“Colegios”. Diccionario Histórico de la
Compañía de Jesús (Extracto de la voz
“Casas”).
II. COLEGIOS.
Introducción. Colegio es la residencia de
una comunidad de jesuitas, unos formados y
otros en formación. A la muerte de Ignacio
(1556), existían varios tipos de colegios: a)
colegios donde residían los escolares jesuitas
que asistían a las clases de una universidad:
París (1540), Coímbra, Padua, Lovaina
(1542), Colonia, Valencia (1554); b) colegios
en donde profesores jesuitas enseñaban a los
escolares jesuitas residentes: Gandía (1546);
c) colegios en los que estudiantes externos
acudían a las clases que los profesores
jesuitas impartían a los escolares jesuitas
residentes en ellos: Goa (1543), Gandía
(1547); d) colegios dedicados especialmente a
la enseñanza de alumnos no jesuitas, aunque
algunos escolares jesuitas residentes en ellos
acudían también a sus clases: Mesina (1548),
Roma (1551). Además existían colegios
equivalentes a los seminarios eclesiásticos,
como el *Colegio Germánico de Roma (1552),
y convictorios de estudiantes seglares, como
el de Viena (1553). Los documentos oficiales
posteriores distinguían con claridad los
colegios, donde los jesuitas se preparan en
espíritu y se forman para los ministerios
futuros, y colegios de alumnos, externos o
internos, destinados a la formación de no
jesuitas. En las NC 401 § 1 los colegios y
universidades son institutos anejos a una casa
dedicada a ministerios apostólicos.
J. Aixalà (†)
1. Casa de formación. Seminario de los
Nuestros. Colegio.
Casa de formación, o Seminarium
Nostrorum, es la casa donde los jesuitas se
forman para los futuros ministerios, ya sea en
el espíritu (véase *probación: casas de
primera, segunda, tercera probación), ya sea
en los estudios, según los cuales se cursan en
los colegios que se llaman juniorado,
filosofado y teologado (véase *formación). El
juniorado suele estar establecido en la misma
casa del noviciado; también el filosofado y el
teologado son a veces dos secciones de una
misma comunidad. En algunas provincias, en
Asia y África, hay una casa para el
aprendizaje de lenguas. También hay casas
donde residen los jesuitas durante sus
estudios en alguna universidad no jesuita.
FUENTES. [Polanco, J. de] "Constituciones
de los Colegios", Regulae 217-245.
MonConst 1:415s; 2:759s. Nadal 4:894;
5:872; Scholia 505. MonPaed 1:651; 3:620s;
4:860. Institutum S.I. 3:578s. Manual 16. AR
Index-2 28. Aicardo 5:103-213. Arregui 849.
J. Aixalá (†)
2. Colegio de profesores.
Se ha dado este nombre a la comunidad
formada principalmente por profesores de una
institución de estudios superiores; pero no es
un término oficial recogido en la enumeración
de diversas clases de domicilios de la CJ (NC
401). De hecho llevan este nombre la
comunidad de profesores del Pontificio
Instituto *Bíblico y del Pontificio Instituo
*Oriental de Roma, y de alguna Facultad de
Teología.
E. Olivares
3. Colegio de externos.
Son los colegios destinados a la
educación de jóvenes no jesuitas: si los
alumnos residen en él es un *convictorio, o
colegio de alumnos internos. Estos colegios
no figuraban en los planes primeros de la CJ;
pero una serie de circunstancias hicieron ver a
Ignacio su importancia y eficacia para el fin
que pretende la CJ. Los primeros pasos en
esta dirección se dieron en la lejana Goa
(India) en 1542, donde algunos jesuitas
empezaron a enseñar humanidades y doctrina
cristiana a jóvenes portugueses y de la India.
Francisco *Javier, "magister" y profesor en
París, escribía entusiasmado sobre sus
buenos resultados (MonXav 1:132s). Ignacio
decía (1552) que "de la multiplicación de
colegios símiles siempre esperaré se haya de
seguir mucho fruto a gloria divina" (EpIgn
4:118).
Pero la influencia más decisiva en Ignacio
se puede hallar en el colegio de Gandía. En
1544 el duque Francisco de Borja ofreció
fundar un colegio de jesuitas en su ciudad
natal; se inauguró al año siguiente. El rector,
Andrés de *Oviedo, organizó una disputa
pública de dos días que atrajo a prelados,
nobles y alumnos. Esto movió a muchas
familias de la ciudad a pedir se permitiese a
sus hijos aprovechar la enseñanza dada en el
colegio. El rector no pudo rehusarlo, y
alumnos seglares comenzaron a asistir a sus
clases. En 1547, a instancias del duque, el
Papa elevó el colegio al rango de universidad.
