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Dra. Adriana López Quintana; DMTV
alopezquintana@adinet.com.uy
La relación entre los humanos y los pequeños animales, se ha intensificado en
respuesta a diferentes cambios sociales que han afectado la estructura familiar y las vías de
soporte afectivo del ser humano. Para muchos los animales de compañía son la fuente
primaria de soporte social y emotivo, y un miembro más de la familia.
El ejercicio de la medicina veterinaria presenta una peculiaridad única si se la compara
con el resto de los profesionales en el área médica. El profesional veterinario se enfrenta a una
realidad en la que debe conjugarse la triple coyuntura establecida por el médico veterinario, su
paciente (el animal bajo atención médica) y el cliente (propietario del animal).
Esta particularidad demanda estrategias singulares para establecer un diálogo
productivo que permita una relación efectiva entre el veterinario y el cliente en torno al punto
central que es el paciente.
Las emergencias son situaciones o eventos que “emergen” en forma repentina, y en
medicina coinciden en innumerables ocasiones con situaciones de urgencia en las que es de
vital importancia actuar en forma inmediata. Como tales estas situaciones implican un evento
crítico para quienes se ven involucrados.
El trabajo en medicina de emergencia e intensiva, implica pasar de la calma a la crisis
en cuestión de segundos, en lo que podría compararse a una montaña rusa emocional, la
capacidad de adaptación y respuesta, se tornan así en componentes fundamentales para llegar
a una resolución satisfactoria de la situación.
Simplemente por el medio en el que trabajan, los veterinarios que practican medicina
de emergencia pueden presentar una situación de riesgo incrementado respecto a la
posibilidad de recibir denuncias, acusaciones y litigios. Actualmente existe una expectativa
incrementada en cuanto a que los hospitales veterinarios sean capaces de utilizar tecnología
avanzada. Los hospitales de emergencias son el ejemplo clásico de establecimientos en los que
se espera la capacidad de proveer las opciones de tratamiento sofisticadas que requieren los
propietarios “internet educados” de hoy en día.
La atmósfera estresante y de urgencia en la que se ve inmersa la práctica de la
medicina de emergencia, frecuentemente limita las posibilidades de comunicación detallada y
el crecimiento de una relación propietario‐veterinario adecuada la cual es siempre un
componente clave a la hora de prevenir litigios y denuncias. Los veterinarios de emergencia
pueden estar en desventaja y potencialmente ante un mayor riesgo ya que frecuentemente no
existe una relación previa con el cliente y la mascota y no disponen o no están familiarizados
con la historia previa del paciente o la familia.
Por lo tanto, la comunicación efectiva desde el primer contacto, sigue siendo el
componente más importante para la resolución satisfactoria de una situación de emergencia,
mucho más aún cuando la resolución final del caso pueda ser incapacidad grave o la muerte.
La habilidad de comunicarse en forma efectiva con nuestros clientes en este entorno,
requiere compromiso, conocimiento de las diversas reacciones de los seres humanos frente a
una crisis y de estrategias de comunicación adecuadas. La meta es intervenir en forma rápida,
decidida y sobre todo calmada, con el objetivo de estabilizar la situación lo suficiente para
lograr que el cliente nos brinde la información necesaria acerca de cómo se desarrolló la
enfermedad de su mascota, nos transmita sus inquietudes o preocupaciones; y sobre todo
pueda comprender la condición en la que se encuentra nuestro paciente, de forma tal que le
permita tomar decisiones coherentes acerca de las diferentes opciones de tratamiento y de
sus posibilidades de costearlos.
A continuación discutiremos ciertas estrategias e ideas básicas para obtener canales de
comunicación fluida con nuestros clientes en el contexto de una urgencia o emergencia.
ESTRATEGIAS PARA GANAR EL CONTROL DE UNA SITUACIÓN CRÍTICA.
La forma de enfrentarse a una situación crítica es extremadamente variable entre los
individuos, sin embargo, una gran mayoría actúa de formas preocupantes y muchas veces
perturbadoras. Al igual que la situación de los adultos respecto a los niños, esto se ve agravado
por el reconocimiento implícito de la responsabilidad del ser humano sobre sus animales de
compañía. Esto agrega factores emocionales que afectan tanto al individuo como al ambiente
familiar, por esta razón, es frecuente que se desarrollen escenas de gritos y acusaciones
cuando un paciente en condición de urgencia o emergencia, llega a la clínica acompañado de
más de un integrante de la familia. Si a todo esto se le agrega la presencia de niños, el
escenario puede resultar caótico.
