LOS JUICIOS RÁPIDOS

* PLANTEAMIENTO

* REGULACIÓN

* PRECAUCIONES
II – EL DISCAPACITADO “VÍCTIMA” DE HECHOS DELICTIVOS

* PLANTEAMIENTO

* DISCAPACITADOS INTELECTUALES

* TRASTORNOS MENTALES

* DEMENCIAS

III – PROPUESTAS Y CONCLUSIONES

IV – ANEXO

CONVENIO DE COLABORACIÓN SUSCRITO ENTRE FEAPS-ANDALUCIA Y LA


COMISARÍA PROVINCIAL DEL CUERPO DE POLICÍA NACIONAL DE CÓRDOBA

CONVENIO DE COLABORACIÓN ENTRE LA CONSEJERÍA PARA LA IGUALDAD Y


BINENESTAR SOCIAL DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA Y FEAPS-ANDALUCÍA PARA
EL DESARROLLO DEL PROGRAMA DE ATENCIÓN A PERSONAS CON
DISCAPACIDAD INTELECTUAL AFECTADAS POR EL RÉGIMEN PENITENCIARIO.
I – EL DISCAPACITADO AUTOR DE HECHOS DELICTIVOS: PROBLEMAS QUE
PLANTEA LA APRECIACIÓN DE LA IMPUTABILIDAD Y EL CUMPLIMIENTO DE
LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD

I-I EL DISCAPACITADO Y EL ENFERMO MENTAL EN PRISIÓN

* PLANTEAMIENTO

La primera parte de este trabajo pretende ofrecer algunas respuestas a las preguntas
que suelen hacerse los que llegan a enterarse de que en las prisiones cumplen
condena personas con discapacidad intelectual o que padecen trastornos mentales
más o menos severos.

No hace mucho un Diario de circulación nacional denunciaba perplejo: “El Estado


mantiene internados en cárceles a más de setecientos discapacitados psíquicos” y
ofrecía un mapa de las prisiones donde se había detectado esta dolorosa realidad
frecuentemente denunciada por las Asociaciones de Familiares, El Defensor del
Pueblo del Estado o de las distintas Comunidades Autónomas en sus informes, etc…

Las preguntas son las siguientes:

¿POR QUÉ HAY DISCAPACITADOS Y ENFERMOS MENTALES EN LAS


PRISIONES?

¿HAY ALTERNATIVAS A ESTA SITUACIÓN?

¿SE PUEDE MEJORAR LA ASISTENCIA O LA ATENCIÓN A ESTOS PRESOS?

Las respuestas son las siguientes:

EXISTEN DISCAPACITADOS INTELECTUALES Y ENFERMOS MENTALES EN LAS


PRISIONES

a) Porque nadie ha advertido la minusvalía o el trastorno a lo largo de toda la


tramitación del procedimiento (ENAJENACIÓN INADVERTIDA)

b) Porque a pesar de haber sido advertida, tras su evaluación se entiende que


el discapacitado o el enfermo es imputable. (ENAJENACIÓN ADVERTIDA NO
APRECIADA COMO CAUSA DE INIMPUTABILIDAD)

c) Porque la enfermedad se ha generado en prisión. (ENAJENACIÓN


SOBREVENIDA).
EN CUANTO A LAS ALTERNATIVAS

a) En el plano teórico no existe gran dificultad para formularlas

b) En la práctica, la consecución y más aún, la ejecución de las alternativas,


presenta graves dificultades.

EN CUANTO A LA POSIBILIDAD DE MEJORAR LA ASISTENCIA Y TRATAMIENTO


EN PRISIÓN

Cabe señalar que, generalmente, todo es mejorable.

Antes de seguir es obligado aclarar algunos…

* CONCEPTOS BÁSICOS

Imputabilidad e inimputabilidad

La imputabilidad es un estado, aptitud o capacidad de la persona para comprender la


relevancia de su conducta y para actuar conforme a esa comprensión.

En términos coloquiales, es imputable quien sabe lo que está haciendo y comprende


que con ello incumple la ley.

Requiere la posesión por el sujeto de facultades intelectuales y volitivas que le


permitan conocer el significado de su acción y dirigir su actuación conforme a dicho
entendimiento.

La inimputabilidad se deriva de la carencia por el sujeto, en todo o en parte, de estas


facultades.

La redacción del Art. 60 del C. Penal plantea un nuevo concepto que aún no
tiene denominación ni delimitado su contenido.
Se trata de la capacidad para conocer, no la ilicitud del hecho ( Art. 20 C.P.), sino “el
sentido de la pena”.

Tras décadas en que se asoció la inimputabilidad pura y simplemente a la existencia


de un determinado diagnóstico, el Código Penal de 1995, recogiendo una posición ya
apuntada previamente por algunas sentencias del Tribunal Supremo y acogida
mayoritariamente por los países de nuestro entorno, relativiza la importancia del
diagnóstico y pone el acento en la relación del padecimiento con el hecho concreto al
tiempo de su comisión.
Así el Art. 20-1º del C.Penal establece que está exento de responsabilidad criminal:

“El que al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de


cualquier anomalía o alteración psíquica, no pueda comprender la
ilicitud del hecho, o actuar conforme a esa comprensión.”

Claramente distingue el precepto la vertiente intelectual (no poder comprender) de la


vertiente volitiva (no poder actuar de otro modo aunque se comprenda la ilicitud de la
conducta), todo ello motivado por un padecimiento preexistente (anomalía o alteración
psíquica) y referido al momento concreto de la comisión del hecho.

La formulación es mucho más rica que la contenida en el Art. 8-1º del Código Penal de
1973 ya derogado. Al ser más rica, es mucho más exigente en su apreciación.

Se ha introducido de manera expresa en la órbita de la inimputabilidad, las cuestiones


derivadas de la falta de voluntad, en las que se encuadran todos los fenómenos
derivados de las adicciones a sustancias (alcoholismo, drogodependencias, etc...,) o a
conductas (ludopatía, cleptomanía, etc...,) y otros fenómenos psíquicos diversos.

El tener que demostrar la conexión del padecimiento con la realización del hecho
concreto será difícil cuando el sujeto no sea inmediatamente detenido y examinado,
teniendo que acudir en numerosas ocasiones a indicios y, en otras, habrá que admitir
la imposibilidad de determinar esta circunstancia.

La enajenación inadvertida

Se produce cuando las anomalías no han sido detectadas durante el procedimiento y


por tanto no han sido tenidas en cuenta en la sentencia ni han producido efecto
alguno.

Esto ocurre con muchísima frecuencia con el discapacitado intelectual ligero y con
algunas enfermedades mentales cuyos rasgos se enmascaran en el estado emocional
extraño que frecuentemente tiene el delincuente no habitual cuando se encuentra en el
Juzgado de Guardia o cuando declara ante un Juez.
Es frecuente que el propio abogado defensor no llegue a advertir esta circunstancia y
que el defendido no llegue a decírselo si no tiene conciencia de enfermedad.

La consecuencia es que se otorga a estas personas el mismo tratamiento que a una


persona completamente imputable y, en caso de penas privativas de libertad, cumplen
en Centros Ordinarios.

Esta situación, no infrecuente antes de la entrada en vigor de los denominados “juicios


rápidos”, puede multiplicarse por diez una vez ha entrado en vigor éste modo de
enjuiciamiento (28 de Abril de 2003), pues las posibilidades de detección o, en su
caso, de evaluación, son muy escasas debido a la extraordinaria celeridad del
procedimiento
Es un hecho aceptado que un porcentaje muy apreciable de las personas detenidas
que se ponen a disposición del Juzgado de Guardia, padecen algún tipo de
discapacidad, anomalía o trastorno mental.

Si esta circunstancia llegara a ser detectada, considero que el enjuiciamiento no


debería realizarse como juicio rápido, sino por el procedimiento ordinario por tratarse
de una “cuestión compleja” (Art. 795-1-3ª LECrim.), cuya investigación en modo
alguno puede considerarse “sencilla”.

Si no llegara a ser detectada antes de dictarse sentencia firme y sí posteriormente en


fase de ejecución, entiendo que la solución pasaría por aplicar a estos supuestos el
Art. 60 del C. Penal y la doctrina elaborada en torno al mismo pues, aunque siempre
se ha dicho que tal precepto regula la “enajenación sobrevenida”, lo cierto es que en
ningún momento se dice que la enajenación haya aparecido en un momento posterior,
sino que haya sido “apreciada” después de pronunciada la sentencia firme.

Enajenación advertida, no apreciada como causa de inimputalibidad

Hay que partir de que tanto discapacitados psíquicos (sobre todo los ligeramente
afectados) como enfermos mentales pueden realizar conductas delictivas para las que
tienen completo discernimiento, de modo que actuarían de forma completamente
imputable porque lo harían con capacidad suficiente para comprender la ilicitud de
hecho y para actuar conforme a esa comprensión.

Si se declara su imputabilidad para esos hechos deberán ser condenados como una
persona normal, no podrá adoptarse medida de seguridad alguna y si se les impone
una pena privativa de libertad de obligado cumplimiento deberán ingresar en un centro
de cumplimiento ordinario.
Esto es difícil de asumir

Esta realidad no es tan infrecuente.


Conozco el caso de un Discapacitado intelectual ligero acusado de una serie de
agresiones y abusos sexuales a menores con unánimes informes que ponen de
manifiesto la capacidad completa de actuación en este contexto y se le declara
imputable.

Se encuentra cumpliendo la pena en un Centro Ordinario y ello no es fruto de ningún


error, sino consecuencia de la correcta aplicación del concepto de imputabilidad.

El nuevo concepto de imputabilidad distingue con indudable base científica


entre actos afectados por la dolencia y actos no afectados, actos relacionados
con la enfermedad y actos ajenos a la enfermedad, pero no se puede mandar a la
cárcel solo la parte sana, porque el enfermo y el discapacitado como cualquier
persona son una realidad inescindible y esto no debe ser olvidado.
Estoy de acuerdo en que en aquellos casos en que la conducta delictiva sea
ajena a la alteración o anomalía psíquica deba considerarse al sujeto imputable
de ese hecho y no se le aprecie por esto circunstancia atenuante o eximente
alguna, pero la sentencia debería recoger como hecho probado la existencia de
una deficiencia o anomalía psíquica y la adopción de las medidas de seguridad
que se estimen oportunas desde una perspectiva global de la persona, pues
aunque se juzgue un hecho en la vida de una persona, quien soporta las
consecuencias de ese juicio es la persona en su totalidad.

La enajenación sobrevenida

Todo lo relativo a la inimputabilidad del acusado debe llegar, en teoría, perfectamente


establecido a la fase de ejecución porque así se haya establecido en la sentencia. Lo
que no esté en la sentencia no deberá estar en la ejecución.

Ocurre, sin embargo, que la alteración o anomalía psíquica puede aparecer en un


momento posterior a la celebración del juicio oral y a la sentencia, en fase de
ejecución de la pena.

La solución aparece recogida en el Art. 60 del C.Penal

1. Cuando, después de pronunciada sentencia firme, se aprecie en el


penado una situación duradera de trastorno mental grave que le
impida conocer el sentido de la pena, el Juez de Vigilancia
Penitenciaria suspenderá la ejecución de la pena privativa de
libertad que se le hubiera impuesto, garantizando que reciba la
asistencia médica precisa...

La L.O. 15/2003 de 25 de Noviembre, ha añadido el siguiente párrafo


sobre la inicial redacción dada por la L.O. 10/1995

“....para lo cual podrá decretar la imposición de una medida de


seguridad privativa de libertad de las previstas en este Código que
no podrá ser, en ningún caso, más gravosa que la pena sustituida.
Si se tratase de una pena de distinta naturaleza, el Juez de Vigilancia
Penitenciaria apreciará si la situación del penado le permite conocer
el sentido de la pena y, en su caso, suspenderá la ejecución
imponiendo las medidas de seguridad que estime necesarias.

El Juez de Vigilancia comunicará al Ministerio Fiscal, con suficiente


antelación, la próxima extinción de la pena o medida de seguridad
impuesta, a efectos de lo previsto por la disposición adicional
primera de este Código.
2.- Restablecida la salud mental del penado, éste cumplirá la
sentencia si la pena no hubiere prescrito, sin perjuicio de que el
Juez o Tribunal por razones de equidad, pueda dar por extinguida la
condena o reducir su duración, en la medida en que el cumplimiento
de la pena resulte innecesario o contraproducente.

No es infrecuente la aparición de trastornos mentales tras el ingreso o durante el


cumplimiento de la pena.
La prolongada privación de libertad produce a menudo perturbaciones psíquicas que
son tratadas en los propios Centros Penitenciarios.

Sobre esta y otras cuestiones puede encontrarse información muy valiosa en la obra
“MIL VOCES PRESAS” 1

A pesar de los frecuentes padecimientos psíquicos que se sufren en prisión, rara vez
se realizan peticiones de suspensión de la ejecución de la pena.
Ello es debido en buena parte a que en la mayor parte de los casos, la asistencia
letrada no continúa en fase de ejecución de la sentencia.
Es esta una costumbre de perniciosos efectos para los condenados pues se van a ver
imposibilitados en la práctica para hacer valer sus pretensiones ante los Tribunales o
Autoridades Administrativas correspondientes.

Por otra parte, los funcionarios de prisiones no suelen cumplir con el mandato
establecido en el Art. 757 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que obliga a las
Autoridades y funcionarios públicos a poner en conocimiento del Fiscal cuando, por
razón de sus cargos, conocieran la existencia de persona posiblemente incursa en
causa de incapacitación.

Es verdad que el Art. 60 del C. Penal, aludiendo a lo dispuesto en la Disposición


Adicional Primera del Código Penal, impone al Juez de Vigilancia Penitenciaria la
obligación de comunicar al Ministerio Fiscal, con antelación suficiente, la próxima
extinción de la pena o medida de seguridad, pero lo interesante no es que el Fiscal lo
sepa al final, sino al principio, al objeto de poder plantear iniciativas que mejoren su
situación.

Es hora de retomar una cuestión que ya ha quedó anteriormente apuntada consistente


en determinar si la capacidad para conocer el sentido de la pena a la que alude el Art.
60 del C. Penal tiene o no un contenido equiparable a la noción de imputabilidad del
Art. 20 – 1º del C. Penal.

En mi opinión el Art. 60 tiene una óptica distinta a la del Art. 20-1º del C. Penal. Este
analiza el padecimiento en relación al hecho delictivo en el momento de cometerlo.
Aquel sitúa al sujeto, globalmente considerado, frente a la pena, su capacidad de
comprensión y de cumplimiento de la misma.

1
Esta obra, escrita por Juan Carlos Ríos Martín y Pedro José Cabrera Cabrera publicada por la
Universidad Pontificia de Comillas se basa en las contestaciones dadas por cientos de presos a
una encuesta que les fue facilitada
El Art. 20-1º y el Art. 60 del Código Penal juegan en ámbitos y momentos
temporales diferentes. Pertenecen a sistemas distintos

El primero hay que ponerlo en relación con un determinado momento (el de la


ejecución del hecho) y un determinado delito.

El segundo tiene que ver con la ejecución de la pena y la actitud de la


persona, globalmente considerada, para comprender su sentido.

