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América: La verdadera cara del 12 de octubre, por G.

Fiscer
Rebelión.- El 12 de octubre de
1492 es una fecha que,
anualmente, es celebrada con
júbilo por muchos españoles.
Probablemente muchos de
estos no sabrán qué significa
realmente esta fecha al
margen del uso partidista y
manipulado que el estado
español le ha dado desde hace
años, calificándolo como el
día de la raza, elemento de la
mas alta expresión xenófoba y
racista, como el día del
descubrimiento del nuevo mundo, como si América existiese únicamente desde 1492, o
como si dicho acontecimiento hubiera supuesto algo positivo para la población indígena
americana.

Sin embargo, lejos de percibirlo desde esta óptica deformada, para muchas personas
esta fecha nefasta simboliza el inicio de la decadencia, explotación y miseria de todo el
continente americano durante siglos; primero a través de la explotación europea y mas
tarde por la explotación criolla para, como dijo el ideólogo del conservadurismo
Edmund Burke, “cambiar para conservar”.

Así pues, el 12 de octubre de 1492 los navíos españoles capitaneados por Cristóbal
Colon ( que luego demostraría sus dotes de mando y esclavismo explotador), Juan de La
Cosa (adinerado navegante vasco) y los hermanos Vicente Yañez y Martín Alonso
Pinzón (representantes de la alta burguesía andaluza) llegaron a las caribeñas costas de
Guanhaní, dato no muy preciso ya que también se baraja la posibilidad de que
desembarcasen más al sur, en las costas de Cayo Samaná, donde los americanos
contemplaron por primera vez las cruces y estandartes de los desconocidos occidentales,
ignorando en ese primer momento el desastre que este hecho iba a suponer para su
civilización.

Inmediatamente se inicia la conquista, colonización y expolio masivo más vergonzoso


de la historia. Primeramente, los castellanos se limitaron al robo de las joyas y objetos
de valor que poseían los indígenas, al agotarse, continuaron con el saqueo de las minas
de metales preciosos, explotadas mediante el trabajo forzoso de una población indígena
esclavizada que pronto registró un empeoramiento de su nivel de vida, reflejado en un
incremento muy pronunciado de la tasa de mortalidad en un corto período de tiempo.

En este aspecto cabe resaltar la responsabilidad no solo de los soldados castellanos, si


no del propio Cristóbal Colon, tan idealizado por muchos, el cual inició el primer
gobierno extranjero en América. Su gobierno en las islas caribeñas (puesto que aun no
se había explorado el continente americano) se prolongó desde 1492-1500, tiempo que
Colón aprovechó para su enriquecimiento personal y de su familia. Prueba irrefutable de
esto son las enormes atribuciones que se le conceden en las capitulaciones de Santa Fe
del 17 de abril de 1492, donde obtiene poderes absolutos:

“Otrosi, que vuestras altezas hacen al dicho Cristóbal Colon su visorrey y gobernador
general en las dichas islas y tierras firmes que el descubriere.

Que de todas las mercaderías, Don Cristóbal lleve para si la décima parte de todo ello.

Que en las dichas islas y tierras firmes naciera pleito alguno, el o su teniente, pero
ningún otro juez, conozca el pleito y lo provean desde ahora..

Por cuanto vos, Cristóbal Colon, vades por nuestro mandado a descubrir y ganar islas
y tierra firme , desde que lo hayáis descubierto, vos intituléis Almirante, virrey y
gobernador de ellas, etcétera”

(”Historia de las indias”, Bartolomé de las Casas, 1527-1561)

De esta manera Colon inicia, con mano de hierro, su gobierno en América. Pero la
situación económica se volvía insostenible; el oro y la plata fueron agotándose, y Colon
vio la necesidad de buscar otro recurso. Su brillante alternativa no se hizo esperar;
traficar con los esclavos indígenas como mercancía seria la perfecta alternativa para
seguir sacando partido económico a las colonias americanas, de forma que en poco
tiempo cantidades ingentes de indígenas pasaron a la península para ser comerciados y
esclavizados en los territorios de la corona. Ello, como es lógico, supuso una dura
reacción de resistencia y rechazo por parte de la población indígena, que a mediados de
1493, y tras sufrir la explotación y abusos de los castellanos, se sublevan y exterminan
la primera colonia europea en América, el llamado “Fuerte Navidad”.

Tras esta situación, que rápidamente se le escapo de las manos a Colon, la reina Isabel
de Castilla, decidió suspender el trafico inhumano de esclavos y poner fin a la
esclavitud, aunque mas tarde veremos que lo hizo no por cuestiones humanitarias si no
por meros intereses económicos, para limitar el poder absoluto de Colon en favor del de
la corona castellano-aragonesa.

