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DE LA DISCAPACIDAD INTELECTUAL
LAS TRAMPAS DEL SISTEMA
fsurbaneja@telefonica.net
http://fernandosantosurbaneja.blogspot.com/
INDICE
* PLANTEAMIENTO
* CONCEPTOS BÁSICOS
Imputabilidad e inimputabilidad
La enajenación inadvertida
La enajenación sobrevenida
Elementos favorables
Dificultades
* PLANTEAMIENTO
* CUANDO EL TRASTORNO ES DETECTADO ANTES DE DICTARSE LA
SENTENCIA Y DA LUGAR A LA APRECIACIÓN DE UNA IMPUTABILIDAD
INEXISTENTE O DISMINUIDA Y A LA IMPOSICIÓN DE UNA O VARIAS
MEDIDAS DE SEGURIDAD
* OTROS SUPUESTOS
* PLANTEAMIENTO
* REGULACIÓN
* PLANTEAMIENTO
* REGULACIÓN
* PRECAUCIONES
II – EL DISCAPACITADO “VÍCTIMA” DE HECHOS DELICTIVOS
* PLANTEAMIENTO
* DISCAPACITADOS INTELECTUALES
* TRASTORNOS MENTALES
* DEMENCIAS
IV – ANEXO
* PLANTEAMIENTO
La primera parte de este trabajo pretende ofrecer algunas respuestas a las preguntas
que suelen hacerse los que llegan a enterarse de que en las prisiones cumplen
condena personas con discapacidad intelectual o que padecen trastornos mentales
más o menos severos.
* CONCEPTOS BÁSICOS
Imputabilidad e inimputabilidad
La redacción del Art. 60 del C. Penal plantea un nuevo concepto que aún no
tiene denominación ni delimitado su contenido.
Se trata de la capacidad para conocer, no la ilicitud del hecho ( Art. 20 C.P.), sino “el
sentido de la pena”.
La formulación es mucho más rica que la contenida en el Art. 8-1º del Código Penal de
1973 ya derogado. Al ser más rica, es mucho más exigente en su apreciación.
El tener que demostrar la conexión del padecimiento con la realización del hecho
concreto será difícil cuando el sujeto no sea inmediatamente detenido y examinado,
teniendo que acudir en numerosas ocasiones a indicios y, en otras, habrá que admitir
la imposibilidad de determinar esta circunstancia.
La enajenación inadvertida
Esto ocurre con muchísima frecuencia con el discapacitado intelectual ligero y con
algunas enfermedades mentales cuyos rasgos se enmascaran en el estado emocional
extraño que frecuentemente tiene el delincuente no habitual cuando se encuentra en el
Juzgado de Guardia o cuando declara ante un Juez.
Es frecuente que el propio abogado defensor no llegue a advertir esta circunstancia y
que el defendido no llegue a decírselo si no tiene conciencia de enfermedad.
Hay que partir de que tanto discapacitados psíquicos (sobre todo los ligeramente
afectados) como enfermos mentales pueden realizar conductas delictivas para las que
tienen completo discernimiento, de modo que actuarían de forma completamente
imputable porque lo harían con capacidad suficiente para comprender la ilicitud de
hecho y para actuar conforme a esa comprensión.
Si se declara su imputabilidad para esos hechos deberán ser condenados como una
persona normal, no podrá adoptarse medida de seguridad alguna y si se les impone
una pena privativa de libertad de obligado cumplimiento deberán ingresar en un centro
de cumplimiento ordinario.
Esto es difícil de asumir
La enajenación sobrevenida
Sobre esta y otras cuestiones puede encontrarse información muy valiosa en la obra
“MIL VOCES PRESAS” 1
A pesar de los frecuentes padecimientos psíquicos que se sufren en prisión, rara vez
se realizan peticiones de suspensión de la ejecución de la pena.
Ello es debido en buena parte a que en la mayor parte de los casos, la asistencia
letrada no continúa en fase de ejecución de la sentencia.
Es esta una costumbre de perniciosos efectos para los condenados pues se van a ver
imposibilitados en la práctica para hacer valer sus pretensiones ante los Tribunales o
Autoridades Administrativas correspondientes.
Por otra parte, los funcionarios de prisiones no suelen cumplir con el mandato
establecido en el Art. 757 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que obliga a las
Autoridades y funcionarios públicos a poner en conocimiento del Fiscal cuando, por
razón de sus cargos, conocieran la existencia de persona posiblemente incursa en
causa de incapacitación.
