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Jose Antonio Matos Arévalo


Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre: una interpretación desde el Caribe
Revista Brasileira do Caribe, vol. VIII, núm. 16, enero-junio, 2008, pp. 411-440,
Universidade Federal de Goiás
Brasil

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=159114271008

Revista Brasileira do Caribe,


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cecabcaribe@bol.com.br, kcouto@fchf.ufg.br
Universidade Federal de Goiás
Brasil

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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre:
una interpretación desde el Caribe*

Jose Antonio Matos Arévalo

Resumo
Nesse artigo, nos propomos a realizar um breve percurso pela obra de Fernando
Ortiz (ou seja, as obras publicadas no período de 1906-1959), tendo em conta as
fontes e motivações que propiciaram a criação de seus textos etnológicos. Em
particular, o uso e a implementação da ciência antropológica para definir e
instrumentar um discurso de identidade nacional, nos deteremos no seu livro, até
agora inédito, A Virgem da Caridade do Cobre. Planejo dividir em duas etapas
nossa apresentação, articuladas entre si; a primeira se relaciona com a presença
do positivismo criminológico e com a protoetnografia francesa em suas primeiras
obras; e a segunda, posterior aos anos de 1920, vinculada com o trabalho pioneiro
de Franz Boas na Colúmbia Britânica; Bronislaw Malinowski no mundo anglo-
saxão; os etnógrafos franceses e a tradição culturalista alemã. Este enfoque
permitirá esclarecer a definição de cultura e transculturação que aponta Fernando
Ortiz para a ciência antropológica e porá em debate sua concepção sobre os
fenômenos históricos e socioculturais de Cuba e do Caribe.

Palavras chave: Cuba, Fernando Ortiz, Religião

*Artigo recebido em dezembro de 2007e aprovado para a publicação em março de 2008

Revista Brasileira do Caribe, vol. VIII, n° 16, 411- 440, 2008


Jose Antonio Matos Arévalo

Resumen
En este artículo nos proponemos realizar un breve recorrido por la obra de
Fernando Ortiz (es decir, las obras publicadas en el período 1906 - 1959), teniendo
en cuenta las fuentes y motivaciones que propiciaron la creación de sus textos
etnológicos. En particular, el uso y la implementación de la ciencia antropológica
para definir e instrumentar un discurso de identidad nacional. Nos detendremos
en su libro, hasta ahora inédito, La Virgen de la Caridad del Cobre. Esta
presentación, está articulada en dos etapas relacionadas entre sí, la primera se
relaciona con la presencia del positivismo criminológico y la protoetnografía
francesa en sus primeras obras; y la segunda, posterior a los 20, vinculada con el
trabajo pionero de Franz Boas en Columbia Británica; Bronislaw Malinowski en
el mundo anglosajón; los etnógrafos franceses y la tradición culturalista alemana.
Este enfoque permitirá esclarecer la definición de cultura y transculturación que
aporta Fernando Ortiz a la ciencia antropológica y pondrá en debate su concepción
sobre los fenómenos históricos y socioculturales de Cuba y el Caribe.

Palabras Claves: Cuba, Fernando Ortiz, Religión.

Abstract
In this article we propose to carry out a brief journey through the work by
Fernando Ortiz (i.e. the works from 1906 to 1959), considering the sources and
motivations that provided the creation of his ethnological texts. Particularly, the
use and implemantation of anthropological science in order to define and to score
a discourse of national identity. We will discuss his book, La virgen de la Caridad
del Cobre, that remains unpublished until now. This presentation is articulated
in two stages related to each other, the first is related with the presence of the
criminological positivism and the French proto-ethnography in his first works;
and the second, after the 1920’s, linked with the Franz Boas’ pioneer work in the
British Columbia; Bronislaw Malinoski in the anglo-saxon world; the French
ethnographers and the German culturalist tradition. This approach will allow to
explain the definition of culture and transculturation which is provided for the
anthropological science by Fernando Ortiz and will debate his conception about
the historical and sociocultural phenomena in Cuba and Caribbean.

Keywords: Cuba, Fernando Ortiz, Religion.

***

Las obras de Fernando Ortiz sorprenden por la amplitud y


profundidad con que estudió la historia y la cultura universales.

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

Sobresalen sus investigaciones etnográficas y sociológicas del


componente cultural africano en Cuba, y en menor medida se
conocen sus estudios sobre las raíces hispánicas en la formación
de la nación cubana. El libro inédito, que lleva como título el nombre
de una imagen religiosa católica, revela esa faceta de sus estudios.
El texto La Virgen de la Caridad del Cobre: Historia y
etnografía, se inscribe en la lista de trabajos orticianos, que
incursiona, una vez más, en los orígenes y dinámicas formativas
del pueblo cubano. Sus páginas ofrecerán respuestas y estimularán
interrogantes en el campo de las ciencias etnográfica y antropológica
contemporáneas. En particular, acrecentarán el significado de la
virgen como “símbolo de cubanía”. Pocos se sentirán indiferentes
ante esta obra, que señala nuevas vías culturales para la comprensión
de los antecedentes y proyección actual del culto mariano en Cuba.
Fernando Ortiz inicia su investigación sobre la Virgen de la
Caridad del Cobre en la segunda mitad de la década de 1920, período
que se puede catalogar como significativo en la conformación de
valores nacionales, de inquietudes sociales e intelectuales. La labor
de Ortiz durante estos años es diversa y fructífera en el campo de
las letras y la investigación etnográfica. Todos sus proyectos
culturales promulgan una actitud de rescate y renovación del
pensamiento científico y social del siglo XIX cubano. Desde esta
perspectiva de continuidad histórica, y en busca de un pasado
colectivo que imprima personalidad propia a la nación, y permita
construir una sociedad “moderna”, surge la revista Archivos del
Folklore Cubano (1924-1930). 1 Esta publicación trimestral,
fundada por José María Chacón y Calvo y Fernando Ortiz, facilitó
y propició el interés de intelectuales cubanos por “descubrir” y
“vulgarizar” (léase divulgar) los temas de cultura nacional, entendida
como “folklore”.
Para difundir las ideas en boga sobre el folklore, el profesor
Aurelio M. Espinosa,2 ex presidente de la American Folklore Society,
visitó La Habana y en su conferencia “La ciencia del folklore”
comentaba,

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es la ciencia que estudia el saber del pueblo, lo que el pueblo


humilde va practicando durante su vida, de generación en
generación, y aceptado y practicado por la gente llega a formar
la base de su vida, de su modo de pensar y obrar, de su religión;
en fin, de la base filosófica de su vida material y espiritual..3

Rodeado de este espíritu académico, en la introducción a su


libro sobre la imagen mariana, Ortiz nos dice,

nuestro propósito ha sido conocer a la Virgen de la Caridad del


Cobre, tal como vive en el alma popular de Cuba, ya con la
pureza más ortodoxa que desea la Iglesia Católica, ya con los
antecedentes paganos que en ella perduran o con las
coloraciones negras que la han amulatado y traído a las capas
populares.

Se refiere al estudio de la tradición de la Virgen de la Caridad


desde una interpretación teológica y eclesiástica que evita los
sincretismos y la “contaminación”; y desde una comprensión popular,
“ingenua” o “supersticiosa”, marcada por los aportes de diferentes
estratos étnicos y sociales. El antropólogo reproduce el dinamismo
que se establece entre esas dos interpretaciones y se dispone a
explicar los fundamentos híbridos de la cultura tradicional, a pesar
de prejuicios académicos que subestiman lo popular. Fernando Ortiz
advierte dos miradas: la letrada y la de los “anónimos genios del
pueblo humilde”.
Diferentes concepciones teóricas impulsan a Ortiz por estos
senderos: la etnografía finisecular, su vocación por el método
comparativo y autores como J. G. Frazer, E. Tylor, E. Durkheim,
Nina Rodríguez, H. Hubert y M. Mauss, entre otros, presentes en
toda su obra temprana (1906-1920). También las nuevas tendencias
de la sociología, la historia y la antropología, que irrumpen en el
escenario académico para remplazar la concepción de “razas
inferiores”, “pueblos inferiores”, por una interpretación de los
fenómenos sociales desde el prisma de la cultura y la historia, que