Mantener la calma en este contexto puede resultar todo un reto. Si bien, parte de la
habilidad de actuar y comunicarse efectivamente en estas situaciones, puede ser aprendida o
entrenada, requiere de una personalidad equilibrada y empática, con gran dominio de sí
mismo, lo que debe ser tenido en cuenta tanto al elegir esta rama de la práctica de la medicina
como al contratar el personal para esta área de la clínica.
En grandes hospitales veterinarios, la secretaria o recepcionista es la responsable de
estabilizar y ganar control de la situación para obtener la información primaria pertinente y
servir de nexo comunicacional entre el propietario y el médico veterinario. Este rol también
puede cumplirlo un estudiante o médico interno joven, y recaerá en nosotros cuando se trate
de clínicas pequeñas.
He de enfatizar que la discusión acerca de la condición del paciente y las diferentes
opciones de tratamiento es responsabilidad del médico veterinario directamente involucrado
en la atención del caso clínico particular.
Las personas enfrentadas a situaciones críticas a menudo se sienten incapaces de
tomar decisiones; es fundamental devolverles es capacidad a la brevedad posible. Como
médicos veterinarios, necesitamos que los propietarios tomen decisiones concernientes a la
elección de diferentes opciones de tratamientos, realización o no de diferentes medidas de
resucitación y sus posibilidades de costearlos.
Una estrategia simple, para iniciar la toma de decisiones consientes es comenzar por
opciones triviales, como preguntarles si desean sentarse o telefonear a algún familiar o amigo.
Es importante proveer cierta estructura a través de herramientas de comunicación verbal y no
verbal, esto brinda un marco de interacción efectivo que nos permite brindarles un adecuado
soporte emocional, obtener y brindar información, facilitando así la resolución del problema.
Debe mantenerse contacto visual, una postura abierta y asentir para demostrar que se
está asimilando la información. Si se asume una postura abierta, calma y segura, las personas
se sentirán confiadas y sabrán que su interlocutor es una persona que puede ayudarlos a
superar la crisis y a resolver su problema.
Para la comunicación verbal directa existe una distancia que se considera ideal o libre
de interferencias. Todos en alguna oportunidad, nos hemos sentidos incómodos cuando
alguna persona se acerca demasiado durante la conversación, esto se da cuando se invade el
espacio personal o distancia íntima, equivalente al largo de un brazo. El invadir el espacio
íntimo resta claridad a la comunicación ya que otros factores como la sensación incomodidad,
los aromas, la mirada, e incluso lunares, acné y otras cosas triviales pasarían desapercibidas en
otras circunstancias, se confabularán para interferir con la captación de las palabras.
A continuación se encuentra la distancia de comunicación efectiva, en la que se
optimiza la captación de la información brindada. Este espacio comienza donde termina la
distancia íntima y se prolonga hasta dos metros. Más allá de esta distancia se acentúan las
interferencias externas lo que dificulta la comunicación.
El contacto físico, cuando es utilizado en forma adecuada puede tomar el lugar de las
palabras cuando ningún discurso parece adecuado. Debemos respetar las áreas de contacto
“seguras”, incluyendo los hombros, los brazos y en ocasiones las manos, sin olvidar nunca las
diferencias sexuales, culturales y religiosas.
El área de atención de emergencia deberá ofrecer al cliente un ambiente profesional
que transmita confianza en cuanto a lo técnico, y que a la vez sea relativamente privado para
permitir una toma de decisiones consientes, aislados de posibles influencias externas que
puedan agregar factores de confusión e interferencia.
Cuando el paciente es alejado de su propietario para realizar procedimientos médicos,
el estado de angustia y ansiedad del cliente permanece hasta recibir noticias. No debe
confundirse privacidad con aislamiento, la falta de un nexo comunicativo respecto a lo que
está sucediendo con su mascota, puede brindar tanto falsas expectativas como incertidumbre
adicional.
Durante la espera algunos propietarios pueden sentirse más relajados si se les permite
la posibilidad de interactuar con otros propietarios, pero otros preferirán un ambiente
confortable, tranquilo y en ocasiones privado para lo que puede adaptarse parte de la sala de
espera o un consultorio, recordando brindarles siempre acceso fácil a un teléfono, al sanitario
y a pañuelos de papel.
Es importarte saber que durante eta espera pueden generarse cambios de opinión o
exacerbación de sentimientos reprimidos. La intensidad de estos sentimientos será
proporcional al grado de comunicación, compenetración y entendimiento mutuo establecido
con el profesional veterinario durante el encuentro inicial.
El diálogo
El diálogo y la confianza lograda o no, se extienden más allá de concluida esta atención
particular, el éxito o fracaso de la relación veterinario – cliente se verá mucho más influenciada
por la actitud, la compenetración y entendimiento logrado durante todo el proceso que por el
éxito o el fracaso en cuanto a la sobrevida del paciente.
