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Marta de Viana
Los ecólogos han explorado cómo la riqueza (número de especies en una comunidad) es
una función del uso de recursos (MacArthur 1960, 1972, Sugihara 1980, Tilmann 1982),
inputs energéticos (Wright 1983, currie 1991), productividad ambiental (Rosenzweig &
Abramsky 1994), propiedades de las islas (MacArthur & Wilson 1967), propiedades de
estabilidad de las comunidades (May 1974) y redes alimentarias (Pimm & Lawton 1977),
estequiometría (Reiners 1986), presencia o ausencia de especies clave (Paine 1966),
disturbios (Connel 1978) o combinaciones sintéticas de estos (McNaughton 1977, Grime
1979, Huston 1979, De Angelis 1992).
¿Las especies deben ser agrupadas por sus propiedades ecológicas más que por sus
afiliaciones taxonómicas? (Hooper & Vitousek 1997, Tlman et al 1997, Hulot et al 2000).
La función de los ecosistemas es un concepto más antiguo, asociado con la idea de que
las actividades metabólicas colectivas de los organismos dentro de un hábitat, consumen
energía y movilizan materia entre el pool orgánico (vivo y muerto) e inorgánico.
Los organismos mueven cientos de gigatoneladas (1 X 10 15 gr) anuales de materia entre
las fuentes orgánica e inorgánica a través de esos procesos (Butcher et al 1992,
Schlesinger 1997) y estas actividades juegan roles significativos en los factores
ambientales tales como pH, temperatura, humedad, fertilidad del suelo y agua, por citar
algunos ejemplos.
Cuando se analizan como procesos que afectan el bienestar humano, “los servicios
ecosistémicos”, su importancia cultural y económica prueba ser extraordinariamente
variada e invalorable (Ehrlich & Mooney 1983, de Grot 1992, Constanza et al 1997, Daily
et al 1997).
Por ejemplo, 1 gr de suelo puede contener 1 X 104 especies de microorganismos (Klug &
Tiedge 1994), una pastura puede contener alrededor de 200 especies de plantas
herbáceas (Leach & Givnish 1996), las copas tropicales en Perú pueden contener 3429
especies de escarabajos (Erwin 1997) y los suelos templados alrededor de 150
especies de micro-artrópodos (Usher et al 1997).
Cambio global
A partir de la presentación del informe Brundthand en el que se investigó desde 1983 a
1987 el problema ambiental a escala planetaria y posteriormente, la iniciativa para una
biósfera sustentable de la Sociedad Americana de Ecología (1991), la Cumbre de Río de
Janeiro (1992), la Conferencia Ministerial sobre protección de bosques en Helsinki (1993)
y los Congresos Internacionales de Ecología en Manchester (1994) y de la IUFRO en
Finlandia (1995), el cambio global, el crecimiento de las poblaciones humanas y el
desarrollo sustentable, constituyen los tópicos esenciales tanto de científicos como de
políticos y del público.
1.- cambios que alteran los fluidos que envuelven el sistema terrestre, atmósfera y
océanos y por lo tanto tienen un alcance global, como por ejemplo en la atmósfera el
aumento de CO2, CFC, metano, ON, radiación UV y disminución del ozono estratosférico.
2.- cambios que ocurren en sitios discretos pero dada su magnitud y distribución,
constituyen un cambio global como los cambios en la cobertura y usos de la tierra,
fragmentación de hábitats, invasiones biológicas, residuos, desertificación, pérdida de
biodiversidad, entre otros.
Los componentes y causas del cambio global, son fenómenos ecológicos. Sin embargo,
dada su complejidad, es fundamental encarar su abordaje de una forma multi e
interdisciplinaria, y es también esencial reconocer que debe ser una responsabilidad de
los ecólogas/os, tomar la delantera en el abordaje tanto de sus causas como de sus
componentes. Las causas principales del cambio ambiental global radican en las
actividades industriales y de agricultura de nuestras sociedades, en el espectacular
crecimiento poblacional y en el aumento en el uso de los recursos por nuestra especie.
