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Introducción a los Libros Históricos


Introducción

El orden de los libros en la Biblia Inglesa está basado en la Septuaginta (traducción del AT al
griego). En este orden, los libros de Josué a Ester son considerados libros históricos. Estos
libros históricos se dividen en dos grupos principales:

1. La Historia Deuteronómica: Josué a Reyes (excluyendo a Rut)


2. La Historia Cronística: Crónicas, Esdras, Nehemías.

Este ordenamiento difiere del de la Biblia hebrea, que incluye la Historia Deuteronómica bajo
el título Antiguos Profetas, e incluye a Esdras, Nehemías y Crónicas en “los otros libros” de Los
Escritos. Rut y Ester son independientes de estas dos historias editadas, tanto en las
discusiones eruditas modernas como en la Biblia hebrea, en la que están incluidas en los cinco
Rollos. Dado que es mejor estudiarlas en forma separada de los demás libros históricos, la
introducción a Rut y Ester aparece aparte.

La Historia Deuteronómica se denomina así porque Deuteronomio introduce la colección.


Aunque las varias obras de esta historia originalmente fueron escritas en distintos momentos
(vea la introducción a cada libro), resulta aparente que la colección fue editada en su conjunto
poco después de 562 A.C., que es la fecha más tardía en Reyes. Este trabajo editorial abordó
una crisis de la fe entre los judaítas exiliados que vivían como esclavos del Rey Nabucodonosor
en Babilonia en ese momento. Ellos sentían que Dios había olvidado sus promesas de una
tierra eterna para Israel y un trono eterno para David y sus descendientes.
La colección posterior de Crónicas, Esdras y Nehemías fue editada como conjunto para los
Judaítas que habían sido restaurados a la tierra prometida después del exilio babilónico.
Aunque estaban nuevamente en la tierra, y el linaje de David había sobrevivido, Judá era una
más de las muchas provincias del imperio persa. Estos libros dieron esperanza y guía práctica a
la comunidad desesperanzada que había regresado.

Las dos colecciones contienen historia verídica escrita por autores inspirados, y
posteriormente finalizada por editores inspirados. Ni los autores ni los editores fabricaron
eventos, sino que citaron sus fuentes (Jos 10:13; 1 Re 11:41; 2 Re 16:19; 1ª Cro 4:22; 5:17; 2ª
Cro 9:29; Esdras 6:1,2) y siguieron un orden cronológico implacable. Al mismo tiempo, resulta
aparente que cada libro y colección fue escrita y editada para fines teológicos, y no
simplemente para conservar un registro histórico.

La Historia Deuteronómica (Josué, Jueces, Samuel y Reyes)

Unidad literaria. La vinculación de Josué con Deuteronomio es especialmente convincente. Por


ejemplo: las promesas y exhortaciones del Señor en la introducción de Josué (1:1-9) están
compuestas completamente por expresiones tomadas de los discursos de Moisés en
Deuteronomio. Josué 1:2 corresponde a Deuteronomio 10:11; Josué 1:3-5ª es una cita textual
de Deuteronomio 11:23-25; Josué 1:5b-7ª y 9 repite mayormente a Deuteronomio 31:6-8 y 23;
Josué 1:7b-8 remite a una serie de textos en Deuteronomio que identifican a ese libro como el
“Libro de la Ley”, y enfatizan la importancia de la meditación y la obediencia (Dt 5:32-33;
17:18-19; 30:10).

De la misma manera, Jueces está vinculado con Josué. Después de la introducción a Jueces
(1:2-2:5), la introducción al contenido principal (2:6-16:31) hace referencia a Josué (Jue 2:6-
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10). En Jueces, cada episodio y sección del libro emplea la repetición verbal, paralelismo
histórico y citas de Josué.
Samuel, a su vez, está vinculado a Jueces. Jueces prepara a su público para el establecimiento
de la monarquía davídica planteando el tema del liderazgo correcto, y afirmando fuertemente
que Dios eligió a Judá, y no a Benjamín, para liderar a su nación. Samuel registra el fracaso del
reinado benjamita con Saúl, y el establecimiento exitoso de la monarquía Judaíta bajo David.
Incluso el refrán en Jueces: “en esos días Israel no tenía rey”, se podría aplicar a los capítulos
tempranos de 1 Samuel antes del reinado de Saúl. Por último, el hecho que se resume la
historia de los jueces en Samuel (1 Sam 12:9-11) parece ser un resumen hecho por el editor
(Jue 2:6-19).

Reyes está tan estrechamente relacionado con Samuel que algunos eruditos ven una fuente
común desde 2 Samuel 9-20 hasta 1 Reyes 2. En esos capítulos se observa una narrativa que
habla, entre otras cosas, de la sucesión al trono de David, comenzando con el nacimiento de
Salomón y alcanzando el clímax con su coronación.

Unidad temática. Para contrarrestar la crisis de fe de los exiliados, varios de los temas
enfatizados en Deuteronomio figuran a lo largo del resto de la Historia Deuteronómica.

En primer lugar, Deuteronomio establece un fundamento firme para el oficio de profeta y


provee la prueba de un verdadero profeta: que sus palabras se materialicen (Dt 18:14-22). El
oficio de profeta queda instituido en 1 Samuel 9. Como se observó antes, la tradición judía
estaba tan impresionada con el rol importante desempeñado por los profetas en la Historia
Deuteronómica que lo denominaron Profetas Antiguos. Aparte de esto, hay muchos elementos
proféticos específicos que vinculan los libros de esta historia. Por ejemplo, la profecía de Josué
de que aquel que se propusiera reconstruir Jericó perdería a su primogénito (Jos 6:26) se
cumple en 1 Reyes 16:34. Salomón interpreta su reinado y su construcción del templo (1 Re
8:20) como cumplimiento de la promesa de Dios a David (2Sa 7:12-13). Reyes reasegura a los
exiliados de la veracidad de la palabra profética de que Dios le daría a su pueblo una tierra y un
trono eternos.

En segundo lugar, el concepto de “pacto”, tan importante en Deuteronomio, informa a toda


esta historia. Por el lado de lo divino, el enfoque está en la promesa. Dios juró a los patriarcas y
a sus descendientes que él sería su Dios y que nunca los abandonaría (Dt 4:31; 29: 12-13; Jos
1:6, Jue 2:1; 2 Re 13:23). Por medio de este amor inescrutable, Dios eligió a los israelitas y se
obligó a darles la tierra que les había prometido a sus padres. Esa promesa, que se repite unas
30 veces en Deuteronomio (ej: Deut 1:8; 34:4), es recordada a lo largo de la historia (ej: Jos
1:2; 24:13; Jue 1:2; 1 Re 4:21, 8:34). Desde el punto de vista humano, el enfoque está puesto
en la confianza y la obediencia. Esta historia repite una y otra vez que la posesión de la tierra
depende de la fidelidad pactual de Israel. Las promesas del Señor, y las obligaciones de Israel
aparecen en los sermones de sus héroes, como Moisés (Dt 1-4; 5-11,27-28), Josué (Jos 24:1-
17), Samuel (1ª Sam 12) y David (1 Reyes ..). El Señor anunció claramente las condiciones a
Salomón en relación al reino (1ª Re 9:1-9). Las obligaciones de Israel están concentradas en los
primeros dos de los diez mandamientos: no alabarás a ningún otro que el Señor tu Dios, y no
harás ídolos extraños. En lenguaje de esta historia, la nación debe “amar”, “servir” y
“mantenerse fiel” al Señor, “caminar delante de él”, “seguirlo a él”, y “no olvidarse de él” (Dt
6:5; Jos 1:7-8; 24:4-15; Jue 2:6-10; 1ª Sam 12:20,24; 1ª Re 2:4; 3:6; 11:4-5). El mandamiento
fundamentalmente es cuestión de fe, y no de estricta obediencia a un código externo. Por
ejemplo, los mandamientos específicos, como el requerimiento de adorar únicamente en
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Jerusalén, no tenían una finalidad legalista burocrática, sino que impedía la tentación de caer
en idolatría. Esta historia no está enfocada tanto en mandamientos individuales, sino en la
lealtad a Dios. El incumplimiento de mandamientos específicos es sintomático de un problema
más penetrante: falta de lealtad a Dios. La elección por Dios de Israel, y sus acciones
salvadoras hacia su pueblo elegido, constituyeron la relación. La confianza en el Señor surgía
del lazo que Dios ya había establecido. Josué 1 exhibe la conexión. El Señor se había
comprometido con los israelitas, y la tierra era de ellos para que la tomen para sí. Ellos sólo
debían confiar (Jos 1:1-9). Por otro lado, si ellos desconfiaban y desobedecían el mandamiento
de amar a Dios y apartarse de otros dioses, los culpables serían juzgados (Dt 28; Jos 24:19-20;
Jue 2:10-15; 1 Sam 12:5-15; 2ª Re 17:7-20). El asunto clave presentado por los exiliados en
Babilonia está articulado en Deuteronomio 29:24 y 1 Reyes 9:8: “¿Por qué el Señor ha hecho
una cosa así a esta tierra y a este templo?” Esta historia responde claramente: “Dios no falló;
Israel falló.” No obstante, las promesas de Dios son eternas (Dt 30:1-9; Jue 2:1; 1 Sa 12:22, 2ª
Sam 7:16).

En tercer lugar, Deuteronomio también establece una base firme para el reinado y su
regulación (Dt 17:14-20). El Dios misericordioso y fiel de Israel en una fuente infinita de
bendición, aun cuando el pueblo ha sido infiel (Dt 9:4-6). A pesar del pecado de Israel, el Dios
compasivo toma nuevas iniciativas y provee líderes en tiempos de crisis: Josué, los jueces, Saúl
y, por último, la casa de David. Al igual que todos los pactos con Israel, su pacto con la casa de
David avanza el reino de Dios, pero presenta condiciones que regulan la participación en ese
reino. Dios seguirá levantando un “hijo” en la casa de David, pero disciplinará a los infieles (2
Sam 7:14-16). La historia termina con el pecaminoso Rey Joacim en el exilio; no obstante, es
elevado a un lugar de honor más alto que aquel de otros reyes cautivos en Babilonia. Este
destello de esperanza no se apagará, sino que brillará con más intensidad hasta la llegada del
hijo más grande de David, el verdadero Hijo de Dios, Jesucristo.
Por último, el tema del arrepentimiento en esta historia descansa sobre las promesas eternas
de Dios (Dt 4:29-31; Jos 7; Jue 2:18; 2ª Sam 12:13, 1ª Rey 8:46-51). La esperanza de exención
del juicio divino, e incluso el restablecimiento de las bendiciones de Dios una vez producido el
juicio del exilio, está ligado al arrepentimiento (Dt 30:1-19; 1ª Re 8:58). Por ello, Juan el
Bautista y Jesús vinieron ofreciendo el reino de Dios a todos aquellos que se arrepintieran (Mat
3:2; 4:17; Marcos 1:15).

La Historia Cronística (Crónicas, Esdras y Nehemías)

Tal como se observa en la introducción a Esdras, originalmente Esdras-Nehemías era un solo


libro. Crónicas y Esdras-Nehemías están conectados como un cuerpo literario mediante la
introducción del segundo con la conclusión del primero (2 Cro 36:22-23, Esdras 1:1-3).
Además, las dos obras comparten muchos de los mismos intereses e ideología religiosa. Por
ejemplo: describen en formas paralelas la preparación para construir el primer y segundo
templo (1 Cro 22:2,4,15, 2 Cro 2:9,15-16; Esdras 3:7); los dos templos están dotados de los
jefes de casas ancestrales (1 Cro 26:26; Esdras 2:68); los dos muestran gran interés en
utensilios sagrados (1 Cro 28:13-19; 2 Cro 5:1; Esdras 1:7; 7:19, 8:25-30, 33-34); y ambos
presentan el orden de los sacrificios (2 Cro 2:4; 8:13, Esdras 3:4-6) y la enumeración de
materiales sacrificiales (1 Cro 29:21; 2 Cro 29:21, 32; Esdras 6:9,17; 7:17-22, 8:35-36) en
formas casi idénticas. Así como la Historia Deuteronómica comprende libros diferenciados
editados en una historia común, esta historia post-exílica ha sido compuesta mediante la
vinculación de obras disímiles entre sí.
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Este último grupo de obras cubre un terreno bastante similar al de la Historia Deuteronómica,
pero continúa más allá del punto en el que concluye la primera obra, incluyendo la
constitución de Israel después del exilio. Mientras el primer grupo se basa principalmente en
Deuteronomio, esta historia está basada en todo el Pentateuco, trazando su historia hasta
Adán. No obstante, se centra en la historia de Israel desde el período del Primer Templo hasta
el Segundo, anticipando el segundo templo en los versículos finales de Crónicas, narrado por
completo en Esdras 1-6.

Crónicas, Esdras y Nehemías fueron escritos para alentar a los desalentados Judaítas después
del exilio. Estos libros recordaban al pueblo sobre su herencia gloriosa en la dinastía davídica y
el templo. La historia enseñó a las generaciones que regresaban que debían guardar el pacto y
arrepentirse de sus pecados (2 Cro 7:14). No obstante, no se centró en el fracaso, sino que
presentó la grandeza de la dinastía de David y la gloria del templo. David aparece como el
fundador de la adoración de Israel, y se destacan a aquellos reyes que restauraron la liturgia de
Israel después de períodos oscuros de desorden y negligencia para darles especial atención:
Ezequías después de Acaz, y Josías después de Manasés y Amón, sirven como modelos para los
Judaítas que sobrevivieron el oscuro caos del exilio babilónico. Después de estos énfasis, el
Nuevo Testamento presenta a Jesús como el heredero perfecto y de pleno derecho del pacto
de David (Mateo 1:1; 22:42, Lucas 1: 31-33) y aquél en quien se cumple el templo (Juan 2:19-
22; Apoc 21:22).
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JOSUÉ

Introducción

Descripción general

Autor: desconocido

Propósito: presentar los cumplimientos de las promesas de Dios en tiempos de Josué y enseñar
a las generaciones futuras en Israel cómo servir al Señor – en batalla, en la distribución de la
tierra prometida entre las tribus, y en la renovación de su pacto con el Señor.

Fecha: c. 1000-561 A.C.

Verdades Clave:

- A través de Josué, Dios bendijo a Israel con muchas victorias en la tierra prometida,
pero aun restaban muchas batallas por librar.
- A través de Josué, Dios distribuyó la tierra de la manera que debía mantenerse en el
futuro.
- La renovación del pacto que tuvo lugar en tiempos de Josué provee un modelo para
renovación en generaciones futuras.

