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Introducción
Oswald Anders, en su libro Liderazgo espiritual, nos dio la mejor definición de liderazgo.
Dijo, sencillamente: “El liderazgo es influencia”. Si eres seguidor de Cristo estás llamado
a influir en los demás. Jesús lo dijo de esta forma: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero
si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser
echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad
asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone
debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras,
y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos” (Mt. 5:13‐16)
La necesidad imperante de la Iglesia de hoy es la de líderes. Con los líderes todo sube y
baja. El liderazgo de cualquier grupo u organización determinará su éxito o su fracaso.
Cuando el pueblo de Dios en el antiguo Israel tenía un buen rey, todo iba bien en la
nación. Cuando tenían un mal rey, las cosas iban mal para todos. Muchas
congregaciones religiosas han dejado de existir por falta de liderazgo. Ya en 1997 un 95
por ciento de los párrocos de EE.UU. decían que creían no tener el don espiritual del
liderazgo.
El liderazgo es para todo el mundo. Como hemos sido creados a imagen de Dios,
nacemos para liderar: “Que dominen la tierra…” (Gen. 1: 26‐28). Una manera en la que
reflejamos la imagen de Dios es mediante el liderazgo. Innumerables cristianos a los
lardo de los siglos pensaron que si querían seguir a Cristo tendrían que ser como
borregos, callados y apartados. El problema es que han confundido sumisión con
debilidad. Un seguidor de Cristo tiene que ser líder de la gente. Muy pocas personas
tienen el talento natural de ser líderes. Pero todos tenemos ese potencial. Los
sociólogos dicen que las personas introvertidas influyen a lo largo de su vida a unas
10.000 personas. Piensen en lo que pude hacer una persona que pone su intención en el
liderazgo – como Jesús nos ha pedido.
La llamada al liderazgo es una conducta coherente en la Biblia. Cuando Dios decidió
crear una nación Suya, no llamó a las masas. Llamó a un líder – Abraham. Cuando quiso
sacar a su pueblo de Egipto, no los guió como grupo – llamó a un líder – Moisés. Cada
vez que Dios ha querido algo grande, ha llamado a un líder a que de un paso adelante.
Hemos de decir que el liderazgo que ustedes, mis queridos amigos, tienen como
Superiores de una comunidad, una provincia, o una Congregación debe ser considerado
una llamada de Dios. Los ha llamado (de la forma que haya sido) para que den un paso
adelante en un gran trabajo.
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¿Qué es el liderazgo?
Necesitamos líderes. ¿Qué es el liderazgo? En muchos talleres, cuando la gente habla de
los líderes excelentes o malos no dan una lista de puntos fuertes o débiles
extraordinarios. Sino que mencionan patrones de conducta. Cuando se comenta sobre
los líderes excelentes la gente suele decir: “Ha hecho que nos sintamos importantes,
igual que nuestro trabajo”. “Ha insistido en altos parámetros de trabajo y nos ha
ayudado a alcanzarlos”. “Nos ha inspirado confianza dándonos confianza a nosotros y
mostrándonos respeto”. “Siempre me ha dicho que soy mejor de lo que creo” Por el
contrario, de los malos líderes se dice: “Siempre está muy ocupado como para escuchar
o darnos un consejo”. “Tiene su propia gran idea del reparto del trabajo. Cuando las
cosas van mal, la culpa es nuestra. Cuando las cosas van bien, él se lleva todo el mérito”.
“Nos motiva con el miedo y las amenazas, y lo que consigue de nosotros es lo mínimo”.
Por supuesto, lo líderes tienen que tener un nivel de competencias que le permitan
conseguir que el trabajo se haga. El Reino de Dios no se puede conseguir sin
competencias. En Lucas 14 vemos unos relatos sobre la falta de competencias. El
constructor y el rey de estos relatos no tenían lo necesario para que el trabajo se
hiciese. Por eso, la torre no se construyó nunca y no se ganó la guerra.
La primera persona a la que lideran son ustedes mismos.