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

dejan atrás los conceptos de “pensamiento pre-lógico” y “hombre


primitivo”, en particular la obra de Franz Boas. Fernando Ortiz en
los años siguientes tomará el camino de la reivindicación social de
la cultura de origen africano en Cuba, y esclarecerá que no existe
conexión causal entre raza y las realizaciones culturales, entre raza
y las cualidades psicológicas, lingüísticas o religiosas de un pueblo
o grupo étnico.4
Resultado directo de esta etapa son sus artículos, de carácter
etnográfico, publicados en la revista Archivos del Folklore
Cubano: “La antigua fiesta afrocubana del día de Reyes”, 5
“Personajes del folklore afrocubano”, “El folklore azucarero.
Costumbres populares cubanas”, “Los negros curros”, “La piedras
del rayo. Folklore religioso cubano” y “La milagrosa del cementerio
de La Habana”. Las observaciones de Ortiz se encaminan a
comprender la reminiscencia y presencia de las ideas “arcaicas”
en la cultura popular, sus variantes y expresiones tradicionales. Estos
escritos, incluido el libro sobre la Caridad del Cobre, denotan una
etapa de la dignificación del concepto de cultura en detrimento de
la idea sobre las razas. Ya en 1929 escribe un artículo definitivo
para el cambio que se origina en su obra posterior; se titula “Ni
racismo ni xenofobia”. Aquí rompe de manera radical con la
concepción evolucionista de las razas humanas y se pronuncia
contra todo racismo social, y reconociendo las ideas de Franz Boas,
introduce el concepto de cultura en sus estudios etnográficos.
En el libro La Virgen de la Caridad del Cobre: Historia y
etnografía no adopta plenamente la concepción folclorista de la
cultura, solo se apropia de algunos términos e ideas, como el de
“alma popular”, “masas anónimas”, incluso “mentalidad primitiva”
(este último a veces aparece tachado en sus manuscritos, mostrando
sus cambios conceptuales). Escribe este libro en una etapa de
transición de su pensamiento hacia una concepción de la cultura
como hecho social, sin desprenderse de la impronta de la antropología
finisecular. La revista Archivos del Folklore Cubano no escapa
de esta tendencia transitoria. Carolina Poncet escribe sobre las
coplas populares; José María Chacón y Calvo insiste en el

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romancero cubano; Ortiz publica el trabajo de Dolores de Ximeno


sobre “Los bandos de las fiestas populares”; Sofía de Córdoba
reseña el folklore del niño cubano, y así sucesivamente se publican
artículos, que a la luz contemporánea son de estimable valor
histórico. Lo peculiar de esta publicación y el movimiento de ideas
que generó a su alrededor, radica en el contexto histórico e intelectual
en que se desarrolla, es decir, durante el período de formación y
consolidación del movimiento de la vanguardia intelectual cubana.
La descripción y valoración de las tradiciones populares también
se manifiesta como reacción a un pensamiento hasta entonces
erudito y letrado, que en ningún momento reconoció, salvo
excepciones, el sentimiento popular. Otras publicaciones, como
Carteles, Cuba Contemporánea o Revista de Avance, han
merecido este análisis como publicaciones de vanguardia; Archivo
del Folklore Cubano merece esta apreciación.
Todo lo anterior despierta en Fernando Ortiz el interés por el
estudio de una de las tradiciones más antiguas y singulares del
pueblo cubano. La elección de este tema no es solo por la curiosidad
“folclórica” de un hecho que adquiere diferentes significados en la
sabiduría popular. Su inclinación por el tema mariano se relaciona
además con su proyección social y teórica, con su programa de
estructuración de la sociedad cubana, desprovista de criterios y
argumentos fundacionales para una mayor integración nacional.
La correspondencia de Fernando Ortiz con intelectuales,
sacerdotes y amigos durante los años en que prepara el libro (1925-
1929) permite descifrar los pasos seguidos por Ortiz en la
investigación sobre la Virgen de la Caridad del Cobre.
En 1925 6 solicita al doctor Luis Fernández Marcané,
distinguido abogado e historiador de Santiago de Cuba, datos sobre
el lugar de la aparición de la imagen. Desde este momento comienza
a interesase por el estudio de la virgen cobrera. Años después, el
19 de diciembre de 1927, envía una carta al señor reverendo cura
párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Caridad de Illescas,
provincia de Toledo, y le explica:

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

Es el caso que estoy recopilando datos acerca de las imágenes


que se veneraron en Cuba, una de las cuales es precisamente la
Virgen de la Caridad que llamamos aquí del Cobre, por estar en
el santuario situado en la villa de este nombre en el lugar de una
antiquísimas mina cuprífera, cuya explotación se inició poco
después del descubrimiento. ....Como quiera que la advocación
de la Caridad es desde hace siglos ya famosa en Illescas hasta
el punto que de ella habla Lope de Vega en una de sus comedias,
se ha pensado si la advocación de la Caridad de la villa del
Cobre se debe a la traída de alguna imagen, copia de la de
Illescas o de alguna venerada efigie de otra ciudad, como por
ejemplo de Sanlúcar de Barrameda, en cuya ciudad es también
patrona, según me han dicho, la Virgen de la Caridad. Por estas
razones, para completar los datos históricos sobre este
interesante aspecto de la historia cubana, tengo el vivo deseo
de obtener la mayor cantidad de datos posibles sobre la historia
de la Virgen de la Caridad de Illescas, y sobre todo una fotografía
directa y exacta de la imagen de la cual se rinde culto en esa
iglesia.”7

Estas indagaciones, a pesar que demuestran la etapa primaria


de acopiar material e información sobre las imágenes marianas,
sugieren un conocimiento previo sobre el tema. Ortiz conocía de
las posibles semejanzas entre la Virgen de la Caridad de Illescas, la
de Sanlúcar de Barrameda y la Caridad del Cobre, incluso dominaba
la hipótesis de que la Caridad del Cobre fuera una copia de alguna
de ellas. Su trabajo posterior lo llevaría a otras conclusiones. Sin
embargo, ya aquí reconoce y manifiesta la necesidad de completar
estos datos para la historia de Cuba.
Durante sus pesquisas, establece una red de comunicación,
propia de su metodología de trabajo, que involucra a todos a su
alrededor. Pregunta a sacerdotes cubanos y españoles. El señor
reverendo Francisco Domínguez, capellán y mayordomo de Nuestra
Señora de la Caridad y administrador del Hospital de Mujeres de
San Pedro, Sanlúcar de Barrameda,8 le envía una fotografía de la
Virgen de la Caridad de Sanlúcar de Barrameda y el libro Historia

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de la imagen de Nuestra Señora de la Caridad que se venera


en Sanlúcar de Barrameda.9 El capellán del santuario de El Cobre,
señor padre Antonio Veyrunes y Dubois, también le envía una
fotografía y la medida de la Virgen de la Caridad del Cobre.10
Sus colaboradores no ignoran las búsquedas que hace Ortiz,
como es el caso de Juan Marinello que desde el Santuario del Cobre
remite una postal de la virgen con una amable nota:

Querido don Fernando: Hoy visitando El Cobre lo he recordado


mucho. Supongo que tendrá usted toda lo que va aquí por si en
estas iglesias también las cosas cambian, aquí le va el dornier
crit del Santuario. Analicé muy bien el detalle lunar. Ya
hablaremos. Pepilla lo saluda en el mejor afecto. Y yo en medio
de estas montañas folclóricas le renuevo con un abrazo, mi
cariño de siempre.”11

El detalle lunar constituirá uno de los epígrafes de su futuro


libro, no sin discutirlo y ponerlo a juicio del grupo de intelectuales
que compartían intereses comunes en la Sociedad de Archivos del
Folklore Cubano.
Su secretario en aquel momento, el joven Pablo de la
Torriente Brau, no solo mecanografió los apuntes de Ortiz sobre la
Caridad del Cobre; también debió buscar información por las calles
de La Habana sobre el culto mariano. Esta experiencia quedó
relatada por Pablo,

con el Dr. Fernando Ortiz yo estoy aprendiendo muchísimo


cosas que en lo absoluto me interesan, pero que a veces me
hacen gracia, como por ejemplo, averiguar en una misma semana,
y como él dice todos los chismes de la Virgen de la Caridad del
Cobre y del barón de Humboldt. Por lo demás, para que nunca
se encuentren diferencias en mi perfecta labor mecanográfica,
yo tendré buen cuidado en evitar que él sepa cómo yo a veces
me distraigo pensando algunas truculencias…12