Autor

Se desconoce quién es el autor del libro de Josué, y cualquier intento de asociarlo con un
período de tiempo particular depende de la interpretación de ciertas pistas dentro del libro.
Las teorías van desde el punto de vista de que el libro fue compuesto mayormente por el
mismo Josué (que es la tradición del Talmud), hasta la hipótesis de que fue escrito por alguien
en una etapa tardía del período post-exilio. Es probable que su forma final haya sido el
resultado de uno o más compiladores que trabajaban con una versión más temprana del libro,
pero es difícil y no tiene sentido separar estos estratos. Vea la “Introducción a los Libros
Históricos”.

Momento y lugar en que fue escrito

No es claro en qué momento fue compuesto el libro de Josué. Hay comentarios dentro del
libro, como por ejemplo la mención de que algo es cierto “hasta este día”, que sugieren que
muchas de sus fuentes provienen de un momento histórico entre la muerte de Josué (24:29-
31) y los tiempos de Samuel (c. 1050 A.C.). Ya que Sidón se seguía considerando como la
principal ciudad fenicia (11:8, 19:28), algunos creen que el libro no es posterior a 1200 A.C.
Después de esa fecha, Tiro predominó. Jerusalén aún no había sido conquistada por los
israelitas (15:63), una hazaña que sería completada por David (2ª Sam 5:6-19), y Gezer aún no
estaba bajo el dominio de Salomón (16:19, 1 Rey 9:16). La mención de Rahab en 6:25 podría
referirse a sus descendientes, y una tradición hebrea confiable interpreta a 5:1 como “ellos”,
no “nosotros”. El “nosotros” en 5:6 puede haber sido usado por una generación posterior a
modo de solidarizarse con la generación que había entrado en la tierra.

Varios pasajes indican que la composición final ocurrió después de tiempos de Josué. Se
proveen equivalentes actualizados para nombres de lugares más antiguos (15:9,49,54), y
varios eventos registrados en el libro probablemente hayan ocurrido después de la muerte de
Josué, como la conquista de Hebrón por Caleb (15:13; Jue 1:8-10); la victoria de Otoniel sobre
Debir (15:15-17; Jue 1:11-13), y la migración de los danitas hacia el norte (19:47; Jue 18:27-29).
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También es posible que 11:21 haga una distinción entre Judá e Israel de maneras que sólo
hubieran sido apropiadas después de la división nacional en el reino del norte y el del sur. El
último capítulo incluye a los ancianos que sobrevivieron a Josué (24:31). Por ende, podemos
concluir que el libro llegó a su forma final no antes de aproximadamente una generación
después de Josué. De hecho, la preponderancia que se le da a la tribu de Judá posiblemente
indique que ya se había establecido el trono davídico (c. 1000 A.C.) en el momento de la
composición final del libro. Si esta orientación más temprana es correcta, podemos suponer
que el libro fue compilado en la tierra prometida para alentar a la nación a continuar la obra
que Josué había comenzado.

La fecha más tardía probable queda establecida por 1 Reyes 16:34, que alude a la maldición de
Josué (6:26). Es posible determinar con certeza la fecha del libro de Reyes (ver “Introducción a
Reyes”) entre la liberación de Jeconías (Joaquím) (561 A.C.) y el edicto de Ciro (538 A.C.). Si se
le asignara una fecha tan tardía al libro de Josué, fue compilado durante el exilio babilónico
para alentar a los exiliados a completar la obra de Josué después de su regreso a la tierra.

Surgen varias dificultades cuando se intenta relacionar datos arqueológicos al registro bíblico
de la conquista de Josué. Además de las disputas en cuanto a la ubicación de sitios específicos,
la pregunta más grande de la fecha de la conquista de Josué ha sido problemática.

Entre los intérpretes que apoyan la veracidad de la presentación bíblica, algunos han argüido
en años recientes que los datos arqueológicos (como la destrucción de ciudades cananeas y
patrones de ocupación) indican una invasión israelita violenta y exitosa de Caná cerca de 1250
A.C. Otros arguyen que existe evidencia arqueológica (como la de Jericó) que sustenta el punto
de vista más tradicional de que la conquista ocurrió antes, cerca de 1400 A.C. Este punto de
vista coincide más de cerca con otros pasajes (ej: Ex 12:40; Jue 11:26, 1 Re 6:1). No obstante,
sigue habiendo dificultades debido a incertidumbres en cuanto a la identificación de sitios
antiguos, disputas en cuanto a la fecha exacta de datos arqueológicos, y desacuerdo en cuanto
a la interpretación de referencias cronológicas bíblicas.

Público original

Vea “Momento y lugar en que fue escrito”.

Propósito y rasgos distintivos

Los ancianos debían continuar con el servicio de gratitud al Señor por las promesas divinas
cumplidas. El libro es un testimonio de la fidelidad de Dios con sus promesas, al relatar el
ingreso exitoso de los israelitas a la tierra (2:1-6:12), el desalojo de sus habitantes (5:13-12:24),
la asignación del territorio a las 12 tribus (caps 13-21), y la renovación del pacto entre el Señor
e Israel (caps 22-24).

El libro de Josué indica que muchas de las promesas de Dios restaban por cumplirse (ej: 13:1;
23:5; Ge 13:5) y que existía la posibilidad real de perder la tierra por causa de desobediencia
(ej: 23:12-13, 15-16). Esto implicaba para los lectores originales que aún quedaba mucho por
hacer. Como resultado, ellos debían imitar la obediencia de Josué e Israel y rechazar la
desobediencia reflejada en los fracasos registrados en el libro.

El libro de Josué debe ser entendido en relación al Pentateuco. Dios le hizo una promesa
maravillosa a Abraham, liberó a su pueblo de Egipto y lo guio hasta el Monte Sinaí, y lo bendijo
a lo largo de su viaje a través del desierto. Dado que la primera generación del éxodo violó
flagrantemente el pacto con el Señor, cuando el Pentateuco termina, el pueblo aún no había
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ingresado a la tierra prometida. La gran esperanza de tomar posesión de Caná restaba por
cumplirse. El libro de Josué lleva esa promesa a su cumplimiento.
También se debe entender al libro de Josué en relación a lo que le sigue, es decir: la historia de
Israel en la tierra prometida, que está registrada en Jueces, Samuel y Reyes. La historia es
trágica en lo que concierne a Israel. La nación no siguió al Señor de todo corazón y fue
destruida casi en su totalidad por el juicio de Dios, tras sucesivos ataques de los asirios en el
siglo ocho A.C. (2 Re 17), y de los babilónicos en el siglo seis A.C. (2 Re 25). El libro de Josué
comienza esta historia con el relato de las ricas bendiciones y promesas divinas de Dios.

Cristo en Josué

El libro de Josué señala a Cristo de muchas maneras diferentes. Así como la primera porción
del libro presenta a Josué como un guerrero que lidera la conquista de Caná, el Nuevo
Testamento habla de Cristo como el gran Guerrero que lidera a su pueblo para que tome
posesión del nuevo cielo y la nueva tierra. Aquello que Josué tan solo inició, Cristo completó a
través de su derrota del diablo en su primera venida (Ef 4:8-9; Col 2:15; Heb 2:14-15), y sigue
cumpliendo a través de la guerra espiritual sagrada que la iglesia está librando en la actualidad
(Hechos 15:15-17; Ef 6:10-18), y culminará en última instancia con su segunda venida (Apoc
19:11-21; 21:1-5).

Así como la segunda porción del libro se enfoca en la asignación de la herencia de Israel a cada
tribu conforme al designio de Dios, el Nuevo testamento explica que Cristo entrega la herencia
a su pueblo. A través de su resurrección y ascensión, Cristo recibió muchas bendiciones de Dios
que distribuye a su pueblo a través de los dones del Espíritu (Ef 4:4-13). De este modo, el
Espíritu es el depósito que garantiza nuestra herencia por venir (Ef 1:13-14). Cuando Cristo
regrese en gloria, le concederá a su pueblo su herencia plena y eterna, que consiste en reinar
con él por la eternidad sobre el nuevo cielo y la nueva tierra (Apoc 5:10; 22:5).

Así como la tercera porción del libro se enfoca en la necesidad de una vida fiel al pacto, el
Nuevo Testamento enseña que Cristo cumplió todas las obligaciones del pacto para aquellos
que confían en él, para que se conviertan en la justicia de Dios (2 Co 5:21). El cumplió en total
perfección toda la ley sagrada de Dios, y su justicia es imputada a aquellos que creen (Ro 3:21-
24, 4:3-13; Gal 2:16). Al mismo tiempo, sin embargo, la vida en el pacto con Dios sigue siendo
un tiempo de prueba, ya que probamos la fe que profesamos al conformar nuestras vidas a los
requerimientos del pacto de Dios con nosotros (Mat 24:12-14; Fil 2:12-13; Heb 3:14; 10:15-39;
Apoc 2:7,11,17,26,28, 3:21).
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JUECES

Descripción general

Autor: desconocido

Propósito: establecer la necesidad de Israel de un rey devoto del linaje de David.

Fecha: c. 1000-538 A.C.

Verdades clave:

- Las tribus de Israel no lograron completar la conquista de la tierra prometida y


sufrieron por causa de este fracaso.
- Dios proveyó jueces, logrando como mucho traer bendiciones temporalmente al
pueblo de Dios.
- La provisión por Dios de los levitas también fracasó como liderazgo eficaz para el
pueblo de Dios.
- El pueblo de Dios necesita un rey devoto que los dirija - de la tribu de Judá, no la de
Benjamín.

Autor

No se sabe quién fue el autor del libro de Jueces. Los intentos por identificar su era surgen de
las pistas en el libro. Las opiniones van desde el punto de vista de que el libro fue compuesto
por Samuel, a la hipótesis de que fue escrito en un punto tardío de la etapa post exilio. Es
posible que su forma final haya sido la obra de uno o más compiladores que completaron una
versión más temprana del libro. Vea la “Introducción a los Libros Históricos”.

Lugar y Momento en que fue escrito

Hay mucha evidencia en Jueces que sugiere que fue escrito originalmente por alguien que vivió
y escribió en Judá durante el período temprano del reinado de David en Hebrón. El favor
mostrado hacia Judá, y la caracterización negativa de la tribu de Benjamín que permean este
libro (ver “Propósito y Rasgos Característicos”) son propios del período en que persistía un
debate en cuanto a si gobernaría la casa de David o la casa de Saúl. Esta tensión existió
especialmente cuando David era rey en Hebrón, y el hijo de Saúl, Isbaal (o Isboset), reinaba en
el norte.

No obstante, hay algunos indicios de que el libro puede haber tomado su forma definitiva en
un momento posterior. La atención a falsa adoración en la tribu de Dan (18:30) refleja
intereses típicos del momento posterior al establecimiento por Jeroboam II de su falsa
adoración en el reino del norte (c. 930 A.C.). Algunos intérpretes también han sugerido que
“hasta el cautiverio de la tierra” (18:30) hace referencia al cautiverio del reino del norte en 722
A.C. Aunque podría hacer referencia a derrotas en batallas anteriores, no se puede descartar
del todo esta posibilidad. El patrón de la narrativa del nacimiento de Samuel después de la
descripción del nacimiento de Sansón en 13:2 sugiere fuertemente que al menos una forma
preliminar del libro de los Jueces había sido completada para el momento en que se
escribieron 1ª y 2ª Samuel.

Público Original

Ver “Lugar y Momento en que fue escrito”.


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Propósito y rasgos característicos

El libro recibe su nombre de los 12 personajes que Dios erigió antes del tiempo de Samuel para
liberar a Israel de diversos opresores. Ellos recibieron el título de “juez” en 2:11-19. Aparte de
esta introducción, se llamó a los jueces “libertadores”, no “jueces”. La palabra hebrea shaphat,
“juzgar”, también se traduce como “liderar” (ver 10:2-3; 12:7-8,11,13; 15:20; 16:31). La tarea
de estos libertadores era militar (2:16-19; 3:7-16:31) antes bien que judicial (Dt 17:8-13). Sólo
se menciona que Débora tuvo una función explícitamente judicial (4:5).

Los eventos narrados en el libro abarcan el período de aproximadamente 350 años desde la
conquista de Caná (c. 1400 A.C.) hasta justo antes de la época de Samuel, quien ungió la
cabeza del primer rey de Israel (c. 1050 A.C.). El primer juez, Otoniel, perteneció a la
generación después de Josué, y Sansón, el último juez, fue relativamente contemporáneo de
Samuel. Durante este período los israelitas estaban oprimidos por enemigos internos (los
cananeos) y externos (los arameos, moabitas, madianitas, amonitas, amalequitas, y filisteos).

En términos generales, el autor de Jueces evaluó los eventos de este período de la historia de
Israel usando las preocupaciones teológicas de Deuteronomio. Una y otra vez, se identifican
las violaciones del pacto resaltadas en Deuteronomio, y los juicios del pacto correspondientes
que fueron emitidos (ver 2:1-5; 6:7-10; 8:27; 9:56; 10;11-13; 21:25; “Introducción a los Libros
históricos”).
Sin embargo, el libro de los Jueces más específicamente estableció la importancia del reinado
davídico devoto. Este punto de vista fue promovido en el libro de numerosas maneras. (1) El
autor señala que en el pasado el pueblo de Dios había pecado por causa del fracaso de los
líderes que les habían sido designados. El autor registra que los padres (2:6-10; 6:11-32, en
especial versículos 13, 22-25), sacerdotes (cap. 17), jueces (4:9; 8:27; 11:39; 14:3), y el primer
rey de Israel (8:33; 9:57) no habían dirigido al pueblo de Dios en la fiel observación de la ley de
Dios. En su punto de vista, sólo un rey cumplidor del pacto, proveniente de la tribu de Judá,
sería capaz de dirigir al pueblo hacia la obediencia del pacto y las bendiciones correlativas,
impidiendo así más opresión. (2) Los principales desafíos afrontados por el pueblo de Israel en
el libro de los Jueces en función del cumplimiento del pacto eran recordar los actos salvadores
de Dios (2:10; 6:13), y abstenerse de la adoración de dioses falsos. Al igual que en
Deuteronomio, la búsqueda de otros dioses era el pecado sinónimo de desobediencia del
pacto (2:11-12; 3:7,12; 8:33; 10:6,10; Dt 4:23). Los ciclos repetidos con refranes reiterados de:
“los israelitas hicieron lo que ofende al Señor” (3:7,12; 4:1), y “cada uno hacía lo que le parecía
mejor” (17:6; 21:25; también Dt 12:8; 31:16-17) sirvieron como advertencia a los israelitas en
la etapa temprana del reinado de David en función de lo que padecerían si no elegían un rey
que observaba el pacto. (3) Aunque el libro de Jueces nunca se menciona el nombre de David,
confronta constante e intencionalmente a Judá y Benjamín, probablemente en un tiempo en
que había un debate caliente en relación a cuál de las tribus generaría el rey de Israel. El autor
de Jueces afirmaba el liderazgo de Judá (1:1-2; 1:3-20) y rechazaba cualquier apoyo de un
liderazgo proveniente de la tribu de Benjamín.

