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96 (2007) 119
LA HISTORIA DE LA LITERATURA DE
LA NUEVA GRANADA: EXPRESIÓN
DEL CANON CONSERVADOR
Diana Paola Guzman'
Universidad Santo Tomás
Resumen
En Colombia, el siglo XIX se fue consolidando como el escenario propicio para generar
una serie de debates entre diferentes corrientes ideológicas, importadas de Europa,
tales como el utilitarismo ingles y el tradicionalismo español. Dichos movimientos fue-
ron, en realidad, los encargados de definir y determinar los lineamientos estéticos y
políticos de la nación. El pensamiento conservador tomó como referencia a la literatura
para exponer su proyecto ideológico; por tal razón, las historias de la literatura colom-
biana escritas en esta centuria se definieron por construir un relato de nación que
defendiera de manera fiontal el lazo histórico, lingüístico y religioso con España. La
presencia de la ilustración ibérica en las figuras de los filósofos católicos, marcó un
derrotero definitivo en la concepción de literatura e historia.
Palabras Clave
Tradición, lengua, neoclasicismo, gramática.
Abstract
The 19th century was the best scenario -for Colombia, to motivate several debates
between diverse ideological trends; some of these lines of thought were imported from
Europe, such as the English utilitarism or the Spanish traditionalism. Those movements
were, actually, responsible to define and settle the nation's aesthetic and political paths.
The Conservative thought took the Literature as a reference in order to expose its
ideological project. Therefore, the different histories about Colombian literature -written
in this century, were defined to build a narration ofa country which defends the historical,
lingual and religious ties to Spain. The Iberian Enlightenment— expressed in the figures
of Catholic philosophers, was crucial in the definition for the conception of literature
and history.
Key Words
Tradition, language, neoclassicism, grammar
KIRK, Rüssel: La mentalidad conservadora en Inglaterra y ¡os Estados Unidos. Madrid: Rialp, 1956.
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Este tipo de mentalidad comenzó a cambiar, al política y cultural española, constituía la pie-
menos en la clase dirigente de tierras ameri- dra angular que daría sustento a una tradi-
canas, al finalizar el siglo XVIII. Los estadis- ción neogranadina. La independencia de Es-
tas americanos, comenzaron a ponerse en paña fue justificada, pero esto no implicó una
contacto con los pensamientos liberales, re- ruptura radical y absoluta con el pasado, con
publicanos y demócratas que se produjeron un pasado representado en factores de len-
con la revolución fi'ancesa: gua, religión, civilización material, etc:
Pensamiento basado en la idea de En vez de declaramos hijos, herede-
que el origen del poder de los gober- ros e imitadores de Lope, Riojay cal-
nantes se basa en el consentimiento derón hemos ido a buscar padres en
de los ciudadanos. Ahora bien, una Lamartine y Víctor Hugo, tradicio-
sociedad determinada por el consen- nes el la literatura de la enciclope-
timiento de los ciudadanos, en sus dia, y modelos en los novelistas fran-
variables intereses, era forzosamen- ceses*.
te una sociedad abierta, sometida a
cambios frecuentes, que nopodia in- Es evidente que la obra de Vergara pertenece
volucrar la tradición como funda- al canon conservador y que el autor se acoge
mento de sus tradiciones^ fimdamentalmente al pensamiento tradiciona-
lista encabezado por Miguel Antonio Caro.
Enfrentados al cambio, los conservadores En el presente artículo, veremos como la His-
también se encontraron con un dilema, su re- toria de la literatura de la Nueva Granada,
lación con el tiempo de transición en el que acoge elementos ideológicos y los pone al
estaban situados durante el siglo XIX: ser un servicio de su estructura central de análisis.
conservador consecuente implicaría un difi- El primero de ellos representado en la defensa
cil, casi imposible cambio de mentalidad. Mi- frontal de la escritura neoclásica, el concepto
guel Antonio Caro -sin duda el pensador de lo bello, la crítica de la imaginación racional
conservador más consecuente del fin de si- representada en el estilo barroco, la defensa
glo colombiano-, superó esa contradicción frontal al origen divino de la norma, el rechazo
con relativo éxito. Caro tenía la convicción de del romanticismo yfinabnente,la constitución
que el poder soberano tenía orígenes divinos de una estructura cronológica que es fiel re-
y, que por ende, la política sin bases morales sultado de un modelo ideológico claro.
y religiosas carecía de fundamentos sólidos.
