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Comunicación y medios.

Cátedra II

Comisión N°3. Prof: Ordenavía, Macarena

Eje 1: Medios, Comunicación y Poder: definiciones, relaciones y dinámicas

Análisis del Eje 1. Posteo del Blog

A partir del fragmento recortado de la película “Wag the dog” (conocida en


Latinoamérica como “La cortina de humo”), es posible desenmarañar en parte
la mística que encierra el proceso de producción y distribución de los mensajes
en lo que Guy Debord denomina la “sociedad del espectáculo”. La forma en la
que el modelo de producción liberal, la manera en la que la información se
constituye como el motor de esta maquinaria donde el consumo alienado se
convierte para las masas en un deber añadido a la producción alienada. Donde
según Theodor Adorno, “toda conexión lógica que requiera el menor esfuerzo
intelectual deberá ser cuidadosamente prevenida” debido a que la industria
cultural, la producción simbólica de la sociedad, se ha convertido en industria
de la diversión.

En la película se evidencia la dinámica del engaño, la capacidad de los


productores de crear una falsa ilusión de realidad, la manera de fabricar
literalmente una guerra en función no sólo de lo que se dice en concreto, sino
de lo que en realidad no se quiere decir. La oposición entre lo que se habla en
el discurso de la massmediación y lo que en sí se dice permite descubrir lo que
se censura y niega. Bajo el manto inocente del discurso de la comunicación, su
pasividad, la presunta objetividad como ideal propio de la labor periodística,
enmascara la relación del discurso al poder y el poder del discurso. “El poder
ha reclamado siempre el control del lenguaje y los discursos” reglamentando
su producción y distribución.

La lucha por la imposición de un discurso, de un punto de vista por sobre el


otro está directamente ligado a la legitimación de la dominación que posibilita
el equilibrio y la organización de las sociedades modernas. Mediante la
utilización de distintos filtros discursivos, procedimientos de control, de
exclusión que constituyen los dispositivos de las massmediación, se garantiza
la estabilidad del orden establecido en el cual la corrupción de estos discursos
insertos en los acontecimientos, hacen aceptable la impostura de los pueblos.
Un claro ejemplo es el encuentro entre los productores y el agente de la CIA,
donde ante el cuestionamiento del agente estatal, el personaje interpretado
por Robert De Niro le plantea que la inexactitud de la información expedida, lo
que pretende es mantener estilo, una forma de vida. Por ello “solo hay una
guerra, la nuestra”.
El film apela a la utilización deliberada de un paradigma simbólico en el cual se
presenta la cuestión del deseo. Pero este concepto está radicalmente
articulado a la ley de lo simbólico, a la ley de la cultura constituyéndose en
parte al sujeto social, formando parte de las condiciones de existencia y de
trabajo del individuo. El imaginario social, de acuerdo al psicoanálisis, es parte
integrante de lo real puesto a que es parte constitutiva de la materia misma
del sentido que lo real tiene para los hombres. La utilización de diferentes
tonalidades, el uso de un cancionero popular que apele al sentimentalismo, a la
identificación con los hechos y personajes relacionados al acontecimiento; la
necesidad del movimiento, desde lo vertiginoso de la noticia y la utilización de
los tiempos; el recurso icónico que resulta más verosímil en función de la teoría
de que “una imagen vale más que mil palabras”, relacionándolo a un lenguaje
más gráfico, descriptivo en detrimento de la explicación, del análisis.

En esta línea podemos encuadrar lo que plantea Pierre Bourdieu referido a la


producción e imposición de una visión sesgada del campo político producto no
sólo de la estructura que brinda el soporte periodístico, sino también los
intereses específicos de los periodistas que forman parte de dicho soporte.
Debido a la premisa televisiva de divertir a cualquier precio como consecuencia
del “temor pánico” de resultar aburrido, y por ende, disminuir la audiencia, la
política está destinada a excluirse de las agendas noticiables de las horas pico
televisivas. Invocando las expectativas del público para justificar esta política
de la simplificación demagógica, los reporteros sólo consiguen proyectar sobre
él sus propias visiones e inclinaciones usando instrumentos tales como el
enfrentamiento; el “efecto político” de los discursos basados en fuentes
informales y/o banales; la “visión cínica” en la cual es observado el campo
político, como una manera más de teatralizar y de demonizar la figura de tal o
cual político.