En relación con esta cuestión considero que tuvo gran importancia la doctrina
dimanante de la Consulta 5/1999 de la Fiscalía General del Estado sobre “Problemas
que plantea el internamiento de quienes tienen suspendida la ejecución de una pena
privativa de libertad por trastorno mental grave sobrevenido a la sentencia firme”

A mi juicio representó una admirable ruptura con el sistema que venía aplicándose y
que fue elaborado en base a lo dispuesto en el Art. 82 del derogado Código penal de
1973.
Digo “representó” dado que la nueva redacción del párrafo primero del Art. 60 del C.
Penal, reorienta en cierto modo las cosas a la situación precedente, en la medida en
que vuelve a conectar “el recibir asistencia sanitaria precisa” con “la imposición de
medidas de seguridad”

Resulta muy elocuente, respecto del cambio experimentado, releer la Consulta 5/1999
de la Fiscalía General del Estado.

“Si el juicio que demanda el art. 60 del C.Penal no es juicio de


peligrosidad, sino juicio de capacidad de comprensión del sentido y
alcance de la pena que sufre, es indudable que sobre ese juicio no se
puede sustentar la imposición de una medida de seguridad que venga a
sustituir a la pena suspendida.

El auto resolutorio del incidente de suspensión de la ejecución no


constituye una decisión jurisdiccional apta para acordar la imposición de
medidas de seguridad. Como ha manifestado en varias ocasiones la
jurisprudencia del Tribunal Supremo y se recordó en la Consulta nº
1/1989, la medida de seguridad sólo se puede imponer en la sentencia
que pone fin al proceso penal tras analizar el fondo de la cuestión relativa
a la imputabilidad del acusado en relación con el hecho criminal que se le
imputa....

No es admisible por lo tanto que, comprobada la situación de trastorno


mental grave del reo y su imposibilidad sobrevenida para conocer el
sentido de la pena, el juez o tribunal sentenciador sustituya la pena de
prisión por una medida de seguridad de internamiento ni de cualquier otra
naturaleza.
Los señores fiscales demandarán en estos casos la suspensión de la
ejecución de la pena y el cese efectivo de toda intervención penal, porque
la mención que se contiene en el Art. 60 del Código Penal a la obligación
que pesa sobre el juez o tribunal de garantizar al penado la asistencia
médica, tiene un sentido exclusivamente asistencial y tuitivo de su
persona, absolutamente extraño a cualquier medida institucional de
reacción penal”.
* LA EXCARCELACIÓN COMO ALTERNATIVA

Elementos favorables

A.- DE CARÁCTER SOCIAL

Afortunadamente España goza de una arraigada tradición de cumplimiento


humanitario de las penas.
No puede olvidarse en este punto la aportación de la denominada generación de los
Krausistas; Giner de los Ríos, Luis Silvela y Concepción Arenal quien llegó a
desempeñar el cargo de Directora General de Instituciones Penitenciarias.

A la mayoría de los ciudadanos de nuestro país les repugna el cumplimiento inhumano


de las penas y reaccionan con estupor cuando conocen la existencia de
discapacitados y enfermos mentales en las prisiones ordinarias.

Esta diferencia de talante es muy perceptible si la comparamos, por ejemplo, con el


mundo anglosajón donde sólo recientemente se empieza a cuestionar por una porción
importante de la sociedad la imposición de la pena de muerte a discapacitados y
enfermos mentales.

En definitiva, nuestra sociedad acepta e incluso reclama alternativas a la presencia en


prisión de discapacitados y enfermos mentales en las cárceles.

B.- JURÍDICOS

Alentadas por este trasfondo ético, nuestras leyes van señalando el camino que
permita hacer posible lo deseable.

Ya se ha señalado la importancia que en este sentido tiene el Art. 60 del Código


Penal.
Creo que puede jugar un importante papel en supuestos de enajenación “inadvertida”
o “sobrevenida”. En cambio veo muy limitadas sus posibilidades de aplicación en el
caso de la “enajenación advertida no apreciada como causa de inimputabilidad”

A nivel de Comunidades Autónomas, En Andalucía, el Art. 36 de la Ley 1/1999 de 31


de Marzo de Atención a las Personas con Discapacidad en Andalucía, bajo el Epígrafe
“Atención en supuestos de privación de libertad” dispone:

“Se atenderá a las personas con minusvalía que se vean obligadas a ser
privadas de libertad como medida de seguridad por decisión judicial en
centros penitenciarios, promoviendo, además, programas sociales que
posibiliten a jueces y tribunales el adoptarlas como sustitutivas.
Para ello los servicios sociales se coordinarán con las administración
competente en Instituciones Penitenciarias y con el Poder Judicial”.
Dificultades

A.- DE CARÁCTER JURÍDICO- PROCESAL

a) Algunos de los enfermos han cometido una pluralidad de delitos juzgados por una
pluralidad de Jueces o Tribunales, en ocasiones en distintos territorios.

Ello da lugar a una dispersión y pluralidad de dependencias judiciales sobre la


base de otras tantas sentencias, algunas de las cuales han advertido y
apreciado la inimputabilidad total o parcial y otras, o no la han advertido, o no la
han apreciado, o han considerado que la enfermedad no había influido en la
comisión de los hechos.

Nuestro actual sistema no permite organizar esta situación. Cada


ejecución seguirá “Su lógica jurídica interna” en claro conflicto con la
lógica sanitaria, con la lógica del tratamiento.

Una solución posible sería arbitrar un Juzgado Provincial, Autonómico o Central


de Ejecución de sentencias en los casos en que un discapacitado o enfermo
mental tenga dependencia judicial múltiple dentro de una provincia, una
comunidad autónoma o dentro del Estado.

Sería muy conveniente a estos efectos que en el Registro Central de Penados


se anotase la apreciación de las circunstancias eximentes o atenuantes que se
sitúan en la órbita de la inimputabilidad por razón de trastorno mental

b) Cualquier modificación de estatus penitenciario tiene que contar con el informe de la


Junta de Tratamiento y la aprobación de la Dirección General de Instituciones
Penitenciarias.

En ocasiones la Dirección General de Instituciones Penitenciarias ha mostrado


escasa sensibilidad hacia estas situaciones, decidiendo en base a criterios
objetivos y automáticos (clase de delito, duración de la pena, etc...)

B.- RECURSOS MATERIALES

De nada serviría articular una buena solución jurídica si no se puede contar con los
recursos socio-sanitarios necesarios.

C.- COORDINACION INTER-INSTITUCIONAL

De nada servirían las buenas soluciones jurídicas y los recursos socio-sanitarios si no


se tiene una estrategia común entre todas las instituciones y organismos implicados.
D.- OTRAS

En ocasiones el perfil del enfermo (ausencia de conciencia de enfermedad, negativa a


acudir a los centros, etc...) hace inviable su asistencia en régimen de libertad.

* ¿SE PUEDE MEJORAR EL TRATAMIENTO Y LA ASISTENCIA EN LA PRISIÓN?

Ya se ha señalado que todo generalmente es mejorable.

Existen prisiones más masificadas y menos masificadas, más modernas y más


antiguas y todo ello repercute en la mayor o menor calidad de la asistencia y de la
calidad de vida.

En cualquier caso se juzga como conveniente:

Para los internos que padecen enfermedad o trastornos mentales

* La existencia de un módulo específico de Salud Mental

* La existencia de comunicación y coordinación con el Servicio General de


Salud Mental al objeto de que Psiquiatras externos puedan visitar y evaluar a
los presos.

Del mismo modo deberían establecerse los protocolos y cauces de actuación


para que los enfermos presos puedan recibir asistencia en las Unidades
Generales de Salud Mental en los supuestos cuyas necesidades de atención
excedan las posibilidades del Centro Penitenciario.

* Para los casos más graves habría que derivar al enfermo al Hospital
Psiquiátrico Penitenciario en los términos previstos en el Art. 184-c) del
Reglamento Penitenciario aprobado por R.D. 190/1996 de 9 de Febrero,
referente a los internos que, “por enfermedad mental sobrevenida, se les haya
impuesto una medida de seguridad por el Tribunal sentenciador en aplicación
de los dispuesto en el Código Penal y en la Ley de Enjuiciamiento Criminal…”

Para los internos que padecen discapacidad intelectual

* Programas específicos para este colectivo.

* Utilizar todas las posibilidades que brinda la legislación penitenciaria para


procurar alternativas a las penas o su cumplimiento (tercer grado, integración
en actividades de Asociaciones, etc...)
Desde hace años La Federación de Organizaciones en favor de las Personas
con Discapacidad Intelectual (FEAPS) está buscando soluciones a esta
situación.

En Andalucía FEAPS firmó un convenio con la Consejería de Igualdad y


Bienestar Social (vigente hasta el día 31 de Diciembre de 2005) en virtud del
cual diversas Asociaciones integradas en la Federación ofrecieron 56 plazas
repartidas entre las diversas provincias andaluzas para que discapacitados
intelectuales pudieran cumplir en sus Centros las penas o medidas de
seguridad impuestas por la comisión de hechos delictivos.

Lo cierto es que, por diversas razones, la excarcelación solo fue posible en un


reducido número de casos.

En otro sentido, es muy interesante la experiencia que se viene desarrollando


en la prisión de Segovia.

La dificultad de encontrar alternativas a la prisión llevó a la ONG “Horizontes


Abiertos”, que lleva más de 25 años trabajando en la atención a las personas
privadas de libertad, a establecer un convenio con Instituciones Penitenciarias
para trabajar dentro de la prisión de Segovia, en la mejora de la calidad y de las
condiciones de vida los reclusos con discapacidad.
Con este objetivo se gestó el denominado “Proyecto Salmerón” que ha dado
lugar a la apertura en esta prisión, de un módulo especial para presos
discapacitados donde se desarrollan programas específicos para estas
personas.

* LA EXCARCELACIÓN POR CUMPLIMIENTO DE LA PENA

A la ley le preocupa el día después del discapacitado o enfermo mental que accede a
la situación de libertad tras su paso por la cárcel.

El Art. 60 del Código Penal dispone:

El Juez de Vigilancia comunicará al Ministerio Fiscal, con suficiente


antelación, la próxima extinción de la pena o medida de seguridad
impuesta, a efectos de lo previsto por la disposición adicional
primera de este Código.

El Art. 104-2 señala, casi en los mismos términos que:

“Cuando se aplique una medida de internamiento de las previstas en


el apartado anterior o en los artículos 101, 102 y 103, el Juez o
Tribunal sentenciador comunicará al Ministerio Fiscal, con suficiente
antelación, la próxima extinción de la pena o medida de seguridad
impuesta, a efectos de lo previsto por la disposición adicional
primera de este Código.
La Disposición Adicional Primera del Código Penal dice:

“Cuando una persona sea declarada exenta de responsabilidad


criminal por concurrir alguna de las causas previstas en los
números 1º y 3º del artículo 20 de este Código, el Ministerio Fiscal,
instará, si fuera procedente, la declaración de incapacidad ante la
Jurisdicción Civil, salvo que la misma hubiere sido ya anteriormente
acordada y, en su caso, el internamiento conforme a las normas de
la legislación civil”

Por su parte, el 219-4 del Reglamento Penitenciario, bajo el epígrafe de “Medidas


Epidemiológicas” dispone:

“Cuando el liberado definitivo sea un enfermo mental, se


comunicará al Ministerio Fiscal a los efectos procedentes”

Al Ministerio Fiscal se le ofrecen dos alternativas:

a) Valorar la conveniencia de instar la declaración de incapacidad

b) Valorar la conveniencia de instar el internamiento involuntario al amparo de


lo dispuesto en la legislación civil

La declaración de incapacidad en sí misma no resuelve nada, acaso lo que venga es a


complicar las cosas.

El internamiento involuntario en ocasiones es una opción razonable.

Si nos paramos a pensar un poco comprenderemos que, muy frecuentemente, el


discapacitado intelectual (muchas veces con un trastorno de conducta asociado) o el
enfermo mental preso, acceden a la situación de libertad sin que tengan donde ir o
cuando su padecimiento se encuentra activo.

Algunos carecen de familia. Otros han roto definitivamente con sus allegados.

Los trabajadores sociales de las prisiones saben bien de las dificultades de encontrar
apoyos para ellos cuando salgan en libertad.

Pensar en la declaración de incapacidad como “panacea”, como algo que va a resolver


los problemas es una quimera, empezando por la gran dificultad para encontrar un
tutor que vele por ellos.

Lo que estas personas necesitan no es un papel que contenga una declaración judicial
de incapacidad, sino recursos socio-sanitarios y apoyo externo.
Esta es la batalla verdaderamente importante.
Ortega y Gasset, en las Meditaciones del Quijote (1914), proclamaba aquello de “Yo
soy, yo y mi circunstancia”.
Esta es la mitad de la frase que ha hecho fortuna, que se cita y se recuerda.
Pero Ortega dijo más: “y si no la salvo a ella no me salvo yo”

Si después del paso por la prisión se devuelve al discapacitado o enfermo al entorno,


a la “circunstancia” que motivó su ingreso, entraremos en una espiral, en un círculo
vicioso con resultados muy previsibles.

Es preciso por tanto alterar el proceso, ofrecer otros horizontes, dar oportunidades y
ello pasa ineludiblemente por proporcionar recursos asistenciales, ocupacionales,
etc…, donde estas personas puedan desarrollar una nueva vida.

En ello hay muchas personas empeñadas, empezando por las Asociaciones y


Fundaciones del ámbito de la Discapacidad y la Enfermedad Mental.

Las Administraciones, hasta ahora, han guardado cierta distancia con el problema.
Es cierto que han apoyado los proyectos que se les han presentado y han producido
legislación favorecedora para llevarlos a cabo pero ocurre que, desde el mes de
Noviembre de 2003, existe en el Código Civil un precepto que impone a las
Administraciones competentes una implicación de lleno en el tema.

La Ley 41/2003 de 18 de Noviembre, entre otras reformas, añadió un segundo párrafo


al Art. 239 del Código Civil que dice lo siguiente:

“La entidad pública a la que, en el respectivo territorio, esté


encomendada la tutela de los incapaces cuando ninguna de las
personas recogidas en el artículo 234 sea nombrado tutor, asumirá por
ministerio de la Ley la tutela del incapaz o cuando éste se encuentre en
situación de desamparo.

Se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho


a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de
los deberes que le incumben de conformidad a las Leyes, cuando éstos
queden privados de la necesaria asistencia moral o material”.

Lo que el precepto establece es la obligación de la Administración que en cada


territorio tenga encomendadas las competencias en servicios sociales, de asumir la
tutela de personas mayores de edad desamparadas debido al padecimiento de una
anomalía mental o trastorno psíquico.

Ya no se trata de apoyar las iniciativas de otros, sino de asumir una función propia.

Esta atribución, que no figuraba en el proyecto de la ley, ha cogido por sorpresa a


algunas Comunidades Autónomas y, en general, ha obligado a la creación de
estructuras o fórmulas para dar respuesta a este imperativo legal.
Así, se ha optado en muchos casos por la creación de Fundaciones Tutelares Públicas
o la Administración ha concertado la asistencia y tutela de las personas desamparadas
con Fundaciones o entidades de carácter privado.