El escritor bogotano, autor de la primera his-
Entre el utilitarismo
toria de la literatura colombiana, José María
y el tradicionalismo
Vergara y Vergara compartía dicha concep-
ción. La tradición es la base de la cohesión Historia de la Literatura de la Nueva Gra-
social, su mayor soporte, que en el caso de nada. Parte primera desde la Conquista
los pueblos latinoamericanos era la tradición hasta la Independencia (1538-1820), fue
Existen varias reediciones: segunda edición con anotaciones de Antonio Gómez Restrepo, Bogotá: Librería
americana 1905. tercera edición con notas de Antonio Gómez Restrepo y Gustavo Otero Muñoz, Bogotá:
editorial Minerva 1931. 2 vols. Cuarta edición Bogotá: ediciones ABC, biblioteca de la presidencia de la
República, 3 vols 1958. para el presente artículo, haremos referencia a la primera edición (1867).
El utilitarismo, en cabeza del inglés Jeremías Bentham, está ligado a la moral práctica y a la realidad política,
rechazando el derecho divino y natural porque no sefiuidamentaen hechos concretos y tangibles; es decir,
todo fenómeno debe partir de la observación y la experiencia. En cuanto a lo concerniente al Estado, sus
funciones y naturaleza, no obedece a una organización mística ni moral, sino que su razón debe centrarse en
el origen y la necesidad de crear un ente para promover la felicidad del colectivo. En caso tal que el Estado
y los partidos políticos no cumplan con tal cometido, deben ser reemplazados de inmediato. Dicha premisa
es tal vez la base del pensamiento utilitarista y dio origen a las principales teorías constitutivas de este
pensamiento que a su vez influyeron en América.
Dicho movimiento surgió como fuerza opositora a las nuevas corrientes europeas. El tradicionalismo
buscaba transformar ciertas formas de la vida nacional como la esclavitud, sin que se produjese una ruptura
completa con la tradición hispánica. Ejemplo de ello es que su origen primario lo encontramos en suelo'
ibérico y más exactamente en la segunda mitad del siglo XVIII. Grandes polémicas dividieron a los partidarios
de la tradición y de la ilustración. La tendencia tradicionalista con hondas raíces en el medioevo español y
en la época de los Austrias mayores, se manifestó partidaria de la "tradición", la defensa de la Iglesia
católica, el mantenimiento del orden y del sistema político monárquico y colonial
Ibid., p. 74.
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lico, que confundía esa tradición espirítual ban de Inglaterra, Francia y Alemania. Inclu-
con el accionar históríco de una institución so, muchos pensadores conservadores y con
particular, en este caso la Iglesia, propone ellos buena parte de los escrítores colombia-
una marca significativa en la historiografía nos del siglo XIX, expresaron de distintas
elaborada por tal sector (en la cual, dicho sea formas, la presencia de una falsa ilustración
de paso, participaron notorias figuras ecle- que acechaba a los jóvenes ingenuos, como
siásticas), para el cual todo lo bueno en nues- lo afirma Balmes: Mefistófeles hace sus apa-
tra historía hahría sido gestado por la Iglesia riciones. Ha mediado una lectura, una con-
católica y nuestra decadencia, en cambio, versación imprudente, la presencia de un
comenzaría en el momento en que decidimos objeto seductor".