Jesús enseña que la primera persona a la que lideran son ustedes mismos (Lucas 4:3‐10;
Mt. 4:1‐11). El liderazgo eficaz es más que hacer cosas. Implica el aspecto más difícil de
la transformación personal. Para Jesús tenemos que vivir nuestra vida antes de liderar a
otros. No hay liderazgo sin autodisciplina. Si los líderes no se pueden gobernar a si
mismos, no pueden gobernar a otros. Ezequiel 19 nos habla de los “Príncipes” a los que
le faltaba la disciplina para liderar su propia vida; tampoco podían liderar a nadie más.
La autodisciplina no es algo que se haga en un solo momento, tiene que convertirse en
un estilo de vida.
La batalla por la autodisciplina empieza en la mente. “Pongan la mente en las cosas de
arriba y no en las de la tierra”. El cambio permanente y la mejora ocurren siempre de
adentro‐afuera (Col 3: 1‐14). Tenemos que viajar hacia dentro antes de viajar hacia
fuera porque el viaje de crecimiento y éxito es en primer lugar interno. Platón dijo “La
primera y mejor victoria es la conquista de uno mismo”. Con falta de autodisciplina se
puede caer en el hábito de disfrutar del postre antes de haber comido la verdura.
Tenemos que cuestionar y eliminar toda tendencia que podamos tener a poner excusas.
Además, un líder disciplinado se mantiene centrado en los resultados y no se concentra
en la dificultad del trabajo.
Nos ganamos el derecho de liderar a otros cuando nos ven liderar bien nuestras vidas.
Jesús se dio por completo a Su causa y a Sus hombres. Por consiguiente, les pudo pedir
que hicieran lo mismo. Cuando los líderes comprometen su vida sus seguidores ganan
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en seguridad. Los líderes deben liderar con integridad, carácter y valor. El líder con
integridad no permitirá nunca que sus labios traicionen a su corazón y permitirá que sus
principios guíen siempre sus acciones. Hay que apostar por algo más que por ustedes.
Los líderes visionarios se preocupan más por hacer lo correcto que por aparentar ser
inteligentes.
Liderazgo de servicio
El liderazgo cristiano no es un liderazgo de poder sino un liderazgo sin poder y con
humildad. La lección de Jesús en casa del Fariseo es que sentarse a la cabecera de la
mesa es una prioridad natural de la cultura de los logros. Las cabeceras de las mesas se
convierten en la meta de llegada de la gran carrera de las ratas. Jesús enseña que
lideramos sirviendo y servimos liderando (Mt. 20:25‐28). El enseño y encarnó el
liderazgo como servicio. Nunca se sirvió a sí mismo. Jesús les dice a los hijos de Zebedeo
que Su estilo de liderazgo está en claro contraste con las formas del mundo. La forma de
subir es descender (Mc. 9:33‐10:16).
Cuando Jesús oyó discutir a los discípulos sobre quién era el mayor se sintió
avergonzado. Para se grande Jesús dice: “Ser sirvientes” (Mc. 9.35) “Si alguien quiere ser
el primero, que se haga el último y que sirva a todos”. Jesús vivió la humildad que
enseñaba. Ser grande es servir. Esta es la paradoja del liderazgo como el de Jesús. Los
líderes que siguen el ejemplo y las enseñanzas de Jesús liderarán primero como
sirvientes. La misión y la visión de esa misión es la relación entre servicio y liderazgo.
Pablo describe a un sirviente en Romanos 15:
• Se niega a sí mismo (v. 1);
• Desarrolla a los demás. Tenemos que añadir valor a los demás. (v. 2);
• Acepta los vituperios (v.3);
• Imita a Cristo (v.3);
• Tiene la actitud de un estudiante (v. 4);
• Persigue la armonía de las relaciones (v. 5,6).
El liderazgo espiritual requiere disponibilidad para aceptar la
responsabilidad.
Se puede crecer en la habilidad para liderar. Al principio de su vida el José de la Biblia no
tenía habilidades para trabajar con otros. Le faltaba experiencia, sabiduría y humildad.