En cuanto a la segunda alternativa que plantea la Disposición Adicional Primera del


Código Penal de 1995, esto es, la de instar el internamiento involuntario de carácter
civil, muchas veces es una auténtica necesidad.

Cuando llega el día en que un enfermo mental cumple su condena no puede


permanecer en prisión. Si éste enfermo sigue necesitando tratamiento o se encuentra
en una fase activa, el decretar sin más su libertad con la sola y formal recomendación
de que acuda a un Centro Médico o a su Equipo de Salud de referencia, supondrá de
hecho condenarle al desamparo.

Lo razonable es enlazar la salida de prisión con el ingreso en la unidad de salud


mental correspondiente.

Dado que los internamientos involuntarios están sometidos a control judicial, puede
solicitarse al Fiscal con antelación suficiente que inste ante el Juzgado competente la
concesión de autorización para este internamiento, previo cumplimiento de los trámites
previstos en el Art. 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
Puede incluso solicitarlo directamente del Juez, el Director Médico o el Director de la
Prisión.

No obstante, creo que es una práctica mejor el realizar el internamiento en su


modalidad de urgente, esto es, trasladar al enfermo a la Unidad de Salud Mental el día
de finalización de la pena y que el control judicial se produzca posteriormente a raíz de
la comunicación que el Director de la Unidad debe realizar al Juzgado en el plazo
máximo de 24 horas.

Una vez integrado en la red civil de salud mental, se deberá estudiar su inclusión en
dispositivos intermedios de cara a su rehabilitación y reinserción social.

Si los recursos no existen se llegará a situaciones claudicantes, lo mismo que cuando


el enfermo se niega a utilizarlos bien porque los rechaza, bien porque carece de
conciencia de enfermedad.
En estos casos, el tratamiento asertivo en la comunidad, esto es, un abordaje del
enfermo en su medio, en coordinación con las personas de su entorno (vecinos,
familiares, trabajadores sociales, fuerzas de seguridad, etc…) suele dar buenos
resultados.

Si todo falla y se da lugar a graves situaciones de perjuicio de tercero o de perjuicio


propio cuando se carece de capacidad para decidir, no habrá más remedio que acudir
al ingreso involuntario en Centro o Unidad adecuados para su tratamiento.
I – II LA ANOMALÍA O TRASTORNO MENTAL APRECIADOS COMO CAUSA TOTAL
O PARCIAL DE INIMPUTABILIDAD: CONSECUENCIAS

* PLANTEAMIENTO

Esta segunda parte, está dedicada al estudio de otras hipótesis, a saber

a) Cuando el trastorno ha sido detectado antes de dictarse la sentencia lo cual


ha dado lugar a la apreciación de una imputabilidad inexistente o disminuida y
a la imposición de una o varias medidas de seguridad.

b) Cuando el trastorno ha sido detectado antes de dictarse la sentencia lo cual


ha dado lugar a la apreciación de una imputabilidad inexistente o disminuida
pero no se impone ninguna medida de seguridad.

c) Otros supuestos

* CUANDO EL TRASTORNO HA SIDO DETECTADO ANTES DE DICTARSE LA


SENTENCIA LO CUAL HA DADO LUGAR A LA APRECIACIÓN DE UNA
IMPUTABILIDAD INEXISTENTE O DISMINUIDA Y A LA IMPOSICIÓN DE UNA O
VARIAS MEDIDAS DE SEGURIDAD.

En ocasiones la inimputabilidad es advertida en el mismo momento de la detención.


En otras se descubre en la fase de instrucción y no es infrecuente que las dudas
aparezcan en el mismo acto del juicio oral. En este caso es recomendable suspender
el juicio al objeto de que el acusado sea examinado por los facultativos para que
dictaminen al respecto.

Ya sea en la fase de instrucción, ya sea en un momento posterior antes de que se


dicte sentencia, los facultativos deberán informar sobre las siguientes cuestiones:

1º.- Si el imputado/acusado padece alguna alteración o anomalía psíquica.

2º.- En caso afirmativo, cuales son sus características y, en concreto, si es


permanente o cursa alternando periodos agudos con otras fases de remisión.

3º-. Si puede establecerse relación entre tal dolencia y la comisión de los


hechos objeto del procedimiento

4º.- Si puede establecerse un pronóstico de peligrosidad y, en su caso, cuales


serían a su juicio las medidas más convenientes a adoptar para su tratamiento
y protección propia y de terceros.

Antes de continuar es preciso repasar algunos conceptos.


Penas y medidas de seguridad: Culpabilidad “versus” peligrosidad.

Durante siglos la pena fue la única respuesta frente al delito ya lo cometieran los
sanos o los enfermos.

La crueldad e injusticia de esta solución no pasó inadvertida y fue denunciada desde


antiguo ( Séneca, Tomás Moro, etc...). Es más, no es descabellado pensar que incluso
la gente sencilla percibiese la diferente motivación de los actos de una persona sana y
los de una persona enferma, pero el sentimiento de que toda ofensa debe tener su
sanción y todo daño su reparación, muy arraigado en todas las sociedades incluida la
actual, pesaba demasiado.

No es fácil imaginar que un hecho grave pudiera quedar impune invocando la locura o
debilidad mental del autor. El apaciguamiento de la alarma social creada exigía una
respuesta ejemplar y disuasoria ya la sufriese el sano, ya la sufriese el enfermo.

A estas razones de estricto orden público, justificadas por la utilidad o necesidad social
se unieron otras que preconizaban la utilidad o necesidad individual.

Así, se decía:

“ Por la pena el loco se vuelve cuerdo “.

Con el trasfondo de la Ilustración y sus ideales, la cuestión de las medidas de


seguridad se plantea científicamente en el siglo XlX en Italia de la mano de la
denominada Escuela Positiva y sus célebres representantes Lombrosso, Ferri y
Garófalo.

En contra de lo preconizado por la Escuela Clásica, niegan el libre albedrío y la noción


de culpabilidad, si bien reconocen el derecho de la sociedad a reaccionar frente a las
conductas que la amenazan o la dañan, mediante la adopción de medidas; las
medidas de seguridad.

Aunque la respuesta pueda ser similar, se elimina el reproche moral tan característico
de la Escuela Clásica.
En algún modo se viene a decir; “No eres un malvado pero haces cosas malas”

Los radicales y novedosos postulados de la Escuela Positiva tuvieron en principio poca


traducción práctica pero generaron un debate de gran calado que trascendía lo
meramente jurídico.
Fueron ardorosamente combatidos pero, no mucho después, se alcanzó un consenso
generalizado sobre la existencia de personas cuyas conductas obedecían, más que
una voluntad autónoma, a padecimientos y perturbaciones mentales que les hacía
inimputables y por tanto, no merecedores de reproche ni de pena, sino de medidas de
seguridad. (Escuela Crítica)
A comienzos del siglo XX en Alemania se pretendió que las medidas de seguridad no
solo deberían tener la función de neutralizar la peligrosidad del sujeto, sino de
corregirla y poner las bases para su reinserción social.

Estos ideales de la Escuela Correccionalista ( Krause, Röder) que apenas tuvieron


trascendencia en Alemania, calaron hondo en España de la mano de Giner de los Ríos
y de la generación de los Krausistas, como ya se ha señalado
Desde entonces siempre se ha advertido entre nosotros una sensibilidad especial
hacia la corrección del delincuente y la humanidad en el cumplimiento de las penas.

En la actualidad, cuando nadie cuestiona la existencia de medidas de seguridad y son


ordinariamente impuestas como respuesta a los hechos cometidos por discapacitados
y enfermos mentales, me gustaría señalar que ello ha sido consecuencia de un debate
que no nació de la sensibilidad hacia el enfermo o el discapacitado.
La Escuela Positiva no pretendía proteger a los discapacitados psíquicos, simplemente
generó un debate sobre la capacidad del hombre de autodeterminarse que, por
imperativos de la razón, ha sido aceptado para determinadas situaciones y colectivos
entre los que se encuentran, desde luego, los discapacitados psíquicos, los enfermos
mentales y modernamente otros varios, como las personas que tienen adicción a
sustancias o conductas.

Penas y medidas en los Códigos Penales: El sistema vicarial.

Fue el Código Penal Suizo de 1893 alentado por Carlos STOOS el que primero
recogió este sistema dual de respuesta: Penas para los imputables y Medidas para los
inimputables.

Dado que existe una zona intermedia entre la imputabilidad y la inimputabilidad que se
conoce como “semi-imputabilidad” se concluyó que en estos casos pudiera imponerse
al sujeto tanto una pena como una medida de seguridad de acuerdo con los siguientes
principios:

1º.- La medida de seguridad ha de ejecutarse antes que la pena

2º.- El tiempo de ejecución de la medida se abonará para el cumplimiento de la


pena.

3º.- El buen resultado de la ejecución de la medida, puede dar lugar a la


inejecución de la pena.

Es el “Sistema Vicarial “

Aunque se establecieron con claridad las bases teóricas de este sistema dual, lo cierto
es que el tratamiento legislativo de penas y medidas fue muy diferente.
Los Códigos Penales regulaban minuciosamente la pena, mientras que las medidas de
seguridad eran muy deficientemente reguladas.
En la práctica de los Tribunales la determinación de la “Culpabilidad” era una cuestión
de extraordinaria importancia que concitaba el interés de todos, mientras que la noción
de “Peligrosidad” se extraía automáticamente de un diagnóstico y con el mismo
automatismo se imponía una medida de seguridad que casi siempre era de
internamiento.
En la práctica de los Tribunales se consideraban casos o juicios “fáciles”, casos o
juicios “sin emoción” porque el desenlace era conocido desde el mismo instante en
que se emitía el diagnóstico.
Rodrigo BERCOVTZ retrató bien esta situación en su obra “La marginación de los
locos y el Derecho”

Esta práctica, hoy afortunadamente muy corregida, ha tenido vigencia hasta hace bien
pocos años. Es de gran interés a este respecto la lectura de la Sentencia del Tribunal
Constitucional 24/1994 de 21 de Enero sobre la que más tarde volveré, en la que
reivindica la necesidad e importancia de investigar la “peligrosidad” en términos
análogos a la “culpabilidad” y ofrece las pautas para ello.

El proceso de equiparación - El Código Penal de 1995

A nivel legislativo tuvo gran relevancia que la Constitución de 1978 en su Art. 25 se


refiriese a las penas y medidas de seguridad en términos análogos:

“Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán


orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir
en trabajos forzados”.

Pero ha sido el Código Penal de 1995 el que ha incidido en esta equiparación hasta
extremos que me parecen exagerados.

Se ha tomado la equiparación como un fin absoluto y desde esta visión simplista


no se ha caído en la cuenta de que penas y medidas tienen un fundamento
diverso por lo que la identificación puede conducir a notables despropósitos.

Uno de los aspectos más positivos de la nueva regulación es haber dotado de


especiales garantías la imposición de la medida de internamiento.

Dentro de las medidas de seguridad, la de internamiento es la que incide más


directamente en el derecho a la libertad por lo que es lógico que esté rodeada de
especiales garantías que se pueden resumir en las siguientes:

a) En ningún caso podrá imponerse la medida de internamiento si el delito


cometido no lleva aparejado pena privativa de libertad. (Art. 95- 2 C.P.)

Entiendo que la responsabilidad personal subsidiaria por impago de


multa (Art. 53 C.P.) no puede equipararse en ningún caso, a estos
efectos, a la pena privativa de libertad.
La referencia que importa es la pena tipo.
b) El Juez o Tribunal deberá fijar en la sentencia el límite máximo de
cumplimiento ( Arts. 101-1, 102-1 y 103-1 del C.Penal )

c) En caso de medida de internamiento existe obligación para el Juez de


Vigilancia Penitenciaria de revisar esa situación al menos anualmente.

Establece el Art. 97 c) in fine que:

“El Juez de Vigilancia Penitenciaria estará obligado a elevar al


menos anualmente una propuesta de mantenimiento, cese,
sustitución o suspensión de la medida de seguridad privativa
de libertad impuesta.

Cabe ahora formular una pregunta de gran importancia

¿Es aceptable que el enfermo a quien se ha impuesto en la sentencia una


medida de seguridad no privativa de libertad (Ej. sumisión a tratamiento en
centro externo) pueda ser sometido posteriormente a medida de internamiento?

Frente a esta cuestión las posturas se encuentran divididas:

Un sector, entiende que esto no puede ocurrir en ningún caso, manteniendo que no
cabe más medida de internamiento que la contemplada en la sentencia.

Otro sector, minoritario, entiende que esto es posible

En mi opinión, la pésima regulación legal de las medidas de seguridad en el Código


Penal, provoca que todas las posturas sean defendibles.

Así, respecto de la postura primeramente enunciada, cabe señalar que la ley prevé
un supuesto en el que sin estar contemplada la medida de internamiento en la
sentencia, pueda llegar a imponerse.
Es el caso del quebrantamiento de medida de seguridad previsto en el Art. 100-2 del
Código Penal que establece:

“Si se tratare (del quebrantamiento) de otra medidas, el Juez o Tribunal


podrá acordar la sustitución de la quebrantada por la de internamiento
si ésta estuviese prevista para el supuesto de que se trate y si el
quebrantamiento demostrase su necesidad”
Respecto de la segunda postura hay que señalar que, salvo supuesto de
quebrantamiento, parece que la regla general es que la medida de internamiento tenga
que venir reflejada en la sentencia

Así, el Art. 101-1 del Código Penal dispone:

....//....

“El internamiento no podrá exceder del tiempo que habría durado la


pena privativa de libertad si hubiera sido declarado responsable el
sujeto y a tal efecto el Juez o Tribunal fijará en la sentencia ese
límite máximo”

La cuestión es tan debatida que la experiencia me lleva realizar una recomendación un


tanto desesperada. Es la siguiente:

Aunque en el momento de dictarse sentencia no se aprecie necesidad de someter al


enfermo a medida de internamiento, teniendo en cuenta lo variable de la evolución de
estos trastornos, es recomendable solicitar “a precaución” por si llegara a ser
conveniente en el futuro, la medida de internamiento, señalando su duración máxima
en la sentencia, sin perjuicio de interesar al mismo tiempo su sustitución por la medida
que en ese momento se considere más adecuada.

Ello, llegado el caso, permitiría neutralizar las objeciones formales de no estar previsto
en la sentencia, para aquellos casos en los que la evolución de la enfermedad o el
fracaso de otras medidas no privativas de libertad hicieran aconsejable el
internamiento.

* CUANDO EL TRASTORNO HA SIDO DETECTADO ANTES DE DICTARSE LA


SENTENCIA LO CUAL HA DADO LUGAR A LA APRECIACIÓN DE UNA
IMPUTABILIDAD INEXISTENTE O DISMINUIDA PERO NO SE IMPONE NINGUNA
MEDIDA DE SEGURIDAD.

Ello puede ocurrir por distintas razones:

a) Porque la sentencia sólo haya apreciado una circunstancia atenuante simple o


atenuante por analogía

Existe una posición muy generalizada de negar la posibilidad de imponer


medidas de seguridad sobre la base de una simple atenuante o atenuante
analógica, reservando tal posibilidad para los casos en que se aprecia una
eximente completa o incompleta.
Esta postura me parece que carece de justificación pues si se reconoce que el
padecimiento existe, deberán procurarse las medidas adecuadas para su
tratamiento.