En mi opinión el Art. 60 tiene una óptica distinta a la del Art. 20-1º del C. Penal. Este
analiza el padecimiento en relación al hecho delictivo en el momento de cometerlo.
Aquel sitúa al sujeto, globalmente considerado, frente a la pena, su capacidad de
comprensión y de cumplimiento de la misma.
1
Esta obra, escrita por Juan Carlos Ríos Martín y Pedro José Cabrera Cabrera publicada por la
Universidad Pontificia de Comillas se basa en las contestaciones dadas por cientos de presos a
una encuesta que les fue facilitada
El Art. 20-1º y el Art. 60 del Código Penal juegan en ámbitos y momentos
temporales diferentes. Pertenecen a sistemas distintos
En relación con esta cuestión considero que tuvo gran importancia la doctrina
dimanante de la Consulta 5/1999 de la Fiscalía General del Estado sobre “Problemas
que plantea el internamiento de quienes tienen suspendida la ejecución de una pena
privativa de libertad por trastorno mental grave sobrevenido a la sentencia firme”
A mi juicio representó una admirable ruptura con el sistema que venía aplicándose y
que fue elaborado en base a lo dispuesto en el Art. 82 del derogado Código penal de
1973.
Digo “representó” dado que la nueva redacción del párrafo primero del Art. 60 del C.
Penal, reorienta en cierto modo las cosas a la situación precedente, en la medida en
que vuelve a conectar “el recibir asistencia sanitaria precisa” con “la imposición de
medidas de seguridad”
Resulta muy elocuente, respecto del cambio experimentado, releer la Consulta 5/1999
de la Fiscalía General del Estado.
Elementos favorables
B.- JURÍDICOS
Alentadas por este trasfondo ético, nuestras leyes van señalando el camino que
permita hacer posible lo deseable.
“Se atenderá a las personas con minusvalía que se vean obligadas a ser
privadas de libertad como medida de seguridad por decisión judicial en
centros penitenciarios, promoviendo, además, programas sociales que
posibiliten a jueces y tribunales el adoptarlas como sustitutivas.
Para ello los servicios sociales se coordinarán con las administración
competente en Instituciones Penitenciarias y con el Poder Judicial”.
Dificultades
a) Algunos de los enfermos han cometido una pluralidad de delitos juzgados por una
pluralidad de Jueces o Tribunales, en ocasiones en distintos territorios.
De nada serviría articular una buena solución jurídica si no se puede contar con los
recursos socio-sanitarios necesarios.
* Para los casos más graves habría que derivar al enfermo al Hospital
Psiquiátrico Penitenciario en los términos previstos en el Art. 184-c) del
Reglamento Penitenciario aprobado por R.D. 190/1996 de 9 de Febrero,
referente a los internos que, “por enfermedad mental sobrevenida, se les haya
impuesto una medida de seguridad por el Tribunal sentenciador en aplicación
de los dispuesto en el Código Penal y en la Ley de Enjuiciamiento Criminal…”
A la ley le preocupa el día después del discapacitado o enfermo mental que accede a
la situación de libertad tras su paso por la cárcel.
Algunos carecen de familia. Otros han roto definitivamente con sus allegados.
Los trabajadores sociales de las prisiones saben bien de las dificultades de encontrar
apoyos para ellos cuando salgan en libertad.
Lo que estas personas necesitan no es un papel que contenga una declaración judicial
de incapacidad, sino recursos socio-sanitarios y apoyo externo.
Esta es la batalla verdaderamente importante.
Ortega y Gasset, en las Meditaciones del Quijote (1914), proclamaba aquello de “Yo
soy, yo y mi circunstancia”.
Esta es la mitad de la frase que ha hecho fortuna, que se cita y se recuerda.
Pero Ortega dijo más: “y si no la salvo a ella no me salvo yo”
Es preciso por tanto alterar el proceso, ofrecer otros horizontes, dar oportunidades y
ello pasa ineludiblemente por proporcionar recursos asistenciales, ocupacionales,
etc…, donde estas personas puedan desarrollar una nueva vida.
Las Administraciones, hasta ahora, han guardado cierta distancia con el problema.
Es cierto que han apoyado los proyectos que se les han presentado y han producido
legislación favorecedora para llevarlos a cabo pero ocurre que, desde el mes de
Noviembre de 2003, existe en el Código Civil un precepto que impone a las
Administraciones competentes una implicación de lleno en el tema.
