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CAPÍTULO V

INFORME DE SEGUIMIENTO – LAS MUJERES FRENTE A LA VIOLENCIA Y


DISCRIMINACIÓN DERIVADAS DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA

I. INTRODUCCIÓN

1. El proyecto de informe tiene como objetivo darle seguimiento a las


recomendaciones efectuadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
en el Informe Las Mujeres Frente a la Violencia y la Discriminación Derivadas del
Conflicto Armado en Colombia de 18 de octubre de 2006 (en adelante también “el
Informe de 2006”). En dicho informe, la Comisión analizó las principales
manifestaciones de la violencia que afectan especialmente a las mujeres dentro del
conflicto armado[1]; así como el impacto que han tenido en sus cuerpos y sus
vidas. El informe también manifiesta su preocupación ante las formas de
discriminación contra las mujeres afrocolombianas e indígenas y la forma especial
en que han sido afectadas por el conflicto armado. Por otra parte, el Informe de
2006 analiza los avances y desafíos de la respuesta del Estado colombiano al
impacto del conflicto armado en las mujeres e incluye una serie de
recomendaciones orientadas al diseño de una política estatal integral que aborde
estas problemáticas y avance la protección de los derechos humanos de las
mujeres. Las recomendaciones formuladas en dicho informe son de una doble
naturaleza: recomendaciones generales y recomendaciones por categoría de
atención y respuesta, que abarcan legislación, políticas públicas, instituciones y
programas estatales, el ámbito de diagnóstico y prevención, servicios públicos para
mujeres desplazadas, la administración de la justicia, la participación cívica y
política, y la verdad, justicia y reparación.

2. Desde la publicación del Informe de 2006, la Comisión ha continuado


haciendo seguimiento cercano a las temáticas identificadas como prioritarias
respecto a la situación de violencia y discriminación que atraviesan las mujeres, en
relación con el conflicto armado en el país. La Comisión ha convocado audiencias
temáticas y recibido información actualizada de una variedad de sectores
incluyendo el gobierno, organizaciones y redes de la sociedad civil, agencias
internacionales, entre otros. El 23 de octubre de 2008 se llevó a cabo la audiencia
“Discriminación y violencia contra las mujeres derivados del conflicto armado en
Colombia”, para dar seguimiento a las recomendaciones del Informe a la que
asistieron tanto organizaciones de mujeres de la sociedad civil como representantes
del Estado[2]. Asimismo, el 18 de julio de 2007, se realizó una audiencia pública
durante el 128º periodo de sesiones de la Comisión, sobre la situación de niños,
niñas y jóvenes vinculados con el conflicto armado interno en Colombia en donde se
proporcionó información sobre la continua vinculación de las niñas y adolescentes a
los grupos armados ilegales[3].

3. Mediante comunicación de fecha 28 de agosto de 2009, la Comisión


le solicitó información al Estado y a las organizaciones y redes de la sociedad civil
colombiana: la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado[4], la Mesa de
Seguimiento del Auto 092 – justicia en violencia sexual[5] y la Mesa de
Seguimiento del Auto 092 –sobre los programas de políticas públicas[6], sobre el
cumplimiento de las recomendaciones establecidas en el mencionado informe. El
proyecto de informe fue elaborado con base en la información recabada a través de
las audiencias temáticas, las solicitudes de información en seguimiento del Informe
de 2006, información recibida en relación con los otros mecanismos que la
Comisión aplica en relación al país, así como información pública disponible de las
agencias y organizaciones internacionales que han documentado y analizado la
situación de los derechos humanos de las mujeres en Colombia, durante los últimos
tres años.

4. El proyecto de informe de Seguimiento se divide en cuatro secciones


dedicadas a la consideración de las medidas adoptadas por el Estado, a partir de
octubre de 2006 a la fecha, para enfrentar los desafíos derivados de la violencia y
discriminación hacia las mujeres agravados por el conflicto armado. El Informe
inicia con un breve diagnóstico sobre el impacto del conflicto armado colombiano en
las mujeres en el periodo de tiempo estudiado, partiendo de las recomendaciones
emitidas por la Comisión en su informe anterior. El informe realiza también un
análisis de la situación actual de las manifestaciones de la violencia contra las
mujeres abordadas en el Informe del 2006. Asimismo, se aborda las distintas
formas de discriminación que continúan afectando a las mujeres indígenas y
afrocolombianas, tomando en cuenta las recomendaciones de la Comisión al
respecto y el contexto colombiano actual.

5. Por otra parte, se analiza la respuesta estatal, desde octubre de


2006 a la fecha, en el diseño e implementación del marco normativo y las políticas
públicas para proteger los derechos humanos de las mujeres frente a la violencia y
discriminación en el marco del conflicto armado; el diagnóstico y prevención de la
violencia; la administración de justicia; la atención humanitaria y los servicios de
apoyo a las víctimas del desplazamiento forzado. Asimismo, se abordan los avances
estatales y los obstáculos que todavía persisten para la realización de los derechos
de las mujeres a la verdad, la justicia y la reparación. Finalmente, las conclusiones
recogen los principales obstáculos y avances en el cumplimiento de las obligaciones
del Estado para proteger los derechos humanos de las mujeres y en la adopción de
una política estatal integral que ofrezca una respuesta satisfactoria a los actos de
violencia y discriminación que viven las mujeres en este contexto.

6. El proyecto de informe sigue la estructura utilizada por la Comisión


en el informe del 2006. En cada sección, se mencionan y se hace referencia a las
recomendaciones emitidas por la Comisión en su informe del 2006 relevantes al
tema. En el capítulo final, se transcriben todas las recomendaciones realizadas por
la CIDH en dicho informe, y se reitera la importancia de su cumplimiento cabal por
el Estado colombiano.