Esta postura tiene también su respaldo Jurisprudencial (Por todas STS 29 de


Enero de 1992)

b) Porque no se aprecie peligrosidad alguna en el momento de dictarse la


sentencia

Me parece una solución acertada en aquellos supuestos en los que todo indica
que el hecho delictivo ha sido un acontecimiento absolutamente excepcional no
revelador de peligrosidad del enfermo.

En cambio, cuando se trata sólo de una situación transitoria, parece


recomendable adoptar alguna medida de seguridad previniendo situaciones
futuras.

En cualquier caso, la Jurisprudencia admite sin dificultad que en fase de


ejecución puedan adoptarse medidas de seguridad (salvo la de internamiento)
no reflejadas en la sentencia

Así el Tribunal Supremo en Sentencia de fecha 17 de Octubre de 1985 (Pte. Sr.


Cotta y Márquez de Prado), señala:

“Pueden los Juzgadores de Instancia, en trámite de ejecución de


la sentencia, acordar la adopción de las medidas legalmente
previstas, aunque no las hubiesen decretado en su resolución, si
les son solicitadas por la parte interesada, pues, sobre que ningún
inconveniente se opone a ello en ningún caso, las especiales
circunstancias de este supuesto concreto invitan a considerar
muy seriamente la conveniencia de someter al reo a un
tratamiento psíquico adecuado a la personalidad oligofrénica que
padece, antes de permitir que cumpla condena en prisión sin
posibilidad de acceder a los cuidados de la ciencia médica.”

En una sentencia más reciente de 10 de Abril de 2002, dictada ya bajo la


vigencia del código Penal de 1995 el Tribunal Supremo se pronuncia en los
siguientes términos:

“El recurrente estima inaplicado el Art. 105 del Código Penal que
prevé las correspondientes medidas de seguridad.

El tenor literal del precepto otorga la base necesaria para


rechazar el motivo. En él se prevé la adopción de medidas de
seguridad en estos casos, pero dependiendo enteramente del
arbitrio del Tribunal sentenciador, como lo proclaman los
términos “podrá acordar razonadamente”.
El Tribunal de forma expresa no considera aconsejable la
adopción de medidas, exponiendo sus razones, en particular por
entender que la afección de recurrente no llega a configurar una
enfermedad mental propiamente dicha.

Los peritos que intervienen en la causa no las estimaron


oportunas y el órgano jurisdiccional de origen, no tenía base o
datos para acordarlas.
Ello no debe impedir que el órgano ejecutor “a posteriori” las
repute convenientes y pueda acordarlas en ejecución de
sentencia, habida cuenta de la posibilidad legal que le brinda el
párrafo 1º del Art. 105 del C. Penal “

Parece que todo está resuelto pero, no nos engañemos, esta solución sirve para la
adopción “ a posteriori” de cualquier medida de seguridad no privativa de
libertad, pero no sirve para el internamiento que, como ya hemos examinado, está
rodeado de especiales garantías.

Repárese en que el Art. 105 establece que, desde un principio o durante la ejecución
de la sentencia el Juez o Tribunal, en los casos previstos en los Arts. 101 a 104 podrá
acordar razonadamente la imposición de la observancia de “una o varias de las
siguientes medidas”

Pues bien, en el amplio listado de medidas que contempla el Art. 105 del C. Penal NO
SE ENCUENTRA LA MEDIDA DE INTERNAMIENTO

* OTROS SUPUESTOS

En este apartado estarían incluidos los pronunciamientos que podríamos denominar


“no alineados” y que se resisten a una sistematización o tratamiento científico.
Algunos de ellos entran de lleno en lo que podríamos denominar “Patología Judicial”

He reservado para el ilustrar este epígrafe el siguiente caso:

Dª. Z.M.C. que padecía OLIGOFRENIA ENCEFALOPÁTICA PERINATAL y estaba


casada con D. F.M.O. fue procesada junto con su marido por un delito de agresión
sexual en la persona de su hija.

Enjuiciado el delito por la Audiencia Provincial, la sentencia reconoce la situación de


Dª. Z.M.C en los siguientes términos:
“Nos encontramos ante una persona de edad mental comprendida entre
los 6 y 10 años, pero en modo alguno esta anomalía le impide distinguir
entre el bien y el mal, en concreto de los hechos y actos realizados, ni la
obligación de actuar frente a ellos, aunque no llegue a comprender la
ilicitud de los mismos....”

No obstante lo anterior, la Sala aprecia la concurrencia de la circunstancia eximente


incompleta del Art. 21-1 en relación con el Art. 20-1º del Código Penal y rebaja la
sustancialmente la pena que no obstante cifra en TRES AÑOS Y CINCO MESES DE
PRISIÓN

La Sala no impone medida de seguridad alguna y lo justifica con los argumentos


siguientes:

“No es factible la aplicación de la medida prevista en los artículos 104 y


105 del código Penal desde el momento en que se reconoce que su estado
no es susceptible de recuperación ni presente ni futura. Los
establecimientos penitenciarios tienen servicios médicos y sociológicos
para atenderla en este aspecto y la Sala entiende que el cumplimiento de
la pena privativa de libertad en régimen interno no sería pernicioso para
la procesada”

Sin comentarios.

Cerrada la vía de aplicación del Art. 60 del C. Penal, el abogado defensor buscó
conseguir la progresión de la penada al tercer grado que le permitiese al menos pasar
el día fuera de la prisión.

A tal fin entró en contacto con una Asociación de Discapacitados Intelectuales que
contaba con un Centro y unas instalaciones muy próximas al recinto penitenciario.
Cuando consiguió el compromiso de la Asociación de recibir a la penada e incluirla en
los programas del Centro, se realizó la petición de progresión de segundo a tercer
grado de cumplimiento.

La Junta de Tratamiento del Centro Penitenciario informó favorablemente por


unanimidad. Sin embargo dicho acuerdo fue revocado por la Dirección General de
Instituciones Penitenciarias que acordó la continuidad de la interna en régimen de
segundo grado.

El Abogado defensor recurrió en alzada dicha decisión ante el Juzgado de Vigilancia


Penitenciaria, quien, con el informe favorable del Fiscal, estimó el recurso y acordó
clasificar a Dª. Z.M.C. en tercer grado

La pregunta es
¿Qué sistema tenemos que permite que una persona que según la propia
sentencia tiene una edad mental entre 6 y 10 años llegue a ingresar en una
cárcel ordinaria y permanezca en ella durante más de un año?

* ¿DEBE CONTROLARSE JUDICIALMENTE LA EJECUCIÓN DE LAS MEDIDAS DE


SEGURIDAD DE CARÁCTER SOCIO-SANITARIO?

El propio planteamiento de la cuestión puede resultar chocante y la respuesta negativa


quizá sería excesiva aunque entiendo con todo, que más correcta que la situación
actual.

Como siempre, habría que buscar soluciones intermedias.

Actualmente existe un divorcio entre la Administración de Justicia y la


Administración Socio-Sanitaria.

Los Jueces y Tribunales apoyados casi exclusivamente en los Médicos Forenses


establecen conclusiones de índole socio-sanitaria y adoptan medidas sin saber
siquiera si existen recursos para poder cumplirlas, dejándose esta cuestión para la
ejecución de la sentencia, ejecución que en no pocos casos resulta imposible no
siendo lo peor que no llegue ejecutarse, sino que se ejecute de cualquier manera
aunque sea inapropiada, para que no parezca que la Administración de Justicia queda
desairada.

Cuando se trate de la adopción de medidas de seguridad de carácter socio-


sanitario, ¿no sería mejor que desde el comienzo de la causa se diese
intervención y se contase con los profesionales que, a la postre van a tener de la
responsabilidad de ejecutar las medidas para establezcan las más adecuadas y
señalen los recursos donde puedan llevarse a cabo ?
Si se hiciesen así las cosas , creo que no sería malo que una vez determinada
judicialmente la imputabilidad y peligrosidad del sujeto así como la medida de
seguridad más adecuada, el sistema judicial se retirase a un segundo plano
dejando la iniciativa y la responsabilidad al sistema sanitario que, sin perjuicio
de mantener informado a aquél gozaría de una amplia autonomía acudiendo
únicamente a Jueces y Tribunales en supuestos excepcionales o cuando
necesiten su amparo para llevar a cabo las tareas que le han sido
encomendadas.
I-III DISCAPACIDAD Y FUERZAS DE SEGURIDAD

En las páginas precedentes he analizado el fenómeno del discapacitado y el enfermo


mental que se encuentra cumpliendo condena en centros penitenciarios ordinarios.
Esta situación es juzgada como cruel y carente de sentido, de modo que se están
haciendo esfuerzos por corregirla dirigidos, fundamentalmente, a encontrar
alternativas a las prisión.

Con ser ello muy loable, a mi entender, se está olvidando lo principal. La pregunta
fundamental es la siguiente:

¿Por qué estas personas se vieron inmersas en un procedimiento penal?

Una respuesta simple sería; Porque han realizado hechos que se encuentran
recogidos en el Código Penal

Pero las cosas no son tan simples.

Creo que debemos detenernos a reflexionar sobre el tratamiento que hay que dar a los
hechos cometidos por discapacitados y enfermos mentales, distinguiendo aquellos que
merecerían claramente la consideración de delictivos, de aquellos otros que no son
sino manifestaciones o incluso síntomas del trastorno o la enfermedad.

Lo diré claramente. Creo que un porcentaje importante de hechos protagonizados por


discapacitados intelectuales y por enfermos mentales que ordinariamente dan lugar a
procedimientos penales, debieron ser reconducidos desde el inicio al ámbito socio-
sanitario sin dar lugar a la apertura de un procedimiento penal.

Sé que lo que digo, así en abstracto, puede prestarse a interpretaciones


desmesuradas, contrarias a lo que pretendo.

La comprensión de lo que propongo pasa por caer en la cuenta de dos cosas:

Primera: Las características de los padecimientos


Segunda: El papel de las Fuerzas de Seguridad

LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS PADECIMIENTOS

Es sabido que los trastornos mentales, en sus fases agudas, provocan estados
delirantes.

Lamentablemente no es infrecuente ver por nuestras calles la estampa de un enfermo


mental delirando que, más tarde o más temprano, acaba cometiendo algún hecho no
adecuado (orinar en la calle, introducirse en un portal, etc…), que provoca una llamada
a la Policía.

Otras veces el enfermo se encuentra encerrado en su domicilio, dando evidentes


muestras de enajenación, lo cual provoca que los vecinos o los propios familiares
requieran la presencia de las Fuerzas de Seguridad.
No es extraño que el enfermo reciba a la Policía con improperios y se agite, incluso
haga intentos de agredir a las Fuerzas de Seguridad y éstas tengan que reducirlo por
la fuerza.

Según el Código Penal el enfermo habría cometido un delito de atentado por lo que
será conducido detenido a la Comisaría donde se elaborará un “atestado policial”
siendo más tarde puesto a disposición judicial.
El Juez y el Médico Forense apreciarán el estado del enfermo y procurarán que sea
asistido médicamente.

No obstante, el procedimiento seguirá su curso. El enfermo y, en su caso, sus


familiares y allegados, tendrán que atender dos frentes, el proceso sanitario y el
proceso penal, con el agravante de que el segundo incide muy negativamente en el
primero.
Al cabo de nueve meses o un año, muchas veces cuando el enfermo se encuentra
completamente compensado, se le citará para un juicio por atentado que le
desequilibrará. (¡Cuántas veces he tenido que acompañar a enfermos temblorosos
hasta la puerta de la Sala de Vistas!).

Normalmente el enfermo será absuelto por apreciarse su completa inimputabilidad al


tiempo de cometer los hechos y se le aplicará una o varias medidas de seguridad,
normalmente la obligación de cumplir un tratamiento y de acudir regularmente al
Centro de Salud que se indique.

¿Es necesario todo esto?


¿No hay una manera mejor de hacer las cosas?

Creo que sí y tiene que ver con lo que sigue:

EL PAPEL DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD

Tendemos a pensar que el papel de las Fuerzas de Seguridad se limita a la


prevención y persecución de los delitos. Esto no es así.

Las Funciones de la Fuerzas de Seguridad se encuentran reguladas en la Ley


Orgánica 2/1986 de 13 de Marzo.

El texto distingue claramente dos tipos de funciones:

a) Las relativas a la seguridad de las personas en relación con la prevención y


persecución de conductas delictivas.

b) Las de ayuda y auxilio a los ciudadanos que puedan encontrarse en situación de


riesgo o de necesidad debido a una catástrofe, inclemencia meteorológica,
enfermedad, etc….
Esta segunda faceta aparece aludida en diversos preceptos:

Art. 5-2 Relaciones con la comunidad

Se encomienda singularmente a las Fuerzas de Seguridad

a) Impedir, en el ejercicio de su actuación profesional, cualquier


práctica abusiva, arbitraria o discriminatoria que entrañe violencia
física o moral.

b) Observar en todo momento un trato correcto y esmerado en sus


relaciones con los ciudadanos, a quienes procurarán auxiliar y
proteger, siempre que las circunstancias lo aconsejen y fueren
requeridos para ello.
En todas sus actuaciones proporcionarán información cumplida y tan
amplia como sea posible, sobre las causas y finalidades de las mismas.

c) En el ejercicio de sus funciones deberán actuar con la decisión


necesaria y sin demora cuando de ello dependa evitar daño grave,
inmediato e irreparable; rigiéndose al hacerlo por los principios de
congruencia, oportunidad y proporcionalidad en la utilización de los
medios a su alcance.

El Art. 11-b) establece que es función de las Fuerzas de Seguridad

Auxiliar y proteger a las personas y asegurar la conservación y


custodia de los bienes que se en encuentran en situación de peligro por
cualquier causa.

Consecuente con lo anterior, la Ley Orgánica 1/1992 de 21 de Febrero sobre


protección de la Seguridad Ciudadana dispone en su Art. 21

1.- Los Agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado,


sólo podrán proceder a la entrada y registro en domicilio en los casos
permitidos por la Constitución y en los términos que fijen las leyes.

3.- Será causa legítima suficiente para la entrada en domicilio, la


necesidad de evitar daños inminentes y graves a las personas y a las
cosas en supuestos de catástrofe, calamidad, ruina inminente u otros
semejantes de extrema y urgente necesidad”
Queda claro por tanto, que la Ley encomienda a las Fuerzas de Seguridad una
serie de funciones de auxilio a los ciudadanos que no tienen nada que ver con
sus funciones de prevención y persecución de los delitos.

A nadie le extraña, sino todo lo contrario, ver a los Cuerpos y Fuerzas de


Seguridad intervenir en caso de incendio, inundación, regulación del tráfico en
casos de “operación salida”, rescate de montañeros perdidos o accidentados,
etc…

Nada diferente a esto es la intervención motivada por el hecho de encontrarse


un enfermo mental en su domicilio en estado de agitación o delirando por la
calle.