Cristo en Jueces

El énfasis del libro de los Jueces en la necesidad de un reinado justo del linaje de David señala
el rol que Jesucristo cumpliría posteriormente como rey. Jesús era de la familia de David y el
heredero por derecho del trono de David (Mateo 1: 1-17; Lucas 3:1-37), y fue hijo singular de
David por el hecho de haber guardado perfectamente la ley de Dios en todo momento (Mateo
5:17). Como resultado, Dios resucitó a Cristo de entre los muertos, lo sentó en su trono
10

celestial (1ª Cor 15:25), y estableció el reino que jamás terminará (Isa 9:6-9). Aunque Cristo ya
es rey, todos lo reconocerán como tal cuando él regrese envuelto en gloria y reine sobre el
nuevo cielo y la nueva tierra (Apoc 22:1-3). El éxito del reinado de Jesús aparece en fuerte
contraste con el liderazgo fallido que otros han provisto para el pueblo de Dios. Como los
jueces y levitas de Israel, los líderes pecadores no pueden satisfacer la necesidad de un rey
perfectamente justo. Sólo Cristo puede satisfacer esta necesidad.
11

RUT

Introducción

Descripción general

Autor: Desconocido

Propósito: demostrar la legitimidad del reinado de David a pesar de tener una antepasada
moabita: Rut.

Fecha: c. 1000 A.C.

Verdades clave:

- A veces, la providencia de Dios es dura, pero a la larga él obra para bendición de su


pueblo.
- El amor y la devoción familiar guiadas por la ley de Dios traen gozo y felicidad.
- La familia de David fue el linaje real, honorable elegido por Dios.

Autor

Se desconoce quién es el autor del libro de Rut – que lleva el nombre de su protagonista
principal. La tradición rabínica sostiene que el profeta Samuel escribió Rut, al igual que Jueces
y 1ª y 2ª Samuel. No obstante, hay poca evidencia que respalde este punto de vista.

Lugar y momento en que fue escrito


El libro de Rut relata eventos que ocurrieron durante el período de los jueces, pero la
explicación de una costumbre olvidada en 4:7 indica que el libro fue escrito bastante más
tarde. Las dos referencias a David (4:17,22) señalan un momento histórico después del inicio
de su reinado como la fecha más temprana posible para su composición final.

Es más difícil establecer la fecha más tardía posible de su compleción. Algunos intérpretes
señalan evidencia lingüística que indicaría una fecha post exilio (después de 500 A.C.), pero
esta evidencia ha sido disputada fuertemente. Es probable que la genealogía de 4:18-22 se
haya extendido para incluir al rey que gobernaba en el momento de la composición del libro,
es decir, David. Por este motivo, se podría concluir que Rut fue escrito durante el reinado de
David.

Propósito y rasgos característicos

Varios intérpretes han propuesto diferentes temas centrales para el libro. Entre otros
propósitos posibles, Rut ha sido considerado como una explicación de que: (1) un prosélito
(converso) (incluso un moabita) es capaz de ser fiel al Señor y ganarse la plena aceptación en
Israel; (2) las cualidades de lealtad y fidelidad pactual ejemplificadas por un extranjero podían
servir de modelo de la respuesta de Israel al Señor; y (3) el Señor como Redentor redimiría y
restauraría la familia exiliada de Israel a su tierra.

Todas estas propuestas reflejan algunos de los temas principales del libro. Sin embargo, a la luz
de la referencia a David en 4:17 y la referencia genealógica a él (4:18-22), el objetivo principal
parece ser apoyar a David como rey. Se establece la legitimidad de David y de su casa a pesar
de la presencia de moabitas en su linaje. La ley de Moisés insistía que el rey de Israel debía
provenir de “entre nuestros propios hermanos” (Dt 17:15), y Moisés había advertido sobre las
mujeres moabitas (Num 25:1; 31:13-18). Para abordar estos problemas potenciales con el
12

linaje de David, el libro describe a Rut como una mujer de carácter noble y una conversa real al
judaísmo (1:16), que ingresó a Israel por la providencia del Señor (1: 1-7) y la práctica legal del
matrimonio levirato (3:1-8). Además, Dios dio su aprobación de Rut al darle su bendición (4:13-
17).

La narrativa contiene enigmas que han fascinado a los intérpretes, y se pueden dividir en las
siguientes categorías: (1) asuntos referidos al propósito que están vinculados a dificultades en
la determinación de fechas y origen; (2) la inhabilidad de comprender el trasfondo de varias
costumbres legales, en particular la relación entre el matrimonio levirato (Dt 25:5-10) y las
responsabilidades de redención de los parientes (Lev 25), y cómo se practicaba cada una en
Israel (ver Ge 38; Num 27:36; Jer 32); y (3) dificultades internas, como la relación entre 4:12 y
17 y la genealogía en 4:18-22. Cada uno de estos temas es abordado con una abundante
literatura, aunque de momentos sin mostrar concordancia. Un fenómeno sorprendente de la
investigación bíblica es que este tipo de debate importante y a veces divisorio no perjudica el
impacto poderoso de este relato sencillo sobre cada nueva generación que lo lee.

El libro de Rut se puede describir como un cuento corto unificado. Comprende la historia en sí
y una genealogía adjuntada que vincula la historia con la casa de David (4:18-22). Las cinco
partes de la trama principal forman una simetría intencional y evidente. La “amargura y el
vacío de Naomi” (1:1-22) son contrarrestadas por “la bendición de Naomi” (4:13-17). “Rut
descubre a su pariente-redentor” (2:1-23) es contrarrestado por “Booz se convierte en el
redentor de Rut” (4:1-12). El meollo de la historia es: “Booz le promete a Rut un pariente-
redentor” (3:1-18). Dentro de cada segmento aparecen muchas otras estructuras. Ver la
Introducción: Descripción general.

A pesar de que es claramente un importante documento histórico de su período, la narrativa


de Rut contiene una dramática intensidad y movimiento, combinada con el mejor arte del
cuentista hebreo. A medida que avanza rápidamente por las diversas etapas, cada sección
contiene elementos de ironía y suspenso que aportan a la sinfonía del cumplimiento
providencial divino. Aunque sólo se hace mención específica de la participación del Señor en
dos oportunidades (1:6; 4:13), no queda duda de su presencia en la inspiración del regreso de
Naomi, la fidelidad pactual de Rut y la justa observación de la ley por Booz.

Cristo en Rut

Cristo es revelado en el libro de Rut principalmente en la manera en que el libro da testimonio


de la legitimidad de la realeza de David. En primer lugar, al legitimar a David, este libro legitima
a Cristo como el gran Mesías. Jesús adquirió el trono de Israel por ser el hijo perfectamente fiel
de David (Marcos 10:47-48; Hechos 2:22-36; Ro 1:2-4). Dado que los autores de los evangelios
Mateo y Lucas estaban profundamente interesados en la genealogía de Jesús (Mateo 1:1-17;
Lucas 3:23-38), los seguidores de Jesús pueden tener la certeza del alegato del Nuevo
Testamento de que Jesús es el Mesías. Jesús inauguró el reino de David en su ministerio
terrenal; ahora él reina sobre ese reino y lo extiende, y un día el regresará para traer dominio
mundial a la casa de David (Am 9:11; Hechos 15:14-19).

En segundo lugar, el interés demostrado en el libro por incluir a Rut, una mujer gentil, anticipa
la expansión del reino de Dios a los gentiles en el período del Nuevo Testamento. Dado que
Rut demostró tener la fe de Abraham al dejar su tierra y sus parientes para viajar bajo el
cuidado de Dios a una tierra extraña, ella halló la bendición prometida a todas las naciones a
través de la semilla de Abraham (Ge 12:3). Al convertirse Rut en una con Israel, ahora los
13

judíos y los gentiles han sido reconciliados ante Dios en un solo cuerpo por medio de su unión
con Cristo (Efesios 2:16; 3:6).
En tercer lugar, el retrato ideal de Booz, el pariente redentor de Rut, provee sustento a la
declaración del Nuevo Testamento de que la iglesia es la novia de Cristo (Efesios 5:25-27; Apoc
19:1-8; 22:17). Booz mostró amor abnegado y ardiente por dos viudas necesitadas, Rut y
Naomi. Esta caracterización de Booz ofrece un vistazo del amor abnegado y ardiente de Jesús
por la iglesia, su esposa.
14

1 SAMUEL

Introducción

Descripción general

Autor: desconocido

Propósito: explicar que la dinastía de David permanecía como la esperanza futura de Israel a
pesar de las maldiciones que David y su casa habían traído a la nación.

Fecha: 930-538 A.C.

Verdades clave:

- Dios quería que su pueblo tuviera el rey que él elegiría.


- Dios preparó cuidadosamente el camino para el rey de su elección.
- Dios eligió la casa de David como familia real para siempre.
- A pesar de la debilidad del reino de David, la esperanza para el pueblo de Dios
permanecía en su familia.

Autor

Originalmente, los libros de Samuel eran una sola obra que posteriormente fue dividida en
dos. Este libro no ofrece ninguna guía clara en cuanto a su autor. Es probable que el uso del
nombre de Samuel refleje su rol en los primeros capítulos del libro. Se lo describe como un
hombre viejo en 1 Samuel 8:1, y ya muerto en 1 Samuel 25:1, lo que habría sucedido mucho
antes de los eventos que transcurren en 1 y 2 Samuel. No obstante, 1 Crónicas 29:29 menciona
a Samuel y a sus sucesores proféticos Natán y Gad en relación a ciertas fuentes escritas,
algunas de las cuales podrían haber sido incluidas en esta historia escrita de cómo tomó forma
Israel.

Lugar y momento en que fue escrito

El libro de Samuel ofrece varias pistas en cuanto a la fecha de su composición final. El autor
usó varias fuentes proféticas y reales para su historia. Sin embargo, la fecha probable más
temprana para el libro está indicada por el hecho de que hace referencia a “las últimas
palabras de David” (2 Samuel 23:1), es decir: las palabras oficiales finales de David antes de
morir. Además, 1 Samuel 27:6 menciona que Siclag permanecía bajo el control de “los reyes de
Judá”, lo que probablemente reconoce la división de Judá e Israel en 930 A.C. De ser así, el
libro habría sido escrito después de la división de la nación a raíz de los fracasos de David y su
casa. Si Samuel fue escrito en ese momento, el libro afirmaba la esperanza en el linaje de David
a pesar de los problemas de la monarquía dividida.4

La fecha más tardía probable de la composición final del libro es el regreso del exilio en 538
A.C. El autor de Crónicas usó Samuel como una de sus fuentes más importantes (vea la
“Introducción a 1 Crónicas: Autor”). Además, el libro de Reyes parece retomar la historia del
trono de Israel donde Samuel la dejó (ver 2 Samuel 23:1-7; 1 Reyes 1:1), y 1 Reyes 2:27 hace
referencia al cumplimiento de 1 Samuel 2:27-36. Por ello, es probable que Samuel haya sido
escrito antes que Reyes, que data de entre 561 y 538 A.C. (vea “Introducción a 1 Reyes: Lugar y
momento en que fue escrito”). Si Samuel fue escrito en este momento, el libro declaró
esperanza en el linaje de David a pesar del exilio, que fue mayormente provocado por la
desobediencia de los hijos reales de David.
15

Es imposible establecer fechas exactas para muchos de los acontecimientos descritos en 1 y 2


Samuel. Hay consenso amplio de que David había consolidado su reinado sobre las tribus poco
antes del 1000 A.C. (Juda c. 1010 A.C. e Israel c. 1003 A.C.). David vivió entre c. 1040 y c. 970
A.C.

Propósito y rasgos característicos

El título del libro ha variado con el paso de los siglos. La Septuaginta (la traducción griega del
A.T.) agrupa a 1 y 2 Samuel con 1 y 2 Reyes como el “Primer, Segundo, Tercer y Cuarto Libro de
Reinados”. De manera similar, la Vulgata Latina, la traducción de la Biblia al latín, hace
referencia a estos libros como “Primero, Segundo, Tercero y Cuarto Libro de Reyes”. La
mayoría de las versiones modernas reflejan a tradición hebrea de distinguir entre los libros de
Samuel y los de Reyes. Hasta el siglo quince, la tradición hebrea trató a 1 y 2 Samuel como un
solo libro.

Durante la última mitad del siglo once A.C., cuando los imperios del antiguo cercano oriente
aún no habían alcanzado pleno auge, Dios transformó a Israel de una confederación tribal
desunida en una monarquía unida. Aun cuando la institución de la monarquía marcó un
desarrollo político y religioso importante, no era una idea nueva en Israel. Un estamento
fundamental de la fe israelita era el hecho que el mismo Dios era el soberano de Israel, el gran
Rey (ej: 8:7; 12:12; Num 23:21; Salmo 5:2; Mal 1:14). No obstante, los primeros libros de la
Biblia contienen varias indicaciones de que Israel, conforme a la voluntad divina, un día tendría
un monarca humano (Gen 49:10; Num 24:7,17-19, ver Gen 17:6,16; 35:11). En Deuteronomio
17:14 Moisés anticipó un momento en que Israel estaría asentada en la tierra prometida y
desearía un rey, y dio instrucciones para regular el reinado en el momento que se instituyera la
monarquía (vv 15-20, ver 28:36). Este período de tiempo es el tema del libro de Samuel.
Como resultado, el narrador de Samuel tenía al menos dos propósitos principales. En primer
lugar, se propuso hacer una crónica de un relato histórico verídico del nacimiento y desarrollo
temprano de la monarquía israelita. Esta historia es altamente selectiva y evaluativa, pero no
deja de ser exacta en términos históricos. En segundo lugar, la manera en que el narrador
seleccionó y evaluó los eventos históricos nos revela sus propósitos teológicos complejos. La
pieza central de estos intereses teológicos era la teología del reinado davídico. El libro registra
el auge, los éxitos y fracasos del reinado de David, pero lo hace con la finalidad de enseñar una
teología de reinado para las generaciones futuras que serían lideradas por los hijos de la
realeza de David.

y, etc. forman un trasfondo teológico para las perspectivas que guían el libro de Samuel.
Cuando el autor de Samuel aplicó la teología de Deuteronomio al desarrollo de la monarquía
temprana de Israel, explicó lo que los reyes futuros debían aprender de los éxitos y fracasos de
David, y por qué la dinastía de David permanecía como la esperanza de Israel a pesar de las
maldiciones que la casa de David había traído sobre la nación.

