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PETITORIO 2008

LICEO DE APLICACIÓN
A-9
TEXTO ÍNTEGRO REFUNDIDO

COMISIÓN DE REDACCIÓN DEL LICEO DE APLICACIÓN


Santiago, Martes 16 de junio de 2008
PETITORIO 2008 – LICEO DE APLICACIÓN A-9
TEXTO ÍNTEGRO REFUNDIDO

“ [Actualmente, Chile tiene un] sistema escolar


conscientemente estructurado por clases sociales
(Informe OCDE, 2004)

LEY GENERAL DE EDUCACIÓN

El proyecto de Ley General de Educación presenta importantes carencias en cuanto a estructura, orden,
base y organización, las cuales representan la debilidad absoluta del proyecto al momento de pensar en una
mejor educación para Chile. En esta ley sólo se refuerza la idea de mostrar muchos artículos como una suerte de
ilativo entre normativas que no se encuentran especificadas dentro de tal, considerando a otros entes
gubernamentales como los encargados de implantarlas y administrarlas.

Es por esto que planteamos la creación de una Ley única, orgánica y constitucional de educación que
contemple todos los aspectos: calidad, libertad, docencia, fiscalización, recursos, entre otros. Además se plantea
dentro del proyecto de ley que el Estado deberá velar por la calidad de la educación sin especificar lo que se
entiende como tal. El ideal de calidad debe estar, en esencia, ligado a altos parámetros evaluativos, a través de,
por ejemplo, la aplicación de exigencias por nivel, mediante la estimulación adecuada a la etapa etárea del
alumno y su condición social, definiendo requisitos mínimos por colegio y año lectivo. Esto se puede hacer con la
implementación de mallas curriculares estándares y programas de estudios que estén acordes al desarrollo
cognitivo de cada individuo.

A continuación, exponemos los puntos esenciales con los cuales manifestamos mayor disconformidad y
exigimos un cambio sustancial que apunte a soluciones concretas y reales:

Artículo 6º:

Es deber del Estado velar por una educación de calidad para todos, debiendo procurar que tanto la
educación pública como la ofrecida por particulares la tengan.

Se reconoce un derecho básico de todos los chilenos y chilenas: recibir una educación de calidad. Si el
concepto más básico y a la vez más importante para las verdaderas reformas educacionales no es definido en la
que dice ser la ley que cambiará la educación, el futuro para ésta se hace cada vez más incierto. No se puede
trabajar en base a la incertidumbre ni menos con desconocimiento. Demandamos que el concepto de
Calidad Educativa sea formulado y precisado en el marco regulatorio, incorporando a toda la comunidad
escolar y planteando las formas reales de cómo alcanzar este objetivo.

Artículo 7º:

El Ministerio de Educación y la Agencia de Calidad de la Educación velarán, de conformidad con la ley, y


en el ámbito de sus competencias, por la evaluación continua y periódica del sistema educativo a fin de
contribuir a mejorar la calidad de la educación.

Para ello, la Agencia de Calidad de la Educación evaluará los logros de aprendizaje de los alumnos y el
desempeño de los establecimientos educacionales en base a estándares indicativos.

De acuerdo a lo establecido en los presentes artículos consideramos que los parámetros para la
evaluación de los alumnos, docentes y establecimientos deben brindar una noción clara del cómo se llevará a
cabo este proceso, tomando en cuenta las distintas realidades de cada establecimiento en los diversos aspectos
de fiscalización.

También es necesario señalar que al encontrarnos en el caso de que la evaluación no tenga los
resultados óptimos, a consecuencia de la mala gestión educacional que imparte cada establecimiento y la
desigualdad que en ellos existe por zona geográfica, ¿de qué forma se podría evaluar? considerando las distintas
situaciones en que se encuentran los establecimientos a lo largo del país es necesario establecer parámetros
mínimos para lograr algo efectivo. A la vez, se habla de evaluación integral, siendo que realmente no se
consideran aptitudes, limitándonos a contestar pruebas mecánicas de memorización, tales como el SIMCE y la
PSU. Asimismo, es innegable la obligación de un oportuno control sobre los colegios vulnerables, enfocado a
suplir eficiente y efectivamente sus necesidades.

Selección en el Sistema Educacional

Artículo 12º:

En los procesos de admisión de los establecimientos subvencionados o que reciban aportes regulares
del Estado, que poseen oferta educativa entre el primer nivel de transición y sexto año de la educación general
básica, en ningún caso se podrá considerar en cada uno de estos cursos el rendimiento escolar pasado o
potencial del postulante. Asimismo, en dichos procesos no será requisito la presentación de antecedentes
socioeconómicos de la familia del postulante.

Respecto a la Selección nos mostramos en oposición a las medidas que establece el articulo para
determinar quiénes ocuparán los cupos. Es necesario, de partida, diferenciar claramente entre selección y
discriminación.

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Seleccionar por una prueba de habilidades no es sinónimo de discriminación, pero al momento de


establecer el cupo de alumno en un establecimiento que recibe aporte estatal por un criterio económico o
religioso, más allá del proyecto educativo es un condicionamiento arbitrario. Por otro lado, la solución dada por el
Proyecto de Ley está enfocada a un sorteo público o bien dirigido a quienes tengan un familiar en el
establecimiento.

Evidentemente es más discriminatorio lo que la nueva Ley General de Educación propone. Eliminar la
selección no es la solución, es más, es sólo nivelar la educación hacia grados inferiores de los que ya existen.
Sólo hay una salida: hacer la educación pública de calidad.

Consideramos que:

• Es deber del Estado resguardar los derechos de los padres y alumnos que opten por la educación no
gratuita.
• Es deber del Estado velar por la igualdad de oportunidades y la inclusión educativa, para lo cual
deberá establecer políticas que contemplen medidas compensatorias, o de discriminación positiva,
que reduzcan las desigualdades derivadas de circunstancias económicas, sociales, étnicas o
territoriales, entre otras.

Artículo 14º:
Los establecimientos educacionales promoverán la participación de todos los miembros de la
comunidad educativa, en especial a través de la formación de Centros de Alumnos, Centros de Padres y
Apoderados y Consejos de Profesores, con el objeto de contribuir al proceso de enseñanza del establecimiento.
Asimismo, en cada establecimiento de educación general que imparta enseñanza básica y/o media
existirá un Consejo Escolar.

El incluir en la Ley General de Educación la formación de un Consejo Escolar es sin duda alguna un gran
avance, y se reconoce como un logro para los actores del proceso educativo. Pero eso no es suficiente. Día a día
nos encontramos con que las decisiones de todo un colegio las toma el rector o sostenedor de éste mismo,
quedando fuera de toda decisión las personas que pasan cada jornada en su colegio, realizando diversas
actividades. En consecuencia, creemos que no basta con tener instancias de este tipo las cuales tengan carácter
consultivo, sino que deben ser resolutivos, tendiendo igual injerencia el alumnado, como los docentes y los
demás miembros de la comunidad educativa.

Artículo 25º:

El nivel de educación básica regular tendrá una duración de seis años y el nivel de enseñanza media
regular tendrá una duración de seis años, cuatro de los cuales en el segundo caso serán de formación general y
los dos finales de formación diferenciada. La educación parvularia no tendrá una duración obligatoria.

La indicación incluye diez artículos transitorios y, sobre esto último, el 8º detalla que: La estructura
curricular establecida en el artículo 25º de esta ley entrará en vigencia a partir del año escolar que se inicia ocho
años después de la entrada en vigencia de esta ley.