Me interesa mucho destacar el contenido del párrafo cuarto del artículo 21 de la


Ley de Seguridad Ciudadana, porque, a propósito de la entrada en domicilio,
distingue claramente la doble finalidad o la doble faceta de la intervención de las
Fuerzas de Seguridad.

Dice así:

4.- “Cuando por las causas previstas en el presente artículo, las


Fuerzas y Cuerpos de Seguridad entrasen en un domicilio, remitirán
sin dilación el acta o atestado que redactaren a la autoridad judicial
competente”

Las palabras clave son “acta” o “atestado”.

Para los profesionales del Derecho o personas familiarizadas con la Administración de


Justicia, el término “atestado” evoca rápidamente el inicio de un proceso penal sobre la
base de la comisión de un delito.

En cambio el término “acta” tiene que significar y significa otra cosa. Resulta claro que
tiene que ver con entradas en domicilio motivadas por tareas de auxilio a los
ciudadanos, que han de documentarse, pero no han de dar lugar a un procedimiento
penal.

Si vamos a lo concreto, los golpes que pueda recibir la Policía o los daños en sus
ropas, insultos, amenazas, etc…, por parte de una persona “enajenada” que necesita
cuidados médicos, nunca deberían en mi opinión, dar lugar a la confección de un
“atestado” y al inicio de un procedimiento penal por atentado u otra infracción contra
los Agentes de la Autoridad, lo mismo que ocurre con los golpes que, ocasionalmente
puede recibir el personal sanitario de salud mental, en caso de agitación del enfermo
que se encuentra bajo su cuidado.

La Policía, en estos casos, desarrolla una función de auxilio y deberá documentar las
incidencias en un “acta” que deberá remitir sin dilación a la autoridad judicial
competente.
El Juez competente no puede ser otro que el Juez civil, el que se ocupa de las
cuestiones relativas a la persona y, en concreto, de la salvaguarda de los derechos de
las personas más desvalidas.

En caso de que las tras intervención sanitaria se produjese un internamiento


involuntario de la persona, el Juez competente para recibir el “acta” sería el Juez de 1ª
Instancia al que corresponda tramitar el expediente de internamiento involuntario.
Cada vez en más provincias existe un Juzgado especializado en este tipo de asuntos,
incluso en las grandes ciudades se han ido creando Juzgados con competencia
exclusiva en esta materia.

Si esto se hiciera así, se evitarían muchos procedimientos penales y muchos calvarios


que no tienen ningún sentido.
Creo por tanto, que los esfuerzos deben centrarse en atajar las anomalías en sus
comienzos no al final, cuando el discapacitado o enfermo mental ha tenido que
soportar el peso del proceso.

Cuestión distinta es si se debe aplicar este planteamiento a pequeñas infracciones


cometidas por discapacitados o enfermos no producidas en el curso de una
intervención de auxilio si bien, directamente relacionadas con su padecimiento. Por
ejemplo: pequeños hurtos, pequeños daños, falsedades torpes, etc….

En principio la aplicación estricta de la ley llevaría a la incoación de los


correspondientes procedimientos penales.
Estimo, desde una interpretación más amplia y global de la legalidad que, cuando se
apreciase con claridad que el está motivado por el padecimiento, debería bastar la
reparación e indemnización de la víctima.
Hay que tener en cuenta que en los procedimientos por infracciones menores (faltas)
no se pueden imponer medidas de seguridad de modo que, en caso de sentencia
absolutoria, el fallo tendría que limitarse a la indemnización de perjuicios y ello, sólo en
el caso de que fuesen reclamados.
Entiendo que en estos casos, la reparación previa o la falta de reclamación de los
perjuicios deberían dar lugar al archivo del procedimiento penal.

Por fin, entiendo que el resto de los delitos cometidos por las personas discapacitadas
o por enfermos mentales (robos, estafas, conducciones bajo la influencia de bebidas
alcohólicas, etc…) tengan que ver o no con su padecimiento, deben ser objeto de un
procedimiento penal que permita evaluar la imputabilidad del autor y, en su caso, la
imposición de una o varias medidas de seguridad.

Sobre la posición procesal del inculpado inimputable y el ejercicio de sus derechos a


conocer la acusación formulada y participar en el proceso se ha pronunciado
recientemente el Tribunal Supremo en Sentencia de fecha 23 de Julio de 2004 en la
en la que el Alto Tribunal viene a reconocer la inexistencia de un estatuto procesal del
“inculpado inimputable” que le permita desplegar en plenitud su derecho de defensa.
FAMILIARES Y FUERZAS DE SEGURIDAD

Los familiares de Personas Discapacitadas o con Trastornos Mentales viven con gran
inquietud estas cuestiones. Les preocupa mucho que además de atender los
requerimientos de la dolencia, tengan que atender los requerimientos de la
Administración de Justicia, ya sea la Justicia Penal o la Justicia Civil.

Para paliar y reconducir, en lo posible, esta situación, me ha parecido interesante la


iniciativa adoptada por FEAPS-ANDALUCÍA.

Se trata de la firma de un convenio de colaboración entre las Comisarías Provinciales


de Policía y la Confederación Andaluza de Organizaciones a favor de las Personas
con Discapacidad intelectual (FEAPS-ANDALUCÍA)

Por su interés, incluyo el texto del convenio como Anexo a este trabajo.

Tengo que decir que, aunque me satisface, a mi juicio se queda corto en el sentido de
que no hace referencia a las funciones de auxilio de la Policía a las que me he
referido.
El texto parece dar por bueno que toda infracción ha de dar lugar a un procedimiento
penal.

Creo que merece la pena insistir en buscar una relación Discapacidad-Fuerzas de


Seguridad en clave de auxilio y protección.

Se me ocurre que una buena idea es que las Asociaciones o los padres que tienen
hijos discapacitados intelectuales o que sufren trastornos mentales y que gozan de
amplia autonomía, (lo que les permite salir solos a la calle, viajar, relacionarse, etc…),
den cuenta de este hecho a las Fuerzas de Seguridad para que, en caso de
intervención, sepan a que atenerse y, en la medida de lo posible, orienten su función al
plano meramente protector.

Esto puede hacerse con un alcance territorial muy diverso: A nivel local, provincial o de
todo el Estado; En este caso ello conllevaría a la creación de un Registro Estatal
reservado para las Fuerzas de Seguridad.

Creo que, en principio, bastaría con el nivel local. Normalmente los discapacitados se
desenvuelven dentro de los límites de su ciudad.

Sé que lo que propongo es delicado y plantea problemas de diversa índole.

Se puede decir que afecta a la intimidad del discapacitado. Frente a ello se puede
objetar que la petición puede partir del propio discapacitado o de sus familiares o
allegados, con el consentimiento de aquél.

Algunos ludópatas cursan instrucciones para que se les impida entrar en


establecimientos de juego en atención a su padecimiento.
No veo por qué algunos discapacitados o enfermos mentales no pueden cursar
instrucciones a las Fuerzas de Seguridad para el caso de que, en un momento dado y
como consecuencia de su padecimiento, requieran una ayuda especial.

Soy consciente de que este modo de plantear las cosas exige un cambio profundo de
mentalidad y de hábitos, tanto por parte de las Fuerzas de Seguridad, como por parte
de los Jueces, Fiscales, Profesionales del Derecho y de los propios familiares u
allegados de discapacitados y enfermos mentales.

Habría de empezar por desterrar algunos mitos que no son verdad.

Así, suele afirmarse con una contundencia que me asombra lo siguiente:

“Toda persona mayor de edad que no se encuentre judicialmente incapacitada goza


de capacidad plena”

De modo que, es muy frecuente que cuando los padres o familiares acuden a las
Comisarías solicitando ayuda, por ejemplo para encontrar a un discapacitado que no
ha vuelto a casa, en cuanto se pone de manifiesto que se trata de una persona mayor
no incapacitada, la respuesta es que no se puede hacer nada porque es mayor de
edad.

Las cosas no son tan sencillas.


Es verdad que existe una presunción de capacidad de obrar cuando se alcanza la
edad de 18 años pero esta “presunción de capacidad” se torna en “presunción de
incapacidad” cuando se proporcionan pruebas de anomalía psíquica o de trastorno
menta por ejemplo mediante la exhibición de documentos, certificados, etc…

Cuando se detecta una situación de “presunta incapacidad” en una persona el


Ordenamiento Jurídico reacciona arbitrando toda una serie de medidas tendentes a
buscar su protección.

Así:

* Despliega sus efectos la institución de la Guarda de Hecho, regulada en los


Arts. 302, 303 y 306 del Código Civil.

* Los internamientos en Centros adecuados para su asistencia o tratamiento de


consideran “involuntarios” y se someten a control judicial (Art. 763 de la LEC)

* Se pueden adoptar medidas de protección en base a lo dispuesto en el Art.


216-2 en relación con el Art. 158 del C. Civil o lo dispuesto en el Art. 762 de la
LECivil.

* Los funcionarios públicos tienen el deber de comunicar esta situación al


Ministerio Fiscal (Art. 757-3 LEC) que valorará la conveniencia o no de instar la
declaración de incapacidad.

* Los familiares pueden instar la declaración de incapacidad (Art. 757-1 LEC) y


si éstos no existieran o no la instaren, subsidiariamente puede hacerlo el
Ministerio Fiscal (Art. 757-2 LEC)
* En caso de que estas personas tengan que comparecer en juicio y no haya
nadie que las represente, serán provistas de un Defensor Judicial en los
términos previstos en el Art. 8 de la L.E.Civil.

* En definitiva, y por establecerlo así el Art. 49 de la Constitución, surge en


todos los Poderes Públicos el deber de proteger y amparar de modo especial a
estas personas.

Hay que tener por tanto presente

Primero: Que los familiares, en su condición de guardadores de hecho, están


habilitados para actuar a favor de la persona discapacitada que no se encuentra
judicialmente incapacitada.

Segundo: Que a efectos de acreditar la situación de discapacidad cada vez más, la


declaración administrativa de minusvalía, está siendo tomada en consideración para
producir efectos jurídicos, como la posibilidad de constituir un patrimonio protegido;
etc…, ¡Cuánto más, como “principio de prueba” de una situación de necesidad que
requiera el auxilio de las Fuerzas de Seguridad!
I-IV LA RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DE LA COMISIÓN DE UN DELITO

* PLANTEAMIENTO

Es un hecho asumido que quien causa un daño a otro que éste no esté obligado a
soportar, debe reparar el daño indemnizando al perjudicado.

Dicho en términos muy coloquiales “el que rompe paga”

Los hechos que producen daños no son todos de la misma gravedad ni por la cuantía,
ni por la causa (dolo o culpa)

Los hechos menos graves se consideran ilícitos civiles y su reclamación, en su caso,


debe hacerse ante los tribunales civiles y, los más graves, se consideran ilícitos
penales (delitos o faltas) y su conocimiento corresponde a los jueces y tribunales
penales.

Hasta aquí lo dicho tiene sentido.


Lo que no lo tiene es que la regulación para establecer la responsabilidad civil sea
distinta según tengamos que acudir a los tribunales civiles o a los penales.
Carece de justificación que el ámbito penal haya elaborado un sistema de
responsabilidad civil propio, anomalía ésta permanentemente denunciada por los
estudiosos y profesionales del Derecho pero que permanece hasta nuestros días.

* REGULACIÓN

La responsabilidad civil derivada de hechos de los que conocen los tribunales civiles
se encuentra regulada en los 1902 a 1910 del Código Civil

La responsabilidad civil derivada de hechos (delitos o faltas) de los que conocen los
tribunales penales, se encuentra regulada en los Arts. 116 a 122 del Código Penal

Resulta de especial interés lo dispuesto en el:

Art. 116 del Código Penal

“Toda persona criminalmente responsable de un delito o falta lo es


también civilmente si del hecho se derivaren daños o perjuicios…”

Art. 118 del Código Penal


“La exención de la responsabilidad criminal declarada en los
números 1º, 2º, 3º …, del Art. 20, no comprende la de la
responsabilidad civil, que ser hará efectiva conforme a las
siguientes reglas:

1ª.- En los casos de los números 1º y 3º, son también responsables


por los hechos que ejecuten los declarados exentos de
responsabilidad penal, quienes los tengan bajo su potestad o
guarda legal o de hecho, siempre que haya mediado culpa o
negligencia por su parte y sin perjuicio de la responsabilidad civil
directa que pudiera corresponder a los imputables.
Los Jueces Tribunales graduarán de forma equitativa la medida en
que deba responder con sus bienes cada uno de dichos sujetos.

2ª.- Son igualmente responsables el ebrio y el intoxicado en el


supuesto del número 2º.

Art. 20 del Código Penal

Están exentos de responsabilidad criminal:

1.º El que al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de


cualquier anomalía o alteración psíquica, no pueda comprender la
ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión.

El trastorno mental transitorio no eximirá de pena cuando hubiese


sido provocado por el sujeto con el propósito de cometer el delito o
hubiera previsto o debido prever su comisión.

2.º El que al tiempo de cometer la infracción penal se halle en estado


de intoxicación plena por el consumo de bebidas alcohólicas,
drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas u otras
que produzcan efectos análogos, siempre que no haya sido
buscado con el propósito de cometerla o no se hubiese previsto o
debido prever su comisión, o se halle bajo la influencia de un
síndrome de abstinencia, a causa de su dependencia de tales
sustancias, que le impida comprender la ilicitud del hecho o actuar
conforme a esa comprensión.

3.º El que, por sufrir alteraciones en la percepción desde el


nacimiento o desde la infancia, tenga alterada gravemente la
conciencia de la realidad.

Art. 119 del Código Penal


“En todos los supuestos del artículo anterior. El Juez o Tribunal que
dicte sentencia absolutoria por estimar la concurrencia de alguna de
las causas de exención citadas, procederá a fijar las
responsabilidades civiles, salvo que se haya hecho expresa reserva
de las acciones para reclamarlas en la vía que corresponda”

Art. 120 del Código Penal

“Son también responsables civiles, en defecto de los que lo sean


criminalmente:

1º.- Los padres o tutores o tutores, por los daños y perjuicios


causados por los delitos o faltas cometidos por los mayores de
dieciocho años sujetos a su patria potestad o tutela y que vivan en
su compañía, siempre que haya por su parte, culpa o negligencia.

Esta es la regulación básica.

La experiencia de los Tribunales nos dice que éstos son muy proclives a apreciar la
responsabilidad de padres, tutores o guardadores (culpa in vigilando) y reacios a
aceptar sus alegaciones destinadas a convencer a aquellos de que obraron con la
diligencia debida y que los hechos se produjeron sin su “culpa o negligencia”.

Cuando se aprecie que el discapacitado o enfermo pueda ser causa de algún mal,
además de adoptar las medidas necesarias para evitarlo, sería aconsejable que sus
tutores o cuidadores concertasen un seguro de responsabilidad a terceros.
I-V LA TRAMPA DE LOS JUICIOS RÁPIDOS

* PLANTEAMIENTO

Al hablar de la enajenación “inadvertida” ya hice alusión al grave peligro de que este


fenómeno se incremente de modo aún más alarmante debido a la celeridad y, a mi
juicio, la falta de garantías de este procedimiento.

