Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Bacteriemia y sepsis
Síntomas
Como el organismo suele ser capaz de eliminar pequeñas cantidades de bacterias rápidamente,
la bacteriemia transitoria casi nunca produce síntomas. Sin embargo, una vez que la sepsis se ha
establecido, los síntomas incluyen temblores, escalofríos, fiebre, debilidad, náuseas, vómitos y
diarrea.
La sepsis puede causar infecciones en distintos puntos del cuerpo (llamada infección
metastásica) si no se trata de inmediato. Las infecciones pueden asentarse en el revestimiento
del cerebro (meningitis), en el saco que rodea el corazón (pericarditis), en el revestimiento
interno del corazón (endocarditis), en los huesos (osteomielitis) y en las grandes articulaciones.
Un absceso (acumulación de pus) puede aparecer casi en cualquier sitio.
Diagnóstico
El diagnóstico de sepsis es probable cuando una persona con una infección localizada en
cualquier parte del cuerpo de pronto tiene mucha fiebre. Si la persona tiene una sepsis, por lo
general, el número de glóbulos blancos en la sangre suele aumentar. Los cultivos de sangre
permiten aislar e identificar al microorganismo infectante.
Sin embargo, es posible que las bacterias no crezcan en un cultivo de sangre, particularmente si
el enfermo está tomando antibióticos. También se toman muestras para cultivo del material
expulsado de los pulmones mediante la tos (esputo), de la orina, de las heridas y de los puntos
donde los catéteres penetran en el cuerpo.
Tratamiento y pronóstico
La bacteriemia causada por una intervención quirúrgica o bien por la inserción de una sonda en la
vía urinaria no suele necesitar tratamiento, siempre y cuando dicha sonda se retire rápidamente.
Sin embargo, antes de someterse a estos procesos, las personas con riesgo de desarrollar
infecciones graves (las que padecen una enfermedad de las válvulas cardíacas o deficiencias en
su sistema inmunitario, por ejemplo) por lo general reciben antibióticos para prevenir la sepsis.
La sepsis es muy grave y el riesgo de muerte es alto. El médico debe comenzar el tratamiento
con antibióticos de inmediato, incluso antes de disponer de los resultados del cultivo de
laboratorio que identifique la clase de bacteria que provoca la infección.
Un retraso en el comienzo del tratamiento disminuye en gran medida las posibilidades de
supervivencia. Al comienzo, el médico basa la elección del antibiótico en su suposición acerca de
cuáles son las bacterias allí presentes. Esto depende de dónde haya comenzado la infección (las
vías urinarias, la boca, los pulmones, el intestino u otro sitio). A menudo se administran dos
antibióticos juntos para incrementar las posibilidades de eliminar las bacterias. Más tarde, cuando
el médico ya puede contar con los resultados del cultivo, puede utilizar el que resulte más eficaz
contra los gérmenes causantes de las sepsis. En algunos casos, puede ser necesario realizar una
intervención quirúrgica para eliminar la fuente de infección, como por ejemplo un absceso.
Shock séptico
El shock séptico es una enfermedad en la cual, como resultado de la sepsis, la presión arterial
baja a un nivel que puede poner en peligro la vida.
El shock séptico ocurre con mayor frecuencia en los recién nacidos, en personas de más de 50
años y en las que tienen un sistema inmunitario deficiente. Su gravedad es mayor cuando el
número de glóbulos blancos es bajo, como sucede en las personas que padecen cáncer, ingieren
fármacos anticancerosos o tienen enfermedades crónicas, como diabetes o cirrosis.
El shock séptico es causado por las toxinas producidas por ciertas bacterias y también por las
citoquinas, que son sustancias fabricadas por el sistema inmunitario para combatir la infección. El
diámetro de los vasos sanguíneos aumenta (se dilatan), haciendo que la presión arterial baje a
pesar del aumento tanto del ritmo cardíaco como del volumen de sangre bombeada. Los vasos
sanguíneos también pueden tener pérdidas de líquido, el cual escapa del flujo para entrar en los
tejidos y provocar su hinchazón.
La cantidad de sangre que fluye hacia los órganos vitales, particularmente los riñones y el
cerebro, queda reducida. Más tarde, los vasos sanguíneos se contraen en un intento de elevar la
presión arterial, pero disminuye la cantidad de sangre bombeada por el corazón y, por ello, la
presión sigue muy baja.
Síntomas y diagnóstico
Por lo general, los primeros signos de un shock séptico, evidentes incluso 24 horas o más antes
de la disminución de la presión arterial, son la reducción del estado de alerta y la confusión.
Estos síntomas se deben a que el cerebro recibe una menor cantidad de sangre.
Aunque aumenta la salida de sangre desde el corazón, los vasos sanguíneos se dilatan y, en
consecuencia, disminuye la presión arterial. Con frecuencia, el paciente respira aceleradamente,
para que los pulmones eliminen el exceso de anhídrido carbónico y la concentración de este gas
en la sangre también disminuya. Los primeros síntomas pueden incluir escalofríos con temblores,
un rápido aumento de la temperatura, piel caliente y enrojecida, pulso acelerado y presión arterial
con subidas y bajadas. El volumen de orina disminuye a pesar de la mayor cantidad de sangre
bombeada. En fases más avanzadas, la temperatura corporal suele bajar más de lo normal. A
medida que el shock empeora, varios órganos pueden fallar, como los riñones, provocando una
menor producción de orina), los pulmones (causando dificultades respiratorias y baja cantidad de
oxígeno en la sangre) y el corazón (provocando retención de líquidos e hinchazón). Dentro de los
vasos sanguíneos pueden formarse coágulos.
Los análisis de sangre muestran valores altos o bajos de glóbulos blancos y el número de
plaquetas puede disminuir. La cantidad de productos de desecho metabólicos (como el nitrógeno
ureico, que se mide fácilmente en la sangre) continúa subiendo si falla la función renal. Un
electrocardiograma (ECG) puede mostrar irregularidades en el ritmo cardíaco, lo que indica que
llega una insuficiente cantidad de sangre al músculo cardíaco. Se realizan cultivos de sangre
para identificar las bacterias responsables.
Tratamiento y pronóstico