A contar de dicho año escolar, los cursos de 7º y 8º año de la enseñanza básica y 1º, 2º, 3º y 4º año de
la enseñanza media pasarán a denominarse primero, segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto año de la
enseñanza media, respectivamente.

Con lo que corresponde al tema recientemente tratado, es necesario aclarar que la idea es correcta en
su forma establecida pues establece un nivel básico de formación general, y, a la vez, un programa diferenciado
acorde a los intereses del alumno. Ello puede entenderse como una forma de bachillerato que ayude al
estudiante a encontrar su vocación, siempre y cuando el establecimiento, y las normas dictadas por el MINEDUC,
establezcan no sólo enseñanza pragmática sino también formativa. Lamentablemente se está proponiendo una
malla curricular apta para cada nivel de enseñanza y no amplía los campos de educación en lo que respecta a
ramas nuevas o modificación en horario de éstas. A la vez, lo que podría significar un pequeño aporte hacia la
educación recién podría aplicarse al octavo año de la supuesta aprobación de esta ley.

Educación Superior

Además de los puntos mencionados anteriormente, los cuales ya han sido tratados con bastante
detalle, nos encontramos con unas diversa gama de falencias en esta ley, como es el ejemplo de la
Educación Superior.

La antigua LOCE - tan criticada por los secundarios hasta hoy en día-, poseía en un 75% de su
contenido las bases de la educación superior.

Actualmente el proyecto de Ley General de Educación, al cual apuntamos, deja sin marco
regulatorio a este nivel de enseñanza. Pues no contempla dentro de sí las normas que deben regir a éste. Al
derogarse la LOCE, y aprobarse la LGE, se elimina esta base legal para la educación superior, quedando
regida quizá por resquicios de la normativa antigua o lo que resulte del Consejo Asesor Presidencia para la
Educación Superior.

Al encontrarnos con situaciones como ésta, exigimos un real eje legal para la educación, de todos
los niveles y tipos. Exigimos un Proyecto General de Educación real e inclusivo.

Críticas al proceso

En vista de que para el desarrollo de este proyecto se ha considerando solamente a encargados y


“expertos” en educación, a pesar de que en el año 2006 fueron los secundarios quienes llevaron el tema hacia
la conciencia ciudadana, se nos hace claro y pertinente denotar el malestar del conglomerado estudiantil con
la serie de pasos que derivaron en el actual proyecto de Ley general de Educación.

La Presidenta dio un aviso público a mediados del ante pasado año conformando una mesa de diálogo
en la cual consideraría a los estudiantes, quienes apelaban a tener un conocimiento mas certero del acuerdo o

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proyecto a reemplazo de ley al que se llegaría, labor que no se vio durante el término de tal año. Todo esto
debido a que el Consejo Asesor Presidencial (CAP) sólo tenía una ínfima parte de estudiantes dentro de sus
más de 80 miembros, e, incluso, gran parte de éstos eran empresarios o personeros ajenos al rumbo
educacional. El trabajo fue infructífero, desligándose los secundarios al final del año 2006 de este grupo
aclarando su malestar por lo poco avanzado e inútil del proceso.

Aun así, se supo continuar la lucha y el descontento del estudiantado en el 2007 con los nuevos
dirigentes. Ese mismo año, en abril, se firmó en La Moneda el proyecto Ley General de Educación, el cual
poseía escasos acuerdos tomados por el CAP (Recordar que esa instancia nació bajo la primicia de ser el alero
de una forma de buscar las falencias de la educación y nueva ley). De la misma manera señalamos que el
llamado a tal trabajo no fue efectivo a pesar de los compromisos, ya que, entregando todos los fundamentos
necesarios para llevar a cabo tal proceso, no fueron capaces de concretizar dicha reunión ni responder, por
parte del SEREMI, de manera concreta a las críticas realizadas con previa presentación del material entregado.
Una vez más dejaban al estudiantado descontento con su trabajo.

Tiempo después, previo acuerdo de propaganda, las coaliciones políticas más grandes de
Chile firmaban un proyecto único de educación, donde quedaría en claro que el afán político podría más que el
bien común. Los secundarios éramos desplazados, a pesar de ser el agente principal del proceso educativo día
a día, de aula en aula.

Es por esto que los estudiantes secundarios no quieren que ocurra lo mismo. Es necesario exigir al
gobierno y a los congresistas incluir a los actores participantes de la educación, tales como docentes,
codocentes, alumnos, entre otros, en su agenda de debate. Sin estos agentes que viven día a día la
educación será difícil llegar a un consenso de lo que realmente afecta hoy en día a nuestro país, pues no se
puede comparar el sistema político con el hecho de vivir bajo el deficiente sistema educativo. Por ahora, sólo
nos queda insistir en la búsqueda de un real proyecto que dé solución a los temas educativos, sólo nos queda
insistir en la búsqueda de verdaderos canales que escuchen la voz del estudiantado, sólo nos queda insistir
en decir NO A LA LEY GENERAL DE EDUCACIÓN

DESMUNICIPALIZACIÓN Y ROL DEL ESTADO


Origen de la Municipalización

En primer lugar, es necesario señalar que la reforma educacional chilena tiene un sello muy propio,
ya que ésta ha sido implementado dentro del marco rígido que dejaron los cambios económicos, sociales,
culturales y educacionales impuestos durante los años ochenta, que no han sido modificados tras el retorno a
la democracia. En el contexto de una economía neoliberal, que entrega un rol preponderante al sector
privado y supedita los avances del desarrollo social al ritmo del creamiento y a las posibilidades de apertura
de las economías y de su inserción en los nuevos mercados económicos mundiales, se inicia un proceso de
descentralización de la educación.

En estas circunstancias, los principales objetivos de dicha descentralización fueron tres. Primero,
disminuir los aportes estatales a la educación. Segundo, entregar la regulación de la misma a los
mecanismos de mercado. Finalmente, debilitar a las organizaciones sociales en sus luchas reivindicativas y
controlar el ejercicio de la profesión docente. Este proceso de descentralización, que se desarrolla a través
de dos esfuerzos articulados, el de privatización y el de municipalización, no sólo significó la transferencia de
funciones financieras, administrativas y pedagógicas a entes autónomos –privados o públicos-, sino que
modificó sustancialmente la forma de financiamiento de la educación, estableciéndose un sistema de
subvención a la demanda, entregando los recursos de acuerdo al promedio de asistencia mensual de
alumnos por curso, tanto a los establecimiento municipales como particulares subvencionados. De este
modo, se empiezan a entregar importantes recursos fiscales a entes privados con fines de lucro, sin mayor
regulación del uso de esos dineros, lo que significó un gran desarrollo de ese sector, que hoy alcanza más del
40% de la matrícula escolar. En este proceso, las condiciones contractuales de los docentes se asimilaron a
las del sector privado, quedando absolutamente liberadas al mercado.