La lectura de los preceptos que regulan este procedimiento permite caer en la cuenta
de que son muchos los delitos que se pueden juzgar por este cauce y, desde luego, la
mayoría de los que usualmente se imputan a los discapacitados y enfermos mentales.

En cuanto a la duración del procedimiento, es mínima; una investigación policial que


puede durar unas horas y una comparecencia ante el Juzgado de Guardia (siempre
saturado de procedimientos y detenidos).
Si el inculpado presta su conformidad con la acusación que realiza el Ministerio Fiscal
y/o la acusación particular, se dicta sentencia de modo inmediato con la particularidad
que la pena solicitada se verá reducida en un tercio.

En caso de que el inculpado no preste su conformidad, se llevarán a cabo las


diligencias de prueba que puedan practicarse en el Juzgado de Guardia y se
convocará a las partes a un juicio que se celebrará en un plazo de quince días.

En cualquier caso me parece un periodo muy corto para abordar la defensa cuando se
trata de cuestión tan compleja como determinar la imputabilidad o inimputabilidad de
un discapacitado o enfermo mental.
Por eso pienso que este tipo de cuestiones no deben enjuiciarse por este
procedimiento rápido regulado en los Arts. 795 a 803 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal

* REGULACIÓN BÁSICA

DEL PROCEDIMIENTO PARA EL ENJUICIAMIENTO RÁPIDO DE DETERMINADOS


DELITOS.

CAPÍTULO I.
ÁMBITO DE APLICACIÓN.
Artículo 795.

1. Sin perjuicio de lo establecido para los demás procesos especiales, el


procedimiento regulado en este Título se aplicará a la instrucción y al
enjuiciamiento de delitos castigados con pena privativa de libertad que no
exceda de cinco años, o con cualesquiera otras penas, bien sean únicas,
conjuntas o alternativas, cuya duración no exceda de diez años, cualquiera que
sea su cuantía, siempre que el proceso penal se incoe en virtud de un atestado
policial y que la Policía Judicial haya detenido a una persona y la haya puesto a
disposición del Juzgado de guardia o que, aun sin detenerla, la haya citado para
comparecer ante el Juzgado de guardia por tener la calidad de denunciado en el
atestado policial y, además, concurra cualquiera de las circunstancias
siguientes:

a) Que se trate de delitos flagrantes.

b) Que se trate de alguno de los siguientes delitos:

Delitos de lesiones, coacciones, amenazas o violencia física o psíquica


habitual, cometidos contra las personas a que se refiere el artículo 153 del
Código Penal.

Delitos de hurto.

Delitos de robo.

Delitos de hurto y robo de uso de vehículos.

Delitos contra la seguridad del tráfico.

c) Que se trate de un hecho punible cuya instrucción sea presumible que será
sencilla.

CAPÍTULO II.
DE LAS ACTUACIONES DE LA POLICÍA JUDICIAL.

Artículo 796.

1. Sin perjuicio de cuanto se establece en el Título III del Libro II y de las


previsiones del capítulo II del Título II de este Libro, la Policía Judicial deberá
practicar en el tiempo imprescindible y, en todo caso, durante el tiempo de la
detención, las siguientes diligencias:

Sin perjuicio de recabar los auxilios a que se refiere el ordinal 1 del artículo 770,
solicitará del facultativo o del personal sanitario que atendiere al ofendido copia
del informe relativo a la asistencia prestada para su unión al atestado policial.
Asimismo, solicitará la presencia del médico forense cuando la persona que
tuviere que ser reconocida no pudiera desplazarse al Juzgado de guardia dentro
del plazo previsto en el artículo 799.

Informará a la persona a la que se atribuya el hecho, aun en el caso de no


procederse a su detención, del derecho que le asiste de comparecer ante el
Juzgado de guardia asistido de abogado. Si el interesado no manifestare
expresamente su voluntad de comparecer asistido de abogado, la Policía
Judicial recabará del Colegio de Abogados la designación de un letrado de
oficio.

Citará a la persona que resulte denunciada en el atestado policial para


comparecer en el Juzgado de guardia en el día y hora que se le señale, cuando
no se haya procedido a su detención. El citado será apercibido de las
consecuencias de no comparecer a la citación policial ante el Juzgado de
guardia.

Citará también a los testigos, a los ofendidos y perjudicados para que


comparezcan en el Juzgado de guardia en el día y hora que se les indique. A los
testigos se les apercibirá de las consecuencias de no comparecer a la citación
policial en el Juzgado de guardia.

Citará para el mismo día y hora a las entidades a que se refiere el artículo 117 del
Código Penal, en el caso de que conste su identidad.

CAPÍTULO III.
DE LAS DILIGENCIAS URGENTES ANTE EL JUZGADO DE GUARDIA.

Artículo 797.

1. El Juzgado de guardia, tras recibir el atestado policial, junto con los objetos,
instrumentos y pruebas que, en su caso, lo acompañen, incoará, si procede,
diligencias urgentes. Sin perjuicio de las demás funciones que tiene
encomendadas, practicará, cuando resulten pertinentes, las siguientes
diligencias, en el orden que considere más conveniente o aconsejen las
circunstancias, con la participación activa del Ministerio Fiscal:

Recabará por el medio más rápido los antecedentes penales del detenido o
persona imputada.

Si fuere necesario para la calificación jurídica de los hechos imputados:

Recabará, de no haberlos recibido, los informes periciales solicitados por la


Policía Judicial.

Ordenará, cuando resulte pertinente y proporcionado, que el médico forense, si


no lo hubiese hecho con anterioridad, examine a las personas que hayan
comparecido a presencia judicial y emita el correspondiente informe pericial.

Ordenará la práctica por un perito de la tasación de bienes u objetos


aprehendidos o intervenidos y puestos a disposición judicial, si no se hubiese
hecho con anterioridad.
Tomará declaración al detenido puesto a disposición judicial o a la persona que,
resultando imputada por los términos del atestado, haya comparecido a la
citación policial, en los términos previstos en el artículo 775. Ante la falta de
comparecencia del imputado a la citación policial ante el Juzgado de guardia,
podrá éste aplicar lo previsto en el artículo 487.

Tomará declaración a los testigos citados por la Policía Judicial que hayan
comparecido. Ante la falta de comparecencia de cualquier testigo a la citación
policial ante el Juzgado de guardia, podrá éste aplicar lo previsto en el artículo
420.

Llevará a cabo las informaciones previstas en el artículo 776.

Practicará el reconocimiento en rueda del imputado, de resultar pertinente y


haber comparecido el testigo.

Ordenará, de considerarlo necesario, el careo entre testigos, entre testigos e


imputados o imputados entre sí.

Ordenará la citación, incluso verbal, de las personas que considere necesario


que comparezcan ante él.

Ordenará la práctica de cualquier diligencia pertinente que pueda llevarse a cabo


en el acto o dentro del plazo establecido en el artículo 799.

….//….

Artículo 799.

1. Las diligencias y resoluciones señaladas en los artículos anteriores deberán


ser practicadas y adoptadas durante el servicio de guardia del Juzgado de
Instrucción.

* PRECAUCIONES

Afortunadamente la ley permite que los procedimientos iniciados como juicios rápidos
puedan pasar a tramitarse, por diversas razones, por la vía ordinaria.

Si tanto el letrado defensor como cualquiera de los profesionales que intervienen en el


Juzgado de Guardia, perciben que la persona inculpada pueda sufrir una anomalía
psíquica o trastorno mental, deberán ponerlo de manifiesto y disponer una
investigación que vaya más allá del mero examen de urgencia por el Médico Forense.
Ello conllevaría la transformación del procedimiento urgente en el procedimiento
ordinario en el que con más sosiego se podrán hacer las evaluaciones y pruebas
necesarias contando también con los profesionales que atienden cotidianamente al
discapacitado o al enfermo.

II – EL DISCACAPACITADO “VÍCTIMA” DE HECHOS DELICTIVOS

*PLANTEAMIENTO

Los discapacitados, enfermos mentales y personas mayores pueden ser víctimas de


delitos como cualquier otro ciudadano.

Me referiré ahora a aquellos delitos más directamente relacionados con su situación


de discapacidad o vulnerabilidad.

Lo primero que hay que señalar es que el Código Penal no contempla figuras
delictivas específicas en cuanto que la víctima tenga la condición de minusválido,
enfermo mental o senil.

No obstante, el Código Penal toma en cuenta esta circunstancia de dos modos:

a) Prevé, de modo general, como circunstancia agravante en principio aplicable a


cualquier delito Art. 22 del Código Penal)

* El hecho de ejecutarlo con abuso de superioridad o aprovechando las


circunstancias que debiliten la defensa del ofendido o faciliten la impunidad del
delincuente (Art. 22-2ª)

* Cometerlo con motivo de la enfermedad o minusvalía que padezca la víctima


(Art. 22-4ª C. P.)

b) Establece agravación de la pena cuando determinadas figuras delictivas tienen


como víctimas a personas especialmente vulnerables (Ej: agresiones y abusos
sexuales)

Aunque los discapacitados, enfermos y ancianos pueden ser, como se ha dicho,


víctimas de cualquier delito, la experiencia nos enseña que podemos establecer la
asociación de determinados delitos a cada uno de estos colectivos.

* LOS DISCAPACITADOS

Los delitos de los que son más frecuentemente víctimas son los siguientes:

Agresiones y abusos sexuales.


Lesiones y malos tratos.

En ambos casos, en ocasiones, por personas de su propio entorno familiar o social.


Normalmente solo trascienden los casos más graves.

En caso de agresiones y abusos sexuales el Fiscal deberá valorar la conveniencia o


no de denunciar e impulsar el proceso en función de las pruebas de que disponga y de
la protección de la persona desvalida a quien, soportar el peso del proceso, puede
afectar muy negativamente. (Art. 191 del Código Penal)
Es ésta una de las decisiones más difíciles de tomar para los Fiscales quienes, no
pocas veces, se ven atrapados entre el deseo de perseguir el delito y el de preservar a
la víctima de males añadidos.

* LOS ENFERMOS MENTALES

Detenciones ilegales, esto es, encerramientos prolongados en contra de su voluntad


sin contar con autorización judicial.

Lesiones y malos tratos

Defraudaciones y estafas, aprovechándose de su situación.

* LAS PERSONAS MAYORES EN GENERAL Y LOS ANCIANOS SENILES EN


PARTICULAR

La ancianidad conlleva en no pocos casos, dependencia y fragilidad, circunstancias


éstas que pueden ser aprovechadas por terceras personas.

Los delitos de los que las personas mayores son víctimas con más frecuencia son los
siguientes:

Detenciones ilegales

Algunas personas mayores son retenidas en Centros o viviendas en contra de su


libertad, conculcando su derecho a circular y a fijar su residencia con libertad.

Delitos contra la integridad moral

Lo constituyen los tratamientos inhumanos y degradantes concretados en


hacinamientos, contenciones mecánicas permanentes, déficits prolongados de
alimentación.

Las conductas más graves estarían incluidas en el Art. 173-1 del C. Penal , mientras
que las más leves integrarían la falta del Art. 619 del C. Penal
Abandono de familia

Se produce cuando la persona anciana y desvalida no recibe de sus familiares


cercanos la asistencia legalmente establecida.

Esta conducta se encuentra tipificada en el Art. 226 del C. Penal

Aunque se trata de delitos perseguibles a instancia de parte, el Fiscal puede suplir la


iniciativa de la persona desvalida.

Defraudaciones y otros engaños

Cada son más frecuentes los abusos cometidos con los ancianos en este terreno.

A veces se trata de apropiaciones indebidas de cantidades que los ancianos tienen en


su domicilio por parte de familiares, personas contratadas para su asistencia, etc...

En otras ocasiones se influye en el anciano para que firme documentos con


trascendencia patrimonial o se llega a falsificar su firma.

Capítulo aparte merecen los abusos en el ámbito del consumo.

Existen empresas que, aprovechándose de la situación de estas personas, les venden


enciclopedias, objetos o productos exóticos.
A otros se les proporcionan tarjetas de compra o conciertan operaciones arriesgadas
de las que más tarde se arrepentirán.

En estos momentos nos encontramos a las puertas de un nuevo fenómeno. La


contratación de productos para financiar la ancianidad o fase de dependencia.

La mayor parte de las personas mayores son propietarios de algún bien inmueble.
Esto llevó a pensar en fórmulas como la denominada “hipoteca inversa” que funciona
del siguiente modo:

La persona mayor o el matrimonio anciano que no cuenta con suficiente liquidez para
pagar la Residencia en la que desea ingresar o los servicios que quiere que se le
preste en su domicilio puede acudir a una entidad financiera o bancaria y concertar
que mensualmente le será entregada una cantidad con el aval que supone el bien
inmueble del que son propietarios y hasta el límite que represente el valor de éste.

Los propietarios no pierden la propiedad del inmueble sino que van acumulando una
deuda con cargo a él. En caso de fallecimiento, sus herederos podrán recuperar el
bien previo pago de la cantidad desembolsada por la entidad con sus intereses. En
caso contrario la entidad se hará pago con la adjudicación del inmueble o lo subastará
y, en su caso, entregará el exceso a los herederos.

Realmente todo está por hacer en esta materia. Urge una regulación para que estos
productos, en sí mismos saludables, no den lugar a abusos.

El Proyecto de Ley de Autonomía Personal y Atención a las Dependencias se hace


eco de esta cuestión en sus disposiciones adicionales séptima y octava:
Disposición adicional séptima: Instrumentos privados para la cobertura de la
dependencia.

“El Gobierno, en el plazo de seis meses, promoverá las


modificaciones legislativas que procedan, para regular la cobertura
privada de las situaciones de dependencia”

Disposición adicional octava: Tratamiento fiscal de los instrumentos privados de


cobertura de la dependencia

“Con el fin de facilitar la cofinanciación por los beneficiarios de los


servicios que se establecen en la presente Ley, se promoverá la
regulación del tratamiento fiscal de los instrumentos privados de la
cobertura de la dependencia”

Me parece imprescindible que a estos productos se les apliquen dos medidas:

a) Intervención administrativa de los contratos

Con establecimiento de normas de obligado cumplimiento para los


ofertantes

Visado de los contratos por el departamento competente.

b) Establecimiento de un plazo de desistimiento de tres a seis meses a favor de


las personas mayores contratantes

La legislación penal española está necesita de tipos delictivos específicos que protejan
a los ancianos de este tipo de conductas.
III – PROPUESTAS Y CONCLUSIONES

* Por diferentes razones, puede considerarse un hecho frecuente que personas con
discapacidad intelectual o trastornos mentales cumplan penas privativas de libertad en
prisión.

* Existe una percepción muy extendida en la sociedad sobre lo inapropiado de esta


situación, sin embargo las alternativas tropiezan con problemas de carácter jurídico y
material graves.

* Una vez más la coordinación inter-institucional aparece como la piedra angular de


cualquier respuesta viable.

* Si bien la nueva formulación de la inimputabilidad, aisladamente considerada, puede


considerarse mucho más rica que la anterior e intelectualmente impecable, puede
plantear problemas en fase de ejecución y llevar a soluciones inadecuadas.

