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CAMBIO GLOBAL

Marta de Viana

Ecología y problemas ambientales

Para comprender mejor los problemas ambientales que enfrentamos, es fundamental en


primer lugar realizar una breve reseña histórica acerca de la evolución de la ecología
como ciencia, y de cómo ha ido cambiando la percepción del campo que abarca
conjuntamente con los principales avances, tarea que es bastante compleja y
complicada debido a la pluralidad de campos que abarca la ecología. Comparada con
otras disciplinas en Biología, podríamos afirmar que, a pesar de su corta historia,
desarrolló numerosas especializaciones.

A pesar de que una mayor especialización implica la articulación del conocimiento


científico y puede ser considerado como un signo significativo de mayor comprensión
acerca del funcionamiento de los sistemas naturales, la especialización también refleja
la canalización de ideas y la pérdida de acercamientos generales.

Muchos textos de ecología general, se estructuran alrededor de una red fragmentada de


sub – disciplinas ecológicas (ej. Interacciones predador – presa, estrategias del ciclo de
vida, redes alimentarias y biogeografía de islas), haciendo énfasis en nuevas ideas y
conceptos que efectivamente apartan a los estudiantes de las raíces históricas. Existen
obviamente excepciones a este patrón, aunque el problema de que los libros de texto
sirven como la introducción de los estudiantes a la ecología y tanto los profesores como
los estudiantes aceptan simplemente las modernas teorías del texto.

Una clave importante para superar las consecuencias negativas de la especialización, es


mejorar nuestra comprensión histórica de la evolución de las ideas ecológicas. En
adición a una mejor apreciación de los avances en otras sub disciplinas, estudiar estas
conexiones facilitará una mejor comprensión de amplios desarrollos ecológicos frente a
la especialización. También se pueden detectar áreas de redundancia y reciclaje de
ideas (Hixon et al 2002), proveyendo a los investigadores de un ímpetus para apartarse
de estos ciclos y orientarse hacia líneas más productivas de investigación. Más aun,
estos ejercicios genealógicos colocan a los estudiantes en contacto con las
contribuciones de sus predecesores más antiguos, ayudando a mantener viva la historia.

En estos más de 100 años de investigaciones para comprender los mecanismos y


procesos naturales, se describen mejor como una progresión que es desigual en el
tiempo, en la medida que el interés surge y se desvanece.

Ninguna característica de la biota de la tierra es más cautivadora que su extraordinaria


diversidad taxonómica. Como la mayoría de las características que cautivan, sin
embargo, esta diversidad ha sido una distracción en la investigación ecológica,
ocasionando que los ecólogos se centren en los patrones de distribución y abundancia
de especies y desviando la atención de una perspectiva más inclusiva de la naturaleza.

Un paradigma emergente que sintetiza la ecología de comunidades se concentra en la


diversidad funcional más que taxonómica, promete refocalizar la atención en el
significado más amplio de la biota terrestre.
Explorar las implicancias de este paradigma para la investigación ecológica, provee un
ejemplo de la importancia y utilidad de los paradigmas científicos. La síntesis de la
ecología de comunidades en la forma de un cuerpo teórico reciente y de trabajo
experimental, sugiere que las funciones de los ecosistemas están gobernadas, en parte,
por la biodiversidad. El problema, comprender las consecuencias ambientales de la
pérdida de biodiversidad, está siendo abordado de una forma diferente.

La tesis central que guía comúnmente la ecología de comunidades en las exploraciones


de los ecólogos sobre diversidad, considera patrones en la distribución y abundancia de
las especies como una función de factores abióticos (condiciones físicas y químicas) y
bióticos (interacciones entre especies como competencia, predación, facilitación y
enfermedades).

Los factores abióticos determinan los patrones regionales en la distribución y


abundancia, mientras que los factores bióticos, modifican secundariamente, los patrones
regionales.

Numerosos volúmenes documentan el poder de este paradigma en la guía constructiva


de los ecólogos hacia una comprensión predictiva de la distribución y abundancia (Cody
& Diamond 1975, Price et al 1984, Strong et al 1984, Diamond & Case 1986, Kikkawa &
Anderson 1986, Gee & Giler 1987, Ricklefs & Schluter 1994, Weiher et al 1998).

Es importante destacar que el trabajo sintético en ecología de comunidades, ha


reconocido que los procesos a nivel ecosistémico tales como estrés ambiental (Menge &
Sutherland 1987), input de energía (Currie & Paquin 1987, Currie 1991, Currie & Fritz
1993), y productividad (Hairston et al 1969, Oksanen et al 1981, Rosenzweig &
Abramsky 1994, Naeem & Li 1998), modifican la forma en que las interacciones bióticas
estructuran las comunidades.

La mayor limitación de la ciencia tradicional es que retrata la biodiversidad de la tierra


como una consecuencia pasiva de estructura intrínseca (número, tipo y arreglo de
interacciones interespecíficas) y de factores extrínsecos (clima, geología y eventos
azarosos).

Los ecólogos han explorado cómo la riqueza (número de especies en una comunidad) es
una función del uso de recursos (MacArthur 1960, 1972, Sugihara 1980, Tilmann 1982),
inputs energéticos (Wright 1983, currie 1991), productividad ambiental (Rosenzweig &
Abramsky 1994), propiedades de las islas (MacArthur & Wilson 1967), propiedades de
estabilidad de las comunidades (May 1974) y redes alimentarias (Pimm & Lawton 1977),
estequiometría (Reiners 1986), presencia o ausencia de especies clave (Paine 1966),
disturbios (Connel 1978) o combinaciones sintéticas de estos (McNaughton 1977, Grime
1979, Huston 1979, De Angelis 1992).

Al final de todas estas exploraciones, sin embargo, la biodiversidad parece ser un


esclavo del ambiente. Los esfuerzos se dirigen a predecir la respuesta de la
biodiversidad al cambio ambiental, como si la biodiversidad fuera algún tipo de víctima
pasiva de tales cambios.

El paradigma emergente, ofrece alterar radicalmente esta percepción y acercamiento al


estudio de la biota de la tierra y entrar en una era de ecología más sintética. En este
paradigma, el ambiente es considerado primariamente como una función de la
biodiversidad.
Cada vez más, se reconoce que las condiciones físicas y químicas del ambiente, son
conducidas o gobernadas, al menos en parte, por las funciones ecosistémicas (ej. Ciclo
de nutrientes, flujo de energía). Es decir, las tasas de los procesos ecosistémicos o
biogeoquímicos, afectan el estado (físico y químico) de las condiciones. Esto se
denomina, el paradigma emergente de la función de la biodiversidad ecosistémica (por
revisión ver Schulze & Mooney 1993, Johnson et al 1996, Chapin et al 1997, 2000).

La primera afirmación formal y experimentación en este tema ocurrió en la década


pasada (Schulze & Mooney 1993, Naeem et al 1994). A pesar de ser recientes, estos
estudios generaron una explosión de investigación en las relaciones entre funciones
ecosistémicas y biodiversidad (Naeem et al 1994, 1995, 1996, 2000, Tilman et al 1996,
1997, Hooper & Vitousek 1997, 1998, Wardle et al 1997, 2000, Hooper 1998).

Considere la siguiente pregunta tratada en estos debates.

¿Están relacionadas la diversidad y la producción? (Johnson et al 1996, Hector et al


1999).

¿Están relacionadas la diversidad y la estabilidad? (Doak et al 1998, Tilman et al 1998).

¿Son las especies únicas o redundantes en su contribución a los procesos


ecosistémicos? (Lawton & Brown 1993, Gitay et al 1996, Mooney et al 1996, Naeem
1998).

¿La complementariedad de nichos conduce a mayor eficiencia en el uso de los


recursos? (Huston 1997, Hector 1998, Loreau 1998).

¿Cuáles son más informativos, los estudios descriptivos o experimentales? (Tilman et al


1997, Wardle et al 1997).

¿Las especies deben ser agrupadas por sus propiedades ecológicas más que por sus
afiliaciones taxonómicas? (Hooper & Vitousek 1997, Tlman et al 1997, Hulot et al 2000).

Si bien estas preguntas no son nuevas en ecología, el cambio está en la forma de


abordarlas y considerar la biodiversidad. Constituye una fase en la evolución del
pensamiento ecológico, cuyas raíces pueden trazarse hasta Aristóteles.

El concepto de biodiversidad y funcionamiento de los ecosistemas, no son nuevos en


ecología, aunque el estudio de las relaciones entre ellos es relativamente reciente. El
concepto de biodiversidad emergió a comienzos de 1980 (Harper & Hawksworth 1995)
para volver a centrar la atención en la biota de la tierra desde una perspectiva más
inclusiva.

A diferencia de la diversidad taxonómica, la biodiversidad incluye la diversidad genética y


ecológica a través de todas las escalas (espacial, temporal y escalas bióticas de
organización que varían desde las células a los ecosistemas).

La función de los ecosistemas es un concepto más antiguo, asociado con la idea de que
las actividades metabólicas colectivas de los organismos dentro de un hábitat, consumen
energía y movilizan materia entre el pool orgánico (vivo y muerto) e inorgánico.
Los organismos mueven cientos de gigatoneladas (1 X 10 15 gr) anuales de materia entre
las fuentes orgánica e inorgánica a través de esos procesos (Butcher et al 1992,
Schlesinger 1997) y estas actividades juegan roles significativos en los factores
ambientales tales como pH, temperatura, humedad, fertilidad del suelo y agua, por citar
algunos ejemplos.

Cuando se analizan como procesos que afectan el bienestar humano, “los servicios
ecosistémicos”, su importancia cultural y económica prueba ser extraordinariamente
variada e invalorable (Ehrlich & Mooney 1983, de Grot 1992, Constanza et al 1997, Daily
et al 1997).

Por ejemplo, 1 gr de suelo puede contener 1 X 104 especies de microorganismos (Klug &
Tiedge 1994), una pastura puede contener alrededor de 200 especies de plantas
herbáceas (Leach & Givnish 1996), las copas tropicales en Perú pueden contener 3429
especies de escarabajos (Erwin 1997) y los suelos templados alrededor de 150
especies de micro-artrópodos (Usher et al 1997).

Las declinaciones relativamente recientes y dramáticas o los cambios en biodiversidad


debidos a las actividades de la población humana en rápida expansión, han generado un
gran interés nacional e internacional en comprender las consecuencias potenciales de
tales pérdidas (Groombridge 1992, Heywood 1995, Kunin & Lawton 1996).

El progreso en ecología no ha sido un proceso gradual sino que el conocimiento


contemporáneo puede ser representado como un punto a lo largo de una línea
zigzagueante entre ideas opuestas. Este curso irregular es conducido por la dialéctica
ecológica, un proceso en el cual, visiones aparentemente diamétricas de la naturaleza,
fuerzan a los ecólogos a explorar como funciona la naturaleza. El resultado
generalmente es una síntesis de las visiones opuestas.
El método epistemológico de contrastar una idea con su opuesta como mecanismo para
comprender la naturaleza, constituye el acercamiento dialéctico que ha sido central para
las filosofías de Aristóteles, Platón, Kant, Hegel y muchos otros. La dialéctica de Hegel
argumenta que la evolución de la comprensión (y la historia misma) es un ciclo de tesis
seguida por antítesis, la que puede volverse tesis nuevamente y así sucesivamente
hasta que surge una tesis absoluta e irrefutable. Kingslover & Paine (1991) reconocen
que los ciclos de tesis, antítesis y síntesis constituyen una parte fundamental de la
historia de la ecología, a pesar de que a diferencia de Hegel no tienen fin a la vista.

Cambio global
A partir de la presentación del informe Brundthand en el que se investigó desde 1983 a
1987 el problema ambiental a escala planetaria y posteriormente, la iniciativa para una
biósfera sustentable de la Sociedad Americana de Ecología (1991), la Cumbre de Río de
Janeiro (1992), la Conferencia Ministerial sobre protección de bosques en Helsinki (1993)
y los Congresos Internacionales de Ecología en Manchester (1994) y de la IUFRO en
Finlandia (1995), el cambio global, el crecimiento de las poblaciones humanas y el
desarrollo sustentable, constituyen los tópicos esenciales tanto de científicos como de
políticos y del público.

El cambio global incluye un conjunto de componentes interactuantes que alteran la


estructura y función de la tierra como sistema. Aquí se incluyen:

1.- cambios que alteran los fluidos que envuelven el sistema terrestre, atmósfera y
océanos y por lo tanto tienen un alcance global, como por ejemplo en la atmósfera el
aumento de CO2, CFC, metano, ON, radiación UV y disminución del ozono estratosférico.

2.- cambios que ocurren en sitios discretos pero dada su magnitud y distribución,
constituyen un cambio global como los cambios en la cobertura y usos de la tierra,
fragmentación de hábitats, invasiones biológicas, residuos, desertificación, pérdida de
biodiversidad, entre otros.

Los componentes y causas del cambio global, son fenómenos ecológicos. Sin embargo,
dada su complejidad, es fundamental encarar su abordaje de una forma multi e
interdisciplinaria, y es también esencial reconocer que debe ser una responsabilidad de
los ecólogas/os, tomar la delantera en el abordaje tanto de sus causas como de sus
componentes. Las causas principales del cambio ambiental global radican en las
actividades industriales y de agricultura de nuestras sociedades, en el espectacular
crecimiento poblacional y en el aumento en el uso de los recursos por nuestra especie.
Sin embargo, el alcance global de la problemática ambiental, no debe convertirse en un
impedimento para enfrentar los problemas a nivel local.

