Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
1-2
Centro de Espiritualidad
Ignaciana de Argentina
I. Extractos del mensaje de Benedicto XVI a los jóvenes con ocasión de la XXI Jornada
Mundial de la Juventud del año pasado.
Queridos jóvenes, mediten a menudo la palabra de Dios, y dejen que el Espíritu Santo sea
su maestro. Descubrirán entonces que el pensar de Dios no es el de los hombres; serán
llevados a contemplar al Dios verdadero y a leer los acontecimientos de la Historia con sus
ojos; gustarán en plenitud la alegría que nace de la verdad. (...) La presencia amorosa de
Dios, a través de su palabra, es antorcha que disipa las tinieblas del miedo e ilumina el
camino, también en los momentos más difíciles.
Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la
doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe ser vuestro programa! Es urgente
que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de
responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a difundir el Evangelio por todas
partes. ¡Esto es lo que les pide el Señor, a esto los invita la Iglesia, esto es lo que el mundo
aun sin saberlo espera de ustedes! Y si Jesús los llama, no tengan miedo de responderle con
generosidad, especialmente cuando les propone seguirlo en la vida consagrada o en la vida
sacerdotal. No tengan miedo; fíense de Él y no quedarán decepcionados.
El año 2007, meditaremos sobre un versículo del Evangelio de San Juan: “Como yo los he
amado, así ámense también ustedes los unos a los otros” (13,34) y descubriremos cómo el
Espíritu Santo es Espíritu de amor, que infunde en nosotros la caridad divina y nos hace
sensibles a las necesidades materiales y espirituales de los hermanos. (...) llegaremos al
encuentro mundial del año 2008, que tendrá como tema: “Recibiréis la fuerza del Espíritu
Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos” (Hch 1,8).
C.E.I.A. 2-2
Centro de Espiritualidad
Ignaciana de Argentina
“Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13,34). Con razón puede
descubrir este mandamiento como nuevo, puesto que nueva es tan inimaginable medida de
amor. “Amarás al prójimo como a ti mismo” (Lc 19,8), la medida del amor precristiano,
que hubiera podido parecer un ideal, muestra a la nueva luz toda su insuficiencia. “Como
yo los he amado”. Ese comparativo es el impulso perennemente urgente que desde
entonces urge a cada creyente en Cristo a un amor a los demás y a una entrega sin límites.
Es una meta a la que hay que aspirar siempre, aún sabiendo que no se la podrá alcanzar
nunca. Solamente “por la acción del Espíritu en el hombre interior..., arraigados y
cimentados en el amor, podremos comprender cuál es la anchura y la longitud, la altura y
la profundidad del amor de Cristo, que excede todo conocimiento” (Ef. 3,17)
1
Tomado de ARRUPE P., En Él sólo... la esperanza. Ediciones Mensajero. Bilbao 1984. Pags. 97-98