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Torres Garduño Aravid

Practicas de Psicobiología.
José Luis Díaz Meza
Unidad 1

Estado actual y perspectivas en las neurociencias cognoscitivas

Para poder entender los procesos cognitivos de la mente y su funcionamiento se han desarrollado
muchas teorías y métodos de aproximación para intentar abordar estas cuestiones. Ahora, dado que
lo que se pretende estudiar, no solo esta dentro de nosotros mismos sino que es justamente el
instrumento con el que queremos llevar a cabo dicho estudio, entonces entender la dinámica de la
mente es un asunto especial que requiere métodos y herramientas muy particulares.

A lo largo de la historia de la psicología se han desarrollado muchos modelos, algunos con


científicos, otros no tanto, para explicar el funcionamiento de nuestro cerebro y su interacción con
el resto de el organismo. Pero solo recientemente se ha desarrollado la tecnología y la metodología
para poder abordar el estudio de la mente de una forma cuantitativa y al mismo tiempo objetiva sin
la necesidad estudiar solamente las manifestaciones del cerebro sino su actividad junto con las áreas
del cerebro que se activan durante ciertos procesos como el aprendizaje, la memoria, la percepción
o la atención y también analizar el modo en que las actividades psicológicas producen respuestas
fisiológicas. Ambos aspectos son abordados por la la neurociencia cognitiva y la psicofisiología
respectivamente.

La psicofisiología trata de estudiar variables relacionadas con la conducta, tanto normal como
alterada, y tratar de usar técnicas no invasivas para poder determinar el estado de la mente a partir
de dichas variables. La idea se basa en la suposición de que los procesos psicológicos (percepción,
atención, pensamiento, motivación, emoción) tienen su reflejo en manifestaciones corporales.

El registro de las variables psicofisiologícas también puede ayudar a determinar si existen daños en
una o más regiones del sistema nervioso como en el caso de la ausencia de la dilatación de las
pupilas en presencia de la luz como síntoma de la hipoxia cerebral severa, los síndromes
neuropsicológicos tales como la epilepsia o la ausencia típica u otras crisis generalizadas tienen un
patrón de Electroencefalograma conocido. Los trastornos psicofisiológicos se pueden clasificar de
acuerdo con el sistema fisiológico implicado y para cada uno existen manifestaciones especificas de
tales trastornos:

Sistema musculares: Cefalea tensional, lumbalgia, artritis, tortícolis, calambre muscular.

Sistema respiratorio: Síndrome de hiperventilación, disnea, asma bronquial.

Sistema cardiovascular: Hipertensión, coronariopatías, arritmias, migrañas.

Sistema cutáneo: Dermatitis atípica, neurodermatosis, psoriasis.

Sistema gastrointestinal: Gastritis crónica, úlcera gástrica, úlcera duodenal, náuseas, colon irritable,
hiperacidez gástrica.

Sistema genitourinario: Trastornos menstruales, de micción, de impotencia sexual.


De manera análoga existen ciertos trastornos psicológicos que ven su efecto en efectos fisiológicos.

Trastornos de ansiedad: Incrementos generales en el tono muscular, aumento de la actividad del


sistema gastrointestinal, aumento de la frecuencia cardíaca y de la sudoración cutánea, disminución
de la secreción salivar, dilatación de las pupilas y aumento de la micción.
Trastornos depresivos: Alteraciones en la frecuencia cardíaca, incremento del tono muscular,
disminución en la conductibilidad de la piel y reducción de la secreción de saliva.
Trastornos esquizofrénicos: alteraciones en la conductibilidad de la piel con fluctuaciones muy altas
y un nivel de base muy alto, incremento en la frecuencia cardíaca y presión arterial.

Las medidas de todas estas variables biológicas permiten conocer, algunas veces de manera
indirecta, comparando con ciertos valores predeterminados y otra, por medio de la comparación con
valores relativos o normalizados a cierta población, el estado mental asociado con conductas
normales o alteradas. La medición de todas estas variables biológicas también son útiles para
intentar reconocer ciertos procesos internos específicos del ser humano, como el acto de mentir.

