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R: La relación que existía entre la religión y el sistema cultural de Europa durante los
siglos XIV y XVI consistía en que todos los ámbitos de la vida del ser humano estaban
ligados y determinados, de algún modo y de alguna medida, al ámbito religioso. En
efecto, entre los siglos XIV y mediados del XVI el sistema cultural en Europa es
predominantemente religioso, esto quiere decir que la religión constituye y es la única
forma de unidad de los países de Occidente. En ese sentido la actividad política,
económica, artística, filosófica, etc., discurre por causes religiosos. Específicamente, la
religión católica, más allá de implantar un dogma y un modelo de creencias
incuestionable, impone un sistema de sociedad a partir de principios cristianos
justificados y legítimos para el resto de los individuos; es también una organización
política y económica fuertemente arraigada en la mentalidad humana y en la propia
estructura social. Por lo demás, la cristiandad europea es cerrada y autorreferente, no
tiene diálogo con Oriente, y a su vez la catolicidad ha marcado e inculcado una
marcada sensación de superioridad espiritual. En definitiva, hay una fuerte relación
entre dogma católico y estructura social que determina el sistema cultural de
comportamientos y formas de ser en aquellos años.
R: Las consecuencias que origina la crisis agrícola, en conjunto con las diversas
epidemias y pestes ocurridas en Europa durante el siglo XIV es, principalmente, una
desorganización económico-social del continente. En primer lugar, el frío, el clima, y en
parte las propias carestías y epidemias, y la aparición del dinero erosiona el poder
feudal y origina un progresivo resquebrajamiento de las estructuras agrarias de Europa
a partir del siglo XIV. En segundo lugar, las enfermedades del siglo XVI originan que
una parte de los campesinos que habían abandonado el campo producto de la
carestía, nunca volvieran a él. No sólo porque una parte de ellos muere en las
ciudades, sino porque los supervivientes tienen la posibilidad de ocupar los puestos –
en todo sentido- de aquellos ciudadanos muertos. Además de ello, se instala un
sentimiento que dice relación a una incertidumbre de la vida: que puede ser destruida
en cualquier instante, y en consecuencia, la necesidad de huir de los contactos
personales, por miedo al contagio, rompe los vínculos familiares y, más generalmente,
sociales. A esto se agrega lo que ocurre a nivel psicosocial respecto de la religión: el
concepto del Dios del amor, ante la enormidad de las muertes, se transforma en el
concepto del Dios de justicia (que es considerada íntimamente como injusticia). Por lo
demás, cada carestía, que al principio es considerada como un castigo divino,
lentamente engendra una degradación de la conciencia moral y social. En un plano
económico, las fugas de los campesinos de las tierras, de estos abandonos de
pueblos agrícolas, resulta, justamente con las pérdidas derivadas de las epidemias,
una reducción de la mano de obra, con el consiguiente perjuicio del Señor a quien le
queda dos caminos: a) arrendar sus tierras, a precios cada vez más bajos, a los
campesinos que deseaban aceptarlas; b) proceder a la explotación directa de sus
propiedades, sometiéndose a las exigencias del salario, cada vez más altas, de los
trabajadores. Sin embargo, cualquiera de las dos soluciones disgregaba el poder
señorial ya iniciado. En síntesis, considerando crisis agrícolas, las epidemias y
carestías ocurridas durante el período podemos se perfila el derrumbamiento del
feudalismo; se derrumban las relaciones feudales de producción, la servidumbre
disminuye y el señor debe encargarse, en consecuencia, de la explotación directa de
sus propiedades, ya no valiéndose de mano de obra ligada a él feudalmente, sino
comprando trabajo.
2) Según Elias, la génesis del Estado Moderno implica una serie de procesos
complejos e interrelacionados entre sí. ¿en qué consiste la conexión entre las
fuerzas centralizadoras y la constitución del monopolio tanto militar como
fiscal?
R: La génesis del Estado Moderno plantea la comprensión del cómo y de qué forma
las incipientes sociedades de la época medieval, fragmentadas en su modo de
dominación patrimonial, pasaron a un poder fuerte y centralizado, institucionalizándose
progresivamente. Elías explica ello a partir de la Europa Occidental del siglo XI; en
aquellos años la soberanía estaba diferenciada y repartida entre numerosas familias o
señoríos feudales: he ahí donde se da la competencia entre estos numerosos
señoríos, con el objetivo de conseguir la hegemonía sobre un territorio determinado.