Sin embargo, esta idea de Colon, no desapareció con su expulsión en 1500, si no que,
lamentablemente, paso a sus sucesores políticos, en el gobierno del clérigo Fray Nicolás
de Ovando (1502-1509), el cual organizó administrativa, económica y políticamente los
enclaves caribeños, pero que continuó con sus medidas racistas contra la población
indígena, de forma que inició un sistema de trabajo forzado de la población indígena
usada como mano de obra esclava por todas las islas. Además, los conquistadores,
recuperan un triste fenómeno, resquicios del oscuro pasado medieval, con la
reinstauración del sistema de la encomienda, que tantos conflictos producirá.

Este sistema, consistía en que la corona, asignaba o “encomendaba” a los


conquistadores castellano-aragoneses, una seria de indígenas, para de esa forma usarlos
como mano de obra esclava y poder beneficiarse económicamente de su trabajo, en
situación de absoluta explotación. Además, por si fuera poco, en ese periodo, el
conquistador se veía obligado a trasmitirles la cultura cristiana occidental para que
olvidasen su pasado, así como la lengua castellana, todo un proceso de conquista y
aculturación de los indígenas americanos.
También se usaron otros sistema de control de la población indígena, como el
repartimiento, con trabajo forzado por turnos, donde se reclutaba a la fuerza a los
indígenas en los pueblos o aldeas, y del que, estaban exentos los caciques y altas
familias nobiliarias indígenas, mostrando un evidente clasismo, o también el
yanaconaje, en situación de semi-esclavitud (pues legalmente no se reconocía como tal)
o directamente la esclavitud, fundamentalmente de la mano de obra esclava negra
importada como mercancía desde África, y solución alternativa por la masacre de
población indígena americana, que adoptaron diferentes sectores de la sociedad
castellana, y aceptado indirectamente por el célebremente conocido defensor de los
indígenas Fray Bartolomé de las Casas.

Así, con el paso del tiempo, y por obra de la conquista castellana, se inició y formó una
sociedad desigual, clasista y racista, que sentó las bases de la futura sociedad americana
a partir de entonces y cuyos cánones, tristemente se mantienen hoy en día en estos
países.

Esto es el llamado concepto de la “pigmentocracia” que tan adecuadamente describió el


explorador Alexander von Humboldt en el siglo XVIII donde dice que:

“En América, la piel mas o menos blanca decide el rango de un hombre en la


sociedad”
(Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, Alexander von Humboldt, México,
1973)

De esta forma las relaciones sociales ya desde el siglo XVI en América, se


fundamentaron en factores puramente étnicos, y donde, la mayor parte de la sociedad, se
encontraba discriminada socialmente.

Por su parte, los indígenas, aunque desde la proclamación de las Leyes de Burgos
(1512) y las Leyes Nuevas (1542) habían dejado de ser legalmente esclavos, no obstante
no cambiaron su desigual situación, estaban explotados por los conquistadores, pagaban
tributos excesivos por el mero hecho de ser indígenas (mita, coatequitl), socialmente
estaban discriminados por las elites occidentales y criollas (hijos de occidentales
nacidos en América) y se encontraban en situación de total desprecio y rechazo de las
cúpulas políticas gobernantes, que los aislaban del resto de la población en lo que
entonces se llaman “reducciones” (iniciadas por el Virrey Toledo, celebre asesino, y
represor de indígenas) y que hoy llamaríamos “guettos”, con una autentica
jerarquizacion y estratificación social.

Por su parte, la situación de los esclavos negros era más nefasta aún, pues ellos si eran
considerados legalmente como esclavos, deportados y literalmente “cazados” como
animales en África, llegaban a América para hacer los trabajos más duros e
insoportables, con pésima sanidad, higiene y alimentación, y que se usaban en
condiciones de trabajo extremas, se les quitaba su libertad y eran tratados como piezas,
mercancía y objeto, pero nunca como seres humanos. Los mismos conquistadores se
regocijaban en dicha afirmación (como mas tarde, el general norteamericano George A.
Custer, justificaría la matanza de indios norteamericanos, en que no eran considerados
como personas al no tener alma y no ser cristianos). Ese era un recurso moral
ampliamente utilizado en la época.
La situación de la mujer, era mas dura si cabe, pues a su condición de indígena, o
africana, debía añadir la doble explotación de ser mujer, y por ello, automáticamente, de
ser considerada inferior al hombre. Muy pronto, el patrón religioso y moral de los
occidentales se trasladó a los territorios americanos, y reducían el papel de la mujer al
ámbito puramente domestico y privado, con un sistema totalmente patriarcal. De hecho,
estaba incluso mal visto que la mujer viajara sola sin la compañía del hombre (traba por
ejemplo que encontraría la celebre bióloga Maria Sibylla Merian, en sus estudios
botánicos en Sudamérica). También la mujer indígena debía soportar el patriarcalismo y
la desigualdad en sus sociedades prehispánicas, donde estaban sometidas al hombre, y
al igual que en el mundo occidental, su situación de explotación y desigualdad no
cambió lo mas mínimo, siendo reducidas al ámbito puramente reproductivo, doméstico
y educativo de la sociedad.