Estos propósitos teológicos no suelen aparecer en forma explícita en Samuel. Como la mayoría
de las porciones narrativas en el A.T., Samuel tiende a presentar una narración dramática. Los
personajes actúan e interactúan como sobre un escenario. Fiándose más de los personajes
para mostrar los temas, que del narrador para decirle al lector como evaluarlos, suscita el
interés del lector y su capacidad de discernimiento moral.
Samuel presenta un relato breve, donde el narrador usa una variedad de técnicas sofisticadas
para expresar sus evaluaciones teológicas: palabras clave; caracterizaciones comparativas o
16

contrastantes (ej: Saúl y Jonatán en caps. 13-14, y David y Urías en 2 Samuel 11); repetición
con variación (ej: las dos confesiones de Saúl en 15:24-25, 30), y analogía narrativa (ej: Nabal
como sustituto de Saúl en el cap. 25). La sensibilidad a estas características literarias llevará al
lector a una mayor compresión teológica.

El contenido de 1 Samuel es tan complejo que es útil resumirlo. La trama de 1 Samuel se divide
en cuatro partes principales (y un apéndice) que muestran las vidas que se entrecruzan de
Samuel, Saúl y David. Los capítulos 1 a 7 describen los eventos que llevan a la aparición de
Saúl, primer rey de Israel. La primera mitad de este material (caps 1 a 3) relata el nacimiento
de Samuel (cap. 1). El capítulo 2 comienza con el canto de alabanza de Hana por el nacimiento
de Samuel (vv 1-10). El canto de Hana y las composiciones poéticas de David (2 Samuel 22:23)
proveen un marco para los libros de Samuel y presentan temas que resultan fundamentales
para la teología de los libros: la soberanía y santidad de Dios, la reversión divina de los
fortunios humanos, la liberación divina, y la futilidad de confiar en la fuerza humana. Incluso se
anticipa la monarquía mediante referencia al “ungido”, su rey (2:10). El resto del capítulo 2
cuenta la historia de la caída de la casa sacerdotal de Elí, presentando otro tema importante en
Samuel: el rechazo divino y sus causas. El capítulo 3 reitera el rechazo de la casa de Elí, esta vez
en palabras del Señor a través del incipiente profeta Samuel, que de ahí en adelante serviría
como hombre de Dios en la transición a la monarquía.

Primera Samuel 4:1-7:1 constituye lo que a menudo se denomina “la narrativa del arca”. Estos
capítulos demuestran el poder del Señor, primero al resistir el intento de Israel por manipular
el arca como fuente de poder mágico, y en segundo con su gira devastadora por las ciudades
filisteas: una marcha de victoria. Primera Samuel 7:2-17 provee un clímax para las dos
secciones anteriores, al desplegarse a través del hombre de Dios, el profeta Samuel, el poder
de Dios para liberar a Israel y derrotar a sus enemigos.
Contra este trasfondo, resulta clara la actitud pecaminosa del pueblo al exigir un gobernante
humano (caps 8 a 12). No era la intención de Dios que Israel nunca tuviera un monarca
humano, ya que se venía anticipando un rey. Pero lo que resultó objetable fue que el pueblo
quisiera un rey que fuera “igual al de las demás naciones” (8:5) ya que esto señalaba un
rechazo del gran Rey: Dios (8:7). A pesar del carácter ofensivo e insensato del pedido del
pueblo, Dios estaba dispuesto a concedérselo, siempre que ellos estuvieran dispuestos en
primer lugar a escuchar las advertencias referidas a los potenciales abusos de la monarquía y
que el rey no buscara la autonomía, sino que estuviera dispuesto a someterse a una estructura
de autoridad que perpetuara el gobierno de Dios.

El primer rey designado de Israel se mostró deficiente en este último aspecto. Saúl es
presentado en 9:2 como un individuo impresionante de proporciones llamativas,
supuestamente lo que el pueblo había imaginado. No obstante, al poco tiempo resultó
evidente que este personaje impactante carecía de las cualidades para ser un rey de Israel
exitoso. Una principal indicación de la falta de aptitud de Saúl fue su repetida desobediencia
de la palabra del Señor, según narra Samuel. Los capítulos 13 y 15 presentan los ejemplos más
notorios de la desobediencia de Saúl, aunque la primera desobediencia aparece en el capítulo
10. En el ungimiento de Saúl por Samuel se proveyeron tres señales a modo de confirmación.
Cuando la tercera y última se hubiera cumplido, Saúl podría hacer todo lo que estuviera a su
alcance (10:7). Después de esto, según indicación de Samuel, Saúl debía regresar a Guilgal a
esperar instrucciones adicionales para la batalla contra los filisteos que su primera acción
seguramente provocaría. Si Saúl hubiera obedecido este orden, hubiera demostrado su
voluntad de someterse al gobierno de Dios y hubiera confirmado su aptitud como rey.
17

También se hubiera acercado un paso más al trono, siguiendo el patrón de tres pasos de
designación (por ungimiento), demostración (por un hecho de valor: lo que estuviera al
alcance de su mano), y confirmación (por el pueblo y el profeta). Lamentablemente, Saúl
esquivó las instrucciones de 10:7 y trabó el proceso de llegada al trono. Mientras que la
victoria de Saúl sobre los amonitas (cap 11) fue suficiente para satisfacer al pueblo, resultó
aparente del tono del discurso de Saúl (cap 12) que –a la vista de Samuel- Saúl todavía debía
pasar la prueba de aptitud como rey.

En el capítulo 13, Jonatán -y no Saúl- hizo lo que debió haber hecho Saúl, arrojando el guante a
los filisteos. Al parecer, Saúl reconoció que las indicaciones de 10:7 habían sido cumplidas
(aunque por Jonatán), y bajó de inmediato a Guilgal (conforme a 10:8) para esperar la llegada
de Samuel. Cuando Samuel tardó en venir, Saúl comenzó a ofrecer sacrificios previos a la
batalla en ausencia de Samuel, juzgando que la situación militar no daba para más demora.
Tan pronto como Saúl comenzó, llegó Samuel. Después de escuchar las excusas de Saúl,
Samuel anunció que Saúl había actuado de manera insensata y que su reino no prosperaría.
Ciertos comentaristas buscan minimizar la importancia de los actos de Saúl, criticando la
reacción de Samuel como exagerada. Pero a la luz del significado de las indicaciones emitidas
en 10:7-8 como prueba de la aptitud de Saúl, estas interpretaciones deben ser rechazadas.
Ante este rechazo inicial de Saúl, así como en su segundo rechazo (cap 15), las desobediencias
específicas de Saúl fueron síntomas de su fundamental incapacidad de cumplir los requisitos
necesarios para la monarquía teocrática.

Después de su rechazo definitivo en el capítulo 15, Saúl ya no era el rey de pleno derecho a los
ojos de Dios (a pesar de que permaneció en el trono unos años más), y Dios puso su atención
en otro: David, “un hombre más de su agrado” (13:14). Los capítulos 16 a 31 relatan el
desmoronamiento emocional y sicológico de Saúl, exacerbado por su temor de David, quién
presentía era la elección de Dios para sucederlo en el trono. Después de varios intentos fallidos
de matar a David, Saúl terminó por quitarse la propia vida. David fue guiado al trono en forma
providencial. Comenzando con su ungimiento en el capítulo 16, el relato del auge de David
estuvo marcado por recordatorios de que “el Señor estaba con él” (16:18).

Cristo en 1 y 2 Samuel

Cristo aparece en contraste a los muchos ejemplos de líderes pecaminosos de Israel que
aparecen en el libro. Más importante aún, Jesús es el heredero del trono de David, y la carrera
de David anticipó la persona y obra de Cristo. Tanto David como Jesús habían sido anunciados
proféticamente, David por Samuel (3:20, 16:13), y Jesús por Juan el Bautista (Mateo 14:5; Juan
1:29-31; 5:31-35). El espíritu del Señor vino sobre ambos (16:13; Marcos 1:9-11), y los dos
hicieron obras poderosas (cap 17; Mateo 11:4-5), participaron en guerra espiritual (cap 17; Col
1:20), y fueron rechazados por reyes celosos (18:9; Mateo 2:16), y se les advirtió que huyeran
por sus vidas (cap 20; Mateo 2:13-15). Ambos fueron rechazados por su pueblo sin causa justa
(23:12; Juan 19:15), y aprendieron en el exilio a depender de Dios. Los dos intercedieron por el
pueblo de Dios (2 Samuel 21:24; Juan 17), y los dos fueron exaltados por Dios (2 Samuel 23:1-
8; Isa 52:13; Filip 2:9). De estas y muchas otras maneras, la vida de David anunció el
cumplimiento de Cristo, su hijo.
18

2ª SAMUEL

Introducción

Descripción general

Vea la “Introducción a 1ª Samuel”.

Autor

Vea la “Introducción a 1ª Samuel” (Autor).

Lugar y momento en que fue escrito

Vea la “Introducción a 1ª Samuel”.

Propósito y rasgos distintivos

Una vez muerto Saúl (1ª Samuel 31), el camino estaba abierto para que David tomara el trono
sin levantar su mano contra el ungido de Dios. Segunda Samuel 2:1-5:5 registra los pasos
mediante los cuales David se convirtió en rey, primero de Judá y luego de todo Israel. Aunque
su ascendencia al primer trono ocurrió sin problemas, hubo derramamiento de sangre antes
de que pudiera convertirse en rey de Israel. Las narrativas se toman el trabajo de indicar que
David fue tan inocente en relación a las muertes de Abner, el anterior general de Saúl, e Isbaal
(Isboset), el hijo sobreviviente de Saúl, como de las muertes de Saúl y Jonatán.

Con David como rey de un Israel unido, los capítulos 5 a 10 resumen los pasos teológicos y
políticos mediante los cuales se estableció el trono de David. Los capítulos 5 a 6 relatan la
adquisición por David de una ciudad capital, su derrota arrasadora de los filisteos (los
archienemigos de Israel de los cuales Saúl no había logrado liberar a su pueblo), y su
transferencia del arca del Señor a su capital recientemente establecida. El capítulo 7 registra la
promesa davídica muy significativa (u oráculo dinástico) en la que el Señor, después de
rechazar el ofrecimiento de David de construir el templo (“casa” en hebreo), prometió
construirle a David una dinastía que perduraría para siempre. Esta promesa a David marca la
continuación y especificación de la promesa divina de bendición hecha a los patriarcas, y es un
acontecimiento nuevo muy importante en la esperanza mesiánica que halla su cumplimiento
en última instancia en Cristo. Los capítulos 8 a 10 resumen algunos de los principales logros de
David, como sus victorias y su fidelidad pactual hacia Jonatán al demostrar bondad hacia
Mefiboset.

La promesa davídica del capítulo 7 sin duda alguna establece que los propósitos de Dios para la
casa de David eran ciertos. Esto no implicaba que David o sus descendientes no perderían
algunos de los beneficios temporales de su posición privilegiada si caían en pecado. Los
capítulos 11 a 20 describen el caos doméstico y político que siguieron como consecuencia de
los pecados de adulterio y asesinato de David (cap 11). Cuando es confrontado por Natán en el
capítulo 12, el arrepentimiento de David es genuino y el perdón de Dios es inmediato; sin
embargo, el pecado traería sus consecuencias. Con el deterioro de su habilidad para ejercer
autoridad (posiblemente por un sentimiento de culpa), David es testigo de cómo sus propios
pecados se replican en las vidas de sus hijos. El reinado de David no recuperó equilibrio hasta
después de sufrir dos rebeliones – la de su hijo Absalón y la se Siba, hijo de Bicri.

Los capítulos 21-24, que forman una especie de epílogo, proveen un cierre del tema para el
libro de Samuel. Estos capítulos relatan una serie de eventos que ocurrieron en distintos
19

momentos de la vida de David. En el corazón de estos capítulos aparecen dos poemas


davídicos que celebran las dos razones fundamentales por las cuales Dios bendijo a David: El
Señor (1) era su redentor, que (2) había hecho un “pacto eterno” con él (23:5). Este punto
central se da en el marco de dos listas de campeones davídicos, los agentes humanos del éxito
de David. Por último, aparecen dos relatos de cómo la intercesión de David salvó a Israel del
juicio divino por el pecado de Saúl y el propio pecado de David. Estos capítulos proveyeron a
los lectores originales una visión clara de la esperanza que podían tener en la casa de David a
pesar de los problemas que David y sus hijos habían traído sobre el pueblo de Dios.

Cristo en 2ª Samuel

Ver “Introducción a 1ª Samuel: Cristo en 1ª y 2ª Samuel”


20

1ª REYES

Introducción

Descripción general

Autor: desconocido

Propósito: demostrar la justicia del exilio, afirmar esperanza continuada en la casa de David y
llamar al arrepentimiento, para que Israel pueda regresar del exilio.

Fecha: c. 560-550 A.C.

Verdades clave:

- A pesar de la severidad del exilio de Israel y Judá, la ira de Dios estaba plenamente
justificada por causa de la apostasía repetida y severa de la nación.
- Las promesas de Dios a la familia de David continuaron a pesar de los fracasos de sus
hijos.
- Dios llamó a su pueblo exiliado a arrepentirse del pecado.
- Se le ofreció a Israel restauración del exilio, bajo condición de su arrepentimiento.

Autor

Originalmente, 1ª y 2ª Reyes formaban un solo libro cuyo autor no es identificado. Hay indicios
de que se trata de un compilador de fuentes históricas que trabajó durante el exilio babilónico.

Momento y lugar en que fue escrito

Segunda Reyes termina con el otorgamiento de favores especiales al último rey de Judá,
Joaquín, por parte del rey de Babilonia durante el exilio (2 Re 25:27-30). Dado que el libro
termina en ese punto, sin mencionar el retorno del pueblo del exilio en 538 A.C., se podría
inferir que la composición final de esta obra data del punto medio del exilio babilónico (560-
550 A.C.).

No todo el material en Reyes proviene del período del exilio. En primer lugar, el autor tuvo
acceso a una variedad de fuentes, tanto reales como proféticas. Tres de estas fuentes se
nombran explícitamente: “el libro de las crónicas de Salomón” (1 Re 11:41), “el libro de las
crónicas de los reyes de Israel” (1 Re14:19), y “el libro de las crónicas de los reyes de Judá” (1
Re 14:29). En segundo lugar, hay declaraciones dispersas por todo el libro de Reyes que
describen acciones o instituciones que, según el autor, continuaron “hasta este día” (ej: 1 Re
9:21; 12:19; 2 Re 8:22) pero que habían desaparecido o terminado en el momento de la
composición final del libro. Estas y otras declaraciones similares indican las perspectivas de las
fuentes incorporadas al texto de Reyes. En tercer lugar, los últimos dos capítulos del libro de
Reyes se distinguen por su cronología detallada de eventos por día, mes y año. Algunos
intérpretes han argüido que posiblemente haya existido una versión anterior de este libro
antes del exilio, que fue la base de la forma canónica actual. Si esto es verdad, el libro aun
ofrece una visión unificada.

