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Carta de Amor del Padre

Mi Hijo:

Puede que tú no me conozcas, pero Yo conozco todo sobre tí …Salmos 139:1

Yo sé cuando te sientas y cuando te levantas …Salmos 139:2

Todos tus caminos me son conocidos …Salmos 139:3

Aun todos los pelos de tu cabeza están contados …Mateo 10:29-31

Porque tú has sido hecho a mi imagen …Génesis 1:27

En mí tú vives, te mueves y eres …Hechos 17:28

Porque tú eres mi descendencia …Hechos 17:28

Te conocí aun antes de que fueras concebido …Jeremías 1:4-5

Yo te escogí cuando planeé la creación …Efesios 1:11-12

Tú no fuiste un error, porque todos tus días están escritos en mi libro …Salmos
139:15-16

Yo he determinado el tiempo exacto de tu nacimiento y donde vivirías …Hechos 17:26

Tú has sido creado de forma maravillosa …Salmos 139:14

Yo te formé en el vientre de tu madre …Salmos 139:13

Yo te saqué del vientre de tu madre el día en que naciste …Salmos 71:6

Yo he sido mal representado por aquellos que no me conocen…Juan 8:41-44

Yo no estoy enojado y distante, soy la manifestación perfecta del amor …1 Juan 4:16

Y es mi deseo gastar mi amor en tí simplemente porque tú eres mi hijo y Yo tu padre


…1 Juan 3:1

Te ofrezco mucho más que lo que tu padre terrenal podría darte …Mateo 7:11
Porque Yo soy el Padre Perfecto …Mateo 5:48

Cada dádiva que tú recibes viene de mis manos …Santiago 1:17

Porque Yo soy tu proveedor quien suple tus necesidades …Mateo 6:31-33

El plan que tengo para tu futuro está siempre lleno de esperanza …Jeremías 29:11

Porque Yo te amo con amor eterno …Jeremías 31:3

Mis pensamientos sobre tí son incontables como la arena en la orilla del mar…Salmos
139:17-18

Me regocijo sobre tí con cánticos …Sofonías 3:17

Yo nunca pararé de hacerte bien …Jeremías 32:40

Porque tú eres mi tesoro más precioso …Éxodo 19:5

Yo deseo afirmarte dándote todo mi corazón y toda mi alma …Jeremías 32:41

Y Yo quiero mostrarte cosas grandes y maravillosas …Jeremías 33:3

Si me buscas con todo tu corazón, me encontrarás …Deuteronomio 4:29

Deleítate en Mí y te concederé las peticiones de tu corazón …Salmos 37:4

Porque Yo soy el que produce tus deseos …Filipenses 2:13

Yo puedo hacer por tí mucho más de lo que tú podrías imaginar…Efesios 3:20

Porque Yo soy tu mayor alentador …2 Tesalonicenses 2:16-17

Yo también soy el Padre que te consuela durante todos tus problemas …2 Corintios
1:3-4

Cuando tu corazón está quebrantado, Yo estoy cerca a tí …Salmos 34:18

Así como el pastor carga a un cordero, Yo te cargo a tí cerca de mi corazón …Isaías


40:11
Un día Yo te enjugaré cada lágrima de tus ojos y quitaré todo el dolor que hayas
sufrido en esta tierra …Apocalipsis 21:3-4

Yo soy tu Padre, y te he amado como a mi hijo, Jesús …Juan 17:23

Porque en Jesús, mi amor hacía tí ha sido revelado …Juan 17:26

Él es la representación exacta de lo que Yo soy …Hebreos 1:3

Él ha venido a demostrar que Yo estoy contigo, no contra tí …Romanos 8:31

Y también a decirte que Yo no estaré contando tus pecados …2 Corintios 5:18-19

Porque Jesús se murió para que tú y Yo pudieramos ser reconciliados …2 Corintios


5:18-19

Su muerte ha sido la última expresión de mi amor hacía tí …1 Juan 4:10

Por mi amor hacía tí haré cualquier cosa que gane tu amor …Romanos 8:31-32

Si tú recibes el regalo de mi Hijo Jesús, tú me recibes a Mí …1 Juan 2:23

Y ninguna cosa te podrá a tí separar otra vez de mi amor …Romanos 8:38-39

Vuelve a casa y participa de la mayor fiesta celestial que nunca has visto …Lucas 15:7

Yo siempre he sido Padre, y por siempre seré Padre …Efesios 3:14-15

La pregunta es… ¿quieres tú ser mi hijo? …Juan 1:12-13

Yo estoy esperando por tí …Lucas 15:11-32 …

Con Amor, Tú Padre Omnipotente Dios

En tanto espíritu, además, Dios está vivo y activo. A diferencia de los entes sobrenaturales
de las filosofías griegas, el Dios de la Biblia crea y mantiene activamente pactos con su
pueblo, preserva a Israel y a la línea genealógica del Mesías, llama a un profeta tras otro,
envía a su Hijo al mundo, propicia un sacrificio expiatorio para satisfacer su propia justicia,
resucita a Cristo de entre los muertos, construye la iglesia, y en justicia juzga a todos. Lejos
de una entidad pasiva como una casa cálida, el Dios de la Biblia es un activo arquitecto,
constructor, luchador por la libertad, abogado de los pobres y los oprimidos, juez justo,
consejero comprensivo, siervo sufriente y liberador triunfante.
espíritu no es de carne y huesos (Luc. 24:39). En cuanto tal, además, Dios es personal.
Aunque algunos pensadores usan “espíritu” para designar principios impersonales o un
absoluto impersonal, en el contexto bíblico el Espíritu divino tiene capacidades personales
de inteligencia, emoción y volición. Es importante negar en lo personal de Dios vestigio
alguno del mal físico y moral asociado a los seres humanos caídos.

Al trascender los aspectos físicos de la personería humana, Dios trasciende tanto los de la
virilidad como de la femineidad. No obstante, y dado que varones y hembras fueron
creados a imagen de Dios, podemos pensar de unos y otras como semejantes a Dios en sus
propias cualidades personales masculinas y femeninas no físicas. En este contexto el uso
bíblico de pronombres personales masculinos para Dios alude básicamente a las cualidades
vitales personales de Dios, y secundariamente a cualquier responsabilidad funcional
distintiva del varón.

El peculiar énfasis de Cristo en Dios como Padre en el Padrenuestro y en otras instancias


perdería sentido si Dios no fuera ciertamente personal. Asimismo, las grandes doctrinas de
la misericordia, gracia, perdón, imputación y justificación sólo pueden tener sentido si Dios
es genuinamente personal, capaz de oír el clamor del pecador por salvación, conmoverse
con ello, decidir y actuar para recuperar al perdido. De hecho Dios es suprapersonal,
tripersonal; la clásica doctrina de la Trinidad sintetiza coherentemente la enseñanza bíblica
sobre Dios. Imponer el nombre de Dios a un candidato bautismal es imponerle el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mat. 28:19). La unidad del ser y esencia divinos
únicos enfatizados en el concepto neotestamentario de espíritu personal implica simplicidad
o indivisibilidad. Ni las distinciones personales Trinitarias ni los atributos múltiples dividen
la unicidad esencial del divino ser, y esa unicidad esencial, ontológica, no se quiebra con la
encarnación, y ni siquiera con la muerte de Jesús. Relacional o funcionalmente (pero no
esencialmente) Jesús en la cruz fue separado del Padre, que le imputó la culpa y el castigo
por nuestro pecado.

En vista de la indivisibilidad del espíritu divino ¿cómo se relacionan los atributos con el ser
divino? Los atributos divinos no son meros apelativos para uso humano, sin referentes en el
Espíritu divino (nominalismo), ni separables entre sí dentro de éste como para entrar en
conflicto unos con otros (realismo); todos los atributos califican igualmente la totalidad del
ser divino y de cada uno de ellos (realismo modificado). Preservando la divina simplicidad
o indivisibilidad, el amor de Dios es siempre amor santo, y la santidad de Dios es siempre
amante santidad. Es fútil, pues, discutir la superioridad de un atributo divino sobre otro;
cada uno es esencial, ninguno puede serlo más que los demás en un ser simple, no
extendido.

En tanto espíritu, además, Dios está vivo y activo. A diferencia de los entes sobrenaturales
de las filosofías griegas, el Dios de la Biblia crea y mantiene activamente pactos con su
pueblo, preserva a Israel y a la línea genealógica del Mesías, llama a un profeta tras otro,
envía a su Hijo al mundo, propicia un sacrificio expiatorio para satisfacer su propia justicia,
resucita a Cristo de entre los muertos, construye la iglesia, y en justicia juzga a todos. Lejos
de una entidad pasiva como una casa cálida, el Dios de la Biblia es un activo arquitecto,
constructor, luchador por la libertad, abogado de los pobres y los oprimidos, juez justo,
consejero comprensivo, siervo sufriente y liberador triunfante.
En cuanto espíritu invisible, personal, viviente, Dios no es un mero objeto pasivo de
investigación humana. Escritores como Pascal, Kierkegaard, Barth y Brunner han
recordado provechosamente a los cristianos que conocer a Dios es como estudiar los suelos;
pero van demasiado lejos al sostener que Dios es sólo un sujeto que se revela en inefables
encuentros personales, y que no se puede conocer ninguna verdad objetiva, proposicional,
acerca de El. Los miembros de la familia de un artista creativo pueden conocerlo no sólo
con apasionada subjetividad personal, sino también objetivamente a través del examen de
sus obras, la cuidadosa lectura de sus escritos y apreciación de su currículo vitae. Del
mismo modo, a Dios se le puede conocer no sólo en un compromiso subjetivo apasionado,
sino también reflexionando sobre sus obras creativas (revelación general), su inspirada
Escritura (parte de la revelación especial) y los resúmenes teológicos de su naturaleza y
actividad. El conocimiento de Dios involucra a la vez una validez conceptual objetiva y una
membresía personal y subjetiva.