Todo este proceso, condujo, como era lógico, en un auténtico desastre y catástrofe
demográfica de la población indígena americana, y muy pronto, estudios realizados en
el siglo XX, desvelan diferentes teorías e hipótesis acerca de la caída demográfica
americana. Las cifras son muy heterogéneas entre si, pero todos ellos, coinciden en una
durísima y extrema pérdida demográfica por efecto de la conquista. Los historiadores
Rivet y Sapper, creen que la población indígena prehispánica rondaba en torno a los 40-
50 millones de habitantes, Kroeber lo cifra en muchísimo menos con 8 millones y
Rosemblat en algo más de 13 millones de personas que habitaban el continente
americano. Otros autores dan cifras muchísimo mas elevadas, a partir del estudio
concreto de zonas continentales, como el caso del americano Dobyns, el cual afirmo que
solo en México había unos 30 millones de habitantes (quizás algo excesivo) y por tanto
subía la tasa para todo el continente en unos 90-112 millones de personas, o el caso de
Cook, Borah o Simpson, los cuales calculaban 25 millones solamente para México
central. (De reinos a republicas, Esperanza Mo Romero, Madrid,1997)

De esta manera, solamente en el periodo de la conquista (1500-1524) cayo un tercio de


la población indígena y cada cuarto de siglo la mitad del resto de la población. Las
cifras, pues, son alarmantes del auténtico genocidio español en América.

Entre las diferentes teorías acerca de esta catástrofe, destacan de diverso tipo, todas ellas
muy aceptables, aunque algunas de mayor peso.

Sin duda alguna, la más aceptada de todas ellas, es la llamada tesis homicida,
pronunciada, por el celebre clérigo Fray Bartolomé de las Casas en su insigne libro
“Brevísima relación de la destrucción de las indias”, el cual considera como causa
principal de la caída demográfica, las continuadas torturas, abusos, asesinatos, trabajos
forzados, y carencias higiénicas y alimenticias que sufrieron los indígenas desde la
llegada de los occidentales.

En este sentido, son bastante explicitas las narraciones de las atrocidades cometidas por
los castellanos en América, narradas al detalle en su libro, donde se pueden encontrar
testimonios como estos:

“A todos los señores que eran mas de ciento y que tenían atados, mando el capitán
quemar vivos en palos hincados en tierra.”
“Fue el y estando embebidos y seguros en sus bailes, dice Santiago y a ellos, y
comienzan con las espadas desnudas a abrir aquellos cuerpos desnudos, a derramar
aquella generosa sangre, que a uno no dejaron con vida”

“Hicieron ley los españoles, que todos cuantos indios de todo genero y edad tomasen a
vida, echasen dentro en los hoyos y así las mujeres preñadas y niños y viejos a cuantos
pudieron tomar, echaban en los hoyos hasta que los henchían traspasados por las
estacas”

“Y así había en su real, solemnísima carnicería de carne humana, donde en su


presencia se mataban los niños y se asaban y mataban el hombre, por solas las manos
y los pies, que tenían por los mejores bocados” “Ponenlo en un cepo por los pies y el
cuerpo extendido y atados por la manos a un madero, puesto un brasero junto a los
pies y un muchacho con un hisopillo mojado en aceite, de cuando en cuando se los
rociaba para tostarle bien, de una parte estaba un hombre cruel, que con una ballesta
armada, apuntándole al corazón, de otra y de otra con un muy terrible perro bravo
echándoselo que en un credo lo despedazara, y así lo torturaron para que descubriese
los tesoros que pretendían”

“Una india enferma, viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen
pedazos, como hacían con otros, tomo una soga y atose al pie un niño que tenia de un
año y ahorcase de una viga, y no lo hizo rápido, en tanto que llegaron los perros y
despedazaron el niño”

“No obstante, todo esto, lo condenaron a quemarlo vivo, aunque después rogaron
algunos al capitán que lo ahorcasen, y ahorcado, lo quemaron” “Y porque la casa
tenia vigas en lo alto, subieronse en ellas mucha gente huyendo de las sangrientas
manos de aquellos hombres, mando el infernal hombre pegar fuego a la casa, donde
todos los que quedaron, fueron quemados vivos”

“Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies en la tierra, y de trece en trece a
honor y reverencia de nuestro redentor, poniendo leña y fuego, los quemaron vivos”
“Comúnmente, mataban a los señores y nobles de tal manera, que hacían parrillas de
varas sobre horquetas y atabanlos en ellas, y ponianles por debajo fuego manso, para
que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos desesperados, se les salían las
almas”

(Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, )

Estas son solo algunos fragmentos de las muchas y detalladas matanzas y torturas que
Bartolomé de las Casas pudo ver y oír de las acciones de los castellanos.