Un paso más se dio en 1548, cuando a
requerimientos del virrey y del concejo local
se inauguró en Mesina (Italia) un colegio
destinado principalmente a jóvenes que no
pretendían ser sacerdotes. Un equipo
cosmopolita de enseñantes de gran valer,
procedentes de Alemania, España, Italia y
Francia, condujeron al éxito el aventurado
proyecto.
Tres años después llegó el gran proyecto
educacional, tan querido de Ignacio, el
*Colegio Romano, que él esperaba fuera un
modelo para futuros colegios jesuitas y de
gran provecho para la cristiandad: estaba
abierto a jesuitas y externos de Roma y
alrededores. Todavía un nuevo tipo de colegio
se abrió en 1552, el Germánico, para la
preparación de sacerdotes y dirigentes en
defensa de la fe en Alemania. Era una
residencia de estudiantes alemanes no
jesuitas que asistían a las clases del Colegio
Romano. Llegó a ser un ejemplo por el que se
modelaron luego muchos seminarios, y fue
muy citado en el Concilio de *Trento. Otro
desarrollo del colegio jesuita se introdujo en
1553 con la inauguración en Viena de un
convictorio, unido al colegio donde se
hospedaban estudiantes que no buscaban ser
sacerdotes. Allí fue enviado en 1564 el joven
polaco Estanislao *Kostka.
Siguió un rápido crecimiento en el número
de colegios y de alumnos. Polanco, que
conocía la mente de Ignacio, dice
explícitamente que él había tenido siempre
una fuerte propensión hacia la tarea de la
educación de la juventud en piedad y letras
(Chronicon 2:195). En los diez últimos años
de su vida Ignacio aprobó treinta y nueve
colegios o universidades: de ellos, treinta y
tres se abrieron antes de su muerte en 1556,
y los seis restantes, en los dos años
siguientes. Algunos de estos colegios eran
instituciones modestas y unos pocos tuvieron
una existencia efímera, pero muchos otros
tuvieron una rápida expansión (Ib. 6:42s).
Vino luego un período de consolidación.
Ya la CG I (1558) en su decreto 73 y el
General Laínez (MonPaed 1:50) dieron
normas estrictas sobre la admisión de nuevas
fundaciones. De nuevo la CG II (1565)
aconsejó una gran moderación en la
aceptación de colegios. La CG III (d.27, 30),
recomendó (1573) al nuevo General
Mercuriano, que considerase la posibilidad de
establecer nuevas casas profesas y de
consolidar los colegios existentes más bien
que abrir otros nuevos (Ib. 4:644-646). A pesar
de todo, muchas de las peticiones de colegios
en varias partes de Europa, Asia y del nuevo
mundo no se podían rechazar. El P. Aquaviva
percibió la necesidad de dar nuevas directivas
y establecer condiciones, que fueron
confirmadas (1594) por la CG V (Institutum
S.I. 3:293s). Una de las normas era que el
colegio tenía que mantener tantos escolares
jesuitas cuantos eran los profesores del
colegio, aunque tales escolares residieran en
otra parte. En 1615, a la muerte de Aquaviva,
los colegios eran 372; un siglo después se
había doblado el número, 610: al tiempo de la
supresión eran 621.
En la CJ restaurada el ministerio de los
colegios se ha extendido por todos los
continentes. En 1988 la CJ dirigía en 65
países un total de 656 centros; de ellos 177
son de nivel universitario, 347 imparten la
enseñanza secundaria, 46 son escuelas
profesionales, 32 dan la enseñanza primaria,
y 54 son centros de características
especiales. 6.224 jesuitas están dedicados a
este ministerio; los alumnos son
aproximadamente millón y medio.
Colegio incoado de externos. Es el que ya
ha sido aceptado como colegio, aunque aún
no se puede impartir en él la enseñanza o le
falta algo para estar completo en todos sus
aspectos.