apartamos de ella: Es bueno saber, que la
literatura nacional tiene por objeto la cons- Bajo esta premisa, el rechazo frontal a las for-
trucción de una nación cuya identidad se mas "no convencionales" de escritura, repre-
refleje en los valores de la santa Iglesia y de sentadas en la novela y la poesia romántica,
la lengua, hija de Cervantes^. Es evidente ocupo una buena parte de la prosa reflexi-
que el autor parte de un axioma esencial muy va'^ de dicha centuria en Colombia. A esta
semejante al del nacionalismo católico, pero clasificación pertenecería la obra de José
referído al plano de la literattira, según el cual María Vergara y Vergara, quien no sólo gene-
se debe considerar que todo lo hecho por la ra una historia de la literatura nacional, sino
Iglesia a lo largo de la historia, representa la que también toma como propia, la función de
verdadera tradición y, por lo tanto, todo lo instruir a los lectores en la elección de lo que
que se encuentra fuera de ella obedece a las "deben" leer, incluso definiendo su labor de
fuerzas antitradicionales o en el mejor de los historiador y literato:
casos, preparatorias de la verdadera tradi-
ción que es la católica. En palabras del mis- Mas, lo que buscaba, las letras, lo
mo Vergara: La religión, de la misma mane- encontré siempre en el seno de la igle-
ra que la lengua, es para nosotros el vehí- sia misma, no tenía para que negar
culo para alcanzar aquella verdad que me es muy grato reunir las glo-
primordial y revelada de carácter divino'". rias de la iglesia a las de la patria.
Desearía que todas mis obras estu-
Al igual que en España, en nuestro país el vieran al servicio de la causa católi-
Tradicionalismo se convirtió en un mecanis- ca, y me parecería perdido el tiempo
mo de defensa hacia las corríentes que llega- que no emplease en tal objeto. Al tra-
Ibid, p. 23.
Ibid., p. 24.
La primera edición de esta obra, fue en 1890 a cargo de Libren'a de Ch. Bouret. En el presente trabajo,
haremos referencia a la edición de 2a. ed. / enriquecida con las notas postumas. Buenos Aires: Editorial
Sopeña Argentina, 1940, p. 58.
Hacemos referencia al término acuñado por Flor Maria Rodriguez es su libro Hacia la novela: ta conciencia
literaria en Hispanoamérica (1792-1848) Santa Fe de Bogotá: Códice, 1993. La autora usa la idea de prosa
reflexiva para hacer referencia al ensayo y por ende, a la critica del siglo XIX. Esta seda la portadora de
estrategias autoriales, que tenian y continúan teniendo la función de comunicar "la verdad sobre un asunto
tratado", construyendo e influenciando el gusto y las preferencias de los lectores, y por tanto, sobre las
producciones literarias que surgieran.
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bajar para mi patria, este querido fiases del estilo culterano que prima-
pedazo de tierra que Dios me señaló ba entonces en los escritos de la co-
por cuna, no quiero olvidarme que lonia (...) produjeron escritos clási-
también soy ciudadano de la eterni- cos que más tarde veremos cuando
dad". aparezcan en el escenario las figu-
ras de Zea, Caldas, Nariño, Pombo,
Como ciudadano de la eternidad, Vergara se Valenzuela, y otros más'\
opondría a cualquier forma que no expresará
de manera clara, razonable y cristiana, Es evidente que Vergara condena el abuso de
como lo enuncia en varias oportunidades, los las palabras y del efecto subjetivo que carac-
valores religiosos que resultan análogos al terizó al romanticismo, y que además no esta-
sistema axiológico de la patria. Por otra parte, ba dentro del sentido común. Esta idea reafir-
la ausencia real o tenue de estas formas de ma una de las funciones que el historiador
escritura puede explicarse por la resistencia bogotano confiere a la literatura: la didáctica.