7. La versión preliminar del proyecto de informe fue remitida a la


República de Colombia el 23 de noviembre de 2009, para sus observaciones. El 23
de diciembre de 2009, el Estado presentó sus observaciones las cuales han sido
incorporadas en lo pertinente al proyecto de informe. La Comisión aprobó la
versión final de este informe el 30 de diciembre de 2009.

II. El IMPACTO EN LAS MUJERES DEL CONFLICTO ARMADO EN


COLOMBIA

8. En su Informe de 2006, la Comisión consideró que el conflicto


armado en Colombia afecta de forma distinta a las mujeres que a los hombres,
pues agrava la discriminación y la violencia histórica que las mujeres colombianas
han vivido[7]. En dicha oportunidad, la Comisión estableció que todas las
características que históricamente han expuesto a las mujeres a ser discriminadas,
sobretodo sus diferencias corporales y su capacidad reproductiva, son explotadas y
abusadas por los actores del conflicto interno[8]. De igual forma, se analizaron las
distintas manifestaciones de violencia derivadas del conflicto armado – formas de
violencia física, psicológica y sexual, el impacto desproporcionado en las mujeres
del desplazamiento forzado, el reclutamiento forzado de mujeres y niñas por los
grupos al margen de la ley, y la imposición de pautas de comportamiento social por
los actores del conflicto, cuyas consecuencias también tienen un impacto
diferenciado en la vida de las mujeres. Este impacto diferenciado de la violencia
en las mujeres se caracteriza por embarazos no deseados, abortos forzados, el
contagio de infecciones de transmisión sexual, el rechazo y la estigmatización por
parte de la comunidad hacia las víctimas, entre otros[9]. La Comisión analizó
también la múltiple discriminación que sufren las mujeres indígenas y
afrocolombianas en virtud de su sexo, raza y etnia, situación que se perpetúa y
agrava por las variables del conflicto armado.

9. Por otra parte, la Comisión en su Informe del 2006 examinó la


respuesta estatal a la problemática de la violencia y discriminación que enfrentan
las mujeres reproducida por el conflicto armado. Al respecto, la Comisión reconoció
diversos avances en la adopción de legislación y políticas públicas nacionales para
proteger los derechos humanos de las mujeres en relación con el conflicto armado.
Sin embargo, concluyó que había una ausencia de una política estatal integral y de
servicios y programas coordinados y multidisciplinarios para abordar el impacto
específico del conflicto armado en las mujeres; detectó fallas en el diagnóstico y
prevención de las consecuencias del conflicto armado en las mujeres; una
perspectiva homogénea de las mujeres como grupo objeto y beneficiario de
protección y servicios estatales; vacíos en la atención humanitaria y los servicios de
apoyo a mujeres víctimas del desplazamiento forzado; obstáculos en el acceso a la
justicia de las mujeres víctimas de violencia y discriminación por el conflicto
armado; la necesidad de proteger y legitimar el trabajo de las defensoras de
derechos humanos de las mujeres; y deficiencias en los procesos de justicia y paz
para proteger los derechos de las mujeres en el contexto del conflicto armado[10].

10. Por lo tanto, la Comisión realizó las siguientes recomendaciones


generales al Estado: 1) adoptar una política estatal integral para abordar el impacto
específico del conflicto armado en las mujeres en las áreas de justicia, salud y
educación entre otras; 2) implementar y fortalecer las medidas para cumplir con el
deber de actuar con la debida diligencia para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia y discriminación contra las mujeres, exacerbada por el conflicto armado;
3) implementar medidas para erradicar patrones socioculturales discriminatorios en
razón de sexo, raza y etnia, tomando en cuenta estas diferencias y condiciones de
vulnerabilidad en el desarrollo de las políticas públicas para mitigar el pernicioso
efecto del conflicto armado en las mujeres colombianas; 4) reconocer públicamente
las distintas manifestaciones de violencia y discriminación de género y su relación
con la crisis humanitaria atravesada por Colombia; y 5) aplicar debidamente las
recomendaciones formuladas por la Comisión y los organismos de Naciones Unidas
(Recomendaciones 1 a 5). De igual forma, realizó una serie de recomendaciones
específicas en aras de mejorar la respuesta estatal en la protección de los derechos
humanos de las mujeres en la legislación y políticas públicas; los servicios a las
mujeres desplazadas; el diagnóstico y prevención de la violencia; la problemática
de las mujeres indígenas y afrocolombianas; la administración de la justicia; la
participación cívica y política de las mujeres; y en los procesos de verdad, justicia y
reparación (Recomendaciones 6 a 65).

11. En este informe de seguimiento a dichas recomendaciones, que


cubre el periodo de octubre de 2006 a la fecha, la Comisión destaca los esfuerzos
del Estado para adoptar medidas de carácter legislativo y políticas públicas para
proteger los derechos de las mujeres frente al impacto de la violencia y
discriminación derivada de la dinámica del conflicto armado. Asimismo, reconoce el
papel fundamental que la Corte Constitucional de Colombia continúa jugando en
emitir pronunciamientos favorables para los derechos de las mujeres afectadas por
el conflicto armado. Sin embargo, la Comisión considera, en base a la información
proporcionada por una variedad de fuentes y sectores,[11] que la violencia ejercida
por todos los actores del conflicto interno sigue causando un impacto diferenciado y
agravando la discriminación histórica que las mujeres colombianas han vivido. En
este sentido, la Comisión nota con preocupación que las principales manifestaciones
de violencia contra las mujeres identificadas en el informe de 2006 - la violencia
física, sexual y psicológica; el reclutamiento forzado; la imposición de pautas de
comportamiento social; y el desplazamiento forzado - continúan afectando a las
mujeres de todas las edades, razas y etnias en Colombia. Asimismo, el conflicto
armado sigue afectando de forma particular a las mujeres indígenas y
afrocolombianas por la múltiple discriminación histórica que han sufrido.