El nuevo concepto de imputabilidad distingue con indudable base científica entre actos
afectados por la dolencia y actos no afectados, actos relacionados con la enfermedad
y actos ajenos a la enfermedad, pero ocurre que no se manda a la cárcel solo la parte
sana, porque el enfermo y el discapacitado como cualquier persona son una realidad
inescindible y esto no debe ser olvidado.

Estoy de acuerdo en que en aquellos casos en que la conducta delictiva sea ajena a la
alteración o anomalía psíquica deba considerarse al sujeto imputable de ese hecho y
no se le aprecie por esto circunstancia atenuante o eximente alguna, pero la sentencia
debería recoger como hecho probado la existencia de una deficiencia o anomalía
psíquica y la adopción de las medidas de seguridad que se estimen oportunas desde
una perspectiva global de la persona pues aunque se juzgue un hecho en la vida de
una persona, quien soporta las consecuencias de ese juicio es la persona en su
totalidad.

* El Art. 20-1 y el Art. 60 del C. Penal juegan en ámbitos y momentos temporales


diferentes. Pertenecen a sistemas distintos.
El primero hay que ponerlo en relación con un determinado momento (el de la
ejecución del hecho) y un determinado delito.
El segundo tiene que ver con la ejecución de la pena y la actitud de la persona,
globalmente considerada, para comprender su sentido.

* Cuando el discapacitado o enfermo ha cometido una pluralidad de delitos juzgados


por una pluralidad de Jueces o Tribunales, en ocasiones en distintos territorios, ello da
lugar a una dispersión y pluralidad de dependencias judiciales sobre la base de otras
tantas sentencias, algunas de las cuales han advertido y apreciado la inimputabilidad
total o parcial y otras, o no la han advertido, o no la han apreciado, o han considerado
que la enfermedad no había influido en la comisión de los hechos.

Nuestro actual sistema no permite organizar esta situación.


Cada ejecución seguirá “Su lógica jurídica interna” en claro conflicto con la lógica
sanitaria, con la lógica del tratamiento.

Una solución posible sería arbitrar un Juzgado Provincial, Autonómico o Central de


Ejecución de sentencias en los casos en que un discapacitado o enfermo mental tenga
dependencia judicial múltiple dentro de una provincia, una comunidad autónoma o
dentro del Estado.

Sería muy conveniente a estos efectos, que en el Registro Central de Penados se


anotase la apreciación de las circunstancias eximentes o atenuantes que se sitúan en
la órbita de la inimputabilidad por razón de discapacidad psíquica o trastorno mental

* Se considera razonable la equiparación entre penas y medidas de seguridad en


cuanto al respeto de los principios de legalidad, jurisdiccionalidad, proporcionalidad,
etc..., sin embargo no parece razonable llevar la equiparación hasta el punto de que el
límite temporal de la pena actúe como límite temporal de la medida. (Art.6-2 C.P.)
Si a lo que hay que atender principalmente es a la peligrosidad del enfermo, éste debe
ser, en consecuencia, el criterio preponderante. (Art. 95-1-2ª C.P.)

El principio de proporcionalidad, como limitador de la respuesta penal debe referirse


fundamentalmente a la peligrosidad criminal del enfermo con independencia de la
mayor o menor gravedad del hecho cometido.
Desde este punto de vista si tiene sentido que se puedan imponer medidas de
seguridad a los autores de infracciones menores (Faltas) sobre todo a los habituales,
si su peligrosidad es alta o que se omitan tales medidas aún en caso de delitos graves
cuando el pronóstico de peligrosidad sea bueno.

* No puede olvidarse que, a diferencia de las penas, las medidas de seguridad más
importantes y frecuentemente impuestas (Internamiento en Centro Especializado,
Sumisión a tratamiento externo en Centro Médico o socio-sanitario), tienen una
finalidad primordialmente sanitaria por lo que una vez investigada con rigor y
determinada en sentencia la inimputabilidad del sujeto, debería dejarse al sistema
sanitario en fase de ejecución de sentencia, la adopción de la medida o medidas que
estimen más adecuadas.
Al menos debería establecerse una comunicación y coordinación entre los Tribunales
y el Sistema Sanitario para que éste intervenga también en la designación de la
medida terapéutica más adecuada y ofrezca los recursos disponibles para su
cumplimiento.

* Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado deberían tener presente en su


actuación respecto de personas discapacitadas y que sufren trastornos mentales, su
función de auxilio y protección a las personas, especialmente a las más desvalidas.
En este sentido, debería omitirse la confección de atestados y de procedimientos
penales respecto de hechos producidos con motivo u ocasión del ejercicio de la
función de auxilio (entradas en domicilio, contenciones para aplicar tratamiento,
conducción a dispositivos socio-sanitarios, etc…), sin perjuicio de que pueda o deba
darse conocimiento de los mismos al Juez civil competente.

* Debe reconocerse a los familiares o allegados que ordinariamente se ocupan de las


personas con discapacidad intelectual o con padecimientos mentales, su condición de
guardadores de hecho con las facultades de actuación que les concede el artículo 304
del Código Civil.
En este sentido, como principio de prueba para poner de manifiesto la situación de
presunta incapacidad del familiar o allegado discapacitado o enfermo, deberá bastar la
declaración administrativa de minusvalía, o cualquier otro documento médico o
administrativo que exprese esta situación.

* En tanto no sea legalmente posible la imposición de medidas de seguridad por la


comisión de simples faltas, la reparación de los perjuicios causados por el discapaz o
enfermo mental o cuando éstos no fueran reclamados debería dar lugar al archivo del
procedimiento.

* Se valora muy positivamente el esfuerzo realizado por las Asociaciones y


Federaciones de Familiares de Discapacitados y Enfermos Mentales por buscar
alternativas al cumplimiento de penas en las prisiones.

Igualmente, en tanto no se ofrezcan alternativas, se juzga como muy loable la


experiencia llevada a cabo en la prisión de Segovia fruto de la colaboración de la ONG
“Horizontes Abiertos” e Instituciones Penitenciarias.

* Se denuncia una vez más la falta de sentido que supone el que nuestro
ordenamiento jurídico contenga una regulación de la responsabilidad civil derivada de
la comisión de un delito, distinta de la que se produce cuando el hecho que genera la
responsabilidad no se considera delictivo.

* Se aconseja a los tutores, familiares, allegados, Centros, Asociaciones y


Guardadores en general, que cubran con un seguro de responsabilidad civil aquellas
actividades o conductas que estimen puedan ser generadoras de riesgo.

* Se denuncia el grave impacto que la generalización y uso abuso de los denominados


“juicios rápidos” pueden tener en el fenómeno que denomino “enajenación inadvertida”
porque la extraordinaria celeridad que se imprime a estos procedimientos, cuya
tramitación no hacerse en unas pocas horas, impide detectar la existencia de
dolencias mentales y anomalías psíquicas no evidentes que, a la postre, van a dar
lugar a una respuesta inadecuada.
* En aquellos casos en que en el marco de un procedimiento rápido llegara a
detectarse una anomalía psíquica o padecimiento mental, no debería bastar el mero
examen por el Médico Forense, sino que debería transformarse el procedimiento y
tramitarse por la vía ordinaria para tener oportunidad de hacer una evaluación serena
y contar con los informes elaborados por los profesionales que cotidianamente
atienden al discapacitado o enfermo.

* Cada vez se hace más patente la creación de una Sección en el Código Penal que
contemple al discapacitado, enfermo mental o senil como colectivos especialmente
protegidos, lo que conllevaría la tipificación de conductas específicas de las que
suelen ser víctimas.
Particular necesidad se observa en relación con conductas defraudatorias a
discapacitados y personas mayores. En este sentido se contempla particularmente con
preocupación el abuso que pueda hacerse de los numerosos instrumentos financieros
que están proliferando destinados a procurar la suficiencia de recursos para las
personas mayores que caigan en situación de dependencia.
IV – ANEXO

CONVENIO DE COLABORACIÓN SUSCRITO ENTRE FEAPS-ANDALUCIA Y LA


COMISARÍA PROVINCIAL DEL CUERPO DE POLICÍA NACIONAL DE CÓRDOBA

CONVENIO DE COLABORACIÓN ENTRE LA CONSEJERÍA PARA LA IGUALDAD Y


BINENESTAR SOCIAL Y FEAPS-ANDALUCÍA PARA EL DESARROLLO DEL
PROGRAMA DE ATENCIÓN A PERSONAS CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL
AFECTADAS POR EL RÉGIMEN PENITENCIARIO.
POLICÍA NACIONAL DE CÓRDOBA FEAPS ANDALUCÍA

CONVENIO DE COLABORACIÓN ENTRE LA POLICÍA NACIONAL DE CÓRDOBA


Y LA CONFEDERACIÓN ANDALUZA DE ORGANIZACIONES A FAVOR DE LAS
PERSONAS CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL (FEAPS ANDALUCÍA)

En Córdoba , junio de 2005

REUNIDOS

De una parte , el Ilmo. Sr. Comisario Jefe Provincial de la Comisaría Provincial de


Córdoba, D. Federico Cabello de Alba Hernández, en nombre y representación de la
misma.

Y de otra, Dña Ángela Amate Romero, Delegada Provincial de la Confederación


Andaluza de Organizaciones a favor de las personas con discapacidad intelectual (en
adelante FEAPS ANDALUCÍA), inscrita en el Registro de Entidades, Servicios y
Centros de Servicios Sociales con el nº 1107, con domicilio en Avda Alcalde Luis
Uruñuela, edificio Levante 1, C.P. 41020 Sevilla y C.I.F. G- 29059516, en uso de las
facultades que tiene atribuidas en virtud de los Estatutos de dicha Entidad.

Actuando en ejercicio de sus respectivos cargos y en la representación que ostentan,


reconociéndose recíprocamente la capacidad de otorgar el presente convenio, y a tal
fin

EXPONEN

PRIMERO: Que Feaps Andalucía es una Entidad sin ánimo de lucro que representa a
la mayoría de las organizaciones a favor de las personas con discapacidad intelectual
en nuestra Comunidad Autónoma cuya labor está orientada a la mejora de la calidad
de vida de las personas con discapacidad intelectual y sus familias.

SEGUNDO: Que Feaps Andalucía, a través de sus organizaciones federadas, viene


ofreciendo desde 1995, servicios de atención a personas con discapacidad intelectual
afectas por el régimen penal penitenciario, a través del Programa de “Integración
social y actividades rehabilitadoras para personas reclusas y exreclusas con
discapacidad intelectual”.

A lo largo de estos años se ha venido constatando la necesidad de intervenir tanto en


los casos ya establecidos penalmente, como desde el momento de la detención,
haciendo posible que la condición de discapacidad intelectual sea tenida en cuenta
ante las posibles consecuencias jurídicas que pudieran derivase y en términos
generales, cuantas actuaciones sean pertinentes para garantizar que estas personas
(y sus familias), reciben el apoyo adecuado en esos momentos (apoyo en las
comunicaciones con la autoridad pertinente, orientación e información sobre su
situación actual e intervención adaptada a las necesidades detectadas).

TERCERO: Que la Comisaría Provincial del Cuerpo Nacional de Policía de Córdoba,


trata de obtener la colaboración y participación de entidades públicas o privadas con el
fin de conocer la problemática de diferentes sectores de la sociedad y establecer vías
de coordinación que se traduzcan en un incremento de la mejora de los servicios que
presta este Cuerpo de Seguridad del Estado.

CUARTO: Que en el ámbito de la confluencia de los objetivos e intereses de los dos


Entes citados, coinciden en valorar como de vital importancia establecer un Plan de
intervención dirigido a personas con discapacidad intelectual, puestas a disposición
judicial en la provincia de Córdoba.

Por lo tanto, en virtud de cuanto antecede, ambas partes acuerdan suscribir el


presente convenio de colaboración a tenor de las siguientes

CLAUSULAS

PRIMERA: OBJETO: El presente Convenio tiene por finalidad, la adopción de


medidas alternativas al internamiento en prisión de aquellas personas con
discapacidad intelectual detenidas por la comisión de un delito, informando y
orientando a las autoridades, sobre la condición de discapacidad intelectual de la
persona detenida, para que puedan adoptarse medidas adecuadas de rehabilitación o
inclusión social.

SEGUNDA. Feaps Andalucía a través de los profesionales de la provincia, que


intervienen en el programa “Integración social y actividades rehabilitadoras para
personas reclusas y exreclusas con discapacidad intelectual”, se compromete a
realizar las siguientes acciones:

* Acciones de difusión: Establecimiento de una campaña informativa en la provincia de


Córdoba, dando a conocer el Programa y el Plan de intervención dirigido a personas
con discapacidad intelectual puestas a disposición judicial por la comisión de un delito,
a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general, e informando del teléfono
de localización permanente.

* Acciones formativas e informativas dirigidas a funcionarios del Cuerpo Nacional de


Policía, familiares y entidades: Que faciliten la detección de la personas con posible
discapacidad intelectual y les orienten en el ámbito de la comunicación con estas
personas y/o sobre posibles recursos públicos o privados a los que pueda solicitarse
apoyo.

* Acciones de evaluación de la discapacidad intelectual y derivación al servicio que


corresponda: Entrevista, evaluación psicológica de la discapacidad intelectual y
posible derivación al programa.

* Orientación e información a la propia persona con discapacidad intelectual detenida.

* Mediación Familiar: Orientación e información en su caso, sobre los servicios que


pudiera ofrecerle el programa y/o información y derivación a otros recursos de la
comunidad.

TERCERA. La Comisaría Provincial del Cuerpo Nacional de Policía de Córdoba se


compromete a comunicar a las familias de las personas con discapacidad intelectual
(o posible discapacidad intelectual) que sean detenidas, la existencia de dicho
programa, por si consideran oportuno que el detenido se acoja al mismo.

CUARTA. La Dirección Provincial de Feaps Andalucía en la provincia de Córdoba, en


el desarrollo de este acuerdo de colaboración, se compromete a respetar la intimidad
de las personas atendidas y garantizar la confidencialidad, seguridad e integridad de
los datos que les sean facilitados.

QUINTA. Las partes se obligan a trabajar coordinadamente, si es necesario, con otras


Administraciones Públicas y colaborar con ellas con la finalidad de asegurar una
prestación integral de este Plan.

SEXTA. Con tal de efectuar, entre otras actuaciones, el desarrollo, seguimiento y


evaluación de este acuerdo de colaboración y garantizar el cumplimiento de los pactos
establecidos, las partes se reunirán para realizar un análisis pormenorizado del
programa y determinar qué cuestiones deberían de modificarse, o mantenerse para
garantizar la buena marcha de la acción emprendida.
SÉPTIMA. Este acuerdo de colaboración entrará en vigor el día de la firma del mismo
hasta el treinta y uno de diciembre de dos mil cinco y es prorrogable automáticamente,
salvo que hubiera denuncia expresa de una de las partes.

OCTAVA. Las dos partes se reservan la posibilidad de rescindir este acuerdo de


colaboración por el incumplimiento o la modificación de los pactos establecidos. Esta
determinación se realizará por Acuerdo entre los órganos directivos de cada una de
las partes. Cualquier discrepancia y/o problema legal, se someterá a la Jurisdicción
Ordinaria competente de la ciudad de Córdoba.

Como prueba de conformidad las dos partes firman este acuerdo de colaboración, por
duplicado y en un solo efecto, en el día y lugar citados al inicio.