Sin embargo, el alcance global de la problemática ambiental, no debe convertirse en un
impedimento para enfrentar los problemas a nivel local.
Dado que sería imposible abordar toda la problemática, trataré de realizar una síntesis
muy ajustada de algunos de los aspectos del cambio global:
No existen dudas de que las concentraciones han aumentado. Pero si contáramos sólo
con el registro posterior a 1957, no se podría descartar la posibilidad de que el aumento
fuera parte de una fluctuación natural. Sin embargo, registros de las concentraciones de
CO2 en burbujas de aire atrapadas en el hielo de la Antártida y Groenlandia, revelan que
las concentraciones se mantuvieron constantes por varios miles de años, antes del siglo
XIX. Luego comenzaron a aumentar a una tasa acelerada, que concuerda con las
observaciones modernas. Las concentraciones de CO2 en la atmósfera en los últimos
2000 años, determinada por el análisis de burbujas de aire atrapadas en hielos en
Groenlandia y Antártida, evidencia un aumento progresivo.
El sustancial incremento reciente es casi tan grande como el rango entre el mínimo de
los glaciares y el máximo de los interglaciares y es de 5 a 10 veces más rápido que
cualquiera de los cambios previos registrados. Esto nos muestra un evento inusual en la
historia reciente de la tierra, que coincide con la reciente proliferación de la población
humana y nuestra expansión en el uso de la energía y los recursos.
Las especies con tasas de crecimiento mayores pueden tener una respuesta mayor que
las especies de crecimiento lento. Esto favorecería a las especies C3 sobre las C4, lo
que podría ocasionar cambios en los límites de praderas y sabanas, dominadas por
especies C3 y los bosques, dominados por C4. Por otra parte, los efectos del aumento
en CO2, no están restringidos al crecimiento de las plantas y a la composición de las
comunidades ya que las plantas responden al aumento de CO2, produciendo tejidos con
menor concentración de nutrientes. Consecuentemente, los herbívoros deben consumir
mayores cantidades de tejidos para adquirir suficientes proteínas y otros nutrientes para
el crecimiento y desarrollo. En general, la tasa de crecimiento disminuye y sufren
mayores tasas de mortandad en el proceso (Fig. 4). Similarmente, los descomponedores
también procesarán tejidos de menor calidad, con las consecuencias para sus propias
poblaciones y para el ciclaje de nutrientes en el nivel del ecosistema.
Los efectos del aumento en CO2 no son exclusivos de los sistemas terrestres. Los
incrementos en la presión parcial de CO2 en el agua de mar, reducen el grado de
sobresaturación de la aragonita, la forma del carbonato de calcio, esencial para la
formación de los arrecifes de coral. Las consecuencias de estos cambios en el
funcionamiento de los sistemas marinos aún se desconoce.
Variación interanual.
Sólo la última parte de los registros de CO2 (a partir de 1958) tiene una resolución anual
verdadera. Aquí hay una mayor variación interanual en la tasa de crecimiento de CO2
atmosférico. Existe una disminución importante en la tasa de crecimiento de CO 2 durante
los 90. Esto ocurrió al mismo tiempo que un enfriamiento significativo del hemisferio
norte, debido a los aerosoles derivados de gases con azufre, emitidos por la erupción del
monte Pinatubo en 1991. El incremento de CO2 se aceleró nuevamente 2 años después,
luego que los aerosoles se dispersaron y pasó el clima anormal. Por lo tanto, se asumió
que la disminución del CO2 fue causada por la erupción del Pinatubo. Sin embargo, los
datos de CO2 global, no brindan más información sobre el mecanismo posible que estuvo
involucrado. Sin información adicional, no se puede deducir si el CO2 global representó
un cambio transitorio en el balance del C en la biosfera terrestre o del océano, según lo
propusieron varios autores.
Ciclo estacional.