sistemática instaurada desde la "crítica" con- El siglo XIX colombiano se caracterizó por
servadora de esos días. En la literatura, por un desequilibrio político y social, más de una
ejemplo, se rechazaban todas las formas ex- docena de guerras civiles, cambios de gobier-
presivas, todo el material verbal que manifes- nos y enfi-entamientos económicos, resulta-
tara, de cualquier manera, una imaginación ron en una clara oposición entre la instruc-
exacerbada e individual, un sustrato creativo ción y la barbarie, la educación se convierte
que no recogiera ni construyera el epos pa- en un elemento imprescindible dentro del pro-
triótico. Incluso para Vergara la escritura ideal, yecto de nación, cada uno de los bandos,
que expresaba tanto desde el significante sobre todo el conservador, le confirió a la lite-
como del significado, estaba reflejada en los ratura la labor de "rescatar" al pueblo de su
documentos escritos producidos por la Ex- ignorancia, de protegerlo de las malas influen-
pedición botánica: cias foráneas. El mal estaba encamado en el
tono subjetivo del romanticismo, en la calum-
La providencia deparo a los nia, la falsedad y la mentira que el mundo
neogranadinos [con la Expedición moderno ofrecía, que transgredía el punto de
Botánica] una compensación por la vista sacralizado de los intelectuales: el de
perdida que hacían las letras per- afianzar las voluntades, la creación de un
diendo a losjesuitas [expulsados por "mundo verdadero", al amparo del cual era
la corona en 1767], que habían fun- posible unlversalizar el carácter, de la patria y
dado tantos colegios e introdujeron la moral. Científicos como Caldas, quien ocu-
la imprenta en estas regiones'''. pa un lugar preponderante dentro de la His-
toria de la Literatura de la Nueva Granada,
Más adelante: y escritores como Vergara, consideraban que
su fiinción era la de instaurar un orden y una
En aquellas ciencias exactas de que verdad que, aunque tuvieran un origen divi-
se ocupa la expedición, no podía acli- no y eterno, señalarían las virtudes del pue-
matarse las nuevas imágenes y los blo ideal.
rebuscados trapos y alambricadas
Elfilosofoy teólogo catalán, Jaime Balmes, divide la verdad en tres clases irreductibles, si bien hablamos de
la misma cual si sólo fuera una. Éstas son las verdades subjetivas, las verdades racionales y las verdades
objetivas. El primer tipo de verdad, la subjetiva, puede ser entendida como una realidad presente para el
sujeto, que es real pero depende de la percepción del hablante. Por ejemplo, afirmar que se tiene frío o que
se tiene sed son verdades subjetivas. El segundo tipo, la racional, es la verdad lógica y matemática, valiendo
como ejemplo cualquier operación de éstetipo.Finalmente, la verdad objetiva se entiende como aquella que
- aún percibida por todos- no entra dentro de la categoría de verdad racional: afirmar que el cielo es azul, o
que en el bosque hay árboles. Los tres tipos de verdad son irreductibles, y los métodos de captación difieren
de una a la otra. Por ello, es menester que lafilosofíaplantee en primer lugar qué tipo de verdad buscamos.
VALDERRAMA Andrade, Carlos: "Raices Españolas del pensamiento colombiano: del siglo XIX al XX".
En: Memorias del FV Congreso Internacional De Filosofia Latinoamericana Tema Central: Tendencias
actuales de la filosofía en Colombia..Bogotá, Universidad Santo Tomás, 1986, pp. 150-160
ís VERGARA, p. 23.
19 Para Jaime Balmes nuestros sentidos son imperfectos para percibir la esencia de las cosas. Por tal razón, se
hace necesario la creación de un método para llegar a la verdad. Como él mismo lo enuncia: Criterio es un
medio para conocer la verdad. .La verdad en las cosas es una realidad. La verdad en el entendimiento es
conocer ias cosas tal como son. La verdad en la voluntad es quererlas como es debido, conforme a las
reglas de la sana moral. La verdad en la conducta es obrar por impuiso de esta buena voluntad. La verdad
en proponerse un fin es proponerse un fin conveniente y debido, según las circunstancias. Balmes: 279.
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VERGARA, p 19.
VERGARA, p 98.
Dicho plan está contenido en su obra Escritos políticos y filosóficos. Bogotá: Oveja negra, 1984. pp. 61-
130, bajo el título "Memoria sobre educación pública o sea tratado teóríco-práctico de enseñanza, con
aplicación a las escuelas y colegios de niños", escríta en 1790.
JOVELLANOS, Gaspar Melchor. "Memoría sobre educación pública o sea tratado teóríco-práctico de
enseñanza, con aplicación a las escuelas y colegios de niños". En: Escritos políticos y filosóficos. Bogotá:
Oveja negra, 1984. pp. 61-130.