La condición esencial para el diálogo no es la fluidez del discurso, sino el saber
“escuchar”, lo que posibilita la participación y el crecimiento de la confianza del cliente en el
proceso de cura del paciente.
Debemos aprender a escuchar, y reconocer verbalmente las emociones del cliente, sin
emitir juicios. “Comprendo lo que Boby significa para usted y su familia, y sé lo angustiada/o
que se encuentra debido al accidente que sufrió. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance.”
Esto es una forma fehaciente de demostrar que hemos comprendido la situación en la que se
halla, lo que como contrapartida tranquilizará a nuestro interlocutor.
Por la propia naturaleza de la atención de emergencia, cabe al médico conducir el
diálogo para permitir la concesión del espacio esencial que necesita para poder atender al
paciente. Sin embargo, debemos involucrar al cliente en el proceso de toma de decisiones
Una vez logrado un cierto grado de estabilidad emocional en el propietario, debemos
informar en forma concreta y con las palabras exactas la condición del paciente. Es primordial
situarlos en la situación real y no abrigar falsas esperanzas. Esto cobra un mayor realce cuando
nos enfrentamos a lesiones severas, y con la posibilidad de la muerte, ya natural o mediada.
“Las lesiones que presenta Boby son severas, y su condición actual es grave.” Utilizar términos
exactos y sencillos (que sean comprendidos fácilmente por cualquier persona) evita
confusiones, les permite aceptar o entender la realidad en toda su dimensión y nos acerca un
paso hacia la toma de decisiones.
Luego debemos recabar información. Las preguntas abiertas pero concretas ayudan a
identificar ciertos obstáculos que interfieran en la toma de decisiones.
− “¿Hay alguien más a quien debamos informar lo que ocurre?” Esta
pregunta puede determinar la idoneidad de la persona que está enfrente a nosotros
en la toma de decisiones, y permite en cierta forma, aliviar la carga, al brindarles la
oportunidad de consultar con otra persona.
− “Veo que se encuentra un poco perplejo, quisiera saber si ha
comprendido la condición en la que se encuentra Boby y si desea plantearme alguna
duda.” Este tipo de preguntas abiertas puede devolvernos información importante
acerca de la relación propietario ‐ mascota, de la percepción del cliente de la condición
médica del paciente, así como cierta información específica acerca de lo que le pueda
estar ocurriendo.
Al formular preguntas es importante ser preciso, la meta es ayudarlos a priorizar los
puntos importantes y a elaborar un plan de acción en concordancia. Los puntos a tratar serán
la condición del paciente, las opciones de tratamiento, la posibilidad de eutanasia, las
posibilidades del cliente de cubrir los costos de tratamiento y las diferentes formas de
financiamiento.
Costos y Financiamiento
Con frecuencia y sobre todo cuando se habla de costos y financiamiento, los
propietarios se comportan en forma irracional, se enojan e intentan responsabilizarnos de
ciertos factores que se encuentran, aparentemente fuera de su control. En estas ocasiones
debemos mediar la situación y enfrentarlos a la realidad, lo que les molesta en realidad es la
situación y no nuestra actitud.
La medicina de emergencia e intensiva, implica costos relativamente elevados. Cuando
las mascotas presentan enfermedades o injurias graves, el tema “dinero” se torna un asunto
álgido tanto para el cliente como para nosotros.
La responsabilidad de costear el tratamiento corresponde al propietario.
Frecuentemente nos enfrentamos al concepto de que por nuestra profesión tenemos una
obligación moral de brindar un tratamiento, incluso cuando su propietario no posea los medios
económicos necesarios. Aunque, tenemos la obligación de aliviar el sufrimiento de nuestros
pacientes, de ninguna manera esto implica brindar a nuestro coste tratamientos onerosos.
El primer concepto importante a establecer es que este es nuestro trabajo, y por lo
tanto la fuente de sustento nuestra y de nuestra familia. El confrontar al cliente con esta
realidad evita discusiones infructuosas.
Debemos desvincular el aspecto económico del afectivo. Es importante que el cliente
comprenda que sus posibilidades económicas no tienen nada que ver con sus sentimientos
hacia su mascota, ni con nuestro grado de compromiso hacia nuestra profesión y nuestros
pacientes. “Analía, la medicina intensiva puede ser onerosa, y no todos podemos costearla.
Incluso para nosotros puede resultar bastante cuesta arriba. Debes comprender que
entendemos que pueden existir ciertas limitaciones económicas, y que esto no revela nada
acerca del grado de amor que tu sientes por Boby.”.