Llegar a ser un líder no es un trabajo que se haga de la noche a la mañana – es un
proceso. Cuando Jesús supo que le quedaba 12 horas de vida (Juan 17:11‐26), no
empezó grandes campañas. No intentó cambiar las leyes. Ni siquiera hizo un ministerio
público. Sino que se dedicó a la oración. La oración es la tarea clave de un líder (Hech.
6:4). El liderazgo es como un iceberg − la mayor parte no se ve. La oración de un líder les
dice mucho sobre él. Demuestra sus compromisos y preocupaciones. La oración hace
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que el líder se mantenga centrado. Hace que dependa de Dios. Sostiene el corazón del
líder para las personas.
Zonas de confort y liderazgo
El liderazgo significa incomodidad. Si quieren ser líderes eficaces, hay que vivir fuera de
las zonas de confort. El status quo nunca es el objetivo del líder. Los trastornos son sus
compañeros permanentes. A menudo las personas no quieren cosas molestas o
radicalidad. Decimos: " Queremos un cambio… siempre y cuando no nos cambie a
nosotros” Pero esa no es la forma que tiene Jesús de hacer las cosas. El liderazgo no se
debe utilizar para el beneficio personal. El administrador injusto olvidó que el liderazgo
tiene que ver con dar y no con recibir (Lucas 16:1). Los líderes pierden el derecho de ser
egoístas (Rom. 15:1‐6).
El liderazgo de colaboración
Hasta hace poco tiempo, el liderazgo consistía en un orden jerárquico y en un sistema
de control. Los que estaban arriba poseían y controlaban el sistema. Los que estaban
abajo eran recompensados por el trabajo duro y la lealtad con la posibilidad de ascender
en rango y en categoría. El éxito de una empresa dependía de las capacidades de
liderazgo de la persona que estaba en la cima.
La colaboración va más allá de la comunicación, la cooperación y la coordinación. Se
trata de una relación mutua de beneficios entre dos o más partes para conseguir los
objetivos comunes compartiendo la responsabilidad, autoridad y aceptación de alcanzar
resultados. El propósito de la colaboración es crear una visión compartida y estrategias
comunes para resolver las preocupaciones que van más allá del ámbito particular de
una de las partes.
El enfoque colaborativo se basa en el concepto de que todos los miembros de una
organización tienen que comprometerse de lleno en la búsqueda de un objetivo o visión
común para asegurar su éxito. Cuando el objetivo común ha implicado la participación
de los miembros aumenta la productividad de un grupo cuando se compara con los
esfuerzos individuales. El enfoque colaborativo se centra en el concepto de que la
innovación, la creatividad y el liderazgo provienen de todos los niveles. El trabajo de un
líder se hace más centrado en asegurar el entorno de trabajo, y en apoyar más a todos
los miembros, permitiéndoles crecer a nivel personal, lo cual beneficia, posteriormente,
a toda la organización. El papel del líder es fomentar las relaciones de colaboración con
y entre los miembros, con lo que se proporcionan distintos puntos de vista al proceso de
toma de decisiones.
Entonces, en el liderazgo colaborativo hablamos de personas con distintos niveles de
responsabilidad para indicar la dirección a tomar, hacer que las cosas avancen, e
implicar en ello a otras personas. Uno de los retos del líder colaborativo es el hecho de
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que la mayoría de las personas que se reúnen en un grupo no están bajo el control
directo de un líder. Este tiene que reunir a las personas correctas en el lugar correcto.
Por otra parte, el líder colaborativo tiene que ser flexible y adaptar su liderazgo al nivel
de madurez de la persona a la que está mandando. Las personas de un grupo pueden
ser de aquellas que técnicamente son capaces de hacer un trabajo y tener la confianza y
la responsabilidad de llevar a cabo una tarea por si solos, o de aquellas personas que ni
tienen la capacidad de hacer un trabajo ni tienen la disponibilidad de que el trabajo
salga adelante.
Las mejores cualidades de un líder colaborativo se encuentran en Gal. 5:22‐23.