Hemos considerado qué significa afirmar que Dios es espíritu: el divino ser es uno,
invisible, personal, y por ende es capaz de pensar, sentir y querer, un ser viviente y activo.
Hay, sin embargo, muchos espíritus; se requiere, pues, la siguiente descripción de los
atributos divinos para distinguir al Espíritu divino de otros seres espirituales.

Al considerar el significado de cada atributo conviene estar al tanto de la relación de éstos


con el ser de Dios. En las Escrituras los atributos divinos no están por encima, ni al lado ni
por debajo de Dios, sino que se les predica de El: Dios es santo, Dios es amor. Estas
características no describen simplemente lo que Dios hace, sino que definen lo que Dios es.
Sostener que los que reciben la revelación pueden conocer los atributos, pero no el ser, de
Dios, deja a los atributos desarticulados y pertenecientes a nada. Las Escrituras no
respaldan la adoración de un Dios desconocido sino que lo dan a conocer; los atributos son
inseparables del ser de Dios, y el divino espíritu no se relaciona ni actúa aparte de las
características divinas esenciales. Al conocer los atributos, por lo tanto, conocemos a Dios
tal como El se ha autorevelado como ser en sí mismo.

Esto no quiere decir que a través de la revelación podamos conocer a Dios como El se
conoce a sí mismo, sino que es negar que todo nuestro conocimiento de Dios sea equívoco,
totalmente distinto de lo que entendemos por los conceptos de amor santo escrituralmente
revelados.

Mucho de nuestro conocimiento de los atributos de Dios es analógico o figurativo, donde


las Escrituras emplean modos de hablar. Pero incluso entonces el asunto ilustrado se puede
consignar en términos de lenguaje no figurativo, por lo que nuestra comprensión de Dios no
es exclusivamente analógica. El conocimiento revelado, no figurativo, tiene al menos un
punto en que significa lo mismo para el pensamiento de Dios y el pensamiento humano
revelacionalmente informado. A algún conocimiento de Dios, por lo tanto, se le llama
“unívoco”, porque cuando afirmamos que Dios es santo amor, afirmamos lo que la Biblia
(que se originó no por voluntar del hombre, sino de Dios) afirma. Podemos estar muy lejos
de entender plenamente la santidad y el amor divinos, pero en la medida en que nuestras
afirmaciones acerca de Dios conlleven coherentemente significados que, en lo relevante,
son conceptualmente revelados, serán ciertos respecto de Dios y en parte conformes a lo
entendido por El.
Los atributos de Dios han sido clasificados de diferentes maneras para facilitar el
relacionarlos y recordarlos, y cada clasificación tiene sus ventajas y debilidades. Podemos
distinguir atributos absolutos e inmanentes (Strong); comunicables y no comunicables
(Berkhof); metafísicos o morales (Gill); absolutos, relativos y morales (Wiley); o
personales y constitucionales (Chafer). Las ventajas y desventajas de estas categorías se
pueden advertir en las respectivas teologías. Quizás es más claro y significante distinguir
las características de Dios en lo metafísico, intelectual, ético, emocional, existencial y
relacional.

METAFÍSICAMENTE, DIOS ES AUTOEXISTENTE, ETERNO E


INMUTABLE

Otros espíritus son invisibles, personales, únicos, vivientes y activos. ¿En qué se diferencia
de ellos el espíritu divino? En varios aspectos hay significativas diferencias, pero primero
nos centraremos en las características metafísicamente distintivas de Dios.

Primero, Dios es autoexistente

Todos los demás espíritus fueron creados y por ende tienen un comienzo, deben su
existencia a otro, pero Dios no depende del mundo ni de nadie en éste para su existencia,
sino que la del mundo depende de Dios. A diferencia de aquellos teólogos que sostienen
que no podemos saber nada de Dios mismo, Jesús reveló que Dios tiene vida en sí (Juan
5:26). El fundamento del ser de Dios no está en otros, puesto que no hay nada superior a El;
Dios, el único que siempre es (Exod. 3:14), no es causado, y la pregunta relativa a quién fue
la causa de Dios es contradictoria en términos de la visión de Jesús acerca de Dios. Otro
término que conlleva el concepto de autoexistencia de Dios es “aseidad”, del latín “a” (que
significa “desde”) y “se” (que quiere decir “uno mismo”). Dios es una existencia no
derivada, necesaria, no dependiente; entender que Dios es no contingente ayuda a entender
que nada lo limita, es decir, es infinito, libre, determinado sólo por sí mismo y no por cosa
alguna contraria a sus propios y soberanos propósitos.

Dios es eterno y omnipresente (ubicuo)

La vida de Dios proviene de su propio interior, no de cosa alguna que tenga principio en el
mundo del espacio-tiempo. Dios no tiene comienzo, período de desarrollo, ancianidad ni
muerte. El Señor está entronizado como Rey para siempre (Salmo 29:10), y este Dios es el
nuestro por siempre jamás (Salmo 48:14). Aunque Dios no está limitado por el tiempo o el
espacio, o por la sucesión temporal de eventos, creó al mundo con espacio y tiempo. Dios
sostiene el ámbito cambiante de eventos sucesivos y está consciente de cada movimiento en
la historia; el mundo cambiante, observable, no es insignificante o irreal (maya, en el
hinduísmo) para el omnipresente Señor de todo. Ninguna tribu, nación, ciudad familia o
vida personal carece de valor, por breve o aparentemente insignificante que sea. La
naturaleza eterna de Dios no es totalmente distinta al tiempo, o totalmente fuera del tiempo
y el espacio, y el mundo del espacio-tiempo no es ajeno o desconocido para Dios. La
Historia es producto del plan eternamente sabio, el propósito creativo, el cuidado
providencial y la gracia común de Dios, que llena el espacio y el tiempo con su presencia,
los fundamenta y les da su propósito y valor. El Omnipresente y el Ubicuo es Señor del
tiempo y de la Historia, y no a la inversa. Dios no niega el tiempo sino que lo cumple, en lo
cual se logran sus propósitos. Para el cristianismo, entonces, la eternidad no es un no-
tiempo abstracto, sino una característica del Dios vivo presente en todos los tiempos y
lugares, creando y manteniendo el mundo del espacio-tiempo y cumpliendo sus propósitos
redentores en la plenitud de los tiempos.

Dios es inmutable en naturaleza, deseo y propósito

Decir que Dios es inmutable no contradice la verdad previa de que es viviente y activo, sino
que es decir que todos los usos del poder y vitalidad divinos son consistentes con sus
atributos de sabiduría, justicia y amor. Los actos de Dios nunca son meramente arbitrarios,
si bien algunos pueden serlo por razones completamente suyas, más que condicionados por
una respuesta humana.

Subyacente a cada juicio a los malvados y a cada perdón a los arrepentidos, está Su
inmutable propósito relativo al pecado y la conversión. A diferencia del concepto estoico de
inmutabilidad divina, Dios no es indiferente a la actividad y necesidad humanas, sino que
podemos contar siempre con la preocupación de Dios por la justificación humana.

Dios invariablemente responde a las oraciones, de acuerdo a Sus deseos y propósitos de


santo amor. De ese modo, aunque hablando en términos de experiencia humana se dice a
veces en la Escritura que Dios se arrepiente, de hecho se trata de que los que no se
arrepienten han cambiado y se han enmendado, o bien que los fieles se han vuelto infieles.

Dios es siempre idéntico a sí mismo; todo lo demás en la creación se gasta, como una
prenda de vestir (Salm. 102:25-27). Jesús compartía la misma naturaleza inmutable (Heb.
1:10-12) y así la exhibió vívidamente, en una variedad de circunstancias a través de todo su
ministerio.

La inmutabilidad del carácter de Dios significa que nunca pierde su integridad o abandona a
otros. En El no hay volubilidad ni sombra de cambio (Sant. 1:17); su inalterable naturaleza
y palabra proporcionan la base inconmovible de la fé y dan firme consuelo (Heb. 6: 17-18).
Dios no es humano, que pudiera mentir (Num. 23:19) o dar pié atrás (I Sam. 15:29); los
proyectos del Señor permanecen para siempre (Salm. 33:11). El cielo y la Tierra pueden
pasar, pero la palabra del Señor no fallará (Mat. 5:18; 24:35)

INTELECTUALMENTE, DIOS ES OMNISCIENTE, FIEL Y SABIO

Dios se diferencia de todos los demás espíritus no sólo en el ser sino también en el
conocimiento. Sus aptitudes intelectuales son ilimitadas, y El las usa plenamente y con
perfección.

Dios es omnisciente
Dios conoce todas las cosas (1 Juan 3:20); Jesús también tenía este atributo de la deidad,
puesto que Pedro dice “Señor, Tú lo sabes todo, y sabes que te amo” (Juan 21:17). Dios
conoce todos los pensamientos íntimos y los actos externos de la humanidad (Salm. 139),
nada en toda la creación está oculto a la vista de Dios, todo está descubierto y desnudo ante
Aquél a quien debemos dar cuenta (Heb. 4:13). Isaías diferenciaba al Señor de todos con
respecto a los ídolos por su poder de predecir el futuro (Isa. 44:7-8, 25-28): claramente el
conocimiento de Dios acerca del futuro es comunicable en palabras y conceptos humanos,
en cuyo contexto Isaías hizo predicciones relativas a Jerusalén, Judea, Ciro y el templo,
conceptos inspirados en el lenguaje original y son traducibles a los idiomas del mundo.