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

De manera jocosa Pablo de la Torriente describe este


momento y recuerda la edición de la Colección de Libros
Cubanos, creada y dirigida por Ortiz, en particular el volumen
Ensayo político de la isla de Cuba, de Alexander von Humboldt,
para el cual Ortiz escribió un extenso estudio biobibliográfico sobre
el naturalista alemán, publicado en 1930. Anterior a esta fecha, en
1928 Ortiz había preparado el libro José Antonio Saco. Contra la
anexión, en cuyo prólogo y ultílogo hizo una valoración histórica y
humana de la figura de José Antonio Saco, con la finalidad de
recuperar la ética cívica del más polémico de los pensadores cubanos
del siglo XIX.
No obstante, y paralelo a las actividades sociales e
intelectuales, Ortiz continuaba sus averiguaciones y búsqueda de
“chismes”. Pero esta vez cambia su estrategia y hace público, a
través de la revista Archivos del Folklore Cubano, su interés por
el conocimiento del culto mariano. Es así que en 1928 solicita a
Adrián del Valle13 que le traduzca el artículo de Irene Wright
“Nuestra Señora de la Caridad del Cobre (Santiago de Cuba) y de
Illescas (Castilla)”,14 para darlo a conocer en las páginas de Archivos
del Folklore Cubano.15 Este polémico artículo de la historiadora
norteamericana en torno al origen de la Virgen Caridad del Cobre,
introduce la tesis de la oriundez española de esta virgen. En el
número siguiente de la revista, Ortiz publica la respuesta elaborada
por el canónico de la Catedral de La Habana, el padre Guillermo
González Arocha en su artículo “La piadosa tradición de la Virgen
de la Caridad del Cobre”;16 aquí refuta los argumentos de Miss
Wright, y sobre todo fundamenta sus ideas sobre la originalidad
cubana del culto a la Virgen de la Caridad. Estos dos artículos
aumentaron el interés por el tema mariano y les permitieron a Ortiz
estructurar su libro, perfilar los capítulos, y principalmente
profundizar en cada aspecto tratado por los eruditos colegas. El pie
forzado desencadenó una curiosa discusión sobre el carácter de la
tradición mariana en Cuba. El Diario la Marina17 interviene y
publica un reportaje periodístico sobre los manuscritos J. J. Bravo

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del siglo XVII, hasta entonces desconocidos, que narran la historia


de la aparición de la imagen cubana en la bahía de Nipe. Ortiz pide
a su propietaria, la condesa Diana, los manuscritos para hacer
anotaciones que también nutrirán las páginas que está
confeccionando, en particular los capítulos I y II que tratan acerca
de las fuentes documentales y la tradición de la Virgen de la Caridad
del Cobre. Es decir, la lectura lo llevará a una amplia disertación y
comparación entre la narración del capellán de la Virgen J. J. Bravo
y la narración del capellán Onofre de Fonseca.
Echado a rodar el tema fueron apareciendo nuevas facetas
para su estudio, en particular del remoto significado: la “medida de
la Virgen”.
Su amigo Juan O’Callaghan, abogado, contador-profesor
mercantil y notario de Tortosa, España, le enviaba por correo un
paquete certificado con los siguientes materiales:

A) La colección de un periódico dedicado a la Santa Cinta. B)


Una medida de seda, como las que adquieren las embarazadas,
de la longitud de la reliquia. C) Un folleto histórico, muy
interesante, del capellán de la archicofradía, avalado con
dedicatoria y ofrecimientos de su persona para cuando le
necesite. Es hombre de vasta cultura, que ha tenido a su cargo
el archivo de esta catedral, uno de los más documentados del
mundo y quizás el más rico en códices. D) Y un folleto “Resumen
de la Santa Cinta” del que he tirado 3 000 ejemplares, repartidos
entre las personas que el día de la Fiesta entraron en la Catedral18.

Acapara la atención de Ortiz el estudio de las imágenes


tradicionales de España y su influencia en los cultos locales de
Cuba. La “cinta” o “medida” de la Virgen, tradición antigua en
Europa y uno de los atributos más antiguos en la tradición mariana,
también aflora, con los mismos fines de cuidado y protección a las
embarazadas, en el santuario del Cobre. La cultura de otros pueblos
encontraría lugar en la imagen cobrera. Ortiz incursiona en la
simbología universal y descifra hasta el más mínimo de los
pormenores, el significado de las cintas y el dibujo que adorna las

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cinta de la Virgen como las tres líneas que forman una figura
paralelográmica visica psicis, tanto en las cintas o medidas de
Tortosa, España como en las de El Cobre, Cuba.
Otros amigos, como Esperanza Valdés Rodríguez,19 fiel
colaboradora, realiza una descripción del “baño de la Caridad”,
colecciona imágenes, cintas, incluso le escribe sus propias
observaciones del día 7 de septiembre de 1929. Su testimonio
concerniente a las festividades de la Caridad del Cobre, denota
una manera singular de apreciar este fenómeno sociológico en la
década de 1920. Sus comentarios simplifican la religiosidad popular
y la vincula con la “moralidad dudosa”. Ortiz conservó esta
interpretación, atento a cuantas observaciones y contribuciones
posibles tributaran a la conformación de su libro.
Para dilucidar los elementos simbólicos presentes en la
imagen de la Virgen del Cobre, publica el artículo “La semi-luna de
la Virgen de la Caridad del Cobre”,20 e introduce una nueva
pregunta: “¿Por qué el creciente lunar de la Virgen de la Caridad
del Cobre, tiene sus puntas hacia abajo y no hacia arriba,
singularizando así a la imagen cobrera de todas las otras marianas
del catolicismo? ¿Puede alguien darnos la explicación?21
Esta pregunta marcaba la dirección de la investigación de
Ortiz, no sólo era necesario desentrañar los orígenes y la tradición
cubana de la Virgen. En la imagen figuraban símbolos que se
formaron en diferentes etapas de la historia y cultura de la
humanidad. Las puntas de la media luna “hacia abajo”, no eran un
mero capricho del arte religioso, respondían a causas históricas.
Pero, cómo responder a esa interrogante.
Aunque era una práctica corriente de la revista Archivos
del Folclore Cubano convocar a sus lectores a participar en temas
como este, las repuestas no fueron muchas; sin embargo, las cartas
que recibió Ortiz, de sorprendentes respuestas, expresan
interpretaciones populares de diferentes regiones del país sobre el
detalle lunar de la Virgen.

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Desde Cienfuegos el doctor Morales Patiño, colaborador de


la revista Archivos del Folklore Cubano, escribe una carta a Ortiz
y comenta que la luna se encuentra en forma inversa a la natural
por un descuido del artista que dibujó la primera imagen. Ya la
segunda y sucesivas copias de esta imagen han reproducido y
perpetuado la posición equivocada de la luna.22
El doctor Patiño también trasmite el criterio de un anciano
negro de 107 años de edad, Ta-Francisco, perteneciente a la
sociedad local africana “La divina Caridad”, que afirmaba que la
Virgen del Cobre aparece sobre la luna teniendo ésta los cuernos
hacia abajo, porque la Virgen del Cobre tiene más potencia que la
luna. Además, el Ta-Francisco refiere que este concepto lo tiene
desde su niñez, en cuya época era conocido por todos sus
compañeros.23
Rodolfo Mariño, desde Camagüey, escribe que la luna tiene
las puntas hacia abajo “por la sencilla razón de que no es tal luna.
Por eso nadie ha podido darle la explicación que usted desea.” Sin
embargo, dice:

Pero la tiene, y muy lógica por cierto. En la estampa de la Caridad


está representado el milagro, de haber salvado de la muerte a
tres pobres navegantes, combatidos por una furiosa tempestad.
¿No es así?
Cuando se les apareció la Virgen, la tempestad cesó. Y la Virgen
apoyaba sus pies en el arco iris. No hay pues tal Luna con las
puntas hacia abajo. Se trata sencilla y lógicamente tal arco iris,
que aparece después de la tormenta y que la Virgen tomó como
base, por ser el lugar más luminoso de aquel oscurecido
espacio.24