12. Por otra parte, la Comisión observa que todavía persisten desafíos
notables para dar cabal cumplimiento a las recomendaciones hechas en el informe
de 2006. De la información proporcionada por distintas fuentes[12], la Comisión
considera que uno de los principales desafíos consiste en adoptar una política
estatal que brinde atención integral y diferenciada a las mujeres víctimas del
conflicto interno para garantizar la protección y restitución de sus derechos[13].
Dicha información da cuenta de una serie de deficiencias en el diseño e
implementación de una política estatal de prevención, investigación y sanción de la
violencia contra las mujeres que tome en cuenta los riesgos y vulnerabilidades
particulares derivados del conflicto armado[14]. De igual forma, la Corte
Constitucional de Colombia ha enfatizado en varias de sus resoluciones la ausencia
de enfoques diferenciados en las políticas públicas nacionales para las mujeres
afectadas por el conflicto, en particular de las mujeres desplazadas[15].

13. La Comisión reconoce como avances la emisión de leyes para


prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres tales como la Ley 1275 de 2008
y el Decreto 1290 de 2008 por el que se creó un programa administrativo de
reparaciones para las víctimas de grupos armados ilegales. Sin embargo, la
Comisión observa que persisten notables obstáculos para que las mujeres accedan
a la justicia, así como deficiencias claves en la atención integral a las víctimas y
protección efectiva ante las amenazas y la violencia ejercida por los actores del
conflicto armado[16]. Preocupa a la Comisión, la falta de recursos y las carencias
en la capacidad de instituciones claves, como la Fiscalía General de la Nación, para
actuar con la debida diligencia en la investigación de casos de violencia de género y
sexual ocasionada por los actores del conflicto armado. Asimismo, la Comisión ha
tomado conocimiento de que, a pesar de los notables avances en los sistemas y los
registros de información estadística, dichos sistemas todavía no reflejan
adecuadamente la realidad de la situación de la violencia contra las mujeres a nivel
nacional y local, especialmente la magnitud de problemáticas como la violencia
sexual causada por los actores del conflicto[17].

14. En cuanto a los servicios públicos destinados a abordar las


necesidades de las mujeres desplazadas, la Comisión destaca los Autos 092 y 237
de 2008 emitidos por la Corte Constitucional de Colombia para la protección de los
derechos humanos de las mujeres desplazadas. Sin embargo, la Comisión ha
tenido conocimiento de las dificultades para diseñar e implementar los trece
programas ordenados por la Corte Constitucional de Colombia para proteger los
derechos de las mujeres desplazadas, especialmente la falta de medidas para
garantizar la participación de las organizaciones de la sociedad civil[18].

15. Por otra parte, la Comisión reconoce los esfuerzos del Estado para
promover la participación cívica y política de las mujeres, especialmente de las
mujeres indígenas y afrocolombianas. No obstante, la Comisión continúa notando la
mirada homogénea de las políticas públicas hacia las mujeres que son afectadas
particularmente por el desplazamiento forzado y la violencia sexual. Por lo tanto,
constituye un desafío la adopción de políticas integrales del Estado para garantizar
los derechos de las mujeres indígenas y afrocolombianas en el acceso a la justicia y
a la protección de sus territorios, cuando son víctimas de actos de violencia y
despojo por parte de los actores armados del conflicto[19].
16. A pesar de la implementación de programas y medidas de
protección para víctimas y testigos de la violencia derivada del conflicto armado, la
Comisión manifiesta su preocupación por la situación de inseguridad y
vulnerabilidad a la que están expuestas las defensoras y las organizaciones de la
sociedad civil de derechos humanos de las mujeres[20]. La Comisión nota que las
leyes y políticas estatales diseñadas al respecto todavía no garantizan una
protección efectiva a las defensoras y organizaciones para continuar en su lucha
cotidiana. Respecto de los procesos de verdad, justicia y reparación, la Comisión
reconoce la creación e implementación del Programa de Protección de Víctimas y
Testigos de la Ley de Justicia y Paz en el 2007. Sin embargo, la Comisión sigue
recibiendo denuncias de que este programa no toma en cuenta las problemáticas
específicas de las mujeres víctimas de violencia en el contexto del conflicto armado,
y que muchos casos de violencia contra las mujeres investigados en estos procesos
continúan en la impunidad.

III. MANIFESTACIONES DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES


AGRAVADAS POR EL CONFLICTO ARMADO

17. La Comisión en su Informe de 2006 identificó y analizó cuatro


principales manifestaciones de violencia que afectan especialmente a las mujeres
en el contexto del conflicto armado: a) la violencia física, psicológica y sexual
utilizada para “lesionar al enemigo” con el fin de avanzar en el control de territorios
y recursos; b) la violencia destinada a causar el desplazamiento forzado del
territorio y desarraigo del hogar y de la vida familiar; c) la violencia sexual que
puede acompañar el reclutamiento forzado de las mujeres por parte de miembros
de la guerrilla o las fuerzas paramilitares, y d) la violencia como una pauta de
control social impuesta por grupos armados ilegales en poblaciones o territorios
bajo su control[21]. La Comisión ahora procede a analizar el desarrollo de estas
manifestaciones de violencia en el periodo comprendido por este informe de
seguimiento, y el estado de cumplimiento por el Estado de las recomendaciones
emitidas en el 2006 para prevenir, erradicar, sancionar y reparar estas graves
vulneraciones a los derechos de las mujeres.

