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El tabaco, su prohibición
y la repercusión en las relaciones laborales.
1. Acercamiento histórico
Desde tiempos muy antiguos es conocida la relación de los seres humanos con el
tabaco, y del mismo modo, cómo a lo largo de los siglos, esta relación ido sufriendo
altibajos.
Con el inicio del nuevo siglo (s. XXI), se estableció el Convenio Marco de la
OMS para el Control del Tabaco, estableciendo, de este modo, el primer tratado
internacional frente al tabaquismo en el seno de Naciones Unidas. Fue adoptado en
2003 por la Asamblea Mundial de la Salud y entró en 2005.
Todo ello puede llevar a que la condición de fumador pueda suponer una
restricción del acceso al empleo. Bien es sabido que, en ningún caso, un trabajador
puede sufrir discriminación a la hora de acceder a un puesto siempre que cumpla con la
profesionalidad necesaria y adecuada para ejercer las funciones para las que va a ser
contratado.
Por otro lado, la empresa quiere evitar conflictos laborales entre trabajadores
generados por el hecho de que el trabajador fumador tenga la necesidad de ausentarse
con frecuencia a fumar (sólo y cuando la empresa fuese tolerante ante estas pausas); los
compañeros podrían exigir el mismo tiempo para otro tipo de acciones.
Sin embargo, si la empresa no permitiese pausas para fumar, podría generar
ansiedad y estrés sobre el trabajador fumador, lo cual podría provocar deficiencias en su
rendimiento, así como una incidencia negativa a la hora de relacionarse con sus
compañeros. El trabajador se convertiría en un elemento de discordia que modificaría el
buen funcionamiento de la actividad.
Junto con la visión que plantea el Estatuto de los Trabajadores, nos encontramos
otra fundamentación que nos llevaría a una nueva situación de conflicto: el art. 14 de la
Constitución. Éste recoge el derecho a la igualdad; nos surge, por tanto, una situación en
la que podría producirse una posible discriminación del trabajador fumador si
rebasáramos el límite de la prohibición de fumar en el ámbito laboral y se acercara hacia
el ámbito personal. Y es que, si el trabajador fumador se encontrase en una situación
desventajosa para acceder a un puesto de trabajo, podría hablarse, incluso, de un hecho
que dañase la dignidad de la persona.
Por ello, debería ser necesario que las lecturas legales, tanto del Estatuto de los
Trabajadores, como de la Constitución en sus artículos 14 (principio de igualdad) y 10
(respecto a la dignidad) fuesen de carácter extensivo, como establece el Tribunal
Constitucional: “la condición de fumar es algo que pertenece a la esfera privada de los
ciudadanos, y por tanto, el que una condición personal —en este caso ser fumador— no
figure como discriminación prohibida no quiere decir que no pueda encontrarse entre
las condiciones o circunstancias personales o sociales, que genéricamente señala el art.
14 en su último inciso y por lo tanto, tenerse en consideración y ser relevante a efectos
del principio de igualdad”.
De otro lado, se plantea hasta qué punto una empresa podría indagar sobre
aspectos pertenecientes a la vida privada del trabajador, como es el hecho de fumar
(siempre que no tuviese reflejo en su vida laboral) sin afectar al derecho a la intimidad.
Todo ello supondría que el empresario deberá responder (falta grave para éste)
en el supuesto de que los trabajadores llevasen a efecto la conducta tipificada de fumar
en las zonas prohibidas (falta leve, sin embargo, para éstos) y lo tolerara. Por tanto,
hemos de suponer que la normativa da mayor importancia a la permisividad del
empresario que al hecho de fumar.
Para evitar este tipo de situaciones, es necesario que los trabajadores estén
sumamente informados y sean conscientes de la prohibición, pudiendo incluso, el
empresario, solicitar firma de cláusulas de compromiso, donde los empleados asuman la
condición laboral de no fumar. De tal modo, se podrá aplicar el régimen disciplinario
por parte del empresario.
Desde el punto de vista del factor humano que realizará la labor, en el ámbito
laboral, se cuenta con los Inspectores de Trabajo y de Seguridad Social. No obstante,
esta materia plantea muchas dudas sobre la aplicación efectiva de la ley en los centros
de trabajo, y es que el empresario puede ejercer su poder de dirección y disciplinario
sobre el trabajador de manera inmediata, y, sin embargo, su responsabilidad quedaría a
expensas del establecimiento de un procedimiento adecuado por la Comunidad
Autónoma para poder incoar un expediente administrativo sancionador por haber
permitido fumar en su establecimiento o empresa.