El ciclo estacional del CO2 atmosférico es mayor en las altas latitudes del norte y
registran claramente la respiración de la biosfera terrestre. El CO2 es incorporado por los
ecosistemas terrestres del hemisferio norte durante la primavera, cuando la fotosíntesis
es mayor que la respiración y se recupera nuevamente durante el verano tardío y el
otoño cuando ocurre el patrón inverso. El ciclo estacional es leve en bajas latitudes. En
el hemisferio sur, en altas latitudes, el ciclo es de menor amplitud, reflejando el
comportamiento de las menores áreas de ecosistemas templados del hemisferio sur. El
océano contribuye con una amplitud significativamente menor. Así, la amplitud del ciclo
estacional en las estaciones del norte está relacionado con el C total metabolizado por
los ecosistemas terrestres de las masas de N, y la separación entre las fases de
respiración y fotosíntesis en esas regiones. Esta amplitud ha crecido y ahora es un 20%
mayor de lo que fue cuando comenzaron las mediciones.
Oxígeno. Tendencia de largo plazo.
La combustión de los combustibles fósiles, consume en promedio 1.4 moléculas de O2
en la producción de 1 molécula de CO2.
Componente Pg C/año
Fuentes de CO2
1.- Emisiones de combustión de combustibles fósiles y producción
de cemento 5.5 ± 0.5
2.- Emisiones netas de cambios en el uso de tierras en el trópico 1.6 ± 1.0
3.- Total de emisiones atmosféricas (1 + 2) 7.1 ± 1.1
Partición entre reservorios
4.- Almacenamiento en la atmósfera 3.3 ± 0.2
5.- Almacenamiento en océanos 2.0 ± 0.8
6.- Almacenamiento por el recrecimiento de los bosques del
hemisferio norte 0.5 ± 0.5
7.- Otros sumideros terrestres = 3 – (4 + 5 + 6 ) (fertilización con
CO2, con N, efectos climáticos) 1.3 ± 1.5
Agua subterránea
Al menos ¼ de la población mundial extrae el agua de acuíferos bajo tierra (Ford &
Williams 1989, White et al 1995). Las estimaciones del ciclo hidrológico global
generalmente trata las tasas de influjo y eflujo como si estuvieran en balance
(Hornberger et al 1998), a pesar de que este recurso está siendo agotado globalmente.
Aproximadamente, el 99% de toda el agua dulce en estado líquido proviene de fuentes
subterráneas (Fig. 2). El agua subterránea tiene una tasa de renovación más lenta que
todos los otros reservorios y varía de 100 a 10.000 años. La mayor parte del agua
subterránea no está en intercambio activo con la superficie de la tierra, sobreviviendo
como un relicto de épocas con condiciones climáticas más húmedas y del
descongelamiento de las capas de hielo del Pleistoceno. Esta agua fósil, acumulada a lo
largo de miles de años, una vez utilizada, no puede ser facilmente recuperada. La
distinción entre agua subterránea renobable y no renobable es crucial para su manejo y
la determinación de las políticas. Los acuíferos renovables dependen de las
precipitaciones actuales para su llenado y son vulnerables a cambios en la cantidad y
calidad del agua de recarga (White et al 1995). Por ejemplo, el bombeo de agua
subterránea del acuífero Edwards que alimenta con agua para beber a la mayor parte
del centro de Tejas, la extracción ha aumentado 4 veces desde 1930 y actualmente
excede la tasa anual de recarga (Brown et al 1992). El incremento en el uso del agua
vuelve a los acuíferos más susceptibles a cambios en el clima, como sequías y
contaminación. El agotamiento del agua subterránea también puede ocasionar
compactación, surface subsidence, reduciendo permanentemente el almacenamiento en
el acuífero (Sun et al 1999). El Valle central de California ha perdido unos 25 km3 de
almacenamiento de esta forma, una capacidad igual al 40% de la capacidad combinada
de almacenaje de todos los reservorios construidos por humanos en el estado.