A. Violencia física, psicológica y sexual

18. En su informe de 2006, la Comisión recomendó “adoptar las


medidas necesarias para prevenir, castigar y erradicar hechos de violación, abuso
sexual y otras formas de violencia, tortura y trato inhumano por parte de todos los
actores del conflicto armado” (Recomendación 47). Sin embargo, la Comisión
observa con preocupación la tendencia del incremento de la violencia contra las
mujeres en Colombia por los actores del conflicto armado. La Comisión continúa
recibiendo denuncias de asesinatos de mujeres por los actores del conflicto armado,
tanto de la fuerza pública como de los grupos al margen de la ley[22]. De acuerdo
con las estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
(INMLCF) de 2007 y 2008, la Comisión observa que los homicidios de mujeres a
causa de la violencia contra grupos descalificados se han incrementado[23]. Los
estudios estadísticos del INMLCF del 2007 concluyeron que “las mujeres están
siendo victimizadas con mayor frecuencia en las zonas urbanas y rurales por grupos
armados en confrontación”[24]. En este sentido, el INMLCF reporta un incremento
porcentual significativo de las muertes de mujeres causadas por la violencia
derivada del conflicto armado entre los años 2006 y 2007, siendo que el 22% de las
mujeres murieron en zonas rurales causadas por la violencia derivada del conflicto
armado y la violencia intrafamiliar, a comparación de un 7% en el 2006[25]. Por
otra parte, las organizaciones de la sociedad civil señalan que desde octubre de
2006, los homicidios de mujeres por parte de los actores armados en Colombia han
incrementado, con señales de tortura en sus cuerpos[26].
19. La intensificación de la violencia contra las mujeres en Colombia
perpetrada por los actores del conflicto armado en las zonas rurales del país
durante el periodo estudiado constituye una tendencia preocupante. Los estudios
estadísticos del INMLCF sobre el crimen en Colombia en el 2007 comprobaron que:
“las mujeres rurales están siendo involucradas en la confrontación que libran los
actores y agentes armados ilegales contra las fuerzas militares en tanto que, por un
lado, son víctimas de la violencia instrumental, mientras que por el otro siguen
siendo objeto de la violencia intrafamiliar”[27]. El Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer ha expresado también su preocupación al Estado por
la persistencia de los altos niveles de pobreza entre las mujeres que viven en las
zonas rurales y su vulnerabilidad constante al conflicto armado[28].

20. Otra de las tendencias que la Comisión también observa con


preocupación es la incidencia de la violencia sexual en el marco del conflicto
armado, siendo las niñas las principales afectadas. De acuerdo con INMLCF, en
Colombia durante el año 2008, se realizaron 21.202 informes periciales
sexológicos[29], 929 casos más que en el 2007 (4.3%)[30]. Asimismo, el INMLCF
señaló que en el 2008, el 87% de los dictámenes sexológicos fue practicado a
menores de edad, siendo las niñas de 10 a 14 años (31.5%) las más
afectadas[31]. De acuerdo con los informes de la sociedad civil, “en los años de
2007 y 2008, se registraron 126 dictámenes sexológicos que tienen por presunto
agresor a un actor armado”[32]. Sin embargo, en la mayoría de los casos no se
cuenta con información sobre las circunstancias en las que se produjeron los
hechos[33]. De la información proporcionada por agentes estatales y no estatales
en el periodo de 2007 a 2009, la Comisión observa que los principales
perpetradores de la violencia sexual son la policía, las fuerzas militares y los
actores ilegales del conflicto armado (guerrillas y grupos paramilitares)[34]. De
dicha información, también se desprende que la violencia sexual es perpetrada
mayormente en acciones militares, enfrentamientos armados y acciones
guerrilleras.

21. De igual forma, como lo señaló la Comisión en su informe de 2006,


existe un subregistro de los casos de violencia contra las mujeres dentro del
conflicto armado colombiano y las estadísticas oficiales disponibles siguen sin dar
cuenta de la magnitud del problema[35]. De la información proporcionada por
organizaciones de la sociedad civil y agencias internacionales[36], la Comisión
observa que en los casos de violencia sexual continúa este subregistro. La
Corporación Sisma Mujer ha documentado más de 70 casos de violencia sexual
perpetrados en contra de mujeres por actores armados o contra mujeres
desplazadas por actores civiles entre el 2006 y 2009[37]. Estos casos no han sido
registrados en las estadísticas oficiales y de los testimonios de las mujeres se ha
podido verificar “el agudo impacto y la profunda desestructuración que implica la
violencia sexual en la vida de las mujeres y las comunidades”[38]. En este sentido,
en la mayoría de los casos documentados, las mujeres han padecido secuelas
físicas y psicológicas ocasionadas por las agresiones sexuales, como torturas,
amenazas, vivencias traumáticas (haber presenciado asesinatos, otras violaciones y
agresiones sexuales) así como embarazos no deseados. Asimismo, la Oficina del
Alto Comisionado de Naciones Unidas en Colombia continúa registrando casos de
violencia sexual contra mujeres y niñas perpetuados por grupos armados ilegales,
como el caso del asalto sexual a una menor de 14 años que había sido previamente
reclutada por las FARC-EP en Palmira (Valle del Cauca)[39].

22. Por otra parte, de los informes de las organizaciones internacionales


de derechos humanos se desprende que la violencia sexual sigue siendo utilizada
por los actores del conflicto como un arma de guerra[40]. De acuerdo con Amnistía
Internacional: “Todas las partes involucradas en el conflicto atacan
deliberadamente a mujeres y niñas para explotarlas como esclavas sexuales, para
sembrar el terror en las comunidades y facilitar así el control militar del territorio,
para obligar a familias enteras a huir de sus casas y poder apropiarse de las tierras
abandonadas y para vengarse del enemigo”[41]. Los informes de las
organizaciones de la sociedad civil también señalan que todos los actores que
participan en el conflicto armado continúan cometiendo crímenes de violencia
sexual, física y psicológica bajo los patrones de acción identificados por la Comisión
en su Informe de 2006[42]. A partir de la revisión de casos registrados entre enero
de 2006 y diciembre de 2007, la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) ha
señalado que:

a) Grupos guerrilleros y paramilitares cometieron actos de violencia


sexual como estrategia de guerra y para generar terror en las
comunidades, en los departamentos de Putumayo, Antioquia, Cauca
y Arauca;
b) Grupos paramilitares cometieron actos de violencia sexual contra
mujeres líderes pertenecientes a organizaciones campesinas y de
desplazadas en el departamento de Santander;
c) Miembros de la Fuerza Pública cometieron actos de violencia sexual
como forma de abuso de autoridad en los departamentos de
Antioquia y Cauca;
d) Miembros de la Fuerza Pública cometieron actos de violencia sexual
acusando a la víctima de tener relaciones afectivas con un guerrillero
y como medio para obtener información, en el Valle de Cauca;
e) En algunos casos la violencia sexual se realizó al tiempo con otras
violaciones a los derechos humanos, por ejemplo precedió al
homicidio, o se dio de manera concomitante con hechos de tortura,
toma de rehenes y desaparición forzada[43].

