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Prevención
Antes de una exposición a la luz solar intensa y directa, una persona debería aplicarse un filtro
solar, o sea un ungüento o una crema con sustancias químicas que protegen la piel al repeler los
rayos UVA y UVB. Muchos filtros solares también son impermeables o bien resistentes al agua.
Un tipo común y eficaz de filtro solar contiene ácido para-aminobenzoico (PABA). Como requiere
de 30 a 45 minutos para fijarse fuertemente a la piel, nadar o sudar inmediatamente después de
aplicarse el PABA lo elimina de la piel. Ocasionalmente, los filtros solares que contienen PABA
irritan la piel y pueden provocar reacciones alérgicas en algunas personas.
Otro tipo de filtro solar contiene una sustancia química llamada benzofenona. Muchos protectores
solares contienen tanto PABA como benzofenona u otros productos químicos; estas
combinaciones proporcionan protección frente a un amplio espectro de rayos UV. Otros filtros
solares contienen barreras físicas como el óxido de zinc o el dióxido de titanio; estos ungüentos
blancos y espesos evitan que el sol alcance la piel y pueden ser utilizados en zonas pequeñas y
sensibles, como la nariz y los labios. Las personas preocupadas por su aspecto pueden teñir
estos ungüentos con sustancias cosméticas para que tengan el mismo color de su piel.
En general, los filtros solares se clasifican en grados según su número de factor de protección
solar (FPS): cuanto mayor es el número de FPS, mayor es la protección. Los filtros solares con
un factor de protección mayor o igual a 15 bloquean la mayor parte de la radiación UV, pero
ningún filtro transparente impide el acceso a todos los rayos UV. Habitualmente, los filtros solares
tienden a bloquear sólo los rayos UVB, pero los rayos UVA también pueden dañar la piel. Algunos
filtros solares de reciente aparición son algo más eficaces para bloquear los rayos UVA.
Tratamiento
El primer hormigueo o enrojecimiento indica que hay que abandonar rápidamente la exposición al
sol. Las compresas mojadas con agua fría del grifo pueden aliviar las zonas enrojecidas, al igual
que las lociones o los ungüentos sin anestésicos ni perfumes que pueden irritar o sensibilizar la
piel. Los comprimidos de corticosteroides pueden ayudar a aliviar la inflamación y el dolor en
unas horas.
La piel quemada por el sol comienza a curar por sí sola tras varios días, pero la curación
completa puede requerir semanas. La parte inferior de las piernas, particularmente las espinillas,
tienden ser particularmente molestas cuando se queman por el sol, y además curan lentamente.
Las superficies cutáneas que raramente se exponen al sol pueden sufrir quemaduras graves
porque contienen poco pigmento. Estas superficies son las zonas de
piel normalmente cubiertas por el bañador, el dorso de los pies y la
parte de la muñeca que normalmente está protegida por el reloj.
La piel dañada por el sol representa una insuficiente barrera contra la
infección, y si ésta se produce puede retrasarse la curación. El
médico puede determinar la gravedad de una infección y prescribir
antibióticos si fuera necesario.
Una vez se desprende la piel quemada, las nuevas capas expuestas
al sol son delgadas y muy sensibles a su radiación. Estas zonas
pueden continuar siendo extremadamente sensibles durante varias
semanas.
Muchos años de exposición a los rayos solares envejecen la piel, pero la exposición antes de los
18 años de edad es probablemente la etapa más perjudicial. Aunque la piel de los sujetos rubios
es mucho más vulnerable, si se produce una exposición suficiente se modifica la piel de cualquier
individuo.
El daño ocasionado a las capas más profundas de la piel produce arrugas y una coloración
amarillenta. La radiación solar también adelgaza la piel y puede inducir la aparición de
formaciones precancerosas (queratosis actínica, queratosis solar). Estas formaciones son áreas
laminadas y descamativas que no curan; también pueden ser duras y adquirir un color entre gris o
incluso más oscuro. Los individuos expuestos durante mucho tiempo al sol corren mayor riesgo
de contraer cánceres de piel, como el carcinoma de células escamosas, el carcinoma basocelular
y, en cierto grado, un melanoma maligno.