Esta competencia desencadenará el “mecanismo monopolista”. La formación de un
monopolio comprende el siglo XI, en los cuales cada guerrero y/o familia poseen un
trozo de tierra, deseosos de expandir mediante la guerra y así asegurar los medios de
subsistencia y producción. A partir de esto se considera dos fases en la constitución
del monopolio: a) Libre competencia y b) Gestión de las oportunidades centralizadas.
La primera fase se refiere a que gracias a las guerras de exclusión, las oportunidades
se acumulan en un número cada vez menor de manos hasta quedar concentradas en
una sola, por lo tanto, tal competencia termina cuando una de aquellas familias triunfa
por sobre las otras. La acumulación de los medios de dominación descansan sobre
dos tipos de monopolios principales, esto es, un Estado sólo se puede constituir y
mantener a través del Monopolio de la Violencia Legítima y el Monopolio Financiero o
Fiscal. El primero corresponde a la exclusividad del Rey del empleo interno y externo
de la fuerza militar, que lo convierte en responsable, por otro lado, de la pacificación
interna de la sociedad (la paz del reino), el segundo mientras tanto dice relación a la
centralización de los impuestos fiscales y la consiguiente retribución del soberano a
sus fieles y servidores con una parte del dinero u otras obras y ya no con tierras. Estos
dos monopolios están estrechamente complementados: los recursos fiscales financian
el monopolio militar que garantiza el monopolio fiscal. Mientras tanto, la segunda fase,
se refiere a que llegado un momento lo logrado no puede seguir concentrado en un
solo individuo, dada su complejidad, y en consecuencia pasa a un número cada vez
mayor de seres humanos interdependientes, con una avanzada división de funciones
(monopolio público y privado). Estas oportunidades centralizadas se organizan por
medio de instituciones de control en el cual la distribución del monopolio no se
distribuye en función del interés particular de cada individuo, sino de acuerdo a los
procesos de división del trabajo y su interacción óptima en la interdependencia
funcional (funcionarios).
Por lo demás se necesitan leyes escritas para reglamentar esta estructura, el
soberano o el rey, inconscientemente y sin darse cuenta, tendrá que respetar sus
propias leyes si desea el orden dentro de sus territorios, he aquí cuando se produce
una despersonalización del poder (el señor, progresivamente, se convierte en un
funcionario del Estado). El monopolio privado se transforma en uno socializado y
público. La dependencia del señor respecto de sus funcionarios administrativos crece,
como resultado, su poder ilimitado se ve a merced de la presión de la sociedad en la
cual domina, de las leyes y la división del trabajo de la misma. De esta forma Elías
establece la génesis del Estado Moderno en directa relación con la conexión entre
fuerzas centralizadoras, división del trabajo y constitución del monopolio militar y fiscal,
respectivamente.
El Estado Absolutista.
Autores: Perry Anderson
La temprana centralización del sistema político inglés, a fines de la Edad Media (XII-
XIII) originó dos consecuencias que la diferenciaban del caso de Francia y de los
países occidentales en general. En efecto, los parlamentos que se realizaban en
Londres no alcanzaron el nivel de control fiscal ni la convocatoria permanente y regular
que caracterizaron más tarde a algunos de los sistemas de Estados continentales. Ello
limitaría al monarca: después de Eduardo I se aceptó que ningún monarca podía
decretar nuevas leyes sin el consentimiento del parlamento. Más concretamente, dado
que la administración real centralizada fue geográfica y técnicamente más fácil desde
el principio en Inglaterra que en el continente, hubo proporcionalmente menos
necesidad de autoridad absoluta para introducir nuevos decretos. Mientras los
verdaderos poderes ejecutivos de los reyes ingleses estaban condicionados por el
parlamento y en consecuencia nunca consiguieron una relativa autonomía legislativa,
los monarcas franceses si poseían tal autonomía legislativa. Una segunda
consecuencia dice relación con a la fusión entre la monarquía y la nobleza en el
ámbito judicial y administrativo local. Mientras que en el continente el sistema judicial
estaba significativamente dividido entre jurisdicciones reales y señoriales separadas,
en Inglaterra la supervivencia de los tribunales pre-feudales proporcionó un terreno
común sobre el que podía edificarse una mezcla de ambas. En definitiva, el caso de
Francia se caracteriza por un Estado y un centro, mientras que Inglaterra fue un centro
sin Estado fuerte.