También, es muy explícito del trato de los conquistadores a los indígenas, los propios
documentos y testimonios ofrecidos desde las fuentes castellanas, como el llamado
“requerimiento” de 1513, donde se dice textualmente:

“Y si no os sometierais, y en ello maliciosamente dilación pusierais, yo entrare


poderosamente contra vosotros y os haré guerra y os sujetare al yugo y obediencia de la
iglesia y la corona, y os tomare y a vuestras mujeres e hijos, los haré esclavos, los
venderé , tomare vuestros bienes y os haré todos los daños y males que pudiere, siendo
todo ello vuestra culpa”

(”Historia general y natural de las indias”, Gonzalo Fernández de Oviedo, 1535-1548)

Ello, engendró una enorme polémica en el seno de la corte castellana, con aquellos que
defendían la esclavitud y la desigualdad social, polémica, que se cerro a favor de Las
Casas a finales del siglo XVI, tras la publicación de su libro, y que provocó incluso la
supresión, por orden real, de las expediciones de conquista durante un tiempo. Por ello,
con el tiempo se convirtió en un adalid de los derechos de los indígenas, y un símbolo
de la resistencia contra la explotación y abusos de los conquistadores europeos en
América.

También destacan otras teorías igualmente destacables y aceptadas sobre la caída


demográfica, como son las de tipo económico, donde se establece la teoría del duro
impacto que supuso para la población nativa la perdida total del cultivo y uso de sus
tierras, a favor de una incautación total de estas por parte de los conquistadores, y el
hecho, además, de ser usados en ellas como mano de obra esclava para estos, supuso un
fuerte cambio que la población nativa no fue capaz de asimilar, como es lógico, que
provocó una caída durísima de la producción y altas tasas de mortandad.

También seria destacable aquí señalar la influencia que las epidemias y enfermedades
europeas jugaron a la hora de acelerar el proceso de caída y decadencia de la población
nativa americana. En ella se establece que para los americanos, las enfermedades
europeas, como el sarampión, gripe, viruela o rubéola, consideradas como benignas y
no mortales para la población europea, sin embargo, resultaron mortales para los nativos
americanos, no acostumbrados e indefensos a los ataques de enfermedades hasta ahora
desconocidas para ellos, se propagaron con rapidez a todos los estratos sociales y
generacionales, y fueron también una causa destacada de la alta mortandad.

No obstante, y como dije, las teorías homicidas de Bartolomé de las Casas, han jugado
siempre un papel mas destacado, y para reforzar esta idea, basten dos ejemplos
clarísimos mas de ello para demostrar el trato bestial y salvaje que los castellanos dieron
a la población americana. Ello son los ejemplos de las razias de conquista de Hernán
Cortes y Francisco Pizarro en los imperios azteca e inca, entre los años 1516 – 1533,
periodo en el cual se encuentran los rápidos procesos de conquista de ambas
civilizaciones. Tras los primeros contactos y exploraciones, Hernán Cortes es
rápidamente invitado por Moctezuma, soberano azteca, a las mas grandiosa de todas las
ciudades americanas, y capital del imperio, Tenochtitlan, en 1519. Las maravillas de la
ciudad, fueron cantadas incluso por los propios europeos, que no dudaban en
compararla con las más bellas y espectaculares ciudades renacentistas, como Florencia o
Venecia. Estaba sita en medio del lago Texcoco, y comunicado a tierra firme por
amplios canales artificiales de tierra. En el centro, y apoyada sobre pilotes de madera
hincados en el fondo del lago, se alzaba espectacularmente la ciudad de los Mexica, con
amplios y bellos templos religiosos, grandes avenidas, palacios, comercios y recintos,
que la convertirán en una autentica joya arquitectónica, que impresiono fuertemente a
los castellanos.

Por ello, Cortes, aprovechándose de la hospitalidad del soberano azteca (que creía ver
en Cortes al propio dios mexica Quetzalcoatl) urdió un plan, aliándose con otros
pueblos rivales, como tlaxcaltecas o toltecas, y conspiro para hundir y conquistar toda la
inmensidad del imperio azteca. Sin embargo, los castellanos no pudieron simular sus
tentativas, y tras una masacre durante una celebración ritual cometida por Pedro de
Alvarado, con el fin de aterrorizar a los indígenas, estos se levantaron en armas contra
los castellanos el 30 de junio 1520, la llamada “noche triste”, en la cual fueron
masacrados amplios contingentes castellanos con sus aliados indígenas.

Ante tal suceso, los castellanos huyeron rápidamente de la ciudad, y plantearon la


contraofensiva, para, literalmente lanzarse a la conquista de Tenochtitlan. Primero se
dedicaron a la conquista de las ciudades cercanas a la capital, como Ixtapalpa,
Coyoacan, Tlaxcala, Tlatelolco, Cholula… de hecho, es tristemente conocida la matanza
en el pueblo de Calacoaya en julio de 1520, donde, sin previo aviso masacraron como
aviso a toda la población, y mas tarde se lanzaron directamente al asedio final de la
capital mexica.