Propósito y rasgos distintivos

El libro de Reyes abarca la historia y caída de la monarquía en Israel desde los últimos días de
David (c. 970 A.C.) hasta el exilio a Babilonia casi cuatro siglos más tarde (c. 586 A.C.). Los libros
de 1ª y 2 Reyes comprenden una unidad dentro de un grupo más grande de libros – Josué,
21

Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes – designados tradicionalmente como los Profetas Anteriores


y, más recientemente, como la Historia Deuteronomística (o Deuteronómica). Ya que estos
libros se suceden en forma natural, el reconocimiento de una unidad esencial está justificada.

Los libros de 1 y 2 Reyes originalmente eran un solo libro. Sin embargo, en manuscritos
hebreos más antiguos, 1 y 2 Reyes son una sola obra literaria (como 1 y 2 Samuel, y 1 y 2
Crónicas); pero en la Septuaginta (la traducción griega del A.T.) y la Vulgata Latina (traducción
al latín) y la mayoría de otras versiones, la obra está dividida en dos libros. La división es
artificial, y ocasionada más bien por la cantidad de rollo de papiro que cabía en un rollo
antiguo que por el contenido. Los reinados de Ocozías (1 Re 22:51-53; 2 Re 1:1-18) y Josafat (1
Re 22:41-50, 2 Re 3:1-27) superponen los dos libros. Del mismo modo, el ministerio profético
de Elías aparece en los dos volúmenes (1 Re 17-19; 2 Re 1-2).

Reyes como Historia. Un rasgo distintivo de este escritor bíblico es su afán por registrar en
detalle muchas características del pasado de su nación. Este interés genuino en las fechas,
cifras e instituciones del Israel monárquico se manifiesta en su registro cuidadoso de los
preparativos para el templo (1 Re 5), sus dimensiones (1 Re 7:1-12) y los muebles y utensilios
colocados en su interior (1 Re 7:13-51). El amor por el detalle del escritor se ve también en su
descripción de la presentación de los reinados individuales. No solo detalla la duración del
reinado de los monarcas en ambos reinos, sino que a menudo sincroniza sus reinados.

El libro de Reyes está repleto de datos cronológicos. El autor data la construcción del templo
480 años después del éxodo. Además de indicar la duración del reinado de David y de
Salomón, el autor provee información explícita sobre los mandatos de todos los reyes de Judá
e Israel. Durante el período en que los reinos estuvieron divididos, sincronizó el comienzo de
cada reinado con el año que correspondía al reinado del rey en el otro reino. Por último, para
los reyes de Judá, el autor enumera la edad del rey al tomar el mando y el nombre de su
madre.

La organización y periodización por el autor de la experiencia monárquica de Israel muestran


su afán por proveer un relato exacto y significativo del pasado de su nación. Comienza con una
caracterización y evaluación de la monarquía unida bajo Salomón (1 Re 1-11), y luego describe
cuidadosamente su disolución (1 Re 12:1-25) y la formación de dos entidades separadas: Israel
en el norte y Judá en el sur. Luego presenta la historia paralela -aunque dispar- de cada reino
hasta la caída del reino del norte en 722 A.C. (2 Re 17). Esta alternancia entre el reino del norte
(generalmente llamado “Israel”) y el reino del sur (generalmente llamado “Judá”) puede ser
confusa, pero es un elemento central para presentar una historia unificada de todas las tribus
de Israel.

Crear un registro histórico de dos reinos que coexistieron tuvo sus complejidades para el
autor. Para presentar eventos que ocurrieron en forma concurrente en un texto, eligió alternar
entre eventos en el norte y el sur. El patrón de esta alternancia es evidente en el siguiente
gráfico:
22

Este gráfico indica que el escritor se movía de un reino al otro cada vez que alcanzaba el final
del reinado de un monarca en un reino que se prolongaba más que el final del reinado del
último monarca mencionado en el otro reino. Por ejemplo, Pecaj de Israel reinó entre 740-732
A.C. (2 Re 15:27-31); su reinado se extendió más allá del primer año de Jotán de Judá (750-735
A.C.) (2 Re 15:32-38), entonces el escritor se enfocó en Judá en ese momento. Acaz, rey de
Judá, que siguió a Jotán, reinó desde 735-715 A.C. (15:32-16:20), y su reinado se extendió más
allá del final del reinado de Pecaj de Israel, del 740 al 732 A.C. (15:27-31). Por este motivo, el
escritor volvió a referirse a Israel, comenzando con Oseas de Israel, que reinó de 732-722 A.C.
(2 Re 17:1-6).

Al presentar al reino dividido, el autor bíblico señala diferencias importantes entre los dos
reinos. Mientras en Judá, la monarquía era relativamente estable, con el trono ocupado
siempre por el linaje de David, la monarquía en el reino del norte estuvo caracterizada por
inestabilidad y una sucesión de dinastías. Nueve familias diferentes y 20 reyes reinaron en el
reino del norte durante sus aproximadamente 200 años de existencia. Por contraste, una
familia y 20 reyes reinaron sobre el reino del sur durante aproximadamente 3 siglos y medio. El
autor concluye su cobertura del reino del norte con un comentario prolongado de sus
principales falencias (2 Re 17:7-23). Luego, el autor relata los últimos 150 años de la historia de
Judá.

El valor histórico de Reyes no debe ser subestimado. Al componer un relato coherente y


significativo del pasado de su nación, el escritor bíblico proveyó un servicio invaluable para
aquellos que quisieran entender esta era de la historia israelita.

Reyes como teología. Además de mostrar un profundo interés por el pasado de Israel, Reyes es
una obra de teología, una reflexión sobre las formas de actuar de Dios con el pueblo que había
liberado de Egipto para hacer de él “su propia herencia” (1 Re 8:51-53). Al componer una obra
de historia teológica, el autor extrae lecciones del pasado que sirven al pueblo de Dios en el
presente y el futuro. Hay varios temas centrales que subrayan la perspectiva general de Reyes:

1. El Pueblo como el elegido de Dios. Un tema central de la teología de Reyes es la


aseveración que Israel (y luego Judá) no era en sí mejor que cualquier otra nación. Los
israelitas no eligieron primero a Dios, sino que Dios “los eligió de entre las naciones del
mundo” conforme a su gracia inmensurable (1 Re 8:53). La santidad no resultó de un
mérito intrínseco de su parte, sino fue por elección de Dios (1 Re 8:51,53; Dt 7:6;
26:18-19).
23

También hay un énfasis en Reyes en la solidaridad de Israel. En su cobertura, el escritor


mostró preocupación por todas las tribus de Israel. Aunque critica severamente al
reino del norte y a sus monarcas por su idolatría, el escritor considera a estas tribus
como parte del pueblo del pacto, y muestra interés sostenido por su historia. Aun
después de que las tribus del norte hayan sido exiliadas por los asirios, el autor no
perdió interés en su destino, y alabó a Josías por reformar a Samaria.
2. La Palabra Profética. Los profetas desempeñan un rol importante en esta historia de la
monarquía israelita. Al escribir acerca de los profetas, el historiador muestra interés en
su mensaje y ministerio como portadores de la palabra de Dios. Los profetas
insistieron apasionadamente en la lealtad absoluta e indivisible al Señor, oponiéndose
a cualquier lealtad o postura política que pudiera hacer peligrar los atributos
distintivos de la religión israelita. No es sorprendente que esta lealtad estricta al pacto
a menudo enfrentó a los profetas con los reyes y las reinas que estaban dispuestos a
doblegar sus principios políticos y religiosos en favor de los países vecinos. Aunque
puso su mayor atención en los ministerios de Elías y Eliseo, el escritor menciona las
actividades de muchos otros profetas a lo largo de la era monárquica: Natán (1 Re
1:22), Ahías (1 Re 11:26-39; 14:1-18), Semaías (1 Re 12:21-24), Miqueas (1 Re 22:8-28),
Jonás (2 Re 14:25); Isaías (2 Re 19:1-7, 20:1-14) y Hulda (2 Re 22:14-20).
3. Un Dios, Un Santuario. De acuerdo con esta historia, Yahveh es Señor del cosmos y
gobernante sobre todas las naciones de la tierra (2 Re 19:15-16). Dios lideró a su
pueblo en la batalla, respondía a las oraciones que ellos dirigían al templo, honraba sus
sacrificios, y mostraba una preocupación especial por los pobres y los oprimidos, las
viudas y los huérfanos. La devoción exclusiva a Dios es un sello distintivo del pacto (1
Re 18:21,39).
En correlación con la existencia de un único Dios supremo, el escritor está
comprometido con la creencia de que sólo podía haber un santuario central en Israel
(Dt 12). La construcción del templo por Salomón marcó un evento importante en la
historia de Israel. Por ende, se dedicó mucho espacio en 1 Reyes a la preparación y
construcción del edificio, incluyendo detalles sobre las dimensiones y enseres.
En consonancia con este énfasis en un Dios y un templo está la prohibición de la
idolatría y de adorar en otros lugares de culto. Dado que Reyes muestra el deterioro
en la devoción a Dios durante la división del reino, el problema no era tanto un
abandono total de Yahveh por otros dioses, sino la adoración combinada de Yahveh y
deidades extranjeras. La influencia de la adoración cananea era particularmente
pronunciada en el reino del norte (Israel) que, con la protección de sus monarcas,
promovía el uso de rituales, creencias e ídolos cananeos. Este sincretismo también era
un problema grave en Judá. El escritor cita la adoración de otros dioses como un
motivo importante de la derrota y el exilio de Israel y de Judá (2 Re 17:7,16,19; 21:3-5).
El autor también habla mucho de la lealtad a Dios, manifestada por el apoyo
incondicional al templo en Jerusalén. De los ocho reyes del sur que recibieron
alabanzas, sólo se hace mención de Ezequías y Josías por su incomparable devoción a
Yahveh (2 Re 18:5; 23:25). Ezequías fue ponderado en particular por quitar los altares
paganos en Judá y por su confianza inamovible en Dios durante la invasión de
Senaquerib (2 Re 18:3-7). El autor otorga el mayor honor a Josías por su
reacondicionamiento del templo y sus reformas radicales tanto en el sur como en el
norte (2 Re 22:2; 23:25). De los reyes del norte, sólo Jehú recibe algún elogio, y lo
recibe por purgar a Israel de la adoración de Baal (2 Re 10:30).
24

4. Pacto y Reinado. Reyes habla de dos pactos principales: el pacto mosaico y el pacto
davídico. El escritor evalúa la conducta del pueblo y del rey por igual sobre la base del
pacto establecido en el monte Sinaí.
La visión de la relación entre Dios e Israel como algo pactual significa que ninguna
institución humana alcanzaba un estamento absoluto. Toda institución estaba sujeta a
la autoridad de Dios. Por ende, aunque la monarquía había sido ordenada por Dios, su
poder no era de ninguna manera absoluto. El rey y el pueblo eran igualmente
responsables por guardar el pacto con Dios. Cada rey (o reina) es evaluado en función
de haber guardado o no el Torá (la ley).
El autor de Reyes también estaba comprometido con los principios del pacto davídico.
De hecho, este pacto (2 Samuel 7; Salmos 89; 132) identificó a la dinastía de David
como la familia real permanente para el pueblo de Dios. Aunque los reyes individuales
serían castigados severamente por violaciones del pacto, la familia de David nunca
sería removida en forma permanente del poder. El amor de Dios por David suscitó
paciencia divina hacia su descendencia (1 Re 15:4), y explicó la gran significancia de la
última escena del libro – cuando Joaquín fue liberado de prisión en Babilonia – como
una señal de esperanza de que Dios no se había dado por vencido con la casa real de
David (2 Re 25:27-30).

Cristo en Reyes

La historia de Reyes señala a Cristo de varias maneras. Hay dos temas que sobresalen: en
primer lugar, la historia enfatiza a la familia de David como el centro de Israel. Toda esperanza
de victoria y salvación – incluso el retorno del exilio – se hallaba en la misericordia de Dios
mostrada hacia y a través de la casa real de David. El Nuevo Testamento enseña que Cristo es
el gran hijo de David, a través del cual Dios cumplió todas las promesas que había hecho a
David y a sus hijos (Mateo 1:1-17; Hechos 2:22-36).

En segundo lugar, la monarquía y la adoración en el templo son centrales a esta historia. De


hecho, los reyes de Israel y Judá fueron juzgados principalmente en función de su lealtad o
falta de lealtad al templo en Jerusalén y a la pureza de la adoración allí. Esto también se
cumple en Cristo. El Nuevo testamento enseña que él es el eterno sumo sacerdote para el
pueblo de Dios (Heb 3:1; 4:14-15), cuya propia sangre pagó por sus pecados (Heb 2:17; 9:25-
28). El reúne a su pueblo en un santuario santo en la Tierra (1 Pe 2:4-5,9) mientras ministra en
el palacio celestial de Dios (Heb 6:19,20; 8:1-2; 9:24). La importancia de la lealtad exclusiva de
adorar en el templo de Salomón corresponde al llamado de Cristo a sus seguidores de confiar
únicamente en su mediación sacerdotal para su salvación (Juan 14:6; He 4:12), mientras él
ministra en el santuario celestial ahora y, en última instancia, reemplaza al santuario terrenal
en la nueva tierra (Apoc 21:22).
25

1 CRÓNICAS

Introducción

Descripción general

Autor: Desconocido

Propósito: dirigir la restauración del reino después del exilio, con particular énfasis en la unidad
de Israel, el rey, el templo, y las bendiciones y maldiciones inmediatas.

Fecha: c. 520-400 A.C.

Verdades clave:

- Los reinos unidos de David y Salomón proveen modelos para el pueblo de Dios a
medida que busca las bendiciones de Dios.
- El destino de cada generación de Israel quedaba determinado por su observancia de
los ideales de Dios para el monarca, el templo y la unidad de pueblo de Dios.
- Las generaciones futuras del pueblo de Dios deben aprender de la historia de Israel las
prioridades y patrones de fidelidad que él espera de ellos.

Autor

La tradición judía consideraba que Esdras era el autor primario de los libros de Crónicas
(Primera y Segunda Crónicas son las dos mitades de un solo libro), Esdras y Nehemías. Al
menos dos consideraciones sugieren que fue el autor de Crónicas: (1) el libro fue escrito
durante el período post exilio cerca del tiempo del ministerio de Esdras (Ver Lugar y Momento
en que fue escrito), (2) Muchos pasajes en Crónicas revelan afinidades con temas sacerdotales
que subrayaron la obra de Esdras (ver Propósitos y Rasgos distintivos).

