Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Queridos colaboradores:
LOS FUNDAMENTOS
a) Ético-Políticos:
Los cargos públicos, sobre todo los que conceden poder e influencia, otorgan
un status que podemos llamar posicional. En una República, los cargos no otorgan
fueros personales y hacen merecedores a sus propietarios de un tratamiento
determinado, solamente por el hecho de ejercer la función (Excelencia, honorable,
etc.). Este tratamiento debe ser usado en cartas, correspondencias y en actos
regidos específicamente por el ceremonial de Cancillería o del Estado, pero
debemos admitir que en nuestra cultura, y en las relaciones cotidianas, sobre todo
el ministro del ramo, la costumbre de iniciar cada interlocución con la frase Su
Excelencia raya en lo ridículo.
Admitamos que la designación del cargo es más que suficiente: Señor ministro,
por ejemplo, no es en modo alguno un tratamiento inferior a Excelentísimo Señor
ministro, salvo que esta última alocución, tiene un retintín cortesano.
Tomemos conciencia en el exceso en el que a veces caemos y sobre todo de
la frivolidad de las fórmulas que en nada ensalzan a esos funcionarios.
Es curioso constatar que es a los civiles, a quienes tratamos de esta manera y
no a los militares ni a los religiosos.
Es que ha sido justamente en la sociedad civil donde sus funcionarios han
demostrado esta desesperada ambición por los halagos y las prerrogativas del
cargo.
En una República no deberían existir fueros ni prerrogativas personales, por
herencia o designación, porque los funcionarios, a la larga, terminan
comportándose como si pertenecieran a una casta o clase diferente.
b) Pedagógicos:
La educación es esencialmente comunicación. Cuando un director, un maestro,
un supervisor y hasta un alumno o un egresado, pronuncia un discurso o una
alocución pública, está influyendo y educando -para bien o para mal- a todos
aquellos que incluye en su comunicación. Todos somos culpables de haber
transformado en verdaderos adictos a los halagos a personas normales, de mucho
mérito, que tal vez, podían haber dado una fuerza y un vigor nuevos a la sociedad.
Los educadores tenemos una responsabilidad especial y sobre todo, muchas
posibilidades de reparar el error cometido.
c) Pragmáticos:
No escapa a mi entendimiento que cada director o supervisor se ve obligado a
usar todos los medios para beneficiar a su institución.
Debo hacer notar, sin embargo, que con frecuencia los rituales se perpetúan
independientemente de su valor de supervivencia. Vivimos momentos confusos
-hasta ahora- en la línea de transición democrática.
En el régimen anterior, un funcionario podía durar veinte, treinta o más años en
un cargo. No había recursos judiciales, ni agremiaciones, ni libertad de prensa, que
los defendieran. El halago podía ser una buena inversión. Las cosas están
cambiando y -aún con cierto riesgo- debemos acelerar ese cambio. Les insto a que
mediten con toda frialdad en estos temas y comparen el magro e hipotético
beneficio que pierden, con la dignidad que ganan y el bien que pueden hacer.
RECOMENDACIONES
SOBRE TRATAMIENTO DE CORTESÍA Y RESPETO