Así, tras la conquista de la mayor parte de la ciudad por parte del ejército castellano y
sus aliados tlaxcaltecas, texcocanos, huejotzincas, chalcas, cholultecas, entre otros, una
parte destacada de la población indígena se rebela nuevamente y resiste en una zona
cercana de la capital, en Tlatelolco, donde presentan feroz resistencia, y logran incluso
tomar prisioneros.

Tras ello, sin embargo la resistencia y lucha de los indígenas pasó mas allá de lo lógico
y de lo humano, y con un armamento infinitamente inferior, supieron resistir
heroicamente 14 meses a las embestidas invasoras, hasta que, finalmente, con una
ciudad totalmente cercada y atacada diariamente, esta cayó el 13 de agosto de 1521,
toman prisionero al emperador azteca Cuauhtemoc, lo torturan salvajemente y asesinan,
y toman el bastión de Tlatelolco, finalizando las últimas resistencias indígenas.

Así, los aztecas intentan romper los lazos de entrada a la ciudad, en un desesperado
intento por resistir las envestidas castellanas pero aun así, Cortes, con un fuerte ejército,
consigue penetrar en el bastión mexica y conquistarlo.

Tras ello, se realiza la masacre salvaje de miles de personas, donde, el propio Hernán
Cortes logra cuantificar un número mayor de 40.000 indígenas asesinados en apenas
unas horas en la toma del bastión final de Tlatelolco, y con un número mayor de
100.000 en el transcurso del asedio y conquista de Tenochtitlan.

Tras ello, se inició el saqueo y conquista de la capital azteca. Tal fue la bestialidad y
salvajismo cometidos que el propio Cortes, se retiró a la cercana ciudad de Coyoacan,
para dejar vía libre a sus soldados para cometer todo tipo de vejaciones y cebarse sin
freno contra los heroicos resistentes, como cruel castigo.

Se cuenta, que los ríos de sangre corrieron sin freno durante varios días por las antaño
amplias y lujosas avenidas de la capital azteca. Se cuenta que hombres, mujeres y niños
fueron torturados, violados, vejados, mutilados y asesinados en masa por los invasores
castellanos. Se cuenta que la sangre se levantaba algunos palmos del suelo en enormes
riadas y charcos, fruto de la bestialidad occidental. Se cuenta, que las aguas del lago
Texcoco en que estaba situada la isleta de Tenochtitlan, estaba teñida del rojo de la
sangre de mujeres, ancianos, hombres y niños.
Se cuenta que en apenas unos días, los conquistadores fueron capaces de aniquilar
brutalmente lo que se había formado progresivamente durante cientos de años.

Las fuentes y visiones que, sobre tal suceso reflejaron los indígenas fueron ocultadas y
silenciadas. La historiografía castellana disimuló y matizó, cuando no borró literalmente
tal suceso, y la corona aprobó y aplaudió el mayor de los genocidios racistas cometidos
en la historia. Nadie ha levantado nunca la voz ni ha denunciado tal suceso criminal,
pero sin embargo, en esas escasas horas, miles de personas fueron brutalmente pasadas
a cuchillo, solamente por su procedencia y el color de su piel, siendo considerado el
mayor genocidio racista de la historia. Nadie ha colocado una placa en conmemoración
de tal suceso, nadie ha pedido perdón por ello, ni ha habido compensaciones de ningún
tipo. De hecho, dudo realmente que la gente tenga conocimiento de que tal masacre se
llevo a cabo alguna vez. He aquí la memoria histórica.

(”Cartas de relación” Hernán Cortes, 1520-1526, “Cartas de relación de la conquista de


México” Fernando Cortes, “Historia de la conquista de México” William Prescott,
1843, “La conquista de México” Hugh Thomas, 1993, “El reverso de la conquista,
relaciones aztecas, mayas e incas, Miguel León-Portilla, 1964, “Los aztecas bajo el
dominio español”, Charles Gibson, 1967)

Así pues, una vez tomadas todas las civilizaciones del continente americano, se llevó a
cabo todo un proceso de colonización y aculturación de los territorios brutalmente
conquistados a sangre y fuego. De esta forma, había imágenes muy dispares acerca de la
población y de los nuevos territorios descubiertos. Junto con una concepción de la
realidad, puramente medievalista, y patrimonial de los territorios americanos, se alzaban
las nuevas voces más modernistas, como aquellas lideradas por Pedro Mártir de
Angleria o Américo Vespuccio, entre otros, que dieron una visión mucho más
idealizada y positiva sobre las nuevas tierras descubiertas.