Finalmente debemos llegar a la toma de decisiones. El objetivo es cubrir de la mejor
manera posible las necesidades del cliente y del paciente. Nuestra misión es ayudarlos a
comprender y priorizar la situación y permitirles explorar todas las alternativas. Es importante
que sea el propietario quien decida el plan de acción a seguir. Aquel cliente que resuelve por sí
sólo la situación luego de haber explorado todas las posibilidades se compromete más con el
resultado y es menos probable que nos responsabilice si éste no es el más satisfactorio
Consentimiento informado
En raras ocasiones al comenzar a tratar un paciente crítico podremos prever todas las
posibles complicaciones, por lo que es conveniente presentar un presupuesto dentro de un
rango más o menos amplio. Así podremos ir trabajando, dentro de un rango razonable, sin
tener que consultar al propietario cada vez que la condición del paciente varíe y necesitemos
instrumentar una nueva terapia.
Debemos ofrecer diferentes opciones de financiamiento, ya sean tarjetas de crédito,
préstamos financieros, cheques diferidos, etc. Esto permitirá llegar a una solución satisfactoria
para todas las partes involucradas. Una vez que el dueño opte por un tratamiento y rango de
costos predeterminado es aconsejable, hacer firmar un documento que establezca su
consentimiento para el tratamiento y su compromiso al asumir la deuda (Fig.1).
Es muy importante resaltar que no es suficiente que el dueño firme un formulario de
consentimiento, el veterinario debe proveerle la información suficiente para que el dueño
tome una decisión “educada” acerca de los procedimientos a realizar sobre el animal,
entendiendo los riesgos o las potenciales complicaciones que puedan derivarse de dicho
procedimiento.
Aunque estos documentos no son una garantía legal contra la posibilidad de ligios
generalmente los disminuyen. Tampoco son una garantía de pago por nuestros servicios, por
lo que es siempre conveniente obtener un depósito, cheque o vaucher firmado, al momento
de firmar el consentimiento para realizar el tratamiento.
AUTORIZACIÓN PARA TRATAMIENTO MÉDICO Y/O QUIRÚRGICO, E INTERNACIÓN
Con el fin de continuar con el tratamiento, diagnóstico y evaluación, acuerdo confiar a (Nombre de la
Clínica u Hospital Veterinario) el animal que se describe al final, siendo informado mediante este escrito y de
palabra de todo lo que esto lleva implícito, así como de los posibles riesgos y complicaciones, y en concreto que:
1.‐ El animal va a recibir todas las atenciones y cuidados sanitarios necesarios, siendo consciente que
pueden ocurrir complicaciones.
2.‐ He sido informado de los posibles riesgos y complicaciones asociadas al procedimiento propuesto para
el diagnóstico y tratamiento, así como de las alternativas al mismo.
3.‐ He sido informado que puede ser necesaria la administración de métodos anestésicos y de contención,
tanto pre como intra o post‐operatorios, así como de los riesgos de lesión o muerte que pudieran derivarse, y
acepto estos riesgos en forma plena.
4.‐ Soy consciente que durante el tratamiento, puede ser necesaria alguna actuación no prevista en un
principio, en cuyo caso me contactarán para su autorización en el teléfono proporcionado. En caso de urgencia, si
no pudieran localizarme, autorizo al profesional sanitario a adoptar las decisiones que se consideren más
oportunas, de acuerdo a su buen juicio, con plena asunción de mi responsabilidad por los gastos adicionales que se
generen como consecuencia de esta intervención.
5.‐ Una vez finalizado el tratamiento, me comprometo a recoger al animal, corriendo a mi cargo todos los
gastos que mi retraso pudieran originar. Si transcurren tres días sin recogerlo, el centro adoptará cualquier medida
para su manutención, estancia y cuidados, corriendo de mi cuenta todos los gastos que ello conlleve, y sin que
pueda exigir responsabilidad alguna si se confía a pensionado o a otra institución. Si transcurren dos semanas sin
recoger al animal, el mismo se considerará abandonado y sin dueño, pudiendo ponerlo a disposición de las
autoridades competentes.
6.‐ Si el dueño decide mantener el tratamiento en otro centro sanitario ajeno a este, se constata que
quedan fuera de la responsabilidad de este centro cualquier actuación sanitaria que se realice por personas ajenas
al mismo, así como toda incidencia o complicación sanitaria no relacionada con el diagnóstico y tratamiento aquí
realizado.
Comprendido todo lo anterior, y habiendo aclarado de palabra todas las dudas posibles planteadas,
DOY MI CONSENTIMIENTO para que se aplique el tratamiento y actuaciones sanitarias necesarias.