Dado que sería imposible abordar toda la problemática, trataré de realizar una síntesis
muy ajustada de algunos de los aspectos del cambio global:

1.- Cambios en la composición de la atmósfera


- Aumento en la concentración de CO2
- Otros gases y efecto invernadero

2.- Cambios discretos


- Cambios en la cobertura y usos de la tierra (fragmentación)
- Biodiversidad

3.- Causas del cambio global


- actividades industriales y de agricultura de la población humana, conjuntamente con su
crecimiento (de la población humana y de las actividades)

Intentaré describir cómo y porqué están cambiando globalmente y algunas de las


consecuencias ecológicas conocidas o probables del cambio y su relación con el
desarrollo sustentable y la problemática ambiental local.

Incremento de la concentración de dióxido de carbono


El aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera es un hecho conocido para los
ecólogos y es uno de los componentes del cambio global mejor registrado. Sin embargo,
lo especial del aumento, la precisión con que ha sido documentado, el nivel de
certidumbre de sus causas y las múltiples consecuencias de las elevadas
concentraciones de CO2, no es comprendido por el público ni los gobiernos.

Las concentraciones de CO2 atmosférico, han sido registradas continuamente desde


1957. Los resultados muestran dos señales principales: -un ciclo estacional que refleja el
metabolismo de los ecosistemas terrestres y -un aumento acelerado en las
concentraciones troposféricas a lo largo del período de registro.

No existen dudas de que las concentraciones han aumentado. Pero si contáramos sólo
con el registro posterior a 1957, no se podría descartar la posibilidad de que el aumento
fuera parte de una fluctuación natural. Sin embargo, registros de las concentraciones de
CO2 en burbujas de aire atrapadas en el hielo de la Antártida y Groenlandia, revelan que
las concentraciones se mantuvieron constantes por varios miles de años, antes del siglo
XIX. Luego comenzaron a aumentar a una tasa acelerada, que concuerda con las
observaciones modernas. Las concentraciones de CO2 en la atmósfera en los últimos
2000 años, determinada por el análisis de burbujas de aire atrapadas en hielos en
Groenlandia y Antártida, evidencia un aumento progresivo.

Asimismo, si consideramos un período de registro aún mayor, en los últomos 160.000


años, podemos observar que las concentraciones de CO2 han variado en la escala
temporal de los ciclos glaciares e interglaciares, con bajas concentraciones durante los
períodos glaciares, relativamente altas en los interglaciares y con transiciones
relativamente rápidas tanto en la temperatura como en las concentraciones de CO2. El
aumento moderno sobrepasa esta variación natural. Comienza con altos niveles del
interglaciar y continúa en aumento, superando los rangos del pasado.

El sustancial incremento reciente es casi tan grande como el rango entre el mínimo de
los glaciares y el máximo de los interglaciares y es de 5 a 10 veces más rápido que
cualquiera de los cambios previos registrados. Esto nos muestra un evento inusual en la
historia reciente de la tierra, que coincide con la reciente proliferación de la población
humana y nuestra expansión en el uso de la energía y los recursos.

Qué es lo que ocasiona el incremento en las concentraciones de CO2?


La combustión de los combustibles fósiles es la fuente más importante. El consumo de
los combustibles fósiles libera anualmente unos 5.6 Pg (1Pg = 10 **15 g) de C-CO2,
mientras que el aumento anual en el CO2 atmosférico es de 3.5 Pg. Existen controversias
acerca de dónde se encuentra el resto del C de los combustibles fósiles conjuntamente
con el que proviene de la deforestación.

Consecuencias del aumento del CO2


Las consecuencias climáticas del aumento de CO2 han recibido gran atención, ya que
determinará más de la mitad del anticipado calentamiento global del próximo siglo. Las
evaluaciones de los efectos directos de las elevadas concentraciones de CO2 en los
sistemas biológicos son menos prominentes, aún a pesar de que las tasas fotosintéticas
de muchas plantas pueden aumentar como respuesta al aumento de CO 2. Sin embargo,
el aumento en CO2, aumenta la tasa fotosintética de la mayoría de las plantas C3,
especialmente cuando otros nutrientes no son limitantes. Muchas especies de plantas se
aclimatan rápidamente al aumento del CO2 pero otras no, y mantienen tasas de
crecimiento elevadas indefinidamente. De esto se desprende una cantidad de efectos a
nivel de poblaciones y comunidades, ya que algunas especies tendrán una ventaja
relativa según su respuesta al aumento en CO2.

Las especies con tasas de crecimiento mayores pueden tener una respuesta mayor que
las especies de crecimiento lento. Esto favorecería a las especies C3 sobre las C4, lo
que podría ocasionar cambios en los límites de praderas y sabanas, dominadas por
especies C3 y los bosques, dominados por C4. Por otra parte, los efectos del aumento
en CO2, no están restringidos al crecimiento de las plantas y a la composición de las
comunidades ya que las plantas responden al aumento de CO2, produciendo tejidos con
menor concentración de nutrientes. Consecuentemente, los herbívoros deben consumir
mayores cantidades de tejidos para adquirir suficientes proteínas y otros nutrientes para
el crecimiento y desarrollo. En general, la tasa de crecimiento disminuye y sufren
mayores tasas de mortandad en el proceso (Fig. 4). Similarmente, los descomponedores
también procesarán tejidos de menor calidad, con las consecuencias para sus propias
poblaciones y para el ciclaje de nutrientes en el nivel del ecosistema.
Los efectos del aumento en CO2 no son exclusivos de los sistemas terrestres. Los
incrementos en la presión parcial de CO2 en el agua de mar, reducen el grado de
sobresaturación de la aragonita, la forma del carbonato de calcio, esencial para la
formación de los arrecifes de coral. Las consecuencias de estos cambios en el
funcionamiento de los sistemas marinos aún se desconoce.

En síntesis, el aumento de CO2 representa una alteración sustancial en los sistemas de


la tierra. Este cambio vuelve absurdos los debates periódicos entre ecólogos acerca de
las virtudes de trabajar en sistemas prístinos o sistemas alterados por la actividad
humana ya que todos vivimos y trabajamos en sistemas que están alterados por la
actividad humana. Asimismo constituye un factor a partir del cual, los países del tercer
mundo, pueden demandar a los desarrollados por su directa responsabilidad en este
aspecto del cambio global.

Otros Gases - Efecto invernadero

Otros gases también han aumentado globalmente, como los clorofluorcarbonos


antropogénicos o el metano, cuya concentración se duplicó desde 1750. Se considera
que este aumento es ocasionado por una combinación de actividades industriales y de
agricultura. Los óxidos de nitrógeno también están aumentando aunque más lentamente,
y las causas parecen estar asociadas con la actividad agrícola. La historia de las
concentraciones troposféricas de estos 4 gases relativamente estables, revela un
aumento progresivo y de tipo exponencial.

Todos estos (a excepción de los CFC, contemplados en el protocolo de Montreal), son


gases que producen el efecto invernadero (contemplados en el protocolo de Kyoto), ya
que son transparentes para la radiación incidente, pero absorben la radiación infrarroja
emitida por la superficie terrestre y la atmósfera. El aumento de sus concentraciones
favorece el efecto invernadero que ocurre naturalmente y que ha mantenido la
temperatura promedio de la tierra a más de 30 oC de lo que hubiera sido en ausencia de
la absorción atmosférica de la radiación infrarroja.

La mejor estimación a la fecha acerca del aumento de temperatura que ocasionaría


duplicar la cantidad de dióxido de carbono es de 2.5 oC globalmente, con mayores
cambios en los polos. Esto se corresponde con la mitad del cambio promedio de
temperatura entre los períodos glaciares e interglaciares. Las predicciones de las tasas,
magnitudes y distribuciones de los cambios en temperatura y precipitaciones son
inciertos, aunque reflejan:

1.- una comprensión imperfecta de algunos procesos fundamentales en el sistema


climático,
2.- la complejidad inherente del sistema climático y las dificultades de representarlo en
modelos generales de circulación,
3.- la existencia de retroalimentaciones positivas y negativas en la respuesta del sistema
climático a las condiciones alteradas y
4.- la influencia de las actividades humanas (generación de aerosoles y emisiones de
gases)

Ozono Estratosférico y Radiación Ultravioleta

En la estratósfera, el ozono absorbe la radiación UV, disminuyendo la cantidad que llega


a la superficie de la tierra. Desde 1974 se conoce que los CFC en la estratósfera liberan
cloro y catalizan la ruptura del ozono. En 1980 se descubrió el agrandamiento en
primavera del agujero de ozono en la antártida. Más recientemente, el agotamiento del
ozono ha sido documentado en otros sitios. El aumento consecuente de radiación UV
incidente, afecta a las plantas, ecosistemas y salud humana. Este componente del
cambio ambiental global es único, ya que la preocupación sobre los efectos del aumento
en UV condujo a los acuerdos internacionales para eliminar globalmente las emisiones
de CFC, para comienzos del próximo siglo.

Balance del C en la biosfera: modelos de ecosistemas y observaciones


atmosféricas

El balance del C en la biósfera ha sido una cuestión de intensos debates y


especulaciones desde el descubrimiento del “missing sink” sumidero perdido –una parte
del CO2 liberado por actividades humanas (combustión del petróleo y deforestación) que
no aparece en la atmósfera y que no puede ser considerado que es incorporado en el
océano. La incorporación en el océano ha sido estimada por modelos de carbono
océanico, aunque las mediciones de la incorporación en los océanos de 14C derivado de
las bombas, provee un chequeo independiente de esas estimaciones. Hasta hace poco,
este chequeo no era disponible para la incorporación biosférica. El sumidero faltante se
había adjudicado a la biosfera terrestre y su magnitud estimada por diferencia (Schimel
et al 1994, 1995, 1996). Sólo en los últimos años, se han realizado mediciones
atmosféricas de alta precisión para otros elementos en adición al CO2, lo que hizo
posible analizar el destino del CO2 antropogénico, de manera que permita una
estimación independiente para el componente oceánico y terrestre del balance global del
carbono.
El 13CO2 se mide ahora en una red global. Debido a las diferentes discriminaciones
isotópicas asociadas con la incorporación de CO2 en los reservorios terrestres y
oceánicos, las mediciones de 13CO2 conjuntamente con CO2, deben en principio
posibilitar separar entre los dos destinos para el CO2 antropogénico. Debido a las
dificultades aun no resueltas en esta estimación (tiempos de residencia del C en ambos
reservorios, la importancia relativa de la fotosíntesis C3 y C4, que tienen distintas
características de fraccionamiento isotópico, en diferentes regiones y en distintas
estaciones), los autores se centran en un desarrollo más reciente, basado en mediciones
de alta precisión de las concentraciones del O2 atmosférico. Las concentraciones de O2
son importantes ya que la incorporación biológica de CO2 en la tierra libera O 2, mientras
que la incorporación fisicoquímica de CO2 en los océanos no lo hace. Así, en escalas
temporales de unos años, conocer la tasa de incremento de CO 2 en la atmósfera, la tasa
de declinación del O2 y la cantidad anual de CO2 liberada por combustión del petróleo, se
puede estimar tanto la incorporación neta de CO2 por el océano y el balance neto del C
en la tierra.
Las estimaciones atmosféricas nos dicen sobre el balance neto del C en el océano y en
la tierra. No existen mediciones que puedan distinguir entre las fuentes o sumideros
terrestres de C debido a deforestación y recrecimiento y fuentes o sumideros terrestres
que han sido atribuidos a otras causas. Mientras que las liberaciones recientes de CO2
de los combustibles fósiles son conocidas con precisión en una base anual, estimar la
liberación neta de CO2 debida a deforestación, requiere de datos históricos acerca del
uso de la tierra y algún modelo para determinar cuánto C es liberado en un determinado
período (y cuanto C es incorporado en regiones donde hay una nueva conversión a
bosques). En todos los casos se requieren modelos predictivos para proyectar el curso
futuro del balance del C terrestre bajo escenarios de cambios en CO2 y en clima.
Los primeros intentos de modelar el rol de la biosfera terrestre en el ciclo del C tenían un
valor predictivo limitado, debido a que usaban unas fórmulas simplistas de la respuesta
directa de la producción primaria a la concentración de CO2 atmosférico (denominado el
acercamiento del factor beta). El factor beta era afinado en base a supuestos previos
que esta respuesta directa era la única causa de incorporación terrestre. Existe una
serie de nuevos modelos que simulan el ciclado de C, agua y N en los ecosistemas
terrestres, con representaciones de procesos fisiológicos y ecológicos fundamentales.
Estos modelos no asumen el factor beta invariante. Han sido probados en una base local
empleando mediciones de campo de producción primaria neta y algunos modelos fueron
probados en una escala mayor, empleando mediciones de sensores remotos de
“greenness” verde y de albedo, mediciones de C del suelo y datos hidrológicos. Los
comportamientos a gran escala de los ecosistemas terrestres pueden ser comparados
con las observaciones atmosféricas de gran escala. Las observaciones clave incluyen
ciclos estacionales de CO2 medido a distintas latitudes y la variabilidad y tendencias a
largo plazo del CO2. Los modelos terrestres también han sido expandidos para simular el
fraccionamiento de los isótopos de C y O2, asociados con los flujos de agua y C. En el
artículo revisarán el conocimiento actual sobre el rol de los ecosistemas terrestres en el
ciclo global del C desde dos perspectivas: Top-down desde las observaciones
atmosféricas y bottom-up, desde el modelado de los ecosistemas terrestres. Estas
visiones representan comunidades científicas separadas aunque se está progresando en
la conexión entre ellas.