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cial 0 no, que fortaleciera la misión didáctica Tanto los enunciados de Caro en su Gramáti-
y conductivista que el pensatniento conser- ca, como los expuestos por Vergara en su His-
vador, basado en Jovellanos y Balmes, había toria, coinciden y evidencian la importancia
conferido a las letras: del lenguaje y su estructura dentro de la fun-
ción de la literatura, hablar bien y escribir con
La literatura es el espejo en el que se todas las normas expuestas por la escuela de
refleja por entero la vida la vida de Port Royal^*. Es claro que el lenguaje, y por
la sociedad en lo privado y lo publi- ende la literatura, cumplen un papel puramente
co. Así la historia de la literatura con instrumental, operativo y lógico que expresa-
relación a un pueblo no es sino una
ba la razón, y todo lo que con base en ella, se
faz, pero principalísima, de su histo-
identificaba como nación, la escritura debía
ria polítíca^\
demostrar de forma diáfana el pensamiento.
En consecuencia, el Romanticismo trasgre-
La escritura neoclásica: el buen día la función principal del discurso literario,
pensar, el buen hablar y el buen y menoscababa la gramática que representa-
escribir ba el pensamiento colectivo. Por tal razón,
para Vergara y Vergara, el modelo neoclásico
La relación que la época clásica encuentra
entre la gramática y la lógica, se convierte en signiñcaba un regreso a la base gramatical
el fondo conceptual que reafirma la preferen- del pensamiento, a la representación clara y
cia de los conservadores por la escritura directa de las ideas nacionales:
neoclásica. Como lo hemos visto, se convier-
te en una estética que alberga los principios Las grandes figuras del Siglo de Oro
sobre los cuales se basa gran parte de la poé- español que asumió el modelo latino
tica propuesta por los conservadores, espe- y no se limitó a imitarlos, son mues-
cialmente por Vergara y Miguel Antonio Caro: tra de la escritura más ponderada.
Pero lo repetímos, el nudo formado
(...) Como el hombre para pensar entre las letras españolas y las gra-
necesita de una colección de signos nadinas será tal vez desatado por
que determinen y ordenen las dife- otras manos, nunca por las nuestras.
rentes ideas de que sus pensamientos En ese enlace está la solución de nues-
se componen, la lengua ha venido a tro porvenir literario".
ser para él un verdadero instrumen-
to analítico y el arte de pensar ha La presencia del modelo Neoclásico en nues-
coincidido con la manera de hablar. tro país, tuvo como función fundamental la
que vienen ya a ser uno mismo,2! "lucha" en contra de la subjetivización del
VERGARA, p. 13.
CARO, Miguel Antonio; Del uso en sus relaciones con el lenguaje. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1976,
p38.
Para la teoda clásica del lenguaje que se inicio con la lógica de Port-Royal, las palabras eran un reflejo del
mundo sensible, justo por cuanto eran el resultado del pensamiento que analiza y descompone la simultaneidad
del mundo en sus partes constitutivas y, en esa medida lo refieren y lo nombran, pero como representación.
El mundo era visto como la totalidad de lo representable, y cada palabra, cada idea, debía tener, de alguna
manera, siempre, un referente sensible.
VERGARA p, 91.
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No es que los escritores conservadores colombianos, fueran ajenos a los problemas que planteaba la
subjetividad, sino que ellos consideraban que esta debía fundarse en un criterio unificado y en el temor a la
autoridad divina, lo que implicaba una religiosidad "racionalmente" aprobada como necesaria y útil.
VERAGRA,p. 102.
Para ampliar el sustrato ideológico del estilo Neoclásico, ver la obra de Amold Häuser. Literatura y
Manierismo. Madrid: Guadarrama, 1969.
El Mosaico es el nombre de una tertulia o asociación de escritores fundada por Eugenio Diaz y José María
Vergara y Vergara en el aflo de 1858. Unía a estos escritores el propósito de crear una literatura nacional que
describiera en cuadros de costumbres la naturaleza y la vida nacionales. Sus trabajos literarios aparecieron en
muy diversas publicaciones, pero especialmente en el periódico que llevaba el mismo nombre de la asociación
y que apareció entre el 24 de diciembre de 1858 y ei 17 de diciembre de 1872.
