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TEMA 11
EL CONTRATO
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Noelia María Barrameda García Clase
Artículo 1.255 CC: “Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones
que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarias a las leyes, a la moral, ni al orden
público”.
Las normas en materia contractual son en su mayor parte dispositivas, pero si las partes no han
dispuesto nada entonces se regirán por las disposiciones del CC y por tanto pasarán a tener un
carácter imperativo.
Artículo 1.258 CC: “Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento, y desde
entonces obligan, no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a todas
las consecuencias que, según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley”.
Con respecto al articulo 1.258 CC se desprende y es evidente, que la autonomía privada no puede
ser contemplada al margen del ordenamiento jurídico, como una libertad del particular que puede
incluso atentar contra el propio ordenamiento jurídico.
En cuanto a la fuerza vinculante de los contratos se encuentra recogida en al artículo 1091 CC
conforme a la cual “las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las
partes contratantes, y deben cumplirse al tenor de los mismos”.
11.2 Las clasificaciones de los contratos
Los criterios que se pueden utilizar para la clasificación de los contratos son los siguientes: 1) El
elemento determinante en el proceso formativo. 2) Finalidad perseguida. 3) Regulación del tipo
contractual por el Derecho Positivo. 4) Por la duración de los contratos. 5) Tipo de obligación que
crea el contrato.
1) Elemento determinante. Se distinguen entre contratos: a) Consensuales, b) Formales, c)
Reales.
a) Consensuales: aquellos contratos que nacen con el simple consentimiento. Artículo 1.254:
“El contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de otra
u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio”. (compraventa).
b) Formales: aquellos contratos que para su validez exigen una forma determinada, además del
consentimiento. El ordenamiento exige que el contrato cumpla una determinada formalidad,
y si no se observa esa formalidad el ordenamiento no le otorga o reconoce su existencia.
c) Reales: son aquellos contratos que necesitan la entrega de la cosa para que se perfeccionen
(contrato de préstamo), evidentemente además del mero consentimiento.
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b) Contratos onerosos: son aquellos contratos en los que la prestación de una parte encuentra
su razón de ser en la contraprestación de la otra. Por tanto son aquellos contratos en los que
existe contraprestación por las partes. Existe esa reciprocidad de carga que puede ser de dos
tipos: cuando desde el principio las partes conocen a que están obligados, el contrato es
oneroso conmutativo. En aquellos en que las partes o una de ellas no conocen con exactitud
el contenido de esa obligación serían onerosos aleatorios ( Contrato de seguros).
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La razón fundamental de la contraposición entre ambos tipos contractuales viene dada porque
en los contratos unilaterales no es de aplicación la facultad resolutoria por incumplimiento,
contemplada en el artículo 1.124 CC como causa de ineficacia del contrato.
Finalmente, de acuerdo con lo planteado hay una correspondencia entre contrato unilateral
gratuito y entre contrato bilateral = oneroso.
Si bien es cierto que todos los contratos bilaterales son simultáneamente de carácter oneroso
(sinalagmáticos).
Pueden existir contratos unilaterales que no tengan carácter gratuito (como ocurría, como regla,
en la donación), sino oneroso: baste pensar en el préstamo con interés.
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diferentes maneras, pero requiere en todo caso que el consentimiento se haya formado libre y
conscientemente y, además, por persona que tenga capacidad de obrar o capacidad contractual,
artículo 1263 CC “no puede prestar el consentimiento: los menores no emancipados ni los
incapacitados”
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EL AUTOCONTRATO
Bajo el término del autocontrato se pretenden englobar todos aquellos supuestos en que una
sola persona asume las posiciones contractuales contrapuestas (que, en principio, correspondería a
ambas partes contratantes) por contar con poderes representativos de otra persona, o por tener
capacidad decisoria sobre 2 patrimonios separados.
En el CC no existe una regulación general del autocontrato. Sin embargo, sí existen algunos
preceptos en los que se evidencia la prohibición de celebrar actos jurídicos por los representantes
cuando dicha celebración suponga conflicto de intereses. Arts. 1459, 163, 244.4º.
Solo se va a admitir el autocontrato cuando el conflicto de intereses quede excluido.
11.5 El consentimiento contractual: los vicios del consentimiento
• Error sustancial: es el error que recae sobre la sustancia de la cosa. Por tanto, el error debe
recaer sobre la sustancia de la cosa objeto del contrato que hubiesen dado motivo a
celebrarlo; por tanto, el error sustancial es un error de carácter objetivo.
Con respecto al error sobre la persona con que se contrata, el parámetro de “sustancia
de la cosa” se sustituye por la identidad personal propiamente dicha o por concretas
cualidades personales de la otra parte contratante, en base a cuya consideración se ha de
celebrar el contrato.
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• Error excusable: para que el error sea perdonable, debe haber observado la diligencia
exigible y a pesar de ello no se puede evitar el error. Por tanto, se pretende indicar que el
contratante que incurre en error debe acreditar haber ejercitado una diligencia normal en el
conocimiento de los extremos propios del objeto del contrato y que, pese a ello, no ha
logrado superar la falsa representación mental en que ha incurrido.
• Error determinante: debe existir un nexo causal entre el error y la celebración del contrato.
Esto es, que de no haber existido error, no se habría llegado a la efectiva celebración del
contrato.
La existencia del error es una cuestión de hecho que, por lo dicho hasta ahora, recae además
sobre circunstancias de la cosa objeto del contrato o sobre cualidades de la persona con que se
contrata “error de hecho”.