Ya no se trata de apoyar las iniciativas de otros, sino de asumir una función propia.
Dado que los internamientos involuntarios están sometidos a control judicial, puede
solicitarse al Fiscal con antelación suficiente que inste ante el Juzgado competente la
concesión de autorización para este internamiento, previo cumplimiento de los trámites
previstos en el Art. 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
Puede incluso solicitarlo directamente del Juez, el Director Médico o el Director de la
Prisión.
Una vez integrado en la red civil de salud mental, se deberá estudiar su inclusión en
dispositivos intermedios de cara a su rehabilitación y reinserción social.
* PLANTEAMIENTO
c) Otros supuestos
Durante siglos la pena fue la única respuesta frente al delito ya lo cometieran los
sanos o los enfermos.
No es fácil imaginar que un hecho grave pudiera quedar impune invocando la locura o
debilidad mental del autor. El apaciguamiento de la alarma social creada exigía una
respuesta ejemplar y disuasoria ya la sufriese el sano, ya la sufriese el enfermo.
A estas razones de estricto orden público, justificadas por la utilidad o necesidad social
se unieron otras que preconizaban la utilidad o necesidad individual.
Así, se decía:
Aunque la respuesta pueda ser similar, se elimina el reproche moral tan característico
de la Escuela Clásica.
En algún modo se viene a decir; “No eres un malvado pero haces cosas malas”
Fue el Código Penal Suizo de 1893 alentado por Carlos STOOS el que primero
recogió este sistema dual de respuesta: Penas para los imputables y Medidas para los
inimputables.
Dado que existe una zona intermedia entre la imputabilidad y la inimputabilidad que se
conoce como “semi-imputabilidad” se concluyó que en estos casos pudiera imponerse
al sujeto tanto una pena como una medida de seguridad de acuerdo con los siguientes
principios:
Es el “Sistema Vicarial “
Aunque se establecieron con claridad las bases teóricas de este sistema dual, lo cierto
es que el tratamiento legislativo de penas y medidas fue muy diferente.
Los Códigos Penales regulaban minuciosamente la pena, mientras que las medidas de
seguridad eran muy deficientemente reguladas.
En la práctica de los Tribunales la determinación de la “Culpabilidad” era una cuestión
de extraordinaria importancia que concitaba el interés de todos, mientras que la noción
de “Peligrosidad” se extraía automáticamente de un diagnóstico y con el mismo
automatismo se imponía una medida de seguridad que casi siempre era de
internamiento.
En la práctica de los Tribunales se consideraban casos o juicios “fáciles”, casos o
juicios “sin emoción” porque el desenlace era conocido desde el mismo instante en
que se emitía el diagnóstico.
Rodrigo BERCOVTZ retrató bien esta situación en su obra “La marginación de los
locos y el Derecho”
Esta práctica, hoy afortunadamente muy corregida, ha tenido vigencia hasta hace bien
pocos años. Es de gran interés a este respecto la lectura de la Sentencia del Tribunal
Constitucional 24/1994 de 21 de Enero sobre la que más tarde volveré, en la que
reivindica la necesidad e importancia de investigar la “peligrosidad” en términos
análogos a la “culpabilidad” y ofrece las pautas para ello.
Pero ha sido el Código Penal de 1995 el que ha incidido en esta equiparación hasta
extremos que me parecen exagerados.
Un sector, entiende que esto no puede ocurrir en ningún caso, manteniendo que no
cabe más medida de internamiento que la contemplada en la sentencia.
Así, respecto de la postura primeramente enunciada, cabe señalar que la ley prevé
un supuesto en el que sin estar contemplada la medida de internamiento en la
sentencia, pueda llegar a imponerse.
Es el caso del quebrantamiento de medida de seguridad previsto en el Art. 100-2 del
Código Penal que establece:
....//....
Ello, llegado el caso, permitiría neutralizar las objeciones formales de no estar previsto
en la sentencia, para aquellos casos en los que la evolución de la enfermedad o el
fracaso de otras medidas no privativas de libertad hicieran aconsejable el
internamiento.
Me parece una solución acertada en aquellos supuestos en los que todo indica
que el hecho delictivo ha sido un acontecimiento absolutamente excepcional no
revelador de peligrosidad del enfermo.