23. En dichos informes se reporta que la violencia sexual ha continuado


por parte de los grupos paramilitares durante los procesos de desmovilización, lo
que significa que los perpetradores siguen ejerciendo control sobre la vida y el
cuerpo de las mujeres afectadas por el conflicto armado[44]. Por su parte, la Corte
Constitucional de Colombia en el 2008 reconoció que: “la violencia sexual contra la
mujer es una práctica habitual, extendida, sistemática en el contexto del conflicto
armado colombiano” y que esta violencia permanece en la “casi total
impunidad”[45]. En este sentido, la Corte Constitucional de Colombia destacó que
“los casos de crímenes sexuales cometidos en el marco del conflicto armado en los
que menores de edad son víctimas ocupan una porción desmesurada del universo
total de víctimas conocidas”[46]. Sin embargo, de la información recibida por
agentes estatales y organizaciones de la sociedad civil, [47] la Comisión ha podido
verificar que entre el 2006 y el 2009 las mujeres de todas las edades, razas y
etnias continúan siendo víctimas de violencia sexual.

24. Preocupa también a la Comisión la violencia física y sexual en


algunas regiones del país. En su informe anual publicado en el 2009, la Oficina del
Alto Comisionado de Derechos Humanos en el país notó que: “En algunos
departamentos, como el de Cauca y Chocó, la oficina en Colombia recibió
información de casos de tratos crueles y degradantes contra mujeres y niñas por
miembros del Ejército, que, en ocasiones, se tradujeron en violencia sexual”[48].
Por otra parte, la Comisión ha recibido información particularmente alarmante de
hechos de violencia sexual contra las mujeres y niñas en Medellín[49]. Se ha
reportado la explotación, el acoso y el abuso sexual de niñas y niños especialmente
en las comunas 6 y 8 y en el barrio de San Pedro; así como el embarazo de
adolescentes y desplazamiento de jóvenes por negarse a tener relaciones sexuales
con policías en la comuna 3 de La Cruz[50].
25. Por lo tanto, la Comisión reitera su recomendación al Estado de
garantizar la debida diligencia en la investigación, sanción y prevención de los casos
de violencia sexual contra las mujeres derivada del conflicto armado
(Recomendación 48) [51]. El Estado por su parte ha informado a la CIDH que “la
violencia contra las mujeres como fenómeno social de naturaleza multicausal ha
implicado rigurosos análisis desde el punto de vista jurídico y sociológico en
Colombia y en todos los continentes, para conocer la valoración de las mujeres
como sujetos de derecho en la sociedad; la valoración de las mismas por parte de
los operadores jurídicos y el tratamiento eficaz para combatir el problema”, y ha
emprendido una serie de acciones para evitar que estos hechos queden en la
impunidad, incluyendo la adopción de un “Plan Estratégico para la Defensa de los
Derechos de las Mujeres”, entre otras acciones[52].

26. Asimismo, la Comisión ha recibido denuncias de amenazas y otras


formas de violencia física, sexual y psicológica en contra de personas homosexuales
por los actores del conflicto armado. La organización Colombia Diversa ha puesto
en conocimiento de la Comisión, el caso de una pareja de lesbianas en Tolima que
desde el 2006 han sufrido amenazas de muerte y daños a su propiedad por el
grupo paramilitar AUC debido a su orientación sexual[53]. La Comisión manifiesta
su preocupación por estos hechos e insta al Estado a implementar medidas para
cumplir con el deber de actuar con debida diligencia para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia y discriminación contra las mujeres (Recomendación 2)
perpetrada en razón de su orientación sexual.

B. El desplazamiento forzado, la crisis humanitaria y las


mujeres cabezas de familia

27. La Comisión ha tomado conocimiento de que desde octubre de 2006


a la fecha, el desplazamiento forzado derivado del conflicto armado sigue afectando
gravemente a las mujeres, quienes continúan siendo aproximadamente la mitad de
la población desplazada[54]. Tanto entidades estatales como no estatales han
expresado su preocupación por el incremento del desplazamiento forzado en los
años 2007 y 2008, así como su impacto diferenciado en las mujeres[55]. De
acuerdo con el Registro Único de Población Desplazada (RUPD), de 2006 a 2009, se
registraron 648,295 mujeres y 610,213 en situación de desplazamiento, siendo
mayor el número de mujeres[56].

28. La Comisión observa con preocupación que las mujeres cabezas de


familia continúan dirigiendo un alto porcentaje de los hogares afectados por el
desplazamiento forzado. De acuerdo con el Registro Único de Población Desplazada
(RUPD), al 31 de agosto de 2009, un mayor número de hogares declarados en
situación de desplazamiento tienen jefatura femenina[57]. Por su parte, la Agencia
de la Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que en el 2007 hubo
más de 200,000 nuevas personas desplazadas registradas por el gobierno, siendo
las mujeres cabezas de familia uno de los principales grupos afectados[58]. El
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer también ha
expresado su preocupación al Estado respecto de la situación de las mujeres
desplazadas, y en particular de que las mujeres cabezas de familia “sigan estando
en situación de desventaja y siendo vulnerables en lo que respecta al acceso a la
salud, la educación, los servicios sociales, el empleo y otras oportunidades
económicas, así como siguen expuestas y vulnerables a todas la formas de
violencia”[59].