En este acto soy informado del coste inicial de los procedimientos propuestos de diagnóstico y
tratamiento, cuyo presupuesto provisional es el siguiente: _________________________, depositando en este
momento la cantidad de :____________, quedando pendiente la cantidad de :___________.
Soy consciente que la estimación efectuada es provisional, sin perjuicio de su mayor o menor resultado
final, así como del posible incremento de los gastos por actuaciones no previstas anteriormente, incluidos los gastos
de eutanasia e incineración, o por retrasos en la recogida del animal. Así mismo al firmar este documento me
comprometo al pago de los costes de dichos procedimientos. En caso de impago, se aplicará un incremento
mensual del 10% sobre el total, lo que acepto plenamente.
Los precios de la clínica llevan aparejados el I.V.A. correspondiente.
NOMBRE DUEÑO_______________________________________D.N.I.____________________________________
DIRECCIÓN_____________________________________________________________________________________
TELÉFONO _______________/______________/________________ FECHA__________________
ESPECIE _____________________RAZA____________________________ SEXO___________
EDAD________________ NOMBRE_____________________ Nº IDENTIFICACIÓN _________________
Nº HISTORIAL_________________
FIRMA DEL RESPONSABLE DEL ANIMAL EN ESTE MOMENTO: ___________________________________
ACLARACIÓN: _________________________ D.N.I.:_______________________ PARENTESCO:_________________
FIRMA DEL VETERINARIO:____________________ACLARACIÓN ________________________________
FIRMA DEL TESTIGO:_________________________ACLARACIÓN _______________________________
Figura 1. Autorización para tratamiento médico, quirúrgico e internación
El Trabajo de equipo
No me cansaré de recalcar que en medicina de emergencia el trabajo de equipo es la
base del éxito, el aspecto comunicacional no escapa a esta premisa.
Es esencial que todo el personal de la clínica conozca las políticas de la clínica, no sólo
respecto al aspecto económico, sino en lo que refiere a establecer la condición del paciente y
las diferentes opciones de diagnóstico y tratamiento.
A menudo el tratar con personas en crisis resulta extenuante, en no pocas ocasiones
nos enfrentaremos con individuos que en la búsqueda de reafirmación constante, consultarán
la opinión de más de uno de los integrantes del equipo médico y no médico. Brindar opiniones
encontradas resultará desastroso, no sólo en el intento de lograr la tranquilidad emocional de
nuestro cliente, sino en ocasiones para la implementación en tiempo de un tratamiento
adecuado, pudiendo incluso acarrear implicaciones legales.
Como dar malas noticias
La eventualidad de la muerte siempre estará cargada de emociones fuertes. Mientras
que el profesional se enfrenta a la realidad de que no somos dioses, el cliente confronta el
dolor profundo de la pérdida del objeto de afecto.
En este momento, el profesional veterinario debe estar comprometido a satisfacer la
necesidad de estar disponible para su cliente, debe mantenerse accesible sin perder su
neutralidad como forma de defensa ante las exigencias y sufrimientos que el cliente vivencia.
Deben seguirse ciertos pasos al informar a los clientes de la muerte de su mascota.
Primero, debemos prepararnos mentalmente para las posibles reacciones, que pueden ir
desde shock, enojo o culpa hasta histeria. En segundo lugar, debemos preparar el ambiente,
llevándolos hacia un lugar privado si fuera necesario e introduciendo en el tema con una frase
como: “Lamentablemente, tengo malas noticias.”. A continuación debemos plantearle los
hechos en forma directa, “Boby ha muerto. Intentamos resucitarlo por más de 15 minutos,
pero lamentablemente nuestros esfuerzos fueron en vano. Lo siento mucho.”.
Es importante manejar la respuesta emocional del propietario, brindarles el tiempo
adecuado, respondiendo a sus preguntas en forma concisa y sin ponernos a la defensiva.
Deberíamos ofrecer también alternativas de soporte emocional, como sugerirles telefonear a
un amigo o familiar, simplemente permitirles un rato a solas o cuando lo consideren
pertinente darle una apretón sincero en el brazo o el hombro. Debo admitir que en no pocas
ocasiones me encuentro abrazando a clientes, tanto mujeres como hombres y ese breve
momento en el que se les permite llorar, aligerar la carga, expresar libremente el dolor,
realmente es de profundo alivio y muchas veces comunión para ambas partes. Evidentemente
identificar quienes necesitan o aprecian esta clase de soporte y quienes no es algo difícil de
enseñar, es intuición y lecciones de vida.
Siempre debemos posicionar el cuerpo de forma tal que parezca dormido, ubicándolo
sobre mantas, y cubriéndolo hasta dejar expuesta sólo la cabeza, para aquellos propietarios
que quieran verlo por un momento.
