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VISTIENDO ROPAS REALES

ISAÍAS 52: 1-3 Dice: 1 ¡Despierta, *Sión, despierta! ¡Revístete de


poder! Jerusalén, ciudad *santa, ponte tus vestidos de gala, que los
incircuncisos e *impuros no volverán a entrar en ti. 2 ¡Sacúdete el
polvo, Jerusalén!

¡Levántate, vuelve al trono! ¡Libérate de las cadenas de tu cuello,


cautiva hija de Sión! 3 Porque así dice el SEÑOR : «Ustedes fueron
vendidos por nada, y sin dinero serán redimidos.»

El Señor está hablando a su amada Sión, a su pueblo que liberó de


Egipto, Dios le dice “Libérate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de
Sión” parece algo contradictorio porque si es la ciudad que El liberó
¿por qué dice que suelte las ataduras de su cuello? Satanás trae ataduras
a Sión para enseñorear y llevar al pueblo injustamente a donde el le
parece. El cristiano atado no puede obedecer al Señor y mucho menos
obedecerte a ti. Y es por eso que nos dice iglesia pueblo amado levántate
tu que estas dormido, levante de ese profundo sueño, despierta, que la
venida del Señor se acerca y debes vestirte con ropas limpias y
hermosas, ropas de alabanza que cuando te vistes de alabanza la
presencia del Señor desciende y tus enemigos se alejaran.

ISAÍAS 61: 1-3 Dice: 1 El Espíritu del SEÑOR omnipotente está sobre
mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los
pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar
liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, 2 a pregonar el
año del favor del SEÑOR y el día de la venganza de nuestro Dios, a
consolar a todos los que están de duelo, 3 y a confortar a los dolientes
de *Sión. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite
de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de
desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantíos del SEÑOR ,
para mostrar su gloria.

Estas son algunas de las cosas que Jesús vino a completar. Jesucristo
vino a sanar al de corazón quebrantado. ¿Tu corazón ha sido herido,
quebrantado por algo? Puede que el dolor sea grande, pero hay alguien
que puede sanarlo, el Señor Jesucristo. Hay algunas heridas que no se
van rápidamente, sin embargo, todas las heridas necesitan a Jesús para
ser sanadas. No escondas tu herida de Él, no hagas como que no existe.
Una herida es algo real y no va a engañar más que a nosotros mismos al
considerarla como inexistente, aún estando ahí. Abre tu corazón a Jesús,
Él es el Sanador; pídele que lo visite y lo sane. Algunas heridas toman
tiempo en desaparecer pero todas son sanadas si se las entregan al Señor.
Él vino a sanar tus heridas; a abrir la prisión que te encierra y a liberarte,
a consolar a los enlutados, a darles gloria en vez de ceniza, gozo en lugar
de luto. Sí, hay alguien que puede consolarte y sanarte; hay alguien que
puede extender Su mano y ayudarte. La herida no necesariamente debe
permanecer ahí para siempre, ni tampoco estás condenado a estar
encerrado en una prisión. Extiende tu mano al Señor, acércate a Su trono
confiadamente para encontrar ayuda en tiempo de necesidad. Todos
necesitamos ayuda, todos sufrimos de heridas y todos necesitamos del
Señor para que nos libere de ellas. Él comprende nuestras debilidades y
en Él encontramos la ayuda, el aliento y la sanidad que necesitamos.

ESTER 4: 1-4 Dice: 1 Cuando Mardoqueo se enteró de todo lo que se


había hecho, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto, se cubrió de
ceniza y salió por la ciudad dando gritos de amargura. 2 Pero como a
nadie se le permitía entrar a palacio vestido de luto, sólo pudo llegar
hasta la puerta del rey. 3 En cada provincia adonde llegaban el edicto
y la orden del rey, había gran duelo entre los judíos, con ayuno, llanto
y lamentos. Muchos de ellos, vestidos de luto, se tendían sobre la
ceniza. 4 Cuando las criadas y los *eunucos de la reina Ester llegaron
y le contaron lo que pasaba, ella se angustió mucho y le envió ropa a
Mardoqueo para que se la pusiera en lugar de la ropa de luto; pero él
no la aceptó.