¿Cómo diferencia Dios el comienzo, del fin? De mejor manera, sugirió Agustín, que la
ilustrada por el saber de memoria un salmo: antes de recitar el Salmo 23, lo tenemos
completo en la mente; luego citamos su primera parte, y sabemos que ya pasó, y lo que
falta por citar. Dios conoce toda la historia de una vez, simultáneamente, porque no está
limitado por el tiempo y la sucesión, y también sabe qué parte de la historia es ya pasado en
el día de hoy, puesto que el tiempo no deja de ser real o importante para Dios (Confesiones,
XI, 31)

No obstante, la idea de que Dios lo conoce todo -el pasado, el presente y el futuro- tiene
poco sentido si, por una distinción cualitativa infinita, Su conocimiento es puesto aparte del
conocimiento humano. El frecuente aserto de que el conocimiento de Dios es
absolutamente distinto del nuestro implica que la verdad de Dios puede ser contradictoria
con la nuestra, es decir, que lo que es verídico para nosotros es falso para Dios, o viceversa.
Los partidarios de esta postura argumentan que dado que Dios es omnisciente no piensa
discursivamente línea por línea, ni usa en proposiciones lógicas conceptos diferentes
conectados por el verbo “ser”. Esta visión de la trascendencia proporcionó, a manos de
Barth y Bultmann, una eficaz corrección a la continuidad que el modernismo suponía entre
el más alto pensamiento humano y el de Dios. Y esa influencia encuentra apoyo adicional
de los místicos orientales que niegan cualquier validez al pensamiento conceptual en
referencia a lo eterno. Los relativistas de muchos ámbitos también niegan que alguna
afirmación humana, incluída la Biblia, sea capaz de expresar la verdad relativa a Dios.

Desde una perspectiva bíblica, sin embargo, la mente humana fue creada a imagen divina
para pensar según Dios, o para recibir, mediante la revelación tanto general como especial,
la verdad de Dios; aunque la caída afectó la mente humana, aquello no se suprimió. El
nuevo nacimiento implica la renovación del Espíritu Santo de la persona en conocimiento
según la imagen del creador (Col. 3:10). Contextualmente, el conocimiento accesible al
regenerado incluye la posición y naturaleza actuales del Cristo resucitado (Col. 1:15-20) y
el conocimiento de la voluntad del Dios (Col. 1:9). Con ello los cristianos pueden evitar ser
engañados con argumentos seductores (Col. 2:4). Deben consolidar, con conceptos y
palabras, la fe que les enseñaron (Col. 2:7), y el contenido de la palabra de Cristo puede
asistirlos en su enseñanza y devoción (Col. 3:16).

En éstas y muchas otras maneras las Escrituras presuponen una revelación informativa de
Dios, verbalmente inspirada e iluminada por el Espíritu, a mentes creadas y renovadas a
imagen divina para la recepción de esta verdad divina. En la medida en que hayamos
vislumbrado el significado contextual dado por los autores originales de la Escritura,
nuestras afirmaciones basadas en ésta, de que Dios es espíritu, es santo o es amor, son
genuinas. Lo son para la fé y la vida de los cristianos y de las iglesias.

La verdad proposicional que la Biblia transmite en frases indicativas, que afirman, niegan,
discuten, sostienen e implican, es plenamente cierta para Dios y para la humanidad. Por
supuesto, la omnisciencia de Dios no se limita a las distinciones entre sujeto y predicado,
secuencia lógica, investigación exegética o razonamiento discursivo, sino que El conoce la
diferencia entre sujeto y predicado, se relaciona con la secuencia lógica tanto como con la
temporal, e incentiva la investigación exegética y el razonamiento discursivo
revelacionalmente basado. Aunque la mente de Dios es ilimitada y lo sabe todo, no es a
cada respecto totalmente diferente de las mentes humanas, hechas a imagen suya.
Omnisciente como es, entonces, los juicios de Dios se forman en el conocimiento de toda la
información relevante. Dios sabe todo que incide sobre la verdad referente a cualquier
persona o acontecimiento; nuestros juicios son fidedignos en cuanto concuerdan con Dios
al ser coherentes o fieles a toda la evidencia relevante.

Dios es fiel y verdadero

Porque el Dios es fiel y verdadero (Apoc. 19:11), sus juicios (Apoc. 19:2) y sus palabras en
lenguaje humano son fieles y verdaderas (Apoc. 21:5; 22:6). No hay falta de lealtad en la
persona, pensamiento o promesa de Dios, que no es hipócrita ni contradictorio.

Podemos aferrarnos inclaudicablemente a nuestra esperanza porque el que prometió es fiel


(Heb.10:23): cumple en perdonar nuestros pecados (1 Juan 1:9), santificar a los creyentes
hasta la vuelta de Cristo (1 Tes. 5:23-24), fortalecer y proteger contra el Malvado (II Tes.
3:3), y no dejar que nos tiente más allá de lo que podemos resistir (1 Cor. 10:13). Incluso si
somos desleales, El sigue siendo fiel, porque no puede desdecirse (II Tim. 2:13).

De todas las promesas de Dios a través de Moisés, ni una sola palabra falló (I Reyes 8:56).
Isaías alaba a Dios porque en perfecta fidelidad hizo cosas maravillosas planeadas mucho
tiempo antes (Isa. 25:1). Pasajes como éste indican una integridad divina básica en vida y
en pensamiento; no se detecta contraste alguno entre lo que Dios es en si mismo y lo que es
en relación a quienes confían en El. En sus obras o en otras enseñanzas Dios no desconoce
sus promesas por dialéctica, paradoja o mera complementariedad; lo sabe todo, y no puede
suceder nada que no hubiera estado considerado ya antes de que Dios revelara sus
propósitos.

Porque Dios es fiel y consistente, debemos ser fieles y consistentes. Jesús dijo "que vuestro
sí sea sí, y vuestro no, no" (Mat. 5:37). Pablo mostró esta autenticidad lógica en sus
enseñanzas: tan cierto como que Dios es fiel, dijo, “nuestro mensaje para ustedes no es Sí y
No al mismo tiempo” (II Cor.1:18). Aquellos que creen que el hablar de Dios en lenguaje
humano debe afirmar y negar la misma cosa al mismo tiempo y en el mismo respecto (en
dialéctica o en paradoja), tienen una visión diferente de la de Pablo acerca de la relación
entre la mente divina y la de la persona santa. Ya que Dios es fiel, debemos ser fieles en
nuestro mensaje sobre El, y puesto que Dios no puede negarse a sí mismo, no debemos
negarnos a nosotros mismos al hablar de El.
Conociendo la conexión entre la fidelidad personal y conceptual en Dios sabemos que la
idea de que las personas fieles no deben contradecirse no se originó en Aristóteles. Este
puede haber formulado la ley de la no-contradicción en la forma usual desde entonces, pero
la fuente sobrenatural del desafío a la fidelidad humana en persona y palabra reside en Dios
mismo; la universal exigencia de honestidad intelectual refleja en el corazón humano la
integridad suprema del corazón del Creador.

Dios no solo es omnisciente y constante en persona y palabra, sino también


perfectamente sabio

Además de conocer toda la información relevante sobre cualquier tema, Dios selecciona los
fines con discernimiento y actúa en armonía con sus propósitos de santo amor. No siempre
seremos capaces de percibir que los acontecimientos en nuestras vidas convergen hacia un
propósito sabio, pero sabemos que Dios elige, de entre todas los alternativas posibles, los
mejores fines y los medios para lograrlos. Dios no sólo elige los fines correctos sino
también por las razones correctas, el bien de sus criaturas y, por ende, Su gloria.

Aunque podamos no entender cabalmente la sabiduría divina, tenemos buenas razones para
confiar en ella. Después de escribir acerca del gran regalo de la justificación que viene de
Dios, Pablo exclama "Al único Dios sabio, gloria le sea dada por siempre a través de
Jesucristo! Amen" (Rom 16:27). Antes se había referido a la incomprensible profundidad
de las riquezas de la sabiduría y el conocimiento de Dios (Rom 11:33).

La interrelación de los atributos es evidente en que la divina omnisciencia está consciente


de lo que es, y asimismo, de lo que debe ser (moralmente); la fidelidad y consistencia
divinas implican integridad moral y ninguna hipocresía, y la sabiduría toma decisiones
hacia ciertos extremos y medios en términos de los más altos valores. No es tan extraño
entonces que leamos que el temor al Señor es el principio del conocimiento (Prov. 1:7).

ÉTICAMENTE, DIOS ES SANTO, JUSTO Y AMANTE

Dios es distinto de todas sus criaturas y las transciende no sólo metafísica y


epistemológicamente, sino también moralmente. Dios es moralmente intachable en carácter
y acción, recto, puro e incontaminado de malos deseos, motivos, pensamiento, palabras o
actos.