Cuando la extracción de agua de los acuíferos excede las tasas de recarga, los menores
volúmenes de agua disminuyen las tasas de flujo de los ríos y corrientes en el verano,
reducen el habitat perenne de las corrientes, aumentan las temperaturas del agua en el
verano y disminuyen la calidad del agua. Los salmones y truchas seleccionan áreas de
surgimiento de las aguas subterráneas en las corrientes que moderan las temperaturas
extremas y evitan el congelamiento de las ovas. El intercambio dinámico de aguas
superficiales y profundas altera la biogeoquímica de las corrientes (influyendo en las
concentraciones de O disuelto y de nutrientes) y reduce las concentraciones de los
contaminantes disueltos como pesticidas y compuestos orgánicos volátiles (Holmes
2000). Debido a estas interacciones, el desarrollo por humanos del agua subterránea o
superficial de cada una por separado, afecta la cantidad y calidad de la otra. El agua
subterránea y la superficial, han sido consideradas tanto científica como legalmente, por
separado. Este abordaje debe cambiar ya que los estudios recientes reflejan la
importancia de la interacción entre las superficies de agua renovables superficiales y
subterráneas para la disponibilidad de agua, su calidad y los ambientes acuáticos (Dahm
et al 1998, Winter et al 1998).
En contraste con el agua subterránea renovable, más de ¾ del agua subterránea es no –
renovable (definida como agua subterránea con períodos de renovación de 100 años y
mayores).
La interacción entre aguas superficiales y profundas es especialmente importante en
regiones con bajas precipitaciones (Box 1, table1). Las regiones áridas y semiáridas
cubren 1/3 de la superficie de la tierra y mantienen 1/5 de la población mundial. El agua
subterránea es la fuente principal de agua para consumo humano e irrigación y estas
regiones contienen muchos de los acuíferos más grandes del mundo (Sahagian et al
1994). La recarga limitada hace que esos acuíferos sean vulnerables al agotamiento. Por
ejemplo, la explotación del acuífero de la cuenca norte del Sahara en la década del 90,
fue del doble de la tasa de recarga y muchas vertientes asociadas con este acuífero se
secaron completamente (Shiklomanov 1997).
Para las fuentes de agua no renovables es muy difícil discutir acerca de las tasas
sustentables o adecuadas de explotación. Como con los depósitos de carbón o petróleo,
ninguna extracción es sustentable. Importantes preguntas al nivel de las sociedades
deben incluir a qué tasa se debe permitir bombear agua de estos acuíferos, a qué tasa,
con qué propósitos y quién cuidará las necesidades de las generaciones futuras. Para el
acuífero de Ogallala, el agua puede ser acabada en menos de 1 siglo.
En la actualidad, la desalinización del agua representa < 0.2% del uso global del agua
(Gleick 2000) y es probable que permanezca bajo en el futuro próximo debido a los
elevados requerimientos energéticos. Las represas continúan brindando más agua bajo
control humano pero la tasa de construcción ha disminuido. En los países en vías de
desarrollo, los mejores sitios ya han sido usados. Los elevados costos económicos,
ambientales y sociales como destrucción de ambientes, pérdida de biodiversidad y
desplazamiento de comunidades humanas, vuelven cada vez más difícil estas
construcciones. Unos 260 nuevos embalses grandes se construyen por año, en
comparación con 1000/año entre 1950 y 1970. Más aún, al menos 180 embalses fueron
sacados en EEUU en la última década, por cuestiones de seguridad, impacto ambiental
y obsolescencia. La destrucción del embalse Edwards en 1999 fue la primera decisión
del estado en la cual se consideró que los beneficios ambientales de removerlo eran
mayores que los de operarlo.