VERGARA y vergara, José María: "Advertencias" en El Afoío/co,Bogotá No 1 (enero 28 1871) p 1. El
subrayado es nuestro
VERGARA, p 198.
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34
VERGARA, p 50
3S
VERGARA, p. 217.
36
VERGARA, p. 38
130 Cuademos defilosofia latinoamericana
PIZARRO, Ana: Palabra, literatura e cultura (volumen 2: Emancipación do discurso) Sao Pablo: editorial
Memoria, 1994 p 45.
PALMER, Simon: La identidad, la literatura y la nación. Barcelona: Alianza Editoria 1992, p 170.
La intelligentsia es todo el estamento letrado nacional. Tanto el concepto de intelectual como el de
intelligentsia aparecen a fines del siglo XIX, en sociedades católicas de modernización tardía: Francia y
Polonia. En dos mundos, sin embargo, distintos: uno latino, otro eslavo; uno es la capital del siglo XIX, otro
en la periferia; uno después de la revolución, otro antes. París acuña el nuevo significado de la palabra
intellectuel, Polonia acuña el nuevo significado de la palabra inteligentcja. Como los representantes letrados
de la nación.
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con algo de osadía podría tal vez cialmente porque se considera que la socie-
decirse que la literatura se incorpo- dad está atravesando por una etapa de dra-
ró de manera temprana en el imagi- mática pérdida de valores y sentimiento pa-
nario nacionalista oficial todavía en triótico. Los tres hidalgos, son a pesar de
elaboración, antes que en el marco pertenecer a la clase privilegiada, símbolos
exclusivo de lo que se ha denomina- cuyas caracteristicas pueden ser acogidas por
do el "nacionalismo banal", es de- todos los nacionales:
cir, la fase de la reproducción de una
ideología nacionalista ya canoniza- Un rasgo destacado del nacionalis-
da"». mo oficial latinoamericano aún vi-
gente es que, pese a haber sido pro-
Así, pareciera que desde entonces la literatu- movido por la oligarquía defines del
ra se convierte en un refugio para el discurso siglo pasado, el modelo de identidad
nacionalista de la "domestícidad", es decir, nacional elaborado tiene un profun-
de la glorificación de las virtudes privadas do anclaje en la cultura rural, asu-
antes que de la actividad política como base miendo así el carácter de un nacio-
de la democracia popular y de los aires nalismo cultural con rasgos populis-
utilitaristas y liberales exiropeos. Vergara pro- tas".
puso una vivencia de la literatura profunda y
festiva de la communitas nacional, adquirien- Este orden del discurso nacionalista de corte
do el carácter de momento fundacional de bucólico, deposita el rol de la ejemplaridad
compromiso ético y efecto nacíonalizador o social no entre las elites, sino en un modelo
constitutivo de la nacionalidad. La aparición idealizado del pueblo: su héroe mítico es el
de los héroes como monumentos nacionales, "valiente y aguerrido". La clase dominante
hace evidente el carácter de celebración na- no ha generado ima ideología de contenido
cionalista, de reafirmación pública de las per- oligárquico, una high culture que la convier-
tenencias y las lealtades a la nación. Caldas, ta, además de elite económica y política, en
Zea y Núñez se deben convertir, según elite cultural. Por el contrario, renunciando a
Vergara, en símbolos que movilicen a la co- constituir a los sectores subalternos a su ima-
munidad imaginada. En esta propuesta de his- gen y semejanza, las elites han elaborado un
toriar los actos ejemplificantes de los perso- nacionalismo que les permite mimetizarse con
najes alegóricos, intervienen en papel subor- la imagen mítica del pueblo. Sin embargo, las
dinado también otros símbolos de carácter elites han asumido el papel de "guardián de
estatal y cultural, como el himno, la poesía y la tradición" y de "educador del pueblo", en-
la lengua; religiosos, como la Iglesia y la es- señando a éste cómo debe ser y hacer, y con-
critura mística. denando su actuación cuando se desvía del
modelo ideal.