Dios es santo

Dios es santo, y como tal, fuente y patrón de todo lo correcto; está libre de todo mal, ama
todo la bueno y verídico, valora la pureza y detesta la impureza y la inautenticidad. Dios no
aprueba mal alguno, no se complace en éste (Salmo 5:4), y no puede tolerarlo (Hab. 1:13);
aborrece el mal y no incentiva el pecado de ninguna manera (Stgo. 1:13-14). Los cristianos
no tienen temor de lo santo como abstracción, sino del Santo (Isa. 40:25), que no es
simplemente objeto de fascinación emocional, sino de audición intelectual y obediencia
volicional.
La santidad no es solo producto de la voluntad de Dios, sino que es una característica
invariable de su naturaleza eterna. En consecuencia, es necesario reformular la pregunta de
Platón para aplicarla al Dios cristiano: "Lo bueno ¿es bueno porque el Dios lo quiere, o
Dios lo quiere porque es bueno?" La pregunta se relaciona no con la voluntad del Dios o
algún principio de bondad por encima de Dios, sino con la esencia de Dios. Lo bueno, lo
justo, lo puro, lo santo es santo no por un acto arbitrario de la voluntad divina o de un
principio independiente de Dios, sino porque es un efluvio de su naturaleza. Dios quiere
siempre consistentemente de acuerdo a su naturaleza; quiere lo bueno porque El es bueno, y
porque es santo odia invariablemente el pecado y le repugna todo el mal, cualquiera sea su
proveniencia. Al Espíritu Santo se le llama santo no sólo porque como miembro de la
divina Trinidad comparte la santidad de la naturaleza divina, sino porque la función propia
del Espíritu es producir amor santo en los seres redimidos por Dios. Debemos buscar ser
moralmente intachables en carácter y acción, rectos y justos como el Dios que adoramos.

Dios es justo o santo

La justicia o rectitud de Dios se revela en su ley moral, que expresa su naturaleza moral, y
en su juicio que da a cada uno, en base al mérito, exactamente lo que merece. Su juicio no
es arbitrario o caprichoso, sino con principios e imparcial. Los escritores del AT protestan
con frecuencia por la injusticia padecida por los pobres, las viudas, los huérfanos, los
extranjeros y los santos. Pero Dios tiene compasión de los pobres y necesitados (Salmo
72:12-14); Él contesta, entrega, restablece, absuelve y les da en justicia lo que se les debe.
En justicia Dios libra al necesitado de la injusticia y la persecución. Finalmente, Dios creará
un nuevo cielo y una Tierra nueva en los que morará el justo (Isa. 65:17).

La ira de Dios se alza cuando los pecadores, ya sean judíos o gentiles (Rom 2:1- 3:20),
suprimen su verdad y la oprimen en la iniquidad (Rom 1:18-32). En el evangelio se revela
una justicia de Dios, una justificación por la fé desde el primero al último (Rom 1:17; 3:21).
Los creyentes son gratuitamente justificados por la gracia de Dios que vino por Jesucristo,
quien llevó a cabo el sacrificio de expiación (Rom 3:24). Así, y al igual que Abraham, los
que están plenamente convencidos de que Dios cumple lo que ha prometido (Rom 4:21)
ven su fe acreditada por la justificación (Rom 4:3, 24). Dios en su justicia provee
magnánimamente al justo del estatus de creyente en Cristo; en Dios la justificación no deja
de tener relación con la misericordia, la gracia y el amor. Por su misericordia Dios retira o
modifica el juicio merecido, y por gracia da libremente beneficios inmerecidos a quienes El
elige. Todas estas características morales fluyen del gran amor de Dios. En contraste con su
autoexistencia trascendente está su magnánimo auto-otorgarse, ágape amoroso. El que vive
para siempre es santo, alto y elevado, pero también vive en el arrepentido y humilde de
espíritu (Isa. 57:15).

No es que a Dios le falte algo (Hechos 17:25), sino que desea darse a sí mismo por el bien
de aquellos a los que ama, a pesar de que no son susceptibles ni merecedores de ser
amados. Dios no sólo ama, sino que es en sí mismo amor (1 Juan 4:8). Su amor es como el
de un marido hacia su mujer, el de un padre hacia su hijo, el de una madre hacia el bebé que
amamanta. Por amor Dios eligió a Israel (Deut. 7:7) y predestina a los miembros creyentes
de la iglesia a ser adoptados como hijos por intermedio de Jesucristo (Efes. 1:4-5). “Tanto
amó Dios al mundo que le dio a su único Hijo, de modo que quien cree en El no perecerá
sino que tendrá vida eterna” (Juan 3:16).

Dios se preocupa de los ancianos, los oprimidos, los pobres, los huérfanos y otros
menesterosos; el Dios amante de la Biblia no deja de compadecerse (no es impasible) de
aquéllos con auténticas necesidades. El Dios de Abraham, Isaac, Jacob, Job, Jeremías,
Jesús, Judas, Pedro y Pablo, fue paciente; es más, fue tolerante. Con empatía, entra a través
de la imaginación en los sentimientos de sus criaturas; aún más, Dios encarnado entró
mediante la participación, en nuestras tentaciones y sufrimientos. Como ha dicho H. W.
Robinson, "la única manera en la que el mal moral puede entrar en la consciencia de los
moralmente buenos, es como sufrimiento". En todas las aflicciones de Israel, Dios se
afligió (Isa. 63:9). ¿Qué sentido puede haber, se pregunta Robinson, en un amor que no
tenga costos para el que ama? El Dios de la Biblia está lejos de ser apático frente al
extendido sufrimiento en el mundo. Por amor Dios envió a su Hijo a morir para que en
última instancia se pueda alejar el sufrimiento y restablecer la justificación en toda la
Tierra, así como las aguas copan los mares.

Puesto que el amor implica compromiso por el bienestar de otros, un compromiso


responsable y fiel, no se le entiende como principalmente emocional. El amor es un firme
propósito de la voluntad que involucra a la persona entera en la búsqueda del bienestar de
otros.

EMOCIONALMENTE, DIOS DETESTA EL MAL, ES PACIENTE Y


COMPASIVO

A.H. Strong dice que Dios está desprovisto de pasión y capricho. Por cierto que Dios está
desprovisto de capricho, injusticia o emociones fuera de control: ya hemos intentado negar
cualquier pasión indigna de Dios. Strong añade correctamente que en Dios no hay ninguna
cólera egoísta; pero Dios es personal y ético, y ambos rasgos presuponen emociones o
pasiones sanas. A Aquel que se deleita en la justicia, la rectitud y la santidad para bienestar
de sus criaturas sólo le pueden repeler la injusticia, la falta de justificación y la corrupción
que destruye sus cuerpos, mentes y espíritus. Es por ello que la Biblia se refiere
frecuentemente de la justa indignación de Dios ante el mal. La justa indignación es cólera
manifiesta, no al estar egoístamente abrumado por las emociones sino por la injusticia y
todas las obras de la "carne” caída. Dios detesta el mal.

Jesús y las Escrituras en general hablan, más a menudo que del amor y del cielo, de la ira
de Dios ante las injusticias tales como el maltrato persistente al pobre y el necesitado.
Aunque el Señor es lento en la cólera, de ninguna manera va a dejar inmune a los culpables,
sino que volcará su furia sobre ellos (Neh. 1:3). Nadie puede soportar su indignación, que
se derrama como el fuego y pulveriza la roca (Neh. 1:6). Aparte de entender la cólera de
Dios contra el mal, es imposible entender el alcance del amor divino en la encarnación, la
inmensidad del sufrimiento de Cristo en la cruz, la naturaleza propiciatoria de su sacrificio,
el discurso profético de las Escrituras respecto del gran día de la cólera de Dios, la gran
tribulación, o el Apocalipsis o Libro de la Revelación.
Dios es paciente y sereno. Correctamente celoso del bienestar de los objetos de su amor,
Dios se enoja en la injusticia que se les haga pero sufre sin descorazonarse. Paciente con los
malvados, aunque sin condonar su pecado, Dios generosamente les concede inmerecidas
ventajas temporales y espirituales. Dios prometió la tierra a Abraham, pero la iniquidad de
los amoritas todavía no era cabal (Gén. 15:16): después de más de cuatrocientos años de
paciente espera, y cumplido el plazo, Dios permitió que los ejércitos de Israel trajeran justo
juicio a la iniquidad de los amoritas. Posteriormente Israel adoró el becerro de oro y
mereció el juicio divino, como otros idólatras, pero la segunda vez que entregó la Ley Dios
se reveló como "el Señor, el Señor, un Dios misericordioso y magnánimo, lento en la cólera
y abundante en amor y fidelidad firmes" (Exod. 34:6). El salmista pudo cantar "Mas Tú,
Señor, eres un Dios de misericordia y gracia, lento en la cólera y abundante en amor y
fidelidad firmes" (Salmo 86:15). Sin embargo, la tolerancia de Dios tiene un límite:
finalmente el justo juicio de Dios cayó sin discriminaciones sobre Israel por sus
contumaces faltas. La paciencia de Dios es una virtud notable, pero no excluye ni
contradice a Su justicia.

Aunque los teólogos de tradición tomista han enseñado la impasibilidad de Dios, las
Escrituras no vacilan en llamarlo compasivo. Debido a su gran amor no nos consumimos,
ya que su compasión nunca falla (Lamen. 3:22). Incluso después del cautiverio de Israel,
Dios volvería a compadecerse de él (Miq. 7:19). El Dios de la Biblia no es un Dios apático,
sino que se apiada hondamente del gorrión caído. Jesús hizo ver maravillosamente esta
compasión divino-humana para con los hambrientos (Mat. 15:32), los ciegos (Mat. 20:34),
los afligidos (Luc. 7:13); y enseñó la importancia de la compasión en la parábola del Buen
Samaritano (Luc. 10:33) y en la de la preocupación del padre por su hijo perdido (Luc.
15:20).