Tabla 1.- Escorrentía global, extracciones y apropiación humana de las fuentes de agua
dulce
Parámetro Agua dulce (Km3/año)
Escorrentía global total 40.700
Flujo remoto total 7.800
Cuenca del Amazonas 5.400
Cuenca del Zaire-Congo 660
Ríos remotos del norte 1.740
Agua de crecientes no capturada 20.400
Escorrentía accesible 12.500
Apropiación humana total 6780
Extracción de agua global 4430
Agricultura 2880
Industria 975
Municipalidades 300
Pérdidas de los embalses 275
Usos de los cursos 2350
Los cambios en la cobertura de la tierra pueden ser de dos formas: conversión de una
categoría a otra o modificación de una condición dentro de una categoría. La conversión
es la característica que mejor se presta al monitoreo, aunque existen problemas con las
categorías de cobertura empleadas. Por ejemplo, si se usan categorías gruesas o
amplias como bosque - pasturas - cultivos - otras tierras, la explotación selectiva de
bosques, el reemplazo de bosques nativos por forestaciones, intensificación de cultivos,
o sobrepastoreo severo, no se registrarán como una conversión ni como cambio en la
cobertura, si los totales de la conversión son empleados para medir el cambio.
Estas cuatro categorías son las más ampliamente usadas como figuras globales por la
UN Food and agriculture organization’s production yearbooks. Intentan mostrar los
niveles de cambio anual desde 1950 a nivel nacional. La FAO no obtiene los datos
independientemente, sino que emplea los datos reportados por los estados miembro y
por lo tanto la calidad de los datos varía ampliamente por país. Además, el tamaño del
país determina la escala en la que se presentan los datos. La categoría de la FAO de
“otras tierras” combina muchas formas importantes y distintas de cambios en la cobertura
y usos de la tierra.
Cultivos
Las tierras cultivadas son aquellas regularmente usadas para criar plantas domesticadas,
que varían desde campos abandonados, sistemas de cultivo rotativos hasta sistemas de
multicultivos permanentes. Su amplio rango es difícil de medir. Los cultivos con
rotaciones y las forestaciones son a menudo clasificadas como bosques, conduciendo a
una sub-estimación del área de tierras cultivadas. Otras complicaciones se presentan al
distinguir entre tierras de cultivo y de agricultura, ya que es un término que puede incluir
la tierra empleada en la producción de ganado.
El área mundial de tierras cultivadas, se estima que aumentó en un 466% entre 1700 y
1980, tiempo durante el cual, una área neta superior a los 12 X 10 6 Km2 de la superficie
terrestre se transformó en áreas de cultivo. La expansión no ocurrió de una forma pareja
en el mundo; Rusia, sud este de Asia, América Latina y Norte América experimentaron
las mayores expansiones, con relación al promedio mundial. Con muy pocas
excepciones, la mayoría de los ambientes que dependen de lluvias para los cultivos han
sido consumidos. El área de este tipo, disponible para la agricultura (a secano) se estima
en 19 X 106 Km2. Esto significa que la expansión de tierras para agricultura, continuará
en ambientes considerados marginales y frágiles para cultivos.
Mientras que el patrón global es de expansión de las tierras destinadas a la agricultura,
algunas regiones han experimentado pérdidas, ya sea por el abandono de tierras de
cultivo o por su degradación. La FAO estima que a nivel mundial, 5.5 X 10 6 Km2 de
tierras cultivadas se han perdido por degradación, mientras que otro estudio asume que
la cifra asciende a 20 X 106 Km2.
Bosques
Es además sorprendente que no exista por ejemplo, una medición directa de la
deforestación, una de las formas más dramáticas del cambio en el uso de la tierra, a
pesar de que la materia prima para tal análisis está disponible en imágenes satelitales
desde hace dos décadas. Además, la información existente a nivel gubernamental es
escasa y difícil de obtener. El área actual de bosques cerrados, según la FAO se estima
en 29 X 106 Km2, es decir, el 21% de la superficie terrestre mundial
En 1990, FAO realizó un estudio de los recursos forestales y de la deforestación a nivel
mundial, por zonas ecológicas, comparando datos de 1990 y 1980.
FAO clasifica bosques en áreas tropicales como vegetación leñosa, con una cobertura
leñosa mayor del 10%, que no es usada para agricultura y donde los árboles tienen una
altura de al menos 5 a 7 m.. En países templados, los bosques son clasificados como
vegetación leñosa con una cobertura de copa superior al 20%. Se considera
deforestación cuando la cobertura de la copa es inferior al 20%.