Con respecto a la transferencia de funciones pedagógicas, se impulsó la flexibilidad –normando


ciertos aspectos generales en relación a fijación de objetivos, planes y programas y criterios de evaluación-,
entregando el poder de decisión a los establecimientos educacionales. Durante este proceso, se produce un
cambio sustantivo del rol del Estado en Educación, de un Estado Docente a un Estado subsidiario, cuyos
resultados fueron, y siguen siendo una enorme fragmentación e inequidad en el sistema educativo. Pero lo
más grave es que esta Reforma que se impone a los chilenos, avanza en cambiar el objetivo fundamental
que tenía la educación: la formación de un ser humano íntegro y armónico –un ciudadano- por la de un mero
recurso humano funcional a la producción y la competencia –un consumidor-. Se reforzó, así mismo, la
concepción del docente como mero ejecutor e instrumento para el desarrollo de estos fines. En
consecuencia, la despreocupación del Estado en asumir su papel en la educación lo han transformado en un
garante asistencialista de un derecho fundamental y que hoy peligra en medio de la crisis de la educación
que desmantelé el sistema de educación pública.

Colegios Particulares-subvencionados y Municipales

Los colegios municipales y colegios particulares subvencionados son aquellos que conforman la
educación pública, es decir, imparten educación gratis o bien con una subvención del Estado.
Son colegios Municipales aquellos en que se encuentran a cargo de la municipalidad
correspondiente según área de la comuna en que ésta se encuentre, que entrega educación gratuita,
mediante financiamiento del Estado.
Los colegios particulares subvencionados son aquellos que reciben una subvención por parte del
Estado para apoyar al establecimiento en una parte de los gastos, ya que la otra parte le corresponde al
Sostenedor sustentarla. Además, requiere de un pago de matrícula como requisito por estar en el
establecimiento y una cantidad de dinero mensual.
Tanto la Educación Municipal como Particular Subvencionada, están en el nivel bajo de Evaluación
de la Calidad, según estadística del Simce, lo que demuestra lo descuidada que está la Educación pública,
siendo ésta la que abarca la mayor cantidad de alumnos a nivel nacional. Como consecuencia obtenemos los

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malos resultados en el aprendizaje y calidad de profesionales para Chile, y por lo tanto, un atropello en
cuanto a la calidad de educación que debieran recibir los estudiantes.

La Municipalización tenía como finalidad, la descentralización de la educación, que exista diversidad


de pensamiento, dejando a cargo de sostenedores municipales y particulares el papel central de la gestión
escolar, junto con una subvención por parte del Estado que es entregada a cada municipio para que
distribuya una inversión en materia educacional en los colegios que tengan a cargo. El financiamiento de la
educación en los colegios municipales y particulares subvencionados se hace a través de una subvención
económica1, la cual es el pilar de la educación que recibimos.

Fin al Lucro con recursos públicos

Una primera revisión a este sistema de financiamiento da cuenta de un LUCRO DESMEDIDO por parte
de los sostenedores privados y un déficit estructural para las municipalidades que no son capaces de cubrir
el gasto de los establecimientos con estos ínfimos recursos. Es hacia estas desfavorables condiciones en la
que se encuentran muchos colegios a nivel nacional y que nos propusimos abordar, dándole su real
importancia, pues recordemos que muchos estudiantes a lo largo de Chile dependen de esas subvenciones
para que reciban una buena educación, en un establecimiento como corresponde en infraestructura, con un
buen material de apoyo, para así formar personas capaces y eficaces e íntegras, ya que el porvenir de ellos
se tiene en juego y no es posible que por falta de inversión en recursos educacionales, responsabilidad del
sostenedor y del Estado, no estén accediendo a estudiar lo que ellos quieren, y que por el contrario reciban
una pésima Educación con deficiencias y de mala calidad.

Sabemos que los sostenedores2 son quienes reciben esta subvención por parte del Estado y es su
deber invertirla en necesidades que conlleva tener un establecimiento. Por supuesto que esta temática
necesita de una verdadera preocupación y de gente especializada que sepa como destinar correctamente la
subvención; entonces hablamos de equipos técnicos de Educación preparados y encargados de esta función.
Pero ocurre en la actualidad que solo 32 de 345 municipios que existen en Chile, poseen estos entes que se
ocupan específicamente de administrar la subvención a los colegios que tienen a cargo, y son justamente los
municipios más ricos.
Además los sostenedores carecen de exigencias concretas que garanticen la calidad, y no solo la
cobertura educacional; por lo que sostienen fundamentalmente su negocio de lucrarse con la educación al
sumar recursos de las familias con las subvenciones del Estado, sin garantizar mayor calidad al referirnos al
modelo de financiamiento compartido.

Las subvenciones, cuando llegan a la municipalidad, no es seguro que sean completamente


destinadas a la educación porque no hay un marco regulatorio para estos pasos o un organismo que fiscalice
la cuenta de las cantidades, lo que ocurre y se ve en clara medida en aquellas que manejan bajos recursos
públicos, lo que conlleva a que las municipalidades ocupen el dinero destinado a la educación, con otros fines
como por ejemplo pavimentar calles, obras viales, alumbrado, gasto en proyectos públicos, etc.

Otro punto importante es que las subvenciones son cantidades que no alcanzan a cubrir los gastos
totales que se requieren para un establecimiento tales como los materiales que requieren todos los alumnos
de los colegios, una mejor infraestructura a los establecimientos, cobertura en raciones alimenticias,
incentivos para una real implementación de la Jornada Escolar Completa, con resultados positivos en la
educación de los alumnos, entre otras.
Es importante señalar el recorrido que realiza este financiamiento desde el Estado hasta la
Municipalidad, el cual pasa por varios entes antes de llegar a su destino. Esto denota la completa falta de
transparencia en las acciones y un verdadero aprovechamiento pues no hay fiscalización de todo ese
proceso.

Unos de los aspectos donde el estado más se ha alejado y favorecido a los privados es el
financiamiento, a la par con el inicio del proceso de municipalización, se inicio un nuevo sistema de
financiamiento, donde el estado comienza a entregar una subvención por asistencia media a los
establecimientos municipales antes estatales y los liceos particulares subvencionados. Una primera revisión
a este sistema de financiamiento, da cuenta de un lucro desmedido por parte de los sostenedores privados y
un déficit estructural para las municipalidades, que no son capaces de cubrir el gasto de los establecimientos
con estos ínfimos recursos. También provoca una competencia por la matrícula, ésta es cada vez más baja
para el sector municipal, esto bajo la falsa premisa que el sector particular subvencionado tiene mejor
calidad. Con el sistema lucrativo actual solo contribuye a la competencia de las municipalidades y privados
por los recursos del estado, sin preocuparse realmente por el tema educativo.

Como es el caso de muchos sostenedores particulares, subvencionados por el estado, que no


cuentan con proyectos educativos reales y eficaces, que funcionan solamente con la lógica del lucro. En
consecuencia, no puede ser permitido el lucro con recursos públicos y dejando paso a una educación de
mercado, basado en la demanda. El sistema de subvención sólo consigue segmentar más el sistema y
consolidar el negocio en la educación. Los colegios subvencionados, seleccionarán a alumnos pobres con
más capacidades y dejarán a los alumnos con menos capital sociocultural en el sistema municipal. Cualquier
evaluación posterior indicará que los privados, supuestamente, son mejores que los municipales.

En conclusión, el sistema de financiamiento compartido, aumenta la capacidad de los sostenedores


para lucrar con la educación, al sumar recursos de las familias a las subvenciones del Estado, sin garantizar
mayor calidad. Al seleccionar alumnos y dejar fuera a los niños/as con más necesidades educativas,
consiguen mejores resultados en el único instrumento externo de medición de la calidad (SIMCE). Debemos
señalar, además, que este instrumento apenas mide un aspecto de lo que se debe considerar una educación
de calidad integra.

El Rol del Estado en la Educación Pública

La diferenciación entre establecimientos municipales, privados, subvencionados y privados pagados.