29. Como fue indicado por la CIDH en el informe del 2006, la Corte
Constitucional de Colombia ha emitido una serie de fallos trascendentales en la
protección de las personas desplazadas en Colombia, incluyendo las mujeres[60].
Esta corriente ha continuado en el periodo de 2007 a 2009 con la emisión de la
sentencia C-278 de 2007 respecto de una demanda de inconstitucionalidad
promovida por dos ciudadanos en contra de la Ley 387 de 1997 sobre prevención y
atención al desplazamiento forzado, así como los Autos 092, 237 y 251 de 2008 y
los Autos 004, 005 y 006 de 2009[61] en seguimiento de la sentencia T-O25-2004
para proteger los derechos de la población desplazada. En el 2008, la Corte
Constitucional de Colombia, en seguimiento de la sentencia T-O25-2004[62], dictó
el Auto 092 del 2008 para proteger los derechos fundamentales de las mujeres
desplazadas por el conflicto armado. En dicho fallo, la Corte Constitucional
constató que el desplazamiento forzado tiene un impacto desproporcionado en las
mujeres por los diversos riesgos de género identificados como causas del
desplazamiento[63].

30. Esta resolución es trascendental para la prevención del impacto


desproporcionado del desplazamiento forzado sobre las mujeres, así como en la
atención y la protección de las mujeres víctimas del desplazamiento forzado.
Respecto del primer punto, la Corte identificó diez riesgos que enfrentan las
mujeres causados por el desplazamiento, entre los que destacó el riesgo de
violencia sexual por la gravedad y generalización de dicha forma de violencia[64].
En relación con el ámbito de atención a las mujeres desplazadas, la Corte
identificó 18 facetas de género del desplazamiento forzado que impactan de
manera diferenciada a las mujeres. Estas facetas incluyen tanto patrones de
violencia y discriminación contra las mujeres persistentes al desplazamiento y que
se ven agravados por el mismo, como problemas específicos de las mujeres
desplazadas por los factores de vulnerabilidad a los que están expuestas en virtud
del desplazamiento[65]. En este sentido, la Corte pudo constatar que las mujeres
desplazadas tienen mayores riesgos de ser expuestas a la violencia física y sexual.
De acuerdo con las estadísticas mencionadas en el fallo: “En cuanto a la violencia
física, el 44% de las mujeres desplazadas casadas o unidas han experimentado
algún tipo de violencia física por parte de su pareja, cifra mayor al promedio
nacional de 39%”[66]. Por otra parte, el 8.1% de las mujeres desplazadas reportó
haber sido violada por personas distintas a su esposo o compañero, entre las cuales
el 27% han sido forzadas a tener relaciones sexuales con desconocidos[67].

31. Por lo tanto, la Corte estableció el deber de las autoridades de


prevenir el impacto desproporcionado del desplazamiento sobre las mujeres y de
garantizar los derechos fundamentales de las mujeres afectadas por el
desplazamiento[68]. Al respecto, estableció en beneficio de las mujeres
desplazadas las presunciones constitucionales de vulnerabilidad acentuada y de
prórroga automática de la ayuda humanitaria de emergencia. En virtud de la
presunción de vulnerabilidad acentuada, las autoridades del Sistema Nacional de
Atención a la Población Desplazada (SNAIPD) deben presumir que las mujeres
desplazadas se encuentran en una situación de vulnerabilidad e indefensión y
valorar de forma integral y oficiosa posibles violaciones a sus derechos humanos;
evitar imponer cargas administrativas o probatorias innecesarias, y realizar de
oficio la orientación y el acompañamiento necesarios para que las mujeres accedan
a los programas de protección creados en su beneficio[69]. Asimismo, la
presunción de prórroga automática de ayuda humanitaria de emergencia “implica
que dicha ayuda debe suministrarse de manera integral, completa e ininterrumpida,
sin necesidad de programar o realizar visitas de verificación y asumiendo que se
trata de personas en situación de vulnerabilidad extrema que justifica el
otorgamiento de la prórroga, hasta el momento en que las autoridades comprueben
que cada mujer individualmente considerada ha logrado condiciones de
autosuficiencia integral y en condiciones de dignidad, momento en el cual podrá
procederse, mediante decisión motivada, a la suspensión de la prórroga” [70].

32. De igual forma, la Corte Constitucional ordenó el diseño e


implementación de 13 programas para la protección de los derechos de las mujeres
desplazadas que se describen infra en el capítulo V de este informe. Finalmente, la
Corte Constitucional emitió órdenes individuales de protección para 600 mujeres
desplazadas en el país y remitió a la Fiscalía General de la Nación 183 casos de
crímenes sexuales cometidos en el marco del conflicto armado en contra de las
mujeres para su investigación inmediata[71]. Esta resolución constituye un avance
significativo en la protección de los derechos humanos de las mujeres desplazadas.
Sin embargo, la Comisión ha tenido conocimiento de diversas problemáticas para
su implementación que se detallan infra en el capítulo V de este informe relativo a
la respuesta del Estado al impacto del conflicto armado en las mujeres
colombianas.

33. Por otra parte, en su informe de 2006 la Comisión identificó entre


las causas del desplazamiento forzado que afectan a las mujeres, la batalla para
controlar o mantener el control sobre los territorios por parte de los actores del
conflicto[72]. En este sentido, la Comisión observa que el conflicto armado
continúa agravando la discriminación histórica que las mujeres colombianas han
vivido para acceder a la propiedad. Por ejemplo, la muerte o desaparición de los
hombres ocasionada en este contexto, les genera a las mujeres mayores riesgos de
ser despojadas de sus tierras. De acuerdo con las organizaciones Corporación Casa
de la Mujer y la Ruta Pacífica de las Mujeres, uno de los problemas principales es
que las mujeres generalmente no cuentan con información sobre los linderos de los
predios, la existencia de títulos de propiedad o la modalidad de derechos que
ostentan respecto de los bienes inmuebles. Por lo tanto, no cuentan con pruebas
que demuestren la posesión de dichos bienes, y algunas mujeres no cuentan con
información lo que la tierra y sus productos pueden significar en términos
económicos, enfrentando mayores riesgos “de perder su patrimonio frente a las
acciones de los distintos actores armado y no armados interesados en configurar
situaciones de despojo y abandono forzado”[73]. La Comisión no ha tenido
conocimiento de medidas adoptadas para dar una respuesta estatal satisfactoria a
esta problemática.