Esta, se basaba en una imagen paternalista de los indígenas americanos, irresponsables y


en minoría de edad (figurado) para hacerse cargo de sí mismos, en convivencia
armónica e ideal con la naturaleza, que viven en una auténtica edad dorada y lejos de la
corrupción y decadencia europeas.

Era, frecuentemente, vinculada con la utopía, el paraíso perfecto o el mundo ideal, de


Tomas Moro, o Tomasso Campanella, con una realidad social pura, virgen y en
convivencia comunista, con un funcionamiento socialista de la comunidad. Es lo que
popularmente siempre se ha conocido como la imagen del “buen salvaje” del que se
debe tener piedad y casi lástima, y protegerle de los abusos occidentales.

Son las primeras imágenes, junto con Bartolomé de Las Casas, que salen en defensa de
los indígenas. No obstante, también se da una imagen de los indígenas como pueblos
civilizados no salvajes ni bárbaros, con un funcionamiento social igualitario, con
grandes civilizaciones y ciudades, como el celebre caso de Tenochtitlan, asimilada a las
mejores ciudades renacentistas europeas y lo cual supuso un impacto a los europeos,
que, vista tal majestuosidad, entraron en conflicto moral a la hora de calificar a esas
gentes de salvajes, bárbaros e incivilizados, y por ende, inferiores y sujetos a esclavitud.

Como ejemplo, destacaría el testimonio del descubrimiento de Colon, redactado por


Pedro Mártir de Angleria, donde refuerza esta idea del buen salvaje y la visión utópica
del nuevo continente: “Encontró Colon hombres contentos con lo que da la naturaleza.
Esta gente tiene reyes, pelean entre ellos, y tienen ambición de mando y se casan”
(”Opus epistolarum”, Pedro Mártir de Angleria, 1493)

No obstante, también surgen reflexiones antropológicas racistas sobre la procedencia


social de los indígenas, considerados inferiores, salvajes, bárbaros, o incluso animales
incivilizados por otros ideólogos, como Gines de Sepúlveda en su libro “Democrates
secundus” donde, fundamentado en su desconocimiento religioso, los consideran seres
inferiores para esclavizarlos y explotarlos legítimamente, a pesar de sus superiores
conocimientos en muchos campos, como la astrología. Ello fue legitimado por los
ideólogos oficiales de la corona, que no dudan en considerarles como mano de obra
esclava, para las minas de metales, como Potosí o Zacatecas, y se les encomendaban a
los conquistadores para trabajos forzados, y recluidos en reducciones.

Así, la situación social fue empeorando cada vez más, y ya, para el siglo XVIII, la
situación social de los indígenas no había mejorado en absoluto. Ahora, castellanos,
ingleses y portugueses, cazaban, literalmente como animales, a los indígenas en las
selvas donde se refugiaban de los conquistadores, bandeirantes, y mercenarios, y
vendidos en las grandes ciudades coloniales (México, Managua, Cuzco, Lima, Bogota,
Mendoza, Buenos Aires, Sao Paulo, Santiago…) como mano de obra esclava para
trabajos forzados, en las minas, ciudades o en el campo.

Ante tal situación de constante opresión y esclavitud, ya en el siglo XVIII se iniciaron


los primeros grandes movimientos de resistencia violenta indígena ante la colonización
occidental, a favor de su libertad e independencia, como serian las guerras guaraniticas
(1754-1756), o las rebeliones armadas indias de Tupaj Amaru, y Tupaj Katari (1780-
1781), que darian paso directo a los futuros procesos de emancipacion e independencia
de la america española.

Tambien, en el proceso de denuncia social del proceso de colonización y conquista,


cabe destacar el caso de los pueblos indígenas de norteamérica, defendidos, desde hace
años por la organización indígena AIM (American Indian Movement - Movimiento
Indio Americano), y que demuestran quizas, un claro ejemplo de movilización de toda
la maquinaria militar del estado blanco para expulsar, perseguir y aniquilar a la
población indígena local, los legitimos pobladores de los verdaderos estados unidos de
norteamérica.

Asi, progresivamente, y desde las primeras exploraciones y asentamientos de franceses


e ingleses en los actuales territorios costeros de Estados Unidos y Canadá, poco a poco,
los nuevos estados coloniales fueron firmando tratados con las diferentes tribus
indígenas (iroqueses, powhatanos, hurones, wampanoag, delaware, ottawas, cherokees,
sioux, apaches, creek, chicasaw, kiowa, sauk, fox, crow, comanches, cheyenes,
mohicanos….) para ir adquierendo cada vez mas territorios de los pueblos indígenas, y,
de esa manera irse expandiendo militar y económicamente cada vez más al interior, a
las tierras de los pueblos nativos norteamericanos.