FUENTES. Institutum 3:578s, 597. NC 277 §
2-3. Nadal, Orationis observationes (Roma,
1964) 332; Scholia 505. Braunsberger,
Canisius 1:786, 788; 2:928, 930; 3:838, 839;
4:1071, 1074; 5:878, 882; 6:770, 773; 7:881,
883; 8:960, 961. MonPaed 1:651-653, 655;
3:620-630, 635-641, 668-670; 4:860-862,
864s, 866s, 878s; 7:678s. AR Index-2 26,
27s; XVII (1977-1979) 1144, 1145; XVIII
(1980-1983) 1125; XIX (1984-1987) 1128; XX
(1988-1993) 430s, 998. Arregui 839. Aicardo
3:1014-1017. Arrupe, Identidad 682.
Kolvenbach, Escritos 716, 717, 719.
BIBLIOGRAFÍA. Polgár 1:181-184, 457-460.
O'Malley, J.W., The First Jesuits (Cambridge,
Mass, 1993) c.6. Ravier 543.
J. Aixalá (†)
4. Convictorio.
El convictorio del tiempo de Ignacio difiere
mucho de los actuales colegios de internos.
Se parecían más bien a residencias de
estudiantes, con rector, espiritual y prefecto,
pero sin profesores, a no ser en casos
excepcionales infrecuentes (cf. CG XII, d.25).
Los estudiantes asistían a las clases del
colegio de jesuitas. Esas residencias
ordinariamente no se llamaban casas de la
CJ, sino más bien eran obras apostólicas
confiadas a ella.
Hacia 1547 había determinado ya Ignacio
que si un colegio de escolares jesuitas no los
tenía en número correspondiente a sus
rentas, podría admitir otros estudiantes pobres
que viviesen con los escolares jesuitas,
aunque generalmente ocupaban una parte
separada del colegio y vestían de modo
diferente (Const 338; cf. MonConst 1:188-190,
nn. 10-13). Luego, extendió la concesión a
estudiantes de familias que podían pagar los
gastos del hospedaje. Por fin, declaró que si
el fundador del colegio lo pedía, no era contra
el Instituto admitir otros estudiantes externos,
aunque el número total de escolares jesuitas
estuviese completo (Ibidem).
En cuanto a la práctica, se sabe que
Ignacio rechazó (1551) la dirección del
seminario de Ingolstadt (EpIgn 3:330, 562);
pero al año siguiente aceptó con entusiasmo
la del Germánico en Roma, que era un
verdadero convictorio, y aprobó, unos años
después, que la CJ se encargase de
residencias de estudiantes no aspirantes al
sacerdocio, que pagaban sus gastos, en
Viena, Praga, Ingolstadt y aun en el
Germánico. Más adelante, como medio para
preservar la fe en Alemania, propuso
establecer ese tipo de residencias para la
educación de la juventud de aquellas
regiones, ya fuera costeando ellos sus gastos
ya mediante un capital fundacional. En el
colegio de Goa aceptó Javier algunos jóvenes
selectos de familias hidúes como internos con
la esperanza de que se hiciesen cristianos y
algunos entrasen en la CJ. En la Universidad
de Gandía se educaron y hospedaron
dieciocho néofitos de familias moriscas (EpIgn
12:297). Sin embargo, no favorecía el
encargarse de tales instituciones, aunque las
permitía en las regiones de herejes,
cismáticos o no cristianos, no porque las
considerase contrarias al Instituto de la CJ,
sino por algunos inconvenientes. La mayor
dificultad era la administración económica; si
se ponía al frente un administrador seglar se
seguían otros inconvenientes. El problema
respecto al Colegio Germánico se propuso en
la CG III (d. 21), y respecto a los convictorios
en la CG IV (d. 13, can. 5). De aquí que la CG
VI (d. 13) en 1608 indicó que la CJ se debería
liberar de esta carga confiándola a seglares y
conservando sólo la alta dirección. La CG XXII
(1853) previno a las provincias contra la
aceptación de internados si no tenían
previamente edificio y medios de sustento
para los alumnos y los jesuitas (d. 19, 42, 43).
La CG XXVII (1923) insistió en que no se
abriesen nuevos internados si no se cumplían
ciertas condiciones. De hecho, en los últimos
decenios se han abandonado no pocos
internados en diversos países.
5. Colegio Máximo.
Se llamaba así al colegio que el General
declaraba ser el más importante de cada
provincia. Este podía ser un colegio de
escolares de la CJ o un colegio de alumnos
no jesuitas (Institutum S.I. 2:600). El término
se usó por primera vez en la CG III (1573),
que determinó que a la Congregación
Provincial no asistiesen los *procuradores de
los colegios (cf. Const 682), sino sólo el de
provincia, o, en defecto de éste, el procurador
del colegio mayor entre todos los de la
provincia (maximi ommium, Institutum S.I.