El profesor, crítico de arte doctor Ezequiel García Enseñat,


respondiendo a la solicitud de Ortiz, publica un artículo en las páginas
de Archivos del Folklore Cubano, titulado: “La media luna de la
imagen de la Caridad del Cobre”.25 Este autor aclara que existen
otras imágenes con la media luna hacia abajo, como la Concepción

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de la villa de Alhendín (Granada); la Purísima de la catedral de


Córdoba; la de la iglesia de San Nicolás en Murcia; la Inmaculada
de la Catedral de Sevilla (capilla de la concepción grande), entre
otras.
Según García Enseñat, la posición infraversa de la luna se
debe a una interpretación teológica, que ampliamente argumenta el
profesor Interián de Ayala en su libro El pintor cristiano y erudito,
o tratado de los errores que suelen cometerse frecuentemente
en pintar y esculpir las imágenes sagradas. Esta obra data del
siglo XVI y aclara que la media luna de la Purísima Concepción
debe pintarse con las puntas hacia abajo por la interpretación del
Apocalipsis y no del modo que se ha acostumbrado.
A partir de estas interpretaciones del astro lunar y la virgen,
Ortiz elaboró el capítulo X de su libro con epígrafes como: “La
semiluna al pie de ambas imágenes: supraversa en la de Illescas,
infraversa en la del Cobre”; “El creciente en las imágenes
marianas”; entre otros. Estas búsquedas le permitieron indagar en
los elementos iconográficos, históricos y mitológicos del culto de la
Virgen de la Caridad en Cuba.
Durante el año de 1929 sostiene una fluida correspondencia
con el historiador Rafael Martínez, del Centro de Estudios Históricos,
en Madrid, con quien mantenía una vieja amistad y preparaba un
nuevo viaje a España. El viaje se realizaría el 11 de diciembre de
ese mismo año. En carta a Rafael Martínez, del 8 de mayo de
1929, explica que se encuentra en una fase superior en las
investigaciones y recuerda que durante su vista en noviembre de
1928 al santuario de Illescas, en España, junto con su amigo José
María Chacón y Calvo, se habían convencido de que las imágenes
de la Virgen de la Caridad de Illescas y la Virgen de la Caridad del
Cobre eran totalmente diferentes; sin embargo, admite que es posible
que la advocación de la cubana haya venido como derivación de la
castellana, como lo fue la Virgen de Sanlúcar de Barrameda. Pero
lo que no cabe duda dice Ortiz es que: “Miss. Wright no vio lo que
dice que vio”,26 y a renglón seguido comenta: “Mi trabajo, debido al

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apremio de otros, casi simultáneos, no podrá ver la luz sino a finales


de este año.”27
Sabemos que a finales de 1929 se acrecentó la dictadura de
Machado y en los primeros meses de 1930, Ortiz partió exiliado
para los Estados Unidos. Hasta esta fecha Ortiz trabajó
intensamente y fraguó los contenidos principales del libro de la
Caridad del Cobre. Sin embargo, siempre surge la duda: ¿por qué
Ortiz no publicó esta obra? Los intereses de Ortiz fueron cambiando
y adecuándose a nuevas demandas intelectuales y hasta
preferencias personales. Luego de su regreso de Estados Unidos
(1934),28 se involucra de nuevo en las actividades de la Institución
Hispanocubana de Cultura (segunda etapa); crea en 1936 la
Sociedad de Estudios Afrocubanos y dirige su órgano de difusión:
la revista Estudios afrocubanos; publica la revista Ultra y escribe,
siempre polemizando con sus contemporáneos, su obra más
conocida, el Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940).
Y así, sucesivamente, culmina otros proyectos como el libro
El engaño de las razas (1946); la colosal obra Instrumentos de
la música afrocubana, en cinco tomos (1952-1955); la Africanía
de la música folklórica de Cuba y otras más, sin mencionar aquí
su actividad cívica y su labor como abogado. El libro sobre la
Caridad del Cobre fue quedando atrás, a pesar de que continuaba
recopilando información sobre el tema. También quedaba atrás la
discusión que se suscitó en los años veinte sobre el origen vernáculo
o no de la Caridad del Cobre. Así pasaba también con otros libros,
como sus estudios sobre ñañigos, las oraciones populares, el choteo,
o sobre fray Bartolomé de las Casas, por citar algunos ejemplos.
Creo que priorizó aquellos libros que apremiaban y daban respuestas
a problemáticas vigentes en el campo de las ciencias humanísticas
cubanas, y otros, como el que ahora nos ocupa, yacían en su archivo
para que alguna vez se publicara.
Las narraciones sobre la aparición de la Virgen de la Caridad
del Cobre en la historiografía cubana se difundieron a partir de las
versiones de los textos originales que escribió el capellán Onofre

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

de Fonseca en 1703, compuestos y rescatados por el presbítero


Bernardo Ramírez en 1782, y posteriormente publicados en 1829
por el sacerdote Alejandro Paz Ascanio. En el siglo XIX se redactaron
varias versiones de este libro.29 Incluso, historiadores como José
García Arboleya en el Manual de Historia de Cuba, Samuel
Hazard en Cuba a pluma y lápiz, y Jacobo de la Pezuela en su
Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la Isla de
Cuba, repitieron, sin crítica histórica, los datos que aportó Onofre
de Fonseca.
Como tendencia, en la primera mitad del siglo XX proliferaron,
con carácter informativo y apologético, los escritos sobre la Virgen
de la Caridad. En 1916, por iniciativa de los Veteranos de la Guerra
de Independencia, encabezados por Jesús Rabí, el Papa Benedicto
XV proclamó Patrona de Cuba a la Virgen de la Caridad del Cobre.
Este hecho propició una mayor divulgación del culto mariano. En la
zona occidental del país, América Arias, esposa del presidente José
Miguel Gómez, por su devoción a la Virgen de la Caridad solicitó al
Papa San Pío X que dedicara un templo en La Habana. Fue escogida
la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe30 o la salud la que desde
1911 se denominó Nuestra Señora de la Caridad. Con tal motivo se
efectuaron considerables reparaciones al templo. En 1915 se bendijo
y se abrió al culto.31
La imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, devenida
un símbolo nacional, fue objeto de numerosos artículos en
publicaciones periódicas católicas y otras no religiosas. La imagen
de la Virgen penetró en todos los ámbitos de la sociedad, en el
discurso político, económico y cultural.32 Los trabajos de fray Paulino
Álvarez, Guillermo González Arocha y Ezequiel García Enseñat
sobre la Caridad del Cobre se concentraron principalmente en la
restitución, aumento y propagación de su culto.
La literatura crítica o valorativa sobre el culto mariano se
limitó a pocos estudios. No es hasta finales de la década de 1930
que Rómulo Lachatañeré,33 en su artículo “Las religiones negras y
el folclore cubano”, y José Juan Arrom en su ensayo La Virgen
del Cobre: historia, leyenda y símbolo sincrético, estudian el

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Jose Antonio Matos Arévalo

devoto relato como producto cultural. Lachatañeré se refiere a la


cosmovisión de la santería y su relación con el culto a la Virgen de
la Caridad del Cobre y considera que existe similitud poética entre
estos cultos, pues facilita que se combine el contenido simbólico
del catolicismo con la teología yoruba. Lachatañeré sitúa los puntos
de identidad entre estas dos religiones y señala que “Ochún, la
dueña de Cuba…” y la Caridad del Cobre, patrona de Cuba ocupan
un lugar en la conciencia del cubano. El paralelismo entre Ochún y
la Virgen de la Caridad del Cobre es referido por Ortiz en el prólogo
al libro de Rómulo Lachatañeré ¡Oh, mío Yemayá!; aquí señala:

Ochún, que aquí en Cuba se catoliza con la advocación más


popular de la gran entidad femenina del santoral eclesiástico, la
Virgen de la Caridad del Cobre es, como Venus, la diosa de las
aguas, del amor y la fecundidad, la que fertiliza las tierras con su
lluvia y hace nacer las cosechas.34