En la eventualidad de que la muerte ocurriera durante el período de internación,
deberemos ubicar al propietario por teléfono. No es apropiado dejar el mensaje del
fallecimiento en un contestador o a personas diferentes al propietario, en cambio debemos
dejar un mensaje solicitando que se comuniquen a la brevedad posible.
Al comunicarnos por vía telefónica deberemos introducir el tema y dar la oportunidad
al cliente de resolver si quiere recibir las noticias por esta vía o si prefiere acudir a la clínica y
discutirlo personalmente. La mayoría de las personas preferirán que se les comuniquen las
malas nuevas en forma inmediata, pero esto les brinda no sólo la posibilidad de optar, sino
también unos pocos segundos para prepararse mentalmente.
MUERTE NATURAL Y EUTANASIA
Lamentablemente cuando practicamos medicina intensiva y emergencias, la muerte de
nuestros pacientes es moneda corriente. Esta puede ser el resultado de enfermedades
terminales, injurias graves o eutanasia.
La resucitación cerebro‐cardio‐pulmonar RCCP debería reservarse a aquellos pacientes
que por su condición tienen posibilidades elevadas de recuperación efectiva con una calidad
de vida adecuada. Sin embargo, nuevamente la decisión final de realizarla o no debe reflejar la
voluntad del propietario.
Las directivas de resucitación o no‐resucitación deben ser un prerrequisito para todos
los pacientes que necesiten cirugía u hospitalización. De esta forma en la eventualidad de que
el paciente presente un paro cardiorrespiratorio sabremos cómo actuar.
Como hicimos referencia los consentimientos informados implican una decisión del
propietario una vez que dispone de una información médica certera de la condición de nuestro
paciente y de sus posibilidades de recuperación. Es por lo tanto nuestra responsabilidad
brindar esta información en forma clara, concisa y precisa.
Aunque las directivas de resucitación les permiten involucrarse en el proceso de
tratamiento y brindan al propietario la oportunidad de decidir no prolongar en forma
innecesaria la vida de sus mascotas¸ enfrentarlos a la posibilidad de la muerte de su mascota y
solicitarles además que decidan cual será el curso a seguir ante tal eventualidad puede resultar
altamente estresante tanto para el cliente como para el profesional.
Los documentos para directivas de resucitación o no resucitación deben ser sencillos,
estableciendo en forma clara los deseos del cliente. Deben incluir además cierta información
mínima como: nombre e identificación clara de la mascota, fecha, nombre y firma del
responsable de la mascota y del veterinario. (Fig. 2 y 3)
Los pacientes deberán así incluirse en una de tres categorías, no‐resucitación, RCCP a
tórax cerrado y RCCP a tórax abierto. Esto debe quedar establecido en forma clara tanto en la
historia, como en la ficha que acompañe al paciente en todo momento. Una forma práctica y
visible de colocar esta información, es establecer un color para cada categoría y adicionar un
sticker del color correspondiente en un lugar preestablecido de la ficha del paciente. Por
ejemplo negro para no – resucitación, rojo para RCCP a tórax cerrado, y verde (“green light to
go”) para RCCP a tórax abierto.
Debe explicársele al cliente que las técnicas de resucitación incluyen el establecer y
mantener la vía aérea, realizar compresión o masaje cardíaco, desfibrilación eléctrica (si
contamos con el equipamiento necesario) y administración de drogas cardiovasculares. Al
hacerlo debemos explicarles que existen diferentes maniobras de resucitación y que “hacer
todo lo que sea necesario” puede significar abrir el tórax del paciente para masajear el corazón
directamente con las manos. Debemos también informarles que menos de un 3% de los
pacientes que requieren RCCP a tórax abierto, logran un alta hospitalaria y los costos que
implican las diferentes técnicas.
Deben recordar que para que el RCCP a tórax abierto sea efectivo, este debe
instrumentarse antes de pasados 3 minutos de la parada cardíaca. Por lo tanto, en pacientes
que llegan en paro o en paro inminente, no se trata de darle una clase extensa sobre RCCP,
sino de brindarles una explicación clara y concisa que nos permita obtener una decisión rápida
por parte del cliente, acerca de qué pasos seguir si el paciente presenta un arresto
cardiorrespiratorio.
En lo que respecta a la eutanasia, aunque para muchos puede resultar un alivio del
sufrimiento de la mascota y de la prolongación innecesaria de su propio duelo, debemos
recordar también que el simple planteamiento además de enfrentarlos a la pérdida en sí
misma, los confronta con la decisión de dar su consentimiento para realizar un procedimiento
cuyo concepto inherente, la muerte, se muestra totalmente contradictorio a la motivación
inicial de búsqueda de ayuda en el profesional médico veterinario.