Como consecuencia del rol subsidiario que el Estado ha asumido en los últimos 20 años, provoca tal

1
El Estado entrega una subvención por asistencia media a los establecimientos municipales y a los colegios
particulares subvencionados.
2
Llámese así a las personas jurídicas o naturales como empresarios, empresas privadas, religiosos,
municipalidades, etc.

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Estratificación y segmentación social en el sistema educacional, que genera desigualdad en los grados de
Calidad y de prestigio ante la sociedad, lo cual perpetúa el proceso de reproducción social de las
Desigualdades sociales que hoy existen.

La educación es un derecho social, ya que implica la generación del conocimiento, la integración de


las personas a la convivencia social, al lenguaje y la ciudadanía. El impacto de la educación, en la
Constitución de las sociedades; en las formas que ésta asume, sus jerarquías y valores, sus grados de
Equidad o desigualdad y en definitiva en la capacidad política que entrega a los ciudadanos para ser
partícipes activamente de la construcción de la misma, es fundamental. Esto implica que su calidad no puede
ser distinta para unos o para otros, ni menos dejar su planificación en manos de lógicas que no se basen en
los fines comunes que una sociedad haya establecido democráticamente. A estas alturas es evidente que
administrar la educación entorno a la lógica del lucro inevitablemente traerá consecuencias, no sólo en la
calidad de la educación, sino que también en el tipo de segmentación social que se constituya en el país.

Esta razón es suficiente para entender la contradicción entre una educación pública de calidad para
todos y la existencia de la educación privada con fines de lucro. Por esto es sumamente importante que el
estado garantice una educación de calidad equivalente para los que no puedan o no quieran pagarla, solo
bajo esta condición existe libertad de enseñanza. Por lo anterior, una fortalecida labor del Estado en la
administración educativa se hace indispensable.

Universalidad, gratuidad, pluralidad y laicismo.

Previo al proceso de municipalización existía un Estado docente que velaba por la educación bajo
estos cuatro grandes principios. En el caso en que no estén presentes, lo que existe son condiciones de
ventaja o plusvalía de un principio de mercado, que se refleja en las personas que no tienen las posibilidades
de acceder a una educación de calidad sin pagar, y se ven obligadas a buscar calidad solo en los privados.
Ante esto el Estado debe dejar su rol asistencial y sobrepasar la función de dar educación solo a las
personas vulnerables o marginalizadas, mas bien, el Estado debe generar una educación que apunte a
constituir una sociedad en donde esas personas no sean marginadas ni sean consideradas vulnerables, sino
que por el contrario, una sociedad que integre activamente a todos sus miembros, Sin discriminación
cultural, social ni económica.

Consecuencias de lo expuesto:
• La educación funciona como mercancía y no como derecho social.
• Los sostenedores que reciben subvención estatal pueden lucrar.
• Los sostenedores privados que reciben subvención estatal, pueden seleccionar estudiantes, por lo
que se segmenta el sistema escolar y se impide una evaluación adecuada de la calidad de la educación.
• No se regula la participación de los actores de la comunidad educativa, manteniendo en el
Sostenedor la potestad de tomar decisiones.
• El Estado solo se hace partícipe de la educación pública inyectando dinero en la educación,
perdiendo su rol Docente y pasando a tener un rol Subsidiario.
• Se fomenta la segmentación socioeducativa en el sistema escolar.
• Alta inequidad.
• Con el fin de descentralizar la educación, terminó desarticulándola.
• “La educación chilena está influenciada por una ideología que da una importancia
indebida a los mecanismos de mercado y competencia para mejorar la enseñanza y el
aprendizaje” 3

En Conclusión, se requiere cambiar el sistema de Financiamiento. La actual sistema, sólo entrega


criterios económicos para administrar la educación, lo que en el actual contexto, significa dejar los objetivos
educativos en manos de las fuerzas del lucro y del mercado. Como la experiencia internacional lo demuestra,
todo establecimiento particular que reciba subvención del Estado debe garantizar el derecho a la Educación
de todos los niños/as y jóvenes del País.

Exigimos la Estatización progresiva de la educación pública, para ello se requiere un cambio


profundo en lo que respecta a la Municipalización de la Educación y en el modelo de gestión del sistema
basado en sostenedores particulares. Es necesario garantizar la existencia de un organismo público que
administre la educación. Como muestran las experiencias exitosas en otras partes del mundo, estos
organismos ESTATALES (no municipales, ni provinciales, ni regionales) deben incorporar a los actores de la
comunidad local y recibir un adecuado apoyo técnico-pedagógico y financiero.

Finalmente es labor del Ministerio de Educación, quien debe reconstruir un sistema sólido y
altamente capacitado para supervisar, administrar, gestionar y velar por todo el sistema educativo que se
necesita en el plano actual.

Se debe garantizar y proteger el Derecho a una Educación, entendida ésta como un bien social
público, laica, de alto nivel tecnológico, contenidos teóricos e infraestructura de calidad. Derecho sin ningún
tipo de discriminación ni restricción: económica, social, cultural, ideológica o política, educacional, étnica, de
género, de minorías de minusválidos; considerando incluso las diferencias sexuales.

El Estado debe retomar su rol educador, asegurando el Derecho a la Educación de la población sin
importar el origen social, económico y cultural de niños, niñas y jóvenes chilenos, promoviendo la
construcción de una sociedad democrática, más justa, igualitaria y libre. Debe ser el Estado el principal
responsable de la administración y financiamiento, con el fin de garantizar el derecho a la educación, de
carácter obligatoria, gratuita, de calidad, universal, laica y plural, esto último entiéndase que no debe primar
lo particular, sino que se promueva la diversidad.

El Estado también debe recuperar la potestad de elaborar, planificar y llevar adelante las políticas
publicas educativas; financiar y administrar directamente los establecimientos; desarrollar una política de
mejora de infraestructura y construcción de establecimientos de calidad y adecuados a las necesidades de
cada comunidad escolar, para no repetir hechos como la inundación de liceos o construcciones paralizadas
por errores de las empresas concesionarias.

3
(Informe OCDE, 2004: 290)

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Se ha de promover un proyecto educativo ciudadano desde el estado, que responda de manera


efectiva y real a las necesidades de la transformación social y desarrollo nacional, no solo a los
requerimientos del mercado o a los proyectos de algunos sectores corporativos que buscan reproducir sus
opciones ideológicas. La participación de los actores locales en el proceso educativo es un requerimiento
fundamental de la calidad. Los proyectos educativos debe estar la participación democrática de toda la
comunidad educativa, proyectos los cuales deben ser aprobados por el Ministerio de Educación, y se debe
justificar la entrega de forma concreta y transparente, el aporte estatal.

Se debe asegurar las condiciones de infraestructura, que estén en relación con el acuerdo del
proyecto educativo, que aseguren espacio físico para el desarrollo de actividades regulares y
extraprogramáticas que contribuyan al desarrollo íntegro de los actores involucrados en el proceso
educativo.