C. Reclutamiento forzado y voluntario de mujeres y niñas e


imposición de pautas de comportamiento

34. De la información proporcionada por organizaciones de la sociedad


civil, la Comisión observa que las prácticas de reclutamiento e imposición de
conductas sociales que menoscaban los derechos de las mujeres por parte de los
actores del conflicto armado siguen ocurriendo, con variantes preocupantes[74].
Se ha reportado que el poder de los grupos paramilitares sobre la población
continúa vigente[75]. Particularmente, los desmovilizados en los territorios que
ocupan se han convertido en la “primera instancia” de resolución de conflictos,
“desde los familiares, vecinales y comunitarios hasta los que son competencia de
las autoridades policíacas, fiscales y judiciales”[76]. Asimismo, de la información
recibida, la Comisión nota que los actos de violencia por desmovilizados continúan
su afectación a las mujeres. Los informes de la sociedad civil señalan que estos
actos se perpetúan en forma de “amenazas, desplazamiento forzado, violación a
mujeres y niñas, uso y reclutamiento de niños y niñas para actividades delictivas,
venta, despojo y robo de viviendas; imposición de códigos de conducta, control del
espacio público a través de ‘vacunas’ a vendedores/as ambulantes y a personas que
ejercen la prostitución”[77].

35. De la información recabada mediante misiones de observación y


entrevistas a mujeres en situación de desplazamiento realizadas por las
organizaciones civiles colombianas en 2008, se ha podido constatar que el proceso
de desmovilización de los grupos paramilitares continúa teniendo un impacto
particular en las mujeres[78]. Además de las distintas manifestaciones de violencia
contra las mujeres, ya identificadas previamente por la Comisión en su informe de
2006, destacan los nuevos métodos de reclutamiento que utilizan los actores
armados ilegales para seducir a las mujeres jóvenes, integrarlas a sus
organizaciones y obtener información de ellas[79]. Entre estos métodos de
reclutamiento “voluntario”, se encuentran: ofertas de empleo en buenas
condiciones en servicios de vigilancia; regalo de bienes que son valorados por la
población juvenil (como vestimentas de marca); y la oportunidad de “enamorarse
voluntariamente de ellos”[80].

36. Asimismo, se han reportado nuevas prácticas de control sexual y


social hacia las mujeres, como “los paga diario” por parte de los grupos
paramilitares quienes aprovechan las condiciones de pobreza y exclusión de las
mujeres para ejercer control sobre sus cuerpos y sus vidas[81]. Los testimonios de
las mujeres narran que “los paga diario” son desmovilizados que, en virtud de la
situación de pobreza de las mujeres, prestan altas sumas de dinero en las zonas
desplazadas y cobran diario un porcentaje. Si las mujeres no pueden cubrir la
deuda, se pide la entrega de las mujeres jóvenes a cambio y se han registrado,
incluso, asesinatos de mujeres que han rehusado entregar a sus hijas[82]. En
virtud de estas prácticas, las mujeres tienen que desplazarse a otro lugar, sufren la
ruptura familiar, asumen la cabeza de sus familias y velan por su seguridad. De
igual forma, la Comisión ha tomado conocimiento de que los grupos paramilitares
continúan asesinando a las trabajadoras sexuales en ciertas regiones del país por
considerarlas “indeseables.” De acuerdo con Amnistía Internacional, en el 2007,
“miembros de grupos paramilitares mataron al menos a cinco trabajadoras sexuales
en el departamento de Putumayo”[83].

37. Las organizaciones de la sociedad civil también le han manifestado a


la Comisión que continúa la vinculación forzada de niños, niñas y adolescentes a
grupos armados tanto por nuevos grupos paramilitares, que no hicieron parte de la
negociación con el Gobierno o que se han rearmado; y por las guerrillas[84]. La
Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas en
Colombia señala en su último informe que “el reclutamiento de menores y la
comisión de actos de violencia sexual contra mujeres y niñas” por parte de los
actores ilegales del conflicto armado continua[85]. Amnistía Internacional ha
reportado que los grupos paramilitares, con la colaboración de bandas de
delincuentes, han secuestrado y violado a mujeres y niñas en varias zonas de
Colombia y después las han obligado a trabajar como prostitutas[86]. La Comisión
no ha tenido conocimiento de medidas efectivas implementadas por el Estado para
prevenir, investigar y sancionar estos actos de violencia contra las mujeres,
adolescentes y niñas colombianas. Por lo tanto, la Comisión reafirma sus
recomendaciones al Estado de adoptar una política estatal integral para abordar el
impacto específico del conflicto armado en las mujeres, y de emprender esfuerzos
para cumplir con su deber de actuar con la debida diligencia requerida frente a
estos actos (Recomendaciones 1 y 2).

38. Para enfrentar el problema de la trata de personas, el Estado


destaca la implementación de la Estrategia Nacional para la Lucha de la Trata de
Personas (Ley 985 de 2005 – Decreto 4786 de 2008), mediante la cual el Estado
implementa una serie de “medidas de prevención; de protección y asistencia a
víctimas; el fortalecimiento de la investigación judicial y la acción policiva; y de
cooperación internacional”[87].