“El recurrente estima inaplicado el Art. 105 del Código Penal que
prevé las correspondientes medidas de seguridad.
Parece que todo está resuelto pero, no nos engañemos, esta solución sirve para la
adopción “ a posteriori” de cualquier medida de seguridad no privativa de
libertad, pero no sirve para el internamiento que, como ya hemos examinado, está
rodeado de especiales garantías.
Repárese en que el Art. 105 establece que, desde un principio o durante la ejecución
de la sentencia el Juez o Tribunal, en los casos previstos en los Arts. 101 a 104 podrá
acordar razonadamente la imposición de la observancia de “una o varias de las
siguientes medidas”
Pues bien, en el amplio listado de medidas que contempla el Art. 105 del C. Penal NO
SE ENCUENTRA LA MEDIDA DE INTERNAMIENTO
* OTROS SUPUESTOS
Sin comentarios.
Cerrada la vía de aplicación del Art. 60 del C. Penal, el abogado defensor buscó
conseguir la progresión de la penada al tercer grado que le permitiese al menos pasar
el día fuera de la prisión.
A tal fin entró en contacto con una Asociación de Discapacitados Intelectuales que
contaba con un Centro y unas instalaciones muy próximas al recinto penitenciario.
Cuando consiguió el compromiso de la Asociación de recibir a la penada e incluirla en
los programas del Centro, se realizó la petición de progresión de segundo a tercer
grado de cumplimiento.
La pregunta es
¿Qué sistema tenemos que permite que una persona que según la propia
sentencia tiene una edad mental entre 6 y 10 años llegue a ingresar en una
cárcel ordinaria y permanezca en ella durante más de un año?
Con ser ello muy loable, a mi entender, se está olvidando lo principal. La pregunta
fundamental es la siguiente:
Una respuesta simple sería; Porque han realizado hechos que se encuentran
recogidos en el Código Penal
Creo que debemos detenernos a reflexionar sobre el tratamiento que hay que dar a los
hechos cometidos por discapacitados y enfermos mentales, distinguiendo aquellos que
merecerían claramente la consideración de delictivos, de aquellos otros que no son
sino manifestaciones o incluso síntomas del trastorno o la enfermedad.
Es sabido que los trastornos mentales, en sus fases agudas, provocan estados
delirantes.
Según el Código Penal el enfermo habría cometido un delito de atentado por lo que
será conducido detenido a la Comisaría donde se elaborará un “atestado policial”
siendo más tarde puesto a disposición judicial.
El Juez y el Médico Forense apreciarán el estado del enfermo y procurarán que sea
asistido médicamente.
Dice así:
En cambio el término “acta” tiene que significar y significa otra cosa. Resulta claro que
tiene que ver con entradas en domicilio motivadas por tareas de auxilio a los
ciudadanos, que han de documentarse, pero no han de dar lugar a un procedimiento
penal.
Si vamos a lo concreto, los golpes que pueda recibir la Policía o los daños en sus
ropas, insultos, amenazas, etc…, por parte de una persona “enajenada” que necesita
cuidados médicos, nunca deberían en mi opinión, dar lugar a la confección de un
“atestado” y al inicio de un procedimiento penal por atentado u otra infracción contra
los Agentes de la Autoridad, lo mismo que ocurre con los golpes que, ocasionalmente
puede recibir el personal sanitario de salud mental, en caso de agitación del enfermo
que se encuentra bajo su cuidado.
La Policía, en estos casos, desarrolla una función de auxilio y deberá documentar las
incidencias en un “acta” que deberá remitir sin dilación a la autoridad judicial
competente.
El Juez competente no puede ser otro que el Juez civil, el que se ocupa de las
cuestiones relativas a la persona y, en concreto, de la salvaguarda de los derechos de
las personas más desvalidas.
Por fin, entiendo que el resto de los delitos cometidos por las personas discapacitadas
o por enfermos mentales (robos, estafas, conducciones bajo la influencia de bebidas
alcohólicas, etc…) tengan que ver o no con su padecimiento, deben ser objeto de un
procedimiento penal que permita evaluar la imputabilidad del autor y, en su caso, la
imposición de una o varias medidas de seguridad.
Los familiares de Personas Discapacitadas o con Trastornos Mentales viven con gran
inquietud estas cuestiones. Les preocupa mucho que además de atender los
requerimientos de la dolencia, tengan que atender los requerimientos de la
Administración de Justicia, ya sea la Justicia Penal o la Justicia Civil.