De acuerdo al estudio, un área de 15.4 millones de ha, fue deforestada por año en
regiones tropicales. La mitad de la deforestación ocurrió en América Latina, mientras que
Africa y Asia contribuyeron con un 25% cada una. En las áreas tropicales, la figura 15.4
millones de has deforestadas corresponde a bosques naturales. Si consideramos el área
con forestaciones que sumó 2 millones de has, la disminución neta de bosques estimada
asciende a 13.5 millones de has.
En países en desarrollo no tropicales, hay una disminución en el área de bosques
naturales con considerables áreas con forestación. Oficialmente, se comunicó que los
bosques naturales disminuyeron en 0.85 millones de has / año, mientras que las
forestaciones aumentaron en 1.37 millones de ha/año. Sin embargo, el mayor aumento
en forestación ocurrió en China. Si consideramos las distintas situaciones regionales, se
estima una deforestación global de 11-12 millones de has anuales
Es importante considerar que los datos cambian según la definición de bosque que se
adopte. Lo que se considera deforestación, puede convertirse en degradación, si se
amplía la categoría. Existen además numerosos problemas para obtener la información.
Reidar Person (1995) realizó una síntesis acerca de las causas de la deforestación:
Cada categoría de cambios en los usos de la tierra, está asociada con una cantidad de
consecuencias ambientales secundarias y tienen un impacto directo en la biodiversidad.
La conversión de un bosque en
pastura, en una escala local, produce un aumento de la temperatura y una disminución
de la humedad. En muchos casos esto afecta el potencial de regeneración de los
bosques tanto directamente, al cambiar las condiciones y recursos necesarios para la
germinación, como indirectamente, a través de una mayor probabilidad e intensidad de
incendios.
En una escala mayor, modelos de simulación recientes, sugieren que la conversión total
del bosque amazónico en pasturas, aumentaría la temperatura, disminuiría las
precipitaciones, y alteraría los patrones de circulación atmosférica en la región. La
desertificación tiene efectos locales y regionales similares en las regiones semiáridas.
Los cambios en el uso de la tierra, representan el principal cambio global con el que nos
enfrentamos. Sus efectos sobre la diversidad biológica son mayores que los de cualquier
otro componente aislado del cambio global e influye directamente en la distribución y
abundancia de todas las especies como en la pérdida de biodiversidad, lo que
representa un componente irreversible del cambio global.
Biodiversidad
Desde el punto de vista estrictamente biológico, el proceso evolutivo es central como
único mecanismo de conservación de la vida en el planeta. En la base de este proceso,
se encuentra la interacción del organismo con su ambiente, dos elementos en estado de
permanente cambio a lo largo del tiempo. Es por eso que la potencialidad de cambio es
fundamental con relación a la herencia de las generaciones futuras. En efecto, las
modificaciones ocurridas en el medio natural, deben obtener necesariamente una
respuesta adaptativa por parte de los organismos, en la forma de cambios adaptativos.
Para que esto sea posible, los organismos deben contar con un potencial biológico de
cambio surgido de su propia variabilidad genética, resultante de la serie de respuestas
posibles a los cambios ambientales.
Más aún, entre 1/3 y 1/2 de la superficie de terrestre, incluyendo algunas de las mejores
tierras con relación a la disponibilidad de agua y a la fertilidad de los suelos, ha sido
alterada directa y sustancialmente por la actividad humana. Estas tierras alteradas, son
usadas por los humanos, las plantas y animales que hemos domesticado, y por otras
especies que se han ajustados a nuestras actividades (roedores y malezas). Las
restantes especies, que constituyen entre 5 a 30 millones, deben persistir en una
fracción de ambiente cada vez más reducida y fragmentada. Muchos de los tipos
principales de sistemas ecológicos han sido reducidos o han desaparecido y numerosas
especies y poblaciones genéticamente distintas se han perdido en el proceso.