• Amor;
• Alegría;
• Paz;
• Paciencia;
• Amabilidad;
• Bondad;
• Fidelidad;
• Gentileza;
• Autocontrol.
Colaboración: El cómo del liderazgo
Un sacerdote solo (superior, provincial) muy rápidamente se convierte en un sacerdote
solitario. Jesús estaba siempre rodeado de sus seguidores. Los apóstoles y discípulos
están con él, le hacen preguntas, dan testimonio de lo que defiende y hace Jesús. Jesús
le dice a los apóstoles que vayan de dos en dos y no solos. Jesús envía a los discípulos y
los deja, y cree en su capacidad y poder para seguir sin él, porque tienen el Espíritu que
los guía. William Borers, Arzobispo Católico jubilado de Baltimore, dice que la Iglesia es
“una comunidad de ministros colaboradores”. El desarrollo del liderazgo colaborativo
implica tres, según él, tres tareas fundamentales.
a) Ayudar a que cada miembro vea en su bautismo la vocación a la santidad y el
ministerio.
b) Asistir a todos los miembros en el discernimiento y descubrimiento de sus dones
y carismas personales para que los pongan a disposición del ministerio y el
servicio.
c) Ver el rol primordial del líder como responsabilidad de fomentar la participación
de todos los miembros.
El liderazgo colaborativo enfatiza la preeminencia de los dones como cimiento del
ministerio, y subraya el papel del líder en el desarrollo y utilización de los dones que se
encuentran mediante la comunidad. Jesús hace su trabajo así. Los Hechos de los
Apóstoles nos muestra a un grupo de personas que trabajan juntas para desarrollar la
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joven Iglesia Cristiana. Pablo cuenta en sus epístolas cómo los dones del Espíritu se
encontraban en toda la comunidad.
El liderazgo colaborativo es democrático y participativo
• Preocupación por la eficacia del grupo y por terminar el trabajo.
• Animar a los miembros del grupo a expresar sus ideas y sentimientos, porque
eso llevo a una mayor creatividad y compromiso.
• Los líderes permiten que aparezcan los conflictos y la resistencia que se quiten
con la ayuda del grupo.
• Animan a que las decisiones se tomen en grupo y compartir que se establezcan
los objetivos.
• Establecen las políticas después de explicar las razones y las proponen al grupo
para que haga sugerencias y críticas.
• Creen que la responsabilidad de que se haga el trabajo depende tanto del grupo
como de ellos mismos.
• Permiten a los miembros del grupo mucha libertad en su trabajo.
• Siguen buscando la mejor manera de hacer las cosas y están abiertos al cambio.
• Creen en la eficacia del trabajo en grupo. Un grupo de personas comprometidas
y que trabajan juntas tienen un potencial mayor que cuando los miembros
trabajan individualmente.
Llevar a cabo las tareas
Definitivamente, la responsabilidad primordial del líder implica llevar a cabo las tareas
para las cuales fue creada la Congregación. De esta forma, los líderes eficaces persiguen
objetivos claros. En este sentido, el liderazgo consiste en:
• Determinar los objetivos;
• Planificar las actividades necesarias;
• Organizar programas;
• Preparar calendarios;
• Clarificar responsabilidades y rendición de cuentas;
• Mantener los canales de comunicación;
• Desarrollar la colaboración; y
• Establecer los puntos de control.
Crear equipo – Asumir la responsabilidad para construir la comunidad
Algunos líderes creen que no tienen que obtener el OK de todo el mundo antes de
tomar una decisión. Quieren que todos los miembros de la organización sepan quién
está a cargo. Es seguro que quieren oír lo que otros tienen que decir pero esperan que
la gente oiga primero sus ideas, y luego tomar la decisión final. “Mi responsabilidad es
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obtener resultados y mi intención es hacer justamente eso”. Algunos creen tomar las
decisiones, equivocadas o no, y luego proceder a la acción. No toleran las demoras. Si
los líderes son colaborativos pueden crear entre los miembros lo siguiente:
• Aun sentido de destino: estamos aquí por los designios de Dios y para hacer su
trabajo.