A través del polígrafo o “detector de mentiras” se registran variaciones en los valores de muchas
variables fisiológicas a lo largo de una serie de preguntas con el fin de conocer si el grado de
tensión o alteración en estos valores pueden sugerir que la persona esta diciendo o no una mentira.

El problema con este método es que; si bien puede poseer una sensibilidad alta, su especificidad
puede ser pobre, es decir puede haber variaciones importantes en los valores de muchas variables
fisiológicas que no sean producto de una mentira sino inducidas voluntariamente por el sujeto
estudiado a fin de dar falsos valores de referencia durante las preguntas de control y las preguntas
de interés.

Por otro lado esta la medición de la actividad eléctrica del cerebro:


Electroencefalografía de superficie (EEG del cuero cabelludo)
Mediante la colocación de macroelectrodos que se adhieren al cuero cabelludo y usando un
electroencefalógrafo se puede registrar la actividad eléctrica global del cerebro y de toda la cabeza,
es decir tanto la actividad eléctrica neural como señales provenientes de la piel, los músculos, la
sangre y los ojos. Adicionalmente existe otro tipo de tecnología aplicada por la neurociencia
cognitiva que permite obtener información más específica y clara del cerebro humano dando lugar a
nuevas aplicaciones y al entendimiento del cerebro como generador y procesador de las diferentes
capacidades cognitivas y afectivas tanto en estructura como en función.

Fundamentalmente la neurociencia cognitiva se vale de imágenes del cerebro vivo cuando la


persona sobre quien se hace el estudio realiza alguna tarea tarea cognitiva específica. Existen
diferentes métodos a través de los cuales es posible estudiar el funcionamiento del cerebro vivo sin
la necesidad de lesionar o comprometer la salud y el bienestar del sujeto estudiado. Algunos de
estos métodos son los rayos X de contraste, Tomografía axial computarizada de rayos X (TAC),
Resonancia magnética nuclear (RMN) o Resonancia magnética (RM), Tomografía por emisión de
positrones (TEP), Resonancia magnética funcional (RMf), Magnetoencefalografía (MEG), Base de
datos de archivos de imágenes cerebrales, Estimulación magnética transcraneal (EMT).

Rayos X de contraste.
En este caso se inyecta una sustancia que absorbe de manera diferenciada al del resto del rejido los
rayos X, esta sustancia se puede inyectar en un compartimento del cerebro o bien en el sistema
circulatorio de este (angiografía cerebral). Al tomar la radiografía los rayos X resaltaran la
estructura que contiene la sustancia de contraste.
Tomografía axial computarizada de rayos X (TAC)
A diferencia de una radiografía regular, en este caso un dispositivo, controlado a través de una
computadora, rota alrededor del eje longitudinal del cuerpo para generar una imagen de un plano
horizontal particular del cerebro. Desplazándose a lo largo del eje longitudinal del cuerpo se
obtienen las imágenes de varios planos horizontales del cerebro que al combinarse pueden generar
una imagen tridimensional de este órgano.

Resonancia magnética nuclear (RMN) o Resonancia magnética (RM).


Mediante esta técnica se pueden obtener tanto imágenes de un solo plano como tridimensionales del
cerebro. En ambos casos se trata de imágenes de alta resolución debido a que estas se construyen a
través de medir las ondas que emiten los átomos de hidrógeno al ser activados por ondas de
radiofrecuencia dentro de un potente campo magnético.

Tomografía por emisión de positrones (TEP)


Mediante esta técnica se obtiene una imágenes que describen la actividad del cerebro. Se inyecta
una sustancia radioactiva semejante a la glucosa en una arteria que alimenta al cerebro. La idea es
que esta sustancia se acumule, ya que no se metaboliza, en las zonas del cerebro cuyas neuronas
requieran de glucosa según su grado de actividad. Entonces, de acuerdo con el grado de actividad de
las neuronas será el grado de acumulación de dicha sustancia, ya que las neuronas asimilaran más
de esta sustancia cuanto más activas estén. Las imágenes generadas por esta técnica son de
secciones horizontales del cerebro donde las zonas de actividad no están delimitadas mediante
contornos claros, es decir, existe una baja resolución espacial de los contornos de las zonas activas.