El Cristo encarnado sintió lo que se sienten los seres humanos en todo, pero no cedió a las
tentaciones. Como Dios en la experiencia humana, literalmente, Jesús lloró con los que
lloraban y se regocijó con los que gozaban, y recordó la gozosa gloria que había tenido con
el Padre antes de la fundación del mundo (Juan 17:5, 13). Con todo, el divino-humano autor
de nuestra salvación fue perfeccionado o completado a través del sufrimiento en esta vida
(Heb. 2:10), y porque El mismo sufrió, puede ayudar a los que sufren y son tentados (Heb.
2:18). El Dios revelado en Jesucristo no es primera causa apática, indiferente, impersonal;
el Padre que Jesús dió a conocer se conmueve profundamente con todo lo que lastime a sus
hijos.

EXISTENCIALMENTE, DIOS ES LIBRE, AUTÉNTICO Y


OMNIPOTENTE

Las preocupaciones modernas por la libertad, autenticidad, plenitud, no deberían limitarse a


la humanidad. Los autores bíblicos parecen aún más preocupados de que, para ser libres,
auténticos y plenos, entendamos a Dios.

Dios es libre
Desde toda la eternidad los propósitos de Dios no están condicionados por otra cosa que
por sí mismo. Las cosas buenas, según hemos visto, son propuestas con placer y
complacencia divinos; las cosas malas se permiten con divino disgusto, pero en unas y otras
Dios es autodeterminado. La autodeterminación es ese concepto de libertad que enfatiza
que el pensamiento, sentimiento y volición personales no están determinados por factores
externos sino por uno mismo. Dios no es libre para aprobar el pecado, ser indiferente,
imprudente, ignorar los duros hechos de la realidad, ser infiel a lo que es o debería ser, ser
inmisericorde o despiadado. Dios no puede negarse a sí mismo, sino que es libre de ser
quien es, su propio ser personal, eterno, vivo, intelectual, ético, emocional y volicional.

Dios es auténtico, auténticamente El mismo

El Dios que en Cristo se opuso tan invariablemente a la hipocresía no es ningún hipócrita.


Ya hemos destacado su integridad o fidelidad intelectual; destaquemos ahora su integridad
ética, emocional y existencial. Dios es autoconsciente, sabe quiénes es y cuáles son sus
intenciones (1 Cor. 2:11); tiene un agudo sentido de identidad, significado y propósito. Dios
sabe que es el ser por antonomasia, que en realidad no hay nadie que se le comparare. Por
consiguiente, al instarnos a dar la espalda a los ídolos, Dios de ninguna manera nos pide
algo que no concuerde con la realidad. Al oponerse firmemente a la idolatría, busca
protegernos contra preocupaciones sobrenaturales destinadas a desilusionar y decepcionar.
Dios desea nuestra adoración para nuestro provecho, para que finalmente no sucumbamos a
la desesperación cuando uno tras otro nuestros dioses finitos nos abandonan.

En seguida, Dios es omnipotente (Marc. 14:36; Lucas 1:37), puede hacer lo que quiera y
como quiera, pero no elige nada contrario a su naturaleza de sabiduría y santo amor. Dios
no puede negarse a sí mismo, y no elige hacer todo por su propio interés inmediato sin
intermediarios angelicales y humanos. Aunque Dios decide que algunas cosas sucedan
inevitablemente (Isa. 14:24-27), la mayoría de los acontecimientos históricos se planean
condicionalmente a través de la obediencia de la gente, o de su permitida desobediencia a
los preceptos divinos (II Crón. 7:14; Lucas 7:30; Rom. 1:24). En todo caso, los propósitos
eternos de Dios para la historia no se frustran, sino que se satisfacen en la forma que El
determinó para ello (Efes. 1:11).

Dios tiene no solamente la fuerza para llevar a cabo todos sus propósitos de la manera en
que se los planeó, sino también la autoridad en todo su reino para hacer lo que se proponga.
Dios no es súbdito de otro poder, es Rey o Señor de todos. En virtud del resto de sus
atributos, su sabiduría, justicia y amor, por ejemplo, Dios es idóneo para gobernar todo lo
que creó y sostiene. Dios es un soberano sabio, santo y magnánimo. Por ser justo, el poder
de Dios no puede castigar a los pecadores más de lo que merecen. A aquel a quién mucho
le ha sido dado, mucho le será requerido, y al que se le dio poco se le requerirá poco; pero
los beneficios y dones inmerecidos, Dios es libre de dispensarlos como le plazca (Salmo
135:6). Habiendo permitido el pecado, Dios es lo bastante grande como para limitar las
pasiones furiosas del pecado y anularlo para mayor bien, como en el Calvario (Hechos
4:24-28). Dios puede derrotar a las naciones y a los huéspedes malignos que conspiran
contra El. Nadie puede existir con independencia de la soberanía divina; la tentativa de
seguir su propio camino independiente de Dios es una insolencia pecaminosa por parte de
las criaturas que en El viven, se mueven y tienen su ser. Solo un tonto podría decir que no
hay Dios, cuando Dios mantiene el hálito con que el ateo niega el dominio divino sobre él.

RELACIONALMENTE, DIOS ES TRASCENDENTE EN SER,


UNIVERSALMENTE INMANENTE EN LO PROVIDENCIAL, E
INMANENTE CON SU PUEBLO EN LA ACTIVIDAD REDENTORA

En cuanto trascendente, Dios es distintivamente diferente de todo lo demás en la creación.


La distintividad de Dios respecto del ser del mundo ha estado implícita en debates
anteriores sobre los atributos de Dios, metafísica, intelectual, ética, emocional y
existencialmente; relacionalmente Dios está "oculto" porque es tan grande en todas esas
dimensiones. El ser de Dios es eterno, el del mundo es temporal; el conocimiento de Dios
es total, el conocimiento humano es incompleto; el carácter de Dios es santo, el de la
humanidad, caído y pecaminoso. Los deseos de Dios están constantemente contra el mal, y
sin embargo es paciente y compasivo; los deseos humanos fluctúan veleidosamente y a
menudo entremezclan lo malo con lo bueno. La energía de Dios es incansable e
inextinguible, mientras que la del mundo está sujeta a agotamiento mediante entropía. Por
lo tanto Dios está sobre y por encima de las personas en el mundo en todos esos respectos.

La incomparable trascendencia divina implica un dualismo radical entre Dios y el mundo,


que no debería ser emborronado por un monismo y un panteísmo renacientes. Aunque
hecha semejante a Dios y a imagen suya, la humanidad no fue (como Cristo) engendrada
por Dios, ni es una emanación de Dios, de la misma naturaleza divina. La meta última de la
salvación no es la reabsorción en el ser de Dios sino una membresía intacta con Dios. La
unidad que los cristianos buscan no es una unidad metafísica con Dios sino una unidad
relacional, una unidad de mente, deseo y voluntad. La pretensión de ser como Dios en una
perspectiva bíblica no es una honda espiritualidad sino idolatría rebelde o blasfemia. Los
cristianos pueden respetar la naturaleza como creación divina pero no adorarla como
divina; pueden respetar a los fundadores de las religiones del mundo pero no pueden
reverenciar a ningún gurú como manifestación divina en forma humana. Solo Jesucristo es
de arriba, todos los demás son de abajo (Juan 8:23). Puesto que Dios está separado del
mundo, los cristianos no pueden inclinarse ante ninguna potencia terrenal como dios, ya sea
que esa potencia sea económica, política, religiosa, científica, educativa o cultural. El
beneficio inestimable de reverenciar a un Señor trascendente de todos es que nos libera de
toda tiranía finita y caída.

Un teísta bíblico no solo cree, a diferencia del panteísmo y el panenteísmo, que el Dios
único y vivo está separado del mundo, sino también que Dios está continua y
providencialmente activo en éste, al contrario que en el deísmo. Dios no está tan elevado
como para no poder saber, amar o relacionarse con la ley natural en el mundo de la
experiencia diaria. Un estudio de la divina providencia según lo enseñado en la Escritura
muestra que Dios sostiene, guía y gobierna todo lo que creó. Los Salmos de la Naturaleza
reflejan la actividad de Dios en cada aspecto de la Tierra, la atmósfera, la vegetación, lo
animal (e.g., Salmo 104). Dios también preserva y gobierna la historia humana, juzga a las
sociedades corruptas y bendice a justos e injustos con beneficios temporales como la sol, la
lluvia, el alimento y la bebida. A través de la providencia de Dios el cosmos se mantiene
ensamblado y se logran Sus sabios propósitos de gracia común.

Pero Dios es inmanente en las vidas de su pueblo que se arrepiente de su pecado y vive por
la fe para lograr las metas de Su gracia redentora. "Porque esto dice el Altísimo, el que vive
para siempre y cuyo nombre es santo: vivo en un lugar alto y santo, pero también con aquel
que sea contrito y humilde en espíritu, para revivir el espíritu del humilde y el corazón del
contrito" (Isa. 57:15). Así como las personas pueden estar presentes las unas para las otras
en varios grados, Dios puede estar presente para el malvado en un sentido, y para el justo,
de una manera más rica. Una persona puede simplemente estar presente como otro pasajero
en un bus, o mucho más significativamente como una madre santa que ruega diariamente
por uno toda la vida. Dios está magnánimamente presente con amor misericordioso para los
convertidos, que por la fe han sido propiciados, reconciliados y redimidos por la preciosa
sangre de Cristo. Ellos llegan a ser su pueblo, y El, su Dios, que mora en ellos como su
lugar santo o templo. La unidad relacional de pensamiento, deseos y propósitos crece con
los años. Esa unidad es compartida por otros miembros del cuerpo de Cristo, dotados para
mejorarse unos a otros para llegar progresivamente a ser como el Dios que adoran, no
metafísicamente, sino intelectual, ética, emocional y existencialmente.

