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Consulta popular

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Las consultas populares, o consultaciones populares, o sufragios populares, en


derecho constitucional y en la historia constitucional, son deliberaciones públicas
tomadas por el pais (toma de decisiones) como cuerpo electoral y cuerpo de legislación.
Existen distintos tipos de consultas que se toman en el ejercicio de una forma de
participación política, y cada véz el pueblo llega a la decisión de forma directa sobre
algo sometido a su voluntad, tanto los órganos del Estado que los ciudadanos ejercen
una forma de democracia directa.

De tal manera consultas populares tendrán lugar como paréntesis de democracia


representativa, sólo en los países donde el derecho constitucional reconoce la soberanía
popular.

[editar] Modernas consultas populares


• decisión de la votación, acerca los electos, reglada por la constitución y las leyes
que determina el sistema electoral.
• decisión de la iniciativa legislativa (ing. citizen's initiative), acerca de un
proyecto de ley
• decisión de una petición, acerca de una solicitud
• decisión de un plebiscito. acerca de una propuesta o una controversia política
• decisión de la revocatoria del mandato o referendum revocatorio, acerca de un
funcionario electo (ing. election recall)
• decisión del referéndum, acerca de una propuesta de ley específica.

No se incluye la opinión recogida en las encuestas, hasta que no serán reconocidas por
una ley constitucional

LA CONSULTA POPULAR

La consulta popular es un mecanismo de participación ciudadana mediante el cual se


convoca al pueblo para decida acerca de algún aspecto de vital importancia. La consulta
popular puede ser tanto nacional como departamental, municipal, distrital o local.

En el caso de una consulta de carácter nacional, el Presidente de la República, con el


previo aval del Congreso y respaldado por las firmas de todos los Ministros, es el
encargado de consultar al pueblo cuando crea que una decisión próxima a ser tomada es
de trascendencia nacional; es decir, que afecta a todos los Departamentos del país.

En el caso de las consultas populares a nivel distrital, departamental, municipal o local,


la decisión de convocarlas no es tomada por el Presidente sino por los Gobernadores y
Alcaldes, según sea el caso, para lo cual no se debe acudir al Congreso para que éste la
respalde sino que los Gobernadores o Alcaldes deben cumplir ciertos requisitos que
están claramente definidos en el Estatuto general de la organización territorial.
Para que la consulta popular resulte clara, el día de la votación el tarjetón con el cual se
hace debe tener simplemente un SÍ y un NO. La votación debe llevarse a cabo en los
cuatro meses siguientes a su aprobación por parte del Senado (esto cuando es de
carácter nacional); en lo que se refiere a las de carácter distrital, municipal,
departamental o local, ésta se ha de hacer antes de que se cumplan dos meses después
de haber sido aprobada.

Finalmente, para garantizar que la decisión popular se aplique, las entidades a las cuales
les corresponda ejecutar lo que en la consulta se haya decidido tienen tres meses para
hacerlo. En caso de que esto no suceda, el Senado está obligado a hacer lo necesario
para que dicha decisión popular sea ejecutada. Ahora bien, en el caso remoto de que lo
anterior no se cumpla, el Presidente de la República, el Gobernador o Alcalde deberán,
en un plazo no mayor a tres meses, ejecutarla por medio de un Decreto de fuerza de Ley
(es decir, que se impone a la fuerza).

En la Biblioteca virtual puede obtener más información sobre este tema en:

Política y legislación Mecanismos de participación ciudadana para la defensa del medio


ambiente.

Qué es la revocatoria del mandato? Derecho legal mediante el cual la población exige el
retiro de quien los representa en cierto cargo político

Acción de tutela. Sentencias tutelares indígenas, ejemplo de protección a minorías


Texto de Juan Manuel Charry Ureña, publicado en Credencial historia, núm. 148.

Tutela Direcciones de internet donde se encuentra información sobre este mecanismo


jurídico.

Consultas populares (I)


Son una cuestión de debate nacional.

Álvaro Castellanos Howell

El 8 de mayo, la Corte de Constitucionalidad (CC) dictó una sentencia que califica


como un “fallo exhortativo”, mediante la cual aborda su interpretación sobre las
consultas previstas bajo el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo
sobre Poblaciones Indígenas y Tribales.