La perspicacia con la cual el periodismo mediático suele ocuparse del


microcosmos político está guiada por intereses vinculados a la competición que
los enfrenta en la batalla televisiva, pero también suelen ser instrumentos en
los cuales los agentes de campaña centran su atención, como una manera
subliminal y poco sutil de someter al gusto popular la figura de un candidato.
En la película, se ejemplifica desde el punto de partida de la misma, cuando se
decide ficcionalizar un enfrentamiento bélico debido a un escándalo sexual que
involucra al Presidente, a días de las elecciones. La estructura de poder en
toda su envergadura se dispone a trabajar en este proyecto hollywoodesco en
función de la campaña por la reelección. Y los medios figuran más allá de la
pasividad o la inocencia, sino desde una falta de análisis crítico, un marco
histórico y un contexto, una interna lógica del mensaje dispuesto por este
grupo de campaña.

En este proceso de producción de la noticia, los medios se encuentran


resguardados no sólo por la supuesta neutralidad que pretenden ejercer, sino
además por las características de este proceso, debido a que los
acontecimientos son instantáneos, descontextualizados y deshistorizantes. Se
apela al vértigo periodístico que asegura su protección debido al olvido casi
inmediato que engendran la discontinuidad de la crónica y la rápida rotación
de los sucesos conformismos. Estos procesos concluyen en la despolitización
de la sociedad moderna capitalista provocando deliberadamente un desinterés
por los cambios insensibles pero que tienen una repercusión en el tiempo y en
las decisiones trascendentales del futuro de estas sociedades. Esta dictadura
de lo inmediato, de lo novedoso, es donde se escuda la carencia de un discurso
que pierde toda lógica con el transcurso o el avance de la noticia. Las
imágenes, una frase, un hecho particular puede constituirse en el recorte, en la
visión particular pero conformada absoluta por los medios.

El valor consumible en lo que se ha convertido la noticia como un medio de


producción, la necesidad de perpetuar este sistema de venta y producción de
la noticia, basados en el concepto liberal de la “libertad de voluntades” de los
individuos enmarcado en la sana competencia entre la “buena” y la “mala”
información es la manera de ocultar el verdadero entramado que la lógica del
mercado impone, asignándole un valor, un monto, una equivalencia concreta
entre la representatividad y el poder simbólico. Como determina Barbero, el
proyecto político liberal que racionaliza el desarrollo de la prensa es
inseparable de la organización económica del libre cambio, y es en esta
dinámica donde la prensa va adquiriendo su forma, su manera de narrar los
hechos atravesados tanto por su interés así como también por la lógica de
mercado. Y constituye también una forma mito basado en la necesidad de un
hombre ahistórico para poder suplantar la historia e imponer un sentido,
estableciéndose así una verdad objetiva y universal liberal carente de
contexto, incontrastable en la práctica.

Fuentes

• Barbero, Jesús Martín. De la Transparencia del mensaje a la opacidad de


los discursos, y Prensa: la forma-mito del discurso de la información. En
su: Procesos de comunicación y matrices de cultura. Itinerario para salir
de la razón dualista. pp. 41-61

• Bourdieu, Pierre. Periodismo, televisión y política. En su: Contrafuegos.


pp. 95-106

• Calicchio, Pascual Ignacio. Los piqueteros y los medios: ¿por qué hablar
de comunicación?

• Wag the dog (La cortina de humo) [película] producida por New Line
Cinema. Tribeca/Baltimore Pictures/Punch Production, 1997. (97 min),
son.

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