La población judía estaba consternada, a medida que la noticia se abría


paso por el reino. Donde el mal reina todos se entristecen. Mardoqueo se
vistió de luto y siguió llorando por toda la ciudad con gran amargura
hasta que llego a la puerta del rey, donde no logro ir mas allá por sus
vestimentas ya que era prohibido ir donde el rey de esa manera. Sabía
que él era objeto primordial del odio de Amán. Y que el destino que le
aguardaba a su nación había sido incitado inconcientemente por él.

La reina Ester muy preocupa por la situación que se presentaba con


Mardoqueo, envió a un siervo con algunos vestidos para vestir a
Mardoqueo para que no estuviera vestido de cilicio a la vista del rey y
perdiera así la vida. Pero Mardoqueo se negó a disfrazar así su angustia.

Como podemos ver se estaban viviendo momentos de gran dificultad,


pero nuestra actitud en estas situaciones que nos ponen a prueba no
deben ser de fatalismo si no de optimismo, especialmente cuando se
acerca la trono celestial buscando gracia y ayuda en tiempos de
necesidad. Podemos acércanos audaz y confiadamente, convencidos de
que Dios esta con nosotros y que el tiene el la solución de todas las
dificultades que se puedan presentar y que el no nos dejara avergonzados
de ninguna manera, que todo lo que podamos vivir será para fortalecer
nuestro carácter lo cual será de mucha Bendición para cada uno de
nosotros.

ESTER 5: 1-3 Dice: 1 Al tercer día, Ester se puso sus vestiduras reales
y fue a pararse en el patio interior del palacio, frente a la sala del rey.
El rey estaba sentado allí en su trono real, frente a la puerta de
entrada. 2 Cuando vio a la reina Ester de pie en el patio, se mostró
complacido con ella y le extendió el cetro de oro que tenía en la mano.
Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro. 3 El rey le
preguntó: — ¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Aun
cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!

Encontramos allí una reina que se preparo en la presencia de Dios,


donde adquirió el valor y se apareció delante del rey Asuero sin ser
invitada. Reconociendo que solo un asunto muy importante haría que su
reina arriesgara la vida, el rey extendió a Ester su cetro de oro,
otorgándole así seguridad. También le prometió concederle cualquier
petición. Jesucristo extiende el cetro de su gracia a los que no le conocen
que se le acerca en arrepentimiento y fe. Para el creyente el cetro de oro
siempre esta extendido.

La reina Ester no se quejaba, ella alababa al Señor y confiaba cada vez


más en él.

Dios comenzó a organizar cada uno de los hechos. Mardoqueo había


revelado una conspiración contra el rey, salvándole así la vida, pero
Mardoqueo no había sido recompensado. «Esta negligencia tiene que ser
reparada», dice el rey, y ordena a Amán cumplir lo mismo que él había
pensado pedir para sí, y cumplirlo nada menos que en aquel hombre
aborrecido para quien había levantado en el patio de su casa una horca
de 83 pies de altura... Al día siguiente, durante el banquete, Ester revela
su petición; ardientemente ruega al rey por la vida de su pueblo y por la
suya propia «... si hubiésemos sido vendidos como esclavos retendría mi
lengua». «No es sólo las vidas de los judíos que dependen en la balanza
-continúa-, sino el beneficio del rey y del reino.» Un resultado peor que
perder a unos millares de fieles servidores, algo peor que la reacción en
cadena a que la matanza daría lugar, es que el rey se volvería contra
Dios.

Ester no se presentó como una mujer afligida ni derrotada, si no que se


fortaleció en Dios y usó la vestidura real que le correspondía.

ESTER 8: 15-17 Dice: 15 Mardoqueo salió de la presencia del rey


vistiendo ropas reales de azul y blanco, una gran corona de oro y un
manto de lino fino color púrpura. La ciudad de Susa estalló en gritos
de alegría. 16 Para los judíos, aquél fue un tiempo de luz y de alegría,
júbilo y honor. 17 En cada provincia y ciudad adonde Llegaban el
edicto y la orden del rey, había alegría y regocijo entre los judíos, con
banquetes y festejos. Y muchas personas de otros pueblos se hicieron
judíos por miedo a ellos.

Este decreto está hecho para ser exactamente igual tanto en su diseño
como su distribución al de Amán. El mal diseñado para otros se les
vuelve en contra. “el día que esperaban los enemigos de los judíos
dominarlos cambió y dominaron los judíos a sus enemigos.” El decreto
es señal de alegría para la ciudad de Susa y “para los judíos fue
esplendor y alegría, gozo y honor” y hubo banquetes y días de fiestas.

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