El Ministerio de Educación, debiese tener las atribuciones necesarias para poder fiscalizar, evaluar, y
transparentar, constantemente el cumplimiento del proyecto educativo, como el uso de recursos de forma
apropiada. Se debe generar a partir del Ministerio de Educación un servicio nacional de carácter público con
organismos administradores que se encarguen de todos los establecimientos, hoy en manos de las
municipalidades, que tengan como única función la gestión de establecimientos educacionales de propiedad
del Estado de una determinada unidad geográfica, donde responsable principal y último en cuanto a la
administración y gestión de la educación es el Estado, ello implica un adecuado equilibrio entre los aspectos
centralizados y descentralizados. Este nuevo sistema debe contemplar la más amplia participación y
democracia de todas sus instancias, con la adecuada representación de los organismos del Estado, de las
organizaciones locales y de toda la comunidad escolar y académica. Lo anterior en la idea de que la
comunidad tenga un rol determinante y resolutivo en las definiciones educativas propias.

El Estado, además, debe financiar de modo preferente la educación pública, eliminando el sistema
de subvención, estableciendo presupuestos de educación que permitan el financiamiento suficiente de la
administración descentralizada y sus establecimientos educacionales, considerando a lo menos: los
proyectos educativos, renovación y mantenimiento de la infraestructura, recursos técnicos-pedagógicos, así
como asistencialidad escolar. El financiamiento del Sistema debe, además, promover las tendencias a la
expansión de la educación pública, como única garantía del Derecho a la Educación y de integración de los
sectores postergados.

Así mismo, los organismos administradores deberán contar con centros de costos por
establecimiento. A su vez, las escuelas y liceos participarán en la configuración de su presupuesto
administrarán directamente recursos vinculados a su proyecto y deberán rendir cuenta sobre la ejecución de
éste y ser fiscalizados por el Ministerio y la comunidad. Esto en la idea de definir cuales son los
establecimientos, zonas o regiones que necesitan más financiamiento.

Finalmente, se debe eliminar el financiamiento compartido a los establecimientos de propiedad del


estado, ya que será este último el que deberá financiar íntegramente a estos liceos y colegios.

Éste es el proyecto de Educación Pública de Calidad que anhelamos para nuestro país, una
enseñanza como un bien de todos y para todos sus integrantes, sin segmentación social, sin municipios
ineficientes ni intereses pecuniarios, sino con un Estado activo y fiel garante de su objetivo: la virtud y el
deseo de convertir al estudiante en un buen ciudadano.

REAL IMPLEMENTACIÓN DE LA JORNADA ESCOLAR COMPLETA

El día de hoy, la Jornada Escolar Completa (JEC) es aplicada una gran cantidad de establecimientos
educacionales y, a pesar de esta masificación, aún es eje de importantes conflictos tanto a nivel interno en
los colegios, como a nivel externo, puesto que los problemas son siempre los mismos: infraestructura,
material de apoyo, recursos, horas de clases, trabajos escolares, entre otros.

Considerando como eje los verdaderos objetivos que el impacto que la Jornada Escolar Completa
tendría en la vida de todos los ciudadanos, la implementación en Chile ha sido un total fracaso llegando a
constituir otra apariencia inservible y contraproducente como tantos otros cambios nacionales. El sistema
europeo no sólo contempla a la Jornada Escolar Completa como una extensión de las posibilidades que tiene
un estudiante para aprender y desenvolverse al permanecer más tiempo en la escuela, sino también como
un factor importante dentro del tiempo que se comparte en familia, debido a que la economía de libre
mercado fue reduciéndolo, generando vacíos de confianza, comunicación, enseñanza valórica, etc. No
obstante lo anterior, es indispensable que esto se aplique junto a un amplio programa de reformas laborales
que disminuyan el horario de trabajo, entre otras. Sin embargo, como estudiantes no apuntamos a esto
último. La JEC significaría un avance en la educación chilena, pero siempre y cuando se implemente de la
manera más adecuada, acorde a los dos objetivos principales de la reforma. Por tanto, ahora, ya sea por
apuro, escasez económica o vil apariencia, se lleva a cabo de un modo incompleto, generando una serie de
dificultades que se repiten en los establecimientos en los que se efectúa.

La JEC busca, como ya se mencionó, la yuxtaposición de una segunda jornada más que una
ampliación de la primera. Actualmente, los colegios sólo aumentan el número de horas de las mismas
asignaturas de siempre (Lenguaje, Matemáticas, Historia, etc.), afectando, primero, a la carga laboral de los
mismos profesores, y segundo, a los alumnos, quienes deben enclaustrarse más tiempo en los colegios en
jornadas monótonas que sólo derivarán en estrés escolar. Y, como si eso fuera poco, los trabajos escolares –
comúnmente llamados ‘tareas para la casa’- siguen siendo destinados a los hogares cuando el objetivo del
proyecto es aprovechar el tiempo en el colegio para desarrollarlos allí, y así conseguir el ansiado tiempo de
comunión familiar. Aún sin considerar lo último, es lógico que si un estudiante sale a las 17 horas, desde ese
momento a las diez de la noche, por ejemplo, no contará con el espacio suficiente para hacer las tareas,
estudiar para las pruebas de los días siguientes o hacer un ensayo o un trabajo de investigación. Todo
desemboca en sobre-exigencia que, lejos de incentivar a los jóvenes a interesarse por el estudio (como la
reforma de los 90 expone), terminarán alejándose de él al verlos como un desafío inalcanzable. La pregunta
es: ¿por qué no se hacen las tareas en las escuelas dentro de esas otras horas adicionales que la JEC exige?
Por falta de material de apoyo: los trabajos escolares para la casa suponen un material adicional que debe

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ser conseguido por el alumno –como parte del hipotético interés en el aprendizaje amable (no estresante)- y
esto no existe en los establecimientos con el nuevo sistema. Pedimos que, para una real implementación de
la JEC, se considere dentro del programa de transformación de los colegios, la suministración de material
de apoyo digno, afín a las necesidades que los propósitos finales del proyecto exigen, y así terminar con
esta cruda realidad que se da desde infantes de 6 años.

Ahora bien, la mencionada yuxtaposición de una segunda jornada lo que verdaderamente busca es
la aplicación de talleres didácticos, recreativos y deportivos, para hacer más agradable e interesante el
proceso de aprendizaje –y así incluir al estudiante-, solucionando, de esta forma, el problema de la
monotonía de la expansión de las clases actuales. Hoy, se exige esto, pero en escalas ínfimas, apartadas del
real espíritu de una Jornada Completa, causadas por las obsolescentes instalaciones. Por tanto, la solución
sólo es posible con la adecuada infraestructura que la JEC, per se, requiere. Además, este es un aspecto
especialmente ineludible en los planteles que tenían un sistema de doble jornada, puesto que el cambio se
traduciría, literalmente, en el posicionamiento del DOBLE de los alumnos en el mismo espacio físico. Las
millonarias inversiones que se han hecho hasta ahora por tal concepto, han constituido, una vez más, una
apariencia que oculta todas las falencias que hoy sacamos a la luz pública, ya que no responden a cabalidad
lo que esta revolución en la educación significa, sin cumplir las expectativas de las finalidades transversales
que, en este caso particular, es una verdadera infraestructura, más grande y más útil.

Con respecto a los denominados colegios emblemáticos, la JEC es un desafío inalcanzable para estos
establecimientos debido a la masividad de alumnos y lo limitante de los recintos. Es por esto que exigimos
un estudio y un re-análisis de la situación particular de éstos, puesto que, trasladar las problemáticas aquí
indicadas al reducido puñado de liceos fiscales de calidad, sería un verdadero asesinato al valor de la
educación pública como única opción al crecimiento social de los más pobres.

GRÁFICO: Situación Actual de la J. E. C.