En esta misma línea de interpretación como fenómeno social


y cultural en la formación del cubano, el historiador y lingüista José
Juan Arrom aporta una nueva visión sobre el papel que pudieron
desempeñar las costumbres aborígenes en la formación del culto
mariano. Según su concepción, los aborígenes practicaron el culto
a la Madre de Dios. Los taínos, en su teología, contaban con Atabex
o Atabey, madre de las aguas, divinidad relacionada con la luna, las
mareas y la maternidad; deidad femenina de gran fuerza creadora.
Estas características de los cultos taínos, afirma Arrom, pudieron
ser atribuidas a la Madre de Dios cristiana, hecho que facilitó la
asimilación de los patrones religiosos cristianos. Para Arrom, la
patrona de Cuba se expresa en tres dimensiones, depende desde
donde se le mire: “la Virgen de la Caridad del Cobre es María, es
Atabex y es Ochún; es decir, una y trina”.35
El préstamo o proceso de transculturación, como diría Ortiz,
entre ambas religiones, queda fuera de su estudio. Esta transición,
aunque posible, se enuncia de manera idílica, pacífica y hasta
romántica. Estos procesos debieron ser violentos e impositivos. El

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

cambio de cosmovisión, a partir de la similitud de cultos, es una


condición necesaria pero no suficiente, y menos creer que los
aborígenes asumieron la religión católica sin simulación y resistencia.
El catolicismo debió imponerse con toda la fuerza de religión
dominante durante la feroz conquista.
Otros aspectos vinculados con los orígenes de la nación
cubana son descifrados por Arrom en el relato de Onofre de
Fonseca; un período indiófilo, propio de la primera etapa del
desarrollo social en la isla, que se expresa a través de dos episodios
relacionados con la imagen de Nuestra Señora entregada por los
conquistadores a caciques cubanos, al cacique de Macaca y al
cacique de Cueiba. Ambos fueron reproducidos por fray Bartolomé
de las Casas, por el navegante Enciso, e incluso compilados por
Pedro Mártir, cronista de Castilla. Los episodios son diferentes. En
la primera historia participa el conquistador Hojeda, conocido por
las atrocidades que cometió en La Española, sin embargo, es
considerado por el padre Las Casas un ferviente devoto de la Virgen
María. Cuentan que perdido en las tierras de Cuba después de
vagar durante días, desesperado por lo agreste y pantanoso del
terreno, la escasez de alimentos y agua, es salvado por el cacique
de Cueiba, y en agradecimiento, Hojeda le entrega una imagen de
la Virgen “maravillosamente pintada” al cacique.
El otro episodio se debe a un marinero que fue salvado en la
inmediación de Cabo Cruz, y de igual modo fue socorrido, y a cambio
regaló una imagen de María Santísima al cacique de Macaca. Esta
imagen se convirtió en protectora de los indios e incluso adquirió
mayor relevancia y poder que los cemíes. José Juan Arrom y
Fernando Ortiz diferencian estas historias, sin embargo, es notable
la confusión que existe sobre este tema entre otros autores. Es
decir, la primera etapa de devoción, Arrom la denomina india: “La
virgen se identifica india cuando Cuba era india.”36 En sus episodios
y narraciones los cronistas describen el amor que profesaban los
indios por la imagen de Maria Santísima y en particular, testifican

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del proceso de sustitución del cemí37 por la imagen mariana. Los


“idolillos” serán cada vez más débiles y menos milagrosos.
Arrom señala un segundo período, cuando “Cuba se vuelve
criolla y se identifica con los criollos”. En esta etapa intervienen
Rodrigo, Juan Joyos y Juan Moreno,38 dos indios que hablaban
español y uno que sabía leer. A ellos ya no se les puede considerar
productos exclusivos de la cultura taína, ni a Juan Moreno, negrito
nacido en El Cobre, resultado exclusivo de la cultura africana,: todos
simbolizaban la nueva generación de criollos. Los tres Juanes en la
narración de Onofre de Fonseca expresan las relaciones interétnicas
del indio, del africano y del español, intérpretes activos del nombrado
suceso.
Cuando Arrom se refiere a la fecha de los milagros de la
Virgen de la Caridad del Cobre (después de la llegada de Francisco
Sánchez de Moya,.1597, y antes de 1608), sugiere otra perspectiva
de análisis de este hecho: el “hallazgo” coincide, en el tiempo y la
geografía del país, con aspectos del relato que describe Silvestre
de Balboa en el poema épico Espejo de paciencia. En ambos se
descubre, no por descendencia sanguínea, el sentimiento de criollo.
Los protagonistas participan en la conformación de esa sociedad
que comienza a sentir apego por la tierra y los valores autóctonos.
Si en algo coinciden estos relatos, y es un tema para otro momento,
es en que ambos documentos (los manuscritos de Onofre de Fonseca
y Espejo de Paciencia) se difundieron a inicios del siglo XIX, en el
período en que el criollismo adquirió dimensión política.
Un paso más en el conocimiento de la historia del culto
mariano en Cuba fueron las investigaciones del historiador Leví
Marrero en el Archivo General de Indias, donde encontró las
declaraciones de Juan Moreno sobre la aparición de la Virgen de la
Caridad en la bahía de Nipe, único testigo de vista que participó en
el hallazgo de la virgen. Este documento que se suponía perdido, le
hace pensar a Marrero la absoluta credibilidad del relato descrito
por el capellán Onofre de Fonseca acerca de los implicados en la
conocida narración. Novedoso en su estudio es el examen de la

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Revista Brasileira do Caribe, Goiânia, vol. VIII, n° 16


Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

comunidad esclava de las minas de El Cobre, y sobre todo que


demuestra, con cifras demográficas y documentos, el rápido
acriollamiento de la población cobrera. En 1665 El Cobre contaba
con 280 personas y sólo cinco son identificados como africanos. El
acucioso historiador consigna datos reveladores para comprender
los sucesos históricos de la bahía de Nipe.
El más reciente libro39 sobre este tema le pertenece a la
historiadora santiaguera Olga Portuondo, titulado La Virgen de la
Caridad del Cobre: símbolo de cubanía (1995). La autora incluye
nuevos documentos de los archivos españoles, que no conocieron
ni Fernando Ortiz ni Leví Marrero. Describe el desarrollo histórico
de la comunidad cobrera, lo regional y particular de este fenómeno
histórico. Su estudio abarca el período desde la aparición de la
Virgen en el siglo XVII hasta las publicaciones que se hicieron en
fechas actuales. Relaciona los orígenes de la nación cubana con la
evolución y configuración del culto a la Caridad del Cobre. Es un
libro erudito en información y tiene el mérito, en la historiografía de
la etapa posterior a la revolución cubana (1959), de apreciar este
suceso religioso como un fenómeno histórico y cultural sin el cual
no es posible comprender cabalmente la sociedad pasada y presente
de los cubanos. La profesora Portuondo consigna en su libro el
trabajo que realiza con la papelería inédita de Fernando Ortiz. Sus
informaciones y citas nos orientaron para cotejar con mayor rigor
los manuscritos de Fernando Ortiz para este artículo.
A pesar de que existe una larga lista de autores, libros y
artículos que han tratado el tema, la obra de Fernando Ortiz La
Virgen de la Caridad del Cobre: Historia y etnografía, se
distingue por su originalidad. Ortiz indaga en la relación entre lo
iconográfico y lo real, entre la imagen (su fuerza de expresión) y
los contextos en que aparece esta imagen, entre el lenguaje
metafórico y los saberes cotidianos. Secciona el libro en diferentes
estratos: en el conocimiento documental de la aparición de la Virgen
de la Caridad del Cobre; en el estudio comparativo entre las
imágenes de la Caridad del Illescas y la Virgen de la Caridad del