No obstante, ya desde el siglo XVII, comienzan los primeros enfrentamientos entre los
pueblos indígenas rivales, que se alian entre si contra otros, o con los colonialistas
franceses e ingleses, para desprestigiar a otros pueblos rivales, y conseguir sus tierras.
Ejemplo de ello son los primeros enfrentamientos a mediados de 1640-1650, entre
iroqueses y hurones, que se alian respectivamente con ingleses y franceses (que
rivalizan entre si por el comercio de la zona) y producen los primeros enfrentamientos
bélicos por el control de determinadas zonas de los actuales EEUU y Canadá.

Ya, a mediados del siglo XVIII, empiezan los primeros ataques del ejército blanco
(primero colono y luego estadounidense) contra la población indígena local. Asi, en
1737, los colonos invasores ingleses, expulsan a todos los delaware de sus tierras, que
se ven obligados e emigrar y a exiliarse a otras tierras.

En 1771, los famosos indios cherokees, también seran expulsados por los colonos
ingleses de sus tierras en el actual estado de Kentucky y se ven obligados a exiliarse, lo
cual supondrá la destrucción de la cultura e identidad de estos pueblos.

En 1770, el general estadounidense y “padre de la patria” George Washington, envía


tres regimientos militares para, literalmente arrasar y destruir por completo la tierra
natal de los pueblos iroqueses (cuya liga la formaban pueblos como tuscaroras,
mohawks, oneidas, onondaga, cayuga, o seneca)-

Asi, las campañas militares del ejército estadounidense contra las poblaciones indígenas
se fueron haciendo cada vez mas frecuentes.

Todo ello conlleva que, ya a finales del siglo XVIII, muchos pueblos indios, se vean
obligados a firmar tratados deshonrosos con los estadounidenses, para entregar grandes
porciones de sus tierras, a cambio de no ser literalmente exterminados por los hijos de
los conquistadores occidentales, y por contra ser recluidos en lo que en realidad son
auténticos macro-campos de concentracion, lo que en sudamérica vimos que llamaban
“reducciones” y aqui “reservas”, pero que vienen a ser nada mas que guettos de
reclusión y marginación de la población indígena, para tenerlos recluidos, aislados y
controlados por el ejército de los EEUU.

Aun asi, se suceden episodios vergonzosos que mancharan de sangre las manos del
gobierno estadounidense, y que seran ejemplos del trato brutal a que son sometidos los
indígenas, como fueron los sucesos de Texas de marzo de 1840, donde los indios
comanches, de buena voluntad se reúnen con representantes del gobierno para firmar un
tratado de paz y cooperación. La respuesta a ello fue una encerrona del gobierno que
apresó y asesinó a la mayoría de indios pacíficos y desarmados como respuesta.

De esta manera, para 1870, la mayoría de pueblos indios americanos, han sido
expulsados de sus territorios, algunos de ellos, masacrados y la mayoría recluidos en
reservas forzosas, amenazados por el gobierno de los EEUU. Ello, fue generando, poco
a poco, una situación de tensión y rebeldía de parte de muchos pueblos indios, que se
cansaron de esta situación y comenzaron a resistirse a los mandatos de un gobierno que
ellos consieraban ilegítimo e invasor.

Para contrarrestar los constantes levantamientos de los pueblos indios, el gobierno


americano, formó en escuelas militares (como West Point) a destacados militares
formados en la guerra de secesión americana (1861-1865), como George Armstrong
Custer, o Marcus Reno, que pusieron en marcha el plan de sometimiento de los pueblos
indios liderado por el gobierno estadounidense, y que, por la resistencia indígena, dio
lugar a las llamadas “guerras indias” desde 1866, en que Custer fue ascendido a coronel
del séptimo de caballeria, hasta finales del siglo XIX, en que son aniquiladas las ultimas
revueltas indias en territorio norteamericano.

Los primeros enfrentamientos de los indios sioux con Custer, se suceden ya a mediados
de 1870, con las batallas de Black Hills (1873), y Rosebud (1876), con saldo desigual, y
que pusieron en marcha todo un proceso de enfrentamientos masivos entre ambos
bandos, que culmina con la celebre batalla de Little Big Horn, el 27 de junio de 1876,
en el actual estado de Montana, y bajo la presidencia y complicidad del conservador
republicano Ulyssen S. Grant.

Custer, mal informado por sus aliados crow, y creyéndose en superioridad numérica,
cercó, el 22 de junio un poblado sioux de 1500 indios, con unos 850 soldados
americanos, mas los refuerzos de Marcus Reno. Sin embargo, no contaron con las filas
de refuerzo sioux, que llegaron a sorprenderles, con mas de 4000 indios, liderados por
los jefes sioux y cheyennes, Toro Sentado y Caballo Loco.

Tal fue el impulso y la superioridad numérica de los indios que, en pocos minutos, la
pequeña colina en la que se habian refugiado Custer y sus apenas 800 hombres fue
asediada y lentamente, fueron ascendiendo a la cumbre masacrando al ejercito colonial
estadounidense.