• Un sentido de familia: estamos juntos en esto.
• Un espíritu entusiasta: tenemos que hacer el trabajo a toda costa.
Los líderes no pueden hacer el trabajo solos. Pueden liderar pero los demás tienen que
seguirlos. Jesús reunió a un equipo para apropiarse de una visión. Los líderes son
“agentes” de dones. Los equipos de Dios utilizan todos los dones y disfrutan tanto de la
unidad como de la diversidad. La filosofía de la creación de equipos según Pablo es (I
Cor. 12: 4‐31):
• El equipo tiene una variedad de dones o cargos pero persiguen el mismo
objetivo (v. 4‐6).
• Todos pueden contribuir para el beneficio del equipo (v. 7).
• Dios es la fuente de cada uno de los dones, por eso la gloria recae en El (v. 8‐10).
• Dios decide a quién corresponde cada don, por lo cual no debemos competir o
comparar (v. 11).
• Los miembros del equipo funcionan como los órganos y los músculos del cuerpo
(v. 12‐14).
• Ningún miembro de un equipo es menos importante que otro; todos son
necesarios (v. 15‐21).
• A veces, los jugadores que parecen menos importantes son en realidad lo más
importantes
• El objetivo de Dios es la armonía del equipo y que los miembros se cuiden
mutuamente (v. 25,26).
• Aunque los miembros tienen la misma importancia, tienen que ser distintos (v.
27, 28).
• No debemos competir entre nosotros, sino completarnos mutuamente (v. 29‐
31).
Para constituir un equipo es necesario que:
• Todos los miembros del equipo entiendan los objetivos con claridad. El trabajo
en equipo requiere hacer propios los objetivos del mismo. Todos tienen que
participar en el establecimiento de los objetivos. El equipo tiene que acordar los
objetivos.
• Los roles y responsabilidades se deben definir, es decir, quién hace cada cosa en
el equipo.
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• Todos tienen que saber cómo se procede en el grupo, es decir, cómo debe
trabajar el equipo en conjunto.
• Las relaciones interpersonales son importantes en el equipo… confianza, apoyo,
comunicación y resolución de conflictos mutuos.
• El trabajo en equipo requiere que compartan las necesidades del líder como el
inicio o la clarificación de algo.
• Significa utilizar los recursos de los miembros.
• Mantener el buen clima en el equipo.
Las áreas en la que debe existir un acuerdo en el equipo son:
• Toma de decisiones ‐ ¿Cómo tomamos las decisiones? ¿Quién toma la decisión?
¿Cómo participan los miembros en la toma de decisiones?
• Comunicación − ¿Qué se debe comunicar en el equipo; a quién y con qué
frecuencia?
• Reuniones − Como medio para compartir información o tomar decisiones para
asegurar la coordinación.
Los líderes tienen que construir espíritu de equipo para celebrar la diversidad. Los
equipos tienen que compartir un objetivo común, pero no los mimos dones. John
Wooden, que es entrenador de basketball, dijo una vez: “Las personas ganas trofeos, los
equipos ganan los campeonatos”
Motivar y desarrollar a las personas
El ingrediente más importante de una organización es su gente. Si consigues mantener a
la gente satisfecha, lo demás se encargará de sí mismo. Jesús eligió a personas
específicas para objetivos específicos. En Marcos 2:14‐17, vemos que Jesús eligió a
Mateo, un odiado recaudador de impuestos. Pero Jesús vio su potencial como apóstol y
escritor. Jesús trataba a las personas en base a su potencial futuro.
Un líder eficaz sabe que tu, yo o cualquier otra persona del mundo necesita libertad
para expresarse. Un líder tiene que ayudar a aquellos que estén bajo su autoridad a que
encuentren satisfacción en su trabajo. Podemos preguntarnos:
• ¿El líder está orientado hacia el trabajo o hacia las relaciones?
• ¿Está todo centrado en el líder o en el grupo?