DELEGADA PROVINCIAL EL COMISARIO


JEFE PROVINCIAL

Fdo: Ángela Amate Romero Fdo: Federico Cabello de Alba


Hernández
CONVENIO DE COLABORACIÓN ENTRE LA CONSEJERÍA PARA LA IGUALDAD
Y BIENESTAR SOCIAL Y LA CONFEDERACIÓN ANDALUZA DE
ORGANIZACIONES A FAVOR DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD
INTELECTUAL (FEAPS ANDALUCÍA) PARA EL PROGRAMA DE ATENCIÓN A
PERSONAS CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL AFECTADAS POR EL
RÉGIMEN PENITENCIARIO

En Sevilla a 20 de diciembre de 2004

REUNIDOS

De una parte, la Excma. Sra. Dª Micaela Navarro Garzón, Consejera para la


Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, en uso de las facultades que
tiene atribuidas por el Decreto 205/2004, de 11 de mayo, por el que se establece la
estructura orgánica de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social

Y de otra, D. Blas García Ruiz, Presidente de la Confederación Andaluza de


Organizaciones a favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (en adelante
FEAPS-ANDALUCÍA), inscrita en el Registro de Entidades, Servicios y Centros de
Servicios Sociales con el nº 1107 , con domicilio en Avda. Alcalde Luis Uruñuela,
edificio Levante 1, C.P. 41020 Sevilla y C.I.F. G-29059516 , en uso de las facultades
que tiene atribuidas en virtud de los Estatutos de dicha Entidad.

Actuando en ejercicio de sus respectivos cargos y en la representación que


ostentan, reconociéndose recíprocamente la capacidad de otorgar el presente
convenio, y a tal fin

EXPONEN

PRIMERO.- Que la Constitución Española establece como uno de los principios


rectores de la política social la realización de una política de previsión, tratamiento,
rehabilitación e integración de los disminuidos debiendo los poderes públicos
prestarles la atención especializada que requieren y amparar especialmente el disfrute
de sus derechos como ciudadanos (artículo 49).
SEGUNDO.- Que la Ley 1/1999, de 31 de Marzo, de Atención a las Personas
con Discapacidad en Andalucía en su artículo 36 “Atención en supuestos de penas de
privación de libertad” establece que se atenderá a las personas con minusvalía
psíquica que se ven obligadas a cumplir pena de privación de libertad en centros
penitenciarios, promoviendo, además, programas sociales que posibiliten a lo jueces y
tribunales adoptarlos como medidas sustitutivas. Para ello los servicios sociales se
coordinarán con la administración competente en instituciones penitenciarias y con el
poder judicial.

Por otra parte, el artículo 3 establece que la iniciativa privada podrá colaborar
con los poderes públicos en la prestación de servicios en el marco de la legislación
vigente. Siendo requisito indispensable para recibir financiación de los poderes
públicos que las actuaciones privadas se adecuen a las líneas y exigencias de la
planificación sectorial que se establezca por parte de las Administraciones Públicas.

TERCERO.- Que el Plan de Acción Integral para las personas con


discapacidad en Andalucía 2003- 2006, aprobado por Acuerdo del Consejo de
Gobierno de 2 de diciembre de 2003, incluye la atención de personas con
discapacidad intelectual en supuestos de pena de privación de libertad concretándose
en módulos de atención ocupacional que permitan las salidas terapéuticas de los
internos en centros penitenciarios, la preparación de su posible salida del centro
penitenciario o el cumplimiento de medidas de seguridad no privativas de libertad, así
como la atención en residencias o viviendas tuteladas para personas con discapacidad
intelectual a personas que cumplan medidas de seguridad privativas de libertad o
exreclusos.

CUARTO.- Que FEAPS – ANDALUCÍA es una entidad sin ánimo de lucro que
representa a la mayoría de las organizaciones a favor de las personas con
discapacidad intelectual en nuestra Comunidad Autónoma, que gestiona la mayoría de
los servicios y centros destinados a ellos, incluidos programas de atención en
supuestos de privación de libertad, por lo que cuenta con experiencia suficiente para la
realización de este programa.

QUINTO.- Que para dar cumplimiento a los objetivos y fines citados, resulta
conveniente la firma de un Convenio entre la Consejería para la Igualdad y Bienestar
Social y FEAPS-ANDALUCÍA.

Por lo tanto, en virtud de cuanto antecede, ambas partes


acuerdan suscribir el presente convenio de colaboración a tenor de las siguientes

ESTIPULACIONES

PRIMERA: OBJETO.

El presente convenio tiene por finalidad subvencionar los gastos del Programa
de atención a personas con discapacidad intelectual afectadas por el régimen
penitenciario, es decir, los gastos de las actividades programadas en centros
ocupacionales para personas con Discapacidad Intelectual que se encuentran
cumpliendo condena en Centros Penitenciarios Andaluces y disfruten de salidas
terapéuticas, permisos penitenciarios o que deban cumplir medidas de seguridad no
privativas de libertad, así como los gastos derivados del cumplimiento de medidas de
seguridad privativas de libertad o la atención a exreclusos en residencias para
personas con discapacidad intelectual, según detalle económico descrito en la
Estipulación Novena.

SEGUNDA: FINANCIACIÓN

En orden a la consecución de la finalidad del presente convenio, la Consejería


para la Igualdad y Bienestar Social se compromete a aportar, con carácter de
subvención la cantidad de NOVENTA Y NUEVE MIL NOVECIENTOS CINCUENTA
EUROS (99.950,20 €), financiada con cargo a la aplicación presupuestaria
0.1.21.00.01.00.488.00.31C cuyo pago se realizará de una sola vez tras la firma de
conformidad con lo establecido en el artículo 20.9 de la Ley 17/2003, de 29 de
diciembre del Presupuesto de la Comunidad Autónoma de Andalucía para el año
2004-.

Dicha cuantía total corresponde al 100% del presupuesto de gastos del


Programa de atención a personas con discapacidad intelectual afectadas por el
régimen penitenciario.

TERCERA: JUSTIFICACIÓN DE LA APLICACIÓN DE LA SUBVENCIÓN

De conformidad con lo establecido en el artículo 22 de la Orden de la


Consejería de Asuntos Sociales de 2 de Enero de 2004 ( actualmente Consejería
para la Igualdad y Bienestar Social, en virtud del Decreto del Presidente 11/2004,
de 24 de abril, sobre reestructuración de Consejerías),la FEAPS-ANDALUCÍA
habrá de justificar la aplicación de la subvención a la finalidad para la que fue
otorgada, así como la totalidad de los gastos realizados en la ejecución de la
actuación subvencionada, aunque la cuantía de la subvención concedida sea
inferior, conforme a los medios justificativos establecidos en el mencionado
artículo.

El plazo para la justificación de la subvención concedida será de tres meses a


partir del 31 de diciembre de 2005 plazo que se fija para la ejecución del presente
Convenio.

La justificación se realizará con facturas de las asociaciones en las que


los usuarios sean atendidos, siendo supervisadas antes de su envío a la
Consejería de Igualdad y Bienestar Social, por Feaps Andalucía.

CUARTA: ALTERACIÓN DE LAS CONDICIONES

Cualquier modificación en la realización de estas actividades quedará


supeditada al acuerdo de las partes que suscriben el presente convenio, previa
reunión de la Comisión de Seguimiento prevista en la Estipulación Octava.
En todo caso, de conformidad con el artículo 18 de la mencionada Orden de 2
de enero de 2004, las modificaciones no podrán variar el destino o la finalidad de la
subvención.

QUINTA: OBLIGACIONES A CARGO DE LA ENTIDAD

De conformidad con lo establecido en el artículo 20 de la mencionada Orden de


la Consejería de Asuntos Sociales de 2 de enero de 2004 (actualmente Consejería
para la Igualdad y Bienestar Social en virtud del Decreto del Presidente 11/2004, de 24
de abril, sobre reestructuración de Consejerías), la FEAPS-ANDALUCÍA se
compromete a:

a) Realizar la actuación objeto de esta subvención en la forma, condiciones y


plazos convenidos.

b) Justificar ante el órgano concedente la realización de la actuación, así como el


cumplimiento de los requisitos y condiciones que determinen la concesión o
disfrute de la subvención.

c) Someterse a las actuaciones de comprobación a efectuar por la Consejería de


Igualdad y Bienestar Social, a las de control financiero que corresponden a la
Intervención General de la Junta de Andalucía y a las cuentas previstas en la
legislación del Tribunal de Cuentas y de la Cámara de Cuentas de Andalucía.

d) Facilitar cuanta información les sea requerida por el Tribunal de Cuentas, la


Cámara de cuentas de Andalucía y la Intervención General de la Junta de
Andalucía.

e) Comunicar a la Consejería de Igualdad y Bienestar Social la obtención de otras


subvenciones o ayudas para la misma finalidad, procedentes de cualesquiera
Administraciones o Entes públicos o privados, nacionales o internacionales de
acuerdo con lo establecido en el artículo 110 de la Ley General de Hacienda
Pública, así como las alteraciones a que se refiere el artículo 18 de la Orden de
2 de enero de 2004.

f) Hacer constar en toda la información o publicidad que la actividad está


subvencionada por la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, así como
en su caso, por el Estado o por la Unión Europea.

g) Acreditar, previamente al cobro de la subvención conforme al artículo 5.3 e) de


la Orden, estar al corriente de las obligaciones fiscales con la Comunidad
Autónoma de Andalucía, así como no ser deudor de la misma por cualquier
otro ingreso de Derecho Público.
SEXTA: FACULTADES DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE LA CONSEJERÍA PARA
LA IGUALDAD Y BIENESTAR SOCIAL

La Consejería para la Igualdad y Bienestar Social podrá inspeccionar a la


FEAPS-ANDALUCÍA en orden a comprobar el exacto cumplimiento de lo convenido.

La Consejería para la Igualdad y Bienestar Social no asumirán responsabilidad


alguna como consecuencia del incumplimiento de la normativa vigente en materia de
contratación administrativa, laboral, de seguridad e higiene en el trabajo, sobre los
medios materiales y humanos que hayan de ser empleados para la ejecución del
presente Convenio.

SÉPTIMA: REINTEGRO

De conformidad con lo establecido en los artículos 112 y siguientes de la Ley


5/1983, de 19 de julio, General de Hacienda Pública de la Comunidad Autónoma de
Andalucía y en el artículo 25 de la mencionada Orden de la Consejería de Asuntos
Sociales de 2 de enero de 2004 (actualmente Consejería para la Igualdad y Bienestar
Social en virtud del Decreto del Presidente 11/2004, de 24 de abril, sobre
reestructuración de Consejerías), procederá el reintegro de las cantidades percibidas y
la exigencia del interés de demora desde el momento del pago de la subvención, en
los casos estipulados en la citada norma.

OCTAVA: COMISIÓN TÉCNICA DE SEGUIMIENTO

Se constituye una Comisión Técnica de Seguimiento de este Convenio formada


al menos, por dos técnicos de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social y por
dos representantes de FEAPS-ANDALUCÍA.

Esta comisión se reunirá con carácter mensual para conocer el desarrollo y


grado de ejecución del convenio, evaluar sus resultados e introducir las medidas
correctoras de las dificultades y problemas que en la realización de aquellos pudieran
surgir y en cualquier momento si fuera necesario.

NOVENA: CARÁCTER Y COBERTURA DE LA SUBVENCIÓN

El Programa de atención a personas con discapacidad intelectual en supuestos de


privación de libertad objeto de este convenio tiene un carácter experimental, y se
desarrollará en los centros que figuran en el Anexo I.

En cuanto a la cobertura, la citada subvención ofrece los siguientes servicios:

1.- Plaza en Centro Ocupacional:( para permisos terapéuticos y para el


cumplimiento de medidas de seguridad no privativas de libertad)
a) Personas con Discapacidad Intelectual-D.I o inteligencia límite
(grado inferior al 33% de minusvalía): 713´21.- €/mes
b) Personas con D.I. y otras patologías asociadas: 746´35.- €/ mes.

En caso de necesitarse transporte, si la Asociación pudiera ofrecer el servicio, éste se


incluiría en la factura a razón de 0´17.- €/km más 6.- €/hora por disposición del
conductor. A los voluntarios del programa, se les abonarán los gastos de transporte, a
razón de 0,17 €/km.

2.- Plaza en Residencia de Adultos/Centro Ocupacional: (incluiría el


cumplimiento de medidas de seguridad privativas de libertad, de libertad
condicional, permisos penitenciarios de fines de semana y la atención a
exreclusos):

a) Para personas con Discapacidad Intelectual- D.I.: 42´77.- €/día


b) Para personas con D.I. y otras patologías asociadas: 60- €/día.

3.- Vivienda Tutelada/Centro Ocupacional: 38,72 €/día.


4.- Los usuarios/as de este programa abonarán a la entidad en el caso de
Centro Ocupacional el 25% de sus ingresos líquidos anuales y el 75% en el caso de
residencia. En la cantidad a abonar por cada plaza se detraerá en su caso la
aportación del usuario.
5.- Se atenderán las necesidades formativas de los técnicos del programa.

DÉCIMA: PROCEDIMIENTO DE ADJUDICACIÓN Y BAJA DE PLAZAS

El alta y baja de los usuarios/as en este programa se hará de acuerdo a la


normativa vigente, y en su tramitación deberá constar la documentación exigida con
carácter general, aunque se pueda acordar el aplazamiento de la aportación de algún
documento, siempre que la naturaleza del requisito que acredite el mismo lo permita.
Los expedientes quedarán exentos del requisito de baremación e ingresarán, en su
caso, por orden de fecha de entrada de la solicitud.

Una vez finalizada la medida el interesado/a será dado/a de baja en el


programa regresando al domicilio familiar u ocupando plaza concertada. En el caso de
exreclusos sin apoyo familiar permanecerán en el programa en tanto se les asigne
plaza concertada.

UNDÉCIMA: VIGENCIA DEL CONVENIO

El presente convenio entrará en vigor el día de su firma y tendrá validez hasta


el 31 de diciembre de 2005.

DUODÉCIMA: INFRACCIONES ADMINISTRATIVAS


Las infracciones administrativas cometidas en relación con la subvención
objeto del presente convenio se sancionarán conforme a lo previsto en el artículo 26
de la Orden de la Consejería de Asuntos Sociales de 2 de enero de 2004
(actualmente Consejería para la Igualdad y Bienestar Social en virtud del Decreto del
Presidente 11/2004, de 24 de abril, sobre reestructuración de Consejerías), por la que
se regulan y convocan subvenciones en el ámbito de la Consejería para el año 2004.

El incumplimiento de cualquiera de las estipulaciones por algunas de las partes


firmantes será causa suficiente para la denuncia y resolución del Convenio.

En prueba de conformidad y comprometiéndose las partes a su más exacto


cumplimento, firman el presente convenio, por triplicado ejemplar, en el lugar y fecha
indicados en el encabezamiento.

LA CONSEJERA PARA LA IGUALDAD EL PRESIDENTE DE


Y ELBIENESTAR SOCIAL FEAPS-ANDALUCÍA

Fdo.-Micaela Navarro Garzón Fdo.-Blas García Ruíz

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