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HISTORIA DEL MUNDO

son distintos nombres para una disciplina historiográfica de reciente creación y de


utilización no generalizada en el ámbito académico. Surge por escisión de la
historia contemporánea, inevitablemente dilatada por el paso del tiempo. Como
nueva área de conocimiento historiográfico surge por la necesidad de recuperar el
sentido del término "contemporáneo" como tiempo coetáneo al de la experiencia
vivida. La delimitación de la historia del presente o del mundo actual depende no
sólo de las vivencias de las diversas generaciones que coexisten en un momento
dado sino de la conciencia histórica y del uso público del pasado por la política, los
grupos sociales y los medios de comunicación. Los estudios sobre memoria
histórica, de gran difusión en la actualidad, están estrechamente vinculados.

Con el uso de términos explícitamente ligados al presente y lo inmediato se insiste


en la preferente aplicación preferentemente para referirse a la más reciente
actualidad, con lo que su objeto está en permanente construcción.[1] La diferencia
con el periodismo, que se ocupa también de la narracción de la actualidad
consiste en la aplicación de la metodología propia de la ciencia histórica. El
problema de la objetividad es el que más fácilmente puede afectar al historiador de
la historia inmediata o del tiempo presente;[2] aunque tampoco ocurre que para
épocas más pretéritas se consiga totalmente, a pesar de que para ellas debiera
operar la perspectiva y la lejanía de intereses que da el paso del tiempo. Eric
Hobsbawm argumenta que el historiador mantiene una relación muy personal
incluso con el periodo no vivido directamente por él, pero que ha vivido de forma
intermediada, influido por su familia u otros testimonios (lo que denomina zona de
sombra).[3] Para periodos más lejanos en el tiempo, la identificación con una
religión, una nación, una civilización o cualquier otro rasgo (que, aunque carezca
de validez para el presente, puede ser incluso adoptado por el historiador)
operaría en el mismo sentido.

Periodización

Tales etiquetas historiográficas son también utilizadas para periodizar el segmento


más actual de la Edad Contemporánea, cuya determinación no ha suscitado un
acuerdo generalizado entre los historiadores del periodo: pueden referirse al
mundo posterior a la caída del muro de Berlín (1989) y la desaparición del bloque
comunista ligado a la Unión Soviética; o al posterior a los atentados del 11-S
(véanse las secciones Edad Contemporánea#La "historia inmediata" del "mundo
actual": hacia la globalización y Edad Contemporánea#El 11-S y el mundo actual),
aunque en su origen se acuñó (por historiadores franceses como Pierre Chaunu[4]
o Jean-Pierre Azéma[5] ) para designar al mundo posterior a la Segunda Guerra
Mundial (1945). Para las historias nacionales, como por ejemplo la de España,
también se utilizan distintas fechas: 1939 (final de la Guerra Civil Española) o 1975
(muerte de Francisco Franco).

Qué fue la Edad Contemporánea


Conservando el espíritu del debate entre antiguos y modernos, la historiografía
inglesa sigue llamando Modern Times al periodo que la historiografía francesa
divide en Edad Moderna y Edad Contemporánea, separadas por la triple
Revolución (revolución liberal, revolución burguesa y revolución industrial) que
ponen fin al Antiguo Régimen y pueden concretarse en la fecha de 1789
(Revolución francesa) o en la de 1776 (Independencia de Estados Unidos) o en la
de 1808 (Guerra de la Independencia española e inicio de las Guerras de
independencia hispanoamericanas). En ese contexto, los historiadores burgueses
y nacionalistas del siglo XIX hablaban de una historia contemporánea, es decir,
cuyo tiempo compartían, al igual que Heródoto y Tucídides narraban hechos que
habían vivido o que podían reconstruir por testimonios directos (como la actual
historia oral)

El corto siglo XX

El siglo XX quedó claramente dividido en una primera mitad marcada por la crisis
de los treinta años (1914-1945, expresión de Arno Mayer[6] parafraseando el título
de un estudio de E. H. Carr prácticamente contemporáneo a los hechos[7] ), abierta
y cerrada por las dos guerras mundiales y en cuyo período de entreguerras se
desarrollaron la revolución soviética, los fascismos y la crisis de 1929; y una
segunda mitad presidida por la Guerra Fría entre los dos bloques antagónicos
liderados por los Estados Unidos y la Unión Soviética, la descolonización y el
surgimiento del tercer mundo, la revolución científico-técnica, la revolución de
1968, la crisis de 1973 y la espectacular caída del bloque comunista en la
revolución de 1989. Tal estructura justifica el encasillamiento debido a Eric
Hobsbawm de un "siglo corto" terminado en 1989 ó 1991 (caída del muro de Berlín
o desaparición de la Unión Soviética).[8]

Con ellos parece también haber caído la posición dominante del paradigma más
característico de a mediados de siglo: el materialismo histórico o sus versiones
más o menos adaptadas (notablemente las de la Escuela de Annales o y el
marxistas ingleses); que sin dejar de seguir influyendo notablemente, viene siendo
complementado por las aportaciones diferentes metodologías historiográficas, que
van desde una historia más narrativa hasta la aproximación a otras ciencias
sociales. Es de ese modo que coincide la renovación metodológica de la
historiografía con la búsqueda de claves explicativas para el siglo XXI, periodo
inaugurado con el atentado del 11 de septiembre de 2001, nuestra más radical
contemporaneidad.

El siglo XXI

Francis Fukuyama había pronosticado con el triunfo de la democracia liberal el fin


de la Historia, pero parece haber sido Samuel Huntington el que ha acertado con
su choque de civilizaciones. El siglo XXI, que había pronosticado André Malraux
(1976) que sería religioso o no sería, parece que está contemplando un auge de
los fundamentalismos.

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