Otras consideraciones, no obstante, ponen en duda esta visión tradicional de la autoría de


Crónicas: (1) no es posible limitar la fecha de composición de Crónicas a la vida de Esdras. (2) El
enfoque del cronista en la monarquía está ausente de la enseñanza de Esdras. (3) La
preocupación de Esdras por la apostasía (abandono de la fe) por causa del casamiento con
otras nacionalidades no es un tema sobresaliente en Crónicas.

El punto de vista tradicional en cuanto a la autoría sigue siendo una hipótesis. No cabe duda
que el ministerio de Esdras estuvo en armonía con las enseñanzas de Crónicas. Incluso, es
posible que él haya aportado a la composición de Crónicas. Aún así, no hay evidencias
históricas ni en las escrituras que indiquen en forma concluyente que Esdras fue el autor de
Crónicas. Como consecuencia, los intérpretes modernos aluden a su autor como “el cronista”.

El cronista se fio de muchas fuentes escritas para componer la historia. (1) dependió de varios
textos bíblicos, tomando mucho de Samuel y Reyes, y siguiendo porciones del Pentateuco,
Jueces, Rut, Salmos, Isaías, Jeremías y Zacarías. (2) cita a varas fuentes reales de otro modo
desconocidas: “el libro de las crónicas del Rey David” (27:24), “el libro de los reyes” (2 Cron
24:27), “el libro de los reyes de Israel” (9:1; 2 Cron 20:34), “el libro de los reyes de Judá e
Israel” (2 Cron 16:11; 25:26; 28:26; 32:32); y “el libro de los reyes de Israel y Judá” (2 Cron
27:7; 35:27; 36:8). (3) Se refirió explícitamente a varias fuentes proféticas: los escritos de
Samuel (29:29), Natán (2 Cron 9:29), Gad (29:29); Ahías (2 Cron 9:29), Iddo (2 Cron 9:29; 12:15;
13:22), Semaías (2 Cron 12:15), Isaías (2 Cron 26:22) y “veedores” anónimos (2 Cron 33:19). (4)
26

El estilo y contenido de muchos pasajes también sugieren que el cronista usó otras fuentes no
especificadas.

Lugar y momento en que fue escrito

Los últimos versículos de 2 Crónicas (36:21-23) indican que el cronista escribió después de la
liberación de los exiliados de Babilonia (c. 538 A.C.). La ausencia de influencias helenísticas
sugiere que compuso la historia antes del período alejandrino (c. 331 A.C.). No obstante, las
opiniones varían en cuanto a la fecha exacta de su composición.

Algunos intérpretes han propuesto que el cronista escribió tan temprano como la
reconstrucción del templo bajo Zorobabel (c. 520-515 A.C.). Al menos tres evidencias
sustentan este punto de vista. (1) El cronista presentaba el templo y su personal
continuamente en estrecha relación con el linaje real de David (ver “Propósito y rasgos
distintivos”). Este énfasis sugiere la posibilidad de su composición cerca de los días de
Zorobabel, cuando las expectativas de la asociación real y sacerdotal seguían siendo altas (ej:
Zac 4:1-14). (2) El cronista puso mucha atención en los detalles referidos a los deberes de los
sacerdotes y levitas. Este enfoque sugiere una fecha de composición durante el tiempo en que
se estaba estableciendo el nuevo orden del templo. (3) El hecho que el cronista no haya
mencionado la caída de Salomón por causa del matrimonio mixto (1 Re 11:1-40) aparece en
fuerte contraste con la mención por Nehemías de las dificultades de Salomón (Ne 13:26). Esta
omisión sugiere que el cronista puede haber escrito antes de que el matrimonio mixto se haya
convertido en un problema importante en la comunidad post-exilio.

La mayoría de los intérpretes sostienen que el cronista escribió durante o después de los
ministerios de Esdras y Nehemías, en la segunda mitad del siglo quinto, o las primeras décadas
del siglo 4 A.C. La principal evidencia a favor de este punto de vista es la genealogía real en
3:17-24, que algunos intérpretes creen se extiende a cinco generaciones después de
Zorobabel.
No es posible determinar una fecha exacta de composición del libro de Crónicas. Lo mejor
parece ser aceptar un rango de posibilidades desde cerca de los días de Zorobabel hasta algún
momento poco después de los ministerios de Esdras y Nehemías (c. 515-400 A.C.). Los
principales temas del libro caen bien dentro de estos puntos de tiempo.

El cronista escribió por razones teológicas e históricas. Su uso extensivo de documentos


históricos y su devoción al detalle numérico y cronológico indican que quería dar a sus lectores
un registro histórico exacto. Pero no sólo ofreció información sobre el pasado, también
escribió para transmitir un mensaje teológico relevante. Una comparación de la historia del
cronista con la de Samuel y la de Reyes muestra que el primero dio forma a su relato del
pasado de Israel para abordar las necesidades de la comunidad post exilio. Escribió para
alentar y guiar a sus lectores mientras buscaban la plena restauración del reino después del
exilio babilónico.

Los que regresaban del exilio enfrentaron numerosas dificultades. La restauración no había
traído los cambios dramáticos que muchos habían previsto. En vez, soportaron dificultades
económicas desalentadoras, oposición extranjera y conflicto interno. Estas dificultades dieron
lugar a muchas preguntas. ¿Quiénes podían legítimamente considerarse herederos de las
promesas que Dios hizo a su pueblo? ¿Qué instituciones políticas y religiosas debemos
aceptar? ¿Debemos esperar un nuevo rey del linaje de David? ¿Cuál es la importancia del
templo en nuestro día? ¿Cómo podemos hallar las bendiciones de seguridad y prosperidad
27

para nuestra comunidad restaurada? El cronista aborda estas y otras preguntas similares en su
historia.

Propósito y rasgos distintivos

El libro de Crónicas originalmente no tenía título. Su nombre hebreo tradicional se puede


traducir como “eventos del día”. Esta expresión aparece a menudo en el libro de Reyes con
otras calificaciones (ej: 1 Re 14:29). También aparece en otras partes de esta forma sin más
explicación (Ne 12:23; Est 2:23; 6:1). Algunos textos de la Septuaginta (traducción griega del
AT) hacen referencia a Crónicas como “las cosas omitidas”, es decir, un suplemento a la
historia de Samuel y Reyes. Jerome (y Lutero después de él) llamaron el libro: “la crónica de
toda la historia sagrada”. Nuestro título moderno surge de esta tradición.

El mensaje teológico del cronista se puede resumir de diversas maneras, pero hay tres temas
sobresalientes:

1. El Pueblo de Dios. A través de su historia, el cronista identificó a las personas que


debían ser incluidas entre los herederos de las promesas pactuales de Dios. La
importancia de este tema aparece en su uso frecuente de la expresión “todo Israel”. El
concepto que tiene el cronista del pueblo de Dios era tan estrecho como era amplio.
Por un lado, veía a aquellos que habían sido liberados del exilio como el pueblo de
Dios, representantes de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés, que habían regresado a la
tierra; eran el pueblo elegido, y como tal, desempeñaban un papel vital en la
restauración del reino de Israel. Por otro lado, no obstante, el cronista identificó al
pueblo de Dios con todas las tribus de Israel. La restauración de Israel estaba
incompleta en tanto algunas tribus permanecían afuera de la tierra, separadas del rey
davídico y del templo de Jerusalén. Como resultado, el cronista se tomó gran trabajo
en incluir a las tribus del sur y del norte en sus genealogías (2:3-9:1ª), para presentar el
ideal de un reino unido bajo David y Salomón que se extendía a todo el pueblo, y para
presentar la reunificación de los reinos del norte y del sur en tiempos de Ezequías. Los
que retornaban del exilio eran el remanente del pueblo de Dios, pero debían orar y
tener fe en la restauración de todo el pueblo de Dios. Según lo dijo Ezequías en su
tiempo: “si regresas al Señor, los captores mostrarán compasión a tus hermanos y a
tus hijos y ellos volverán a esta tierra, porque el Señor tu Dios es lleno de gracia y
compasión” (2 Cron 30:9).
2. El Rey y el Templo. Desde el punto de vista del cronista, Dios había organizado a su
pueblo alrededor de dos instituciones centrales: el trono davídico y el templo de
Jerusalén. Estas estructuras políticas y religiosas eran fundamentales para la vida de
Israel. En sus genealogías, el cronista puso especial atención en el linaje de David
(2:10-17; 3:1-24), y a la organización de los sacerdotes y Levitas (6:1-81). Enfatizó que
Dios había elegido el linaje de David como la dinastía permanente sobre la nación (cap.
17; 2 Cron 13:5, 21:7; 23:3). El establecimiento del trono de David fue una
demostración de amor y bendición divina para Israel (14:2; 2 Cron 2:11). El cronista
también se enfocó en el templo como el lugar de reposo del Nombre (2 Cron 7:12, 16;
33:7). El gozo y esplendor de la música en la adoración del templo eran temas
principales en la historia del cronista. El cronista estableció una conexión estrecha
entre la realeza y el templo de muchas otras maneras (ej: 2 Cron 13:4-12, 22:10-
24:27). Con este énfasis en el rey y el templo, instruyó a sus lectores post exílicos a no
perder a ninguna de estas instituciones de vista. de La plena restauración del reino no
podía suceder sin la participación del rey davídico y del templo Jerusalén. Como el
28

Señor dijo a David: “Yo pondré en el trono a uno de tus descendientes, a uno de tus
hijos, y afirmaré su reino. Será él quien construya una casa en mi honor, y yo afirmaré
su trono para siempre” (17:11-12).
3. Bendición y juicio divinos. El cronista compuso su historia para mostrarle a sus lectores
cómo debían recibir las bendiciones de Dios en su tiempo, estableciendo conexiones
estrechas entre la fidelidad y las bendiciones, y entre la infidelidad y el juicio (28:9; 2
Cron 6:14; 7:11-22; 15:2; 16:7-9; 21:14-15; 24:20; 25:15-16; 28:9; 34:24-28). El rey y el
templo no podían por sí mismos garantizar la bendición de Dios para Israel. Sus
bendiciones dependían de la obediencia de la Ley Mosaica (6:49; 15:13,15; 16:40;
22:12-13; 28:7; 29:19; 2 Cro 6:16; 7:17-18; 12:1-2; 14:4, 15:12-14; 17:3-9; 19:8-10;
24:6-9; 25:4; 30:15-16; 31:3-21; 33:8; 34:19-33; 35:6-26) y de la instrucción
profética/sacerdotal (2 Cro 11:4; 12:5-8; 20:20; 21:12-19; 24:19-25; 25:7-10,15-20;
26:17-20). Habría bendiciones para aquellos que mantuvieran la pureza de la
adoración en el templo (2 Cro 15:1-19; 17:1-6; 24:1-16; 29:1-31:21; 34:1-35:19), y que
confiaran humildemente en Dios y no en la fuerza humana (5:20; 2 Cro 13:18; 14:7;
16:7-8; 32:20). Cuando el pueblo de Dios y sus reyes se volvieron al pecado, a menudo
la retribución inmediata era la enfermedad y derrota militar (10:1-14; 2 Cro 13:1-16:
16:12; 18:33-34; 21:15-19; 25:14-24; 26:19-20; 28:1-5; 33:1-11). Aun así, cuando el
pueblo caía bajo el juicio de Dios, podía ser restaurado a la bendición mediante la
búsqueda humilde de Dios por medio del arrepentimiento y la oración (21:1-22:1; 2
Cro 7:13-15; 12:1-12; 33:10-13). Al enfatizar estos temas, el cronista mostró a sus
lectores post exilicos el camino hacia la bendición divina en su tiempo. La plena
restauración del pueblo de Dios sólo llegaría cuando vivieran en fidelidad a Dios. El
profeta Azarías declaró esto claramente al Rey Asá: “si lo buscas, lo hallarás, pero si lo
abandonas, él te abandonará” (2 Cro 15:2).

A medida que avanza el libro, aparecen motivos destacados repetidas veces, pero en cada
porción ciertos temas son enfatizados por sobre otros. La historia se divide en partes
principales: las genealogías del pueblo de Dios (1:11-9:34), el reino unido (9:35-2 Cro 9:31), el
reino dividido (2 Cro 10:1-28:27), y el reino reunido (2 Cro 29:1-36:23). Cada parte aporta
elementos específicos al propósito teológico general del cronista.

Las genealogías del pueblo de Dios (1:11-9:34). En el antiguo Cercano Oriente, las genealogías
seguían diversas formas y servían diversos propósitos. Estas variaciones aparecen en el uso de
genealogías por el cronista en los primeros nueve capítulos de su historia. Algunos pasajes
siguen la forma de genealogías lineales que trazan una sola línea familiar por varias
generaciones (2:34-41); otros están segmentados y trazan varias líneas familiares juntas (6:1-
3). Las genealogías del cronista también saltean generaciones sin dar aviso, enfatizando a
personas y eventos clave según su punto de vista (6:4-15). Aparte de esto, así como las
genealogías de la antigüedad a menudo incluían narrativas breves para resaltar eventos
significativos, en ocasiones el cronista se detiene a contar una historia (4:9-10; 5:18-22).

Además de las diferentes formas, la función de las antiguas genealogías variaba. A veces
presentaban conexiones políticas, geográficas y otras de tipo social. En algunos de estos casos,
la aclaración “hijo de”, “padre de” se refería a algo más que la descendencia biológica. El
cronista proveyó una variedad de listas, incluyendo de familias (3:17-24), relaciones políticas
(2:24,42,45,49-52) y gremios comerciales (4:14, 21-23).

El cronista incluyó extensos registros genealógicos en su libro para establecer que sus lectores
eran la continuación legítima del pueblo elegido de Dios. Cumplió esta finalidad informando la
29

elección especial de Israel de entre toda la humanidad (1:2-2:2), la disposición de las tribus de
Israel (2:3-9:1ª), y los representantes de las tribus que regresaron desde Babilonia (9:16-34).
Al identificar a los lectores post-exílicos como la continuación del linaje electo, el cronista
señaló sus oportunidades y responsabilidades. Ya que ellos eran el pueblo de Dios, se les
ofreció la oportunidad de la bendición de Dios en la tierra prometida. Tenían un fundamento
sólido para la esperanza de la restauración plena del reino. Pero su identidad como pueblo
elegido de Dios también conllevaba muchas responsabilidades. Las genealogías del cronista se
enfocaron en el orden y la amplitud de las tribus de Israel, enfatizando en especial la
importancia de las familias de David y de Leví. Para que los lectores recibieran la bendición de
Dios, debían observar cuidadosamente estos arreglos ordenados divinamente.