Resonancia magnética funcional (RMf)


En este caso también se obtienen imágenes sobre la actividad del cerebro, pero en este caso, las
imágenes que se obtienen son del aumento del aporte de oxigeno a las regiones que se encuentran
activas en el cerebro. Esta técnica permite obtener imágenes tridimensionales del cerebro, tanto de
su función como de su estructura, con mayor resolución que la TEP y sin la necesidad de inyectar
sustancias al organismo estudiado.

Magnetoencefalografía (MEG)
Tanto la TEP como la RMf tienen cierto retraso en el tiempo de registro en los cambios de la
actividad neuronal con respecto a esta técnica, es decir la MEG tiene una mejor resolución
temporal, ya que esta mide los cambios magnéticos sobre la superficie del cuero cabelludo y dichos
cambios están asociados al cambio en la propia actividad neural.

Base de datos de archivos de imágenes cerebrales


Muchos investigadores ponen a disposición del resto de sus colegas archivos de sus datos
originales, productos de ciertos estudios. Dichas imágenes pueden ser comparadas con otras que
sean obtenidas a partir de estudios similares.

Estimulación magnética transcraneal (EMT)


Esta técnica permite establecer una relación más estrecha entre la actividad cognitiva con ciertas
regiones de la corteza cerebral. Mediante esta técnica se altera la actividad de ciertas zonas de la
corteza del encéfalo al crear, mediante una bobina, un campo magnético que bloquea
temporalmente la actividad de ciertas zonas elegidas del encéfalo. De esta manera es posible
evaluar el efecto sobre la conducta y sobre las funciones cognitivas de la ausencia temporal de
funciones de ciertas zonas de la corteza encefálica.

Una aplicación importante de la neurociencia cognitiva es el de intentar identificar las regiones del
cerebro que intervienen en diferentes procesos cognitivos. Para eso existen dos supuestos básicos, el
primero es que los procesos cognitivos complejo se basa en procesos cognitivos constituyentes o
simples. Y el otro supuesto es que cada proceso cognitivo tiene asociada una región especifica del
cerebro. Para poder cumplir con el propósito de identificar la región especifica del cerebro asociada
a ciertos procesos cognitivos se utilizan dos métodos que son derivados directamente de aplicar las
diferentes maneras de visualizar el funcionamiento del cerebro vivo; la sustracción de imágenes
emparejadas y el usar el promedio de las señales obtenidas para el mismo tipo de medición.

La técnica de sustracción de imágenes consiste en comparar las imágenes obtenidas por una TEP
en dos casos donde las personas investigadas realizan una serie de tareas cognitivas iguales excepto
una, justamente la actividad cognitiva que se desea investigar, se comparan ambas imágenes y
aquella región “extra” que se obtiene de restar las áreas resaltadas de ambas imágenes, es a la que se
le atribuye la actividad cognitiva en cuestión.

El promedio de las señales obtenidas a través del TEP y la RMf para muchos estudios donde se
mide la misma propiedad cognitiva en las mismas condiciones permite eliminar pequeñas
variaciones debidas a eventos poco frecuentes y resaltar aquellas propiedades que son comunes a la
mayoría, algo similar se realiza con las señales de EEG. Si bien este método puede proporcionar
información sobre lo que sucede con la mayoría de las personas, no permite identificar pequeñas
variaciones entre una persona y otra.

Para el caso de los síntomas neuropsicológicos diversos accidentes cerebrovasculares tienen


asociados diferentes síndromes neuropsicológicos, por ejemplo: cuando el área lesionada es la
arteria cerebral media se produce afasia global, cuando sucede en la arteria cerebral anterior del
hemisferio derecho se producen cambios emocionales y deshinibición.

BIBLIOGRAFÍA:

Simón, M.A. y Amenedo, E. (2001). Manual de psicofisiología clínica. Madrid: Pirámide.

Pinel J.P.J. (2007) Biopsicología. Editorial Pearson Educación 6a Edición Madrid España.

Ardila, A. y Ostrosky-Solís, F. (1991). Diagnóstico del daño cerebral. Enfoque neuropsicológico.


México: Trillas.

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