2:238). La expresión aparece de nuevo (d. 56)
el la CG IV (1581), la cual determinó que, en
caso que el provincial muriese sin dejar
ningún viceprovincial, si en la provincia no
hubiese casa profesa le sucediese
provisionalmente el rector del "Colegio
máximo" (Ibid. 259s). Surgieron dudas de qué
colegio debía considerarse el mayor o
"máximo". Aquaviva respondió que aquel que
aventajase a los demás en el número de
personas, en especial, escolares, y en la
importancia de la fundación. Pero se hacía
necesaria una interpretación auténtica. Ésta la
dio la CG VI (1608) en favor del colegio más
antiguo, teniendo en cuenta el número de
personas que lo habitan, las rentas que
posee, y las obras de apostolado que se
ejercen; en casos de duda se decidió que el
General designase el que debía ser el Colegio
Máximo (d. 25). En las Misiones podía
suceder que no hubiera ningún colegio. Se
determinó que el sucesor provisional del
superior de la Misión, que muriese sin
nombrar vicesuperior fuese el superior de la
casa mayor de la Misión, casa que el P.
General igualmente había de designar. Así
análogamente al "Colegio Máximo" de las
provincias, había en las misiones una "Casa
máxima". Este título ha desaparecido en las
NC; y son otras las normas sobre la
sustitución del provincial en caso de muerte;
cf. NC 345 § 2.
6. Universidades.
Para Ignacio una universidad (Const 307)
es un colegio en el que a las facultades
inferiores de gramática, letras humanas y
retórica se añaden las facultades superiores in Higher Education (University of Scranton,
de artes (o filosofía con ciencias y 1982). Donnely, J.P., "Padua, Louvain, Paris:
matemáticas) y teología. Ordinariamente era Three Case Studies of University-Jesuit
necesario un documento del Papa, del Confrontation", Louvain Studies 15 (1990) 38-
Estado, o de ambos, para obtener el título de 52. Tetlow, J.A., "The Jesuits'Mission in
universidad, el derecho a conferir grados y Higher Education: Perspectives and
otros privilegios. Ignacio se mostró propicio a Contexts", SSJ 15-16 (1983-1984) 5/1:1-111.
incluir las facultades de leyes y medicina,
aunque no las debía administrar la CJ por ser
algo "más remoto de nuestro Instituto" (Ib.
452). Ignacio consideraba las facultades
inferiores de lenguas y humanidades (ahora
juzgadas educación secundaria) como parte
integral de una universidad de la CJ. Los
capítulos 11 a 17 de la cuarta parte de las
Constituciones resumen el pensamiento
maduro de Ignacio sobre la educación en las
universidades. Este esquema legislativo jugó
un papel destacado en la formación del código
de educación de la CJ, *Ratio studiorum
(1599).
Razones apostólicas movieron a Ignacio a
aceptar universidades. Aunque el Colegio
Romano no suele considerarse universidad
hasta 1584, es el ejemplo más concreto e
iluminador de lo que Ignacio pensaba que
debía ser una universidad. El colegio se abrió
en 1551; con permiso del Papa se añadieron
las facultades de filosofía y teología en 1553,
con lo que fue de hecho una universidad,
aunque no de nombre. La presencia de la
universidad papal La Sapienza (donde Pedro
*Fabro y Laínez comenzaron a enseñar en su
primera estancia en Roma) no lejos de la
escuela de Ignacio, le hizo desistir quizás de
pedir el título de universidad para este primer
colegio. Desde 1584, cuando fue inaugurado
por Gregorio XIII el nuevo edificio, se conoce
la institución como Colegio Romano (desde
1873, como Universidad *Gregoriana). Junto a
las universidades de Gandía, Mesina y
Coímbra, otros colegios eran ya universidades
de hecho en vida de Ignacio como los de
Palermo, Viena, Praga y Billon (Francia). La
Gregoriana ha sido considerada la más
importante de la CJ, a la cual todas las
provincias tienen que contribuir con sus
mejores hombres.
FUENTES. MonConst 1:452; 2:811.
Institutum S.I. 3:730. NC 289. MonPaed
1:681s; 3:691; 4:886; 7:695. AR Index-2 108.
20 (1988-1993) 1026. Aicardo 3:1058. Arregui
898. Kolvenbach, Escritos 367-417.
BIBLIOGRAFÍA. Polgár 1:460s.
Aschenbrenner, G.A., The Jesuit University
Today: An Introduction to the Ignatian Vision