La funcionalidad de los actores elegidos por
el autor, radica en el refuerzo de la economía Estos personajes límínales, que tienden un
moral del sacrificio patrio que, a través de la puente entre el pasado mítico y el presente
historia, adquieren un valor importante espe- incierto, entre la tradición y la modernidad.
PALMER, Simón: "el discurso histórico en el siglo XIX latinoamericano" en El cerco de la razón: XIII
encuentro de hispanófilos anglosajones. México: UNAM, 2000 pp 120-140.
SMITH, Anthony: La identidad nacional Madrid: Trama Editorial 1997, p. 148.
132 Cuademos defilosofia latinoamericana
convierten la literatura, en un campo ritual de Los ejes de la obra de Vergara son actores de
batalla donde sus héroes deben hacer mani- identidad y a la vez símbolos rituales de la
fiestas sus virtudes morales y su vocación misma. Pero además de sus aspectos políti-
patriótica antes que sus dotes artísticas. Las cos, dichas prácticas y ceremonias se consti-
letras son el escenario del momento tuyen en un auténtico ritual de la violencia a
fundacional de la nación, de un quiebre sim- través del cual se interpela al poder social, y
bólico en la historia de Colombia, que enmarca al mismo tiempo sirven para poner enjuego el
la profunda experiencia de la comunitas. complejo conjunto de elementos que confor-
Vergara elabora un discurso cívico, orienta- man el proceso de creación y recreación
do a moldear la vivencia comunitaria, la con- identitaria, ya que a través suyo tienden a
ducta social en términos de un modelo canó- estabilizarse, a estandarizarse, pero también
nico de identidad nacional. Los nuevos hé- a disputarse, la membresía, la pertenencia y la
roes de la nación encarnan al pueblo exclusión de/a un determinado sector.
desprotegido, y hacen suyo el código caba-
lleresco aplicado a las masas, defienden a su Precisamente, tales particularidades definen
patria como valientes guerreros, apoyados una ambivalencia que implica considerar que
por sus abnegadas familias y bendecidos por todo lenguaje político y literario es un len-
Dios. El éxito en su misión les ha permitido guaje vinculado a los procesos identitarios,
trascender en la comtmidad e ingresar en la y que éstos no pueden sino ser procesos
mitología nacionalista. Vergara elabora y am- políticos, de manera tal que el ritual opera como
plifica el disctirso nacionalista orientado a articulador entre ambos polos. Por otra parte,
provocar la adhesión simbólica y emotiva, de la narración de la historia literaria y social,
corte apolítico antes que pragmático o utilita- que para Vergara es tma sola, confiere cohe-
rio de los lectores, fortaleciendo los vínculos rencia y orden a una sociedad que parecía
comunitarios y las lealtades hacia la nación, a desarticulada y a la deriva, luego del naufra-
la vez que reproduce un modelo específico gio postindependentista; la historia de la lite-
ratura y sus personajes conferían un
de identidad nacional, el cual destaca como
disciplinamiento. Pero ¿a qué se hace refe-
fundamento de la nación a la tradición cultu-
rencia cuando se habla de disciplinamiento?
ral compartida (y a menudo inventada) más
Básicamente, a que la literatura reitera la tnis-
que a la voluntad asociativa:
ma lógica organizacional que el trabajo indus-
El tratamiento épico que recibe el trial, disciplinado, organizado, colectivo, en
discurso literario, inculca, en la po- el que cada hombre tiene su puesto previa-
blación un sentimiento de continui- mente estipulado en el cual desarrolla sus
dad y diferencia comunitaria, ya que capacidades. A través de esta lógica, la mis-
inserta a la literatura en una narra- ma que anima las modernas sociedades de-
tiva histórica que sé inicia hacia fl- mocráticas, igualitarias en el derecho y pro-
• nes del siglo XIXy se prolonga hasta fundamente desiguales en los hechos, se es-
hoy, incorporándola como im elemen- - tablecen los patrones y performances acep-
to fundamental de las tradiciones tables para tales roles; se regula y canaliza la
nacionales de origen y, por tanto, de violencia (de otra forma "desbordante") que
la identidad nacional". implica el contexto social, se "enseña" a ga-
nar y a perder, a "comportarse" en una socie- de ésta, una pluralidad de identidades que
dad racional y democrática, y a establecer habítualmente se segmentan de manera
cuáles son los vínculos reales entre el des- jerarquizada. El segundo, en cambio,
empeño y la aspiración individuales y las ne- involucra las consecuencias prácticas de las
cesidades y prácticas colectivas. El proceso designaciones anteriores en el ámbito de la
de industrialización, al igual que el canon lite- experiencia cotidiana. En este nivel, esta for-
rario propuesto por Vergara, parecía manifes- ma particular de configuración social genera-
tarse a través de una poética particular de dora de procesos ídentitarios que conforman
voluntad política, de construcción de un sen- los héroes, comienza afiincionarcomo lo que
tido de pertenencia nacional. Ese orden im- B. Anderson denominó comunidad imagina-
puesto es la base del ethos social que se re- ria"'.
