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“La reconciliación es un proceso, nunca diría que es una meta”. Con esta frase,
Mario López, profesor de resolución de conflictos de la Universidad de Granada,
en España, y asesor de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación
(CNRR), insistió en la importancia de concebir la reconciliación como un
recorrido que todas las esferas de la sociedad deben emprender en aras de
reconstruirse y entenderse y, de alguna manera, erigirse con miras hacia el
futuro.
López dijo estas palabras en una reunión con periodistas sostenida el pasado
martes 2 de diciembre de 2008 en Bogotá. Junto al experto se encontraba
también Eduardo Pizarro, presidente de la CNRR, quien expuso lo que para él y
Mario López, asesor
la institución que representa, resulta más complejo de abordar la temática de
de la CNRR.
reconciliación: “surgen preguntas sobre ¿cómo administrar el pasado, la memoria
y la reconciliación?, ¿cuándo se debe pasar la página?, ¿cómo escribir una misma historia y si quiera
pensar en compartirla?, ¿sirve la verdad para generar dinámicas de reconciliación?”.
Si bien existe la sensación de estar “arando en el desierto”, como dijo el Presidente de la CNRR, lo cierto
es que “vale la pena intentarlo”.
RECONCILIAR CON BASE EN EL FUTURO
Luego de plantear las dificultades y dudas fundamentales del proceso, López aseguró que “lo histórico de nuestro
caso (Colombia) es que se va a normalizar el país con verdad, justicia y reparación”. E insistió: “para que sea un
proceso histórico, amplios sectores de la sociedad tienen que involucrarse, así como los ciudadanos. Las víctimas
son patrimonio del conjunto de la sociedad colombiana y no pueden ser vistas como problema, no debemos
convertirlas en víctimas toda la vida”.
Luego planteó que la reconciliación no debe hacerse con base en el pasado sino en el futuro. “Cuando hablamos
de verdad, justicia y reparación, hablamos del pasado, de cómo sanar la herida. Cuando hablamos de memoria
histórica: las fuentes fundamentales son las víctimas”. Entonces, si bien todos estos escenarios son
imprescindibles para perdonar y comprender, es necesario mirar la posibilidad de construir el futuro para no
exportar los odios y las violencias del pasado. Pero, para mirar hacia
el futuro, hay que preguntarse, “qué futuro quieren las víctimas y, si la
reconciliación es un proceso, nunca diría que es una meta, debemos
buscar la manera de vivir juntos”. En últimas, y para lograr un mayor
efecto, la reconciliación debe convertirse en una política pública.
Sobre el rol de los medios, el asesor aseguró que estos no tienen que informar, sino formar: formar una opinión
pública. Algunos ejemplos, dijo, son los cumplidos por El Clarín (durante la dictadura Argentina), El País y Cambio
16 (durante el franquismo en España). “Tratar de curar y cerrar la herida producida por la violencia puede tardar
una generación entera, pero podemos empezar a cambiar nuestro lenguaje, los gestos”, insistió el experto.
Hubo consenso entre los periodistas asistentes al afirmar que los medios de comunicación pueden no estar
haciendo muy bien el trabajo porque la temática de verdad, memoria, reparación no ocupa un lugar fijo en la
agenda y así como viene, se va. Lo urgente desplaza a lo importante. “Siento la prensa regional muy
comprometida. Está muy metida en los procesos con las víctimas, con las fosas comunes”, explicó Pizarro, y
añadió que percibe una “distancia de la prensa bogotana en estos temas. Los gestos de reconciliación entre
excombatientes no merecen ni un comentario en la prensa bogotana. La mayor reparación para una madre es el
cuerpo de su hijo. Este es un tema que requiere un acompañamiento muy grande, de una manera muy
pedagógica. La prensa bogotana es distante de estos temas”.
“¿La prensa es reflejo del conjunto de la sociedad colombiana? Si la respuesta es sí, no seguimos hablando, pero
si no, me inclinaría por eso (dando esperanza), en el conjunto del país habría que distinguir entre lo urgente y lo
importante. Por qué la prensa en general no está interesada en los temas de la paz. Hay una fascinación muy
grande por la violencia. La guerra no está solo en la selva, sino en muchas mentes y corazones. Se tiene el
eufemismo de conflicto armado pero en unas zonas del país se está en guerra civil (cuando siempre se habla de
amigos y enemigos). Hay que desaprender la guerra”, concluyó López.