Dicha sentencia se relaciona directamente con el caso de la oposición de la mayoría del


pueblo de Sipacapa, San Marcos, a las actividades mineras de extracción de oro, pero
por su contenido, la sentencia constituye todo un precedente para futuras discusiones en
materia de consultas a los pueblos indígenas o, más ampliamente, a las consultas
previstas tanto por el mencionado Convenio 169 como por el Código Municipal y la
Ley de Desarrollo Urbano y Rural. Este tipo de “consultas comunitarias”, por llamarlas
de alguna manera, se han convertido en una cuestión de debate nacional.
El debate se centra básicamente en la determinación si se puede otorgar o conceder el
uso de bienes del Estado, tales como los minerales e hidrocarburos que se encuentran en
el subsuelo guatemalteco, con el fin de desarrollar actividades económicas cumpliendo
con todos los requisitos que establecen las leyes aplicables, incluyendo las de tipo
ambiental, o si adicionalmente a cumplir con todos los requisitos legales se debe contar
con la anuencia o consentimiento de las poblaciones que pudieran verse directamente
afectadas con dichas actividades económicas.

En el caso de las operaciones mineras de extracción de oro en Sipacapa, la CC ha


destacado en su sentencia que hace falta emitir regulaciones que precisen, entre otras
cosas, aspectos tales como los procedimientos consultivos en sí mismos, la forma y
momento de llevarlos a cabo y los efectos que deben tener; es por ello que “exhorta” a
que se emitan tales regulaciones, pero deja claro dicha corte que “los resultados que se
obtengan reflejarán el parecer de la comunidad consultada sobre un tema determinado,
pero que a estos no se les puede dar carácter regulatorio o decisorio sobre materias que
no sean de competencia de las autoridades convocantes o de dichas comunidades.” En
otras palabras, que el resultado de una consulta de esta naturaleza no puede impedir la
determinación del Estado de otorgar una licencia minera, por ejemplo.

El Congreso dijo que sí. Dio luz verde para que el Tribunal Supremo Electoral (TSE)
convoque a una consulta popular donde se les pregunte a los ciudadanos si quieren que
el diferendo con Belice se resuelva en una Corte internacional. La resolución del
Congreso es un paso más en busca de una solución al conflicto que lleva ya 150 años.

Guatemala y Belice deben preguntar a sus ciudadanos si aprueban que el diferendo vaya
a la Corte internacional de La Haya. Si en ambos países la mayoría vota por el sí,
entonces entraríamos a un litigio que podría durar al menos cuatro años, y que
concluiría para siempre la disputa territorial.

Pero llegar a la Corte implica gastos. “Para la consulta hay que montar todo como si
fueran elecciones generales”, cuenta Eugenia Villagrán, presidenta del TSE, “la
logística electoral es la misma, los centros de votación son los mismos, así que
hablamos de unos Q500 millones”, explica.

Lo ideal sería hacer la consulta el mismo día que las elecciones generales de 2011, con
esto simplemente se agregaría una papeleta. Pero hay un detalle, la consulta se tiene que
hacer el mismo día en los dos países. “Nosotros no podemos decidir unilateralmente la
fecha”, explica Maritza Ruiz de Vielman, de la comisión de Belice, “vamos a hablar
para encontrar la fecha más conveniente para los dos”.

Los Q500 millones servirán, entre otras cosas, para montar 2 mil 500 centros de
votación en todo el país y 17 mil juntas receptoras de votos. Aparte, habrá que
desembolsar en una campaña masiva de información, en español e idiomas mayas, para
que los ciudadanos conozcan las razones de la consulta.
La última consulta popular que se hizo en Guatemala fue en 1999, cuando se le
preguntó al pueblo si aceptaba las modificaciones a la Constitución planteadas por los
Acuerdos de Paz. A esa consulta sólo asistió el 18 por ciento de los empadronados.
Aunque los precedentes no son muy alentadores, la comisión de Belice espera que en
este caso la afluencia sea masiva. “Este es un tema permanente de Nación, y estoy
segura de que a los guatemaltecos les interesa”, dice Ruiz.

La pregunta que se formulará es: “¿Está usted a favor de que la Corte Internacional de
Justicia, con sede en La Haya, resuelva el diferendo territorial entre Guatemala y
Belice?”.