JORNADA ESCOLAR COMPLETA ACTUAL

Ampliación de la jornada normal Infraestructura inadecuada

Mayor carga laboral a Estrés escolar de los Falta de material Instalaciones insuficientes
los profesores alumnos por gran de apoyo
duración y monotonía
de las clases; y por los
trabajos escolares
(tareas)

Tareas escolares para la 1. Incumplimiento de  Ampliación de la


casa (Poco tiempo) dignos talleres jornada normal
didácticos, recreativos y
deportivos

2. Imposibilidad de
Des-incentivación transformación de
del aprendizaje algunos colegios a la
JEC (nº alumnos)

2. Caso particular de los


colegios emblemáticos

GRÁFICO: Real Implementación de la J. E. C.

VERDADERA JORNADA ESCOLAR COMPLETA

INFRAESTRUCTURA ADECUADA

Talleres didácticos, recreativos, deportivos


Material de apoyo
necesario

Trabajos escolares en las mismas escuelas

Mayor tiempo de comunión familiar

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PROBLEMÁTICAS DOCENTES
El profesor es un pilar y sostén fundamental de la educación, teniendo que ser considerado, en
consecuencia, como un actor central en el proceso educativo del aula. Por ende, se hace necesario mejorar
las condiciones laborales e incentivar su perfeccionamiento, aumentando la exigencia en el proceso de
admisión, en los planes de estudio de las carreras pedagógicas, así como también en la evaluación de la
calidad de la docencia.

Nuestras demandas apuntan, esencialmente, en una línea análoga a las necesidades del gremio, el
cual ha sido el canal histórico para la expresión de los anhelos del profesorado y que durante años han sido
ignorados. Las peticiones de los estudiantes, por lo tanto, tienen un valor intrínseco agregado, puesto que
aúna gran parte del deseo de los dos elementos educativos más importantes. Esta es una oportunidad en la
que el respaldo mutuo nos permitirá avanzar en la enseñanza que queremos.

La labor docente se ve empañada no sólo por la crisis administrativa e institucional que afecta a los
establecimientos que reciben subvención, sino que deben lidiar con la carga diaria de los conflictos
culturales, sicológicos y socio-económicos, que convergen en la sala de clases. Dichas problemáticas ruegan
por una respuesta, y un paso importantísimo reside en el reconocimiento de una carrera profesional docente,
que responda al deseo de consolidar el trabajo pedagógico.

La docencia vive inmersa en la precariedad e insuficiencia de las herramientas, medios y aptitudes


que han de ser subsanadas, definiendo las expectativas, enfoque, desempeño, gestión, funciones, y,
evidentemente, parámetros de exigencia y calidad permanentes.

Procesos de Admisión en Carreras e Incentivación al perfeccionamiento

En la actualidad, la carrera pedagógica se concibe como una profesión estática, siendo que el
desempeño del educador conlleva un constante y dinámico desarrollo, partiendo por el proceso formativo
del profesor.

Resulta incomprensible que a las carreras de pedagogía se les de menos importancia con relación a
otras áreas, cuando el rol del profesor requiere de una amplia preparación y experiencia: muchos docentes
no tienen los conocimientos suficientes del contenido de las materias que enseñan, o bien, sobre la forma
misma de entregar los contenidos.

Las entidades universitarias y técnicas establecen exigencias precarias en los procesos de admisión,
con mínimos puntajes de ingreso y débiles programas de estudio: por tanto, se hace imprescindible que el
Estado establezca nuevas regulaciones legales en el acceso a estas carreras, tomando un rol activo
en el proceso formativo de los pedagogos. Sólo de esta manera se podrá avanzar hacia una nueva
generación de profesores con vocación en la educación.

Por otra parte, al desconocerse la calidad de los estudios superiores para los profesores (sólo el 19%
de las 342 carreras han sido sometidas al proceso de acreditación), esta regulación también debe extenderse
a las mallas curriculares para asegurar una exigencia adecuada a las necesidades de la profesión, sin
descuidar ningún aspecto del traspaso de los conocimientos técnicos específicos, ni del cómo enseñarlos al
momento de ejercer tan importante labor. Así, una acreditación formal de todas las carreras de
pedagogía, no debe ser sólo secundaria sino supeditada a las susodichas regulaciones legales que debieran
instituirse, relacionadas a las mallas curriculares y la admisión. Nadie debiera convertirse en profesor
estudiando un día a la semana durante dos años o a través de estudios de “cursos” por internet. De igual
manera, el Estado ignora la gravedad que la falsificación de títulos docentes significa, siendo esto una señal
del grave descuido de la profesión y de la educación en sí, ilícito que se evitaría con la regulación estatal que
exigimos para la formación docente.

Así mismo, un mayor número de docentes especializados (Inglés, Matemáticas o Física Avanzadas,
entre otras) es sólo uno de los tantos requerimientos de una verdadera educación de calidad. Sin embargo,
el perfeccionamiento de los profesores tampoco ha de ser postergado, correspondiéndole al Estado
incentivarlo, a través de, por ejemplo, la ampliación del número de becas para doctorados, posgrados u
otros similares, sin desatender, también, la inflexibilidad laboral que limita las posibilidades de estos
procesos de estudio para los profesores, junto a otros como los de evaluación individual e investigación.

Hacia una Carrera Docente de Calidad Profesional

Apoyándonos e inspirados en el intento, lamentablemente infructuoso, del profesorado por avanzar


en la construcción de una verdadera docencia, así como en los múltiples estudios que cuestionan el sistema
y concepto pedagógico actual, exigimos un compromiso mancomunado de todos los actores que
comprenda reales y profundos cambios en el ejercicio de la enseñanza, dando fin a la ineficaz
carrera funcionaria, para dar paso a una carrera profesional. Ésta última debe responder a los crecientes
requerimientos del sistema educativo en todos sus niveles, satisfacer la calidad del conocimiento, generar
las capacidades y destrezas para enfrentar la cotidianidad.
Entendemos una carrera profesional como el sistema regular y normado de ingreso, ejercicio
profesional, desarrollo y retiro de las personas que ejercen la profesión docente4.

La actual carrera funcionaria, cuyo ascenso opera por años de servicios, implica dejar la sala de
clases por cargos administrativos, prescindiendo de un avance o perfeccionamiento. Se contrapone,
entonces, a lo que se define como carrera escalar, que aprecia el desempeño docente en el aula, sin que su
avance implique, necesariamente, proyectarse a grados técnicos o directivos.

Esta orientación netamente “administrativa”, desprecia el mérito y es insuficiente para el desarrollo


de la profesión docente y el mejoramiento de la educación, poniendo énfasis sólo en antigüedad, asistencia a
cursos, y funciones directivas.

Es decir, lo que se requiere es una carrera que dé estímulos - y aumentos salariales - para los
docentes que progresen en su carrera profesional sin tener que abandonar el aula, de modo que puedan

4
“Algunas consideraciones para la construcción de una carrera profesional docente en Chile” (Colegio de
profesores. Directorio Nacional. Dpto. de Educación y perfeccionamiento, 2007)

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acceder todos aquellos que satisfagan los requisitos exigidos para pasar de un nivel a otro. Estos requisitos
deben ser planteados como objetivos de alta calidad, de acuerdo a las circunstancias y las prioridades
educacionales de cada área (ciencias, humanidades, artes, etc.).