El Reino Unido (9:35-2 Cro 9:31). El cronista veía los reinados de David y Salomón como el
período de gloria de Israel. Se enfocó en las cualidades positivas de estos reyes y optó por no
mencionar muchos de sus errores conocidos y problemas registrados en Samuel y en Reyes.
David y Salomón reinaron sobre todas las tribus y los territorios de Israel, y proveyeron ricas
bendiciones a través de sus estructuras políticas (14:2; 2 Cron 2:11; 9:8) y el templo (22:1; 2
Cron 7:11-22).

Por este motivo, el reino unido estableció la base de la esperanza para los lectores post
exílicos. Dios había elegido el linaje de David y el templo en Jerusalén para ser instrumentos de
bendición para su pueblo a través de las generaciones.

Sin embargo, esta esperanza de bendición era condicional. El cronista también presentó a
David y Salomón como modelos a imitar. La comunidad post exilio debía dedicarse a los ideales
del reino unido. Para recibir la bendición de Dios, eran esenciales la confianza humilde y fiel en
Dios, el compromiso al reinado davídico, y la devoción al templo.

El Reino Dividido (2 Cron 10:1-28:27). El registro por el cronista de la historia de Israel desde
Roboam hasta Ajaz (o Acaz) está enfocado en los eventos en el reino del sur (Judá). Aunque
obtuvo bastante de su información del libro de Reyes, el cronista omitió grandes porciones de
material que se refería al reino del norte (Israel). Desde su punto de vista, los eventos
históricos importantes del período transcurrieron en Judá, donde residía el rey davídico y el
templo.

En muchos aspectos, el cronista evaluó a los reyes de este período conforme al ideal del reino
unido. Aplicó varios criterios a los reyes de Judá (ver en Propósito y Rasgos distintivos:
Bendición y juicio divino). ¿El rey era fiel a la ley de Moisés? ¿Apoyaba el orden del templo
establecido por David y por Salomón? ¿El rey escuchaba la instrucción profética y sacerdotal?
¿Se fiaba de alianzas externas, o buscaba a Dios en humildad y en oración? El escritor evaluó
de manera negativa a algunos reyes (Joab [21:4-20]); Ocozías (22:1-9); Acaz (28:1-27)], y a
otros en forma positiva (Abías (13:1-14:1); Jotham (27:1-9)). Sin embargo, principalmente,
distinguió entre los años de lealtad e infidelidad de cada rey (Roboam (2 Cro 10:1-12:16); Asa
(14:2-16:14); Josafat (17:1-21:3); Joas (22:10-24:27); Amasías (25:1-28); Uzías (26:1-23).

El cronista informó sobre estos eventos para ilustrar cómo las condiciones de Israel dependían
de su fidelidad a los ideales establecidos en el reino unido. Una y otra vez, el cronista demostró
que Dios bendecía a su pueblo cuando se mostraban fieles, y los castigaba cuando se
apartaban de él. Aquellos que buscaban a Dios gozaban de victoria, prosperidad y seguridad,
pero aquellos que se olvidaban de él sufrían derrota, problemas y enfermedad.
30

Esta porción de la historia del cronista abordó las necesidades de los lectores post exílicos,
explicando su situación y ofreciéndoles guía. Así como los reyes de Judá habían padecido el
castigo de Dios, la comunidad post exilio sufrió dificultades por su infidelidad. Las promesas y
la restauración de Dios no habían fallado; el pueblo había fallado. Así como los reyes de Judá
fueron bendecidos cuando se volvían al Señor, los lectores podían ansiar restauración,
seguridad y prosperidad si ellos eran capaces de hacer lo mismo.

El Reino Reunificado (2 Cro 29:1-36:23). Comenzando con Ezequías, Israel comenzó una nueva
fase de su historia. El Cronista presentó a Ezequías como un nuevo David/Salomón. Ezequías
reunió a los fieles de Israel y Judá alrededor del trono davídico mediante la adoración y
celebración en el templo. Este pueblo reunido sufrió varios períodos de fracaso: la apostasía de
Manasés (33:1-10), la totalidad del reinado de Amon (33:21-25) y los reinados generales de los
reyes de Judá antes del exilio (36:2-14). Sin embargo, a cada uno de estos fracasos le siguió la
renovación del pueblo por la gracia de Dios: la restauración de Manasés (33:11-17), las
reformas de Josías (34:3-35:19) y el retorno del exilio (36:22-23).

Esta porción de la historia del cronista también ofreció esperanza y guía a los lectores. A pesar
de los fracasos del reino reunificado, Dios continuó bendiciendo a su pueblo arrepentido. Estos
eventos recordaban a los lectores que Dios les extendía su misericordia, ofreciéndoles su
bendición. Al mismo tiempo, no obstante, los eventos de este período demostraron los
requerimientos exigidos de aquellos que ansiaban la plena restauración del reino durante el
período post exílico. La nación debía volverse al Señor en humildad y vivir en fidelidad delante
de él.

Cristo en Crónicas

Enfocándose en su preocupación por el pueblo de Dios, el rey y el templo, así como en la


bendición y el juicio divino, el cronista escribió su historia para apuntalar la esperanza de Israel
en el Mesías por venir. Su enfoque inmediato estaba puesto en la restauración de la
comunidad post exílica, pero el Nuevo Testamento reveló que el ideal del cronista del reino
restaurado hallaba cumplimiento en Cristo.

Las esperanzas del cronista para el pueblo de Dios se convirtieron en realidad en Cristo.
Aquellos que siguen a Cristo son los herederos de las promesas de Israel (Gal 3:14,29; 4:28;
Efesios 2:11-22; 3-6), así como lo eran también los fieles de la comunidad post exílica. La iglesia
de Cristo se extiende más allá de Israel, para incluir a los Gentiles (Lucas 2:32; Hechos 9:15;
11:1,18). En el regreso de Cristo, todos los elegidos de Dios serán unidos bajo el señorío de
Cristo (Efesios 2:11-22).

El interés del cronista por la restauración del trono de David también veía su cumplimiento en
Cristo. Cristo nació como hijo de David, el heredero por derecho del trono davídico (Lucas
1:32; Ro 1:3; Apoc 22:16). Jesús cumplió todas las condiciones de obediencia colocadas sobre
el linaje de David (Ro 5:19; Filip 2:8; Heb 5:7-10). En la resurrección, Cristo tomó su trono en el
cielo (Hechos 2:33-35; Ef 1:20-23; Fil 2:9; Apoc 3:21). El guía a su pueblo hacia la bendición y la
victoria (Ro 8:37; Ef 4:7-13) y reina hasta que todos sus enemigos hayan sido derrotados (1 Co
15:24-26).

El énfasis del cronista en el templo también halla su cumplimiento en Cristo. Cristo se ofreció
en la cruz como la redención perfecta por el pecado (Heb 9:11-28; 1 Pe 3:18ª; 1 Juan 2:2), y él
intercede en el palacio celestial de Dios por su pueblo (Heb 3:1; 4:14-16; 6:20; 7:26; 8:1). A su
31

regreso, Cristo traerá a todo su pueblo a la presencia bendita de Dios (Juan 14:1-4; 1 Tes 4:16-
17).
El enfoque del cronista en la bendición y el juicio divino también anticipa la obra de Cristo.
Jesús advirtió a su iglesia de la necesidad de fidelidad hacia Dios (Mateo 5:17-20). Sufrió la
muerte en la cruz para que su pueblo fuera librado del juicio (Ro 3:21-26), y les concede vida
nueva para que ellos tengan la seguridad de la recompensa de bendición eterna (Juan 3:16; 2
Ped 3:13; 1 Juan 2:25).

El cronista escribió para alentar a los lectores post exílicos a que renueven el reino en su día.
Pero su historia también anunciaba la inauguración del reino en la primera venida de Cristo y
la gloriosa consumación cuando él regrese.
32

ESDRAS

Introducción

Descripción general

Autor: desconocido.

Propósito: Alentar a aquellos que regresaban a la tierra prometida a que continuaran con la
obra que había sido iniciada por Zorobabel, Esdras, y Nehemías.

Verdades clave:

- Dios avaló y bendijo a Zorobabel, Esdras y Nehemías en su obra de avanzar con la


restauración después del exilio.
- Esdras y Nehemías proveyeron liderazgo fiel cuando la restauración de Israel se
debilitaba.
- El templo y Jerusalén tenían un papel central en llevar la bendición de Dios al pueblo
de Israel.
- El pueblo de Dios debía ser guiado hacia el arrepentimiento y la santidad a fin de
recibir la bendición de Dios.

Autor

El mismo autor compuso los libros de Esdras y Nehemías. Aunque las traducciones modernas
los tratan como dos libros separados, originariamente eran una sola obra. La biblia hebrea, el
Talmud, los escritos de Josefo (c. D.C. 37-100), y los manuscritos más antiguos de la
Septuaginta (traducción griega del A.T.) los tratan como un solo libro. Origen (D.C. 185-253)
fue uno de los primeros en separar Esdras y Nehemías en dos libros. Jerome hizo lo mismo en
la traducción de la Vulgata Latina (D.C. 390-405), al igual que lo han hecho las traducciones
modernas.

Tradicionalmente, se ha considerado que Esdras fue el autor necesario de los libros de Esdras y
Nehemías, y de 1ª y 2ª Crónicas. Sin embargo, las diferencias entre Crónicas y Esdras-
Nehemías sugieren fuertemente que fueron escritos por diferentes personas (ver
“Introducción a 1ª Crónicas”). Dado el papel importante de Esdras en Israel y sus aptitudes
literarias, es probable que al menos haya estado bastante involucrado en la escritura de este
libro. Sin duda, Esdras escribió sus memorias (7:27-9:15), así como Nehemías escribió las suyas
(Ne 1:1-7:5; 12:27-43; 13:4-31). Es probable que Esdras y Nehemías hayan sido completados
cerca de 430-400 A.C.

Lugar y Momento en que fue escrito

En interpretaciones recientes, se han suscitado preguntas en cuanto a las interconexiones


entre los ministerios de Esdras y de Nehemías. Tradicionalmente, se ha sostenido que Esdras
llegó a Jerusalén en 458 A.C., “el año séptimo de Artajerjes I” (7:8), y que Nehemías le siguió
en el año “veinte” (445 A.C.; Ne 2:1). Algunos intérpretes arguyen que Esdras 7:8 de hecho
hace alusión a Artajerjes II, colocando así la llegada de Esdras en el año 398 A.C. (después de la
llegada de Nehemías en 445 A.C.). Otros intérpretes han enmendado “el año séptimo” en
Esdras 7:8 al “vigesimoséptimo” o “trigésimo séptimo”, colocando así la llegada de Esdras
después de la de Nehemías. No obstante, el contexto del libro favorece el punto de vista más
tradicional de que Esdras llegó antes que Nehemías, y sus ministerios se superpusieron.
33

Aparecieron juntos en la lectura de la ley (Ne 8:9) y en la dedicación del muro de la ciudad (Ne
12:26,36).
Según el punto de vista tradicional, Esdras-Nehemías fue finalizado entre 430 y 400 A.C. Es
muy probable que Esdras haya escrito mientras trabajaba en la restauración en y cerca de
Jerusalén.

Público original

Esdras-Nehemías fue escrito a la comunidad de judíos en y alrededor de Jerusalén durante el


intento de restauración. Dado que el movimiento inicial hacia la restauración había comenzado
un siglo antes, muchos de aquellos que pertenecieron al público original deben haber sido
descendientes de familias que habían vivido en la zona por varias generaciones. Dado que la
restauración continuó por un período prolongado bajo Zorobabel, Esdras y Nehemías, y atrajo
un flujo continuo de judíos a la zona, otros integrantes del público original eran personas
trasplantadas más recientemente a la localidad de Jerusalén. Mientras que Esdras escribió
principalmente para alentar y dirigir a aquellos que habían regresado para que participen en la
restauración, es probable que también haya tenido la intencionalidad de persuadir a aquellos
que aun vivían en Babilonia de que se sumaran al esfuerzo de la restauración.

Propósito y rasgos distintivos


Esdras-Nehemías es una narrativa histórica que presenta la obra de Zorobabel, Esdras y
Nehemías en forma muy positiva. Al mostrar sólo el lado positivo de su liderazgo, el libro
alentaba a aquellos que habían retornado del exilio a continuar la obra que estos líderes
habían comenzado.

Aparecen al menos tres otros temas que se repiten a lo largo del libro. Estos temas vitales
aparecen en el registro de apertura del decreto de Ciro (1:2-4): 1) autorización divina del
programa restauración, 2) la importancia de reconstruir la casa de Dios, y 3) el rol esencial de
todo el pueblo de Dios en el proyecto.

El registro del edicto de Ciro menciona dos veces la autorización divina del programa de
restauración. En primer lugar, Ciro emitió su importante decreto porque “el Señor movió el
corazón de Ciro” (1:1). En segundo lugar, el mismo Ciro reconoció que el decreto provino de
Dios (1:2). A medida que avanza el libro, el Señor legitima las acciones de los retornantes una y
otra vez. Por ejemplo, aquellos que retornaban lo hacían porque el Señor había movido sus
corazones (1:5), Esdras resultó exitoso porque la mano y la gracia de Dios estaban sobre él
(7:9), y Artajerjes apoyó la reconstrucción porque el Señor puso esto en su corazón (7:27).

Ciro comisionó el regreso del exilio para el propósito expreso de reconstruir “un templo … en
Jerusalén de Judá” (1:2), y traer ofrendas “para el templo de Dios en Jerusalén” (1:4). La
reconstrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén fue una característica central de la
restauración (ver “Introducción a 1 Crónicas”). Por ende, el libro se enfoca en cómo fue
completado el templo (6:13-18), y cómo fue construido y dedicado el muro que rodeaba la
ciudad (Ne 12:27-47). Se alentó a los lectores que vivieron después de la compleción de estos
proyectos de construcción iniciales a que perpetúen la orientación del pueblo de Dios hacia la
ciudad y su templo.

La comisión de Ciro estuvo dirigida a todo el pueblo de Dios, y no sólo a algún líder particular.
Ciro enfatizó que “cualquiera del pueblo de Dios” (1:3) y las “personas de cualquier lugar” (1:4)
podían retornar a la tierra. Las listas largas de personas de otro modo desconocidas también
34

subrayan el hecho que el pueblo de Dios en general estaba profundamente involucrado en la


restauración de la nación (2:3-70; se repite en Ne 7:8-73). Las reformas dirigidas por Esdras y
Nehemías no estuvieron limitadas a unos pocos selectos, sino que estuvieron dirigidas a
transformar a toda una comunidad de retornantes (cap 10; Ne 13). El libro enfatiza que todo el
pueblo de Dios debía ser santificado para que la nación sea restaurada a las bendiciones de
Dios.