Los líderes tienen que ser conscientes de ambas cosas y tienen que equilibrarlas porque
pueden fácilmente y sin que nos demos cuenta hacer que pese uno u otro de estos dos
aspectos. Pueden enfatizar más los resultados a corto plazo pero también los problemas
humanos a largo plazo. Hacer demasiado hincapié en el mantenimiento o en las
relaciones da como resultado grupos tan implicados con sus sentimientos que pueden
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dejar de lados sus tareas. Para Jesús, el impacto del liderazgo viene de las relaciones, y
no de los cargos (Lucas. 9:6)
Los líderes eficaces hacen las siguientes preguntas:
• ¿Cuán democrático puedo ser?
• ¿Cuán autoritario tengo que ser?
Para obtener un sentido de la autosatisfacción, los líderes deben ver que los miembros:
• Tengan la oportunidad de tener un sentido del logro personal;
• Reciben un reconocimiento adecuado por sus logros y aportaciones;
• Sienten que hacen una contribución válida al objetivo del grupo;
• Se les dan responsabilidades que se ajustan a sus capacidades;
• Tienen la oportunidad de desarrollar su potencial.
El uso de la autoridad por parte de un líder
Cuando los líderes tienen autoridad sus palabras tienen un peso, vean por ejemplo la
historia del centurión en Mt. 8:5‐13. La forma en la que los líderes utilizan su poder
afecta tanto a la productividad como a la libertad de los subordinados. Si utilizan menos
autoridad y poder, los miembros conseguirán tener más libertad para tomar decisiones.
Cuando aplican más su poder, se reduce la libertad del grupo.
Por supuesto, los líderes se enfrentan a una gran cantidad de dilemas cuando ejercen su
autoridad.
• Por un lado, el trabajo se tiene que hacer con eficacia; se tiene que escuchar
todos los puntos de vista.
• Puede que a veces se sienta compelido; pero el trabajo en equipo para tomar
decisiones lleva tiempo.
• Puede que busque oportunidades para obtener resultados rápidos in las
decisiones de una persona, pero compartir la responsabilidad motiva y da lugar a
soluciones a largo plazo.
Jesús le dio autoridad a Su equipo (Mc. 3:13‐19). Les asignó una tarea con un
significado, el de preparar a las ciudades para su llegada (Lucas 10: 1). Les dijo lo
importante que era su misión; “la cosecha es grande…” (Lucas 10:2). Les advirtió de
posibles dificultades (Lucas 10:3). Los líderes necesitan un equipo cercano que le
permita seguir adelante y dar apoyo con las palabras de la verdad.
Delegar: compartir la responsabilidad y la autoridad
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Si queremos tener éxito en nuestra misión, tenemos que compartir la carga de trabajo
con el equipo. Jesús quería que las personas se desarrollaran compartiendo un trabajo.
Hay tres métodos para la distribución de tareas en un equipo.
Delegar implica que los líderes asignen trabajo a las personas y les den la autoridad
necesaria para que el trabajo se haga. Delegar correctamente significa darle a los demás
la autoridad necesaria para llevar a cabo la responsabilidad asignada. Los buenos líderes
delegan bien.
Delegar con eficacia implica tres pasos.
• Asignar responsabilidad: descripción de las obligaciones y especificación de los
resultados que se esperan.
• Conceder autoridad. En este sentido los líderes animan a los miembros o
comunidades en los que han delegado a que presenten sus ideas y planes sobre
cómo se podrán alcanzar los resultados previstos. Dan orientación
continuamente y apoyo, es decir, la información necesaria para conseguir los
resultados. Los miembros no tienen que sentir que se los deja solos.
• Crear responsabilidad: responsabilidad y aceptación de los resultados. Es
obligatorio que los miembros y las comunidades rindan cuentas a los líderes para
alcanzar los resultados.
¿Cómo envió Jesús a Sus discípulos? (Lucas 9:1‐10)
• Los motivó – lo llamó juntos (v. 1);
• Les dio poder y autoridad (v. 1);
• Los envió para que hiciesen el trabajo que les delegaba (v. 2);
• Les dio unas indicaciones específicas (v. 3‐5);
• Los responsabilizó cuando terminaron (v. 10).