Por su interés, incluyo el texto del convenio como Anexo a este trabajo.
Tengo que decir que, aunque me satisface, a mi juicio se queda corto en el sentido de
que no hace referencia a las funciones de auxilio de la Policía a las que me he
referido.
El texto parece dar por bueno que toda infracción ha de dar lugar a un procedimiento
penal.
Se me ocurre que una buena idea es que las Asociaciones o los padres que tienen
hijos discapacitados intelectuales o que sufren trastornos mentales y que gozan de
amplia autonomía, (lo que les permite salir solos a la calle, viajar, relacionarse, etc…),
den cuenta de este hecho a las Fuerzas de Seguridad para que, en caso de
intervención, sepan a que atenerse y, en la medida de lo posible, orienten su función al
plano meramente protector.
Esto puede hacerse con un alcance territorial muy diverso: A nivel local, provincial o de
todo el Estado; En este caso ello conllevaría a la creación de un Registro Estatal
reservado para las Fuerzas de Seguridad.
Creo que, en principio, bastaría con el nivel local. Normalmente los discapacitados se
desenvuelven dentro de los límites de su ciudad.
Se puede decir que afecta a la intimidad del discapacitado. Frente a ello se puede
objetar que la petición puede partir del propio discapacitado o de sus familiares o
allegados, con el consentimiento de aquél.
Soy consciente de que este modo de plantear las cosas exige un cambio profundo de
mentalidad y de hábitos, tanto por parte de las Fuerzas de Seguridad, como por parte
de los Jueces, Fiscales, Profesionales del Derecho y de los propios familiares u
allegados de discapacitados y enfermos mentales.
De modo que, es muy frecuente que cuando los padres o familiares acuden a las
Comisarías solicitando ayuda, por ejemplo para encontrar a un discapacitado que no
ha vuelto a casa, en cuanto se pone de manifiesto que se trata de una persona mayor
no incapacitada, la respuesta es que no se puede hacer nada porque es mayor de
edad.
Así:
* PLANTEAMIENTO
Es un hecho asumido que quien causa un daño a otro que éste no esté obligado a
soportar, debe reparar el daño indemnizando al perjudicado.
Los hechos que producen daños no son todos de la misma gravedad ni por la cuantía,
ni por la causa (dolo o culpa)
* REGULACIÓN
La responsabilidad civil derivada de hechos de los que conocen los tribunales civiles
se encuentra regulada en los 1902 a 1910 del Código Civil
La responsabilidad civil derivada de hechos (delitos o faltas) de los que conocen los
tribunales penales, se encuentra regulada en los Arts. 116 a 122 del Código Penal
La experiencia de los Tribunales nos dice que éstos son muy proclives a apreciar la
responsabilidad de padres, tutores o guardadores (culpa in vigilando) y reacios a
aceptar sus alegaciones destinadas a convencer a aquellos de que obraron con la
diligencia debida y que los hechos se produjeron sin su “culpa o negligencia”.
Cuando se aprecie que el discapacitado o enfermo pueda ser causa de algún mal,
además de adoptar las medidas necesarias para evitarlo, sería aconsejable que sus
tutores o cuidadores concertasen un seguro de responsabilidad a terceros.
I-V LA TRAMPA DE LOS JUICIOS RÁPIDOS
* PLANTEAMIENTO
La lectura de los preceptos que regulan este procedimiento permite caer en la cuenta
de que son muchos los delitos que se pueden juzgar por este cauce y, desde luego, la
mayoría de los que usualmente se imputan a los discapacitados y enfermos mentales.
En cualquier caso me parece un periodo muy corto para abordar la defensa cuando se
trata de cuestión tan compleja como determinar la imputabilidad o inimputabilidad de
un discapacitado o enfermo mental.
Por eso pienso que este tipo de cuestiones no deben enjuiciarse por este
procedimiento rápido regulado en los Arts. 795 a 803 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal
* REGULACIÓN BÁSICA
CAPÍTULO I.
ÁMBITO DE APLICACIÓN.
Artículo 795.
Delitos de hurto.
Delitos de robo.
c) Que se trate de un hecho punible cuya instrucción sea presumible que será
sencilla.
CAPÍTULO II.
DE LAS ACTUACIONES DE LA POLICÍA JUDICIAL.
Artículo 796.