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Jose Antonio Matos Arévalo

Cobre, y en el estudio de los símbolos de ambas imágenes, es decir:


de los nimbos, las coronas, los brazos, luna, el tamaño, la estrella en
la frente, el color epidérmico, los milagros, los tronos, las carrozas,
la canoa, y los tres Juanes. Relaciona la narración con los factores
hispanos, indios y negros florecidos en el culto mariano; y finalmente,
desentraña el influjo precristiano vigente en la iconografía de la
imagen de El Cobre.
Ortiz aclara que su estudio recogerá y discutirá los elementos
de la historicidad de la imagen:
Así trataremos de hacer nosotros en este escrito; pesquisa y
análisis de historia y de folklore, de realidades comprobadas o
probables y de sus deformaciones por la demosofía universal, y, en
particular, por la cubana, dejando aparte el aspecto de la causación
metafísica que, como tema de pura fe, queda fuera de toda posible
labor de ciencia.
Partiendo de esta concepción respetuosa en cuanto a los
dogmas de la religión, señala las posibles interpretaciones históricas
de la aparición y devoción en Cuba de la Virgen de La Caridad del
Cobre y los elementos folklóricos que se han ido tejiendo en su
devoción católica, a los cuales les llama las hebras hispánicas,
cubanas, africanas y criollas de la urdimbre folclórica de Cuba.
La Caridad del Cobre, con su pigmentación espiritual, dice
Ortiz, ha pasado de los altares de los blancos dominadores al corazón
de los humildes dominados. La cultura de los aborígenes y negros
dominados se abrió paso conquistando un lugar en la imagen de la
Caridad del Cobre. Esta transición no es casual; en ella influyó la
política eclesiástica en las posesiones de ultramar. En particular, la
difusión y práctica de la doctrina de la Santísima Virgen María.40
La literatura recoge la presencia de indios y negros en la
primera mitad del siglo XVI. Pero poco se sabe de la percepción que
tuvieron los aborígenes sobre el mundo cristiano. Debemos pensar
que las anotaciones y observaciones que realizaron hombres letrados
sobre los aborígenes, tenían como objetivo glorificar la colonización.
Es una excepción la obra del padre Las Casas, que describió los

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Revista Brasileira do Caribe, Goiânia, vol. VIII, n° 16


Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

horrendos crímenes de este hecho histórico; tal vez sea esta una
de la razones por lo que sus libros permanecieron inéditos en los
archivos españoles hasta mediados del siglo XIX.
Las Casas comentaba:

Preguntando españoles a indios (y no una vez acaeció sino


más), si eran cristianos respondió el indio: ‘Sí señor, yo ya soy
poquito cristiano, dijo él, porque ya saber yo un poquito mentir,
otro día saber yo mucho mentir, y seré yo mucho cristiano´41

Sin embargo, esa transición de credo, dice Ortiz, no debió


ser sencilla.
La Virgen de la Caridad fue la diosa de los fuertes, que
pudieron vencer a los cubanos y rendirlos a un estado social de
inadaptación que los llevó al exterminio. ¡Cuán fuerte debió de ser
la diosa que así los destruía! ¡Cuán blasfema para ellos debió de
sonar su advocación, si llegaran a entenderla!
Es una perspectiva que describe el dinamismo del contacto
cultural, la confrontación, el intercambio y la subversión de valores.
Con el examen del desplazamiento de la religiosidad aborigen por
el catolicismo, la transición de una cultura a otra, el cambio cultural,
Ortiz está esbozando en estas reflexiones su futuro concepto de
transculturación.42

La religión dominante pasa a ser la verdadera, y cuando se


colorea intensamente por la moral, es familiar la de los dioses
buenos. La religión de los dominados es la falsa, la que, sin
embargo, tiene potencias sobrenaturales ciertas pero inferiores,
rebeldes y malas. Los dioses de los vencidos son las deidades
del mal, los diablos malignos, que, sin embargo, tienen potencia
sobrenatural para obrar prodigios.

Los llamados “factores africanos”, expresados en el culto a


la Caridad del Cobre, Fernando Ortiz no los desarrolla; inicia en las
culturas africanas la búsqueda de aquellos elementos que se

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Jose Antonio Matos Arévalo

expresan en el simbolismo de las imágenes católicas, como es el


símbolo lunar. A su vez indaga cómo en Cuba el culto a la Virgen
de la Caridad se maneja en la santería y en el ñañiguismo. De sus
notas manuscritas tomamos la siguiente observación durante una
vista a Matanzas en 1929:

En una procesión de ñañigos en Matanzas, hemos visto llevadas


en andas por cuatro abacuaces una imagen de la Virgen de la
Caridad. Es la única vez que hemos observado en Cuba una tan
completa forma de sincretismo entre las figuraciones de los
religiosos católicos, ñañigos y nigeriana o lucumí. Ello prueba
el arraigo creciente de la devoción de la Virgen de la Caridad en
nuestro país.

Entre sus papeles se encuentran otros datos, como una libreta


abacuá fechada del 18 de enero de 1932, que aclara: “Esta libreta
es para aprender encane del abacuá”, y aquí se hace la siguiente
mención: “poco de miel de abeja i despues esta gracia a la Virgen
de la Caridad. La Virgen de la Caridad me acompañe y me cubra
con gloriosísimo manto con su hijo. Con los Santos”.43
También conserva en su archivo la receta del “Baño de la
Caridad” de los “espiritistas brujos”.44 Estas informaciones denotan
dos cuestiones: la primera, Ortiz aún se encontraba en una etapa
de recopilación de información sobre este tema, y la segunda, no
formaba parte de su objetivo desarrollar el estudio del paralelismo
de las devociones católica y yoruba, es decir, la relación entre la
advocación católica de la Caridad del Cobre y Ochún, a pesar de
que ya había consignado este hecho, de manera descriptiva, en
1906 en el libro Los negros brujos. Además, en el período que
escribe el libro sobre la Caridad del Cobre, los orichas no habían
adquirido la connotación cultural y religiosa que tienen en la
actualidad. La prensa, hasta entonces, trataba el ñañiguismo y la
brujería como categorías delincuenciales y policiacas. Según las
anotaciones de Fernando Ortiz, por primera vez en la prensa se
hace alusión a una fiesta de Ochún45 en el año 1936.

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Revista Brasileira do Caribe, Goiânia, vol. VIII, n° 16


Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

En resumen, muchas ideas por ampliar quedaron en el tintero


de Fernando Ortiz. No obstante, sus conjeturas allanaron el camino
para posteriores investigaciones antropológicas sobre el culto
mariano en Cuba. Sus estudios de etnografía y mitología comparadas
fundamentan la relación histórica y cultural de la imagen de Caridad
del Cobre y los orígenes de la nacionalidad cubana; y definen lo
raigal incorporado en la simbología religiosa universal.
Los capítulos del libro de Ortiz responden a las inquietudes y
respuestas que éste obtuvo durante sus pesquisas etnográficas. En
los capítulos I y II, somete a crítica histórica los documentos que
narran la aparición de la imagen católica: el texto fundador del
capellán Onofre de Fonseca y los manuscritos, aún inéditos, de
Julián J. Bravo, quien también fue capellán de la iglesia de El Cobre.
Como balance de sus ideas, señala cinco fechas importantes para
el estudio histórico de este culto:

A comienzos del siglo XVII, autos primeros que, según Fonseca,


se perdieron en un temporal; 1688, autos segundos que se han
perdido, pero que vieron Fonseca y Bravo; 1703, manuscrito
inédito de Onofre de Fonseca; 1766, manuscrito inédito de Julián
Josef Bravo; y 1782, escrito publicado de Bernardino Ramón
Ramírez.

Además, en estos capítulos, el estudio de los documentos


sobre la Virgen de la Caridad del Cobre lo conduce a la reflexión
sobre la fecha de la aparición de la virgen cubana.
El capítulo III, se presenta introductorio, no es amplio y sólo
introduce algunas ideas que en otros capítulos desarrollará como el
análisis de la hipótesis histórica de la aparición de la Virgen de la
Caridad del Cobre. También esboza, pero no detalla, desde un punto
de vista histórico “las hebras de la urdimbre de la virgen cubana
(…) clasificadas en hispánicas, indias, africanas y criollas, según
la oriundez de sus impulsos ideológicos”.
Con mayor amplitud en el capítulo IV se refiere a la hipótesis
de oriundez de la Virgen del Cobre. Aquí comienza a relacionar los

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Jose Antonio Matos Arévalo

elementos hispánicos de la tradición y, de modo polémico, refuta la


hipótesis del hallazgo de la imagen, según la cual atribuye la aparición
de la virgen al naufragio de un buque español, así como niega la
hipótesis indiófila de la localidad de la tradición de la virgen cubana,
y demanda se restauren sus símbolos primigenios.
Los capítulos XI, XII y XIII describen lo que Fernando Ortiz
denominó los “elementos paganos en la Virgen de la Caridad del
Cobre”. De estos capítulos solo pudimos rescatar el XIII46, pues
los capítulos XI y XII están en una fase primaria de elaboración,
adolecen de una redacción final y se encuentran totalmente
dispersos, por tal razón decidimos no publicarlos.
Aunque no es una obra terminada por Fernando Ortiz,
perdurará como ensayo histórico, con el único propósito de descubrir
los sedimentos y floraciones de las tradiciones cubanas. La Virgen
de la Caridad del Cobre: Historia y etnografía, propiciará
renovadas interrogantes y contrapunteos de opiniones, acaso
creados intencionalmente, para que no se detenga la sed por el
conocimiento de la cultura local y universal.