Los homínidos evolucionamos a partir de una especie tropical arborícola, hasta esta
forma terrestre y bípeda que colonizó los principales ambientes. A lo largo de su proceso
de radiación desde los trópicos, la humanidad ha tenido una interacción cada vez más
profunda con los componentes del ambiente habitado, en función de su habilidad
tecnológica y la creciente densidad de sus poblaciones.
En una primera etapa se puede considerar el periodo iniciado por la revolución cultural
en el que el hombre, usador de herramientas, emergió como factor de peso en el juego
evolutivo. En el primer millón de años, se estima que la población, cuya densidad
dependía de la caza y la recolección, aunque efectivizadas por el uso de herramientas,
tuvo un lento crecimiento hasta un total de 5 millones de personas al finalizar el periodo.
(hace 10.000 años).
- En 1850 se alcanzó una población de 1000 millones; en los 80 años siguientes (1930)
se llegó a 2000 millones. Hoy hemos superado los 5.600 millones (Fig. 6) y estamos
aumentando a una tasa del 1.7%. Esto significa que en un año se sumarán 93 millones
de personas más, cifra que supera la población de Méjico. Las predicciones acerca del
crecimiento de las poblaciones humanas pronostican que se alcanzará un "plateau" en
algún punto entre 7 y 15 mil millones de individuos al final del siglo y esto en función de
cuándo se logre alcanzar una fertilidad de reemplazo.
Desde la década del 80, se ha vuelto evidente que el crecimiento de las poblaciones, la
pobreza, la degradación ambiental y la escasez de recursos están aumentando a una
tasa alarmante, principalmente en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, aún en
estos días, grupos tradicionalistas continúan con la propuesta "el crecimiento es bueno",
lo que se aplica, según la conveniencia de determinados sectores de la sociedad, a la
población o a la economía. El crecimiento económico tanto en el país como en el
noroeste y particularmente en Salta, no aumenta al ritmo en que lo hace la población.
Las tasas de desempleo continúan aumentando y la probabilidad de revertir el proceso
es nula en un futuro próximo.
En este contexto, es pertinente señalar que la tasa a la cual una sociedad puede mejorar
el estandar de vida promedio de sus habitantes, está directamente relacionada con la
tasa de aplicación de nuevas tecnologías, e inversamente relacionada con la tasa de
crecimiento de la población. En el país y especialmente en las provincias del noroeste y
noreste, la tasa de crecimiento de la población, conjuntamente con la escasa a nula
aplicación de nuevas tecnologías, está ocasionando un valor negativo de la tasa de
mejora del estandar de vida. Dicho de otra forma, el crecimiento de la población compite
con y disminuye la tasa de mejora del estandar de vida y puede ocasionar que el
estandar promedio de vida de una región, también decline.
Cabe aquí plantear nuevamente el interrogante acerca de la percepción que tenemos del
entorno y la manera como concebimos la calidad de vida. Desde la ecología definimos la
capacidad de porte como el tamaño poblacional máximo que un ambiente o área puede
mantener sin reducir su habilidad para mantener esa población en el futuro.
Específicamente es una medida de la cantidad de recursos renovables en el ambiente,
expresada en unidades que representa el número de organismos que esos recursos
pueden mantener. La capacidad de porte es una función tanto de las características del
área como de los organismos. Una zona de mayor tamaño o más rica, tendrá una mayor
capacidad de carga o porte. Similarmente, un área particular, será capaz de mantener
una mayor población de una especie, con requerimientos energéticos relativamente
bajos que otra, con mayores requerimientos energéticos.
La capacidad de porte
Dadas las tecnologías actuales, los niveles de consumo y la organización socio-
económica, tenemos una población sustentable? No. La población actual, que supera los
6 mil millones se mantiene con el agotamiento y dispersión de lo que fue la herencia del
capital natural, incluyendo el suelo, el agua subterránea y la biodiversidad. El rápido
agotamiento de estos recursos esenciales, acoplados con la degradación a nivel mundial
de la tierra, indican que la empresa humana no solo ha excedido su actual capacidad de
porte social, sino que está reduciendo la capacidad de porte biofísica futura al agotar los
estocks naturales esenciales.