Sin perjuicio de recabar los auxilios a que se refiere el ordinal 1 del artículo 770,
solicitará del facultativo o del personal sanitario que atendiere al ofendido copia
del informe relativo a la asistencia prestada para su unión al atestado policial.
Asimismo, solicitará la presencia del médico forense cuando la persona que
tuviere que ser reconocida no pudiera desplazarse al Juzgado de guardia dentro
del plazo previsto en el artículo 799.
Citará para el mismo día y hora a las entidades a que se refiere el artículo 117 del
Código Penal, en el caso de que conste su identidad.
CAPÍTULO III.
DE LAS DILIGENCIAS URGENTES ANTE EL JUZGADO DE GUARDIA.
Artículo 797.
1. El Juzgado de guardia, tras recibir el atestado policial, junto con los objetos,
instrumentos y pruebas que, en su caso, lo acompañen, incoará, si procede,
diligencias urgentes. Sin perjuicio de las demás funciones que tiene
encomendadas, practicará, cuando resulten pertinentes, las siguientes
diligencias, en el orden que considere más conveniente o aconsejen las
circunstancias, con la participación activa del Ministerio Fiscal:
Recabará por el medio más rápido los antecedentes penales del detenido o
persona imputada.
Tomará declaración a los testigos citados por la Policía Judicial que hayan
comparecido. Ante la falta de comparecencia de cualquier testigo a la citación
policial ante el Juzgado de guardia, podrá éste aplicar lo previsto en el artículo
420.
….//….
Artículo 799.
* PRECAUCIONES
Afortunadamente la ley permite que los procedimientos iniciados como juicios rápidos
puedan pasar a tramitarse, por diversas razones, por la vía ordinaria.
*PLANTEAMIENTO
Lo primero que hay que señalar es que el Código Penal no contempla figuras
delictivas específicas en cuanto que la víctima tenga la condición de minusválido,
enfermo mental o senil.
* LOS DISCAPACITADOS
Los delitos de los que son más frecuentemente víctimas son los siguientes:
Los delitos de los que las personas mayores son víctimas con más frecuencia son los
siguientes:
Detenciones ilegales
Las conductas más graves estarían incluidas en el Art. 173-1 del C. Penal , mientras
que las más leves integrarían la falta del Art. 619 del C. Penal
Abandono de familia
Cada son más frecuentes los abusos cometidos con los ancianos en este terreno.
La mayor parte de las personas mayores son propietarios de algún bien inmueble.
Esto llevó a pensar en fórmulas como la denominada “hipoteca inversa” que funciona
del siguiente modo:
La persona mayor o el matrimonio anciano que no cuenta con suficiente liquidez para
pagar la Residencia en la que desea ingresar o los servicios que quiere que se le
preste en su domicilio puede acudir a una entidad financiera o bancaria y concertar
que mensualmente le será entregada una cantidad con el aval que supone el bien
inmueble del que son propietarios y hasta el límite que represente el valor de éste.
Los propietarios no pierden la propiedad del inmueble sino que van acumulando una
deuda con cargo a él. En caso de fallecimiento, sus herederos podrán recuperar el
bien previo pago de la cantidad desembolsada por la entidad con sus intereses. En
caso contrario la entidad se hará pago con la adjudicación del inmueble o lo subastará
y, en su caso, entregará el exceso a los herederos.
Realmente todo está por hacer en esta materia. Urge una regulación para que estos
productos, en sí mismos saludables, no den lugar a abusos.
La legislación penal española está necesita de tipos delictivos específicos que protejan
a los ancianos de este tipo de conductas.
III – PROPUESTAS Y CONCLUSIONES
* Por diferentes razones, puede considerarse un hecho frecuente que personas con
discapacidad intelectual o trastornos mentales cumplan penas privativas de libertad en
prisión.
El nuevo concepto de imputabilidad distingue con indudable base científica entre actos
afectados por la dolencia y actos no afectados, actos relacionados con la enfermedad
y actos ajenos a la enfermedad, pero ocurre que no se manda a la cárcel solo la parte
sana, porque el enfermo y el discapacitado como cualquier persona son una realidad
inescindible y esto no debe ser olvidado.