Notas
1 En 1923, por iniciativa de José María Chacón y Calvo, se crea la Sociedad de
Archivos del Folklore Cubano; la revista Archivos del Folklore Cubano fue su
órgano de difusión.
2 El catedrático Aurelio M. Espinosa, de Stanford (California) fue invitado a La
Habana, por la Institución Hispanocubana de Cultura, para ofrecer conferencias
de vulgarización folklórica.
3 Aurelio M. Espinosa. “La ciencia del folklore”, en Archivos del Folklore Cubano,
La Habana, vol. III, No. 4, 1928, p. 1.
4 Véase su libro El engaño de las razas. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales,
1975. La primera edición es de 1946.
5 Este artículo ya había sido publicado con anterioridad en la Revista Bimestre
Cubana, La Habana, vol. XV, No. 1, enero-junio 1920.
6 Carta de J. M. Menocal y Barreros dirigida a Fernando Ortiz, 22 de diciembre
de 1925. Archivo Fernando Ortiz. La Habana: Instituto de Literatura y Lingüística.
7 Carta de Fernando Ortiz dirigida al señor reverendo cura párroco de la iglesia de
Nuestra Señora de la Caridad de Illescas. Provincia de Toledo, 29 de diciembre de
1927. Archivo Fernando Ortiz, Instituto de Literatura y Lingüística, La Habana.

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

8 Carta del capellán y mayordomo de Nuestra Señora de la Caridad y administrador


del Hospital de Mujeres de San Pedro, Sanlúcar de Barrameda a Fernando Ortiz,
29 de diciembre de 1927. Archivo Fernando Ortiz, Instituto de Literatura y
Lingüística, La Habana.
9 El libro y la fotografía se conservan en el Archivo Fernando Ortiz, Instituto de
Literatura y Lingüística, La Habana.
10 Carta de Ortiz al señor padre Antonio Veyrunes y Dubois, capellán del santuario
de El Cobre, Oriente, 30 de enero de 1928. Archivo Fernando Ortiz, Instituto de
Literatura y Lingüística, La Habana. Aquí Ortiz le agradece al capellán por el
envío de las fotografías y las medidas de la Virgen del Cobre.
11 Postal con la imagen de la Caridad del Cobre, firmada por Juan Marinello (no
está fechada). Archivo Fernando Ortiz, Instituto de Literatura y Lingüística, La
Habana.
12 Pablo de la Torriente-Brau y Gonzalo Mazas Garbayo. Batey. La Habana:
Cultural S. A, 1930, p. 9.
13 Destacado periodista, nació en Barcelona en 1872 y murió en La Habana en
1945. Fue secretario de redacción de la Revista Bimestre Cubana, trabajó como
estacionario de la Biblioteca de la Sociedad Económica Amigos del País. Tradujo
Antropología y patología comparadas de los negros esclavos, de Henri Dumont;
Cuba a pluma y lápiz, de Samuel Hazard, así como Cuba antes de Colón, de Mark
Harrintong. Estos libros se publicaron en la Colección de Libros Cubanos dirigida
por Fernando Ortiz.
14 Este trabajo la historiadora norteamericana lo había presentado en 1921 en la
Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, y publicado en las Memorias
de la Asociación, y más tarde en The Hispanic American Historical Review,
noviembre de 1922, pp. 709-717.
15 El artículo de Irene Wright aparece en Archivos del Folklore Cubano, La
Habana, vol. III, No. I, enero-febrero-marzo 1928.
16 Este artículo aparece en Archivos del Folklore Cubano, La Habana, vol. IV,
No. 2, abril-mayo-junio 1928.
17 Diario de la Marina, La Habana, 2 de diciembre de 1928.
18 Carta enviada por Juan O’Callaghan a Fernando Ortiz. Archivo Fernando
Ortiz, La Habana: Instituto de Literatura y Lingüística, 8 de Octubre de 1929.
19 Maestra de una de las escuelas de la Sociedad Económica Amigos del País y
hermana del doctor José Manuel Valdés Rodríguez, director fundador del Colegio
“Hoyos y Hunco”.
20 Fernando Ortiz. “La semi-luna de la Virgen de la Caridad del Cobre”, en
Archivos del Folklore Cubano, La Habana, vol. IV, No. 2, abril-junio, 1929.

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Jose Antonio Matos Arévalo

21 Ibídem, p. 163.
22 Véase carta del doctor Morales Patiño a Fernando Ortiz, 25 de septiembre de
1929. Archivo Fernando Ortiz.La Habana: Instituto de Literatura y Lingüística..
23 Ibídem.
24 Carta de Rodolfo Mariño a Fernando Ortiz, 27 de agosto de 1929. Archivo
Fernando Ortiz. La Habana: Instituto de Literatura y Lingüística.
25 Ezequiel García Enseñat. “La media luna de la imagen de la Caridad del Cobre”.
Archivos del Folklore Cubano, La Habana, vol. V, No. 1, enero-marzo, 1930, p.
32.
26 Carta de Fernando Ortiz al señor don Rafael Martínez, 8 de mayo de 1929.
Esta carta ha sido facilitada por Trinidad Pérez, investigadora y vicepresidenta
de la Fundación Fernando Ortiz, quien actualmente prepara el primer volumen de
la “Correspondencia inédita de Fernando Ortiz”. Gracias a su colaboración he
consultado las siguientes cartas: de Fernando Ortiz a Rafael Martínez: carta del
24 de octubre de 1928; carta del 8 de mayo de 1929 y carta del 15 de junio de
1929; de Rafael Martínez a Fernando Ortiz: carta del 19 de abril de 1929; carta
del 4 de octubre de 1929. Fondo Fernando Ortiz, Biblioteca Nacional José Martí.
27 Ibídem.
28 En Estados Unidos Ortiz organizó la Embajada de “Cuba libre en Washington”
junto con el ingeniero Eduardo Chibás, Herminio Portell Vilá y Ventura Dellundé.
29 La edición que Fernando Ortiz utiliza para su libro se tituló Historia de la
aparición milagrosa de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, sacada de un
manuscrito que el primer capellán que fue de ella, presbítero D. Onofre de
Fonseca, componía por el año de 1703 y sacada de los autos que en el 1688 se
formaron ante el juez competente, los cuales se hallan en el archivo de la santa
casa, por el presbítero D. Bernardo Ramírez, capellán que también fue de la
Santísima Virgen. La Habana: Imprenta de la Viuda e hijos de Espinel, 1853.
Existen ediciones anteriores: Santiago de Cuba: Imprenta de Loreto Espinel,
1829; Santiago de Cuba: Imprenta del Real Consulado, 1830; La Habana: Imprenta
Fraternal, 1840. En el siglo XX conocemos las ediciones: La Habana: Imprenta de
Daniel Bermúdez, 1916; Santiago de Cuba: Escuela Tipográfica Don Bosco,
1935.
30 Un dato curioso: en esta iglesia fue bautizado Fernando Ortiz el 9 de septiembre
de 1881.
31Véase presbítero Ramón Suárez Polcarí. Historia de la Iglesia Católica en
Cuba. t. II. Miami: Ediciones Universal, , 2003, p. 282.
32 Véase Olga Portuondo. La Virgen de la Caridad del Cobre: símbolo de cubana.
Santiago de Cuba: Editorial Oriente,2001.