La consecuencia usual para una población animal que supere la capacidad de porte
biofísica local, es una declinación de la población, lo que se realiza a través de una
combinación de mayor mortalidad, menor natalidad y emigración a donde sea posible.
Un ejemplo clásico es que de los 29 ciervos introducidos a la isla de San Matews que se
propagaron hasta 6000, destruyeron su base de recursos y declinaron a menos de 50
individuos. ¿Podrán los seres humanos disminuir su impacto per cápita a una tasa lo
suficientemente alta para contrarrestar el incremento poblacional?
Existen dos salidas: -la gente modificará sus estilos de vida (menor consumo) y por lo
tanto reducirá su impacto. A pesar de que un cambio en los estilos de vida es
recomendable, creemos que el desarrollo de políticas para llevar el tamaño poblacional
a niveles inferiores de la capacidad de porte social, requiere definir a los seres humanos
como a los animales que existen en la actualidad. Planificar un mundo de vegetarianos
altamente cooperativos, antimaterialistas, y sensibles ecológicamente, tendrá poco valor
para corregir la situación actual.
En breve, parece prudente evaluar el problema de la sustentabilidad para gente miope y
egoista que está pobremente organizada a niveles políticos, sociales y económicos.
Optimismo tecnológico
La segunda afirmación es que los avances tecnológicos disminuirán los impactos per
cápita, reduciendo T, de manera que no serán necesarios cambios en los estilos de vida.
Esta afirmación representa un nivel de optimismo mantenido principalmente por
inconscientes: “el progreso técnico conducirá a mejoras en la eficiencia, sustituciones de
recursos, y a otras innovaciones que ahora son inimaginables”. Diferentes estimaciones
de tasas futuras de progreso técnico es el punto de gran parte de los desacuerdos entre
ecólogos y economistas con relación al estado del mundo. Sin embargo, los costos de
planificar el desarrollo bajo supuestos incorrectos son mucho mayores con
sobreestimaciones que con sub-estimaciones.
Unos pocos cálculos simples muestran porqué creemos que es imprudente confiar en las
innovaciones tecnológicas para reducir la escala de las actividades humanas futuras
para permanecer dentrpo de la capacidad de porte. Empleando el uso energético como
un surrogado imperfecto del impacto per cápita, en 1990, 1.2 mil millones de personas
ricas estaban usando un promedio de 7.5KW por persona, para un uso energético total
de 9 TW (tera watios: 1012 W). En contraste, 4.1 mil millones de personas pobres estaban
usando 1KW por persona y 4.1 TW en conjunto. El impacto ambiental total era entonces
13.1 TW.
Supongan que el crecimiento de la población humana se detuviera en 12 mil millones de
personas y que el desarrollo tenga éxito en aumentar el uso energético global per cápita
a 7.5 KW (aproximadamente 4KW por debajo del uso actual de los EEUU), luego el
impacto total sería de 90 TW. Existe cada vez más evidencia de el empleo de 13.1 TW
es demasiado grande para que sea mantenido por la tierra. No es necesaria mucha
imaginación para pensar acerca de los resultados ambientales de semejante uso
energético. Existe poca justificación para pensar en contar con milagros tecnológicos
para abastecer a los miles de millones de personas que poblarán la tierra, por lo que la
gran mayoría subsistirá (como ya se ve) con condiciones inaceptables voluntariamente.
Por otra parte, los logros tecnológicos no pueden aumentar la capacidad de porte
biofísica al infinito. Existen siempre límites. Consideremos la producción de alimentos. El
suelo puede volverse más productivo agregando nutrientes e irrigación. La producción
puede aumentarse aún más, cultivando hidropónicamente y con luz artificial. Sin
embargo, los límites biofísicos serían alcanzados por la eficiencia fotosintética máxima
posible. Las leyes de la termodinámica limitan inevitablemente la capacidad de porte
biofísica.
Referencias
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Worldwatch Institute. Ed. Icaria. Barcelona.
Daily, G.C. 1994. Policy and philosophy for achieving environmental sustainability. TREE
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