Delegar da tiempo libre para otras actividades que solamente los líderes pueden llevar a
cabo. Cuando los líderes delegan cuestiones técnicas y las decisiones cotidianas a la
comunidad o a los miembros, tienen más tiempo para tratar las decisiones más críticas.
Además, delegar da resultados que van más allá de lo que los líderes en si pueden hacer.
Delegar aumenta el conocimiento de los miembros, así como sus capacidades y
competencias, y de esta manera las personas se desarrollan. Delegar es construir
personas. Así, los miembros tienen más oportunidades para abordar nuevos problemas
y aumentar sus capacidades.
La mejor manera de delegar es dando poder. Este hecho precede al ennoblecimiento y a
las posibilidades. El proceso de ennoblecimiento implica demostrar respeto, aumento
de la dignidad y expectativas de excelencia. Es decir, transmitir el significado y el
objetivo de las personas y su trabajo. Tener posibilidades es dar herramientas,
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conocimiento y todo el equipo necesario en cuanto a capacidades para realizar un
trabajo. La formación y la formación continua son elementos importantes.
Dar poder
En las organizaciones en las que esto se lleva a la práctica, se tomarán más decisiones en
los niveles más bajos. Las organizaciones darán más responsabilidad a las personas. Y
por ello, la gente tendrá más poder para tomar decisiones. Dar poder a los demás
implicar nombrarlos para cargos de liderazgo. Cuando un líder no puede o no da poder a
los demás crea barreras en la organización que no se pueden superar. Para ser líderes
exitosos tienen que dar poder. Solo las personas que han recibido un poder pueden dar
todo su potencial. Hay que dar los pasos necesarios para ayudar a los demás a llegar a
ser los líderes que pueden ser potencialmente. La única manera de ser indispensable es
que uno se haga dispensable. Un ejemplo de esto es cuando Jetro dio instrucciones a su
yerno Moisés para que nombrar a ancianos para que le ayudaran a ser juez de los
israelitas (Ex. 18: 14‐23).
Jesús le dio poder a Su equipo para que fuesen a trabajar
Para nosotros, el modelo es la forma en que Jesús da poder. Dios cambia a las personas
desde dentro. Este poder de Dios se ve en Rom 5:12‐21. Los líderes son como agentes
de los recursos que les han sido dados (Lucas 19:11‐26). Entre esos recursos se
encuentran las personas, presupuestos, tiempo, sabiduría y talentos. Cuando los líderes
gestionan bien esos recursos, Dios los recompensa y les da más para invertir. ¿Qué
hacen con los recursos de personas que tienen? Se tienen que usar todos los recursos
que nos da Dios. Todo líder es un gestor cuyo objetivo ha de ser maximizar los dones de
cada uno. Los líderes tienen que conseguir que los demás se desarrollen y alcancen su
potencial. Nadie mejor que Jesús hizo esto. En Mateo 10 vemos el resultado de la visión
de Jesús cuando pedía más trabajadores (9, 37,38). Aunque no terminó de formar a Sus
discípulos, los envió a que ejercitaran sus dones. Jesús les dio poder de la siguiente
manera (Mt. 10:1‐4 y Lucas 10:1‐24):
• Jesús los eligió y los llamó por su nombre (Mt 10: 1‐4);
• Les dio un mandamiento directo – los envió (v. 5);
• Un objetivo central − les dijo que fueran a los hebreos y a los gentiles;
• Les dijo por qué su misión era tan importante (Lucas 10:2);
• Un mensaje claro (Mt. 10:7);
• Les dio credenciales prácticas – los dotó de credibilidad dándoles herramientas
para confirmar su mensaje (v.8);
• Les inspiró confianza (v. 9,10);
• Les dio convicciones sólidas sobre cómo tenían que actuar con los amigos y con
los críticos (vv. 11‐15); y
• Los evaluó y les dio información sobre su experiencia (Lucas 10:19,20).