Si bien la definición de “calidad de vida” puede variar entre los diferentes individuos o
creencias, un punto que carece de discrepancias es la presencia de dolor o sufrimiento, y
frecuentemente nos enfrentaremos a la pregunta de “¿Está sufriendo?” La respuesta debe ser
lo más honesta posible.
Ante la pregunta de si “¿existe alguna posibilidad de recuperación?”. Es fundamental
no albergar falsas esperanzas, y recordarles que aunque en ciertas circunstancias es posible
prolongar la vida mediante medios artificiales, las posibilidades de alcanzar una calidad de vida
adecuada son muy remotas (motivo por el cual los enfrentamos al propio planteamiento).
Al enfrentarnos a la pregunta de “¿Qué haría usted si estuviera en mi lugar?”. Es
esencial permitir que sea nuevamente el propietario quien tome la decisión, “No tiene porque
tomar esta decisión ahora. Lo único que puedo asegurarle es que no existe ninguna posibilidad
de evitar que esta enfermedad lleve a Rocky a la muerte. Pero usted debe saber, que en cuanto
esté preparado, tiene la posibilidad de facilitarle este tránsito, ayudándolo a morir”.
Es fundamental hablar en forma clara y utilizar las palabras adecuadas, “ayudar a
morir” versus “poner a dormir”, ya que esto podría traer confusiones.
Esta es una decisión difícil y muchas veces describir el procedimiento, brinda
tranquilidad y reafirmación. Si los propietarios deciden presenciar la eutanasia, debemos
explicarles todo el proceso paso por paso, incluyendo la cantidad de drogas a administrar y las
cuales son las reacciones esperadas (defecación, micción, presencia de contracciones
musculares, movimientos inspiratorios, etc.). Esto restará ansiedad durante el procedimiento.
En aquellas eutanasias presenciales, antes de que ingrese el propietario, es
conveniente colocar un catéter venoso (evitará que el dueño presencie la venipunción), y al
paciente en la posición más cómoda posible cubierto con mantas, lo que dará tranquilidad
emocional al propietario. Si el paciente está conectado a algún dispositivo de control vital es
importante desconectar todas las alarmas. Si el cliente así lo deseara podremos dejarlos
compartir un momento a solas antes o después del procedimiento.
ORDEN DE NO RESUCITACIÓN
Nombre de la mascota: _______________ Especie________________ Raza________________________________
Sexo_____________________ Edad_______________ Descripción_______________________________________
Fecha: _________________
Yo, el abajo firmante, dueño o agente responsable de la mascota antes especificada, domiciliado en
___________________________________, D.N.I. ________________________________, certifico que tengo más
de 18 años de edad.
Por este intermedio solicito que en la eventualidad de que mi mascota presente un paro cardiaco o
respiratorio, NO SE REALICE NINGUNA MANIOBRA TENDIENTE A SU RESUCITACIÓN
Esta solicitud la hago luego de haber discutido con el Dr./Dra. (nombre del Veterinario a cargo), la
condición médica de mi mascota y las consecuencias de esta orden de NO – RESUCITACIÓN
Esta orden es efectiva a partir de la fecha establecida en el encabezado
Estando en la totalidad de mis facultades mentales, y habiendo comprendido completamente su
significado, voluntariamente ejecuto esta orden
_______________________________ _________________________
Firma del Responsable de la mascota Aclaración
_______________________________ _________________________
Firma del Veterinario Aclaración
_______________________________ _________________________
Testigo para autorizaciones telefónicas Aclaración
Figura 2. Orden de no resucitación
ORDEN DE RESUCITACIÓN
Nombre de la mascota: _______________ Especie________________ Raza_________________________________
Sexo_____________________ Edad_______________ Descripción________________________________________
Fecha: _________________
Yo, el abajo firmante, dueño o agente responsable de la mascota antes especificada, domiciliado en
___________________________________, D.N.I. ________________________________, certifico que tengo más
de 18 años de edad.
Asimismo hago constatar que me han sido explicadas las diferentes maniobras que implican la
resucitación tanto a tórax cerrado, como abierto.
Por este intermedio solicito que en la eventualidad de que mi mascota presente un paro cardiaco o
respiratorio, SE REALICEN LAS MANIOBRAS TENDIENTES A SU RESUCITACIÓN
_____ A TÓRAX CERRADO
_____ A TÓRAX ABIERTO, habiendo comprendido que esto implica la realización de una cirugía torácica, y
todas las implicaciones que de ello se derivan.
También reconozco haber entendido que debido a la gravedad de la condición primaria, y/o de las
lesiones que motivan el arresto cardiorrespiratorio, sólo un 10 a 15% de los pacientes a los que se les practica este
procedimiento, reciben alta hospitalaria.