Información atmosférica global


Tendencia a largo plazo del CO2
Una comparación histórica de la liberación de CO2 por la combustión de los combustibles
fósiles, con el CO2 que permaneció en la atmósfera. El balance neto de C de la biosfera
terrestre fue negativo (-0.5 Pg C/año) antes de 1940, pero a partir de 1960 en promedio
fue positivo y de magnitud similar. En otras palabras, antes de 1940 la biosfera terrestre
emitía más C de lo que incorporaba. La situación se revirtió después de 1960. Las
magnitudes involucradas son pequeñas en comparación con las emisiones
contemporáneas de combustible fósil. Lo que es más importante, son similares a la
magnitud de incertidumbre asociada con la incorporación de C por el océano. Así, de
acuerdo con este acercamiento clásico, basado en las mediciones globales de CO2, todo
lo que podemos decir es que en escalas temporales de décadas, la biosfera terrestre, ha
estado aproximadamente en balance a través de la mayor parte del período industrial.

Variación interanual.
Sólo la última parte de los registros de CO2 (a partir de 1958) tiene una resolución anual
verdadera. Aquí hay una mayor variación interanual en la tasa de crecimiento de CO2
atmosférico. Existe una disminución importante en la tasa de crecimiento de CO 2 durante
los 90. Esto ocurrió al mismo tiempo que un enfriamiento significativo del hemisferio
norte, debido a los aerosoles derivados de gases con azufre, emitidos por la erupción del
monte Pinatubo en 1991. El incremento de CO2 se aceleró nuevamente 2 años después,
luego que los aerosoles se dispersaron y pasó el clima anormal. Por lo tanto, se asumió
que la disminución del CO2 fue causada por la erupción del Pinatubo. Sin embargo, los
datos de CO2 global, no brindan más información sobre el mecanismo posible que estuvo
involucrado. Sin información adicional, no se puede deducir si el CO2 global representó
un cambio transitorio en el balance del C en la biosfera terrestre o del océano, según lo
propusieron varios autores.

Ciclo estacional.
El ciclo estacional del CO2 atmosférico es mayor en las altas latitudes del norte y
registran claramente la respiración de la biosfera terrestre. El CO2 es incorporado por los
ecosistemas terrestres del hemisferio norte durante la primavera, cuando la fotosíntesis
es mayor que la respiración y se recupera nuevamente durante el verano tardío y el
otoño cuando ocurre el patrón inverso. El ciclo estacional es leve en bajas latitudes. En
el hemisferio sur, en altas latitudes, el ciclo es de menor amplitud, reflejando el
comportamiento de las menores áreas de ecosistemas templados del hemisferio sur. El
océano contribuye con una amplitud significativamente menor. Así, la amplitud del ciclo
estacional en las estaciones del norte está relacionado con el C total metabolizado por
los ecosistemas terrestres de las masas de N, y la separación entre las fases de
respiración y fotosíntesis en esas regiones. Esta amplitud ha crecido y ahora es un 20%
mayor de lo que fue cuando comenzaron las mediciones.
Oxígeno. Tendencia de largo plazo.
La combustión de los combustibles fósiles, consume en promedio 1.4 moléculas de O2
en la producción de 1 molécula de CO2.

Tabla 1. Estimaciones del Intergovernmental Panel in Climate Change de distintos


componentes del balance global del C durante 1980-1989 (Schimel et al 1996, Prentice
et al 2000)

Componente Pg C/año
Fuentes de CO2
1.- Emisiones de combustión de combustibles fósiles y producción
de cemento 5.5 ± 0.5
2.- Emisiones netas de cambios en el uso de tierras en el trópico 1.6 ± 1.0
3.- Total de emisiones atmosféricas (1 + 2) 7.1 ± 1.1
Partición entre reservorios
4.- Almacenamiento en la atmósfera 3.3 ± 0.2
5.- Almacenamiento en océanos 2.0 ± 0.8
6.- Almacenamiento por el recrecimiento de los bosques del
hemisferio norte 0.5 ± 0.5
7.- Otros sumideros terrestres = 3 – (4 + 5 + 6 ) (fertilización con
CO2, con N, efectos climáticos) 1.3 ± 1.5

Componentes del balance de Carbono neto terrestre


El balance neto del C de la biosfera incluye procesos naturales y antropogénicos. En
particular se conceptualiza como que consiste de un primer término que representa el
efecto neto de cambios en los usos de la tierra y un segundo término que representa
otros procesos tales como mayor incorporación de CO2 debido a efectos fisiológicos. El
primer término ha sido asignado a las emisiones (sumadas a las emisiones del uso de
combustibles fósiles) mientras que el segundo a la incorporación por parte de la biosfera
terrestre. El primer término es denominado “deforestación” pero se asume que
representa el balance de todos los efectos de los cambios en los usos de la tierra. La
deforestación para agricultura involucra una remoción directa y la oxidación del C de la
biomasa y pérdidas adicionales del C del suelo a lo largo del tiempo. El abandono de
tierras de agricultura representa una ganancia en biomasa y en C del suelo en el tiempo.
El segundo término consiste, por definición, de los procesos de intercambio de C
biosférico terrestre que no están incluidos en las estimaciones de los flujos en los
cambios en los usos de la tierra. Entre estos procesos están a) efectos fisiológicos de
elevar las concentraciones atmosféricas de CO2; b) efectos fisiológicos de la mayor
deposición de N antropogénico; c) efectos de las variaciones climáticas, d) cambios en
los regímenes de disturbios naturales y e) posibles efectos adicionales del uso de la
tierra (por ejemplo, debido a cambios en las prácticas de manejo forestal) no
consideradas en las estimaciones del flujo de cambios en los usos de la tierra. Existe
confusión con relación a que estos términos han sido presentados como aditivos cuando
pueden no serlo. Por ejemplo si los efectos de elevar las concentraciones de CO2 en el
crecimiento del bosque son mayores durante el recrecimiento temprano que durante los
estadios tardíos de crecimiento. Otro ejemplo, los cambios medidos de la cosecha en pie
de los bosques de altas y medias latitudes, pueden en alguna extensión reflejar los
efectos fertilizantes del CO2 y/o de la deposición de N antropogénico, en la tasa de
recrecimiento del bosque luego de la cosecha, en cuyo caso es incorrecto considerar
estos cambios como un sumidero que puede ser agregado a los sumideros debidos a
efectos de fertilización. Asumimos que alguna transferencia neta significativa de C
desde la biosfera a la atmósfera ha tenido lugar debido a deforestación, principalmente
en los trópicos, al menos desde comienzos de 1980. Con estas perspectivas, podemos
interpretar las tendencias a largo plazo en las observaciones atmosféricas de CO2 y O2
como:
1.- Durante los 80, cuando la biosfera terrestre era aproximadamente neutral en el
balance del C, la liberación de C debido a deforestación (aunque grande) fue
compensada por una cantidad equivalente de incorporación de C por la biomasa
terrestre en otros lugares.
2.- Durante los 1990, cuando la biosfera terrestre estaba incorporando unos 1 a 2
PgC/año en promedio, la liberación de C terrestre debido a deforestación, ha sido más
que compensada por la incorporación de C terrestre en otras partes. Los trópicos han
sido aproximadamente neutrales en C; la pérdida neta de C debido a la deforestación
tropical ha sido balanceada por incorporaciones de C en otras partes del trópico. Otros 1
a 2 Pg C/ año adicionales han sido tomados por los ecosistemas terrestres en latitudes
medias o altas del norte.
Es importante destacar que se requiere una distinción cuidadosa entre el “missing sink”
(el sumidero que falta) y el balance de C neto terrestre. Se mantiene que hubo un
sumidero que falta (presumiblemente en la biosfera terrestre) del orden de 2 Pg de C/año
durante los 80, según los análisis del IPCC. Las observaciones atmosféricas nos dicen
que el balance neto de C terrestre fue aproximadamente 0 en los 80.
Procesos y modelos de ecosistemas terrestres
Se han aplicado dos tipos de modelos a los problemas del ciclo del C global:
1.- “Modelos biogeoquímicos terrestres” asumen una distribución geográfica fija de tipos
de ecosistemas, con ciertos parámetros específicos para cada tipo. Simulan el balance
del C de los ecosistemas existentes en respuesta a condiciones atmosféricas y
climáticas cambiantes.
2.- “Modelos dinámicos de vegetación global”, que son una generalización de los previos.
Desde el punto de vista del ciclo del C, simulan el balance del C de los ecosistemas que
sufren cambios inducidos climáticamente en la estructura y función de los ecosistemas.
No tienen parámetros discretos para distintos tipos de ecosistemas sino que tienen
parámetros discretos para distintos tipos funcionales de plantas. El estado de la
vegetación en una celda es representado como una mezcla de tipos funcionales. Cada
año del modelado, se actualiza la descripción del estado en base a datos acumulados de
producción primaria neta de los tipos funcionales presentes, con datos de mortandad y
reclutamiento. También incluyen una probabilidad de incendios naturales, como una
función conjunta del estado de la vegetación y clima.

Efectos del CO2 en la fotosíntesis y en el crecimiento de las plantas.


La fotosíntesis C3, empleada por todos los árboles y casi todas las plantas que crecen
en climas fríos, tiene una fuerte respuesta al incremento de las concentraciones de CO2
atmosférico dentro de su rango actual y concentraciones de O2 también actuales. En la
medida en que la presión parcial de CO2 interna es mantenida por el comportamiento de
los estomas a una fracción fija de la presión parcial del CO2 ambiente, aumentar la
concentración de CO2, ocasiona un incremento de la fotosíntesis.
Las plantas C4 (representadas principalmente por las pasturas tropicales que
contribuyen con un15 a 20% de la fotosíntesis global), no presentan respuesta o la
respuesta es menor en condiciones de buena humedad ya que ellas ya han alcanzado
altas concentraciones de CO2 alrededor de los cloroplastos, suficiente para eliminar la
limitación del sustrato. Sin embargo, en condiciones de baja humedad atmosférica y/o
deficiencia de agua en el suelo, se cierran los estomas en ambos tipos de plantas. Bajo
estas condiciones que son comunes en las plantas C4 en campo, la fotosíntesis C4
puede estar limitada por el CO2 y responder al incremento del CO2. Pero en general, las
C3 responden más al incremento de CO2 atmosférico que las C4. Por lo tanto se espera
que un aumento en las concentraciones de CO2, cambie el balance competitivo a favor
de las plantas C3.
En síntesis, la respuesta cuantitativa de las plantas al CO2, según se determinó en
experimentos en invernaderos, muestra un gran rango de variación entre especies y
experimentos. Esta variación es debida parcialmente al hecho que los individuos que
crecen sin competencia pueden amplificar cualquier ventaja que tengan desde el
comienzo: mayor crecimiento inicial, produce mayor área foliar que a su vez produce
mayor crecimiento.

Efectos del CO2 a nivel ecosistémico e interacciones con nutrientes


Numerosas retroalimentaciones pueden modificar la respuesta de la producción primaria
a nivel ecosistémico (Corner 2000). La producción primaria en copas cerradas, puede ser
restringida por la luz y limitaciones de agua. Otras retroalimentaciones son menos obvias
y están relacionadas con el suplemento de nutrientes y que son menos comprendidas.
Se mantuvo ampliamente que la respuesta del crecimiento al CO2 se restringiría bajo
condiciones de crecimiento limitadas por nutrientes. Se demostró que esta afirmación es
una simplificación. Algunos ecosistemas pobres en N han mostrado una respuesta de
alto crecimiento ante el CO2. Esto puede inducir una mayor alocación a las raíces para la
captación de los nutrientes. Se puede concluir que la interacción del C con los ciclos de
nutrientes es una de las áreas débiles en el modelado de ecosistemas terrestres,
reflejando una comprensión incompleta de estas interacciones en el mundo real.

Efecto del clima en el balance del C de los ecosistemas


Los modelos que emplean las ecuaciones bioquímicas de la fotosíntesis, pueden
incorporar las respuestas medidas de parámetros clave a la temperatura y las
interacciones de temperatura y CO2. Esta interacción predice que en ecosistemas fríos,
la respuesta al incremento de CO2 será baja.

Cambio global y procesos subterráneos


La evidencia del cambio global es cada vez más patente. El crecimiento de la población
humana y el aumento en el uso de los recursos están alterando la composición
atmosférica y transformando los paisajes. Mientras que muchos cambios sobre la tierra
son obvios, existen importantes cambios que ocurren bajo el suelo que son menos
visibles aunque igualmente relevantes. Dos aspectos de los efectos ecológicos del
cambio global, relacionan los seis trabajos que se discutirán: la dinámica del carbono en
el suelo y el cambio de la vegetación. Trumbore (2000) discute la importancia de la
materia orgánica del suelo para el ciclo global del carbono. Ella emplea datos de
radiocarbono para estimar la proporción de materia orgánica del suelo que es
relativamente joven (décadas o menos), el tiempo de circulación de ese carbono y la
extensión a la cual el carbono orgánico de suelos jóvenes, contribuye a la respiración
del suelo. Tales interrogantes son importantes para una comprensión básica de los
procesos del suelo y tienen relevancia práctica con relación al acuerdo de Kyoto para el
control del carbono global.