afirma con la presencia de los nombres-insig-
nia (Caldas, Núñez y Zea): La narración de los héroes no sólo evidencia
la presencia y el choque entre grupos de la
El proceso de formación del ethos comunidad imaginada, sino que cubren el
social, completaba su sentido con la vacío dejado por el Estado-nación, que en
presencia, en el ámbito de la los tiempos de Vergara, no había asumido to-
dirigencia y organización, de los davía una posición clara. Los héroes prote-
notables del momento. Esto es, el tra- gen al pueblo abandonado a su suerte, lo
dicional y dominante tema del avan- educan, disciplinan y díreccionan sin impor-
ce de la "civilización"sóbrela "bar- tar el grupo social al que pertenezcan, lo ver-
barie ", o el disciplinamiento de una daderamente importante es generar una iden-
mano de obra aún indócif^ tidad unitaria y consistente a las influencias
La presencia del orden conservador genera extemas. El reconocimiento de los héroes im-
personajes, que sí bien pretenden ser símbo- plica el reconocimiento de un valor público,
los colectivos, reafirman las diferencias entre reclamando una toma de posición que define
grupos sociales: Las prácticas clasificato- niveles de integración y distinción/exclusión.
rias son el puente, además, entre el indivi- La identidad nacional, entonces, es el resul-
duo y el grupo, y poseen también una cons- tado de una tensión global-local, y servirá
titución dual^". En el ámbito de las relacio- para distinguir a los agentes involucrados a
nes cara a cara, de la interacción personal o partir de un cierto conjunto de hábitus vin-
de pequeño grupo, se puede reconocer un culados de manera directa con sus obras y
doble mecanismo de clasificación: el primero con las prácticas a él asociadas. El sujeto his-
se vincula a la designación de la que es obje- tórico merecía dicha mote desde su acción,
to un individuo en relación con un colectivo desde su brillantez en los acontecimientos
mayor, que puede remitir al ámbito del géne- decisivos de la historia nacional, todos los
ro, de lo étnico, de lo socio-laboral, de lo lo- contextos culturales debían identificarse de
cal, de lo religioso, etc. Se reconoce a través manera inmediata con la voz de los persona-
•" BILLING, Michael 1998 "El nacionalismo banal y la reproducción de la identidad nacional", en Revista
Mexicana de Sociología (México D.F.), n° 1/98 p 40.
•"• Ibid., p 42.
•*' Es imaginaria porque su tamaño supera habitualmente el contacto cara a cara, y en consecuencia sus
miembros no se conocen unos a otros personalmente aunque todos forman parte de esa imagen colectiva.
134 Cuademos defilosofia latinoamericana
jes, con el individuo ideal que no era tino sino PALMER, Simón: "el discurso histórico en el
todos, pero que a su vez tenía una voz siglo XDÍ latinoamericano", en El cerco
hegemónica, dotada de autoridad moral y san- de la razón: XIII encuentro de hispanó-
guínea para domar al pueblo bárbaro, guiarlo filos anglosajones. México: UNAM,
por el camino divino, a través de una escritu- 2000, pp. 120-140.
ra y unos personajes que siempre expresarán
claramente su intención. PALMER, Simón: La identidad, la literatura y
la nación. Barcelona: Alianza, 1992.