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Dar poder y sentido de la seguridad
Solo los líderes que se sienten seguros dan poder a los demás. Jesús se sentía seguro
como para lavar los pies a sus discípulos (Juan 13:1‐20). Jesús entregó su poder a los 70
(Lucas 10:1‐ 24). En lugar de vengarse, José dio poder a sus hermanos para llevar a cabo
la tarea que los había llevado a Egipto (Gen. 45: 4‐7). Pablo liberó a los gálatas para que
llegaran a ser lo que Dios pretendía de ellos. Se sintieron libres y con poder por medio
del espíritu de Dios y mediante el liderazgo de Pablo. Como líder con seguridad, Pablo
dio libremente poder a los demás.
Si el líder no tiene seguridad no puede dar seguridad a los demás
• Toman más de lo que reciben;
• Limitan siempre a los mejores;
• Limitan o sabotean permanentemente el éxito de la organización;
• Gastan más energía intentando mantener el puesto que haciendo el trabajo.
Los líderes inseguros nunca dan poder y desarrollo a sus seguidores. Hacen que la
organización se quede parada. El Faraón del AT es un ejemplo de líder inseguro. Se
sintió amenazado por los dones, influencia y el creciente número de los otros. Pensaba
siempre que otra persona podría usurpar su poder, se sintió inseguro y por eso saboteó
su propio liderazgo (Éxodo 1). La inseguridad de Saúl y su miedo lo llevaron a volverse
en contra de David (I Sam. 18:7‐29). La inseguridad hace que a veces los líderes hagan
tonterías y se saboteen a sí mismos. El rey Herodes no consiguió dar poder a nadie. De
hecho, iba minando el poder de los demás para hacer acopio de poder propio. (Mt. 2: 3‐
18). Jesús hizo cosas que no eran populares porque se sentía seguro de su identidad y
su misión. No necesitaba un consenso (Mk. 11:15‐17).
De la suma a la multiplicación
Jesús no solo dio poder a los discípulos sino que también les recordó que El quería
reproducir Su propio liderazgo en ellos. Jesús amplió sus enseñanzas a los setenta y los
envió (Lucas 9:1‐10:24). El éxito está determinado por quién y qué enseña el líder. M
Para multiplicar su influencia el líder tiene que enseñar a los otros líderes y darles
capacidades y principios que les permitan influir sobre otras personas. Cuando un líder
hace esto, pasa de la suma a la multiplicación.
Conclusión
El liderazgo colaborativo y el dar poder no significan que el líder abandona su
responsabilidad. Los líderes no pueden pasar la pelota a otros. No podemos liderar sin
responsabilizarnos. Poncio Pilatos, el gobernador romano, nos da un triste ejemplo de
líder que no se responsabiliza. Cuando Jesús comparece ante él para el juicio, no
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encuentra nada malo en El. Pero en vez de declararlo inocente cede a la presión de la
multitud. Pilatos se lava las manos de toda responsabilidad en su decisión. Quiso evadir
las consecuencias.
Jesús es el modelo indispensable del líder cristiano. Da forma a la manera en la que
entiende sus roles y actúa como una persona que pude transformar el mundo. El
modelo de liderazgo que se puede obtener de las enseñanzas y de la vida de Jesús es
una rica fuente de reflexión e inspiración. Vemos con claridad que el estilo de liderazgo
de Jesús es una actividad de colaboración.
Literatura utilizada:
D’Souza Anthony, Leaders for Today, Hope for Tomorrow, Ediciones Paulinas
Publications: Mumbai, 2006.
D’Souza Anthony, Leadership, St. Paul: Nagasandra, Bangalore 2006.
Sofiled Loughlan and Kuhn Donald H., The Collaborative Leader, Ave Maria Press: Notre
Dame, 1995.
Sharma Robin, Leadership Wisdom, Jaico Publishing House: Mumbai, 2003.
Varkey, C.P., Authority − Its Use and Abuse, St. Pauls: Mumbai, 1999.
The Maxwell Leadership Bible, New King James Version, Nashville, 1982.
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