La materia orgánica en el detritus y la materia orgánica del suelo mineral, se denominan


en conjunto SOM y es el principal reservorio de carbono en los sistemas terrestres,
almacenando unos 1500 Pg (1Pg = 10 15g) de carbono en el metro superior de los suelos
minerales. Esto duplica la cantidad de C presente en la atmósfera como CO2. Sin
embargo, conocer la cantidad de C almacenado en los suelos es insuficiente para
predecir su influencia potencial en las concentraciones de CO2 atmosférico. Es
fundamental conocer sobre la dinámica del carbono del suelo. No todo el C del suelo
interactúa con el CO2 atmosférico en la misma escala temporal. La materia orgánica del
suelo consiste de varios grupos con tiempo de renovación menores al año, superiores al
año, décadas y cientos de años. La mayor parte de los 80 a 160 Pg de C en los detritus
superficiales y una estimación de unos 200 a 300 Pg C de la materia orgánica del suelo
(SOM) se encuentra en formas que se acumulan y descomponen en escalas temporales
de cientos de años. El resto, que constituye la mayor parte del C almacenado en los
suelos minerales, es estable en escalas temporales de siglos a milenios.
Recientemente han surgido numerosas preguntas acerca del rol de los suelos en el ciclo
global del C en escalas temporales de décadas a siglos. El primero es el rol que los
suelos han jugado históricamente como fuentes o sumideros de C asociados con
cambios en el manejo de la tierra (deforestación, abandono de tierras de cutivo, para el
recrecimiento del bosque). En general, deforestaciones en los bosques están asociadas
con pérdidas de C y el recrecimeinto de bosques con ganancias de C en sistemas
templados. En los suelos tropicales se han observado tanto pérdidas como ganancias de
C con la conversión de bosques, dependiendo de la productividad de la pastura
subsiguiente. Cambios en el almacenamiento del C no sólo ocurren en las capas
superficiales de los suelos, sino que también afectan la distribución de la materia
orgánica con la profundidad.
El almacenamiento de C en el suelo se predice que responde a cambios climáticos,
debido a que las tasas de descomposición de la materia orgánica están ligadas a la
temperatura y humedad de los suelos. En particular, una mayor descomposición
asociada con un calentamiento de 1oC, se ha predicho que libera entre 11 y 30 Pg de C
a la atmósfera desde los suelos. Dado el calentamiento general de 0.5oC, en el último
siglo, deducido de observaciones y de datos paleoclimáticos, podemos esperar que los
suelos actúen como una fuente neta global de CO2 a la atmósfera. Es de particular
interés la respuesta de grandes almacenamientos de C en peatlands del N para el
calentamiento futuro potencial.
Otro tema de interés es la variabilidad interanual de la partición del CO 2 derivado de los
combustibles fósiles, entre los sumideros de la atmósfera, de los océanos y los
terrestres. La transferencia anual de CO2 de los suelos a la atmósfera, ha sido estimada
en 60 a 80 Pg C /año, de 12 a 16 veces la tasa anual de adición de CO2 a la atmósfera
desde los combustibles fósiles. Si una porción significativa del flujo es derivada del C
que reside en el SOM por varios años a décadas, luego una causa de la variabilidad
interanual puede ser debida a diferencias en el timing de la adición y liberación del C de
los suelos.
Una pregunta se vincula con el potencial presente y futuro de almacenaje de CO2
derivado de los combustibles fósiles en la materia orgánica del suelo. Con los acuerdos
de Kyoto de que mejorar los sumideros de CO2 pueden ser una buena forma de limitar
las emisiones de los combustibles fósiles, hay un mayor interés en manejar los suelos
para incorporar C. La habilidad de un reservorio de actuar como un sumidero de CO2
depende tanto de los flujos de C al reservorio como del tiempo de residencia del C.
Reservorios pequeños que se ajustan rápidamente a mayores ingresos de C, no
constituyen buenas soluciones a largo plazo para almacenar C. Mientras que grandes
reservorios con tiempos de residencia más largos pueden permanecer como sumideros
de C, el tiempo suficiente como para contrarrestar la adición de CO2 a la atmósfera por
una o 2 décadas. Para poder predecir cuanto y por qué cantidad de tiempo el C puede
ser almacenado en los suelos es fundamental conocer el tiempo de residencia del C en
SOM y cuales son los procesos que los determinan.
Se han desarrollado varias herramientas para determinar la dinámica del SOM,
incluyendo observación directa de flujos de C e inventario, manipulaciones tales como
experimentos de descomposición de materia orgánica y marcado de los sustratos con
14
C. La comparación del 14C en la respiración del suelo con el 14C en fracciones de la
materia orgánica, demuestra la naturaleza heterogénea del C del suelo y puede ser
empleada para determinar la fracción de respiración del suelo derivada de
descomposición de C orgánico con tiempos de renovación mayores de 1 año. Ejemplos
de suelos de bosques boreales, templados y tropicales, se emplean para demostrar:
1.- Determinación del tiempo de renovación de C en fracciones de suelo, incluyendo
fuentes de incertidumbre en la interpretación de datos de radiocarbono.
2.- La repartición de la respiración del suelo en contribuciones de C recientemente fijado
de la atmósfera y el C que ha residido por años o décadas en la materia orgánica del
suelo.
3.- investigación de las causas de la variabilidad estacional y anual de la respiración del
suelo y
4.- emplear las mediciones de 14C para verificar si los sistemas de manejo están
acumulando o perdiendo C, con relación a sitios no manejados.

Ciclo del agua


El movimiento del agua en el ciclo hidrológico, comprende el mayor flujo de cualquier
material en la biósfera (Chahine 1992). Conducido por la energía solar, el ciclo
hidrológico entrega anualmente a la tierra unos 110.000 km3 de agua como
precipitaciones (Speidel & Agnew 1982, Shwarz et al 1990). Este suplemento de agua
dulce mantiene los sistemas terrestres, de agua dulce y estuarinos. La renovación del
agua dulce provee muchos beneficios (Postel & Carpenter 1997) que incluyen agua para
beber, para la producción industrial, para la irrigación y la producción de peces, aves
acuáticas y mariscos. Los sistemas de agua dulce también proveen muchos beneficios
no extractivos o propios de las corrientes o cursos como control de crecientes,
transporte, recreación, procesamiento de desechos, energía hidraúlica y hábitat para la
vida acuática. Algunos beneficios como irrigación y generación de energía hidroeléctrica,
se logran por cambios principales en el régimen de flujos como los diques y los canales
(Rosenberg et al 2000). Estos cambios hidrológicos suelen tener consecuencias
negativas o en conflicto con otros beneficios de los cursos como el mantenimiento de la
vida acuática y el mantenimiento de una calidad adecuada del agua para uso humano.
Los beneficios ecológicos, sociales y económicos que proveen los sistemas de agua
dulce y los conflictos entre beneficios de consumo o de los cursos, cambiará
drásticamente en el presente siglo. En los últimos 100 años, la cantidad de agua extraída
globalmente por los humanos y el área terrestre bajo irrigación, han aumentado
exponencialmente (Fig. 1). Es importante tener una perspectiva global acerca de la
extracción del agua, a los efectos de asegurar un uso sustentable del agua, pero es
insuficiente para la estabilidad regional o local. Cómo se maneja el agua dulce en
cuencas particulares y los cursos individuales es la clave para un manejo sustentable del
agua.
A pesar de la clara importancia del agua para la salud y el bienestar de la humanidad, las
necesidades básicas de agua aún son inexistentes para mucha gente en el mundo.
Actualmente 1.1 X 109 personas, no tienen acceso al agua potable y a 2.8 X 109 les
faltan servicios sanitarios básicos (Organización Mundial para la Salud, 1996). Estas
deficiencias ocasionan 250 X 106 casos de enfermedades de origen hídrico y de 5 a 10
X106 muertes por año (Gleick 2000). Las necesidades actualmente no cubiertas también
limitan nuestra habilidad para adaptarnos a futuros cambios hidrológicos. Muchos
sistemas actuales diseñados para proveer agua en condiciones climáticas relativamente
estables, pueden estar mal preparadas para ajustarse a cambios futuros en el clima, el
consumo y la densidad poblacional.
El objetivo de este reporte es describir aspectos clave de los cambios antrópicos al ciclo
global del agua. Los efectos de la polución en la disponibilidad de agua y los costos de la
purificación han sido tratados previamente (Carpenter et al 1998). Nos centramos en los
cambios potenciales en el ciclo del agua que son especialmente relevantes para los
procesos ecológicos. Comenzamos con un breve resumen del ciclo hidrológico global: su
estado actual y contexto histórico. Examinamos además la extensión en la cual las
actividades humanas alteran el ciclo del agua y pueden afectarla en el futuro. Estos
cambios incluyen acciones directas como la construcción de embalses e indirectas, tales
como el cambio climático. Examinamos la apropiación humana de los suplementos de
agua dulce para fuentes renovables y no renovables globalmente. Finalmente se
discuten cambios en el uso del agua que pueden ser especialmente importantes para el
futuro. Destacamos algunos progresos actuales y sugerimos prioridades para la
investigación.

El ciclo global del agua. El agua superficial


Existen más de 1X10 9 km3 de agua en la tierra. A pesar de que la mayor parte del
planeta está cubierta con agua, la gran mayoría no se encuentra disponible para los
sistemas terrestres y de agua dulce. Menos del 3% es lo suficientemente fresca como
para beber o para irrigar cultivos y de este total, más de 2/3 está encerrada en glaciares
y capas de hielo. Los lagos de agua dulce y los ríos contienen globalmente 100.000Km3,
menos del 0.01% de toda el agua de la tierra.
El agua atmosférica ejerce una influencia importante en el clima y en el ciclo hidrológico.
Sólo 15.000 Km3 de agua es mantenida en la atmósfera en cualquier momento pero esta
pequeña fracción es vital para la biósfera (Fig. 2). El vapor de agua contribuye en 2/3 del
calentamiento total que proveen los gases efecto invernadero. Sin estos gases, la
temperatura media de la superficie de la tierra estaría en valores por debajo de 0 y el
agua líquida estaría ausente en la mayor parte del planeta. Igualmente importante para
la vida, el agua atmosférica recicla en unos 10 días y es la fuente de las precipitaciones
en la tierra.
El agua dulce renovable comprende un subconjunto de charcos y flujos conducidos por
el sol en el ciclo hidrológico de la tierra. La energía solar típicamente evapora
425.000km3 del agua de los océanos por año. La mayor parte de esta agua vuelve
directamente a los océanos, pero un 10% cae en la tierra. Si esta fuera la única fuente
de lluvias, la precipitación terrestre promedio para la tierra sería de sólo 25 cm/año, un
valor típico para desiertos o regiones semi-áridas. En vez, una segunda fuente de agua
es reciclada desde las plantas y el suelo, una retroalimentación directa entre la superficie
terrestre y el clima regional (Pielke et al 1998). Los ciclos de elementos importantes en
estos ecosistemas como el del C y el N, están fuertemente acoplados a este flujo de
agua dulce, originando retroalimentaciones adicionales entre la vegetación y el clima.
Este reciclaje de agua contribuye en 2/3 al promedio de 70 cm/año de precipitaciones
que caen en la superficie terrestre. Tomados en conjunto, estos dos flujos constituyen los
110.000 Km3/año del suplemento de agua dulce renovable para ecosistemas terrestres,
de agua dulce y de estuarios.
Debido a que la precipitación es mayor que la evaporación en la tierra, 40.000km 3 de
agua vuelven a los océanos, principalmente a través de los ríos y los acuíferos
subterráneos.
La disponibilidad de esta agua dulce en tránsito a los océanos está determinada por la
forma de las precipitaciones (lluvia o nieve), su timing con relación a los patrones
estacionales de temperaturas y radiación y a la geomorfología de la región. Por ejemplo
en muchas regiones montañosas, la mayoría de las precipitaciones caen como nieve
durante el invierno y su derretimiento en la primavera ocasiona picos en los flujos que se
propagan en los sistemas riverinos mayores. Tales sistemas de ríos han sido a menudo
modificados para capturar y almacenar el pulso de las crecientes primaverales. La
retención y redistribución de esta agua en el paisaje, aumenta las concentraciones de
iones, nutrientes y contaminantes por un mayor contacto con el suelo y los minerales y
por las pérdidas evaporativas del agua. En algunas regiones tropicales, las crecientes
episódicas están asociadas con los monsones. No tanta cantidad de esta agua es
retenida en embalses. En otras regiones, el exceso de las precipitaciones, recarga el
agua subterránea o es almacenada en los humedales. La pérdida de los humedales y de
áreas riberinas, reducen la atenuación de grandes flujos y favorece el transporte de
exceso de nutrientes y contaminantes a los ambientes costeros. Más de la mitad de los
humedales de los EEUU han sido secados, dragados, llenados o plantados.
A nivel global, existen importantes gradientes en la disponibilidad de agua. 2/3 de las
precipitaciones totales caen entre los 30º de latitud N y S debido a la mayor radiación
solar y evaporación de esos sitios. La evaporación diaria de los océanos varía de 0.4 cm
en el ecuador hasta < de 0.1 cm en los polos (Mitchell 1989, Chahine 1992). La
escorrentía en las regiones tropicales es también mayor. La mitad de las precipitaciones
en los bosques tropicales húmedos se transforma en escorrentía (Shuttleworth 1988),
pero el valor para los desiertos es mucho menor debido a la gran demanda evaporativa y
a las bajas precipitaciones (Schlesinger et al 1987). A nivel global, el Amazonas, por
ejemplo, acarrea el 15% de toda el agua que vuelve a los océanos. En contraste, el
drenaje del río Colorado es de 1/10 del Amazonas pero su escorrentía anual histórica es
300 veces menor (Loaiciga et al 1996). Variaciones similares ocurren en las escalas
continentales. La escorrentía promedio en Australia es de sólo 4 cm/año, 8 veces menor
que la de EEUU y es de órdenes de magnitud menor que la de Sud América tropical
(Tamrazyan 1989). El resultado de estos y otros factores es que la disponibilidad de
agua dulce varía dramáticamente en el mundo.