En apenas unos minutos todo el regimiento estatal fue eliminado, y Custer entre ellos el
cual, como castigo fue mutilado en dedos y timpanos. Fue la mayor y más vergonzosa
derrota del ejército americano, aunque no tardarian en cobrársela.

Como consecuencia, el gobierno estadounidense desata una auténtica campaña militar


de persecucion y sometimientos de los indios que, en inferioridad numérica, se ven
obligados a someterse y retirarse a las reservas impuestas.

Sin embargo, no todos están dispuestos a aceptar esta situación, y en ese mismo año de
1876, el jefe indio apache Gerónimo, se subleva en Arizona con mas de 130 guerreros y
declara la guerra y resistencia al gobierno de los EEUU, en defensa de las tierras y
derechos de los pueblos indios contra los conquistadores blancos.

Poco a poco, la resistencia india va cediendo, Toro Sentado huye a Canadá y


posteriormente será asesinado en una reserva en 1890 y Caballo Loco se entrega a las
autoridades gubernamentales y asesinado a bayonetazos en 1877. Otros jefes indios se
suicidan o son igualmente asesinados por el ejército estadounidense. Asimismo, 10 años
después, el jefe apache Geronimo es, definitivamente derrotado, su rebelión aniquilada
y el enviado a prisión en Florida donde muere en 1909, el mismo año del también
destacado jefe sioux Nube Roja.

Sin embargo, el golpe final a los pueblos indios, lo que terminó de minar la moral y las
últimas resistencias de los indígenas fue lo que se ha venido a llamar la última batalla de
las guerras indias, la Masacre de Wounded Knee Creek, el 29 de diciembre de 1890, en
Dakota del Sur.

Tras ser detenidos, un grupo de unos 350 indios sioux, todos ellos ancianos, mujeres y
niños desarmados, son perseguidos y enviados a la reserva de Wounded Knee, liderados
por el jefe indio Big Foot, con el pretexto de desarmarles e intimidarles, para de esa
forma evitar nuevas insurrecciones.

En la confusión y tensión del momento, suena un disparo, y el ejército estadounidense,


liderado por John Vance Lauderdale y Nelson Miles, dispara indiscriminadamente
contra los indios, matando en el acto a 300 indios, y los que escaparon fueron
perseguidos y asesinados, arrojados todos ellos a una fosa común, incluido el del jefe
indio Big Foot.

Poco después, el teniente Lauderdale seria condecorado por el gobierno estadounidense


por su “brillante” actuación en Wounden Knee.

Con ello, quedó demostrado que tal masacre criminal, una más contra el pueblo
desarmado, contó con el apoyo total del gobierno. Ello fue uno de los últimos
enfrentamientos de los indios con el gobierno, que tras esta masacre quedaron
horrorizados e integrados, al igual que los pueblos indios centro y suramericanos, en el
sistema de los gobiernos coloniales.

Este lamentable suceso, fue recordado el 27 de febrero de 1973, por el Movimiento


Indio Americano (organización indigenista americana, creada en 1968 en Minneapolis
para combatir los abusos policiales racistas contra los indios) ocupa militarmente la
reserva de Wounded Knee Creek (Dakota del Sur) durante 70 días, y exige al gobierno
de EEUU que revise y cumpla efectivamente todos los 371 tratados firmados con los
pueblos indios y devolver los justos derechos y tierras a la población indígena
americana.

Durante el asedio, dos indios fueron asesinados por federales durante un tiroteo. Tras
ello, el gobierno prometió estudiar las peticiones y el sitio se levantó, promesa que,
obviamente jamás se cumpliría.

Este suceso fue uno de los últimos levantamientos y protestas claras de los movimientos
indios de resistencia en Norteamérica, al igual que hoy en día el EZLN, o los pueblos
aymaras de Bolivia, representan los últimos movimientos de resistencia indígena contra
los abusos y atropellos de los gobiernos post-coloniales en centro y Sudamérica. y
suponen claros desafíos a los modelos de estabilidad y falsa integración que prometen
con la población indígena.

Lo cierto es que hoy, 514 años después del inicio del expolio americano, la población
indígena de todo el continente americano sigue estando humillada, marginada,
discriminada y sus derechos y tierras pisoteados e incautados por las elites criollas y
blancas de los respectivos países.

Con ello, quiero hacer una pequeña muestra de lo que el célebre 12 de octubre de 1492
(tan amplia y vergonzosamente celebrado) supuso REALMENTE para la población
indígena americana, y que deje de celebrarse este día como un día de encuentro, paz, y
avance para todos, y que se sitúe en su justo sitio como el inicio de la decadencia,
masacre y explotación del continente y los pueblos americanos.

¡Contra el 12 de octubre! ¡Contra el “Columbus Day”! ¡Contra el genocidio de los


indígenas americanos! ¡Contra el racismo colonialista europeo!
¡Basta de conmemorar celebraciones racistas y genocidas!

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