Resumen

En síntesis, Dios es un espíritu viviente, personal, digno de adoración y confianza con toda
el alma (debido a sus muchos atributos perfectos), separado del mundo, pero continuamente
activo en él.

Aunque ilimitado por el espacio, Dios creó y sostiene el cosmos, las leyes científica y los
límites geográficos y políticos.

Si bien está más allá de tiempo, Dios se relaciona activamente con el tiempo, con cada vida
humana, hogar, ciudad, nación, y con la historia humana en general. Trascendente al
conocimiento discursivo y a la verdad conceptual, Dios se relaciona, sin embargo,
inteligiblemente con el pensamiento proposicional y la comunicación verbal, la validez
objetiva, la consistencia lógica, la confiabilidad factual, la coherencia y la claridad, así
como con la autenticidad subjetiva y la integridad existencial.

No obstante no estar limitado por un cuerpo, Dios se relaciona providencialmente con el


poder físico en la naturaleza y en la sociedad, industrial, agrícola, social y políticamente.
Dios sabe y juzga la administración humana en el uso de todos los recursos energéticos de
la Tierra.

Dios trasciende cada tentativa de alcanzar la justicia en el mundo, pero con justicia se
relaciona con cada buen esfuerzo de sus criaturas en lo personal, económico, social,
académico, religioso y político.

Aunque libre de emociones indignas e incontroladas, Dios está amorosamente relacionado


con los pobres, los infortunados, los que están solos, los afligidos, los enfermos, y las
víctimas del prejuicio, la injusticia, la ansiedad y la desesperación. Más allá del aparente
sinsentido y despropósito de la existencia humana, Dios personalmente da sentido a la vida
más insignificante.

G R Lewis

Bibliografía
H. Bavinck, Doctrina de Dios; D. Bloesch, Elementos esenciales de la Teología Evangélica;
J. M. Boice, Soberanía de Dios; E. Brunner, Doctrina Cristiana de Dios; J. O. Buswell, Jr.,
Teología Cristiana Sistemática; L. S. Chafer, Teología Sistemática; S. Charnock, Existencia
y Atributos de Dios; C. F. H. Henry, Dios, Revelación y Autoridad, 4 vols.; J. Lawson,
Manual Comprehensivo de la Doctrina Cristiana; G. R. Lewis, "Categorias en Colisión?"
en Perspectivas de la Teología Evangélica, ed. K. Kantzer and S. Gundry; G. R. Lewis,
Decide por tí mismo: manual teológico y pruebas de la alegación cristiana de la verdad; J. I.
Packer, Conocer a Dios; W. W. Stevens, Doctrinas Cristianas; A. H. Strong, Teología
Sistemática; H. Thielicke, La Fé Evangélica, 2 vols.; O. C. Thomas, Introducción a la
Teología; A. W. Tozer, Conocimiento de lo sagrado; H. O. Wiley, Teología Cristiana, I.

DOCTRINA DE DIOS

1. LA EXISTENCIA DE DIOS

La Biblia no discute la existencia de Dios: la declara. Las primeras palabras de la Biblia son: "En el principio
creó Dios los cielos y la tierra". (Gén. 1:1) Aquí se declara el hecho importante de la creación y se da por
sentada la más sublime de las verdades, la existencia de Dios. No hay una serie de argumentos para probar
que Dios existe; simplemente se admite el hecho. Moisés tuvo sin duda, bajo la inspiración divina, las mejores
razones para seguir el método que adoptó. El hecho de que la Biblia no discute la existencia de Dios no quiere
decir que no haya pruebas posibles para probarlo. A continuación verá Ud. Una serie de argumentos para
probar la existencia de Dios.

A. Pruebas de la Existencia de Dios.

1. Argumento cosmológico - Este argumento está basado en el siguiente razonamiento: El universo debe tener
una primera causa o creador. (Cosmológico viene de "cosmos" que significa mundo.) Nosotros sabemos que
no hay efecto sin causa. Este universo tan enormemente grande con todos sus planetas y astros de distintos
órdenes, ha de haber un tiempo en el pasado en que no existió. Si hoy existe, como es la realidad, debe haber
alguien que lo hizo y ese creador es Dios. (Gén. 1) Muchas personas pretendiendo tener sabiduría rechazan la
existencia de Dios y pretenden enseñar que el universo se hizo solo. La idea de que el mundo se hiciera solo
es ridícula y se necesita más fe para creerla que para creer lo que enseña el primer capítulo de Génesis.

El apóstol Pablo enseña que en todos los períodos, desde que el mundo fue hecho, la mente humana ha sido
capaz de reconocer "su eterna potencia y divinidad" por medio de las "cosas que son hechas", o sea la
creación; de manera que "son inexcusables", no tienen excusa para negar Su existencia o para vivir como si
no hubiera Dios.
2. Argumento teleológico - El designio maravilloso de este universo señala una Mente Suprema. (Teleológico
viene de "teleos" que significa designio o propósito). Este universo está diseñado con perfección. Hallamos
evidencias de adaptación en todo lo que nos rodea. El mundo parece adaptado al hombre y a los animales. Los
pulmones y el aire se adaptan mutuamente. Las aves se adaptan al aire y los peces al mar. todo parece estar en
el mejor sitio. Todo parece existir y funcionar de acuerdo con un gran plan. Es aquí donde toma cuerpo el
argumento teleológico. Podemos razonar diciendo que el plan tiene que existir antes de la cosa y así, primero
se concibe la idea y después se lleva a la práctica - se materializa. Tenemos que aceptar que la idea o plan de
este mundo existió antes que la realidad y si hubo idea o plan tuvo que haber Planeador o una Mente Suprema
que primero concibió la idea, el plan y luego lo cristalizó, lo llevó a la práctica y el resultado es el mundo que
nos rodea. Lo complicado de este universo nos hace creer que el que lo planeó o diseñó tiene que ser un Ser
infinitamente sabio y eso sólo Dios pudo haber sido.

3. Argumento antropológico - La constitución moral del hombre señala la existencia de un autor o Legislador
- Dios. (Antropológico viene de "antropos" que significa hombre). El hombre tiene una naturaleza moral, esto
es, su vida está regularizada por los conceptos de bien y de mal. Sabe que hay un curso recto de acción que
debe seguirse y un curso errado que debe evitarse. Ese conocimiento se llama conciencia. Cuando el hombre
obra con rectitud la conciencia lo aprueba y aplaude; cuando obra mal lo condena.

¿Qué podemos deducir de ese conocimiento universal del bien y del mal que es innato en el hombre?
Deducimos que no puede haber leyes sin legislador. Que Dios ha puesto en el corazón del hombre como leyes
primarias los conceptos del bien y del mal. Esto no puede ser invención del hombre, pues, como apunta J.S.
Bank: "Como puede pretenderse que la ley moral sea hechura del hombre, cuando ella lo gobierna y con
frecuencia lo condena? ¿Entronizaría él espontáneamente en su propio pecho un juez, un fiscal y un
verdugo?"

El mundo moral con sus leyes eternas es tan real y verdadero como el físico. Así como el mundo físico por la
ley de causa y efecto no shace creer en la existencia de una causa creadora (Dios creador); así el mundo moral
nos hace pensar en un Supremo-Legislador que concibió esas leyes y las "escribió en nuestros corazones."

4. Argumento de la Creencia Universal.

La Creencia en la existencia de Dios está tan esparcida como la raza humana, aunque en muchas cosas esa
creencia se encuentra pervertida. Como alguien ha dicho: "El hombre es incurablemente religioso". El hombre
siente tan profundamente la necesidad de adorar como siente la necesidad de satisfacer sus necesidades físicas
y no es feliz hasta tanto encuentra a Dios y le adora y le sirve en forma inteligente. ¿Quién ha puesto ese
instinto en el hombre? Indudablemente que esta es una de las huellas que señalan la existencia de Dios, el
creador del hombre. Dios, que creó al hombre con el fin de que éste le adorara y le sirviera en la tierra como
los ángeles lo hacían en el cielo, estampó con carácteres imborrables en la raza humana la conciencia
religiosa, la cual a pesar de los razonamientos contrarios, y a pesar del pecado, no ha podido ser borrada.

II. LA NATURALEZA DE DIOS

A. La espiritualidad de Dios.

Dios es Espíritu (Juan 4:24 con Lucas 24:39)

Esta es una gran verdad revelada en cuanto a la naturaleza de Dios. Dios es espíritu - quiere decir que no tiene
cuerpo, es incorpóreo. Algunas veces en la Escritura se nos habla de las "manos de Dios". Estas se llaman
expresiones antropomofías (de antropos - hombre y morfa - forma). Este lenguaje se hace necesario para traer
lo infinito a lo finito, esto es, para que podamos entender mejor; pero nubnca para significar que Dios tenga
cuerpo como el hombre.