Agua subterránea
Al menos ¼ de la población mundial extrae el agua de acuíferos bajo tierra (Ford &
Williams 1989, White et al 1995). Las estimaciones del ciclo hidrológico global
generalmente trata las tasas de influjo y eflujo como si estuvieran en balance
(Hornberger et al 1998), a pesar de que este recurso está siendo agotado globalmente.
Aproximadamente, el 99% de toda el agua dulce en estado líquido proviene de fuentes
subterráneas (Fig. 2). El agua subterránea tiene una tasa de renovación más lenta que
todos los otros reservorios y varía de 100 a 10.000 años. La mayor parte del agua
subterránea no está en intercambio activo con la superficie de la tierra, sobreviviendo
como un relicto de épocas con condiciones climáticas más húmedas y del
descongelamiento de las capas de hielo del Pleistoceno. Esta agua fósil, acumulada a lo
largo de miles de años, una vez utilizada, no puede ser facilmente recuperada. La
distinción entre agua subterránea renobable y no renobable es crucial para su manejo y
la determinación de las políticas. Los acuíferos renovables dependen de las
precipitaciones actuales para su llenado y son vulnerables a cambios en la cantidad y
calidad del agua de recarga (White et al 1995). Por ejemplo, el bombeo de agua
subterránea del acuífero Edwards que alimenta con agua para beber a la mayor parte
del centro de Tejas, la extracción ha aumentado 4 veces desde 1930 y actualmente
excede la tasa anual de recarga (Brown et al 1992). El incremento en el uso del agua
vuelve a los acuíferos más susceptibles a cambios en el clima, como sequías y
contaminación. El agotamiento del agua subterránea también puede ocasionar
compactación, surface subsidence, reduciendo permanentemente el almacenamiento en
el acuífero (Sun et al 1999). El Valle central de California ha perdido unos 25 km3 de
almacenamiento de esta forma, una capacidad igual al 40% de la capacidad combinada
de almacenaje de todos los reservorios construidos por humanos en el estado.
Cuando la extracción de agua de los acuíferos excede las tasas de recarga, los menores
volúmenes de agua disminuyen las tasas de flujo de los ríos y corrientes en el verano,
reducen el habitat perenne de las corrientes, aumentan las temperaturas del agua en el
verano y disminuyen la calidad del agua. Los salmones y truchas seleccionan áreas de
surgimiento de las aguas subterráneas en las corrientes que moderan las temperaturas
extremas y evitan el congelamiento de las ovas. El intercambio dinámico de aguas
superficiales y profundas altera la biogeoquímica de las corrientes (influyendo en las
concentraciones de O disuelto y de nutrientes) y reduce las concentraciones de los
contaminantes disueltos como pesticidas y compuestos orgánicos volátiles (Holmes
2000). Debido a estas interacciones, el desarrollo por humanos del agua subterránea o
superficial de cada una por separado, afecta la cantidad y calidad de la otra. El agua
subterránea y la superficial, han sido consideradas tanto científica como legalmente, por
separado. Este abordaje debe cambiar ya que los estudios recientes reflejan la
importancia de la interacción entre las superficies de agua renovables superficiales y
subterráneas para la disponibilidad de agua, su calidad y los ambientes acuáticos (Dahm
et al 1998, Winter et al 1998).
En contraste con el agua subterránea renovable, más de ¾ del agua subterránea es no –
renovable (definida como agua subterránea con períodos de renovación de 100 años y
mayores).
La interacción entre aguas superficiales y profundas es especialmente importante en
regiones con bajas precipitaciones (Box 1, table1). Las regiones áridas y semiáridas
cubren 1/3 de la superficie de la tierra y mantienen 1/5 de la población mundial. El agua
subterránea es la fuente principal de agua para consumo humano e irrigación y estas
regiones contienen muchos de los acuíferos más grandes del mundo (Sahagian et al
1994). La recarga limitada hace que esos acuíferos sean vulnerables al agotamiento. Por
ejemplo, la explotación del acuífero de la cuenca norte del Sahara en la década del 90,
fue del doble de la tasa de recarga y muchas vertientes asociadas con este acuífero se
secaron completamente (Shiklomanov 1997).
Para las fuentes de agua no renovables es muy difícil discutir acerca de las tasas
sustentables o adecuadas de explotación. Como con los depósitos de carbón o petróleo,
ninguna extracción es sustentable. Importantes preguntas al nivel de las sociedades
deben incluir a qué tasa se debe permitir bombear agua de estos acuíferos, a qué tasa,
con qué propósitos y quién cuidará las necesidades de las generaciones futuras. Para el
acuífero de Ogallala, el agua puede ser acabada en menos de 1 siglo.

La apropiación humana del suplemento de agua dulce


El crecimiento de la población mundial y del consumo de agua impondrá presiones
adicionales en los recursos de agua dulce en el presente siglo. El ciclo hidrológico anual
gatillado por la energía solar, pone a disposición muchas veces más cantidad de agua
dulce de la que es necesaria para sostener la población humana mundial actual de 6 mil
millones de personas (Tabla 2). Sin embargo, la distribución del agua no se ajusta
geográfica ni temporalmente a las necesidades humanas (Postel et al 1996). Los
grandes flujos riberinos de la cuenca del Amazonas y del Zaire-Congo y las cuencas de
las regiones del norte de tundra y taiga (América del Norte y Eurasia), son en gran
medida inaccesibles a los usos humanos y permanecerán de la misma forma en un
futuro previsible. En conjunto, estos ríos remotos constituyen 1/5 de la escorrentía total
mundial.
Aproximadamente la mitad del suplemento global de agua renovable se dirige
rápidamente hacia el mar con las crecientes. En los sistemas de ríos manejados de
EEUU y de muchas otras regiones, las crecientes primaverales del deshielo, se
almacenan en reservorios para usos posteriores. En regiones tropicales de Asia, el 80%
de la escorrentía ocurre entre mayo y octubre (monsones). Estas crecientes contribuyen
con numerosos servicios ecológicos en adición a mantener humedales, pero no es un
suplemento práctico para irrigación, industria y usos del hogar, que necesitan de
cantidades controladas en tiempos específicos. Como consecuencia, la escorrentía
accesible tiene dos componentes: 1.- renovar el agua subterránea y el flujo básico de los
ríos y 2.- agua de crecientes que es capturada y almacenada en reservorios.
L´Vovich et al (1990) estimaron que los flujos básicos de los ríos y el agua subterránea
renovable determinan 11.100 km3/año o 27% de la escorrentía total. En la medida en
que las tasas de extracción no superen las de renovación, estas aguas pueden constituir
un suplemento sustentable. Desafortunadamente en muchos lugares, incluyendo
muchas regiones importantes para la agricultura, el agua subterránea está siendo sobre-
bombeada crónicamente. Basados en datos de India, China, Africa del Norte, Arabia
Saudita y EEUU, Postel (1999) estimó que el agotamiento de las aguas subterráneas en
cuencas clave, es ≥ 160Km3/año. El agotamiento del agua subterránea es
particularmente serio en India y algunos expertos han alertado que al menos ¼ de la
cosecha de granos puede estar en peligro (Seckler et al 1998).
Simplemente por el hecho de que la extracción global de agua subterránea permanece
por debajo de la tasa de recarga global, no significa que el uso del agua subterránea sea
sustentable. Lo importante es cómo el agua es usada y manejada en cuencas
particulares y ya existen regiones en el mundo donde la demanda supera el suplemento.
El aprovechamiento de las crecientes requiere de la construcción de reservorios para
capturar, almacenar y controlar el agua. En el mundo existen 40.000 embalses grandes
> 15m de altura y unas 20 veces más de embalses pequeños (Oud & Muir 1997).
Colectivamente, los embalses son capaces de contener unos 6600km3/año.
El agua que se emplea en los hogares, especialmente la que se emplea para lavar
platos, ropa, baños, puede ser vuelta a emplear. El 50% del agua que se emplea en
irrigación para la agricultura, se evapotranspira y no puede ser utilizada nuevamente.
El consumo del agua puede tener efectos extremos en sistemas locales y regionales. Por
ejemplo, en la cuenca del Mar Aral, el uso del agua de los ríos para cultivos, ocasionó
una disminución de un 75% del volumen y 15 m de profundidad en las últimas 4
décadas (Kindler 1998). La calidad del agua también declinó. La salinidad se triplicó
entre 1960 y 1990 y el agua ahora es mucho más salada que la de los océanos (Stone
1990).
Para un manejo del recurso agua, es importante la diferencia entre uso y consumo.
Postel et al (1996) estimaron la extracción global de agua (incluyendo las pérdidas
evaporativas de los embalses) en 4430Km3/año, de los cuales el 52% es consumido. El
uso del agua también modifica su calidad a través de una mayor concentración de iones,
nutrientes o contaminantes, que pueden limitar la disponibilidad de agua en el futuro.
En adición al agua extraída de los sistemas naturales, la humanidad también depende
del agua que permanece en los cauces naturales. Estos se denominan usos propios de
las corrientes y permiten la dilusión de la polución, recreación, mantenimiento de rutas de
navegación, la salud de estuarios como sitios de cría, mantenimiento de pesquerías y
protección de la biodiversidad. Debido a que estos usos varían geográfica y
estacionalmente, es difícil estimar su total global. Empleando sólo la dilusión de la
polución como una gruesa aproximación, Postel et al (1996) lo estimaron en 2350
km3/año, una estimación conservadora que no incluye todos los usos.

En la actualidad, la desalinización del agua representa < 0.2% del uso global del agua
(Gleick 2000) y es probable que permanezca bajo en el futuro próximo debido a los
elevados requerimientos energéticos. Las represas continúan brindando más agua bajo
control humano pero la tasa de construcción ha disminuido. En los países en vías de
desarrollo, los mejores sitios ya han sido usados. Los elevados costos económicos,
ambientales y sociales como destrucción de ambientes, pérdida de biodiversidad y
desplazamiento de comunidades humanas, vuelven cada vez más difícil estas
construcciones. Unos 260 nuevos embalses grandes se construyen por año, en
comparación con 1000/año entre 1950 y 1970. Más aún, al menos 180 embalses fueron
sacados en EEUU en la última década, por cuestiones de seguridad, impacto ambiental
y obsolescencia. La destrucción del embalse Edwards en 1999 fue la primera decisión
del estado en la cual se consideró que los beneficios ambientales de removerlo eran
mayores que los de operarlo.