Esta solicitud la hago luego de haber discutido con el Dr./Dra. _______________________, la condición
médica de mi mascota y las consecuencias de esta orden RESUCITACIÓN
Esta orden es efectiva a partir de la fecha establecida en el encabezado.
Asumo también, la responsabilidad financiera por todos los gastos que se generen de este acto médico.
Estando en la totalidad de mis facultades mentales, y habiendo comprendido completamente su
significado, voluntariamente ejecuto esta orden
_______________________________ _________________________
Firma del Responsable de la mascota Aclaración
_______________________________ _________________________
Firma del Veterinario Aclaración
_______________________________ _________________________
Testigo para autorizaciones telefónicas Aclaración
Figura 3. Orden de resucitación
La resolución del cliente de practicar eutanasia al igual que las directivas de
resucitación, deben documentarse correctamente, a continuación se muestra un prototipo.
(Fig.4)
He de llamar la atención a la frase que dice “Yo, el abajo firmante, dueño o agente
responsable de la mascota antes especificada”, lamentablemente y aún más en las clínicas de
emergencia donde frecuentemente no existe un vínculo preestablecido entre el cliente, la
mascota y el veterinario, la autoridad del cliente para poder tomar decisiones en nombre de la
mascota es frecuentemente una presunción asumida. Nosotros creemos en el valor de la
credibilidad de la persona que presenta a la mascota para autorizar los servicios que se le
recomiendan.
Los veterinarios de emergencia deben confiar en la aparente autoridad de la persona
que está autorizando una eutanasia como para proveer el servicio. Sin embargo, el veterinario
de emergencia debe ser especialmente meticuloso en todas las situaciones de eutanasia
realizando preguntas relevantes si cualquier evento o circunstancia parece cuestionable, para
prevenir así situaciones conflictivas si la eutanasia es posteriormente cuestionada.
AUTORIZACIÓN DE EUTANASIA
Nombre de la mascota: _________________ Especie________________ Raza____________________________
Sexo______________________ Edad__________ Descripción _________________________________________
Fecha: _________________
Yo, el abajo firmante, dueño o agente responsable de la mascota antes especificada, domiciliado en
________________________, D.N.I. ___________________________, certifico que tengo más de 18 años de edad.
Tras haber sido informado/a de la situación en que se encuentra el antes citado animal, o por deseo
previo de los dueños, y en función de las circunstancias del caso, y de la calidad de vida futura del animal. Por este
intermedio, y bajo mi total responsabilidad, SOLICITO y AUTORIZO al
Dr./Dra._______________________________, A PRACTICAR EUTANASIA al animal de mi propiedad arriba
especificado.
Me comprometo a hacerme responsable de la eliminación del cadáver, que será de la manera higiénico‐
sanitaria más conveniente para la salud publica.
Asimismo declaro que el animal no ha mordido, ni agredido a nadie en los 15 días anteriores a la fecha de
la eutanasia, responsabilidad civil que puede serme imputable en mi calidad de propietario; ni esta sometido a un
control o inspección administrativa que hiciera imposible dicho acto en esta fecha.
Asumo también, la responsabilidad financiera por los gastos de este acto médico veterinario, que
asciende a _____________________.
Estando en la totalidad de mis facultades mentales, y habiendo comprendido completamente su
significado, voluntariamente ejecuto esta orden.
_______________________________ _________________________
Firma del Responsable de la mascota Aclaración
_______________________________ _________________________
Firma del Veterinario Aclaración
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Testigo para autorizaciones telefónicas Aclaración
Figura 4. Autorización de Eutanasia
CONCLUSIONES
La práctica de medicina de emergencias y cuidados intensivos, resulta ser todo un
desafío tanto intelectual, como emocional. La resolución satisfactoria de estas situaciones,
requiere habilidad y compromiso. Parte de estas habilidades pueden ser aprendidas o
educadas. Al aplicar el conocido refrán de “la práctica hace al maestro” comprenderemos, que
es necesario no sólo conocer las diferentes formas de comunicación verbal y no verbal, sino
también practicarlas en forma asidua y como equipo.
Es necesario que todo el staff médico y auxiliar de la clínica conozca y se comprometa
con las políticas a aplicar. Por lo tanto resulta fundamental tomarse el tiempo que sea
necesario para discutir estos puntos con todo el personal.
Aunque el uso de consentimientos, órdenes y autorizaciones firmadas es todavía
limitado en Medicina Veterinaria, estos documentos deberán ser implementados cada vez con
más frecuencia en nuestra práctica diaria, más aún cuando se trata de medicina intensiva.
BIBLIOGRAFÍA
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