Si vamos, la Corte decidiría si las reclamaciones de Guatemala sobre territorio, islas y


espacio marítimo que hoy ocupa Belice, son legítimas. Si la Corte no nos favorece la
situación seguirá exactamente igual, Guatemala no pierde nada de lo que ya tiene. Así
que de la Corte no podemos salir peor, aunque quizá sí un tanto maltrechos por los
gastos legales.

“Guatemala pierde más en prolongar la resolución de la disputa o no someterla a la


Corte, que cualquier resultado que pueda obtener en la Haya”, explica Lesther Ortega,
guatemalteco experto en resolución de disputas internacionales por la Universidad de
Ginebra.

Abogados por hora

A la Corte Internacional de La Haya sólo asisten abogados altamente capacitados, “es


un catálogo muy reducido de profesionales”, explica Ruiz, quien estima que uno de
estos juristas cobraría entre US$450 a US$650 por hora. Sin embargo, el
internacionalista Enrique Cabrera asegura que el monto de los salarios es bastante
mayor, “cobran cerca de US$2 mil por hora. Porque hay que contratar a alguien muy
muy capacitado. Sé que la comisión tiene en mente a un peruano o argentino, gente que
ni se conoce en el medio y eso no puede ser así. Los abogados más reconocidos son los
ingleses o franceses, así que lo mejor sería emplear a uno de ellos”, dice. A criterio de
Cabrera, Guatemala tiene muchas posibilidades de ganar el juicio, siempre y cuando nos
defienda un buen abogado.

De acuerdo con Ortega, “en promedio un caso ante la Corte puede representar entre un
US$1.5 millones hasta US$3 millones. Ello cubre normalmente los honorarios del
equipo extranjero, gastos de viajes, alimentación y acomodación, así como lo
relacionado a la producción de evidencia (por ejemplo, evidencia geomorfológica en
casos de delimitación marítima o la producción de mapas de delimitación territorial).
Estas cifras promedio son para un caso “estándar”. El caso de Guatemala y Belice no es
un caso estándar, por incluir tantos años de disputa y lo complejo de los alegatos”,
agrega.

De momento no es posible estimar las horas de trabajo que invertirían los juristas
extranjeros en el caso. “Pero en la medida en que el equipo nacional vaya avanzando y
les tengan material reunido, eso va a hacer que el trabajo de los internacionales sea
menor”, explica Ruiz.

“En ese sentido, Guatemala ha hecho mucho con su equipo nacional ya que cuenta con
profesionales con muchos años de involucramiento en el caso y comprometidos hasta el
tuétano con el mismo”, opina Ortega.

De acuerdo con Ortega, si vamos a corte se deberá nombrar a un agente “que debiera ser
una alta Autoridad del Estado (Ministro de Relaciones Exteriores, Embajador
Plenipotenciario o el jefe de lo que sea la unidad de litigio internacional).

Ese agente tendría que tener alguna experiencia en litigios internacionales, ya que es
quien se convierte en el único canal autorizado para las comunicaciones entre el Estado
y la Corte y sus decisiones son vinculantes para el Estado. Además del agente, a veces
se nombra uno o varios coagentes que no necesariamente deben ser nacionales”.

Los costos legales podrían ser muy altos. Sin embargo, existen dos fondos que
ayudarían a sufragarlos, uno es el Fondo Fiduciario del Secretario General de Naciones
Unidas y el otro el Fondo Guatemala-Belice de la Organización de Estados Americanos.
“Para acceder al fondo de la ONU habría que hacer la solicitud y se le otorgaría la
misma cantidad a los dos países”, explica Ruiz, “pero el presupuesto no debería ser un
tema central aquí. Recordemos que la soberanía no tiene precio”.

En el fondo de la OEA depositan voluntariamente los países que quieran colaborar. El


primero en hacerlo fue el Reino Unido, que ya donó 292 mil Libras Esterlinas (unos
US$457 mil).

Todavía no hay fecha para la consulta popular, los cancilleres de Guatemala y Belice
deben decidir el mejor día para hacer la pregunta que nos acerque a solucionar de una
vez por todas, un problema de 150 años.

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