IV. MÚLTIPLE DISCRIMINACIÓN CONTRA LAS MUJERES


AFROCOLOMBIANAS E INDÍGENAS

39. En su informe de 2006, la Comisión verificó que la situación de las


mujeres indígenas y afrocolombianas era particularmente crítica por la múltiple
discriminación que enfrentan debido a su sexo, raza, etnia y posición económica,
situación que se agrava dentro del conflicto armado[88]. La Comisión observa con
preocupación que actualmente, las mujeres indígenas y afrocolombianas continúan
siendo particularmente vulnerables a actos de violencia y discriminación en el
marco del conflicto armado colombiano. Al respecto, la organización internacional
Oxfam señala: “Dentro de los grupos de población, las mujeres afrocolombianas y
las mujeres indígenas son las más vulnerables ante la violencia sexual dada la
discriminación que sufren con base a más de un factor, marcada por su género, por
su etnia y por su pobreza”[89].

40. Los organismos internacionales de Naciones Unidades también han


expresado su preocupación ante la situación particularmente grave de las mujeres
afrocolombianas e indígenas. En su visita a Colombia en julio de 2009, el Relator
Especial sobre Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas expresó su preocupación
ante la situación de las mujeres indígenas afectadas por el conflicto armado, y urgió
al Gobierno a fortalecer sus programas de servicios de atención para responder de
manera efectiva a estas necesidades[90].

41. La Comisión nota que la múltiple situación de discriminación de las


mujeres indígenas - tanto por su exclusión histórica por ser indígenas como por el
hecho de ser mujeres - sigue siendo agravada por el conflicto armado. Un informe
de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) sobre los derechos
humanos de las mujeres indígenas, manifiesta que: “La realidad de las mujeres
indígenas en Colombia, es que son impactadas doblemente por el conflicto y la
violación sistémica de los derechos humanos; ser mujeres e indígenas hace que los
efectos y la utilización de las mujeres en la guerra causen daños diferenciados en
su vida personal y comunitaria”[91]. De acuerdo con cifras de esta organización,
entre 2002 y 2009 más de 1.000 indígenas fueron asesinados por causas violentas,
siendo los pueblos más afectados Nasa, Wayúu, Kankuamo, Awá y Embera Chamí.
Aproximadamente un 15 % (151 víctimas), eran mujeres, niños y niñas[92].
También se reportó que en el mismo periodo 187 mujeres indígenas fueron
víctimas de violencia sexual y tortura[93].

42. La Comisión nota con preocupación que la violencia sexual en el


marco del conflicto armado afecta particularmente a las mujeres indígenas. De
acuerdo con la Corte Constitucional, la incidencia de la violencia sexual derivada del
conflicto armado se incrementa en el caso de las mujeres indígenas[94].
Asimismo, en el Auto 004 de 2009, dictado para proteger los derechos de las
personas y pueblos indígenas desplazados por el conflicto armado, la Corte
Constitucional señaló que la prostitución forzada y la violencia sexual hacia mujeres
y jóvenes indígenas es usada como táctica bélica, principalmente por parte de los
actores armados ilegales y que muchos de los casos de violencia sexual
denunciados por la Corte ante las autoridades competentes tienen por víctimas
mujeres, niñas y adolescentes indígenas en todo el país[95]. Según la información
de las organizaciones de la sociedad civil, “para el año 2006 aumentaron los casos
de niñas indígenas abusadas sexualmente por hombres pertenecientes a los
Batallones de Alta Montana, Policía Contraguerrillas y otras unidades militares y
policiales”[96]. La Comisión también observa con preocupación que la violencia
sexual perpetrada por los actores del conflicto armado contra las mujeres indígenas
continúa siendo “una realidad silenciada”, ya que las mujeres no denuncian estos
crímenes por miedo a ser estigmatizadas y rechazadas en sus comunidades[97].
Por lo tanto reitera su recomendación al Estado de diseñar y adoptar políticas en
materia de justicia que tomen en cuenta la situación de las mujeres indígenas
(Recomendación 37).

43. Por otra parte, la Comisión nota que las mujeres indígenas y
afrocolombianas desde el 2006 a la fecha han sido particularmente afectadas por el
desplazamiento forzado. En este sentido, el Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial expresó recientemente su preocupación al Estado de que “las
mujeres y las niñas afrocolombianas e indígenas sean particularmente vulnerables
entre la población de desplazados y carezcan de una asistencia y protección
eficaces y diferenciadas”[98]. De igual forma, en el Auto 092 de 2008, la Corte
Constitucional de Colombia comprobó que “las mujeres indígenas y
afrodescendientes son, entre el grupo de mujeres desplazadas, el segmento
poblacional que ha sido afectado con mayor dureza por los crímenes, las injusticias
e inequidades que forman parte constitutiva tanto de la violencia armada como del
desplazamiento forzado”[99]. Por lo tanto, la Comisión reitera su recomendación de
“diseñar y adoptar políticas culturalmente pertinentes, con la participación de las
mujeres indígenas y afrocolombianas, dirigidas a la protección de mujeres
desplazadas de estos grupos” (Recomendación 41).

44. El desplazamiento forzado, como fue señalado por la Comisión en su


informe de 2006, es una de las afectaciones más arduas del conflicto armado en las
mujeres indígenas y afrocolombianas por la relación que tienen con sus tierras y
sus comunidades[100]. En este sentido, la Comisión nota que las mujeres
indígenas y afrocolombianas continúan siendo afectadas particularmente por el
desplazamiento forzado al ser despojadas de sus territorios ancestrales y separarse
de sus comunidades. Los informes de la sociedad civil constatan que al ser
desplazadas por los actores del conflicto armado, “las mujeres indígenas sufren el
impacto desproporcionado […], se exponen al abuso y explotación sexual, a la
mendicidad, a la explotación en trabajos como el trabajo doméstico, entre otros, sin
contar las condiciones infrahumanas en las que les toca vivir en los cinturones de
miseria en las ciudades”[101]. Consecuentemente, la Comisión recuerda al Estado
su recomendación de respetar y proteger de manera efectiva los territorios
ancestrales de sus pueblos

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