El ciclo del agua y el cambio climático


Existe consenso entre los científicos que la acumulación de gases efecto invernadero en
la atmósfera, está calentando la tierra. La última década del siglo XX fue la más cálida de
los registros y los registros paleoclimáticos indican que el calentamiento de los últimos 50
años no tienen un equivalente en los últimos 1000 años (Crowley 2000). Con el
calentamiento de la tierra, se espera una intensificación del ciclo hidrológico (Miller &
Russel 1992, Knox 1993, Tsonis 1996). La precipitación, la evapotranspiración y la
escorrentía se espera que aumenten globalmente y los extremos hidrológicos como
crecientes y sequías serán más comunes y más intensos (Loaiciga et al 1996). Ya se
han documentado disminuciones en nieve y en los hielos de los cascos polares.
Cambios en los procesos biogeoquímicos que controlan la calidad del agua,
especialmente los ciclos del C y N es probable que se acoplen a estos cambios
hidrológicos (Murdoch et al 2000).
Los cambios regionales y locales serán más variables y difíciles de predecir. Muchas
regiones, especialmente las templadas, experimentarán mayores sequías de verano
debido a la mayor evaporación y en algunos casos menores precipitaciones estivales
(Fig. 4, Neilson & Marks 1994). La mayoría de los modelos de circulación general
predicen que el S de Europa recibirá menores precipitaciones en verano. En contraste,
las regiones tropicales experimentarán cambios reducidos en el ciclo hidrológico,
inducidos por el calentamiento global.
Los cambios futuros en el ciclo del agua que serán especialmente importantes para la
disponibilidad de agua dulce, incluyen la cantidad y duración de las precipitaciones y
escorrentía, tasas de evapotranspiración y aumento del nivel del mar. La evaporación
aumenta exponencialmente con la temperatura, de manera que la evaporación de los
océanos y la precipitación global media deben aumentar a medida que la tierra se
calienta. Todos los modelos de circulación general examinados, predicen un aumento en
las precipitaciones medias globales. Datos recientes indican que la precipitación media
ya aumentó en regiones no tropicales (Gates 1993). Las lluvias aumentaron entre un 10
y un 15% en los últimos 50 años en los EEUU y Canadá (Bradley et al 1987, Lettenmaier
et al 1994) y el flujo en las corrientes también aumentó significativamente en el mismo
período, especialmente al E de los EEUU. Aumentos en lluvias fueron menores pero aún
significativos en Rusia (<10% / 100 años) y en Escocia. En contraste, las regiones
tropicales y las áridas no mostraron indicios de incremento de las PP, sino que parece
que estuvieron más secas en las últimas décadas.
Leves incrementos en las PP a nivel global, no aumentarán uniformemente la
disponibilidad de agua dulce. Mayores demandas de evaporación de las plantas y del
agua del suelo pueden superar los incrementos en PP, aún si la mayor concentración de
CO2 atmosférico, reduce la conductancia estomática y el uso de agua por las plantas
(Miles et al 2000). En general, a pesar de que algunas regiones polares y templadas
reciban más pp, otras regiones recibirán menos y muchas más regiones serán más
secas debido a la mayor evaporación durante la estación de crecimiento (Mulholland et
al 1997)
Las retroalimentaciones de las deforestaciones y otras formas de cambios en la
vegetación, también afectarán el clima y el ciclo hidrológico (Jackson et al 2000). En
escalas regionales, la deforestación reduce las PP a través de una mayor albedo y una
disminución del reciclado del agua. Esta retroalimentación positiva de aumento de
sequía con deforestación puede ser especialmente importante en los bosques tropicales
y savanas (donde las tasas de deforestación y el aumento poblacional son altos),
dificultando el establecimiento y colonización por parte de los árboles. Las estimaciones
de los incrementos regionales de irrigación presentan retroalimentaciones opuestas,
induciendo climas regionales más fríos y húmedos. La agricultura emplea el 81% del
agua consumida en los EEUU y gran parte de esta agua se aplica en regiones más
secas, donde el potencial evaporativo es mayor. En escalas locales, los cambios en
vegetación y cobertura de la tierra, también afectan la escorrentía.
La intensificación del ciclo hidrológico bajo un clima en cambio, también influirá en las
tasas de los ciclos biogeoquímicos, acoplados al hidrológico. La productividad terrestre y
la distribución de las especies vegetales cambiará debido a factores tales como cambios
en los contenidos de humedad del suelo, disponibilidad de nutrientes y mayor salinidad.
Los procesos microbianos en los suelos que controlan la acumulación de materia
orgánica y la mineralización de los nutrienes, se ven afectados por la duración de la
cubierta de nieve en el suelo, los ciclos de congelamiento-descongelamiento y la
humedad del suelo (Lipson et al 1999). En consecuencia, los procesos biogeoquímicos
que controlan el ciclo del C y del N y la salinidad, pueden influir en las
retroalimentaciones entre cambios en la vegetación y cambios en la hidrología (Running
& Nemani 1991).
Los cambios en la cantidad y calidad del agua también influyen el hábitat de la biota
acuática. En los sistemas acuáticos, la productividad del fitoplancton y perifiton y el
ciclado de nutrientes están influidos por la duración del hielo y cobertura de nieves y por
los cambios en los regímenes estacionales de flujo. Cambios en los flujos de C y N de
los ríos a las zonas costeras, pueden influir en las pesquerías al agotar el oxígeno en las
aguas costeras pudiendo favorecer florecimientos algales y afectar la salud humana. Las
incertidumbres en los cambios predichos para muchas regiones se traducen en aún
mayores incertidumbres de cómo serán los cambios de los ciclos biogeoquímicos
influidos por el ciclo hidrológico en escalas regionales.
El ciclo del agua también se verá influido en el presente siglo por la elevación del nivel
de los océanos. El nivel del mar aumentó 18 cm en el último siglo y se predice que se
elevará entre 30 y 50 cm en los próximos 100 años. Tal incremento desplazaría la línea
de costa en promedio, unos 30 m, con cambios críticos en los sistemas costeros. El
aumento en el nivel del mar también salinizará los acuíferos costeros y desplazará la
agricultura de zonas costeras y deltas.

Temas para el futuro


Problemas emergentes e implicancias para la investigación.
Los impactos humanos en la cantidad y calidad de agua dulce, amenazan la prosperidad
económica, la estabilidad social y la elasticidad de los sistemas naturales y su capital. En
la medida en que los ecosistemas y las sociedades se vuelven más dependientes de
suplementos estáticos o móviles de agua, aumenta el riesgo de problemas severos en
sistemas ecológicos y sociales, incluyendo la completa transformación de los
ecosistemas y la posibilidad de conflictos armados (Postel 2000). Mayores demandas de
agua dulce pueden interrumpir las conexiones ecológicas en los sistemas acuáticos,
fragmentando los ríos de las planicies de inundación, deltas y ambientes costeros
marinos.
El agua dulce ya es un recurso limitante en muchas partes del mundo, con los años será
peor debido al aumento en el tamaño poblacional, la urbanización y el cambio climático.
Esta limitación se produce por la mayor demanda de agua y también por la
contaminación de los sistemas de agua dulce. La contaminación disminuye el
suplemento de agua disponible y aumenta los costos de su purificación. Algunos
contaminantes como el mercurio y los compuestos orgánicos clorados, contaminan los
recursos acuáticos y afectan las fuentes alimenticias. Tal contaminación conjuntamente
con las demandas humanas por agua, afectan la biodiversidad y el funcionamiento de
los sistemas naturales, de los cuales dependen las sociedades (Naiman & Turner, 2000).
Las mayores demandas de agua dulce afectan directamente la conservación de las
especies. Al menos 1/5 de las especies de peces de agua dulce están extintas o
amenazadas, y las especies de agua dulce constituyen la mitad de todos los animales
listados federalmente en peligro en los EEUU.
Las tendencias descriptas acerca del agua, presentan un número de implicancias para
las prioridades en investigación:
-Necesidad continua de un panel de investigadores y analistas de políticas a fin de
definir claramente objetivos y prioridades en investigación en agua
–la necesidad, que no tiene precedentes, de investigación interdisciplinaria y
transnacional para resolver los problemas de agua existentes,
-predecir las consecuencias de distintos escenarios políticos para la disponibilidad de
agua y su calidad.
Las predicciones deben ser cuantitativas, deben proveer estimaciones de incertidumbre
y deben basarse en premisas claramente formuladas. Al evaluar las incertidumbres, los
que pronostican pueden ser de gran ayuda para los que toman las decisiones para
anticipar el rango de resultados posibles y proponer respuestas flexibles. El manejo
adaptativo es un proceso de designar intervenciones de manejo para disminuir la
varianza de previsiones futuras y recomendar opciones de manejo alternativas (Walters
1986). Los experimentos que emplean el manejo adaptativo se diseñan para ser seguros
(disminuyendo el riesgo de daños ambientales o cambios irreversibles) e informativos
(con diseños experimentales claros y una cuidadosa determinación científica de los
efectos).

Progreso actual y opciones de manejo


La restauración y preservación de ambientes deben ser el centro de los esfuerzos para
mejorar el manejo del agua

Tabla 1.- Escorrentía global, extracciones y apropiación humana de las fuentes de agua
dulce
Parámetro Agua dulce (Km3/año)
Escorrentía global total 40.700
Flujo remoto total 7.800
Cuenca del Amazonas 5.400
Cuenca del Zaire-Congo 660
Ríos remotos del norte 1.740
Agua de crecientes no capturada 20.400
Escorrentía accesible 12.500
Apropiación humana total 6780
Extracción de agua global 4430
Agricultura 2880
Industria 975
Municipalidades 300
Pérdidas de los embalses 275
Usos de los cursos 2350

El flujo remoto se refiere a la escorrentía de los ríos que es geográficamente inaccesible


para uso humano. Un 18% de la escorrentía accesible es utilizada
Algunas prioridades para balancear las demandas presentes y futuras de suplementos
agua dulce
1.- Promoción de una reserva ambiental de agua, para asegurar que los ecosistemas
reciben la cantidad, cantidad y en tiempo adecuado, los flujos necesarios para su
funcionamiento ecológico y los servicios a la humanidad
2.- Reconocimiento legal de que el agua superficial y la subterránea renovable
constituyen un recurso acoplado
3.- Mejorar el monitoreo, la determinación y la previsión de cantidad y calidad de agua,
para distribuír el recurso agua entre las diferentes necesidades
4.- Protección de ambientes críticos tales como las zonas de recarga de acuíferos y las
cuencas de los ríos
5.- Una valoración más realista de los servicios del agua y de los sistemas acuáticos
6.- Incentivos económicos más fuertes para lograr un uso eficiente del agua en todos los
sectores de la economía
7.- Mejorar el control y eliminar las fuentes puntuales y difusas de contaminación
8.- Plan nacional bien coordinado para el manejo de las presiones diferentes y en
aumento sobre los sistemas acuáticos y establecimiento de objetivos y prioridades de
investigación

2.- Cambio discretos


Cambios en los usos y/o cobertura de la tierra.

Los cambios en la cobertura de la tierra se definen como alteraciones de naturaleza


física o biótica de un sitio; por ejemplo la conversión de un bosque en una pastura.
Fragmentación ocurre cuando grandes áreas naturales son transformadas en un número
de parches pequeños, aislados entre ellos, por una matriz de tierra alterada, diferente de
la original. Los cambios en el uso de la tierra involucran la alteración de la forma en que
los humanos usamos la tierra, por ejemplo el pasaje de ganadería extensiva a intensiva,
o la transformación de sitios naturales en zonas urbanas.

Estos procesos pueden ocurrir separada o simultáneamente, pero serán considerados


en conjunto como alteración en el uso de la tierra. Existe consenso entre ecólogos que
este componente es uno de los principales factores del cambio global de los sistemas
ecológicos. A pesar de su importancia, es relativamente complicada su cuantificación
como un fenómeno global, ya que ocurre de una forma heterogénea, ha por ha en toda
la superficie terrestre y su significación global resulta fundamentalmente de la sumatoria
de muchos cambios locales en muchos sitios.

La humanización de la tierra ha alcanzado una escala realmente global que no tiene


precedentes en magnitud ni tasa, e involucra impactos significativos y cada vez mayores
en los sistemas naturales y físicos que sostienen la biósfera.

La antigüedad de los cambios en la cobertura de la tierra se refleja desde los estudios


ecológicos pioneros como el de George Perkins Marsh publicado en 1864, “Man and
Nature or the earth as modified by human action”, donde ya hablaba de los efectos de
los cambios en los usos de la tierra, especialmente la deforestación. En la actualidad
existen muchos estudios sobre los cambios en la cobertura, sin embargo las síntesis
globales son muy escasas.

Gran cantidad de información histórica, material estadístico y una revisión de las


tendencias globales y regionales, se encuentran en los informes del World Resource
Institute, como el últimamente publicado: “The earth as transformed by human action”.
Para muchos tipos de cambios en los usos/cobertura de la tierra, tanto la condición
global como sus implicancias para la naturaleza y la sociedad, permanecen muy mal
documentados. Tampoco existe información confiable acerca de la magnitud de la
erosión de los suelos o de su productividad.

Los cambios en la cobertura de la tierra pueden ser de dos formas: conversión de una
categoría a otra o modificación de una condición dentro de una categoría. La conversión
es la característica que mejor se presta al monitoreo, aunque existen problemas con las
categorías de cobertura empleadas. Por ejemplo, si se usan categorías gruesas o
amplias como bosque - pasturas - cultivos - otras tierras, la explotación selectiva de
bosques, el reemplazo de bosques nativos por forestaciones, intensificación de cultivos,
o sobrepastoreo severo, no se registrarán como una conversión ni como cambio en la
cobertura, si los totales de la conversión son empleados para medir el cambio.

Estas cuatro categorías son las más ampliamente usadas como figuras globales por la
UN Food and agriculture organization’s production yearbooks. Intentan mostrar los
niveles de cambio anual desde 1950 a nivel nacional. La FAO no obtiene los datos
independientemente, sino que emplea los datos reportados por los estados miembro y
por lo tanto la calidad de los datos varía ampliamente por país. Además, el tamaño del
país determina la escala en la que se presentan los datos. La categoría de la FAO de
“otras tierras” combina muchas formas importantes y distintas de cambios en la cobertura
y usos de la tierra.

Cultivos
Las tierras cultivadas son aquellas regularmente usadas para criar plantas domesticadas,
que varían desde campos abandonados, sistemas de cultivo rotativos hasta sistemas de
multicultivos permanentes. Su amplio rango es difícil de medir. Los cultivos con
rotaciones y las forestaciones son a menudo clasificadas como bosques, conduciendo a
una sub-estimación del área de tierras cultivadas. Otras complicaciones se presentan al
distinguir entre tierras de cultivo y de agricultura, ya que es un término que puede incluir
la tierra empleada en la producción de ganado.