Para ello, debe existir un Marco Regulatorio Nacional que considere dichos objetivos y que
norme y regule el ingreso y permanencia en el sistema educativo, que establezca una carrera, con incentivos
y reconocimientos, que permita que cada profesor sea un aporte significativo a la calidad de la educación y
que reconozca diferentes niveles profesionales, diferentes roles, y diferentes compensaciones (incluyendo las
vinculadas a las remuneraciones).

Asimismo, proponemos un plan de capacitación permanente (con programas específicos) que


aumente las competencias y conocimientos de profesores que se perciben con debilidades en cuanto a sus
disciplinas, como a sus habilidades y manejo pedagógico.

En la práctica, debe asegurarse que los mejores profesores se desempeñen en las escuelas donde
se presentan los mayores grados de conflictividad, acabando de esta manera, con la desigualdad en la
enseñanza y la brutal incoherencia entre las políticas educacionales y lo que pasa en realidad en la sala de
clases. Por otro parte, los sistemas de contratación deben privilegiar siempre las necesidades de las escuelas
y capacidades de los postulantes. Todo lo anterior debe ser incluido en las variables de exigencia normadas
por Ley.

Nueva Evaluación Docente

Hoy en día, los pedagogos realizan actividades profesionales relevantes no reconocidas, o, en su


defecto, un mal trabajo no es sancionado. Lo anterior pretendió ser atendido con iniciativas de evaluación
superficiales y que sólo atentan o intervienen en la carga laboral y los procesos de instrucción.

La Evaluación Docente ha resultado mínimamente fructífera, con poca recepción y, en algunos


casos, injusta, lo que hace dudar profundamente de sus métodos y finalidad. No existe todavía un sistema
sólido, cuyos resultados entreguen una verdadera medición, amparada en la excelencia y el mejoramiento de
la actividad profesional. La metodología que se aplica hoy carece de apoyo (clases artificialmente grabadas,
extensos portafolios y nulos incentivos), por lo cual se hace imperiosa su completa reestructuración,
que confiera certeza y seguridad a profesores y a todos los implicados en el proceso, dotada de
obligatoriedad y comprendiendo metas y sanciones definidas. Lo anterior debe ir acompañado de
mecanismos eficientes para dar término a la relación laboral en casos de incumplimiento profesional, pues
afecta en cadena al proceso educativo, mientras que aquellos profesionales con mediocres resultados, más
allá de promover su expulsión del sistema, debieran ser considerados en el plan de perfeccionamiento.

Condiciones Laborales

Hoy hay 140.000 profesores en el sistema, 79.000 (54%) docentes trabajan en el sector municipal,
48.800 en el sistema particular subvencionado, 2400 en establecimientos de corporaciones y 17.500 en
sistema particular pagado5, vale decir, más de la mitad de los pedagogos se concentran en los colegios
donde la crisis educacional se ha sentido con más fuerza.

Si hiciéramos un análisis de todas las problemáticas que afectan a la labor diaria del docente en
clases, éste se haría interminable. No obstante, existen necesidades urgentes e inaceptables que de no ser
atendidas, el descontento laboral se tornará aún mayor.

El campo laboral docente presenta la más baja rotación laboral del país (en relación con otros
sectores de la economía), pero a la vez alta insatisfacción. Existe, por lo demás, un porcentaje importante de
profesionales que sufren enfermedades profesionales (depresión, stress, problemas de cuerdas vocales,
várices, tendinitis), que están cercanas a la edad de jubilar y que no están en condiciones para mejorar
calidad de su quehacer docente.

La calidad del proceso de aprendizaje depende de los variados factores que actúan como
condicionantes: estabilidad laboral, vocación de los profesores y los salarios; son determinantes en la
satisfacción de los profesores. Sumado a esto, los mecanismos para adecuar los requerimientos de los
profesores con los recursos de las escuelas y los municipios, resultan ineficientes.

Como estudiantes, exigimos que los problemas primordiales de los profesores obtengan una
respuesta consciente y comprometida por parte de las autoridades.

Demandamos una solución a la falta de tiempo disponible para el trabajo fuera del aula y mejor uso
del tiempo en la sala, vale decir, la planificación de la clase, la que jamás resultará homogénea, pues varía
desde la realidad del establecimiento a la condición de los estudiantes. Por otra parte, no todos los
profesores tienen el liderazgo necesario para trabajar en cursos numerosos, que superan, en muchos casos,
los 40 alumnos. Estos dos últimos aspectos también han de ser considerados al momento de establecer un
programa de aprendizaje de posgrado.

Son, sin duda, las desigualdades salariales las que más atormentan a los profesionales de la
enseñanza, transformando a esta carrera como una de las más demandadas, pero con menores ingresos
para quienes la practican. En respuesta a esto, emplazamos al gobierno a enfocar las decisiones económicas
en Educación en un aumento sustancial en las remuneraciones del profesorado (con los recursos que
la nueva destinación del 7% del PIB que proponemos en la próxima sección, daría), puesto que al darles
mayores incentivos a la enseñanza en el sector publico, se eleva la cantidad de egresados y a la vez
mejorará la calidad de los docentes.

DEMANDAS ECONÓMICAS

7% DEL P. I. B. PARA EDUCACIÓN

5
Cifras del Centro de Perfeccionamiento e Investigaciones Pedagógicas (CEPEIP)

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En un contexto de desequilibrios macroeconómicos, tasas de desempleo cercanas a una tasa natural


y un lento crecimiento de la población, se percibe el crecimiento de la fuerza laboral como una restricción de
oferta para mantener tasas de crecimiento del producto, superiores al 6%. Existe acuerdo entre los analistas
y a nivel de gobierno en que uno de los grandes desafíos para los próximos años es dar un salto cualitativo
en términos de inversión en capital humano y de aumentos de productividad laboral. La consecución de una
senda de crecimiento sostenido y sustentable y, por ende, de mayores niveles de desarrollo, requieren de
una población más calificada no sólo en términos de conocimiento técnico y científico, sino que también en el
desarrollo de habilidades innovadoras y adaptativas.

Para 2006 el porcentaje de pobres en Chile alcanzaba un 13% de la población. Aunque no existe una
correlación directa entre pobreza y educación, existe una paralelismo entre diferencial de ingreso salarial
entre trabajadores y diferencial de escolaridad, por lo que la calidad de la educación afecta a la distribución
del ingreso del país. En una economía de mercado, el principal instrumento para mejorar la distribución del
ingreso es el aumento de las oportunidades de acceso a una educación de calidad de los grupos de menores
ingresos. Por lo mismo, se percibe la situación de la educación en Chile como tremendamente desventajosa
para ciertos segmentos de la población al momento de enfrentar grandes desafíos en términos de
productividad.

Aunque la tarea de enfrentar este desafío involucra a todos los actores de la sociedad, el Estado
tiene una gran misión por ser responsable directa e indirectamente de la educación mayoritaria de la
población. De esta forma, se considera que los modelos educativos que siguen los países como el nuestro
requerirían más que duplicar el gasto público en educación (medido como porcentaje del PIB) para alcanzar
los niveles de escolaridad y efectividad escolar de los países desarrollados. En Chile, actualmente se estima
el gasto público en educación en un 4,5% del PIB mientras que en los países más desarrollados éste se sitúa
entre un 5% y 7% (Canadá y los Países Bajos), los que son, por lo demás, los con mejores resultados en
mediciones internacionales.