Puede haber también, error a la ignorancia o interpretación equivocada de una norma jurídica
que induzca a cualquiera de los contratantes a emitir una declaración de voluntad que no habría
realizado de haber tenido conocimiento previo de las normas jurídicas aplicables al cuerdo
contractual de que se trate “error de derecho”
VIOLENCIA
Artículo 1267 CC “hay violencia cuando para arrancar el consentimiento se emplea una
fuerza irresistible”. Tal fuerza irresistible se dará en todos aquellos casos de violencia física
absoluta en que la voluntad del contratante es sustituida por la del agente violador, o violentador.
INTIMIDACIÓN
Artículo 1267.2 CC “hay intimidación cuando se inspira a uno de los contratantes el temor
racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona o bienes, o en la persona
de sus bienes de su cónyuge, descendientes o ascendientes”
• Por tanto, el temor ha de ser de tal naturaleza que inspire un temor racional y fundado, que
le lleve a prestar un consentimiento inicialmente no deseado. Por tanto, será necesario
atender a la edad, sexo y condición de la persona, ya que todas las personas no son
igualmente impresionables.
• La amenaza de un mal inminente y grave. La acción del contratante ha de ser de entidad tal,
que influya en su ánimo induciéndole a emitir una declaración de voluntad no deseada y
contraria a sus propios intereses.
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• El mal con que se amenaza tiene que ser antijurídico. La amenaza intimidatoria ha de ser
injusta al derecho, ya que en el caso de que la amenaza se reduzca al posible ejercicio de un
derecho, evidentemente, no se estará llevando a cabo intimidación alguna.
• Que el dolo sea grave, llevado a cabo con mala intención consciente y deliberada, de
engañar a la otra parte.
En caso del dolus bonus o dolo bueno, consistente en cantar las excelencias del bien
no se considera como dolo propiamente dicho.
• El dolo ha de ser determinante, la relación de causalidad entre la conducta engañosa o
insidiosa, de una parte, y la voluntad de celebración del contrato, de la otra, se encuentra
nítidamente recogida en el artículo 1269 CC.
El dolo incidental es la conducta engañosa que lleva a quien, libre y
conscientemente, está decidido a contratar, a aceptar unas condiciones desfavorables o
perjudiciales que no hubiera aceptado de no intervenir el dolo incidental.
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• Que el dolo no haya sido empleado por las dos partes contratantes, ya que en tal caso, la
actuación malévola de ambos excluye la protección a la buena fe que fundamenta la
regulación positiva del dolo.
El CC entiende por objeto los bienes y servicios que, materialmente hablando, son
contemplados en el intercambio que subyace en todos contrato.
Dicho entendimiento se ve ratificado en los artículos 1271,1272 y 1273 CC. Hablan cada
uno de ellos de cosas y servicios como realidades materiales sobre las que pueden recaer las
obligaciones o las prestaciones de los contratantes.
Requisitos del objeto del contrato
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• Licitud: el contrato debe tener objeto lícito, no contrario a la ley. Con respecto a las cosas,
el CC excluye del ámbito contractual “las cosas que están fuera del comercio”. Se refiere el
código a todas aquellas que por razón de orden público, quedan excluidas del tráfico
patrimonial. En relación con los servicios, se excluye del contrato “todos los servicios que
sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres”.
• Posibilidad: “no podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles”. La
imposibilidad puede ser tanto física como jurídica.
• Determinación: una vez perfeccionado el contrato, se requiere que la cosa o el servicio que
constituya su objeto quede determinado. En caso contrario, sería necesario un nuevo pacto o
acuerdo entre las partes ara estar confirmes en el objeto del mismo. El CC no requiere como
condición sine qua non que el objeto contractual quede absolutamente determinado, sino que
le basta con que el objeto sea determinable “sin necesidad de nuevo convenio entre las
partes”
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Así, se ha dado en decir que la causa del contrato se identifica objetivamente con la función
“socioeconómica” que desempeña el tipo contractual. Ejemplo: intercambio de cosa por precio en la
permuta. Cesión temporal de vivienda a cambio de la renta en el arrendamiento, etc.
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Los contratos abstractos son inaceptables en nuestro Ordenamiento jurídico, en cuanto tales
contratos presuponen una verdadera abstracción material de la causa. Por tanto, en el Derecho
español no puede hablarse propiamente de contratos abstractos, ni siquiera en aquellas
declaraciones de voluntad unilaterales (promesa de deuda) que algunas veces se califican como
abstractos. Por excepción, hay algunos títulos de crédito (títulos valores) que sí funcionan conforma
a las reglas de abstracción material, bajo ciertas circunstancias, como la Letra de cambio o el
cheque, que gozan de abstracción material cuando el tenedor de ellos es persona diferente al
tomador de los mismos.
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Por dicha razón, el CC establece que, respecto de terceros, la fecha del documento privado
solo se contará desde el día en que se hubiese incorporado en un registro público o se entregue a un
funcionario público por razón de su oficio. O desde la muerte de cualquiera de los firmantes.
Entre los documentos públicos los que tienen mayor relevancia son los notariales.
La forma complementaria o “ad probationem” exige escritura pública para determinados
actos.
La forma “ad solemnitatem” o con forma solemne. En determinados casos existen contratos
en los cuales se exige la observación de una determinada forma como condición o requisito esencial
del contrato. Estos son:
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