Cobertura Fecha Area Fecha Area % de


(x 106 km2 ) (x 106 km2 ) cambio
Cultivos 1700 2.65 1980 15.01 + 466
1700 3.0 1980 14.75 + 392
Cultivos irrigados 1800 0.08 1989 2.0 + 2400
Bosque cerrado Pre-Agric. 46.28 1983 39.27 - 15.1
Bosques y Pre-Agric. 61.51 1983 52.37 - 14.9
plantaciones
Pasturas 1700 68.60 1980 67.88 -1
Tierras drenadas 1985 1.606
Asentamientos 1985 2.47
urbanos
Asentamientoss 1990 2.09
rurales
Cuadro 3. Conversiones humanas globales en algunos usos y cobertura de la tierra
(Meyer & Turner 1992)

El área mundial de tierras cultivadas, se estima que aumentó en un 466% entre 1700 y
1980, tiempo durante el cual, una área neta superior a los 12 X 10 6 Km2 de la superficie
terrestre se transformó en áreas de cultivo. La expansión no ocurrió de una forma pareja
en el mundo; Rusia, sud este de Asia, América Latina y Norte América experimentaron
las mayores expansiones, con relación al promedio mundial. Con muy pocas
excepciones, la mayoría de los ambientes que dependen de lluvias para los cultivos han
sido consumidos. El área de este tipo, disponible para la agricultura (a secano) se estima
en 19 X 106 Km2. Esto significa que la expansión de tierras para agricultura, continuará
en ambientes considerados marginales y frágiles para cultivos.
Mientras que el patrón global es de expansión de las tierras destinadas a la agricultura,
algunas regiones han experimentado pérdidas, ya sea por el abandono de tierras de
cultivo o por su degradación. La FAO estima que a nivel mundial, 5.5 X 10 6 Km2 de
tierras cultivadas se han perdido por degradación, mientras que otro estudio asume que
la cifra asciende a 20 X 106 Km2.

Bosques
Es además sorprendente que no exista por ejemplo, una medición directa de la
deforestación, una de las formas más dramáticas del cambio en el uso de la tierra, a
pesar de que la materia prima para tal análisis está disponible en imágenes satelitales
desde hace dos décadas. Además, la información existente a nivel gubernamental es
escasa y difícil de obtener. El área actual de bosques cerrados, según la FAO se estima
en 29 X 106 Km2, es decir, el 21% de la superficie terrestre mundial
En 1990, FAO realizó un estudio de los recursos forestales y de la deforestación a nivel
mundial, por zonas ecológicas, comparando datos de 1990 y 1980.

Zona ecológica Area terrestre Densidad Area de Deforestación


(millones de poblac. bosques (millones de
ha) (ind/km²) (millones de ha)
ha)
Bosque 937 41 718 4.6
húmedo 1299 55 587 6.1
Húmedo 1241 70 238 2.2
deciduo 713 56 204 2.5
Seco y muy 4190 52 1747 15.4
Seco
Bosque
montano
Total
Cuadro 1. Deforestación por zonas ecológicas (Person 1995)

FAO clasifica bosques en áreas tropicales como vegetación leñosa, con una cobertura
leñosa mayor del 10%, que no es usada para agricultura y donde los árboles tienen una
altura de al menos 5 a 7 m.. En países templados, los bosques son clasificados como
vegetación leñosa con una cobertura de copa superior al 20%. Se considera
deforestación cuando la cobertura de la copa es inferior al 20%.
De acuerdo al estudio, un área de 15.4 millones de ha, fue deforestada por año en
regiones tropicales. La mitad de la deforestación ocurrió en América Latina, mientras que
Africa y Asia contribuyeron con un 25% cada una. En las áreas tropicales, la figura 15.4
millones de has deforestadas corresponde a bosques naturales. Si consideramos el área
con forestaciones que sumó 2 millones de has, la disminución neta de bosques estimada
asciende a 13.5 millones de has.
En países en desarrollo no tropicales, hay una disminución en el área de bosques
naturales con considerables áreas con forestación. Oficialmente, se comunicó que los
bosques naturales disminuyeron en 0.85 millones de has / año, mientras que las
forestaciones aumentaron en 1.37 millones de ha/año. Sin embargo, el mayor aumento
en forestación ocurrió en China. Si consideramos las distintas situaciones regionales, se
estima una deforestación global de 11-12 millones de has anuales

Región Deforestación Forestaciones Cambio neto


(millones de ha) (Millones de ha) (Millones de ha)
Africa - 4.23 + 0.16 -4.1
América Latina - 7.68 + 0.32 -7.4
Asia - 4.37 + 2.72 -1.7
Europa +0.2
América del Norte -0.3
Rusia +2.0
Total -11.3
Cuadro 2. Deforestación global (Person 1995).

Es importante considerar que los datos cambian según la definición de bosque que se
adopte. Lo que se considera deforestación, puede convertirse en degradación, si se
amplía la categoría. Existen además numerosos problemas para obtener la información.
Reidar Person (1995) realizó una síntesis acerca de las causas de la deforestación:

* en la década del 80, 70-80% de la deforestación fue para incorporar tierras a la


agricultura
* 75% de la deforestación puede ser atribuida a decisiones políticas y económicas,
mientras que un 25% puede ser atribuido a la pobreza
* 79% de la deforestación es ocasionado por el aumento poblacional
* Gran parte de la deforestación es ocasionada por malas políticas económicas
* La necesidad de pagar deudas puede ocasionar sobre - explotación de los recursos
naturales
* la reducción de la pobreza disminuiría ciertos tipos de deforestación mientras que el
desarrollo podría aumentar otros.
* La corrupción y las malas políticas aumentan la deforestación
Los datos para la Argentina son más inciertos aún. En 1988, Kuggler estimó que la
superficie con bosques naturales se había reducido en un 50%. En Salta, los bosques
cubren una superficie de 5.075.100 has, es decir una tercera parte de la superficie de la
provincia. La mayoría se encuentran degradados, es decir que poseen menos del 40%
de cobertura arbórea y no tienen la capacidad de volver a su estado original. Es además
sorprendente que no exista un mapa forestal ni que se hayan delimitado los bosques
protectores de cuenca ni establecido las normas de uso de los mismos.

Consecuencias de los cambios en el uso de la tierra


Los efectos de los cambios en el uso de la tierra, se evidencian en todos los niveles de
organización, desde el genético hasta el global y representa una contribución importante
en el incremento de las concentraciones de CO2 en la atmósfera en el presente siglo y
de los aumentos de las concentraciones atmosféricas de los gases relacionados con el
efecto invernadero (metano y óxidos de nitrógeno). Pueden afectar el clima a escala
local y regional, al alterar la forma en que la energía solar es interceptada o repartida.

Cada categoría de cambios en los usos de la tierra, está asociada con una cantidad de
consecuencias ambientales secundarias y tienen un impacto directo en la biodiversidad.
La conversión de un bosque en
pastura, en una escala local, produce un aumento de la temperatura y una disminución
de la humedad. En muchos casos esto afecta el potencial de regeneración de los
bosques tanto directamente, al cambiar las condiciones y recursos necesarios para la
germinación, como indirectamente, a través de una mayor probabilidad e intensidad de
incendios.

Los cambios en el uso de la tierra, al incidir en la distribución espacial y temporal de


condiciones y recursos, influye sobre las especies y sus interacciones, lo que afecta la
mayoría de los procesos ecológicos de la dinámica de poblaciones, ciclos de vida,
dispersión, reclutamiento, comportamiento alimentario, patrones de selección natural,
coexistencia de las especies, predación, competencia, facilitación y diversidad de
especies.

En una escala mayor, modelos de simulación recientes, sugieren que la conversión total
del bosque amazónico en pasturas, aumentaría la temperatura, disminuiría las
precipitaciones, y alteraría los patrones de circulación atmosférica en la región. La
desertificación tiene efectos locales y regionales similares en las regiones semiáridas.

Los efectos de los cambios en el uso de la tierra, no se confinan a los sistemas


terrestres, ya que los sistemas acuáticos también han sido alterados por modificaciones
en las cuencas, contaminación, sobre-explotación y extinción de poblaciones de peces.

Los cambios en el uso de la tierra, representan el principal cambio global con el que nos
enfrentamos. Sus efectos sobre la diversidad biológica son mayores que los de cualquier
otro componente aislado del cambio global e influye directamente en la distribución y
abundancia de todas las especies como en la pérdida de biodiversidad, lo que
representa un componente irreversible del cambio global.

Biodiversidad
Desde el punto de vista estrictamente biológico, el proceso evolutivo es central como
único mecanismo de conservación de la vida en el planeta. En la base de este proceso,
se encuentra la interacción del organismo con su ambiente, dos elementos en estado de
permanente cambio a lo largo del tiempo. Es por eso que la potencialidad de cambio es
fundamental con relación a la herencia de las generaciones futuras. En efecto, las
modificaciones ocurridas en el medio natural, deben obtener necesariamente una
respuesta adaptativa por parte de los organismos, en la forma de cambios adaptativos.
Para que esto sea posible, los organismos deben contar con un potencial biológico de
cambio surgido de su propia variabilidad genética, resultante de la serie de respuestas
posibles a los cambios ambientales.

La preservación de la variabilidad genética, debe ser tenida en cuenta entonces, como


esencial para el proceso de la conservación, y esto en dos planos diferentes y
fundamentales ambos: la variabilidad individual, dentro de la uniformidad general de una
especie, y la diversidad de formas que se refleja en la cantidad, en el número de
especies que coexisten en la biósfera, en un momento dado de la historia de la vida, lo
que nos lleva a incluir en esta consideración y, esta vez explícitamente, al TIEMPO como
variable a ser tenida en cuenta.

Especiación y extinción, es decir el surgimiento y la pérdida de especies, son ambos


procesos naturales. Mucho antes del surgimiento de nuestra especie en el planeta,
millones de especies se extinguieron por obra de los procesos naturales. En la
actualidad, la humanidad ha elevado la tasa de extinción de especies muy por encima de
las tasas históricas de aparición de las mismas. Se ha calculado que la tasa de extinción
de especies de mamíferos y aves entre 1960 y 1975, ha sido entre 5 y 50 veces más
elevada que a lo largo de todo nuestro pasado evolutivo.

Más aún, entre 1/3 y 1/2 de la superficie de terrestre, incluyendo algunas de las mejores
tierras con relación a la disponibilidad de agua y a la fertilidad de los suelos, ha sido
alterada directa y sustancialmente por la actividad humana. Estas tierras alteradas, son
usadas por los humanos, las plantas y animales que hemos domesticado, y por otras
especies que se han ajustados a nuestras actividades (roedores y malezas). Las
restantes especies, que constituyen entre 5 a 30 millones, deben persistir en una
fracción de ambiente cada vez más reducida y fragmentada. Muchos de los tipos
principales de sistemas ecológicos han sido reducidos o han desaparecido y numerosas
especies y poblaciones genéticamente distintas se han perdido en el proceso.

El objetivo de la conservación es el de mantener la capacidad de la tierra para sostener


el desarrollo y respaldar la vida. No estamos haciendo un planteo estético: el de
mantener ciertas especies por su belleza; ni siquiera ético: en el sentido de mantenerlas
a partir de los derechos de un individuo o un conjunto de ellos a la existencia. En este
punto es de considerar que del 50 al 90% de las especies habitan un 7% de la superficie
seca de la tierra representada en los bosques tropicales, los que están desapareciendo a
una tasa de 15 ha por minuto.

Crecimiento de la población humana


Mencionamos que la causa principal del cambio ambiental global radica el crecimiento
poblacional de nuestra especie conjuntamente con el aumento en el uso de los recursos.
El impacto humano en el medio ambiente, se remonta a su aparición sobre la tierra. Al
igual que las demás poblaciones animales, el hombre ejerció su influencia como
competidor o predador en las comunidades naturales de las que formaba parte; como
otras especies, se adaptó a las condiciones del ambiente, modificando su modo de vida
en función del hábitat en el que se establecía.

Los homínidos evolucionamos a partir de una especie tropical arborícola, hasta esta
forma terrestre y bípeda que colonizó los principales ambientes. A lo largo de su proceso
de radiación desde los trópicos, la humanidad ha tenido una interacción cada vez más
profunda con los componentes del ambiente habitado, en función de su habilidad
tecnológica y la creciente densidad de sus poblaciones.

Cuando el número de seres humanos era reducido y la densidad de las poblaciones


baja, se adaptaron a los sistemas existentes sin que esto implique mayores
modificaciones en la estructura de esos sistemas. Hoy, debido al nivel de desarrollo
tecnológico, y a un fenómeno asociado a este, el aumento poblacional, las fronteras
entre los distintos ecosistemas se han hecho menos características y puede verse a la
humanidad formando parte de lo que esencialmente es un único ecosistema mundial: la
BIOSFERA.

Cuando hablo de desarrollo tecnológico me refiero a un tipo de mecanismo empleado


por una especie animal para captar y utilizar energía. Este desarrollo ha efectivizado la
relación de ese organismo con su medio. Se hace necesario ver las modificaciones de
estos dos factores en el tiempo:

Hablamos de captar y utilizar ENERGIA. La primera fuente de energía utilizada por el


hombre fue el organismo humano mismo y hasta aquí no difiere de las otras especies.
En la medida que fue aumentando la cantidad de energía por individuo por unidad de
tiempo, el sistema se fue desarrollando con ritmo creciente, como así también sus
interacciones con otros componentes de la biósfera.

En una primera etapa se puede considerar el periodo iniciado por la revolución cultural
en el que el hombre, usador de herramientas, emergió como factor de peso en el juego
evolutivo. En el primer millón de años, se estima que la población, cuya densidad
dependía de la caza y la recolección, aunque efectivizadas por el uso de herramientas,
tuvo un lento crecimiento hasta un total de 5 millones de personas al finalizar el periodo.
(hace 10.000 años).