Tratamiento
La clave del tratamiento es evitar la exposición al sol; en cualquier caso, las lesiones ya
manifestadas son irreversibles. Las cremas hidratantes y el maquillaje ayudan a ocultar las
arrugas. En ciertos casos se utilizan sustancias químicas que favorecen la descamación, como
los alfahidroxiácidos y la tretinoína para intentar mejorar las lesiones crónicas, especialmente las
arrugas muy delgadas y la pigmentación irregular. Aunque los efectos beneficiosos de estos
tratamientos han sido ya demostrados, existen pocas pruebas convincentes de que las arrugas
profundas puedan desaparecer permanentemente o que el daño de la piel pueda revertir.
Las formaciones precancerosas pueden degenerar en cáncer de piel. Las queratosis solar o
actínica pueden ser eliminadas mediante congelación con nitrógeno líquido; sin embargo, si una
persona presenta muchas lesiones, puede aplicarse un líquido o un ungüento con fluorouracilo. A
menudo, durante este tratamiento el aspecto de la piel puede empeorar porque el fluorouracilo
provoca enrojecimiento, descamación y quemazón de las zonas de queratosis y de la piel
circundante que está dañada por el sol.
Si bien las quemaduras y otras lesiones solares tardan en aparecer, algunas personas presentan
ciertas reacciones inusuales incluso sólo unos minutos después de la exposición al sol. Estas
reacciones son enrojecimiento, descamación, urticaria, ampollas y formación de placas
engrosadas y descamativas. Diversos factores pueden contribuir a la aparición de esta
sensibilidad al sol (fotosensibilidad).
La causa más frecuente es el uso de ciertos fármacos, como algunos antibióticos, diuréticos y
agentes antifúngicos. Las reacciones de fotosensibilidad también pueden deberse a jabones,
perfumes como las aguas de colonia que contienen esencias (especialmente las que contienen
bergamota y huelen a menta o cítrico), brea de carbón utilizada para tratar la caspa y eccemas y
sustancias que se encuentran en ciertas plantas herbáceas como el césped y el perejil. Ciertas
enfermedades, como el lupus eritematoso sistémico y la porfiria, también pueden favorecer las
reacciones de fotosensibilidad.
Algunas reacciones a la luz (erupciones polimorfas) parecen no tener relación alguna con
enfermedades ni con fármacos. En algunas personas, incluso una breve exposición al sol causa
urticaria (placas rojas y abultadas) o eritema multiforme en las zonas expuestas al sol. Las
reacciones cutáneas a la luz son más frecuentes en las personas de climas templados, en el
momento en que se exponen intensamente al sol por primera vez durante la primavera o el
verano; estas reacciones son muy raras en las personas expuestas al sol durante todo el año.
Prevención y tratamiento
La extrema sensibilidad a la luz solar obliga a usar ropa protectora, evitar el sol todo lo posible y
usar filtros solares. Una meticulosa búsqueda de alguna enfermedad, la toma de fármacos por vía
oral, o de sustancias aplicadas sobre la piel (como fármacos o cosméticos) pueden ayudar al
médico a determinar la causa de la fotosensibilidad. Sin embargo, acertar la causa resulta una
tarea difícil y, a veces, imposible.
En ocasiones, el tratamiento prolongado con hidroxicloroquina puede evitar las reacciones de
fotosensibilidad y con frecuencia los corticosteroides orales pueden acelerar la curación de tales
reacciones. En ciertos tipos de fotosensibilidad, el tratamiento puede consistir en suministrar
psoralenos (fármacos que sensibilizan la piel a la luz solar) y exponerla posteriormente a los
rayos UVA. Las personas con lupus eritematoso sistémico no pueden tolerar este tratamiento.