B. La personalidad de Dios.
Al decir que Dios es persona o que tiene personalidad queremos decir que tiene en sí los elementos
constitutivos de la personalidad que son: intelecto, sentimiento, y voluntad. Dios piensa, (Jerm. 29:11, Isa.
46:11, Zac.1:6); siente, (Sal. 33:5, 103:8-11, Sant. 5:11) y tiene voluntad, actúa (Sal. 115:3, Isa. 46:10-13,
Dan. 4:35, Mat. 19:26); así es que tiene personalidad. Es bueno recordar que la personalidad radica en el
Espíritu y no en el cuerpo, por eso Dios, aunque no tiene cuerpo, tiene personalidad.

C. La unidad de Dios.

Queremos decir con esto que Dios es uno, un ser absolutamente perfecto, supremo y todo poderoso. La idea
del politeísmo (doctrina de muchos dioses) es repugnante y contradictoria. La Biblia enseña la unidad de
Dios. (Deut. 6:4; Isa. 44:6-8, 45:5; I Tim. 2:5; I Cor. 8:4)

D. La Trinidad de Dios.

1. Defenición - Es muy difícil definir la trinidad de Dios sin caer en error. Para poder expresar esta doctrina,
el Dr. Strong apunta seis consideraciones:

a. En la Escritura hay tres personas reconocidas como Dios.

b. En la Escritura se describen como personas distintas.

c. Esta triple personalidad de la naturaleza divina no es temporal sino eterna.

d. Esta triple personalidad no es tritísimo porque, aunque hay tres personas, sólo hay una escencia.

e. Las tres personas: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son iguales.

f. Esta doctrina, aunque inescrutable y un tanto incomprensible para la mente humana, sin embargo, no es
contradictoria.

2. La Trinidad en la Biblia.

La palabra "trinidad" no aparece en la Biblia, lo que aparece es el concepto, la verdad. En el Antigüo


Testamento hay vislumbres de esta verdad. A Dios se le llama "Eloheim" que es un nombre plural que
literalmente quiere decir Dioses. Además, las tres personas de la Trinidad se mencionana en el Antigüo
Testamento. En el Nuevo estas verdades aparecen con mayor claridad. Estudie los siguientes pasajes donde
aparecen las tres personas de la Trinidad: Mat. 3:16-17, 28:19; II Cor. 13:14; y Juan 14:16.

3. La Trinidad y la lógica.

Han objetado algunos que Dios no puede ser uno y tres al mismo tiempo pero la realidad es que aún en la vida
diaria tenemos analogías que nos ayudan a comprender este misterio. Tenemos por ejemplo los tres estados
del agua; líquido, sólido (hielo) y gaseoso (vapor). El líquido es una cosa, el hielo es otra y el vapor es otr,
pero el líquido es agua, el hielo es agua y el vapor es agua, en una sola esencia. Tenemos ahora la analogía del
sol. El sol es un astro; el sol despide luz y calor. A estas tres cosas llamamos sol. Decimos que el sol tiene
diámetro (astro) que el sol brilla (la luz) y que el sol calienta (el calor). Cada una es distinta y sin embargo no
hay más que un sol.

III. LOS ATRIBUTOS DE DIOS.


Definición: Los atributos son las características, propiedades o perfecciones de la persona y el carácter de
Dios. Todas las cosas que existen tienen atributos o cualidades. Así es que Dios, por cuanto existe, ha de tener
ciertos atributos o características que por tratarse de El , que es perfecto, pueden llamarse perfecciones.

Clasificación de los atributos: Los atributos de Dios se dividen en dos grupos:

Atributos Naturales - Los que tienen que ver con su existencia como Espíritu Infinito.

Atributos Morales- los que tienen que ver con su carácter.

A. Atributos Naturales.

1. Existencia propia:

Dios existen en sí mismo y por sí mismo. Nada ni nadie existió antes que El y todo lo que existe, existe
después de El. En Juan 5:26 se nos dice: "Dios tiene vida en sí mismo", es increado.

A diferencia de las criaturas, su existencia no depende de ninguna fuente externa. Antes que existieron otros
seres, y El existía. Su existencia es un misterio que no lo alcanzarán a comprender ni los hombres ni los
ángeles. Sólo El sabe por que existe y como existe, ha existido y existirá. (Sal. 145:3).

2. Eternidad:

Cuando se dice que Dios es eterno se quiere decir que ha existido siempre en el pasado, existe ahora en el
presente y existirá siempre en el futuro: sin principio y sin fin.

La definición que Dios da en el Antigüo Testamento de sí mismo es ésta: "Yo soy el que soy". Esa definición
nos habla de un eterno presente en que vive Dios, éso es eternidad. El nombre Jehová que se aplica a Dios
quiere decir, "El que era, el que es, y el que ha de ser". Esto también habla de eternidad. Estos dos atributos se
complementan mutuamente. Un ser que tiene existencia propia y existe en sí y por sí, tiene que ser eterno si es
eterno tiene que ser increado.

3. Inmutabilidad:

Este atributo significa que Dios es invariable e inmutable, que no puedwe cambiar ni para bien ni para mal. Si
Dios pudiera cambiar, dejaría de ser inmutable. Los hombres, las cosas y las instituciones cambian, ya sea
mejorando o empeorando, pero no tienen este atributo que pertenece sólo a Dios. La inmutabilidad de Dios se
manifiesta tanto en los atributos naturales como en los morales. Sería un absurdo suponer que Dios puede ser
más omnipotente o más santo - eso implicaría imperfección y mutabilidad lo cual sería impropio de Dios.

Hay muchos pasajes bíblicos que manifiestan esa inmutabilidad de Dios pero los más importntes son Mat. 3:6
y Sant. 1:17).

4. Omnipresencia:

Quiere decir que Dios está presente en todo lugar al mismo tiempo. No que Dios se divida para estar en todo
lugar sino que toda su persona con toda su capacidad para obrar puede ser ejercida en cualquier parte y en
todo tiempo sin necesidad de moverse de un sitio para otro para dominar el escenario de acción.

"Dime donde está Dios", dijo un ateo a un niño, a lo cual respondió el niño, "Si, se lo diré, si primero me dice
usted donde no esté". El salmista David expresa esta gran verdad en Sal. 139:7-12.
Esta verdad de la imnipresencia de Dios debiera impresionarnos y debiera motivar en nosotros un deseo de
vivir en santidad ya que no podemos escondernos de El para pecar. Recordemos siempre que Dios nos ve y
nos oye en todo lugar y en todo tiempo. También esto debe animarnos y fortalecernos. No hay tal cosa como
estar lejos de Dios... siempre está cerca para ayudarnos y para bendecirnos (Sal. 139:17-18, Mat. 28:20, Jerm.
23:24)

5. Omnipotencia:

Por este atributo natural se da a entender que Dios todo lo puede, que Su poder es ilimitado para hacer todas
las cosas que Su naturaleza y Su carácter le sugieren.

En Dios no hay imposibilidad natural pero sí hay lo que algunas llaman "imposibilidad moral". Por ejemplo:
Dios no puede mentir, no puede cambiar, no puede pecar. La imposibilidad aquí radica en Su misma
perfección, en Su carácter. Aunque Dios es omnipotente, sin embargo El no hace todo lo que puede sino todo
lo que quiere. Esto no significa destrucción de Su omnipotencia; significa que Dios, dentro de Su
omnipotencia, es libre para actuar de acuerdo con el beneplácito de Su voluntad. Los cristianos de este siglo
XX necesitamos un re-descubrimiento de esta verdad de la omnipotencia de Dios. Recordemos que el Dios en
quien hemos confiado es Todopoderoso. No limitemos a Dios.

6. Omnisciencia:

Dios conoce todas las cosas del pasado, del presente y del futuro con un conocimiento completo y correcto.
Un ser que es eterno, que es todopoderoso y que puede estar en todo sitio al mismo tiempo (omnipresente) es
muy lógico creer que puede tener un conocimiento perfecto de todas las cosas. El que diseñó, creó y sostiene
este mundo, ¿no ha de conocerlo en todos sus detalles? De otra manera ¿Cómo podría gobernar y dirigir con
perfección como Su persona lo requiere? El conocimiento de Dios no se limita a los hechos visibles. (I Crón.
28:9) También nos dice la Escritura que "su entendimiento es infinito". (Sal. 147:5) Estudie estos textos:Gén.
18:18-19, II Rey 8:10-13, I Crón. 28:9, Sal. 94:9-11, Rom 8:27.

Esta sublime doctrina debe ser motivo de gran consuelo para todo creyente. Si Dios conoce todas las cosas, El
conoce mis necesidades, mis problemas y mis tentaciones - y qué satisfacción saber que El conoce tales cosas.
Su ayuda serág oportuna, quizás en el momento más difícil.

B. Atributos Morarles.

1. Amor:

"Dios es amor" ( I Juan 4:8 ) Preguntó alguien una vez: "¿Y porqué es que Dios ama?" Se le respondió: "Así
como la naturaleza del sol es brillar, así la naturaleza de Dios es amar". El cristianismo es la única religión
que presenta al Ser Supremo com un Dios de amor. Las religiones paganas tienen dioses odiosos, vengativos
y malos.

a. Objetos especiales del amor de Dios:

1). Jesucristo - Mat. 3:17, 17:5.

2). El pueblo judío - II Sam. 7:23, II Crón. 2:11, 9:8.

3). Los creyentes - Juan 14:21-23, 16:27; I Juan 4:8-10.

4). Los pecadores - Juan 3:16.

b. Como se manifiesta el amor de Dios.


1). En la creación de los ángeles. El que ama trata de hacer feliz al objeto amado. Dios ha hecho unos seres
felices, los cuales, consu naturaleza espiritual están consagrados al servicio más alto y sublime que ser alguno
puede aspirar, el servicio de Dios. El hecho de que Dios los sostenga en esa felicidad demuestra que los ama.