Un salto en la cantidad de energía disponible, se puede marcar en ese tiempo. En ese


momento, con la revolución de la agricultura, el hombre pasó de cazador-recolector a
agricultor y este cambio se relaciona con un crecimiento de 5 a 100 millones en las
poblaciones humanas, entre hace 10 000 y 5000 años. Los 5000 años siguientes fueron
de crecimiento mas lento, hasta la revolución Científico - Industrial:

- En 1850 se alcanzó una población de 1000 millones; en los 80 años siguientes (1930)
se llegó a 2000 millones. Hoy hemos superado los 5.600 millones (Fig. 6) y estamos
aumentando a una tasa del 1.7%. Esto significa que en un año se sumarán 93 millones
de personas más, cifra que supera la población de Méjico. Las predicciones acerca del
crecimiento de las poblaciones humanas pronostican que se alcanzará un "plateau" en
algún punto entre 7 y 15 mil millones de individuos al final del siglo y esto en función de
cuándo se logre alcanzar una fertilidad de reemplazo.

Es fundamental considerar que las tasas de crecimiento varían ampliamente entre


regiones. Las poblaciones combinadas de las naciones menos desarrolladas excluyendo
China, crecen según una tasa del 2.4% anual y se duplicarán en 30 años, de no ocurrir
cambios en las tasas de fertilidad o mortandad. Argentina no se aparta de esta
tendencia. Entre los dos últimos censos (1980-1991), la población total del país creció un
1.6% y en nuestra provincia, el crecimiento superó el 3%.
Las mujeres constituyen el 51.1% de la población total. En la última década, los hogares
con jefatura femenina han aumentado a un 32%. Si bien este aumento es general e
involucra a todos los grupos sociales, en el sector de pobres estructurales el aumento
fue mayor y se concentra en el noroeste (42.8%) y noreste del país (41.8%). La crisis
tiene un efecto diferencial sobre las mujeres, sometidas a mecanismos discriminatorios
en razón de su etnia, edad o estado civil, que se plasma en dificultades en el acceso a
empleos bien remunerados y en condiciones de estabilidad, en la discriminación salarial,
segregación ocupacional, y en la falencia del acceso a servicios esenciales, como
educación y salud, especialmente a la salud reproductiva.

La elevada tasa de natalidad, influye en la estructura por edades de la población, que


puede caracterizarse como muy joven ya que el 50% tiene 20 años o menos. Esto
genera grandes demandas principalmente con relación a salud, educación y viviendas,
necesidades que no están cubiertas en la actualidad, para la población que supera los
20 años de edad. Asimismo, la proporción de la población urbana creció desde un 55%
en 1969 a un 78% en 1991 (Fig. 8)

El crecimiento de la población, conjuntamente con el menor crecimiento económico,


disminuye el ingreso per cápita que, en función de los indicadores, en Salta es menor a
la mitad del promedio nacional. Este fenómeno es común en todas las provincias del
norte argentino, con similares características demográficas y debilidades estructurales en
la economía, lo que genera elevados índices de desocupación, sub-ocupación y baja
productividad de la mano de obra, debido al bajo índice de inversión.

Desde la década del 80, se ha vuelto evidente que el crecimiento de las poblaciones, la
pobreza, la degradación ambiental y la escasez de recursos están aumentando a una
tasa alarmante, principalmente en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, aún en
estos días, grupos tradicionalistas continúan con la propuesta "el crecimiento es bueno",
lo que se aplica, según la conveniencia de determinados sectores de la sociedad, a la
población o a la economía. El crecimiento económico tanto en el país como en el
noroeste y particularmente en Salta, no aumenta al ritmo en que lo hace la población.
Las tasas de desempleo continúan aumentando y la probabilidad de revertir el proceso
es nula en un futuro próximo.

En este contexto, es pertinente señalar que la tasa a la cual una sociedad puede mejorar
el estandar de vida promedio de sus habitantes, está directamente relacionada con la
tasa de aplicación de nuevas tecnologías, e inversamente relacionada con la tasa de
crecimiento de la población. En el país y especialmente en las provincias del noroeste y
noreste, la tasa de crecimiento de la población, conjuntamente con la escasa a nula
aplicación de nuevas tecnologías, está ocasionando un valor negativo de la tasa de
mejora del estandar de vida. Dicho de otra forma, el crecimiento de la población compite
con y disminuye la tasa de mejora del estandar de vida y puede ocasionar que el
estandar promedio de vida de una región, también decline.

Cabe aquí plantear nuevamente el interrogante acerca de la percepción que tenemos del
entorno y la manera como concebimos la calidad de vida. Desde la ecología definimos la
capacidad de porte como el tamaño poblacional máximo que un ambiente o área puede
mantener sin reducir su habilidad para mantener esa población en el futuro.
Específicamente es una medida de la cantidad de recursos renovables en el ambiente,
expresada en unidades que representa el número de organismos que esos recursos
pueden mantener. La capacidad de porte es una función tanto de las características del
área como de los organismos. Una zona de mayor tamaño o más rica, tendrá una mayor
capacidad de carga o porte. Similarmente, un área particular, será capaz de mantener
una mayor población de una especie, con requerimientos energéticos relativamente
bajos que otra, con mayores requerimientos energéticos.

La capacidad de porte si bien es un concepto claro y de gran aplicación en ecología,


presenta amplias dificultades para ser estimado especialmente cuando se trata de las
poblaciones humanas, debido a las diferencias individuales sustanciales en los tipos y
cantidades de recursos que suplementan las distintas unidades de consumo. Así, la
capacidad de porte varía ampliamente con las culturas y el nivel de desarrollo
económico.

Es por lo tanto importante distinguir entre la capacidad de porte biofísica que es el


tamaño poblacional máximo que puede ser mantenido ambientalmente con las
capacidades tecnológicas existentes y capacidad de porte social, el máximo
poblacional que puede ser mantenido en diferentes sistemas socio-culturales, asociados
con distintos patrones de consumo.

Un proceso es sutentable si puede ser mantenido sin interrupción, debilitamiento o


pérdida de las cualidades valoradas. La sustentabilidad es una condición necesaria y
suficiente para que una población esté en o debajo de cualquier capacidad de porte. El
desarrollo sustentable es el que responde a las necesidades y aspiraciones del presente,
sin comprometer la habilidad de que las generaciones futuras cubran sus propias
necesidades. Una condición necesaria para que la sustentabilidad es que la población
esté en o debajo de cualquier capacidad de porte.

Requerimientos básicos de la Sustentabilidad


- eliminación de la pobreza
- distribución equitativa de los recursos
- eliminación de la discriminación de género
- capacitación
- salud
- participación
- monitoreo del impacto ambiental.

En el paradigma del Desarrollo Humano, están involucrados tres conceptos principales:


1.- el sentido de proceso en contraposición a acciones cortas y limitadas a determinados
aspectos
2.- el antropocentrismo, en el sentido de ubicar a la humanidad como centro y
destinataria del proceso (aunque existen muchas críticas desde la ética ambiental y del
ecofeminismo hacia esta postura)
3.- además de los aspectos materiales, incluye aquellos vinculados con un mayor y mejor
desarrollo de todas las potencialidades humanas.

Desarrollar lo humano significa entonces promover aquellas instancias vinculadas con la


existencia humana que se encuentran bajo el dominio de la ética: la protección de
personas autónomas y el fortalecimiento de la trama social dentro de la cual las
personas afirman sus derechos. Estamos hablando de dignidad, libertad, solidaridad y
equidad de las personas. Las Naciones Unidas lo miden en función del crecimiento
económico y su distribución, la esperanza de vida, el nivel de educación (grado de
alfabetización de los adultos y el promedio de años de escolaridad) y de la desigualdad
de género en esferas clave de la participación económica, política y de toma de
decisiones.
Cuando analizamos los informes sobre Desarrollo Humano y constatamos que el 20% de
la población mundial dispone del 80% de los recursos que actualmente se generan en la
economía mundial, aspecto que se repite también dentro de cada país y que en los
últimos 30 años:
- la participación en el ingreso del 20% más pobre de la población mundial, se redujo de
un 2.3% a un 1.4%, mientras que la del 20% más rico, aumentó del 70% al 85%,
- la proporción de gente cuyo ingreso per cápita creció al menos un 5% anual pasó de 12
a 27%, mientras que la proporción de los que experimentaron un crecimiento negativo,
se triplicó ampliamente, de 5 a 18%,
-las diferencias en el ingreso per cápita entre el mundo industrializado y el mundo en
desarrollo, se triplicaron,
no podemos dejar de preguntarnos de qué sirve un desarrollo que no estimule las
opciones de la mayoría de las personas para que logren niveles de vida cada vez más
saludables, libres y vitales, más aún si de ese desarrollo participa un reducido grupo de
la población mundial y se han profundizado las diferencias tanto entre como dentro de
los países

La capacidad de porte
Dadas las tecnologías actuales, los niveles de consumo y la organización socio-
económica, tenemos una población sustentable? No. La población actual, que supera los
6 mil millones se mantiene con el agotamiento y dispersión de lo que fue la herencia del
capital natural, incluyendo el suelo, el agua subterránea y la biodiversidad. El rápido
agotamiento de estos recursos esenciales, acoplados con la degradación a nivel mundial
de la tierra, indican que la empresa humana no solo ha excedido su actual capacidad de
porte social, sino que está reduciendo la capacidad de porte biofísica futura al agotar los
estocks naturales esenciales.
La consecuencia usual para una población animal que supere la capacidad de porte
biofísica local, es una declinación de la población, lo que se realiza a través de una
combinación de mayor mortalidad, menor natalidad y emigración a donde sea posible.
Un ejemplo clásico es que de los 29 ciervos introducidos a la isla de San Matews que se
propagaron hasta 6000, destruyeron su base de recursos y declinaron a menos de 50
individuos. ¿Podrán los seres humanos disminuir su impacto per cápita a una tasa lo
suficientemente alta para contrarrestar el incremento poblacional?
Existen dos salidas: -la gente modificará sus estilos de vida (menor consumo) y por lo
tanto reducirá su impacto. A pesar de que un cambio en los estilos de vida es
recomendable, creemos que el desarrollo de políticas para llevar el tamaño poblacional
a niveles inferiores de la capacidad de porte social, requiere definir a los seres humanos
como a los animales que existen en la actualidad. Planificar un mundo de vegetarianos
altamente cooperativos, antimaterialistas, y sensibles ecológicamente, tendrá poco valor
para corregir la situación actual.
En breve, parece prudente evaluar el problema de la sustentabilidad para gente miope y
egoista que está pobremente organizada a niveles políticos, sociales y económicos.

Optimismo tecnológico
La segunda afirmación es que los avances tecnológicos disminuirán los impactos per
cápita, reduciendo T, de manera que no serán necesarios cambios en los estilos de vida.
Esta afirmación representa un nivel de optimismo mantenido principalmente por
inconscientes: “el progreso técnico conducirá a mejoras en la eficiencia, sustituciones de
recursos, y a otras innovaciones que ahora son inimaginables”. Diferentes estimaciones
de tasas futuras de progreso técnico es el punto de gran parte de los desacuerdos entre
ecólogos y economistas con relación al estado del mundo. Sin embargo, los costos de
planificar el desarrollo bajo supuestos incorrectos son mucho mayores con
sobreestimaciones que con sub-estimaciones.
Unos pocos cálculos simples muestran porqué creemos que es imprudente confiar en las
innovaciones tecnológicas para reducir la escala de las actividades humanas futuras
para permanecer dentrpo de la capacidad de porte. Empleando el uso energético como
un surrogado imperfecto del impacto per cápita, en 1990, 1.2 mil millones de personas
ricas estaban usando un promedio de 7.5KW por persona, para un uso energético total
de 9 TW (tera watios: 1012 W). En contraste, 4.1 mil millones de personas pobres estaban
usando 1KW por persona y 4.1 TW en conjunto. El impacto ambiental total era entonces
13.1 TW.
Supongan que el crecimiento de la población humana se detuviera en 12 mil millones de
personas y que el desarrollo tenga éxito en aumentar el uso energético global per cápita
a 7.5 KW (aproximadamente 4KW por debajo del uso actual de los EEUU), luego el
impacto total sería de 90 TW. Existe cada vez más evidencia de el empleo de 13.1 TW
es demasiado grande para que sea mantenido por la tierra. No es necesaria mucha
imaginación para pensar acerca de los resultados ambientales de semejante uso
energético. Existe poca justificación para pensar en contar con milagros tecnológicos
para abastecer a los miles de millones de personas que poblarán la tierra, por lo que la
gran mayoría subsistirá (como ya se ve) con condiciones inaceptables voluntariamente.
Por otra parte, los logros tecnológicos no pueden aumentar la capacidad de porte
biofísica al infinito. Existen siempre límites. Consideremos la producción de alimentos. El
suelo puede volverse más productivo agregando nutrientes e irrigación. La producción
puede aumentarse aún más, cultivando hidropónicamente y con luz artificial. Sin
embargo, los límites biofísicos serían alcanzados por la eficiencia fotosintética máxima
posible. Las leyes de la termodinámica limitan inevitablemente la capacidad de porte
biofísica.

Referencias

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