Esdras-Nehemías es una compilación de varios documentos separados que fueron entretejidos


con maestría para formar un todo hermoso y poderoso. Las listas tienen un papel importante.
Se incluyen registros de: 1) los elementos del templo (1:9-11); 2) aquellos que inicialmente
regresaron del exilio (2:3-70; se repite en Ne 7:8-73); 3) los líderes que regresaron con Esdras
(8:2-14); 4) aquellos involucrados en matrimonios mixtos (10:18-43); 5) aquellos que
reconstruyeron el muro (Ne 3); 6) aquellos que sellaron el pacto (Ne 10:1-27); 7) nuevos
residentes en Jerusalén y en las ciudades que la rodeaban (Ne 11); y 8) los sacerdotes y Levitas
que regresaron con Zorobabel (Ne12:1-26).

También se ha incluido bastante correspondencia oficial. Estas cartas ni siquiera fueron


traducidas, sino que fueron mantenidas en el arameo original, el idioma de la diplomacia
internacional de ese momento y lugar. Esto incluye: 1) la carta de Rejún a Artajerjes (4:11-16);
2) la respuesta de Artajerjes (4:17-22); 3) la carta de Tatenay a Darío (5:7-17); 4) el
memorando referido al decreto de Ciro (6:2-5); 5) la respuesta de Darío a Tatenay (6:6-12); y 6)
la carta de Artajerjes en nombre de Esdras (7:12-26). Aparte de esto, se ha incluido el decreto
de Ciro (1:2-4), las memorias de Esdras (7:27-9:15), y las memorias de Nehemías (Ne 1:1-7:5;
12:27-43; 13:4-31).

Cristo en Esdras-Nehemías
La revelación de Cristo es un rasgo distintivo importante en el libro de Esdras-Nehemías. El
libro revela a Cristo de al menos cinco maneras:
1. La obra de Esdras y Nehemías estuvo basada en los esfuerzos de Zorobabel, el
descendiente de David que representó a la familia real al comienzo de la restauración
final del pueblo de Dios a la bendición (Hag 1-2, Zac 1-8). Los esfuerzos de Zorobabel
no cumplieron las expectativas, pero Jesús provendría posteriormente de la línea de
Zorobabel (Mat 1:12-16) y recibiría las promesas dadas a la casa de David después del
exilio.
2. Las descripciones idealistas de Zorobabel, Esdras y Nehemías como líderes anticipan la
obra de Cristo. Así como ellos dedicaron su vida a liderar al pueblo de Dios hacia las
bendiciones de Dios, Jesús dirige a los suyos hacia las bendiciones definitivas y eternas.
Al igual que Cristo (Mateo 23:1-39), Esdras y Nehemías confrontaron y corrigieron el
pecado dentro de Israel (9:1-15; 10:10-14; Ne 1:6-7; 9:1-3,26-38; 13:15-27). También
como Cristo (Juan 17:6-26), ellos se sintieron identificados con el pueblo pecador del
Señor, y oraron por ellos (9:6-15, Ne 1:4-11).
3. El enfoque en la reconstrucción y en el manejo correcto del templo en Jerusalén
anticipa a Cristo. El templo es central en la fe cristiana. Cristo no solo limpió el templo
(Mateo 21:12-13; Juan 2:13-17); también se convirtió en el templo (Juan 2:19-22).
Estableció a la iglesia como el templo de Dios (1 Cor 3:16-17; 2 Co 6:16), y actualmente
ministra en el templo celestial (Heb 9:11-12,24). Cuando regrese, Cristo traerá la nueva
Jerusalén desde el cielo a la tierra para convertir al nuevo cielo y la nueva tierra en la
ciudad santa del Señor, con él y el Padre como su templo (Apoc 21:22). Los temas de
35

santidad, sacrificios, oración, perdón, el sacerdocio y la presencia de Dios, asociados


con el templo en Esdras-Nehemías, se cumplen en Cristo.
4. Las reformas morales que Esdras y Nehemías trajeron a la nación también hallan
cumplimiento definitivo en Cristo. Además, Cristo llamó al pueblo del pacto a volverse
al Señor y a su ley (Mat 5:17,19). De hecho, a través de su muerte, resurrección, y el
empoderamiento de su espíritu, él limpia a aquellos que creen en él de toda injusticia
y los guía a una vida justa (1 Juan 1:7-9), para que puedan heredar las bendiciones de
Dios (Mateo 25:34-40; Ro 6:1-23; 1 Pedro 3:9-12).
5. Durante la breve estadía de Esdras en Jerusalén, él reconstituyó a Israel y le dio a su fe
una forma que la ayudaría a sobrevivir por siglos. Esdras organizó a la comunidad judía
alrededor de la ley, el Torá. A partir de este momento, la marca distintiva de un judío
no sería geográfica o nacional, sino la observación de la ley. La ley abrió un camino
para sobrellevar las limitaciones étnicas y geográficas del pasado. Este cambio en la fe
judía estableció el fundamento para muchas de las características de la fe cristiana. La
adoración cristiana, la organización de la iglesia, la vida en comunidad, los esfuerzos
misioneros etc. dependieron fuertemente de los cambios que surgieron del ministerio
de Esdras.
36

ESTER

Introducción

Descripción general

Autor: desconocido.

Propósito: establecer la fiesta de Purim como recordatorio de la liberación por Dios de su


pueblo, y como recordatorio de permanecer fieles a él incluso mientras vivan bajo opresión.

Fecha: c. 460-350 A.C.

Verdades clave:

- El pueblo de Dios sufrirá grandemente en ocasiones en manos de los enemigos de


Dios.
- Dios preservará a su pueblo en tiempos de opresión.
- El Señor revertirá el destino de aquellos que oprimen a su pueblo, y exaltará a su
pueblo de su condición humilde.
- El pueblo de Dios debe buscar la ayuda de Dios y permanecer fiel a él a pesar de las
pruebas de sufrimiento.
- El pueblo de Dios debe conmemorar periódicamente las maravillas de la liberación de
Dios en el pasado para que esto les dé coraje para afrontar sus tribulaciones actuales.

Autor

Aunque se desconoce el autor del libro de Ester, su interés en el origen y en la observación de


la fiesta de Purim, su intenso nacionalismo y su conocimiento íntimo de la corte, las
costumbres y la geografía persa sugieren que se trata de un judío persa que vivía en Susa.

Momento y lugar en que fue escrito

La fecha más temprana posible para la composición de este libro es algún momento después
de los eventos que se describen en el mismo, durante el siglo 5 A.C. (vea el punto de vista del
escritor en 9:19), y la fecha más tardía posible es el primer siglo A.C. Los eruditos
generalmente prefieren una fecha a fines del siglo cinco o principios del siglo cuatro A.C.,
señalando evidencia lingüística y otros factores como la actitud favorable del autor hacia el rey
de Persia y hacia los gentiles en general como evidencia para una fecha temprana. Algunos
eruditos creen que la falta de influencia del idioma griego sugiere fuertemente una fecha
anterior a 331 A.C., cuando el imperio persa cayó ante Alejandro Magno.

Propósito y rasgos distintivos

El autor de Ester claramente quiso que el libro explicara el origen de la celebración de Purim,
para institucionalizarlo como conmemoración de la gran liberación de los judíos durante el
período persa.

El libro de Ester es conocido por su creatividad literaria, que opera como el principal vehículo
para el significado religioso del libro. Es una narrativa detallada enfocada en las acciones y los
roles de sus personajes. El autor creó tensión narrativa al registrar reversiones o contrastes
drásticos en el devenir de las personas, incluyendo expectativas y roles a menudo irónicos. En
particular, se observa lo siguiente:
37

Las descripciones de los banquetes de Jerjes y de Vasti, el primero con gran detalle, y el
segundo muy breve (ver 1:1-8 con 1:9).
El fuerte contraste entre el retrato inicial del rey como un potentado pomposo y poderoso
(1:1-8) y la posterior revelación de su incompetencia y falta de poder.

El contraste entre la respuesta del rey ante la no aparición de Vasti y la aparición no solicitada
de Ester (1:11-21; 5:1-3).

La reversión intensamente irónica en el devenir anticipado y el real de Amán (6:4-12).

La escena patética en que Amán ruega por la misericordia de Ester – sólo para ser acusado de
intento de abuso (7:7-9).

Las reversiones específicas que ocurren entre los decretos de Amán (3:12-4:3) y de Mardoqueo
(8:9-17).

La justicia poética del hecho que Amán fuera colgado de la horca que él mismo hizo construir
para Mardoqueo (7:9-10; 8:1-2; 9:25).

Estas reversiones están más allá de cualquier coincidencia y revelan que esta historia habla de
la mano de Dios en la historia de salvación de su pueblo (ver 1 Sam 2:1-10).

El escritor también usó la técnica compositora de la repetición o duplicación para entretejer las
diversas partes de la historia. Cabe notar:

El posicionamiento simétrico de las tres referencias en el libro a las crónicas (2:23; 6:1; 10:2).
Los tres conjuntos de banquetes apareados que marcan el comienzo (por Jerjes; 1:3-4; 5-8), el
medio (por Ester; 5:4-8; 7:1-10), y el final (las dos celebraciones de Purim; 9:18-32) del libro. El
motivo del banquete también aparece en 1:9, 2:18, 3:15, 8:17 y 9:17.

La mención en tres oportunidades del tamaño del imperio de Jerjes (1:1; 8:9; 9:30).

La promesa repetida a Ester de “incluso hasta la mitad del reino” (5:3,6; 7:2, 9:12).

Le insistencia repetida de que los hebreos no saquearon a sus enemigos (9:10,15,16).

Los dos relatos de la identidad oculta de Ester (2:10,20).

Las dos veces en que fueron reunidas las vírgenes (2:8,19).

Los dos intercambios de Amán con su esposa y amigos (5:10-14; 6:13-14).

Las dos veces que Amán se tapó la cara (6:12; 7:8).

Los edictos conflictivos referidos al devenir de los judíos (3:12-14; 8:9-14).

Las dos referencias al amainar de la ira de Jerjes (2:1; 7:10).

El doble recordatorio de la permanencia de las leyes de los medos y los persas (1:19; 8:8).

La recurrencia del número siete (1:5,10,14; 2:9,16).

El deseo repetido de Ester de recibir favor y su recepción del mismo (2:9,15,17; 5:2,8; 7:3; 8:9).

El ensayo de la historia completa en 9:24-25.


38

En el libro de Ester también se usa la técnica literaria de anunciar. Lo más llamativo es la


predicción por la esposa de Amán de que él “seguramente acabaría siendo derrotado” porque
Mardoqueo era judío (6:13). El autor era un maestro del suspenso, y puso buen ritmo a la
narrativa (ej: la postergación por Ester de su petición, aumentando la tensión). Las continuas
referencias al tiempo no sólo presentan los eventos como algo histórico (1:1-2), y subrayan el
tema de la obra providencial de Dios en la historia, sino además mantienen el movimiento de
la historia (ej: “más tarde” (2:1), “cuándo” (2:15), “ahora” (2:17), “durante” (2:21), y “después”
(3:1)).

El autor de Ester conectó con creatividad los nombres de dos de los personajes principales,
Amán y Mardoqueo, para enfatizar el conflicto entre ellos y aquellos que representaban –
específicamente los amalequitas y los judíos, respectivamente. Similitudes en la fraseología,
ambientación, nudo y énfasis también sugieren que la historia de José proveyó un modelo
importante para el autor (ej: cabe notar similitudes entre 2:2-4 y Génesis 41:34-37; 3:10 y
Génesis 41:42; y 8:6 y Ge 44:34).

Varios temas importantes son entrelazados a lo largo del libro:

Las fiestas o banquetes sirven de ambientación para cada acción principal en la narrativa,
llevando hasta la celebración de Purim, en contraste con el tema del ayuno (4:3,16, 9:31).

Las lealtades en conflicto y los temas de obediencia versus desobediencia atraviesan el libro.
La desobediencia inicial de Vasti en el capítulo 1 establece el escenario para los desafíos que se
le presentan a Ester en cuanto a la obediencia a Mardoqueo (2:10,20; 4:8-16) y el desafío a la
ley (4:11,16; 5:1-2); el incumplimiento por Mardoqueo de la orden de Amán, que fue
interpretado como desobediencia de parte de todos los judíos (3:2-8); y la predisposición de
Mardoqueo de cumplir las instrucciones de Ester (4:17) de servir al rey persa y a los intereses
de los judíos.

El carácter inviolable de los judíos, presentado explícitamente en 4:14, es la base de la


narrativa y un motivo de la significancia continuada del libro para la comunidad de fe.
Relacionado a este tema está el del descanso y reparo de los enemigos, conmemorado por la
fiesta de Purim (9:16-22, ver Deut 25:19).

Cristo en Ester

El estilo teológico sutil de Ester no deja de lado la importancia para los cristianos de ver los
eventos narrados en este libro a la luz de Cristo y de la salvación a través de él. El pueblo de
Dios estaba en exilio, separado de la sede de su fe: Jerusalén, con su templo y rey. Aun así,
Dios los cuidó, trayendo la seguridad y liberación que se conmemoran en la fiesta de Purim a
partir de ese momento.

Estas características de la narrativa señalan en primer lugar a la vida de Cristo. El también


sufrió la humillación bajo el gobierno de los enemigos de Dios. Su obediencia fiel, incluso hasta
la muerte, trajo salvación para todos los que lo siguen (Hechos 2:36).

Aparte de esto, la narrativa recuerda a los lectores cristianos que, en el presente, cuando se
encuentran separados de su rey y templo – Jesús (Juan 16:7; Hechos 1:7-9) – ellos deben estar
preparados para sufrir por identificarse con Jesús (Hechos 14:22; Ro 8:35; 1 Pedro 4:16). Aun
así, cuando los seguidores de Cristo padecen dolor inocentemente mientras esperan la llegada
del nuevo Jerusalén, ellos no están solos. Jesús prometió su presencia mediante el Espíritu
Santo, que acompañará a la iglesia hasta el final de la era eclesiástica (Mateo 28:20; Efesios
39

1:13-14). Los cristianos hoy no deben entrar en conflicto espiritual o religioso con el poder
político o con instrumentos que causen la muerte física. En cambio, deben fiarse de la
armadura espiritual para su protección, mientras llevan el evangelio a un mundo hostil (Ef
6:10-20). El coraje y la fe de Ester, Mardoqueo y los judíos muestran a los judíos del presente
cómo seguir a Jesús hasta su regreso en gloria.

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