Los recursos fiscales que se invierten en educación en los países desarrollados y otros en vías de
desarrollo son, en proporción con el tamaño de su economía, el doble o más de lo que se invierte en Chile.
Los países con mayor efectividad en términos de logro educacional y objetivos de la enseñanza gastan más
en educación y sus jornadas son más largas pero a la vez más efectivas. Asimismo, se destina una menor
proporción del caudal fiscal a gastos corrientes que a egresos en capital y material didáctico. A continuación
una enumeración de los países destacados:

Dinamarca (7,7%, sólo como porcentaje del PIB) Irlanda (5,7%)


Suecia (7,2%) Libia (5,7%)
Finlandia (7%). Francia (5,6%)
Sudáfrica (7,5%) Australia (5,2%)
Arabia Saudita (7,2%) Austria (5,0%).

En los países de América Latina en particular, Brasil ocupa el primer lugar (5,2%), seguido por
Bolivia (5,0%) y Argentina (4,5%).

¿Por qué invertir en educación?

El Banco Mundial es uno de los principales defensores del gasto educativo como herramienta para
cerrar la brecha entre ricos y pobres en el nivel mundial.
En su informe "Indicadores Mundiales de Desarrollo 2003", el más reciente elaborado por este
gemelo de Bretton Woods, afirma que los países más ricos del planeta (entre los que se encuentran
Alemania, Francia, Japón, Gran Bretaña y Suiza) invierten el equivalente a 10 veces de lo que se invierte en
América Latina por cada alumno.
De este modo se puede apreciar que en general los países aportan una importante cantidad de sus

recursos a este sector, reflejando el espacio prioritario dentro de las prioridades de las sociedades. En
promedio, los países de la OCDE gastan 6,1% del PIB en educación.
Aún cuando Chile fue invitado a participar de la OCDE, todavía no se ve un real interés por la mejora
en el financiamiento de este servicio tan básico, entendiéndose tal mejora no sólo que se invierta más, sino
también que ese dinero llegue intacto.

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Al contrario del proceso vivido durante los ochenta donde el gasto público real se redujo en un 23%,
la reforma de los años noventa ha involucrado una alta inversión fiscal. Desde 1990 el gasto público en
educación se ha más que triplicado en términos efectivos, lo que representa un crecimiento de grandes
proporciones aún en una economía en rápido crecimiento como la chilena. Es así como el gasto público pasó
de un 2,4% del PIB en 1990 a 3,8% del PIB en 2003.

En el esquema actual de
financiamiento, los recursos
públicos provienen de dos
fuentes: Gobierno Central (a
través del Ministerio de
Educación y el Fondo Nacional de
Desarrollo Regional), y los
Municipios. Para el año 2005, el
gasto total del Ministerio de
Educación representa cerca del
95% del gasto público total en
educación. Por su parte, la
enseñanza básica concentra la
mayor proporción, con un 50,5%
del total. Luego, un 20,7%
corresponde a educación media.
Le siguen a este último nivel, la
educación superior con un 14,2%
de los recursos, y la enseñanza
parvularia con 6,7%. Por otra
parte, cultura representa un
1,4% del gasto y el 6,5%
restante corresponde al gasto en
educación especial y de adultos. Sin embargo, expresados en términos relativos a los alumnos y al Producto
Interno Bruto (PIB), el gasto público en educación se mantiene en niveles inferiores a los alcanzados a
principios de los años 70, con la sola excepción del nivel primario, donde el gasto público por alumno es hoy
día superior al logrado treinta años atrás.
El fuerte incremento del gasto privado en educación ha compensado en parte la reducción del gasto
público (considerándolos, sería, en proporción, algo cercano al 7,5% del PIB), pero provocando graves
trastornos como la desigualdad entre ambos sectores, patología que, demandamos, se elimine de la sociedad
chilena.

La necesidad de mantener un elevado ritmo de incremento del gasto público en educación se


fundamenta, por una parte, en los bajos niveles actuales de éste, con respecto a lo que la misma UNESCO
recomienda para los países en vías de desarrollo como Chile (4,5% en contraste con el 7% que la
ONU estima necesario) y las implicancias en términos de equidad que significa mantener un sistema
educacional que depende fuertemente de los privados.

Expresado como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), los recursos destinados a educación
representó un 5,1% del PIB en 197, alcanzando un máximo de 7,2% en 1972, para caer a un 2,6% en 1990,
recuperándose sólo levemente el 2005 subiendo a un 3,8%.

El grueso del gasto en educación se destina a los niveles medio, básico, y otros, los que significan
1,97 billones de pesos. De dicha suma, un 67% se destina a los establecimientos municipales y particulares
subvencionados, donde estudia el 91,1% del estudiantado: casi la totalidad de los alumnos de Chile
dependen directamente de los recursos fiscales.
En el caso de la Jornada Escolar Completa, el costo de las subvenciones se incrementa en un 35% al
pasar un establecimiento a dicha modalidad. Por eso se puede observar que el 46,6% aprox. de los
recursos (que son netamente privados) que invierte el país en educación van sólo al 10% de la
población más rica, y que el 53,3% restante se destina al 90% de los otros alumnos. Por eso es tan
indispensable que esos recursos se incrementen y fiscalicen constante y permanentemente para así poder
llegar e influir directamente en la calidad de la educación pública.

Como se sabe, el Producto Interno Bruto es la riqueza que una economía es capaz de generar a lo
largo de un año en todos y cada uno de sus sectores. Se puede observar, así, que una mayor equidad en el
sistema educativo influiría concretamente en la buena distribución de ese PIB per cápita que es del orden de
los $5.800.000 por persona.

PIB: US$ 163.844 millones


-7% PIB: US$ 11.469,08 millones
Nivel actual (4,5% PIB Nominal): US$ 6.226 millones
-Se agregarían más de US$ 5.243 millones
PIB Año 2000: US$ 75.404 millones
Diferencia de 7 años y US$ 88.440 millones

Como se puede ver a través de todas estas estadísticas que, la única manera para que el país
crezca y produzca mucho más y además pueda haber más equidad en él, terminando con ese estigma que
es la brecha social, es que el sistema público de educación tenga un mejor financiamiento y que se haga
efectivo a través de fiscalizaciones intensivas, las que permitan evitar el desvío de estos dineros.

En consecuencia, podemos afirmar que nuestra petición es absolutamente válida ya que, con un
gasto público en educación del orden del 7% del PIB (que es lo que recomienda la ONU) se mejorarían
muchos problemas estructurales del sistema educativo y se podría invertir más en otros aspectos, como los
son la infraestructura de los colegios públicos, mayor inversión en tecnología, aumento de sueldo para los
docentes, la real implementación de la JEC, incentivación al perfeccionamiento pedagógico, etc., todas

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propuestas presentadas en petitorio, no por obra del destino, sino porque son la única vía a través de la
cual podremos mejorar la calidad de educación en Chile y llegar, así, a ser el país igualitario,
democrático, inclusivo que soñaron, alguna vez, los emancipadores de la República hace ya casi
doscientos años.

TARJETA NACIONAL ESTUDIANTIL Y TARIFA

Si bien, la ampliación de diversos beneficios aparece estipulada en el papel, en la práctica, no se


consuman, especialmente en las regiones. Se creó una tarjeta o pase de carácter nacional para la
movilización diaria de los estudiantes, sin embargo, buscamos una universalización de la tarifa, para que
sea única a nivel nacional, en todos los lugares de Chile, sin importar el origen del estudiante. Además, debe
servir como documento válido que acredite la condición de estudiante en la locomoción colectiva,
especialmente en las provincias, garantizando el acceso a un transporte público.

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