2). En la creación del hombre. Se manifiesta Su amor haciéndole superior a todas las otras criaturas del
mundo. También se manifiesta Su amor al preparar un mundo tan bello para servir de hogar para el hombre.
También se manifiesta supliendo todas sus necesidades.

3). En la redención. Esta es la manifestación máxima de amor yendo al extremo de sacrificar a Su propio Hijo
para hacer posible nuestra salvación. (Juan 3:16) El amor de Dios es uno de los temas más sublimes. De este
amor se ha dicho:

"Si fuera tinta todo el mar,

Y el cielo fuera u gran papel,

Y cada hombre un escritor,

Y cada hoja un pincel;

No bastaría para escribir

El gran Amor de Dios."

2. Justicia

Dios es ifninitamente justo tanto en Su persona como en Sus tratos con la humanidad. En Su seno la justicia
tiene su asiento y su trono. Por causa de la justicia perfecta de Su carácter, es infaliblemente cierto que hará lo
recto, esto es, obrará de acuerdo con los principios de la justicia. No puede hacer ninguna transacción con lo
injusto, ni tampoco puede disimular el mal en ninguna de sus formas. La injusticia está a distancia infinita de
El. Siendo perfectamente justo, también lo es en todo lo que hace. Por eso dice la Biblia: "Justo es Jehová en
todos sus caminos." (Sal. 145:17)

Muchas personas piensan del amor como el único atributo de Dios ignorando Su justicia y limitando Su
carácter Basados en que Dios es amor, muchos falsos maestros enseñan que al fin, por pecadores y malos que
hayamos sido, Dios abrirá Sus brazos y nos recibirá en Su seno. Ignoran estas personas que "Dios es fuego
consumidor". Es un Dios justo que de ninguna manera peude condenar el pecado. Su justicia demanda castigo
par alos malos y recompensa para los buenos (los regenerados). (Sal. 11:4-7, Ex. (:23-27, Dan. 9:12-14, I Juan
1:9, Heb. 6:10, II Tim. 4:8).

La muerte de Cristo en la cruz es manifestación del amor de Dios, de esto no hay duda. Pero jamás hay que
olvidar que esa muerte fue también manifestación de la justicia divina. Allí se encontraron las fuerzas que
operan en el mundo: el pecado que merece ser castigado. La justicia que demanda el castigo y el amor que
pide la misericordia. Dios no se equivoca. El hará justicia castigando al culpable y salvando al inocente.

3. Verdad:

Esta es otra de las excelencias del carácter de Dios; así como es amor, también es verdad y por lo tanto es
veaz en Sus dichos y fiel en el cumplimiento de Sus predicciones. En El no puede existir la mentira ni el
engaño. (Sal. 100:5, 146:5-6; Isa. 25:1; II Tim. 2:13; Tito 1:2; Apoc. 15:3)

En Jerm. 10:10, leemos: "Dios es la verdad", en Juan 14:6, Cristo se proclama como la verdad y en I Juan 5:6
leemos que el Espíritu Santo es la verdad. Esto significa quela Deidad (Trinidad) es la verdad en su esencia.
El sello que llevan las promesas de Dios es este: "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán."
(Mat. 24:35) Vale la pena confiar en las promesas de uno que no puede mentir.

4. Sabiduría:

La sabiduría ha sido definida como la "conducta prudente en el manejo de los negocios". Bien podemos
aplicar esto a Dios y deicr que El es sabio porque observa una conducta prudente en el manejo de Sus
negocios ( o sea Sus tratos con los seres creados). Dicho en otras palabras: Dios tiene un propósito especial en
cada cosa que hace y tanto el propósito como los medios que emplea son morales y buenos porque Su
sabiduría es infinita. (Sal. 104:24, Ef. 1:8, Rom. 11:33)

5. Santidad:

Frecuentemente se asigna a la santidad de Dios un lugar entre sus atributos morales; sin embargo, hablando
estrictamente, no es un atributo sino la combinación de todos Sus atributos morales. Dios es bueno y es
amoroso (amor) porque es santo; es justo (justicia) porque es santo; es veraz (verdad) porque es santo yobra
con sabiduría porque Su santidad no lo permite de otra manera. Dios es absolutamente santo ypor tanto no
puede pecar ni tolerar el pecado.

La santidad de Dios reclama la santidad de sus hijos - "Sed santos porque yo soy santo". El nos ha sacado del
pecado para que vivamos en santidad. (Ef. 1:4). En la Escritura se les llama a los creyentes, "Santos". (Ef. 1:1,
Fil. 1:1, Col 1:2) Honremos ese nombre viviendo vidas apartadas del pecado y rendidas

conocimiento se llama conciencia. Cuando el hombre obra con rectitud la conciencia lo


aprueba y aplaude; cuando obra mal lo condena.

¿Qué podemos deducir de ese conocimiento universal del bien y del mal que es innato en el
hombre? Deducimos que no puede haber leyes sin legislador. Que Dios ha puesto en el
corazón del hombre como leyes primarias los conceptos del bien y del mal. Esto no puede
ser invención del hombre, pues, como apunta J.S. Bank: "Como puede pretenderse que la
ley moral sea hechura del hombre, cuando ella lo gobierna y con frecuencia lo condena?
¿Entronizaría él espontáneamente en su propio pecho un juez, un fiscal y un verdugo?"

El mundo moral con sus leyes eternas es tan real y verdadero como el físico. Así como el
mundo físico por la ley de causa y efecto no shace creer en la existencia de una causa
creadora (Dios creador); así el mundo moral nos hace pensar en un Supremo-Legislador
que concibió esas leyes y las "escribió en nuestros corazones."

4. Argumento de la Creencia Universal.

La Creencia en la existencia de Dios está tan esparcida como la raza humana, aunque en
muchas cosas esa creencia se encuentra pervertida. Como alguien ha dicho: "El hombre es
incurablemente religioso". El hombre siente tan profundamente la necesidad de adorar
como siente la necesidad de satisfacer sus necesidades físicas y no es feliz hasta tanto
encuentra a Dios y le adora y le sirve en forma inteligente. ¿Quién ha puesto ese instinto en
el hombre? Indudablemente que esta es una de las huellas que señalan la existencia de
Dios, el creador del hombre. Dios, que creó al hombre con el fin de que éste le adorara y le
sirviera en la tierra como los ángeles lo hacían en el cielo, estampó con carácteres
imborrables en la raza humana la conciencia religiosa, la cual a pesar de los razonamientos
contrarios, y a pesar del pecado, no ha podido ser borrada.

II. LA NATURALEZA DE DIOS

A. La espiritualidad de Dios.

Dios es Espíritu (Juan 4:24 con Lucas 24:39)


Esta es una gran verdad revelada en cuanto a la naturaleza de Dios. Dios es espíritu -
quiere decir que no tiene cuerpo, es incorpóreo. Algunas veces en la Escritura se nos habla
de las "manos de Dios". Estas se llaman expresiones antropomofías (de antropos - hombre
y morfa - forma). Este lenguaje se hace necesario para traer lo infinito a lo finito, esto es,
para que podamos entender mejor; pero nubnca para significar que Dios tenga cuerpo
como el hombre.

B. La personalidad de Dios.

Al decir que Dios es persona o que tiene personalidad queremos decir que tiene en sí los
elementos constitutivos de la personalidad que son: intelecto, sentimiento, y voluntad.
Dios piensa, (Jerm. 29:11, Isa. 46:11, Zac.1:6); siente, (Sal. 33:5, 103:8-11, Sant. 5:11) y
tiene voluntad, actúa (Sal. 115:3, Isa. 46:10-13, Dan. 4:35, Mat. 19:26); así es que tiene
personalidad. Es bueno recordar que la personalidad radica en el Espíritu y no en el
cuerpo, por eso Dios, aunque no tiene cuerpo, tiene personalidad.

C. La unidad de Dios.

Queremos decir con esto que Dios es uno, un ser absolutamente perfecto, supremo y todo
poderoso. La idea del politeísmo (doctrina de muchos dioses) es repugnante y
contradictoria. La Biblia enseña la unidad de Dios. (Deut. 6:4; Isa. 44:6-8, 45:5; I Tim. 2:5;
I Cor. 8:4)

D. La Trinidad de Dios.

1. Defenición - Es muy difícil definir la trinidad de Dios sin caer en error. Para poder
expresar esta doctrina, el Dr. Strong apunta seis consideraciones:
a. En la Escritura hay tres personas reconocidas como Dios.
b. En la Escritura se describen como personas distintas.
c. Esta triple personalidad de la naturaleza divina no es temporal sino eterna.
d. Esta triple personalidad no es tritísimo porque, aunque hay tres personas, sólo hay una
escencia.
e. Las tres personas: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son iguales.
f. Esta doctrina, aunque inescrutable y un tanto incomprensible

QUÉ ES ADORAR A DIOS?


Es reconocerlo como
nuestro Creador y nuestro Dueño
Es reconocerme en verdad lo que soy:
hechura de Dios, posesión de Dios.  
Dios es mi Dueño.  
Yo le pertenezco.  
 
Adorar a Dios, entonces,
es tomar conciencia
de nuestra dependencia de El
y de la consecuencia lógica
de esa dependencia:
entregarnos a El y a su Voluntad
Tú eres mi Creador, yo tu creatura,
Tú mi Hacedor, yo tu hechura,
Tú mi Dueño, yo tu propiedad.
Aquí estoy para hacer tu Voluntad.

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