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

33 Sus escritos están compilados en el libro El sistema religioso de los afrocubanos.


La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2001.
34 Fernando Ortiz. Prólogo a Rómulo Lachatañeré. ¡Oh, mío Yemayá! Manzanillo:
El Arte, 1938, p. XXI.
35 José Juan Arrom. La Virgen del Cobre: historia, leyenda y símbolo sincrético.
In: Estudios Afrocubanos. La Habana: Universidad de la Habana. 1990, T.2, p.
295.
36 Ibídem, p. 286.
37 En la transición de credos sugerida en el relato de Enciso, los indios descubrieron
mayor protección en la Virgen María que en sus cemíes.
Los nombres utilizados para sintetizar y significar los objetos del nuevo mundo
expresan la evolución en el registro de lo imaginario entre las relaciones de los
europeos y los indígenas. En las crónicas de indias fueron cambiando los conceptos,
transitando sus significados desde objetos desconocido como el “cemí”, pasando
por “ídolo” hasta trasformarse en “figura diabólica”. Véase Serge Gruzinski. La
guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner (1492-20019).
México: Fondo de Cultura Económica, 1999.
38 Estos son los tres Juanes o los tres humildes pescadores, como también son
considerados por el folclor popular, que participan en el hallazgo de la Virgen de
la Caridad. En la actualidad, en las imágenes más difundidas, aparecen un hombre
negro rezando y dos blancos que van remando en un bote al encuentro de la Virgen
Santísima. Pero, según la tradición de la Iglesia Católica, los autores del hallazgo
fueron dos indios y un negrito. No nos detenemos en estas consideraciones
porque el tema de la representación étnica y sus variantes en la aparición de la
Virgen de la Caridad es tratado por Fernando Ortiz en el presente libro.
39 La Academia norteamericana también ha incursionado en este tema: Thomas
A. Tweed. Our Lady of the Exile. Diasporic Religión at a Cuban Catholic Shrine
in Miami. New York: New Yok Oxford University Press, 1997 y Maria Elena
Díaz. The Virgen, the King, and the Royal Slaves of El Cobre (Negotiating Freedom
in Colonial Cuba, 1670-1780). California: Stanford University Press, 2000.
Asimismo, el escritor mexicano Félix Báez-Jorge ha publicado un interesante
ensayo titulado “La Caridad del Cobre y la historia cubana”, en Unicornio.
Suplemento científico y cultural de Por esto!, Mérida, Yucatán, domingo 16 de
julio de 2000.
40 En Las leyes de Indias anotadas por Fernando Ortiz, dice: “Don Felipe IV en
Madrid a 10 de mayo de 1643. Que se celebre cada año el patrocinio de la Virgen
Santísima Nuestra Señora en las Indias, con la fiesta y novenario que se ordena.
En reconocimiento de las grandes mercedes y particulares favores que recibimos

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de la Santísima Virgen María Nuestra Señora, hemos ofrecido todos nuestros


reinos a su patrocinio y protección, señalando un día en cada un año para que en
todas las ciudades, villas y lugares de ellos, se hagan novenarios, y cada día se
celebre misa solemne con sermón y la mayor festividad que sea posible, asistiendo
nuestros virreyes y audiencias, gobernadores y ministros, por lo menos un día
del novenario, y haciéndose procesiones generales con las imágenes de mayor
devoción. Mandamos a los virreyes, presidentes, gobernadores, corregidores y
alcaldes, mayores de nuestras Indias, que cada uno en su distrito, ciudad, villa o
lugar, participándolo al arzobispo, obispo o vicario, celebren fiesta todos los
años el domingo segundo del mes de noviembre a la Virgen Santísima Nuestra
Señora, con título de patrona y protectora como se hace en estos nuestros reinos.”
Véase Ley XXIV, Título Primero, Libro Primero de Leyes de Indias, Madrid,
1841, p. 5.
41 Citado por Fernando Ortiz en La Virgen de la Caridad del Cobre: Historia y
etnografía.
42 El concepto de transculturación Fernando Ortiz lo define en su libro
Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, publicado en 1940. Con posterioridad
se han realizado varias ediciones de este libro. Recomendamos la edición crítica
de Enrico Mario Santí. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Madrid:
Cátedra Letras hispánicas, 2002.
43 Respetamos la ortografía del autor Manuel Scala (Choli). Archivo Fernando
Ortiz. La Habana: Instituto de Literatura y Lingüística, . Dato facilitado por la
especialista Ada Cantera Pérez.
44 Sobre este tema Esperanza Valdés le escribe a Ortiz: “la Virgen de la Caridad
es otra de las advocaciones que emplean los espiritistas-brujos para sus prácticas.
”Nada más eficaz consideran para alejar la mala suerte y para poner al individuo
en condiciones de alcanzar lo que más anhela, bien sea dinero, suerte en amores,
etc., que el “Baño de la Caridad”. Se compra un manojo de albahaca, otro de yerba
“botón de oro” con sus correspondientes flores y otro de incienso. Todo debe ser
fresco. Se llena de agua limpia una palangana o recipiente análogo. Se echan las
yerbas y se estrujan un poco entre las manos para que el agua reciba la sabia de las
yerbas y se perfume. Se echa una cantidad proporcional de miel de abejas y
además dos huevos con su clara y yema y se bate para que todo se mezcle y se
diluyan bien las yemas de los huevos.
”Se deja reposar todo un rato y después el individuo deberá darse un baño de aseo
para quedar bien limpio. “Terminado el baño de aseo, se procede a apartar las
yerbas del agua y se dejan a un lado. Entonces, hecha la señal de la cruz, esto es,
después de persignarse, la persona reza un Ave María e invoca a Nuestra Señora

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Fernando Ortiz. La Virgen de la Caridad del Cobre...

de la Caridad, hecho lo cual va derramando poco a poco la palangana de agua


sobre el cuerpo, desde la cabeza, siempre de arriba hacia abajo y vertida toda el
agua, coge los manojos de yerba y se restriega el cuerpo en la misma forma, esto
es: de la frente hacia abajo, hasta los pies; de la nuca por toda la espalda hasta los
talones de los pies y por los brazos desde los hombros hasta la punta de los
dedos. Mientras esta operación se ejecuta debe invocarse Nuestra Señora de la
Caridad pidiéndole lo que se desea obtener. “Deberá darse tres baños solamente.
Se debe empezar un día de la semana que no recuerdo si es el lunes o el jueves.
Virgen del Cobre, que considera que la imagen de la Virgen del Cobre sea aquella
misma que tuvieron en su poder o bien el cacique de Macaca o el cacique de
Cueiba. Para Ortiz “La Virgen del Cobre, como material representación icónica de
la católica Madre de Dios, puede ser de factura cubana, improbable; española,
probable; o germana, posible”. Ortiz deja una puerta abierta para que el lector
pueda formarse su propia opinión.
Para dar secuencia a sus escritos, en el capítulo V retoma las opiniones
del padre González Arocha y de la historiadora Irene Wright. Y a favor del padre
González Arocha, niega la tesis de Irene Wright de que la Virgen de la Caridad del
Cobre es la misma Virgen de la Caridad que se venera en Illescas, antigua población
castellana de la provincia de Toledo, en España. En el capítulo VI, consecuente
con la literatura y la teología de los siglos XVI y XVII en España, Ortiz caracteriza
las devociones hispánicas, en particular la Virgen de la Caridad de Illescas y la
Virgen de la Caridad de Sanlúcar de Barrameda. En los capítulos VII y VIII
establece las semejanzas y diferencias plásticas entre la Virgen de la Caridad del
Cobre y la Virgen de la Caridad de Illescas. Con la ayuda de estas comparaciones
define finalmente las cuatro interpretaciones etnográficas del color epidérmico de
la Virgen del Cobre.
En el capítulo IX se remite a la mariología española y ofrece una
explicación de las vírgenes flotantes, marineras y parlantes, típicas entre los
castellanos conquistadores. Para Ortiz los peligros de la navegación aumentaron
la devoción mariana, y con ello las posibilidades de su culto en las tierras
americanas. Seguidamente, el capítulo X enfatiza en el carácter
”Las yerbas se recogen y después deben echarse en un lugar bien distante de la
casa para alejar la mala sombra pues ellas han recogido el mal.
”El agua no debe caerse en el suelo, debe procurarse que caiga en otro recipiente
o bien en la bañadera. Después debe enjuagarse todo perfectamente con bastante
agua limpia. Para cada año igual formulario.” Carta de Esperanza Valdés a Fernando
Ortiz, septiembre de 1929. Archivo Fernando Ortiz, Instituto de Literatura y
Lingüística, La Habana.

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Jose Antonio Matos Arévalo

45 Véase Lidia Cabrera. Yemayá y Ochún. Madrid: C. R., 1974; y de mayor


actualidad el libro de Heriberto Feraudy Espino. La Venus lucumí. Oshún, la
diosa de Ashogbo. México. 2002.
46 Aparecerá en esta edición como el capítulo XI.

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