Estoy de acuerdo en que en aquellos casos en que la conducta delictiva sea ajena a la
alteración o anomalía psíquica deba considerarse al sujeto imputable de ese hecho y
no se le aprecie por esto circunstancia atenuante o eximente alguna, pero la sentencia
debería recoger como hecho probado la existencia de una deficiencia o anomalía
psíquica y la adopción de las medidas de seguridad que se estimen oportunas desde
una perspectiva global de la persona pues aunque se juzgue un hecho en la vida de
una persona, quien soporta las consecuencias de ese juicio es la persona en su
totalidad.
* No puede olvidarse que, a diferencia de las penas, las medidas de seguridad más
importantes y frecuentemente impuestas (Internamiento en Centro Especializado,
Sumisión a tratamiento externo en Centro Médico o socio-sanitario), tienen una
finalidad primordialmente sanitaria por lo que una vez investigada con rigor y
determinada en sentencia la inimputabilidad del sujeto, debería dejarse al sistema
sanitario en fase de ejecución de sentencia, la adopción de la medida o medidas que
estimen más adecuadas.
Al menos debería establecerse una comunicación y coordinación entre los Tribunales
y el Sistema Sanitario para que éste intervenga también en la designación de la
medida terapéutica más adecuada y ofrezca los recursos disponibles para su
cumplimiento.
* Se denuncia una vez más la falta de sentido que supone el que nuestro
ordenamiento jurídico contenga una regulación de la responsabilidad civil derivada de
la comisión de un delito, distinta de la que se produce cuando el hecho que genera la
responsabilidad no se considera delictivo.
* Cada vez se hace más patente la creación de una Sección en el Código Penal que
contemple al discapacitado, enfermo mental o senil como colectivos especialmente
protegidos, lo que conllevaría la tipificación de conductas específicas de las que
suelen ser víctimas.
Particular necesidad se observa en relación con conductas defraudatorias a
discapacitados y personas mayores. En este sentido se contempla particularmente con
preocupación el abuso que pueda hacerse de los numerosos instrumentos financieros
que están proliferando destinados a procurar la suficiencia de recursos para las
personas mayores que caigan en situación de dependencia.
IV – ANEXO
REUNIDOS
EXPONEN
PRIMERO: Que Feaps Andalucía es una Entidad sin ánimo de lucro que representa a
la mayoría de las organizaciones a favor de las personas con discapacidad intelectual
en nuestra Comunidad Autónoma cuya labor está orientada a la mejora de la calidad
de vida de las personas con discapacidad intelectual y sus familias.
CLAUSULAS
Como prueba de conformidad las dos partes firman este acuerdo de colaboración, por
duplicado y en un solo efecto, en el día y lugar citados al inicio.
REUNIDOS
EXPONEN
Por otra parte, el artículo 3 establece que la iniciativa privada podrá colaborar
con los poderes públicos en la prestación de servicios en el marco de la legislación
vigente. Siendo requisito indispensable para recibir financiación de los poderes
públicos que las actuaciones privadas se adecuen a las líneas y exigencias de la
planificación sectorial que se establezca por parte de las Administraciones Públicas.
CUARTO.- Que FEAPS – ANDALUCÍA es una entidad sin ánimo de lucro que
representa a la mayoría de las organizaciones a favor de las personas con
discapacidad intelectual en nuestra Comunidad Autónoma, que gestiona la mayoría de
los servicios y centros destinados a ellos, incluidos programas de atención en
supuestos de privación de libertad, por lo que cuenta con experiencia suficiente para la
realización de este programa.
QUINTO.- Que para dar cumplimiento a los objetivos y fines citados, resulta
conveniente la firma de un Convenio entre la Consejería para la Igualdad y Bienestar
Social y FEAPS-ANDALUCÍA.
ESTIPULACIONES
PRIMERA: OBJETO.
El presente convenio tiene por finalidad subvencionar los gastos del Programa
de atención a personas con discapacidad intelectual afectadas por el régimen
penitenciario, es decir, los gastos de las actividades programadas en centros
ocupacionales para personas con Discapacidad Intelectual que se encuentran
cumpliendo condena en Centros Penitenciarios Andaluces y disfruten de salidas
terapéuticas, permisos penitenciarios o que deban cumplir medidas de seguridad no
privativas de libertad, así como los gastos derivados del cumplimiento de medidas de
seguridad privativas de libertad o la atención a exreclusos en residencias para
personas con discapacidad intelectual, según detalle económico descrito en la
Estipulación Novena.
SEGUNDA: FINANCIACIÓN
SÉPTIMA: REINTEGRO